Subido por Efrain Choque

QUERIA ESCRIBIR

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QUERIA ESCRIBIR
José Jiménez Borja
Fué una vez en que pareció que iba a cumplirse el tratado de Ancón. Había, por
eso, en la ciudad un ambiente de esperanza, de regocijo, de ansiedad. Tuvo el
episodio como escenario a una escuela y como espectadores, con significativa
casualidad, a unos niños. ¡Lección admirable que no ha sido olvidada!
Desde el salón de estudios se veía a la mañana, vaporosa como un hada y alegre
como una zagala. La maestra hacía su clase. De pronto se asomó en el umbral
un viejo. No era un mendigo ni un vago; era un campesino. Enhiesto aunque
arrugado, tenía esa majestad que la campiña dá a sus buenos hijos. (Acaso era
el mismo viejo que para arrodillarse y besar al estandarte, detuvo a la procesión
que lo acompañaba a la Sociedad de Artesanos, después de su bendición).
—Perdone, señora, dijo. Vengo a suplicarle algo.
La voz era humilde, balbuceante: la voz que dice los deseos más íntimos, más
queridos, más difíciles. Era sencilla y simple; pero tenía la trascendencia que
tiene la luz que revela a la aurora.
La clase se detuvo.
—Dicen que por fin va a haber plebiscito. Enséñeme a escribir. Quiero votar por
el Perú.
Como el prisionero entre las rejas de la cárcel, asoma en este episodio el rostro
de Tacna, ese rostro que por más apagada y herida que se tenga el alma dá
siempre un fervor ingenuo y una límpida ilusión.
El alma de Tacna. Tacna, 1926
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