EL SISTEMA POLÍTICO ESPAÑOL. Prólogo

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EL SISTEMA
POLÍTICO ESPAÑOL.
Prólogo
El comienzo del nuevo siglo va a suponer la apertura de un
nuevo tiempo para España, horizonte al que accede en unas
condiciones históricas excepcionales. Los últimos veintitrés años
del siglo veinte han supuesto un desarrollo en la historia política de
este país. Hay muchas y poderosas razones para creer en lo que
significa hoy España gracias a su sistema político.
Es una nación de profunda raigambre histórica, pero son el final
de la dictadura y la transición a la democracia los que marcan el
verdadero punto de inflexión de su historia reciente. Con la
Constitución de 1978, nacía la España constitucional, que unía y no
separaba, que aunaba voluntades enfrentadas, hasta ese momento,
en una sola. Comenzaba un proceso de modernización,
reconciliación y transformación política que nos sitúan en unas
condiciones óptimas para instalarnos en el mismo nivel que los
países del mundo. Ha vuelto la libertad Cervantes dijo que era el
más precioso bien que dieron los siglos de la mano de la monarquía
parlamentaria, una institución que simboliza la continuidad
histórica de España. La Corona fue y es factor de unidad entre
todos los españoles. Veintitrés años después, España entra en el
nuevo milenio con una democracia obtenida gracias a la voluntad
del pueblo español, en donde su sistema político a tenida que jugar
un papel fundamental, un sistema que podemos aventurarnos a
decir que es uno de los mejores del mundo, sin olvidar su
participación en la vida política mundial.
Nos encontramos en una situación paradójica, nunca en su
historia contemporánea había conquistado un sistema político tan
completo y tan bien repartido; Por otra parte, nunca en la historia
las distintas regiones españolas han estado tan cercanas ni han sido
tan homogéneas, sin menoscabo de su autonomía política y
administrativa.
Introducción
La actividad política es una actividad universal, tanto en el
tiempo como en el espacio. Esta universalidad de la política es
negada por algunas personas, pero es parte indudable de la
actividad humana. Podemos partir al distinguir entre:
 macropolítica  actividad política que se desarrolla
fundamentalmente en el ámbito estatal, por ejemplo la del
Gobierno nacional, o los Gobiernos autonómicos y locales.
 micropolítica  actividad política en grupos más pequeños.
En el ámbito de la macropolítica los gobiernos desarrollan una
actividad política más visible, ya que cuentan con recursos para
desarrollar esa actividad, sus decisiones tienen fuerza para
imponerse ya que además tienen medios coercitivos para obligar al
cumplimiento. Así pues esta actividad política afecta a todo el
mundo.
Es necesario dejar claro que es un Sistema político e
inicialmente podemos decir que son las necesidades, demandas de
los seres humanos son ilimitadas. El problema es que los recursos
para satisfacer esas demandas son limitados, y esto crea una lucha
estructural en las comunidades humanas que hacen necesarios los
sistemas políticos. El pacto que crea las instituciones políticas
actúa como mecanismo regulador de esos conflictos, así como el
acceso de los individuos de esa comunidad a los recursos limitados.
La incompatibilidad entre las metas y los recursos limitados obliga
a la existencia de un sistema político. Los sistemas políticos son los
encargados de proveer los mecanismos de regulación de los
conflictos a través de estructuras de decisión política. Los sistemas
políticos no sirven para resolver todos los problemas de una
sociedad, sino para regularlos.
Ubicación Geográfica
Con una superficie de 505. 955 kilómetros cuadrados, España
figura entre los 50 países más extensos del mundo. De esta
superficie, 493. 484 kilómetros cuadrados corresponden a la
España integrada en la Península Ibérica; 4. 992 kilómetros
cuadrados, al archipiélago de las Baleares; 7. 447 kilómetros
cuadrados, a las Islas Canarias, que se encuentran a más de mil
kilómetros de distancia del mediodía peninsular, frente a la costa
africana. A ello hay que añadir las dos ciudades Españolas
ubicadas en el norte de África: Ceuta, con 20 kilómetros cuadrados,
y Melilla, con 12 kilómetros cuadrados. Por otra parte, la Península
Ibérica está a sólo 14 kilómetros de África y está bañada por el
océano Atlántico y, a través de él, se aproxima al continente
americano, lo que le concede un especial valor estratégico. Ello
explica que la Península Ibérica, y España en particular, haya sido
una encrucijada fundamental en la historia mundial; un cruce de
caminos en el que se encuentran Europa y África y se enfrentan el
océano Atlántico y el mar Mediterráneo.
Un continente en miniatura España, dentro de ese mundo
mediterráneo, presenta una cierta originalidad. Con mayor tamaño
que otras penínsulas, como la italiana, a la que supera en superficie
en más de 240. 000 kilómetros cuadrados, ofrece una forma más
compacta y maciza, similar a la piel de toro con la que la comparó
el historiador y geógrafo griego Estrabón hace más de dos
milenios.
La Península se configura como un gran pentágono territorial
cuyo centro, Madrid, equidista de la periferia con distancias que
oscilan entre los 530 kilómetros que separan la capital del cabo de
Tarifa (Cádiz), en el extremo sur, y los 590 kilómetros que la
separan de Finisterre (A Coruña), en el extremo noroeste. Por todo
ello, la distancia media, desde el centro hasta el mar, es siempre
superior a 300 kilómetros, frente a los escasos 50 de Gran Bretaña o
100 de Italia. Los 5. 755 kilómetros cuadrados de litoral de la
España peninsular se distribuyen entre dos mares bien distintos: el
Atlántico y el Mediterráneo. Esta circunstancia ha favorecido
históricamente la vocación marinera de los habitantes de la
Península Ibérica. Pero, al mismo tiempo, la gran distancia que
media entre la costa y gran parte del interior peninsular, unida a la
accidentada disposición del relieve, origina importantes
limitaciones a esa proyección marinera.
Cabe hablar de la Península Ibérica, y de España en
particular, como de «un continente en miniatura», en el que la
variedad y la diversidad constituyen elementos fundamentales del
territorio y de los hombres que lo habitan. Estas últimas
características merman la relación entre España y el resto del
mundo, y de modo especial, Europa. Y limitan al mismo tiempo, las
ventajas de su renta de situación, como gran encrucijada terrestre.
Todo ello se agrava por las condiciones del istmo que une España
con el resto de Europa, pues resulta mucho menos accesible que los
de las otras grandes penínsulas mediterráneas: itálica y balcánica.
El istmo ibérico tiene una longitud de 440 kilómetros y está
constituido por una cadena montañosa, los Pirineos, que rebasa el
promedio de 2. 000 metros de altitud y alcanza un máximo de 3.
404 metros en el Aneto, cumbre situada en su parte central. Con
una anchura máxima de 150 kilómetros, localizada en su zona
central y más elevada, los Pirineos dificultan el paso salvo en sus
extremos oriental y occidental.
Historia del Sistema Político
Español
Ante la invasión francesa, España quedó en una situación de
vacío de poder, con la mayor parte de sus instituciones y
autoridades dispuestas a cooperar con el nuevo régimen
afrancesado.
La reacción antifrancesa fue de carácter popular y
esencialmente revolucionario, pues, negando legitimidad a
cualquiera de los poderes en presencia, el pueblo llano se alzó en
armas contra los franceses y sus colaboradores en la famosa jor
nada madrileña del 2 de mayo de 1808, dramáticamente retratada
en los cuadros de Goya.
La insurrección dio lugar a la formación de juntas locales, que
depositaron su soberanía revolucionaria en manos de una Junta
Suprema Central, destinada a coordinar los esfuerzos de guerra
contra los franceses. Es cierto que estas juntas formadas en gran
parte por nobles, clérigos y personas ligadas al Antiguo Régimen se
apresuraron a reclamar la vuelta del rey que consideraban
«legítimo», Fernando VII, y a nombrar una Regencia que
gobernara en su ausencia; pero también lo es que rompieron de
hecho con el pasado, al poner en marcha unas elecciones para
convocar unas Cortes constituyentes, que se reunieron en Cádiz
desde 1810. 51. La guerra contra los franceses que la historiografía
posterior bautizó como Guerra de la Independencia se prolongó
desde 1808 hasta 1814.
En un primer momento, se sucedieron episodios de
resistencia heroica, como los asedios de Gerona y Zaragoza, e
incluso una victoria en campo abierto (la batalla de Bailén de 1808)
que hizo huir de España a los ejércitos invasores y supuso la
primera humillación del Imperio napoleónico a los ojos de Europa.
Pero, tan pronto como el emperador en persona planificó y dirigió
una segunda invasión de la península, la resistencia convencional
dejó de ser posible. De entonces data la aparición de la lucha
guerrillera, que puede considerarse una innovación en el «arte de la
guerra »genuinamente española: pequeñas partidas, amparadas en
el conocimiento de un terreno accidentado y con la connivencia de
la población campesina, hostigaban a los ejércitos invasores e
interrumpían sus abastecimientos y comunicaciones, obligándoles
a limitar su ocupación a unas cuantas ciudades fortificadas y
guarnecidas. Esto facilitó sin duda el éxito de la contraofensiva
hispanobritánica, que fue dirigida por Wellington desde su
desembarco en Portugal, atravesando el centro de la península en
persecución de los franceses hasta Vitoria (1813) y, ya
adentrándose en territorio francés, hasta Toulouse, donde los
venció de nuevo (1814), contribuyendo a la caída de Napoleón.
La Guerra de la Independencia supuso una transformación
importantísima para España. Por un lado, la experiencia de la
invasión extranjera sacó a la luz el importante sustrato de identidad
común que habían dejado tres siglos de unidad bajo la Monarquía:
la idea de una nación española que luchaba por su independencia
surgía por primera vez, y constituiría la base para la construcción
de un Estado nacional en el siglo XIX (paradójicamente inspirado
en el modelo de Francia). Por otro lado, a pesar de las adversas
condiciones de la guerra, los resistentes consiguieron reunir en la
asediada ciudad de Cádiz unas Cortes representativas de todos los
reinos y provincias de España, que actuaron expresamente en
nombre de la Nación . Aquellas Cortes realizaron una intensa labor
legislativa de desmontaje del Antiguo Régimen, inspirada por el
mismo ideario liberal que habían sustentado los revolucionarios
franceses de 1789. Entre la obra de las Cortes destaca la
Constitución de Cádiz (1812), un texto liberal en el que se definía
un Estado nacional con régimen de monarquía parlamentaria y
amplio reconocimiento de los derechos y libertades de los
ciudadanos.
Esta Constitución sería un . referente simbólico para todo el
liberalismo español posterior, e incluso un modelo para algunos
revolucionarios europeos de la época (como los decembristas rusos
o los carbonarios italianos). Sin embargo, la derrota de Napoleón
en 1814-1815 llevó a restaurar en toda Europa el estado de cosas
anterior a la Revolución, devolviendo el Trono a los monarcas
absolutistas que lo habían perdido en estos años. También en
España, Fernando VII recuperó la Corona y se apresuró a dar un
golpe de Estado por el que abolía la Constitución y toda la obra
legislativa de las Cortes de Cádiz. La obstinación del rey en su
rechazo de toda reforma liberal dejó a España anclada en un
absolutismo inoperante y sometida a los vaivenes de revoluciones y
pronunciamientos. En 1820 los liberales consiguieron hacerse con
el poder por la fuerza (pronunciamiento de Riego), pero respetaron
la figura del rey, sin más que imponerle la obligación de jurar la
Constitución de Cádiz. Ésta permaneció vigente tres años, durante
los cuales Fernando VII obstaculizó cuanto pudo el
funcionamiento del sistema parlamentario y la labor de reforma,
hasta que en 1823 fue «rescatado » por una nueva invasión francesa
de carácter reaccionario (los Cien mil hijos de San Luis). El
absolutismo y la represión se instauraron de nuevo en España hasta
la muerte de Fernando VII en 1833, en medio de frecuentes
conspira ciones, pronunciamientos y rebeliones fallidas. Durante el
reinado de Fernando VII (1814-1833) se produjo otro fenómeno
trascendental para España, como fue la pérdida de la mayor par te
de sus colonias americanas. La presencia española en América se
había reafirmado en el siglo XVIII con las reformas tendentes a
racionalizar la administración, e incluso se había extendido hacia
nuevas zonas de colonización (con la creación de los virreinatos del
Río de la Plata y Nueva Granada).
Pero, al mismo tiempo, los españoles habían tenido que suavi
zar el monopolio comercial, abriendo América al libre comercio
con otros puertos de la península y, parcialmente, con otros países
europeos (por una sucesión de medidas dictadas entre 1713 y
1797); esto no era sino reconocer la realidad de que el contrabando
había crecido hasta proporciones desmesuradas y que la metrópoli
no tenía los medios para seguir exigiendo un monopolio estricto. El
desarrollo económico y cultural de las ciudades americanas había
dado lugar al surgimiento de una bur guesía criolla, descendiente
de españoles, pero celosa de sus intereses y dispuesta a emprender
el camino de la independencia que le mostraban La invasión
francesa de España fue el detonante para que estallaran rebeliones
independentistas por toda Hispanoamérica, aprovechando el vacío
de poder en la metrópoli. La lucha por la independencia se
desarrolló por separado en cada colonia, a partir de la insurrección
de juntas locales en 1809-1810. Aunque las fuerzas realistas
(españolas) re cuperaron la iniciativa y el control una vez
restablecido en el Trono Fernando VII, desde 1817 la rebelión se
intensificó y los españoles fueron gradualmente batidos mediante
un doble avance militar de Bolívar (desde Venezuela) y de San
Martín (desde el Río de la Plata) hacia el último bastión de los
españoles en Perú, donde se produjo la batalla de Ayacucho (1824).
España perdía así la mayor parte de su imperio (limitado desde
entonces a las islas de Cuba, Puerto Rico y Filipinas). En los años
siguientes, España iría reconociendo a las nuevas repúblicas
independientes, cuya configuración territorial reflejaba
paradójicamente la división administrativa de la Hispanoamérica
colonial.
Perdidas las colonias americanas, España inició el camino de
su transformación en un Estado europeo moderno. El proceso de
industrialización se inició con altibajos, lastrado por la escasa
capacidad adquisitiva del mercado interior (debido a una
agricultura atrasada y poco productiva) y a toda una serie de
problemas estructurales (como el déficit educativo, que se reflejaba
en la amplitud del analfabetismo y la escasa dotación de técnicos y
empresarios). No obstante, capitales y técnicos de países europeos
más avanzados (Francia, Bélgica, Inglaterra, Ale mania...)
afluyeron a España atraídos por las posibilidades de sectores como
la minería, los ferrocarriles y las finanzas. Y el país, homologado
institucionalmente con las economías de mercado capitalistas, vio
desarrollarse un incipiente sector industrial (especialmente
centrado en Cataluña, foco tradicional de la industria textil). La
modernización política también resultó problemática. Al morir
Fernando VII dejó como heredera a su hija Isabel, de tres años de
edad, abriendo la perspectiva de una larga regencia de la reina
viuda, María Cristina de Borbón.
La novedad de legitimar la sucesión femenina, introducida a
la vista de las circunstancias por el propio Fernando VII, un año
antes de su muerte, no fue aceptada por los más conservadores,
que, aglutinados entorno al hermano de Fernando, don Carlos,
rechazaron la . legitimidad de la reina Isabel y se alzaron en armas
en defensa de la causa carlista. María Cristina se vio obligada a
buscar ayuda entre la oposición liberal, a la que pidió que apoyara
el Trono de su hija a cambio de introducir reformas políticas
significativas, que transformaran a España en una monarquía
constitucional. La cuestión dinástica dio lugar a una guerra civil (la
Primera Guerra Carlista, de 1833 a 1840), que enfrentó a los
partidarios del absolutismo (agrupados en el bando carlista) y los
del liberalismo (agrupados en el bando que se llamó isabelino,
cristino o constitucional).
La victoria correspondió a estos últimos (Convenio de
Vergara, 1839), y confirmó la implantación de un régimen
constitucional similar al de Francia y otros países de la Europa
continental: los señoríos y los privilegios estamentales fueron
definitivamente abolidos; y, en lo sucesivo, España sería una
monarquía constitucional con separación de poderes, Parlamento
electivo y garantías para los derechos y libertades individuales, si
bien con algunas peculiaridades, como el reconocimiento de los
fueros u ordenamientos preconstitucionales de las provincias
vascas y Navarra.
La «familia »liberal se escindió enseguida en dos partidos
rivales: los progresistas (herederos del liberalismo genuino, y
defensores de las libertades individuales y el poder del Parlamento
según el modelo británico) y los moderados (de tendencia más
conservadora y monárquica, celosos del orden y admiradores del
modelo francés). Lejos de constituir las dos piernas con las que
caminaría un régimen constitucional establecido por consenso, los
dos partidos mantuvieron distintas concepciones del Estado y
dirimieron frecuentemente sus diferencias por la fuerza. María
Cristina primero (1833-1843) e Isabel II después (1843-1868) no
comprendieron que en una monarquía constitucional les
correspondía desempeñar un papel meramente arbitral, y quisieron
conservar el control último del poder que habían heredado. Dadas
sus preferencias ideológicas, tendieron a llamar a gobernar sólo a
los dirigentes moderados, que monopolizarían el poder
manipulando las elecciones y utilizando las posibilidades
represivas de la fuerza pública y la censura de prensa.
Los progresistas, en consecuencia, se vieron abocados a usar
la fuerza como única manera de acceder al poder: organizaron
rebeliones populares urbanas y, sobre todo, pronunciamientos , es
decir, insurrecciones de unidades militares que pretendían variar la
situación política con el simple hecho de «pronunciarse »sus jefes a
favor de una determinada opción, amenazando con usar la fuerza
para imponerla. Este mecanismo dio un protagonismo político
inusitado al ejército, pues eran sus jefes quienes acababan
dirimiendo los conflictos políticos; los progresistas se hicieron con
un «caudillo »militar como el general Espartero que les llevó varias
veces al poder y los moderados respondieron buscándose su propio
«espadón », que ue el general Narváez; cuando en los años
cincuenta apareció un tercer partido de tendencia centrista, la
Unión Liberal, surgió aglutinado en torno a un tercer general, O
’Donnell.
Cada uno de los dos partidos aprovechaba su paso por el
poder para desmontar la obra legislativa de sus predecesores y
elaborar una Constitución ajustada a sus propios principios
ideológicos, sin asomo de consenso; la vigencia de los textos
constitucionales solía ser corta, pues el partido contrario los abolía
en cuanto recuperaba el poder. El primer texto (apenas una carta
otorgada regulando la convocatoria de Cortes) fue el Estatuto Real
de 1834, inspirado por los moderados; los progresistas lo
consideraron insuficiente y, sabedores de que volver a la
Constitución de 1812 despertaría muchos recelos, intentaron
plasmar un texto de compromiso en la Constitución de 1837; los
moderados no la aceptaron y, a su vez, promulgaron la
Constitución de 1845; los progresistas elabora ron un texto para
sustituirla que nunca se llegó a promulgar (la Constitución nonata
de 1856). Eran los comienzos del constitucionalismo español,
desgraciadamente viciado por la falta de convicciones liberales,
que alejaba la práctica política de la definición ideal del régimen en
las leyes; pero es indudable que durante esa época fue arraigando
en España la práctica del parlamentarismo, que muy pocos ponían
en entredicho; y, a la postre, tales prácticas crearon una tradición
liberal y una cultura política de respeto a las elecciones, a la libre
discusión de los asuntos públicos, a la argumentación y al pacto
que constituyen la esencia de todo régimen parlamentario.
Y ese es el gran legado del siglo XIX español, que finalmente
el XX ha sabido reconocer y profundizar con la consolidación de la
democracia. A pesar de la desdichada falta de consenso
constitucional, la época de Isabel II fue rica en realizaciones. En los
breves periodos en los que gobernaron los progresistas, ministros
como Mendizábal y Madoz impulsaron la nacionalización y venta
de los bienes de la Iglesia (desamor tización), medida de gran
poder simbólico, que se consideraba esencial para dar el paso a una
economía de libre mercado. La desamortización sirvió para sanear
la Hacienda del Estado, financiar la guerra contra los carlistas,
privar de sus bases materiales al clero regular que había venido
sustentando la causa de la reacción, dinamizar la agricultura,
facilitar el acceso a la propiedad de las clases medias
emprendedoras y con recursos, y por esa vía constituir un grupo de
nuevos propietarios cuyos intereses quedaran ligados a la
pervivencia del régimen constitucional.
Los moderados, que gozaron de mayor estabilidad en el
poder, fueron los verdaderos constructores de la Administración
española contemporánea (inspirada en la francesa), a la que
dotaron de bases financieras sólidas y de instrumentos eficaces
para el ejercicio de la autoridad (como la Guardia Civil, creada en
1844). La Unión Liberal, que dispuso de un largo periodo de
gobierno en la última parte del reinado, recuperó para España una
política exterior de prestigio, tendente a convertirla de nuevo en
una potencia colonial: hizo sentir la influencia española en
Marruecos (Guerra de África de 1859-1860), Indochina
(intervención hispanofrancesa de 1858-1862), México (donde
España intervino junto a Francia e Inglaterra en 1861), Santo
Domingo (reincorporada voluntariamente al Imperio colonial
español en 1861-1865), Perú y Chile (Guerra del Pacífico de
1865-1868). Finalmente, la reina Isabel fue destronada en 1868 por
una coalición revolucionaria de progresistas, demócratas y
unionistas, que la acusaban de no haber aceptado lealmente las
limitaciones constitucionales de su cargo.
Se iniciaba así el Sexenio revolucionario (1868-1874). La
coalición revolucionaria elaboró su propia Constitución, de
carácter liberal-democrático, en 1869; y buscó una nueva dinastía
cuyos miembros aceptaran el papel de monarcas constitucionales,
rompiendo con los «vicios» autoritarios heredados del
absolutismo; esa dinastía la encontró en la casa de Saboya, que
reinaba en la Italia recién unificada, uno de cuyos príncipes se
convirtió en rey de España en 1870 con el nombre de Amadeo No
obstante, la falta de tradición democrática, las divisiones entre los
partidos y la resistencia de las fuerzas conservadoras hicieron que
aquel régimen no arraigara. Amadeo de Saboya acabó abdicando y
los representantes parlamentarios, reunidos en asamblea,
proclamaron la República (1873). La Primera República española
tuvo una vida corta y agitada. Su base social era muy estrecha,
especialmente entre las clases acomodadas de la sociedad; e
incluso los propios republicanos se hallaban divididos sobre la
forma que debía tener el nuevo Estado (unitario o federal) y sobre
la actitud a adoptar ante la cuestión social (pues, efectivamente, en
los años sesenta se habían empezado a manifestar en las grandes
ciudades movimientos reivindicativos de una clase obrera surgida
al hilo de la industrialización, como estaba ocurriendo en toda
Europa).
La República tuvo que hacer frente a tres rebeliones armadas:
por un lado, la sublevación independentista de los colonos
cubanos, que recelaban de las reformas del sexenio y muy
especialmente de la posibilidad de que se aboliera la esclavitud
(Guerra de los diez años, iniciada en 1868); por otro lado, los
carlistas volvieron a alzarse en armas contra el Estado (como ya
habían intentado en 1846 y 1860), aprovechando la pérdida de
legitimidad que suponía el cambio de dinastía primero y la
abolición de la monarquía después (Segunda Guerra Carlista, de
1872 a 1876); por último, una interpretación radical de los
principios democráticos y federalistas llevó a que algunas ciudades
se proclamaran cantones independientes como punto de partida
para una ulterior federación de comunidades soberanas desde la
base (Insurrección cantonal de 1873-1874). Ante tantos y tan
graves problemas, la República no consiguió estabilizarse: cuatro
presidentes se sucedieron al frente del Poder Ejecutivo (Figueras,
Pi y Margall, Salmerón y Castelar) y el proyecto constitucional
nunca llegó a promulgarse. Un golpe de Estado militar acabó
disolviendo la Asamblea para instaurar un régimen autoritario de
transición, antes de que la solución de restaurar a los Borbones se
acabara imponiendo por la fuerza de las circunstancias.
La restauración de la dinastía borbónica había sido la opción
defendida a lo largo del sexenio por un reducido grupo de
monárquicos alfonsinos, cuya cabeza visible era Antonio Cánovas
del Castillo. Sabedor del des crédito de Isabel II y del Partido
Moderado que había monopolizado el poder durante su reinado,
Cánovas pactó con la reina destronada la abdicación de sus
derechos a favor de su hijo, el príncipe Alfonso; y aglutinó a su
alrededor un nuevo grupo político, del que nacería el Partido
Conservador, constituido por la antigua Unión Liberal, junto con
algunos moderados e incluso carlistas reconvertidos. La
proclamación de Alfonso XII como rey, la precipitó el
pronunciamiento militar encabeza do en Sagunto por el general
Martínez Campos, cuando la situación política estaba ya madura
para haberla alcanzado por otros medios (1874); pero Cánovas se
empeñó en que aquel pronunciamiento fuera el último de la historia
de España, para no volver a incurrir en los errores del pasado. Si se
hubiera reconstruido tal cual el régimen de Isabel II, por lógica se
habría vuelto al mismo resultado, la revolución, que los conserva
dores consideraban el más temible de los males que pueden asolar a
un país. En consecuencia, inspirándose en el modelo político
inglés, Cáno vas procuró establecer un régimen bipartidista con
verdadera alternancia en el poder entre su propio partido (el
conservador) y un partido de tendencia más avanzada, grande y
unido, cuya formación facilitó (y que acabaría siendo el Partido
Liberal de Sagasta). Si ambas opciones se turnaban pacíficamente
en el poder, no había razón para que ninguna de ellas se sintiera
excluida y recurriera a los militares para que les llevaran al poder
mediante un pronunciamiento; en consecuencia, podría afirmarse
la primacía del poder civil y los militares volverían a sus funciones
meramente castrenses, especialmente en las colonias.
Una nueva Constitución, promulgada en 1876, regularía el
funcionamiento de esta monarquía constitucional modernizada, no
muy distinta sobre el papel de sus homólogas europeas. El
problema era que, tal como lo entendía Cánovas, el turno pacífico
de los dos partidos en el gobierno no tenía que responder a la
voluntad del electorado (que podía ir por otros derroteros), sino a
pactos entre las cúpulas de ambas formaciones, actuando el
monarca como árbitro. Las elecciones, manipuladas desde el
Ministerio de la Gobernación, vendrían a sancionar a posteriori los
cambios de gobierno decididos en las alturas. Y todo el mecanismo
se asentaría sobre el consenso básico de una oligarquía monárquica
y liberal-conservadora, formada por los notables o caciques que
dominaban la vida política y social a todos los niveles
(especialmente en el medio rural, que aún era el predominante). El
entramado de Cánovas funcionó bien mientras los dos partidos
mantuvieron su unidad y aglutinaron al grueso de las elites
sociales. La sublevación cantonal fue ahogada en sangre desde el
primer momento (1874); la Segunda Guerra Carlista se saldó, como
la primera, con la victoria del ejército regular en los campos de
batalla (1876); la guerra de Cuba concluyó mediante un pacto que
sancionaba la victoria de España y la permanencia de la isla en
situación colonial (Paz de Zanjón, 1878). Cánovas encabezó el
Gobierno salvo breves interrupciones por espacio de diez años,
gozando de amplios poderes para reprimir a las opciones políticas
revolucionarias mediante la censura y el uso de la fuerza pública. Y
cuando el rey murió prematuramente en 1884, la peligrosa
situación de regencia de su viuda, María Cristina de
Habsburgo-Lorena, no provocó sobresalto político alguno; la
regente, que había quedado encinta, dio a luz un heredero varón (el
futuro Alfonso XIII), y el cambio de turno de gobierno hizo que los
liberales vinieran a apuntalar el Trono y el régimen de la
Restauración. El Gobierno «largo»de Sagasta (1885-1890)
contribuyó a suavizar los perfiles autoritarios del régimen
canovista, liberalizándolo con una serie de leyes que regularon la
libertad de asociación, el juicio por jurados y el sufragio universal.
Con tan modestos retoques, el régimen de la Restauración
habría de pervivir hasta 1923, convirtiéndose en el más duradero de
la historia contemporánea de España. La Restauración representa,
por tanto, la consolidación definitiva y estable del régimen liberal y
parlamentario en España, pre cedente histórico de la actual
monarquía constitucional. Este largo periodo de estabilidad
política, en el que se garantizó una libertad de pensamiento y de
expresión bastante amplia, conoció en el plano cultural el
florecimiento de la que podría llamarse generación intelectual de
1868. La literatura española tuvo, como la europea en general, su
novela realista y naturalista, escrita por autores como Benito Pérez
Galdós, Juan Valera, Leopoldo Alas Clarín, Emilia Pardo Bazán o
Vicente Blasco Ibáñez. La ciencia, asfixiada por la falta de medios,
brilló en personalidades individuales como Santiago Ramón y
Cajal. El mundo del pensamiento, en lucha contra los intentos
gubernamentales de limitar la libertad de cátedra, se caracterizó por
la confrontación entre el conservadurismo de Menéndez Pelayo y
el liberalismo de Giner de los Ríos y Gumersindo de Azcárate. Y en
las artes plásticas, empezó a des tacar por su dinamismo el foco de
Barcelona, en donde se desarrollaba la obra arquitectónica de
Gaudí.
Como muestran algunos de estos desarrollos culturales, la
sociedad española estaba cambiando, y el rígido corsé del sistema
político canovista le resultaría cada vez más insoportable. La
industrialización, el . capitalismo y la urbanización de la población
seguían avanzando, y las duras condiciones de vida de las clases
trabajadoras empezaban a expresarse en movimientos políticos y
sindicales contestatarios.
El socialismo marxista había llegado a España en la época de
la Primera Internacional, y sus adeptos habían constituido en la
clandestinidad el Partido Socialista Obrero Español (PSOE)
entorno al tipógrafo madrileño Pablo Iglesias (1879); la Ley de
Asociaciones de Sagasta permitió que los socialistas aumentaran su
radio de acción con la creación de un sindicato propio, la Unión
General de Trabajadores (UGT) en 1888. Y diferentes grupos
anarquistas se hacían notar en Cataluña y Andalucía, derivando en
los últimos años del siglo hacia el uso de la violencia terrorista y la
«propaganda por la acción ». La espiral de violencia y represión
iniciada por entonces anunciaba el posterior agravamiento de la
cuestión social, que minaría los cimientos del régimen de la
Restauración (hasta tres presidentes del Gobierno murieron
asesinados por anarquistas: Cánovas en 1897, Canalejas en 1912 y
Dato en 1921). Pero en parte se debió a la escasa comprensión de
las autoridades hacia la evolución pacifista y constructiva que
significó el paso del anarquismo puro al anarcosindicalismo, con la
fundación del sindicato de masas Confederación Nacional del
Trabajo (CNT) en 1910.
La construcción del Estado liberal español, desde los lejanos
tiempos de Isabel II, se había hecho con un criterio uniformizador y
centralista. Siguiendo la doctrina del liberalismo revolucionario
francés, la centralización del poder y la administración uniforme
del territorio se entendieron como la mejor garantía de la igualdad
jurídica que se in tentaba afirmar, en oposición a las desigualdades
del Antiguo Régimen. Un nacionalismo de Estado, que tendía a ver
a España como una nación no sólo en sentido político, sino también
cultural, se había ido afirmando en multitud de símbolos patrióticos
y discursos oficiales. Y en la Res tauración, tanto ese nacionalismo
como el centralismo habían alcanzado su culminación.
En esa situación, un sentimiento regionalista empezó a
afirmarse en algunas zonas de España, reivindicando el respeto a
sus identidades y tradiciones, así como un cierto grado de
autogobierno. Cataluña y Vizcaya fueron las primeras zonas en las
que se dio esta evolución, primero hacia el regionalismo y luego
hacia el nacionalismo; una evolución condicionada por el mayor
desarrollo industrial de ambas zonas, que no sólo hacía afluir hacia
ellas a miles de inmigrantes (con la consiguiente sensación de
«amenaza »para el sustrato cultural autóctono), sino que además las
hacía sentirse dominadas por un Estado español de base agraria, en
el que los grandes terratenientes controlaban el poder.
Los avances de la industrialización en Cataluña y en Vizcaya
hicieron de ambas regiones focos de conflictividad social, en los
que la «receta »nacionalista se presentaba como una opción de
unidad apadrinada por las clases medias, que permitía desviar las
tensiones internas hacia un conflicto de carácter territorial entre
centro y periferia. En Cataluña, las ideas de Prat de la Riba y otros
catalanistas de distinta significación, fueron confluyendo hasta la
formación de la Lliga regionalista de Cataluña en 1901, entidad
que alcanzaría una gran influencia en la región y haría sentir su
peso en la política española bajo la dirección de Francesa Cambó.
En Vizcaya, el movimiento nacionalista fue una creación personal
de Sabino Arana, que pronto pasó a pensar en términos de
nacionalismo vasco (incluyendo en sus reivindicaciones de
independencia no sólo a Vizcaya, sino también a Guipúzcoa,
Álava, Navarra y las tres «provincias »vascofrancesas); en 1895
fundó el Partido Nacionalista Vasco (PNV), que ha pervivido hasta
la actualidad, debatiéndose entre el ideal independentista y la
opción moderada del autonomismo, entre los prejuicios racistas y
reaccionarios de su fundador y la aceptación de la democracia
liberal como marco de convivencia. Los abusos del centralismo y
de la represión avivaron la llama de los regionalismos periféricos y
del movimiento obrero, opciones que crecieron hasta amenazar el
consenso básico sobre el que se asentaba el régimen de la
Restauración.
Los dirigentes conservadores y liberales no se atrevían a
introducir las reformas necesarias, por temor a que una
democratización verdadera del régimen pudiera abrir la puerta a
socialistas, regionalistas y otros grupos no dinásticos (como los
republicanos, fuertes en las grandes ciudades, o los carlistas,
todavía fuertes en Navarra y Vascongadas). De manera que la
Restauración quedó anclada en sus contradicciones, manipulando
los resultados electorales desde el Gobierno con ayuda de los
caciques locales, y dejando sin representación política a una parte
creciente de la opinión pública.
La pérdida de las últimas colonias ultramarinas que le
quedaban a España que el detonante que puso al descubierto todas
estas debilidades. Cuba, Puerto Rico y Filipinas dejaron de
pertenecer a España como . resultado de la derrota sufrida frente a
Estados Unidos en la guerra de 1898. Y toda una generación de
intelectuales regeneracionistas se lanzó abiertamente a la crítica
del régimen de la Restauración, de la clase política y aun de la
sociedad española como un todo, acusando al caciquismo y a la
falta de educación de haber debilitado al país hasta hacer le perder
el rango de gran potencia (que en aquella época imperialista se
entendía que iba asociado a la posesión de colonias). Para colmo de
males, durante la Guerra de Cuba había sido asesinado Cánovas del
Castillo; y en 1903 moriría también Sagasta. Desaparecidos los
patriarcas conservador y liberal, sus partidos no recuperaron nunca
el mismo grado de unidad y de liderazgo; la descomposición de los
partidos dinásticos impidió que se formaran gobiernos estables y
que se abordaran reformas urgentes; y el sistema todo empezó a
parecer inoperante y opresivo para una gran parte de los españoles.
La crisis del sistema de la Restauración era ya un hecho desde el
cambio de siglo, cuando comenzó el reinado de Alfonso XIII
(declarado mayor de edad en 1902). El nuevo monarca,
especialmente inclinado hacia los puntos de vista de los militares
que le rodeaban, quiso asumir un protagonismo mayor que el de sus
predecesores en cuestiones de gobierno; y la desaparición de los
líderes históricos, unida a la división de los partidos, le dio la
oportunidad de hacerlo. Algunos líderes nuevos, como el
conservador Maura o el liberal Canalejas, tuvieron una visión de
Estado e intentaron devolver al monarca a sus limitadas funciones
arbitrales, al tiempo que saneaban el sufragio para asegurar la
legitimidad del Parlamento y de los gobernantes democráticamente
elegidos. Pero las reformas necesarias se encontraron con la
correosa resistencia del entramado caciquil y, finalmente, el rey
prescindió de Maura y de quienes, como él, se atrevieron a hacerle
frente.
La economía española sufrió gravemente la crisis
agropecuaria e industrial de finales del siglo XIX, de la que se salió
«en falso»con la adopción de políticas proteccionistas que no
hicieron sino consolidar el atraso del tejido productivo. El sector
ampliamente mayoritario seguía siendo la agricultura,
caracterizada por su baja productividad y por una distribución
extremadamente desigual de la propiedad, que daba lugar en el
norte a economías campesinas de pequeña propiedad, y en el sur a
regiones enteras latifundistas (como Andalucía, Extremadura y La
Mancha), en las que unas cuantas familias terratenientes convivían
con masas hambrientas y analfabetas de jornaleros sin tierra. Este
panorama tradicional, duramente golpeado por la crisis, se
completaba con un sector industrial, caracterizado por su
concentración casi exclusiva en dos sectores y en dos regiones:
junto al textil catalán había surgido también, en el último cuarto del
siglo, un sector siderúrgico centrado en Vizcaya. Éstos y otros
sectores cruciales de la economía española como el de los
agricultores cerealeros castellanos reclamaban la protección del
Estado para salvar sus producciones, poco competitivas en el
exterior; y el Estado de la Restauración no dudó en darles la
protección que pedían, sacrificando los intereses de los
consumidores y la modernización tecnológica. La Primera Guerra
Mundial (1914-1918) permitió salir de aquel estancamiento, pues,
al mantenerse España neutral en la contienda, pudo aprovechar la
demanda procedente de los países beligerantes y sustituir a éstos en
los mercados.
Durante unos años, la economía española y especialmente su
sector industrial experimentó un auge sin precedentes, alimentado
por las exportaciones y por el alza de los precios internacionales.
Sin duda que aquel el momento en que se consolidó el capitalismo
español, reduciendo la dependencia económica del exterior y
aumentando el peso de los sectores modernos de la economía. Pero
los efectos sociales de aquel cambio rápido fueron desastrosos:
mientras unos cuantos empresarios acumulaban ganancias
extraordinarias, la mayor parte de la población veía desvalorizados
sus salarios por efecto de la inflación y sufría los efectos de la
carestía y el desabastecimiento.
En 1917 el malestar social se manifestó con el estallido de
una triple crisis, que puso fin a la estabilidad de la Restauración:
por un lado, las dos grandes organizaciones sindicales (la socialista
UGT y la anarquista CNT) se pusieron de acuerdo para convocar
una «huelga general revolucionaria », que duramente reprimida;
por otra parte, los nacionalistas catalanes reunieron en Barcelona
una Asamblea de Parlamentarios a la que concurrieron
demócratas, republicanos y socialistas, para demandar la reforma
de la Constitución en un sentido democrático y descentralizador; y
, por su parte, los militares expresaron sus reivindicaciones tanto
profesionales como políticas mediante un movimiento de
indisciplina canalizado por las Juntas de Defensa, que reflejaba su
desacuerdo con la situación política y su tendencia a alinearse con
las doctrinas autoritarias y conservadoras que recorrían Europa. La
crisis se . superó momentáneamente, pero la debilidad y el
anacronismo del régimen habían quedado ya al descubierto, y las
diferentes opciones reformistas sólo pensaban en la forma concreta
para superarlo.
Como en otros países de Europa, las críticas a los regímenes
liberales acabaron desacreditando a la democracia y el
parlamentarismo, y avalando opciones políticas de corte autoritario
en el periodo de entreguerras (1918-1939). En España esa
evolución está representada por la dictadura de Primo de Rivera
(1923-1930). Se habían acumulado una serie de problemas
especialmente preocupantes para las clases acomodadas con
servadoras: por un lado, el auge del movimiento obrero y de la
conflictividad social había provocado una espiral de violencia,
especialmente en Barcelona, entre el terrorismo anarquista de un
lado y los excesos de la represión gubernamental y patronal de otro,
que parecía imparable; por otro, los regionalismos (y especialmente
el nacionalismo catalán) seguían ganando adeptos e influencia
política, amenazando la idea misma de la unidad de España; la
aventura colonial en Marruecos, enormemente impopular y
costosa, seguía produciendo tropiezos y derrotas humillantes,
como el desastre de Annual (1921), que ponían en evidencia la
debilidad militar, política y diplomática de España; y la clase
política de la Restauración parecía incapaz de enmendar la
situación, enfrascada en querellas partidistas y luchas de poder.
Miguel Primo de Rivera, Capitán General de Cataluña,
representaba a muchos conservadores españoles que no estaban
dispuestos a permitir que los retos planteados condujeran a una
salida democrática, en la que se reconocieran la autonomía regional
(parcialmente concedida ya a Cataluña con la Mancomunidad de
1914), la libertad sindical, la sinceridad electoral (que llenaría el
Parlamento de socialistas, regionalistas y republicanos), la
separación entre la Iglesia y el Estado, y la exigencia de
responsabilidades por los errores cometidos en la Guerra de
Marruecos (cuestiones todas ellas que parecía dispuesta a abordar
la coalición liberal-democrática que había ganado las elecciones en
1923). Su golpe de Estado puso fin a aquella evolución, pues el rey
aceptó dejar la Constitución en suspenso, disolver las dos cámaras
del Parlamento y nombrar a Primo de Rivera primer ministro (como
había hecho el rey de Italia con Mussolini un año antes). En los
primeros años de la dictadura de Primo de Rivera, ésta resolvió
algunos de los grandes retos que tenía planteados: ilegalizó y
persiguió a las organizaciones anarquistas, acabando por esa vía
represiva con la «amenaza»del movimiento obrero barcelonés;
anuló la Manco munidad de Cataluña y puso freno a las
expresiones regionalistas mediante el control de la prensa; y, sobre
todo, completó la ocupación militar de Marruecos y la derrota del
líder rebelde Abd-el-Krim, mediante una operación combinada con
Marruecos que se inició con el Desembarco de Alhucemas (1925).
Pero, animado por estos éxitos, el dictador pensó en
institucionalizar su dictadura (que se había presentado inicial
mente como un recurso transitorio), creando un partido propio (la
Unión Patriótica) y reuniendo una Asamblea Consultiva que
elaborara un proyecto de Constitución autoritaria. Esta voluntad de
perpetuarse provocó la reacción de amplias capas de la población
que antes le habían apoyado o se habían mostrado indiferentes; y
Primo de Rivera hubo de dimitir, al faltarle incluso la confianza de
sus compañeros de armas y del propio Alfonso XIII. Tras la caída
de Primo de Rivera en 1930, la opinión democrática y republicana
se adueñó de la calle.
El dictador había arrastrado con su des crédito al monarca,
cuya connivencia con el golpe parecía evidente. Varias
combinaciones ministeriales intentaron volver a la «normalidad»
constitucional, pero las elecciones municipales, celebradas en 1931
a modo de sondeo, demostraron que la opinión republicana estaba
amplísimamente extendida. Ante aquella situación, Alfonso XIII
prefirió abandonar el trono y el país para evitar una confrontación,
y las masas populares proclamaron de manera espontánea y
entusiasta la República. La Segunda República española hubo de
enfrentarse a muchos y muy graves problemas, en un contexto de
crisis económica internacional iniciado en 1929. Sabedores de que
los grupos dominantes tradicionales se opondrían con todas sus
fuerzas a la consolidación de la democracia, los líderes
republicanos moderados de clase media (cuyo más destacado
representante era el intelectual Manuel Azaña, jefe del Gobierno)
optaron por buscar la alianza con las clases populares, únicas de
donde podía pro venir el apoyo que necesitaba el nuevo régimen;
pero ello exigía adoptar una política social avanzada y satisfacer
desde el Estado demandas costosas o incluso imposibles.
El entusiasmo inicial marcó todo el primer bienio republicano
bajo gobierno de la izquierda (1931-1933), momento en el que se
definió el régimen y salieron a la luz la multitud de demandas
insatisfechas de todo tipo que se habían acumulado no ya en los
años anteriores, sino incluso en siglos. Se elaboró y promulgó una
Constitución democrática con tintes sociales, parecida en algunos
aspectos a la Constitución de la República alemana de Weimar
(1919); pero no fue una Constitución de consenso, sino un texto
impuesto por la mayoría de izquierdas que ganó las elecciones de
1931. La Constitución abría la posibilidad de una descentralización
política, otorgando estatutos de autonomía a las regiones que lo
solicitaran; y, efectivamente, Cataluña logró el ansiado Estatuto de
Autonomía en 1932, eligió un Parlamento autónomo y un Gobierno
propio (la Generalitat).
El Gobierno ordenó también realizar una reforma agraria,
tendente a facilitar la división de los latifundios y el acceso a la
propiedad de los jornaleros pobres; no obstante, la aplicación
práctica de la reforma fue muy dificultosa y no respondió a las
expectativas. Los sindicatos obreros vieron reconocida y alentada
su unción social desde el Estado, que se reflejó en un crecimiento
espectacular del número de afiliados. Un asunto especialmente
delicado fue el de la separación entre la Iglesia y el Estado,
irrenunciable para la opinión anticlerical que predominaba entre
republicanos y socialistas, tanto más cuanto que elevados jerarcas
de la Iglesia negaban en público la legitimidad del nuevo régimen y
clamaban por la vuelta de la monarquía; pero se llevó a cabo con
cierta intransigencia, sin considerar que medidas como la
disolución de la Compañía de Jesús y la incautación de sus bienes
ofendían los sentimientos de los amplios sectores católicos del
país. Las relaciones con el ejército (que Azaña intentó modernizar
y profesionalizar) y el orden público constituyeron otros tantos
motivos de preocupación; el entusiasmo republicano de los
primeros momentos dio lugar a excesos como la quema de
conventos, que el Gobierno no pudo o no supo atajar; y aquel
entusiasmo se fue enfriando a medida que afloraban las demandas
insatisfechas, los conflictos sociales y la pervivencia de los excesos
represivos entre las fuerzas de orden público.
El Gobierno de Azaña no fue capaz de satisfacer las
demandas de todos los sectores que habían puesto sus esperanzas
en la República, en un contexto de estrechez económica y graves
tensiones políticas y la consiguiente decepción provocó su derrota
en las elecciones de 1933, que dieron el triunfo a la derecha. Las
recientes experiencias europeas de acceso del fascismo al poder (en
Alemania y Austria) hicieron temer a la izquierda española que el
triunfo de la derecha significara también aquí el fin irreversible de
la democracia; y, para adelantarse a los acontecimientos, lanzaron
una Revolución armada en 1934; ésta, mal preparada y con escaso
apoyo (excepto en Asturias) fue fácilmente desbaratada por el
Gobierno, que castigó severamente a los implicados y suspendió el
autogobierno de Cataluña. Con la izquierda y los regionalistas
derrotados y desacreditados, el nuevo Gobierno detuvo muchas de
las medidas reformistas del bienio anterior y rectificó la orientación
izquierdista de la política republicana. La opinión española se
politizó intensamente durante los años de la Segunda República, en
los que aumentó la participación, el debate público, la movilización
y la afiliación a partidos y sindicatos; a la altura de 1936 esa
opinión estaba polarizada en un bloque de derechas y otro de
izquierdas, que se enfrentaron en las elecciones con una apretada
victoria de este último. El triunfo electoral del Frente Popular
devolvió el poder a Azaña, que pasó a ser presidente de la
República, retomando el programa reformador del primer bienio;
pero dos meses más tarde un golpe de Estado militar interrumpió la
vida normal de la joven democracia española. A pesar de su
inestabilidad y sus tensiones, a pesar de la distancia entre los
proyectos y las realizaciones, a pesar de su falta de consenso y de
su trágico final, la Segunda República fue la primera experiencia de
mocrática de España y, junto con el modelo de monarquía
parlamentaria heredado del constitucionalismo del siglo XIX,
aquel Estado de derecho social, democrático y descentralizado,
completó los precedentes históricos sobre los que se ha edificado la
actual democracia española.
Fue un aprendizaje de la democracia, aprendizaje doloroso y
en parte fallido, al que le faltaría la «asignatura pendiente »de la
concordia y el consenso constitucional, pero aprendizaje al fin y al
cabo. Como otras épocas conflictivas de nuestra historia, también
el periodo republicano fue prolífico desde el punto de vista
cultural, culminando un periodo iniciado con el cambio de siglo,
que ha sido bautizado como la «edad de plata »de la cultura
española: es la época de la generación de 1898 (Miguel de
Unamuno, Pío Baroja, Valle-Inclán, Azorín, Ramiro de Maeztu,
Antonio y Manuel Machado, Ramón Menéndez Pidal, Manuel de
Falla, Joaquín Sorolla... ), la generación de 1913 (representada por
intelectuales como José Ortega y Gasset, Juan Ramón Jiménez,
Salvador de Madariaga, Américo Castro, Gregorio Marañón, Pau
Casals, Juan Gris o Pablo Ruiz Picasso) y de la generación de
1927, en la que brillaron escritores (como Federico García Lorca,
Miguel Hernández, Vicente Aleixandre, Rafael Alberti, Pedro
Salinas, Gerardo Diego, Dámaso Alonso... ), artistas (como
Salvador Dalí, Luis Buñuel o Joan Miró) y científicos (Carlos
Jiménez Díaz, Juan Negrín o como Severo Ochoa).
El golpe de Estado del 17 y 18 de julio de 1936 interrumpió
trágicamente aquella «edad de plata ». El golpe fracasó en las
principales ciudades, por la acción combinada de las instituciones y
la resistencia popular. Pero el fracaso no condujo a los sublevados a
deponer su actitud, sino que fue el inicio de una larga guerra de tres
años (1936-1939), que habría de dejar a España exhausta, dividida
y arrasada.
La Guerra Civil Española constituyó un ensayo general de la
Segunda Guerra Mundial que tendría lugar poco después, pues la
Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini apoyaron firmemente a
los militares sublevados con hombres y armamento, poniendo a
prueba tácticas y armas que después emplearían en otros
escenarios. Por su parte la República no contó con más ayuda firme
que la de la Unión Soviética, que hipotecaba la independencia
política del Gobierno legítimo; los Gobiernos de las potencias
democráticas occidentales, temerosos de provocar a Hitler y de
ayudar a un Gobierno apoyado por comunistas, se limitaron a
observar una política de no intervención; el apoyo occidental tuvo
que venir del pueblo llano, con la formación de las Brigadas
Internacionales, unidades de voluntarios de inspiración
fundamentalmente comunista, que vinieron a combatir a España en
defensa de sus ideales.
El estallido de la guerra creó en el bando republicano una
situación revolucionaria, pues las organizaciones obreras, que se
movilizaron en defensa de la República, exigieron a cambio una
profundización de las reformas sociales. Durante toda la guerra, la
España republicana se debatió entre la prioridad de ganar la guerra
(como pretendían el Gobierno, los republicanos y los comunistas) y
la de hacer la revolución (como pretendían algunas organizaciones
radicales y, principalmente, los anarquistas, que pusieron en
marcha un proceso de colectivizaciones); este debate debilitó al
bando republicano y enfrentó a sus partidarios, que incluso
llegaron a luchar entre sí en Barcelona en mayo de 1937. En todo
caso, en el bando de los sublevados que se denominaron a sí
mismos nacionales la retaguardia no causó tantos problemas y se
impuso una unidad política que facilitó la victoria. El golpe había
sido concebido para dar un giro moderador a la política
republicana; pero la prolongación de la contienda y la desaparición
de algunos de los protagonistas de la cons piración, hizo que todo el
poder recayera en el general Francisco Franco y que éste no
aceptara otra salida que la rendición incondicional del Gobierno
republicano.
Franco dirigía el ejército colonial español en Marruecos, que
era el más efectivo del momento; consiguió trasladarlo muy pronto
a la península y avanzar con él sobre Madrid. Pero la ciudad ofreció
una ines perada resistencia (animada por el grito popular de ¡No
pasarán!), y, en todo caso, el Gobierno republicano tuvo la
precaución de refugiarse lejos del frente, primero en Valencia y
luego en Barcelona (que fueron temporalmente capitales de la
España republicana). Franco dio prioridad entonces a otros
objetivos, como la conquista de la franja de territorio republicano
del norte (entre Asturias y Guipúzcoa), la separación de Cataluña
del resto del territorio republicano y, por fin, la conquista de
Cataluña. Tras esto, y perdidas las esperanzas de que se llegara a
una paz negociada o de que estallara una contienda general europea
entre fascismos y democracias que subsumiera el conflicto español
(como pretendía el jefe del Gobierno republicano, Juan Negrín), un
golpe de Estado interno hizo que los republicanos abandonaran la
resistencia y Franco implantó su dictadura en toda España. La
guerra había sido una tragedia para España en todos los órdenes:
las pérdidas humanas fueron de cerca de 650. 000 muertos, de los
que muchos cayeron en represalias y ejecuciones en la retaguardia;
la economía se vino abajo, retrocediendo lo avanzado en los
decenios anteriores; la vida social y cultural quedó interrumpida,
dividiéndose los pueblos y hasta las familias en bandos
irreconciliables; y la posguerra no hizo sino prolongar estos
sufrimientos, con la durísima represión que impusieron los
vencedores, el hambre, la privación total de libertades, el
empobrecimiento de la vida cultural y la necesidad en que se vieron
muchos españoles (quizá 300. 000, incluidos muchos intelectuales
de primera fila) de partir al exilio para salvar la vida o para poder
desarrollar su trabajo en libertad; otros no pudieron hacerlo y lo
pagaron con penas de cárcel trabajos forzados, depuraciones
ideológicas o incluso la muerte (entre 50. 000 y 200. 000). Sólo un
pequeño número de antifranquistas (los maquis) optaron por
prolongar la lucha, resistiendo como guerrilleros en zonas donde el
relieve lo permitía hasta los años cincuenta. La dictadura de Franco
(1939-1975) está llena de paradojas. Fue un régimen autoritario y
personalista, sin más ideología que la inspiración católica, militar y
conservadora de su jefe indiscutible; pero demostró capacidad para
adaptarse a las circunstancias y sobrevivir hasta la muerte del
propio Franco.
Empezó siendo un régimen de tendencia fascista, aliado de la
Alemania nazi y de la Italia mussoliniana, que gobernaba España
con mano de hierro por «derecho de conquista »y perseguía
cruelmente a los vencidos de la Guerra Civil. Pero la derrota del Eje
en la Segunda Guerra Mundial llevó a Franco a evolucionar en un
sentido más pragmático, abandonando el discurso y la simbología
fascista para conseguir que los aliados no le apartaran del poder;
hizo valer su probado anticomunismo y, en el contexto de la guerra
fría, los Estados Unidos acabaron aceptándolo como un aliado en
los años cincuenta (época de los acuerdos bilaterales que
permitieron el establecimiento de bases militares norteamericanas
en España). Ello obligó al régimen a cambiar de estilo en un sentido
tecnocrático, dejando que la inspiración ideológica viniera más de
los católicos que del partido filo fascista Falange Española; y el
cambio se tradujo en el paso de la economía autárquica y
nacionalista de la posguerra a una liberalización que, desde el Plan
de Estabilización de 1959, permitió recuperar la senda del
crecimiento económico. El crecimiento de la industria y del turismo
en los años sesenta ter minó de transformar a España en un país
capitalista, la décima potencia industrial del mundo al final de la
década. Estos cambios económicos, que culminaban un largo
proceso de desarrollo, produjeron cambios sociales
trascendentales: la población pasó a vivir mayoritariamente en las
ciudades, adquirió mayor formación y se alejó de los tópicos
ideológicos procedentes de la Guerra Civil. Las generaciones
jóvenes empezaron a manifestar intensamente sus ansias de
libertad y democracia, participando en movimientos de protesta
contra la dictadura, que se intensificaron en los primeros años
setenta y fueron el origen de las fuerzas políticas que
protagonizaron la transición posterior. A pesar de la inspiración
monárquica de muchos de sus partidarios, Franco no utilizó su
victoria en la guerra para restablecer la monarquía en España.
Mantuvo conversaciones con el hijo de Alfonso XIII, don Juan de
Borbón, pero las diferencias entre ambos fueron insuperables, y
Franco no aceptó que éste se convirtiera en rey. Proclamó que
España era un reino, pero conservó para sí mismo la jefatura del
Estado, en espera de designar a quien hubiera de ceñir la Corona.
Se ocupó personalmente de la educación del príncipe Juan
Carlos hijo de don Juan y finalmente, en 1969, le proclamó su
heredero. Así pues, al morir Franco en 1975, el príncipe fue
proclamado rey con el nombre de Juan Carlos I. El nuevo monarca
confió la dirección del Estado a un equipo de jóvenes reformistas,
encabezado por Adolfo Suárez, que le ayudaron a preparar una
transición pacífica de la dictadura a la democracia. Esta solución
inédita venía exigida por la madurez y pluralidad de la sociedad
española, que difícilmente aceptaría la perpetuación de un régimen
dictatorial anacrónico en la Europa del momento (las últimas
dictaduras de Europa occidental habían caído en 1973 Grecia y
1974 Portugal, con la Revolución de los Claveles).
Pero la Transición era una verdadera reconciliación nacional,
que exigía renuncias parciales por parte de todos: planteada como
una evolución legal desde las instituciones vi gentes, la transición
era incompatible con el revanchismo o con la exigencia de
responsabilidades a quienes habían sostenido la dictadura; pero, a
cambio, debía partir de una generosa amnistía y conducir a una
democracia plena, en la que sin duda el voto popular impondría
políticas sociales y territoriales poco gratas para los nostálgicos del
franquismo. Así fue: desde que el pueblo español avaló el inició de
la transición política mediante un referéndum celebrado en 1977,
todos los partidos hicieron renuncias en nombre del consenso
(olvidándose, por ejemplo, los socialistas y comunistas, del ideal
republicano), y esto permitió elaborar un texto constitucional
democrático, que ue aprobado por una amplísima mayoría de los
españoles en un nuevo referéndum en 1978.
La Transición transformó a España en un país moderno en
todos los terrenos: se garantizaron ampliamente las libertades y se
estableció un sistema parlamentario pluripartidista; partidos y
sindicatos vieron reconocida su unción social; y el Estado se
descentralizó ampliamente, abriendo la puerta a la formación de
comunidades autónomas en todas las regiones españolas. Estos
cambios fueron objeto de un amplio consenso, demostrando hasta
qué punto los españoles habían superado las heridas de la Guerra
Civil y eran capaces de mirar hacia el futuro más que hacia el
pasado.
Éste es, sin duda, el legado fundamental de la transición
iniciada en 1977: España ya había tenido otras constituciones, ya
tenía un largo pasado de vida parlamentaria e incluso una
experiencia democrática anterior; pero era la primera vez que los
cambios se hacían de común acuerdo, dialogando y pactando para
establecer el consenso social más amplio posible, sin que una parte
de los españoles impusiera a otra sus particulares puntos de vista.
En ese clima de consenso y en el carácter pacífico de la transición a
la democracia reside la «lección»que la España actual ha dado al
mundo, despertando el interés de políticos y analistas de muchos
otros países que, en Iberoamérica o en la Europa oriental
excomunista, han buscado el mejor modo de realizar sus propias
transiciones de la dictadura a la libertad. La monarquía de Don
Juan Carlos, que había traído la democracia, recibió una amplia
adhesión popular, aumentada por la discreción del monarca en el
ejercicio de su función constitucional y por su valiente defensa de
la democracia frente al último intento de golpe de Estado militar,
que se produjo el 23 de febrero de 1981. La derecha hizo una
aceptación plena de las reglas del juego democráticas bajo el
liderazgo de Manuel Fraga, antiguo ministro de Franco y fundador
de Alianza Popular; el Partido Comunista de España, encabezado
por un antiguo dirigente de la España republicana, largamente
exiliado en la Unión Soviética Santiago Carrillo participó en la
elaboración de la Constitución y aceptó también el juego de las
instituciones democráticas; pero el electorado, para sorpresa de
muchos, se decantó por opciones más moderadas que estas dos,
situando como primeras fuerzas del Parlamento a la Unión de
Centro Democrático (UCD, el partido centrista fundado por Suárez
para apoyar la transición) y el PSOE (el histórico partido socialista,
en el que una joven generación, encabezada por Felipe González,
acababa de despla zar de la dirección al grupo del exilio que se
aferraba al recuerdo de la Guerra Civil). La homologación de
España con el resto de Europa occidental facilitó su ingreso en las
organizaciones internacionales occidentales: la adhesión a la
OTAN (1981) fue polémica por la frontal oposición socialista, pero
quedó ratificada en referéndum popular en 1986; en cambio el
ingreso en la Comunidad Económica Europea (en 1985) se hizo
con un consenso amplísimo, pues respondía a una aspiración muy
anti gua y profunda de los españoles.
Uno de los fenómenos más significativos de la configuración
actual de España es su organización en Comunidades Autónomas,
fenómeno esencialmente político, pero cuyas consecuencias han
transformado profundamente aspectos de la Administración, la
economía, la cultura y la vida cotidiana de la sociedad española. El
Estado de las Autonomías, contemplado en el título VIII de la
Constitución, se ha ido construyendo gra dualmente durante los
gobiernos de UCD, del PSOE y del PP. Pensado inicialmente para
satisfacer las demandas de autonomía de unas pocas regiones o
nacionalidades «históricas » (fundamentalmente Cataluña, el País
Vasco y Galicia), este régimen autonómico se extendió a otras
regiones cuyos ciudadanos deseaban también disponer de una
Administración propia, más cercana a sus problemas. Entre 1979 y
1983, todas las regiones españolas se constituyeron en
Comunidades Autónomas, completándose el mapa en 1995 con la
aprobación de los estatutos especiales de Ceuta y Melilla. La
elaboración de los 19 estatutos de autonomía se hizo mediante
incesantes conversaciones y negociaciones políticas; el mismo
espíritu de consenso llevó a los pactos entre los dos partidos
mayoritarios en 1981 (entre la UCD y el PSOE) y 1992 (entre el
PSOE y el PP), por los que se armonizó el proceso autonómico para
evitar agravios comparativos y orientar el conjunto hacia una
homogeneización final de las autonomías. La profundización del
autogobierno de las nacionalidades históricas ha otorgado un gran
protagonismo en sus instituciones a los partidos nacionalistas de
ámbito regional, que han aceptado responsabilidades de gobierno y
se han orientado, en general, en un sentido moderado y
constructivo.
Con estos antecedentes podemos referir que un sistema político
es conjunto de comportamientos comunes e instituciones a través
de la cual la sociedad adopta decisiones que se consideran de
obligado cumplimiento por la mayor parte de sus componentes
incorporando todo aquello vinculado a la vida política.
Y es claro que tenemos dos fechas significativas son 1808 y
1978. En 1808 se da por sentado que hay que liquidar al Antiguo
Régimen y comienza una historia no lineal del constitucionalismo.
Podemos entonces sintetizar el desarrollo del
sistema político Español en diferentes etapas que
son:
Crisis del Antiguo Régimen (1808 – 1833)
Aquí irrumpen las masas españoles en el escenario político
dividiéndose España en dos ideologías absolutistas y liberales. El
Estatuto de Bayona aunque no contempla la soberanía nacional ni
la división de poderes contiene planteamientos novedosos por los
cuales la incipiente burguesía industrial será potenciada. Es una
carta otorgada para una monarquía limitada con Cortes
Estamentales. Se recortan las bases de poder de la nobleza pero no
pudo ser implantada por encontrarse el país en periodo de guerra y
con el muñeco de Pepe Botella. Este estatuto no puede contenta a
nadie; para unos es una puerta al liberalismo y para otros un
instrumento del poder imperial. No tuvo ninguna influencia en
nuestra primera constitución.
El 24 de Septiembre de 1810 se realizan elecciones en Cádiz y se
constituye el primer parlamento de nuestra historia. El 19 de Marzo
de 1812 se aprueba una Constitución que será la base de planta para
un nuevo Estado. Se erige una monarquía constitucional y
democrática que emana de la voluntad del pueblo. Se establece el
sufragio universal indirecto de cuatro grados con 1
representante/70000 habitantes y un mandato de dos años para
todas las Cortes. Así una sociedad corporativa y estamental da paso
a una individual, clasista y representativa que consolida el derecho
de propiedad e igualdad ante la ley. Hay una voluntad de reforma
pero con el conocimiento de la imposibilidad de romper con el
absolutismo. El rey y la religión católica son intocables y la
Constitución se plasma en nombre de Dios Todopoderoso y la
religión católica será única. El pueblo se había batido por su
territorio y su religión, así el texto de Cádiz es un compromiso entre
liberales y absolutistas, lo cual establecerá las bases de un estado
liberal.
Liberalismo y absolutismo
Fernando VII declaró nula la constitución emprendiendo un
proceso represor contra el paso hacia la libertad y la democracia.
Cuando triunfa el pronunciamiento de Riego (1820) abre un
periodo constitucional de tres años y Fernando entorpecerá cuanto
pueda el proceso y por tanto no fraguo el consenso nacional. La
situación económica se sigue deteriorando y gracias al apoyo del
absolutismo europeo restaura su poder absoluto a base de una
cruenta década de represión Al final de su reinado tendrá que optar
pro abrir la mano. Los absolutistas intentaron borrar de la faz
política a la Pepa y los liberales intentaron mitificarla.
El sexenio democrático
La monarquía isabelina arranca con la primera guerra carlista,
los cuales representaban el pasado. Son contrarios a cualquier
liberalización y propugnan la intervención de la iglesia en la vida
civil. El aperturismo vendrá de la mano De La Rosa. Se introduce el
bicameralismo pero el rey no cedía un ápice de su poder quedando
las Cortes en un mero órgano consultivo. El pacto Corona-Pueblo
lo era del monarca con grupos de elite. El golpe de los sargentos de
La Granja dará un nuevo empuje al constitucionalismo y se
proclama una nueva en 1837, liberal pero con impronta
conservadora. Las Cortes son bicamerales, el Senado era renovable
por tercios y no podía ser disuelto suponiendo un poder del
conservadurismo como apoyo al poder real. Esta Constitución
contribuye a la consolidación del régimen liberal-constitucional, es
un punto de no retorno al absolutismo.
Se tienen las bases de una sociedad burguesa de carácter agrario
y apuntalada en el Antiguo Régimen pero que hará posible el
triunfo del liberalismo sobre conservadurismo. La regencia de
Espartero dividirá a los progresistas y en 1843 se proclama la
mayoría de regencia de la reina1. El golpe de Espartero inaugura la
época de los espadones y los militares son inducidos por las
facciones políticas a tomar el poder. Los moderados isabelinos
refuerzan el estado centrista. Cortes que recela del sufragio y la
democracia propugna la dictadura contra tales peligros. La nueva
Constitución de 1845 suponen el rechazo a la soberanía nacional y
los intereses de una oligarquía. Corona, Ejercito, Guardia Civil,
Iglesia y propietarios constituyen un entramado que no se puede
conceptuar de constitucional. La Constitución de 1845 es
conservadora. Los moderados se constituyen en camarillas y la
corrupción contribuye al desprestigio del sistema político. Bravo
Murillo como ultraconservador deseando legalizar la dictadura del
poder ejecutivo y repudiado por sus propios compañeros. Espartero
en 1845 perpetra un levantamiento progresista y la Constitución
que no verá la luz será un paso hacia la democracia.
En 1845 se realiza una constitución de corte conservador y la
reina y su camarilla se decantan por Narvaez y O’Donell se dedica
a la fundación de Unión Liberal un partido centrista que quiere
acorralar a los progresistas. Tras la prohibición de cátedra, Prim,
Serrano, Narvaez y Sagasta forman un consenso revolucionario
que expulsa a Isabel II con lo cual el moderantismo dio paso a la
revolución.
1
Tiene 14 años.
En 1869 se da forma a la Constitución más democrática de
entonces con una Soberanía que reside en la Nación de la cual
emanan todos los poderes. Tras el abandono de Amadeo I se
constituye.
La I República
Se encuentran los republicanos con el poder cuanto más lejos
están de alcanzarlo. Empiezan por participar en este gobierno
republicanos radicales encontrándose frente a las demás fuerzas
política en un momento sociopolitico de gran tensión. La debilidad
del Estado hizo que jamas pudiera ponerse en marcha el proyecto
federalista.
Canovas y la Restauración (1875 – 1931)
Los políticos recogieron el poder que les dio Pavia sin ningún
tipo de trauma y Canovas del Castillo será el artífice del nuevo
sistema político. Entre 1868 y 1874 la política había corrido
vertiginosamente y la exigencia de estabilidad política era deseada
por toda la sociedad. Se restaura la dinastía de los Borrones y
Canovas desea implantar un régimen parlamentario. Se toma el
modelo británico con el turnismo político y las fuerzas que desean
sustentar a la monarquía constitucional. Canovas y Sagasta se
turnan lo cual impedirá el desarrollo del sistema debido a los
pucherazos. Cuando se vota la Constitución de 1876 en las Cortes
solo hay grupos políticos que respaldan a Alfonso XII y el sistema
parlamentario se convierte en ficción.
Alfonso XIII
Al morir Alfonso XII (1885) gobierna Cánovas que le pasa el
turno a Sagasta que prosigue con su política aperturista y la
monarquía tiene que ensanchar sus bases. Desaparece la división
de partidos en legales e ilegales pero no pueden integrase las
nuevas formas políticas2. En 1917 estalla una crisis política, militar
y social que será solventada por las FFAA y se agudizan las
cleavages3. Primo de Rivera da un golpe de estado en 1923 con
apoyo real el cual cometerá el error de negarse a abandonar el
poder. Se solventa el problema colonial, economía y orden.
Organiza Unión Patriótica e intentan institucionalizar la dictadura
mediante una Constitución perdiendo todos los apoyos y siendo
obligado a dimitir. En 1930 fragua el Pacto de San Sebastián paso
para la República.
II República y Guerra Civil.
El nuevo sistema llegó por los errores monárquicos con tres
conceptos clave:
Democracia: fue la respuesta a los años pasados de oligarquía y
represión. Las constituciones republicanas serán un ejemplo de
liberalismo radical, se incluyen los derechos sociales y laborales, se
encuadran los nacionalismos históricos. Las Cortes son
unicamerales y el sufragio es universal, libre y directo. La
separación Iglesia-Estado es algo inalienable y fue excesivamente
tratado como algo decimonónico y les falta visión política. Las
reformas realizadas entre 1931 y 1933 levantan presiones que
llegaron al gobierno desde todos los puntos. Entre 1933 y 1935
gobernó la derecha y se dedicó a contrarrestar toda la anterior
legislación lo que hizo en 1934 se sublevase la izquierda después
de la entrada en el gobierno de ministros de la CEDA.
Revolución: Octubre de 1934 será la primera señal donde las
mas de lanzan al ataque violento contra una República que no
consideran suya. La derecha que ha perdido las elecciones se
dedicará al boicoteo sistemático con lo cual el gobierno se vio
sometido a una tensión bipolar que deben apaciguar a masas
2
3
Nacionalistas y Movimientos Obreros.
Fracturas sociales.
exaltadas y a golpistas que dejan hacer uso de la violencia para
entrar al poder. Mola deber unificar las fuerzas se sublevarán y el
17 de Julio de 1936 el ejercito de Africa se subleva creyendo que
con eso bastaría. Todo el esfuerzo de la República en los meses
siguientes consistirá en la restauración de sus aparatos estatales. El
gobierno de Giral tuvo que dejar paso al de Unidad Popular de
Largo Caballero que dará paso al de Negrín.
Contrarrevolución: Al trasladarse la confrontación política al
campo de batalla la mayor coherencia de interese que apoyaba al
General Franco hizo que este ganase la guerra y se empezó a crear
el Nuevo Estado siendo el su máxima cabeza.
Franco y su Dictadura
El triunfo franquista supuso un retroceso en todos los ordenes.
El sistema político franquista comienza en 1936 hasta que en 1953
se consolida. El franquismo puede definirse como una dictadura
personal que evoluciona del totalitarismo al autoritarismo.
Totalitarismo: En sus inicios la función hegemónica del
franquismo le correspondió a la burguesía. Fue un fascismo rural
con un recorrido desde 1936 a 1945. La institucionalización se
plasma con un totum revolutum4 detectándose en el Fuero del
Trabajo como instrumento totalitario y en la Ley de Bases de
Organización Sindical. Otro tipo de leyes legaliza el estado de
policía permanente que se fundamente en la aniquilación del
adversario. Si se admite que el fascismo es totalitarista, el
franquismo también lo es además de ser una dictadura personal.
Autoritarismo: Supone un debilitamiento del anterior. El
complejo entramado de sus instituciones exaltadas a la categoría de
democracia orgánica con un único centro de poder. Tuvo que
renunciar a ocupar todo el espacio social y por tanto con fusión
entre estado y sociedad no llego a producirse. Fue una dictadura
que nació matando y murió matando. El desarrollo político del
régimen jamas altero sus fundamentos. Los supuestos sufragios5.
La ley de principios fundamentales del movimiento tenía como fin
fijar las esencias perpetuas del Régimen, permanentes e
inalterables y se establecía al Estado como Monarquía, católica
social y representativa. La democracia orgánica considera el voto
por intereses y por consiguiente la representación seria más plena
por corporaciones.
La Transición a la democracia.
El sistema político que giraba en torno a Franco moría con él. El
continuismo era el inmovilismo. La voluntad de cambio se
manifestó con dos posiciones encontradas y enfrentadas: Reforma
o Ruptura. El inmovilismo vio con buenos ojos el acceso a la
presidencia de Arias Navarro. El reformismo suponía que a la
democracia la tenían que traer desde arriba los directores del
franquismo. Ante el cambio el rey utilizo los mecanismos políticos
que heredo del pasado y de los que se fue desprendiendo poco a
poco. La ley para la Reforma política realizada bajo Suarez
supondrá el puente de la transición a la democracia que llegará
hasta la Constitución.
La Constitución Española
La Constitución de 1978 zanja tres litigios como fueron la forma
del estado, los nacionalismos históricos y la religión-educación. Es
aprobada el 6 de diciembre de 1978.
Sistema Político Español
5
Donde votaba mas del 100%
Podemos referir de manera sintetizada que los elementos
principales del Sistema Político Español son:
La Constitución  es el texto supremo del ordenamiento
jurídico y político en un Estado.
Organización territorial  forma del Estado. Tiene que ver
con como esta el poder concentrado o dividido en ese Estado.
Tradicionalmente hay 2 forma de organización: Estado unitario o
Estado federal. El Estado unitario ha evolucionado con el tiempo
hacia 2 modos: el regional (Italia) y el autonómico (España).
Jefatura del Estado  es la misma representación de la
Nación, y simboliza la unidad de la misma. Esto tiene que ver con
la forma de gobernar, existiendo actualmente 2 formas: Monarquía
y República. Hoy diariamente, en el ámbito de las democracias
europeas, esta distinción no tiene gran sentido. Es más importante
el tema del régimen político, es decir, si es parlamentaria o
presidencialista. Estos 2 regímenes políticos se pueden conjugar
con las formas políticas antes mencionadas, excepto el
presidencialismo con la monarquía, que es incompatible.
Parlamento  es la sede del poder legislativo y de la soberanía
nacional. También es el lugar donde se hace la oposición
institucional. También es importante estudiar su estructura, es
decir, si es unicameral o bicameral, cuya segunda cámara tiende a
representar a los territorios.
Gobierno y Administración  corresponde al poder
Ejecutivo, ejecuta y hace cumplir las leyes. Pero esta función
tradicional se ha modificado, y actualmente sus funciones
sobrepasan esas, destacando la de la dirección política del Estado.
Esta evolución ha sido en detrimento del Parlamento, pero
justificada por la complejidad de la vida moderna.
Dentro del Gobierno podemos distinguir varias figuras: el
Presidente del Gobierno, Primer Ministro o Canciller, etc. ,
dependiendo de cada sistema político. Esta figura es la que mayor
evolución ha sufrido, y es actualmente la principal figura de un
sistema político. El resto del Gobierno lo componen los ministros.
La Administración Pública es la maquinaria que dirige ese
Gobierno para poner en práctica sus objetivos de dirección política.
Poder Judicial  en los sistemas democráticos la base de su
funcionamiento es su independencia respecto de los otros dos
poderes. Su función es resolver los posibles contenciosos que se
originan en la aplicación particular de las leyes. Esta función la
lleva a cabo gracias a la posibilidad de autogobernarse y
autonormativa.
Tribunal Constitucional  aparece de forma generalizada en
la época del Constitucionalismo de posguerra en 1945. Su función
es comprobar la constitucionalidad tanto de las leyes como de los
actos políticos del Estado. Además son los máximos
interpretadores de la Constitución, tanto para interpretar el texto
allí donde es dudoso como para rellenar las lagunas que tiene esa
Constitución. Además entiende en los litigios entre los distintos
niveles de poder del Estado. Y por último, aunque no en todos los
países, entiende de recursos de amparo sobre lesiones de los
derechos individuales.
También contamos con elementos dinámicos:
Partidos Políticos  organizaciones voluntarias de individuos
que expresan claramente su objetivo de llegar al poder.
Actualmente se encuentran reconocidos constitucionalmente, y se
les considera los principales canales de intermediación entre la
sociedad y el Estado. Este reconocimiento constitucional es
relativamente reciente (posguerra), ya que en sus inicios (finales s.
XVIII, principios s. XIX) se les consideraba enemigos del Estado,
pero va evolucionando desde la hostilidad a la tolerancia,
entendiéndolos como asociaciones privadas, para acabar llegando a
la situación actual. Esta situación actual supone para los partidos
derechos y obligaciones. Entre los derechos está la financiación
estatal. Entre las obligaciones estarían que los partidos políticos,
como asociaciones públicas, tienen que someterse a unos requisitos
legales imprescindibles; otra obligación seria la rendición de
cuentas sobre el dinero público que reciben.
La principal función es la de la articulación y agregación de los
intereses sociales, por lo que estudiarlos nos da información sobre
las demandas sociales, así como información sobre los líderes
políticos.
Hay que distinguir entre los partidos grandes y pequeños, siendo
los grandes aquellos que son capaces de presentar candidatos a
todos los distritos electorales de un Estado (o en casi todos),
mientras que los pequeños sólo lo hacen es una parte del territorio.
Otro dato a tener en cuenta es la ideología. Observar esta
ideología nos ofrece información sobre los programas políticos de
ese partido.
El sistema de Partidos  seria un elemento distinto, pero
relacionado con los partidos políticos. Serian las pautas de
interacción entre los partidos políticos dentro de un sistema
concreto en el juego de la competencia política. Son elementos a
tener en cuenta porque los sistemas de partidos vienen a ser una
fotografía de la sociedad. Una primera clasificación de sistemas de
partidos tiene que ver con el número de partidos: bipartidismo,
multipartidismo. Pero simplemente el número no lo explica todo,
hay otras variables que influyen.
Otro punto a tener en cuenta son las alianzas entre los partidos,
más o menos duraderas, o con distinto contenido.
Grupos de Presión  organizaciones voluntarias de
individuos creadas para la definición de intereses a través de la
influencia sobre el poder político, y no queriendo llegar al poder
para satisfacer sus intereses. Los grupos de presión combinan
estrategias (a la ofensiva, cuando actúa antes que los poderes
públicos adopten una decisión sobre temas de su interés; o a la
defensiva, que es la reacción a una decisión) y tácticas (directa,
cuando se dirige directamente a los poderes públicos; indirecta,
cuando decide informar, y por tanto influir, a la opinión pública, y
que se esta la que presione al poder público).
Las posibilidades de existencia de grupos de presión en una
sociedad es prácticamente ilimitada, porque depende de la
capacidad de esa sociedad de organizar sus intereses. Cuanto
mayor sea el grado de articulación, cuanto más participativa sea
una sociedad, mayor será el número de grupos de presión.
No todos los grupos de presión tienen la misma capacidad de
influencia, independientemente de su tamaño. Clases de grupo de
presión:
Económicos  integrados por las asociaciones empresariales
por un lado, y los sindicatos por el otro.
Religiosos  iglesias, confesiones, etc.
Corporaciones profesionales.
Medios de comunicación.
Paralelamente a estos tipos hay que mencionar los nuevos
movimientos sociales.
Sistema electoral  Lo podemos definir como el método que
regula la elección de los cargos públicos. Esto esta compuesto por
distintos subelementos:
Distritos electorales  agrupación básica de electores, pero
desde el punto de vista del Estado marcan el número de puestos
políticos en juego. Hay 2 tipos: uninominales (pone en juego un
único puesto), y plurinominal (supone que hay varios puestos a
cubrir). De aquí sale el concepto de tamaño de distrito. 
Tipos de candidatura y formas de expresión del voto  en
distritos uninominales suele ir acompañado de un tipo de
candidatura nominativa (presentar un único candidato). En cambio
en el plurinominal los tipos de candidatura son las listas.
Formula electoral  sistema por el que se convierten los votos
en cuotas de poder institucionalizado, es decir, escaños. Existen 2
grandes sistemas: formula de escrutinio mayoritario (sistema en el
que gana, lo gana todo, y el que pierde, lo pierde todo), y la formula
proporcional (las ganancias y las perdidas se reparten).
Cada una de las formulas supone una concepción distinta de la
política.
En la mayoritaria las minorías no tienen expresión, y se apuesta
por gobiernos fuertes y duraderos. Sin embargo, la proporcional
busca la defensa de las minorías, que pueden conseguir alguna
cuota de poder que les garantice presencia institucional. Pero esto
supone un sacrificio del poder ejecutivo, que es más débil.
Cultura política  son aquellos patrones de conducta y actitudes
de la ciudadanía hacia el fenómeno político. Nos da información
para entender el comportamiento político, entre ellas el
comportamiento electoral. Y además nos explica el
comportamiento político de las elites, que no siempre coincide con
el de la ciudadanía.
Ahora desarrollemos detenidamente cada uno de estos elementos.
La Constitución Española de 1978
La Constitución Española es la norma fundamental de organiza
ción política de la Nación española. Aprobada por los españoles en
referéndum celebrado el 6 de diciembre de 1978, entró en vigor el
29 de diciembre de ese mismo año.
España se constituye en un Estado social y democrático de
Derecho, que propugna como valores superiores de su
ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el
pluralismo político. La propia Constitución es fruto del consenso
entre todas las fuerzas políticas que la elaboraron.
La «Carta Magna »incorpora un cuadro de derechos
fundamentales y libertades públicas de todos los ciudadanos, con
garantía reforzada y con tutela efectiva ante los Tribunales
ordinarios o en amparo ante el Tribunal Constitucional.
La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que
emanan los poderes del Estado. La forma política de España es la
Monarquía parlamentaria.
Proceso de Génesis y Estructura de la Constitución
Española
GÉNESIS:
La ley del 4 de enero de 1977 parta la reforma política cuyo
proyecto había sido ratificado por referéndum el 15 de diciembre
de 1976 estableció el principio de supremacía de la ley y en
consecuencia proclamo el sistema del sufragio universal directo y
secreto pata la elección de los miembros del congreso. El 15 de
junio de 1977 se celebraron elecciones generales y las Cortes
constituidas en su virtud acometieron la tarea de redactar un texto
constitucional que fue aprobado el 31 de octubre de 1977.
Sometido a referéndum el 6 de diciembre siguiente, y sancionado
por el Rey el 27 de diciembre del mismo año.
Su disposición derogatoria, deroga expresamente las anteriores
leyes fundamentales, constituyéndose en el texto básico y superior
del ordenamiento jurídico español. Según las corrientes clásicas del
movimiento constitucionalista que en España arranca de la
Constitución de 1812.
ESTRUCTURA DE LA CONSTITUCIÓN DE 1978
La constitución de 1978 se estructura a través de una serie de
características esenciales:
Establecimiento de un nuevo régimen político que coincide con
el denominado democrático parlamentario clásico o democracia
occidental. Tal concepción de poder implicaba una profunda
transformación del régimen político anterior, sin embargo, la ley de
reforma política fue adoptada por las mismas Cortes provenientes
del franquismo.
Esto nos lleva al:
Imperio del Compromiso: la idea de reforma supuso la
aceptación de fuerzas políticas y sociales procedentes de dictadura
pero también la incorporación y protagonismo de nuevas fuerzas
antes reprimidas o marginadas. Se trata pues de una obra de
concordia aceptada por los principales protagonistas del fuego
político.
Se trata de una Constitución abierta. Se afirma que es
igualmente una Constitución inacabada por su abundante recurso a
la Ley orgánica, lo que convierte al poder legislativo en un órgano
especial al adquirir el Congreso la facultad de actuar como una
especie de constituyente permanente.
Es una Constitución rígida. Si bien se prevén dos sistemas de
revisión de diferente dificultad aunque ambos de notoria rigidez:
Procedimiento de máxima rigidez: dicho procedimiento tiene
lugar cuando se propone la revisión total del texto constitucional, o
una revisión parcial que afecte al Titulo Preliminar, al título
primero (derechos y deberes fundamentales) o al título segundo.
(La Corona) Procedimiento: en este caso la propuesta d4 reforma
será aprobada por mayoría de 2/3 de cada Cámara y se procederá a
la inmediata disolución de las Cortes. Las Cortes elegidas
nuevamente deberán ratificar la decisión y proceder al estudio del
nuevo testo constitucional que deberá ser aprobado por mayoría de
2/3 de ambas Cámaras.
Aprobada la reforma por las Cortes será sometida a Referéndum
para su ratificación.
Procedimiento de menor rigidez: Aplicable a los proyectos de
reforma que no afectan a ninguna de las materias antes
mencionadas.
Procedimiento: Se exigirá una mayoría de 3/5 de ambas
Cámaras dicha reforma será sometida dentro de los 15 días
siguientes a su aprobación 1/10 parte de los miembros de
cualquiera de las dos cámaras.
Influencia del constitucionalismo europeo. (4 constituciones)
La ley fundamental de Bonn de 1949 la cual ha influido en la
española en la proclamación del principio general de vinculación a
ella de todos los poderes públicos.
La Constitución portuguesa de 1976 ha influido en la regulación
de los derechos y libertades fundamentales. Notándose también el
impacto de los convenio internacionales sobre la materia.
La constitución Italiana de 1947 la cual inspiro las normas
relativas al sistema judicial y a la ordenación territorial del Estado
aunque en este ultimo punto la Constitución italiana esta muy
influenciada por la española de 1931.
Las constituciones sueca y holandesa han influido en la
configuración de la Corona y en el reconocimiento del defensor del
pueblo.
El valor normativo de la constitución se deduce del art. IX. I, que
afirma que los ciudadanos y los poderes públicos están sujetos a la
Constitución y al resto del ordenamiento jurídico.
Conviene no obstante realizan las siguientes puntualizaciones:
1. ) Los tribunales ordinarios no están excluidos de la función de
verificar la constitucionalidad de las leyes pese a que la declaración
de constitucionalidad corresponda al Tribunal constitucional.
2. ) La vinculación a la constitución se extiende a todas sus
normas incluidos los principios rectores de política social y
económica.
3. ) En ciertas materias, por ejemplo: Derechos fundamentales,
la constitución es de aplicación directa, como norma de decisión de
cualquier clase de procesos.
Eficacia Directa de la Constitución de 1978
Aunque el valor normativo de la Constitución se traduce
ordinariamente en una vinculación de todos los poderes públicos a
sus disposiciones de modo que en caso contrario el Tribunal
constitucional o los Tribunales ordinarios habrían de declarar la
nulidad de las leyes.
Existen tres importantes ocasiones en que la Constitución tiene
aplicación directa.
- La regulación constitucional de los derechos y libertades
fundamentales.
- La aplicación directa de la parte organizadora y habilitante de
los poderes constitucionales.
- La disposición de rogatoria de la Constitución que deroga
todas las disposiciones que se opongan a lo establecido en el
texto constitucional es de aplicación directa, como norma de
decisión de cualquier clase de procesos.
LOS PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES
A) Ideas Generales
El derecho constitucional se articula sobre un doble postulado:
En 1er lugar, por el reconocimiento en favor del individuo de
una serie de derechos, ejercitables desde el Estado que representan
ámbitos de libertad exentos a la intervención estatal.
En 2º lugar, la organización de las instituciones políticas desde
la perspectiva de su carácter representativo y según el modelo de la
separación de poderes.
En consecuencia, en las Constituciones se distinguen dos partes:
Dogmática: Que recoge el conjunto de derechos y libertades
fundamentales de los ciudadanos.
Orgánica: Que se ocupa de la distribución de competencias y
de la articulación entre los distintos poderes del estado.
A estas dos partes suele preceder un preámbulo o título
preliminar en el que se recogen declaraciones generales en que se
formulan los principio inspiradores de cada una de las instituciones
del Estado.
A este esquema responde nuestra Constitución actual. Cuyo
título primero contiene la parte dogmática incluyéndose en los
restantes títulos la parte orgánica siendo precedidos por un título
preliminar, en el que se señalan los principios fundamentales, que
sirven de inspiración a todo su articulado.
B) Valores Superiores:
El art. I. I de la C. E. después de proclamar que España se
constituye en un Estado Social y Democrático de Derecho,
establece que propugna como valores superiores de su
ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el
pluralismo político.
 LIBERTAD: El valor libertad tiene dos grandes dimensiones:
Una organizativa, que se refleja en la propia organización de
las instituciones del Estado.
Y otra dimensión vinculada al status de las personas en esa
organización social. La libertad es así, raíz de los derechos
fundamentales, y también de la parte orgánica de la Constitución.
 JUSTICIA: El valor justicia no es un valor claramente
identificable en abstracto, para muchos se asimila al derecho
natural aunque la dificultad surge en determinar el contenido de ese
derecho.
Kelsen identifica justicia con los contenidos de libertad del
sistema democrático.
 IGUALDAD: El valor igualdad tiene dos grandes
dimensiones la igualdad formal y la material:
La Igualdad Formal se desarrolla en el art. XIV que afirma
que los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda haber
discriminación por razón de nacimiento, raza, sexo, opinión,
religión o cualquier otra condición o circunstancia personal o
social.
La Igualdad Material pretende remediar la situación de
escasez existente en la sociedad a través de una distribución de los
bienes respecto al mayor número posible de personas.
 EL PLURALISMO POLÍTICO: El valor superior del
pluralismo tiene su más directa aplicación en el reconocimiento
que se hace en el art. XI de la función de los partidos políticos. Sin
embargo, también se reconoce el pluralismo en general al regular,
el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones; al
regular también el pluralismo lingüístico; al regular los sindicatos
de trabajadores y las asociaciones empresariales y al regular por
último, el derecho de asociación.
C) Principios generales de organización :
1º) Configuración del Estado como un Estado
Social y Democrático de Derecho.
2º) Principio de Soberanía Popular:
El art. I. II de la CE establece que la Soberanía Nacional reside
en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado. En el
constitucionalismo histórico español aparecen varios conceptos de
Soberanía:
Soberanía De Origen Divino: Que es en la que descansa la
monarquía absoluta.
Soberanía Nacional: Según este criterio, la nación es una entidad
abstracta, que como tal no puede actuar directamente sino a través
de ciertas personas, que obran en su nombre. El voto tiene la
función de determinar esas personas y para su ejecución se excluye
al pueblo como tal, exigiéndose para realizarlo determinadas
condiciones de renta o cultura. (Constitución de 1812 o de 1869)
Sufragio Censitario
Soberanía Compartida, Rey Cortes: Aparece en la Constitución
de 1876. Surge como una transacción entre los dos sujetos
principales del juego político: por un lado, el Monarca y por el otro
lado, las Cortes.
Soberanía Popular: En esta, el voto deja de ser una función y se
convierte en un derecho, de acuerdo con el cual cada ciudadano
mediante sufragio universal podrá usar facultativamente de su
porción de soberanía. A esta concepción responde el proyecto
constitucional de la I República, la Constitución de 1931 o la
constitución actual.
3º) Principio Monarquía Parlamentaria:
El art. I. III afirma que la forma política del Estado español es la
monarquía parlamentaria. Dicha forma de gobierno es adoptada
por unanimidad por las monarquías europeas contemporáneas, pero
sin embargo es la primera vez que aparece recogido este termino en
un texto constitucional.
Las tres bases sobre las que va a descansar esta forma política
son:
Un Rey que no puede actuar por sí mismo, sino a través de un
ministro responsable.
Un gobierno que responde ante la cámara de sus actos y de su
política y que por consiguiente, debe contar con su apoyo, ya que la
cámara puede hacer cesar al gobierno con un voto de censura o de
desconfianza.
Facultad del gobierno apoyada por el Rey de disolver el
Parlamento.
(Nota) : Se elige a Cortes, pero son las Cortes las que designan el
gobierno no existe una real separación de poderes. Esto es
asimilable con el principio de división de poderes, aunque en la
realidad este principio no se da, ya que, todos los poderes están
relacionados entre sí.
4º) Principio Regionalista o Principio de
Estado Regional:
Él artículo II determina que la Constitución se fundamenta en la
indisoluble unidad de la nación Española, reconociendo y
garantizando el derecho a la autonomía de las nacionalidades y
regiones que la integran.
D) Normas del título preliminar que no tienen la categoría d
Principios generales
1º) Lengua oficial: El Castellano es la lengua oficial del Estado
Español. Todos los españoles tienen él deber de conocerla y el
derecho a usarla. Las demás lenguas españolas serán también
oficiales en las respectivas comunidades autónomas de acuerdo
con sus Estatutos. Como desarrollo a este precepto los Estatutos de
Autonomía de Vascongadas, Cataluña, Galicia, Valencia y
Baleares, se han pronunciado por la cooficialidad dentro de cada
comunidad del Castellano con la lengua madre correspondiente. En
Navarra el castellano es la lengua oficial, pero el vascuence tendrá
también esa consideración en las zonas vascoparlantes de esa
comunidad. Art. III.
2º) La Bandera: Los Estatutos podrán reconocer banderas y
enseñas propias de las comunidades autónomas. Estas se utilizaran
junto a la bandera de España en los edificios públicos y en sus actos
oficiales. Art. IV.
3º) La Capitalidad: La capital de España es la villa de Madrid.
Art. V.
4º) Fuerzas Armadas: Constituidas por el ejército de Aire, de
Tierra y por la Armada. Tienen como misión fortalecer la soberanía
e independencia de España, defendiendo su integridad territorial y
el ordenamiento Constitucional.
El Rey de España
El jefe del Estado es el Rey Don Juan Carlos I de Borrón,
símbolo de la unidad y permanencia de la nación. El Rey arbitra y
modera el funcionamiento regular de las instituciones, asume la
más alta representación del Estado español en las relaciones
internacionales y ejerce las funciones que le atribuyen la
Constitución y las leyes.
LA CORONA
Por ser la forma política del Estado Español la Monarquía
Parlamentaria, el Rey deja de personificar la soberanía nacional
que ahora reside en el pueblo y de representar a la nación. El Rey se
convierte así en el titular de un órgano del Estado: la Corona, en
cuanto la Constitución le asigna unas funciones que debe
desempeñar.
*) FUNCIONES:
El Rey ejerce las funciones que le atribuye expresamente la
Constitución y las leyes, dichas funciones pertenecen a ámbitos
distintos.
I. -) Funciones de carácter legislativo:
1. Sancionar y promulgar las leyes. En el plazo de 15 días una
vez aprobada la ley por la Cortes. En este caso el Rey sancionará la
ley y ordenará su inmediata publicación.
2. Convocatoria y disolución de las Cortes Generales.
3. Convocatoria de elecciones.
4. Convocatoria de Referéndum. Para someter a consulta de
todos los ciudadanos decisiones públicas de especial
transcendencia. El Referéndum sólo se convoca a propuesta del
presidente del Gobierno, previamente autorizada por el Congreso
de los diputados.
II. -) Funciones de carácter ejecutivo:
1. Proponer y nombrar en su caso el candidato a presidente de
Gobierno
2. Nombrar y separar a los miembros del Gobierno a propuesta
de su Presidente.
3. Expedir los decretos acordados en el Consejo de Ministros.
4. Conceder honores y distinciones.
5.
Acreditar a los embajadores y otras representantes
diplomáticos y recibir las acreditaciones de los representantes
extranjeros en España.
6. Ostentar el mando supremo de las Fuerzas Armadas.
7. Ostentar el alto patronazgo de las Reales Academias.
8. Declarar la guerra y hacer la paz previa autorización de las
Cortes.
9. Ejercer el derecho de Gracia con arreglo a la ley la cual no
puede autorizar indultos generales.
10. La designación del presidente del Tribunal Supremo a
propuesta del Consejo General del Poder Judicial.
III) Funciones Judiciales
1. Ejercer el derecho de gracia con arreglo a ley, la Corona no
puede autorizar indultos generales.
2. Designación del Presidente del Tribunal Supremo a
propuesta del Consejo General del Poder Judicial; el
nombramiento del Fiscal General del Estado a propuesta del
Gobierno y el nombramiento de los 12 miembros del Tribunal
Constitucional.
*) RESPONSABILIDAD POLÍTICA DEL REY
La persona del Rey es inviolable y no esta sujeta a
responsabilidad. Sus actos están siempre refrendados, careciendo
de validez sin dicho refrendo, con excepción única del libre
nombramiento y relevo de los miembros civiles y militares de la
Casa Real. Los actos del Rey serán refrendados por el Presidente
del Gobierno y en su caso por los ministros correspondientes.
En consecuencia se deduce la irresponsabilidad política del Rey,
el cual simboliza, modera y arbitra pero no asume decisiones. Todo
ello supone que el Rey se limita con su firma a dar fe de que los
actos refrendados son actos del Estado
*) SUCESIÓN Y REGENCIA:
La corona de España es hereditaria en los sucesores de Juan
Carlos I al que la Constitución en su art. LVII declara legítimo
heredero de la dinastía histórica.
La sucesión en el trono seguirá el orden de primogenitura siendo
preferido siempre en el mismo grado el varón a la mujer.
Prefiriéndose igualmente la persona de más edad a la de menos
edad.
La Regencia:
Cuando el Rey sea menor de edad su padre o madre y en su
defecto el pariente mayor de edad mas próximo a sucederle en la
Corona, entrará a ejercer la Regencia y la ejercerá durante el tiempo
de la minoría de edad del futuro Rey.
Pero quien es el Rey actualmente?... ... .
Su Majestad el Rey nació el 5 de enero de 1938 en Roma, donde
residía la Familia Real, que había tenido que abandonar España al
proclamarse la República en 1931. Fueron sus padres Don Juan de
Borbón y Battenberg, Conde de Barcelona y Jefe de la Casa Real
española desde la renuncia de su padre el Rey Don Alfonso XIII, y
Doña María de las Mercedes de Borbón y Orleans.
Rey de todos los españoles
Tras la muerte del anterior Jefe del Estado, Francisco Franco,
Don Juan Carlos fue proclamado Rey el 22 de noviembre de 1975,
y pronunció en las Cortes su primer mensaje a la nación, en el que
expresó las ideas básicas de su reinado: restablecer la democracia y
ser el Rey de todos los españoles, sin excepción.
La transición a la democracia, pilotada por un nuevo equipo,
comenzó con la Ley de Reforma Política en 1976. En mayo de
1977, el Conde de Barcelona transmitió al Rey sus derechos
dinásticos y la Jefatura de la Casa Real española, en un acto que
constataba el cumplimiento del papel que correspondía a la Corona
en el retorno a la democracia. Un mes más tarde se celebraron las
primeras elecciones democráticas desde 1936, y el nuevo
Parlamento elaboró el texto de la actual Constitución, aprobada por
referéndum el 6 de diciembre de 1978 y sancionada por S. M. el
Rey en la sesión solemne de las Cortes Generales del 27 del mismo
mes y año.
La Constitución establece como forma política del Estado la
Monarquía parlamentaria, en la que el Rey arbitra y modera el
funcionamiento regular de las instituciones. En su mensaje a las
Cortes, Don Juan Carlos proclamó expresamente su decidido
propósito de acatarla y servirla. De hecho, fue la actuación del
Monarca la que salvó la Constitución y la democracia en la noche
del 23 de febrero de 1981, cuando los demás poderes
Constitucionales estaban secuestrados en el Parlamento por una
intentona golpista.
A lo largo de su reinado ha visitado oficialmente la práctica
totalidad de los países del mundo y los principales organismos
internacionales, tanto de carácter universal como regional.
Tribunal Constitucional
El Tribunal Constitucional es el intérprete supremo de la
Constitución. Es un órgano independiente de cualquier otro y no
forma parte del Poder Judicial: sólo está sujeto a la propia
Constitución y a la Ley Orgánica que lo regula. El Tribunal
Constitucional salvaguarda los derechos fundamentales de los
ciudadanos por la vía del llamado «recurso de amparo », una vez
agotadas las instancias judiciales ordinarias.
También controla la constitucionalidad de las leyes. Por último,
resuelve los conflictos de competencias que se suscitan entre el
Estado y las Comunidades Autónomas o de éstas entre sí. El
Tribunal Constitucional está integrado por doce miembros,
nombrados por el Rey: ocho a propuesta de las Cortes Generales,
dos del Gobierno y dos del Consejo General del Poder Judicial. La
designación se realiza por un periodo de nueve años y el Tribunal
se renueva por terceras partes cada tres años, sin que sus
componentes puedan ser reelegidos.
Concepto, organización y atribuciones básicas.
I. Concepto:
El titulo IX de nuestra Constitución lleva por título del Tribunal
Constitucional y comprende los artículos 169 a 175. Éste último
artículo establece que una Ley Orgánica regulará el
funcionamiento del Tribunal Constitucional, el estatuto de sus
miembros , el procedimiento ante el mismo y las condiciones para
el ejercicio de las acciones.
Tal ley es la de 3 de octubre de 1979 y se conoce con el nombre
de Ley Orgánica del TC. El TC es el órgano supremo que interpreta
el texto de la Constitución independientemente de los demás
órganos constitucionales sometidos a aquella y a su propia ley
orgánica.
Dos notas, pues, podemos decir que caracterizan al TC:
Que corresponde al TC la última interpretación de los preceptos
constitucionales, señalando la extensión y límites de los valores
superiores como la Libertad, Igualdad, Justicia y Pluralismo
Político.
Así, a través de la última y decisiva interpretación de los
preceptos constitucionales deviene el TC en garantía máxima de la
Constitución Española.
Que el TC es un órgano independiente, este requisito de
independencia es un requisito SINE QUAM NON ( necesario, de
obligado cumplimiento) para cumplir su misión.
El TC como órgano constitucional que es, debe tomar decisiones
siempre con criterios jurídicos, nunca con criterios políticos,
evitando de esta forma que se produzca una politización de la
justicia.
II. ESTRUCTURA DEL TRIBUNAL
CONSTITUCIONAL
El TC va a estar compuesto por 12 miembros nombrados por el
rey, cuatro a propuesta del Congreso, cuatro a propuesta del
Senado, dos a propuesta del gobierno y 2 a propuesta del CGPJ.
Podrán ser magistrados del TC, los jueces y magistrados, los
profesores de universidad, los funcionarios públicos y los
abogados todos ellos juristas de reconocido prestigio con más de 15
años de ejercicio.
Serán designados por un periodo de nueve años y se renovarán
por terceras partes cada tres años. Se instituye así una razonable
estabilidad asegurando su independencia a la vez que se dispone
una progresiva renovación del Tribunal.
Por último, el presidente del Tribunal será nombrado de entre
sus miembros por el Rey, a propuesta del mismo tribunal en pleno y
por un periodo de tres años.
III. Atribuciones: (3 grupos)
1º) Designados dentro del art. . 161 de la CE que establece que el
TC, tiene jurisdicción en todo el territorio Español y es competente
para conocer:
-Del recurso de inconstitucionalidad
disposiciones normativas con rango de ley.
contra
leyes
y
-Del recurso de amparo por violación de los derechos y
libertades fundamentales.
-De los conflictos de competencias entre el estado y las
comunidades autónomas o entre estas entre sí.
-De las demás materias que le atribuyan la CE o las leyes
orgánicas.
2º) El Gobierno podrá impugnar ante el TC las disposiciones y
resoluciones adoptadas por los órganos de las CCAA.
3º) Aparecen en el art. . 163, y hacen referencia a la llamada
cuestión de constitucionalidad.
Dicho artículo determina que cuando un órgano judicial
considere en algún proceso que una norma con rango de ley y
aplicable al caso de cuya validez dependa la sentencia, puede ser
contraria a la Constitución, planteará la cuestión ante el TC.
LOS PROCEDIMIENTOS DE CONTROL DE
CONSTITUCIONALIDAD DE LAS LEYES
* Recurso de inconstitucionalidad de las leyes o Recurso
directo:
objeto
legitimación
plazo
=> 1º) Objeto de recurso de inconstitucionalidad:
El art. . 161 de nuestra Constitución Española señala como
objeto del recurso de inconstitucionalidad las leyes y disposiciones
normativas con fuerza de ley y las disposiciones adoptadas por los
órganos de la comunidad autónoma, por su parte la LOTC
establece
que
serán
susceptibles
de
recurso
de
inconstitucionalidad: (6)
-1º) Los estatutos de autonomía y las demás leyes orgánicas
-2º) Las demás leyes, disposiciones normativas y actos
jurídicos del Estado con fuerza de ley.
-3º) Los tratados internacionales
-4º) Los reglamentos de las cámaras y reglamentos generales.
-5º) Las leyes, actos y disposiciones normativas con fuerza de
ley de las CCAA.
-6º) Los reglamentos de las asambleas legislativas de las
CCAA
=> 2º) Legitimación:
Estarán legitimados para la interpretación de dicho recurso el
presidente del gobierno, el defensor del pueblo, cincuenta
diputados , cincuenta senadores y los órganos de las CCAA.
La legitimación pues, queda limitada constitucionalmente a los
órganos señalados, no admitiendo por tanto la acción popular
directa en la impugnación de las leyes.
=> 3º) Plazo:
El recurso de inconstitucionalidad se formulará dentro del plazo
de 3 meses a partir de la publicación de la ley, disposición o acto
con fuerza de ley impugnado.
** La Cuestión de inconstitucionalidad:
concepto
requisitos
CONCEPTO: Esta segunda posibilidad aparece recogida por la
LOTC con el nombre de “ Cuestión de inconstitucionalidad”,
promovida por jueces o tribunales.
MECÁNICA: Cuando un juez o tribunal de oficio a instancia de
parte considera que una norma con rango de ley aplicable y de cuya
validez dependa el fallo, pueda ser contraria a la Constitución
plantará el problema ante el Tribunal Constitucional.
Dos son pues los presupuestos para plantear dicha cuestión:
1º) Que exista un proceso abierto ante cualquier juez o tribunal
2º) Que la decisión de ese proceso halla de hacerse en base a una
ley cuya compatibilidad con la Constitución sea dudosa, a juicio
del órgano que ha de dictar el fallo.
Dicha duda le podrá haber surgido al TC de forma espontánea
(actuará de oficio) o bien le habrá sido suscitada por alguna de las
partes (a instancia de parte)
Requisitos: Para que pueda plantearse dicha cuestión serán
necesarias dos cosas:
1º) Que se trate propiamente de una cuestión de
inconstitucionalidad, es decir, es necesario que una de las leyes
utilizadas pueda incurrir en disconformidad con las normas
constitucionales.
2º) Conexión con la pretensión objeto del proceso, es decir que
no vasta con que una norma con rango de ley pueda ser contraria a
la CE, es necesario además que tal norma sea aplicable al caso y
que de su validez dependa el fallo.
EL RECURSO DE AMPARO
Concepto
Modalidades
Legitimación
Plazo
* Concepto del recurso de amparo:
El recurso de amparo es un proceso constitucional atribuido a la
competencia del TC y encaminado a la protección o amparo de
todos los ciudadanos en las libertades y derechos reconocidos en
los arts. 14 a 30 de la Constitución, contra violaciones del estado,
las CCAA y demás entes públicos, así como por sus funcionarios y
agentes.
** Modalidades:
Las violaciones de los derechos y libertades fundamentales
pueden proceder de los 3 clásicos poderes del estado ( legislativo,
ejecutivo y judicial)
1º) Lo que hace referencia a los actos de órganos legislativos
para darse este recurso será necesario que emanen de órganos
propiamente legislativos tanto del estado como de las CCAA que
sean actos sin valor de ley y que sean actos firmes.
2º) Cuando se recurren actos de órganos políticos y
administrativos se admite el amparo constitucional frente a las
disposiciones y actos jurídicos del gobierno de sus autoridades y
funcionarios. El único requisito a que se supedita el recurso es que
se haya agotado la vía judicial.
3º) Es cuando se trata de actos de organizaciones
jurisdiccionales.
En este caso se requiere que se hayan agotado todos los recursos
utilizables dentro de la vía judicial y además que se haya invocado
formalmente en el proceso del Derecho constitucional vulnerado.
Legitimación:
Están legitimadas para la interposición de este recurso todas las
personas naturales o jurídicas que invoquen un interés legítimo, así
como el defensor del pueblo y el Mº Fiscal.
Plazo:
El plazo será el de los 20 días siguientes a la notificación
recibida en el previo proceso judicial.
No obstante se prevé también el plazo de 3 meses cuando se
formalice contra los actos emanados de los órganos legislativos del
estado o de las comunidades autónomas.
EL Poder Legislativo
EL PARLAMENTO
Desde que Montesquiu formulo la división clásica de poderes, el
sistema democrático parte de la distribución entre el poder
legislativo, el ejecutivo y el judicial. En España, el poder
legislativo se otorga a las Cortes Generales que la Constitución
regula en el Titulo II (art. 66 al 96).
Las Cortes Generales se componen de dos cámaras: El Congreso
de los Diputados y el Senado. Representan al pueblo español (art.
66. 1) y ejercen la potestad legislativa del Estado, controlan la
acción del gobierno y tienen otras competencias que les atribuye la
Constitución (art. 66).
Las Cortes Generales como representantes del poder legislativo
y titulas de la soberanía popular, tienen reconocida la superioridad
sobre otros poderes del Estado. Son las únicas que pueden legislar
en el sentido estricto y también las únicas que pueden controlar el
poder ejecutivo a al Gobierno. Mantienen así mismo una función
de protección de la institución monárquica y de intervención y
control no legislativo por lo que respecta a la cooperación entre
diferentes comunidades autonómicas.
El Congreso es el principal órgano político que tiene la
representación del pueblo español y también el que elabora las
leyes con la participación del Senado. Actualmente integran el
Congreso 350 diputados. La Constitución prevé un mínimo de 300
y un máximo de 400. Son elegidos por circunscripciones
electorales mediante un sistema proporcional en listas cerradas y
bloqueadas cada cuatro años.
El Senado tiene una representación territorial de ámbito
provincial. Cada provincia elige cuatro senadores y a demás las
comunidades autonómicas designan un senador por Comunidad y
otro más por cada millón de habitantes de su territorio respectivo.
El mandato también es por un periodo de cuatro años. Actualmente
esta compuesto por 208 senadores.
El ejercicio de la potestad legislativa del Estado corresponde a
las Cortes Generales, que representan al pueblo español y controlan
la acción del Gobierno. Están compuestas por dos Cámaras:
Congreso de los Diputados y Senado. Se trata de un sistema
parlamentario que responde al tipo «bicameral imperfecto », no
siendo equiparables las competencias de una y otra Cámara.
Diputados y Senadores son elegidos por cuatro años. Existe la
posibilidad de disolución anticipada de las Cortes a iniciativa del
Presidente del Gobierno. Cuadro de resultados comparativos de
los partidos politicos
Las cortes son una Institución parlamentaria bicameral española,
depositaria de la soberanía popular y actualmente integrada por e1
congreso de los diputados y el senado. Sus orígenes datan de la
asamblea que aconsejaba a los monarcas cristianos peninsulares
desde el s. XI, institucionalizadas gradualmente como
estamentales.
EL ORIGEN DE LAS CORTES
Órgano consultivo de los Reyes
Los antecedentes históricos de las cortes se remiten al s. XI,
cuando algunos monarcas de los reinos hispanos, recurrieron a la
convocatoria de un órgano consultivo de base amplia para adoptar
sus decisiones más importantes.
Estas asambleas mixtas de altas dignidades eclesiásticas y
miembros de la nobleza, en las que se trataban circunstancias
religiosas y políticas.
Los reyes, ya en el s. XI, siguieron reuniendo a esas mismas
fuerzas en asambleas de naturaleza seglar llamadas de curia plena o
general.
Posiblemente en 1170, y con seguridad en 1188, Alfonso IX, rey
de león, admitió también en aquel órgano a los representantes de
las ciudades, dado el desarrollo que habían experimentado las
comunidades locales. Esta presencia se vio confirmada años más
tarde, en 1202, al reunir el mismo monarca otra curia plena a la que
asistieron los obispos, los vasallos del rey y muchos representantes
de las villas del reino.
En 1188 Alfonso IX se había comprometido a no declarar la
guerra, firmar la paz o tomar decisiones judiciales sin consultar a
los obispos, los nobles o los hombres buenos, es decir los
representantes de las ciudades, pero no se había arbitrado ningún
medio jurídico para exigir que cumpliera su compromiso de pedir
consejo, por lo que nada le impidió seguir dictando disposiciones
con fórmulas imperativas.
Proceso de institucionalización
El fenómeno de la participación de representantes de las
comunidades locales en esos órganos consultivos del rey de base
amplia, sé realizó durante el s. XI de manera independiente, en los
reinos de Castilla, Navarra y en la Corona de Aragón.
A fines del s. XIII y principios del XIV, la actividad de las curias
y de las asambleas más o menos solemnes tendió a
institucionalizarse sobre todo en lo que se refiere a su periodicidad.
Aragoneses y catalanes lo consiguieron en 1283,
aprovechándose de las necesidades de Pedro el Grande, quien
accedió a que se reunieran anualmente, pero Jaime II impulsó en
1301 que en Cataluña valencia lo hicieran cada tres años y en
Aragón, a partir de 1307, cada dos años.
En, Castilla no se llegó a determinar una periodicidad con
carácter general pero sí, en 1313, su convocatoria cada dos años
durante la minoría de edad de Alfonso XI como medida de control
de su tutoría.
Cortes generales
A este órgano, fuertemente institucionalizado en la corona de
Aragón, y en menos medida en Castilla o Navarra, se le aplicaron
mas tarde, versiones romances del término curia.
Las versiones no diferían en la radical de las voces, sino en su
terminación singular o plural, pues tanto en Castilla se utilizaba en
plural con la forma cortes, en la corona de Aragón se hacía en
singular, con la forma cortes y solo tardíamente y a finales del s.
XIV apareció la forma plural de cortes. Tanto en una forma como
en otra se le solía agregar el calificativo general o generales.
En Castilla se distinguió entre el órgano permanente que
rodeaba al rey, la corte, y la agrupación de los órganos
representativos, las cortes, de los distintos reinos.
Configuración Estamental
Una característica general de las cortes de los distintos reinos
hispanos fue su naturaleza estamental. No agrupaban a
representantes de toda la comunidad política, sino a representantes
de las clases sociales.
Las clases fundamentales eran 3: eclesiásticos, nobles y el de las
comunidades locales, aunque en Aragón fuera una más al partirse
los nobles en alta nobleza y hombres ricos.
En las verdaderas cortes había que agrupar a todos los estados
con el rey. La actuación de las cortes medievales estuvo, pues,
dominada por su naturaleza estamental. La única figura que superó
esta división fue la del rey, a quien correspondía la convocatoria y
la determinación de los asuntos por tratar, los que se explicaban en
su discurso de apertura y al que contestaban los estamentos.
Después, cada uno de ellos deliberaba por separado, y aun
negociaba también por separado con el rey.
Período de decadencia
Durante el período de los Austrias, las cortes de la Corona de
Aragón no entraron en decadencia total, como las de Castilla, y aun
mantuvieron o vigorizaron sus órganos permanentes y
diputaciones, disminuyó su actividad como consecuencia de su
resistencia a celebrarlas sin la asistencia del rey. En Navarra,
donde se aceptó la representación de los virreyes para celebrarlas,
su actividad fue incluso más intensa que en la edad media. A
principios del siglo XVIII, como consecuencia de su oposición a
Felipe V se suprimieron las cortes en los territorios los la Corona de
Aragón, pero se les dio participación, en las de Castilla, que
pasaron así a ser de tipo nacional. En realidad eso supuso la
decadencia general de la institución, pues fueron convocadas muy
raramente, y sólo para obtener consenso en los problemas de la
corona, como el juramento del nuevo monarca o la de la ley
sucesorio. Y como único recuerdo de las viejas asambleas
subsistió la determinación de la aportación económica de las
ciudades, pero sin que fuese objeto de discusión, y sin remotamente
intentase ser aprovechada como arma política para la obtención de
concesiones por el monarca.
LAS CORTES DEL RÉGIMEN FRANQUISTA
Dependencia del gobierno
Las cortes creadas por ley del 17 de julio de 1942, recogieron el
nombre, y poco más de la institución parlamentaria de la época
republicana. Al permanecer concentrados todos los poderes en la
figura del jefe de estado, correspondían únicamente a las cortes
funciones de colaboración, concretadas en la preparación y
elaboración de normas jurídicas de carácter general. El gobierno no
so solo era responsable ante ellas, sino que las cortes venían a
depender del a través de la misma composición de la cámara y de la
figura presidente, enlace entre las instituciones y el gobierno.
Proscritos los partidos políticos, el sistema de representación
orgánico se combinaba con el peculiar funcionamiento de la
cámara, de trabajo. Sólo se reservaba el pleno para la aprobación
definitiva de los textos elaborados por cada ponencia, previo
debate de las enmiendas que, sin haber prosperado en colisiones,
tuviesen apoyo de una minorías cualificada de votos.
Escaños para el asentamiento de la dictadura
Las cortes franquistas fueron en la practica un organismo
deliberante con funciones limitadas al asentamiento más o menos
unánime y a la adesión política del gobierno.
Incluso en su periodo de mayor actividad. La 10ª legislatura
inaugurada por franco el 18 de noviembre de 1971, el gobierno
dictó 101 decretos leyes y solo remitió a las cortes, para su
dictamen y aprobación, 98 proyectos de ley, la mitad de los cuales
fueron aprobadas por unanimidad.
En esa misma legislatura no llego a promulgarse ninguna ley
surgida de la iniciativa de las cortes, y tan solo se produjo una
interpelación del gobierno.
LAS CORTES GENERALES DE LA DEMOCRACIA
Depositarias de la representación popular
Las cortes generales, denominación de honda tradición histórica
en el derecho constitucional español, están formadas por dos
cámaras: el congreso de los diputados y el senado.
Integradas por 350 diputados y 11 senadores, poseen una
preeminencia sobre los demás poderes del estado al residir en ellas
la representación popular. Ejercen la potestad legislativa del
estado, aprueban sus presupuestos, controlan la acción gobierno y
ostentan diversas y complejas funciones en relación con distintos
poderes e instituciones del estado.
Las cortes, que gozan de autonomía interna tanto a nivel
reglamentario y administrativo como financiero, aprueban su
presupuesto y regulan el estatuto del personal a su servicio. Los
órganos de cada una de las cámaras son: el presidente, la mesa, los
grupos parlamentarios, la junta de portas y la diputación
permanente. Las dos, que se reúnen en pleno y comisiones, están
divididas a su vez en legislativas permanentes y comisiones de
investigación. Celebran anualmente dos períodos de sesiones: el
primero de septiembre a diciembre y el segundo de febrero a junio.
También pueden reunirse en sesión extraordinaria bajo ciertos
supuestos contemplados en la constitución y celebrar sesiones
conjuntas para ejercer las competencias no legislativas previstas en
el título 11 de la constitución referidas a la corona.
Preeminencia del congreso
Para ejercer la función legislativa, la constitución establece los
principios generales, relegando a los reglamentos del congreso y
senado los detalles del procedimiento. La iniciativa legislativa
corresponde a ambas cámaras (junto con el gobierno, las asambleas
de las comunidades autónomas y la iniciativa popular), aunque de
hecho el congreso goza de preeminencia con respecto al senado en
este asunto. A la cámara baja o congreso le corresponde la
iniciativa, elaboración, discusión y aprobación de los proyectos de
ley, mientras que el senado limita sus actividades a la deliberación
de los proyectos previamente aprobados por el congreso.
En cualquier caso, puede proponer enmiendas o vetar (por
mayoría absoluta) u6 proyecto de ley previamente aprobado por el
congreso. Éste debe aceptar ¿ no, por mayoría simple, las
enmiendas propuestas por el senado. En caso de no hacerlo, el
congreso debe ratificar el texto por mayoría absoluta o por mayoría
simple transcurridos dos meses.
El congreso, que convalida los decretos-leyes, emanados del
gobierno, también goza de preeminencia con respecto al senado en
lo que concierne al control del poder ejecutivo. Concede la
confianza en la votación de investidura del presidente del gobierno
y puede exigir su responsabilidad política a través de la adopción
de una moción de censura, siendo asimismo esa misma cámara la
que decide en el caso de una cuestión de confianza planteada por el
gobierno.
En lo referente al control parlamentario, las dos cámaras están
facultades para recabar informaciones al ejecutivo, reclamar la
presencia de sus miembros en el pleno o en comisiones y efectuar
interpretaciones v preguntas.
Además de las funciones mencionadas, las cortes ostentan otras
importantes prerrogativas. Participan directamente en la toma de
decisiones políticas de especial trascendencia: sancionan tratados
internacionales; autorizan la declaración de guerra o la firma de
paz, declaran el estado de sitio o autorizan el estado de excepción.
Reforma del Senado
En 1994 una ponencia de la propia cámara quedó encargada de
estudiar la reforma del senado para convertirla en asamblea de
representación territorial en concordancia con la organización
autonómica del estado. El senado ha tenido desde la constitución
de las nuevas cortes democráticas, una clara voluntad de ser la
cámara de representación territorial, pero las sucesivas legislatura,
han demostrado una y otra vez que no ha conseguido su objetivo.
La reforma precisaba, según la mayoría de expertos, cambiar el
artículo 69 de la constitución, que determina las funciones de la
cámara, y a esa dificultad se sumaba la de contentar a un mismo
tiempo las aspiraciones nacionalistas y regionalistas.
El Congreso de los Diputados
El Congreso está integrado por 350 Diputados elegidos por
sufragio uni versal, libre, igual, directo y secreto. La
circunscripción electoral es la pro vincia. El número de Diputados
por provincia depende de su población. La atribución de escaños a
los distintos grupos políticos sigue criterios de representación
proporcional al número de votos obtenidos por las listas cerradas
de cada grupo (sistema electoral proporcional corregido por la
fórmula D ’Hont).
NATURALEZA DEL CONGRESO DE LOS
DIPUTADOS
La Constitución de 1978 ha establecido un Parlamento
bicameral. Las Cortes Generales están formadas por el Congreso de
los Diputados y el Senado. Ambas Cámaras representan al pueblo
español. Las Cortes Generales ejercen la potestad legislativa del
Estado, aprueban sus presupuestos, controlan la acción del
Gobierno y tienen las demás competencias que les atribuya la
Constitución.
Sin embargo, este bicameralismo no supone una equiparación
completa entre el Congreso y el Senado. La Constitución ha
reservado al Congreso una serie de funciones y facultades que
revelan su primacía. De esta forma, el Congreso autoriza la
formación del Gobierno, puede provocar su cese, conoce en primer
lugar de la tramitación de los proyectos legislativos y de los
presupuestos y debe confirmar o rechazar las enmiendas o vetos
que puede aprobar el Senado sobre estos textos legislativos.
El Congreso de los Diputados se rige, básicamente, por lo
dispuesto en la Constitución y en su Reglamento.
Composición y elección del Congreso de los
Diputados
La Constitución establece que el Congreso contará con un
mínimo de 300 y un máximo de 400 Diputados, debiendo la ley
electoral concretar este número. La normativa vigente (Ley
Orgánica del Régimen Electoral General de 19 de junio de 1985) ha
fijado en 350 el número de miembros de la Cámara.
Todos los Diputados son elegidos por sufragio universal, libre,
igual, directo y secreto. La circunscripción electoral es la
provincia. La ley electoral asigna dos escaños a cada una de ellas y
distribuye los demás en proporción a la población respectiva. Ceuta
y Melilla eligen un representante cada una.
A su vez, dentro de cada circunscripción la elección se verifica
por un sistema proporcional, de tal forma que cada lista obtiene un
número de escaños en función de los votos recibidos.
Duración de la Legislatura
El Congreso es elegido por cuatro años. El mandato de los
Diputados termina cuatro años después de su elección o el día de la
disolución de la Cámara. En ambos casos, la renovación afecta a la
totalidad de sus miembros.
Mandato de los Diputados
Elegidos sobre una base provincial, los Diputados representan a
su circunscripción electoral y al conjunto del pueblo español. La
elección circunscripciones provinciales es un instrumento para la
formación del órgano de representación de la voluntad del pueblo
español.
La Constitución establece que los miembros de las Cortes
Generales no estarán ligados por mandato imperativo. Esta
circunstancia no excluye, obviamente, el que los parlamentarios
puedan voluntariamente incluirse en un Grupo Parlamentario y
someterse a su disciplina interna.
Prerrogativas y derechos de los Diputados
Los Diputados, al igual que los Senadores, disponen de dos
importantes prerrogativas, que la Constitución les reconoce, no con
carácter de privilegio personal, sino para proteger el ejercicio de
sus funciones. Inviolabilidad e inmunidad son propiamente
garantías institucionales de las Cámaras, de las que gozan sus
miembros en cuanto participan en el desarrollo de las funciones
constitucionalmente asignadas al Congreso de los Diputados.
La inviolabilidad afecta a las opiniones manifestadas y a los
votos emitidos en el ejercicio del cargo representativo y supone la
irresponsabilidad por los mismos. Sin embargo, esta
irresponsabilidad no tiene carácter absoluto, sino sólo en relación a
terceros extraños a la Cámara. En el ámbito interno, el Diputado
está sujeto a las normas de disciplina parlamentaria que, de acuerdo
con el Reglamento, aplican el Presidente y la Mesa de la Cámara.
La inmunidad cubre los actos realizados por el Diputado durante
el período de su mandato y supone la prohibición de ser inculpado
o procesado sin la previa autorización del Congreso, y que su
detención tan sólo sea posible en caso de flagrante delito.
Los Diputados perciben una asignación económica con cargo al
presupuesto de la Cámara, teniendo derecho, asimismo, a otras
ayudas, franquicias e indemnizaciones por gastos que sean
indispensables para el cumplimiento de su función.
LA FUNCIÓN LEGISLATIVA
La primera función del Congreso es la legislativa, esto es, la
aprobación de las leyes, se comprende la aprobación de los
Presupuestos Generales del Estado.
LA FUNCIÓN DE CONTROL Y DIRECCIÓN
En el sistema parlamentario español, el Gobierno está sometido
al control de las Cortes Generales. La intervención del Congreso es
decisiva para su formación y puede también provocar su cese a
través de diversos medios. El Gobierno responde de su gestión
política ante el Congreso de los Diputados, responsabilidad que
tiene carácter solidario y, en consecuencia, se extiende al conjunto
de sus miembros.
Investidura del Gobierno
Tras cada renovación electoral del Congreso de los Diputados, y
en los demás supuestos de cese del Gobierno (pérdida de la
confianza parlamentaria, dimisión o fallecimiento de su Presidente)
se hace preciso constituir un nuevo Gobierno.
A tal efecto el Rey, tras oír a los representantes de las distintas
fuerzas parlamentarias, propone al Congreso un candidato a la
Presidencia del Gobierno, a través del Presidente de la Cámara. El
candidato así propuesto debe exponer su programa político,
abriéndose a continuación un debate con participación de los
representantes de los Grupos Parlamentarios. Para ser investido
con la confianza parlamentaria y poder ser nombrado Presidente, el
candidato necesita obtener el voto favorable de la mayoría absoluta
de los Diputados. Si no la obtiene, se procede a una segunda
votación, en la que sólo se requiere la mayoría simple. Si tampoco
así se logra la confianza, deben tramitarse propuestas de nuevos
candidatos, siguiendo el mismo procedimiento. En el caso de
transcurrir dos meses sin que el Congreso haya elegido Presidente
del Gobierno, el Rey debe disolver las Cámaras y convocar nuevas
elecciones.
La elección de los Ministros y demás miembros del Gobierno no
corresponde a la Cámara, sino al propio Presidente del Gobierno,
quien propone libremente al Rey su nombramiento y cese.
Nociones de Censura y Cuestiones de Confianza
La aprobación de una moción de censura o la denegación de la
confianza son medios con los que el Congreso de los Diputados
puede provocar la caída del Gobierno. Tanto una como otra
testimonian la ruptura de la relación de confianza que debe existir
entre el Gobierno y la Cámara.
La moción de censura es de tipo constructivo, en el sentido de
que debe llevar incluida la propuesta de un candidato a la
Presidencia del Gobierno. Con ello, se evita que la Cámara pueda
derribar al Gobierno constituido si no existe acuerdo sobre el que
haya de sucederle y el consiguiente peligro de períodos sin
Gobierno. Así pues, la censura del Gobierno existente implica la
simultánea elección de uno nuevo. La presentación de una de estas
mociones debe hacerse por la décima parte, al menos, de los
Diputados y para su aprobación se requiere el voto de la mayoría
absoluta.
La cuestión de confianza sólo puede plantearse por el Presidente
del Gobierno, previa deliberación del Consejo de Ministros. Su fin
es comprobar el respaldo que tiene en el Congreso, y debe
formularse en relación a su programa político o a una declaración
de política general. A diferencia de lo que ocurre con la moción de
censura, sólo se necesita la mayoría simple para que la confianza se
entienda otorgada. Si no se alcanza ésta, el Gobierno debe
presentar su dimisión, abriéndose entonces el procedimiento de
investidura.
Interpelaciones, Preguntas y
Comparecencias
Los Diputados fiscalizan la actuación del Gobierno y, a través
suyo, de la Administración pública por medio de preguntas e
interpelaciones. Unas y otras suponen una demanda de explicación
o información dirigida al Gobierno. Se diferencian porque las
preguntas pueden recaer sobre cualquier asunto que incumba a este
último, mientras que las interpelaciones afectan a las conducta del
ejecutivo en cuestiones de política general, bien del Gobierno bien
de algún departamento ministerial, lo que supone reservarlas para
temas de marcado interés general. En coherencia con su distinto
alcance, las interpelaciones han de formularse en sesión plenaria,
mientras que las preguntas pueden recibir contestación
gubernamental no sólo en esta forma, sino también en las
Comisiones, o por escrito, que se publica en el Boletín Oficial de la
Cámara. Además existen, como instrumento de control
parlamentario, las comparecencias, mediante las cuales, un
miembro del Gobierno, autoridades o funcionarios públicos acuden
ante el Pleno o una Comisión para informar en profundidad sobre
un tema.
Proposiciones no de ley, Mociones y
Resoluciones
Las proposiciones no de ley, mociones y resoluciones son actos
no legislativos por los que el Congreso manifiesta su postura sobre
un tema o problema determinado. Contienen, por tanto, un acuerdo,
una manifestación de voluntad del Congreso, pero con un alcance
más político que jurídico.
Nombramiento y elección de personas
El Congreso de los Diputados participa en la designación de los
titulares de ciertos órganos estatales, dotando así a éstos del
respaldo de los representantes populares.
En concreto, le corresponde elegir, por mayoría de tres quintos,
a cuatro de los doce miembros del Tribunal Constitucional y a la
mitad de los miembros del Consejo General del Poder Judicial. Por
la misma mayoría debe elegir a seis de los doce consejeros del
Tribunal de Cuentas. Y, conjuntamente con el Senado, al Defensor
del Pueblo.
Grupos Parlamentarios
Los Grupos Parlamentarios son agrupaciones de Diputados
producidas por afinidades políticas o ideológicas. Aunque no es un
requisito necesario, los Grupos Parlamentarios suelen ser reflejo
dentro de la Cámara de los partidos políticos o coaliciones de
partidos que han concurrido a las elecciones, al estar integrado
cada Grupo por parlamentarios pertenecientes a un mismo partido
o coalición.
Los Grupos tienen una destacadísima importancia en el
funcionamiento interno del Congreso y son los verdaderos actores
que participan en la formación de sus decisiones. Así, los puestos
de las Comisiones y de la Diputación Permanente se distribuyen
proporcionalmente entre los mismos, pudiendo los Grupos operar
sustituciones entre sus miembros. Sus representantes constituyen la
Junta de Portavoces, órgano decisorio del orden del día de las
sesiones de la Cámara. Los Diputados ocupan los escaños del salón
de sesiones distribuidos por grupos. Determinadas iniciativas,
como las proposiciones de ley, las enmiendas a la totalidad y las
proposiciones no de ley, les están reservadas.
Los debates giran normalmente en torno a los turnos de palabra
previstos en favor de sus portavoces. Reciben una subvención del
presupuesto de la Cámara, locales y otros medios materiales.
Para la formación de un grupo parlamentario es necesaria la
reunión de, al menos, 15 Diputados, o la de 5 cuando las
formaciones políticas respectivas hubieran obtenido como mínimo
el 15 por 100 de los votos de las circunscripciones en que hubiesen
presentado candidaturas o el 5 por 100 de los votos del conjunto
nacional. Ahora bien, estos mínimos sólo son exigidos para su
constitución, no para su funcionamiento posterior, ya que su
disolución únicamente se produce cuando su número desciende a
menos de la mitad de los antes citados. Los Diputados que no se
incluyan en algunos de los grupos voluntariamente creados,
quedan incorporados al Grupo Mixto.
El Senado
Está configurado en la Constitución como la Cámara de
representación territorial. Lo integran 256 Senadores, de los cuales
208 son elegidos por sufragio universal directo (a razón de cuatro
representantes por provincia y los 48 restantes son designados por
las Asambleas legislativas de las Comunidades Autónomas (a
razón de un Senador por cada Comunidad más otro representante
por cada millón de habitantes de su respectivo territorio). La
atribución de Senadores a los grupos políticos responde a criterios
mayoritarios en lista única (sistema electoral mayoritario).
El artículo 69. 1 de la Constitución define al Senado como la
Cámara de representación territorial. El carácter territorial del
Senado que consagra nuestra norma fundamental se manifiesta en
su composición, en las funciones que tiene encomendadas y en
elementos de su estructura.
El Senado cuenta, atendiendo a su procedencia, con dos tipos de
miembros dotados exactamente de los mismos derechos y
prerrogativas. El grupo más numeroso está formado por doscientos
ocho Senadores de elección directa por los ciudadanos mediante un
sistema mayoritario aplicado, como regla general, sobre
circunscripciones plurinominales de base provincial. De este modo
en cada una de las provincias peninsulares se eligen directamente,
con independencia de su población, cuatro Senadores. En las
provincias insulares se eligen, por el mismo sistema mayoritario,
tres Senadores en cada una de las islas mayores (Gran Canaria,
Mallorca y Tenerife) y uno en las restantes (Ibiza-Formentera,
Menorca, Fuerteventura, Gomera, Hierro, Lanzarote y La Palma).
Asimismo en las ciudades de Ceuta y Melilla se eligen, también
directamente por los ciudadanos, dos Senadores en cada una de
ellas.
Este factor territorial en la composición del Senado, resultante
de asignar igual número de Senadores a distritos con varios
millones de habitantes (como las provincias de Madrid y
Barcelona) y a otros que escasamente superan los cien mil, se
refuerza a través de la representación en la Cámara de las
Comunidades Autónomas, las cuales pueden designar un Senador y
otro más por cada millón de habitantes de su respectivo territorio,
correspondiendo efectuar la designación, por el procedimiento
establecido en su propia legislación, a la Asamblea Legislativa de
cada Comunidad Autónoma. Los miembros de la Cámara
designados por las Comunidades Autónomas ascienden en la
actualidad
a
cincuenta
y
uno.
Las funciones atribuidas al Senado en la Constitución reflejan su
naturaleza de Cámara territorial, pues es precisamente en las
materias relacionadas con el desarrollo autonómico y la política
regional o local donde alcanza un mayor protagonismo
institucional, tanto por su especialización de hecho, como por las
competencias que expresamente tiene atribuidas.
Existe una serie de funciones referidas a materias de
trascendencia autonómica en las que el Senado iguala sus poderes a
los de la Cámara Baja e incluso tiene la facultad de pronunciarse
con carácter previo.
Son las siguientes:
Autorización de los acuerdos de cooperación
Comunidades Autónomas (artículo 145. 2 CE).
entre
Dotación, distribución y regulación del Fondo de Compensación
Interterritorial (artículo 158. 2 CE).
Adopción de medidas para obligar a las Comunidades
Autónomas al cumplimiento forzoso de sus obligaciones
constitucionales y legales o prevenir su actuación cuando atente
gravemente contra el interés general de España (artículo 155 CE).
Apreciación de la necesidad de dictar leyes de armonización de
las disposiciones normativas de las Comunidades Autónomas
(artículo 150. 3 CE).
Junto a estas competencias en las que la Cámara ocupa una
posición institucional de singular relevancia, el Senado ejerce sus
funciones constitucionales ordinarias (esto es, su actuación como
poder colegislador del Estado, su intervención en la autorización
para concluir Tratados internacionales, la aprobación del
Presupuesto, el control político al Gobierno, la información,
estudio e investigación en cuestiones de interés general, etc. ) con
especial atención sobre los aspectos territoriales de los diferentes
asuntos.
Las vías empleadas para la especialización del Senado en los
asuntos territoriales son varias, si bien entre todas ellas destaca por
su importancia la Comisión General de las Comunidades
Autónomas.
Esta Comisión parlamentaria fue creada en la reforma del
Reglamento del Senado aprobada el 11 de enero de 1994 y se
enmarca dentro de un proceso más amplio, iniciado en 1989,
orientado a la adecuación definitiva del Senado a la estructura del
Estado autonómico y a la perfección de los instrumentos con que
cuenta
para
ejercer
su
función
territorial.
La principal peculiaridad de la Comisión General de las
Comunidades Autónomas reside en su composición, al integrar en
un mismo órgano a Senadores, a representantes del Gobierno de la
Nación y a los Gobiernos autonómicos.
En primer lugar, la Comisión está formada, como miembros de
pleno derecho (esencialmente con derecho a voto), por el doble de
Senadores que las restantes Comisiones legislativas de la Cámara,
lo que eleva su número actualmente a cincuenta miembros. No
obstante, el Reglamento prevé expresamente (artículo 56. bis. 1
RS) que todos los Senadores designados por las Asambleas
Legislativas de las Comunidades Autónomas que no sean
miembros de la Comisión General sean advertidos con antelación
suficiente de la celebración de sus sesiones, en las cuales podrán
intervenir.
En segundo término el Reglamento del Senado (artículo 56. bis.
2 RS) regula la presencia gubernamental en la Comisión General,
estableciendo que podrán intervenir en sus debates tanto los
miembros del Gobierno de la Nación como los Presidentes de las
Comunidades Autónomas (o miembros de los Consejos de
Gobierno respectivos en quien deleguen), los cuales tienen
asimismo derecho a solicitar la convocatoria de la Comisión.
La Comisión General está regida por una Mesa que, al igual que
la Mesa del Senado y a diferencia de las restantes Comisiones, está
integrada por un Presidente, dos Vicepresidentes y cuatro
Secretarios
(artículo
55
RS).
En cuanto a sus funciones, la Comisión General tiene atribuidas
muchas y de muy variada naturaleza en el extenso artículo 56 del
Reglamento del Senado. Además de su competencia legislativa
ordinaria, equiparable a la de las restantes Comisiones de la
Cámara que tengan este carácter, destaca entre las funciones
encomendadas a esta Comisión la de "... emitir informe acerca del
contenido autonómico de cualquier iniciativa que haya de ser
tramitada en el Senado". Este informe acerca del contenido
autonómico permite dar entrada a las Comunidades Autónomas,
representadas por sus órganos colegiados de gobierno, en el
procedimiento legislativo del Estado y expresar su posición
política de forma institucionalizada ante un órgano constitucional
de
éste.
A esta competencia nuclear de la Comisión General se une la de
celebrar anualmente un debate, también con presencia de los
Gobiernos de las Comunidades Autónomas y del Gobierno de la
Nación, cuyo único punto del orden del día es efectuar un balance
de la situación del Estado de las Autonomías. En esta sesión las
intervenciones que se produzcan podrán realizarse en cualquiera de
las lenguas que, con el castellano, tienen el carácter de oficiales en
alguna Comunidad Autónoma (artículo 56. bis. 7 RS).
La Comisión General es asimismo el órgano de la Cámara
encargado de elaborar el Dictamen para su debate en sesión
plenaria sobre los asuntos de especial trascendencia autonómica
antes indicados (autorización de acuerdos de cooperación entre
Comunidades Autónomas, los proyectos de Ley de armonización
del artículo 150 de la Constitución, las iniciativas del Gobierno en
el supuesto previsto en el artículo 155 de la Norma Fundamental, y
la distribución del Fondo de Compensación Interterritorial).
Finalmente, la Comisión General desarrolla importantes
funciones de orden informativo, al tener atribuida en el
Reglamento (artículo 56. a RS) la competencia para iniciar cuantos
trámites de estudio o de seguimiento considere oportunos sobre
materias de naturaleza autonómica. En ejercicio de esta función, la
Comisión ha constituido diversas ponencias de estudio.
Otro elemento característico de la estructuración territorial del
Senado son los Grupos territoriales, creados por el procedimiento
previsto en el artículo 33 del Reglamento dentro de los Grupos
parlamentarios, e integrados por al menos tres Senadores (artículo
32RS).
Los Grupos territoriales pueden intervenir en los debates del
Pleno sobre cuestiones que afecten de modo especial a una o más
Comunidades Autónomas, siempre que previamente se haya
acordado así por el Presidente y los Portavoces de los Grupos
parlamentarios (artículo 85 RS), y también en ciertas reuniones de
la Junta de Portavoces
El Senado, Cámara de representación territorial de acuerdo con
el artículo 69. 5 de la Constitucion, desarrolla, a tenor de los
dispuesto en el articulo 66 de la misma, una serie de funciones
que
pueden
condensarse
en
las
siguientes:
“Las funciones atribuidas al Senado en la Constitución reflejan
su naturaleza de Cámara territorial (artículo 69. 1 CE), pues es
precisamente en las materias relacionadas con el desarrollo
autonómico y la política regional o local donde alcanza un
mayor protagonismo institucional, tanto por su especialización
de hecho, como por las competencias que expresamente tiene
atribuidas.
”
Existe una serie de funciones referidas a materias de
trascendencia autonómica en las que el Senado iguala sus poderes a
los del Congreso de los Diputados e incluso tiene la facultad de
pronunciarse con carácter previo. Son las siguientes:
Autorización de los acuerdos de
Comunidades
Autónomas
(artículo
cooperación
145.
2
entre
CE).
Dotación, distribución y regulación del Fondo de Compensación
Interterritorial
(artículo
158.
2
CE).
Adopción de medidas para obligar a las Comunidades
Autónomas al cumplimiento forzoso de sus obligaciones
constitucionales y legales o prevenir su actuación cuando atenté
gravemente contra el interés general de España (artículo 155 CE).
Apreciación de la necesidad de dictar leyes de armonización de
las disposiciones normativas de las Comunidades Autónomas
(artículo 150. 3 CE).
Junto a estas competencias en las que la Cámara ocupa una
posición institucional de singular relevancia, el Senado ejerce sus
funciones constitucionales ordinarias (esto es, su actuación como
poder colegislador del Estado, su intervención en la autorización
para concluir Tratados internacionales, la aprobación del
Presupuesto, el control político al Gobierno, la información,
estudio e investigación en cuestiones de interés general, etc. ) con
especial atención sobre los aspectos territoriales de los diferentes
asuntos.
La Constitución Española de 1978 sitúa a la cabeza de las
funciones parlamentarias la legislativa cuando determina que "Las
Cortes Generales ejercen la potestad legislativa del Estado,
aprueban sus presupuestos, controlan la acción del Gobierno y
tienen las demás competencias que les atribuye la Constitución"
(artículo
66
CE).
Las Cortes Generales están constituidas por dos Cámaras, el
Congreso de los Diputados y el Senado, y ambas tienen
participación en el procedimiento legislativo, aunque no en
términos de igualdad. Por ello, el procedimiento de aprobación de
textos es semejante en cada Cámara, pero no idéntico, y se habla de
un bicameralismo imperfecto con predominio del Congreso de los
Diputados. Esta peculiaridad en la función legislativa se pone de
manifiesto en lo siguiente:
La tramitación parlamentaria de todo texto legislativo se inicia
en el Congreso de los Diputados, a diferencia de lo que ocurre en
otros países, en los que el autor de la iniciativa puede optar por la
Cámara que deberá conocer del texto en primer lugar (artículo 88
CE).
Solamente en un caso interviene en el procedimiento legislativo
el Senado con prioridad temporal sobre el Congreso de los
Diputados: en los proyectos del Fondo de Compensación
Interterritorial, excepción al principio general mencionado que se
justifica en razón de la concepción del Senado como Cámara de
representación territorial (artículos 74. 2 y158. 2 CE).
El Senado no sólo debe deliberar sobre textos ya aprobados por
el Congreso de los Diputados, sino que debe hacerlo en un tiempo
acotado y breve: dos meses normalmente y veinte días en el caso de
que se haya declarado la urgencia; plazo estricto en ambos casos
frente al ilimitado del Congreso (artículos 90 CE y 106 y 133 a 135
RS).
“Corresponde al Senado, en su función legislativa, oponer su
veto o introducir enmiendas a los textos legislativos que le
sean remitidos por el Congreso de los Diputados. El veto
deberá ser aprobado por mayoría absoluta del Senado y las
enmiendas
por
mayoría
simple.
”
El Senado, de acuerdo con el artículo 66 de la Constitución,
ejerce, entre otras funciones, la de control del Gobierno. Esta
función, que comprende, en sentido amplio, las facultades de
obtener información del Gobierno, someter a debate contradictorio
su actuación e instarle a orientar su política en una determinada
línea, se plasma en una serie de instrumentos regulados en el
Reglamento: las preguntas, las interpelaciones, las mociones, los
debates sobre las comunicaciones e informes remitidos por el
Gobierno, las comparecencias y las comisiones de investigación y
de estudio.
Si el campo de las relaciones internacionales se ha caracterizado
tradicionalmente por constituir un dominio reservado para la
acción del Poder Ejecutivo, es posible observar cómo en las últimas
décadas la democratización de la acción exterior de los Estados se
ha traducido en una mayor participación de los Parlamentos en el
control de la política exterior y en el desarrollo de una actividad de
relaciones
interparlamentarias,
tanto
bilaterales
como
multilaterales, que cada día adquieren una mayor importancia. El
Parlamento español, y más concretamente el Senado, participa
plenamente
de
esta
tendencia.
La manifestación más importante de la participación del Senado
en el control de la política exterior es la autorización o denegación
de la ratificación de tratados internacionales. La Constitución
española de 1978 establece en sus artículos 93, 94 y 96. 2 las
modalidades de intervención de las Cortes Generales en la
conclusión y denuncia de los mencionados tratados
internacionales. Con carácter general, los tratados son examinados
por el Congreso de los Diputados y por el Senado, y se requiere la
expresa autorización concedida por ambas Cámaras para que el
Estado pueda obligarse internacionalmente por medio de aquéllos.
Además, cabe indicar que, en este aspecto del control de la política
exterior, y frente a lo que sucede en otros ámbitos, en los que el
Congreso de los Diputados ostenta una posición de preeminencia,
los poderes del Senado pueden considerarse prácticamente
equiparados a los de la Cámara Baja.
Así, en el supuesto de existir un desacuerdo entre ambas
Cámaras con respecto a la autorización para obligarse por medio de
un tratado internacional, el procedimiento remite, según dispone la
Constitución en su artículo 74. 2, a la formación de una Comisión
Mixta integrada por igual número de Diputados y Senadores, que
habrá de tratar de alcanzar un acuerdo sobre la materia, que deberá
ser presentado a ambas Cámaras. Si no se concede la autorización
de esta forma, decidirá el Congreso por mayoría absoluta.
El Senado, en la actualidad, está compuesto por un total de 259
Senadores, elegidos por un doble procedimiento:
a) La mayor parte de ellos (208) son elegidos en
circunscripciones provinciales; cada provincia elige a
cuatro Senadores, por sufragio universal, libre, igual,
directo y secreto por los votantes de cada una de ellas de
acuerdo con un sistema mayoritario (artículo 69. 2 CE,
artículo 165. 1 LOREG). No obstante, en las provincias
insulares, cada isla o agrupación de ellas con Cabildo o
Consejo Insular constituye una circunscripción a efectos de
elección de Senadores, correspondiendo tres a cada una de
las islas mayores -Gran Canaria, Mallorca y Tenerife y uno
a cada una de las siguientes islas o agrupaciones:
Ibiza-Formentera, Menorca, Fuerteventura, Gomera,
Hierro, Lanzarote y La Palma (artículo 69. 3 CE y artículo
165. 2 LOREG). Las poblaciones de Ceuta y Melilla eligen
cada una de ellas dos Senadores (artículo 69. 4 CE y 165. 3
LOREG). Los electores pueden dar su voto a un máximo de
tres candidatos en las circunscripciones provinciales, dos en
Gran Canaria, Mallorca, Tenerife, Ceuta y Melilla y uno en
las restantes circunscripciones insulares. Obtienen escaño
los que alcancen el mayor número de votos (artículo 166
LOREG).
b) Por otra parte, y además, las Comunidades Autónomas
designarán un Senador y otro más por cada millón de habitantes de
su respectivo territorio. La designación corresponde a la Asamblea
Legislativa o, en su defecto, al órgano colegiado superior de la
Comunidad Autónoma, de acuerdo con lo que establezcan los
Estatutos, que asegurarán, en todo caso, la adecuada representación
proporcional (artículo 69. 5 CE y artículo 165. 4 LOREG). El
referente que sirve de base para determinar el número concreto de
Senadores que corresponde a cada Comunidad Autónoma es el
censo de población de derecho vigente en el momento de
celebrarse las últimas elecciones al Senado. En la actualidad
existen 51 Senadores designados por las ComunidadesAutónomas.
La designación de estos Senadores se configura como una
elección en segundo grado, en la que el único requisito que la
Constitución exige es el de asegurar la adecuada representación
proporcional. Cada Comunidad Autónoma regula en su Estatuto,
Ley autonómica o Reglamento de la Cámara el procedimiento de
elección destacando los siguientes requisitos (que no se exigen en
todas
las
Comunidades
Autónomas)
:
Ser miembro del Parlamento autonómico designante.
Reunir la condición política de miembro de la Comunidad
Autónoma.
Ser propuesto como candidato
Declarar la aceptación del cargo.
Instituciones parlamentarias de control al
Gobierno
Existen dos instituciones dependientes directamente de las
Cortes Generales que tienen, atribuidos por la Constitución,
cometidos específicos en la labor de control al Gobierno:
•El Tribunal de Cuentas, como supremo órgano fiscalizador de
las cuentas y de la gestión económica del Estado, así como del
sector público. Ejerce sus funciones de examen y comprobación de
las Cuentas Ge nerales del Estado por delegación de las Cortes
Generales.
•El Defensor del Pueblo, como alto comisionado de las Cortes,
es designado por éstas para garantizar la defensa y protección de
los dere chos fundamentales. La Oficina del Defensor del Pueblo
podrá supervisar las actividades de Ministros, autoridades
administrativas, funcionarios y cualquier otra persona que actúe al
servicio de las Administraciones públicas, dando cuenta de ello a
las Cortes Generales.
Poder Ejecutivo
El Gobierno
Al Gobierno le corresponde ejercer la función ejecutiva y la
potestad reglamentaria. El Gobierno dirige la política interior y
exterior, la Administración civil y militar y la defensa del Estado.
Está encabezado por un Presidente, nombrado por el Rey tras
obtener la confianza mayoritaria de los parlamentarios que
componen el Congreso de los Diputados.
El Gobierno tiene responsabilidad colectiva de sus acciones
políticas ante el Congreso de los Diputados, ante el que comparece
semanalmente para dar cuenta de su gestión. El principal
instrumento de que disponen las fuerzas parlamentarias para
ejercer un control sobre el Gobierno se denomina «moción de
censura », regulado en la Constitución.
El Presidente dirige las acciones del Gobierno, coordinando las
funciones de los miembros que lo componen. Los Vicepresidentes,
en su caso, y los Ministros, son nombrados y separados de su cargo
por el Rey, a propuesta del Presidente. El órgano colegiado del
Gobierno es el Consejo de Ministros, que se reúne cada semana. En
estos momentos, el Gobierno está compuesto por el Presidente, dos
Vicepresidentes, que se encargan además de los Ministerios de la
Presidencia y de Economía y Hacienda, y doce Ministros.
Veamos que dice la Constitución sobre el Poder Ejecutivo
Español:
1. El Presidente dirige la acción del Gobierno y coordina las
funciones de los demás miembros del mismo, sin perjuicio de la
competencia y responsabilidad directa de los Ministros en su
gestión.
2. En todo caso, corresponde al Presidente del Gobierno:
a) Representar al Gobierno.
b) Establecer el programa político del Gobierno y determinar
las directrices de la política interior y exterior y velar por su
cumplimiento.
c) Proponer al Rey, previa deliberación del Consejo de
Ministros, la disolución del Congreso, del Senado o de las
Cortes Generales.
d) Plantear ante el Congreso de los Diputados. Previa
deliberación del Consejo de Ministros, la cuestión de
confianza.
e) Proponer al Rey la convocatoria de un referéndum
consultivo, previa autorización del Congreso de los
Diputados.
f) Dirigir la política de defensa y ejercer respecto de las
Fuerzas Armadas las funciones previstas en la legislación
reguladora de la defensa nacional y de la organización
militar.
g) Convocar, presidir y fijar el orden del día de las reuniones
del Consejo de Ministros, sin perjuicio de lo previsto en el
artículo 62. g) de la Constitución.
h) Refrendar, en su caso los actos del Rey y someterle, para
su sanción, las leyes y demás normas con rango de ley, de
acuerdo con lo establecido en los artículos 64 y 91 de la
Constitución.
i) Interponer el recurso de inconstitucionalidad.
j) Crear. modificar y suprimir, por Real Decreto, los
Departamentos Ministeriales, así como las Secretarías
de Estado. Asimismo, le corresponde la aprobación de la
estructura orgánica de la Presidencia del Gobiemo.
k) Proponer al Rey el nombramiento y separación de los
Vicepresidentes y de los Ministros.
I) Resolver los conflictos de atribuciones que puedan surgir
entre los diferentes Ministerios.
m) Impartir instrucciones a los demás miembros del
Gobierno.
n) Ejercer cuantas otras atribuciones le confieran la
Constitución y las leyes.
Del
Vicepresidente
o
Vicepresidentes
del
Gobierno.
1. AI Vicepresidente o Viepresidentes, cuando existan, les
corresponderá
el
ejercicio
de
las
funciones
que
les encomiende el Presidente.
2. EI Vicepresidente que asuma la titularidad de un Departamento
Ministerial,
ostentará,
además,
la
condición de Ministro.
Poder Judicial
La justicia emana del pueblo y es administrada en
representación del Rey por los Jueces y Magistrados del Poder
Judicial. Éstos son independientes, no pueden ser cesados y están
sujetos únicamente al imperio de la Ley.
El Tribunal Supremo de Justicia es la más alta instancia
jurisdiccional del Estado (salvo en lo que afecta a las garantías
constitucionales, que incumbe al Tribunal Constitucional). El
Presidente del Tribunal Supremo es nombrado por el Rey a
propuesta del Consejo General del Poder Judicial.
El Consejo General del Poder Judicial es el órgano de gobierno
de los Jueces y Magistrados. Una ley orgánica establece el
funcionamiento y gobierno de Juzgados y Tribunales, el estatuto de
los miembros del Consejo General y sus funciones. Este órgano
está integrado por el Presidente del Tribunal Supremo, que lo
preside, y por veinte miembros designados por el Rey a propuesta
de las Cortes Generales para un periodo de cinco años.
El Fiscal General del Estado es nombrado por el Rey a propuesta
del Gobierno, tras consultar al Consejo General del Poder Judicial.
El Ministerio Fiscal tiene como misión la de promover las acciones
judiciales en defensa de los derechos de los ciudadanos y de los
intereses públicos protegidos por la ley, ya sea de oficio o a
petición de los interesados. También es su responsabilidad velar
por la independencia de los Tribu nales y procurar ante éstos la
satisfacción del interés social.
La Ley Orgánica del Poder Judicial atribuye el ejercicio de la
potestad jurisdiccional no sólo a los Tribunales y Juzgados
establecidos en las leyes sino también a los instituidos en los
tratados internacionales. España se adhirió en 1979 al Convenio de
Roma para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades
Fundamentales. Por ello, los ciudadanos españoles, una vez
agotadas las instancias judiciales nacionales, tienen abierta la vía
ante el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos.
Actualmente está en proceso de implantación una iniciativa
aprobada por Ley para la participación de los ciudadanos en la
Administración de Justicia mediante la celebración de juicios con
jurados populares.
Organización territorial del
Estado
Uno de los aspectos más sobresalientes del actual sistema
político español, que encuentra hondas raíces históricas, es la
organización territorial del Estado. Se trata de conjugar la unidad
de España con el respeto y el reconocimiento de la diversas
«identidades », regionales, culturales o históricas. Nuestra
Constitución de 1978 se fundamenta en la indisoluble unidad y
soberanía de la nación española, patria común e indivisible de
todos los españoles, y en el reconocimiento y garantía del derecho a
la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la
solidaridad entre to das ellas.
La organización autonómica: las Comunidades
Autónomas
Como consecuencia del ejercicio de ese derecho a la autonomía
política, España está organizada territorialmente en diecisiete
Comunidades Autónomas y dos Ciudades Autónomas (Ceuta y
Melilla). Se configura así un modelo radicalmente distinto al
existente hasta 1978, basado en un Estado unitario y fuertemente
centralizado. Cada Comunidad Autónoma dispone de su propio
gobierno, parlamento, ordenación administrativa y atribución de
competencias, aspectos todos ellos regulados en las respectivas
normas institucionales básicas: los Estatutos de Autonomía. El
texto de la Constitución establece las competencias exclusivas del
Gobierno y aquéllas que pueden asumir las Comunidades
Autónomas, respetando en todo caso el principio de igualdad de
derechos y obliga cienos de todos los españoles en cualquier parte
del territorio nacional. La Administración central debe garantizar el
principio de solidari dad territorial. La Constitución prohibe la
federación de Comunidades Autónomas, aun que permite que entre
ellas se celebren acuerdos de cooperación, previa autorización de
las Cortes Generales.
LA CONFIGURACIÓN DE LAS COMUNIDADES
AUTÓNOMAS.
La Constitución Española de 1978, supuso una profunda
remodelación del modelo territorial del Estado, estructuró el
Estado Español sobre la base de una intensa descentralización
territorial. El artículo 2 de la Constitución, dice que el Estado se
fundamenta en la indisoluble unidad de la nación, reconoce y
garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y
regiones.
Pero el artículo 137 de la Constitución dispone que el Estado se
ha organizado territorialmente en municipios, provincias y
Comunidades Autónomas que se constituyan. Gozan de autonomía
para la gestión de sus intereses.
Lo más importante es el principio de unidad. Significa unidad
jurídica que consiste en que la Constitución es el orden normativo
común para todos. Que al final no garantiza la unidad.
La Constitución se limita a ofrecer el marco en el que se
constituirá el sistema autonómico. Señala cuáles son los criterios de
reparto material de funciones entre las diferentes entidades
públicas. En segundo lugar, establece los procedimientos para
desarrollar y modificar en su reparto. En tercer lugar, la
Constitución regula los mecanismos para resolver todos los
conflictos que pueden plantearse.
El sistema autonómico Español es un sistema abierto que se ha
caracterizado por el principio dispositivo (corresponde a cada una
de las Comunidades Autónomas concretar el grado de su
autonomía).
Este diseño Constitucional tan ambiguo hace que sea
imprescindible la jurisprudencia del Tribunal Constitucional.
Algún autor (Santamaría Pastor) entiende que aquí existe un
enclave de derecho común. Por la importante función de la
jurisprudencia del Tribunal Constitucional, función que además
resulta importante porque también está condicionando hacia el
futuro el proceso autonómico. De 1996 en adelante, en muchas
sentencias están poniendo en peligro la unidad del Estado Español
(por ejemplo en STC de la Ley del suelo).
LOS ESTATUTOS DE AUTONOMÍA.
Artículos 147 y 81 de la Constitución. Adoptan la forma de Ley
Orgánica; son la norma institucional básica de cada Comunidad
Autónoma. Hacen nacer un ente público hasta entonces inexistente.
Determinarán cuáles son las instituciones de autogobierno,
políticas y Administrativas y también delimitan cual es el
contenido de la autonomía.
Doble naturaleza jurídica de los Estatutos.
Son ley estatal y normas autonómicas. En su origen son normas
autonómicas, la iniciativa y elaboración corresponde a la
Comunidad Autónoma. En su aprobación son normas estatales y
autonómicas, han de ser aprobadas por las asambleas autonómicas
y por las cortes generales.
Peculiar posición con respecto a la Constitución. No son
libremente modificables por el congreso de los diputados. Del
artículo 147. 1 de la Constitución se desprende que también son
normas estatales. El Estado reconoce y ampara los Estatutos como
parte integrante de su ordenamiento jurídico (147. 1) para el
derecho Administrativo: la posición de los Estatutos de autonomía
con respecto a las demás leyes es de subordinación jerárquica.
Pueden ser declarados inconstitucionales (se desprende del
artículo 27. 2. a de la LOTC) tanto la parte de la acción de los
Estatutos de Autonomía como las demás normas estatales. En
principio existe una separación pero en ocasiones estas dos normas
pueden coincidir en la regulación de materias concretas. Los
problemas que surjan los resolverán el Tribunal Constitucional
aunque en aplicación del artículo 28. 1 de la LOTC, el Tribunal
Constitucional tiene que considerar las normas que se hubieran
dictado para delimitar las competencias de las Comunidades
Autónomas.
Esta previsión manifiesta que los Estatutos de Autonomía se
convierten en parámetro de validez de las restantes leyes estatales.
Para García de Enterría esto significa que los Estatutos tienen
superioridad jerárquica con respecto a las demás leyes estatales
(Artículo 28: bloque de Constitucionalidad).
PROCESO AUTONÓMICO
No está cerrado, fue desbordado por las Comunidades
Autónomas, que singularmente en Cataluña y en el País Vasco
trataron de saltarse los límites Constitucionales desde el primer
momento. El proceso autonómico ha tenido que ser conducido a
límites razonables mediante de negociaciones políticas. La
Constitución distinguió entre dos tipos de Comunidades
Autónomas, históricas y de vía lenta.
Esta cualidad de regímenes no fue aceptada, primero porque
algunas Comunidades Autónomas que estaban destinadas a la vía
lenta se colaron por el 151 de la Constitución y se convirtieran en
Comunidades Autónomas de vía rápida (Andalucía). Y por otro
lado , al final se acabó optando por la fórmula del "café para todos"
pese a lo que preveía la Constitución de que las competencias
legislativas serían asumidas sólo por las Comunidades Autónomas
históricas, todas las Comunidades Autónomas las asumieron desde
el primer momento.
Por eso, se permitió que los Estatutos de autonomía de las
Comunidades Autónomas de vía lenta asumieran más
competencias de las que podían asumir inicialmente (148).
Elementos de las Comunidades Autónomas.
1) Base personal: aunque actúan en un territorio ejercen sus
competencias sobre los ciudadanos que tienen su vecindad
administrativa en esta Comunidad (inclusión en el padrón
municipal) la condición de ciudadano de a una Comunidad
Autónoma es muy flexible, porque se modifica de manera
automática con un cambio de residencia (salvo que uno se vaya a
vivir al extranjero).
2) Base territorial: artículo 147 CE. Son las provincias, además
se exige que si a una Comunidad Autónoma agrupa a varias, tienen
que ser limítrofes. Como entonces había enclaves, éstos se han
mantenido.
Para reformar los límites autonómicos la Constitución prevé un
proceso muy rígido que exige reformar los dos Estatutos de
Autonomía que resultan afectados. Sería necesaria una Ley
Orgánica estatal porque en el artículo 141. 1 de la Constitución
Española señala que los límites de las provincias tendrán que
modificarse solo mediante Ley Orgánica.
Instituciones de autogobierno de las Comunidades
Autónomas.
Se regulan en los Estatutos de Autonomía del artículo 147. 2. C
CE tienen que regular estas cuestiones dentro de los límites que
marca la Constitución. Estos límites se encuentran principalmente
en los artículos 9, 103 y 106 de la Constitución.
Mandatos para el legislador autonómico.
Tiene que respetar también la autonomía de las entidades
locales. Es garantizada en el 137 de la Constitución (límites
generales) además de éstos, la Constitución en el artículo 152 fija
un modelo organizativo paralelo al estatal que será de obligado
seguimiento por parte de las Comunidades Autónomas del Art.
151. Todas las Comunidades Autónomas, aun cuando no estaban
obligadas a ello, han seguido este modelo en sus puntos
fundamentales.
En todas las Comunidades Autónomas tiene que existir un
Consejo de Gobierno que tiene funciones ejecutivas y
Administrativas. Además tiene que haber un Presidente de la
Comunidad elegido por la asamblea de entre sus miembros y le
corresponde además de sus funciones de Presidente de la
Comunidad las de Presidente del Consejo de Gobierno. No sólo la
Administración sino toda la Comunidad. (Artículo 152 CE)
además, indica que en las Comunidades Autónomas habrá una
asamblea legislativa elegida por sufragio universal, de acuerdo con
un sistema de representación proporcional.
Canarias, en su Estatuto señala que la asamblea se elegirá de
acuerdo con el sistema mayoritario y no proporcional. Fue
impugnado ante el Tribunal Constitucional y la STC 225/98: dijo
que era Constitucional porque el 152 se aplica solo por imperativo
Constitucional a las Comunidades Autónomas históricas. Se hizo
así porque cuando se hizo la Constitución se pensaba que sólo las
históricas iban a asumir competencias legislativas.
El Presidente de la Comunidad Autónoma y el Consejo de
Gobierno autonómico son políticamente responsables ante la
asamblea legislativa. Se permite que las Comunidades Autónomas
en sus Estatutos posibiliten el establecimiento de circunscripciones
territoriales con personalidad jurídica propia.
Cada Comunidad Autónoma aprueba su propia ley organizativa,
similar a la ley del Gobierno o a la LOFAGE, en Castilla y León
esta ley es un decreto legislativo 1/88 de 21 de julio. Refundía la
ley 1/83 y la 15/88 que regulaban el Gobierno de Castilla y León
(reforma Aznar).
Se sigue el modelo estatal de división por sectores. En el Estado,
cada uno de éstos se encomienda a un ministerio, en Castilla y León
se encomienda a una consejería.
Dentro de cada consejería la Administración se estructura de
forma jerárquica, hay diferentes direcciones generales, y hay una
secretaría general con funciones horizontales.
En Castilla y León los directores generales no tienen que ser
funcionarios, son políticos. Dentro de cada dirección general los
órganos Administrativos se estructuran en tres niveles: servicios,
secciones y negociados.
Podemos ver una diferencia entre la Administración autonómica
y la estatal. La ley reconoce que el Consejo del Gobierno es un
órgano Administrativo e incluso se posibilita que para
determinados supuestos los actos de los consejeros sean recurribles
por recurso de amparo ante el Consejo de Gobierno (Castilla y
León, Asturias, y Navarra, Artículo 41, ley del Gobierno y la
Administración de Castilla y León).
En algunas Comunidades Autónomas uniprovinciales (Asturias,
y Rioja) se prevé que las asambleas legislativas tengan también
competencias reglamentarias (de naturaleza Administrativa) en
estas Comunidades Autónomas las asambleas legislativas son a
determinados efectos administraciones públicas es de carácter
corporativo(asumen
competencias
de
las
diputaciones
provinciales).
Esquema de la organización territorial del estado Mapas de las
provincias autónomas
La Administración local
Si las Comunidades Autónomas conforman la organización
autonómica del Estado, los municipios y provincias constituyen la
administración local. La división provincial data del primer tercio
del siglo XIX, en tanto que la historia de los municipios es mucho
más antigua. Existen 50 provincias y algo más de 8. 000
municipios, con una dis tribución muy desigual de su población.
Sólo 118 municipios cuentan con más de 45. 000 habitantes y de
las capitales de provincia, 19 tienen me nos de 100. 000 habitantes.
Desde el punto de vista organizativo, las instituciones de gobierno
de los municipios son los Ayuntamientos , y las de las provincias
las Diputaciones Provinciales. Los Ayuntamientos están regidos
por los Alcaldes e integrados por los Concejales. Estos últimos son
elegidos directamente por los ciuda danos en listas cerradas, por el
sistema proporcional. Los Concejales, reunidos en Pleno
Municipal, eligen al Alcalde por mayoría absoluta. De no
conseguirse ésta, es proclamado Alcalde el cabeza de la lista más
votada. Las Diputaciones Provinciales son elegidas por los
Ayuntamientos y su tarea básica es asegurar la cooperación entre
municipios. Están constituidas por un Presidente, Vicepresidentes,
Diputados y Comisión de Gobierno. No existen Diputaciones en
las Comunidades Autónomas que tienen carácter uniprovincial.
Los órganos de Gobierno de Ayuntamientos y Diputaciones se
renuevan cada cuatro años.
Actores Politicos,
Organizaciones Empresariales y
Sindicatos
PARTIDOS POLÍTICOS
La Constitución española establece que los partidos políticos
expresan el pluralismo político, concurren a la formación y
manifestación de la vo luntad popular y son el instrumento
fundamental para la participación política. La creación de partidos
políticos y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto
a la Constitución y a la ley. Su estructura interna y su
funcionamiento deben ser democráticos. El sistema de partidos
refleja la moderación ideológica del electorado español, que ha
sido puesta de manifiesto desde el comienzo de la transición
democrática. Asimismo, la fragmentación electoral se ha ido
reduciendo en España desde las cotas relativamente elevadas del
comienzo de la transición democrática (1977-79) hasta un grado de
dispersión bastante bajo en el presente. Los partidos políticos y
coaliciones electorales que actualmente tienen representación en el
Parlamento nacional son los siguientes:
Partido Popular (PP) Es el actual partido del Gobierno. Fue
fundado en 1976 con el nombre de Alianza Popular (AP), entorno a
la
figura
del
destacado
político
Manuel
Fraga,
«presidente-fundador »del partido y actual presidente de la Junta de
Galicia. El PP se define como el partido de las libertades y ocupa el
espacio electoral del centro-derecha. En 1982 se convierte en el
segundo partido más votado del país, el principal de la oposición, y
en 1996 vence en las últimas elecciones legislativas, con lo que se
convierte en el partido del actual Gobierno de la Nación. El Partido
Popular ha ganado también en la triple convocatoria electoral
celebrada el 13 de junio de 1999 para ayuntamientos, gobiernos
regionales y diputados ante el Parlamento Europeo. El PP ha sido la
fuerza más votada en treinta y ocho de las cincuenta capitales de
provincia y en nueve de las trece Comunidades Autónomas que han
celebrado elecciones (en cinco de ellas con mayoría absoluta).
Partido Socialista Obrero Español (PSOE) Es el partido más
antiguo de España. Fue fundado en 1879 por Pablo Iglesias, quien
también fundaría años más tarde el sindicato afín Unión General de
Trabajadores (UGT). En 1979 abandona sus postula dos marxistas
para alinearse con las tesis de la mayoría de las fuerzas
socialdemócratas de Europa occidental. Ocupa el espacio electoral
de la izquierda moderada en el espectro político español. En 1979,
el PSOE accedió al gobierno de las principales alcaldías del país, y
desde octubre de 1982 hasta marzo de 1996 se encargó del
Gobierno de la Nación, al vencer en las cuatro elecciones generales
cele bradas en ese periodo. Actualmente es el segundo partido más
votado, el principal de la oposición, tras perder las últimas
elecciones generales de marzo de 1996. El PSOE tiene la
responsabilidad de gobierno en cua tro Comunidades Autónomas.
Izquierda Unida (IU) Creada en 1986, es una coalición que
ocupa el espacio político de la izquierda y agrupa los siguientes
partidos: Partido Comunista de España (PCE), Partido de Acción
Socialista (PASOC), Izquierda Republicana, y Partido
Democrático de la Nueva Izquierda (PDNI). Este último ha sido
desligado recientemente de la coalición.
Convergencia y Unión (CiU) Es una coalición formada por dos
partidos de carácter nacionalista, mo derados, que gobierna la
Comunidad Autónoma de Cataluña desde 1980. Los partidos que
integran la coalición son Convergencia Democrática de Catalunya
(CDC), de orientación liberal, y Unió Democrática de Catalunya
(UDC), de orientación demócrata cristiana.
Partido Nacionalista Vasco (PNV) Fundado en 1895 por el
dirigente histórico vasco Sabino Arana. Es de ideología
nacionalista moderada y cristiana y gobierna la Comunidad
Autónoma del País Vasco en coalición con los socialistas vascos y
otro par tido nacionalista moderado de esa comunidad.
Coalición Canaria (CC) Formada a principios de 1986, agrupa a
una serie de pequeñas formaciones políticas de las Islas Canarias a
las que une su carácter nacionalista moderado y centrista. Dirige el
Gobierno de la Comunidad Autónoma que forman las Islas
Canarias, en coalición con el Partido Popular.
Grupo Mixto Un hecho relevante del sistema de partidos en
España es la presencia de formaciones políticas regionalistas o
nacionalistas con representación a nivel estatal, además de la
autonómica o municipal. A las tres señaladas hay que añadir otras
con una representación reducida a uno o dos diputados en el
Congreso: Bloque Nacionalista Galego (BNG), nacionalistas de
izquierda de la Comunidad Autónoma de Galicia; Esquerra
Republicana de Catalunya (ERC), partido nacionalista de izquierda
de esa Comunidad Autónoma, que persigue la independencia de
Cataluña desde la participación democrática y pacífica; Partit per la
Independencia (PI), partido independentista catalán escindido del
anterior; Eusko Alkartasuna, formación nacionalista vasca,
escindida del PNV en los años ochenta; y Unió Valenciana, partido
regio nalista de la Comunidad Autónoma de Valencia.
La Confederación Española de Organizaciones Empresariales
es la asociación para la defensa de los intereses de los empresarios,
creada en el periodo de la transición democrática española. Agrupa
a todas las empresas asociadas por sectores (banca, turismo,
automóviles, etc. ) o por tamaño (pequeñas y medianas empresas).
Las empresas ubicadas en las Comunidades de Cataluña y del País
Vasco disponen de sus propias aso ciaciones patronales.
Sindicatos Los sindicatos de trabajadores y las asociaciones
empresariales contribuyen a la defensa y promoción de los
intereses económicos que les son propios. Su creación y el ejercicio
de sus actividades son también libres, dentro del respeto a la
Constitución y a la ley. Su estructura y su funcionamiento deben
ser democráticos. La Constitución española reconoce y garantiza el
derecho a la libertad sindical y a la libre afiliación a un sindicato, el
derecho a la ne gociación colectiva laboral entre representantes de
los trabajadores y losempresarios y el derecho a la huelga de los
trabajadores para la defensa de sus intereses (se establecen
limitaciones para los miembros de las Fuer zas o Institutos
Armados de disciplina militar).
Los sindicatos de ámbito nacional más representativos son:
•UNIÓN GENERAL DE TRABAJADORES (UGT) : sindicato
de orientación ideológica socialista, fundado en 1888 y vinculado
al Partido So cialista Obrero Español (PSOE).
•CONFEDERACIÓN
SINDICAL
DE
COMISIONES
OBRERAS (CC. OO. ) : sindicato de orientación comunista en su
origen, fundado en la clandestinidad durante el régimen del general
Franco por dirigentes próximos al Partido Comunista de España.
•UNIÓN SINDICAL OBRERA (USO) : fundado en 1960 se
define como un sindicato libre y soberano, de clase y solidario,
democrático, pluralista e internacionalista.
EL SISTEMA ELECTORAL
La proclamación de un sistema político como democrático no
resuelve todos los problemas que implica el ejercicio y el control
del poder, pues, excluidos los métodos de democracia directa por la
imposibilidad de articular esta en las sociedades complejas, se
adopta el sistema de democracia indirecta o representativa en el que
los electores eligen a quienes van a ejercer el poder en su
representación. Los medios para la elección de estos representantes
son muy variados y constituyen lo que se denomina sistema
electoral.
Teóricamente son concebidos dos sistemas electorales distintos:
· mayoritario: en el que resulta elegido únicamente en cada
circunscripción electoral la candidatura que haya obtenido mayor
número de votos.
· proporcional puro: cada candidatura obtiene un número de
escaños proporcional al número de votos obtenidos.
El España la ley del régimen electoral general consta de un título
preliminar y de seis títulos más. El título preliminar delimita el
ámbito de aplicación de la ley. Así la ley electoral es de aplicación
a:
las elecciones de diputados y senador a las Cortes.
las elecciones de los diputados del Parlamento europeo.
- las elecciones de los miembros de las corporaciones locales.
- las elecciones de las asambleas de las comunidades
autónomas.
El título primero se refiere a las disposiciones comunes para las
elecciones por sufragio universal directo.
El título segundo regula las disposiciones esenciales para la
elección de diputados y senadores.
El título tercero regula las disposiciones especiales para la
elecciones municipales.
Los títulos cuarto y quinto se refieren a la elección de los
cabildos insulares canarios y de las Diputaciones provinciales.
El título sexto contiene las disposiciones especiales para las
elecciones al parlamento Europeo.
LAS ELECCIONES GENERALES.
Principios fundamentales.
Principio del voto.
Tanto para las elecciones al Congreso como al Senado la
elección se hará por sufragio universal, libre, igual, directo y
secreto.
Principio de circunscripción electoral.
Para el Congreso se fija como circunscripción electoral la
provincia. La ley distribuye un número total de diputados
asignando una representación mínima inicial a cada
circunscripción; y distribuyendo los demás en proporción a la
población. A cada provincia le corresponde un mínimo inicial de
dos diputados y uno a las provincias de Ceuta y Melilla. Los
doscientos cuarenta y ocho diputados restantes se reparten entre las
provincias en proporción a su relación.
Para el Senado la circunscripción electoral es también la
provincia. Se establecen cuatro senadores por provincia, más otro
designado por cada comunidad y otro más designado por cada
millón de habitantes de su territorio respectivo.
Principio de sistema electoral.
Este se verifica en cada circunscripción atendiendo a criterios de
representación proporcional.
Derecho de sufragio activo y pasivo
El artículo 68. 5 declara que son electores y elegibles todos los
españoles que estén en pleno uso de sus derechos políticos. Por su
parte el artículo 60 remite a la ley electoral la determinación a las
causas de inelegibilidad e incompatibilidad de los diputados y
senadores.
Convocatoria, presentación y proclamación.
Convocatoria.
La convocatoria de elecciones al Congreso de los Diputados y al
Senado o a ambas cámaras conjuntamente se realizará mediante
real decreto.
Presentación.
Pueden presentar candidatos o listas de candidatos los partidos y
federaciones inscritas en el registro correspondiente. Ningún
partido podrá presentar más de una lista de candidatos en una
circunscripción para la misma elección.
Cuando la presentación deba realizarse mediante lista, cada una
deberá indicar tantos candidatos como cargos a elegir y tres
candidatos suplentes con clara expresión del orden de colocación
de todos ellos.
Proclamación.
Las candidaturas presentadas deben ser publicadas el veinte día
posterior a la convocatoria en el BOE, si se trata de elecciones al
Congreso y al Senado. Las candidaturas proclamadas deben ser
publicadas el 28 día posterior a la convocatoria. Dichas
candidaturas no pueden ser objeto de verificación una vez
presentadas. Así cuando se trate de listas de candidatos, las bajas
que se produzcan después de la proclamación se entenderán
cubiertas por los candidatos sucesivos.
El proceso electoral.
La campaña electoral.
Por tal se entiende el conjunto de actividades lícitas llevadas a
cabo por los candidatos con el fin de obtener votos.
Actos preparatorios.
Previamente al día de la votación han de adoptarse las
determinaciones precisas en el orden de las papeletas y sobres
electorales, al voto por correspondencia y al nombramiento de
apoderados e interventores.
Celebración de la votación.
Se iniciará a las nueve de la mañana y no concluirá hasta la ocho
de la tarde, hecho el recuento de votos, el presidente anunciará en
voz alta su resultado y lo hará pública mediante su certificado.
Escrutinio general
Se realizará el tercer día siguiente al de la votación por la junta
electoral Provincial en acto público.
Reclamaciones electorales
Los representantes y apoderados de las candidaturas disponen
de un plazo de un día para presentar las reclamaciones y protestas
que sólo podrán referirse a incidencias recogidas en las actas de
sesión de escrutinio en la junta electoral.
Conclusiónes
El sistema politico Español se compone por:
La Constitución  es el texto supremo del ordenamiento
jurídico y político en un Estado.
Organización territorial  forma del Estado. Tiene que ver
con como esta el poder concentrado o dividido en ese Estado.
Tradicionalmente hay 2 forma de organización: Estado unitario o
Estado federal. El Estado unitario ha evolucionado con el tiempo
hacia 2 modos: el regional (Italia) y el autonómico (España).
Jefatura del Estado  es la misma representación de la
Nación, y simboliza la unidad de la misma. Esto tiene que ver con
la forma de gobernar, existiendo actualmente 2 formas: Monarquía
y República. Hoy diariamente, en el ámbito de las democracias
europeas, esta distinción no tiene gran sentido. Es más importante
el tema del régimen político, es decir, si es parlamentaria o
presidencialista. Estos 2 regímenes políticos se pueden conjugar
con las formas políticas antes mencionadas, excepto el
presidencialismo con la monarquía, que es incompatible.
Parlamento  es la sede del poder legislativo y de la soberanía
nacional. También es el lugar donde se hace la oposición
institucional. También es importante estudiar su estructura, es
decir, si es unicameral o bicameral, cuya segunda cámara tiende a
representar a los territorios.
Gobierno y Administración  corresponde al poder
Ejecutivo, ejecuta y hace cumplir las leyes. Pero esta función
tradicional se ha modificado, y actualmente sus funciones
sobrepasan esas, destacando la de la dirección política del Estado.
Esta evolución ha sido en detrimento del Parlamento, pero
justificada por la complejidad de la vida moderna.
Dentro del Gobierno podemos distinguir varias figuras: el
Presidente del Gobierno, Primer Ministro o Canciller, etc. ,
dependiendo de cada sistema político. Esta figura es la que mayor
evolución ha sufrido, y es actualmente la principal figura de un
sistema político. El resto del Gobierno lo componen los ministros.
La Administración Pública es la maquinaria que dirige ese
Gobierno para poner en práctica sus objetivos de dirección política.
Poder Judicial  en los sistemas democráticos la base de su
funcionamiento es su independencia respecto de los otros dos
poderes. Su función es resolver los posibles contenciosos que se
originan en la aplicación particular de las leyes. Esta función la
lleva a cabo gracias a la posibilidad de autogobernarse y
autonormativa.
Tribunal Constitucional  aparece de forma generalizada en
la época del Constitucionalismo de posguerra en 1945. Su función
es comprobar la constitucionalidad tanto de las leyes como de los
actos políticos del Estado. Además son los máximos
interpretadores de la Constitución, tanto para interpretar el texto
allí donde es dudoso como para rellenar las lagunas que tiene esa
Constitución. Además entiende en los litigios entre los distintos
niveles de poder del Estado. Y por último, aunque no en todos los
países, entiende de recursos de amparo sobre lesiones de los
derechos individuales.
Los elementos dinámicos.
Partidos políticos  organizaciones voluntarias de individuos
que expresan claramente su objetivo de llegar al poder.
Actualmente se encuentran reconocidos constitucionalmente, y se
les considera los principales canales de intermediación entre la
sociedad y el Estado. Este reconocimiento constitucional es
relativamente reciente (posguerra), ya que en sus inicios (finales s.
XVIII, principios s. XIX) se les consideraba enemigos del Estado,
pero va evolucionando desde la hostilidad a la tolerancia,
entendiéndolos como asociaciones privadas, para acabar llegando a
la situación actual. Esta situación actual supone para los partidos
derechos y obligaciones. Entre los derechos está la financiación
estatal. Entre las obligaciones estarían que los partidos políticos,
como asociaciones públicas, tienen que someterse a unos requisitos
legales imprescindibles; otra obligación seria la rendición de
cuentas sobre el dinero público que reciben.
La principal función es la de la articulación y agregación de los
intereses sociales, por lo que estudiarlos nos da información sobre
las demandas sociales, así como información sobre los líderes
políticos.
Hay que distinguir entre los partidos grandes y pequeños, siendo
los grandes aquellos que son capaces de presentar candidatos a
todos los distritos electorales de un Estado (o en casi todos),
mientras que los pequeños sólo lo hacen es una parte del territorio.
Otro dato a tener en cuenta es la ideología. Observar esta
ideología nos ofrece información sobre los programas políticos de
ese partido.
El sistema de partidos  seria un elemento distinto, pero
relacionado con los partidos políticos. Serian las pautas de
interacción entre los partidos políticos dentro de un sistema
concreto en el juego de la competencia política. Son elementos a
tener en cuenta porque los sistemas de partidos vienen a ser una
fotografía de la sociedad. Una primera clasificación de sistemas de
partidos tiene que ver con el número de partidos: bipartidismo,
multipartidismo. Pero simplemente el número no lo explica todo,
hay otras variables que influyen.
Otro punto a tener en cuenta son las alianzas entre los partidos,
más o menos duraderas, o con distinto contenido.
Grupos de presión  organizaciones voluntarias de
individuos creadas para la definición de intereses a través de la
influencia sobre el poder político, y no queriendo llegar al poder
para satisfacer sus intereses. Los grupos de presión combinan
estrategias (a la ofensiva, cuando actúa antes que los poderes
públicos adopten una decisión sobre temas de su interés; o a la
defensiva, que es la reacción a una decisión) y tácticas (directa,
cuando se dirige directamente a los poderes públicos; indirecta,
cuando decide informar, y por tanto influir, a la opinión pública, y
que se esta la que presione al poder público).
Las posibilidades de existencia de grupos de presión en una
sociedad es prácticamente ilimitada, porque depende de la
capacidad de esa sociedad de organizar sus intereses. Cuanto
mayor sea el grado de articulación, cuanto más participativa sea
una sociedad, mayor será el número de grupos de presión.
No todos los grupos de presión tienen la misma capacidad de
influencia, independientemente de su tamaño. Clases de grupo de
presión:
económicos  integrados por las asociaciones empresariales
por un lado, y los sindicatos por el otro.
religiosos  iglesias, confesiones, etc.
corporaciones profesionales.
medios de comunicación.
Paralelamente a estos tipos hay que mencionar los nuevos
movimientos sociales.
Sistema electoral  Lo podemos definir como el método que
regula la elección de los cargos públicos. Esto esta compuesto por
distintos subelementos:
Distritos Electorales  agrupación básica de electores, pero
desde el punto de vista del Estado marcan el número de puestos
políticos en juego. Hay 2 tipos: uninominales (pone en juego un
único puesto), y plurinominal (supone que hay varios puestos a
cubrir). De aquí sale el concepto de tamaño de distrito. 
Tipos de candidatura y formas de expresión del voto  en
distritos uninominales suele ir acompañado de un tipo de
candidatura nominativa (presentar un único candidato). En cambio
en el plurinominal los tipos de candidatura son las listas.
Formula electoral  sistema por el que se convierten los votos
en cuotas de poder institucionalizado, es decir, escaños. Existen 2
grandes sistemas: formula de escrutinio mayoritario (sistema en el
que gana, lo gana todo, y el que pierde, lo pierde todo), y la formula
proporcional (las ganancias y las perdidas se reparten). Cada una de
las formulas supone una concepción distinta de la política. En la
mayoritaria las minorías no tienen expresión, y se apuesta por
gobiernos fuertes y duraderos. Sin embargo, la proporcional busca
la defensa de las minorías, que pueden conseguir alguna cuota de
poder que les garantice presencia institucional. Pero esto supone un
sacrificio del poder ejecutivo, que es más débil.
Cultura política  son aquellos patrones de conducta y
actitudes de la ciudadanía hacia el fenómeno político. Nos da
información para entender el comportamiento político, entre ellas
el comportamiento electoral. Y además nos explica el
comportamiento político de las elites, que no siempre coincide con
el de la ciudadanía. El funcionalismo distingue varios tipos de
cultura política:
Localista  son aquellas personas que no tienen ninguna idea
del sistema político, no encuentran relación del sistema político
con su idea, o en todo caso solo tienen conocimiento del poder más
cercano.
de súbdito  son aquellos que conocen o saben que existe el
sistema político nacional, que existe una relación bastante directa
entre las decisiones de ese sistema político y su vida, pero su
actitud ante ello es pasiva.
Participativa  si conocen el sistema político, conocen la
relación, y además participan con respecto a los poderes públicos.
La cultura política no es susceptible de cambios bruscos, como
el resto de elementos. Los cambios de cultura política se miden en
generaciones.
Bibliografía
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Geografía e Historia de España .- Miguel Ángel González. Ed.
La Provincia
Constitución Española
Boletin Oficial del Estado Español
Embajada de Epaña en México
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