Hola, me llamo Chikireciclaje, alias “REPAPLASVI”. Tengo 10 años

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Hola, me llamo Chikireciclaje, alias “REPAPLASVI”. Tengo 10
años y mi gran afición es viajar bajo las ciudades. Claro, os
preguntareis para qué. Pues si queréis saberlo, estad muy atentos.
Todo comenzó una cálida mañana de agosto, en la casa de la
familia García. La señora Matilde, se encontraba tomando su zumo,
mientras podaba sus petunias tan radiantes como siempre. Por su
lado, Lucas corría sin parar por el jardín. Hasta que un grito de su
madre le detuvo en seco.
-Lucas, por favor, deja de correr y tira esta botella a la basura.
-Valeeeee, ya voy.
Al mismo tiempo, que Lucas cogía aquel pedazo de plástico con
sabor a naranja, en el que yo vivía encerrada, mi vida empezaba a
correr serios problemas. Iba a ser depositada en un cubo de otro
color.
Lucas abrió la puerta de aquel contendedor amarillo, estaba
preparado para lanzarme dentro de aquel cúmulo de porquería
maloliente.
-Nooooooooooooo, gritaba yo. Mi color es el marrón. No lo
hagáis, por favor. Sufriré demasiadoooooooooooo.
Solo faltaba, un toquecito a la palanca y… - Plofff-. Ya estaba
dentro y nada podía hacer. Las vueltas no me dejaban respirar,
aquello era peor, que todas esas veces que me había colado en el
viejo lavavajillas. Un vacío me absorbía por una especie de tuberías
oscuras, sin saber dónde iba a llegar.
Pero de repente, después de tantos meneos y golpes, mi
diminuto cerebro despertó al chocar contra otra reunión de
desperdicios. En esa parada, una brillante idea me convertiría en una
gran investigadora del mundo del reciclaje.
Así, escondida en aquella botella de zumo proseguí con mi
viaje. Estaba dispuesta averiguar todos los entresijos que este mundo
desprendía. Iba a ser detective. ¡Qué gran idea!
Enseguida, aterrice en una explanada entre un montón de
desechos, lo que llaman una planta de reciclaje. Con el trompazo salí
de la botella y pude saltar rápidamente hacia el interior de un bolsillo;
el cual pertenecía a un hombre bajito y con mucha barba. Tenía un
mando en su mano derecha, lleno de botones rojos y verdes. Se
decidió a pulsar uno de ellos. No paraban de salir máquinas con unos
enormes brazos, que distribuían todos los residuos en diferentes
camiones que los transportarían hacia su destino correspondiente,
para poder separarlos según los grupos de basura. O sea, que había
un lugar para los plásticos, los vidrios, la basura orgánica, etc. ¡Qué
de cosas estaba aprendiendo!
Aquel hombre daba órdenes sin parar, por lo que casi sin
pensarlo tuve que volar hacia otro lugar. El tiempo apremiaba, los
camiones eran más rápidos que yo. Si no me apuraba no vería el
siguiente paso, qué tipo de detective sería entonces. Saque todas mis
fuerzas y me plante en una sala bastante fría. ¡Qué lugar tan
extraño! No recuerdo bien su nombre, era algo así como… no sé, no
soy capaz de acordarme.
Lo que sí sabía era que en aquel escondite, la gente se
encargaba de reciclar, es decir de reutilizar los materiales desechados
para crear otros nuevos. Lo cual me encantaba. De ahí mi pasión por
explorar nuevas rutas “reciclajianas”, hasta a mi me daba la risa con
este nombre.
Este mismo proceso se repetiría unas cuantas semanas más,
claro, cambiando de lugar en el cual esconderme. Me resultaba súper
divertido. Unas momentos me pegaba a una pila, en otras ocasiones
me sumergía en los restos de detergente, o bien, entre los apuntes
viejos y amarillos de algunos estudiantes, etc.
Pasado todo este tiempo, durante los últimos días me propuse
tomarme un respiro. Ya no podía más, el sudor me invadía y mi
pequeño corazón no latía con la fuerza necesaria para seguir. Me
encontraba tirada en la calle, cerca de una perfumería. Casi no podía
recordar cómo había llegado hasta aquel sitio. Pero, si noté que unas
manos me elevaban, me miraban y me depositaban en un cubo
marrón. Ahora me sentía segura, sabía que era el lugar adecuado
para mí, gracias a aquella persona.
Al fin y al cabo, no dejaba de ser un trocito de monda de
naranja arrugado con ansias por descubrir un mundo diferente
preocupado por cuidar el Medio Ambiente.
A partir de ahora, entenderéis porque me escondía bajo el
apodo de “REPAPLASVI”. Por si, aún no lo habéis pillado son las siglas
de mi lema: Recicla: Papel, plástico y vidrio.
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