homilia dia del trabajador 2015

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DIGNIFIQUEMOS A LOS TRABAJADORES
+Alejandro Goic Karmelic, Obispo de Rancagua
Homilía. Misa por el Día del Trabajo.
Rancagua. Templo Catedral, 30 de abril de 2015.
Génesis 1, 26-2,3
Mateo 13, 54-58
En el Día del Trabajo, nuestra Iglesia Católica celebra a San José Obrero,
patrono de todos los trabajadores y trabajadoras del mundo entero.
Es una hermosa ocasión para recordar que mediante el trabajo el hombre y
la mujer contribuyen a perfeccionar la Creación de Dios. él hizo mares y tierra, la flora y la
fauna, y luego al ser humano, a quien le dio todo para su uso, y su gozo y su cuidado. Dijo
Dios: “Hagamos a los seres humanos a nuestra imagen, según nuestra semejanza…a
imagen de Dios los creó, varón y mujer los creó.”
El relato bíblico nos señala que el propio Creador descansó. En ese relato
Dios enseñó varios derechos de los trabajadores: en primer lugar el derecho al trabajo
como un derecho esencial y que ese trabajo contribuya para el embellecimiento del
mundo y su desarrollo armónico para todos, no sólo para algunos; el derecho al
descanso, como otro elemento fundamental para el crecimiento y plenitud del hombre y
de la mujer. Descanso para estar en familia, descanso para compartir el amor con sus
integrantes, descanso para la recreación sana y vitalizadora de la condición humana,
descanso para el desarrollo del espíritu y de entrar en diálogo con los valores
trascendentes y el encuentro con el Padre Dios revelado por su Hijo Jesucristo; el derecho
a sustentar su familia con el fruto del trabajo, con sueldos y salarios dignos como justa
retribución a sus esfuerzos laborales; el derecho a formar y sostener una familia y el
derecho de cuidar la creación para las generaciones futuras.
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La Palabra de Dios y, posteriormente, el Magisterio de su Iglesia nos
entrega muchísimas enseñanzas sobre los derechos y las responsabilidades vinculadas al
mundo del trabajo. Jesucristo el Hijo de Dios, conocido como el hijo del Carpintero José
trabaja en el taller de su padre adoptivo hasta los 30 años. Luego durante 3 años trabaja
intensamente en el anuncio del Reino de Dios: anuncia el amor infinito de Dios su Padre
por todos los seres humanos sin excepción. Proclama el amor como ley suprema de su
Reino y el amor privilegiado por los pobres, los débiles, los sufrientes y vulnerables del
mundo. Su fidelidad al mandato del Padre, en su Palabra y en sus gestos, en que “todo lo
hizo bien” lo llevó por la maldad humana al patíbulo de la Cruz. Pero en esa Cruz, en la
suprema impotencia Dios salvaba al mundo. Y con su resurrección gloriosa que
celebramos gozosos en este tiempo pascual, nos llama a la esperanza:
-
El bien vencerá al mal
El amor vencerá al odio
La justicia vencerá a la injusticia
El perdón vencerá al rencor
La vida vencerá a la muerte
Y desde esta fuerza salvadora de Jesucristo y de su Evangelio la Iglesia
proclama, especialmente, a través de las Encíclicas Sociales, la dignidad del trabajo
humano y de cada uno de los trabajadores, más allá del tipo de trabajo que realiza.
A la luz de esta Palabra de Dios y de la Enseñanza de la Iglesia reflexiono
junto a ustedes acerca de algunas realidades actuales:
a) Pérdida de confianza:
Es muy preocupante la pérdida de confianza en el país, en muchas de sus
instituciones y en los liderazgos, como por ejemplo en el Congreso Nacional, las
empresas y los empresarios y los partidos políticos, el poder judicial y hasta la
Primera Magistratura, y también en nosotros como Iglesia Católica. Se cuestiona la
falta de trasparencia y de espacios de participación.
El Supremo Gobierno creó una Comisión de Anticorrupción y que el país ha
conocido a través de su máxima autoridad. Habrá iniciativas legales al Parlamento
para procurar superar las deficiencias detectadas y los errores cometidos.
Desde la enseñanza social de la Iglesia y nuestra misión pastoral de todos los días
percibimos síntomas de una crisis de identidad antropológica, es decir de una
concepción de la persona humana que lleva a desconocer que la dignidad humana
es la piedra fundante de toda convivencia.
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Jesucristo nos enseña la alegría de servir y no al interés propio desligado del bien
de los demás.
Todos, incluidos nosotros los creyentes, estamos llamados a dar pasos concretos
de conversión verdadera para recuperar la confianza y la credibilidad. Se nos exige
a todos, especialmente, a los que tenemos una responsabilidad en la sociedad o en
la Iglesia coherencia, trasparencia, verdad, honestidad, decencia.
b) La reforma laboral: no es el momento de hacer un análisis técnico del tema; otros
lo harán y con competencia.
Simplemente quiero recordar unas palabras de San Alberto Hurtado que siguen
siendo válidas hoy:
“Hay muchos que están dispuestos a hacer la caridad, pero no se resignan a
cumplir con la justicia; están dispuestos a dar limosna, pero no a pagar el salario
justo”.
Y seguía el Santo:
“Es horrible el contraste entre quienes nadan en la abundancia y quienes se
ahogan en la desesperación de la indigencia”.
En el fondo de esta reforma hay que preguntarse si favorecerá la dignidad de los
trabajadores, especialmente de los más pobres, si Chile será en verdad un país más
equitativo donde exista una mejor distribución del ingreso y cada trabajador y su
familia vivan del fruto de su trabajo y no de dádivas y bonos.
c) Huelga de hambre: Ex - presos políticos en varias ciudades del país realizan una
huelga de hambre. Aquí en los salones de la Parroquia El Sagrario hace 19 días que
realizan este gesto extremo. La mayoría son personas mayores de 70 años que
reciben pensiones exigüas que no les permiten vivir con dignidad. Se han hecho
diversas gestiones para encontrar solución a sus demandas y no se han cumplido
las promesas realizadas. Personalmente he tenido conversaciones con altas
autoridades del Supremo Gobierno para encontrar un acuerdo, que aunque no
satisfaga todas las peticiones y demandas, se alcancen a dar pasos de avance.
Rogaremos en esta Eucaristía para la pronta y más justa solución posible a este
problema. No podemos permitir que la salud de estos hermanos se siga
deteriorando.
Junto a estas realidades, en la presentación de ofrendas de esta Eucaristía,
queremos ofrecer al Señor tres situaciones que nos interpelan y desafían a nuestra
solidaridad cristiana.
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1) Trabajadores a honorarios del sector público.
El año pasado en la Eucaristía del Día del Trabajo decía “que son miles los
empleados por el Estado que cada noviembre sufren la incertidumbre de si se
les renovarán sus contratos para el año siguiente, o si se van del cargo una vez
pasada la Navidad, y comienzan a vivir en la angustia al inicio de un nuevo año.
Viven con tremenda inestabilidad laboral”.
Hay organizaciones a nivel nacional y regional que se han ido creando para
defender los legítimos derechos de estos trabajadores del sector público. No
les ha sido fácil. ¿No es el Estado el llamado a dar el ejemplo en este campo de
dignificación de sus propios empleados?.
2) Asociación de padres de niños deficientes mentales.
Se han organizado pensando en la dignidad de sus hijos y especialmente en su
futuro.
En el espíritu del Evangelio y de Jesucristo está la preocupación prioritaria por
los más débiles y sufrientes.
Estos jóvenes se hacen presentes en nuestra Eucaristía con expresiones
concretas de su esfuerzo en talleres laborales.
Las personas discapacitadas son un don de Dios, y para el conjunto de la
sociedad son una oportunidad para educar nuestra afectividad. Precisamente,
porque muchos de ellos tienen disminuidas sus capacidades cognitivas tienen –
habitualmente - más desarrolladas sus capacidades de dar y recibir amor: ese
es el lenguaje con el que ellos se comunican, no el lenguaje de los conceptos,
sino el lenguaje de los signos y gestos de amor.
¡Apoyemos sinceramente a esta organización y otras similares!.
3) Visita solidaria de Caritas Diocesana a zonas damnificadas de Atacama.
Todos hemos sido testigos, a través de los Medios de Comunicación Social,
especialmente la T.V. de los dramas de nuestros hermanos chilenos del Norte
por los aluviones y recientemente de los hermanos del Sur por la erupción del
Volcán Calbuco. ¡Cuánto dolor, cuántas angustias y sufrimientos!. ¡Cuántos
que lloran la súbita muerte de seres amados!. ¡Señor Jesús, confórtales y
fortalécelos con tu gracia!.
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Nuestra Caritas Diocesana en nombre de nuestra Iglesia local llegó hasta
ellos. Un grupo de trabajadores de Caritas se hicieron presentes en Atacama. Junto a la
ayuda material la presencia fraterna y solidaria transmitiendo cariño, cercanía, amor.
¡Multiplica Señor los gestos de solidaridad en todo Chile!. ¡Que no nos
olvidemos nunca de quienes sufren la fuerza de la naturaleza!.
¡Chile, tierra de hermanos!.
¡Chile, tierra de todos!.
¡Chile, tierra de Amor solidario!.
A Cristo Resucitado, vencedor del mal, del pecado, de la injusticia, de la
muerte ¡honor y gloria! Por los siglos de los siglos. Amén.
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