El mito de la caverna nos muestra de forma bastante abstracta como funciona la sociedad y lo difícil que es encajar en ella. Un grupo de hombres encadenados desde niños en una caverna que sólo pueden ver en una dirección, hacia una pared donde se refleja la luz, donde se reflejan sombras de objetos. Cuando uno de los prisioneros logra escapar y caminar hacia la luz, lo asociamos a que pasó de la ignorancia al conocimiento y, cuando vuelve a mostrarle al resto de los prisioneros lo que descubrió, estos no lo escuchan, ya que al ser adoctrinados desde pequeños en algo, es muy difícil ver otra cosa que no sea lo que estamos acostumbrados, ya que el temor que nos produce el cambio en algunas ocasiones es invalidante. Para ser un poco más específicos, el mito de la caverna nos relata una situación en la cual existen 3 hombres que están “encadenados” a la misma, y se encuentran en una posición que sólo les permite ver una pared con sombras. Esto lo asociamos a que los hombres se encuentran dentro de una cárcel (en donde se restringe los pensamientos propios de cada persona), por así decirlo, y que siempre se les ha adoctrinado para pensar y ser de una forma específica. Obviamente no se pueden liberar de estas cadenas, porque ellos no saben que existe algo más de lo que se les ha inculcado dentro de la caverna, y nunca lo sabrán si no intentan escapar de ella. Después se nos presentan una serie de preguntas sobre cómo viven estos hombres dentro de la caverna. Entre ellas, se nos pregunta: “...¿Crees que los prisioneros puedan ver otra cosa de sí mismos y de los otros, sino la sombra proyectada por el fuego sobre la pared de la caverna que está delante de ellos?...”, a lo que nosotros respondemos ejemplificando esto con una situación verdadera, en la cual tenemos a estos hombres con un pensamiento cerrado, con una rutina monótona y, lo más importante, sin haber tenido nunca la oportunidad de tener un pensamiento distinto al que tenían ese día, ¿creemos que pueden ver algo más allá de lo que se les presenta? no lo creemos, ya que no saben que existe algo más. Luego se nos muestra que uno de estos hombres se escapa, de alguna u otra forma obligado de la caverna y ve el mundo fuera de esta, lo cual era bastante complicado, ya que se dice que hay un muro que divide la caverna y dificulta el salir de ella. Además como seres humanos tenemos un instinto que nos dictamina seguir a las masas, lo que en el pasado nos ha ayudado a sobrevivir a situaciones adversas. Hoy lo hacemos buscando encajar dentro de un grupo de personas y, por el temor a ser juzgados y rechazados, pero una vez fuera de ese círculo puedes darte cuenta de que en realidad, es mejor estar fuera de ese círculo, que intentar entrar en él por la fuerza. “...¿No sentiría dolor en los ojos, y huiría, volviéndose a las sombras que puede mirar, y no creería que estas son más claras que los objetos que le hubieran mostrado?...”, esta pregunta nos hace reflexionar y decir, claro que todo lo nuevo que nos presentan es maravilloso al comienzo, pero ¿sigue siendo igual de brillante una vez vives un tiempo con él? la verdad es que no, ya que nos empezamos a dar cuenta de las fallas que esto tiene, de las imperfecciones que presenta, etcétera. La luz inicial de todo lo nuevo que conocemos, nos deja cegados y disimula las imperfecciones que tiene, pero una vez este resplandor comienza a desvanecerse podemos ver el verdadero yo de las personas, objetos o situaciones que nos estaban exponiendo y no sólo ese yo perfecto que dejaba ver en un comienzo. ¿El hombre que fue liberado no se sentiría abrumado por todo lo nuevo que ha descubierto fuera de la caverna? ¿Podrá ver, siquiera, las cosas verdaderas?. Al comienzo el hombre que está fuera de la caverna tendría que acostumbrarse a estar fuera de ella, sin las reglas que tenía dentro, así como ver de manera más clara las sombras, o sea el verdadero significado de las cosas que le fueron inculcadas dentro de la caverna. Después se dará cuenta de que todo lo que le inculcaron y lo nuevo, es lo mismo, que en realidad la “luz” o el “sol” que él veía fuera de las cuatro paredes en las que había vivido toda su vida, es en realidad una caverna más grande. Por ejemplo, si nosotros nos movemos dentro de un círculo social, en el cual nos sentimos incómodos y decidimos salir de él para buscar nuevas amistades en otro lugar, al principio nos sentiremos bien, pero quizás después de un tiempo nos volveremos a sentir incómodos dentro de este nuevo grupo de personas e intentaremos salir de él y encontrar otro en el que nos volvamos a sentir cómodos una vez más, hasta llegar al lugar en que pertenecemos. Pero ¿este nuevo grupo es diferente a los otros grupos en los que estábamos anteriormente? ¿realmente nos sentimos bien en el grupo en el que estamos o sólo estamos intentando encajar a como dé lugar en algún grupo de personas a costa de lo que en verdad somos? Los hombres de la sociedad actual son igual o más ciegos que los hombres que vivían en esa caverna, pero de maneras similares y a la vez diferentes, ya que ambos presentan una ceguera que más que nada es por omisión. “Hacen vista gorda” de los problemas que existen en el mundo exterior, lo que hace que las injusticias sean cada vez más frecuentes y que nos acostumbremos cada vez más a ellas. Ejemplo de ello son las etiquetas creadas por la sociedad, que sabemos que existen pero las ignoramos, y ellas son las que hacen que la sociedad sea como lo es hoy. La sociedad es la caverna más grande que existe, aquí se inventan etiquetas para hacer sentir bien a unos y excluir a otros, pero aún así intentamos encajar en grupos que no van con lo que somos en realidad, fingimos para encajar en un molde de perfección creado para que nunca nadie pueda encajar en él. Vivimos encadenados a pensamientos inculcados por la televisión, la radio y el internet, de las que no nos podemos liberar porque, de hacerlo, no encajaremos en la sociedad, y para ser sinceros si no podemos encajar en donde creemos que es imprescindible hacerlo, creemos que habremos fracasado como persona.