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111 EL-APRENDIZAJE-EN-EL-SIGLO-XXI

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EL APRENDIZAJE EN EL SIGLO XXI
Dr. Marino Latorre Ariño
Universidad Marcelino Champagnat
Lima, 2020
Un niño nacido en 2020 tendrá en 1950, 30 años. Si todo va bien puede llegar a
vivir algunos años en el siglo XXII. La educación de ese niño está relacionada
con las respuestas que podamos dar a estas dos preguntas:
a) ¿Qué hay que enseñar a ese niño para sobrevivir y prosperar en el mundo
y la sociedad que le ha tocado vivir?
b) ¿Qué habilidades necesita para comprender el mundo, situarse en él y
orientarse en el laberinto de la vida?
En el mundo en que vivimos lo único constante es el cambio constante y
acelerado. En consecuencia, no sabemos cómo será el mundo en el 2050 y
menos en el siglo XXII. Hoy y en el próximo futuro será más difícil saberlo porque
las tecnologías permiten y permitirán modificar cuerpos, cerebros y mentes.
Nada es seguro, ni siquiera que “nada es seguro” y menos aun lo que siempre
nos ha parecido fijo y eterno. Ya lo decía Heráclito a finales del siglo IV a.C.:
“Todo cambia, nada es”. Hace algunos siglos la gente estaba convencida que
había cosas que nunca cambiarían en la sociedad. Hace mil años los padres
chinos pobres y los europeos de la E.M. enseñaban a sus hijos a plantar arroz,
o a tejer la seda, a sembrar trigo, hortalizas, labrar, cosechar, etc. y los padres
ricos les enseñaban a los hijos varones a leer los libros clásicos de Confucio, la
Biblia, los clásicos griegos y latinos, a escribir, a luchar a caballo y a las hijas a
ser sumisas, castas y obedientes. Eran las habilidades que necesitaban para
toda la vida. Una vez aprendidas en la niñez y en la juventud estaba todo
resuelto.
En esos tiempos inmemoriales la vida de los humanos se dividía en dos partes
complementarias: un tiempo de aprendizaje y un tiempo de trabajo. En la primera
parte se producía el “efecto dromedario” (el dromedario acumula agua en su
joroba entes de empezar una larga travesía por lugares donde no hay agua y la
va utilizando a medida que la necesita al avanzar por el desierto), pues se
acumulaban información y conocimientos, se desarrollaban ciertas habilidades
que se utilizarían durante el resto de la vida y, de esa forma, se construía una
cierta visión del mundo y una identidad personal estable.
En la segunda parte de la vida la persona se valía de los conocimientos y
habilidades aprendidas en la primera para moverse por el mundo, ganarse la
vida y contribuir al progreso de la familia y de la sociedad. Sobre la marcha, y
con la experiencia adquirida, se producían pequeños aprendizajes, pero eran
solo unas pocas habilidades las que se perfeccionaban.
En el siglo XXI el escenario ha cambiado. No tenemos ni idea de cómo será el
mundo y la sociedad en el 2050. De ahí que muchas de las cosas que los
estudiantes aprenden hoy serán irrelevantes para el 2050. Si no sabemos cómo
será el mundo dentro de 30 o 50 años ¿cómo vamos a saber qué educación dar
a los que van a vivir en él?
Refundar la escuela
Los siglos XIX y XX se desarrollaron paradigmas educativos basados en la
educación como una cadena de producción industrial. Era las mismas prácticas
de producción en cadena del fordismo. En medio de la ciudad había un gran
edificio que era la escuela, con muchas salas idénticas, cada una de ellas
equipada con mesas y sillas en hilera, con una pizarra y tizas, etc. Sonaba el
timbre y los niños que nacieron el mismo año y que juntaba en las mismas aulas,
entraban y salían de las mismas. Cada hora entraba un adulto, pagado por el
Gobierno de turno, y empezaba a hablar. Uno de la forma de la Tierra, otro del
cuerpo humano, otro de la historia de la humanidad, otro de matemáticas, física,
química, otro hablaba un idioma que no se entendían y que había que aprender,
etc. Algunos días se hacían los temidos exámenes y el estudiante que mejor
repitiera lo que había dicho el adulto de turno y estaba escrito en los libros, tenía
una distinción, un premio. ¿Les suena la rutina que hemos descrito?
Todos sabemos que el mundo no está dividido en compartimentos estancos, que
todo está relacionado con todo y que saber es poder relacionar ideas y
conocimientos diversos que hacen referencia a un tema; pero aún no
encontramos la fórmula para hacerlo mejor en educación, ni en países pobres ni
en los lugares ricos, como en Silicon Valley (Harari, 2018, p. 292).
Esto es lo que ofrecen los adultos a los adolescentes en educación hasta el día
de hoy. ¿Les servirá de algo a los estudiantes? Pensemos qué nos sirvió a
nosotros lo que nos enseñaron nuestros profesores cuando éramos
adolescentes e incluso en la Universidad. En el pasado, seguir los consejos de
los mayores era una apuesta segura porque conocían el mundo y el mundo era
estable o cambiaba lentamente. Sus orientaciones y experiencias de los
mayores eran fiables. Hoy, que el escenario ha cambiado y cambia tan
rápidamente, los estudiantes no poden estar seguros si lo que les dicen los
adultos es sabiduría o prejuicio, es útil o inocuo, es verdad o es error.
Consecuencia para los estudiantes: “No te fíes demasiado de lo que te digan los
mayores; ya no son referentes seguros”.
¿En quién confiar, pues? ¿En la tecnología? Es más arriesgado aún. Podría
convertirte en un rehén de sus planes. La tecnología es un servidor maravilloso,
pero es un amo peligroso y desalmado. La tecnología ayuda a hacer cosas con
rapidez y efectividad, pero no da sentido a la vida ni ayuda a tomar el control de
la propia existencia. Ortega y Gasset escribió: "La ciencia nos ha prometido la
verdad, pero la verdad limitada, parcial. Nunca nos ha prometido ni la paz, ni la
felicidad”.
¿Has visto lo zombis que van los humanos por las calles con un teléfono en la
mano y unos auriculares en las orejas, gesticulando y hablando? En otros
tiempos nos parecerían que eran locos hablando en voz alta consigo mismo.
Estos zombis, ¿controlan la tecnología o son controlados por ella?
¿En quién se puede confiar? ¿Cómo navegar por el mar proceloso de la
existencia sin naufragar o encallar? Morin (2006) advertía que en tiempos de
incertidumbre y complejidad había que “aprender a navegar por el océano de la
incertidumbre apoyados en archipiélagos de certezas”. Los jóvenes deben saber
que “hoy no viven el mañana que imaginaron ayer” (Alida R. Labarca).
Aprender a conocerse, valorarse y aceptarse como uno es; aprender de los
errores y aciertos, y confiar en uno mismo. Es seguir el viejo consejo que se
encontraba en el frontispicio del templo de Delfos: “Conócete a ti mismo”. Nunca
fue más urgente que en el siglo XXI este consejo. A inicios del siglo XXI se ha
producido un cambio acelerado que, junto con mayor esperanza de vida, ha
hecho que el modelo tradicional de vida quede obsoleto. En adelante la pregunta
más recurrente, urgente y complicada será: “¿Quién soy como humano?” (Ansell,
2016).
Nuevos paradigmas educativos
En la actualidad aún hay escuelas que centran sus aprendizajes en la reproducción de los contenidos y en lo memorístico. La memoria es algo excelente y
necesario, pero el memorismo no. Máxime cuando se utiliza como criterio para
calificar y clasificar a las personas. En el pasado, que había pocos
conocimientos, tenía algún sentido aprenderlos de memoria; hay muchos
musulmanes que recitan de memoria párrafos enteros del Corán en una lengua
que no conocen, pues los aprendieron de forma memorística recitándolos y
cantándolos una y otra vez durante meses desde niños. Hoy, que la información
es infinita y perecedera, no tiene ningún sentido memorizar por memorizar
conocimientos; hay que memorizar los conceptos que sean indispensables para
fundamentar el aprendizaje de los conocimientos siguientes. Esta memorización
de ciertos conceptos será como la columna vertebral del conocimiento que
poseemos y podemos adquirir.
Estamos en la llamada “era de la pos-verdad”, hasta tal punto que no podemos
comprender los acontecimientos globales y distinguir entre la realidad y la ficción.
La maldad y la justicia. Los medios digitales proporcionan tanta información y
tanta desinformación (Internet, Wikipedia, Youtube, etc.) que lo que hay que
enseñar al estudiante es a buscar información, contrastarla, analizarla para
comprenderla y utilizarla en la vida y en la profesión; la realización de estas
operaciones mentales son las que producen el conocimiento.
En tiempos de infoxicación o de indodemia –concepto que expresa el tener tal
cantidad de información que la persona no puede saber dónde está la verdad y
el error-- lo último que tiene que proporcionar un docente a sus estudiantes es
más información; lo que debe hacer es poner a los estudiantes en situaciones
didácticas generativas –no repetitivas-- en las que puedan aprender a utilizar
información para producir conocimiento y aprender a utilizarlo. Si se aprende un
idioma es para leerlo, escribirlo y hablarlo; es decir, para comunicarse con otras
personas.
Para ello necesitará desarrollar una serie de capacidades y destrezas (como
herramientas mentales) que le permitan aprender por sí mismo los
conocimientos actuales y los del futuro inmediato y lejano, junto con unas
herramientas emocionales –valores y actitudes-- para que quieran aprender y
sepan autorregular su aprendizaje.
El futuro
Estamos en tiempos pos-normales. Son tiempos que se caracterizan por ser
imprevisibles, incontrolables e imposibles de gerenciar. Desconocemos el
presen-te porque se nos presenta complejo e incierto. Por eso en la proposición
que dice: “Si conocemos el presente podremos predecir el futuro, lo que falla no
es la conclusión, sino la premisa” (Werner Heisenberg). No conocemos el
presente, ¡cómo vamos a visualizar el futuro! Son tiempos descritos por el
acrónimo VICA – VUCA en el inglés original-- y que se caracterizan por la
volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad. Hoy se cumple lo que
decía Abraham Lincoln en el siglo XIX: “Los dogmas del pasado silencioso son
inadecuados para un presente tempestuoso”.
En consecuencia, si alguien describe el mundo del 2050 y su descripción parece
ciencia ficción, es probable que la descripción sea falsa, pero si describe el
mundo de mediados del siglo XXI y no parece ciencia ficción, entonces, con toda
seguridad, ese mundo descrito será falso. Lo único cierto es que no sabemos
cómo será ese mundo del 2050, pero lo que sí sabemos es que será
completamente diferente del actual (Harari, 2018, p. 290).
¿Cómo vivir en un mundo en el que la incertidumbre es lo habitual y no una
situación pasajera? ¿Cómo actuar cuando estamos inundados de información
que no podemos asimilar y analizar (infodemia)? Para mantener el equilibrio
habrá que desprenderse de muchos conocimientos y seguridades y buscar otros
rápidamente. Muchos expertos indican que la escuela debería enseñar las
capacidades siguientes (cuatro Cs): comunicación, pensamiento crítico, pensamiento creativo y colaboración. Son las cuatro herramientas que debe tener el
humano para protegerse de la manipulación y desinformación de los medios del
sistema y poder ejercer la libertad de pensar de forma autónoma y no teledirigida.
Uno de los momentos culminantes de la película La vida de Brian, una
muchedumbre de seguidores ilusos confunde a Brian con el mesías. Brian les
dice: “No es necesario que me sigáis... No es necesario que sigáis a nadie...
Tenéis que pensar por vosotros mismos. Todos sois personas. Todos sois
diferentes”. Para eso sirven las cuatro Cs: para pensar y tomar decisiones sabias
en la vida, para no creer en el dogma de la letra impresa y ni en los cantos de
sirena de los medios de comunicación social.
Quienes poseen los datos poseen el futuro. El saber es poder (Locke) ¿Quién
posee los datos? La riqueza la tiene quien posee los datos. En la modernidad las
máquinas y fábricas fueron más importantes que las tierras. Hoy los datos son
más importantes que las máquinas, y los poseen Google, Facebook, etc. Les
proporcionamos gratuitamente nuestros datos a cambio de algunos servicios que
nos prestan. Ya no somos sus clientes; somos su producto. Los datos transfieren
la autoridad de los humanos a los algoritmos para elegir y comprar cosas. Ellos
eligen y compran por nosotros. Nos manejan a distancia porque conocen
nuestros deseos, necesidades, gustos, etc.
Para salvaguardar la libertad habrá que desarrollar las capacidades de
comunicación, pensamiento crítico, pensamiento creativo y colaboración, así
como habilidades de uso general en la vida. Una habilidad esencial en el futuro
incierto será la de poder aprender nuevas cosas de forma autónoma y la de
mantener el equilibrio mental en situaciones en las que no estemos
familiarizados. Pero para estar a la altura de lo que exige el siglo XXI
necesitamos no solo nuevas ideas sino reinventarnos y actualizarnos nosotros
una y otra vez. ¡Cuánto hay que correr en la vida para permanecer en el mismo
sitio…! Parafraseando a Aristóteles podemos afirmar que la educación y la autoeducación son refugios seguros para tiempo de incertidumbre.
Las cinco mentes del futuro (Howard Gardner)
El año 2005 Gardner publicó un libro titulado Las cinco mentes del futuro. En él
se dice que hemos llegado a un punto en nuestra evolución humana donde es
necesario tomar conciencia de un hecho: El presente trae cada vez más desafíos
y retos para los que tenemos que estar preparados con el fin de generar en la
realidad del mundo en que vivimos un impacto positivo. Para ello los humanos
hemos de redefinirnos desarrollando cinco capacidades o, como él las llama,
cinco mentes del futuro:





Mente disciplinada (que comprende y se autorregula).
Mente analítica y sintética.
Mente creativa.
Mente respetuosa.
Mente ética.
Observemos que de las cinco capacidades o inteligencias, hay tres que hacen
referencia al aspecto cognitivo de la persona (inteligencia cognitiva) y dos que
se refieren a los valores (inteligencia emocional). Según el autor no hay distinción
ni primacía de unas sobre otras. La educación integral de la persona se realiza
a través del desarrollo de las cinco de forma sinérgica y complementaria.
Veamos cada una con algo más de extensión:
1) Mente disciplinada. Es un modo de cognición distintiva de la de una
particular disciplina académica, arte o profesión. Disciplinar la mente no quiere
decir que hay que violentarla o simplemente imprimirle un orden, --como lo
concebía el disciplinarismo pedagógico entre los siglos XVII y XIX, de la Ratio
studiorum-- sino que es tener la capacidad de cambiar y adaptarse al medio en
que un se desenvuelve la persona. Puede suceder que los estudiantes pueden
acumular una gran cantidad de conocimientos, pero que no han aprendido a
pensar de una manera disciplinada.
Una mente disciplinada es la que reflexiona para comprender el mundo en que
vive. Es la mente que aplica de forma sistemática las técnicas de análisis de los
hechos para su comprensión. En foca los problemas desde enfoques distintos,
busca soluciones y evalúa su aplicación para mejorar. No busca un conocimiento
reproductivo por memorización mecánica, sino generativo, es decir, significativo
y funcional.
La disciplina mente disciplinada es capaz de pensar acerca del mundo de una
manera distintiva. Ya no basta con acumular datos, nombres, fechas, fórmulas,
sino que lo importante es qué hacemos con esa información, qué conexiones
somos capaces de establecer entre los datos, que consecuencias en el corto y
largo plazo tuvo ese nombre, ese descubrimiento o acontecimiento histórico, es
ley o principio físico, químico, etc.
Qué repercusiones tuvieron las ideas de Darwin en el desarrollo posterior de la
biología? ¿Cuál fue la relevancia de la Revolución Francesa para el mundo
actual? ¿Por qué estalló la revolución en Francia y no en otros reinos de Europa?
¿Cuáles fueron las consecuencias?
Gardner afirma que la información no es un fin en sí mismo, ni tampoco es un
medio para obtener otros tipos de información más avanzada (Matemáticas I
para poder estudiar Matemáticas II en el siguiente semestre). La información
debe ser concebida como medio para realizar una práctica mejor informada y
comprendida.
¿Cómo disciplinar una mente que sirva para aprender cualquier disciplina?
Gardner responde en su libro que hay varias maneras:
a) Identificando y comprendiendo los conceptos importantes de la disciplina
académica específica. Esos conceptos son como el esqueleto que sostiene todo
el edificio del conocimiento. Lo anterior incluye los contenidos y las técnicas o
forma de hacer (el “cómo” de la asignatura).
b) Dedicar una significativa cantidad de tiempo a estudiar los contenidos de
la asignatura, de manera profunda, utilizando múltiples ejemplos y modos de
análi-sis.
c) Aproximarse al estudio de los contenidos de maneras diversas. Gardner
afirma que cualquier tópico es comprendido mejor si se aproxima a ellos desde
diversos puntos de entrada, tales como la exposición lógica, la síntesis, el
diálogo, el debate, el humor, descripciones gráficas, la experimentación, el juego
de roles o historias. Cada estudiante debe emplear aquel tipo de inteligencia
personal que le sea más favorable y para la que esté más dotado.
Lo importante es que el estudiante sea capaz de demostrar, a través de
desempeños adecuados, lo que ha comprendido y aprendido a través de
acciones que expresen la comprensión profunda de lo aprendido. Es importante
que el docente genere evaluaciones de lo aprendido en situaciones que pongan
de manifiesto lo que acabamos de expresar; deben ser actuaciones en las que
los estudiantes sean capaces de demostrar y expresar lo que han aprendido.
El docente debe tener imaginación y habilidad para estimular al estudiante a
pensar, reflexionar, a expresar lo que aprendió y hacer cosas con lo que ha
aprendido. Esto no debe ser un ejercicio repetitivo sino generativo de nuevos
aprendizajes; para ello hay que estimular al estudiante para que sea capaz de
analizar, sintetizar, interpretar, relacionar, comparar, elaborar juicios propios y
otras habilidades de nivel superior.
Tan importante como lo anterior es generar en los estudiantes el placer por
aprender; que valoren el aprendizaje independientemente de si le ofrece o no
una utilidad específica, ya sea dinero, éxito, fama. Para ello el docente debe ser
un profesional comprometido, con vocación, entusiasmado con su área de
conoci-miento. Solo si tiene el fuego de la emoción podrá hacer que los
estudiantes lo tomen para poder encender la llama de su propio conocimiento.
Solo así se cumple aquello de que “cuando un docente disfruta enseñando, los
estudiantes aprenden disfrutando”.
2) Mente analítica y sintética. Estamos en la era de la infoxicación, también
llamada infodemia. Recibimos informaciones dispares y de muchas fuentes, no
siempre contrastadas.
La inteligencia analítica es capaz de separar el trigo de la paja, lo verdadero de
lo falso, pasando por la lupa del análisis cuanta información llega para quedarse
con la más confiable; la sintetiza y organiza en su mente dando coherencia a lo
recibido. La síntesis es el proceso inmediato siguiente al análisis. La inteligencia
analítica, cuando recibe una información de distintas fuentes, la analiza y evalúa,
para después sintetizarla de una manera coherente y lógica, a fin de que tenga
sentido, tanto para el que la analiza y sintetiza como para los demás. Con eso
produce conocimiento.
El análisis es la puerta de entrada a la comprensión y la síntesis da lugar a la
arquitectura del conocimiento, a fin de que, todo lo que sabemos podamos
almacenarlo en forma de arquitectura mental y podamos evocarlo cuando sea
necesario. Es mejor una inteligencia-mente ordenada que una inteligencia llena.
En consecuencia, hay que desarrollar una inteligencia analítica y sintética es
capaz de recolectar, entender y organizar información proveniente de distintas
fuentes para hacer de estas un todo coherente y comprensivo.
Ahora bien, esta no es una habilidad fácil, ya que requiere que la persona debe
tener un manejo de distintas disciplinas. Así podemos concebir al ser humano
desde un punto de vista biológico, pero no se puede dejar de lado aspectos
psicológicos, así como la dimensión religiosa o existencial de este mismo.
Además, dominar distintas disciplinas requiere curiosidad, interés, esfuerzo y
tiempo.
3) Mente creativa. Una mente creativa es libre, abierta, fliexible y receptiva
a nuevas experiencias, al cambio, a lo inesperado a la posibilidad de que puedo
estar equivocado, a abordar un problema desde diversos puntos de vista etc.; es
comprometida con la innovación sin mantenerse aferrada a esquemas rígidos
habituales. La mente creativa mira al futuro sin dejarse atrapar por el pasado,
incursiona en el más allá y con apertura y flexibilidad descubre ideas y cosas
nuevas. Propone y lleva a cabo nuevas ideas, plantea nuevas interrogantes y
llega a respuestas inesperadas. La neurociencia indica que la mujer, tiene mayor
número de conexiones entre el cerebro derecho –el de la creatividad-- y el
izquierdo; por su arquitectura cerebral, la mujer está más dotada que el varón
para la creatividad y visión holística de las cosas; está es la razón por la que
tienen mayor capacidad de intuición que el hombre.
Pararse a pensar, pararse a mirar, pararse a escuchar, pensar más despacio,
mirar más despacio y escuchar más despacio, pararse a sentir, sentir más
despacio, demorarse en los detalles, suspender la opinión, suspender el juicio,
suspender la voluntad, suspender el automatismo de la acción, cultivar la
atención y la delicadeza, abrir los ojos y los oídos, charlar sobre lo que nos pasa,
aprender la lentitud, escuchar a los demás, cultivar el arte del encuentro, callar
mucho, tener paciencia, darse tiempo y espacio (Jorge Larrosa, 2003, como se
citó en Magro, 2017). El hombre creativo es el que ve donde otros solo miran.
En pocas palabras, la mente creativa exige “pensar fuera de la caja”. “La mente
creativa también exige perseverancia, valor y compromiso con la verdad. La
creatividad requiere tener el valor de desprendernos de las certezas (Erich
Fromm).
Se preguntó a una niña de 5 años: ¿Si tenemos 5 naranjas y 10 personas, qué
podemos hacer con las naranjas para que todos tengan la misma cantidad? La
niña contestó al instante y sin dudar: Jugo. Es una respuesta creativa, propia de
la intuición de una niña de esa edad, que no conoce cálculos matemáticos.
Pensemos en el caso de Copérnico y Galileo, que defendieron un modelo del
universo que chocaba con la creencia popular defendida en su época. ¿Por qué
suponer que las órbitas de los planetas son circulares y no elípticas?, según
pensó Kepler. ¿Es que son menos perfectas las elipses que las circunferencias?
Kepler se decidió por las trayectorias elípticas, hizo sus cálculos y observó que
describían perfectamente las estaciones, los equinoccios de primavera y otoño,
los solsticios, la aparición de la Luna cada 27 días, etc. Albert Einstein cuyas
ideas desafiaban el sentido común, señalando, entre otras cosas, que a la
velocidad de la luz los cuerpos se dilatan y que el tiempo se contrae. Aquí se
cumple aquello de que “cada verdad nace como si fuera una herejía” (Teilhard
de Chardin).
En el salto alto de los Juegos Olímpicos, saltar hacia adelante era la norma. Se
había llegado a la máxima posibilidad en función de la longitud de las piernas del
saltador y cuánto podía elevarse para saltar la altura. Hasta que en 1968, Dick
Fosbury, innovó la manera de saltar con un salto de espaldas y consiguió la
medalla de oro en los Juegos Olímpicos. La exigencia, el batir records, los límites
y topes de los procedimientos anteriores nos ayudan a innovar. El medio que
aviva las ideas singulares acostumbra a ser un medio adverso”, decía Erich
From.
La tecnología de la imprenta de Gutenberg es una adaptación de las prensas
utilizadas para exprimir el jugo de los racimos de la uva en la elaboración del
vino. Un día Juan de Gutenberg asistía a la fiesta del vino en una ciudad y viendo
la prensa que utilizaban para exprimir el zumo se le ocurrió emplearla para la
imprenta del tipo de letras móviles.
En 1859 los científicos alemanes Gustav R. Kirchhoff y Rebert W. Bunsen,
creadores de la espectroscopía, observaban la luz que llegaba de un incendio
de un almacén que estaba muchos kilómetros de distancia. Se les ocurrió hacer
pasar la luz que llegaba por un prisma que la descompone en sus colores.
Observaron la aparición de un componente amarillo igual que el que habían
detectado al quemar sodio. Se dieron cuenta de que lo que estaba ardiendo era
un almacén de salazones que contenía mucho sodio que es el componente de
la sal común. De ahí dedujeron que, si era posible decir que la luz que produce
un fuego y brilla a muchos kilómetros de distancia, está quemando sodio,
también podremos saber la materia de que están hechos el sol y las estrellas
analizando su luz. La idea les causó tal emoción que no pudieron dormir durante
varias semanas (Fernández-Rañada, 2003, p. 73).
Ya lo decían los clásicos. “Vale más descubrir una relación causal que recibir la
corona de Persia” (Demócrito). Y Heisenberg lo expresa diciendo: “La belleza de
una obra científica es el resplandor de la verdad”.
4) Mente respetuosa. El respeto a las personas es un principio inviolable.
No todas las ideas son respetables, pero sí se debe respetar a las personas que
las exponen. Ser respetuoso implica tolerar, dar la bienvenida a las diferencias y
tratar de entender a “los otros”. Aceptar que no estamos en posesión de la
verdad, que nuestra cultura no es la única cultura y la más valiosa, ni tampoco
nuestras costumbres y formas de comportarse como personas. Exige trascender
nuestra burbuja cultural o el etnocentrismo, a la hora de evaluar y emitir juicios
de valor sobre otras culturas. Cabe aclarar que lo anterior no significa abrazar el
relativismo moral o el “todo vale” en materia moral.
El respeto y la tolerancia son indispensables para poder convivir como humanos
y participar de forma activa en la sociedad. “Si no sabemos convivir en este
planeta, el sentido de la vida desaparecerá y daremos forma un futuro sin
esperanza”, afirma Gardner.
5. Mente ética. La ética reflexiona acerca de la naturaleza de nuestro trabajo
y sobre las necesidades y deseos de la sociedad en la cual habitamos. Esta
mente conceptualiza cómo los humanos, podemos servir a fines que van más
allá de nuestros propios intereses y cómo los ciudadanos pueden trabajar de
manera no egoísta para mejorar la situación de todos.
Más allá y por encima de una mente rigurosa en la comprensión y análisis de la
realidad que puede producir conocimientos innovadores y desafiantes, están los
valores éticos. La inteligencia es la capacidad para resolver problemas; la
conciencia es la capacidad para valorar lo que hacemos y sentir alegría, dolor,
amor, ira, etc.
Una sociedad que no tenga como fundamento la ética en el vivir y el actuar no
es ni humana y ni valiosa. La inteligencia, fuera de un marco de integridad y de
principios éticos personales, no contribuye en nada para la construcción de un
futuro mejor que el presente para la humanidad. En el arte, en la literatura, en el
deporte y en todo en la vida, sin pasión, sin ética y sin disciplina y constancia en
el trabajo, no se consiguen grandes cosas.
“El hecho de que la ciencia no pueda hacer ningún pronunciamiento sobre
principios éticos ha sido, a veces, interpretado como que no existen tales
principios, mientras que, de hecho, la búsqueda de la verdad presupone la ética
(Popper, 1940, pp. 403-426). “La ciencia nace de una decisión ética y no puede
ser al revés, pues toda cadena de razonamientos científicos deben partir de unos
postulados que no se demuestran sino que se escogen libremente” (Monod,
1971).
Los humanos siempre hemos sido más duchos en inventar herramientas que en
utilizarlas inteligentemente. Es más fácil desviar un río que predecir las consecuencias que tendrá para la ecología de la región. Es más fácil inventar las
pantallas o computadoras que predecir qué influencia van a tener en la mente de
las personas que las utilizarán.
La ciencia se parece a los genios embotellados de los cuentos orientales y la
tecnología a los deseos de esos geniecillos. Los genios suelen ser imprevisibles
–benévolos o maléficos—y una vez que han salido de su aislamiento es
imposible volverlos a encarcelar. En la sociedad de hoy los científicos son los
genios embotellados en sus laboratorios y los políticos y multinacionales son los
deseos de los genios que han producido la tecnología. Como los científicos están
siempre inmersos en sistemas sociales, económicos y políticos, sirven a
intereses definidos –los que pagan sus investigaciones-- y, en consecuencia, su
neutralidad es una ficción.
¿Son neutras las investigaciones biotecnológicas del laboratorio de Wuhan, en
China, del que salió el COVID19? ¿Qué estaban haciendo los “científicos” en
ese laboratorio, cuando el geniecillo se escapó o fue soltado –¡lo sabremos algún
día…! -- y sembró de zozobra, incertidumbre y muerte el planeta Tierra? La
ciencia tiene tanta neutralidad como quienes la usan. O sea, ninguna.
Pero volvamos al tema que nos ocupa: la ética. ¿Por qué se viven tales
conmociones éticas en el mundo de hoy? Hay una razón. La ética responde a
esta pregunta: ¿Qué me está permitido hacer? Los cambios tecnológicos han
traído nuevas ideas que han cambiado la forma de vivir de la gente. La mayoría
de la gente no se comporta de una manera determinada por sus ideas, sino por
los objetos y la cantidad de aparatos de uso cotidiano. Los valores no operan
hoy de arriba hacia abajo, sino de abajo arriba. Las acciones no se adaptan a las
ideas, sino que las ideas se adaptan a las acciones. El viejo refrán decía: Actúa
como piensas, si no, pronto pensarás como actúas. En consecuencia, se llega a
la ética instrumental.
Hay quienes potencian la ciencia a costa de dejar a un lado la ética. “Lo que
técnicamente es posible, es éticamente aceptable”, afirman. No se han dado
cuenta de que la ciencia está desacreditada pues está creando más problemas
de los que resuelve. La posmodernidad habla de la falta de credibilidad de la
ciencia y de los grandes relatos (los metarrelatos). Los tres grandes relatos de la
historia de la humanidad han sido desmentidos por la misma Historia (Oñate y
Arribas, 2015, p. 48 y ss.).
La ciencia por la contaminación económica y de intereses en el saberconocimiento. El sistema económico neoliberal tiene injerencia sobre la ciencia
y las instituciones científicas nacionales e internacionales. Esta consideración
lleva a un problema de la pérdida de legitimidad de la ciencia.

 La invalidación del saber objetivo y de la ciencia por motivos del lenguaje.
El lenguaje ha sido considerado siempre como una vía para vincular el
pensamiento con la realidad objetiva (la fórmula clásica dice que el conocimiento
es la adecuación entre lo que es la cosa en sí y lo que expresa el lenguaje que
la describe), pero con la aparición de heterogeneidad de lenguajes existen
variados y diversos juegos lingüísticos que llevan al relativismo en el
conocimiento de la verdad.
Se habla de los “grandes relatos” o meta-relatos de la Historia se entienden las
narraciones que tienen función legitimante o legitimadora” de su forma de actuar
en la realidad del mundo (Lyotard, en Condición postmoderna, como se citó en
Oñate y Arribas, 2015, p. 50). Cito solo los siguientes:
 Relato iluminista propio de la Ilustración. Veía en el avance de la ciencia,
el conocimiento y la tecnología el camino para alcanzar una sociedad libre,
próspera y pacífica. Se hablaba del progreso indefinido y que la ciencia
resolvería todos los problemas de la humanidad.
 Relato idealista de las ideologías. Impugnado por la barbarie, los genocidios, el holocausto (campos de concentración de Auschwitz y demás, los gulags
rusos de Stalin, el Gran Salto Adelante de Mao, etc.) realizados por personas
supuestamente ilustradas e inteligentes.
 El relato de los regímenes totalitarios. Las dictaduras están
desacreditadas. No se justifican ante el fracaso y las consecuencias de los
regímenes totalitarios del siglo XX: comunismo ruso, maoísmo chino, Corea del
Norte, Cuba, Venezue-la, etc. El poder omnímodo distorsiona inevitablemente la
verdad. Se dedica a cambiarla en favor de sus intereses. Son regímenes que al
tener todos los poderes bajo control, se valen de la mentira, la corrupción, el
engaño, y la brutalidad para aniquilar la libertad de los ciudadanos y conseguir
sus propios fines. El daño antropológico que están haciendo a los pueblos que
sojuzgan es indescriptible. La Historia está llena de ejemplos y los juzgará.
El mismo Gardner (como se citó en Sabater, 2017) dice: “Quiero que mis hijos
entiendan el mundo, pero no solo porque el mundo es fascinante y la mente
humana es curiosa. Quiero que lo entiendan para que estén posicionados para
crear un mundo mejor para vivir en él”.
REFERENCIAS
Ansell, M. (2016). Jobs for Life are a Thing of the Past. Bring on Lifelong
Learning. The Guardian, 31 de mayo 2016.
Fernández-Rañada, A. (2003). Los muchos rostros de la ciencia. México D. F.:
Fondo de Cultura económica.
Gardner, H. (2005). Las cinco mentes del futuro. Barcelona, España: Paidós.
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