Significado del cambio: Y ahora qué Qué Sucede Un sentimiento de esperanza cruza el mundo árabe. Desde noviembre de 2010, todos los países del Magreb y algunos de Oriente Próximo se han visto afectados por una oleada de protestas populares. Millones de personas han perdido el temor a hablar y se han lanzado a las calles para pedir democracia y libertad, igualdad y dignidad. La masa popular se ha llevado en algunos países a los longevos tiranos, como el tunecino Ben Ali y el egipcio Mubarak; mientras que en otros se aferran al poder a sangre y fuego, o se han visto obligados a prometer y emprender reformas liberalizadoras. “Un inmenso muro de Berlín está cayendo”, dice Tahar Ben Jelloun, uno de los escritores e intelectuales del mundo árabe. Una revolución social que de noticia en noticia ya ha adquirido la categoría de histórica, ya que nada volverá a ser igual que antes, porque el cambio es irreversible. La falsa alternativa entre teocracia y autocracia que han mantenido a los países árabes al margen del proceso de modernización global han detonado la ola de cambio que invade ahora el mundo árabe. La pobreza, el inmovilismo político y la falta de democracia y el ansia de dignidad de la población, son alguna de las causas que han (La foto extraída de latercera.com) impulsado una oleada de protestas, donde los acontecimientos suceden tan deprisa que no da tiempo a analizar el cambio a tiempo real. Europa Central y Oriental incluso numerosos países de Asia y África han adoptado un sistema democrático, claro está, tras numerosos conflictos. Parece que a la Globalización le quedaba una cuenta pendiente con el mundo árabe que durante demasiados años ha estado controlado por monarquías autoritarias y repúblicas dictatoriales que gracias a la escusa de poner fin al islamismo, y con el fuerte apoyo del mundo occidental cegado por seguridad y beneficio económico, los regímenes vendían como estabilidad lo que en realidad era un sistema de represión asfixiante y que mantenía a flote sobre la superficie un sistema basado en la corrupción generalizada. 1 La presión popular forzó en Túnez y Egipto la caída de Ben Ali y Hosni Mubarak, abriendo las puertas a la movilización en otros países como Yemen, Bahréin, Jordania, Siria, Argelia o Marruecos, y se ha topado en la Libia de Gadafi con un Estado dispuesto a suprimir las protestas con métodos violentos, sumiendo al país en una incierta guerra civil que ha dado pie a la intervención de la comunidad internacional bajo el mando de las Naciones Unidas, con un final digno de la persona de Gadafi, pero cruel visto desde un punto más humano. En estos países y otros que puedan sumarse al mapa de las revueltas, lo que está en juego no es solo el derrocamiento de los tiranos, sino también la profunda transformación y modernización de las estructuras políticas, económicas y sociales. Con sus protestas, la emergente población árabe ha derribado las bases sobre las que se cimentaban las relaciones entre Oriente y Occidente, inaugurando un nuevo paradigma en las relaciones internacionales, algo que sin ninguna duda preocupa a los mandamases del mundo. Las Causas ¿Cuáles son las causas del ansia de libertad que, de Marruecos a Bahréin, pasando por Túnez, Libia y Egipto, caen sobre el mundo árabe? ¿Por qué motivos estas simultáneas ansias de democracia surgen precisamente ahora? A estas preguntas, las respuestas son de diversa índole: histórica, política, económica, climática y social, a las que se refieren diferentes especialistas del tema, al fin y al cabo todo es un cúmulo de estas fatalidades que tras mucha paciencia y silencio acaban en una revolución que afecta a toda la sociedad árabe y que sus consecuencias afectan seriamente al mundo Occidental. Hablando en términos históricos, desde el final de la Primera Guerra Mundial y la caída y división del Imperio otomano, el interés de las potencias occidentales por el mundo árabe ha tenido dos objetivos principales: controlar los hidrocarburos y garantizar un hogar nacional judío. Después de la Segunda Guerra Mundial y del traumatismo universal de los judíos por el Holocausto, la creación del Estado de Israel, en 1948, tuvo como contrapartida la llegada al poder, en varios Estados árabes liberados del colonialismo, de fuerzas antisionistas (opuestas a la existencia de Israel): de tipo “militar nacionalista” en Egipto y Yemen, o de carácter “socialista árabe” en Irak, Siria, Libia y Argelia. Tres guerras perdidas contra Israel (en 1956, 1967 y 1973) condujeron a Egipto y a Jordania a firmar tratados de paz con el Estado judío y a alinearse con Estados Unidos que ya controlaba –en el marco de la Guerra Fría– todas las petromonarquías de la península Arábiga así como el Líbano, Túnez y Marruecos. De este modo, Washington y sus aliados occidentales mantenían sus dos objetivos prioritarios: el control del petróleo y la seguridad de Israel. El pacto tiene la contraprestación que consiste en la protección de las tiranías (Hassan II, el general Mubarak, el general Ben Alí, los reyes saudíes Faisal, Fahid y Abdalá, etc.) que sacrificaban cualquier aspiración democrática de las sociedades, a cambio del poder que ansia cualquier dictador. 2 La política también influyó. En los Estados del pretendido “socialismo árabe” (Irak, Siria, Libia y Argelia), bajo los cómodos pretextos de la “lucha antiimperialista” y de la “caza de comunistas”, también se establecieron dictaduras de partido único, gobernadas con mano de hierro por déspotas de antología (Saddam Hussein, Al Assad padre e hijo, y Muamar Al Gadafi, el más demencial de ellos). Dictaduras que garantizaban, el aprovisionamiento en hidrocarburos de las potencias occidentales y que no amenazaban realmente a Israel. De ese modo, sobre los ciudadanos árabes, cayó una losa de silencio y de terror. Las olas de democratización se sucedían en el resto del mundo. Desaparecieron, en los años 1970, las dictaduras en Portugal, España y Grecia. En 1983, en Turquía. Tras la caída del muro del Berlín, en 1989, se derrumbó la Unión Soviética así como el “socialismo real” de Europa del Este. En América Latina cayeron las dictaduras militares en los años 1990. Mientras tanto, a escasos kilómetros de la Unión Europea el mundo árabe seguía en un estado autocrático unido a la autocompasión y todos los ciudadanos Árabes se preguntaban porque no han seguido el ritmo de Europa y envidaban nuestro sistema político. La protesta se localizó y se organizo en el único lugar de reunión no prohibido, la mezquita y en torno al único libro no censurable, el Corán. Así se fueron fortaleciendo los islamismos. Después de la “revolución islámica” de 1979 en Irán, el islamismo político que halló en los versos del Corán argumentos para reclamar justicia social y denunciar la corrupción y la tiranía. En 1998 nacieron varias ramas más radicales organizadas en grupos terroristas, dispuestos a conquistar el poder con la violencia y la Yihad (“Guerra Santa”), el grupo más famoso por los atentados del 11 de septiembre de 2001 es Al Qaeda. Después del 11-S las potencias occidentales, con la complicidad de las dictaduras amigas, añadieron un nuevo motivo para mantener bajo control a las sociedades árabes: el miedo al islamismo. En vez de entender que éste era la consecuencia de la carencia de libertad y de la ausencia de justicia social, es decir, la solución fue más injusticia y más represión. En tercer lugar, el contexto económico actual fue una de las gotas que colmo el vaso. Los países Árabes también sufrieron las repercusiones de la crisis global iniciada en 2008, donde muchos trabajadores de estos países que habían emigrado Europa perdieron su trabajo. El volumen de las remesas de dinero enviadas a sus familias disminuyó, para muchas de esas familias era el único ingreso que tenían para su sustento. La industria turística se agotó. Los precios de los hidrocarburos (en aumento a causa de la inestabilidad política en Irán y Libia) se depreciaron. Al mismo tiempo, el Fondo Monetario Internacional impuso, a Túnez, Egipto y Libia, programas de privatización de los servicios públicos, reducciones drásticas de los presupuestos del Estado, disminución del número de funcionarios junto con unos severos planes de ajuste que empeoraron, aun si cabe más, la vida de los pobres. Estas medidas sobre todo amenazaron con socavar la situación de las clases medias urbanas arrojándolas a la pobreza. Precisamente, estas clases medias son las que tienen acceso al ordenador, al móvil y a su vez a las redes sociales, mecanismos indispensables para llevarse a cabo la revolución. 3 Por otro lado, por si fuera pocas las causas en este contexto, el verano de 2010 se produjo un desastre ecológico en Rusia, uno de los principales exportadores de cereales del mundo, conoció la peor ola de calor y de incendios de su historia. Un tercio de su cosecha de trigo fue destruida. Moscú suspendió la exportación de cereales, que sirven también para nutrir al ganado, cuyos precios inmediatamente subieron un 45% ante la escasez. Ese aumento repercutió en los alimentos básicos como el pan, la carne, la leche, el pollo, etc. Provocando, a partir de diciembre de 2010, el mayor incremento de precios alimentarios desde 1990. En el mundo árabe, una de las principales regiones importadoras de esos productos sufrió las consecuencias, que se manifestaron en protestas. Por último, ante una población muy joven con unos niveles de paro muy altos y ante la imposibilidad de emigrar porque Europa ha blindado sus fronteras y establecido descaradamente acuerdos para que las autocracias árabes se encarguen del trabajo sucio, se iniciaron las primeras dos protestas, ambas en Túnez, pero por diferentes medios de protesta. La Primera, el 17 de diciembre de 2010, con la autoinmolación por fuego de Mohamed Buazizi, un vendedor ambulante de fruta se interpreto como signo de condena contra tiranía. Y la segunda, repercutidas por los teléfonos móviles, las redes sociales, correo electrónico y el canal Al Jazeera. El papel de las redes sociales ha resultado fundamental. Han permitido franquear el muro del miedo: saber de antemano que decenas de miles de personas van a manifestarse un día concreto y a una hora concreta es una garantía de que uno no protestará aislado exponiéndose en solitario a la represión del sistema. El éxito tunecino de esta estrategia del enjambre iba a convulsionar a todo el mundo árabe. Las Primeras Consecuencias La puesta en escena de la democracia en el Mediterráneo amenaza con alterar el statu quo en Oriente Próximo. Los principales actores estatales están inmersos en su particular guerra fría, una competición por la supremacía cuyos escenarios abarcan: el conflicto araboisraelí, la lucha contra Al Qaeda, las diferencias entre chiíes y suníes o el programa nuclear iraní. Ocultando de este modo con un telón y con la pésima actuación de Estados Unidos el verdadero interés por el oro negro extraído de esas regiones de Oriente Próximo. A las luchas territoriales, las disputas religiosas y la lucha por el control de los recursos energéticos se suman ahora las aspiraciones democráticas de una ciudadanía sin temor a exigir derechos tras el éxito de las protestas en Túnez y Egipto. Algunos países han intentado contener a las masas mediante promesas políticas y concesiones económicas. Sin embargo, los ejemplos de Yemen o Bahréin demuestran que el descontento va más allá de la economía y el desempleo. 4 La creciente interdependencia entre los países a causa del proceso de globalización multiplica el alcance y las implicaciones de la oleada democrática del mundo árabe. Sus consecuencias son interpretadas por el mundo en clave económica, financiera y energética. Las interrupciones en el suministro repercuten inmediatamente en los precios del petróleo y amenazan la recuperación económica mundial. La dependencia global de los recursos energéticos del norte de África y Oriente Medio sitúa la Primavera Árabe en las agendas de las potencias como un punto estratégico importante, que queda pendiente. Y Ahora Qué… El final de la Primavera Árabe no se percibe con claridad, están surgiendo algunos patrones. El primero de ellos es que la gente puede opinar como nunca antes lo había hecho sobre sus vidas y cómo ser gobernadas, otro patrón es la incertidumbre y el miedo que sufren de los países de Occidente ante el cambio. Tahar Ben Jelloun, asegura que estas revoluciones que están protagonizadas por jóvenes del siglo XXI que no tienen nada que ver con los turbantes y los caballos de guerra de las generaciones anteriores, con el fanatismo religioso y la ley islámica. Dice que las nuevas tecnologías y las emigraciones a ciertos países europeos han colocado a esa juventud en el mundo actual y por eso se han levantado contra unos sistemas de dictaduras que impedían el progreso hacia la modernización. Eso está claro. Algunos pueblos árabes se han levantado y han conseguido derribar al dictador militante, entre ellos esta Libia por ejemplo. Pero en Libia es un caso especial, donde los rebeldes han ganado gracias a la ayuda occidental (Estados Unidos, como no), que pasará la factura de los bombardeos a su debido tiempo. Por otro lado, en los países donde ha triunfado la revolución ha tenido un papel esencial el ejército del propio país. Sin la colaboración del ejército, Egipto seguiría como estaba, por poner un ejemplo. La revolución pacífica contra un dictador es imposible salvo en el caso de que el ejército esté de parte del pueblo, como demuestra la historia. De modo que no se qué va a suceder. Los el pueblo se han levantado, pero ahora toca ordenar lo desordenado y son otros personajes, grupos políticos y nuevas diplomacias los entran en escena. Hasta ahora, los integristas no han dicho apenas nada, eso significa algo. Los terroristas de Al Qaeda han perdido uno de sus principales argumentos, porque un año después de comenzar la Primavera Árabe queda demostrado que la Yihad no es necesaria para librarse de los dictadores. Los gobiernos occidentales, por su parte, ya están planeando el modo de implantar la democracia en Libia, un país artificial compuesto por comunidades muy distintas que Gadafi había sabido contener. La situación se parece mucho a la de Afganistán o Irak. Docenas de asesinatos diarios desde hace diez años. ¿Es eso lo que va a suceder en estas nuevas democracias? ¿Ese es el precio del petróleo y el gas que llegan a Europa y Estados Unidos?, más discreta la pregunta: ¿Son compatibles la democracia en el mundo árabe y la seguridad energética occidental? 5 Comentario Para la realización del trabajo he recurrido como fuente de información principal a la prensa digital de los principales periódicos y diarios españoles (El mundo, El país, entre otros) que han ido informando a medida que se sucedían los acontecimientos. Otra fuente de información han sido las opiniones de los profesionales del tema como Tahar Ben Jelloun, escritor del libro La Primavera Árabe. Junto con mi opinión, presente en todos los puntos de forma discreta pero directa, ha hecho posible este breve trabajo que está cargado de hechos y explicaciones relevantes que afectan a todo el mundo. Realizado por Carlos Khali Delgado 6