La trepanación craneana es una técnica quirúrgica

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La trepanación craneana es una técnica quirúrgica empleada
por los paracas, a través de la cual se intervenía al paciente
que había sufrido traumatismo craneano. Esta práctica tal vez
debió surgir de la guerra. En ella, los gruesos turbantes de
algodón no siempre supieron amortiguar los golpes
contundentes de la porra estrellada de piedra. A la ineficacia del
turbante, en estos casos, se debieron los hundimientos y
astillamientos del casquete craneal, lo que acarreo el tullimiento
parcial o total del individuo, sino la pérdida del conocimiento por
un tiempo que podía ser indefinido. Para combatir estos casos;
y posiblemente los de algunas enfermedades, estaba la
trepanación. El cirujano empezaba por descarnar la herida
doblando el cuero cabelludo hacia fuera, a continuación
limpiaba la zona dejando a la vista el hueso magullado. Las
anestesias debieron cumplir un papel importante a estas
alturas, la chicha macerada o el San Pedro (potente
alucinógeno), sirvieron para adormecer al paciente. La
operación se tornaba delicadísima, porque cualquier desliz del
cuchillo de obsidiana hacía llegar su hoja a la masa cerebral,
causando un daño irreparable o tal vez la misma muerte. Pero
la mano segura del cirujano esgrimía el cuchillo con pericia,
logrando la penetración necesaria en la corteza o sea, sin
detrimento del encéfalo. Hechos los dos primeros cortes, se
procedía a realizar otros dos, paralelos entre sí y
perpendiculares con relación a los anteriores, a los cuales
tocaban en cuatro momentos, lográndose de este modo cortar
en su totalidad la parte del casquete dañado por el golpe.
Posteriormente, siempre mediante el cuchillo, accionándolo a
manera de palanca, se hacía saltar la capa ósea en mal estado,
liberándola completamente, por lo que esa parte del cerebro
quedaba al descubierto e iluminada por vez primera por el sol.
Luego, siempre cuidando de evitar la infección, la herida era
cerrada y suturada, el cuero cabelludo volvía a su lugar y la
intervención quirúrgica quedaba concluida. En otros casos,
lejos de utilizarse el sistema de los corte en el hueso, se
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empleó el de la perforación sucesiva al rededor de la zona
afectada. Las perforaciones se intercalaban con nuevas
perforaciones hasta que, cerrada y rodeada por los puntos
perforantes se hacía saltar a la tapa ósea y quedaba la zona
para trepanar completamente libre. El instrumental quirúrgico
con el que se hacía esta operación portentosa, es posible
conocerlo el día de hoy, pues “en una de las cavernas se
encontró un paquete conteniendo cuchillos de obsidiana
provistos de sus respectivos mangos manchados de sangre
junto con una cucharilla o cureta de dientes de cachalote,
roscas de algodón para proteger las heridas, paños, vendas e
hilos”. Esta práctica de la trepanación en paracas es más
extensa y perfecta que en cualquier otro lugar del mundo; su
mérito estriba en haberse efectuado “in vivo”, esto es en
hombre con vida, y no “post mortem”, en cadáver; pero la
mayor gloria de la trepanación de Paracas es que el paciente
sobrevivió a la operación. Consta esto por la “callosidad osea”
que sólo se da con los años y nunca se forma en los muertos.
Se trata de una soldadura absoluta entre las paredes de los
huesos cortados o perforados y la capa de metal que, a causa
de las secreciones cálcicas óseas, queda encajada, segura e
inmóvil ¡maravilla de la antigüedad peruana que tuvo por autor
al cirujano indio!.
Tomado de “Perú Preincaico” del Dr. José Antonio del Busto.
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