Bosquejo WORD - Ciudadanos del Cielo

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EL TRIBUNAL DE CRISTO – LAS BODAS DEL
CORDERO
Plottier, 10/06/2013
La importancia que le da la Biblia a esperar obtener los premios.
La Biblia tiene mucho que decir acerca de las recompensas del cristiano.
La vida cristiana es una vida de fe. La fe se basa en cosas invisibles, en promesas de cosas futuras y de
cosas que se esperan. No es por vista; si fuera por vista la incredulidad se sentiría más confiada. Pero se
trata de cosas invisibles, intangibles y en cierta manera, totalmente desconocidas y fuera del alcance de
nuestra experiencia y realidad natural.
Esa fe, esa certeza, no nos debe servir para un solo día, sino para enfrentar la vida con un estilo
diferente, viviendo a contramano del mundo, siendo observados, mal interpretados y perseguidos por
él, permaneciendo fieles, hasta morir sin obtener lo prometido.
Esa es la fe que honra a Dios.
En medio de este modelo de vida absolutamente confiada en la Palabra de Dios, y aún más allá de la
muerte, se yergue por delante nuestro un día, un día glorioso, en que todas las circunstancias de la vida
adquirirán el más profundo significado, donde todos los anhelos del corazón conseguirán la más plena
satisfacción, donde todas las preguntas serán contestadas y donde nuestra alma quedará totalmente
liberada de su pasado y en paz.
Es el día del encuentro con nuestro Señor.
La Biblia enseña que nuestras acciones pueden acompañarnos a la eternidad. Mateo 6.19-21 “haceos
tesoros en el cielo”. Lucas 16.1-9 “ganad amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando
éstas falten, os reciban en las moradas eternas”. Mateo 25.21 “Bien, buen siervo y fiel, en lo poco has
sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor”.
La Biblia también es clara en aconsejar cómo comportarnos y cómo vivir en esta vida guiados por el
Espíritu Santo. Y, también, nos advierte sobre la posibilidad de vivir en nuestra carne, para nuestra
satisfacción. Dado que nuestro Dios es justo, las recompensas variarán de acuerdo al comportamiento
que sus hijos hayan tenido en la vida terrenal, y al uso de los dones, talentos y bienes que nos dio para
administrar en nuestro tiempo.
Cuando esto ocurra, nuestro cuerpo ya habrá resucitado, el encuentro con todos los que nos
antecedieron ya habrá ocurrido y el mundo de dolor ya habrá sido dejado atrás. El cielo se abre delante
de nosotros y pronto habremos de atravesar esas puertas gloriosas de las que tanto hablamos y
soñamos.
Pero, aún no estamos en condiciones de ser presentados ante el Padre y las huestes gloriosas del cielo.
Quedan nuestras obras. Ellas aún no han sido purificadas. Hay diferentes motivos por las cuales pudimos
haberlas realizado. No todas son lo que nosotros creemos. Hubo un enemigo que permaneció con
nosotros hasta el final, nuestra carne. Muchas acciones habrán sido realizadas por amor, muchas fueron
por la fe; pero otras fueron para nuestro orgullo, para nuestra vanagloria, para nuestra satisfacción.
El Tribunal de Cristo tendrá dos grandes propósitos: premiar y purificar.
Faltan los premios, falta la ceremonia de reconocimientos, falta la premiación, falta ver el final de la
historia, cuando recibamos lo prometido. Nadie recibió lo prometido.
Pero, también falta la purificación completa de la iglesia, que nuestro ser glorificado esté finalmente
preparado para entrar al cielo en una situación acorde a nuestro comportamiento terrenal. Debemos
ser despojados de aquellas cosas que no son eternas, que son perecederas.
De ese gran día, de esa coronación, de esa premiación, de esa remuneración, de esa solemne ceremonia
de purificación vamos a hablar en el día de hoy. Aquel día vamos a ver desfilar a Pablo, a Pedro, a
Esteban, a Juan, a Lutero, a los grandes hombres y mujeres de quienes hemos aprendido y hemos
enseñado, de todo el período de la iglesia; pero también veremos a cada redimido, a cada salvo, a los
pequeños y desconocidos por los hombres, pasando a recibir lo que el Señor ha dispuesto para ellos de
acuerdo a su comportamiento y uso de los dones otorgados durante el tiempo de su ministerio terrenal.
Y vamos a ver que aquel día de premiación nos condicionará para nuestro servicio de toda la eternidad.
Por lo tanto, es importante que prestemos atención a este evento para presentarnos en él conscientes
de su realidad, de su naturaleza, de su importancia y convenientemente preparados para que nuestra
participación en él sea lo más positiva posible. Y este debe constituirse en un elemento fundamental en
la motivación más profunda y en la meta suprema de todo cristiano, que es agradar a su Señor; pensar
que al final del camino deberá rendir cuentas en forma personal e ineludible ante Él.
Vamos a mirar el evento en sí mismo, y luego vamos a mirar lo que podemos vislumbrar lo que la Biblia
enseña sobre los premios.
Y cuando todo haya sido juzgado, cuando todo premio haya sido otorgado, cuando cada acción haya
sido valuada y convenientemente juzgada, cuando todos hayamos recibido lo que merecimos, entonces
se producirá la entrada triunfal al cielo. Cristo se presentará a Sí mismo a la iglesia, gloriosa, sin mancha,
vestida de lino fino, justa, radiante, sin arrugas, santa, como lo enseña Efesios 5.26-27. Que interesante
es este pasaje porque nos enseña que el proceso de purificación final es el resultado del amor de Cristo
hacia la iglesia. Él desea a su novia pura, y su amor es tan intenso que la purifica y la limpia de toda
forma de pecado y maldad.
Y al final, habremos de concentrarnos en la Boda más importante que se desarrollará jamás en todo el
universo creado, las Bodas entre el Hijo de Dios, Jesucristo, y su amada esposa, ya juzgada, ya vestida
del vestido más puro y bello, la iglesia. La veremos en condiciones de sentarse en el Trono con su Esposo
el Rey de Reyes.
EL TRIBUNAL DE CRISTO
2 Corintios 5.10; Romanos 14.10-12; 1 Corintios 3.9-15; 4.4-5
1. El Significado del Tribunal.
Gr. “bemá”. Era un lugar elevado al cual se subía por escalones, una plataforma, una tribuna. Era el lugar
de los discursos (Hechos 12.21).
En los juegos griegos de Atenas, la vieja arena contenía una plataforma elevada sobre la cual se sentaba
el presidente o juez de la arena. Desde allí recompensaba a todos los contendientes; y allí
recompensaba a los ganadores. Era llamado el bemá o asiento de la recompensa. Nunca se usaba como
asiento judicial.
La vida cristiana es como una carrera y el Gran Árbitro observa a cada participante. Después que la
iglesia haya corrido la carrera, congregará a cada miembro delante del bemá con el propósito de
examinarle y concederle el galardón que le corresponde.
Asociadas a esta palabra están las ideas de prominencia, dignidad, autoridad, honor y recompensa en
vez de la idea de justicia y juicio.
Se trata de un tribunal de obras, no de personas.
2. El Tiempo del Tribunal.
Lucas 14.13-14: en la resurrección de los justos.
Apocalipsis 22.12: en su venida por los suyos.
1 Corintios 3.13: las declarará “el día” (de Cristo).
1 Corintios 4.5: hasta que venga el Señor…Él declarará todas las cosas…cada uno recibirá su alabanza de
Dios.
2 Timoteo 4.8: en aquel día (de Cristo).
Apocalipsis 19.8: la esposa ya ha sido recompensada en su Segunda Venida.
3. El Lugar del Tribunal.
1 Tesalonicenses 4.17: si el Tribunal sigue a la traslación, el mismo necesariamente debe ocurrir en el
aire.
4. El Juez del Tribunal.
2 Corintios 5.10: se realiza en la presencia del Hijo de Dios.
Juan 5.22: todo juicio es puesto en manos del Hijo.
Lucas 9.10: vueltos los apóstoles, le contaron todo lo que habían hecho. Es solemne y consolador.
5. Los Sujetos convocados al Tribunal.
2 Corintios 5.1-19: no cabe duda que solo compete a los creyentes.
“Todos” (Romanos 14.10). “Cada uno” (Romanos 14.12)
6. La Base del examen del Tribunal.
Debe observarse cuidadosamente que el problema aquí no es determinar si el que es juzgado es
creyente o no. La cuestión de la salvación no está siendo considerada.
La salvación dada al creyente en Cristo lo ha librado perfectamente de todo juicio: Romanos 8.1; Juan
5.24; 1 Juan 4.17
Un creyente nunca más será sometido a juicio por sus pecados, dado que ya fueron juzgados una vez y
para siempre en la Persona de Aquel que lo sustituyó en el Calvario, el Señor Jesucristo. 2 Corintios 5.21;
1 Pedro 2.24
Llevar al creyente a juicio en relación con la cuestión del pecado es negar la eficacia de la muerte de
Cristo y anular la promesa de Dios de Hebreos 10.17.
Otros: Salmo 103.10-12; Isaías 38.17; 44.22; Miqueas 7.19; Hebreos 8.12; 1 Juan 1.7
2 Corintios 5.10: “comparecer” se puede traducir “ser puesto de manifiesto”.
Esto sugiere que el propósito del Tribunal es hacer una manifestación, una demostración o revelación
pública del carácter y motivos esenciales del individuo.
Las obras del creyente son sometidas a juicio, para poder determinar si son buenas o malas.
Con respecto a la palabra malo, no se utiliza el término que puede interpretarse como éticamente malo
o moralmente malo, sino una que significa inutilidad, algo que no da verdadera ganancia, trivial o
despreciable.
El contexto de 1 Corintios 3 es el de colaboradores de Dios, edificadores del edificio de Dios. La
responsabilidad de cada uno y por el cual será llamado a responder es por el tipo de material que utilizó.
El contexto en el capítulo siguiente (4.2) es el de administradores de los bienes de Dios y cada uno
deberá responder por la fidelidad con la que actuó.
En Romanos 14.10 se considera la responsabilidad que tenemos hacia nuestros hermanos más débiles
en la fe, y la manera en que deberemos responder por la manera en que actuamos con ellos.
En 2 Corintios 5.10 se amplía a todo el espectro de nuestra vida.
La Biblia enseña que deberemos responder por:
 Cómo tratamos a otras personas: Hebreos 6.10; Mateo 10.41-42
 Cómo ejercemos nuestra autoridad sobre otros: Santiago 3.1; Hebreos 13.17
 Cómo usamos los dones que Dios nos ha dado: 2 Timoteo 1.6; 1 Pedro 4.10; Lucas 19.11-26;
Mateo 25.14-29
 Cómo usamos nuestro dinero: 1 Timoteo 6.17-19; 2 Corintios 9.6-7
 Cuánto sufrimos por Jesús: Mateo 5.11-12; 1 Pedro 4.12-13; Marcos 10.29-30; 2 Corintios 4.17;
Romanos 8.18
 Cómo usamos nuestro tiempo: Efesios 5.16; Colosenses 4.5; 1 Pedro 1.17
 Cómo corremos la carrera particular que Dios ha escogido para nosotros: 1 Corintios 9.24;
Filipenses 3.13-14; Hebreos 12.1; Filipenses 2.16
 Cuán efectivamente controlamos a la vieja naturaleza: 1 Corintios 9.25-27
 A cuántas almas he testificado y ganado para Cristo: Proverbios 11.30; 1 Tesalonicenses 2.19.20;
Daniel 12.3
 Cómo reaccionamos a la tentación: Santiago 1.2-3; Apocalipsis 2.10
 Cuánto esperamos la segunda venida: 2 Timoteo 4.8
 Cuán fieles somos a la Palabra y a la iglesia de Dios: 1 Pedro 5.2-4; 2 Timoteo 4.1-2; Hechos
20.26-28
 Las cosas que pudimos haber hecho y no hicimos: Lucas 12.48/b-c; 1 Corinitos 4.1
Por lo tanto, el juicio, no es para determinar lo que es éticamente malo, sino más bien aquellos que es
aceptable y aquello que es inútil. No es el propósito del Señor aquí castigar a sus hijos por sus pecados,
sino recompensar por su servicio por aquellas cosas hechas en el nombre del Señor.
Hay dos materiales posibles de construcción que los obreros pueden usar para construir en el edificio
cuyo fundamento ya está puesto:
 Oro, plata o piedras preciosas. Materiales indestructibles que representan las obras de Dios a las
cuales el creyente se apropia y usa.
 Madera, heno u hojarasca. Materiales destructibles, que representan las obras de los hombres
que produjo con sus propios esfuerzos.
El Tribunal de Cristo tiene por objeto determinar aquello que fue hecho por Dios a través del creyente,
y aquello que él hizo por sus propias fuerzas; aquello que fue hecho para la gloria de Dios y lo que fue
hecho para la vanagloria personal. Esto no puede ser diferenciado externamente, y solo el fuego puede
probarlo.
¿De dónde viene ese fuego?
Apocalipsis 1.14: Sus ojos como llama de fuego.
Hebreos 12.29: Nuestro Dios es fuego consumidor.
2 Tesalonicenses 1.8: en su Segunda Venida vendrá en llama de fuego.
Símbolo de su presencia: Éxodo 3.2; Levítico 9.24; Isaías 33.14
Símbolo de juicio: Génesis 19.24; Levítico 10.1-2; Mateo 18.8; Lucas 3.17; Hebreos 10.27; 2 Pedro 3.7;
Judas 7
Notemos los siguientes detalles (2 Corintios 5.10):
 Es ineludible: “es necesario”.
 Es universal: “todos nosotros”.
 Es público: “ser manifestados”.
 Asiste el Juez: “el Tribunal de Cristo”.
 Para recibir algo: “que cada uno reciba”.
7. El Resultado del examen del Tribunal.
Pablo hace referencia a algo sumamente conocido por los corintios: las carreras en el estadio griego.
Eran motivo de orgullo nacional.
El premio al vencedor consistía en un cúmulo de privilegios comenzando por una corona de olivo, pino o
laurel que el vencedor recibía en una ceremonia final. Se incluía su nombre en la lista de campeones, se
levantaban estatuas, se celebraban banquetes en su honor, y se exaltaba su persona, la de su padre y la
ciudad de donde provenía. Al regresar a su ciudad le esperaba una procesión triunfal, le dedicaban
banquetes, se le eximía de impuestos y le daban un sitio en el Concilio de la ciudad, en fiestas y
presidiendo juegos.
Ése era el premio. Y Pablo desafía a cada creyente a ser un vencedor.
1 Corintios 3.14-15: habrá un resultado doble de este examen: una recompensa recibida, o una
recompensa perdida.
Lo que determina si el hermano recibirá o perderá la recompensa es la prueba de fuego. 1 Corintios
3.13: es evidente que se trata de las obras del creyente. No es una prueba externa, sino una prueba
interna, que determina el carácter interno y la motivación de todas las cosas que hicimos. Su propósito
es determinar aquello que es destructible y aquello que es indestructible.
1. Pérdida de Recompensa.
Las cosas hechas por impulso de la carne y para la gloria de ella, no importa cual pudiera ser el acto,
serán desaprobadas.
1 Corintios 9.27: el temor de Pablo de depender de la energía de la carne en vez de depender del poder
del Espíritu Santo. Pablo aquí no está expresando su temor a perder la salvación, sino que lo que ha
hecho sea hallado “inútil” o que no sirva para nada.
Para salvar la posible interpretación de que sufrir pérdida pudiera significar pérdida de la salvación,
Pablo agrega “él mismo será salvo, aunque así como por fuego” (1 Corintios 3.15).
Ante el bemá el cristiano carnal sufrirá la pérdida de muchos logros alcanzados en el pasado; Pablo
prefirió perder todos sus logros personales y será recompensado en el bemá. El cristiano carnal no
recibirá nada para reemplazar su madera, heno u hojarasca que el fuego consumirá.
2. Recompensa otorgada.
Mateo 25.21, 23: una felicitación, una palabra pública de aprobación por parte del Señor.
1 Corintios 3.8: según la cantidad.
1 Corintios 3.14-15: según la calidad.
La gloria, la herencia, reinar con Cristo, juzgar al mundo, un reino inconmovible, un tesoro, las coronas,
la aprobación pública, y muchos otros, son términos que la Biblia utiliza describiendo aquello que nos
deparará la bondad de nuestro amoroso Señor. Sólo son términos que sirven para estimular nuestro
servicio. Aunque no podamos entender demasiado de las cosas celestiales, podemos saber con certeza
que, si Aquel que prometió y cumplió hasta ahora todo lo prometido, cumplirá el resto sin que
quedemos defraudados de haber confiado en Él.
La Biblia menciona al menos cinco posibles galardones. Las coronas. No se trata de la corona real, pues
ella solo le pertenece a Cristo. Era la corona de laureles que se utilizaba para significar la victoria en los
juegos (“stéfanos” en vez de “diadema”).
1 Corintios 9.25; Proverbios 4.9: como un adorno festivo, como una honra pública otorgada por un
servicio distinguido o por el valor privado.
Estas recompensas son:
 1 Corintios 9.25-27: Corona incorruptible para aquellos que obtengan dominio sobre el viejo
hombre, la vieja naturaleza.
 1 Tesalonicenses 2.19-20: Corona de gozo para los ganadores de almas.
 Santiago 1.12: Corona de vida para aquellos que resisten las pruebas y tentaciones.
 2 Timoteo 4.8: Corona de justicia para los que aman de manera especial la segunda venida.
 1 Pedro 5.4: Corona de gloria por la disposición de apacentar la grey de Dios, a los pastores y
maestros fieles.
Las expresiones vida, gozo, gloria, incorruptibilidad y justicia describen la naturaleza de esta corona.
Todas ellas son características de la vida eterna.
Podemos llegar a pensar que esto de las coronas es algo que halaga nuestro egoísmo, y que no debemos
trabajar para obtenerlas, porque sería un motivo carnal (para nuestra gloria) hacerlo. Quienes piensan
así no comprenden el verdadero significado de la eterna bienaventuranza. El destino eterno del
creyente es dar gloria a Dios (1 Corintios 6.20) y servirle (Apocalipsis 22.3). Estos objetivos son
absolutamente altruistas.
¿Qué haremos con ellas?
Apocalipsis 4.10 Las coronas no son para gloria eterna del receptor, sino para gloria del Dador.
Conscientes de que Dios es el único que merece el crédito por las recompensas que han recibido, se
vacían a sí mismos de toda honra y la ponen con humildad y reverencia a los pies de su Rey.
Como las coronas probablemente sean diferentes capacidades de manifestar la gloria a Dios por toda la
eternidad, cuanto mayor sea la recompensa, mayor será la capacidad otorgada para dar gloria a Dios.
Cristo será glorificado, y no el creyente, por la recompensa.
¿Serán todas las recompensas iguales?
Es un aspecto frecuentemente ignorado o no tenido en cuenta que aunque todos los creyentes serán
salvos, no todos tendrán la misma acogida por parte del Señor ni recogerán igual recompensa.
¡Esto es tremendamente importante!
Muchos olvidan que el carácter del cristiano se forja en esta vida y se fija tras la muerte por toda la
eternidad. También es eterna la corona que el Señor nos entregará.
Una corona que es eterna y es distinta merece de nuestra parte una consideración especial, puesto que
de la evaluación que hagamos de la corona depende la motivación de nuestra conducta.
No todos disfrutarán de la misma gloria en el cielo. 1 Corintios 15.41-42/a: “pues una estrella se
diferencia de otra en el resplandor…así también es la resurrección de los muertos.” Diversidad de gloria
y de servicio que los bienaventurados tendrán, de acuerdo con la dedicación que mostraron aquí en esta
vida.
 Daniel 12.3: el acto de resplandecer es un privilegio que tienen todos los que han sido salvos.
Cualquier persona que influencia a otros en dirección a la justicia y la rectitud, resplandece
como una estrella con su propia intensidad de resplandor, y su recompensa será conforme a ese
grado de luminosidad espiritual (1 Corintios 3.8). La fidelidad del testimonio de los creyentes
determinará la capacidad eterna de cada persona para reflejar la gloria de Dios.
 Lucas 19.11-26: cada creyente ejercerá en la gloria celestial un servicio cuya importancia
corresponderá a la medida del uso que aquí hagamos de los dones que el Espíritu Santo nos ha
impartido y de las capacidades que hemos utilizado y desarrollado para servicio suyo,
edificación de la iglesia y extensión del evangelio.
 Juan 15.1-6: diferentes grados de fruto, según el grado de comunión con Cristo.
 1 Corintios 3.11-15: constructores sabios y expertos que utilizan materiales duraderos;
constructores inexpertos, indolentes o imprudentes que emplean material combustible.
 1 Corintios 9.24-27: Pablo exhorta a que los creyentes aspiren a ganar el primer premio.
 Filipenses 3.12-14: Pablo se esfuerza, ni se atreve a mirar hacia atrás.
 2 Pedro 1.11: entradas amplias o estrechas. Una entrada amplia al cielo eterno es la esperanza y
la realidad de un cristiano que vive una vida fiel y fructífera aquí en la tierra. “Por esto, yo no
dejaré de recordaros siempre estas cosas (v. 12)”. La verdad siempre requiere repetición porque
los creyentes olvidan con mucha facilidad.
 1 Juan 2.28: la comunión con Dios nos dará confianza cuando venga a buscarnos. El creyente
cuya comunión con Dios esté en un nivel muy bajo, se sonrojará ante la presencia del Señor,
como quien es sorprendido haciendo algo malo. Con las manos vacías del fruto que el Señor
esperaba de él, no tendrá más remedio que bajar la cabeza y apartarse a un lado avergonzado.
No por eso se sentirán menos favorecidos los que “brillen” menos en el cielo. “No habrá envidia por la
gloria desigual, porque en todos reinará la unidad del amor” (Agustín)
Probablemente todos los que sean salvos gozarán del cielo para siempre, pero no todos tendrán la
misma capacidad para este gozo. Una buena ilustración podría ser la de vasos de diferente capacidad,
pero todos llenos hasta rebosar.
Las capacidades para irradiar gloria variarán, pero no habrá un sentido personal de falta de recompensa,
ya que cada creyente será lleno hasta el límite de su capacidad para “anunciar las virtudes de Aquel que
lo llamó de las tinieblas a su luz admirable”.
Pero, como la vida es algo dinámico, siempre en crecimiento, quizá la vida en el cielo sea un continuo
crecimiento, una capacidad que siempre va ensanchándose. Vasos llenos, pero elásticos, para llenarse
más y más.
¿Se pueden perder las recompensas o coronas?
Hebreos 6.10-12
Aquí tenemos hermanos que se habían detenido en su crecimiento. Habían trabajado y testificado al
comienzo de su vida cristiana, pero luego se habían enfriado. Dios no es injusto para olvidar, o sea, que
lo bueno que se hizo no se perderá, tendrá su recompensa. Pero al mismo tiempo observamos la
importancia de “tener la misma solicitud hasta el fin”.
2 Juan 8: una pérdida del galardón completo le puede ocurrir a cada creyente de acuerdo a su
adherencia a la verdad, permitiendo, ayudando o amparando a los que propagan falsa doctrina.
Apocalipsis 2.25; 3.11
La inconstancia es uno de los factores que hace que perdamos mucho de lo que podríamos ganar. ¡Eso
también es perder!!
¿No estamos en desventaja los que no tenemos grandes dones?
Todos los creyentes somos diferentes. Diferentes capacidades naturales. Diferentes dones espirituales.
Diferentes limitaciones.
Por eso todos nos necesitamos.
Hay variedad en el ministerio, y cada servicio es individualmente valioso por igual. Cada creyente tiene
un lugar en el ministerio que es irremplazable.
El desafío es hacer todo como para el Señor, cada uno lograr el 100 % de eficacia en lo mío, rendir al
máximo.
Porque la evaluación será conforme a lo recibido. Lucas 12.48
Cada creyente es responsable de acuerdo a lo recibido, con lo cual se equilibran las responsabilidades a
todos por igual; no hay desventajas para nadie, y habrá un justo y perfecto balance en el examen del
Señor.
¿No estamos en desventaja los que hemos tenidos menos oportunidades?
Hay quienes desaprovecharon oportunidades de servir por su pobre rutina espiritual: son responsables
de ello.
Otros menosprecian oportunidades de servir excusándose, con valores equivocados: ellos solos son
responsables.
Otros, han llegado a conocer a Cristo de grandes con gran parte de su vida gastada en el mundo. Mateo
19.27-20.16 Cristo dará el justo pago a sus siervos, y aún se reserva el derecho en su bondad de darles
un poco más a los que tuvieron menos oportunidades.
Con toda justicia pagará a todos y cada uno; con toda bondad se reserva el derecho de regalar de lo
suyo. No se trata de aquellos que demoran en tomar pasos de fe o decisiones de servicio (los que así
proceden están perdiendo irremediablemente el tiempo).
Nuestra disposición y actitud debería ser como si fuera la primera hora del día; nuestra solicitud y
fidelidad como si supiéramos que es la última.
Sirviendo al Señor no sufriremos desventajas presentes ni arrastraremos frustraciones del pasado, sino
por el contrario participamos de una empresa excitante.
Algunos pensamientos finales para nosotros:
1- Los colaboradores de Dios serán evaluados y recompensados por su participación en la
edificación de Su Iglesia. 1 Corintios 3-4
Los creyentes corintios eran “edificio de Dios” (3.9) y “templo de Dios” (3.16). El propietario y
responsable del proyecto es Dios.
El perito arquitecto que tiempo atrás había puesto el fundamento era Pablo (3.10)
El gran cimiento es Cristo mismo (3.11)
Los colaboradores de Dios habían continuado la obra, uno de ellos había sido Apolos.
Luego incluye a los que sobreedifican, aquellos miembros de la asamblea que habían comenzado a
activarse. Para ellos es la advertencia, mirar como sobreedifican.
Los materiales pueden ser indestructibles o que se queman con el fuego.
La prueba de fuego (3.13).
Resultados: recompensa ganada o recompensa perdida (3.14-15).
El gran requerimiento: se espera fidelidad. (4.1-2)
El gran ejemplo: Pablo (4.9-15). Lucha por la obra como un sentenciado a muerte en el circo romano,
siendo un espectáculo al mundo, a ángeles y a hombres mientras ellos buscan prestigio y honor.
2- El siervo de Dios es un atleta que debe exigirse y disciplinarse con la meta de ser un campeón
para Dios. 1 Corintios 9
Pablo se cuidó de no tomar dinero de los corintios.
Podría haberlo hecho, era su derecho.
Derecho humano v.7
Derecho por la Ley v.8-11
Derecho sacerdotal v.12-13
Derecho por mandato del Señor v. 14
Pero deja bien en claro que
No hemos usado de ese derecho v.12
Yo de nada me he aprovechado v. 15
Tampoco escribí esto para que lo hagan v.15
Y entonces aclara: 1 Corintios 9.17/a
Si lo hago de buena voluntad (hay una condición)
Recompensa (pago futuro o salario)
Tendré (futuro).
En base a estas afirmaciones Pablo dice:
“Por lo cual…me he hecho siervo v.19
me he hecho como judío v.20
me he hecho como sujeto a la Ley v.20
me he hecho como si estuviera sin Ley v.21
me he hecho débil v.22
me he hecho de todo v.22
…y esto por causa del Evangelio” v.23
Es notable su entrega y actitud.
Luego, desafía a todo creyente a tener la misma actitud ante la vida y el ministerio: 9.24-27
No se trata de competir contra otros creyentes, sino esforzarse por ser un campeón para Dios, salir de la
mediocridad, vencer la rutina y llegar a ser un sobresaliente que logra el premio del Señor.
Habla de luchas y privaciones, habla de sacrificios y disciplina.
En medio de la presión y el esfuerzo pudo decir: Hechos 20.24
Por eso consideraba todas las cosas como secundarias: Filipenses 3.14
Y sobre el final de sus días pudo escribir con satisfacción: “he acabado la carrera, he guardado la fe, me
está guardada la corona de justicia” 2 Timoteo 4.7-8
Y agrega: “pero no solo a mí” ¡Nosotros también tenemos la misma oportunidad!
Se trata de nosotros. Nosotros somos los ladrillos del edificio que es la iglesia, somos las piedras vivas.
Cuando se nos pide que miremos como sobreedificamos, se nos pide que miremos por nuestras vidas,
por nuestro carácter que es lo único que nos habremos de llevarnos a la eternidad. Cuánto hemos
trabajado para dejarnos moldear por el Espíritu Santo.
Cuánto más hayamos avanzado en este proceso de santificación, mejor habremos de salir del Tribunal
de Cristo.
LAS BODAS DEL CORDERO
Apocalipsis 19.6-10
En el traslado de su Iglesia, Cristo aparece como un esposo para tomar a su esposa para Sí mismo, para
que la relación que fue prometida se consume y los puedan llegar a ser uno. Efesios 5.27
1. El tiempo de las Bodas.
Entre el traslado y la Segunda Venida.
Apocalipsis 19.7 refiere la Segunda Venida, y Cristo desciende con su esposa, las bodas ya han ocurrido.
Ella está vestida de lino fino, o sea que luego del Tribunal de Cristo.
Un matrimonio bíblico implicaba dos acontecimientos esenciales: el desposamiento y las bodas. Estos
eran normalmente separados por un período de tiempo durante el cual los dos individuos eran
considerados marido y mujer y como tales estaban bajo las obligaciones de fidelidad.
La boda comenzaba con una procesión a la casa de la novia, que era seguido por un regreso a la casa del
novio para la fiesta de la boda.
Por analogía, la iglesia desposada con Cristo, aguarda cuando el novio celestial vendrá por su novia y
regresará al cielo para continuar con la boda.
La iglesia fue desposada con Cristo por designación soberana de Dios en la eternidad (Efesios 1.4;
Hebreos 13.20) y le será presentada en el arrebatamiento (Juan 14.1-3; 1 Tesalonicenses 4.13-18). La
última cena o banquete de bodas indicará el fin de la ceremonia. Esta cena simbólica tendrá lugar en el
establecimiento del reino milenario y en el transcurso de ese período de mil años (Apocalipsis 21.2)
La fiesta de bodas tendrá lugar en la tierra, coincide con el inicio del milenio y se extiende hasta la
creación de nuevos cielos y tierra.
2. El lugar.
Solo puede ser el cielo. El Tribunal ocurre allí, en la Segunda Venida la iglesia desciende desde allí
acompañando a Cristo ya como su esposa; no hay otra posibilidad.
Parece ser necesario hacer una distinción entre las bodas del Cordero y la fiesta de las bodas del
Cordero. La primera de ellas ocurre en el cielo, y tiene relación particular con la iglesia.
La cena de las bodas es un evento que envuelve a Israel y ocurre en la tierra. Apocalipsis 19.9
3. Los participantes.
¿Quién es la Esposa?
En muchos pasajes del NT la relación entre Cristo y la Iglesia se revela mediante el uso de la figura del
esposo y la esposa. Romanos 7.4; 2 Corintios 11.2; Efesios 5.25-33; Apocalipsis 19.7-8; 21.2, 9; 22.17
La iglesia es una virgen pura (2 Corintios 11.2) desposada con Cristo.
La iglesia está compuesta de todos aquellos que han puesto su fe en Cristo y han sido bautizados por el
Espíritu Santo en el cuerpo de Cristo.
La iglesia será removida de la tierra antes de la Tribulación y será presentada a Cristo, gloriosa, santa y
sin mancha, para la celebración de las bodas del Cordero.
Quienes hayan puesto su fe en Cristo y, por lo tanto, forman parte de la iglesia, constituyen la Esposa
del Cordero que se une con Él de manera íntima e indisoluble en el momento de la celebración de las
Bodas del Cordero.
Se trata de Cristo y su iglesia. Como la resurrección de los santos del AT así como de Israel o los
participantes de la tribulación aún no ha ocurrido, ellos no estarán presentes.
¿Quiénes son los invitados de Apocalipsis 19.9?
No forman parte de la iglesia, porque la iglesia es la Esposa que junto al Esposo invitan.
Estas son las personas que fueron salvas antes de Pentecostés, todos los creyentes fieles y salvos por
Gracia que vivieron por fe hasta el nacimiento de la iglesia.
Aunque no son la Esposa, todos ellos serán glorificados y reinarán con Cristo durante el reinado
milenario. Entre los invitados también estarán los santos de la Tribulación y los justos del período
milenario.
¿Qué papel juega el remanente de Israel?
Son los invitados a la fiesta de las bodas
La cena de las bodas es un evento que envuelve a Israel y ocurre en la tierra. Apocalipsis 19.9
Mateo 25.1-15: Israel representado por las 10 vírgenes espera el regreso del Esposo y de la esposa. Las
cinco prudentes son el remanente fiel, y las vírgenes insensatas el Israel incrédulo, que solo profesa
esperar la venida del Mesías.
v. 10: la fiesta de las bodas ocurrirá en la tierra. Israel será invitado a entrar a la cena en la cual el Esposo
presentará la esposa a sus amigos. Las que estaban preparadas entraron: el Señor enseña que,
seguidamente después de su Segunda Venida y de la reunión de Israel, habrá un juicio en la tierra del
Israel viviente para determinar quienes entrarán en el reino, el cual se llama en la parábola “la fiesta de
las bodas”, y quienes serán excluidos de él. Los que tengan luz serán admitidos y los que no la tengan
serán excluidos.
La cena nupcial llega a ser el cuadro parabólico de toda la era milenial, a la cual Israel será invitado
durante el período de la Tribulación, invitación que muchos rechazarán, y por lo tanto serán echados
fuera, y que muchos recibirán y serán recibidos en ella. Debido al rechazo, la invitación será también
extendida a los gentiles de manera que muchos de ellos serán incluidos.
Al final, parece que se incluye a todos los redimidos juntamente.
Apocalipsis 21.2 habla de la nueva Jerusalén, la capital del reino, preparada como una esposa ataviada
para su marido. Toda la ciudad, ocupada por todos los santos (Hebreos 12.22-24) es llamada la Esposa;
es decir, que todos los santos quedarán incluidos al fin en la imagen de la Esposa y la bendición de las
Bodas. Dios ha traído a casa una Esposa para su Hijo amado. Todos los santos viven con Cristo en la casa
del Padre.
Por lo tanto, es incontrovertible que Israel aparecerá con la iglesia en la Nueva Jerusalén; los cimientos y
las doce perlas así lo manifiestan. Así parece que, a la postre, la Esposa recibe el incremento de los
redimidos de Israel y de todas las edades.
La iglesia, que era el programa de Dios para este presente siglo, ya habrá sido trasladada, resucitada,
presentada al Padre por el Hijo y constituida en instrumento por el cual la eterna gloria de Dios es
manifestada para siempre.
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