Diario de Hopeless Escribo esto como el ultimo recuerdo de mi humanidad… Todo era vacío, uno infinito en donde el tiempo no transcurría, solo había oscuridad, no había frio, calor, ni siquiera dolor, aunque… en esos momentos no conocía tales conceptos, estaba vacío. De repente todo cambió, una fuerza que jamás había conocido me atraía, me llamaba… Hasta que al fin se hizo la luz, mi primera imagen fue la de un ser desconocido, que me mira con unos ojos vacíos, las lágrimas de estos a mares, mientras ponía sus manos sobre mí y mientras yo analizaba todo esto este dijo: -Tu nombre será Hope… cumplirás la promesa que yo no pude… - Decía este mientras me abrazaba y sostenía mi frágil cuerpo. Para ese entonces yo ya tenía el cuerpo de un adolescente, pero mi mentalidad era la de un niño recién nacido, aunque yo no lloraba, solo aprendía a utilizar mis funciones básicas y a explorar mi entorno, ese ser me ayudó mucho en eso. Para el fui toda una sorpresa, el esperaba algo totalmente distinto a mí, en el fondo de su corazón, sabía que debía eliminarme, pero… ¿Qué padre podría matar a su propio hijo, hecho con su propia sangre? Ni siquiera ese ser que no era considerado el más amable podría hacer tal cosa. Pasaron los años y fui criado bajo su doctrina, el me paso todo su conocimiento, la vida era estricta pero buena, gracias a él, entendí sobre el mundo en el que vivía, la forma de pensar de mi creador, mi razón de existir y todo por lo que el lucho. Fui criado en todas las artes de un druida, aprendí a manipular tal poder con facilidad, aunque… ese poder se manifestaba distinto en mí, la naturaleza me aceptaba de gran manera, mi poder era muy primitivo, pero gracias al entrenamiento de mi maestro pude conectar con la naturaleza como nadie más, aunque jamás logré superarlo a él… era absurdamente fuerte. Pasaron los años y este siempre se veía ocupado, era el rey de los bosques después de todo, pero siempre me llevaba a las reuniones importantes y me presento a alguno de sus viejos compañeros, aprendí a apreciar mi vida, a proteger otras arriesgando la mía si era necesario, aunque no compartía el gusto por el oro de mi padre… En verdad era un cretino a veces, pero aprendí a aceptarlo. En su reinado sus bosques estaban limpios de cualquier aberración o impureza, mientras los demás se encargaban de restaurar el mundo como una vez fue conocido el se encargaba de poner a la naturaleza en el orden natural otra vez, no le tomo mucho tiempo, en unos años el bosque estaba limpio de cualquier impureza, la civilización aprendió por la fuerza a no tomar demasiado del bosque o sufrirían la ira de su protector, el cual se enojaba con facilidad pero mostraba bondad permitiendo extraer los recursos de sus dominios con moderación. Eran buenos tiempos y la sociedad volvía a su era dorada según lo que me contó, lamentaba no haber estado ahí para haberlo vivido, aunque el me contara que después de eso se desato un gran infierno y que apenas sobrevivió creía que exageraba, que no podía haber sido tan terrible, que iluso era en ese entonces… No conocía la realidad de la historia, el me mantenía cubierto por un velo, impidiendo que vea lo oscura que era la vida de verdad, lo malévolas que podían ser las personas, hasta que un día ese velo fue arrancado de mí… Estábamos paseando por el Bosque del Lobo, donde todo comenzó para él e irónicamente, donde todo comenzó para mí… Terminamos nuestra paseo, y el, después de mucho tiempo al fin se dispuso a llevarme a la ciudad, seria la primera vez que saliera del bosque, no podía estar más emocionado. El me llevo a Nakuro, me mostro la ciudad donde el peleó, quejándose de que nunca recibió su paga y alardeando de cómo sin él, no podrían haber derrotado a aquel peregrino (no tengo dudas de que exageraba), todo era bellísimo ante mis ojos, las personas se ayudaban entre si y ninguna me juzgaba por mi apariencia (Aunque ahora dudo si era porque mi padre era mi acompañante o porque en realidad fueran buenas), al final del día aprendí un montón de la civilización y nos dispusimos a regresar a casa y ahí fue cuando vi la otra cara de la moneda… Principio del fin Estábamos a la entrada del bosque, yo estaba distraído admirando el camino hasta que mi madre me empujo profundo en el bosque con un solo brazo, cuando logré reincorporarme entendí el porque de su agresión, mas de 10 flechas se encontraban clavadas en el lugar que me encontraba antes, estas provenían de una colina no muy lejos de la cual comenzaban a brotar personas armadas, gritando e insultando, me llamaban aberración, infernal y un montón de cosas que ni siquiera comprendía pero… no era eso a lo que llamo mi atención. Los ojos de mi padre desprendían una ira casi tangible, cuando la primera decena de hombres lo vieron ya era muy tarde… Estaban demasiado cerca, este desenvaino su cimitarra y en un solo segundo cortó por la mitad a más de 5 de ellos, aunque sus números eran enormes eso no importaba para él, en menos de 10 minutos el suelo ya estaba cubierto de cadáveres y su cuerpo bañado en sangre (Ni una gota de esa sangre le pertenecía a él), pero hasta el mas fuerte de los hombres tiene una debilidad y en esta caso la debilidad de mi padre era yo… No los vi, no los escuche, para cuando me di cuenta era demasiado tarde, un grupo se había apartado de la fuerza principal y fueron directo a por mí, el miedo me consumió, no hice nada para frenar la espada que perforaría mi corazón, solo cerré los ojos y espere lo peor… Nunca llegó. Al abrirlos la espada efectivamente me había dado, pero por mucho que intentara atravesarme no podía hacerlo, las flechas rebotaban en mí, los martillos y hachas no hacían nada más que empujarme, creí que era invencible, me reí interiormente, hasta que vi a mi padre… Este estaba lleno de heridas, pero no había nadie al su alrededor, nadie que pudiera tocarlo, no lo comprendía, hasta que vi mejor sus heridas, estas estaban ubicadas en los mismos lugares que me dieron a mi… Lo entendí todo en ese momento y comencé a esquivar y contraatacar con lagrimas en mis ojos, no logre hacer nada de eso… Mi padre malherido, junto todas sus fuerzas y golpeo el suelo, todo tembló tan fuerte como en un terremoto, del suelo brotaron raíces que apresaron a todo el grupo de enemigos, todo el bosque a nuestro alrededor cobró vida y comenzó a defendernos, cientos, no… Miles de arboles cobraron vida y marcharon al ataque y para el anochecer no quedó nada de mis atacantes. Corrí con mi padre y lo abracé, estaba demasiado malherido, era imposible para mi curarlo… Este me consoló diciendo que no era mi culpa, pero en el fondo sabia perfectamente que lo era, este me otorgo su cimitarra y entre lagrimas la acepté, y procedió a decirme sus últimas palabras: -No llores, se fuerte como te enseñe, tu eres mi heredero, el guardián del bosque, hagas lo que hagas estaré orgulloso de ti, yo te am…- Sus ojos se cerraron, su alma abandono su cuerpo y con ella se fue mi humanidad…