EL SISTEMA POLÍTICO ESPAÑOL. Prólogo El comienzo del nuevo siglo va a suponer la apertura de un nuevo tiempo para España, horizonte al que accede en unas condiciones históricas excepcionales. Los últimos veintitrés años del siglo veinte han supuesto un desarrollo en la historia política de este país. Hay muchas y poderosas razones para creer en lo que significa hoy España gracias a su sistema político. Es una nación de profunda raigambre histórica, pero son el final de la dictadura y la transición a la democracia los que marcan el verdadero punto de inflexión de su historia reciente. Con la Constitución de 1978, nacía la España constitucional, que unía y no separaba, que aunaba voluntades enfrentadas, hasta ese momento, en una sola. Comenzaba un proceso de modernización, reconciliación y transformación política que nos sitúan en unas condiciones óptimas para instalarnos en el mismo nivel que los países del mundo. Ha vuelto la libertad Cervantes dijo que era el más precioso bien que dieron los siglos de la mano de la monarquía parlamentaria, una institución que simboliza la continuidad histórica de España. La Corona fue y es factor de unidad entre todos los españoles. Veintitrés años después, España entra en el nuevo milenio con una democracia obtenida gracias a la voluntad del pueblo español, en donde su sistema político a tenida que jugar un papel fundamental, un sistema que podemos aventurarnos a decir que es uno de los mejores del mundo, sin olvidar su participación en la vida política mundial. Nos encontramos en una situación paradójica, nunca en su historia contemporánea había conquistado un sistema político tan completo y tan bien repartido; Por otra parte, nunca en la historia las distintas regiones españolas han estado tan cercanas ni han sido tan homogéneas, sin menoscabo de su autonomía política y administrativa. Introducción La actividad política es una actividad universal, tanto en el tiempo como en el espacio. Esta universalidad de la política es negada por algunas personas, pero es parte indudable de la actividad humana. Podemos partir al distinguir entre: macropolítica actividad política que se desarrolla fundamentalmente en el ámbito estatal, por ejemplo la del Gobierno nacional, o los Gobiernos autonómicos y locales. micropolítica actividad política en grupos más pequeños. En el ámbito de la macropolítica los gobiernos desarrollan una actividad política más visible, ya que cuentan con recursos para desarrollar esa actividad, sus decisiones tienen fuerza para imponerse ya que además tienen medios coercitivos para obligar al cumplimiento. Así pues esta actividad política afecta a todo el mundo. Es necesario dejar claro que es un Sistema político e inicialmente podemos decir que son las necesidades, demandas de los seres humanos son ilimitadas. El problema es que los recursos para satisfacer esas demandas son limitados, y esto crea una lucha estructural en las comunidades humanas que hacen necesarios los sistemas políticos. El pacto que crea las instituciones políticas actúa como mecanismo regulador de esos conflictos, así como el acceso de los individuos de esa comunidad a los recursos limitados. La incompatibilidad entre las metas y los recursos limitados obliga a la existencia de un sistema político. Los sistemas políticos son los encargados de proveer los mecanismos de regulación de los conflictos a través de estructuras de decisión política. Los sistemas políticos no sirven para resolver todos los problemas de una sociedad, sino para regularlos. Ubicación Geográfica Con una superficie de 505. 955 kilómetros cuadrados, España figura entre los 50 países más extensos del mundo. De esta superficie, 493. 484 kilómetros cuadrados corresponden a la España integrada en la Península Ibérica; 4. 992 kilómetros cuadrados, al archipiélago de las Baleares; 7. 447 kilómetros cuadrados, a las Islas Canarias, que se encuentran a más de mil kilómetros de distancia del mediodía peninsular, frente a la costa africana. A ello hay que añadir las dos ciudades Españolas ubicadas en el norte de África: Ceuta, con 20 kilómetros cuadrados, y Melilla, con 12 kilómetros cuadrados. Por otra parte, la Península Ibérica está a sólo 14 kilómetros de África y está bañada por el océano Atlántico y, a través de él, se aproxima al continente americano, lo que le concede un especial valor estratégico. Ello explica que la Península Ibérica, y España en particular, haya sido una encrucijada fundamental en la historia mundial; un cruce de caminos en el que se encuentran Europa y África y se enfrentan el océano Atlántico y el mar Mediterráneo. Un continente en miniatura España, dentro de ese mundo mediterráneo, presenta una cierta originalidad. Con mayor tamaño que otras penínsulas, como la italiana, a la que supera en superficie en más de 240. 000 kilómetros cuadrados, ofrece una forma más compacta y maciza, similar a la piel de toro con la que la comparó el historiador y geógrafo griego Estrabón hace más de dos milenios. La Península se configura como un gran pentágono territorial cuyo centro, Madrid, equidista de la periferia con distancias que oscilan entre los 530 kilómetros que separan la capital del cabo de Tarifa (Cádiz), en el extremo sur, y los 590 kilómetros que la separan de Finisterre (A Coruña), en el extremo noroeste. Por todo ello, la distancia media, desde el centro hasta el mar, es siempre superior a 300 kilómetros, frente a los escasos 50 de Gran Bretaña o 100 de Italia. Los 5. 755 kilómetros cuadrados de litoral de la España peninsular se distribuyen entre dos mares bien distintos: el Atlántico y el Mediterráneo. Esta circunstancia ha favorecido históricamente la vocación marinera de los habitantes de la Península Ibérica. Pero, al mismo tiempo, la gran distancia que media entre la costa y gran parte del interior peninsular, unida a la accidentada disposición del relieve, origina importantes limitaciones a esa proyección marinera. Cabe hablar de la Península Ibérica, y de España en particular, como de «un continente en miniatura», en el que la variedad y la diversidad constituyen elementos fundamentales del territorio y de los hombres que lo habitan. Estas últimas características merman la relación entre España y el resto del mundo, y de modo especial, Europa. Y limitan al mismo tiempo, las ventajas de su renta de situación, como gran encrucijada terrestre. Todo ello se agrava por las condiciones del istmo que une España con el resto de Europa, pues resulta mucho menos accesible que los de las otras grandes penínsulas mediterráneas: itálica y balcánica. El istmo ibérico tiene una longitud de 440 kilómetros y está constituido por una cadena montañosa, los Pirineos, que rebasa el promedio de 2. 000 metros de altitud y alcanza un máximo de 3. 404 metros en el Aneto, cumbre situada en su parte central. Con una anchura máxima de 150 kilómetros, localizada en su zona central y más elevada, los Pirineos dificultan el paso salvo en sus extremos oriental y occidental. Historia del Sistema Político Español Ante la invasión francesa, España quedó en una situación de vacío de poder, con la mayor parte de sus instituciones y autoridades dispuestas a cooperar con el nuevo régimen afrancesado. La reacción antifrancesa fue de carácter popular y esencialmente revolucionario, pues, negando legitimidad a cualquiera de los poderes en presencia, el pueblo llano se alzó en armas contra los franceses y sus colaboradores en la famosa jor nada madrileña del 2 de mayo de 1808, dramáticamente retratada en los cuadros de Goya. La insurrección dio lugar a la formación de juntas locales, que depositaron su soberanía revolucionaria en manos de una Junta Suprema Central, destinada a coordinar los esfuerzos de guerra contra los franceses. Es cierto que estas juntas formadas en gran parte por nobles, clérigos y personas ligadas al Antiguo Régimen se apresuraron a reclamar la vuelta del rey que consideraban «legítimo», Fernando VII, y a nombrar una Regencia que gobernara en su ausencia; pero también lo es que rompieron de hecho con el pasado, al poner en marcha unas elecciones para convocar unas Cortes constituyentes, que se reunieron en Cádiz desde 1810. 51. La guerra contra los franceses que la historiografía posterior bautizó como Guerra de la Independencia se prolongó desde 1808 hasta 1814. En un primer momento, se sucedieron episodios de resistencia heroica, como los asedios de Gerona y Zaragoza, e incluso una victoria en campo abierto (la batalla de Bailén de 1808) que hizo huir de España a los ejércitos invasores y supuso la primera humillación del Imperio napoleónico a los ojos de Europa. Pero, tan pronto como el emperador en persona planificó y dirigió una segunda invasión de la península, la resistencia convencional dejó de ser posible. De entonces data la aparición de la lucha guerrillera, que puede considerarse una innovación en el «arte de la guerra »genuinamente española: pequeñas partidas, amparadas en el conocimiento de un terreno accidentado y con la connivencia de la población campesina, hostigaban a los ejércitos invasores e interrumpían sus abastecimientos y comunicaciones, obligándoles a limitar su ocupación a unas cuantas ciudades fortificadas y guarnecidas. Esto facilitó sin duda el éxito de la contraofensiva hispanobritánica, que fue dirigida por Wellington desde su desembarco en Portugal, atravesando el centro de la península en persecución de los franceses hasta Vitoria (1813) y, ya adentrándose en territorio francés, hasta Toulouse, donde los venció de nuevo (1814), contribuyendo a la caída de Napoleón. La Guerra de la Independencia supuso una transformación importantísima para España. Por un lado, la experiencia de la invasión extranjera sacó a la luz el importante sustrato de identidad común que habían dejado tres siglos de unidad bajo la Monarquía: la idea de una nación española que luchaba por su independencia surgía por primera vez, y constituiría la base para la construcción de un Estado nacional en el siglo XIX (paradójicamente inspirado en el modelo de Francia). Por otro lado, a pesar de las adversas condiciones de la guerra, los resistentes consiguieron reunir en la asediada ciudad de Cádiz unas Cortes representativas de todos los reinos y provincias de España, que actuaron expresamente en nombre de la Nación . Aquellas Cortes realizaron una intensa labor legislativa de desmontaje del Antiguo Régimen, inspirada por el mismo ideario liberal que habían sustentado los revolucionarios franceses de 1789. Entre la obra de las Cortes destaca la Constitución de Cádiz (1812), un texto liberal en el que se definía un Estado nacional con régimen de monarquía parlamentaria y amplio reconocimiento de los derechos y libertades de los ciudadanos. Esta Constitución sería un . referente simbólico para todo el liberalismo español posterior, e incluso un modelo para algunos revolucionarios europeos de la época (como los decembristas rusos o los carbonarios italianos). Sin embargo, la derrota de Napoleón en 1814-1815 llevó a restaurar en toda Europa el estado de cosas anterior a la Revolución, devolviendo el Trono a los monarcas absolutistas que lo habían perdido en estos años. También en España, Fernando VII recuperó la Corona y se apresuró a dar un golpe de Estado por el que abolía la Constitución y toda la obra legislativa de las Cortes de Cádiz. La obstinación del rey en su rechazo de toda reforma liberal dejó a España anclada en un absolutismo inoperante y sometida a los vaivenes de revoluciones y pronunciamientos. En 1820 los liberales consiguieron hacerse con el poder por la fuerza (pronunciamiento de Riego), pero respetaron la figura del rey, sin más que imponerle la obligación de jurar la Constitución de Cádiz. Ésta permaneció vigente tres años, durante los cuales Fernando VII obstaculizó cuanto pudo el funcionamiento del sistema parlamentario y la labor de reforma, hasta que en 1823 fue «rescatado » por una nueva invasión francesa de carácter reaccionario (los Cien mil hijos de San Luis). El absolutismo y la represión se instauraron de nuevo en España hasta la muerte de Fernando VII en 1833, en medio de frecuentes conspira ciones, pronunciamientos y rebeliones fallidas. Durante el reinado de Fernando VII (1814-1833) se produjo otro fenómeno trascendental para España, como fue la pérdida de la mayor par te de sus colonias americanas. La presencia española en América se había reafirmado en el siglo XVIII con las reformas tendentes a racionalizar la administración, e incluso se había extendido hacia nuevas zonas de colonización (con la creación de los virreinatos del Río de la Plata y Nueva Granada). Pero, al mismo tiempo, los españoles habían tenido que suavi zar el monopolio comercial, abriendo América al libre comercio con otros puertos de la península y, parcialmente, con otros países europeos (por una sucesión de medidas dictadas entre 1713 y 1797); esto no era sino reconocer la realidad de que el contrabando había crecido hasta proporciones desmesuradas y que la metrópoli no tenía los medios para seguir exigiendo un monopolio estricto. El desarrollo económico y cultural de las ciudades americanas había dado lugar al surgimiento de una bur guesía criolla, descendiente de españoles, pero celosa de sus intereses y dispuesta a emprender el camino de la independencia que le mostraban La invasión francesa de España fue el detonante para que estallaran rebeliones independentistas por toda Hispanoamérica, aprovechando el vacío de poder en la metrópoli. La lucha por la independencia se desarrolló por separado en cada colonia, a partir de la insurrección de juntas locales en 1809-1810. Aunque las fuerzas realistas (españolas) re cuperaron la iniciativa y el control una vez restablecido en el Trono Fernando VII, desde 1817 la rebelión se intensificó y los españoles fueron gradualmente batidos mediante un doble avance militar de Bolívar (desde Venezuela) y de San Martín (desde el Río de la Plata) hacia el último bastión de los españoles en Perú, donde se produjo la batalla de Ayacucho (1824). España perdía así la mayor parte de su imperio (limitado desde entonces a las islas de Cuba, Puerto Rico y Filipinas). En los años siguientes, España iría reconociendo a las nuevas repúblicas independientes, cuya configuración territorial reflejaba paradójicamente la división administrativa de la Hispanoamérica colonial. Perdidas las colonias americanas, España inició el camino de su transformación en un Estado europeo moderno. El proceso de industrialización se inició con altibajos, lastrado por la escasa capacidad adquisitiva del mercado interior (debido a una agricultura atrasada y poco productiva) y a toda una serie de problemas estructurales (como el déficit educativo, que se reflejaba en la amplitud del analfabetismo y la escasa dotación de técnicos y empresarios). No obstante, capitales y técnicos de países europeos más avanzados (Francia, Bélgica, Inglaterra, Ale mania...) afluyeron a España atraídos por las posibilidades de sectores como la minería, los ferrocarriles y las finanzas. Y el país, homologado institucionalmente con las economías de mercado capitalistas, vio desarrollarse un incipiente sector industrial (especialmente centrado en Cataluña, foco tradicional de la industria textil). La modernización política también resultó problemática. Al morir Fernando VII dejó como heredera a su hija Isabel, de tres años de edad, abriendo la perspectiva de una larga regencia de la reina viuda, María Cristina de Borbón. La novedad de legitimar la sucesión femenina, introducida a la vista de las circunstancias por el propio Fernando VII, un año antes de su muerte, no fue aceptada por los más conservadores, que, aglutinados entorno al hermano de Fernando, don Carlos, rechazaron la . legitimidad de la reina Isabel y se alzaron en armas en defensa de la causa carlista. María Cristina se vio obligada a buscar ayuda entre la oposición liberal, a la que pidió que apoyara el Trono de su hija a cambio de introducir reformas políticas significativas, que transformaran a España en una monarquía constitucional. La cuestión dinástica dio lugar a una guerra civil (la Primera Guerra Carlista, de 1833 a 1840), que enfrentó a los partidarios del absolutismo (agrupados en el bando carlista) y los del liberalismo (agrupados en el bando que se llamó isabelino, cristino o constitucional). La victoria correspondió a estos últimos (Convenio de Vergara, 1839), y confirmó la implantación de un régimen constitucional similar al de Francia y otros países de la Europa continental: los señoríos y los privilegios estamentales fueron definitivamente abolidos; y, en lo sucesivo, España sería una monarquía constitucional con separación de poderes, Parlamento electivo y garantías para los derechos y libertades individuales, si bien con algunas peculiaridades, como el reconocimiento de los fueros u ordenamientos preconstitucionales de las provincias vascas y Navarra. La «familia »liberal se escindió enseguida en dos partidos rivales: los progresistas (herederos del liberalismo genuino, y defensores de las libertades individuales y el poder del Parlamento según el modelo británico) y los moderados (de tendencia más conservadora y monárquica, celosos del orden y admiradores del modelo francés). Lejos de constituir las dos piernas con las que caminaría un régimen constitucional establecido por consenso, los dos partidos mantuvieron distintas concepciones del Estado y dirimieron frecuentemente sus diferencias por la fuerza. María Cristina primero (1833-1843) e Isabel II después (1843-1868) no comprendieron que en una monarquía constitucional les correspondía desempeñar un papel meramente arbitral, y quisieron conservar el control último del poder que habían heredado. Dadas sus preferencias ideológicas, tendieron a llamar a gobernar sólo a los dirigentes moderados, que monopolizarían el poder manipulando las elecciones y utilizando las posibilidades represivas de la fuerza pública y la censura de prensa. Los progresistas, en consecuencia, se vieron abocados a usar la fuerza como única manera de acceder al poder: organizaron rebeliones populares urbanas y, sobre todo, pronunciamientos , es decir, insurrecciones de unidades militares que pretendían variar la situación política con el simple hecho de «pronunciarse »sus jefes a favor de una determinada opción, amenazando con usar la fuerza para imponerla. Este mecanismo dio un protagonismo político inusitado al ejército, pues eran sus jefes quienes acababan dirimiendo los conflictos políticos; los progresistas se hicieron con un «caudillo »militar como el general Espartero que les llevó varias veces al poder y los moderados respondieron buscándose su propio «espadón », que ue el general Narváez; cuando en los años cincuenta apareció un tercer partido de tendencia centrista, la Unión Liberal, surgió aglutinado en torno a un tercer general, O ’Donnell. Cada uno de los dos partidos aprovechaba su paso por el poder para desmontar la obra legislativa de sus predecesores y elaborar una Constitución ajustada a sus propios principios ideológicos, sin asomo de consenso; la vigencia de los textos constitucionales solía ser corta, pues el partido contrario los abolía en cuanto recuperaba el poder. El primer texto (apenas una carta otorgada regulando la convocatoria de Cortes) fue el Estatuto Real de 1834, inspirado por los moderados; los progresistas lo consideraron insuficiente y, sabedores de que volver a la Constitución de 1812 despertaría muchos recelos, intentaron plasmar un texto de compromiso en la Constitución de 1837; los moderados no la aceptaron y, a su vez, promulgaron la Constitución de 1845; los progresistas elabora ron un texto para sustituirla que nunca se llegó a promulgar (la Constitución nonata de 1856). Eran los comienzos del constitucionalismo español, desgraciadamente viciado por la falta de convicciones liberales, que alejaba la práctica política de la definición ideal del régimen en las leyes; pero es indudable que durante esa época fue arraigando en España la práctica del parlamentarismo, que muy pocos ponían en entredicho; y, a la postre, tales prácticas crearon una tradición liberal y una cultura política de respeto a las elecciones, a la libre discusión de los asuntos públicos, a la argumentación y al pacto que constituyen la esencia de todo régimen parlamentario. Y ese es el gran legado del siglo XIX español, que finalmente el XX ha sabido reconocer y profundizar con la consolidación de la democracia. A pesar de la desdichada falta de consenso constitucional, la época de Isabel II fue rica en realizaciones. En los breves periodos en los que gobernaron los progresistas, ministros como Mendizábal y Madoz impulsaron la nacionalización y venta de los bienes de la Iglesia (desamor tización), medida de gran poder simbólico, que se consideraba esencial para dar el paso a una economía de libre mercado. La desamortización sirvió para sanear la Hacienda del Estado, financiar la guerra contra los carlistas, privar de sus bases materiales al clero regular que había venido sustentando la causa de la reacción, dinamizar la agricultura, facilitar el acceso a la propiedad de las clases medias emprendedoras y con recursos, y por esa vía constituir un grupo de nuevos propietarios cuyos intereses quedaran ligados a la pervivencia del régimen constitucional. Los moderados, que gozaron de mayor estabilidad en el poder, fueron los verdaderos constructores de la Administración española contemporánea (inspirada en la francesa), a la que dotaron de bases financieras sólidas y de instrumentos eficaces para el ejercicio de la autoridad (como la Guardia Civil, creada en 1844). La Unión Liberal, que dispuso de un largo periodo de gobierno en la última parte del reinado, recuperó para España una política exterior de prestigio, tendente a convertirla de nuevo en una potencia colonial: hizo sentir la influencia española en Marruecos (Guerra de África de 1859-1860), Indochina (intervención hispanofrancesa de 1858-1862), México (donde España intervino junto a Francia e Inglaterra en 1861), Santo Domingo (reincorporada voluntariamente al Imperio colonial español en 1861-1865), Perú y Chile (Guerra del Pacífico de 1865-1868). Finalmente, la reina Isabel fue destronada en 1868 por una coalición revolucionaria de progresistas, demócratas y unionistas, que la acusaban de no haber aceptado lealmente las limitaciones constitucionales de su cargo. Se iniciaba así el Sexenio revolucionario (1868-1874). La coalición revolucionaria elaboró su propia Constitución, de carácter liberal-democrático, en 1869; y buscó una nueva dinastía cuyos miembros aceptaran el papel de monarcas constitucionales, rompiendo con los «vicios» autoritarios heredados del absolutismo; esa dinastía la encontró en la casa de Saboya, que reinaba en la Italia recién unificada, uno de cuyos príncipes se convirtió en rey de España en 1870 con el nombre de Amadeo No obstante, la falta de tradición democrática, las divisiones entre los partidos y la resistencia de las fuerzas conservadoras hicieron que aquel régimen no arraigara. Amadeo de Saboya acabó abdicando y los representantes parlamentarios, reunidos en asamblea, proclamaron la República (1873). La Primera República española tuvo una vida corta y agitada. Su base social era muy estrecha, especialmente entre las clases acomodadas de la sociedad; e incluso los propios republicanos se hallaban divididos sobre la forma que debía tener el nuevo Estado (unitario o federal) y sobre la actitud a adoptar ante la cuestión social (pues, efectivamente, en los años sesenta se habían empezado a manifestar en las grandes ciudades movimientos reivindicativos de una clase obrera surgida al hilo de la industrialización, como estaba ocurriendo en toda Europa). La República tuvo que hacer frente a tres rebeliones armadas: por un lado, la sublevación independentista de los colonos cubanos, que recelaban de las reformas del sexenio y muy especialmente de la posibilidad de que se aboliera la esclavitud (Guerra de los diez años, iniciada en 1868); por otro lado, los carlistas volvieron a alzarse en armas contra el Estado (como ya habían intentado en 1846 y 1860), aprovechando la pérdida de legitimidad que suponía el cambio de dinastía primero y la abolición de la monarquía después (Segunda Guerra Carlista, de 1872 a 1876); por último, una interpretación radical de los principios democráticos y federalistas llevó a que algunas ciudades se proclamaran cantones independientes como punto de partida para una ulterior federación de comunidades soberanas desde la base (Insurrección cantonal de 1873-1874). Ante tantos y tan graves problemas, la República no consiguió estabilizarse: cuatro presidentes se sucedieron al frente del Poder Ejecutivo (Figueras, Pi y Margall, Salmerón y Castelar) y el proyecto constitucional nunca llegó a promulgarse. Un golpe de Estado militar acabó disolviendo la Asamblea para instaurar un régimen autoritario de transición, antes de que la solución de restaurar a los Borbones se acabara imponiendo por la fuerza de las circunstancias. La restauración de la dinastía borbónica había sido la opción defendida a lo largo del sexenio por un reducido grupo de monárquicos alfonsinos, cuya cabeza visible era Antonio Cánovas del Castillo. Sabedor del des crédito de Isabel II y del Partido Moderado que había monopolizado el poder durante su reinado, Cánovas pactó con la reina destronada la abdicación de sus derechos a favor de su hijo, el príncipe Alfonso; y aglutinó a su alrededor un nuevo grupo político, del que nacería el Partido Conservador, constituido por la antigua Unión Liberal, junto con algunos moderados e incluso carlistas reconvertidos. La proclamación de Alfonso XII como rey, la precipitó el pronunciamiento militar encabeza do en Sagunto por el general Martínez Campos, cuando la situación política estaba ya madura para haberla alcanzado por otros medios (1874); pero Cánovas se empeñó en que aquel pronunciamiento fuera el último de la historia de España, para no volver a incurrir en los errores del pasado. Si se hubiera reconstruido tal cual el régimen de Isabel II, por lógica se habría vuelto al mismo resultado, la revolución, que los conserva dores consideraban el más temible de los males que pueden asolar a un país. En consecuencia, inspirándose en el modelo político inglés, Cáno vas procuró establecer un régimen bipartidista con verdadera alternancia en el poder entre su propio partido (el conservador) y un partido de tendencia más avanzada, grande y unido, cuya formación facilitó (y que acabaría siendo el Partido Liberal de Sagasta). Si ambas opciones se turnaban pacíficamente en el poder, no había razón para que ninguna de ellas se sintiera excluida y recurriera a los militares para que les llevaran al poder mediante un pronunciamiento; en consecuencia, podría afirmarse la primacía del poder civil y los militares volverían a sus funciones meramente castrenses, especialmente en las colonias. Una nueva Constitución, promulgada en 1876, regularía el funcionamiento de esta monarquía constitucional modernizada, no muy distinta sobre el papel de sus homólogas europeas. El problema era que, tal como lo entendía Cánovas, el turno pacífico de los dos partidos en el gobierno no tenía que responder a la voluntad del electorado (que podía ir por otros derroteros), sino a pactos entre las cúpulas de ambas formaciones, actuando el monarca como árbitro. Las elecciones, manipuladas desde el Ministerio de la Gobernación, vendrían a sancionar a posteriori los cambios de gobierno decididos en las alturas. Y todo el mecanismo se asentaría sobre el consenso básico de una oligarquía monárquica y liberal-conservadora, formada por los notables o caciques que dominaban la vida política y social a todos los niveles (especialmente en el medio rural, que aún era el predominante). El entramado de Cánovas funcionó bien mientras los dos partidos mantuvieron su unidad y aglutinaron al grueso de las elites sociales. La sublevación cantonal fue ahogada en sangre desde el primer momento (1874); la Segunda Guerra Carlista se saldó, como la primera, con la victoria del ejército regular en los campos de batalla (1876); la guerra de Cuba concluyó mediante un pacto que sancionaba la victoria de España y la permanencia de la isla en situación colonial (Paz de Zanjón, 1878). Cánovas encabezó el Gobierno salvo breves interrupciones por espacio de diez años, gozando de amplios poderes para reprimir a las opciones políticas revolucionarias mediante la censura y el uso de la fuerza pública. Y cuando el rey murió prematuramente en 1884, la peligrosa situación de regencia de su viuda, María Cristina de Habsburgo-Lorena, no provocó sobresalto político alguno; la regente, que había quedado encinta, dio a luz un heredero varón (el futuro Alfonso XIII), y el cambio de turno de gobierno hizo que los liberales vinieran a apuntalar el Trono y el régimen de la Restauración. El Gobierno «largo»de Sagasta (1885-1890) contribuyó a suavizar los perfiles autoritarios del régimen canovista, liberalizándolo con una serie de leyes que regularon la libertad de asociación, el juicio por jurados y el sufragio universal. Con tan modestos retoques, el régimen de la Restauración habría de pervivir hasta 1923, convirtiéndose en el más duradero de la historia contemporánea de España. La Restauración representa, por tanto, la consolidación definitiva y estable del régimen liberal y parlamentario en España, pre cedente histórico de la actual monarquía constitucional. Este largo periodo de estabilidad política, en el que se garantizó una libertad de pensamiento y de expresión bastante amplia, conoció en el plano cultural el florecimiento de la que podría llamarse generación intelectual de 1868. La literatura española tuvo, como la europea en general, su novela realista y naturalista, escrita por autores como Benito Pérez Galdós, Juan Valera, Leopoldo Alas Clarín, Emilia Pardo Bazán o Vicente Blasco Ibáñez. La ciencia, asfixiada por la falta de medios, brilló en personalidades individuales como Santiago Ramón y Cajal. El mundo del pensamiento, en lucha contra los intentos gubernamentales de limitar la libertad de cátedra, se caracterizó por la confrontación entre el conservadurismo de Menéndez Pelayo y el liberalismo de Giner de los Ríos y Gumersindo de Azcárate. Y en las artes plásticas, empezó a des tacar por su dinamismo el foco de Barcelona, en donde se desarrollaba la obra arquitectónica de Gaudí. Como muestran algunos de estos desarrollos culturales, la sociedad española estaba cambiando, y el rígido corsé del sistema político canovista le resultaría cada vez más insoportable. La industrialización, el . capitalismo y la urbanización de la población seguían avanzando, y las duras condiciones de vida de las clases trabajadoras empezaban a expresarse en movimientos políticos y sindicales contestatarios. El socialismo marxista había llegado a España en la época de la Primera Internacional, y sus adeptos habían constituido en la clandestinidad el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) entorno al tipógrafo madrileño Pablo Iglesias (1879); la Ley de Asociaciones de Sagasta permitió que los socialistas aumentaran su radio de acción con la creación de un sindicato propio, la Unión General de Trabajadores (UGT) en 1888. Y diferentes grupos anarquistas se hacían notar en Cataluña y Andalucía, derivando en los últimos años del siglo hacia el uso de la violencia terrorista y la «propaganda por la acción ». La espiral de violencia y represión iniciada por entonces anunciaba el posterior agravamiento de la cuestión social, que minaría los cimientos del régimen de la Restauración (hasta tres presidentes del Gobierno murieron asesinados por anarquistas: Cánovas en 1897, Canalejas en 1912 y Dato en 1921). Pero en parte se debió a la escasa comprensión de las autoridades hacia la evolución pacifista y constructiva que significó el paso del anarquismo puro al anarcosindicalismo, con la fundación del sindicato de masas Confederación Nacional del Trabajo (CNT) en 1910. La construcción del Estado liberal español, desde los lejanos tiempos de Isabel II, se había hecho con un criterio uniformizador y centralista. Siguiendo la doctrina del liberalismo revolucionario francés, la centralización del poder y la administración uniforme del territorio se entendieron como la mejor garantía de la igualdad jurídica que se in tentaba afirmar, en oposición a las desigualdades del Antiguo Régimen. Un nacionalismo de Estado, que tendía a ver a España como una nación no sólo en sentido político, sino también cultural, se había ido afirmando en multitud de símbolos patrióticos y discursos oficiales. Y en la Res tauración, tanto ese nacionalismo como el centralismo habían alcanzado su culminación. En esa situación, un sentimiento regionalista empezó a afirmarse en algunas zonas de España, reivindicando el respeto a sus identidades y tradiciones, así como un cierto grado de autogobierno. Cataluña y Vizcaya fueron las primeras zonas en las que se dio esta evolución, primero hacia el regionalismo y luego hacia el nacionalismo; una evolución condicionada por el mayor desarrollo industrial de ambas zonas, que no sólo hacía afluir hacia ellas a miles de inmigrantes (con la consiguiente sensación de «amenaza »para el sustrato cultural autóctono), sino que además las hacía sentirse dominadas por un Estado español de base agraria, en el que los grandes terratenientes controlaban el poder. Los avances de la industrialización en Cataluña y en Vizcaya hicieron de ambas regiones focos de conflictividad social, en los que la «receta »nacionalista se presentaba como una opción de unidad apadrinada por las clases medias, que permitía desviar las tensiones internas hacia un conflicto de carácter territorial entre centro y periferia. En Cataluña, las ideas de Prat de la Riba y otros catalanistas de distinta significación, fueron confluyendo hasta la formación de la Lliga regionalista de Cataluña en 1901, entidad que alcanzaría una gran influencia en la región y haría sentir su peso en la política española bajo la dirección de Francesa Cambó. En Vizcaya, el movimiento nacionalista fue una creación personal de Sabino Arana, que pronto pasó a pensar en términos de nacionalismo vasco (incluyendo en sus reivindicaciones de independencia no sólo a Vizcaya, sino también a Guipúzcoa, Álava, Navarra y las tres «provincias »vascofrancesas); en 1895 fundó el Partido Nacionalista Vasco (PNV), que ha pervivido hasta la actualidad, debatiéndose entre el ideal independentista y la opción moderada del autonomismo, entre los prejuicios racistas y reaccionarios de su fundador y la aceptación de la democracia liberal como marco de convivencia. Los abusos del centralismo y de la represión avivaron la llama de los regionalismos periféricos y del movimiento obrero, opciones que crecieron hasta amenazar el consenso básico sobre el que se asentaba el régimen de la Restauración. Los dirigentes conservadores y liberales no se atrevían a introducir las reformas necesarias, por temor a que una democratización verdadera del régimen pudiera abrir la puerta a socialistas, regionalistas y otros grupos no dinásticos (como los republicanos, fuertes en las grandes ciudades, o los carlistas, todavía fuertes en Navarra y Vascongadas). De manera que la Restauración quedó anclada en sus contradicciones, manipulando los resultados electorales desde el Gobierno con ayuda de los caciques locales, y dejando sin representación política a una parte creciente de la opinión pública. La pérdida de las últimas colonias ultramarinas que le quedaban a España que el detonante que puso al descubierto todas estas debilidades. Cuba, Puerto Rico y Filipinas dejaron de pertenecer a España como . resultado de la derrota sufrida frente a Estados Unidos en la guerra de 1898. Y toda una generación de intelectuales regeneracionistas se lanzó abiertamente a la crítica del régimen de la Restauración, de la clase política y aun de la sociedad española como un todo, acusando al caciquismo y a la falta de educación de haber debilitado al país hasta hacer le perder el rango de gran potencia (que en aquella época imperialista se entendía que iba asociado a la posesión de colonias). Para colmo de males, durante la Guerra de Cuba había sido asesinado Cánovas del Castillo; y en 1903 moriría también Sagasta. Desaparecidos los patriarcas conservador y liberal, sus partidos no recuperaron nunca el mismo grado de unidad y de liderazgo; la descomposición de los partidos dinásticos impidió que se formaran gobiernos estables y que se abordaran reformas urgentes; y el sistema todo empezó a parecer inoperante y opresivo para una gran parte de los españoles. La crisis del sistema de la Restauración era ya un hecho desde el cambio de siglo, cuando comenzó el reinado de Alfonso XIII (declarado mayor de edad en 1902). El nuevo monarca, especialmente inclinado hacia los puntos de vista de los militares que le rodeaban, quiso asumir un protagonismo mayor que el de sus predecesores en cuestiones de gobierno; y la desaparición de los líderes históricos, unida a la división de los partidos, le dio la oportunidad de hacerlo. Algunos líderes nuevos, como el conservador Maura o el liberal Canalejas, tuvieron una visión de Estado e intentaron devolver al monarca a sus limitadas funciones arbitrales, al tiempo que saneaban el sufragio para asegurar la legitimidad del Parlamento y de los gobernantes democráticamente elegidos. Pero las reformas necesarias se encontraron con la correosa resistencia del entramado caciquil y, finalmente, el rey prescindió de Maura y de quienes, como él, se atrevieron a hacerle frente. La economía española sufrió gravemente la crisis agropecuaria e industrial de finales del siglo XIX, de la que se salió «en falso»con la adopción de políticas proteccionistas que no hicieron sino consolidar el atraso del tejido productivo. El sector ampliamente mayoritario seguía siendo la agricultura, caracterizada por su baja productividad y por una distribución extremadamente desigual de la propiedad, que daba lugar en el norte a economías campesinas de pequeña propiedad, y en el sur a regiones enteras latifundistas (como Andalucía, Extremadura y La Mancha), en las que unas cuantas familias terratenientes convivían con masas hambrientas y analfabetas de jornaleros sin tierra. Este panorama tradicional, duramente golpeado por la crisis, se completaba con un sector industrial, caracterizado por su concentración casi exclusiva en dos sectores y en dos regiones: junto al textil catalán había surgido también, en el último cuarto del siglo, un sector siderúrgico centrado en Vizcaya. Éstos y otros sectores cruciales de la economía española como el de los agricultores cerealeros castellanos reclamaban la protección del Estado para salvar sus producciones, poco competitivas en el exterior; y el Estado de la Restauración no dudó en darles la protección que pedían, sacrificando los intereses de los consumidores y la modernización tecnológica. La Primera Guerra Mundial (1914-1918) permitió salir de aquel estancamiento, pues, al mantenerse España neutral en la contienda, pudo aprovechar la demanda procedente de los países beligerantes y sustituir a éstos en los mercados. Durante unos años, la economía española y especialmente su sector industrial experimentó un auge sin precedentes, alimentado por las exportaciones y por el alza de los precios internacionales. Sin duda que aquel el momento en que se consolidó el capitalismo español, reduciendo la dependencia económica del exterior y aumentando el peso de los sectores modernos de la economía. Pero los efectos sociales de aquel cambio rápido fueron desastrosos: mientras unos cuantos empresarios acumulaban ganancias extraordinarias, la mayor parte de la población veía desvalorizados sus salarios por efecto de la inflación y sufría los efectos de la carestía y el desabastecimiento. En 1917 el malestar social se manifestó con el estallido de una triple crisis, que puso fin a la estabilidad de la Restauración: por un lado, las dos grandes organizaciones sindicales (la socialista UGT y la anarquista CNT) se pusieron de acuerdo para convocar una «huelga general revolucionaria », que duramente reprimida; por otra parte, los nacionalistas catalanes reunieron en Barcelona una Asamblea de Parlamentarios a la que concurrieron demócratas, republicanos y socialistas, para demandar la reforma de la Constitución en un sentido democrático y descentralizador; y , por su parte, los militares expresaron sus reivindicaciones tanto profesionales como políticas mediante un movimiento de indisciplina canalizado por las Juntas de Defensa, que reflejaba su desacuerdo con la situación política y su tendencia a alinearse con las doctrinas autoritarias y conservadoras que recorrían Europa. La crisis se . superó momentáneamente, pero la debilidad y el anacronismo del régimen habían quedado ya al descubierto, y las diferentes opciones reformistas sólo pensaban en la forma concreta para superarlo. Como en otros países de Europa, las críticas a los regímenes liberales acabaron desacreditando a la democracia y el parlamentarismo, y avalando opciones políticas de corte autoritario en el periodo de entreguerras (1918-1939). En España esa evolución está representada por la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930). Se habían acumulado una serie de problemas especialmente preocupantes para las clases acomodadas con servadoras: por un lado, el auge del movimiento obrero y de la conflictividad social había provocado una espiral de violencia, especialmente en Barcelona, entre el terrorismo anarquista de un lado y los excesos de la represión gubernamental y patronal de otro, que parecía imparable; por otro, los regionalismos (y especialmente el nacionalismo catalán) seguían ganando adeptos e influencia política, amenazando la idea misma de la unidad de España; la aventura colonial en Marruecos, enormemente impopular y costosa, seguía produciendo tropiezos y derrotas humillantes, como el desastre de Annual (1921), que ponían en evidencia la debilidad militar, política y diplomática de España; y la clase política de la Restauración parecía incapaz de enmendar la situación, enfrascada en querellas partidistas y luchas de poder. Miguel Primo de Rivera, Capitán General de Cataluña, representaba a muchos conservadores españoles que no estaban dispuestos a permitir que los retos planteados condujeran a una salida democrática, en la que se reconocieran la autonomía regional (parcialmente concedida ya a Cataluña con la Mancomunidad de 1914), la libertad sindical, la sinceridad electoral (que llenaría el Parlamento de socialistas, regionalistas y republicanos), la separación entre la Iglesia y el Estado, y la exigencia de responsabilidades por los errores cometidos en la Guerra de Marruecos (cuestiones todas ellas que parecía dispuesta a abordar la coalición liberal-democrática que había ganado las elecciones en 1923). Su golpe de Estado puso fin a aquella evolución, pues el rey aceptó dejar la Constitución en suspenso, disolver las dos cámaras del Parlamento y nombrar a Primo de Rivera primer ministro (como había hecho el rey de Italia con Mussolini un año antes). En los primeros años de la dictadura de Primo de Rivera, ésta resolvió algunos de los grandes retos que tenía planteados: ilegalizó y persiguió a las organizaciones anarquistas, acabando por esa vía represiva con la «amenaza»del movimiento obrero barcelonés; anuló la Manco munidad de Cataluña y puso freno a las expresiones regionalistas mediante el control de la prensa; y, sobre todo, completó la ocupación militar de Marruecos y la derrota del líder rebelde Abd-el-Krim, mediante una operación combinada con Marruecos que se inició con el Desembarco de Alhucemas (1925). Pero, animado por estos éxitos, el dictador pensó en institucionalizar su dictadura (que se había presentado inicial mente como un recurso transitorio), creando un partido propio (la Unión Patriótica) y reuniendo una Asamblea Consultiva que elaborara un proyecto de Constitución autoritaria. Esta voluntad de perpetuarse provocó la reacción de amplias capas de la población que antes le habían apoyado o se habían mostrado indiferentes; y Primo de Rivera hubo de dimitir, al faltarle incluso la confianza de sus compañeros de armas y del propio Alfonso XIII. Tras la caída de Primo de Rivera en 1930, la opinión democrática y republicana se adueñó de la calle. El dictador había arrastrado con su des crédito al monarca, cuya connivencia con el golpe parecía evidente. Varias combinaciones ministeriales intentaron volver a la «normalidad» constitucional, pero las elecciones municipales, celebradas en 1931 a modo de sondeo, demostraron que la opinión republicana estaba amplísimamente extendida. Ante aquella situación, Alfonso XIII prefirió abandonar el trono y el país para evitar una confrontación, y las masas populares proclamaron de manera espontánea y entusiasta la República. La Segunda República española hubo de enfrentarse a muchos y muy graves problemas, en un contexto de crisis económica internacional iniciado en 1929. Sabedores de que los grupos dominantes tradicionales se opondrían con todas sus fuerzas a la consolidación de la democracia, los líderes republicanos moderados de clase media (cuyo más destacado representante era el intelectual Manuel Azaña, jefe del Gobierno) optaron por buscar la alianza con las clases populares, únicas de donde podía pro venir el apoyo que necesitaba el nuevo régimen; pero ello exigía adoptar una política social avanzada y satisfacer desde el Estado demandas costosas o incluso imposibles. El entusiasmo inicial marcó todo el primer bienio republicano bajo gobierno de la izquierda (1931-1933), momento en el que se definió el régimen y salieron a la luz la multitud de demandas insatisfechas de todo tipo que se habían acumulado no ya en los años anteriores, sino incluso en siglos. Se elaboró y promulgó una Constitución democrática con tintes sociales, parecida en algunos aspectos a la Constitución de la República alemana de Weimar (1919); pero no fue una Constitución de consenso, sino un texto impuesto por la mayoría de izquierdas que ganó las elecciones de 1931. La Constitución abría la posibilidad de una descentralización política, otorgando estatutos de autonomía a las regiones que lo solicitaran; y, efectivamente, Cataluña logró el ansiado Estatuto de Autonomía en 1932, eligió un Parlamento autónomo y un Gobierno propio (la Generalitat). El Gobierno ordenó también realizar una reforma agraria, tendente a facilitar la división de los latifundios y el acceso a la propiedad de los jornaleros pobres; no obstante, la aplicación práctica de la reforma fue muy dificultosa y no respondió a las expectativas. Los sindicatos obreros vieron reconocida y alentada su unción social desde el Estado, que se reflejó en un crecimiento espectacular del número de afiliados. Un asunto especialmente delicado fue el de la separación entre la Iglesia y el Estado, irrenunciable para la opinión anticlerical que predominaba entre republicanos y socialistas, tanto más cuanto que elevados jerarcas de la Iglesia negaban en público la legitimidad del nuevo régimen y clamaban por la vuelta de la monarquía; pero se llevó a cabo con cierta intransigencia, sin considerar que medidas como la disolución de la Compañía de Jesús y la incautación de sus bienes ofendían los sentimientos de los amplios sectores católicos del país. Las relaciones con el ejército (que Azaña intentó modernizar y profesionalizar) y el orden público constituyeron otros tantos motivos de preocupación; el entusiasmo republicano de los primeros momentos dio lugar a excesos como la quema de conventos, que el Gobierno no pudo o no supo atajar; y aquel entusiasmo se fue enfriando a medida que afloraban las demandas insatisfechas, los conflictos sociales y la pervivencia de los excesos represivos entre las fuerzas de orden público. El Gobierno de Azaña no fue capaz de satisfacer las demandas de todos los sectores que habían puesto sus esperanzas en la República, en un contexto de estrechez económica y graves tensiones políticas y la consiguiente decepción provocó su derrota en las elecciones de 1933, que dieron el triunfo a la derecha. Las recientes experiencias europeas de acceso del fascismo al poder (en Alemania y Austria) hicieron temer a la izquierda española que el triunfo de la derecha significara también aquí el fin irreversible de la democracia; y, para adelantarse a los acontecimientos, lanzaron una Revolución armada en 1934; ésta, mal preparada y con escaso apoyo (excepto en Asturias) fue fácilmente desbaratada por el Gobierno, que castigó severamente a los implicados y suspendió el autogobierno de Cataluña. Con la izquierda y los regionalistas derrotados y desacreditados, el nuevo Gobierno detuvo muchas de las medidas reformistas del bienio anterior y rectificó la orientación izquierdista de la política republicana. La opinión española se politizó intensamente durante los años de la Segunda República, en los que aumentó la participación, el debate público, la movilización y la afiliación a partidos y sindicatos; a la altura de 1936 esa opinión estaba polarizada en un bloque de derechas y otro de izquierdas, que se enfrentaron en las elecciones con una apretada victoria de este último. El triunfo electoral del Frente Popular devolvió el poder a Azaña, que pasó a ser presidente de la República, retomando el programa reformador del primer bienio; pero dos meses más tarde un golpe de Estado militar interrumpió la vida normal de la joven democracia española. A pesar de su inestabilidad y sus tensiones, a pesar de la distancia entre los proyectos y las realizaciones, a pesar de su falta de consenso y de su trágico final, la Segunda República fue la primera experiencia de mocrática de España y, junto con el modelo de monarquía parlamentaria heredado del constitucionalismo del siglo XIX, aquel Estado de derecho social, democrático y descentralizado, completó los precedentes históricos sobre los que se ha edificado la actual democracia española. Fue un aprendizaje de la democracia, aprendizaje doloroso y en parte fallido, al que le faltaría la «asignatura pendiente »de la concordia y el consenso constitucional, pero aprendizaje al fin y al cabo. Como otras épocas conflictivas de nuestra historia, también el periodo republicano fue prolífico desde el punto de vista cultural, culminando un periodo iniciado con el cambio de siglo, que ha sido bautizado como la «edad de plata »de la cultura española: es la época de la generación de 1898 (Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Valle-Inclán, Azorín, Ramiro de Maeztu, Antonio y Manuel Machado, Ramón Menéndez Pidal, Manuel de Falla, Joaquín Sorolla... ), la generación de 1913 (representada por intelectuales como José Ortega y Gasset, Juan Ramón Jiménez, Salvador de Madariaga, Américo Castro, Gregorio Marañón, Pau Casals, Juan Gris o Pablo Ruiz Picasso) y de la generación de 1927, en la que brillaron escritores (como Federico García Lorca, Miguel Hernández, Vicente Aleixandre, Rafael Alberti, Pedro Salinas, Gerardo Diego, Dámaso Alonso... ), artistas (como Salvador Dalí, Luis Buñuel o Joan Miró) y científicos (Carlos Jiménez Díaz, Juan Negrín o como Severo Ochoa). El golpe de Estado del 17 y 18 de julio de 1936 interrumpió trágicamente aquella «edad de plata ». El golpe fracasó en las principales ciudades, por la acción combinada de las instituciones y la resistencia popular. Pero el fracaso no condujo a los sublevados a deponer su actitud, sino que fue el inicio de una larga guerra de tres años (1936-1939), que habría de dejar a España exhausta, dividida y arrasada. La Guerra Civil Española constituyó un ensayo general de la Segunda Guerra Mundial que tendría lugar poco después, pues la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini apoyaron firmemente a los militares sublevados con hombres y armamento, poniendo a prueba tácticas y armas que después emplearían en otros escenarios. Por su parte la República no contó con más ayuda firme que la de la Unión Soviética, que hipotecaba la independencia política del Gobierno legítimo; los Gobiernos de las potencias democráticas occidentales, temerosos de provocar a Hitler y de ayudar a un Gobierno apoyado por comunistas, se limitaron a observar una política de no intervención; el apoyo occidental tuvo que venir del pueblo llano, con la formación de las Brigadas Internacionales, unidades de voluntarios de inspiración fundamentalmente comunista, que vinieron a combatir a España en defensa de sus ideales. El estallido de la guerra creó en el bando republicano una situación revolucionaria, pues las organizaciones obreras, que se movilizaron en defensa de la República, exigieron a cambio una profundización de las reformas sociales. Durante toda la guerra, la España republicana se debatió entre la prioridad de ganar la guerra (como pretendían el Gobierno, los republicanos y los comunistas) y la de hacer la revolución (como pretendían algunas organizaciones radicales y, principalmente, los anarquistas, que pusieron en marcha un proceso de colectivizaciones); este debate debilitó al bando republicano y enfrentó a sus partidarios, que incluso llegaron a luchar entre sí en Barcelona en mayo de 1937. En todo caso, en el bando de los sublevados que se denominaron a sí mismos nacionales la retaguardia no causó tantos problemas y se impuso una unidad política que facilitó la victoria. El golpe había sido concebido para dar un giro moderador a la política republicana; pero la prolongación de la contienda y la desaparición de algunos de los protagonistas de la cons piración, hizo que todo el poder recayera en el general Francisco Franco y que éste no aceptara otra salida que la rendición incondicional del Gobierno republicano. Franco dirigía el ejército colonial español en Marruecos, que era el más efectivo del momento; consiguió trasladarlo muy pronto a la península y avanzar con él sobre Madrid. Pero la ciudad ofreció una ines perada resistencia (animada por el grito popular de ¡No pasarán!), y, en todo caso, el Gobierno republicano tuvo la precaución de refugiarse lejos del frente, primero en Valencia y luego en Barcelona (que fueron temporalmente capitales de la España republicana). Franco dio prioridad entonces a otros objetivos, como la conquista de la franja de territorio republicano del norte (entre Asturias y Guipúzcoa), la separación de Cataluña del resto del territorio republicano y, por fin, la conquista de Cataluña. Tras esto, y perdidas las esperanzas de que se llegara a una paz negociada o de que estallara una contienda general europea entre fascismos y democracias que subsumiera el conflicto español (como pretendía el jefe del Gobierno republicano, Juan Negrín), un golpe de Estado interno hizo que los republicanos abandonaran la resistencia y Franco implantó su dictadura en toda España. La guerra había sido una tragedia para España en todos los órdenes: las pérdidas humanas fueron de cerca de 650. 000 muertos, de los que muchos cayeron en represalias y ejecuciones en la retaguardia; la economía se vino abajo, retrocediendo lo avanzado en los decenios anteriores; la vida social y cultural quedó interrumpida, dividiéndose los pueblos y hasta las familias en bandos irreconciliables; y la posguerra no hizo sino prolongar estos sufrimientos, con la durísima represión que impusieron los vencedores, el hambre, la privación total de libertades, el empobrecimiento de la vida cultural y la necesidad en que se vieron muchos españoles (quizá 300. 000, incluidos muchos intelectuales de primera fila) de partir al exilio para salvar la vida o para poder desarrollar su trabajo en libertad; otros no pudieron hacerlo y lo pagaron con penas de cárcel trabajos forzados, depuraciones ideológicas o incluso la muerte (entre 50. 000 y 200. 000). Sólo un pequeño número de antifranquistas (los maquis) optaron por prolongar la lucha, resistiendo como guerrilleros en zonas donde el relieve lo permitía hasta los años cincuenta. La dictadura de Franco (1939-1975) está llena de paradojas. Fue un régimen autoritario y personalista, sin más ideología que la inspiración católica, militar y conservadora de su jefe indiscutible; pero demostró capacidad para adaptarse a las circunstancias y sobrevivir hasta la muerte del propio Franco. Empezó siendo un régimen de tendencia fascista, aliado de la Alemania nazi y de la Italia mussoliniana, que gobernaba España con mano de hierro por «derecho de conquista »y perseguía cruelmente a los vencidos de la Guerra Civil. Pero la derrota del Eje en la Segunda Guerra Mundial llevó a Franco a evolucionar en un sentido más pragmático, abandonando el discurso y la simbología fascista para conseguir que los aliados no le apartaran del poder; hizo valer su probado anticomunismo y, en el contexto de la guerra fría, los Estados Unidos acabaron aceptándolo como un aliado en los años cincuenta (época de los acuerdos bilaterales que permitieron el establecimiento de bases militares norteamericanas en España). Ello obligó al régimen a cambiar de estilo en un sentido tecnocrático, dejando que la inspiración ideológica viniera más de los católicos que del partido filo fascista Falange Española; y el cambio se tradujo en el paso de la economía autárquica y nacionalista de la posguerra a una liberalización que, desde el Plan de Estabilización de 1959, permitió recuperar la senda del crecimiento económico. El crecimiento de la industria y del turismo en los años sesenta ter minó de transformar a España en un país capitalista, la décima potencia industrial del mundo al final de la década. Estos cambios económicos, que culminaban un largo proceso de desarrollo, produjeron cambios sociales trascendentales: la población pasó a vivir mayoritariamente en las ciudades, adquirió mayor formación y se alejó de los tópicos ideológicos procedentes de la Guerra Civil. Las generaciones jóvenes empezaron a manifestar intensamente sus ansias de libertad y democracia, participando en movimientos de protesta contra la dictadura, que se intensificaron en los primeros años setenta y fueron el origen de las fuerzas políticas que protagonizaron la transición posterior. A pesar de la inspiración monárquica de muchos de sus partidarios, Franco no utilizó su victoria en la guerra para restablecer la monarquía en España. Mantuvo conversaciones con el hijo de Alfonso XIII, don Juan de Borbón, pero las diferencias entre ambos fueron insuperables, y Franco no aceptó que éste se convirtiera en rey. Proclamó que España era un reino, pero conservó para sí mismo la jefatura del Estado, en espera de designar a quien hubiera de ceñir la Corona. Se ocupó personalmente de la educación del príncipe Juan Carlos hijo de don Juan y finalmente, en 1969, le proclamó su heredero. Así pues, al morir Franco en 1975, el príncipe fue proclamado rey con el nombre de Juan Carlos I. El nuevo monarca confió la dirección del Estado a un equipo de jóvenes reformistas, encabezado por Adolfo Suárez, que le ayudaron a preparar una transición pacífica de la dictadura a la democracia. Esta solución inédita venía exigida por la madurez y pluralidad de la sociedad española, que difícilmente aceptaría la perpetuación de un régimen dictatorial anacrónico en la Europa del momento (las últimas dictaduras de Europa occidental habían caído en 1973 Grecia y 1974 Portugal, con la Revolución de los Claveles). Pero la Transición era una verdadera reconciliación nacional, que exigía renuncias parciales por parte de todos: planteada como una evolución legal desde las instituciones vi gentes, la transición era incompatible con el revanchismo o con la exigencia de responsabilidades a quienes habían sostenido la dictadura; pero, a cambio, debía partir de una generosa amnistía y conducir a una democracia plena, en la que sin duda el voto popular impondría políticas sociales y territoriales poco gratas para los nostálgicos del franquismo. Así fue: desde que el pueblo español avaló el inició de la transición política mediante un referéndum celebrado en 1977, todos los partidos hicieron renuncias en nombre del consenso (olvidándose, por ejemplo, los socialistas y comunistas, del ideal republicano), y esto permitió elaborar un texto constitucional democrático, que ue aprobado por una amplísima mayoría de los españoles en un nuevo referéndum en 1978. La Transición transformó a España en un país moderno en todos los terrenos: se garantizaron ampliamente las libertades y se estableció un sistema parlamentario pluripartidista; partidos y sindicatos vieron reconocida su unción social; y el Estado se descentralizó ampliamente, abriendo la puerta a la formación de comunidades autónomas en todas las regiones españolas. Estos cambios fueron objeto de un amplio consenso, demostrando hasta qué punto los españoles habían superado las heridas de la Guerra Civil y eran capaces de mirar hacia el futuro más que hacia el pasado. Éste es, sin duda, el legado fundamental de la transición iniciada en 1977: España ya había tenido otras constituciones, ya tenía un largo pasado de vida parlamentaria e incluso una experiencia democrática anterior; pero era la primera vez que los cambios se hacían de común acuerdo, dialogando y pactando para establecer el consenso social más amplio posible, sin que una parte de los españoles impusiera a otra sus particulares puntos de vista. En ese clima de consenso y en el carácter pacífico de la transición a la democracia reside la «lección»que la España actual ha dado al mundo, despertando el interés de políticos y analistas de muchos otros países que, en Iberoamérica o en la Europa oriental excomunista, han buscado el mejor modo de realizar sus propias transiciones de la dictadura a la libertad. La monarquía de Don Juan Carlos, que había traído la democracia, recibió una amplia adhesión popular, aumentada por la discreción del monarca en el ejercicio de su función constitucional y por su valiente defensa de la democracia frente al último intento de golpe de Estado militar, que se produjo el 23 de febrero de 1981. La derecha hizo una aceptación plena de las reglas del juego democráticas bajo el liderazgo de Manuel Fraga, antiguo ministro de Franco y fundador de Alianza Popular; el Partido Comunista de España, encabezado por un antiguo dirigente de la España republicana, largamente exiliado en la Unión Soviética Santiago Carrillo participó en la elaboración de la Constitución y aceptó también el juego de las instituciones democráticas; pero el electorado, para sorpresa de muchos, se decantó por opciones más moderadas que estas dos, situando como primeras fuerzas del Parlamento a la Unión de Centro Democrático (UCD, el partido centrista fundado por Suárez para apoyar la transición) y el PSOE (el histórico partido socialista, en el que una joven generación, encabezada por Felipe González, acababa de despla zar de la dirección al grupo del exilio que se aferraba al recuerdo de la Guerra Civil). La homologación de España con el resto de Europa occidental facilitó su ingreso en las organizaciones internacionales occidentales: la adhesión a la OTAN (1981) fue polémica por la frontal oposición socialista, pero quedó ratificada en referéndum popular en 1986; en cambio el ingreso en la Comunidad Económica Europea (en 1985) se hizo con un consenso amplísimo, pues respondía a una aspiración muy anti gua y profunda de los españoles. Uno de los fenómenos más significativos de la configuración actual de España es su organización en Comunidades Autónomas, fenómeno esencialmente político, pero cuyas consecuencias han transformado profundamente aspectos de la Administración, la economía, la cultura y la vida cotidiana de la sociedad española. El Estado de las Autonomías, contemplado en el título VIII de la Constitución, se ha ido construyendo gra dualmente durante los gobiernos de UCD, del PSOE y del PP. Pensado inicialmente para satisfacer las demandas de autonomía de unas pocas regiones o nacionalidades «históricas » (fundamentalmente Cataluña, el País Vasco y Galicia), este régimen autonómico se extendió a otras regiones cuyos ciudadanos deseaban también disponer de una Administración propia, más cercana a sus problemas. Entre 1979 y 1983, todas las regiones españolas se constituyeron en Comunidades Autónomas, completándose el mapa en 1995 con la aprobación de los estatutos especiales de Ceuta y Melilla. La elaboración de los 19 estatutos de autonomía se hizo mediante incesantes conversaciones y negociaciones políticas; el mismo espíritu de consenso llevó a los pactos entre los dos partidos mayoritarios en 1981 (entre la UCD y el PSOE) y 1992 (entre el PSOE y el PP), por los que se armonizó el proceso autonómico para evitar agravios comparativos y orientar el conjunto hacia una homogeneización final de las autonomías. La profundización del autogobierno de las nacionalidades históricas ha otorgado un gran protagonismo en sus instituciones a los partidos nacionalistas de ámbito regional, que han aceptado responsabilidades de gobierno y se han orientado, en general, en un sentido moderado y constructivo. Con estos antecedentes podemos referir que un sistema político es conjunto de comportamientos comunes e instituciones a través de la cual la sociedad adopta decisiones que se consideran de obligado cumplimiento por la mayor parte de sus componentes incorporando todo aquello vinculado a la vida política. Y es claro que tenemos dos fechas significativas son 1808 y 1978. En 1808 se da por sentado que hay que liquidar al Antiguo Régimen y comienza una historia no lineal del constitucionalismo. Podemos entonces sintetizar el desarrollo del sistema político Español en diferentes etapas que son: Crisis del Antiguo Régimen (1808 – 1833) Aquí irrumpen las masas españoles en el escenario político dividiéndose España en dos ideologías absolutistas y liberales. El Estatuto de Bayona aunque no contempla la soberanía nacional ni la división de poderes contiene planteamientos novedosos por los cuales la incipiente burguesía industrial será potenciada. Es una carta otorgada para una monarquía limitada con Cortes Estamentales. Se recortan las bases de poder de la nobleza pero no pudo ser implantada por encontrarse el país en periodo de guerra y con el muñeco de Pepe Botella. Este estatuto no puede contenta a nadie; para unos es una puerta al liberalismo y para otros un instrumento del poder imperial. No tuvo ninguna influencia en nuestra primera constitución. El 24 de Septiembre de 1810 se realizan elecciones en Cádiz y se constituye el primer parlamento de nuestra historia. El 19 de Marzo de 1812 se aprueba una Constitución que será la base de planta para un nuevo Estado. Se erige una monarquía constitucional y democrática que emana de la voluntad del pueblo. Se establece el sufragio universal indirecto de cuatro grados con 1 representante/70000 habitantes y un mandato de dos años para todas las Cortes. Así una sociedad corporativa y estamental da paso a una individual, clasista y representativa que consolida el derecho de propiedad e igualdad ante la ley. Hay una voluntad de reforma pero con el conocimiento de la imposibilidad de romper con el absolutismo. El rey y la religión católica son intocables y la Constitución se plasma en nombre de Dios Todopoderoso y la religión católica será única. El pueblo se había batido por su territorio y su religión, así el texto de Cádiz es un compromiso entre liberales y absolutistas, lo cual establecerá las bases de un estado liberal. Liberalismo y absolutismo Fernando VII declaró nula la constitución emprendiendo un proceso represor contra el paso hacia la libertad y la democracia. Cuando triunfa el pronunciamiento de Riego (1820) abre un periodo constitucional de tres años y Fernando entorpecerá cuanto pueda el proceso y por tanto no fraguo el consenso nacional. La situación económica se sigue deteriorando y gracias al apoyo del absolutismo europeo restaura su poder absoluto a base de una cruenta década de represión Al final de su reinado tendrá que optar pro abrir la mano. Los absolutistas intentaron borrar de la faz política a la Pepa y los liberales intentaron mitificarla. El sexenio democrático La monarquía isabelina arranca con la primera guerra carlista, los cuales representaban el pasado. Son contrarios a cualquier liberalización y propugnan la intervención de la iglesia en la vida civil. El aperturismo vendrá de la mano De La Rosa. Se introduce el bicameralismo pero el rey no cedía un ápice de su poder quedando las Cortes en un mero órgano consultivo. El pacto Corona-Pueblo lo era del monarca con grupos de elite. El golpe de los sargentos de La Granja dará un nuevo empuje al constitucionalismo y se proclama una nueva en 1837, liberal pero con impronta conservadora. Las Cortes son bicamerales, el Senado era renovable por tercios y no podía ser disuelto suponiendo un poder del conservadurismo como apoyo al poder real. Esta Constitución contribuye a la consolidación del régimen liberal-constitucional, es un punto de no retorno al absolutismo. Se tienen las bases de una sociedad burguesa de carácter agrario y apuntalada en el Antiguo Régimen pero que hará posible el triunfo del liberalismo sobre conservadurismo. La regencia de Espartero dividirá a los progresistas y en 1843 se proclama la mayoría de regencia de la reina1. El golpe de Espartero inaugura la época de los espadones y los militares son inducidos por las facciones políticas a tomar el poder. Los moderados isabelinos refuerzan el estado centrista. Cortes que recela del sufragio y la democracia propugna la dictadura contra tales peligros. La nueva Constitución de 1845 suponen el rechazo a la soberanía nacional y los intereses de una oligarquía. Corona, Ejercito, Guardia Civil, Iglesia y propietarios constituyen un entramado que no se puede conceptuar de constitucional. La Constitución de 1845 es conservadora. Los moderados se constituyen en camarillas y la corrupción contribuye al desprestigio del sistema político. Bravo Murillo como ultraconservador deseando legalizar la dictadura del poder ejecutivo y repudiado por sus propios compañeros. Espartero en 1845 perpetra un levantamiento progresista y la Constitución que no verá la luz será un paso hacia la democracia. En 1845 se realiza una constitución de corte conservador y la reina y su camarilla se decantan por Narvaez y O’Donell se dedica a la fundación de Unión Liberal un partido centrista que quiere acorralar a los progresistas. Tras la prohibición de cátedra, Prim, Serrano, Narvaez y Sagasta forman un consenso revolucionario que expulsa a Isabel II con lo cual el moderantismo dio paso a la revolución. 1 Tiene 14 años. En 1869 se da forma a la Constitución más democrática de entonces con una Soberanía que reside en la Nación de la cual emanan todos los poderes. Tras el abandono de Amadeo I se constituye. La I República Se encuentran los republicanos con el poder cuanto más lejos están de alcanzarlo. Empiezan por participar en este gobierno republicanos radicales encontrándose frente a las demás fuerzas política en un momento sociopolitico de gran tensión. La debilidad del Estado hizo que jamas pudiera ponerse en marcha el proyecto federalista. Canovas y la Restauración (1875 – 1931) Los políticos recogieron el poder que les dio Pavia sin ningún tipo de trauma y Canovas del Castillo será el artífice del nuevo sistema político. Entre 1868 y 1874 la política había corrido vertiginosamente y la exigencia de estabilidad política era deseada por toda la sociedad. Se restaura la dinastía de los Borrones y Canovas desea implantar un régimen parlamentario. Se toma el modelo británico con el turnismo político y las fuerzas que desean sustentar a la monarquía constitucional. Canovas y Sagasta se turnan lo cual impedirá el desarrollo del sistema debido a los pucherazos. Cuando se vota la Constitución de 1876 en las Cortes solo hay grupos políticos que respaldan a Alfonso XII y el sistema parlamentario se convierte en ficción. Alfonso XIII Al morir Alfonso XII (1885) gobierna Cánovas que le pasa el turno a Sagasta que prosigue con su política aperturista y la monarquía tiene que ensanchar sus bases. Desaparece la división de partidos en legales e ilegales pero no pueden integrase las nuevas formas políticas2. En 1917 estalla una crisis política, militar y social que será solventada por las FFAA y se agudizan las cleavages3. Primo de Rivera da un golpe de estado en 1923 con apoyo real el cual cometerá el error de negarse a abandonar el poder. Se solventa el problema colonial, economía y orden. Organiza Unión Patriótica e intentan institucionalizar la dictadura mediante una Constitución perdiendo todos los apoyos y siendo obligado a dimitir. En 1930 fragua el Pacto de San Sebastián paso para la República. II República y Guerra Civil. El nuevo sistema llegó por los errores monárquicos con tres conceptos clave: Democracia: fue la respuesta a los años pasados de oligarquía y represión. Las constituciones republicanas serán un ejemplo de liberalismo radical, se incluyen los derechos sociales y laborales, se encuadran los nacionalismos históricos. Las Cortes son unicamerales y el sufragio es universal, libre y directo. La separación Iglesia-Estado es algo inalienable y fue excesivamente tratado como algo decimonónico y les falta visión política. Las reformas realizadas entre 1931 y 1933 levantan presiones que llegaron al gobierno desde todos los puntos. Entre 1933 y 1935 gobernó la derecha y se dedicó a contrarrestar toda la anterior legislación lo que hizo en 1934 se sublevase la izquierda después de la entrada en el gobierno de ministros de la CEDA. Revolución: Octubre de 1934 será la primera señal donde las mas de lanzan al ataque violento contra una República que no consideran suya. La derecha que ha perdido las elecciones se dedicará al boicoteo sistemático con lo cual el gobierno se vio sometido a una tensión bipolar que deben apaciguar a masas 2 3 Nacionalistas y Movimientos Obreros. Fracturas sociales. exaltadas y a golpistas que dejan hacer uso de la violencia para entrar al poder. Mola deber unificar las fuerzas se sublevarán y el 17 de Julio de 1936 el ejercito de Africa se subleva creyendo que con eso bastaría. Todo el esfuerzo de la República en los meses siguientes consistirá en la restauración de sus aparatos estatales. El gobierno de Giral tuvo que dejar paso al de Unidad Popular de Largo Caballero que dará paso al de Negrín. Contrarrevolución: Al trasladarse la confrontación política al campo de batalla la mayor coherencia de interese que apoyaba al General Franco hizo que este ganase la guerra y se empezó a crear el Nuevo Estado siendo el su máxima cabeza. Franco y su Dictadura El triunfo franquista supuso un retroceso en todos los ordenes. El sistema político franquista comienza en 1936 hasta que en 1953 se consolida. El franquismo puede definirse como una dictadura personal que evoluciona del totalitarismo al autoritarismo. Totalitarismo: En sus inicios la función hegemónica del franquismo le correspondió a la burguesía. Fue un fascismo rural con un recorrido desde 1936 a 1945. La institucionalización se plasma con un totum revolutum4 detectándose en el Fuero del Trabajo como instrumento totalitario y en la Ley de Bases de Organización Sindical. Otro tipo de leyes legaliza el estado de policía permanente que se fundamente en la aniquilación del adversario. Si se admite que el fascismo es totalitarista, el franquismo también lo es además de ser una dictadura personal. Autoritarismo: Supone un debilitamiento del anterior. El complejo entramado de sus instituciones exaltadas a la categoría de democracia orgánica con un único centro de poder. Tuvo que renunciar a ocupar todo el espacio social y por tanto con fusión entre estado y sociedad no llego a producirse. Fue una dictadura que nació matando y murió matando. El desarrollo político del régimen jamas altero sus fundamentos. Los supuestos sufragios5. La ley de principios fundamentales del movimiento tenía como fin fijar las esencias perpetuas del Régimen, permanentes e inalterables y se establecía al Estado como Monarquía, católica social y representativa. La democracia orgánica considera el voto por intereses y por consiguiente la representación seria más plena por corporaciones. La Transición a la democracia. El sistema político que giraba en torno a Franco moría con él. El continuismo era el inmovilismo. La voluntad de cambio se manifestó con dos posiciones encontradas y enfrentadas: Reforma o Ruptura. El inmovilismo vio con buenos ojos el acceso a la presidencia de Arias Navarro. El reformismo suponía que a la democracia la tenían que traer desde arriba los directores del franquismo. Ante el cambio el rey utilizo los mecanismos políticos que heredo del pasado y de los que se fue desprendiendo poco a poco. La ley para la Reforma política realizada bajo Suarez supondrá el puente de la transición a la democracia que llegará hasta la Constitución. La Constitución Española La Constitución de 1978 zanja tres litigios como fueron la forma del estado, los nacionalismos históricos y la religión-educación. Es aprobada el 6 de diciembre de 1978. Sistema Político Español 5 Donde votaba mas del 100% Podemos referir de manera sintetizada que los elementos principales del Sistema Político Español son: La Constitución es el texto supremo del ordenamiento jurídico y político en un Estado. Organización territorial forma del Estado. Tiene que ver con como esta el poder concentrado o dividido en ese Estado. Tradicionalmente hay 2 forma de organización: Estado unitario o Estado federal. El Estado unitario ha evolucionado con el tiempo hacia 2 modos: el regional (Italia) y el autonómico (España). Jefatura del Estado es la misma representación de la Nación, y simboliza la unidad de la misma. Esto tiene que ver con la forma de gobernar, existiendo actualmente 2 formas: Monarquía y República. Hoy diariamente, en el ámbito de las democracias europeas, esta distinción no tiene gran sentido. Es más importante el tema del régimen político, es decir, si es parlamentaria o presidencialista. Estos 2 regímenes políticos se pueden conjugar con las formas políticas antes mencionadas, excepto el presidencialismo con la monarquía, que es incompatible. Parlamento es la sede del poder legislativo y de la soberanía nacional. También es el lugar donde se hace la oposición institucional. También es importante estudiar su estructura, es decir, si es unicameral o bicameral, cuya segunda cámara tiende a representar a los territorios. Gobierno y Administración corresponde al poder Ejecutivo, ejecuta y hace cumplir las leyes. Pero esta función tradicional se ha modificado, y actualmente sus funciones sobrepasan esas, destacando la de la dirección política del Estado. Esta evolución ha sido en detrimento del Parlamento, pero justificada por la complejidad de la vida moderna. Dentro del Gobierno podemos distinguir varias figuras: el Presidente del Gobierno, Primer Ministro o Canciller, etc. , dependiendo de cada sistema político. Esta figura es la que mayor evolución ha sufrido, y es actualmente la principal figura de un sistema político. El resto del Gobierno lo componen los ministros. La Administración Pública es la maquinaria que dirige ese Gobierno para poner en práctica sus objetivos de dirección política. Poder Judicial en los sistemas democráticos la base de su funcionamiento es su independencia respecto de los otros dos poderes. Su función es resolver los posibles contenciosos que se originan en la aplicación particular de las leyes. Esta función la lleva a cabo gracias a la posibilidad de autogobernarse y autonormativa. Tribunal Constitucional aparece de forma generalizada en la época del Constitucionalismo de posguerra en 1945. Su función es comprobar la constitucionalidad tanto de las leyes como de los actos políticos del Estado. Además son los máximos interpretadores de la Constitución, tanto para interpretar el texto allí donde es dudoso como para rellenar las lagunas que tiene esa Constitución. Además entiende en los litigios entre los distintos niveles de poder del Estado. Y por último, aunque no en todos los países, entiende de recursos de amparo sobre lesiones de los derechos individuales. También contamos con elementos dinámicos: Partidos Políticos organizaciones voluntarias de individuos que expresan claramente su objetivo de llegar al poder. Actualmente se encuentran reconocidos constitucionalmente, y se les considera los principales canales de intermediación entre la sociedad y el Estado. Este reconocimiento constitucional es relativamente reciente (posguerra), ya que en sus inicios (finales s. XVIII, principios s. XIX) se les consideraba enemigos del Estado, pero va evolucionando desde la hostilidad a la tolerancia, entendiéndolos como asociaciones privadas, para acabar llegando a la situación actual. Esta situación actual supone para los partidos derechos y obligaciones. Entre los derechos está la financiación estatal. Entre las obligaciones estarían que los partidos políticos, como asociaciones públicas, tienen que someterse a unos requisitos legales imprescindibles; otra obligación seria la rendición de cuentas sobre el dinero público que reciben. La principal función es la de la articulación y agregación de los intereses sociales, por lo que estudiarlos nos da información sobre las demandas sociales, así como información sobre los líderes políticos. Hay que distinguir entre los partidos grandes y pequeños, siendo los grandes aquellos que son capaces de presentar candidatos a todos los distritos electorales de un Estado (o en casi todos), mientras que los pequeños sólo lo hacen es una parte del territorio. Otro dato a tener en cuenta es la ideología. Observar esta ideología nos ofrece información sobre los programas políticos de ese partido. El sistema de Partidos seria un elemento distinto, pero relacionado con los partidos políticos. Serian las pautas de interacción entre los partidos políticos dentro de un sistema concreto en el juego de la competencia política. Son elementos a tener en cuenta porque los sistemas de partidos vienen a ser una fotografía de la sociedad. Una primera clasificación de sistemas de partidos tiene que ver con el número de partidos: bipartidismo, multipartidismo. Pero simplemente el número no lo explica todo, hay otras variables que influyen. Otro punto a tener en cuenta son las alianzas entre los partidos, más o menos duraderas, o con distinto contenido. Grupos de Presión organizaciones voluntarias de individuos creadas para la definición de intereses a través de la influencia sobre el poder político, y no queriendo llegar al poder para satisfacer sus intereses. Los grupos de presión combinan estrategias (a la ofensiva, cuando actúa antes que los poderes públicos adopten una decisión sobre temas de su interés; o a la defensiva, que es la reacción a una decisión) y tácticas (directa, cuando se dirige directamente a los poderes públicos; indirecta, cuando decide informar, y por tanto influir, a la opinión pública, y que se esta la que presione al poder público). Las posibilidades de existencia de grupos de presión en una sociedad es prácticamente ilimitada, porque depende de la capacidad de esa sociedad de organizar sus intereses. Cuanto mayor sea el grado de articulación, cuanto más participativa sea una sociedad, mayor será el número de grupos de presión. No todos los grupos de presión tienen la misma capacidad de influencia, independientemente de su tamaño. Clases de grupo de presión: Económicos integrados por las asociaciones empresariales por un lado, y los sindicatos por el otro. Religiosos iglesias, confesiones, etc. Corporaciones profesionales. Medios de comunicación. Paralelamente a estos tipos hay que mencionar los nuevos movimientos sociales. Sistema electoral Lo podemos definir como el método que regula la elección de los cargos públicos. Esto esta compuesto por distintos subelementos: Distritos electorales agrupación básica de electores, pero desde el punto de vista del Estado marcan el número de puestos políticos en juego. Hay 2 tipos: uninominales (pone en juego un único puesto), y plurinominal (supone que hay varios puestos a cubrir). De aquí sale el concepto de tamaño de distrito. Tipos de candidatura y formas de expresión del voto en distritos uninominales suele ir acompañado de un tipo de candidatura nominativa (presentar un único candidato). En cambio en el plurinominal los tipos de candidatura son las listas. Formula electoral sistema por el que se convierten los votos en cuotas de poder institucionalizado, es decir, escaños. Existen 2 grandes sistemas: formula de escrutinio mayoritario (sistema en el que gana, lo gana todo, y el que pierde, lo pierde todo), y la formula proporcional (las ganancias y las perdidas se reparten). Cada una de las formulas supone una concepción distinta de la política. En la mayoritaria las minorías no tienen expresión, y se apuesta por gobiernos fuertes y duraderos. Sin embargo, la proporcional busca la defensa de las minorías, que pueden conseguir alguna cuota de poder que les garantice presencia institucional. Pero esto supone un sacrificio del poder ejecutivo, que es más débil. Cultura política son aquellos patrones de conducta y actitudes de la ciudadanía hacia el fenómeno político. Nos da información para entender el comportamiento político, entre ellas el comportamiento electoral. Y además nos explica el comportamiento político de las elites, que no siempre coincide con el de la ciudadanía. Ahora desarrollemos detenidamente cada uno de estos elementos. La Constitución Española de 1978 La Constitución Española es la norma fundamental de organiza ción política de la Nación española. Aprobada por los españoles en referéndum celebrado el 6 de diciembre de 1978, entró en vigor el 29 de diciembre de ese mismo año. España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político. La propia Constitución es fruto del consenso entre todas las fuerzas políticas que la elaboraron. La «Carta Magna »incorpora un cuadro de derechos fundamentales y libertades públicas de todos los ciudadanos, con garantía reforzada y con tutela efectiva ante los Tribunales ordinarios o en amparo ante el Tribunal Constitucional. La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado. La forma política de España es la Monarquía parlamentaria. Proceso de Génesis y Estructura de la Constitución Española GÉNESIS: La ley del 4 de enero de 1977 parta la reforma política cuyo proyecto había sido ratificado por referéndum el 15 de diciembre de 1976 estableció el principio de supremacía de la ley y en consecuencia proclamo el sistema del sufragio universal directo y secreto pata la elección de los miembros del congreso. El 15 de junio de 1977 se celebraron elecciones generales y las Cortes constituidas en su virtud acometieron la tarea de redactar un texto constitucional que fue aprobado el 31 de octubre de 1977. Sometido a referéndum el 6 de diciembre siguiente, y sancionado por el Rey el 27 de diciembre del mismo año. Su disposición derogatoria, deroga expresamente las anteriores leyes fundamentales, constituyéndose en el texto básico y superior del ordenamiento jurídico español. Según las corrientes clásicas del movimiento constitucionalista que en España arranca de la Constitución de 1812. ESTRUCTURA DE LA CONSTITUCIÓN DE 1978 La constitución de 1978 se estructura a través de una serie de características esenciales: Establecimiento de un nuevo régimen político que coincide con el denominado democrático parlamentario clásico o democracia occidental. Tal concepción de poder implicaba una profunda transformación del régimen político anterior, sin embargo, la ley de reforma política fue adoptada por las mismas Cortes provenientes del franquismo. Esto nos lleva al: Imperio del Compromiso: la idea de reforma supuso la aceptación de fuerzas políticas y sociales procedentes de dictadura pero también la incorporación y protagonismo de nuevas fuerzas antes reprimidas o marginadas. Se trata pues de una obra de concordia aceptada por los principales protagonistas del fuego político. Se trata de una Constitución abierta. Se afirma que es igualmente una Constitución inacabada por su abundante recurso a la Ley orgánica, lo que convierte al poder legislativo en un órgano especial al adquirir el Congreso la facultad de actuar como una especie de constituyente permanente. Es una Constitución rígida. Si bien se prevén dos sistemas de revisión de diferente dificultad aunque ambos de notoria rigidez: Procedimiento de máxima rigidez: dicho procedimiento tiene lugar cuando se propone la revisión total del texto constitucional, o una revisión parcial que afecte al Titulo Preliminar, al título primero (derechos y deberes fundamentales) o al título segundo. (La Corona) Procedimiento: en este caso la propuesta d4 reforma será aprobada por mayoría de 2/3 de cada Cámara y se procederá a la inmediata disolución de las Cortes. Las Cortes elegidas nuevamente deberán ratificar la decisión y proceder al estudio del nuevo testo constitucional que deberá ser aprobado por mayoría de 2/3 de ambas Cámaras. Aprobada la reforma por las Cortes será sometida a Referéndum para su ratificación. Procedimiento de menor rigidez: Aplicable a los proyectos de reforma que no afectan a ninguna de las materias antes mencionadas. Procedimiento: Se exigirá una mayoría de 3/5 de ambas Cámaras dicha reforma será sometida dentro de los 15 días siguientes a su aprobación 1/10 parte de los miembros de cualquiera de las dos cámaras. Influencia del constitucionalismo europeo. (4 constituciones) La ley fundamental de Bonn de 1949 la cual ha influido en la española en la proclamación del principio general de vinculación a ella de todos los poderes públicos. La Constitución portuguesa de 1976 ha influido en la regulación de los derechos y libertades fundamentales. Notándose también el impacto de los convenio internacionales sobre la materia. La constitución Italiana de 1947 la cual inspiro las normas relativas al sistema judicial y a la ordenación territorial del Estado aunque en este ultimo punto la Constitución italiana esta muy influenciada por la española de 1931. Las constituciones sueca y holandesa han influido en la configuración de la Corona y en el reconocimiento del defensor del pueblo. El valor normativo de la constitución se deduce del art. IX. I, que afirma que los ciudadanos y los poderes públicos están sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico. Conviene no obstante realizan las siguientes puntualizaciones: 1. ) Los tribunales ordinarios no están excluidos de la función de verificar la constitucionalidad de las leyes pese a que la declaración de constitucionalidad corresponda al Tribunal constitucional. 2. ) La vinculación a la constitución se extiende a todas sus normas incluidos los principios rectores de política social y económica. 3. ) En ciertas materias, por ejemplo: Derechos fundamentales, la constitución es de aplicación directa, como norma de decisión de cualquier clase de procesos. Eficacia Directa de la Constitución de 1978 Aunque el valor normativo de la Constitución se traduce ordinariamente en una vinculación de todos los poderes públicos a sus disposiciones de modo que en caso contrario el Tribunal constitucional o los Tribunales ordinarios habrían de declarar la nulidad de las leyes. Existen tres importantes ocasiones en que la Constitución tiene aplicación directa. - La regulación constitucional de los derechos y libertades fundamentales. - La aplicación directa de la parte organizadora y habilitante de los poderes constitucionales. - La disposición de rogatoria de la Constitución que deroga todas las disposiciones que se opongan a lo establecido en el texto constitucional es de aplicación directa, como norma de decisión de cualquier clase de procesos. LOS PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES A) Ideas Generales El derecho constitucional se articula sobre un doble postulado: En 1er lugar, por el reconocimiento en favor del individuo de una serie de derechos, ejercitables desde el Estado que representan ámbitos de libertad exentos a la intervención estatal. En 2º lugar, la organización de las instituciones políticas desde la perspectiva de su carácter representativo y según el modelo de la separación de poderes. En consecuencia, en las Constituciones se distinguen dos partes: Dogmática: Que recoge el conjunto de derechos y libertades fundamentales de los ciudadanos. Orgánica: Que se ocupa de la distribución de competencias y de la articulación entre los distintos poderes del estado. A estas dos partes suele preceder un preámbulo o título preliminar en el que se recogen declaraciones generales en que se formulan los principio inspiradores de cada una de las instituciones del Estado. A este esquema responde nuestra Constitución actual. Cuyo título primero contiene la parte dogmática incluyéndose en los restantes títulos la parte orgánica siendo precedidos por un título preliminar, en el que se señalan los principios fundamentales, que sirven de inspiración a todo su articulado. B) Valores Superiores: El art. I. I de la C. E. después de proclamar que España se constituye en un Estado Social y Democrático de Derecho, establece que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político. LIBERTAD: El valor libertad tiene dos grandes dimensiones: Una organizativa, que se refleja en la propia organización de las instituciones del Estado. Y otra dimensión vinculada al status de las personas en esa organización social. La libertad es así, raíz de los derechos fundamentales, y también de la parte orgánica de la Constitución. JUSTICIA: El valor justicia no es un valor claramente identificable en abstracto, para muchos se asimila al derecho natural aunque la dificultad surge en determinar el contenido de ese derecho. Kelsen identifica justicia con los contenidos de libertad del sistema democrático. IGUALDAD: El valor igualdad tiene dos grandes dimensiones la igualdad formal y la material: La Igualdad Formal se desarrolla en el art. XIV que afirma que los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda haber discriminación por razón de nacimiento, raza, sexo, opinión, religión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social. La Igualdad Material pretende remediar la situación de escasez existente en la sociedad a través de una distribución de los bienes respecto al mayor número posible de personas. EL PLURALISMO POLÍTICO: El valor superior del pluralismo tiene su más directa aplicación en el reconocimiento que se hace en el art. XI de la función de los partidos políticos. Sin embargo, también se reconoce el pluralismo en general al regular, el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones; al regular también el pluralismo lingüístico; al regular los sindicatos de trabajadores y las asociaciones empresariales y al regular por último, el derecho de asociación. C) Principios generales de organización : 1º) Configuración del Estado como un Estado Social y Democrático de Derecho. 2º) Principio de Soberanía Popular: El art. I. II de la CE establece que la Soberanía Nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado. En el constitucionalismo histórico español aparecen varios conceptos de Soberanía: Soberanía De Origen Divino: Que es en la que descansa la monarquía absoluta. Soberanía Nacional: Según este criterio, la nación es una entidad abstracta, que como tal no puede actuar directamente sino a través de ciertas personas, que obran en su nombre. El voto tiene la función de determinar esas personas y para su ejecución se excluye al pueblo como tal, exigiéndose para realizarlo determinadas condiciones de renta o cultura. (Constitución de 1812 o de 1869) Sufragio Censitario Soberanía Compartida, Rey Cortes: Aparece en la Constitución de 1876. Surge como una transacción entre los dos sujetos principales del juego político: por un lado, el Monarca y por el otro lado, las Cortes. Soberanía Popular: En esta, el voto deja de ser una función y se convierte en un derecho, de acuerdo con el cual cada ciudadano mediante sufragio universal podrá usar facultativamente de su porción de soberanía. A esta concepción responde el proyecto constitucional de la I República, la Constitución de 1931 o la constitución actual. 3º) Principio Monarquía Parlamentaria: El art. I. III afirma que la forma política del Estado español es la monarquía parlamentaria. Dicha forma de gobierno es adoptada por unanimidad por las monarquías europeas contemporáneas, pero sin embargo es la primera vez que aparece recogido este termino en un texto constitucional. Las tres bases sobre las que va a descansar esta forma política son: Un Rey que no puede actuar por sí mismo, sino a través de un ministro responsable. Un gobierno que responde ante la cámara de sus actos y de su política y que por consiguiente, debe contar con su apoyo, ya que la cámara puede hacer cesar al gobierno con un voto de censura o de desconfianza. Facultad del gobierno apoyada por el Rey de disolver el Parlamento. (Nota) : Se elige a Cortes, pero son las Cortes las que designan el gobierno no existe una real separación de poderes. Esto es asimilable con el principio de división de poderes, aunque en la realidad este principio no se da, ya que, todos los poderes están relacionados entre sí. 4º) Principio Regionalista o Principio de Estado Regional: Él artículo II determina que la Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la nación Española, reconociendo y garantizando el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran. D) Normas del título preliminar que no tienen la categoría d Principios generales 1º) Lengua oficial: El Castellano es la lengua oficial del Estado Español. Todos los españoles tienen él deber de conocerla y el derecho a usarla. Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas comunidades autónomas de acuerdo con sus Estatutos. Como desarrollo a este precepto los Estatutos de Autonomía de Vascongadas, Cataluña, Galicia, Valencia y Baleares, se han pronunciado por la cooficialidad dentro de cada comunidad del Castellano con la lengua madre correspondiente. En Navarra el castellano es la lengua oficial, pero el vascuence tendrá también esa consideración en las zonas vascoparlantes de esa comunidad. Art. III. 2º) La Bandera: Los Estatutos podrán reconocer banderas y enseñas propias de las comunidades autónomas. Estas se utilizaran junto a la bandera de España en los edificios públicos y en sus actos oficiales. Art. IV. 3º) La Capitalidad: La capital de España es la villa de Madrid. Art. V. 4º) Fuerzas Armadas: Constituidas por el ejército de Aire, de Tierra y por la Armada. Tienen como misión fortalecer la soberanía e independencia de España, defendiendo su integridad territorial y el ordenamiento Constitucional. El Rey de España El jefe del Estado es el Rey Don Juan Carlos I de Borrón, símbolo de la unidad y permanencia de la nación. El Rey arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones, asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales y ejerce las funciones que le atribuyen la Constitución y las leyes. LA CORONA Por ser la forma política del Estado Español la Monarquía Parlamentaria, el Rey deja de personificar la soberanía nacional que ahora reside en el pueblo y de representar a la nación. El Rey se convierte así en el titular de un órgano del Estado: la Corona, en cuanto la Constitución le asigna unas funciones que debe desempeñar. *) FUNCIONES: El Rey ejerce las funciones que le atribuye expresamente la Constitución y las leyes, dichas funciones pertenecen a ámbitos distintos. I. -) Funciones de carácter legislativo: 1. Sancionar y promulgar las leyes. En el plazo de 15 días una vez aprobada la ley por la Cortes. En este caso el Rey sancionará la ley y ordenará su inmediata publicación. 2. Convocatoria y disolución de las Cortes Generales. 3. Convocatoria de elecciones. 4. Convocatoria de Referéndum. Para someter a consulta de todos los ciudadanos decisiones públicas de especial transcendencia. El Referéndum sólo se convoca a propuesta del presidente del Gobierno, previamente autorizada por el Congreso de los diputados. II. -) Funciones de carácter ejecutivo: 1. Proponer y nombrar en su caso el candidato a presidente de Gobierno 2. Nombrar y separar a los miembros del Gobierno a propuesta de su Presidente. 3. Expedir los decretos acordados en el Consejo de Ministros. 4. Conceder honores y distinciones. 5. Acreditar a los embajadores y otras representantes diplomáticos y recibir las acreditaciones de los representantes extranjeros en España. 6. Ostentar el mando supremo de las Fuerzas Armadas. 7. Ostentar el alto patronazgo de las Reales Academias. 8. Declarar la guerra y hacer la paz previa autorización de las Cortes. 9. Ejercer el derecho de Gracia con arreglo a la ley la cual no puede autorizar indultos generales. 10. La designación del presidente del Tribunal Supremo a propuesta del Consejo General del Poder Judicial. III) Funciones Judiciales 1. Ejercer el derecho de gracia con arreglo a ley, la Corona no puede autorizar indultos generales. 2. Designación del Presidente del Tribunal Supremo a propuesta del Consejo General del Poder Judicial; el nombramiento del Fiscal General del Estado a propuesta del Gobierno y el nombramiento de los 12 miembros del Tribunal Constitucional. *) RESPONSABILIDAD POLÍTICA DEL REY La persona del Rey es inviolable y no esta sujeta a responsabilidad. Sus actos están siempre refrendados, careciendo de validez sin dicho refrendo, con excepción única del libre nombramiento y relevo de los miembros civiles y militares de la Casa Real. Los actos del Rey serán refrendados por el Presidente del Gobierno y en su caso por los ministros correspondientes. En consecuencia se deduce la irresponsabilidad política del Rey, el cual simboliza, modera y arbitra pero no asume decisiones. Todo ello supone que el Rey se limita con su firma a dar fe de que los actos refrendados son actos del Estado *) SUCESIÓN Y REGENCIA: La corona de España es hereditaria en los sucesores de Juan Carlos I al que la Constitución en su art. LVII declara legítimo heredero de la dinastía histórica. La sucesión en el trono seguirá el orden de primogenitura siendo preferido siempre en el mismo grado el varón a la mujer. Prefiriéndose igualmente la persona de más edad a la de menos edad. La Regencia: Cuando el Rey sea menor de edad su padre o madre y en su defecto el pariente mayor de edad mas próximo a sucederle en la Corona, entrará a ejercer la Regencia y la ejercerá durante el tiempo de la minoría de edad del futuro Rey. Pero quien es el Rey actualmente?... ... . Su Majestad el Rey nació el 5 de enero de 1938 en Roma, donde residía la Familia Real, que había tenido que abandonar España al proclamarse la República en 1931. Fueron sus padres Don Juan de Borbón y Battenberg, Conde de Barcelona y Jefe de la Casa Real española desde la renuncia de su padre el Rey Don Alfonso XIII, y Doña María de las Mercedes de Borbón y Orleans. Rey de todos los españoles Tras la muerte del anterior Jefe del Estado, Francisco Franco, Don Juan Carlos fue proclamado Rey el 22 de noviembre de 1975, y pronunció en las Cortes su primer mensaje a la nación, en el que expresó las ideas básicas de su reinado: restablecer la democracia y ser el Rey de todos los españoles, sin excepción. La transición a la democracia, pilotada por un nuevo equipo, comenzó con la Ley de Reforma Política en 1976. En mayo de 1977, el Conde de Barcelona transmitió al Rey sus derechos dinásticos y la Jefatura de la Casa Real española, en un acto que constataba el cumplimiento del papel que correspondía a la Corona en el retorno a la democracia. Un mes más tarde se celebraron las primeras elecciones democráticas desde 1936, y el nuevo Parlamento elaboró el texto de la actual Constitución, aprobada por referéndum el 6 de diciembre de 1978 y sancionada por S. M. el Rey en la sesión solemne de las Cortes Generales del 27 del mismo mes y año. La Constitución establece como forma política del Estado la Monarquía parlamentaria, en la que el Rey arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones. En su mensaje a las Cortes, Don Juan Carlos proclamó expresamente su decidido propósito de acatarla y servirla. De hecho, fue la actuación del Monarca la que salvó la Constitución y la democracia en la noche del 23 de febrero de 1981, cuando los demás poderes Constitucionales estaban secuestrados en el Parlamento por una intentona golpista. A lo largo de su reinado ha visitado oficialmente la práctica totalidad de los países del mundo y los principales organismos internacionales, tanto de carácter universal como regional. Tribunal Constitucional El Tribunal Constitucional es el intérprete supremo de la Constitución. Es un órgano independiente de cualquier otro y no forma parte del Poder Judicial: sólo está sujeto a la propia Constitución y a la Ley Orgánica que lo regula. El Tribunal Constitucional salvaguarda los derechos fundamentales de los ciudadanos por la vía del llamado «recurso de amparo », una vez agotadas las instancias judiciales ordinarias. También controla la constitucionalidad de las leyes. Por último, resuelve los conflictos de competencias que se suscitan entre el Estado y las Comunidades Autónomas o de éstas entre sí. El Tribunal Constitucional está integrado por doce miembros, nombrados por el Rey: ocho a propuesta de las Cortes Generales, dos del Gobierno y dos del Consejo General del Poder Judicial. La designación se realiza por un periodo de nueve años y el Tribunal se renueva por terceras partes cada tres años, sin que sus componentes puedan ser reelegidos. Concepto, organización y atribuciones básicas. I. Concepto: El titulo IX de nuestra Constitución lleva por título del Tribunal Constitucional y comprende los artículos 169 a 175. Éste último artículo establece que una Ley Orgánica regulará el funcionamiento del Tribunal Constitucional, el estatuto de sus miembros , el procedimiento ante el mismo y las condiciones para el ejercicio de las acciones. Tal ley es la de 3 de octubre de 1979 y se conoce con el nombre de Ley Orgánica del TC. El TC es el órgano supremo que interpreta el texto de la Constitución independientemente de los demás órganos constitucionales sometidos a aquella y a su propia ley orgánica. Dos notas, pues, podemos decir que caracterizan al TC: Que corresponde al TC la última interpretación de los preceptos constitucionales, señalando la extensión y límites de los valores superiores como la Libertad, Igualdad, Justicia y Pluralismo Político. Así, a través de la última y decisiva interpretación de los preceptos constitucionales deviene el TC en garantía máxima de la Constitución Española. Que el TC es un órgano independiente, este requisito de independencia es un requisito SINE QUAM NON ( necesario, de obligado cumplimiento) para cumplir su misión. El TC como órgano constitucional que es, debe tomar decisiones siempre con criterios jurídicos, nunca con criterios políticos, evitando de esta forma que se produzca una politización de la justicia. II. ESTRUCTURA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL El TC va a estar compuesto por 12 miembros nombrados por el rey, cuatro a propuesta del Congreso, cuatro a propuesta del Senado, dos a propuesta del gobierno y 2 a propuesta del CGPJ. Podrán ser magistrados del TC, los jueces y magistrados, los profesores de universidad, los funcionarios públicos y los abogados todos ellos juristas de reconocido prestigio con más de 15 años de ejercicio. Serán designados por un periodo de nueve años y se renovarán por terceras partes cada tres años. Se instituye así una razonable estabilidad asegurando su independencia a la vez que se dispone una progresiva renovación del Tribunal. Por último, el presidente del Tribunal será nombrado de entre sus miembros por el Rey, a propuesta del mismo tribunal en pleno y por un periodo de tres años. III. Atribuciones: (3 grupos) 1º) Designados dentro del art. . 161 de la CE que establece que el TC, tiene jurisdicción en todo el territorio Español y es competente para conocer: -Del recurso de inconstitucionalidad disposiciones normativas con rango de ley. contra leyes y -Del recurso de amparo por violación de los derechos y libertades fundamentales. -De los conflictos de competencias entre el estado y las comunidades autónomas o entre estas entre sí. -De las demás materias que le atribuyan la CE o las leyes orgánicas. 2º) El Gobierno podrá impugnar ante el TC las disposiciones y resoluciones adoptadas por los órganos de las CCAA. 3º) Aparecen en el art. . 163, y hacen referencia a la llamada cuestión de constitucionalidad. Dicho artículo determina que cuando un órgano judicial considere en algún proceso que una norma con rango de ley y aplicable al caso de cuya validez dependa la sentencia, puede ser contraria a la Constitución, planteará la cuestión ante el TC. LOS PROCEDIMIENTOS DE CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD DE LAS LEYES * Recurso de inconstitucionalidad de las leyes o Recurso directo: objeto legitimación plazo => 1º) Objeto de recurso de inconstitucionalidad: El art. . 161 de nuestra Constitución Española señala como objeto del recurso de inconstitucionalidad las leyes y disposiciones normativas con fuerza de ley y las disposiciones adoptadas por los órganos de la comunidad autónoma, por su parte la LOTC establece que serán susceptibles de recurso de inconstitucionalidad: (6) -1º) Los estatutos de autonomía y las demás leyes orgánicas -2º) Las demás leyes, disposiciones normativas y actos jurídicos del Estado con fuerza de ley. -3º) Los tratados internacionales -4º) Los reglamentos de las cámaras y reglamentos generales. -5º) Las leyes, actos y disposiciones normativas con fuerza de ley de las CCAA. -6º) Los reglamentos de las asambleas legislativas de las CCAA => 2º) Legitimación: Estarán legitimados para la interpretación de dicho recurso el presidente del gobierno, el defensor del pueblo, cincuenta diputados , cincuenta senadores y los órganos de las CCAA. La legitimación pues, queda limitada constitucionalmente a los órganos señalados, no admitiendo por tanto la acción popular directa en la impugnación de las leyes. => 3º) Plazo: El recurso de inconstitucionalidad se formulará dentro del plazo de 3 meses a partir de la publicación de la ley, disposición o acto con fuerza de ley impugnado. ** La Cuestión de inconstitucionalidad: concepto requisitos CONCEPTO: Esta segunda posibilidad aparece recogida por la LOTC con el nombre de “ Cuestión de inconstitucionalidad”, promovida por jueces o tribunales. MECÁNICA: Cuando un juez o tribunal de oficio a instancia de parte considera que una norma con rango de ley aplicable y de cuya validez dependa el fallo, pueda ser contraria a la Constitución plantará el problema ante el Tribunal Constitucional. Dos son pues los presupuestos para plantear dicha cuestión: 1º) Que exista un proceso abierto ante cualquier juez o tribunal 2º) Que la decisión de ese proceso halla de hacerse en base a una ley cuya compatibilidad con la Constitución sea dudosa, a juicio del órgano que ha de dictar el fallo. Dicha duda le podrá haber surgido al TC de forma espontánea (actuará de oficio) o bien le habrá sido suscitada por alguna de las partes (a instancia de parte) Requisitos: Para que pueda plantearse dicha cuestión serán necesarias dos cosas: 1º) Que se trate propiamente de una cuestión de inconstitucionalidad, es decir, es necesario que una de las leyes utilizadas pueda incurrir en disconformidad con las normas constitucionales. 2º) Conexión con la pretensión objeto del proceso, es decir que no vasta con que una norma con rango de ley pueda ser contraria a la CE, es necesario además que tal norma sea aplicable al caso y que de su validez dependa el fallo. EL RECURSO DE AMPARO Concepto Modalidades Legitimación Plazo * Concepto del recurso de amparo: El recurso de amparo es un proceso constitucional atribuido a la competencia del TC y encaminado a la protección o amparo de todos los ciudadanos en las libertades y derechos reconocidos en los arts. 14 a 30 de la Constitución, contra violaciones del estado, las CCAA y demás entes públicos, así como por sus funcionarios y agentes. ** Modalidades: Las violaciones de los derechos y libertades fundamentales pueden proceder de los 3 clásicos poderes del estado ( legislativo, ejecutivo y judicial) 1º) Lo que hace referencia a los actos de órganos legislativos para darse este recurso será necesario que emanen de órganos propiamente legislativos tanto del estado como de las CCAA que sean actos sin valor de ley y que sean actos firmes. 2º) Cuando se recurren actos de órganos políticos y administrativos se admite el amparo constitucional frente a las disposiciones y actos jurídicos del gobierno de sus autoridades y funcionarios. El único requisito a que se supedita el recurso es que se haya agotado la vía judicial. 3º) Es cuando se trata de actos de organizaciones jurisdiccionales. En este caso se requiere que se hayan agotado todos los recursos utilizables dentro de la vía judicial y además que se haya invocado formalmente en el proceso del Derecho constitucional vulnerado. Legitimación: Están legitimadas para la interposición de este recurso todas las personas naturales o jurídicas que invoquen un interés legítimo, así como el defensor del pueblo y el Mº Fiscal. Plazo: El plazo será el de los 20 días siguientes a la notificación recibida en el previo proceso judicial. No obstante se prevé también el plazo de 3 meses cuando se formalice contra los actos emanados de los órganos legislativos del estado o de las comunidades autónomas. EL Poder Legislativo EL PARLAMENTO Desde que Montesquiu formulo la división clásica de poderes, el sistema democrático parte de la distribución entre el poder legislativo, el ejecutivo y el judicial. En España, el poder legislativo se otorga a las Cortes Generales que la Constitución regula en el Titulo II (art. 66 al 96). Las Cortes Generales se componen de dos cámaras: El Congreso de los Diputados y el Senado. Representan al pueblo español (art. 66. 1) y ejercen la potestad legislativa del Estado, controlan la acción del gobierno y tienen otras competencias que les atribuye la Constitución (art. 66). Las Cortes Generales como representantes del poder legislativo y titulas de la soberanía popular, tienen reconocida la superioridad sobre otros poderes del Estado. Son las únicas que pueden legislar en el sentido estricto y también las únicas que pueden controlar el poder ejecutivo a al Gobierno. Mantienen así mismo una función de protección de la institución monárquica y de intervención y control no legislativo por lo que respecta a la cooperación entre diferentes comunidades autonómicas. El Congreso es el principal órgano político que tiene la representación del pueblo español y también el que elabora las leyes con la participación del Senado. Actualmente integran el Congreso 350 diputados. La Constitución prevé un mínimo de 300 y un máximo de 400. Son elegidos por circunscripciones electorales mediante un sistema proporcional en listas cerradas y bloqueadas cada cuatro años. El Senado tiene una representación territorial de ámbito provincial. Cada provincia elige cuatro senadores y a demás las comunidades autonómicas designan un senador por Comunidad y otro más por cada millón de habitantes de su territorio respectivo. El mandato también es por un periodo de cuatro años. Actualmente esta compuesto por 208 senadores. El ejercicio de la potestad legislativa del Estado corresponde a las Cortes Generales, que representan al pueblo español y controlan la acción del Gobierno. Están compuestas por dos Cámaras: Congreso de los Diputados y Senado. Se trata de un sistema parlamentario que responde al tipo «bicameral imperfecto », no siendo equiparables las competencias de una y otra Cámara. Diputados y Senadores son elegidos por cuatro años. Existe la posibilidad de disolución anticipada de las Cortes a iniciativa del Presidente del Gobierno. Cuadro de resultados comparativos de los partidos politicos Las cortes son una Institución parlamentaria bicameral española, depositaria de la soberanía popular y actualmente integrada por e1 congreso de los diputados y el senado. Sus orígenes datan de la asamblea que aconsejaba a los monarcas cristianos peninsulares desde el s. XI, institucionalizadas gradualmente como estamentales. EL ORIGEN DE LAS CORTES Órgano consultivo de los Reyes Los antecedentes históricos de las cortes se remiten al s. XI, cuando algunos monarcas de los reinos hispanos, recurrieron a la convocatoria de un órgano consultivo de base amplia para adoptar sus decisiones más importantes. Estas asambleas mixtas de altas dignidades eclesiásticas y miembros de la nobleza, en las que se trataban circunstancias religiosas y políticas. Los reyes, ya en el s. XI, siguieron reuniendo a esas mismas fuerzas en asambleas de naturaleza seglar llamadas de curia plena o general. Posiblemente en 1170, y con seguridad en 1188, Alfonso IX, rey de león, admitió también en aquel órgano a los representantes de las ciudades, dado el desarrollo que habían experimentado las comunidades locales. Esta presencia se vio confirmada años más tarde, en 1202, al reunir el mismo monarca otra curia plena a la que asistieron los obispos, los vasallos del rey y muchos representantes de las villas del reino. En 1188 Alfonso IX se había comprometido a no declarar la guerra, firmar la paz o tomar decisiones judiciales sin consultar a los obispos, los nobles o los hombres buenos, es decir los representantes de las ciudades, pero no se había arbitrado ningún medio jurídico para exigir que cumpliera su compromiso de pedir consejo, por lo que nada le impidió seguir dictando disposiciones con fórmulas imperativas. Proceso de institucionalización El fenómeno de la participación de representantes de las comunidades locales en esos órganos consultivos del rey de base amplia, sé realizó durante el s. XI de manera independiente, en los reinos de Castilla, Navarra y en la Corona de Aragón. A fines del s. XIII y principios del XIV, la actividad de las curias y de las asambleas más o menos solemnes tendió a institucionalizarse sobre todo en lo que se refiere a su periodicidad. Aragoneses y catalanes lo consiguieron en 1283, aprovechándose de las necesidades de Pedro el Grande, quien accedió a que se reunieran anualmente, pero Jaime II impulsó en 1301 que en Cataluña valencia lo hicieran cada tres años y en Aragón, a partir de 1307, cada dos años. En, Castilla no se llegó a determinar una periodicidad con carácter general pero sí, en 1313, su convocatoria cada dos años durante la minoría de edad de Alfonso XI como medida de control de su tutoría. Cortes generales A este órgano, fuertemente institucionalizado en la corona de Aragón, y en menos medida en Castilla o Navarra, se le aplicaron mas tarde, versiones romances del término curia. Las versiones no diferían en la radical de las voces, sino en su terminación singular o plural, pues tanto en Castilla se utilizaba en plural con la forma cortes, en la corona de Aragón se hacía en singular, con la forma cortes y solo tardíamente y a finales del s. XIV apareció la forma plural de cortes. Tanto en una forma como en otra se le solía agregar el calificativo general o generales. En Castilla se distinguió entre el órgano permanente que rodeaba al rey, la corte, y la agrupación de los órganos representativos, las cortes, de los distintos reinos. Configuración Estamental Una característica general de las cortes de los distintos reinos hispanos fue su naturaleza estamental. No agrupaban a representantes de toda la comunidad política, sino a representantes de las clases sociales. Las clases fundamentales eran 3: eclesiásticos, nobles y el de las comunidades locales, aunque en Aragón fuera una más al partirse los nobles en alta nobleza y hombres ricos. En las verdaderas cortes había que agrupar a todos los estados con el rey. La actuación de las cortes medievales estuvo, pues, dominada por su naturaleza estamental. La única figura que superó esta división fue la del rey, a quien correspondía la convocatoria y la determinación de los asuntos por tratar, los que se explicaban en su discurso de apertura y al que contestaban los estamentos. Después, cada uno de ellos deliberaba por separado, y aun negociaba también por separado con el rey. Período de decadencia Durante el período de los Austrias, las cortes de la Corona de Aragón no entraron en decadencia total, como las de Castilla, y aun mantuvieron o vigorizaron sus órganos permanentes y diputaciones, disminuyó su actividad como consecuencia de su resistencia a celebrarlas sin la asistencia del rey. En Navarra, donde se aceptó la representación de los virreyes para celebrarlas, su actividad fue incluso más intensa que en la edad media. A principios del siglo XVIII, como consecuencia de su oposición a Felipe V se suprimieron las cortes en los territorios los la Corona de Aragón, pero se les dio participación, en las de Castilla, que pasaron así a ser de tipo nacional. En realidad eso supuso la decadencia general de la institución, pues fueron convocadas muy raramente, y sólo para obtener consenso en los problemas de la corona, como el juramento del nuevo monarca o la de la ley sucesorio. Y como único recuerdo de las viejas asambleas subsistió la determinación de la aportación económica de las ciudades, pero sin que fuese objeto de discusión, y sin remotamente intentase ser aprovechada como arma política para la obtención de concesiones por el monarca. LAS CORTES DEL RÉGIMEN FRANQUISTA Dependencia del gobierno Las cortes creadas por ley del 17 de julio de 1942, recogieron el nombre, y poco más de la institución parlamentaria de la época republicana. Al permanecer concentrados todos los poderes en la figura del jefe de estado, correspondían únicamente a las cortes funciones de colaboración, concretadas en la preparación y elaboración de normas jurídicas de carácter general. El gobierno no so solo era responsable ante ellas, sino que las cortes venían a depender del a través de la misma composición de la cámara y de la figura presidente, enlace entre las instituciones y el gobierno. Proscritos los partidos políticos, el sistema de representación orgánico se combinaba con el peculiar funcionamiento de la cámara, de trabajo. Sólo se reservaba el pleno para la aprobación definitiva de los textos elaborados por cada ponencia, previo debate de las enmiendas que, sin haber prosperado en colisiones, tuviesen apoyo de una minorías cualificada de votos. Escaños para el asentamiento de la dictadura Las cortes franquistas fueron en la practica un organismo deliberante con funciones limitadas al asentamiento más o menos unánime y a la adesión política del gobierno. Incluso en su periodo de mayor actividad. La 10ª legislatura inaugurada por franco el 18 de noviembre de 1971, el gobierno dictó 101 decretos leyes y solo remitió a las cortes, para su dictamen y aprobación, 98 proyectos de ley, la mitad de los cuales fueron aprobadas por unanimidad. En esa misma legislatura no llego a promulgarse ninguna ley surgida de la iniciativa de las cortes, y tan solo se produjo una interpelación del gobierno. LAS CORTES GENERALES DE LA DEMOCRACIA Depositarias de la representación popular Las cortes generales, denominación de honda tradición histórica en el derecho constitucional español, están formadas por dos cámaras: el congreso de los diputados y el senado. Integradas por 350 diputados y 11 senadores, poseen una preeminencia sobre los demás poderes del estado al residir en ellas la representación popular. Ejercen la potestad legislativa del estado, aprueban sus presupuestos, controlan la acción gobierno y ostentan diversas y complejas funciones en relación con distintos poderes e instituciones del estado. Las cortes, que gozan de autonomía interna tanto a nivel reglamentario y administrativo como financiero, aprueban su presupuesto y regulan el estatuto del personal a su servicio. Los órganos de cada una de las cámaras son: el presidente, la mesa, los grupos parlamentarios, la junta de portas y la diputación permanente. Las dos, que se reúnen en pleno y comisiones, están divididas a su vez en legislativas permanentes y comisiones de investigación. Celebran anualmente dos períodos de sesiones: el primero de septiembre a diciembre y el segundo de febrero a junio. También pueden reunirse en sesión extraordinaria bajo ciertos supuestos contemplados en la constitución y celebrar sesiones conjuntas para ejercer las competencias no legislativas previstas en el título 11 de la constitución referidas a la corona. Preeminencia del congreso Para ejercer la función legislativa, la constitución establece los principios generales, relegando a los reglamentos del congreso y senado los detalles del procedimiento. La iniciativa legislativa corresponde a ambas cámaras (junto con el gobierno, las asambleas de las comunidades autónomas y la iniciativa popular), aunque de hecho el congreso goza de preeminencia con respecto al senado en este asunto. A la cámara baja o congreso le corresponde la iniciativa, elaboración, discusión y aprobación de los proyectos de ley, mientras que el senado limita sus actividades a la deliberación de los proyectos previamente aprobados por el congreso. En cualquier caso, puede proponer enmiendas o vetar (por mayoría absoluta) u6 proyecto de ley previamente aprobado por el congreso. Éste debe aceptar ¿ no, por mayoría simple, las enmiendas propuestas por el senado. En caso de no hacerlo, el congreso debe ratificar el texto por mayoría absoluta o por mayoría simple transcurridos dos meses. El congreso, que convalida los decretos-leyes, emanados del gobierno, también goza de preeminencia con respecto al senado en lo que concierne al control del poder ejecutivo. Concede la confianza en la votación de investidura del presidente del gobierno y puede exigir su responsabilidad política a través de la adopción de una moción de censura, siendo asimismo esa misma cámara la que decide en el caso de una cuestión de confianza planteada por el gobierno. En lo referente al control parlamentario, las dos cámaras están facultades para recabar informaciones al ejecutivo, reclamar la presencia de sus miembros en el pleno o en comisiones y efectuar interpretaciones v preguntas. Además de las funciones mencionadas, las cortes ostentan otras importantes prerrogativas. Participan directamente en la toma de decisiones políticas de especial trascendencia: sancionan tratados internacionales; autorizan la declaración de guerra o la firma de paz, declaran el estado de sitio o autorizan el estado de excepción. Reforma del Senado En 1994 una ponencia de la propia cámara quedó encargada de estudiar la reforma del senado para convertirla en asamblea de representación territorial en concordancia con la organización autonómica del estado. El senado ha tenido desde la constitución de las nuevas cortes democráticas, una clara voluntad de ser la cámara de representación territorial, pero las sucesivas legislatura, han demostrado una y otra vez que no ha conseguido su objetivo. La reforma precisaba, según la mayoría de expertos, cambiar el artículo 69 de la constitución, que determina las funciones de la cámara, y a esa dificultad se sumaba la de contentar a un mismo tiempo las aspiraciones nacionalistas y regionalistas. El Congreso de los Diputados El Congreso está integrado por 350 Diputados elegidos por sufragio uni versal, libre, igual, directo y secreto. La circunscripción electoral es la pro vincia. El número de Diputados por provincia depende de su población. La atribución de escaños a los distintos grupos políticos sigue criterios de representación proporcional al número de votos obtenidos por las listas cerradas de cada grupo (sistema electoral proporcional corregido por la fórmula D ’Hont). NATURALEZA DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS La Constitución de 1978 ha establecido un Parlamento bicameral. Las Cortes Generales están formadas por el Congreso de los Diputados y el Senado. Ambas Cámaras representan al pueblo español. Las Cortes Generales ejercen la potestad legislativa del Estado, aprueban sus presupuestos, controlan la acción del Gobierno y tienen las demás competencias que les atribuya la Constitución. Sin embargo, este bicameralismo no supone una equiparación completa entre el Congreso y el Senado. La Constitución ha reservado al Congreso una serie de funciones y facultades que revelan su primacía. De esta forma, el Congreso autoriza la formación del Gobierno, puede provocar su cese, conoce en primer lugar de la tramitación de los proyectos legislativos y de los presupuestos y debe confirmar o rechazar las enmiendas o vetos que puede aprobar el Senado sobre estos textos legislativos. El Congreso de los Diputados se rige, básicamente, por lo dispuesto en la Constitución y en su Reglamento. Composición y elección del Congreso de los Diputados La Constitución establece que el Congreso contará con un mínimo de 300 y un máximo de 400 Diputados, debiendo la ley electoral concretar este número. La normativa vigente (Ley Orgánica del Régimen Electoral General de 19 de junio de 1985) ha fijado en 350 el número de miembros de la Cámara. Todos los Diputados son elegidos por sufragio universal, libre, igual, directo y secreto. La circunscripción electoral es la provincia. La ley electoral asigna dos escaños a cada una de ellas y distribuye los demás en proporción a la población respectiva. Ceuta y Melilla eligen un representante cada una. A su vez, dentro de cada circunscripción la elección se verifica por un sistema proporcional, de tal forma que cada lista obtiene un número de escaños en función de los votos recibidos. Duración de la Legislatura El Congreso es elegido por cuatro años. El mandato de los Diputados termina cuatro años después de su elección o el día de la disolución de la Cámara. En ambos casos, la renovación afecta a la totalidad de sus miembros. Mandato de los Diputados Elegidos sobre una base provincial, los Diputados representan a su circunscripción electoral y al conjunto del pueblo español. La elección circunscripciones provinciales es un instrumento para la formación del órgano de representación de la voluntad del pueblo español. La Constitución establece que los miembros de las Cortes Generales no estarán ligados por mandato imperativo. Esta circunstancia no excluye, obviamente, el que los parlamentarios puedan voluntariamente incluirse en un Grupo Parlamentario y someterse a su disciplina interna. Prerrogativas y derechos de los Diputados Los Diputados, al igual que los Senadores, disponen de dos importantes prerrogativas, que la Constitución les reconoce, no con carácter de privilegio personal, sino para proteger el ejercicio de sus funciones. Inviolabilidad e inmunidad son propiamente garantías institucionales de las Cámaras, de las que gozan sus miembros en cuanto participan en el desarrollo de las funciones constitucionalmente asignadas al Congreso de los Diputados. La inviolabilidad afecta a las opiniones manifestadas y a los votos emitidos en el ejercicio del cargo representativo y supone la irresponsabilidad por los mismos. Sin embargo, esta irresponsabilidad no tiene carácter absoluto, sino sólo en relación a terceros extraños a la Cámara. En el ámbito interno, el Diputado está sujeto a las normas de disciplina parlamentaria que, de acuerdo con el Reglamento, aplican el Presidente y la Mesa de la Cámara. La inmunidad cubre los actos realizados por el Diputado durante el período de su mandato y supone la prohibición de ser inculpado o procesado sin la previa autorización del Congreso, y que su detención tan sólo sea posible en caso de flagrante delito. Los Diputados perciben una asignación económica con cargo al presupuesto de la Cámara, teniendo derecho, asimismo, a otras ayudas, franquicias e indemnizaciones por gastos que sean indispensables para el cumplimiento de su función. LA FUNCIÓN LEGISLATIVA La primera función del Congreso es la legislativa, esto es, la aprobación de las leyes, se comprende la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado. LA FUNCIÓN DE CONTROL Y DIRECCIÓN En el sistema parlamentario español, el Gobierno está sometido al control de las Cortes Generales. La intervención del Congreso es decisiva para su formación y puede también provocar su cese a través de diversos medios. El Gobierno responde de su gestión política ante el Congreso de los Diputados, responsabilidad que tiene carácter solidario y, en consecuencia, se extiende al conjunto de sus miembros. Investidura del Gobierno Tras cada renovación electoral del Congreso de los Diputados, y en los demás supuestos de cese del Gobierno (pérdida de la confianza parlamentaria, dimisión o fallecimiento de su Presidente) se hace preciso constituir un nuevo Gobierno. A tal efecto el Rey, tras oír a los representantes de las distintas fuerzas parlamentarias, propone al Congreso un candidato a la Presidencia del Gobierno, a través del Presidente de la Cámara. El candidato así propuesto debe exponer su programa político, abriéndose a continuación un debate con participación de los representantes de los Grupos Parlamentarios. Para ser investido con la confianza parlamentaria y poder ser nombrado Presidente, el candidato necesita obtener el voto favorable de la mayoría absoluta de los Diputados. Si no la obtiene, se procede a una segunda votación, en la que sólo se requiere la mayoría simple. Si tampoco así se logra la confianza, deben tramitarse propuestas de nuevos candidatos, siguiendo el mismo procedimiento. En el caso de transcurrir dos meses sin que el Congreso haya elegido Presidente del Gobierno, el Rey debe disolver las Cámaras y convocar nuevas elecciones. La elección de los Ministros y demás miembros del Gobierno no corresponde a la Cámara, sino al propio Presidente del Gobierno, quien propone libremente al Rey su nombramiento y cese. Nociones de Censura y Cuestiones de Confianza La aprobación de una moción de censura o la denegación de la confianza son medios con los que el Congreso de los Diputados puede provocar la caída del Gobierno. Tanto una como otra testimonian la ruptura de la relación de confianza que debe existir entre el Gobierno y la Cámara. La moción de censura es de tipo constructivo, en el sentido de que debe llevar incluida la propuesta de un candidato a la Presidencia del Gobierno. Con ello, se evita que la Cámara pueda derribar al Gobierno constituido si no existe acuerdo sobre el que haya de sucederle y el consiguiente peligro de períodos sin Gobierno. Así pues, la censura del Gobierno existente implica la simultánea elección de uno nuevo. La presentación de una de estas mociones debe hacerse por la décima parte, al menos, de los Diputados y para su aprobación se requiere el voto de la mayoría absoluta. La cuestión de confianza sólo puede plantearse por el Presidente del Gobierno, previa deliberación del Consejo de Ministros. Su fin es comprobar el respaldo que tiene en el Congreso, y debe formularse en relación a su programa político o a una declaración de política general. A diferencia de lo que ocurre con la moción de censura, sólo se necesita la mayoría simple para que la confianza se entienda otorgada. Si no se alcanza ésta, el Gobierno debe presentar su dimisión, abriéndose entonces el procedimiento de investidura. Interpelaciones, Preguntas y Comparecencias Los Diputados fiscalizan la actuación del Gobierno y, a través suyo, de la Administración pública por medio de preguntas e interpelaciones. Unas y otras suponen una demanda de explicación o información dirigida al Gobierno. Se diferencian porque las preguntas pueden recaer sobre cualquier asunto que incumba a este último, mientras que las interpelaciones afectan a las conducta del ejecutivo en cuestiones de política general, bien del Gobierno bien de algún departamento ministerial, lo que supone reservarlas para temas de marcado interés general. En coherencia con su distinto alcance, las interpelaciones han de formularse en sesión plenaria, mientras que las preguntas pueden recibir contestación gubernamental no sólo en esta forma, sino también en las Comisiones, o por escrito, que se publica en el Boletín Oficial de la Cámara. Además existen, como instrumento de control parlamentario, las comparecencias, mediante las cuales, un miembro del Gobierno, autoridades o funcionarios públicos acuden ante el Pleno o una Comisión para informar en profundidad sobre un tema. Proposiciones no de ley, Mociones y Resoluciones Las proposiciones no de ley, mociones y resoluciones son actos no legislativos por los que el Congreso manifiesta su postura sobre un tema o problema determinado. Contienen, por tanto, un acuerdo, una manifestación de voluntad del Congreso, pero con un alcance más político que jurídico. Nombramiento y elección de personas El Congreso de los Diputados participa en la designación de los titulares de ciertos órganos estatales, dotando así a éstos del respaldo de los representantes populares. En concreto, le corresponde elegir, por mayoría de tres quintos, a cuatro de los doce miembros del Tribunal Constitucional y a la mitad de los miembros del Consejo General del Poder Judicial. Por la misma mayoría debe elegir a seis de los doce consejeros del Tribunal de Cuentas. Y, conjuntamente con el Senado, al Defensor del Pueblo. Grupos Parlamentarios Los Grupos Parlamentarios son agrupaciones de Diputados producidas por afinidades políticas o ideológicas. Aunque no es un requisito necesario, los Grupos Parlamentarios suelen ser reflejo dentro de la Cámara de los partidos políticos o coaliciones de partidos que han concurrido a las elecciones, al estar integrado cada Grupo por parlamentarios pertenecientes a un mismo partido o coalición. Los Grupos tienen una destacadísima importancia en el funcionamiento interno del Congreso y son los verdaderos actores que participan en la formación de sus decisiones. Así, los puestos de las Comisiones y de la Diputación Permanente se distribuyen proporcionalmente entre los mismos, pudiendo los Grupos operar sustituciones entre sus miembros. Sus representantes constituyen la Junta de Portavoces, órgano decisorio del orden del día de las sesiones de la Cámara. Los Diputados ocupan los escaños del salón de sesiones distribuidos por grupos. Determinadas iniciativas, como las proposiciones de ley, las enmiendas a la totalidad y las proposiciones no de ley, les están reservadas. Los debates giran normalmente en torno a los turnos de palabra previstos en favor de sus portavoces. Reciben una subvención del presupuesto de la Cámara, locales y otros medios materiales. Para la formación de un grupo parlamentario es necesaria la reunión de, al menos, 15 Diputados, o la de 5 cuando las formaciones políticas respectivas hubieran obtenido como mínimo el 15 por 100 de los votos de las circunscripciones en que hubiesen presentado candidaturas o el 5 por 100 de los votos del conjunto nacional. Ahora bien, estos mínimos sólo son exigidos para su constitución, no para su funcionamiento posterior, ya que su disolución únicamente se produce cuando su número desciende a menos de la mitad de los antes citados. Los Diputados que no se incluyan en algunos de los grupos voluntariamente creados, quedan incorporados al Grupo Mixto. El Senado Está configurado en la Constitución como la Cámara de representación territorial. Lo integran 256 Senadores, de los cuales 208 son elegidos por sufragio universal directo (a razón de cuatro representantes por provincia y los 48 restantes son designados por las Asambleas legislativas de las Comunidades Autónomas (a razón de un Senador por cada Comunidad más otro representante por cada millón de habitantes de su respectivo territorio). La atribución de Senadores a los grupos políticos responde a criterios mayoritarios en lista única (sistema electoral mayoritario). El artículo 69. 1 de la Constitución define al Senado como la Cámara de representación territorial. El carácter territorial del Senado que consagra nuestra norma fundamental se manifiesta en su composición, en las funciones que tiene encomendadas y en elementos de su estructura. El Senado cuenta, atendiendo a su procedencia, con dos tipos de miembros dotados exactamente de los mismos derechos y prerrogativas. El grupo más numeroso está formado por doscientos ocho Senadores de elección directa por los ciudadanos mediante un sistema mayoritario aplicado, como regla general, sobre circunscripciones plurinominales de base provincial. De este modo en cada una de las provincias peninsulares se eligen directamente, con independencia de su población, cuatro Senadores. En las provincias insulares se eligen, por el mismo sistema mayoritario, tres Senadores en cada una de las islas mayores (Gran Canaria, Mallorca y Tenerife) y uno en las restantes (Ibiza-Formentera, Menorca, Fuerteventura, Gomera, Hierro, Lanzarote y La Palma). Asimismo en las ciudades de Ceuta y Melilla se eligen, también directamente por los ciudadanos, dos Senadores en cada una de ellas. Este factor territorial en la composición del Senado, resultante de asignar igual número de Senadores a distritos con varios millones de habitantes (como las provincias de Madrid y Barcelona) y a otros que escasamente superan los cien mil, se refuerza a través de la representación en la Cámara de las Comunidades Autónomas, las cuales pueden designar un Senador y otro más por cada millón de habitantes de su respectivo territorio, correspondiendo efectuar la designación, por el procedimiento establecido en su propia legislación, a la Asamblea Legislativa de cada Comunidad Autónoma. Los miembros de la Cámara designados por las Comunidades Autónomas ascienden en la actualidad a cincuenta y uno. Las funciones atribuidas al Senado en la Constitución reflejan su naturaleza de Cámara territorial, pues es precisamente en las materias relacionadas con el desarrollo autonómico y la política regional o local donde alcanza un mayor protagonismo institucional, tanto por su especialización de hecho, como por las competencias que expresamente tiene atribuidas. Existe una serie de funciones referidas a materias de trascendencia autonómica en las que el Senado iguala sus poderes a los de la Cámara Baja e incluso tiene la facultad de pronunciarse con carácter previo. Son las siguientes: Autorización de los acuerdos de cooperación Comunidades Autónomas (artículo 145. 2 CE). entre Dotación, distribución y regulación del Fondo de Compensación Interterritorial (artículo 158. 2 CE). Adopción de medidas para obligar a las Comunidades Autónomas al cumplimiento forzoso de sus obligaciones constitucionales y legales o prevenir su actuación cuando atente gravemente contra el interés general de España (artículo 155 CE). Apreciación de la necesidad de dictar leyes de armonización de las disposiciones normativas de las Comunidades Autónomas (artículo 150. 3 CE). Junto a estas competencias en las que la Cámara ocupa una posición institucional de singular relevancia, el Senado ejerce sus funciones constitucionales ordinarias (esto es, su actuación como poder colegislador del Estado, su intervención en la autorización para concluir Tratados internacionales, la aprobación del Presupuesto, el control político al Gobierno, la información, estudio e investigación en cuestiones de interés general, etc. ) con especial atención sobre los aspectos territoriales de los diferentes asuntos. Las vías empleadas para la especialización del Senado en los asuntos territoriales son varias, si bien entre todas ellas destaca por su importancia la Comisión General de las Comunidades Autónomas. Esta Comisión parlamentaria fue creada en la reforma del Reglamento del Senado aprobada el 11 de enero de 1994 y se enmarca dentro de un proceso más amplio, iniciado en 1989, orientado a la adecuación definitiva del Senado a la estructura del Estado autonómico y a la perfección de los instrumentos con que cuenta para ejercer su función territorial. La principal peculiaridad de la Comisión General de las Comunidades Autónomas reside en su composición, al integrar en un mismo órgano a Senadores, a representantes del Gobierno de la Nación y a los Gobiernos autonómicos. En primer lugar, la Comisión está formada, como miembros de pleno derecho (esencialmente con derecho a voto), por el doble de Senadores que las restantes Comisiones legislativas de la Cámara, lo que eleva su número actualmente a cincuenta miembros. No obstante, el Reglamento prevé expresamente (artículo 56. bis. 1 RS) que todos los Senadores designados por las Asambleas Legislativas de las Comunidades Autónomas que no sean miembros de la Comisión General sean advertidos con antelación suficiente de la celebración de sus sesiones, en las cuales podrán intervenir. En segundo término el Reglamento del Senado (artículo 56. bis. 2 RS) regula la presencia gubernamental en la Comisión General, estableciendo que podrán intervenir en sus debates tanto los miembros del Gobierno de la Nación como los Presidentes de las Comunidades Autónomas (o miembros de los Consejos de Gobierno respectivos en quien deleguen), los cuales tienen asimismo derecho a solicitar la convocatoria de la Comisión. La Comisión General está regida por una Mesa que, al igual que la Mesa del Senado y a diferencia de las restantes Comisiones, está integrada por un Presidente, dos Vicepresidentes y cuatro Secretarios (artículo 55 RS). En cuanto a sus funciones, la Comisión General tiene atribuidas muchas y de muy variada naturaleza en el extenso artículo 56 del Reglamento del Senado. Además de su competencia legislativa ordinaria, equiparable a la de las restantes Comisiones de la Cámara que tengan este carácter, destaca entre las funciones encomendadas a esta Comisión la de "... emitir informe acerca del contenido autonómico de cualquier iniciativa que haya de ser tramitada en el Senado". Este informe acerca del contenido autonómico permite dar entrada a las Comunidades Autónomas, representadas por sus órganos colegiados de gobierno, en el procedimiento legislativo del Estado y expresar su posición política de forma institucionalizada ante un órgano constitucional de éste. A esta competencia nuclear de la Comisión General se une la de celebrar anualmente un debate, también con presencia de los Gobiernos de las Comunidades Autónomas y del Gobierno de la Nación, cuyo único punto del orden del día es efectuar un balance de la situación del Estado de las Autonomías. En esta sesión las intervenciones que se produzcan podrán realizarse en cualquiera de las lenguas que, con el castellano, tienen el carácter de oficiales en alguna Comunidad Autónoma (artículo 56. bis. 7 RS). La Comisión General es asimismo el órgano de la Cámara encargado de elaborar el Dictamen para su debate en sesión plenaria sobre los asuntos de especial trascendencia autonómica antes indicados (autorización de acuerdos de cooperación entre Comunidades Autónomas, los proyectos de Ley de armonización del artículo 150 de la Constitución, las iniciativas del Gobierno en el supuesto previsto en el artículo 155 de la Norma Fundamental, y la distribución del Fondo de Compensación Interterritorial). Finalmente, la Comisión General desarrolla importantes funciones de orden informativo, al tener atribuida en el Reglamento (artículo 56. a RS) la competencia para iniciar cuantos trámites de estudio o de seguimiento considere oportunos sobre materias de naturaleza autonómica. En ejercicio de esta función, la Comisión ha constituido diversas ponencias de estudio. Otro elemento característico de la estructuración territorial del Senado son los Grupos territoriales, creados por el procedimiento previsto en el artículo 33 del Reglamento dentro de los Grupos parlamentarios, e integrados por al menos tres Senadores (artículo 32RS). Los Grupos territoriales pueden intervenir en los debates del Pleno sobre cuestiones que afecten de modo especial a una o más Comunidades Autónomas, siempre que previamente se haya acordado así por el Presidente y los Portavoces de los Grupos parlamentarios (artículo 85 RS), y también en ciertas reuniones de la Junta de Portavoces El Senado, Cámara de representación territorial de acuerdo con el artículo 69. 5 de la Constitucion, desarrolla, a tenor de los dispuesto en el articulo 66 de la misma, una serie de funciones que pueden condensarse en las siguientes: “Las funciones atribuidas al Senado en la Constitución reflejan su naturaleza de Cámara territorial (artículo 69. 1 CE), pues es precisamente en las materias relacionadas con el desarrollo autonómico y la política regional o local donde alcanza un mayor protagonismo institucional, tanto por su especialización de hecho, como por las competencias que expresamente tiene atribuidas. ” Existe una serie de funciones referidas a materias de trascendencia autonómica en las que el Senado iguala sus poderes a los del Congreso de los Diputados e incluso tiene la facultad de pronunciarse con carácter previo. Son las siguientes: Autorización de los acuerdos de Comunidades Autónomas (artículo cooperación 145. 2 entre CE). Dotación, distribución y regulación del Fondo de Compensación Interterritorial (artículo 158. 2 CE). Adopción de medidas para obligar a las Comunidades Autónomas al cumplimiento forzoso de sus obligaciones constitucionales y legales o prevenir su actuación cuando atenté gravemente contra el interés general de España (artículo 155 CE). Apreciación de la necesidad de dictar leyes de armonización de las disposiciones normativas de las Comunidades Autónomas (artículo 150. 3 CE). Junto a estas competencias en las que la Cámara ocupa una posición institucional de singular relevancia, el Senado ejerce sus funciones constitucionales ordinarias (esto es, su actuación como poder colegislador del Estado, su intervención en la autorización para concluir Tratados internacionales, la aprobación del Presupuesto, el control político al Gobierno, la información, estudio e investigación en cuestiones de interés general, etc. ) con especial atención sobre los aspectos territoriales de los diferentes asuntos. La Constitución Española de 1978 sitúa a la cabeza de las funciones parlamentarias la legislativa cuando determina que "Las Cortes Generales ejercen la potestad legislativa del Estado, aprueban sus presupuestos, controlan la acción del Gobierno y tienen las demás competencias que les atribuye la Constitución" (artículo 66 CE). Las Cortes Generales están constituidas por dos Cámaras, el Congreso de los Diputados y el Senado, y ambas tienen participación en el procedimiento legislativo, aunque no en términos de igualdad. Por ello, el procedimiento de aprobación de textos es semejante en cada Cámara, pero no idéntico, y se habla de un bicameralismo imperfecto con predominio del Congreso de los Diputados. Esta peculiaridad en la función legislativa se pone de manifiesto en lo siguiente: La tramitación parlamentaria de todo texto legislativo se inicia en el Congreso de los Diputados, a diferencia de lo que ocurre en otros países, en los que el autor de la iniciativa puede optar por la Cámara que deberá conocer del texto en primer lugar (artículo 88 CE). Solamente en un caso interviene en el procedimiento legislativo el Senado con prioridad temporal sobre el Congreso de los Diputados: en los proyectos del Fondo de Compensación Interterritorial, excepción al principio general mencionado que se justifica en razón de la concepción del Senado como Cámara de representación territorial (artículos 74. 2 y158. 2 CE). El Senado no sólo debe deliberar sobre textos ya aprobados por el Congreso de los Diputados, sino que debe hacerlo en un tiempo acotado y breve: dos meses normalmente y veinte días en el caso de que se haya declarado la urgencia; plazo estricto en ambos casos frente al ilimitado del Congreso (artículos 90 CE y 106 y 133 a 135 RS). “Corresponde al Senado, en su función legislativa, oponer su veto o introducir enmiendas a los textos legislativos que le sean remitidos por el Congreso de los Diputados. El veto deberá ser aprobado por mayoría absoluta del Senado y las enmiendas por mayoría simple. ” El Senado, de acuerdo con el artículo 66 de la Constitución, ejerce, entre otras funciones, la de control del Gobierno. Esta función, que comprende, en sentido amplio, las facultades de obtener información del Gobierno, someter a debate contradictorio su actuación e instarle a orientar su política en una determinada línea, se plasma en una serie de instrumentos regulados en el Reglamento: las preguntas, las interpelaciones, las mociones, los debates sobre las comunicaciones e informes remitidos por el Gobierno, las comparecencias y las comisiones de investigación y de estudio. Si el campo de las relaciones internacionales se ha caracterizado tradicionalmente por constituir un dominio reservado para la acción del Poder Ejecutivo, es posible observar cómo en las últimas décadas la democratización de la acción exterior de los Estados se ha traducido en una mayor participación de los Parlamentos en el control de la política exterior y en el desarrollo de una actividad de relaciones interparlamentarias, tanto bilaterales como multilaterales, que cada día adquieren una mayor importancia. El Parlamento español, y más concretamente el Senado, participa plenamente de esta tendencia. La manifestación más importante de la participación del Senado en el control de la política exterior es la autorización o denegación de la ratificación de tratados internacionales. La Constitución española de 1978 establece en sus artículos 93, 94 y 96. 2 las modalidades de intervención de las Cortes Generales en la conclusión y denuncia de los mencionados tratados internacionales. Con carácter general, los tratados son examinados por el Congreso de los Diputados y por el Senado, y se requiere la expresa autorización concedida por ambas Cámaras para que el Estado pueda obligarse internacionalmente por medio de aquéllos. Además, cabe indicar que, en este aspecto del control de la política exterior, y frente a lo que sucede en otros ámbitos, en los que el Congreso de los Diputados ostenta una posición de preeminencia, los poderes del Senado pueden considerarse prácticamente equiparados a los de la Cámara Baja. Así, en el supuesto de existir un desacuerdo entre ambas Cámaras con respecto a la autorización para obligarse por medio de un tratado internacional, el procedimiento remite, según dispone la Constitución en su artículo 74. 2, a la formación de una Comisión Mixta integrada por igual número de Diputados y Senadores, que habrá de tratar de alcanzar un acuerdo sobre la materia, que deberá ser presentado a ambas Cámaras. Si no se concede la autorización de esta forma, decidirá el Congreso por mayoría absoluta. El Senado, en la actualidad, está compuesto por un total de 259 Senadores, elegidos por un doble procedimiento: a) La mayor parte de ellos (208) son elegidos en circunscripciones provinciales; cada provincia elige a cuatro Senadores, por sufragio universal, libre, igual, directo y secreto por los votantes de cada una de ellas de acuerdo con un sistema mayoritario (artículo 69. 2 CE, artículo 165. 1 LOREG). No obstante, en las provincias insulares, cada isla o agrupación de ellas con Cabildo o Consejo Insular constituye una circunscripción a efectos de elección de Senadores, correspondiendo tres a cada una de las islas mayores -Gran Canaria, Mallorca y Tenerife y uno a cada una de las siguientes islas o agrupaciones: Ibiza-Formentera, Menorca, Fuerteventura, Gomera, Hierro, Lanzarote y La Palma (artículo 69. 3 CE y artículo 165. 2 LOREG). Las poblaciones de Ceuta y Melilla eligen cada una de ellas dos Senadores (artículo 69. 4 CE y 165. 3 LOREG). Los electores pueden dar su voto a un máximo de tres candidatos en las circunscripciones provinciales, dos en Gran Canaria, Mallorca, Tenerife, Ceuta y Melilla y uno en las restantes circunscripciones insulares. Obtienen escaño los que alcancen el mayor número de votos (artículo 166 LOREG). b) Por otra parte, y además, las Comunidades Autónomas designarán un Senador y otro más por cada millón de habitantes de su respectivo territorio. La designación corresponde a la Asamblea Legislativa o, en su defecto, al órgano colegiado superior de la Comunidad Autónoma, de acuerdo con lo que establezcan los Estatutos, que asegurarán, en todo caso, la adecuada representación proporcional (artículo 69. 5 CE y artículo 165. 4 LOREG). El referente que sirve de base para determinar el número concreto de Senadores que corresponde a cada Comunidad Autónoma es el censo de población de derecho vigente en el momento de celebrarse las últimas elecciones al Senado. En la actualidad existen 51 Senadores designados por las ComunidadesAutónomas. La designación de estos Senadores se configura como una elección en segundo grado, en la que el único requisito que la Constitución exige es el de asegurar la adecuada representación proporcional. Cada Comunidad Autónoma regula en su Estatuto, Ley autonómica o Reglamento de la Cámara el procedimiento de elección destacando los siguientes requisitos (que no se exigen en todas las Comunidades Autónomas) : Ser miembro del Parlamento autonómico designante. Reunir la condición política de miembro de la Comunidad Autónoma. Ser propuesto como candidato Declarar la aceptación del cargo. Instituciones parlamentarias de control al Gobierno Existen dos instituciones dependientes directamente de las Cortes Generales que tienen, atribuidos por la Constitución, cometidos específicos en la labor de control al Gobierno: •El Tribunal de Cuentas, como supremo órgano fiscalizador de las cuentas y de la gestión económica del Estado, así como del sector público. Ejerce sus funciones de examen y comprobación de las Cuentas Ge nerales del Estado por delegación de las Cortes Generales. •El Defensor del Pueblo, como alto comisionado de las Cortes, es designado por éstas para garantizar la defensa y protección de los dere chos fundamentales. La Oficina del Defensor del Pueblo podrá supervisar las actividades de Ministros, autoridades administrativas, funcionarios y cualquier otra persona que actúe al servicio de las Administraciones públicas, dando cuenta de ello a las Cortes Generales. Poder Ejecutivo El Gobierno Al Gobierno le corresponde ejercer la función ejecutiva y la potestad reglamentaria. El Gobierno dirige la política interior y exterior, la Administración civil y militar y la defensa del Estado. Está encabezado por un Presidente, nombrado por el Rey tras obtener la confianza mayoritaria de los parlamentarios que componen el Congreso de los Diputados. El Gobierno tiene responsabilidad colectiva de sus acciones políticas ante el Congreso de los Diputados, ante el que comparece semanalmente para dar cuenta de su gestión. El principal instrumento de que disponen las fuerzas parlamentarias para ejercer un control sobre el Gobierno se denomina «moción de censura », regulado en la Constitución. El Presidente dirige las acciones del Gobierno, coordinando las funciones de los miembros que lo componen. Los Vicepresidentes, en su caso, y los Ministros, son nombrados y separados de su cargo por el Rey, a propuesta del Presidente. El órgano colegiado del Gobierno es el Consejo de Ministros, que se reúne cada semana. En estos momentos, el Gobierno está compuesto por el Presidente, dos Vicepresidentes, que se encargan además de los Ministerios de la Presidencia y de Economía y Hacienda, y doce Ministros. Veamos que dice la Constitución sobre el Poder Ejecutivo Español: 1. El Presidente dirige la acción del Gobierno y coordina las funciones de los demás miembros del mismo, sin perjuicio de la competencia y responsabilidad directa de los Ministros en su gestión. 2. En todo caso, corresponde al Presidente del Gobierno: a) Representar al Gobierno. b) Establecer el programa político del Gobierno y determinar las directrices de la política interior y exterior y velar por su cumplimiento. c) Proponer al Rey, previa deliberación del Consejo de Ministros, la disolución del Congreso, del Senado o de las Cortes Generales. d) Plantear ante el Congreso de los Diputados. Previa deliberación del Consejo de Ministros, la cuestión de confianza. e) Proponer al Rey la convocatoria de un referéndum consultivo, previa autorización del Congreso de los Diputados. f) Dirigir la política de defensa y ejercer respecto de las Fuerzas Armadas las funciones previstas en la legislación reguladora de la defensa nacional y de la organización militar. g) Convocar, presidir y fijar el orden del día de las reuniones del Consejo de Ministros, sin perjuicio de lo previsto en el artículo 62. g) de la Constitución. h) Refrendar, en su caso los actos del Rey y someterle, para su sanción, las leyes y demás normas con rango de ley, de acuerdo con lo establecido en los artículos 64 y 91 de la Constitución. i) Interponer el recurso de inconstitucionalidad. j) Crear. modificar y suprimir, por Real Decreto, los Departamentos Ministeriales, así como las Secretarías de Estado. Asimismo, le corresponde la aprobación de la estructura orgánica de la Presidencia del Gobiemo. k) Proponer al Rey el nombramiento y separación de los Vicepresidentes y de los Ministros. I) Resolver los conflictos de atribuciones que puedan surgir entre los diferentes Ministerios. m) Impartir instrucciones a los demás miembros del Gobierno. n) Ejercer cuantas otras atribuciones le confieran la Constitución y las leyes. Del Vicepresidente o Vicepresidentes del Gobierno. 1. AI Vicepresidente o Viepresidentes, cuando existan, les corresponderá el ejercicio de las funciones que les encomiende el Presidente. 2. EI Vicepresidente que asuma la titularidad de un Departamento Ministerial, ostentará, además, la condición de Ministro. Poder Judicial La justicia emana del pueblo y es administrada en representación del Rey por los Jueces y Magistrados del Poder Judicial. Éstos son independientes, no pueden ser cesados y están sujetos únicamente al imperio de la Ley. El Tribunal Supremo de Justicia es la más alta instancia jurisdiccional del Estado (salvo en lo que afecta a las garantías constitucionales, que incumbe al Tribunal Constitucional). El Presidente del Tribunal Supremo es nombrado por el Rey a propuesta del Consejo General del Poder Judicial. El Consejo General del Poder Judicial es el órgano de gobierno de los Jueces y Magistrados. Una ley orgánica establece el funcionamiento y gobierno de Juzgados y Tribunales, el estatuto de los miembros del Consejo General y sus funciones. Este órgano está integrado por el Presidente del Tribunal Supremo, que lo preside, y por veinte miembros designados por el Rey a propuesta de las Cortes Generales para un periodo de cinco años. El Fiscal General del Estado es nombrado por el Rey a propuesta del Gobierno, tras consultar al Consejo General del Poder Judicial. El Ministerio Fiscal tiene como misión la de promover las acciones judiciales en defensa de los derechos de los ciudadanos y de los intereses públicos protegidos por la ley, ya sea de oficio o a petición de los interesados. También es su responsabilidad velar por la independencia de los Tribu nales y procurar ante éstos la satisfacción del interés social. La Ley Orgánica del Poder Judicial atribuye el ejercicio de la potestad jurisdiccional no sólo a los Tribunales y Juzgados establecidos en las leyes sino también a los instituidos en los tratados internacionales. España se adhirió en 1979 al Convenio de Roma para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales. Por ello, los ciudadanos españoles, una vez agotadas las instancias judiciales nacionales, tienen abierta la vía ante el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos. Actualmente está en proceso de implantación una iniciativa aprobada por Ley para la participación de los ciudadanos en la Administración de Justicia mediante la celebración de juicios con jurados populares. Organización territorial del Estado Uno de los aspectos más sobresalientes del actual sistema político español, que encuentra hondas raíces históricas, es la organización territorial del Estado. Se trata de conjugar la unidad de España con el respeto y el reconocimiento de la diversas «identidades », regionales, culturales o históricas. Nuestra Constitución de 1978 se fundamenta en la indisoluble unidad y soberanía de la nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y en el reconocimiento y garantía del derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre to das ellas. La organización autonómica: las Comunidades Autónomas Como consecuencia del ejercicio de ese derecho a la autonomía política, España está organizada territorialmente en diecisiete Comunidades Autónomas y dos Ciudades Autónomas (Ceuta y Melilla). Se configura así un modelo radicalmente distinto al existente hasta 1978, basado en un Estado unitario y fuertemente centralizado. Cada Comunidad Autónoma dispone de su propio gobierno, parlamento, ordenación administrativa y atribución de competencias, aspectos todos ellos regulados en las respectivas normas institucionales básicas: los Estatutos de Autonomía. El texto de la Constitución establece las competencias exclusivas del Gobierno y aquéllas que pueden asumir las Comunidades Autónomas, respetando en todo caso el principio de igualdad de derechos y obliga cienos de todos los españoles en cualquier parte del territorio nacional. La Administración central debe garantizar el principio de solidari dad territorial. La Constitución prohibe la federación de Comunidades Autónomas, aun que permite que entre ellas se celebren acuerdos de cooperación, previa autorización de las Cortes Generales. LA CONFIGURACIÓN DE LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS. La Constitución Española de 1978, supuso una profunda remodelación del modelo territorial del Estado, estructuró el Estado Español sobre la base de una intensa descentralización territorial. El artículo 2 de la Constitución, dice que el Estado se fundamenta en la indisoluble unidad de la nación, reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones. Pero el artículo 137 de la Constitución dispone que el Estado se ha organizado territorialmente en municipios, provincias y Comunidades Autónomas que se constituyan. Gozan de autonomía para la gestión de sus intereses. Lo más importante es el principio de unidad. Significa unidad jurídica que consiste en que la Constitución es el orden normativo común para todos. Que al final no garantiza la unidad. La Constitución se limita a ofrecer el marco en el que se constituirá el sistema autonómico. Señala cuáles son los criterios de reparto material de funciones entre las diferentes entidades públicas. En segundo lugar, establece los procedimientos para desarrollar y modificar en su reparto. En tercer lugar, la Constitución regula los mecanismos para resolver todos los conflictos que pueden plantearse. El sistema autonómico Español es un sistema abierto que se ha caracterizado por el principio dispositivo (corresponde a cada una de las Comunidades Autónomas concretar el grado de su autonomía). Este diseño Constitucional tan ambiguo hace que sea imprescindible la jurisprudencia del Tribunal Constitucional. Algún autor (Santamaría Pastor) entiende que aquí existe un enclave de derecho común. Por la importante función de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional, función que además resulta importante porque también está condicionando hacia el futuro el proceso autonómico. De 1996 en adelante, en muchas sentencias están poniendo en peligro la unidad del Estado Español (por ejemplo en STC de la Ley del suelo). LOS ESTATUTOS DE AUTONOMÍA. Artículos 147 y 81 de la Constitución. Adoptan la forma de Ley Orgánica; son la norma institucional básica de cada Comunidad Autónoma. Hacen nacer un ente público hasta entonces inexistente. Determinarán cuáles son las instituciones de autogobierno, políticas y Administrativas y también delimitan cual es el contenido de la autonomía. Doble naturaleza jurídica de los Estatutos. Son ley estatal y normas autonómicas. En su origen son normas autonómicas, la iniciativa y elaboración corresponde a la Comunidad Autónoma. En su aprobación son normas estatales y autonómicas, han de ser aprobadas por las asambleas autonómicas y por las cortes generales. Peculiar posición con respecto a la Constitución. No son libremente modificables por el congreso de los diputados. Del artículo 147. 1 de la Constitución se desprende que también son normas estatales. El Estado reconoce y ampara los Estatutos como parte integrante de su ordenamiento jurídico (147. 1) para el derecho Administrativo: la posición de los Estatutos de autonomía con respecto a las demás leyes es de subordinación jerárquica. Pueden ser declarados inconstitucionales (se desprende del artículo 27. 2. a de la LOTC) tanto la parte de la acción de los Estatutos de Autonomía como las demás normas estatales. En principio existe una separación pero en ocasiones estas dos normas pueden coincidir en la regulación de materias concretas. Los problemas que surjan los resolverán el Tribunal Constitucional aunque en aplicación del artículo 28. 1 de la LOTC, el Tribunal Constitucional tiene que considerar las normas que se hubieran dictado para delimitar las competencias de las Comunidades Autónomas. Esta previsión manifiesta que los Estatutos de Autonomía se convierten en parámetro de validez de las restantes leyes estatales. Para García de Enterría esto significa que los Estatutos tienen superioridad jerárquica con respecto a las demás leyes estatales (Artículo 28: bloque de Constitucionalidad). PROCESO AUTONÓMICO No está cerrado, fue desbordado por las Comunidades Autónomas, que singularmente en Cataluña y en el País Vasco trataron de saltarse los límites Constitucionales desde el primer momento. El proceso autonómico ha tenido que ser conducido a límites razonables mediante de negociaciones políticas. La Constitución distinguió entre dos tipos de Comunidades Autónomas, históricas y de vía lenta. Esta cualidad de regímenes no fue aceptada, primero porque algunas Comunidades Autónomas que estaban destinadas a la vía lenta se colaron por el 151 de la Constitución y se convirtieran en Comunidades Autónomas de vía rápida (Andalucía). Y por otro lado , al final se acabó optando por la fórmula del "café para todos" pese a lo que preveía la Constitución de que las competencias legislativas serían asumidas sólo por las Comunidades Autónomas históricas, todas las Comunidades Autónomas las asumieron desde el primer momento. Por eso, se permitió que los Estatutos de autonomía de las Comunidades Autónomas de vía lenta asumieran más competencias de las que podían asumir inicialmente (148). Elementos de las Comunidades Autónomas. 1) Base personal: aunque actúan en un territorio ejercen sus competencias sobre los ciudadanos que tienen su vecindad administrativa en esta Comunidad (inclusión en el padrón municipal) la condición de ciudadano de a una Comunidad Autónoma es muy flexible, porque se modifica de manera automática con un cambio de residencia (salvo que uno se vaya a vivir al extranjero). 2) Base territorial: artículo 147 CE. Son las provincias, además se exige que si a una Comunidad Autónoma agrupa a varias, tienen que ser limítrofes. Como entonces había enclaves, éstos se han mantenido. Para reformar los límites autonómicos la Constitución prevé un proceso muy rígido que exige reformar los dos Estatutos de Autonomía que resultan afectados. Sería necesaria una Ley Orgánica estatal porque en el artículo 141. 1 de la Constitución Española señala que los límites de las provincias tendrán que modificarse solo mediante Ley Orgánica. Instituciones de autogobierno de las Comunidades Autónomas. Se regulan en los Estatutos de Autonomía del artículo 147. 2. C CE tienen que regular estas cuestiones dentro de los límites que marca la Constitución. Estos límites se encuentran principalmente en los artículos 9, 103 y 106 de la Constitución. Mandatos para el legislador autonómico. Tiene que respetar también la autonomía de las entidades locales. Es garantizada en el 137 de la Constitución (límites generales) además de éstos, la Constitución en el artículo 152 fija un modelo organizativo paralelo al estatal que será de obligado seguimiento por parte de las Comunidades Autónomas del Art. 151. Todas las Comunidades Autónomas, aun cuando no estaban obligadas a ello, han seguido este modelo en sus puntos fundamentales. En todas las Comunidades Autónomas tiene que existir un Consejo de Gobierno que tiene funciones ejecutivas y Administrativas. Además tiene que haber un Presidente de la Comunidad elegido por la asamblea de entre sus miembros y le corresponde además de sus funciones de Presidente de la Comunidad las de Presidente del Consejo de Gobierno. No sólo la Administración sino toda la Comunidad. (Artículo 152 CE) además, indica que en las Comunidades Autónomas habrá una asamblea legislativa elegida por sufragio universal, de acuerdo con un sistema de representación proporcional. Canarias, en su Estatuto señala que la asamblea se elegirá de acuerdo con el sistema mayoritario y no proporcional. Fue impugnado ante el Tribunal Constitucional y la STC 225/98: dijo que era Constitucional porque el 152 se aplica solo por imperativo Constitucional a las Comunidades Autónomas históricas. Se hizo así porque cuando se hizo la Constitución se pensaba que sólo las históricas iban a asumir competencias legislativas. El Presidente de la Comunidad Autónoma y el Consejo de Gobierno autonómico son políticamente responsables ante la asamblea legislativa. Se permite que las Comunidades Autónomas en sus Estatutos posibiliten el establecimiento de circunscripciones territoriales con personalidad jurídica propia. Cada Comunidad Autónoma aprueba su propia ley organizativa, similar a la ley del Gobierno o a la LOFAGE, en Castilla y León esta ley es un decreto legislativo 1/88 de 21 de julio. Refundía la ley 1/83 y la 15/88 que regulaban el Gobierno de Castilla y León (reforma Aznar). Se sigue el modelo estatal de división por sectores. En el Estado, cada uno de éstos se encomienda a un ministerio, en Castilla y León se encomienda a una consejería. Dentro de cada consejería la Administración se estructura de forma jerárquica, hay diferentes direcciones generales, y hay una secretaría general con funciones horizontales. En Castilla y León los directores generales no tienen que ser funcionarios, son políticos. Dentro de cada dirección general los órganos Administrativos se estructuran en tres niveles: servicios, secciones y negociados. Podemos ver una diferencia entre la Administración autonómica y la estatal. La ley reconoce que el Consejo del Gobierno es un órgano Administrativo e incluso se posibilita que para determinados supuestos los actos de los consejeros sean recurribles por recurso de amparo ante el Consejo de Gobierno (Castilla y León, Asturias, y Navarra, Artículo 41, ley del Gobierno y la Administración de Castilla y León). En algunas Comunidades Autónomas uniprovinciales (Asturias, y Rioja) se prevé que las asambleas legislativas tengan también competencias reglamentarias (de naturaleza Administrativa) en estas Comunidades Autónomas las asambleas legislativas son a determinados efectos administraciones públicas es de carácter corporativo(asumen competencias de las diputaciones provinciales). Esquema de la organización territorial del estado Mapas de las provincias autónomas La Administración local Si las Comunidades Autónomas conforman la organización autonómica del Estado, los municipios y provincias constituyen la administración local. La división provincial data del primer tercio del siglo XIX, en tanto que la historia de los municipios es mucho más antigua. Existen 50 provincias y algo más de 8. 000 municipios, con una dis tribución muy desigual de su población. Sólo 118 municipios cuentan con más de 45. 000 habitantes y de las capitales de provincia, 19 tienen me nos de 100. 000 habitantes. Desde el punto de vista organizativo, las instituciones de gobierno de los municipios son los Ayuntamientos , y las de las provincias las Diputaciones Provinciales. Los Ayuntamientos están regidos por los Alcaldes e integrados por los Concejales. Estos últimos son elegidos directamente por los ciuda danos en listas cerradas, por el sistema proporcional. Los Concejales, reunidos en Pleno Municipal, eligen al Alcalde por mayoría absoluta. De no conseguirse ésta, es proclamado Alcalde el cabeza de la lista más votada. Las Diputaciones Provinciales son elegidas por los Ayuntamientos y su tarea básica es asegurar la cooperación entre municipios. Están constituidas por un Presidente, Vicepresidentes, Diputados y Comisión de Gobierno. No existen Diputaciones en las Comunidades Autónomas que tienen carácter uniprovincial. Los órganos de Gobierno de Ayuntamientos y Diputaciones se renuevan cada cuatro años. Actores Politicos, Organizaciones Empresariales y Sindicatos PARTIDOS POLÍTICOS La Constitución española establece que los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la vo luntad popular y son el instrumento fundamental para la participación política. La creación de partidos políticos y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley. Su estructura interna y su funcionamiento deben ser democráticos. El sistema de partidos refleja la moderación ideológica del electorado español, que ha sido puesta de manifiesto desde el comienzo de la transición democrática. Asimismo, la fragmentación electoral se ha ido reduciendo en España desde las cotas relativamente elevadas del comienzo de la transición democrática (1977-79) hasta un grado de dispersión bastante bajo en el presente. Los partidos políticos y coaliciones electorales que actualmente tienen representación en el Parlamento nacional son los siguientes: Partido Popular (PP) Es el actual partido del Gobierno. Fue fundado en 1976 con el nombre de Alianza Popular (AP), entorno a la figura del destacado político Manuel Fraga, «presidente-fundador »del partido y actual presidente de la Junta de Galicia. El PP se define como el partido de las libertades y ocupa el espacio electoral del centro-derecha. En 1982 se convierte en el segundo partido más votado del país, el principal de la oposición, y en 1996 vence en las últimas elecciones legislativas, con lo que se convierte en el partido del actual Gobierno de la Nación. El Partido Popular ha ganado también en la triple convocatoria electoral celebrada el 13 de junio de 1999 para ayuntamientos, gobiernos regionales y diputados ante el Parlamento Europeo. El PP ha sido la fuerza más votada en treinta y ocho de las cincuenta capitales de provincia y en nueve de las trece Comunidades Autónomas que han celebrado elecciones (en cinco de ellas con mayoría absoluta). Partido Socialista Obrero Español (PSOE) Es el partido más antiguo de España. Fue fundado en 1879 por Pablo Iglesias, quien también fundaría años más tarde el sindicato afín Unión General de Trabajadores (UGT). En 1979 abandona sus postula dos marxistas para alinearse con las tesis de la mayoría de las fuerzas socialdemócratas de Europa occidental. Ocupa el espacio electoral de la izquierda moderada en el espectro político español. En 1979, el PSOE accedió al gobierno de las principales alcaldías del país, y desde octubre de 1982 hasta marzo de 1996 se encargó del Gobierno de la Nación, al vencer en las cuatro elecciones generales cele bradas en ese periodo. Actualmente es el segundo partido más votado, el principal de la oposición, tras perder las últimas elecciones generales de marzo de 1996. El PSOE tiene la responsabilidad de gobierno en cua tro Comunidades Autónomas. Izquierda Unida (IU) Creada en 1986, es una coalición que ocupa el espacio político de la izquierda y agrupa los siguientes partidos: Partido Comunista de España (PCE), Partido de Acción Socialista (PASOC), Izquierda Republicana, y Partido Democrático de la Nueva Izquierda (PDNI). Este último ha sido desligado recientemente de la coalición. Convergencia y Unión (CiU) Es una coalición formada por dos partidos de carácter nacionalista, mo derados, que gobierna la Comunidad Autónoma de Cataluña desde 1980. Los partidos que integran la coalición son Convergencia Democrática de Catalunya (CDC), de orientación liberal, y Unió Democrática de Catalunya (UDC), de orientación demócrata cristiana. Partido Nacionalista Vasco (PNV) Fundado en 1895 por el dirigente histórico vasco Sabino Arana. Es de ideología nacionalista moderada y cristiana y gobierna la Comunidad Autónoma del País Vasco en coalición con los socialistas vascos y otro par tido nacionalista moderado de esa comunidad. Coalición Canaria (CC) Formada a principios de 1986, agrupa a una serie de pequeñas formaciones políticas de las Islas Canarias a las que une su carácter nacionalista moderado y centrista. Dirige el Gobierno de la Comunidad Autónoma que forman las Islas Canarias, en coalición con el Partido Popular. Grupo Mixto Un hecho relevante del sistema de partidos en España es la presencia de formaciones políticas regionalistas o nacionalistas con representación a nivel estatal, además de la autonómica o municipal. A las tres señaladas hay que añadir otras con una representación reducida a uno o dos diputados en el Congreso: Bloque Nacionalista Galego (BNG), nacionalistas de izquierda de la Comunidad Autónoma de Galicia; Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), partido nacionalista de izquierda de esa Comunidad Autónoma, que persigue la independencia de Cataluña desde la participación democrática y pacífica; Partit per la Independencia (PI), partido independentista catalán escindido del anterior; Eusko Alkartasuna, formación nacionalista vasca, escindida del PNV en los años ochenta; y Unió Valenciana, partido regio nalista de la Comunidad Autónoma de Valencia. La Confederación Española de Organizaciones Empresariales es la asociación para la defensa de los intereses de los empresarios, creada en el periodo de la transición democrática española. Agrupa a todas las empresas asociadas por sectores (banca, turismo, automóviles, etc. ) o por tamaño (pequeñas y medianas empresas). Las empresas ubicadas en las Comunidades de Cataluña y del País Vasco disponen de sus propias aso ciaciones patronales. Sindicatos Los sindicatos de trabajadores y las asociaciones empresariales contribuyen a la defensa y promoción de los intereses económicos que les son propios. Su creación y el ejercicio de sus actividades son también libres, dentro del respeto a la Constitución y a la ley. Su estructura y su funcionamiento deben ser democráticos. La Constitución española reconoce y garantiza el derecho a la libertad sindical y a la libre afiliación a un sindicato, el derecho a la ne gociación colectiva laboral entre representantes de los trabajadores y losempresarios y el derecho a la huelga de los trabajadores para la defensa de sus intereses (se establecen limitaciones para los miembros de las Fuer zas o Institutos Armados de disciplina militar). Los sindicatos de ámbito nacional más representativos son: •UNIÓN GENERAL DE TRABAJADORES (UGT) : sindicato de orientación ideológica socialista, fundado en 1888 y vinculado al Partido So cialista Obrero Español (PSOE). •CONFEDERACIÓN SINDICAL DE COMISIONES OBRERAS (CC. OO. ) : sindicato de orientación comunista en su origen, fundado en la clandestinidad durante el régimen del general Franco por dirigentes próximos al Partido Comunista de España. •UNIÓN SINDICAL OBRERA (USO) : fundado en 1960 se define como un sindicato libre y soberano, de clase y solidario, democrático, pluralista e internacionalista. EL SISTEMA ELECTORAL La proclamación de un sistema político como democrático no resuelve todos los problemas que implica el ejercicio y el control del poder, pues, excluidos los métodos de democracia directa por la imposibilidad de articular esta en las sociedades complejas, se adopta el sistema de democracia indirecta o representativa en el que los electores eligen a quienes van a ejercer el poder en su representación. Los medios para la elección de estos representantes son muy variados y constituyen lo que se denomina sistema electoral. Teóricamente son concebidos dos sistemas electorales distintos: · mayoritario: en el que resulta elegido únicamente en cada circunscripción electoral la candidatura que haya obtenido mayor número de votos. · proporcional puro: cada candidatura obtiene un número de escaños proporcional al número de votos obtenidos. El España la ley del régimen electoral general consta de un título preliminar y de seis títulos más. El título preliminar delimita el ámbito de aplicación de la ley. Así la ley electoral es de aplicación a: las elecciones de diputados y senador a las Cortes. las elecciones de los diputados del Parlamento europeo. - las elecciones de los miembros de las corporaciones locales. - las elecciones de las asambleas de las comunidades autónomas. El título primero se refiere a las disposiciones comunes para las elecciones por sufragio universal directo. El título segundo regula las disposiciones esenciales para la elección de diputados y senadores. El título tercero regula las disposiciones especiales para la elecciones municipales. Los títulos cuarto y quinto se refieren a la elección de los cabildos insulares canarios y de las Diputaciones provinciales. El título sexto contiene las disposiciones especiales para las elecciones al parlamento Europeo. LAS ELECCIONES GENERALES. Principios fundamentales. Principio del voto. Tanto para las elecciones al Congreso como al Senado la elección se hará por sufragio universal, libre, igual, directo y secreto. Principio de circunscripción electoral. Para el Congreso se fija como circunscripción electoral la provincia. La ley distribuye un número total de diputados asignando una representación mínima inicial a cada circunscripción; y distribuyendo los demás en proporción a la población. A cada provincia le corresponde un mínimo inicial de dos diputados y uno a las provincias de Ceuta y Melilla. Los doscientos cuarenta y ocho diputados restantes se reparten entre las provincias en proporción a su relación. Para el Senado la circunscripción electoral es también la provincia. Se establecen cuatro senadores por provincia, más otro designado por cada comunidad y otro más designado por cada millón de habitantes de su territorio respectivo. Principio de sistema electoral. Este se verifica en cada circunscripción atendiendo a criterios de representación proporcional. Derecho de sufragio activo y pasivo El artículo 68. 5 declara que son electores y elegibles todos los españoles que estén en pleno uso de sus derechos políticos. Por su parte el artículo 60 remite a la ley electoral la determinación a las causas de inelegibilidad e incompatibilidad de los diputados y senadores. Convocatoria, presentación y proclamación. Convocatoria. La convocatoria de elecciones al Congreso de los Diputados y al Senado o a ambas cámaras conjuntamente se realizará mediante real decreto. Presentación. Pueden presentar candidatos o listas de candidatos los partidos y federaciones inscritas en el registro correspondiente. Ningún partido podrá presentar más de una lista de candidatos en una circunscripción para la misma elección. Cuando la presentación deba realizarse mediante lista, cada una deberá indicar tantos candidatos como cargos a elegir y tres candidatos suplentes con clara expresión del orden de colocación de todos ellos. Proclamación. Las candidaturas presentadas deben ser publicadas el veinte día posterior a la convocatoria en el BOE, si se trata de elecciones al Congreso y al Senado. Las candidaturas proclamadas deben ser publicadas el 28 día posterior a la convocatoria. Dichas candidaturas no pueden ser objeto de verificación una vez presentadas. Así cuando se trate de listas de candidatos, las bajas que se produzcan después de la proclamación se entenderán cubiertas por los candidatos sucesivos. El proceso electoral. La campaña electoral. Por tal se entiende el conjunto de actividades lícitas llevadas a cabo por los candidatos con el fin de obtener votos. Actos preparatorios. Previamente al día de la votación han de adoptarse las determinaciones precisas en el orden de las papeletas y sobres electorales, al voto por correspondencia y al nombramiento de apoderados e interventores. Celebración de la votación. Se iniciará a las nueve de la mañana y no concluirá hasta la ocho de la tarde, hecho el recuento de votos, el presidente anunciará en voz alta su resultado y lo hará pública mediante su certificado. Escrutinio general Se realizará el tercer día siguiente al de la votación por la junta electoral Provincial en acto público. Reclamaciones electorales Los representantes y apoderados de las candidaturas disponen de un plazo de un día para presentar las reclamaciones y protestas que sólo podrán referirse a incidencias recogidas en las actas de sesión de escrutinio en la junta electoral. Conclusiónes El sistema politico Español se compone por: La Constitución es el texto supremo del ordenamiento jurídico y político en un Estado. Organización territorial forma del Estado. Tiene que ver con como esta el poder concentrado o dividido en ese Estado. Tradicionalmente hay 2 forma de organización: Estado unitario o Estado federal. El Estado unitario ha evolucionado con el tiempo hacia 2 modos: el regional (Italia) y el autonómico (España). Jefatura del Estado es la misma representación de la Nación, y simboliza la unidad de la misma. Esto tiene que ver con la forma de gobernar, existiendo actualmente 2 formas: Monarquía y República. Hoy diariamente, en el ámbito de las democracias europeas, esta distinción no tiene gran sentido. Es más importante el tema del régimen político, es decir, si es parlamentaria o presidencialista. Estos 2 regímenes políticos se pueden conjugar con las formas políticas antes mencionadas, excepto el presidencialismo con la monarquía, que es incompatible. Parlamento es la sede del poder legislativo y de la soberanía nacional. También es el lugar donde se hace la oposición institucional. También es importante estudiar su estructura, es decir, si es unicameral o bicameral, cuya segunda cámara tiende a representar a los territorios. Gobierno y Administración corresponde al poder Ejecutivo, ejecuta y hace cumplir las leyes. Pero esta función tradicional se ha modificado, y actualmente sus funciones sobrepasan esas, destacando la de la dirección política del Estado. Esta evolución ha sido en detrimento del Parlamento, pero justificada por la complejidad de la vida moderna. Dentro del Gobierno podemos distinguir varias figuras: el Presidente del Gobierno, Primer Ministro o Canciller, etc. , dependiendo de cada sistema político. Esta figura es la que mayor evolución ha sufrido, y es actualmente la principal figura de un sistema político. El resto del Gobierno lo componen los ministros. La Administración Pública es la maquinaria que dirige ese Gobierno para poner en práctica sus objetivos de dirección política. Poder Judicial en los sistemas democráticos la base de su funcionamiento es su independencia respecto de los otros dos poderes. Su función es resolver los posibles contenciosos que se originan en la aplicación particular de las leyes. Esta función la lleva a cabo gracias a la posibilidad de autogobernarse y autonormativa. Tribunal Constitucional aparece de forma generalizada en la época del Constitucionalismo de posguerra en 1945. Su función es comprobar la constitucionalidad tanto de las leyes como de los actos políticos del Estado. Además son los máximos interpretadores de la Constitución, tanto para interpretar el texto allí donde es dudoso como para rellenar las lagunas que tiene esa Constitución. Además entiende en los litigios entre los distintos niveles de poder del Estado. Y por último, aunque no en todos los países, entiende de recursos de amparo sobre lesiones de los derechos individuales. Los elementos dinámicos. Partidos políticos organizaciones voluntarias de individuos que expresan claramente su objetivo de llegar al poder. Actualmente se encuentran reconocidos constitucionalmente, y se les considera los principales canales de intermediación entre la sociedad y el Estado. Este reconocimiento constitucional es relativamente reciente (posguerra), ya que en sus inicios (finales s. XVIII, principios s. XIX) se les consideraba enemigos del Estado, pero va evolucionando desde la hostilidad a la tolerancia, entendiéndolos como asociaciones privadas, para acabar llegando a la situación actual. Esta situación actual supone para los partidos derechos y obligaciones. Entre los derechos está la financiación estatal. Entre las obligaciones estarían que los partidos políticos, como asociaciones públicas, tienen que someterse a unos requisitos legales imprescindibles; otra obligación seria la rendición de cuentas sobre el dinero público que reciben. La principal función es la de la articulación y agregación de los intereses sociales, por lo que estudiarlos nos da información sobre las demandas sociales, así como información sobre los líderes políticos. Hay que distinguir entre los partidos grandes y pequeños, siendo los grandes aquellos que son capaces de presentar candidatos a todos los distritos electorales de un Estado (o en casi todos), mientras que los pequeños sólo lo hacen es una parte del territorio. Otro dato a tener en cuenta es la ideología. Observar esta ideología nos ofrece información sobre los programas políticos de ese partido. El sistema de partidos seria un elemento distinto, pero relacionado con los partidos políticos. Serian las pautas de interacción entre los partidos políticos dentro de un sistema concreto en el juego de la competencia política. Son elementos a tener en cuenta porque los sistemas de partidos vienen a ser una fotografía de la sociedad. Una primera clasificación de sistemas de partidos tiene que ver con el número de partidos: bipartidismo, multipartidismo. Pero simplemente el número no lo explica todo, hay otras variables que influyen. Otro punto a tener en cuenta son las alianzas entre los partidos, más o menos duraderas, o con distinto contenido. Grupos de presión organizaciones voluntarias de individuos creadas para la definición de intereses a través de la influencia sobre el poder político, y no queriendo llegar al poder para satisfacer sus intereses. Los grupos de presión combinan estrategias (a la ofensiva, cuando actúa antes que los poderes públicos adopten una decisión sobre temas de su interés; o a la defensiva, que es la reacción a una decisión) y tácticas (directa, cuando se dirige directamente a los poderes públicos; indirecta, cuando decide informar, y por tanto influir, a la opinión pública, y que se esta la que presione al poder público). Las posibilidades de existencia de grupos de presión en una sociedad es prácticamente ilimitada, porque depende de la capacidad de esa sociedad de organizar sus intereses. Cuanto mayor sea el grado de articulación, cuanto más participativa sea una sociedad, mayor será el número de grupos de presión. No todos los grupos de presión tienen la misma capacidad de influencia, independientemente de su tamaño. Clases de grupo de presión: económicos integrados por las asociaciones empresariales por un lado, y los sindicatos por el otro. religiosos iglesias, confesiones, etc. corporaciones profesionales. medios de comunicación. Paralelamente a estos tipos hay que mencionar los nuevos movimientos sociales. Sistema electoral Lo podemos definir como el método que regula la elección de los cargos públicos. Esto esta compuesto por distintos subelementos: Distritos Electorales agrupación básica de electores, pero desde el punto de vista del Estado marcan el número de puestos políticos en juego. Hay 2 tipos: uninominales (pone en juego un único puesto), y plurinominal (supone que hay varios puestos a cubrir). De aquí sale el concepto de tamaño de distrito. Tipos de candidatura y formas de expresión del voto en distritos uninominales suele ir acompañado de un tipo de candidatura nominativa (presentar un único candidato). En cambio en el plurinominal los tipos de candidatura son las listas. Formula electoral sistema por el que se convierten los votos en cuotas de poder institucionalizado, es decir, escaños. Existen 2 grandes sistemas: formula de escrutinio mayoritario (sistema en el que gana, lo gana todo, y el que pierde, lo pierde todo), y la formula proporcional (las ganancias y las perdidas se reparten). Cada una de las formulas supone una concepción distinta de la política. En la mayoritaria las minorías no tienen expresión, y se apuesta por gobiernos fuertes y duraderos. Sin embargo, la proporcional busca la defensa de las minorías, que pueden conseguir alguna cuota de poder que les garantice presencia institucional. Pero esto supone un sacrificio del poder ejecutivo, que es más débil. Cultura política son aquellos patrones de conducta y actitudes de la ciudadanía hacia el fenómeno político. Nos da información para entender el comportamiento político, entre ellas el comportamiento electoral. Y además nos explica el comportamiento político de las elites, que no siempre coincide con el de la ciudadanía. El funcionalismo distingue varios tipos de cultura política: Localista son aquellas personas que no tienen ninguna idea del sistema político, no encuentran relación del sistema político con su idea, o en todo caso solo tienen conocimiento del poder más cercano. de súbdito son aquellos que conocen o saben que existe el sistema político nacional, que existe una relación bastante directa entre las decisiones de ese sistema político y su vida, pero su actitud ante ello es pasiva. Participativa si conocen el sistema político, conocen la relación, y además participan con respecto a los poderes públicos. La cultura política no es susceptible de cambios bruscos, como el resto de elementos. Los cambios de cultura política se miden en generaciones. Bibliografía Diccionario Enciclopédico Universal “España” El Régimen Constitucional Español 2.- Jorge Esteban Ed. Labor Universitaria Derecho Constitucional Español .- Angel Luis Alonso de Antonio. Universitas Curso de Derecho Constitucional .- Javier Pérez Royo Ed. Marcial Pons Estado Moderno y Mentalidad Social Español .- José Antonio Maravall. Ed. Alianza Las Nacionalidades .- Francisco Pi Y Margall. Ed. Alianza Sistema Politico Español .- Rafael Rojas Najera. Ediciones Movimiento España Hoy .- José Veridat. Secretaria de Estado Español Politica Española, Pasado y Futuro .- Francisco Conals Vidal Ed. Barcelona La Monarquia y el Pais .- Manuel Fraga Iribarme. Ed. Planeta El Nuevo Estado Español .- Instituto de Estudios Politicos de España. Ed. Nacional Régimen Politico de España .- José Zafra Valverde. Ed. Pamplona España .- Alfredo Mendizábal. Ed. España Sistema Politico Español .- Ed. Movimiento. Microsoft Encarta 99 “ España” Geografía e Historia de España .- Miguel Ángel González. Ed. La Provincia Constitución Española Boletin Oficial del Estado Español Embajada de Epaña en México