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Elena Alameda Jackson
PSICOONCOLOGÍA BÁSICA PARA
PROFESIONALES DE LA SALUD
Reservados todos los derechos.
Queda prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio,
sin la autorización previa, expresa por escrito, de la Editorial.
Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos,
http://www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear
algún fragmento de esta obra.
Se terminó de imprimir en los talleres gráficos de Editorial Zumaque en
Polígono Industrial El Retamal, calle olivo 6, Alcalá la Real (Jaén)
en mayo de dos mil dieciocho.
Su opinión es importante. En futuras ediciones, estaremos encantados
de recoger sus comentarios sobre este libro. Por favor, háganosla llegar a través
de la web: www.faeditorial.es
Fotografía portada: Miguel Ángel Alameda Jackson
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Editorial: FORMACIÓN ALCALÁ.
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Pol. Ind. El Retamal. Calle olivo 6.
23680 ALCALÁ LA REAL (JAÉN)
[email protected] / [email protected]
www.formacionalcala.es / www.faeditorial.es
Tel. 953 58 53 30
1ª Edición: Mayo 2018
ISBN: 978-84-9193-500-1
DL: J-146-2018
Imp.: Editorial Zumaque
A mi abuela Lucy, perdida durante años
en el laberinto del olvido, al fin libre.
Gracias por dejarme cuidarte hasta el final.
Te querré siempre.
ÍNDICE
PSICOONCOLOGÍA BÁSICA PARA
PROFESIONALES DE LA SALUD
Bloque I. Introducción
1. Evolución y surgimiento de la psicooncología...............................
2. La información...............................................................................
11
23
Bloque II. Atención al paciente oncológico
3. Fases de la enfermedad y abordaje psicológico básico..................
4. Impacto familiar de la enfermedad.................................................
5. La figura del psicooncólogo y burn-out..........................................
39
71
89
Bloque III. El cuidado al moribundo
6. Cuidados paliativos. Afrontar el final de la vida............................
7. Habilidades de comunicación en cuidados paliativos....................
8. La familia y los niños del paciente moribundo...............................
9. La espiritualidad al final de la vida.................................................
10. Dificultades habituales del personal de salud y pautas de
auto-cuidado...................................................................................
113
149
179
203
225
Anexo I. Bibliografía recomendada............................................................. 247
Anexo II. Filmografía recomendada........................................................... 249
Bloque I
INTRODUCCIÓN
1. EVOLUCIÓN Y SURGIMIENTO
DE LA PSICOONCOLOGÍA
1.1. DESARROLLO TEMPRANO DE LA PSIQUIATRÍA ONCOLÓGICA
Y PSICOONCOLOGÍA
Históricamente, la medicina ha sido la ciencia predominante en el desarrollo de la oncología. Sus esfuerzos han ido dirigidos a la detección (diagnóstico) y
tratamiento de la enfermedad.
La tradición médica se ha centrado en la cura, dejando de lado el cuidado
en aquellos casos en que ya no era posible la recuperación de la salud. Este hecho
viene derivado de la creencia de la ciencia médica, de que la no curación que
deriva en el fallecimiento del paciente, es un fracaso para el médico.
Esto genera, en el personal médico, sentimientos de miedo, culpa por no
poder curar al paciente y, en último término, el abandono del paciente moribundo.
Las personas somos individuos multidimensionales, de modo que nuestra
vida queda afectada por diferentes áreas, tales como la biológica, psicológica,
social y espiritual. Esto ha dado lugar al llamado Modelo bio-psico-social de
intervención. Para tener más claro este modelo, podemos acudir a la Figura 1.
Esta perspectiva holística en el tratamiento al paciente, se ha consolidado
a raíz del Informe Hastings (2000), donde se analizaron cuestiones tales como el
lugar que ha ocupado hasta el momento la medicina y aquel que deberá ocupar
en el futuro.
A pesar de estos datos avalados por científicos reputados, en las facultades
de medicina o enfermería, se continúa aplicando un marco educativo algo anticuado que no tiene en cuenta este paradigma holístico. De este modo, se forma a
profesionales muy especializados en su área, pero se les ha abandonado en temas
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Psicooncología básica para profesionales de la salud
• Adaptación al diagnóstico
y pronóstico (pacto de
silencio)
• Supervivencia y secuelas
• Apoyo emocional
PSICO
MODELO
BIO-PSICO-SOCIAL
SOCIAL
BIO
• Dolor físico
• Autonomía
• Desfiguraciones
• Claudicación familiar (abandono)
• Atención-cuidadores
• Gestiones de Servicios Sociales
(residencias, ayuda en domicilio...)
Figura 1. Esquema del modelo bio-psicosocial.
menos científicos pero más cotidianos en cuanto a la relación médico/enfermera –
paciente. De tal modo que cuando deben enfrentarse a temas como las emociones
del paciente, manejo de preguntas complejas relacionadas con la enfermedad y/o
la muerte, no tienen herramientas básicas con las que afrontar tanto sus propios
miedos, como los de sus pacientes o familiares de éstos.
En cuanto al interés en cuestiones de índole psicológico o emocional,
fueron en un primer momento los religiosos, quienes se interesaron en estas cuestiones de los enfermos.
Más adelante, con la aparición y desarrollo de la psicología, fueron estos
especialistas quienes se ocuparon de estos temas, aunque bien es cierto que la
presencia de estos profesionales en áreas de oncología y cuidados paliativos,
no siempre es posible. Si bien se han llevado a cabo verdaderos esfuerzos por
aumentar su presencia, creando equipos interdisciplinares de aproximación al
12
Evolución y surgimiento de la psicooncología
paciente, donde los conocimientos de los diferentes especialistas que conforman
los equipos (médicos, enfermeros, trabajadores sociales, psicólogos, etc), logran
un ambiente profesional donde cada individuo se enriquece de las aportaciones
del resto de miembros, y esto a su vez redunda en una mejor atención al paciente
y su familia.
Previamente a la aparición de la psicooncología, fue la psiquiatría oncológica la que tomó un papel esencial al tener en cuenta cuestiones mentales asociadas a la enfermedad.
La psicooncología es una disciplina que podríamos definir del siguiente
modo:
Campo interdisciplinar de la psicología y ciencias biomédicas dedicado a la
prevención, diagnóstico, evaluación, tratamiento, rehabilitación, cuidados
paliativos y etiología del cáncer, así como a la mejora de las competencias
comunicativas y de intersección de los de salud s, además de la optimización de recursos para promover servicios oncológicos eficaces y de calidad.
De este modo, los objetivos de la psicooncología son:
1. Prevención y detección precoz.
2. Evaluación e intervención de pacientes, familias y personal de salud .
3. Investigación de la influencia de factores psicológicos en el cáncer.
Históricamente hablando, la aparición formal de la psicooncología, no se
produce hasta 1960, cuando las tasas de supervivencia del paciente oncológico
aumentan y ello genera una actitud menos negativa hacia esta enfermedad por
parte de la sociedad.
Además, por estas mismas fechas, comienza una genuina preocupación en
Inglaterra por cuidar adecuadamente al paciente moribundo, generando la creación de los hospicios, hospitales especializados en el cuidado de pacientes que se
enfrentaban al final de la vida.
Fue ya en 1970, cuando los profesionales especializados en el área oncológica (médicos, enfermeras, trabajadores sociales, psicólogos y psiquiatras)
comenzaron a aplicar un mayor apoyo psicológico a sus pacientes. Los problemas iniciales se centraron en la ausencia de instrumentos de evaluación e investigación de estas problemáticas, por lo que tuvieron que adaptar los instrumentos
ya existentes a esta nueva área de estudio.
13
Psicooncología básica para profesionales de la salud
1.2. PIONEROS EN EL DESARROLLO DE LA PSICOONCOLOGÍA
Si nos remontamos a la historia de la psicooncología, podemos viajar hasta
1800. En aquella época, los conocimientos médicos eran limitados y las explicaciones de las enfermedades aún se hacían en base a supersticiones o explicaciones basadas en la moral con una fuerte influencia religiosa. En esta época no se
comunicaba al paciente el diagnóstico y pronóstico de su enfermedad, pues se
consideraba cruel ante la posibilidad de que el paciente perdiera toda esperanza
de recuperación dada la escasez de tratamientos efectivos disponibles. En esta
época tan solo se informaba a la familia del paciente.
En esta misma época surge un primer hospital privado especializado en el
cáncer, el Memorial Sloan-kettering Cancer Center, situado en Estados Unidos.
En este centro privado no solo se abogaba por la atención al paciente y en la aplicación activa de tratamientos, sino que también se le daba una gran importancia a
la investigación, desarrollándose esta área especialmente en 1900.
Los primeros resultados positivos en la aplicación de los tratamientos en
oncología, surgen en 1948. Faber informa de remisiones temporales de leucemia
aguda infantil. A partir de estos resultados y otros, comienza una carrera en la
búsqueda de tratamientos activos contra la enfermedad. En la década de 1950 se
logra la primera cura empleando la quimioterapia.
En 1950, Arthur Sutherland (psiquiatra), fundó una unidad de investigación en Oncología Psiquiátrica en EE.UU. (en el Memorial Sloan-Kettering
Cancer Center de Nueva York).
Entre 1960 y 1977, esta unidad fue liderada por el Dr. Mastrovito, para
pasar a ser dirigido por la Dra. Holland desde 1977. En este grupo de investigación, se trata de dilucidar la relación existente entre la psiquiatría, la psicología
y el cáncer, así cómo saber el modo en que afecta el tipo, localización, estadio y
tratamiento del cáncer.
En 1967, en Inglaterra, la Dra. Cicely Saunders abre el hospicio de St.
Christopher’s en Londres, centrando sus esfuerzos en los cuidados paliativos.
Además de atención a pacientes y familias, se dedicaron a ser un gran centro de
entrenamiento de los profesionales de esta área.
La Dra. Saunders comenzó su carrera profesional como enfermera para
decidir más tarde hacerse médico. Durante el inicio de su carrera, aprendió en un
hospital religioso, la importancia de la planificación del tratamiento del paciente
para el dolor. De este modo, pautando la medicación del paciente a lo largo del
día, evitaban que sufriera un dolor innecesario. Con su esfuerzo contante, logró
abrir uno de los hospicios de referencia en cuidados paliativos, si bien es cierto
14
Evolución y surgimiento de la psicooncología
que luchó toda su vida para conseguir financiación para dicho centro y continuar
cuidando al paciente en el final de la vida.
Fue también la Dra. Saunders, quien introdujo el concepto de dolor total,
definido como:
La experiencia total del paciente comprende ansiedad, depresión y miedo;
la preocupación por la pena que afligirá a su familia; y a menudo la necesidad de encontrar un sentido a la situación, una realidad más profunda en
la que confiar.
De este modo, Cicely Saunders fue consciente de la necesidad de aplicar
un modelo bio-psico-social en el tratamiento integral de los pacientes.
En EE.UU., y también en el ámbito de los cuidados paliativos, en 1958 es
Elisabeth Kübler-Ross (psiquiatra), quien se interesa en los pacientes terminales
y comienza a dar conferencias por todo el mundo, donde no solo hace hincapié
en la necesidad de atender al paciente en su totalidad, sino que habla sin tapujos
acerca de la muerte.
Famosa es ya su teoría de las fases que atraviesa cualquier paciente a lo
largo de la enfermedad (negación-ira-pacto-depresión-aceptación), que ya veremos en el bloque III.
En los años 60, el apoyo psicológico para paciente con cáncer, eran los
grupos de autoayuda de otros pacientes que habían pasado por las mismas situaciones y ayudaban a otras personas que se encontraban en ese camino.
En Europa, más concretamente en Holanda, es el Dr. Van Dam quien crea
el Instituto Holandés de Cáncer y más adelante crea la Organización Europea de
Investigación y Tratamiento de Cáncer (EORTC), tratando de estudiar más profundamente aspectos psicosociales en oncología.
En 1970, la psicooncología queda reconocida como sub-especialidad de
oncología y después, de la psicología de la salud. Este reconocimiento, coincide
con una mayor apertura en la comunicación con el paciente acerca de su diagnóstico y pronóstico, surgiendo problemas emocionales en el paciente de manejo
complicado para los médicos, enfermeras y trabajadores sociales. La psicología
aporta a este campo una visión más amplia del ser humano, teniendo en cuenta
las diferentes áreas en las que las personas se desenvuelven (social, laboral, emocional, familiar, de ocio, espiritual, etc.) y siendo conscientes del impacto que la
enfermedad tiene en el mundo del paciente.
15
Psicooncología básica para profesionales de la salud
En esta misma década, la evolución en la comunicación con el paciente
oncológico continúa avanzando, hasta que el paciente ya debe conocer su diagnóstico y pronóstico, lo que supone un mayor desarrollo de la psicooncología,
ya que surge la necesidad de llevar a cabo intervenciones psicológicas y emocionales para que el paciente se adapte a un mundo cambiante a consecuencia de la
enfermedad.
En España, la primera Unidad de Psicooncología, surge en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid, de la mano de la Dra. Die-Trill (psicóloga), aunque
eso no fue hasta 1996.
En Barcelona, fue el Dr. Francisco Gil quien crea otra unidad de psicooncología.
Con este pequeño recorrido histórico de la evolución de la psicooncología,
llegamos a comprender que ésta es una disciplina muy joven aún y que poco a
poco se va reconociendo la influencia de cuestiones psicológicas en las enfermedades. De este modo será más fácil comprender las complejas necesidades de
pacientes y familiares que están pasando por una de las situaciones más complicadas de la vida.
A continuación haré una breve introducción al modelo de intervención más
usado y completo para ayudar a los pacientes y sus familias a afrontar los retos
que plantean este tipo de enfermedades.
1.3. MODELO DEL COUNSELLING
Este enfoque, también llamado “consejo psicológico”, se está haciendo un
hueco en la psicología por no considerar a los pacientes como enfermos mentales
o personas que tienen un trastorno psicológico, sino que considera que las personas están experimentando un problema, por lo que los que necesitan tratamiento
y solución son los problemas en sí y no la persona.
Dado el sentido del consejo psicológico, parece clara la razón por la cual
es el marco ideal de aplicación en áreas como oncología o cuidados paliativos,
donde los pacientes atraviesan situaciones extremas que tienen un impacto directo
en sí mismos y su entorno.
Este modelo teórico defiende que hay tres componentes esenciales en
la comprensión de los problemas que presentan las personas: los antecedentes
(sucesos de la vida que provocan el problema), biografía (las experiencias pasadas vividas por la persona) y las consecuencias (resultados de la manera en que
afrontamos los problemas de la vida en base a lo que hemos ido aprendiendo en
base a la experiencia).
16
Evolución y surgimiento de la psicooncología
Es fundamental tener en cuenta que los pacientes son personas con una
biografía única que determina su manera de ser y el modo en que afrontan sus
problemas.
En este mismo sentido, es muy esclarecedora la siguiente cita de Eric Cassel:
“Los que sufren no son los cuerpos, son las personas”.
Al fin y al cabo, el counselling no es otra cosa que una forma más de relacionarnos con las personas, en este caso con los pacientes que vemos cada día.
De hecho hay ciertas expresiones que podemos usar habitualmente, y que
en lugar de favorecer la comunicación con el paciente, lo que generan son obstáculos:
• Hacer preguntas cerradas que supongan la respuesta deseada. Ejemplo:
¿Se siente mejor, verdad?
• Hacer múltiples preguntas y que el paciente no sepa qué contestar.
• Decirle al paciente que no tiene que preocuparse, cuando ya lo está.
• Dar más información de la que el paciente puede elaborar o digerir.
• Transmitir juicios de valor negativo. Ejemplo: A ti lo que te pasa es que
eres un quejica.
• Desviar la atención solo a lo físico, aunque el paciente exprese sus miedos.
Por lo tanto, observamos que en muchos casos los pacientes tan solo desean
y necesitan que alguien les escuche. Los pacientes no siempre requieren respuestas perfectas y muy elaboradas, sino que suelen agradecer más la disposición de
que alguien les escuche y comprendan que siguen siendo personas a pesar de su
enfermedad.
Hay algunas reflexiones que solemos ignorar en el trabajo diario. Debemos
comprender que el paciente hospitalizado ha entrado en un universo totalmente
desconocido para él, donde se habla un idioma “extraño” lleno de términos médicos incomprensibles, donde dejan de ser “Pepe o María” para convertirse en una
enfermedad (“el colon o la mama de la 12”). En ese extraño universo, hay horarios marcados para las visitas y tienen que abandonar su identidad.
Si pensamos de este modo en nuestros pacientes, nos esforzaremos por
tratar de hacerles sentir un poco más ellos mismos, respetando su identidad y biografía únicas, porque es en esos momentos cuando accedemos a la persona que la
enfermedad trata de esconder.
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Psicooncología básica para profesionales de la salud
Una manera sencilla y fundamental de devolver la identidad al paciente, es
preguntando cuestiones generales:
• Podemos usar preguntas abiertas del tipo “¿Necesita ayuda?”, cuyo
objetivo es ayudar a que el paciente piense en sus problemas, sentimientos y pensamientos.
• Otro tipo son las preguntas cerradas: “¿Se encuentra bien?”, que sirven
para obtener información específica.
La parte fundamental de acercarnos al paciente, es validar su vida, sus
miedos, sus preguntas. Validar no es más que expresar respeto y aceptación. Que
comprendamos lo que nos digan, no quiere decir que lo compartamos, pero al
interesarnos en ellos, los pacientes sentirán confianza y se abrirán a nosotros,
expresando sus dudas y miedos, pero también su gratitud por el tiempo que les
dedicamos.
Detrás de todo ello, se halla la empatía, que consiste en conectar con el
paciente, preocuparnos por él de manera genuina y desear ayudarle.
Otro concepto muy relacionado al anterior es el de compasión, que hace
referencia a que todos somos iguales y sufrimos de manera semejante, por lo
que debemos respetar a quienes sufren y saber que uno mismo no es diferente ni
superior a nadie (Sogyal Rimpoché).
Stephen Levine: “Cuando tu miedo toca el dolor de otro, se convierte en
lástima. cuando tu amor toca el dolor de otro, se convierte en compasión”.
Principios de la comunicación empática (Pilar Arranz y Miguel Costa)
1. Sustituir todo juicio (críticas) por la observación objetiva (describir).
2. Hablar de lo que se siente y necesita de manera directa y empática.
Evitar juicios críticos de los demás, expresándonos en primera persona.
Ejemplo: “En mi opinión sería conveniente…”, “Me resulta muy difícil
decirle…”. Es muy importante hablar desde nuestra perspectiva, y no de
la “realidad única”. Así lo veo yo vs Así son las cosas.
3. Peticiones claras, directas y honestas sin imponer. Eliminar de nuestro
lenguaje los “tiene que”, “debe de”.
Para poder ayudar al paciente en sus miedos y temores a lo largo de la
enfermedad, es fundamental una destreza básica: escuchar. Pero escuchar es
mucho más que oír, supone:
18
Evolución y surgimiento de la psicooncología
• Estimular a hablar: Darle espacio al paciente para que se comunique, sin
interrumpirle. No juzgarle. Dar señales verbales (“ajá”, “continúe”) y no
verbales (asentir con la cabeza, mirarle a los ojos) que indiquen nuestra
escucha.
• Clarificar: Preguntas de aclaración, resumen o síntesis y preguntas de
confirmación de comprensión (¿entonces tiene miedo a la recaída y lo
que supondrá para su familia?).
• Mostrar empatía: Identificar y comprender las emociones del paciente.
Si el paciente intenta transmitirnos una emoción que no llegamos a comprender del todo, es muy importante hacer más preguntas hasta que nos
hagamos una idea de lo que siente. Esta exploración más detenida tiene
dos funciones. Por un lado nos ayuda a nosotros (los profesionales) a
comprender mejor al paciente, y por otro fomenta la exploración emocional interna del paciente, por lo que podrá expresar cosas que ni siquiera
pensaba que sentía.
En el proceso de la relación de ayuda, deberíamos huir todo lo posible del
“Comprendo cómo te sientes” y cambiarlo por “No es fácil ponerse en tu lugar”
o “Me da la impresión de que… veo que…”. Ya que solo el propio paciente (con
su biografía única e irrepetible) es capaz de saber cómo se siente.
Tabla 1. Resumen de las diferencias entre lo que es y no es la relación de ayuda. Resumido de
Cibanal Juan, L.; Arce Sánchez, M.C.; Carballar Balsa, M.C. Técnicas de comunicación y relación
de ayuda en ciencias de la salud. Elsevier. Tercera edición. 2014.
La relación de ayuda no es…
La relación de ayuda es…
Ayudar al paciente a hacer frente a sus
problemas presentes.
Una conversación ni una relación social.
Ayudar al paciente a ser parte activa del
proceso de cambio de manera realista.
Una discusión.
Ayudar al paciente a considerar varias
posibilidades de ver la realidad y de
ensayar nuevos comportamientos.
Una entrevista (lo principal es el paciente
y no el profesional).
Ayudar al paciente a comunicar y a
abrirse a los otros.
Un interrogatorio.
Ayudar al paciente a encontrar un sentido
a la situación que vive (problemas,
enfermedades…).
Un discurso: pretendemos comprender y
no convencer.
Una confesión: no hay juicios morales.
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Psicooncología básica para profesionales de la salud
La relación de ayuda es la esencia de la relación con el paciente.
En el counselling…:
• Se escucha más que se habla.
• Se entiende más que se juzga.
• Se pregunta más que se supone.
• Se persuade más que se impone.
El counselling también es útil en el ámbito espiritual. Un estudio llevado a
cabo en 2015 dejó patente la utilidad del counselling como método para atender
no solo a las necesidades emocionales y afectivas de los pacientes, sino también
a sus necesidades espirituales o de creencias.
Quiero finalizar el apartado de counselling con un cuadro resumen que
recoja la información esencial a tener en cuenta cuando llevamos a cabo nuestro
trabajo.
CUADRO-RESUMEN COUNSELLING
Este marco teórico sienta las bases de la filosofı́a que debemos tener con el paciente. Las ideas fundamentales son:
1. Ser conscientes de que cada paciente es único.
2. Es fundamental nuestra disposición a escuchar al paciente y a su familia.
3. Tratar de no hacer juicios acerca del comportamiento del paciente. Pensar que
están atravesando una prueba fundamental en su vida.
4. La mejor forma de acercarnos al malestar y sufrimiento de las personas, es a
través de preguntas generales del tipo: “¿Cómo se encuentra?”.
5. Debemos aceptar al paciente tal y como es, respetando su vida.
6. La empatı́a y compasión son dos virtudes esenciales en el trabajo con enfermos.
7. La simple escucha de los temores es más eficaz que muchas conversaciones.
20
Evolución y surgimiento de la psicooncología
BIBLIOGRAFÍA
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Die-Trill M. (2003). Psicooncología. Ediciones Ades.
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López E., Costa M. (2012). Manual de Consejo Psicológico. Editorial Síntesis.
Rimpoché S. (2006). El Libro Tibetano de la Vida y de la Muerte. Editorial Urano,
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Intervention, 24: 79-82.
Valverde J.J., Gómez M., Navarrete A. (2015). Guía clínica de comunicación en
oncología. Desclée de Brouwer, Bilbao.
21
2. LA INFORMACIÓN
2.1. LEY DE AUTONOMÍA DEL PACIENTE
Actualmente la información de diagnóstico y pronóstico, es un derecho de
cualquier paciente, amparado en la Ley de Autonomía del Paciente (Ley 41/2002).
Esta Ley, publicada en el BOE (Boletín Oficial del Estado), es de libre
acceso y animo al lector a que lo busque y lo lea en profundidad si desea tener un
mejor conocimiento acerca de la importancia de informar al paciente sobre todo
aquello que ocurra en su cuerpo y que tenga un impacto directo en su vida.
Diferentes organizaciones internacionales como la UNESCO, la OMS o
las Naciones Unidas, así como el Consejo de Europa, han unido sus esfuerzos
por defender los derechos humanos y la dignidad de las personas en cuanto a la
aplicación de la medicina y biología.
A continuación expondré algunas consideraciones de dicha ley que debemos tener presente.
• Artículo 2: En dicho artículo se hace un repaso de los principios básicos
acerca de la información al paciente, la autonomía del mismo y la preservación de la documentación clínica.
• Artículo 2.2: “Toda actuación en el ámbito de la Sanidad requiere, con
carácter general, el previo consentimiento de los pacientes o usuarios. El
consentimiento que debe obtenerse después de que el paciente reciba una
información adecuada, se hará por escrito en los supuestos previstos en
la Ley”. Este artículo expresa la necesidad de que SIEMPRE se informe
al paciente. Pretende crear EMPATÍA entre el paciente y el profesional
(consentimiento verbal).
23
Psicooncología básica para profesionales de la salud
• Artículo 2.3: “El paciente o usuario tiene derecho a decidir libremente,
después de recibir la información adecuada, entre las opciones clínicas
disponibles”. Este artículo introduce la idea de la autonomía del paciente
en cuanto a su libertad para decidir los tratamientos que considera mejores para su caso particular.
• Artículo 2.4: “Todo paciente o usuario tiene derecho a negarse al tratamiento, excepto en los casos determinados en la Ley. Su negativa al
tratamiento constará por escrito”. El paciente es capaz, como ser humano
autónomo, de rechazar un tratamiento o intervención médica que considere no se adapta a sus preferencias.
• Artículo 4.1: “Los pacientes tienen derecho a conocer, con motivo de
cualquier actuación en el ámbito de su salud, toda la información disponible sobre la misma. Además, toda persona tiene derecho a que se
respete su voluntad de no ser informada. La información, que como regla
general se proporcionará verbalmente dejando constancia en la historia
clínica, comprende como mínimo la finalidad y la naturaleza de cada
intervención, sus riesgos y sus consecuencias”. Este artículo es especialmente interesante porque introduce la idea de que el paciente debe ser
informado de todo el procedimiento médico de intervención, incluyendo
los riesgos y consecuencias (secuelas) que puede sufrir el paciente a raiz
del tratamiento.
• Artículo 4.2: “La información clínica forma parte de todas las actuaciones asistenciales, será verdadera, se comunicará al paciente de forma
comprensible y adecuada a sus necesidades y le ayudará a tomar decisiones de acuerdo con su propia y libre voluntad”. Este artículo de la
Ley le indica al profesional de salud el papel neutral que debe cumplir
al informar al paciente de las posibilidades de tratamiento, adaptando su
discurso a la capacidad comprensiva y nivel cultural del paciente, evitando palabras propias de la profesión que ejerce y que puedan hacer
incomprensible su discurso. Además, introduce el tema de una toma de
decisiones compartida médico-paciente, actuando el profesional como
mediador para clarificar las dudas del enfermo pero respetando siempre
la decisión final del paciente, esté de acuerdo con ella o no.
• Artículo 5.1: “El titular del derecho a la información, es el paciente.
También serán informadas las personas vinculadas a él, por razones familiares o de hecho, en la medida que el paciente lo permita de manera
expresa o tácita”. Este artículo es especialmente importante porque de24
La información
fine claramente que quien debe recibir la información de su diagnóstico,
pronóstico o posibilidades de tratamiento, es el paciente en primer lugar,
aunque también se tendrá en cuenta a los familiares o conocidos que el
paciente autorice a informar.
• Artículos 7.1 y 7.2: Estos artículos se refieren al tratamiento confidencial que se debe dar a los datos referentes a la salud de las personas,
aconsejando el uso de medidas que garanticen el acceso seguro a dicha
información.
• Artículo 8: Este artículo habla del consentimiento informado, libre y voluntario. Como características esenciales de este consentimiento, podríamos decir las siguientes:
-- Por regla general, el consentimiento será verbal.
-- El consentimiento se presentará por escrito ante intervenciones quirúrgicas, procedimientos diagnósticos y terapéuticos invasores y en la
aplicación de procedimientos que supongan riesgos con un impacto
negativo sobre la salud.
-- El paciente tiene derecho a ser advertido de la posibilidad de utilizar
los procedimientos de pronóstico, diagnóstico y terapéuticos que formen parte de un proyecto docente o de investigación.
-- El paciente puede revocar libremente por escrito su consentimiento en
cualquier momento.
• Artículo 9: En este apartado de la Ley, se clarifican algunos límites del
consentimiento informado y el consentimiento por representación.
-- Se respetará la voluntad del paciente de no ser informado sin que ello
suponga que el paciente consienta en la realización de una determinada
intervención.
-- Los profesionales de salud podrán llevar a cabo las intervenciones indispensables en favor de la salud del paciente sin necesidad de contar
con su consentimiento en los siguientes casos:
* Ante riesgo para la salud pública.
* Ante riesgo inmediato y grave para la integridad física o psíquica del
enfermo y no se puede obtener su autorización, aunque se consultará
en la medida de lo posible a familiares o personas vinculadas.
-- Se podrá llevar a cabo el consentimiento por representación cuando:
* El paciente es incapaz de tomar decisiones ante el criterio médico o
su estado físico o psíquico no le permita hacerse cargo de su situación.
25
Psicooncología básica para profesionales de la salud
* El paciente tiene la capacidad modificada judicialmente y consta en
sentencia.
* Los menores de edad que no sean capaces intelectual ni emocionalmente de comprender el alcance de la intervención. El consentimiento lo otorgará el representante legal del menor tras escuchar su
opinión.
* Los menores emancipados o mayores de 16 años, no cabe consentimiento por representación. Si hay elevados riesgos, los padres serán
informados y su opinión será tomada en cuenta.
• Artículo 10: Información básica previa al consentimiento informado escrito:
-- Las consecuencias relevantes o de importancia que la intervención origina con seguridad. Los riesgos relacionados con las circunstancias
personales o profesionales del paciente.
-- Los riesgos probables en condiciones normales, conforme a la experiencia y al estado de la ciencia o directamente relacionados con el tipo
de intervención.
-- Las contraindicaciones.
• Artículo 11: Aquí se definen las instrucciones previas que el paciente
puede dejar por escrito para manifestar anticipadamente su voluntad para
que ésta se cumpla en el momento en que se puedan producir esas situaciones de enfermedad y cuidados y no pudiera expresarlos directamente.
• Artículo 12: Este artículo se refiere a que el Sistema Nacional de Salud
se compromete a informar a sus usuarios sobre los servicios y unidades
asistenciales disponibles, así como los requisitos de acceso a ellos.
El resto de artículos de dicha Ley, contempla temas como las historias clínicas, su conservación y confidencialidad. Para más información en estos aspectos, animo a la búsqueda de dicha Ley.
2.2. LA LEY DE DERECHOS Y GARANTÍAS DE LAS PERSONAS EN
EL PROCESO DE MORIR
Esta Ley se ha aprobado en 2017 en la Comunidad de Madrid, con aplicación en dicho territorio. Con ello se da cobertura a los derechos de los pacientes
que están en el proceso de final de vida, atendiendo al derecho de morir dignamente y teniendo en cuenta el sufrimiento ante el proceso de la muerte.
Personalmente, me parece una Ley bastante completa donde se tiene en
cuenta el quehacer habitual de los profesionales en el final de la vida y que incluso
26
La información
tiene en cuenta pequeños detalles importantes en una situación tan extrema como
el final de la vida (la visita de los hijos al hospital, estancia en habitaciones individuales, etc.).
Una vez más, animo a que el lector busque dicha Ley y la estudie detenidamente. A continuación haré un repaso en aquellos artículos que considero más
importantes.
• Artículo 2: Los objetivos de esta Ley son:
-- Proteger y garantizar el respeto a la dignidad de la persona en el proceso de morir.
-- Defender y asegurar la autonomía de los pacientes en el proceso de
morir, respetando sus deseos y valores, teniendo en cuenta la manifestación anticipada de su voluntad por medio de las instrucciones previas.
-- Contribuir a la seguridad jurídica de los profesionales de salud que
acompañan al paciente en el proceso de morir.
-- Garantizar cuidados paliativos integrales y de calidad a todas los pacientes que lo precisen.
• Artículo 4: Se tiene en cuenta en dicha Ley:
-- El respeto a la dignidad de la persona.
-- El valor de la libertad, autonomía y voluntad de la persona.
-- Respeto a sus deseos, preferencias, creencias o valores, preservando su
intimidad y confidencialidad.
-- El rechazo o interrupción de un tratamiento tras haber recibido la información adecuada, no supone una pérdida de calidad en la atención
sanitaria.
-- Reconocer que todas las personas tienen derecho a recibir cuidados
paliativos de calidad.
• Artículo 5: Tiene en cuenta algunas definiciones tales como: calidad de
vida, consentimiento informado, cuidados paliativos, instrucciones previas, planificación anticipada de la atención, adecuación del esfuerzo
terapéutico, médico responsable, obstinación terapéutica y diagnóstica,
proceso de morir, etc. Es interesante la información contenida en este
artículo, por lo que recomiendo su lectura en la propia Ley.
• Artículo 6: En este apartado se habla del derecho a la información asistencial, teniendo en cuenta la Ley de autonomía del paciente. También es
un derecho del paciente terminal, recibir información acerca de la posibilidad de dejar por escrito unas instrucciones previas en cuanto a las decisiones sobre el tratamiento y la organización de los cuidados. Además,
27
Psicooncología básica para profesionales de la salud
si el paciente se encuentra en situación de agonía, el paciente mantiene
su derecho a la información, salvo para medidas destinadas a aliviar el
sufrimiento.
• Artículo 7: Las personas que se encuentran en el proceso de morir, tienen derecho a planificar de manera anticipada decisiones sobre los escenarios más probables, pudiendo rechazar intervenciones y tratamientos
propuestos, aún cuando dicho rechazo pueda suponer acortar su vida o
ponerla en peligro inminente. Ante el rechazo de la intervención propuesta, el paciente deberá dejar por escrito su voluntad y en caso de no
poder firmarla por su deterioro general, otra persona actuará como testigo a petición suya.
• Artículo 9: Ante un deterioro grave del estado de salud del paciente y de
su capacidad de decisión, pueden tomar decisiones: el representante en
las instrucciones previas, quien ostente su representación legal, cónyuge o pareja de hecho, pariente de grado más próximo y de mayor edad
dentro de dicho grado de parentesco, persona vinculada afectivamente y
conviva el paciente (y no sea cónyuge o pareja de hecho), la persona que
esté a cargo de la asistencia o cuidado del paciente.
• Artículo 10: Regula el derecho de los menores de edad a estar informados del proceso asistencial y a la toma de decisiones. Los menores en
proceso de morir, tienen derecho a:
-- Recibir información adaptada a su edad, madurez o desarrollo mental
y estado afectivo y psicológico en cuanto al tratamiento médico o paliativo al que será sometido.
-- Serán atendidos de manera individual y por el mismo equipo de profesionales (en la medida de lo posible).
-- Estar acompañados el máximo tiempo posible durante la hospitalización, excepto que pudiera obstaculizar la aplicación de los tratamientos
oportunos.
-- Contactar con sus progenitores o aquellos que los sustituyan en momentos de tensión.
-- Ser hospitalizados junto a otros menores, evitando compartir habitación con adultos.
En el caso en que el menor no sea capaz de tomar decisiones, el representante legal de éste tomará las decisiones necesarias atendiendo al mayor
beneficio para la vida o salud del paciente.
28
La información
• Artículo 11: Este artículo habla del derecho a los cuidados paliativos
integrales, tratamiento del dolor y sedación paliativa.
-- Todo enfermo paliativo tiene derecho a recibir cuidados integrales paliativos de calidad, incluyendo la sedación paliativa si el dolor u otro
síntoma provoca molestias severas, aunque ello implique un acortamiento de su vida.
-- El paciente tiene derecho a recibir dichos cuidados en su hogar si lo
desea o en cualquier otro lugar que designen, sin menoscabar la calidad
asistencial de la misma.
• Artículo 13: Se definen los deberes del profesional de salud al tomar
decisiones y sobre la adecuación o limitación del esfuerzo terapéutico.
-- Los médicos y profesionales de salud deberán asegurarse de que las intervenciones que propongan están indicadas clínicamente dado el caso.
-- El personal de salud adecuará y limitará el esfuerzo terapéutico de
modo proporcional a la situación del paciente, evitando el inicio o
mantenimiento de intervenciones y medidas carentes de utilidad clínica, aunque sin olvidar el cuidado y bienestar del paciente.
-- El personal de salud tiene que respetar los valores, creencias y preferencias de los pacientes en su toma de decisiones clínica, absteniéndose de imponer sus criterios personales.
• Artículo 17: Se tienen en cuenta en este artículo temas tan importantes
como el acompañamiento, el apoyo espiritual o la regulación de las visitas.
-- Los centros e instituciones sanitarias facilitarán el acompañamiento a
la persona en el final de su vida (siempre que no sea incompatible con
las medidas sanitarias a llevar a cabo).
-- También se facilitará (a petición de los pacientes, representantes o familiares), el acceso al apoyo espiritual conforme sean sus creencias y
convicciones.
-- Los hijos menores del paciente hospitalizado, tienen derecho a visitar
a sus progenitores.
-- Se prestará apoyo y asistencia a los cuidadores y familias del paciente
en el final de su vida, ya estén ingresados o en su domicilio.
-- Los centros e instituciones atenderán al duelo de la familia y de sus
cuidadores, promoviendo la prevención de futuros problemas como el
duelo patológico.
29
Psicooncología básica para profesionales de la salud
• Artículo 18: El paciente tiene derecho a ser informado sobre su estado de
salud y los objetivos de los cuidados paliativos que recibirán.
• Artículo 19: Este artículo introduce un tema importante en cuanto a que
las instituciones o centros de salud deben proporcionar una habitación
individual a los pacientes paliativos durante su hospitalización. Además,
incluyen el acompañamiento permanente por un familiar o allegado teniendo en cuenta las preferencias del paciente.
Hasta aquí este repaso por los artículos más interesantes de esta Ley de
garantías en situación de cuidados paliativos para la Comunidad de Madrid.
2.3. EL PROCESO DE INFORMACIÓN EN ONCOLOGÍA Y CUIDADOS
PALIATIVOS
Como hemos podido comprobar en el repaso de las dos leyes que acabamos de estudiar, la información al paciente es una prioridad en el siglo XXI.
En oncología y cuidados paliativos, la comunicación fluida es esencial,
tanto en aspectos técnicos y de intervención, como por la gran importancia que
tiene hablar con el paciente acerca del impacto emocional y psicológico que tiene
en su vida el diagnóstico y pronóstico.
Unas buenas habilidades de comunicación son capaces de aliviar el sufrimiento, facilitar la toma de decisiones, promueven la curación o ayudan a afrontar con mejor ánimo el final de la vida, cerrando de manera más calmada su ciclo
vital.
Uno de los problemas más habituales en el ámbito de salud, es que los
profesionales no expertos en salud mental y emocional (médicos, enfermeras y
trabajadores sociales), no saben cómo abordar situaciones emocionalmente extremas como el llanto, el sufrimiento o la angustia del paciente.
Este desenlace de angustia para el propio profesional por no ser capaz de
afrontar esta situación junto al paciente, se produce por una serie de pasos intermedios de los que no son conscientes, pero que tienen una gran influencia.
Reconocer que debemos aprender a comunicarnos bien
Puede que sepamos lo que queremos comunicar, pero no sepamos cómo
transmitirle ese mensaje al paciente. La información como proceso dinámico en
el contexto de la comunicación interpersonal es la piedra angular de un cuidado
integral para el enfermo y su familia.
Dada la importancia de este punto, a continuación procederé a explicar
con ejemplos prácticos cómo explorar la información que tiene el paciente, la
30
La información
que desea saber, introducirnos en el mundo emocional de éste y expresar nuestro
deseo de ayudarle.
1. ¿Qué sabe?:
• ¿Qué le han dicho que tiene?
• ¿Han hablado con usted sobre su enfermedad?
• ¿Qué cree usted que tiene?
• ¿Piensa que tiene algo grave?
• ¿Cómo describiría su situación?
2. ¿Qué quiere saber?:
• ¿Le gustaría que habláramos sobre su enfermedad?
• ¿Preferiría no haber sabido lo que ya le han dicho sobre su enfermedad?
• ¿Es usted de las personas que les gusta saber lo que tienen o preferiría
que habláramos con sus familiares sobre su situación?
• Algunos pacientes nos dicen que quieren conocer qué les está pasando; otros, sin embargo, prefieren que hablemos con su familia de la
situación. En su caso, ¿usted qué preferiría?
• Si las cosas se ponen mal ¿le gustaría ser informado de ello?
• ¿Le gustaría tener la suficiente información para poder decidir en cada
momento el tratamiento que considera más oportuno para usted o prefiere que esas decisiones las tomemos los médicos junto con sus familiares?
3. ¿Cómo se encuentra? ¿Cómo se siente?:
• ¿Qué le molesta?
• ¿Cuál es el síntoma que más le molesta?
• Si sólo pudiéramos mejorarle uno de los síntomas ¿cuál elegiría?
-- ¿Qué le preocupa?
-- ¿A qué le está dando vueltas?
-- ¿Qué es lo que le hace sentirse peor?
-- ¿Qué es lo que más le preocupa de toda esta situación?
4. ¿Cómo podemos ayudarle?:
• ¿Hay algo que podemos hacer para que se sienta mejor?
• Cuando ha tenido problemas serios anteriormente ¿Cómo los ha ido
afrontando y resolviendo?
• ¿Quiénes son las personas en quién más confía?
• ¿Qué cree que puede ayudarle en esta situación?
• ¿Cómo le gustaría que le ayudáramos?
31
Psicooncología básica para profesionales de la salud
Comunicación fluida y compartida
No debemos olvidar que la comunicación no es algo estático donde solo
interviene una de las partes. Tanto el profesional como el paciente deben intercambiar una serie de palabras que permitan un diálogo fluido y sin tensiones. Es
en estas conversaciones donde se comienza a establecer esa relación de confianza
que se debe establecer entre profesional-paciente, pues será la base de una relación de confianza.
Comunicación no verbal
Este aspecto de la comunicación me parece esencial. Con este concepto me
refiero a aquellos aspectos no verbales de la comunicación que median en las conversaciones y que aportan un tono afectivo a los momentos compartidos (gestos,
tono de voz, miradas, contacto como tomar la mano o abrazar, etc.). Algunos
consejos básicos para establecer una buena comunicación no verbal son:
• Presentarnos al paciente con nuestro nombre y ubicación dentro del equipo médico.
• Llamar al paciente por su nombre.
• Sentarnos junto al paciente si está encamado u hospitalizado, ya que se
envía la idea de que no se tiene prisa y podemos hablar un rato tranquila
y pausadamente.
• Sonreír mostrado seguridad ante una situación tan compleja como la que
trae el paciente consigo.
• Asentir con la cabeza o decir cosas como “Ajá”, “Mmm”, que ayudan a
que el paciente sepa que le estamos escuchando y comprendiendo.
• Llevar a mano pañuelos por si el paciente llora, caramelos por si le molesta la garganta, etc.
Empatía
Podemos definir la empatía como la capacidad de entender las emociones de otras personas, así como sus perspectivas y experiencias. Durante mucho
tiempo, los médicos han evitado esta empatía por miedo a quedar muy expuestos
al dolor y sufrimiento del paciente. Y aunque éste es un riesgo de esta profesión,
también lo es ignorar el mundo emocional del paciente.
En un estudio llevado a cabo en Cataluña en 2016, obtuvieron los siguientes resultados sobre la empatía en estudiantes de medicina:
32
La información
• La empatía se está incrementando entre los estudiantes de medicina, pero
solo en las mujeres. Los hombres mantienen niveles de empatía más estables, bajos y menos modificables por la experiencia.
• Los profesionales que muestran mayor empatía, son aquellos que han
participado como voluntarios en el ámbito social o han vivido de cerca la
enfermedad de un amigo o familiar.
• Los profesionales muestran menor empatía cuando tienen un familiar
médico.
• Se produce un aumento del estrés empático en las mujeres, por estar más
expuestas a las emociones de los pacientes.
Auto-cuidado del profesional
Los profesionales de salud corren el riesgo de atender mucho a aquellos
que les rodean y tienden a olvidarse de sí mismos y de cuidar sus emociones. El
grado de estrés emocional que provoca el trabajo en oncología y cuidados paliativos, puede terminar afectando a la vida emocional y personal del paciente por no
saber manejar determinadas emociones que les contagian los pacientes.
En este sentido, es esencial que los profesionales de salud tengan un elevado grado de introspección y sean capaces de detectar esos momentos en los
que están angustiados por todo lo que afrontan cada día en su profesión. Una vez
detectado, es importante dedicarse tiempo a uno mismo (realizando actividades
de ocio, acudiendo a un psicólogo para que le enseñe técnicas para afrontar de
una manera más sana estas situaciones complejas que vive cada día, acudiendo a
terapia de grupo, etc.).
Quiero terminar este bloque temático, haciendo un breve apunte sobre dos
situaciones habituales que nos podemos encontrar en cuidados paliativos que se
producen en cuanto a la información:
1. Pacto de silencio ⇒ “Acuerdo implícito o explícito de alterar la información al paciente por parte de familiares, amigos y/o personal de salud
con el fin de ocultarle el diagnóstico y/o pronóstico y/o gravedad de la
situación” (P. Arranz, J. Barbero, P. Barreto y R. Bayés; 2003).
• Pacto de silencio adaptativo: El paciente evita o niega la información.
• Pacto de silencio desadaptativo: El paciente desea conocer su situación, pero la familia no desea que se le proporcione.
2. Negación ⇒ “Conflicto entre conocimiento de un hecho y la creencia
en él”. Suelen ser pacientes informados pero que prefieren negar una
información que es muy aversiva, amenazante o dolorosa y sobrepasa la
33
Psicooncología básica para profesionales de la salud
capacidad del paciente para afrontarla. (P. Arranz, J. Barbero, P. Barreto
y R. Bayés; 2003).
• Negación adaptativa: Reduce el sufrimiento, es temporal y forma
parte del proceso de adaptación. Evita sentimientos negativos y de
angustia. No supone un obstáculo para la aplicación de tratamientos.
• Negación desadaptativa: Bloqueo de la comunicación y apoyo social.
Es la única defensa del paciente. Impide la toma de decisiones, genera
ansiedad. Es un obstáculo en la aplicación de los tratamientos. Impide
la resolución de asuntos inacabados.
34
La información
BIBLIOGRAFÍA
Arranz P., Barbero J., Barreto P., Bayés R. (2003). Intervención emocional en
cuidados paliativos. Modelo y protocolos. Editorial Ariel ciencias médicas.
Bayés R (2008). Psicología y cuidados paliativos. Revista Infocop, nº 39. Agosto
-Octubre de 2008.
BOE (2002). Ley de Autonomía del Paciente (Ley 41/2002). BOE número 274.
Última modificación 22 Septiembre de 2015.
BOE (2017). Ley de derechos y garantías de las personas en el proceso de morir
(Ley 4/2017), Comunidad de Madrid. 9 de Marzo de 2017.
Cabrera Macías Y., López González E.J., López Cabrera E., Arredondo Aldama
B.C. (2017). La psicología y la oncología: en una unidad imprescindible.
Revista Finlay. Junio, 7(2): 115-127.
Camps V. (2005). Los Fines de la Medicina. Traducción del Informe Hastings.
Cuadernos de la Fundació Víctor Grifolls y Lucas. Número 11.
Cibanal L., Arce Sánchez M.C., Carballal Balsa M.C. (2014). Técnicas de Comunicación y Relación de Ayuda en Ciencias de la Salud. Editorial Elsevier,
España. Tercera edición.
Die-Trill M. (2003). Psicooncología. Ediciones Ades.
Esquerda M., Yuguero O., Viñas J., Pifarré J. (2016). La empatía médica, ¿nace
o se hace? Evolución de la empatía en estudiantes de medicina. Aten. Primaria, 48(4): 8-14.
Hastings Center (2007). Los Fines de la Medicina. Cuadernos de la Fundació
Víctor Grifols i Lucas.
Valverde J.J., Gómez M., Navarrete A. (2015). Guía clínica de comunicación en
oncología. Desclée de Brouwer, Bilbao.
35
Bloque II
ATENCIÓN AL PACIENTE ONCOLÓGICO
3. FASES DE LA ENFERMEDAD Y ABORDAJE
PSICOLÓGICO BÁSICO
3.1. MODELO TRANSACCIONAL DEL ESTRÉS (Lazarus y Folkman)
Sin duda alguna el proceso de enfermedad se desarrolla en una serie de
etapas claramente identificables. Este viaje por la enfermedad, es considerada
como una situación muy estresante para el paciente y su entorno. Por ello, debemos tener en cuenta el Modelo transaccional del estrés. Para comprenderlo
mejor, podemos acudir a la figura 2:
Evaluación primaria
Evaluación secundaria
¿Es una amenaza?
¿Qué puedo hacer?
Modificar la situación estresante
Regular la emoción porque creemos
No poder cambiar la situación estresante
Buscando información
Otras opiniones
No pensar en ello
Iniciar un tratamiento
Re-estructurar o cambiar la emoción
Humor
Figura 2. Esquema inspirado en el Modelo transaccional del estrés de Lazarus y Folkman.
39
Psicooncología básica para profesionales de la salud
Este modelo trata de explicar la reacción ante situaciones estresantes. Ante
una situación de este tipo, se genera como respuesta una determinada emoción.
Sin embargo, la emoción no se suscita directamente del estresor, sino de la valoración que hace el individuo del mismo.
La emoción no depende de la cultura, sino de cómo percibimos y valoramos la situación.
Ante el estrés, se generan dos tipos de valoraciones por parte del sujeto:
1. Valoración primaria: La persona evalúa si la situación es una amenaza
para sí mismo.
2. Valoración secundaria: Valoramos nuestra posible actuación ante una
situación amenazadora. Ante la pregunta ¿Qué puedo hacer?, las posibles soluciones son dos:
• Centrarnos en el problema, tratando de modificar la situación estresante. Bien buscando información (la información reduce la incertidumbre), buscando otras opiniones (la segunda opinión médica) o
bien iniciando el tratamiento.
• Centrarnos en la emoción, tratando de regular en lo posible, la emoción (miedo, incertidumbre, etc.) que genera la situación estresante.
Hay varias maneras de afrontarlo, bien no pensando en lo que nos ocurre (negación o distracción), cambiando la emoción (esforzarnos por
parecer esperanzados en lugar de miedosos), o a través del humor (el
humor negro puede ayudar a afrontar mejor situaciones de este tipo).
Esta valoración secundaria, a su vez, genera una emoción que estará presente en el paciente cuando venga a consulta (miedo, esperanza…).
Cada persona es única y tiende a valorar las amenazas de su vida de un
modo particular dependiendo de las experiencias vividas y de las estrategias que
le han ayudado en el pasado a afrontar mejor las situaciones complejas y estresantes.
No debemos perder de vista que la vida en el siglo XXI está plagada de
estrés en muchos de los ámbitos en los que nos movemos (laboral, familiar, social,
etc.). Estamos expuestos a situaciones puntuales de estrés que activan nuestro
cuerpo y no aporta fuerza para afrontar esos momentos, pero cuando ese estrés se
hace crónico, nuestro cuerpo se desgasta a un ritmo rápido y conlleva una serie
de consecuencias para nuestro organismo.
Numerosos estudios indican que un estrés continuado, puede provocar
diferentes problemas de salud comenzando por una mayor inmunosupresión del
sistema inmune, lo que puede llevar a que la persona estresada se pueda contagiar
40
Fases de la enfermedad y abordaje psicológico básico
de virus y bacterias contra las que su cuerpo normalmente lucha, pero para lo que
en ese momento está agotado y no tiene suficientes recursos.
A nivel emocional, el estrés puede provocarnos ansiedad, frustración,
impotencia, tristeza, incapacidad para disfrutar de momentos de ocio o de vacaciones, supresión de emociones para reducir el sufrimiento, etc. Si estos problemas emocionales continúan en el tiempo, puede llegar a provocar un trastorno
psicológico de tipo ansioso-depresivo y llegar a crear confusiones acerca de quiénes somos y lo que realmente deseamos en la vida.
Un buen manejo del estrés ayudará a las personas a sentirse más satisfechas y felices, pudiendo afrontar los problemas con una actitud más positiva y
con recursos activos (técnicas de relajación y respiración especialmente).
3.2. PERSONALIDAD, ENFERMEDAD Y SALUD
Desde hace varios años se está llevando a cabo un estudio detallado en
cuanto a cómo la personalidad puede influir en la salud y en la aparición de la
enfermedad.
La personalidad es un constructo complejo y para trabajar con él se suele
hablar de rasgos de personalidad concretos que pueden influir en la salud y enfermedad. Si bien los rasgos de personalidad no se pueden ver directamente, es
cierto que podemos tener indicios indirectos de ello (hay personas muy sociables
y otras menos, hay personas introvertidas que les cuesta mostrarse cómodos en
situaciones sociales, etc.).
Desde 1960, comienzan a surgir una serie de investigaciones que tratan de
hallar una serie de características de personalidad que pueden influir en la aparición y mantenimiento del cáncer, llamada “Personalidad tipo C”.
Bleiker concluye que las personas que muestran este patrón de personalidad tipo C, se caracterizan por ser “antiemocionales”, es decir, que tienden a
ocultar sus emociones o reprimirlas. Diversos autores han propuesto una serie
de características que poseen las personas que tienen este tipo de personalidad:
• Control emocional: Estas personas tienden a usar la razón y lógica para
evitar emociones negativas.
• Racionalidad: Tienden a enfrentarse al mundo usando su parte más racional.
• Expresión emocional reducida: Exteriorizan muy poco sus emociones
negativas (enfado, ansiedad y depresión).
41
Psicooncología básica para profesionales de la salud
• Represión emocional: Tienden a inhibir la expresión de emociones. Supone también no implicar a otras personas en sus problemas y no molestar a los demás.
• Necesidad de armonía: Buscan el equilibrio en las relaciones personales.
Aunque en un principio este tipo de personalidad se ha asociado al cáncer,
es cierto que investigaciones más recientes también lo asocian a otras enfermedades crónicas como problemas cardiovasculares, gastrointesinales, endocrinos,
asma, etc. Por lo tanto, un estilo de afrontamiento del estrés basado en la represión emocional, un uso excesivo de la razón y no permitirse sentir emociones
negativas, tiene un impacto directo en la salud.
Pero como no todo es negativo, quiero hablar brevemente de la personalidad positiva que tiene una influencia directa en la salud y el bienestar emocional.
Las personas resistentes en el ámbito de la personalidad, tienden a presentar actitudes protectoras ante el estrés y facilitadoras de un afrontamiento adaptativo de
la realidad.
Podríamos resumir en las siguientes las características de personalidad
que promueven la salud:
• Autoconcepto: Se refiere a nuestra propia identidad, es el primer filtro
de autorregulación que tenemos los humanos. Si la persona tiene claro
cómo es y qué cosas puede hacer y en cuáles necesitará ayuda, tendrá un
camino recorrido muy importante.
• Autoestima: Se deriva del autoconcepto. Se refiere a cómo se aprecia a sí
mismo una persona. Se asocia a emociones positivas con uno mismo que
llevan a lograr las metas que se propongan.
• Autoeficacia: Hace referencia a las creencias que tenemos sobre nuestras
capacidades. Nos ayuda a organizar y ejecutar aquellas acciones que nos
permitan alcanzar nuestras metas. La persona tiene una actitud activa,
potenciando sus recursos emocionales para afrontar situaciones complejas o estresantes.
• Optimismo: El optimismo supone tener unas expectativas positivas acerca de los proyectos y metas que se plantea la persona, sensaciones de
bienestar y pensamientos de felicidad, adaptándose positivamente al estrés (afrontamiento activo) y llevando a cabo hábitos saludables.
Como hemos podido comprobar a lo largo de este punto y el anterior, la
personalidad y el afrontamiento del estrés modulan los resultados posibles ante
una situación muy estresante.
42
Fases de la enfermedad y abordaje psicológico básico
Considero que no podemos ser tajantes al decir que la personalidad provoca determinadas enfermedades complejas que tienen múltiples factores asociados (como en el caso del cáncer), pero sí es interesante saber que la salud emocional nos puede proteger frente al desgaste corporal y psicológico de determinadas
situaciones que nos exigen muchos recursos.
Podemos hablar de la presencia de una mayor vulnerabilidad a desarrollar
determinadas patologías, cuando suprimimos nuestras necesidades y expresión
emocional, cuando deseamos huir de emociones negativas y desagradables o
cuando nos guardamos en nuestro interior las emociones que sentimos.
Una manera de prevenir problemas de salud, es atendiendo a la salud psicológica y emocional.
3.3. FASES DE LA ENFERMEDAD EN ONCOLOGÍA
3.3.1. Sospecha de la enfermedad
En el contínuo salud-enfermedad, el momento de la sospecha sería el punto
de partida.
Este es el momento en que una persona tiene ciertos síntomas que le hacen
sospechar de la enfermedad (bulto en una mama, dolores de cabeza continuados,
debilidad, etc.).
Los estados anímicos que surgen en esta etapa, pueden ser muy variados:
1. Preocupación: En los momentos previos a acudir a la cita con el médico,
el paciente comienza a preocuparse por aquel síntoma (o síntomas) que
están amenazando su salud.
Es probable que el paciente busque en internet la enfermedad que le
puede aquejar. Ello genera, en la gran mayoría de casos, una mayor
alarma y preocupación. La consulta en internet es algo que debemos
tener en consideración, porque los pacientes van a llegar a la consulta
con ideas muy variadas que, probablemente, no se relacionen con su
problema.
Por ello es esencial llevar a cabo una buena información al paciente
cuando está en consulta. Este tema lo veremos un poco más profundamente en la etapa de diagnóstico.
2. Ansiedad: Es muy probable que esa preocupación inicial, se convierta
en ansiedad. Ésta puede expresarse de diferentes maneras:
• Trastornos del sueño: Probablemente en forma de insomnio. En el
caso de la ansiedad, el insomnio suele ser de inicio, es decir, la persona
tiene muchos problemas para conciliar sueño.
43
Psicooncología básica para profesionales de la salud
• Pensamientos recurrentes acerca de lo que le puede ocurrir: Generando una hiperactivación a lo largo del día. En su mente aparecen
constantemente pensamientos negativos sobre aquel síntoma que le
preocupa.
• Distracciones: Pueden surgir problemas de atención derivados de la
preocupación y de no descansar bien. Ello tiene repercusiones en la
vida laboral, pero también en la familiar y social (aislándose por pensamientos recurrentes en la enfermedad).
• Anticipación de consecuencias negativas: A pesar de no haber sido
diagnosticado aún, el paciente “se pone en lo peor”, es decir, que anticipa las peores consecuencias posibles a su bulto o síntomas, aún sin
saber qué le ocurre.
3. Miedo: Es una emoción básica que surge en respuesta a una amenaza a
nuestra integridad.
Podemos tener miedo a padecer una enfermedad “familiar” (asesoramiento en una unidad de consejo genético), miedo a que nos diagnostiquen una enfermedad que conlleve graves consecuencias para nuestra
vida y nuestro cuerpo (amputaciones, quimioterapia…).
Incluso puede surgir el miedo a que esa supuesta enfermedad aún no
diagnosticada, pueda suponer nuestra muerte.
En este punto, la persona suele decidir acudir al médico para salir de
dudas. Aquí la cuestión del tiempo toma una importancia esencial.
4. Sufrimiento: Podemos definirlo como aparece en el Informe Hastings:
“El dolor se refiere a una aflicción física aguda y se manifiesta de muchas
formas: dolor agudo, punzante, penetrante. El sufrimiento, en cambio,
se refiere a un estado de preocupación o agobio Psicológico, típicamente
caracterizado por la sensación de miedo, angustia o ansiedad”.
Como expresa Ramón Bayés, el tiempo es subjetivo. Un buen indicador
de la presencia del sufrimiento, es que cuando éste está presente, parece
que el tiempo se alarga hasta el infinito, tanto que tan solo una hora,
puede parecer un día entero.
De hecho, en una investigación llevada a cabo entre 15 hospitales, 13
españoles y 2 latinoamericanos, con 400 pacientes de cáncer y SIDA al
final de la vida, registraron que:
• Un 85,5% de los pacientes que decían encontrarse “regular”, “mal”
o “muy mal”, decían que el tiempo se les hacía “largo o muy largo”.
44
Fases de la enfermedad y abordaje psicológico básico
• Sin embargo, el 76,6% de los pacientes que decían encontrarse “bien”
o “muy bien”, afirmaban que el tiempo se les hacía “corto o muy
corto”.
Por eso es esencial que la sanidad haga una buena gestión en las listas de
espera, ya que si se prolongan en el tiempo las visitas médicas esenciales
(como en el momento de sospecha), ello tiene consecuencias directas en
el paciente.
La espera en el diagnóstico o en la primera visita al especialista, genera
una gran incertidumbre.
La incertidumbre es un estado en el cual el paciente se siente perdido y
solo, ya que no tiene ninguna capacidad de control. El no poder hacer
nada más que esperar, aumenta su angustia y ansiedad, así como el
estrés.
5. Aspectos cognitivos y flexibilidad psicológica: Cuando estamos preocupados, nuestra mente divaga y comienza a hacer asociaciones inesperadas entre los sucesos de nuestra vida y las expectativas que imaginamos.
En cáncer, es habitual que ante el miedo de tener dicha enfermedad, la
mente de las personas divague hacia temas del tipo “el cáncer es incurable”, “si tengo cáncer moriré“, etc. Estos pensamientos provocan más
miedo y tristeza en el paciente, por lo que puede llegar a acudir a la
consulta muy agitado y angustiado, anticipando un resultado del que no
puede estar seguro.
La flexibilidad psicológica se refiere a la capacidad de estar en contacto
con las emociones de nuestra mente y convivir con ellas, aceptándolas y
no reprimiéndolas. Aquellas personas que son poco flexibles psicológicamente, tienden a tener dificultades para entrar en contacto con sucesos
negativos que les ocurren, les puede llevar a evitar conductas de prevención o no acudir al médico ante síntomas leves.
La flexibilidad psicológica se relaciona con indicadores de bienestar
tales como: emociones positivas, calidad de vida y menores niveles de
ansiedad, depresión y estrés.
Si bien es cierto que el personal de salud no tiene ningún control sobre esta
etapa inicial, conocer el camino que ha recorrido el paciente antes de llegar
a la consulta, nos ayudará a comprenderle mejor y a ser más empáticos con
él.
45
Psicooncología básica para profesionales de la salud
En el caso del cáncer, no debemos olvidar la atención que se le da a esta
enfermedad en los medios de comunicación y en la sociedad en general. Esta
información suele centrarse en la prevención (campañas sanitarias para detección precoz de la enfermedad donde se indican los síntomas habituales), en el
tratamiento (es habitual que se hable de la quimioterapia y de las consecuencias
negativas que ésta tiene en el organismo) y en algunos efectos secundarios de
los tratamientos (amputaciones, aumento de peso, tristeza, ansiedad anticipatoria
ante las revisiones, etc.).
Estar tan expuesto a este tipo de informaciones que no siempre se adaptan
a la realidad y que suelen referirse a aspectos negativos, puede hacer que algunas
personas desarrollen un miedo profundo a acudir al médico para confirmar o descartar una posible enfermedad como el cáncer.
Los medios de comunicación son especialmente útiles para difundir información general y promover las campañas de prevención de cáncer y la realización
de pruebas de screening para descartar problemas que pudieran estar presentes al
formar parte de la población de riesgo a desarrollar dicha enfermedad (por edad,
sexo, por antecedentes familiares, etc.).
3.3.2. D
iagnóstico
Hoy en día muchos de los esfuerzos están dirigidos hacia la detección
precoz, por ello en la sanidad se aboga por un enfoque un poco diferente basado
en la prevención de ciertas enfermedades que, además de generar un gran gasto
para la sanidad, cuanto antes se diagnostiquen y se inicien los tratamientos, mejor
pronóstico tendrá el paciente. Por ello, son fundamentales las pruebas de screening. Esto parece claro en el caso de cáncer de mama o de próstata.
A pesar de ello, no todas las personas que pueden hacerse estas pruebas de
detección precoz, acceden a ellas con una actitud positiva. Aquellas personas que
las perciben como una amenaza y creen tener alto riesgo de padecer la enfermedad, así como aquellas que suelen preocuparse por su familia, tienden a postergar
o no realizar dichas pruebas.
Otro tema bien distinto es el relacionado con consultas de consejo genético, ya que quien acude a dicha consulta, suele tener una vulnerabilidad al cáncer
superior a la población general. Estos pacientes tienen una historia familiar oncológica extendida. El lado positivo de estas consultas es que llevar a cabo las
medidas de seguimiento y/o medidas profilácticas, ayudan a tener una mayor
sensación de control.
46
Fases de la enfermedad y abordaje psicológico básico
Cuando hablamos de la etapa de diagnóstico, nos estamos refiriendo a una
etapa posterior a la realización de las pruebas. A nivel psicológico, los pacientes
suelen presentar:
• Ansiedad: La necesidad de saber qué han encontrado los médicos, genera
nerviosismo y ansiedad. La ansiedad puede llegar a ser muy elevada una
vez comunicado el diagnóstico, de ahí la importancia de que el personal
de salud esté bien entrenado en dar malas noticias, evitando en la medida
de lo posible la aparición de la ansiedad en una etapa temprana de la
enfermedad.
La ansiedad está provocada por una serie de pensamientos anticipatorios
que adelantan una situación negativa aunque no se tiene conformación de
ello. Los pensamientos negativos anticipatorios habituales en esta etapa
de diagnóstico del cáncer, se suelen centrar en: el miedo a la evolución
de la enfermedad y a los tratamientos, pensamientos sobre la muerte, el
temor de que sus seres queridos sufran por un diagnóstico de una enfermedad como el cáncer, la sensación de pérdida de control, temores y
preocupaciones sobre el propio cuerpo y las consecuencias de los tratamientos, el sufrimiento propio, problemas para expresar sus emociones
por miedo a hacer daño a otros o a que no les comprendan, etc.
• Negación: La fase en la cual el paciente se dice a sí mismo que eso
no es verdad. Puede ir acompañado de una sensación de desrealización
(“esto no está pasando”) o despersonalización (“esto no me está pasando
a mí”).
La negación es una estrategia de afrontamiento que surge cuando una
situación supone una gran amenaza. Es el modo que tiene nuestra psique
o mente, de protegerse de una información muy amenazante y/o dolorosa.
Ante esta situación, nos encontramos con dos tipos de pacientes, que
llevan a cabo acciones opuestas, en cuanto a su actitud hacia la información de la enfermedad:
-- Pacientes amortiguadores: Prefieren olvidar y evitar información reiterada y exhaustiva negativa. Se distraen o monimizan la importancia
de la información amenazante. Las entrevistas que se tengan con este
tipo de pacientes, deben ser preparadas previamente de una manera
adecuada.
-- Pacientes incrementadores: Consideran la enfermedad como un reto
y desafío, quieren conocimientos profundos. Focalizan su atención en
47
Psicooncología básica para profesionales de la salud
esta búsqueda de información de lo que les ocurre, llevando a cabo
estrategias activas de afrontamiento.
La información que concuerde con su estilo de afrontamiento, reducirá
la ansiedad y viceversa.
• Aceptación pasiva: Tras recibir la noticia, el paciente parece haber “aceptado” lo que le ocurre, aunque en realidad hay un cierto embotamiento o
anestesia emocional (incapacidad de sentir nada), ya que su mente aún
está procesando la información amenazante del diagnóstico. Estos pacientes necesitan algo de tiempo para asimilar lo que les ocurre.
• Distrés: Podríamos definir el distrés como una mezcla de ansiedad y
depresión. Esta mezcla de emociones es habitual en oncología. Los niveles elevados de esta sintomatología mixta de ansiedad y tristeza, suelen
reducirse con el tiempo y el fin de los tratamientos. A pesar de ello, se
ha observado que aquellas mujeres diagnosticadas de cáncer de mama
que han sido diagnosticadas a raiz de campañas preventivas sin síntomas
previos a su diagnóstico, tiene una menor reducción de su distrés frente a
aquellas que tenían síntomas claros de la enfermedad antes de realizarse
las pruebas diagnósticas.
En un estadio realizado en 2016 con pacientes que padecían cáncer de
mama (Gibbons, A.; Groarke, A.M.; Sweeney, K. Predicting general and
cancer-related distress in women with newly diagnosed breast cancer.
BMC Cancer. 2016), observaron que aquellas intervenciones que abordan la evaluación y manejo de los síntomas, pueden ser útiles para regular la ansiedad y depresión. Es decir, que desde el equipo de salud, una
buena información de los síntomas de la enfermedad o de las consecuencias de los tratamientos y cómo manejarlos, puede ser una buena manera
de reducir la sintomatología ansioso-depresiva habitual en los pacientes
oncológicos y aliviar la angustia asociada a esta enfermedad.
¿Qué puede hacer el personal de salud?
Este es un momento en el que los de salud informan constantemente al
paciente, y es precisamente en la manera en que se informa, donde ayudarán a
una mejor adaptación al diagnóstico.
La información aportada al paciente, debe caracterizarse por:
1. Información secuencial: Tener en cuenta los diferentes momentos o
fases del proceso asistencial, de forma que sea específica y concreta a
48
Fases de la enfermedad y abordaje psicológico básico
la situación en que se encuentra. Ejemplo: enseñar las prótesis tras una
mastectomía, pero no antes de la operación.
2. Una información muy amplia NO beneficia: Genera confusión, incertidumbre, aumenta la ansiedad... Mejor no informar a que la información
sea incompleta, ambigua o vaga.
3. Información administrada por el especialista en la materia (médico,
enfermera, psicólogo...), así como al propio interesado o a la familia, o
a quien autorice el paciente.
4. Información práctica: Es importante que la información que se le da al
paciente, contenga instrucciones claras y consejos prácticos sobre cómo
manejar síntomas o cómo afrontar las preocupaciones diarias por medio
de técnicas como la distracción o la realización de actividades de ocio
que motiven al paciente.
5. Inicialmente se aporta información oral, completándose con información impresa.
6. Ha de ser congruente: Lo que se le dice al paciente por diferentes canales de información (y diferentes profesionales) ha de ser similar.
Conocer un diagnóstico de cáncer siempre va a generar reacciones emocionales negativas, si bien es cierto que aquel paciente que posee información adecuada sobre la enfermedad y tratamiento, está más satisfecho, es más cooperador
y controla mejor su enfermedad, además de tener mejor adherencia a la terapia
(Bernstein).
Dada la amenaza que supone la información que el médico proporciona al
paciente, deberíamos tener en cuenta los siguientes datos:
Si lo oigo lo olvido, si lo veo lo recuerdo y si lo hago lo sé.
•
•
•
•
•
•
El paciente solo retiene un 10% de la información leída.
El paciente retiene un 20% la información oída.
El paciente recuerda el 30% de la información vista.
El paciente recuerda el 50% de la información vista y oída.
El paciente recuerda un 70% de la información que ellos mismos dicen.
El paciente recuerda un 90% de lo que hacen y dicen.
49
Psicooncología básica para profesionales de la salud
Es fundamental ser conscientes de que en el momento en que se confirma
la presencia de la enfermedad, el paciente ha sufrido un shock, y ello genera que
muchos de los asuntos hablados en la entrevista, no los recuerde más adelante.
Algo a tener en cuenta es que muchos pacientes que acuden por segunda
o tercera vez al especialista, aún suelen tener una gran ansiedad, por lo que sus
dudas o preguntas quedan en el olvido una vez que están en el despacho del
médico. Por eso, es muy útil aconsejar al paciente que se apunte las dudas en
casa, y que se lleve la lista a la consulta para evitar mayores preocupaciones.
Cuando hablamos de informar al paciente, debemos tener en cuenta que
dicha información debe ser:
1. Breve y concisa.
2. Emplear un lenguaje adaptado a la comprensión y nivel cultural del
paciente.
3. Asegurarse que la información se ha comprendido.
4. Identificar temores (¿Qué es lo que más le preocupa?).
5. Identificar el apoyo social del paciente.
6. Ofrecer recursos (asociaciones, psicooncólogo…).
Una reacción totalmente natural, puede ser que el paciente se eche a llorar.
Sé que este tema suele incomodar a muchos médicos y también enfermeras,
puesto que no saben cómo acceder al paciente que, aparentemente, ha “perdido
el control emocional”.
Ante ello, tan solo hay que dejar que el paciente se desahogue. La máxima
señal de apoyo en estos casos, no son las palabras, sino la mera presencia. Acercarse al paciente y tocarle la mano, es mucho más eficaz que hacer grandes esfuerzos para que cese el llanto. Ofrecer un pañuelo si aún no lo tienen, es otra forma.
Debemos tener presente que una persona que llora en nuestra presencia,
está indicando un grado de confianza elevado en nosotros, ya que nadie desea
mostrar sus emociones en público tan abiertamente.
Sin duda alguna, los profesionales expuestos a este tipo de situaciones de
manera habitual, quedarán afectados. A lo largo del tiempo, incluso pueden sentir
una gran sobrecarga emocional, y en los peores casos, desarrollar un síndrome de
burnout. Hablaremos de este tema y de algunas estrategias eficaces para evitarlo,
en el final de este bloque, así como en el bloque III.
En este punto tan temprano de la enfermedad, hay pacientes que ya pueden
hacer preguntas del tipo: “¿Me voy a morir?”. Ante estos casos, emplearíamos
las habilidades aprendidas previamente con el counselling.
50
Fases de la enfermedad y abordaje psicológico básico
CÓMO ACTUAR ANTE PREGUNTAS SOBRE LA MUERTE
Ante esta pregunta, nuestro objetivo es conocer lo que el paciente sabe acerca de
su diagnóstico. Estas preguntas suelen formularlas aquellos pacientes que tienen
miedos y no los verbalizan de otro modo (miedo a dejar a su familia, miedo a no
poder ver la boda de su hija, etc.). En cualquier caso, ante estos temas, lo ideal es
hablar un poco más con el paciente.
Aunque el hecho de huir de dichas preguntas parece más atractivo, en realidad al
hacerlo, estamos rechazando la confianza que el paciente ha depositado en nosotros y le estamos enviando a casa con más dudas y tristeza.
Una de las mejores maneras de manejar este tipo de cuestiones, es a través de otra
pregunta:
“¿Por qué piensa eso?”
“¿Qué es lo que más teme?”
De este modo, ahondamos en su preocupación y validamos sus temores, normalizándolos, ası́ el paciente no creerá que sus dudas están fuera de lugar.
Para aquellos que piensen que responder a una pregunta con otra pregunta, es una
manera de desviar estos temas complejos, tan solo deben pensar que de este modo
se hace todo lo contrario, puesto que nos estamos interesando en sus sentimientos
y es una manera de tratar de comprenderles. No huimos del miedo que generan
ciertos temas como la muerte, sino que los afrontamos junto con el paciente.
Para ejemplificar la importancia de la escucha activa con el paciente, me
gustaría transcribir un fragmento del libro de Albert Jovell: “Cáncer. Biografía de una supervivencia”, que animo a leer para entrar en el día a día de
un enfermo de cáncer, que además era médico:
“No sé por qué nos cuesta tanto entender que, a veces, lo único que los
enfermos quieren es compañía. Sentir que estamos a su lado. Sentirnos
comprendidos. Otras veces, quieren hablar. Por eso, porque no estamos
educados en el arte de saber escuchar y tampoco en el de saber acompañar,
nosotros hablamos para que los enfermos no hablen. Preferimos manejar
nuestras palabras que calmar sus lágrimas. Hablar resulta más cómodo y
nos permite controlar mejor el momento”.
51
Psicooncología básica para profesionales de la salud
3.3.3. T
ratamiento
Con la evolución de los tratamientos oncológicos, el cáncer se está convirtiendo en una enfermedad crónica. Por ello es esencial unos cuidados continuados que persiguen la atención integral de la persona en todas las facetas de la vida
(modelo bio-psico-social).
Es esencial que los profesionales de estas diferentes áreas lleven a cabo
una formación continuada para adquirir habilidades muy necesarias en su trabajo
diario.
Los tratamientos en oncología son de 3 tipos principalmente:
1. Cirugía: Esta fase requiere la hospitalización del paciente, teniendo que
adentrarse en ese universo extraño en el cual no tiene ninguna capacidad
de control. Por eso es importante, en la medida de lo posible, que el
paciente pueda controlar alguna faceta de su vida en el hospital (ejemplo: Ir solo al baño, comer solo, realizar alguna actividad placentera
durante las largas horas del día…).
El estrés que desarrolla el paciente depende de la etapa de la enfermedad. El máximo punto de estrés, es precisamente el de la cirugía, disminuyendo paulatinamente tras esta etapa. Se produce un lento aumento
del estrés cuando la enfermedad se ha cronificado.
En ocasiones la cirugía conlleva la amputación o presencia de graves
cicatrices que pueden alterar la imagen corporal del paciente. Es cierto
que la cirugía reconstructiva ha mejorado muchos de estos aspectos,
pero no podemos olvidar los cambios físicos que sufren muchos pacientes.
En estos casos, el personal de salud carece del tiempo y conocimiento
necesarios para tratar dichos problemas, pero tienen el poder de derivar
a un especialista que pueda tratar adecuadamente al paciente. La derivación a otro profesional puede ser vivido por algunos profesionales como
un fracaso, pero lo cierto es que llevando a cabo este procedimiento,
están demostrando una gran competencia y profesionalidad.
• Fase pre-operatoria: La ansiedad parece estar presente en casi todos
los casos. Suele estar relacionado con las experiencias vividas previamente, más que con la gravedad de la situación. No olvidemos que
informar adecuadamente al paciente de lo que padece y en lo que consistirá la operación, ayuda a reducir la ansiedad y preocupaciones.
El miedo es otra emoción común en esta etapa. Puede ser miedo al
daño corporal, a la mutilación y/o a la muerte (no despertar de la anes52
Fases de la enfermedad y abordaje psicológico básico
tesia). Ante el miedo, nuestra mejor manera de combatirlo, es hablar
de él. Sentarse junto al paciente y explorar sus miedos es muy eficaz.
Podemos usar preguntas del tipo: “¿Le preocupa algo en particular?”, “¿Tiene alguna duda?”, de este modo creamos un espacio de
confianza, donde el paciente se puede sincerar.
Es muy importante que previo a la operación, hagamos una exploración básica de problemas psicológicos o psiquiátricos. Lo podemos
hacer preguntando directamente al paciente y/o familia, o bien en
aquellos casos en los que el personal de salud tiene dudas a este respecto, llamar al especialista para confirmar las sospechas. Ejemplo:
“¿Ha tenido o tiene problemas psicológicos y/o psiquiátricos en su
vida?”.
• Fase intra-operatoria: En algunos casos, los pacientes pueden ser
conscientes de lo que ocurre durante la operación a pesar de estar
anestesiados. A los pacientes que les ocurre esto, presentan elevada
angustia y necesidad de pedir ayuda y no poder hacerlo por parálisis
muscular. Si esto ocurre, más tarde los pacientes presentan síntomas
de haber vivido una situación traumática: Pesadillas persistentes sobre
la operación, ansiedad, inestabilidad, temor excesivo a la muerte.
En estos casos, es esencial que el personal de salud mantenga conversaciones con el paciente durante la operación y se relacionen con él
como si no estuviera sedado.
El papel esencial del personal de salud en estos casos, es estar atento
a lo que diga el paciente y derivar al psicooncólogo o psiquiatra para
tratar esa sintomatología traumática.
• Fase post-operatoria: Cuando el paciente se despierta de la anestesia,
lo normal es que pregunte si han podido extirpar el tumor.
Cuando el paciente es trasladado a la UCI, éste puede tener pensamientos ambivalentes. Piensa que está grave y ello genera temor o
tristeza. El traslado a planta, sería interpretado como mejora.
Hallarse en la UCI, rodeado de sonidos de las máquinas que registran la actividad fisiológica del paciente, estar inmovilizados, entubados, depender del personal de salud completamente, así como la
incapacidad de expresar sus miedos, generan diferentes reacciones en
el paciente, tales como ansiedad, miedo, impotencia, rabia e ira. Estas
reacciones emocionales irán desapareciendo con el tiempo y a medida
que se vayan recuperando.
53
Psicooncología básica para profesionales de la salud
Tras haberse recuperado físicamente de la intervención quirúrgica, el
paciente tiene que llevar a cabo una adaptación emocional a los cambios
producidos por la enfermedad. Esta adaptación emocional será buena si el
paciente puede volver a incorporarse a su vida normal.
Sin embargo, en aquellos casos donde sean necesarios más tratamientos (quimioterapia, radioterapia) o los resultados de la cirugía no hayan
sido tan positivos como se esperaba, el paciente puede presentar tristeza,
depresión (en ocasiones) y una actitud negativa respecto a lo que aún
tiene que afrontar.
En esta fase post-operatoria, es muy útil informar al paciente del itinerario
a seguir a partir de este momento. Cuando el personal de salud observe
respuestas en el paciente que no son las usuales, de nuevo derivar a un
especialista (psicooncólogo y/o psiquiatra) es esencial.
Ante las mutilaciones y deficiencias funcionales o de imagen corporal, es
fundamental que el paciente haya sido informado antes de la operación, ya
que de este modo pueden “prepararse psicológicamente” ante tales consecuencias. A pesar de estar informado, lo normal es que necesite tiempo
para aceptarlas y adaptarse a ello. En todo caso la derivación al especialista en una etapa tan temprana, siempre es positiva para el paciente.
Es esencial conocer el significado que el paciente le otorgaba al miembro
u órgano amputado.
• Cáncer de mama: Dudas sobre la feminidad, atractivo sexual o incluso
sobre la maternidad y problemas de imagen corporal.
• Cáncer de pene-próstata: Dudas sobre la masculinidad, capacidad sexual y problemas en la imagen corporal.
• Colostomías y urostomías: Sentimientos de suciedad, vergüenza y asco.
• Cáncer de cabeza y cuello: Se sienten como “un monstruo”, baja autoestima. En el caso de pacientes que sufren este tipo de cáncer, los
niveles de ansiedad suelen ser muy elevados (entre un 5% y un 87%).
Dichos niveles de ansiedad vienen determinados por los cambios fisiológicos en su rostro y cuello, pero también por tener que aprender a
hablar de una forma diferente y tener que acudir a rehabilitación para
lograrlo. Lo habitual es que la ansiedad se reduzca cuando se finalicen
los tratamientos, pero en el caso de los cánceres de cabeza y cuello, la
ansiedad continúa incrementándose tras los tratamientos.
La tristeza es otra de las emociones habituales en el paciente que ya ha sido
intervenido para eliminar el tumor. Actualmente la palabra depresión es
54
Fases de la enfermedad y abordaje psicológico básico
empleada habitualmente incluso en casos donde no se tiene depresión,
de ahí que dicha palabra haya perdido el sentido que tiene y se utilice en
sustitución a otras como tristeza. Aunque esto parezca algo sin importancia, en realidad la etiqueta que se le otorga al proceso emocional que
padece el paciente es esencial, ya que ello dirigirá la intervención farmacológica y psicológica de los problemas del paciente.
Debemos tener clara la diferencia entre tristeza y depresión, para ello
podemos consultar la siguiente tabla:
Tabla 2. Resumen de las diferencias entre depresión y tristeza reactiva.
Depresión
Tristeza reactiva
Sentimientos de tristeza.
Asociado al sentimiento de pérdida de
algo que apreciamos y que previamente
poseíamos.
Anhedonia: Incapacidad de disfrutar con
actividades anteriormente placenteras.
Presencia reciente de precipitantes
(reales y/o simbólicos).
Sentimientos de inutilidad y culpa.
Reacción normal ante el diagnóstico de
una enfermedad que pone en peligro la
propia vida.
Incapacidad para afrontar el futuro.
Intensidad moderada.
Pérdida de interés en los demás.
Sintonía afectiva.
Aislamiento social y rechazo de
relaciones interpersonales.
Puede surgir aislamiento y soledad.
Triada cognitiva (visión negativa de sí
mismos, del mundo y del futuro).
Puede ir unida a baja autoestima,
desánimo, aflicción y abatimiento.
Ideación y/o intento suicida.
Se mantiene el funcionamiento habitual.
Esquemas cognitivos automáticos y
creencias disfuncionales.
En ocasiones aparecen sentimientos de
culpa por omisión o comisión de actos.
Alteración en los patrones de sueño y
alimentación.
Duración breve que no llega a suponer
un problema grave en la vida de la
persona.
Duración mínima de 2 semanas para
diagnosticarlo.
55
Psicooncología básica para profesionales de la salud
El dolor es un síntoma común tras una cirugía. Algo esencial es un buen
control del dolor, pautando la medicación. Si bien es cierto que podemos
tomar ciertas medidas para reducirlo de manera no farmacológica:
• Atención: Cuando solo atendemos al dolor, éste aumenta. Por ello es
fundamental aplicar determinadas técnicas de distracción, es decir,
realizar una actividad placentera (leer, hacer crucigramas, escuchar
la radio…). Si desviamos la atención del dolor, éste no será tan insoportable.
• Técnicas de relajación y visualización: El control de la respiración
(realizando 3 inspiraciones profundas) es un buen modo de relajarse.
• Hay técnicas de visualización muy útiles (imaginarse que el dolor es
un globo y que el propio paciente lo pincha con un alfiler. Según se va
desinflando el globo, el dolor disminuye hasta desaparecer).
La aplicación de un protocolo de visualización debe ser realizado por
un especialista (psicooncólogo), aunque aconsejar un ejercicio como
el anterior por parte de las enfermeras, puede ser útil a corto plazo.
2. Quimioterapia: Esta es otra de las opciones terapéuticas en oncología,
ya sea como tratamiento único, como co-adyuvante incluso en cuidados
paliativos para controlar síntomas.
El objetivo de la quimioterapia es actuar sobre la división celular, para
destruir el máximo número posible de células cancerígenas. Sin embargo
este tratamiento también destruye células sanas, siendo un tratamiento
inespecífico, ya que ataca por igual a las células sanas y a las enfermas.
La quimioterapia produce una serie de síntomas indeseados:
• Caída del pelo: Suele ser uno de los efectos adversos más traumáticos,
especialmente en las mujeres, tanto por una cuestión estética, como
porque el pelo se cae a mechones. Suele aparecer a las 2 o 3 semanas
de inicio del tratamiento.
Para evitar que las pacientes vivan este suceso como traumático, se
suele recomendar que se corten el pelo antes de que esto suceda. Como
solución, las pacientes pueden llevar un pañuelo o gorro en la cabeza,
o bien usar pelucas.
Aunque la pérdida de cabello pueda parecer un efecto secundario menor en comparación con padecer cáncer, en un 8% de los pacientes
es un asunto muy importante porque es una de las razones que les
llevan a rechazar el tratamiento de quimioterapia. Además, es habitual
56
Fases de la enfermedad y abordaje psicológico básico
la aparición de distrés (mezcla de ansiedad y depresión) y angustia
anticipatoria ante la posibilidad de perder el cabello.
La importancia de la pérdida del cabello va mucho más allá de la mera
caída del pelo, está asociado directamente con la imagen corporal,
impactando negativamente en la austoestima de los pacientes (especialmente en mujeres aunque también en hombres). Esta insatisfacción con su imagen corporal, termina afectando a su confianza y a
problemas en las relaciones sexuales.
Además de ello, el cáncer se representa por la pérdida de cabello, por
lo que el paciente se siente expuesto a que todos con quienes se cruza
sepan que está enfermo. Para algunos pacientes, la pérdida del cabello
es un recordatorio constante de su enfermedad.
Para otros, la pérdida de cabello es indicio de que el tratamiento de
quimioterapia es lo suficientemente fuerte como para acabar con la
enfermedad, por lo que viven este efecto secundario como algo que
les aporta fuerza.
Dado que cada persona es única, es importante poder hablar de estos
temas con el paciente y que nos diga qué significa para él o ella la
pérdida del cabello. En base a lo que nos respondan, podremos dar
esos consejos previos que he dado sobre cómo afrontar mejor la pérdida del cabello. Si atendemos a estas pequeñas cosas que preocupan
al paciente, lograremos una buena alianza terapéutica y el paciente
sentirá que nos puede hablar de cualquier cosa que le preocupe por
pequeña que sea. Recuerda que el paciente no espera respuestas perfectas, tan solo desea poder comunicar lo que lleva en su interior y no
se atreve a contar a cualquier persona por miedo a no ser comprendido.
• Náuseas y vómitos: Aunque se han producido avances importantes en
este sentido, se estima que el 50% de los pacientes lo padecen. Este síntoma se produce porque el cerebro identifica a la quimioterapia como
un veneno y las náuseas y vómitos tratan de eliminarlo del cuerpo para
evitar daños mayores. Hoy en día existen medicamentos que previenen
la emesis.
Suele ser infravalorado por médicos y enfermeras pero es un efecto
secundario muy desagradable.
La quimioterapia se puede administrar como único tratamiento o junto a
otros procedimientos:
57
Psicooncología básica para profesionales de la salud
-- Quimioterapia neo-adyuvante: Se administra la quimioterapia antes
de la cirugía para reducir un poco el tamaño del tumor.
-- Quimioterapia concomitante: La quimioterapia se administra junto
a otro tratamiento como la radioterapia.
-- Quimioterapia adyuvante: La quimioterapia se aplica después de la
cirugía para eliminar metástasis.
La intensidad de la emesis no depende solo de la quimioterapia, sino
que existen otros factores asociados a características del paciente
como: ser mujer y ser abstemio. En el caso de las mujeres, aquellas
que durante el embarazo vomitaban habitualmente, tendrán más náuseas y vómitos en la quimioterapia. Pacientes tratados previamente
con quimioterapia, son propensos a una mayor emesis.
En algunos pacientes que llevan varios ciclos de quimioterapia, surge
la emesis anticipatoria, de modo que se ha condicionado el vómito con
la quimioterapia, y antes de que le administren la dosis, ya comienzan
a vomitar. A pesar de que se pueden administrar fármacos, en ocasiones es necesario un psicooncólogo que lleve a cabo una terapia de
desensibilización.
• Deterioro cognitivo: También es llamado “chemobrain”. La administración de quimioterapia, puede provocar dificultades a nivel cognitivo
como problemas de concentración y memoria, problemas de razonamiento y habilidad visoespacial. Entre un 15-50% de los pacientes tratados con quimioterapia, padecen este efecto secundario.
Los problemas cognitivos mencionados previamente, pueden ser consecuencia de la preocupación, ansiedad y (en ocasiones) depresión por
tener que afrontar la enfermedad.
En algunos casos, la cirugía ha podido reducir algunas capacidades cognitivas. En estos casos, y ante la duda, lo ideal sería derivar al paciente a
neurología para que lleven a cabo una exploración más profunda.
Podemos hacer una intervención breve en este problema, promoviendo
la expresión emocional para reducir los niveles de ansiedad y tristeza.
Fomentando actividad cognitiva leve para ejercitar la atención, concentración y razonamiento (leer, sopas de letras, crucigramas, etc.) o por
medio de la relajación, meditación.
• Astenia: Este síntoma es uno de los más comunes en cáncer. La fatiga o
cansancio asociado a la quimioterapia (y en ocasiones a la radioterapia),
suele ser muy incapacitante para el paciente y tiene un impacto directo
58
Fases de la enfermedad y abordaje psicológico básico
en su calidad de vida. En la mayoría de los casos, suele desaparecer tras
la finalización del tratamiento, pero en un pequeño porcentaje de la población, persiste.
Es esencial realizar una evaluación personalizada al paciente que refiere
padecer astenia, ya que ésta no solo depende de la quimioterapia, sino
que hay otros factores emocionales y psicológicos que pueden modular
su presencia. En ocasiones los pacientes consideran que esta fatiga no
tiene solución, por lo que no siempre hablarán de este síntoma, atribuyéndolo a algo que tendrá que soportar de aquí en adelante.
Cómo abordar la astenia: Podemos recomendar al paciente realizar una
actividad moderada que le motive, pues esto suele atenuar parte de la
fatiga. También es útil cierta actividad física que el paciente sea capaz de
realizar y no le resulte excesivamente fatigosa.
3. Radioterapia: Es otro de los tratamientos más usados en oncología, ya
sea como coadyuvante o como tratamiento principal. En muchas ocasiones, los pacientes que se tienen que someter a sesiones de radioterapia
pueden presentar:
• Miedo: Especialmente cuando interpretan esta modalidad de intervención como que el tumor no es accesible por medio de cirugía. Esto les
puede llevar a pensar que su enfermedad no tiene cura. Para combatir
este tipo de pensamiento, de nuevo es fundamental una información
honesta y real acerca del estado de la enfermedad.
• Ansiedad: Puede surgir por tener que estar “atrapados” bajo una máquina durante la aplicación del tratamiento, aunque no suelen decirlo
al personal de salud .
Una vez más la información previa a lo que tendrá que enfrentarse
el paciente, es la mejor manera de prevenir malos entendidos. Todo
esto fomenta la adherencia terapéutica, siendo esencial para su mejora. Por ello es muy importante preguntarle al paciente su historia
psicológica y/o psiquiátrica, ya que problemas de agorafobia, ataques
de pánico, etc, determinarán que el paciente acuda a las sesiones de
radioterapia. En estos casos, la colaboración con un psicólogo o psiquiatra es esencial.
• Depresión: Esta reacción es común en los pacientes que ya han recibido previamente la radioterapia, ya que piensan que si en esta ocasión
el tratamiento no es efectivo, no podrán recibirla de nuevo (por haber
llegado a la máxima dosis posible de radiación para ese órgano o tejido).
59
Psicooncología básica para profesionales de la salud
• Problemas sexuales: Son comunes tras la administración de radioterapia en los genitales. En estos casos preguntar al paciente y derivarlo a
un psicólogo, puede ser la solución.
• Deterioro cognitivo: Al igual que ocurre con la quimioterapia, no podemos asegurar que todos los pacientes que reciben radioterapia, tendrán este tipo de consecuencias. En tumores cerebrales o del sistema
nervioso central, es usual la destrucción neuronal, por lo que se pueden producir graves pérdidas de funciones neurológicas.
Las secuelas a largo plazo que deja la radioterapia, suele requerir el
apoyo psicológico al paciente y su familia.
3.3.4. E
tapa libre de enfermedad
Aquel paciente que ha padecido un cáncer y lleva al menos un año sin tratamientos ni enfermedad, es llamado superviviente. Aunque en muchos estudios
hablan de etapa libre de enfermedad o curación, si el paciente lleva 5 años sin
tratamientos.
Las secuelas psicológicas de los tratamientos, suelen ser obviados por el
personal de salud en pacientes libres de enfermedad. Esta misma actitud se repite
en el ámbito laboral, familiar y de amistades, por lo que el superviviente se siente
aislado, incomprendido y solo.
No podemos olvidar que muchos pacientes sufren graves pérdidas físicas
(amputaciones) y funcionales como consecuencia de los tratamientos. Durante
esta etapa libre de enfermedad, el paciente ha de enfrentarse a la pérdida y debe
tratar de afrontarla.
En cierta medida, tienen que desarrollar un duelo por su pérdida (del mismo
modo que llevamos a cabo un duelo por un ser querido).
En esta etapa, el paciente que ha sufrido una pérdida de este tipo, tiene
que re-estructurar sus esquemas corporales y la imagen de sí mismo. Para ello es
esencial que acuda a un especialista que ofrezca apoyo psicológico y herramientas para atravesar su duelo.
Estos momentos son fundamentales porque el superviviente tendrá que
invertir gran cantidad de su energía, en el trabajo psicológico que supone “volver
al día a día”.
No se trata de aprender psicología. Se trata de pensar psicológicamente.
J. Begler
60
Fases de la enfermedad y abordaje psicológico básico
Tras la recuperación de una enfermedad como el cáncer, las alteraciones
psicológicas que sufre un superviviente son múltiples: alteraciones de la imagen
corporal, del estado anímico, temor a la recidiva, problemas de adaptación familiar, social y laboral….), y es importante hacerle saber al paciente, en las revisiones, que todo ello es un proceso normal dado lo que ha vivido.
Además de tener que re-estructurar la concepción de sí mismo, el paciente
puede sufrir ansiedad y depresión si no se han detectado estos problemas antes.
Además de ello, en algunos pacientes podemos encontrar el desarrollo de un
trastorno por estrés post-traumático (TEPT) como consecuencia de afrontar una
situación altamente estresante. Los síntomas propios de este trastorno suelen ser:
la presencia de pensamientos intrusivos sobre su enfermedad y tratamientos, reexperimentación de situaciones vividas durante los tratamientos, embotamiento
emocional (no sentir nada), evitación de los recuerdos asociados a la enfermedad,
hiperactivación fisiológica (tasa cardiaca elevada, estar hipervigilante y sobresaltarse fácilmente, insomnio, falta de atención, etc.). Es importante hacer una evaluación rápida para comprobar la presencia de dichos síntomas, ya que es esencial
que el paciente que presenta TEPT acuda a un psicólogo que le pueda ayudar a
interiorizar los sucesos que ha vivido.
En esta fase libre de enfermedad, el paciente se tiene que acostumbrar a
una vida diferente a la que antes tenía, esto esto no siempre es algo negativo y
también cabe la evolución personal y el crecimiento interno como consecuencia
positiva de la enfermedad.
En la etapa libre de enfermedad, el paciente tiene que adaptarse a una serie
de cambios corporales que en ocasiones son difíciles de llevar a cabo (dependiendo de la amputación o desfiguración que haya provocado la cirugía y del significado que tiene para la persona el órgano o tejido eliminado). En este proceso
de adaptación, la imagen corporal suscita una serie de pensamientos y emociones negativas que hacen sentir a la persona insatisfecha y perdida sin saber qué
hacer para llegar a sentirse como antes, aumentando la distancia existente entre
la representación real de la imagen corporal y aquella representación ideal que
la persona desearía alcanzar. Si esta discrepancia entre el estado real e ideal se
prolonga en el tiempo, la persona sentirá una continua tensión y angustia.
Teniendo en cuenta la posibilidad de la aparición de este tipo de emociones negativas, es interesante introducir el concepto de auto-compasión. La
auto-compasión es la habilidad de aceptarse amablemente, mostrando bondad
hacia uno mismo y hacia aquellas partes de uno mismo que menos nos gustan.
El estudio de este sentimiento positivo de aceptación incondicional hacia uno
61
Psicooncología básica para profesionales de la salud
mismo es aún escaso en población oncológica, pero en estudios en población
general, se ha observado que la auto-compasión se asocia con el bienestar psicológico. Altos niveles de auto-compasión conllevan menor autocrítica, se culpan
menos a sí mismos, se reduce la ansiedad y depresión y los niveles de angustia
quedan suavizados, se vuelven más tolerantes ante los cambios corporales y son
comprensivos consigo mismos.
Hace unos años surgió el concepto de resiliencia en psicología, refiriéndose a la capacidad de una persona para afrontar situaciones estresantes o amenazantes en extremo, llegando a tener un ajuste saludable ante la adversidad. Sin
duda alguna este concepto se aplica a los supervivientes oncológicos. Las características de los adultos resilientes son:
• Flexibilidad cognitiva: Les permite adaptarse mejor a las circunstancias
negativas y aceptan su situación de una manera más natural, encontrando
la parte positiva de los sucesos negativos. Son capaces de modificar las
expectativas sobre los sucesos vitales y mantienen una visión realista.
• Aceptación: Tanto de uno mismo como de las situaciones vitales que
viven. Esto produce bajos niveles de ansiedad y estrés, activa la memoria
y fortalece el control emocional.
• Creencias espirituales y/o religiosas: Este tipo de creencias promueven
la resiliencia, siendo altruistas y protegiéndolas ante posibles trastornos
psicológicos.
• Apoyo social: Tener una buena red de apoyo social, protege de los sucesos vitales estresantes, reduce los sentimientos de soledad, aumenta la
sensación de autoeficacia y mejora la adherencia a los tratamientos o a
las pruebas de seguimiento.
• Autoestima, autoeficacia y autocontrol positivos: Evitan problemas emocionales cíclicos en base a los sucesos que experimente la persona.
Otro concepto bastante moderno y que está relacionado con el anterior, es
el de crecimiento postraumático. Dicho concepto se refiere a que los pacientes que
se han enfrentado a acontecimientos traumáticos o amenazantes para sí mismos,
pueden generar un cambio positivo como resultado del proceso de afrontamiento
y lucha que llevan a cabo. Estos cambios se producen en diferentes áreas:
• Percepción de uno mismo y de la vida.
• Espiritualidad.
• Percibir de otro modo las relaciones sociales y familiares.
• Cambio en las prioridades vitales.
62
Fases de la enfermedad y abordaje psicológico básico
Es muy interesante comprobar cómo de un suceso traumático que amenaza
la propia vida, se puede sacar algo positivo, como es una madurez y crecimiento
personal complejo de lograr por otros medios.
Como último apunte ante el paciente superviviente, me gustaría esbozar
tan solo la importancia que tiene en la recuperación, la actitud positiva.
En cáncer, una actitud positiva puede modular la efectividad de los tratamientos y de la recuperación, a través del sistema inmune. Mantener una actitud
de este tipo, supone un esfuerzo constante en el paciente oncológico. Por último,
recordar que las emociones positivas, son la base de una buena alianza terapéutica.
3.3.5. Recidiva
Uno de los peores momentos del proceso de enfermedad y lucha constante
hasta estar libre de enfermedad, es la recidiva. Suele ser vivida como un fracaso
por parte del paciente y del personal de salud . Las emociones que suscita esta
noticia son variadas: frustración, indefensión, sentimiento de pérdida de control.
Con algo de tiempo, el paciente acepta que su condición de salud es que
padece una enfermedad crónica, aunque viven con el llamado síndrome de la
espada de Damocles (el paciente que se ha recuperado de un cáncer, continúa
viviendo con el miedo a que haya una recaída y ello genera que viva las revisiones con miedo y ansiedad).
Por lo general, los pacientes que se tienen que enfrentar a una recaída,
suelen experimentarla como más desoladora que el diagnóstico inicial, y les
generan actitudes pesimistas.
La actuación del equipo de salud, que ha atendido al paciente en el recorrido de la enfermedad, es fundamentalmente de apoyo e información del abanico
de posibilidades para luchar contra la enfermedad. Dicho apoyo será esencial
(especialmente) si se ha desarrollado previamente una relación médico – paciente
de confianza y comprensión.
En este punto, es muy importante que el paciente tenga un buen apoyo
social. Esto no siempre es fácil, ya que mucha gente que rodeaba al paciente antes
de estar enfermo, desaparece por no saber o querer afrontar junto con ellos el duro
camino de la enfermedad.
Esta etapa suele generar un gran desgaste emocional en el paciente y su
familia. Es importante preguntarle si está visitando a un psicólogo o psicooncólogo, y si no es así, hacerle saber que la ayuda de un profesional de esa área,
siempre es útil.
63
Psicooncología básica para profesionales de la salud
No debemos olvidar que la terapia grupal es otra modalidad psicológica
de intervención que puede ser muy útil para los pacientes con cáncer, ya que se
reúnen con otras personas que están pasando por lo mismo y les comprenden
totalmente.
Recomiendo la lectura del artículo: “¿Por qué papá se tapa los ojos cuando
llora?” De Albert Jovell para el diario El País, 2003.
En este momento de la evolución de la enfermedad, el paciente puede decidir que desea una segunda opinión médica sobre su enfermedad. En muchos casos
ello se produce por una falta de confianza en el médico, pero en otras ocasiones,
los pacientes necesitan comprobar si se está haciendo todo lo posible en su caso.
Es fundamental que el médico comprenda las complejas necesidades de un
paciente que ha llevado a cabo todos los tratamientos y pruebas necesarias para
“curarse” y la enorme frustración y tristeza que se debe apoderar de él ante tan
fatal noticia como es la recidiva.
El paciente oncológico (y especialmente aquel que ha sufrido una recidiva
o recidivas y se ha convertido en un enfermo crónico de cáncer) tiene que aprender a vivir de otro modo. El tiempo cambia para ellos. Tienen que acostumbrarse
a pensar y a vivir más en el día a día (el tan famoso carpe diem) y menos en el
incierto futuro.
Como dice Albert Jovell: “El paciente cuenta su supervivencia no en meses
ni años, sino en kilos y centímetros. Ahora su hijo es de 14 kg y 94 cm”.
Mantener la esperanza en esta etapa es muy importante, aunque al mismo
tiempo muy complicado de llevar a cabo en el día a día. Es fundamental fomentar
en los pacientes una esperanza realista (los tratamientos pueden atacar al cáncer
y aumentar la supervivencia) frente a una esperanza irreal (un tratamiento en fase
de investigación estará disponible ya para curarnos). Esta última hay que evitarla
todo lo posible.
Por último, tengo que mencionar el tema del suicidio. Tenemos que saber
diferenciar entre:
• Ideación suicida: El paciente se plantea desaparecer para terminar con
sus problemas y evitarle sufrimientos a su familia. Este estadío es muy
64
Fases de la enfermedad y abordaje psicológico básico
importante, porque todo paciente que termina suicidándose, los tiene.
También es un pensamiento común en los pacientes crónicos, aunque
muchos no lo llevan a cabo.
• Intento de suicidio: Algunos pacientes pasan del pensamiento al acto. En
ocasiones no logran alcanzar su objetivo.
• Consumación del suicidio: Un porcentaje de pacientes terminan quitándose la vida.
Algo muy importante a tener en cuenta, es que toda amenaza de suicidio
debe tomarse muy en serio. Un indicador del grado en que el paciente se plantea
realmente suicidarse, es que tenga un plan detallado de cómo hacerlo.
Para saber si el paciente tiene este tipo de pensamientos, debemos preguntar directamente: ¿Ha pensado alguna vez que lo mejor sería “quitarse de
en medio”?, le pregunto esto porque algunas personas en su misma situación lo
han pensado”.
Si el paciente responde afirmativamente, deberíamos explorar el grado de
planificación: “¿Y cómo ha pensado hacerlo?”.
La mayor parte de las veces tan solo se queda en una mera ideación suicida,
pero ante la duda, puede ser conveniente derivarle al psiquiatra, y si observamos
que el acto suicida puede llevarse a cabo antes de la cita con el especialista, siempre se le puede ingresar en urgencias y más tarde que acuda al psiquiatra.
Algunos profesionales de la salud se plantean que tal vez al preguntarle
al paciente por su ideación suicida, se le puede dar la idea de suicidarse si no lo
había contemplado. Ante ello, tan solo decir que por preguntar estas cosas no
vamos a provocar que el otro se suicide, de hecho son pensamientos que un porcentaje muy elevado de pacientes tienen a lo largo de su enfermedad.
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Psicooncología básica para profesionales de la salud
CUADRO-RESUMEN ACTUACIÓN PSICOLÓGICA
SEGÚN FASES DE ENFERMEDAD I
1. Sospecha: Aunque el personal sanitario no tiene ningún control sobre las reacciones
del paciente ante estos primeros momentos, es muy importante que conozcan el camino
recorrido por el paciente antes de entrar en la consulta. A nivel de gestión hospitalaria,
la reducción de las listas de espera y tiempos para conocer resultados de pruebas, es
muy importante.
2. Diagnóstico: La parcela en que puede actuar el personal sanitario en este momento, es
a través de la información.
Es esencial informar al paciente de lo que le ocurre. Respetando los lı́mites de información que desea conocer.
El paciente puede tener problemas para recordar todo lo dicho en consulta por el
shock que suponen esas noticias.
La información ha de ser concisa, clara y adaptada al nivel educativo del paciente.
Si se le entrega por escrito la información, mucho mejor.
Cuando el paciente pregunta: “¿Me voy a morir?” ⇒ Evitar frases como “todos
nos moriremos tarde o temprano”. Lo ideal es averiguar los miedos que han generado esa pregunta: “¿Por qué piensa eso?”, “¿Qué es lo que teme?”.
Sugerirle al paciente que en su casa escriba todas las preguntas para el médico, y
que la lleve a consulta.
Si el paciente se echa a llorar, crear un espacio en el cual el paciente se desahogue.
Podemos acercarnos a él y tocarle un hombro, la espalda o la mano, para que sienta
que estamos con él. También es muy útil tener una caja de pañuelos en la consulta,
para ofrecérselo y evitar ası́ incomodidades innecesarias.
3. Tratamiento: La actuación del personal sanitario dependerá del tipo de tratamiento:
Cirugı́a: Es muy importante saber cuándo es necesario derivar al paciente a un
especialista.
Ante la ansiedad, informar adecuadamente del proceso operatorio, de sensaciones
extrañas por la anestesia, etc. Es muy importante para tranquilizarles.
Ante el miedo, nuestra mejor actuación es explorarlo por medio de preguntas: “¿Le
preocupa algo en particular?”, “¿Tiene alguna duda?”
Debemos hacer una rápida exploración de antecedentes psicológicos y/o psiquiátricos, para evitar problemas post-operatorios: “¿Ha tenido o tiene problemas psicológicos o psiquiátricos en su vida?”. Ante la respuesta afirmativa, lo mejor es
ponerse en contacto con el especialista.
Tras la operación, al paciente se le debe informar del itinerario a seguir a continuación.
Ante el dolor, además de la aproximación farmacológica, podemos sugerir al paciente que realice alguna actividad que le guste (técnicas de distracción), o bien
sugerir que controle la respiración (tres inspiraciones profundas), ası́ como hacer
una pequeña visualización del dolor como un globo que él mismo pincha con un
alfiler, reduciendo ası́ el mismo.
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Fases de la enfermedad y abordaje psicológico básico
CUADRO-RESUMEN ACTUACIÓN PSICOLÓGICA
SEGÚN FASES DE ENFERMEDAD II
Quimioterapia: La intervención se hará sobre los sı́ntomas que genera:
• Alopecia: Cortarse el pelo antes de que comience a caerse. Sugerir el uso de
pelucas.
• Náuseas y vómitos: Si los fármacos no funcionan, derivar al psicooncólogo.
• Deterioro cognitivo: No está clara la evidencia de ello, aunque en ocasiones se
produce por mezcla de preocupación y cansancio.
• Astenia: Realizar una actividad moderada que le motive, suele atenuar la fatiga,
ası́ como ejercicio fı́sico no excesivo.
Radioterapia: La intervención se hará sobre los sı́ntomas que genera:
• Miedo: Informar de manera honesta y real sobre el estado de la enfermedad.
• Ansiedad: Informar del procedimiento de administración de la radioterapia. Ante
claustrofobia o ataques de pánico, avisar al psicoonólogo.
• Depresión, deterioro cognitivo o problemas en las relaciones sexuales: A largo
plazo, el paciente que ha recibido radioterapia, suele requerir apoyo psicológico.
Etapa libre de enfermedad: El cáncer ha dejado graves secuelas psicológicas y el paciente tendrá que adaptarse a todo ello. Tienen que invertir gran cantidad de energı́a
para re-ubicarse en su propia vida.
• Orientar al paciente a buscar ayuda psicológica y/o psiquiátrica, es un empujoncito hacia su recuperación total.
• Es muy importante mantener una actitud positiva.
Recidiva: Informar sobre las nuevas opciones de tratamiento, fomentando una esperanza realista.
Suicidio: Toda amenaza de suicidio hay que tomarla en serio:
• Explorar ideación suicida: “¿Ha pensado alguna vez que lo mejor serı́a “quitarse de en medio”, “desaparecer”?”.
• Explorar planificación suicida: “¿Y cómo ha pensado hacerlo?”.
• Ante la inminencia del suicidio: Derivarle al psiquiatra, y si el acto suicida es
inminente, ingresarlo en urgencias.
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Psicooncología básica para profesionales de la salud
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69
4. IMPACTO FAMILIAR DE LA ENFERMEDAD
4.1. LA FAMILIA COMO SISTEMA
Podríamos definir a la familia como un grupo autodefinido de dos o más
personas que están, o no están, ligadas por lazos de sangre o la ley, pero que
funcionan de tal manera que los hacen sentir una familia (Arestedt, L., Persson,
C., Benzein, E., 2013).
Esta definición de familia es lo bastante amplia como para que podamos
introducir en ella a todos los seres queridos que acompañan al paciente en su
camino de la enfermedad, independientemente del parentesco que les una.
El cáncer es más una enfermedad de toda la familia, que de tan solo el
paciente. El diagnóstico, tratamiento y las revisiones, tienen un gran impacto en
la vida familiar, así como en las relaciones conyugales.
Un asunto complicado para algunos pacientes, es compartir con su marido
o mujer el diagnóstico. Las causas suelen ser que no desean hacerles sufrir, pero
lo cierto es que compartir estas malas noticias es muy necesario para lograr apoyo
emocional, que es esencial durante el largo trayecto de la enfermedad.
Podemos considerar a la familia, como un gran sistema sobre el que influyen muchos elementos (trabajo, lugar de residencia, creencias…), incluyendo
también a la enfermedad.
Las etapas que ha recorrido el paciente desde la sospecha por unos pequeños síntomas, pasando a las pruebas diagnósticas, el diagnóstico en sí mismo,
los tratamientos y la etapa libre de enfermedad, es un camino que recorren también los miembros de su familia y en donde las emociones de ansiedad, angustia,
miedo, tristeza, impotencia, etc., también están presentes en sus seres queridos.
71
Psicooncología básica para profesionales de la salud
Es importante recordar este punto porque en ocasiones nos volcamos solo en el
paciente, cuando la familia también necesita nuestro apoyo y ayuda. De hecho, si
la familia es capaz de comunicar sus emociones, serán capaces de cuidar mucho
mejor al enfermo.
La atención a la familia se debe realizar en todos los puntos de la enfermedad.
• Atención ambulatoria: Las consultas iniciales del hospital o centro de
salud son un primer filtro para detectar posibles problemas de adaptación
de las familias a la enfermedad. Es importante dedicar unos minutos a
preguntar a las familias de los enfermos cómo se están adaptando a esta
nueva etapa. En caso de que el paciente esté presente, podemos preguntar
al familiar si desean hablar a solas con nosotros. Si así lo indican, explicaríamos al paciente que nos gustaría hablar a solas con su ser querido
y que no se debe a que queramos ocultarle información, sino más bien
a que su ser querido también necesita hablar de cómo afronta toda esta
situación. Ejemplo: “Imagino que la aparición de la enfermedad ha trastocado también el ambiente en casa, ¿Qué cosas han cambiado? ¿Cómo
os estáis adaptando a nivel emocional?”
• Atención en la hospitalización: Un paciente que tiene un diagnóstico de
cáncer, es habitual que tenga que acudir al hospital, ya sea por las operaciones o por otros tratamientos como la radioterapia o la quimioterapia.
Ante las hospitalizaciones, es interesante que se le pregunte a los familiares cómo se adaptan. Podemos recomendar que hagan turnos diferentes
miembros de la familia para que todos puedan descansar y comer adecuadamente, pues estos son los primeros pasos básicos de autocuidado
que los familiares suelen pasara por alto.
• Atención en crisis: En situaciones de emergencia, el personal de salud
nunca debe olvidar a los familiares presentes, ya que el nivel de miedo
y angustia en esos momentos, es muy elevado. Una rápida intervención
en estos casos consistiría en dedicarles alrededor de 5 minutos, sentarnos
con ellos y dejar que expresen cómo ha sido para ellos esos momentos
de crisis. En el caso en que observen que los familiares están muy nerviosos, aconsejo que les tomen las manos y practiquen 3 respiraciones
profundas. El profesional marcará el ritmo de la respiración y eso les
ayudará a calmarse y a manejar mejor la ansiedad y angustia.
Considero al cáncer como una enfermedad crónica porque los tratamientos
se prolongarán en el tiempo, e incluso cuando el paciente esté libre de enfermedad,
72
Impacto familiar de la enfermedad
tendrá que acudir al médico a hacerse pruebas de seguimiento, por lo que la ansiedad, el miedo y la incertidumbre continuarán más allá del fin de los tratamientos.
Como ocurre con el paciente, son las enfermeras quienes suelen tener una
mayor relación con la familia y también los seres queridos del enfermo se suelen
sentir más cómodos al hablar con enfermería porque tienen una mayor relación
que con los médicos. En este sentido, me parece interesante mencionar un paradigma teórico dentro de enfermería, que tiene en cuenta a la familia como la
unidad de cuidado del paciente. Este marco teórico se basa en:
• Las familias se componen de diversos subsistemas interdependientes.
• El cambio en un miembro de la familia, supone un cambio en todo el
sistema familiar.
• La familia es un sistema abierto con el medio ambiente en que se relaciona y vive (ámbito laboral, social, de ocio…).
• Las familias tienen una serie de creencias que guían la evolución de todo
el sistema. La aparición de la enfermedad supone una amenaza a esas
creencias y esto provoca mucho sufrimiento. Este sufrimiento puede verse reducido si el personal de salud es sensible a las necesidades de la familia e informa adecuadamente acerca de la enfermedad y tratamientos.
• Cada familia es única, con sus propios recursos y fortalezas. El personal
de salud puede dar un soporte muy importante para que la enfermedad
ayude a evolucionar a la familia.
Un estudio llevado a cabo en 2013 en Suecia (Arestedt, L., Persson, C.,
Benzein, E. “Living as a family in the midst of chronic illness”), observó los cambios que suponen para las familias la aparición de la enfermedad:
• Comprensión: La experiencia de la familia en medio de la enfermedad,
la describen como un movimiento continuo hacia el bienestar. Cada
miembro de la familia coopera para adaptarse a la nueva dinámica y se
influencian entre sí, creando nuevos patrones de comportamiento y de
funcionalidad del sistema.
• Aprendiendo a vivir con las expresiones de la enfermedad: La familia
necesita conocer cómo es esa enfermedad que uno de sus miembros padece. La familia lucha por mantener ciertas actividades insalvabales pero
también se tienen que adaptar a situaciones nuevas. Para adaptarse adecuadamente a esta etapa, cada miembro debe ser ingenioso y crear nuevas formas de afrontar los problemas que surgen. Esto requiere de mucho
esfuerzo y tiempo. Si la enfermedad tiene una duración prolongada en el
tiempo, es habitual que surja la angustia, frustración y miedo.
73
Psicooncología básica para profesionales de la salud
• Hablar de la enfermedad dentro y fuera de la familia: Una enfermedad
de algún miembro de la familia cambia el día a día de las personas y
también los temas de los que se habla. Es habitual que muchas personas
no sepan de qué hablar más que de este problema, lo que genera una
obsesión y pensamientos repetitivos sobre el tema. En este sentido, el
personal de salud puede aconsejar que la familia hable de otras cosas
como recuerdos divertidos y que se obliguen a hablar de otros temas más
allá de la enfermedad y la familia.
• Adaptarse a un nuevo ritmo de vida: Este es uno de los mayores desafíos ante una enfermedad crónica. Las familias tienden a reducir el
ritmo, realizando menos actividades o dejando más tiempo para poder
hacer las mismas tareas que antes. Es habitual la presencia de la incertidumbre constante, incluso aunque la familia haya logrado mantenerse
esperanzada y positiva sobre los resultados de los tratamientos. En este
sentido es importante saber que la incertidumbre siempre va a estar ahí
desde ese momento, pero lo importante es encarar esa incertidumbre
con positividad y sabiendo que no por preocuparnos más por ello, vamos a lograr mejores resultados. Se tiene que aprender a vivir con la
incertidumbre.
• Cambios en las relaciones: Se alteran las relaciones dentro y fuera de
la familia. Dado el cambio profundo que supone el diagnóstico de una
enfermedad crónica, no es de extrañar que los miembros de la familia
tengan que aprender a relacionarse de nuevo y a conocerse. Este paso
decisivo puede llevar a que los lazos emocionales entre los miembros de
la familia sea más fuerte, o más débil.
• Cambio de roles y tareas: Los roles de cada miembro de la familia tienen
que cambiar, adaptándose sobre la marcha a nuevas responsabilidades y
tareas. Estos cambios, si se hacen bien, pueden llegar a convertirse en
mejores formas de afrontar las demandas de la familia. Lo ideal es que
las familias puedan hablar con calma y decidan de qué manera afrontarán
todos estos cambios.
• Evolución hacia el bienestar: El objetivo de las familias es llegar a sentirse bien dentro de su sistema. Una enfermedad crónica es un proceso
contínuo de adaptación y cambio cuyo objetivo esencial es volver a tener
un equilibrio. Si las familias se centran en el bienestar, la enfermedad no
será la protagonista del núcleo familiar. Para lograr ese bienestar, una
buena manera de lograrlo es enfocarse en el presente, preocupándose
74
Impacto familiar de la enfermedad
menos por el pasado y el futuro, simplemente viviendo el presente con
plenitud.
Lo que parece claro es que vivir en familia con una enfermedad crónica, es
un proceso complejo, dinámico, cíclico y multidimensional donde la familia debe
adaptarse constantemente a los cambios y necesidades que produce la enfermedad. La enfermedad no es lineal, y la capacidad de adaptación de los miembros
de la familia, debe ser elevada.
A nivel emocional y psicológico, la familia debe adaptarse a diferentes
emociones y estados psicológicos:
• Pérdida de control: El diagnóstico de una enfermedad como el cáncer
genera un falta de control sobre lo que ocurrirá a partir de ese momento
en su vida, perdiendo también el equilibrio que habían logrado previamente. La pérdida de control puede llevar a no aceptar esta nueva etapa
de la vida, por lo que las emociones negativas comienzan a ser habituales
para el enfermo y la familia. En este caso es esencial que el personal de
salud sea capaz de informar paso a paso a la familia acerca de lo que va
a ocurrir a partir de ese momento. La información genera seguridad y
permite que el paciente y familia se centren en lo que pueden hacer en
cada paso, anticipando futuros problemas o complicaciones.
• La falsa normalidad: Es un primer paso para lograr de nuevo ese equilibrio que se ha perdido. El paciente y su familia se sirven de sus experiencias en la vida para adaptarse a esta nueva etapa. Puede estar presente cierta negación hacia el padecimiento de la enfermedad, aunque
suele ser algo temporal para poder adaptarse a la nueva vida que trae la
enfermedad.
• La nueva normalidad: En este punto ya se ha alcanzado la aceptación
de que se padece la enfermedad y es capaz de disfrutar en sus nuevas
rutinas. Es importante que el personal de salud promueva esta manera de vivir la enfermedad, buscando nuevas rutinas y construyendo una
vida equilibrada y satisfactoria. Es esencial que el paciente y la familia
disfruten de actividades y tiempo juntos aun cuando se tengan que hacer
interrupciones necesarias para las curas o tomar la mediación.
• Interrupción de la vida cotidiana: La enfermedad supone una interrupción en la vida diaria. Es probable que el paciente y su familia alcancen
cierto equilibrio y haya una recaída o resultados no tan positivos como
los que se esperan. Estos momentos pueden hacer que el paciente y su familia vuelvan a sentir angustia, miedo, tristeza, estrés, etc. Esta etapa es
75
Psicooncología básica para profesionales de la salud
cíclica y suele aparecer de vez en cuando en las enfermedades crónicas.
Cuanto más se hayan adaptado en otras ocasiones a esas recaídas, más
recursos tendrán para retomar el equilibrio.
El apoyo social del paciente es fundamental. Además el apoyo conyugal
puede favorecer un afrontamiento más eficaz a su enfermedad.
Sabemos que un apoyo social reducido, provoca consecuencias directas
en la enfermedad:
• Llevan a cabo menos conductas preventivas.
• Su primera visita al médico es en un nivel más avanzado de la enfermedad.
• Tienen menor adherencia al tratamiento.
• La enfermedad es mucho más estresante.
A nivel de pareja, es esencial saber que ante una enfermedad como el
cáncer, las parejas de los pacientes son la fuente más importante de apoyo. Tanto
el diagnóstico como los tratamientos de esta enfermedad, afectan a cada área de
la vida en pareja. Mientras que los pacientes tienen que hacer frente a los cambios
de rol y la angustia, así como el aumento de la discapacidad funcional asociada
a esta enfermedad, las parejas de los pacientes deben enfrentar la idea de que tal
vez puedan perder a su compañero de vida, al tiempo que deben apoyar emocionalmente al paciente, lo que provoca mucho estrés.
Vivir todas estas cosas en pareja, hace que muchas parejas se unan más que
antes, mientras que otras tienen serias dificultades para realizar un buen ajuste en
las áreas afectadas por la enfermedad, lo que puede provocar problemas en esta
área.
Así pues, el diagnóstico de cáncer no solo afecta al paciente, sino que también influye en la relación de pareja. Aunque prestar atención a estos asuntos
excede las competencias y el tiempo que el personal de salud le pueden dedicar
a este asunto, es interesante hacerles saber a los pacientes y sus cónyuges que
ambos deben adaptarse a los cambios sufridos en su día a día y que si se les hace
especialmente difícil adaptarse a esta situación, pueden acudir a un psicólogo o
psicooncólogo que les ayude a ajustarse a los cambios venideros.
4.2. CUIDADORES Y COMUNICACIÓN CON LOS NIÑOS
4.2.1. L
os cuidadores principales y la sobrecarga
Enfermedades crónicas como el cáncer, provocan elevados niveles de
dependencia funcional en el paciente y suelen requerir ayuda para realizar actividades que normalmente realizarían solos. Si el paciente vive con algún miembro
76
Impacto familiar de la enfermedad
de su familia y/o pareja, éstos suelen ser los que se encargan de apoyarle en estas
tareas y actividades. Estas personas se convierten en cuidadores.
Podemos detallar tres perfiles de cuidadores:
• Cuidador principal: También llamado cuidador informal. Es quien asume en mayor medida el cuidado de la persona dependiente, siendo aquella que dedica más tiempo a proveer los cuidados que precisan y sin
recibir una remuneración económica por ello, existiendo una implicación
afectiva. En el 60,8% de los casos, son mujeres (esposas, hijas y hermanas).
• Cuidador secundario: Trata de suplir al cuidador principal cuando éste
no puede desempeñar su labor. Existen más hombres cuidadores secundarios (39,2%) que principales (29,80%).
• Cuidador formal: Profesionales que trabajan en atender a personas dependientes (médicos, enfermeros, fisioterapeutas, psicólogos, neurólogos, trabajadores sociales…).
El cuidador principal y la hospitalización
La figura del cuidador principal es muy importante. Son quienes se vuelcan en cuidar y afrontar junto al paciente todo el proceso de enfermedad. Es
importante resaltar que el papel de los cuidadores principales no se limita solo
a los cuidados brindados en casa, sino que también están presentes durante las
hospitalizaciones. La presencia del cuidador principal en el hospital junto al
paciente, ayuda a reducir la incertidumbre que vive el enfermo al verse inmerso
en un lugar lleno de normas desconocidas. Este tipo de cuidados hospitalarios,
provoca cansancio y fatiga en el cuidador, llegando a tener unas malas condiciones de vida al no poder dormir adecuadamente o incluso por no alimentarse como
lo haría estando en su hogar.
Cuando los profesionales toman las riendas del cuidado del paciente, el
cuidador se siente aliviado por reducir su carga, pero es habitual que también
se sienta desorientado al no poder impartir los cuidados como lo hacía antes. Es
importante que el personal de salud le comunique expresamente al cuidador, el
trabajo tan estupendo que hace, y que debe tomarse la hospitalización como una
manera de ceder esa carga de manera temporal.
El cuidador principal tiene diferentes tareas en su rol:
• Responsabilidad: Tanto los cónyuges como los hijos saben que deben
cuidar de sus padres o cónyuges enfermos porque es un compromiso que
han adquirido por formar parte de esa familia.
77
Psicooncología básica para profesionales de la salud
• Consecuencias de la hospitalización: Introducirse en el mundo hospitalario supone un cambio de roles y puede ser difícil acostumbrarse a las
normas del hospital. Suele ser un medio incómodo para los familiares y
cuidadores por la falta de espacio, los problemas para dormir (tanto por
no tener un lugar cómodo donde dormir como por los turnos de madrugada que interrumpen el sueño del paciente y cuidador).
• Tareas del cuidador en el hospital: Suelen tener que ayudar en algunas
necesidades primarias y básicas (higiene, comida…), también son una
figura de seguridad para el paciente y son buenos colaboradores de los
consejos terapéuticos que da el personal de salud .
• Necesidades emocionales: El cuidador principal tiene un papel esencial de apoyo, cariño, cuidados y comprensión para permitir al paciente
afrontar con más seguridad los tratamientos y noticias acerca de su enfermedad.
En un meta-análisis llevado a cabo en 2005 por Hodges et al., hallaron
unos resultados interesantes:
1. Díada paciente-cuidador: Se ha observado que cuando el paciente tiene
malestar emocional, el cuidador “se contagia”, sintiendo lo mismo.
2. La relación que se establece entre paciente-cuidador, es mayor entre
paciente masculino y cuidador femenino.
3. Relación influenciada por el tiempo transcurrido desde el diagnóstico:
Los cuidadores tienden a padecer mayor malestar durante el tratamiento,
mientras que los pacientes experimentan mayor malestar tras el tratamiento (1-2 años). Con el paso del tiempo, las diferencias paciente-cuidador, se reducen.
Sin duda alguna, las diferentes fases de la enfermedad, también impactan
en los cuidados que el familiar brinda.
Cuidar a un familiar genera estrés crónico, ya que son múltiples las tareas
a realizar, en constante cambio y con una gran carga emocional. Por ello es lógico
que desarrollen sentimientos ambivalentes sobre los cuidados, ya que cuidan
porque desean ayudar al paciente, pero les agota y pueden pensar que lo están
haciendo a costa de su desarrollo personal, laboral, emocional, etc.
La sintomatología psicológica que suelen presentar los cuidadores, es la
siguiente:
1. Depresión: Alrededor de un 67% de los cuidadores principales muestran síntomas depresivos leves, y entre un 2%-35% sintomatología
severa. La sintomatología depresiva aumenta según avanza la gravedad
78
Impacto familiar de la enfermedad
del paciente, reflejando de este modo, el propio estado emocional del
paciente. Es muy importante que desde el equipo médico, se recomiende
al cuidador principal que acude al psicólogo si siente que está desbordado, ya que su sobrecarga también repercute en el paciente.
Son mayores las probabilidades de presentar depresión si quienes cuidan
son mujeres (esposas o cónyuges), presentando estrés, bajas habilidades
adaptativas a la situación de enfermedad y el paciente requiere de mucha
ayuda para las tareas cotidianas.
2. Ansiedad: Se estima que alrededor de un 40% de los cuidadores principales, desarrollan sintomatología ansiosa. La preocupación que se prolonga en el tiempo, suele surgir como nerviosismo o ansiedad. Probablemente genere insomnio, mayor cansancio, etc.
3. Claudicación del cuidador: Supone la incapacidad para continuar atendiendo las demandas y necesidades del paciente. Como consecuencia
principal, puede generar un ingreso en el hospital o residencia de manera
anticipada. De ahí la importancia de cuidar al cuidador.
Hay ciertas señales de alerta que deben ponernos sobreaviso de la sobrecarga del cuidador:
• Temor por el futuro del paciente.
• Agotamiento, cansancio, fatiga.
• Inseguridad sobre qué hacer.
• Sentir que no se tiene vida propia.
• Incapaz de seguir cuidando.
• Sentimientos de tristeza, apatía, depresión.
• Insomnio. Pérdida de apetito y/o peso. Cambio en los hábitos de cuidado.
• Irritabilidad. Somatización. Automedicación.
• Toma de decisiones rápidas y potencialmente pobres.
Cuando el personal de salud observe este tipo de signos que indican la
sobrecarga de los cuidados, es recomendable que se les informe de la existencia
de psicólogos que les pueden ayudar a afrontar mejor esta difícil etapa de sus
vidas.
Un tema que quiero introducir muy brevemente en este apartado, es el de la
humanización de los cuidados. Se entiende por humanizar los cuidados, a orientar el mundo de salud hacia el enfermo y su familia, dentro del modelo bio-psicosocial. En esta humanización se tiene una imagen holística del paciente, inmerso
en diferentes áreas vitales (social, laboral, familiar, de pareja, etc.), que en un
punto de su ciclo vital sufre una enfermedad. No debemos olvidar que cada pro79
Psicooncología básica para profesionales de la salud
fesional de salud, en su área de acción, puede humanizar el trato a los pacientes
y familiares con pequeños gestos como dedicarles 5 minutos de nuestro tiempo
para escucharles, tocarles la mano para que sepan que no están solos, ofrecerles
un pañuelo si están llorando o simplemente hacerles saber que se imaginan lo
difícil que debe ser esta situación para ellos.
¿QUÉ PUEDE HACER EL PERSONAL SANITARIO
PARA APOYAR AL CUIDADOR?
1. Informar anticipadamente de aquello que va a requerir el paciente en cada etapa
de la enfermedad. Ello reduce la incertidumbre y el impacto del cuidado.
2. Es importante que el cuidador pueda llamar por teléfono al equipo médico para
resolver dudas.
3. Fomentar que el cuidador se tome un respiro de vez en cuando (mı́nimo un par
de horas a la semana), para evitar la claudicación.
4. Informarles de la necesidad de delegar en ocasiones el cuidado del paciente.
5. Es fundamental escuchar al cuidador. Cierta ventilación emocional (dejar que
hablen de sus problemas) es muy útil.
6. Puede ser muy positivo que el cuidador acuda a cursos de formación para cuidadores. Si en el hospital llevan a cabo este tipo de talleres, recomendarlo.
7. Es útil acudir a grupos de apoyo para cuidadores, donde pueden compartir sus
preocupaciones y hallan gran apoyo social.
8. Es fundamental que el personal de salud sea consciente de la necesidad de que
el cuidador, además de cuidar al paciente, se cuide a sı́ mismo.
9. Derivar al psicooncólogo, psicólogo o psiquiatra a aquellos cuidadores sobrecargados.
a enfermedad y la comunicación con los niños
4.2.2. L
En algunas ocasiones, los pacientes pueden no saber cómo manejar su
enfermedad frente a sus hijos. Por lo general, los niños son conscientes de los
cambios derivados en la enfermedad de uno de sus progenitores, y aunque tratemos de ocultárselo, son conscientes de que algo pasa.
Lo ideal sería poder compartir con los hijos la enfermedad, explicándoles de manera sencilla la misma: “Papá está malito y por eso tiene que ir al
hospital”.
Es esencial informar a los niños de estos temas, porque si son conscientes
de que algo pasa pero nadie les dice nada, pueden llegar a pensar que lo que le
80
Impacto familiar de la enfermedad
ocurre a su progenitor es más grave de lo que es en realidad.
Es interesante ser conscientes de que la enfermedad puede generar unos
vínculos padres-hijos mucho más profundos de los habituales. Informando le
demostramos al menor que confiamos en él plenamente. De este modo fomentaremos una mayor confianza del niño a los padres, sintiéndose un elemento esencial de la familia.
Aunque la reacción habitual de los adultos es apartar a los niños de este
sufrimiento de la vida adulta, no podemos olvidar que son muy intuitivos y tienen
una gran imaginación, por lo que también podemos usar cuentos para explicarles
lo que le sucede a papá o mamá (especialmente ante niños pequeños – aproximadamente 4 años).
Una buena manera de manejar el deseo de la familia de ocultarle a los hijos
la enfermedad de uno de los padres, es haciéndoles ver que la enfermedad es algo
que impacta en todos, insistiendo en que es muy difícil que los hijos (ya sean
pequeños, adolescentes o adultos) no se vean afectados por esto.
Cuando se intenta ocultar esa situación a los niños, éstos comienzan a
observar situaciones extrañas como que sus padres pasan menos tiempo en casa,
donde las normas y rutinas habituales han desaparecido y todo esto les hace sentir
extraños, solos y abandonados, por lo que es habitual que se sientan tristes, nerviosos o muy irritables, llegando a realizar conductas que nunca habían mostrado
hasta el momento (pelearse con otros niños, tener rabietas o sufrir un descenso en
su empeño académico).
Los niños tienen una gran capacidad para adaptarse a un mundo cambiante,
pues para ellos la vida cambia constantemente. Están acostumbrados a desarrollar nuevas habilidades y a aprender cómo manejarse en el mundo. En lugar de
centrarse en el sufrimiento que pueden sentir sus hijos, deben centrarse en todo lo
que pueden aprender de sus hijos para afrontar la enfermedad y los cambios que
ésta trae consigo.
Una de las razones que suelen dar los padres para no informar a sus hijos
de una enfermedad grave, es el temor a que el pequeño sufra y se ponga triste.
A este respecto es útil explorar a quién pertenece esa tristeza (si a ellos mismos
o a sus hijos). Si el adulto acepta esa tristeza, la acoge y permite que salga de
su interior, avanzará emocionalmente y al mismo tiempo podrá diferenciar sus
emociones de las de los demás. También es interesante señalar a los adultos la
posibilidad de que el niño viva la enfermedad paterna con emociones tan variadas
como: curiosidad, miedo, sorpresa, tristeza, etc. Si se crea un espacio donde el
niño pueda expresar todo ello, se logrará una mayor unión entre los miembros
81
Psicooncología básica para profesionales de la salud
de la familia y se les enseñará a los niños que expresar sus emociones, es algo
positivo.
Ante las dudas de los pacientes en este aspecto, un asesoramiento de un
psicooncólogo o psicólogo, les puede orientar, especialmente si se sienten incapaces de hablar con los niños por sí solos.
4.3. RESILIENCIA FAMILIAR
En sí mismo el concepto de resiliencia surge en un campo muy diferente al
de la salud, concretamente aparece en el campo de la ingeniería para hacer referencia a la capacidad que tienen lo metales de deformarse tras aplicar una presión
considerable. Este concepto ha evolucionado en el ámbito de salud, aunque la
esencia del concepto es el mismo. En psicología, la resiliencia es la capacidad que
tienen las personas de recuperarse, triunfar, vivir y seguir creciendo a pesar de la
adversidad. No debemos perder de vista que las crisis son señales para despertar,
para así prestar atención a las cosas que de verdad importan en la vida y para reordenar las prioridades de la vida.
Podríamos definir la resiliencia familiar como (Gauvin-Lepage, 2013):
proceso humano complejo que se implementa cuando una familia se enfrenta
a un trauma. En consecuencia, la familia emprenderá un proceso fluctuante de
transformación, de acuerdo con el significado que atribuye a la situación. La
interrelación de elementos inherentes a la familia y su entorno, influirá positiva
o negativamente en este proceso de lograr una reconstrucción positiva del proyecto de vida.
La resiliencia no es más que un proceso de aprendizaje, de empoderamiento y autodeterminación ante sucesos negativos de la vida o muy estresantes.
A nivel psicológico, la resiliencia supone un arduo trabajo mental, donde deben
afrontar la situación negativa, deben re-interpretarla y re-orientarla positivamente
para continuar con el crecimiento vital. Este proceso interno les ayuda a desarrollar determinadas capacidades y habilidades protectoras frente al estrés.
Dado que la familia es un sistema adaptativo al contexto que fomenta
el desarrollo humano, tiene un papel esencial en el desarrollo de la resiliencia
en cada miembro de la familia. Las familias son fuentes de protección frente al
estrés, aunque también pueden serlo en la mala adaptación a las situaciones estresantes o aquellas que tienen una carga emocional muy grande.
La resiliencia familiar se observa en muchas familias que atraviesan
momentos complicados de su vida (ya sea por enfermedades en alguno de sus
82
Impacto familiar de la enfermedad
miembros, por problemas laborales o económicos, etc.), pero son capaces de
recuperarse y evolucionar a pesar de esas dificultades.
Al hablar de resiliencia familiar, me refiero a la capacidad de adaptarse con
éxito al contexto donde se vive y a las situaciones adversas de la vida, afrontando
así los desafíos que la vida nos presenta.
Las familias son sistemas de protección para los individuos que la componen, pues se atienden las necesidades básicas como alimentación, cuidado,
atención a la salud, protección, educación, etc. Pero además de ello, también
permiten el desarrollo de competencias y habilidades para la vida como aprender
a comunicarse con el entorno, aprender comportamientos sociales y a socializar,
saber manejar emociones y comunicarlas, etc. Todos estos elementos promueven
un desarrollo positivo de los miembros que componen la familia. De este modo
el sistema familiar es dinámico y cada miembro aporta a todo el sistema sus habilidades y aptitudes.
El personal de salud tiene la ventaja de poder mantener un vínculo (por
breve que sea) con el paciente y la familia. Un profesional atento, que sabe escuchar, le dedica tiempo a sus pacientes y se muestra empático y compasivo, logrará
que la familia se adapte mejor a los cambios que trae la enfermedad y les ayudará
a aprender nuevas maneras de afrontar el estrés. Piensa que la relación que mantiene con el paciente y su familia no se acaba con el alta, continúa más allá de las
visitas y permite que enfermo y familia aprendan a afrontar el estrés de un modo
más positivo y que les permita crecer.
83
Psicooncología básica para profesionales de la salud
•
•
•
•
CÓMO PUEDE FOMENTAR LA RESILIENCIA FAMILIAR EL
PERSONAL DE SALUD
Atender a la persona en su totalidad: Saber que cada persona es única y que tiene
el potencial de evolucionar en base al significado que da a los eventos que debe
afrontar. Recordar que las personas somos una mezcla de dimensiones (biológica,
psicológica, sociocultural y espiritual) y todas estas áreas influyen en cómo ven
la vida y los problemas. En ocasiones las personas necesitamos que alguien externo al problema que vivimos y en el que estamos implicados emocionalmente,
nos aporte su visión de la situación que atravesamos. Puede ser útil mostrar al
paciente las alternativas que tiene frente a la enfermedad, siempre siendo cauto y
usando el sentido del humor. Tener en cuenta el medio en que surge este problema: El medio son todos aquellos aspectos materiales, sociales, culturales, sociopolíticos y espirituales que rodean a la persona. Conocer un poco la situación de
los pacientes y familiares en estas áreas, puede ayudarnos a aportar soluciones a
cuestiones que el paciente no sabe cómo orientar (ante dudas sobre informar de
su enfermedad a amigos, explorar qué espiritualidad tiene y cómo adaptarla al
mejor afrontamiento de la enfermedad o hablar de los pasos a dar para solicitar
las bajas para el trabajo).
La salud: Este concepto es subjetivo, ya que depende de lo que la persona considere que son signos de salud. Por lo general, las personas buscan el bienestar
personal y la armonía en sus vidas. El personal de salud, en este sentido, tiene la
capacidad de ver en el paciente a un socio en su cuidado, reconociendo y valorando el conocimiento que tiene de su propio cuerpo y mente y teniendo en cuenta
lo que es salud para el paciente, fomentando aquellas conductas que le lleven a
sentirse mejor.
La atención: No es más que el apoyo humano y de relación que es capaz de
transformar a la persona, quien es capaz de restaurar su propio poder interno para
afrontar esos malos momentos y al fin alcanzar el bienestar y armonía que desea
en su vida.
Cuidar: Supone establecer una relación de empatía y compasión con el paciente y
su familia. El personal de salud tenemos un acceso privilegiado a los demás y no
solo a su cuerpo, sino especialmente a su mente, sus emociones y pensamientos.
Poder acceder al mundo privado de los pacientes y que ellos nos dejen entrar en
él, es algo único. Cuidar es un arte y se le debe dar la importancia que tiene. Podemos cuidar cuando escuchamos al otro de manera activa, cuando nos mostramos
disponibles para la otra persona, cuando nos comprometemos a comprenderle e
intentamos ayudarle a que afronte de la mejor manera posible el proceso de enfermedad. Cuidar también supone ser curioso y querer aprender de cada paciente
que tenemos la fortuna de conocer.
84
Impacto familiar de la enfermedad
CUADRO-RESUMEN INTERVENCIÓN CON LA FAMILIA DEL PACIENTE
El cáncer es una enfermedad que afecta a todo el sistema familiar en el que convive el paciente. No debemos olvidar que la familia del enfermo también vive
las mismas etapas que el paciente (desde el diagnóstico a la recuperación o recidiva). La atención a la familia se debe proporcionar en el ámbito ambulatorio,
hospitalario y en los momentos de crisis.
La experiencia de la enfermedad en la familia, hace que sus miembros necesiten
comprender la propia enfermedad (sus etapas y evolución), aprender a vivir y a
continuar con actividades a pesar de la enfermedad, adaptándose constantemente,
se necesita hablar de la enfermedad tanto fuera como dentro de la familia, adaptarse a un nuevo ritmo de vida, aprender a relacionarse de nuevo dentro de la familia,
adaptarse a los nuevos roles y tareas, y especialmente, volver a un equilibrio emocional y de convivencia en familia.
Las parejas o cónyuges, tienen un papel esencial de cuidado y apoyo para el enfermo. Esta experiencia puede unir más o separarles, todo dependerá de cómo se
adapten a los cambios que trae la enfermedad.
El cuidador principal es aquel que provee al paciente de los cuidados que requiere y sin ser remunerado por ello. Ser cuidador principal es una ardua tarea que
tiene impacto en el ámbito emocional, pudiendo desarrollar: Depresión, ansiedad
o llegando a tal grado de agotamiento, que tenga que abandonar esos cuidados
(claudicación del cuidador). El personal de salud debe estar alerta de los primeros
sı́ntomas de sobrecarga del cuidador.
Un tema importante es el de comunicar e informar a los niños del entorno del paciente, acerca de la enfermedad que sufre. Se debe hacer con tacto y adaptándose
al nivel de comprensión del niño. No hay que olvidar que los niños viven en un
mundo que cambia constantemente, por lo que se adaptan a los cambios de una
manera más rápida y eficaz que los adultos.
Por último, debemos recordar que la enfermedad es creadora de la resiliencia
familiar, es decir, que todo el sistema familiar tiene la capacidad de adaptarse con
éxito a las situaciones adversas de la vida, creciendo en el camino.
El personal sanitario puede fomentar la resiliencia familiar, tratando a las personas
de cada familia como los seres únicos que son, teniendo en cuenta el contexto
vital de la familia, fomentando la participación activa del paciente y la familia
en la restauración de la salud y el bienestar aportando cuidados (escucha activa,
tacto, atendiendo al paciente y a la familia, mostrando comprensión, empatı́a y
compasión).
85
Psicooncología básica para profesionales de la salud
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87
5. LA FIGURA DEL PSICOONCÓLOGO
Y BURN-OUT
5.1. LA FIGURA DEL PSICOONCÓLOGO
5.1.1. Delimitando el trabajo del psicooncólogo
Como ya hemos ido estudiando en los capítulos anteriores, parece clara la
necesidad de ayuda psicológica ante la enfermedad oncológica. Las diferentes
fases que atraviesa el paciente y la familia, desde la mera sospecha a la recuperación o recidiva, hace que la persona que afronta estas situaciones, tenga que
aprender nuevas habilidades y aprender también a manejar emociones y pensamientos que nunca antes había experimentado.
La figura del psicooncólogo comienza a surgir en 1960, primero con la
incorporación de los psiquiatras a esta nueva disciplina y después llegando los
psicólogos.
Dada la importancia de que el personal de salud derive a aquellos pacientes que tienen grandes dificultades para sobreponerse y adaptarse a la situación
emocional caótica que están viviendo, considero esencial que esos mismos profesionales conozcan el trabajo que hacemos los psicooncólogos. El conocimiento
ahuyenta el miedo y por eso este punto está presente en el libro, para que no
temáis derivar a los pacientes a los psicooncólogos y sepáis por qué es tan importante hacerlo.
La psicooncología surge como una sub-especialidad de la psicología clínica y de la salud. Su especificidad es tal, que incluso hoy en día la formación
reglada universitaria de esta especialidad es escasa. A pesar de ello, la psicooncología está en auge por la prevalencia del cáncer y cada día se hace más necesario
el apoyo psicológico y emocional en oncología.
89
Psicooncología básica para profesionales de la salud
Considero que no todas las definiciones de psicooncología son capaces de
plasmar la complejidad de este trabajo, por lo que prefiero enumerar las muchas
tareas que tiene un psicooncólogo en base a mi experiencia:
• Actuamos como nexo entre la familia, el paciente y el equipo interdisciplinar. Este especialista interviene con el paciente, la familia y también con el personal de salud que día tras día se tiene que enfrentar a
situaciones muy complejas emocionalmente hablando, donde la tristeza
y otras emociones negativas pueden llegar a afectarles, desarrollando el
síndrome de burn-out.
• Somos especialistas en emociones. La intervención en este sentido se
basa en escuchar más que en hablar. El psicooncólogo ayuda al paciente
a que ventile sus emociones, a que las saque de su interior y las pueda
ver desde otro punto de vista, liberándose del poder que tienen cuando
están en la oscuridad.
• Mostramos diferentes perspectivas. Creo que una de las grandes funciones de los psicólogos es aportar al paciente una perspectiva externa
de los sucesos de su vida. Al no estar implicados emocionalmente en
los problemas, somos capaces de mostrar soluciones alternativas a esas
situaciones complejas de la vida.
• Acompañamos. Al igual que en la escucha, el acompañamiento puede
parecer desde fuera como una tarea que requiere poco esfuerzo. Al fin
y al cabo todos somos capaces de escuchar, o eso creemos. La escucha
activa y el acompañamiento que se realiza en psicooncología, es un trabajo exhaustivo donde entramos en el mundo del paciente y vemos sus
miedos y temores más profundos. Escuchar y acompañar significa no
huir del dolor, es al fin y al cabo, mantenernos junto al paciente en las
sombras que encuentran en su camino vital. Pero también nos podemos
perder en los miedos ajenos haciéndolos propios, lo que nos llevará a
abandonar a un paciente que nos necesita. Es esencial que el psicooncólogo se conozca en profundidad y sepa separar su vida y su mente de la
de los pacientes.
• Actuamos como un puente entre dos mundos. Los psicooncólogos se
convierten en puentes que recorren el camino desde lo desconocido y terrorífico a lo conocido y seguro, de lo triste y frustrante a la capacidad de
saber qué hacer y cómo. Se convierten en acompañantes y espectadores
de lo más duro de la vida, pero también de lo más profundo y místico.
Aquellos que padecen cáncer, se ven introducidos en un universo desco90
La figura del psicooncólogo y burn-out
•
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•
•
•
nocido, donde hay normas y un lenguaje propio que le hacen sentir extranjero en su propia tierra. Son muchos los profesionales que les ayudan
a conocer ese caótico mundo, para que no se sientan solos y perdidos en
un entorno tan estéril y frío.
Cedemos las riendas al paciente. El ritmo en las sesiones de psicooncología las marca siempre el paciente. Las necesidades de información, la
capacidad de expresar lo que sienten, los miedos y temores. Todas estas
cosas no entienden de apresuramientos. No podemos hablar de cosas que
el paciente no está dispuesto a compartir aún con nosotros. Devolvemos
cierto control sobre su vida y eso es muy liberador para el paciente.
Hacemos intervenciones en crisis. Tratamos de reducir lo máximo posible el impacto de la enfermedad. Aunque este tipo de intervenciones son
fundamentales, una enfermedad crónica genera una serie de estresores y
amenazas a largo plazo, que pueden requerir un abordaje más profundo.
Tenemos conocimientos médicos pero no somos médicos. Cuando se trata a pacientes oncológicos, es esencial conocer los mecanismos de esta
enfermedad y los tratamientos habituales a las patologías oncológicas.
Es importante tener un conocimiento básico de estas áreas porque eso
facilita el trabajo del equipo médico y de enfermería y porque podemos
escuchar al paciente sobre las intervenciones que le han hecho y comprenderle. Pero es muy importante que tengamos claro que no somos
médicos. Nuestro objetivo es el bienestar psicológico y emocional.
Practicamos la prevención. Los psicooncólogos también hacemos campañas preventivas de diagnóstico en cáncer (desde talleres de deshabituación tabáquica pasando por pautas para una vida saludable y llegando
a las campañas preventivas de determinados cánceres como el de mama
y próstata). Me gusta concebir la prevención en un contexto mucho más
amplio que el descrito arriba, creo que los psicooncólogos también prevenimos cuando animamos al paciente a que exprese cómo se siente,
prevenimos cuando fomentamos la comunicación paciente-familia, prevenimos cuando estamos en un equipo interdisciplinar y apoyamos a los
compañeros.
Somos seres humanos que en ocasiones nos sentimos desbordados. A
pesar de nuestra formación en emociones y en la conducta, no podemos
olvidar que somos seres humanos con experiencias pasadas que influyen
en el modo en que afrontamos nuestro trabajo. En ocasiones sentimos
una mayor sintonía con unas personas que con otras y en ocasiones nos
91
Psicooncología básica para profesionales de la salud
identificamos en demasía con un paciente o familiar y comenzamos a
perder esa postura de distancia emocional tan importante en este trabajo.
Es esencial que el psicooncólogo se conozca bien, sepa por qué le afectan
más unos casos que otros y que sea compasivo consigo mismo comprendiendo que no pasa nada por sentirse así. Cuando no luchamos contra
nuestras emociones o pensamientos, éstos desaparecen por sí solos. La
clave está en no aferrarnos a ellos.
El psicooncólogo puede realizar su trabajo en dos contextos:
A. El psicooncólogo en el hospital
En este caso, el psicooncólogo forma parte del equipo multidisciplinar que
trata al paciente en el hospital. El papel de este profesional es el de apoyar al
paciente, la familia y también al equipo de salud . Una de las cosas más importante que debemos tener en cuenta, es que muchos de los efectos secundarios
de los tratamientos oncológicos y síntomas de la propia enfermedad, se pueden
confundir con síntomas de trastornos psicológicos tales como la depresión o la
ansiedad. En este sentido es importante que el profesional pueda hacer un buen
diagnóstico diferencial.
Depresión: Los síntomas que pueden llevar a confusión en oncología son
insomnio o hipersomnia, aumento o disminución del apetito, la presencia de pensamientos negativos en el día a día repitiéndose mucho (rumiaciones), fatiga,
problemas de atención y memoria, tristeza, culpa, ideación suicida, etc. Como
podemos comprobar muchos de estos síntomas son signos propios de la enfermedad y otros son consecuencia de los tratamientos.
Más allá de esto, el contexto hospitalario puede parecer extraño para ejercer la psicología, pues en bastantes ocasiones se tiene que acudir a la habitación
del paciente para hablar con él en lugar de recibirle en nuestro despacho. Personalmente este cambio de contexto me parece que nos ayuda a los psicólogos a
hacer las sesiones más fluidas.
La evaluación del paciente en este contexto es más flexible y breve. En mi
caso siempre comienzo haciendo un repaso de su estado anímico (ahondando en
miedos, tristeza, ansiedad, etc.), después suelo preguntar por cómo duermen y
comen. La pregunta del sueño es especialmente interesante porque es un indicador bastante fiable de la presencia de ansiedad y depresión. Ante el insomnio de
conciliación, suele estar presente la ansiedad y preocupaciones. Ante el insomnio
de mantenimiento, el problema suele ser anímico de corte depresivo o triste.
92
La figura del psicooncólogo y burn-out
A continuación suelo hacer una pregunta abierta del tipo, ¿cómo ha ido
todo desde la última vez que hablamos? Una pregunta de este tipo le permite
al paciente escoger aquellos temas que más le preocupan, ya sean relativos a la
enfermedad, a su mundo emocional, familiar, laboral, etc.
Una de las cosas que muchos profesionales de salud temen, son los silencios. Considero que los silencios son necesarios para que se pueda reflexionar,
en ocasiones comunican más que muchas palabras. Dentro de la comunicación
no verbal, doy mucha importancia a las miradas (debemos mirar a los ojos al
paciente por espacios pequeños de tiempo) y al tacto. Un paciente hospitalizado
se suele sentir como si fuera una máquina a la que mueven y manipulan a su
antojo el personal de salud . El tacto de otro ser humano es reconfortante y le hace
recordar que es un ser humano que le importa a otras personas.
En ocasiones hay pacientes que no desean hablar con nosotros porque consideran que no les podemos ayudar. En esos casos es importante no forzar nuestra
presencia y retirarnos haciéndole saber al paciente que si más adelante necesita
nuestra ayuda, puede acudir a nosotros (pueden pedirle al personal de enfermería
que contacte con nosotros, ya que con enfermería tienen más confianza).
Una ventaja muy importante de trabajar en el hospital, es que tenemos
acceso a los informes médicos del paciente y podemos hablar con los médicos
si tenemos alguna duda. También podemos intervenir en la comunicación que
tiene el personal de salud con el paciente, pudiendo intervenir en situaciones que
pueden ser complejas como la negación o el pacto de silencio.
B. El psicooncólogo en la consulta externa
Este tipo de intervención es más parecida a la que los psicólogos solemos hacer. La consulta se produce en un despacho y el paciente tiene cita previa
con nosotros. Esto puede generar más miedos en el paciente, pudiendo aparecer
pensamientos negativos y ansiedad acerca de lo que supondrá esta consulta, las
preguntas que se le harán o qué cosas está haciendo mal (si es que alguien puede
hacer algo mal cuando tiene cáncer).
El hecho de tener un lugar donde hacer la entrevista, en ocasiones nos
puede llevar a ser demasiado rígidos y querer hacer una intervención de libro
con una entrevista estructurada, test que aplicar, etc. Aunque está bien tener esta
base, es esencial que tengamos en mente la posibilidad de que las cosas no salgan
tan perfectas como esperamos. El objetivo no es tanto aplicar test y tener puntuaciones, como que cuando el paciente salga por la puerta, el profesional tenga
93
Psicooncología básica para profesionales de la salud
una idea clara de cuáles son sus problemas y de esos, cuáles requieren atención
inmediata.
Una de las cosas que pueden ayudarnos a ponernos en el lugar del paciente,
es pensar en el duelo que tiene que atravesar por todas las cosas que se ha llevado
la enfermedad (independencia, salud, trabajo, seguridad, etc.). El duelo oncológico es algo totalmente normal, sano, adaptativo y necesario. Se caracteriza por
unos sentimientos de aturdimiento y negación (No me puede estar pasando esto
a mi).
Debemos acostumbrarnos a que las consultas sean una mezcla de emociones entre tristeza, ansiedad, miedo, vulnerabilidad, frustración, incertidumbre,
rabia, ira, angustia, desesperanza e indefensión. Saber que estas emociones son
las normales que siente un paciente oncológico, nos ayuda a centrarnos y a normalizar lo que viven con mucha angustia.
La mayor parte de los pacientes que acuden a nuestra consulta, no saben
qué esperar de nosotros. Considero que nuestro objetivo ha de ser que se sientan
acogidos y arropados, que puedan expresar sus temores y dudas y podamos ayudarles a descubrir en sí mismos todos esos recursos que ya poseen para afrontar
su enfermedad.
5.1.2. E
l psicooncólogo y el paciente oncológico
El protagonista de la atención psicooncológica suele ser el paciente. Es
quien sufre en primera persona los primeros síntomas extraños, quien sufre miedo
e incertidumbre por lo que dirán las pruebas, quien padece los efectos secundarios
de las pruebas diagnósticas invasivas y de los tratamientos para intentar acabar
con el cáncer. De hecho, las etapas donde los pacientes necesitan un mayor apoyo
psicológico, son la fase de tratamiento activo y la fase de enfermedad avanzada.
Esta experiencia modifica no solo la manera en que afronta el estrés actual
del diagnóstico, pronóstico y tratamiento, sino que modificará también cómo
afronte en el futuro las situaciones amenazantes y estresantes.
Se sabe que la atención psicológica en el cáncer y el soporte emocional llevado a cabo por un profesional, ayuda a incrementar el bienestar de los pacientes
y reduce el fatalismo asociado a la enfermedad.
Cuando un paciente llega a la consulta del psicooncólogo, se hacen varias
cosas:
1. Averiguar lo que el paciente sabe de su enfermedad. Este punto es
importante porque nos centra en lo que sabe el paciente sobre su situación y podemos averiguar si hay negación o dificultades para afrontar
94
La figura del psicooncólogo y burn-out
algún aspecto de la enfermedad. Si formamos parte de un equipo interdisciplinar en un hospital, podríamos acceder a los informes médicos
del paciente. Si hacemos nuestro trabajo desde una consulta psicológica
externa al hospital del paciente, le solicitaríamos los informes médicos
para poder tener una información objetiva de su estado.
2. Acoger: Este paso es esencial para establecer una alianza terapéutica
de confianza. El objetivo de la acogida es crear un clima de confianza
con el paciente para hallar las respuestas que necesita y los recursos
necesarios para la toma de decisiones. Lo primero que se debe hacer, es
escuchar de manera activa a las preocupaciones o temores del paciente
y ofrecerle una nueva perspectiva de sus tribulaciones, fomentando que
crea en sí mismo.
3. Explorar los problemas del paciente: La mejor manera de hacer esto
es por medio de preguntas abiertas y cerradas. Las preguntas abiertas
nos permiten conocer más al paciente porque podrá hablar de temas en
general y las preguntas cerradas nos clarificarán las dudas que nos han
podido quedar tras escucharle.
4. Realizar intervenciones psicológicas: Estas intervenciones pueden ir
desde dar pautas de higiene del sueño para ayudar a reducir el insomnio, planificar actividades de ocio que motiven al paciente y le activen,
explorar los pensamientos negativos que le hacen sentir mal, hasta enseñar técnicas de respiración y relajación para reducir la ansiedad asociada
a la enfermedad o los tratamientos, emplear visualizaciones para generar
calma mental y ayudar a reducir el dolor, etc.
5. Permitir la expresión emocional: Una de las cosas que más necesita un
enfermo oncológico, es poder sincerarse con una persona que no sea de
su entorno, ya que de este modo podrá decir aquello que siente sin tener
que preocuparse en la reacción de quien escucha. De hecho, el malestar
emocional es una de las razones principales de la búsqueda de ayuda
psicológica en oncología, seguida de la necesidad de orientación y la
sintomatología ansiosa.
6. La evaluación nunca termina: Es habitual que a nivel teórico solamos
diferenciar entre una etapa de evaluación y otra de intervención. En realidad la evaluación es un proceso constante que nunca termina. En cada
sesión se hace un repaso de aquellas cosas que preocupan al paciente,
cambios de una sesión a otra o cualquier duda o problema que tenga.
95
Psicooncología básica para profesionales de la salud
7. Fomentar el crecimiento en el paciente: Considero que este es el objetivo primordial de la psicología, aunque no siempre se realizan intervenciones directas para lograrlo. La mejor manera de fomentar el crecimiento en una persona, es demostrándoles nuestra confianza plena en
ellos, hacerles ver que en su interior tienen todo lo que necesitan para
salir adelante por ellos mismos. Esa confianza plena en el otro, ese aceptar al otro sin juicios, tiene la capacidad de despertar la autoconfianza
en el paciente. La propia enfermedad promoverá el crecimiento y evolución, pero si ayudamos al paciente a que crea en sí mismo, lograremos
que la enfermedad tenga un sentido más allá del sufrimiento.
8. Acompañar: Creo que es la clave de una buena intervención psicooncológica. Esta alianza de trabajo es un encuentro entre biografías (la del
paciente y la del profesional). Establecemos una meta común a lograr,
comprometiéndonos con ellos en una serie de tareas y responsabilidades comunes. El paciente acude allá adonde vaya, con su biografía. Es
importante tener este concepto en mente porque cambia nuestra manera
de ver a la otra persona. Somos conscientes de que ha vivido cosas que
han modulado su forma de ser y de afrontar las diferentes situaciones
vitales.
A continuación expondré los indicadores que expresa el paciente de la
necesidad de acudir al psicooncólogo. Siempre que el personal de salud tenga
alguna duda acerca de la necesidad de hacer una interconsulta al psicooncólogo,
por si acaso, que deriven. En la primera consulta, el especialista evaluará los problemas y necesidades del paciente. Si fuera innecesaria dicha atención, se le daría
el alta o se pospondría la siguiente consulta.
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La figura del psicooncólogo y burn-out
INDICADORES DE LA NECESIDAD DE DERIVACIÓN AL
PSICOONCÓLOGO
1. Pacientes con problemas psicológicos y/o psiquiátricos previos al diagnóstico de cáncer.
2. Pacientes con poco apoyo social o nulo.
3. Problemas para adaptarse al diagnóstico, mostrando una negación desadaptativa (es un obstáculo para el tratamiento).
4. Pacientes con un estado anímico depresivo (anestesia emocional, insomnio, aumento o reducción del apetito, ideación suicida…) por un
período prolongado.
5. Presencia de ideación suicida o intento autolítico.
6. Adaptación complicada al tratamiento (baja adherencia terapéutica).
7. Sobrecarga del cuidador, con problemas para manejar la situación de su
familiar.
8. Ante las náuseas y vómitos anticipatorios y condicionados tras la quimioterapia.
9. Problemas familiares de adaptación al diagnóstico y tratamiento.
10. Problemas de pareja derivados del diagnóstico y tratamiento (discusiones, problemas de relaciones sexuales…).
11. Asesoramiento para dar explicaciones a los hijos acerca de la enfermedad.
5.1.3. El psicooncólogo, la familia y el cuidador principal
Como ya hemos podido comprobar en páginas anteriores, el cáncer es una
enfermedad que afecta al paciente y también a su familia. Se ha observado que las
etapas de enfermedad que requieren una mayor atención psicológica y emocional
en los familiares son la etapa de tratamiento activo y la etapa de duelo.
La figura del psicooncólogo no siempre está disponible en las unidades de
oncología y eso conlleva grandes listas de espera o que acudan al especialista tras
una larga etapa de distrés y sufrimiento. En este sentido es importante introducir
la figura de este profesional como algo natural y necesario.
97
Psicooncología básica para profesionales de la salud
Los temas que suelen provocar la demanda de atención psicológica en los
familiares de los pacientes, son el malestar emocional derivado de la enfermedad
y el duelo una vez que el paciente ha fallecido.
En cuanto a los cuidadores principales, debemos comprender que no
tienen conocimientos médicos ni preparación en estos asuntos, pero tienen que
afrontar una serie de tareas que les obligarán a estar al día en estos asuntos. El
uso de tratamientos ambulatorios son positivos porque el paciente no necesita
pasar tanto tiempo hospitalizado, pero ello conlleva una mayor exigencia a los
cuidadores para que estén al tanto de efectos secundarios habituales y síntomas
que son indicio de que algo va mal.
En ocasiones, para evitar el sufrimiento propio y ajeno, los cuidadores
principales y el paciente evitan hablar de la enfermedad y de los tratamientos,
lo que provoca un mayor aislamiento en cada uno de ellos y un sentimiento de
soledad y frustración. Es importante que se llegue a un equilibrio entre hablar de
la enfermedad y de otros temas.
Los psicooncólogos dedicamos buena parte de nuestro trabajo a escuchar
a los cuidadores, a sentarnos con calma unos minutos, a permitir que salga de su
interior cualquier emoción, promoviendo la expresión emocional ya sea en palabras o lágrimas. Dedicarles tiempo les hace ver que ellos también tienen necesidades y que deben cuidarse para sí mismos y también para cuidar mejor a sus
familiares (deben dormir, descansar, comer bien, hacer actividades de ocio que
les ayuden a olvidar momentáneamente la enfermedad, etc.).
El personal de salud debe saber qué informar a los pacientes, sus familiares
y cuidadores de la existencia de los psicooncólogos, es algo que todos necesitan
saber y que les ayuda a tener un recurso al que puedan acceder cuando se sientan
preparados.
Espero que con este resumen acerca del trabajo que realizamos los psicooncólogos, os ayude a ver más claramente de qué modo podría venirle bien a
los pacientes acudir al especialista en emociones.
5.2. DESGASTE PROFESIONAL, FATIGA POR COMPASIÓN Y
SATISFACCIÓN POR COMPASIÓN
índrome de burnout
5.2.1. S
El trabajo que se realiza en los hospitales supone un riesgo emocional para
aquellos que trabajan en este ámbito. Atender a personas que tienen enfermedades (en ocasiones, en ocasiones no tanto, enfrentarse a la muerte, etc.) supone ver
una parte de la vida de las personas en la cual las noticias malas abundan.
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La figura del psicooncólogo y burn-out
Enfrentarse día tras día a las emociones que sienten los pacientes y sus familiares (tristeza, ansiedad, estrés, impotencia, rabia, frustración, sufrimiento, etc.)
supone un desgaste escalado en el profesional. Además de ello, la estructura organizacional en el que está inmerso el propio hospital, su gestión y consecuencias en
el entorno y clima laboral, hacen que el personal de salud se pueda sentir exhausto.
Podemos definir el síndrome de burnout o de desgaste como la quemazón
de fallar, desgastarse o sentirse exhausto debido a las demandas excesivas de
energía, fuerza o recursos. Es lo que pasa cuando un miembro de una organización, por las razones que sean y tras muchos intentos, se vuelve inoperante (H.J.
Freudenberger).
El burnout puede afectar a todo el equipo interdisciplinar (médicos, enfermeras, psicólogos, trabajadores sociales…), o bien a algún miembro de manera
aislada.
Trabajar en puestos de salud y concretamente en los oncológicos y paliativos, requieren de un trabajo emocional constante por parte del profesional. Este
trabajo emocional se realiza sobre estas áreas:
• La situación laboral (gestión inadecuada de los recursos de salud s, problemas con compañeros, etc.).
• Las normas sobre las emociones que establece la organización para las
situaciones habituales.
• La experiencia y expresión emocional. Afrontar malas noticias junto con
el paciente, así como las emociones negativas que éste desarrolla.
Aunque cualquier profesional que trabaje en una unidad de oncología y
cuidados paliativos puede desarrollar este desgaste profesional, el personal de
enfermería es más vulnerable a ello porque suelen estar más en contacto con
las emociones del paciente y familia y porque soportan una serie de estresores
organizacionales propios de su profesión. El estrés es el máximo responsable del
desarrollo de este síndrome, por lo que la prevención e intervención debe tener
en cuenta este dato.
La emoción que está detrás del desarrollo de este síndrome, es la empatía,
la emoción básica y esencial para poder conectar con los pacientes y ayudarles.
En la medicina centrada en el paciente, la empatía es la protagonista y guía del
trabajo del personal de salud . La empatía es esa emoción que nos permite conectar con otra persona, con sus vivencias y emociones y nos lleva a comprender
cómo se siente. La empatía debe permitir ponernos en el lugar del otro pero sin
perder el foco en nosotros mismos como persona diferente a la que sufre y a la
que atendemos.
99
Psicooncología básica para profesionales de la salud
Ser empático conlleva costes, ya que podemos llegar a identificarnos tanto
con el paciente, que acabemos saturados por las emociones que está sintiendo el
otro (ansiedad, tristeza, sufrimiento, ira, etc.). Cuando el profesional sea consciente de que está demasiado implicado emocionalmente con el paciente, deberá
hacer lo posible para volver a sí mismo. Un método rápido y sencillo para lograr
este objetivo tan difícil es el siguiente:
• Cuando el paciente nos transmite su angustia, sintiéndola nosotros mismos, por una excesiva identificación con él o ella, debemos centrarnos en
la respiración.
• Cuando sintamos que perdemos el control emocional y que no estamos en
contacto con nosotros mismos, debemos hacer 3 o 4 inspiraciones profundas, siendo conscientes de ello. La respiración es una forma sencilla pero
muy útil para centrarnos de nuevo en la relación profesional-paciente y
para estar de nuevo en contacto con nosotros mismos.
Todo profesional que sienta un desgaste emocional elevado, que influye en
otros ámbitos de su vida, debería acudir a un psicólogo o psicooncólogo para que
pueda ayudarle a afrontar mejor su día a día.
La tríada del síndrome del burnout
1. Agotamiento emocional: Disminución y pérdida de recursos emocionales que se experimenta como una pérdida de fuerza o vitalidad que lleva
a sentir como insostenible el trabajo.
2. Despersonalización o deshumanización (esto no me está pasando a mí):
Actitudes negativas, insensibilidad y cinismo hacia los pacientes y sus
familiares. Suelen desaparecer las actitudes altruistas y humanitarias
que antes guiaban el trabajo del profesional.
3. Realización personal reducida: Tendencia a evaluar de manera negativa el trabajo, sentir que no se es suficientemente buen profesional y
baja autoestima a nivel personal. El profesional se siente desmotivado
y vacío.
Este síndrome no solo se expresa a nivel emocional y psicológico, también
tiene una expresión somática: problemas de sueño, cefaleas, abuso de sustancias,
trastornos psicológicos de ansiedad, estrés, depresión, irritabilidad, aislamiento, etc.
100
La figura del psicooncólogo y burn-out
Factores de riesgo en el desarrollo del síndrome de burnout
• Variables sociodemográficas: Los resultados en este sentido han sido
contradictorios especialmente con la variable de la edad. En general, se
ha observado que los profesionales más jóvenes, suelen tener problemas
para manejar el estrés de su trabajo, ya que aún no han tenido tiempo de
aprender estrategias para el manejo del estrés laboral.
Las variables sobre el sexo, indican que dentro de la triada del burnout,
las mujeres tienden a desarrollar un mayor agotamiento emocional,
mientras que los hombres tienden a la despersonalización.
En cuanto al estado civil, parece que los profesionales casados, tienden a
desarrollar un mayor agotamiento emocional.
• Variables de personalidad: Hay ciertas características de personalidad
que se asocian a un mayor agotamiento emocional y despersonalización,
tales como escasa estabilidad emocional, baja amabilidad y escrupulosidad.
Las personas poco estables emocionalmente, tienden a interpretar negativamente los eventos y desarrollan emociones negativas como ansiedad,
depresión y frustración. Estas personas tienden a evitar afrontar los problemas emocionales y suelen huir de un afrontamiento activo, lo que a
largo plazo provoca más problemas.
• Variables ocupacionales: Se produce un menor agotamiento emocional
en aquellas personas que han trabajado durante más tiempo en el mismo
puesto laboral o el mismo tipo de unidad. Trabajar en las unidades de
cuidados intensivos, provoca un mayor agotamiento. Este agotamiento
es mayor también por tener escasos descansos durante la jornada laboral.
Condiciones estresantes de trabajo como poco tiempo que dedicarle a las
tareas propias de cada puesto, influye en un mayor agotamiento emocional y despersonalización.
Como siempre, el primer paso para actuar ante el desgaste profesional, es
ser conscientes de que nos sucede, para ello hay que preguntarse:
• ¿Tiene la tensión emocional un impacto negativo en mi vida privada y
laboral?
• ¿Me siento desbordado?
• ¿Estoy fuera de control?
101
Psicooncología básica para profesionales de la salud
ESTRATEGIAS PARA COMBATIR EL SÍNDROME DE BURNOUT
1. Apoyo de compañeros de trabajo.
2. Especificidad de rol de cada especialista (saber los límites de trabajo de
cada profesional).
3. Tiempo vacacional suficiente para desconectar del trabajo.
4. Cuidado mutuo entre el equipo de profesionales.
5. Suficiente personal para atender a los pacientes.
6. Buena formación en oncología, así como talleres de habilidades de comunicación con el paciente, reducción del estrés, regulación emocional
o cómo dar malas noticias.
7. Estrategias de afrontamiento: hablar con amigos, el humor, tomar café
con los compañeros…
8. Es importante que el profesional se pare a pensar de vez en cuando,
en la importancia de su trabajo y en todo aquello que le aporta como
individuo.
9. Tomar pequeños descansos en el trabajo para mirar por la ventana, respirar…
10. Hacer algo para separar el final de una situación estresante y el principio
de una nueva.
5.2.2. F
atiga por compasión
Este término comenzó a usarse en 1992, observando una serie de síntomas que presentaban las enfermeras que trabajaban cuidando a pacientes cuya
enfermedad era una grave amenaza para su vida. Podemos definir la fatiga por
compasión como respuesta de estrés frente al sufrimiento de las personas que los
profesionales de salud ven cada día. Este agotamiento o fatiga tiene repercusiones en el ámbito físico, emocional, social y espiritual del profesional. Es descrito
como una sensación de cansancio que reduce la capacidad del individuo para
ayudar a otras personas.
Esta definición de fatiga por compasión, puede llevarnos a creer que es
igual que el síndrome de burnout centrándonos en el agotamiento emocional,
pero ambas son dos categorías diferentes.
102
La figura del psicooncólogo y burn-out
Tabla 3. Resumen de las diferencias entre el síndrome de burnout y la fatiga por compasión.
Síndrome de burnout
Fatiga por compasión
Surge por el estrés de las interacciones
de los profesionales de salud con su
entorno y organización.
Surge como consecuencia de la relación
del profesional con el paciente y tener
que afrontar su muerte.
Se caracteriza por una tríada:
Agotamiento emocional,
despersonalización y realización
personal reducida.
El profesional se siente exhausto a nivel
emocional y es incapaz de afrontar su día
a día.
El síndrome de burnout surge en
cualquier unidad de especialización.
La fatiga por compasión surge en
unidades donde la vida de los pacientes
está en riesgo.
Su aparición es más lenta y progresiva.
Tiene una aparición repentina.
Se desarrolla por la compasión hacia los
pacientes, pero también por cuestiones
organizacionales.
Se desarrolla por mantener niveles
elevados de compasión hacia quienes
sufren.
Se relaciona más con el estrés y una
alta demanda de recursos en el entorno
laboral.
Se relaciona más con la historia
emocional del profesional (asuntos no
resueltos).
El factor de riesgo esencial para desarrollar la fatiga por compasión, es
realizar una actividad laboral relacionada con la ayuda a otras personas. En este
sentido el personal de salud es especialmente vulnerable a esta respuesta emocional, ya que cada día se enfrentan a situaciones emocionales de elevado contenido
estresante y se exponen constantemente al sufrimiento ajeno. El profesional de
salud puede experimentar ansiedad, estrés y un desgaste progresivo.
Las características de la fatiga por compasión son:
1. Mostrar emociones como ira, impotencia, aislamiento, confusión o apagar sus propias emociones en respuesta al sufrimiento de los pacientes
o incluso distanciándose de lo pacientes. La fatiga por compasión es el
coste de cuidar.
2. Identificarse con las pérdidas de los pacientes. En unidades de oncología o cuidados paliativos, este paso produce una sensación de futilidad o
fracaso en la atención que se provee.
103
Psicooncología básica para profesionales de la salud
3. Es un “síndrome de ayuda”: Trabajar ayudando a personas que atraviesan situaciones traumáticas y muy estresantes especialmente en el
ámbito de salud y en entornos donde los pacientes tienen una fuerte
amenaza para su vida, conlleva decepciones continuas, lo que provoca
una angustia moral que hay que trabajar.
La fatiga por compasión no solo afecta al profesional, sino que también
puede tener repercusiones para el lugar de trabajo con una menor productividad,
más bajas laborales por enfermedad y una mayor rotación del personal. Por eso es
esencial que las organizaciones de salud hagan programas para prevenir la fatiga
por compasión o al menos pongan a disposición de los profesionales talleres de
psicoeduación y aprendizaje de habilidades de autocuidado.
Variables implicadas en el desarrollo de la fatiga por compasión
• Variables sociodemográficas: No parece existir una relación entre fatiga
por compasión y edad, estado civil o etnia. Ser mujer aumenta la vulnerabilidad a desarrollar fatiga por compasión.
• Variables laborales: Hay determinadas características del trabajo que llevan a cabo los profesionales de salud s, que se relaciona con una mayor
probabilidad de desarrollar fatiga por compasión como: jornada completa, elevados niveles de estrés, pertenecer a un servicio de enfermería. La
probabilidad de desarrollar fatiga por compasión es igual si se trabaja en
el ámbito hospitalario o no hospitalario.
• Variables personales: Antecedentes personales de exposición a situaciones traumáticas, escasa red de apoyo social. Estilos de apego basados en
la evitación y ambivalencia.
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La figura del psicooncólogo y burn-out
ESTRATEGIAS PARA PREVENIR LA FATIGA POR COMPASIÓN
1. Apoyo de profesionales. Ante los primeros síntomas de agotamiento emocional, es importante que los profesionales acudan a un psicólogo que les
ayude a afrontar esos sentimientos. Es importante que en los hospitales y
centros de salud especializados, exista la figura del psicólogo que ayude
a los profesionales.
2. Programas educativos. Es esencial que los profesionales puedan realizar
talleres de control de estrés, habilidades de autocuidado, adaptación y
autocuidado emocional.
3. Períodos de descanso y/o retiro. Es importante que los profesionales de
salud puedan tomarse un tiempo libre de la carga emocional diaria acudiendo a la naturaleza, yendo a conferencias, meditando, etc.
4. Fomentar un sentimiento de orgullo por su trabajo. El esfuerzo del personal de salud consiste en ayudar a las personas que atraviesan situaciones
muy complicadas. Ser consciente de la importancia de este trabajo puede
proteger frente a la fatiga.
5.2.3. Satisfacción por compasión
Hasta ahora hemos hablado de las consecuencias negativas a nivel emocional, que experimenta el profesional por estar en contacto con pacientes que
viven etapas vitales complicadas. No quiero terminar este capítulo sin hablar de
las consecuencias positivas de dedicarse a una profesión en la que se ayuda a
otras personas y saber que el trabajo que se hace, tiene un propósito y resultados
positivos.
La satisfacción por compasión podría definirse como la capacidad de recibir gratificación por dispensar cuidados.
La literatura disponible de este tema es bastante limitada, pero creo que es
necesario que los profesionales que han decidido dedicarse a profesiones donde
atienden a personas que pasan por ciclos vitales complicados, hagan un ejercicio
de positividad y se den cuenta de todas las cosas buenas que les aporta su trabajo,
ya que se asocia a la calidad de vida laboral.
Esta satisfacción por compasión, da sentido a la profesión que ejerce cada
día el personal de salud, mantiene la motivación en su empleo y le inspira para
nuevos proyectos o nuevas formas de orientar los problemas de los pacientes.
También aporta resistencia ante las emociones negativas.
105
Psicooncología básica para profesionales de la salud
El trabajo del personal de salud gira en torno a la empatía. Dicha empatía
es una emoción positiva y que fomenta las conductas de ayuda típicas de estos
empleos. La empatía supone identificar los pensamientos, sentimientos y emociones de los demás, siendo esencial no quedarnos atrapados en esas emociones
ajenas. La empatía es una herramienta esencial para lograr resultados terapéuticos positivos. Promueve conductas prosociales y un desarrollo moral positivo.
Sin embargo, un uso inadecuado de la empatía, contagiarnos en exceso de
las emociones de los pacientes y sus familias o estar expuestos demasiado tiempo
a una empatía con resultados negativos, puede llevar a la fatiga y agotamiento
emocionales.
Consecuencias positivas de la satisfacción por compasión
• Promueve el orgullo profesional y esta misma sensación se extiende a su
vida en general, pudiendo realizar un gran crecimiento personal.
• Estos sentimientos positivos aportan aún más energía y motivación que
vuelcan en su trabajo.
• Se rinde más y mejor, hay una actitud positiva hacia el trabajo.
• Hay mayor esperanza en los resultados positivos de su trabajo.
• La satisfacción por compasión es el antídoto contra el burnout y la fatiga
por compasión.
Variables implicadas en el desarrollo de la satisfacción por compasión
• Apoyo social: Una buena red de apoyo social (amigos, familiares y comunidad), es un buen predictor para desarrollar la satisfacción por compasión.
• Variables laborales: La sensación de control y eficacia laboral, pudiendo
opinar acerca de lo que ocurre en el trabajo. Esta variable es de las más
importantes para desarrollar la satisfacción por compasión y proteger
frente al burnout y la fatiga por compasión. Tener turnos partidos ayuda
a tener más satisfacción por compasión.
• Puesto de trabajo: Enfermería suele tener mayores niveles de satisfacción por compasión.
• Formación del profesional: Cuanta más formación tenga en habilidades
de autocuidado emocional, más se protegerá de las consecuencias negativas de su trabajo y más probable será que desarrolle la satisfacción por
compasión.
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La figura del psicooncólogo y burn-out
Relación entre burnout, fatiga por compasión y satisfacción por compasión
• La satisfacción por compasión protege del burnout.
• La satisfacción por compasión protege de la fatiga por compasión.
• La fatiga por compasión y el burnout se relacionan entre sí.
ESTRATEGIAS PARA FOMENTAR LA SATISFACCIÓN
POR COMPASIÓN
1. Autocuidado emocional: El uso de la escritura creativa (poner por escrito
aquello que aprendemos de los pacientes y las cosas que nos hacen reflexionar), ayuda a poner en orden nuestro mundo emocional.
2. Meditación y mindfulness: El mindfulness es una actitud vital centrada en
el presente, usando la respiración como medio para centrarnos en el aquí
y ahora y dejar a un lado las emociones y recuerdos negativos. Tanto la
práctica de mindfulness como de la meditación, pueden ser muy positivos
para generar en nosotros estados emocionales de satisfacción y tranquilidad.
3. Desarrollar la introspección: El agotamiento se acumula sin que en ocasiones nos demos cuenta, pero si desarrollamos nuestra capacidad introspectiva y detectamos las primeras emociones que nos saturan, podremos
trabajar con ellas, superarlas y continuar con nuestra vida laboral. El profesional de salud debe estar en contacto con sus emociones y observar
cómo cambian.
4. Pensamiento positivo: Una de las cosas que más protege contra la tristeza
y sentimientos de frustración e impotencia, es la capacidad de observar lo
positivo de la vida y de las situaciones, aún entre los sucesos negativos.
Este pensamiento positivo suele ser algo que requiere mucho esfuerzo de
nuestra parte porque no estamos acostumbrados a pensar así. Nunca debemos olvidar que aprendemos de todas las experiencias vitales, incluso
de las negativas.
107
Psicooncología básica para profesionales de la salud
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Bloque III
EL CUIDADO AL MORIBUNDO
6. CUIDADOS PALIATIVOS.
AFRONTAR EL FINAL DE LA VIDA
6.1. ESBOZANDO LOS CUIDADOS PALIATIVOS
La OMS define a los cuidados paliativos como el enfoque que mejora la
calidad de vida de pacientes y familias que se enfrentan a los problemas asociados con enfermedades amenazantes para la vida, a través de la prevención y
el alivio del sufrimiento, por medio de la identificación temprana y la impecable evaluación y tratamiento del dolor y otros problemas físicos, psicosociales y
espirituales.
Atendiendo esta definición de los cuidados paliativos, observamos que el
enfoque que expone esta organización de la salud es el modelo bio-psico-social
del que ya hablamos en el capítulo uno.
El objetivo fundamental cuando la enfermedad ha evolucionado hasta un
punto incurable, es proporcionar la máxima calidad de vida posible al paciente y
su familia.
Según la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL), hablamos
de terminalidad cuando:
• Existe una enfermedad avanzada, progresiva e incurable.
• Faltan posibilidades razonables de respuesta al tratamiento específico.
• Aparecen numerosos problemas o síntomas intensos, múltiples, multifactoriales y cambiantes.
• Pronóstico de vida inferior a 6 meses.
• Gran impacto emocional en paciente, familia y equipo terapéutico muy
relacionado con la presencia, explícita o implícita, de la muerte.
113
Psicooncología básica para profesionales de la salud
En esta etapa, el tratamiento activo de la enfermedad pasa a un segundo
plano, hasta centrarse tan solo en controlar los síntomas que genera la evolución
de la enfermedad, por tanto, la atención psico-social se hace imprescindible.
Se suele hablar mucho de los cuidados paliativos oncológicos, pero en la
práctica clínica podemos observar casos de otras enfermedades que han llegado a
este punto de terminalidad (trastornos cardiovasculares, enfermedades hepáticas
o renales avanzadas, demencias, etc.). Es muy importante que no se etiquete al
paciente terminal como potencialmente curable.
En esta etapa de terminalidad, la calidad de vida es la esencia que guía las
actuaciones de los profesionales. Podemos entender la calidad de vida como un
constructo subjetivo, dinámico y multidimensional que está formado por:
• Bienestar físico: Control de dolor y de síntomas que generen sufrimiento.
• Bienestar psicológico: Fomentar la expresión emocional por medio de
palabras, llanto, etc. Cerrar temas pendientes, fomentar una despedida
con la familia, etc.
• Bienestar social: Fomentar el apoyo social y familiar en la etapa de final
de vida.
• Bienestar espiritual: Permitir la expresión espiritual del paciente, sea
cual sea.
La calidad de vida y el confort de los pacientes antes de su fallecimiento,
es el objetivo principal que se tiene en las unidades de cuidados paliativos. Según
la SECPAL, esto se logra atendiendo a los siguientes aspectos:
1. Control de síntomas: Supone reconocer, evaluar y tratar los muchos síntomas que surgen y que tienen un impacto directo en el bienestar del paciente. Algunos son más sencillos de controlar como el dolor y la disnea
y otros requerirán que el paciente se acostumbre a su presencia (fatiga,
debilidad, anorexia, etc.).
2. Apoyo emocional y comunicación: Esto se realizará con el paciente, la
familia y también con el equipo terapéutico.
3. Cambios en la organización: Permitiendo un método de trabajo más
flexible que pueda acoger a todo el equipo interdisciplinar y se adapte el
trabajo a la realidad cambiante del paciente.
4. Equipo interdisciplinar: En cuidados paliativos es esencial trabajar en
equipo y con una variedad de profesionales especializados en las tareas
y funciones que se tienen que llevar a cabo (médicos, enfermeros, psicólogos, trabajadores sociales, terapeutas ocupacionales, etc.).
114
Cuidados paliativos. Afrontar el final de la vida
A nivel asistencial, hay varias formas de atender a los pacientes en el final
de la vida:
A. Equipos de soporte hospitalario de cuidados paliativos (ESHCP): Son
unidades de consulta presentes en los hospitales. Carecen de camas, por
lo que trabajan a través de interconsultas (derivaciones). Se encargan de
dar soporte paliativo a los pacientes hospitalizados en cualquier área y
también coordinan los cuidados paliativos tras el alta hospitalaria.
B. Consultas externas paliativas: Atienden en régimen ambulatorio a
pacientes paliativos. Contribuyen a mejorar la atención integral del
paciente.
C. Servicios de soporte domiciliario paliativo: El paciente vive en su
domicilio y los médicos y enfermeras acuden para llevar a cabo curas y
seguimiento de tratamientos paliativos.
D. Unidad paliativa de día: Ubicadas en unidades con camas específicas para paliativos. Pensado para pacientes que pueden ir y volver a
la unidad. Se llevan a cabo cuidados, rehabilitación y respiro para los
cuidadores.
E. Unidades de cuidados paliativos: El paciente está hospitalizado en una
unidad específica de cuidados paliativos, atendiéndolo de manera integral. Puede ser de corta, media o larga estancia. El personal está altamente especializado.
Una vez esbozado este primer boceto de lo que son los cuidados paliativos,
quiero hablar de algunas cuestiones interesantes que están presentes en la intervención sanitaria del final de la vida.
6.1.1. Afrontar la muerte
En el siglo XXI la muerte es un tema tabú, apenas se habla de ello en la vida
diaria y tampoco se menciona en las facultades de medicina, enfermería, psicología o trabajo social. De este modo la muerte es un fantasma al que tememos y no
sabemos qué hacer cuando ésta se presenta en nuestra vida (ya sea por familiares
o en nosotros mismos). Parece que hemos elegido vivir de espaldas a la muerte.
En ocasiones el moribundo debe callar sobre las reflexiones que tiene en
su mente y corazón sobre lo que supondrá su marcha, y aunque esté rodeado de
su familia y amigos, puede sentir una inmensa soledad. Por eso es necesaria la
presencia de psicólogos, para que el paciente pueda hablar abiertamente de lo que
es la muerte, de lo que significa para él o ella y de ayudarle a hacer un repaso de
su vida y de todas las enseñanzas aprendidas.
115
Psicooncología básica para profesionales de la salud
Para el profesional, la muerte puede significar el fracaso de la medicina,
la imposibilidad de salvar a todos los pacientes. El primer paso en este sentido,
es que los profesionales reconozcan que no pueden salvar a todos sus pacientes
porque no tienen superpoderes. Sin embargo, sí son capaces de conectar con el
enfermo, de acompañarle y hacerle este último tramo de su vida más llevadero y
tranquilo. Si pensamos así, veremos que tenemos la capacidad de ayudar incluso
cuando la esperanza de vida sea muy pequeña.
En un estudio cualitativo llevado a cabo en la facultad de enfermería de la
Universidad Alfonso X, los alumnos de tercer curso de una asignatura de cuidados paliativos, opinaron lo siguiente:
• La necesidad de tener una formación adecuada sobre cómo afrontar la
muerte y el dolor que se vive con el paciente y las familias.
• Perciben la muerte como algo negativo.
• Son conscientes de que el encarnizamiento terapéutico (prolongar medidas de intervención que no alargan la vida y solo hacen sufrir al paciente)
es una posibilidad por desear salvar a quien no tiene fuerzas ya para vivir.
• Dada la elevada frecuencia de la muerte en el trabajo diario de enfermería, puede llevar a trivializarse la muerte.
• La muerte provoca impacto emocional, dolor, impotencia, tristeza. Insisten
en que la muerte debería verse como una etapa inevitable del ciclo vital.
• Pueden surgir problemas de afrontamiento de la muerte por el propio
rechazo hacia esta etapa final de vida. La manera en que uno ha vivido sus pérdidas, determinará que se desarrollen diferentes estrategias de
afrontamiento.
• Observan como algo esencial la humanización de los cuidados, pudiendo
afrontar adecuadamente esta situación a nivel emocional para así ayudar
al paciente y la familia.
Ramón Bayés, en su libro “Afrontando la vida, esperando la muerte”,
habla de la muerte psicológica. Tal vez es este tipo de muerte la que más nos
afecta y aterra, la desaparición de quiénes somos y de todo lo que hemos hecho y
aprendido, y no tanto el temor a la desintegración de nuestro cuerpo. Este autor
dice que la muerte psicológica no siempre va unida al sufrimiento, la tristeza y
la ansiedad. En ocasiones va emparejada a la nostalgia y melancolía de recordar
tiempos pasados y experiencias vividas.
Todos moriremos, nuestro cuerpo desaparecerá y las experiencias que nos
han hecho personas únicas tan solo vivirán en las mentes y corazones de aquellos
con los que compartimos nuestras vidas y experiencias íntimas.
116
Cuidados paliativos. Afrontar el final de la vida
6.1.2. La dignidad en cuidados paliativos
La dignidad es un concepto complejo y esquivo, por lo que su definición
es difícil de hallar. Chochinov aporta una idea general de lo que es la dignidad
humana cuando dice: Un poderoso mediador de la dignidad de los pacientes, es
cómo se perciben a sí mismos. Por lo tanto la idea de la dignidad está relacionada
con cómo se perciben los pacientes, pero también es esencial en este sentimiento,
que el personal de salud sea capaz de ver la persona que es realmente y que ha
sido, evitando centrarse tanto en la enfermedad y viendo al paciente como una
persona con una biografía única.
La dignidad se relaciona con la sensación de ser tratado con respeto. Esto
se consigue llamando al paciente por su nombre, dedicándole un poco de tiempo
sin prisas (con cinco minutos diarios es suficiente), tomándole de la mano para
que no se sienta tan solo, acompañándole en los momentos de tristeza y llanto,
no huyendo ante las grandes preguntas que atrae la muerte y siendo humildes
al aceptar que no tenemos todas las respuestas (ni los pacientes quieren que las
tengamos, tan solo desean que se les escuche).
No debemos olvidar que los pacientes afrontan la enfermedad y los cambios que ésta trae consigo, pero también experimentan una alteración de quiénes
son ellos mismos, teniendo sensaciones de desintegración de su propio yo (la
muerte psicológica de la que habla Bayés). El proceso de morir es algo común e
inevitable, pero puede aportar una sensación de plenitud y sentido si promovemos que ésta vivencia sea algo significativo y con sentido.
En cuidados paliativos, la dignidad se puede entender de dos maneras:
• El derecho a morir con capacidad de decisión en cuanto al modo, momento y lugar de la propia muerte.
• Lograr una muerte natural y sin sufrimiento (entendiendo el sufrimiento
como mucho más que el dolor).
Chochinov, defiende que la dignidad es una manera de practicar la medicina, independientemente de la especialidad de la que hablemos. Este autor define
un modelo A-B-C-D de cuatro aspectos esenciales a desarrollar en la dignidad:
A. ACTITUD (Attitude)
Es esencial que el personal de salud examine y sea consciente de las actitudes y suposiciones hacia los pacientes. Es muy necesario este punto porque
tal vez la percepción del profesional no refleja la realidad del paciente (por
ejemplo, tal vez lo que más preocupa al paciente no es el dolor sino estar fuera
de su hogar).
117
Psicooncología básica para profesionales de la salud
Examinar las propias actitudes es un viaje personal que como profesionales debemos emprender. Los pacientes tienden a ver a los profesionales de salud
como reflejo de quiénes son, por lo que sus actitudes y pensamientos también
impactan en el paciente. Considero que es esencial no dar nada por supuesto con
los pacientes, y por ello debemos aproximarnos a ellos como a una persona totalmente única que deseamos conocer. Para ello nos tomaremos tiempo para hablar
con los pacientes y saber qué desean de los cuidados que se les va a proporcionar.
B. COMPORTAMIENTO (Behaviour)
Saber que los profesionales de salud tenemos un papel importante en la
mediación de la dignidad de los pacientes, nos ayudará a desarrollar algunas
pautas de conducta básicas que promuevan esa sensación de respeto y amabilidad:
• Pedir permiso antes de incluir a estudiantes en las exploraciones.
• Hacerle saber que comprendemos que las exploraciones físicas son incómodas para ellos. Ejemplo: “Sé que esto puede ser incómodo”, “lamento
que tengamos que volver a hacerlo”…
• Conversar muy poco durante las exploraciones físicas y continuar hablando cuando esté vestido.
• Actuar de tal modo que se le haga ver al paciente que tiene nuestra atención.
• Los problemas personales deben plantearse en entornos de privacidad.
• Sentarnos junto al paciente para conversar, pudiendo mirarle directamente.
• Repetir explicaciones sobre la evolución de la enfermedad a petición del
paciente y/o familia.
• Emplear un lenguaje claro y sencillo.
• Asegurarnos de que el paciente no tiene dudas o preguntas sin resolver.
C. COMPASIÓN (Compassion)
La compasión es la conciencia del sufrimiento del otro junto con el deseo de
aliviarlo. Las emociones y sentimientos que nos suscita la situación del paciente,
nos motivan a entrar en contacto con él o ella y a atenderles con atención. La
compasión (como la empatía) es algo que se siente y que va más allá de la mera
idea intelectual.
Para algunos profesionales, la compasión surge de manera natural e
impregna el cuidado que se le da al paciente, para otros la compasión emerge len118
Cuidados paliativos. Afrontar el final de la vida
tamente con la experiencia clínica y la comprensión de que cada uno de nosotros
somos vulnerables al envejecimiento e incertidumbres vitales.
Hay diferentes maneras de entrar en contacto con nuestros propios sentimientos:
• Leyendo historias y novelas, viendo películas, obras de teatro o el arte.
• Discutiendo narraciones y pinturas.
• Teniendo en cuenta las historias personales que acompañan a la enfermedad.
• Experimentando diferentes grados de identificación con aquellos que sufren.
Las maneras de expresar nuestra compasión son simples, desde una mirada
comprensiva, pasando al tacto (un suave toque en el hombro o tomar la mano) y
pequeñas formas de comunicación (verbal o no verbal) que le indican al paciente
que reconocemos que es una persona más allá de su enfermedad.
D. DIÁLOGO (Dialogue)
El diálogo es algo básico en las profesiones sanitarias, pero acabamos de
ver cómo hay muchas maneras de comunicarnos con los demás sin llegar a hablar.
El diálogo debe reconocer la personalidad del paciente más allá de la enfermedad
y reconocer el impacto emocional que conlleva para el paciente y la familia la
aparición de la enfermedad y el proceso de morir.
En el final de la vida, el diálogo con el paciente se ralentiza, se habla del
propósito de la vida del paciente, se le ayuda a dotar de significado a toda su
existencia, conservando su dignidad y unicidad. Para poder tratar al paciente con
compasión y dignidad, es necesario saber qué les ha arrebatado la enfermedad
y cómo era su vida antes de ésta. Si se logra esto, fomentaremos en el paciente
confianza, honestidad y sensación de apertura.
Cómo lograr este diálogo compasivo que preserva la dignidad y unicidad
del paciente:
• Reconociendo la personalidad del paciente. Ejemplo: “Solo puedo imaginar lo que debes estar pasando”, “es natural sentirse abrumado en momentos como éste”.
• Conociendo al paciente. Ejemplo: “¿Cuáles son las cosas en este momento de tu vida que son más importantes para ti o que más te preocupan?”, “¿Qué otras cosas debería saber sobre ti para poder cuidarte de la
mejor manera posible?”
119
Psicooncología básica para profesionales de la salud
• Revisión de vida. Este punto supone averiguar un poco más de la historia
biográfica del paciente. Ejemplo: “Me gustaría saber algo más de su vida,
¿en qué trabajaba?”
La dignidad así entendida, basada en la empatía y compasión, es la piedra
angular de los cuidados paliativos. Ojalá que este enfoque se aplique en toda
práctica de la medicina, independientemente de la especialidad.
6.1.3. Humanización del cuidado
Vivimos en un mundo que poco a poco ha ido perdiendo su característica
propiamente humana para intentar crear seres perfectos que no se equivocan nunca
y que controlan cualquier aspecto de su vida, incluidas sus emociones. Aunque
esta visión puede parecer perfecta, en realidad los seres humanos no somos perfectos y aunque lo intentemos, es muy complicado perder nuestras características
más humanas. El desequilibrio entre ese paradigma de lo “perfecto” y la realidad,
produce mucha angustia y frustración al saber que no podemos controlar todas
nuestras emociones, que no somos perfectos y nos equivocamos constantemente.
Siempre he pensado que de los errores es de donde más aprendemos y que son los
catalizadores de nuestra evolución y crecimiento vital.
Cuando hablamos de humanizar el cuidado y la asistencia sanitaria, nos
referimos a que el trato de los profesionales con el paciente sea directo, promueva
la confianza, evite los juicios y las ideas preconcibas, conciba al otro como un
ser único con una biografía única que solo podremos conocer si nos tomamos la
molestia de dedicarle tiempo y siempre que la otra persona nos permita asomarnos a su mundo.
En un interesante artículo de García-Conde, J. y García-Conde, A., titulado
“Humanización en la asistencia clínica oncológica” (referencia bibliográfica
incluida al final de este capítulo), podemos ver un breve resumen de la humanización de la relación médico-paciente. Estos autores proponen lo siguiente para
lograr esta humanización:
• La relación con el enfermo es importante y significativa.
• Debemos lograr una equidad entre la prestación de servicios de salud
públicos y personales (escucha).
• Atender a las necesidades emocionales de los enfermos.
• Personalizar los servicios de salud (conocer la biografía del paciente y
adaptar nuestro trabajo a ello).
• Respetar la autonomía y la capacidad de decisión y opinión de los pacientes.
120
Cuidados paliativos. Afrontar el final de la vida
• Impulsar la relación humana.
• Denunciar las malas prácticas clínicas.
Por otro lado, estos mismos autores proponen una serie de signos o síntomas que nos indican que la asistencia sanitaria está deshumanizada:
• El hospital es en sí mismo una organización deshumanizada.
• Despersonalización del paciente (se le cosifica o identifica con la enfermedad). Pérdida de dignidad.
• El comportamiento humano queda reservado para casos aislados y escasos.
• El lucro en la atención sanitaria (medicina pública o privada).
• Discriminación de los pacientes.
• Desconocer aspectos éticos importantes.
La humanización en cuidados paliativos es un imperativo porque no hay
nada más personal que la manera en que cada persona abandona este mundo. En
el proceso de morir no solo es importante un buen control de síntomas y estar
rodeado de familiares y conocidos, pues todo ello dejará de tener un valor real
para el paciente si no hay personas que estén dispuestas a escuchar la angustia
que siente por la etapa vital que está atravesando.
Los requisitos básicos para poder humanizar la relación terapéutica y clínica son:
• La comunicación: Esta comunicación requiere de un diálogo verbal (las
palabras que se dicen) y un diálogo no verbal (aquello que no se dice
pero se transmite por los gestos, el tono de voz, el llanto, etc.).
• La escucha activa: Supone escuchar al paciente con nuestros oídos pero
también con nuestra mente, estando en el momento presente comprendiendo lo que nos transmiten.
• Empatía: Los seres humanos tenemos la capacidad de ponernos en el
lugar de otra persona. Esto nos permite aproximarnos a los otros con una
actitud humilde y nos hace más proclives a ayudar a los demás.
• Compasión: Una vez que hemos empatizado con la situación del paciente, la compasión nos permite aproximarnos a la otra persona y movilizar
los recursos necesarios para ayudar y consolar al otro, pero sin perder el
contacto con nosotros mismos, evitando perdernos en la angustia ajena.
• Respeto: Una actitud de respeto y de no juzgar al otro en base a lo que
dice, cree, piensa o decide, es un paso esencial para poder establecer una
relación de confianza y de ayuda. Este punto puede resultarnos especialmente difícil porque estamos acostumbrados a ser muy críticos con los
121
Psicooncología básica para profesionales de la salud
demás y con nosotros mismos. Para facilitar este punto, debemos pensar
que no somos jueces y por tanto no debemos juzgar si lo que hacen los
demás está bien o mal.
• Integridad: Asumir el compromiso de ser honesto y sincero cuando hablemos con los demás, es el primer paso de la humanización de las relaciones humanas en general.
6.2. DESTREZAS EN LA MEDICINA PALIATIVA Y HABILIDADES DE
COMUNICACIÓN
6.2.1. D
estrezas y habilidades del personal de salud
Las destrezas básicas en medicina paliativa, son:
1. Habilidades de comunicación y de malas noticias.
2. Toma de decisiones en la enfermedad avanzada (aplicar tratamientos
paliativos para reducir síntomas, decisiones sobre la alimentación por
sonda, retirar o no antibióticos, medidas de soporte vital como el respirador…).
3. Manejo de complicaciones en la enfermedad avanzada.
4. Cuidado psicosocial del paciente y familia.
5. Control de síntomas.
6. Cuidados al moribundo.
7. Coordinación del cuidado.
Los cuidados paliativos son un reto para los profesionales de salud porque
tienen que enfrentarse a una serie de cuestiones propias de intervención del
paciente basado en el cuidado y no tanto en la curación, lo que es un cambio
mental importante en la concepción que el personal de salud tiene de su trabajo.
Además, hay que adaptar cuestiones más organizativas para lograr que los pacientes moribundos puedan estar tranquilos en sus habitaciones y no se vean expuestos
al ritmo habitual del hospital. Pero creo que el mayor reto de todos, es el de tratar
cada día con personas que van a fallecer en un corto período de tiempo.
La muerte ajena nos recuerda la nuestra propia y la de nuestros familiares
y este tema suele provocar mucha angustia por pensar en perder a aquellos que
queremos, incluyéndonos a nosotros mismos. La actitud que el personal de salud
tenga acerca de la muerte, dependerá de las creencias espirituales o religiosas y
de la capacidad que hayan desarrollado para enfrentarse a la muerte como una
realidad. Estas actitudes tienen un impacto directo en cómo se plantea el acompañamiento de aquellos que mueren y de cómo afrontamos la muerte ajena.
122
Cuidados paliativos. Afrontar el final de la vida
Los profesionales de salud que trabajan en unidades de cuidados paliativos, deben tener una alta competencia emocional para poner en práctica estrategias que puedan satisfacer las demandas de los pacientes y de sus familias.
En occidente la muerte es considerada como un enemigo, algo que hay que
evitar a toda costa. Esta perspectiva de la muerte nos lleva a la ansiedad, frustración, miedo y depresión. Según Mok, Lee y Wong, si aceptamos que la muerte es
un proceso natural, se reducen los niveles de ansiedad provocados por la muerte
de los enfermos.
Para lograr un buen manejo de la ansiedad que provoca la muerte, es esencial tener una comprensión de la muerte, su significado y mantener una actitud
serena y madura frente al paciente, familia y el contexto laboral en general.
En un interesante estudio realizado en una unidad de cuidados paliativos de
México con el personal de salud que allí trabajaba (Ascencio Huertas, L.; Allende
Pérez, S.; Verastegui Avilés, E. “Creencias, actitudes y ansiedad ante la muerte
en un equipo multidisciplinario de cuidados paliativos oncológicos”), se hallaron
los siguientes resultados:
• Creencias: No se tiende a considerar que el dolor sea un síntoma de
difícil control, lo que más le preocupa al paciente son los asuntos emocionales. Tanto para la familia como para el paciente lo mejor es morir en
casa. No hay temor en el uso de morfina para el dolor en la fase de final
de vida y el personal de salud ve esencial que el paciente reciba apoyo
psicológico y espiritual además de la intervención médica.
• Actitudes: El personal de salud cree que debemos pensar en la muerte
para verla como algo natural y propio del ser humano. Estos profesionales afirmaron que el trato con pacientes moribundos, les hizo más responsables y atendieron más a su propia vida (valorando cada pequeña
cosa por lo corta que pueda ser la vida). Enfrentarse a la muerte en este
ámbito, promueve el crecimiento personal del profesional, aceptando su
propia muerte aunque pueda aparecer cierta ansiedad por dicho tema.
En el ámbito paliativo, la muerte no es un fracaso profesional, es algo
natural propio del ciclo vital.
Creo que una de las cosas más importantes de trabajar en cuidados paliativos, es que no solo se ayuda a personas que atraviesan uno de los momentos más
difíciles que podemos vivir, sino que además de realizar un trabajo tan complejo,
el profesional también se lleva un crecimiento interno y personal que cambiará el
modo en que ve la vida y en la manera que disfruta de todo aquello que tiene (me
refiero a cuestiones no materiales).
123
Psicooncología básica para profesionales de la salud
Dado que el objetivo en cuidados paliativos ya no es curar pero sí lo es
cuidar, considero que la humanización de la atención es el marco general en el
que se desarrolla el trabajo paliativo. El avance tecnológico que se ha producido
en la medicina, ha llevado a que en muchas ocasiones esta humanización se haya
perdido. Recordemos algunas habilidades que fomenta este trato humanizado:
• Neutralidad e imparcialidad: Requiere no juzgar a los pacientes por sus
creencias o por la vida que han llevado. En ocasiones estamos tentados
en juzgar que lo que ha hecho el paciente ha estado bien o mal, cuando
seamos conscientes de esto, debemos respirar hondo y recordarnos que
nosotros solo estamos acompañando al paciente en la última fase de su
camino, y que eso es un privilegio.
• Apertura y aceptación: Tener la mente abierta y ser capaces de dar una
parte de nosotros mismos al paciente, es algo esencial en cuidados paliativos. La aceptación del otro tal y como es, es la base para comprenderle
mejor. Cuando somos capaces de aceptar a los demás, estamos ayudándonos a nosotros mismos a aceptarnos más y a no criticarnos tanto.
• Compartir y apoyar: Considero que los cuidados paliativos es un trabajo
vocacional. Para ello es esencial que estemos dispuestos a cuidar y apoyar a los demás de manera generosa y sin pedir nada a cambio. Puede ser
positivo compartir alguna faceta de nuestra vida con el paciente, para que
así vea que somos otro humano más como él.
Es esencial que el profesional de salud que se enfrenta a la muerte de
manera cotidiana, tenga una buena formación en habilidades de comunicación,
manejo del estrés y gestión emocional. Una inadecuada formación en estos
aspectos, afecta al profesional, pero también al paciente y su familia. Aquellos
profesionales que acuden a programas formativos para el mejor afrontamiento
de la muerte, se sienten más seguros y preparados para trabajar con los pacientes
moribundos.
Los programas formativos actuales en el ámbito de los cuidados paliativos
para una mejora en el afrontamiento emocional de la muerte, se basan en cuestiones prácticas empleando grabaciones de audio, viendo películas sobre este tema
y haciendo debates después. Estos cursos han de estar orientados a la parte más
práctica del afrontamiento de la muerte.
Quiero introducir también un tema que considero importante y del que
cada vez se habla más. Me refiero a las comunidades compasivas dentro de los
cuidados paliativos. La idea de las comunidades compasivas viene derivado del
concepto de ciudades saludables defendido por la OMS. Las comunidades salu124
Cuidados paliativos. Afrontar el final de la vida
dables son aquellas en las que los gobiernos, instituciones de salud y bienestar,
organizaciones públicas y privadas y la sociedad en general, dedican sus esfuerzos a mejorar las condiciones de vida de la población, promoviendo una relación
armoniosa con el medio ambiente y desarrollan la solidaridad y cohesión. Las
comunidades compasivas en cuidados paliativos, promueven el acompañamiento
de los pacientes y sus familias que se encuentran en esta situación. Las personas
que tienen enfermedades crónicas, presentan una mejor adaptación a la enfermedad cuando reciben este tipo de apoyo comunitario.
Para acabar con este punto, quiero presentar los principios generales de los
cuidados paliativos.
PRINCIPIOS GENERALES DE CUIDADOS PALIATIVOS
1. Respetar la dignidad del enfermo y de los proveedores de cuidados.
2. Ser receptivos y respetuosos con los deseos del paciente y familia.
3. Usar las medidas más adecuadas que sean compatibles con las elecciones del paciente.
4. Aliviar el dolor y otros síntomas físicos.
5. Valorar y tratar los problemas psicológicos, sociales y espirituales o religiosos.
6. Ofrecer continuidad en la asistencia hospital –centro de salud– unidad
de cuidados paliativos.
7. Proporcionar acceso a cualquier tratamiento que de forma realista se
espere que mejore la calidad de vida del paciente, incluidos tratamientos
alternativos.
8. Proporcionar acceso a cuidados paliativos y cuidados en unidades de
enfermos terminales.
9. Respetar el derecho del paciente a negarse a recibir tratamiento.
10. Respetar la responsabilidad profesional del médico para interrumpir algunos tratamientos cuando proceda, teniendo en cuenta las preferencias
del paciente y su familia.
11. Promover la investigación clínica y objetiva sobre la provisión de cuidados al final de la vida.
125
Psicooncología básica para profesionales de la salud
6.2.2. E
l sanador herido
Como ya hemos hablado a lo largo del libro, la empatía es la emoción
básica que moviliza en el profesional la capacidad de ayudar a aquel que lo necesita. La auténtica empatía se desarrolla cuando tenemos un interés genuino en
la otra persona, en conocer algo más de su mundo interno y biografía. Pero la
empatía profunda, es aquella en la que el profesional también se implica en esos
momentos compartidos, expresando cosas que uno ni siquiera sabía que llevaba
en su interior, pero que ante la estimulación correcta, surge de nosotros mismos.
Cuando el profesional de salud no solo es un receptor de la información
que comparte el paciente, sino que también se introduce de manera activa en ese
mundo ajeno, está llevando a cabo un acompañamiento profesional muy importante.
Es en estos casos de acompañamiento emocional cuando podemos hablar
del sanador herido. Este concepto se refiere a que en la relación de ayuda, el otro
a quien acompañamos, refleja nuestras sombras y nuestras heridas, nos devuelven
nuestra propia realidad y no solo la suya. A quien acompañamos y ayudamos, nos
hace sentir la misma vulnerabilidad que hay en nuestro interior y que es más fácil
observarla en los demás. Al entrar en el mundo del otro, nuestro mundo interno
se revela tal y como es.
Es importante saber que lo que nos evoca el relato del paciente tiene un
eco en nuestro interior sobre aquellas experiencias que hemos vivido y nos han
suscitado emociones parecidas. Pero este eco también ayuda a comprender mejor
a la otra persona por compartir sentimientos y emociones parecidas en nuestra
historia vital.
En cuidados paliativos, nuestro papel de ayuda nos confronta con nuestras
heridas internas, con el miedo que podamos tener a la enfermedad o la muerte,
a la soledad o al dolor. Considero que abrirnos al sufrimiento y vulnerabilidad
ajenas, nos puede ayudar a conocernos mejor a nosotros mismos, a darnos cuenta
de cosas que antes estaban ocultas. Por eso mismo el trabajo de salud humanizado
puede cambiarnos tanto como personas y fomentar nuestro crecimiento personal,
porque confrontamos un mundo de sombras que llevamos en nuestro interior y lo
hacemos consciente.
La idea del sanador herido, indica que en el fondo somos heridos que tratamos de ayudar a otras personas. Tal vez sin esas heridas internas que la vida nos
ha provocado, no podríamos ayudar y acompañar a los demás.
El trabajo de autoconocimiento es algo complejo que no todas las personas están dispuestas a realizar porque supone tener que enfrentarte con tus som126
Cuidados paliativos. Afrontar el final de la vida
bras (como las llamaba Jung), con aquellas cosas de uno mismo que rechazamos
porque no nos gustan y que tendemos a ocultar de los ojos propios y ajenos. Si
somos capaces de sacar a la luz esas sombras, de saber que existen y que conforman la persona que somos hoy en día, lograremos ser más fuertes y resilientes
para afrontar las situaciones complejas de la vida.
En este ámbito de ayuda a los demás, los profesionales pueden tomar diferentes posturas para afrontar su herida:
• Negación de la propia herida: Hay quienes entran en contacto con el
sufrimiento ajen solo en su dimensión curativa, tratando de salvar al otro,
asumiendo la responsabilidad del problema del otro. Adoptando esta manera de afrontar la ayuda, obviando la propia herida, se reduce la capacidad sanadora que llevamos en nuestro interior.
• Compartir experiencias de sufrimiento: Otras personas tan solo comparten sus propias experiencias de sufrimiento. Tomando esta postura, los
niveles de sufrimiento de quien deseamos ayudar, también aumentarán
por tener que hacerse cargo del sufrimiento propio y ajeno. En este sentido, paciente y profesional podrían llegar a compartir sus heridas, identificándose en el mismo dolor y sufrimiento, y aunque la relación pueda
ser de cercanía, en realidad no se logra ayudar al otro.
• Mezcla de herida y curación: Esta es la postura del sanador herido, que
se aproxima al otro desde su capacidad para sanar siendo consciente de
que él o ella también tiene una herida interna. Estos profesionales son
capaces de integrar todo lo negativo que llevan en su interior (soledad,
pérdidas, miedos, enfermedades, etc.), lo que permite que la otra persona
pueda activar sus propios recursos para sobreponerse a la situación que
esté viviendo. Experimentar nuestro propio sufrimiento, provoca compasión, comprensión y participación activa. Nuestra capacidad de sanación
y curación, activa en la otra persona sus propias capacidades para salir
adelante y adaptarse a sus problemas. No se hace dependiente al otro,
sino que se le hace responsable de su propio bienestar, permitiendo que
quien sufre, pueda crecer dentro de la adversidad.
El síndrome de burnout puede surgir por un mal uso de la empatía en la
relación sanitaria, ya que el profesional puede quedar herido por la relación que
se ha desarrollado con el paciente. La relación con personas que sufren es compleja porque las emociones del paciente pueden llegar a desbordarnos, rompiendo
nuestras defensas y esa distancia emocional que necesitan interponer entre el otro
y uno mismo para poder ayudar. Cuando se trabaja en cuidados paliativos, la pre127
Psicooncología básica para profesionales de la salud
sencia de la muerte evoca en nosotros la propia mortalidad, surgiendo diferentes
emociones y miedos que llevamos asociados a la muerte.
Pero como no todo es negativo, el sanador herido, el profesional que ayuda
a otras personas en situaciones vitales difíciles, también es ayudado. Las maneras en que puede ser ayudado son múltiples, desde ser consciente de las heridas
que portamos con nosotros, observar las vulnerabilidades que llevamos en nuestro interior, despertar gradualmente sentimientos de solidaridad, provocando en
nosotros emociones de amor incondicional por la humanidad (incluido hacia uno
mismo).
Conocerse a uno mismo es un paso indispensable en los profesionales que
desean ayudar a los demás. Este proceso es lento y requiere de tiempo y paciencia, pero una vez iniciado, el profesional comenzará a comprobar los cambios en
su vida profesional y personal.
Una vez que hemos aceptado que nosotros también portamos en nuestro
interior una herida, que somos vulnerables y que tenemos sombras que no terminamos de aceptar, se ha iniciado el proceso de evolución y crecimiento internos.
De manera breve quiero hablar de una herramienta muy útil para seguir avanzando en este auto-conocimiento, el mindfulness, un método oriental de atención
plena que nos ayuda a centrarnos en el presente.
Mindfulness es la capacidad de estar en el presente, consciente de lo que
estamos viviendo. Centrarnos en el aquí y ahora, permitirá que las cosas nos afecten menos, que sepamos por qué reaccionamos de un determinado modo ante los
problemas o el sufrimiento y nos ayudará a regular nuestras emociones para que
el dolor y sufrimiento del otro no tome el control de nuestras emociones, incapacitándonos para ayudar. Podemos practicar el mindfulness de manera sencilla:
• Respiración consciente: Tan solo tómate 5 minutos para desconectar de
todo, cerrar los ojos y fijar tu atención en la respiración, en cómo el aire
entra y sale de tu cuerpo, oxigenándote y llenándote de energía.
• Meditar caminando: En este caso, tan solo debes caminar y centrarte
solo en cómo se mueven tus pies y piernas, el funcionamiento de los
músculos y tejidos, la presencia de los huesos en tus piernas. Como nuestra mente tiende a ser muy ruidosa, es habitual que cuando lleves caminando unos minutos, tu mente divague y vuelva a esos pensamientos que
te están obsesionando. En este caso, cuando seas consciente de que tu
mente divaga, tan solo vuelve a llevar tu atención de manera consciente
al movimiento de tus piernas y a cómo tomas aire y lo expulsas.
128
Cuidados paliativos. Afrontar el final de la vida
• Prestar atención a lo que hacemos: Thich Nhat Hanh, un monje budista
que lleva toda su vida hablando de la importancia de centrarnos en el
presente, dice que debemos ejercitar nuestra atención en las tareas cotidianas que hacemos todos los días como lavarnos los dientes o lavar los
platos. Según este autor, cuando freguemos los platos, debemos fijarnos
en el movimiento de nuestras manos, la textura del jabón y del estropajo,
ser conscientes de la dureza del plato o del vaso, etc. Si hacemos esto
cada día, no dejaremos que nuestros pensamientos tomen el control de
nuestra mente sin ser conscientes de que le estamos cediendo una atención y un tiempo que nunca más recuperaremos.
Si el lector está interesado en esta manera de introducirse en el mundo
interno y conocerse mejor, recomiendo la lectura de los libros de Thich Nhat
Hanh, pues sus libros van dirigidos al público general y es de fácil lectura.
6.3. ETAPAS EN EL AFRONTAMIENTO DEL FINAL DE LA VIDA
6.3.1. El modelo de las cinco fases de Elisabeth Kübler-Ross
Elisabeth Kübler-Ross fue una psiquiatra americana que desarrolló su
vida profesional atendiendo a pacientes moribundos. Fue un ejemplo de cómo
los aspectos emocionales tienen un papel esencial en el final de vida. Sin lugar a
dudas esta autora practicaba la humanización del cuidado en el final de la vida.
El modelo de las cinco fases que vamos a estudiar a continuación, originalmente fue un modelo que surgió aplicado al desarrollo del duelo cuando un familiar ha fallecido. Desde mi punto de vista, considero que este enfoque es muy útil
también para comprender mejor las reacciones psicológicas y emocionales que
los pacientes y familiares desarrollan a lo largo de la enfermedad, especialmente
en el final de la vida.
Fase I: Negación
La mayor parte de los pacientes, cuando se enteran de su pronóstico terminal de la enfermedad, pasan por esta etapa. “No puede ser verdad”.
Esta es una reacción habitual tanto en los pacientes informados, como en
aquellos que llegan a esa conclusión por sí mismos.
• En esta etapa se buscan excusas para no creerse el pronóstico. “Las pruebas están mal o son de otra persona”.
• La función de la negación, es reducir el impacto emocional que genera la
noticia. Es una etapa normal y con el tiempo, el paciente suele ser consciente de la veracidad de su pronóstico.
129
Psicooncología básica para profesionales de la salud
• En cuidados paliativos, esta fase se va alternando con la aceptación parcial de lo que le ocurre, pero la negación puede aparecer de vez en cuando a lo largo de su enfermedad terminal.
• Como ya vimos en el bloque I, Arranz, P; Barbero, J; Barreto, P; Bayés,
R (203), diferencian entre:
-- Negación adaptativa: Reduce el sufrimiento, es temporal y forma parte del proceso de adaptación. Evita sentimientos negativos y de angustia. No supone un obstáculo para la aplicación de tratamientos.
-- Negación desadaptativa: Bloqueo de la comunicación y apoyo social.
Es la única defensa del paciente. Impide la toma de decisiones, genera
ansiedad. Es un obstáculo en la aplicación de los tratamientos. Impide
la resolución de asuntos inacabados.
Fase II: Ira
Una vez que el paciente tiene una aceptación parcial de su estado, aparece
la rabia, ira, hostilidad, envidia y resentimiento. Es común que piensen: “¿Por
qué yo?”.
• Esta fase es especialmente difícil para la familia y el personal de salud,
ya que su rabia se proyecta a todas direcciones, sin importar hacia quién
se dirija. Esto es especialmente problemático para enfermería, pues suelen ser un blanco fácil para la descarga de su ira.
• Por lo general, esta fase suele acabar, siempre y cuando su entorno no
prolongue los enfados.
• Tendemos a reaccionar a la ira con más ira, y esto aumenta la ira del
paciente. Lo importante en estos casos es mantener la calma y tratar de
pensar en las razones del enfado (de repente la vida del paciente se para
y muchos de sus planes han de ser olvidados para siempre).
• Esta reacción de hostilidad e ira, es común en pacientes que han sido toda
su vida muy controladores y siempre han llevado el mando. Este tipo de
reacciones son muy comunes en los enfermos de EPOC (enfermedad
pulmonar obstructiva crónica).
Fase III: Pacto
El paciente, desesperado por la realidad que le ha tocado vivir, trata de
llegar a algún acuerdo que posponga lo inevitable. Es la estrategia de exigir primero y pedir un favor después (generalmente a Dios).
130
Cuidados paliativos. Afrontar el final de la vida
• La reacción del paciente puede ser de encerrarse en sí mismo, necesitando tiempo y espacio. Los pacientes suelen querer que se les prolongue la
vida, o bien pasar unos días sin dolor ni molestias.
• En muchas ocasiones el paciente tiene esperanzas irrealistas (“ver la
boda de mi hija”, cuando su hija no tiene novio, etc.), con el paso del
tiempo y la evolución de su estado de salud, el paciente suele darse cuenta de la irrealidad de su deseo.
• Psicológicamente, las promesas pueden relacionarse con la culpabilidad
oculta, por lo que es importante que el personal de salud lo tenga en
cuenta, o bien comentárselo a un psicólogo.
Fase IV: Depresión
Según avanza la enfermedad, el paciente no puede “mirar para otro lado”
o sonreír ante las implicaciones de ello. En este punto, les embarga una gran tristeza y sensación de pérdida.
• Padecer una enfermedad terminal, tiene múltiples implicaciones: financieras, familiares, laborales (muchos cuidadores principales pierden sus
empleos por tener que cuidarles), y todo ello genera tristeza y culpa en
el enfermo.
• Según Kübler-Ross, en cuidados paliativos, surge la llamada depresión
preparatoria, que se refiere al profundo sentimiento de tristeza que
acompaña al paciente moribundo en su camino a la preparación a la
muerte. En esta etapa, el paciente comienza a desligarse de todo aquello
que ama. La mejor atención en estos momentos, es el silencio, pero estando presentes a su lado. El simple hecho de cogerles la mano, es más
reconfortante que mil palabras.
• En esta etapa, el paciente requiere tiempo a solas o compañía “no ruidosa” que le comprenda y no trate de huir de su dolor.
• Muchos pacientes terminales, pueden estar más tristes por pensar en un
futuro en el que no estarán. En estos casos es fundamental que el paciente
viva el día a día (carpe diem) y que se centre en todo lo bueno que tiene
el presente.
Fase V: Aceptación
Si el paciente ha tenido tiempo y se le ha ayudado a pasar por las fases
anteriores, se encontrará cansado y débil. En esta etapa, el paciente se aísla y
suele necesitar dormir mucho a lo largo del día.
131
Psicooncología básica para profesionales de la salud
• Esta fase está casi desprovista de sentimientos. Es como si el dolor hubiera desaparecido, la lucha finalizado y fuera el momento del “descanso
final antes del largo viaje” (Elisabeth Kübler-Ross).
• La familia suele requerir más apoyo que el paciente.
• El paciente no suele desear visitas, tan solo desea estar tranquilo y en
paz. En esta fase, siempre animo al paciente a que diga a su familia o
visitas, que desea estar solo.
• De nuevo, la comunicación con el paciente es menos verbal, las conversaciones son apenas susurros y lo importante es cogerles de la mano,
simplemente para que sientan nuestra presencia y no se sientan abandonados, así le decimos al paciente que estamos disponibles “hasta el
final”.
Recomiendo encarecidamente la lectura del libro: “Sobre la muerte y los
moribundos” de Elisabeth Kübler-Ross, ya que cada fase aquí explicada, la ejemplifica con casos reales. En el caso de haberlo leído ya, recomiendo volver a
hacerlo, pues es un libro del que aprendemos, cuantos más casos vemos en nuestro día a día.
¿Qué puede hacer el personal de salud?
• Fase I: Negación
-- Primero debemos averiguar si el paciente ha sido realmente informado.
Negación vs desinformación.
-- Escucha activa del paciente (sentimientos, valores), sin juzgar.
-- Facilitar expresión emocional (ventilación emocional).
-- No romper la negación.
-- Cuando un paciente tiene dudas y sale de la negación, puede decir cosas como por ejemplo:
Profesional: “¿Qué le han dicho que tiene?”
Paciente: Puede tener dudas del diagnóstico y/o pronóstico y preguntar: “¿Usted sabe que lo que tengo es grave?”
Profesional: “¿Por qué cree que es grave lo que le ocurre?, ¿de qué le
han informado los otros médicos?”
Paciente: Es probable que comience a pensar que lo que le ocurre es
más grave por los síntomas que padece o por conversaciones que ha
escuchado a medias. “¿Voy a morir de esto?”
Profesional: “¿Por qué piensa eso?” “¿De qué le serviría saberlo?”
132
Cuidados paliativos. Afrontar el final de la vida
• Fase II: Ira
-- No hacer intervenciones verbales que puedan aumentar el enfado del
paciente, pues la ira suele desaparecer por sí sola.
-- Es importante que una persona del equipo que tenga paciencia, le permita expresar al paciente su enojo y las razones de ello.
-- No debemos tomarnos las explosiones de ira como algo personal, ya
que si es así, nuestra reacción será igual a la del paciente.
-- Evitar frases del tipo: “Cálmese”, “sea razonable”, o “usted no me
escucha. Atienda por favor”.
-- Evitar subir el volumen de voz para hacernos oír. Seguir escuchando
sin intervenir es muy útil, pues así el paciente extinguirá su ira.
-- Normalizar su enfado: “Soy consciente de que lo que ha ocurrido le ha
molestado, ¿le parece que veamos qué ha provocado esta situación?”
-- El enfado es una forma de desahogarnos, por ello es importante aceptar
estas emociones, reconociendo las razones de su aparición.
• Fase III: Pacto
-- Pocas veces se comparten con otras personas, estos pactos hechos con
Dios. Es una prórroga, una manera de posponer los hechos.
-- Si un paciente comparte con nosotros esta información, debemos escucharla pacientemente y no tratar de desmontarla, diciendo cosas como:
“¿Pero usted cree que Dios le está escuchando?”. Con estas reacciones, provocaremos en el paciente que se retraiga en sí mismo y no
confíe en nosotros.
• Fase IV: Depresión
-- Mostrarnos empáticos y comprensivos.
-- Facilitar que se desahoguen, permitiendo el llanto y acompañando.
-- Evitar expresiones del tipo: “No llores”, “no estés triste”, pues no consuelan y habremos construido un muro entre el paciente y nosotros.
-- Averiguar las razones de la tristeza.
• Fase V: Aceptación
-- Ayudar al paciente a resolver asuntos legales, familiares, etc., para que
esté en paz.
-- Demostrar nuestra presencia no verbalmente (cogerles de la mano). El
tacto y el oído son los últimos sentidos que perdemos.
-- Permitirle al paciente tener su espacio y estar solo si lo desea.
-- Atender necesidades espirituales o religiosas.
-- Apoyo a la familia.
133
Psicooncología básica para profesionales de la salud
-- No podemos olvidar que esta etapa está llena de silencios. Silencios
necesarios, que demuestran al paciente que pueden contar con nosotros.
Siempre he pensado que tanto pacientes como familiares atraviesan las
mismas etapas en el afrontamiento de una enfermedad terminal:
-- Ambos abandonan y se despiden del otro.
-- Ambos lloran por su pérdida.
-- Ambos deben enfrentarse a la muerte (la propia o la del ser querido).
Al recorrer el mismo camino, se hace imperativo que ambas partes compartan lo que están viviendo y cómo se sienten.
egación y pacto de silencio
6.3.2. N
En cuidados paliativos es bastante común que nos encontremos con dos
situaciones habituales relacionadas con la capacidad del paciente a hacer frente a
un pronóstico tan negativo como es el de una enfermedad terminal y situaciones
complicadas respecto a la cantidad de información que se le da al paciente por
parte de la familia y de los profesionales de salud s.
A. Negación. Acabamos de ver cómo la negación es una etapa por la que
puede pasar el paciente moribundo. Supone negar un diagnóstico y/o
pronóstico muy negativo y que llega a amenazar nuestra vida. Tratar de
negar algo muy negativo, es una manera de afrontar la información muy
aversiva o amenazante, es la manera en que nuestra mente se protege.
Por lo general, nunca desmontaremos una negación, a no ser que ponga
en peligro el tratamiento del paciente o los cuidados del mismo. Cuando
llegue el momento en que el paciente desee mirar a la realidad cara a
cara, compartirá sus dudas con algún miembro del equipo.
El equipo de salud puede hacer varias cosas para afrontar esta situación:
• Asegurarnos de que el paciente haya sido informado adecuadamente.
• El profesional debe mostrarse receptivo y escuchar activamente al
paciente. No juzgar al paciente.
• Hacer preguntas para saber lo que se esconde tras algunas afirmaciones. Es importante que perdamos el miedo a preguntar. El paciente
no desea respuestas perfectas de nuestra parte, tan solo desea ser escuchado.
• Permitir que el paciente se exprese (ventilación emocional).
• Darle tiempo al paciente. La negación puede durar meses.
134
Cuidados paliativos. Afrontar el final de la vida
• Acoger las ambivalencias de los pacientes (comenzar a pensar en
hacer testamento aunque evite hablar de las implicaciones de dicha
decisión). En este sentido, se puede confrontar alguna de esas ambivalencias. Ejemplo: “¿En alguna ocasión desde que le diagnosticaron
de su enfermedad, ha llegado a plantearse que tal vez su pronóstico es
peor de lo que le dijeron?”
B. Pacto de silencio. Esta reacción por parte de la familia o de los profesionales de salud, consiste en no informar al paciente de su diagnóstico
y/o pronóstico. Este problema hay que tratarlo especialmente con la familia, con quienes procuraremos fomentar una comunicación honesta.
Las razones por las cuales las familias desarrollan el pacto de silencio
son:
1. La familia necesita proteger al enfermo. “No debe saber lo que le
ocurre porque ya ha sufrido demasiado”.
2. Temen que el paciente se desborde emocionalmente. “Conozco bien
a mi padre y no soportaría saber lo que le pasa”.
3. Los familiares necesitan auto-protegerse del dolor que supone la
pérdida de su ser querido. Se trata de posponer esta dolorosa situación.
Esta situación suele ser de difícil manejo para los médicos, por eso la
presencia de un psicooncólogo puede ser muy beneficioso. A pesar de
ello hay una serie de pautas que se pueden llevar a cabo y son muy
útiles:
• Hablar con la familia abiertamente de la necesidad de que el paciente
conozca lo que le ocurre, especialmente si está preguntando.
• Comunicarles que, aunque tratemos de protegerle, al final el paciente
se enterará o sospechará que algo le ocurre porque su propio cuerpo
le dará señales de la fase en que se encuentra.
• Hacer hincapié en la importancia de poder hablar libremente con su
familiar. Al compartir las preocupaciones, éstas pierden fuerza.
• Insistir en el derecho del paciente a saber lo que ocurre en su propio
cuerpo y cómo le afecta.
• Saber diferenciar entre necesidades propias y las del paciente.
Durante mi estancia en un hospital como psicooncóloga, viví un pacto de
silencio muy mal manejado por los profesionales de modo que se llegó a discutir
muy acaloradamente con la hija del paciente porque ésta no quería que su padre
fuera informado de su pronóstico de final de vida.
135
Psicooncología básica para profesionales de la salud
La hija del paciente estaba muy enfadada con toda la situación que le
estaba tocando vivir, y expresó toda su ira con el profesional que era responsable
del cuidado del paciente. A su vez este profesional tuvo un mal manejo emocional
de su mundo interno, llegando a responder con ira a la ira de la hija del paciente
(el profesional no era capaz de entender que su interlocutor estaba en pleno desarrollo de la fase de ira por la injusticia de un pronóstico de final de vida).
Este caso me ayudó a ver lo importante que es que el personal de salud
(médicos y enfermeras especialmente), tengan unas nociones básicas de cómo
funciona el pacto de silencio y de las etapas que recorren el paciente y los familiares ante un pronóstico de final de vida.
También es importante saber que habrá casos en los que pongamos nuestra
buena voluntad y conocimientos para intentar romper el pacto de silencio, pero
lograr esto será imposible. Hay familias que tienen un funcionamiento propio con
poca permeabilidad, de modo que no se dejan aconsejar o ayudar por los demás.
Saber que hay veces que no podremos hacer nada, nos ayudará a no frustrarnos
tanto.
A continuación expongo la intervención habitual en el pacto de silencio.
136
Cuidados paliativos. Afrontar el final de la vida
CÓMO INTERVENIR EN EL PACTO DE SILENCIO
(CON LA FAMILIA)
• Validar, entender los miedos y las conductas de evitación de la familia.
• Comenzar ocupándose de la familia: empatizar con sus miedos, preocupaciones y entender su necesidad de mantener comportamientos de evitación
para proteger al paciente.
Ejemplo: “Sabemos que no desean informar a su padre por su propio bien,
porque no le quieren ver sufrir. Pero nosotros no creemos que sea la mejor
forma de actuar. La opinión de su padre es muy importante y por ello se le
debería escuchar sus inquietudes y necesidades de información”.
• Identificar lo que más temen y hacerlo explícito (validar). Ejemplo: “Comprendo que lo que más les angustie sea que su padre se derrumbe cuando
sepa lo que le ocurre. Es un miedo totalmente normal…”.
• Tranquilizar. Ejemplo: “Nuestra intención es ayudarle. Su objetivo y el
nuestro es el mismo”.
• Anticipar consecuencias del “secretismo” y evaluar el coste emocional
para el paciente. Ejemplo: “¿Cómo cree Ud. que se sentirá el enfermo en
el momento que perciba lo avanzado de su enfermedad y se sienta engañado por todos?
• Sopesar el coste emocional del engaño para el familiar. Ejemplo: “Además de su angustia por no querer ver sufrir a su padre, ustedes tienen
que mantener en secreto lo que le ocurre. Eso, a la larga, genera un gran
agotamiento emocional, ya que están midiendo sus palabras para que (sin
querer) informen a su padre de algo que no desean”.
• Confrontar opiniones, siempre desde la empatía, cómo le gustaría ser informado y tratado si él estuviera en el lugar del enfermo. Ejemplo: “Imagínese que estuviera en el lugar de su padre y no le dijeran lo que le ocurre.
¿Cómo cree que reaccionaría cuando se enterara de que no le han dicho
toda la verdad?”.
• Proponer un acuerdo. Ejemplo: ¿Qué le parece si escuchamos juntos al
paciente y valoramos qué es lo que él necesita o lo que puede ayudarle.
• Informar a partir de lo que sabe y quiere saber el enfermo.
• Ofrecerse como mediador si la información genera serios problemas.
137
Psicooncología básica para profesionales de la salud
6.3.3. E
l síndrome de desmoralización
Desde hace unos años, se viene hablando de este síndrome que en ocasiones se puede confundir con la depresión en el proceso de final de vida. Este concepto surgió en el mundo de la psicología en 1970, pero es en las últimas décadas
cuando está tomando un papel protagonista.
La desmoralización consiste en sentimientos de desesperanza e impotencia
debido a la pérdida de un propósito y del significado de la vida. Se podría definir como una angustia existencial. Los pacientes que presentan estos síntomas,
suelen referirse a su deseo de acelerar la muerte, lo que puede llevarnos a debates
como el del suicidio asistido.
Los cuidados paliativos nunca aceleran la muerte del paciente para acabar
con el sufrimiento y angustia. Hay que diferenciar esta aceleración de la muerte
respecto del uso de determinados fármacos (los opiáceos usados en el control del
dolor) que pueden acortar la vida del paciente. En este caso el principio esencial
es que el paciente no sufra y esté confortable, pero nunca se intenta acelerar el
momento de la muerte natural.
En 2016, se estimó que alrededor de un 13-18% de los paciente oncológicos y paliativos, presentan el síndrome de desmoralización.
Los puntos clave del síndrome de desmoralización son:
• Experimentar angustia emocional, desesperanza y pérdida de significado
y propósito en la vida.
• Impotencia, fracaso, pesimismo y falta de un futuro que valga la pena
vivir.
• Pocas estrategias de afrontamiento ante la noticia desoladora.
• Aislamiento social y escaso apoyo social.
• Duración de 2 o más semanas de estos síntomas.
La intervención para este síndrome, dependerá del grado de gravedad del
mismo:
• Desmoralización leve: Escuchar la historia del paciente suele ayudar
mucho, ya que se les da la oportunidad de reenfocar su capacidad de
afrontamiento al poder sacar de su interior esos sentimientos.
• Desmoralización severa: Se recomienda la ayuda de un psicólogo que
pueda poner en práctica determinadas técnicas psicoterapéuticas basadas en la búsqueda del significado de la vida, trabajar las preocupaciones existenciales, re-estructuración cognitiva para corregir las creencias
erróneas, etc.
138
Cuidados paliativos. Afrontar el final de la vida
Se han observado una serie de factores de riesgo y protección para el desarrollo de este síndrome:
A. Factores de riesgo: Ser joven, tener alteraciones corporales o desfiguración, incapacidad física, y/o mental, dependencia de otros y tener
la sensación de ser una carga para los demás, ideación suicida, aislamiento social, amenaza de perder la dignidad, convertirse en cuidador,
co-morbilidad con trastornos depresivos y ansiógenos, tener alguna
enfermedad orgánica o médica (pérdida de dignidad).
B. Factores de protección: Factores genéticos, tener bien desarrollada la
resiliencia, fuerza de carácter, creencias religiosas y/o espirituales, convicciones filosóficas.
Dada la semejanza del síndrome de desmoralización con la depresión y
la tristeza reactiva (aquella tristeza que responde a situaciones complejas de la
vida), a continuación adjunto una tabla-resumen donde se podrán estudiar las
diferencias entre estos tres trastornos.
Tabla 4. Resumen de las diferencias entre el síndrome de desmoralización, depresión y tristeza.
Síndrome de
desmoralización
Depresión
Tristeza reactiva
Sentimientos de
desesperanza
Sentimientos de tristeza
Sentimiento de pérdida
de algo que apreciamos y
que antes poseíamos
Capacidad para disfrutar
de placeres inmediatos
Anhedonía: incapacidad
para disfrutar con
actividades previamente
placenteras
Presencia reciente
de precipitantes que
justifican ese estado
anímico (ya sean reales o
simbólicos)
Sensación de inutilidad.
Vida sin sentido
Sentimientos de inutilidad
y culpa
Reacción natural ante
el diagnóstico de una
enfermedad grave
Sensación de derrota y
pesimismo
Incapaz de afrontar el
futuro
Intensidad moderada
Desapego de los seres
queridos
Pérdida de interés en los
demás
Sintonía afectiva

139
Psicooncología básica para profesionales de la salud
Síndrome de
desmoralización
Depresión
Tristeza reactiva
Aislamiento social y
alienación
Aislamiento social y
rechazo de las relaciones
interpersonales
Aislamiento y soledad
Impotencia, desamparo
Tríada cognitiva: visión
negativa de uno mismo,
del mundo y del futuro
Baja autoestima,
desánimo, aflicción y
abatimiento
Espera pasiva de la
muerte
Ideación y/o intento
suicida
Ideación suicida leve
Desesperación existencial
Esquemas cognitivos
automáticos y creencias
disfuncionales
Sentimientos de culpa por
omisión o comisión de
actos
Alteración de los patrones
de sueño y alimentación
Duración mínima de 2
semanas
Duración mínima de 2
semanas
Duración breve que
no llega a suponer un
problema
6.4. REACCIONES EMOCIONALES EN EL FINAL DE LA VIDA
Las reacciones emocionales en el paciente que se enfrenta a su propia
muerte, son varias y complejas. Veamos algunas de ellas.
A. Tristeza
Padecer una enfermedad avanzada con un pronóstico de terminalidad,
sin duda alguna produce un malestar emocional importante que normalmente se
asocia a la aparición de la tristeza.
La tristeza es una emoción básica que surge cuando vamos a perder algo
significativo e importante para nosotros. Esta emoción permite que la persona
pueda reflexionar sobre sí mismo y le lleva a aislarse del mundo exterior para
estudiarse en profundidad. Suele tener una duración breve aunque su intensidad
es proporcional al suceso que provoca dicha emoción, por lo que en el contexto
de los cuidados paliativos, su intensidad suele ser elevada.
Es importante que el personal de salud respete y comprenda los momentos
de tristeza que van a aparecer y desaparecer de manera cíclica a lo largo del pro140
Cuidados paliativos. Afrontar el final de la vida
ceso terminal. Frases del tipo: “No te pongas triste porque el tiempo que te quede
lo vas a vivir mal”, en lugar de ayudar envía la idea de que no nos importa cómo
se siente realmente siempre y cuando no exprese de manera visible esa tristeza.
Es importante poder diferenciar la tristeza reactiva de la depresión que
puede surgir en esta etapa final de la vida. Para repasar las diferencias entre
ambas, aconsejo repasar la tabla incluida en el apartado del síndrome de desmoralización.
¿Qué puede hacer el personal de salud para afrontar la tristeza con el
paciente?
• Escucha activa: Tomarse un tiempo de calma con el paciente, escuchando su tristeza y permitiendo que exprese lo que desee y dejando que llore
si es lo que necesita. Simplemente sentarnos con el paciente y comprenderle, ya es terapéutico porque enviamos la idea al paciente de que nos
preocupamos por él o ella y deseamos ayudarle aunque sea de manera
silenciosa compartiendo su dolor.
• Investigar si hay temas pendientes: Al aproximarse al final de la vida,
los pacientes tienden a rememorar sus experiencias y suelen surgir situaciones no resueltas o temas que han dejado pendientes. Estas situaciones
pueden ir desde hacer las paces con un familiar con el que se discutió
hace tiempo y no se ha vuelto a contactar con él, hasta dejar resueltos
asuntos económicos y de herencias. Averiguar la existencia de estos problemas, permitirá que ayudemos al paciente a cerrar temas inconclusos.
• Distracción: El paciente en el final de la vida, oscilará entre diferentes
emociones, incluida la tristeza. Normalmente no están tristes todo el día
y para fomentar que así sea, podemos recomendarles que realicen actividades que no les requieran un esfuerzo extra y que puedan realizar en
base a las limitaciones físicas que puedan presentar. Buenos ejemplos de
actividades que distraen son: escuchar la radio, ver la TV, leer un libro o
revista, hacer crucigramas o sopas de letras, escuchar música, etc.
B. Ansiedad
Es una respuesta ante la incertidumbre que surge al ver amenazada nuestra
integridad. Sin duda alguna el pronóstico paliativo supone una amenaza clara
para el paciente. La ansiedad puede surgir por:
• La percepción de la proximidad de la muerte y temas existenciales.
• Complicaciones de la enfermedad y tratamiento.
141
Psicooncología básica para profesionales de la salud
•
•
•
•
Pérdida de la capacidad de control a nivel corporal, social o emocional.
Síntomas mal controlados.
Dificultades para expresar las emociones, temor a la muerte, a la soledad, etc.
Problemas económicos, sociales, familiares y laborales.
¿Qué puede hacer el personal de salud para afrontar la ansiedad con el
paciente?
• Ventilación emocional: Permitir que el paciente exprese cómo se siente,
re-evaluando así sus preocupaciones y problemas. Simplemente sentarnos al lado del paciente y dejar que hable ya le ayuda.
• Permitir la adaptación: Debemos comprender que el paciente tiene que
asimilar muchas pérdidas juntas y eso le va a llevar tiempo. Darle tiempo
para que poco a poco asimile todo esto, le ayudará mucho.
• Repaso vital: Tomarnos un tiempo con el paciente para que rememore
algunas de las experiencias más significativas que ha vivido, puede ser
una buena manera de reducir el malestar y la ansiedad. Sé que los profesionales de salud no siempre tienen tiempo para sentarse a hablar con
un paciente, pero con tan solo 5 minutos diarios de escucha activa, los
resultados positivos son visibles.
C. Miedo
En la etapa final de la vida, son muchos los miedos que pueden surgir. Algo
habitual es el miedo a la manera en que se va a morir más que al hecho de morir
en sí, ya que los pacientes tienen miedo de padecer una muerte lenta y dolorosa.
Los miedos de un paciente en situación de final de vida, se pueden resumir
en tres bloques:
• Ámbito físico-funcional: Miedo al dolor físico, a la pérdida de la autonomía personal a volverse loco o a la desfiguración.
• Ámbito relacional: Miedo a ser una carga, a la separación de los seres
queridos, al rechazo, abandono y aislamiento, miedo a no poder comunicarse.
• Ámbito existencial: Miedo a lo desconocido durante el proceso de morir,
a ser juzgado, a la soledad no deseada, a dejar de ser, a la disolución del
yo, miedo a perder el control de la situación.
El miedo se puede expresar por medio de reacciones fisiológicas tales
como insomnio (miedo a la oscuridad y su asociación con la muerte), taquicardia,
sensación de ahogo o sudoración.
142
Cuidados paliativos. Afrontar el final de la vida
¿Qué puede hacer el personal de salud para afrontar el miedo con el
paciente?
• Ayudar a reconocer el miedo: Es habitual que la sensación de miedo esté
debajo de la tristeza y la ansiedad. Si observamos que lo que está detrás
de esas otras emociones es el miedo, es importante hacérselo saber al paciente y que así pueda hablar libremente de las cosas que teme. El mejor
antídoto contra el miedo es la información, por lo que debemos fomentar
que el paciente nos pregunte cualquier duda que tenga.
• Informar: Como ya he comentado antes, los miedos del paciente existen
en su mente pero no siempre se relacionan con la realidad. Es habitual
que tengan dudas sobre el proceso de morir en sí, el control del dolor,
morir ahogados, etc. Ante estas situaciones es esencial explicar claramente cómo se actúa en cuidados paliativos para evitar su sufrimiento
durante esta última etapa de su vida.
D. Ira
Como ya vimos antes, la fase de ira es una de las que atraviesa el paciente
durante su adaptación a la idea de su pronóstico paliativo. La ira es otra emoción
básica que puede estar presente. La expresión de esta emoción suele ser algo
molesta para el personal de salud porque el paciente se queja de todo, está rebelde
y poco a poco se la va etiquetando de paciente difícil.
En muchas ocasiones, la ira esconde otras emociones como desesperación
y desamparo. El paciente necesita de nuestra comprensión, por eso es importante
no responder con ira a la ira del paciente. Él está atravesando una de las fases más
difíciles de la vida, se está adaptando a todas las pérdidas que va a sufrir y a las
que van a sufrir su familia.
¿Qué puede hacer el personal de salud para afrontar la ira con el paciente?
• No juzgar ni etiquetar: Es importante que comprendamos la necesidad
del paciente de expresar su malestar por medio del enfado aunque ello
suponga un reto en la realización del trabajo del personal de salud . Etiquetar al paciente como difícil no refleja la realidad y experiencia que
está viviendo el paciente. Debemos aceptar que su agresividad e ira es
una parte más de su proceso de adaptación.
• No responder con ira: Es importante no contestar con críticas, ofensas
ni amenazas a la ira y agresividad del paciente. Debemos ser comprensivos y si no nos vemos capaces de ello, lo mejor es limitar el tiempo que
143
Psicooncología básica para profesionales de la salud
compartimos con el paciente en la habitación y hacerle saber que si desea
hablar con calma, estamos a su disposición.
• Fomentar la comunicación no verbal y la empatía: En momentos como
los de la expresión de la ira, es muy importante que el profesional sepa
contactar con su empatía y sus ganas de ayudar al paciente más allá del
comportamiento que muestre en ese momento. Una buena manera de
rescatar esa empatía interna, es mantener el contacto visual, usar un tono
de voz tranquilo y pausado y evitar tocar al paciente que se encuentra
alterado, aunque manteniendo la presencia física, lo que le indica al paciente que no está solo.
E. Ideación suicida y desear acelerar la muerte
El sufrimiento está presente en etapa final de la vida. Normalmente el suicidio se ve como una salida a una situación que no nos gusta vivir y de la que
queremos escapar. En cuidados paliativos el miedo a una muerte lenta y dolorosa,
plagada de sufrimiento propio y de sus familiares, puede llevar a que piensen que
la mejor solución es suicidarse mientras puedan hacerlo ellos.
Este tema no suele comentarlo el paciente, por lo que es importante que el
personal de salud lo pregunte. Una buena manera de orientar este tema es: “Algunos pacientes que han pasado por una situación parecida a la suya, pensaban
que sería mejor desaparecer o quitarse de en medio, ¿eso le ocurre a usted?”
Preguntar sobre la ideación suicida nunca va a implantar dicha idea en
la mente del paciente. De hecho es un tema que probablemente hayan pensado
pero no se han atrevido a decirlo porque el suicidio aún está muy estigmatizado.
Hablar claramente de estas cuestiones, puede tranquilizar mucho a los pacientes
porque se dan cuenta de que ese tipo de pensamientos son normales en su situación vital.
¿Qué puede hacer el personal de salud para afrontar la ideación suicida?
• Valorar la presencia de pensamientos autolíticos: Evaluar por medio de
una simple pregunta puede ser muy útil. Es importante también explorar
si el paciente ha tenido más pensamientos de este tipo en su vida, si tiene
un plan para llevarlo a cabo y valorar si éste plan es realista. Debemos
tomarnos en serio cualquier amenaza y pensamiento suicida.
• Normalizar: Es importante que el paciente se sienta escuchado, no juzgado y comprendido.
144
Cuidados paliativos. Afrontar el final de la vida
• Aceptación incondicional: Transmitirle al paciente la idea de que aceptamos cualquier cosa que piense, ayuda a que se sientan comprendidos y
hablen de los temores que hay detrás de la ideación autolítica.
En cuidados paliativos nos podemos encontrar también una situación relativamente diferente a la del suicido, la de acelerar la muerte. Este tema se relaciona con el suicidio asistido y la eutanasia.
Este tema tan complejo, plantea muchas preguntas acerca de la capacidad
de los sistemas de salud para cuidar y acompañar a los pacientes a través de la
etapa más difícil de la vida, la de la muerte.
Si bien es cierto que este tema plantea muchas dudas, en general si se
dan buenos cuidados paliativos al paciente moribundo, atendiendo no solo a su
cuerpo, sino también a su mente, a sus emociones, a su red de apoyo social, a su
parte más espiritual y de significado y propósito de la vida, en general la ideación suicida será leve y esconderá otros miedos y emociones. Es poco habitual
encontrar peticiones de suicidio asistido o aceleración de muerte en las unidades
de cuidados paliativos.
Lo que queda claro es que las unidades de cuidados paliativos son una
necesidad en el siglo XXI.
Tabla 5. Resumen de la intervención emocional con los pacientes moribundos.
Reacción emocional
Intervención básica
Tristeza
• Escucha activa
• Investigar temas pendientes
• Técnicas de distracción
Ansiedad
• Ventilación emocional
• Permitir la adaptación a la situación terminal
• Repaso vital
Miedo
• Reconocer los miedos
• Informar de las dudas que tengan
Ira
• No juzgar ni etiquetar
• No responder con ira
• Fomentar la comunicación no verbal y la empatía
Ideación suicida
• Valorar la presencia de pensamientos autolíticos
• Normalizar ese tipo de pensamientos
• Aceptación incondicional
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Psicooncología básica para profesionales de la salud
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147
7. HABILIDADES DE COMUNICACIÓN
EN CUIDADOS PALIATIVOS
7.1. ACTITUDES BÁSICAS EN EL PERSONAL DE SALUD
Como ya hemos ido observando en este bloque de los cuidados paliativos,
el papel de los profesionales de salud en esta etapa de la vida, es muy diferente
a la experiencia que pueden tener otros profesionales en otras etapas de la enfermedad.
Por eso mismo, el profesional que desee dedicarse a este campo de la atención en el final de vida, debe desarrollar una serie de aptitudes personales y profesionales que fomenten la relación especial que se establece entre profesionalpaciente-familia.
Algunas de esas habilidades específicas podemos resumirlas en:
1. Escucha activa
La escucha activa es mucho más que oír. Escuchar de manera activa, atendiendo al paciente con nuestra mente y cuerpo, supone comprender lo que nos
dice el interlocutor, aquello que no acaba de decir y todo lo que no dice, junto con
el sentimiento que acompaña a la persona durante su comunicación. Atendiendo
a esta idea, la escucha es un proceso complejo donde escuchamos las palabras del
paciente y también atisbamos en las sombras que refleja su discurso.
En esta escucha total y activa, nos desprendemos de nuestras creencias y
pensamientos, por lo que todo lo que comente el paciente, tendrá un impacto en
nosotros, removiendo nuestras vulnerabilidades y sombras de las que hablamos
en el apartado del sanador herido.
149
Psicooncología básica para profesionales de la salud
La escucha calmada y sin prisas, permite que el paciente pueda explorar su
mundo mental y emocional, alcanzando la serenidad que necesita para aclarar sus
pensamientos y poder manejar de manera más eficaz sus emociones y reacciones
en esta etapa final de vida.
Es fundamental mostrar respeto por el enfermo. Lo ideal es usar preguntas
abiertas para que sea el propio paciente quien pueda expresar todo lo que quiera,
pudiendo focalizar la pregunta en algún tema que nos parezca relevante o al que
el paciente le otorga importancia.
La escucha activa es un proceso de dejarnos sorprender por la vida de la
otra persona. Querer conocer algo más de las experiencias únicas que ha vivido
esa persona y lo mucho que ha aprendido en el camino. Fomentar una revisión
de vida en el paciente, es esencial en cuidados paliativos, ya que de este modo
el paciente sabrá que su vida ha tenido sentido y que no muere sin haber aprovechado su vida lo máximo posible.
La comunicación no verbal (postura, tono de voz, el tacto, la mirada) se
convierten en las herramientas más útiles en esta intervención basada en la escucha y el interés en el otro. Aunque pueda parecer un trabajo menor en comparación al control de síntomas, escuchar al paciente moribundo es algo esencial para
él, saber que a pesar de su enfermedad continúa siendo una persona que puede
hablar de cosas profundas y dolorosas que en ocasiones se calla para evitar hacer
daño a sus seres queridos.
La escucha activa es curativa en sí misma porque permite que el paciente
siga creciendo incluso en los silencios que son habituales en el final de la vida.
Esos silencios no son incómodos, son necesarios para hacer un alto en el camino,
repasar lo hablado y sentido y continuar hablando de otras cosas. Las conversaciones en el final de la vida están salpicadas de silencios, pero son silencios
profundos, que muestran el abismo al que se están aproximando.
Hay tres formas muy sencillas de poner en práctica la escucha activa y
hacerle saber al paciente que le estamos escuchando:
• Repetir: Se basa en devolver al paciente las palabras exactas que ha dicho con anterioridad para que sepa que le hemos escuchado. Ejemplo:
“Me ha dicho que se siente preocupada por los resultados del escáner que
le dan mañana…”.
• Parafrasear: Devolver el mensaje del paciente con las palabras de quien
escucha, empleando el lenguaje propio en lugar de las palabras del paciente. Ejemplo: Tras un resumen del paciente sobre su insomnio, tris-
150
Habilidades de comunicación en cuidados paliativos
teza, ira, soledad, etc., podemos decir: “Ve que su situación no mejora y
cree que no va a salir adelante”.
• Monosílabos: Una palabra tan sencilla como “Ajá”, “Sí”, “Uhm”, se
convierten en palabras llenas de significado para el otro, pues indican
que le atendemos y comprendemos pero que no deseamos interrumpirle
con palabras que puedan impedir que siga hablando y sincerándose con
nosotros.
Tendemos a pensar que escuchar es un proceso automático, por lo que
dedicamos poco tiempo y esfuerzo a hacer la escucha consciente y activa que es
terapéutica en sí misma.
Para terminar con el tema de la escucha activa, quiero presentar aquí una
frase de Zenón (335-264 a.C.): “Tenemos dos oídos y una boca, con el fin de
que podamos escuchar más y hablar menos”.
2. Empatía
Podríamos definirla como: “Identificación mental y afectiva de un sujeto
con el estado de ánimo de otro”. La empatía nos permite asomarnos a mundos
ajenos.
En el contexto de cuidados paliativos, me refiero a la empatía terapéutica, que se caracteriza por esa interacción profesional-paciente-familia que desea
comprender y conocer a la otra persona para así facilitar su desarrollo y crecimiento, fomentando los recursos internos que posee para afrontar las situaciones
que le toca vivir y para solucionar sus problemas del mejor modo posible.
La empatía es la base de la intervención en cuidados paliativos, se compone de los siguientes elementos:
a) Identificar y reconocer la emoción que el paciente está experimentando
y legitimar dicha emoción como un elemento del conjunto de asuntos a
tratar.
b) Evaluar el origen de esa emoción.
c) Responder de una forma que indique al paciente que se le comprende.
El tipo de comportamiento que nos sale de manera natural ante el sufrimiento, es decirle cosas del tipo “No te preocupes, no pasa nada” (ya que las
emociones negativas tendemos a suprimirlas), y aunque la intención es buena, el
resultado final es que el interlocutor se siente incomprendido.
151
Psicooncología básica para profesionales de la salud
Este paso necesario y esencial de comprender al otro, no será eficaz si no
somos capaces de transmitirle al paciente que le comprendemos. Esta comunicación del entendimiento de su situación y de los que nos comunica, no lo podemos
hacer desde nuestro marco mental, con nuestras creencias y esquemas únicos,
debemos comunicar esta comprensión desde el mundo del paciente. Ejemplo:
“Por lo que me está contando, parece que en esa situación de pérdida de su familiar, se sintió vacío por dentro, como si fuera incapaz de sentir más dolor”.
Un peligro que corremos al ser empáticos, es identificarnos demasiado con
el otro y creer que las reacciones emocionales ajenas son las nuestras propias, que
en su situación también nos sentiríamos así. Si esto ocurre, estamos perdiendo el
contacto con nosotros mismos y por tanto perderemos esa neutralidad tan necesaria para poder ayudar a la otra persona.
Este peligro natural al ser empáticos, debemos identificarlo en cuanto surja
en nuestra mente y llevar a cabo tres respiraciones profundas, siendo conscientes
de cómo el aire entra en nuestro cuerpo, lo oxigena y calma nuestra mente. De
este modo podremos volver a nosotros mismos y retomar la distancia y no implicación emocional necesaria para poder ayudar al paciente en su camino.
Creo que una de las cosas esenciales para desarrollar la empatía, es la curiosidad. Debemos tener la curiosidad de acercarnos al mundo mental y emocional
del otro sin prejuicios, tan solo ser espectadores de una biografía que el paciente
nos muestra, compartiendo con nosotros cosas muy personales. Esta curiosidad
debe ir unida a la aceptación incondicional, donde no importa lo que haya hecho
el otro, tan solo aceptamos cómo es y escuchamos atentos todo lo que nos tiene
que decir.
Una persona empática se caracteriza por tener una buena capacidad de
escucha, es capaz de identificar y comprender la comunicación no verbal, sabe
combinar los momentos de escucha, de habla y los silencios. Todas estas cualidades ayudan a regular las emociones de los demás, fomentando una buena alianza
terapéutica y promoviendo la confianza.
Hay personas que de manera natural tienen estas características, pero también es posible desarrollar estas habilidades si de verdad deseamos ser empáticos.
Los seres humanos tenemos la necesidad de conectarnos con otros seres
humanos, ya que así logramos comprender mejor el mundo que nos rodea. En las
profesiones sanitarias, esta conexión permite comprender mundos complejos, y
en el caso de los cuidados paliativos, nos permite asomarnos a una realidad de la
que no se suele hablar pero por la que todos pasaremos, la muerte.
152
Habilidades de comunicación en cuidados paliativos
No debemos olvidar que aunque el paciente moribundo no vaya a recuperar la salud y su vida, sí podemos hacer que esta última etapa de viaje por la vida,
tenga sentido por el mero hecho de que hay una persona interesada en ellos, en lo
mucho o poco que hayan podido lograr y aprender.
La empatía nos conecta con los demás pero también nos ayuda a conectar
con nosotros mismos y nos permite crecer internamente de maneras que nunca
imaginamos.
3. La aceptación
Es una actitud que debe poseer el terapeuta. Se refiere al interés que se
muestra por lo que comenta el paciente, sin juzgarle, permitiéndole expresar sus
sentimientos sobre la enfermedad o su vida.
La importancia de no etiquetar al paciente según su conducta o enfermedad “este paciente se queja mucho”... No adoptar esta actitud es un reto a nivel
personal y profesional.
Aceptar al otro tal y como es, permite que el paciente se exprese con libertad, que no tenga miedo de hablar de cosas que le duelen o le hacen sufrir, pues es
consciente de que el profesional no va a emitir juicio alguno acerca de su actuación. Nuestro papel en esos momentos es tan solo de pantalla, exponiendo partes
de su vida para repasarlas, ayudándole a reflexionar sobre las cosas que aprendió
de tal situación, pero nunca le diremos que actuó mal, ese no es nuestro papel.
Cuando llega el ocaso de la vida, las cosas más simples toman sentido. La
disposición a escuchar, la valentía para enfrentar el sufrimiento, la mera presencia
para ser testigos de una vida que se apaga.
La mayor parte de los pacientes, terminan sospechando o sabiendo la gravedad de su estado y la aproximación de la muerte, aunque su entorno trate de
aparentar normalidad. Esto es así porque nadie más que el paciente, sabe cómo se
siente y su propio cuerpo le indica su estado.
Ante el fín de la propia vida, las emociones ocupan un lugar fundamental
en el día a día. Debemos ser conscientes de que la información más racional es
ocultada por estas emociones que llenan toda la vida del paciente.
Al dar una mala noticia, como es el pronóstico terminal, debemos mostrar
amabilidad y comprensión sinceras por el paciente y la familia.
153
Psicooncología básica para profesionales de la salud
4. La compasión
Ya hemos hablado a lo largo del libro sobre lo que es la compasión y lo
mucho que puede aportarnos en oncología y cuidados paliativos. La compasión
se refiere a participar en el sufrimiento del otro, en su dolor y tristeza sin paliarlo,
tan solo ofreciendo nuestro apoyo y presencia.
La compasión es un concepto por mucho tiempo malinterpretado, convirtiéndose en un sinónimo de lástima. El verdadero sentido de la compasión
es saber que todos somos iguales y que sufrimos de manera semejante, lo que
requiere empatía y humildad.
Stephen Levine, definió de manera perfecta (a mi modo de ver) lo que es la
compasión y la diferencia con la lástima: La lástima surge cuando nuestro miedo
se encuentra con el dolor del otro. La compasión surge cuando nuestro amor se
encuentra con el dolor del otro.
Cuando demostramos compasión por otro ser humano que sufre, queda
expuesta nuestra propia vulnerabilidad. Los profesionales que trabajan en cuidados paliativos, son confrontados con el sufrimiento, el dolor, la fragilidad y la
propia muerte. Esta reacción compasiva de atender al que sufre, nos impulsa a
acompañarles en su soledad, vulnerabilidad y fragilidad.
La compasión va de la mano de la empatía y de la aceptación incondicional
del otro. En la compasión no existe juicio alguno porque nos estanos aproximando a otra persona y cuando juzgamos nos alejamos de los demás.
5. La presencia
Nuestra mera presencia junto a un paciente que sufre, ya ayuda, pero es
aún mejor si sabemos que esa presencia requiere dejar fuera los juicios, no usar
frases manidas cuyo significado se perdió hace tiempo (“No te preocupes por eso,
seguro que no es nada”, etc.).
Debemos ser genuinos cuando estamos junto a un paciente y para ello, para
sentirnos cómodos y seguros, no debemos tener miedo a involucrarnos en los
sentimientos humanos del paciente. Ese miedo es provocado por la mente que se
encuentra en el futuro o en el pasado en lugar de en el presente.
Hay diferentes maneras de desarrollar esta presencia terapéutica:
El tacto
Tocar a otra persona es una manera de cuidar y apoyar en silencio. Es
importante mostrar respeto por el paciente y antes de usar el tacto como medio,
debemos haber creado un clima de confianza, apertura y seguridad.
154
Habilidades de comunicación en cuidados paliativos
Cuando hablo de tacto, no me refiero a la exploración médica o de enfermería, me refiero a ese tacto que nos une a la otra persona, que transmite comprensión y que estamos ahí para ayudar.
El tacto transmite ternura, apoyo, es la respuesta silenciosa a un discurso
que nos estremece y nos deja sin palabras, despojándonos del habla y dejando
paso a respuestas más primitivas o antiguas. El tacto puede transmitir más comprensión y apoyo que miles de palabras.
Como dice Iosu Cabodevilla en su libro “Vivir y morir conscientemente”,
“Nuestra frontera es la piel”, nos separa y comunica con el exterior, con el mundo
y los demás.
Es habitual en cuidados paliativos, cuando la muerte acecha, la necesidad
de este tacto, de saber que no se está solo, que le importamos a alguien por quienes somos, más allá de la enfermedad. Es nuestra manera de expresar afecto y
amor. No debemos olvidar que el tacto y el oído son los primeros sentidos que se
desarrollan y los últimos que perdemos.
La humildad
La humildad es reconocer nuestra vulnerabilidad, saber que compartimos
el mismo plano que el paciente y que podríamos estar en su lugar. Al mostrarnos
humildes, estamos posibilitando el crecimiento transformador del paciente.
El silencio
Saber comunicarse a través de los silencios sin sentirnos incómodos, es
algo que requiere práctica. Para ello hay que encontrar el equilibrio entre una
pausa excesivamente larga que provoca incomodidad en ambos interlocutores, y
otra pausa tan corta que impide al paciente reflexionar.
Cuando se interviene con pacientes muy graves o en el final de la vida, los
silencios son más abundantes que las palabras. Es un silencio que acompaña en
los procesos internos del paciente, que llena de serenidad y paz a ambas partes.
Centrarnos en la respiración propia y observar la del paciente, permite abrir
nuestra mente y cuerpo al momento presente, a no temer a los miedos, a saber que
hay alguien que nos conoce y acompaña incluso en los peores momentos.
La esperanza
En el ámbito de salud, la esperanza nos suele recordar a la curación, sin
embargo la esperanza es un concepto mucho más amplio. La esperanza simboliza
algún suceso bueno que está por venir.
155
Psicooncología básica para profesionales de la salud
Construir una esperanza realista, supone redefinir lo que es importante para
nosotros en un momento dado. La enfermedad tiende a hacer que veamos las
cosas de otro modo, cambiando nuestras prioridades.
No podemos esperar la desaparición milagrosa de la enfermedad, pero sí
podemos buscar y poner los medios para no sufrir innecesariamente. Las pequeñas esperanzas razonables ayudan al paciente a vivir el día a día.
Hablando de la presencia, quiero compartir un fragmento y reflexión que
realizó Albert Jovell, médico y enfermo de cáncer que falleció a causa de
esta enfermedad en 2013:
“No sé por qué nos cuesta tanto entender que, a veces, lo único que los enfermos quieren es compañía. Sentir que estamos a su lado. Sentirnos comprendidos. Otras veces quieren hablar. Por eso, porque no estamos educados en el arte de escuchar y tampoco en el de saber acompañar, nosotros
hablamos para que los enfermos no hablen. Preferimos manejar nuestras
palabras que calmar sus lágrimas. Hablar resulta más cómodo y nos permite controlar mejor el momento”.
7.2. HABILIDADES DE COMUNICACIÓN EN CUIDADOS
PALIATIVOS
7.2.1. E
l proceso de comunicación en cuidados paliativos
En el paciente terminal, la información es un proceso contínuo, ya que
el propio progreso de la enfermedad, requerirá ir informando constantemente, y
tomar decisiones que repercutirán en la calidad de vida del paciente.
Ser informado es un derecho fundamental del paciente. Aunque muchos
desean ser informados, hay otros que le dicen al médico que no quieren saber lo
que les ocurre, y que mejor informen a un familiar. El paciente tiene el derecho
a saber, pero también a no ser informado, por lo que deberíamos respetar sus
deseos. El deseo de ser o no informado, también puede cambiar a lo largo de la
enfermedad.
En general, sabemos que si el paciente conoce su diagnóstico y /o pronóstico, esto le ayudará a adaptarse a cada etapa y le hará sentir cierto control por
poder tomar decisiones anticipadas ante un momento en que tal vez la gravedad
de la enfermedad le impida decidir.
156
Habilidades de comunicación en cuidados paliativos
Otro elemento fundamental al ser informado, es que el paciente puede planificar cuestiones laborales, familiares, proceder a hacer el testamento o incluso
el testamento vital.
Como indica Javier Barbero, comunicar es un arte. Un tema que ha provocado muchas dudas es si se debe comunicar al paciente toda la verdad, incluso
ante un diagnóstico y pronóstico grave, tomando argumentos como “no herir al
paciente”, “los profesionales no conocemos la verdad completa” o “los pacientes
con graves patologías no desean saber lo que les ocurre”.
Una mala noticia es aquella que altera la perspectiva de futuro del paciente
de manera negativa. Es una tarea no placentera para el médico, pues no se desea
quitar la esperanza al paciente. Trabajar en cuidados paliativos confronta al profesional con un proceso constante de información tanto con el paciente como con
la familia.
Los médicos no están acostumbrados a hablar de cuestiones psicosociales con los pacientes y sus familias. Si bien no es necesario que un médico o
enfermera sepa cómo tratar psicológicamente al paciente, sí es importante que
sean conscientes de los signos que indican que el paciente necesita una atención
especializada por parte de psicólogos y trabajadores sociales. Estos problemas no
suelen surgir en cuidados paliativos porque los psicólogos y trabajadores sociales
forman parte del equipo interdisciplinar que trata al paciente.
En el final de la vida, los pacientes tienen muchas preocupaciones: algunas
se centran en sus síntomas y en un buen control de éstos que les permitan tener
una buena calidad de vida, otras preocupaciones abarcan temas complejos como
la vida para sus seres queridos cuando ellos no estén, la capacidad para despedirse de su familia, el grado de independencia que tendrá según se acerque el
final y cuestiones espirituales y/o religiosas. Los médicos tienden a centrarse en
el control de síntomas y la planificación de los cuidados, pero es importante que
sean conscientes del mundo de preocupaciones que embarga al paciente y derivar
al psicooncólogo para facilitar estos procesos.
La atención a los pacientes que se aproximan al final de su vida ha mejorado mucho en la última década por la proliferación de unidades de cuidados
paliativos y hospicios (estos últimos especialmente en Inglaterra). La comunicación es uno de los aspectos más importantes de la atención sanitaria para paciente
y familiares en el final de la vida.
157
Psicooncología básica para profesionales de la salud
ESTRATEGIA AL INFORMAR
1. Preparar la entrevista
Es muy importante tener claro el objetivo al hablar con el paciente:
• Entorno en calma, evitando lo máximo posible, interrupciones y sin prisas.
• Aprovechar un momento del día en que el paciente no esté muy cansado
o dormido (tener en cuenta la medicación). Suele ser mejor por la mañana. Podemos preguntar al paciente si desea hablar a solas con nosotros, o
con algún familiar presente.
• Ser amable, demostrar interés y confianza.
2. El paciente y la información
Antes que nada debemos saber el conocimiento del paciente sobre su
enfermedad: “¿Qué es lo que sabe de su enfermedad?”.
• A continuación debemos averiguar lo que el paciente desea conocer:
“Algunas personas en una situación parecida a la suya, desean conocer
lo que pueden esperar de su enfermedad, ¿usted diría que le gustaría ser
informado de ello?”.
• Es importante que el paciente sienta que no tenemos reparos en hablar de
cualquier tema con él. Incluido el tema de la muerte.
• A partir de ese momento, informaremos al paciente según sus necesidades. Es importante saber si él desea tomar decisiones, o si prefiere
delegarlas en un familiar (es importante para tomar decisiones como si
seguir o no con el tratamiento, si desea que se le apliquen medidas para
prolongar su vida o, al contrario, hacer hincapié en la calidad de vida,
aunque no aplicar un tratamiento suponga una mayor evolución de la
enfermedad).
• Algo muy útil antes de informar acerca de una mala noticia o de un pronóstico como la terminalidad, es usar lo que se llama Warning Shot: Decir algo que ayude a prepararle para recibir una mala noticia. Ejemplo:
“Me gustaría decirle que está mejorando, pero no es eso lo que reflejan
sus últimos análisis”. De este modo, ayudamos a que el paciente se centre en la conversación y se prepare para recibir malas noticias.
• Dar una estimación del pronóstico, sólo si se pide explícitamente, sin
límites temporales. Si bien en otras áreas de la medicina el pronóstico
del paciente es importante de cara a rehabilitación y re-incorporación a
su vida, en cuidados paliativos el pronóstico con límites temporales no es
158
Habilidades de comunicación en cuidados paliativos
aconsejable porque los errores pueden ser habituales y porque esa información tampoco le ayuda demasiado al paciente para cerrar sus asuntos
y aceptar que se aproxima el final de la vida.
3. Expresión emocional del paciente
Es fundamental que le preguntemos al paciente cómo se encuentra:
“¿Cómo se siente?”, “¿Hay algo que le preocupe?”. De este modo creamos un
espacio donde el paciente es libre de expresar emociones que tal vez no se atreve
a comunicar a su familia por miedo a hacerles sufrir.
• Según vaya cambiando su estado de salud, puede ser útil preguntar:
“¿Desea quedarse en el hospital o en casa?”, en aquellos casos en que
el paciente pueda ser enviado a su hogar con una atención domiciliaria
paliativa.
• Un punto esencial en la expresión emocional del paciente, es que el profesional sea capaz de manejar los silencios. Mucha gente siente la necesidad de llenar el vacío con palabras, por su propia incomodidad. Ante
esto, debemos pensar que el “protagonista” es el paciente y que éste requiere de espacio y silencios para pensar.
• Es importante ahondar en muchas frases que un paciente nos da. Ejemplo: “Todo va mal”. Ante ello, debemos averiguar lo que para él significa
que “todo vaya mal”, “¿Qué quiere decir con que todo va mal?”.
• Por otro lado, el tema de la muerte, suelen tocarlo muy por encima al
principio, diciendo frases como “Cuando llegue el final” o “Cuando esto
termine…”. Ante estas insinuaciones, debemos ser rápidos y no dejar pasar la oportunidad de tratar este tema, ya que si no ahondamos en ello, el
paciente puede creer que no queremos hablar de esto. Lo mejor es decir
algo como: “¿A qué se refiere cuando dice “cuando esto termine”?”. Si
el paciente nos habla de la muerte, debemos ahondar un poco más para
conocer por qué sospecha que va a morir: “¿Por qué dice eso?”.
• Cuando esto suceda, debemos preguntar al paciente si ha hablado de ello
con su familia. En ocasiones, el paciente nos pregunta por los plazos:
“¿Cuánto tiempo me queda?”. Es interesante explorar las razones por
las que desea conocer su tiempo de vida. “¿En qué le ayudaría saber el
tiempo que le queda?”, “¿Tiene algo pendiente por hacer?”. En muchas
ocasiones tienen asuntos pendientes, que debemos ayudarle a resolver.
• A lo largo de estas conversaciones más profundas, casi susurradas, una
parte fundamental es la comunicación no verbal (CNV). Es la parte de
159
Psicooncología básica para profesionales de la salud
la comunicación que expresa nuestro cuerpo y no nuestra boca. Es muy
importante que haya una concordancia entre lo que decimos y lo que
expresamos por otros canales (mirada, voz, tacto). Los elementos esenciales de la CNV son:
1. La mirada: Es uno de los elementos más importantes de toda comunicación. El mirar a alguien directamente a los ojos tiene el efecto de
provocar cierta activación fisiológica y emotiva. Además, podemos
expresar por medio de la mirada las emociones que nos genera lo que
el paciente relata. De este modo, al mirar al paciente a los ojos se sentirá atendido. De todos modos, nuestra mirada no debe exceder los 2-3
segundos, ya que en caso contrario podríamos intimidar al paciente.
2. La voz: Es un instrumento al expresar nuestros estados emocionales debido al intercambio de información que tiene lugar. Conviene
poder regular nuestro tono y volumen, si bien es cierto que en ocasiones tenemos que elevar nuestro tono para que el paciente pueda
escucharnos, especialmente cuando es muy mayor y tiene hipoacusia.
Otro elemento fundamental es el uso de los silencios, ya que es una
parte fundamental de la comunicación. Tenemos que saber encontrar
el equilibrio entre una pausa excesivamente prolongada que genera
nerviosismo en ambos Interlocutores, y las pausas muy cortas que
impiden que el paciente tenga tiempo suficiente para recapacitar sobre
el tema que se está tratando.
3. Expresión facial y gestos: Es otro de los elementos fundamentales que
logran comunicar nuestra actitud hacia el interlocutor. En general la
sonrisa es una herramienta fundamental que logra transmitir calidez.
Hay ciertos gestos de interés, como mover la cabeza de manera afirmativa o decir expresiones como: “Ajá” que ayudan a transmitir la
idea de que les hemos comprendido.
4. Hablar sentados: En cuidados paliativos, donde nuestro trabajo es en
la cabecera del enfermo, es fundamental sentarnos para conversar con
el paciente, ya que de esta manera le damos a entender que no tenemos
prisa y que le vamos a dedicar todo el tiempo que requiera.
5. El tacto: Suele indicar proximidad, especialmente cuando es recíproco. Si bien lo podemos usar durante toda la entrevista, es esencial
emplearlo en aquellos momentos en los que el paciente nos cuenta
situaciones muy personales o que manifiestan mucha tristeza, ya que
de este modo le transmitimos directamente la emoción que también
160
Habilidades de comunicación en cuidados paliativos
genera en nosotros este relato y el paciente se siente apoyado y sostenido en su emoción.
6. Tener a mano pañuelos: Es normal que un paciente terminal se eche
a llorar cuando habla con nosotros, por ello siempre debemos tener a
mano pañuelos (llevarlo en la bata, o asegurarnos de que haya en la
habitación), ya que de este modo, normalizamos su reacción al darle a
entender que estamos preparados para ese tipo de emociones.
Un concepto interesante que surge en el ámbito de las enfermedades crónicas y terminales, es el de las “micro malas noticias”. Este concepto hace referencia a toda la información que surge en el día a día del paciente grave, que
aunque no suponen una gran diferencia en su pronóstico, sí que cumple un papel
desestabilizador a nivel emocional para el paciente, ya que le indican que su
cuerpo está dejando de funcionar como debiera. Considero que este término es
capaz de reflejar la realidad de los pacientes moribundos, quienes reciben noticias
acerca de su estado de salud de manera continua, además de que ellos mismos son
conscientes de cómo su cuerpo se va apagando poco a poco.
Ante la información de que un paciente está en un proceso paliativo y su
enfermedad no tiene curación, éste puede reaccionar de diferentes maneras:
• Aceptación: Hay pacientes que han comprendido todo lo que el médico
le ha comunicado, hace preguntas de las dudas que pueda tener y desea
planificar sus últimos días. Está preparado para hablar directamente de la
muerte y de los preparativos que desea hacer.
• Negociar: Otros pacientes perciben que se están aproximando a esta
etapa de final de vida, pero hay ciertas resistencias en su interior para
aceptar sin más su pronóstico y por ello necesitan más pruebas. Estos
pacientes tienden a pedir segundas opiniones médicas o a comunicar muchas preguntas y dudas sobre la información proporcionada. Para superar
esta etapa puede ser positivo mostrar pruebas de imagen donde pueden
observar de manera directa su enfermedad y en caso de que necesiten
una segunda opinión médica, el profesional no debe poner reparos a ello,
pues no hay que olvidar que deseamos que el paciente se adapte a su
realidad y eso no lo podrá hacer si tiene dudas.
• Negación: Hay pacientes que no son capaces de asimilar la noticia de
que se hallan en la fase de final de vida. Como ya hemos visto, esta reacción es una protección del paciente para protegerse a sí mismos de una
información muy amenazante emocionalmente. La tristeza y el miedo
son habituales en esta etapa. El personal de salud debe tener paciencia
161
Psicooncología básica para profesionales de la salud
en estos casos, y darle un tiempo al paciente para que poco a poco vaya
afrontando una realidad que es difícil de asimilar.
Aunque la comunicación en esta etapa de la enfermedad no es algo que los
profesionales ansíen, es esencial que se tenga en cuenta la importancia de esta
información para el paciente y su familia. Cuando se produce una buena comunicación profesional-paciente-familia y se responde con empatía y compasión a las
emociones que expresa el paciente, éstos tienen un menor nivel de distrés, reduce
su ansiedad y mejora su calidad de vida.
Un consejo importante al tener que afrontar las emociones del paciente, se
refiere a la perspectiva que debe asumir el profesional. El objetivo no es solucionar
el problema que tiene el paciente paliativo, el objetivo de su intervención es aceptar y validar las emociones del paciente, acogiendo así sus dudas y emociones.
Algo esencial en cuidados paliativos, es que el profesional debe adaptarse
al ritmo del paciente y a sus necesidades. Es normal que aunque un paciente haya
sido bien informado y sea consciente de lo que le ocurre, tenga días o momentos
en los que observemos una negación de su estado. Transitar entre la negación y la
aceptación es la manera en que la mente humana afronta el sufrimiento.
La etapa de final de vida es una situación en la que el paciente y familia
se sienten muy vulnerables y necesitan sentirse acompañados. Buena parte del
trabajo de los profesionales sanitarios en este ámbito, se desarrolla en ese acompañamiento y escucha activa de sus dudas y emociones. Cada conversación, por
pequeña que sea, nos transmite cómo se están adaptando a esta idea tanto el
paciente como la familia, pudiendo prevenir situaciones complejas como el pacto
de silencio. Por eso es tan importante que los profesionales, cada día, se tomen un
tiempo para hablar con el paciente y sus familiares, porque su discurso marcará
nuestra actuación.
Algo importante a tener en cuenta es que los profesionales que trabajan en
cuidados paliativos, deben desarrollar una gran flexibilidad mental. En ocasiones
los profesionales llevamos un guión mental de los temas que deseamos tratar y
hablar con el paciente pero el ritmo natural de la vida nos impide tratar dichos
temas. Cuando esto suceda, no debemos ser rígidos y frustrarnos por no poder
desarrollar la entrevista con el paciente como nos gustaría o teníamos planificado.
Ser flexible mentalmente quiere decir que nos adaptemos al paciente, él es
quien lleva las riendas y decide lo que es importante y necesario para él en cada
momento. Ceder las riendas y el control al paciente en las entrevistas y consultas
que compartimos puede ser algo con lo que no nos sintamos cómodos, pero es
importante que se le ceda este privilegio al paciente moribundo.
162
Habilidades de comunicación en cuidados paliativos
7.2.2. Limitación del esfuerzo terapéutico y toma de decisiones en el final de
la vida
La situación del final de la vida, impone una serie de retos importantes que
hemos ido viendo en este bloque temático. Cuando un paciente está bien informado y ha aceptado su situación, es capaz de tomar una serie de decisiones sobre
los cuidados y tratamientos que desea recibir o que desea rechazar.
A. Limitación del esfuerzo terapéutico
Consiste en valorar si un determinado procedimiento médico, está indicado en un paciente que se encuentra en el final de la vida, atendiendo a la desproporción entre los fines y los medios que se emplearán. La causa inmediata o
a más largo plazo de no iniciar dicho procedimiento, es la muerte del paciente.
El desarrollo tecnológico en la medicina ha permitido prolongar la vida de
las personas incluso cuando se encuentran en la etapa final de vida, alargando así
el proceso de muerte a costa de un desgaste emocional y psicológico muy profundo en el paciente y la familia.
La limitación o adecuación del esfuerzo terapéutico, significa que se aplicarán aquellas medidas de intervención adecuadas y proporcionales a la situación
del paciente atendiendo a su diagnóstico, pronóstico y estado evolutivo de la
enfermedad. Este procedimiento de reflexionar acerca de los tratamientos que
pueden ser útiles para el paciente, intenta evitar el llamado “ensañamiento u obstinación terapéutica”, aplicando medidas de soporte vital que son desproporcionadas para el estado real del paciente y prolongando así el proceso de morir.
Los cuidados paliativos surgen para asegurar la calidad de vida del paciente
en el final de su vida, para prestar apoyo psicológico y para evitar el sufrimiento
innecesario en el paciente y su familia. Una intervención que no beneficia al
paciente, es un procedimiento fútil. El objetivo es no prolongar la vida de manera
innecesaria.
Según Singer, hay cinco prioridades en los pacientes que se encuentran en
el final de la vida:
1. Alivio de síntomas
2. Evitar la prolongación inapropiada de la vida.
3. Mantener cierta sensación de control.
4. Evitar ser una carga.
5. Estrechar las relaciones con los seres queridos.
Para poner en marcha esta limitación del esfuerzo terapéutico, es esencial
que el paciente cumpla con los requisitos de una enfermedad terminal:
163
Psicooncología básica para profesionales de la salud
• Presencia de una enfermedad avanzada, progresiva e incurable.
• Falta de posibilidades razonables de respuesta al tratamiento específico.
• Presencia de múltiples problemas o síntomas intensos, múltiples, multifactoriales y cambiantes.
• Gran impacto emocional en paciente, familia y equipo terapéutico, estando presente de manera explícita o no, la muerte.
• Pronóstico de vida inferior a 6 meses.
Es interesante hacer una distinción entre limitación del esfuerzo terapéutico y eutanasia. Ésta última se refiere a poner en marcha procedimientos por los
cuales se provoca la muerte intencionada de otra persona. Los cuidados paliativos
no aplican la eutanasia.
Algunos ámbitos en los que es interesante reflexionar acerca de si iniciar
un procedimiento terapéutico o no en un paciente en el final de la vida, son:
• Hidratación y alimentación por sonda nasogástrica: Esta es una medida muy importante que la mayoría de médicos paliativistas no suelen
temer. Aunque la última palabra la tiene el paciente (si puede tomar decisiones) o su familia, aquí lo fundamental es explicar en qué consiste
esta medida. El paciente oncológico pierde el hambre por la progresión
de la enfermedad, y lo primordial es asegurar la calidad de vida en esta
última etapa. Los más reticentes a no hidratar ni alimentar al paciente,
suelen ser los familiares, ya que lo ven como acortar su tiempo de vida.
Hay que captar estos temores y explicarles que no es necesaria la hidratación y alimentación que no generan un beneficio en el paciente. El
paciente no suele tener sensación de hambre o sed en su etapa final de
vida. Algo importante a tener en cuenta es que la alimentación enteral
por sonda, puede ocasionar diarrea, dolor abdominal y neumonía por
aspiración.
• Otros tratamientos de soporte vital (respirador, transfusiones de sangre,
inicio de tratamiento con antibióticos, etc.): Es esencial valorar el beneficio que le aportará al paciente. Estas medidas no suelen iniciarse ante
un diagnóstico terminal. Siempre es mejor no iniciar soporte vital, que
iniciarlo para retirarlo más adelante. Un tema muy importante, es considerar que es “muy fácil” iniciar un tratamiento de este tipo, pero que
genera múltiples problemas al retirarlo:
-- Los médicos viven el “desconectar” al paciente, como “dejarle morir”
o incluso como “matarlo”.
164
Habilidades de comunicación en cuidados paliativos
-- La familia vive este momento con mucho sufrimiento, ya que parece
que se le está matando.
-- El paciente tiene un sufrimiento innecesario.
• La sedación: Este tema se confunde a menudo con la eutanasia. La sedación supone la administración de fármacos para producir una reducción
profunda y (previsiblemente) irreversible de la conciencia de un paciente
cuya muerte se prevé próxima. El objetivo es aliviar el sufrimiento físico
y/o psicológico. Es fundamental el consentimiento del paciente o familia. En estos momentos, el equipo debe animar a la familia y paciente a
que se despidan. Los familiares deben estar presentes en todo momento, tocarle y hablarle. Es muy importante que ambas partes se despidan
antes de que el paciente esté inconsciente. Este hecho, ayuda a que los
dolientes afronten mejor el largo camino que han de recorrer tras el fallecimiento del paciente. De nuevo, informar de todo lo que va a ocurrir,
es fundamental.
B. Toma de decisiones en el final de vida
En el proceso de final de vida, es esencial que el profesional sepa cómo
llevar a cabo una toma de decisiones compartida con el paciente donde se marcarán las opciones de tratamiento que desea seguir y aquellas opciones que prefiere
rechazar en base a su calidad de vida y a no prolongar la vida de manera artificial
a costa de sus sufrimiento.
La toma de decisiones en el final de la vida, ha de ser un proceso bidereccional profesional-paciente-familia, donde las decisiones finales que se tomen
deben ser compartidas por este triángulo relacional.
Esta toma de decisiones compartida, se fundamenta en la deliberación
necesaria para hacer efectiva una decisión, así como en la incertidumbre que
acompaña a todo el proceso asistencial de final de vida. En este proceso el counselling es una herramienta esencial para desarrollar una buena comunicación y así
poder facilitar las decisiones. Una decisión será tomada manera libre y autónoma
cuando el paciente:
• Ha sido informado de todas las posibilidades a su alcance y de las consecuencias de éstas.
• La decisión final se produce de manera voluntaria, sin coacciones ni manipulaciones.
• El paciente es mentalmente competente cognitiva y emocionalmente,
comprendiendo las implicaciones de su decisión.
165
Psicooncología básica para profesionales de la salud
• Es una decisión auténtica que está en armonía con los valores y creencias
del paciente.
Dado que la toma de decisiones es un proceso informativo donde al
paciente se le exponen las posibilidades de intervención que mejor se adaptan a
su pronóstico, es habitual que tanto el profesional como el paciente tengan que
llegar a acuerdos acerca de las medidas terapéuticas que desean aplicar.
En estos acuerdos que se deben poner en marcha, es esencial que el profesional continúe aplicando su empatía, compasión, aceptación incondicional y
flexibilidad mental para adaptarse a las necesidades del paciente.
Los pasos que debemos dar para realizar una toma de decisiones compartida, son:
• Analizar los hechos: Repasar la historia clínica del paciente y conocer
los tratamientos que son más eficaces en el caso concreto del paciente y
que menor sufrimiento le va a provocar. Es esencial repasar la evidencia
disponible sobre la puesta en marcha o retirada de ciertas medidas terapéuticas.
• Identificar los valores en conflicto: Este punto se refiere a que debemos
tener en cuenta la perspectiva del paciente para que la decisión final concuerde con sus valores y manera de vivir.
• Posibles cursos de acción: El profesional ha de tener en cuenta un amplio abanico de propuestas de intervención y debe contactar con otros
profesionales que le puedan orientar en sus dudas. A pesar de seleccionar
aquellas propuestas más eficaces y que mejor se adaptan al caso, siempre
debemos respetar el punto de vista del paciente y no olvidar que es él
quien, en último término, decide cómo desea pasar su última etapa de la
vida.
• Curso óptimo de acción: Una vez tomada la decisión, se analiza cómo
poner en marcha este plan. El objetivo es priorizar el bienestar del paciente.
C. Voluntades anticipadas
También llamado “testamento vital”, supone dejar instrucciones a los profesionales acerca de las medidas de intervención que el paciente desea que se
apliquen en caso de que llegara un momento de la enfermedad en que no pudiera
comunicarse o fuera incapaz de tomar una decisión sobre su cuidado. El objetivo
primordial de estas voluntades anticipadas, es la oposición a que se prolongue
la vida de manera artificial y sin sentido. No debemos olvidar que en cuidados
166
Habilidades de comunicación en cuidados paliativos
paliativos, el objetivo es mantener al paciente lo más confortable posible, aquí el
objetivo es cuidar y no curar.
En España, estas voluntades anticipadas están reguladas en la Ley de
autonomía del paciente del siguiente modo: “Documento por el que las personas
mayores de edad manifiestan anticipadamente su voluntad, con objeto de que ésta
se cumpla en el momento en que lleguen a situaciones en cuyas circunstancias
no sean capaces de expresar personalmente, sobre los cuidados y el tratamiento
de su salud”.
El testamento vital aún es poco común, por lo que los pacientes tienden a
designar a un familiar para que tome las decisiones por él en caso de no poder
hacerlo personalmente.
Estas voluntades anticipadas, se centran en los deseos del paciente sobre
cómo afrontar el final de su vida, poniendo especial énfasis en la calidad de vida.
La calidad de vida es un concepto abstracto y subjetivo que la OMS definió
como: “La percepción del individuo de su posición en la vida en el contexto de
la cultura y sistema de valores en los que vive y en relación con sus objetivos,
expectativas, estándares y preocupaciones”.
La clave de esta definición es tener en cuenta que la percepción sobre el
bienestar físico, psíquico, social y espiritual, depende de la cultura y sistema de
valores en los que vive la persona, influido por su biografía.
Los temas sobre los que pueden versar las voluntades anticipadas son:
• Orden de no reanimación: En este punto, el paciente decide no ser reanimado en el caso en que se produzca una parada cardio-respiratoria. Dicha orden solo se centra en no reanimar al paciente si su corazón se para
o deja de respirar, pero no tiene en cuenta otras medidas como la nutrición, el uso de analgésicos u otras intervenciones.
• Soporte vital: El paciente puede dejar por escrito sus deseos sobre el no
inicio de determinadas medidas para mantenerle con vida, tales como
el uso de un respirador artificial, alimentación e hidratación por sonda
y rechazo de fármacos como antibióticos y las transfusiones de sangre.
• Solicitud de cuidados paliativos: El paciente puede expresar por escrito
su deseo de ser tratado en sus últimos días por un equipo de cuidados paliativos, donde se pueda llevar a cabo la sedación paliativa con objeto de
evitar su sufrimiento, aún cuando estos procedimientos pudieran acortar
la vida.
• Eutanasia activa: Los documentos ya redactados que funcionan a modo
de plantilla, incluyen un último punto acerca de la muerte digna, dejando
167
Psicooncología básica para profesionales de la salud
la posibilidad de que la persona pudiera llevar a cabo una eutanasia activa en el caso de que la legislación regulara esta posibilidad. En último
término se incluye la voluntad de morir de forma rápida e indolora.
Los puntos aquí definidos suelen ser los habituales, pero cada persona
puede añadir o prescindir de cualquier punto.
omunicación e información en la fase de agonía
7.2.3. C
A. Agonía
El paciente moribundo ha ido empeorando poco a poco, hasta llegar a la
fase de agonía, también llamada situación de últimos días. Este término, además
de hacer referencia al funcionamiento del cuerpo en el final de la vida, también se
refiere a la angustia que puede vivir el moribundo.
La fase de agonía es aquella en la que el paciente tiene un deterioro importante de su estado general, que se suele caracterizar por una disminución en los
niveles de conciencia y fallo orgánico generalizado. Esta última fase de la vida,
es especialmente difícil a nivel emocional para la familia y el equipo terapéutico.
Por eso es esencial trabajar estos temas con la familia y avisarles con tiempo de
las características propias de esta etapa.
Los signos generales de la fase de agonía son:
• Deterioro de la conciencia: coma, desorientación, confusión y agitación
psicomotriz.
• Pérdida de tono muscular: debilidad, incontinencia.
• Trastornos respiratorios: respiración irregular, estertores por acumulación de secreciones.
• Eliminación fecal: relajación de esfínteres y ausencia de ritmo y ruidos
intestinales.
• Fiebre: en pacientes oncológicos puede ser habitual la presencia de infecciones.
• Problemas para comer o incapacidad de ingerir alimento alguno.
• Problemas emocionales: ansiedad, depresión, miedo (explícito o no).
Menten y Hufkens, valoran otros 8 criterios que son signos para predecir el
fallecimiento en los siguientes días. Si el paciente presenta de uno a tres de ellos,
los pacientes se encuentran en la fase de pre-agonía.
• Nariz fría y blanca.
• Extremidades frías.
• Livideces.
• Labios cianóticos.
168
Habilidades de comunicación en cuidados paliativos
• Somnolencia (más de 15 hora al día durmiendo).
• Estertores.
• Pausas de apnea de más de 15 segundos.
• Anuria (menos de 300 ml al día de orina).
En la etapa de agonía, los esfuerzos de los profesionales deben centrarse
más en la familia y emplear menos medios técnicos para controlar los síntomas
del paciente. Aunque el estado de los últimos días es claramente visible, debemos
asegurarnos que así lo perciben también los familiares.
No olvidemos que en otros capítulos ya hemos hablado de la dignidad de
los pacientes y de adecuar los procedimientos médicos para asegurar su dignidad.
En cuidados paliativos también podemos hablar de morir con dignidad. Para
lograr esta meta que parece tan lejana y difícil, tan solo debemos ver al paciente
como lo que es, un ser humano hasta que fallece, con una biografía única, que
ha aprendido en el camino de la vida y también ha cometido errores. Supone respetar sus valores y creencias aunque no estemos de acuerdo con ellas, tener una
comunicación sincera y cercana, fomentando la toma de decisiones. Morir con
dignidad también supone aliviar su sufrimiento, para que éste sea casi inexistente
en la medida de nuestras posibilidades, así como fomentar que los seres queridos
le apoyen en su etapa final, creando un entorno amable para su partida.
Una parte de morir con dignidad supone ser consciente de que se está en
esta última etapa. Es una muerte consciente en contraposición a la muerte eludida
o negada.
Es importante, para que el paciente pueda fallecer tranquilo, hablar de los
asuntos inconclusos (retomar el contacto con familiares con los que ya no se relacionaban, cerrar asuntos, hablar de recuerdos casi olvidados pero que marcaron
la vida de la persona, etc.). Terminar un asunto inconcluso es vivido como una
liberación emocional, por lo que el tránsito de la vida a la muerte, será más fácil
y llevadero para el paciente.
Al hablar de los asuntos inconclusos, es habitual que surja la culpa y los
reproches a sí mismo por haber actuado o no haber actuado ante una situación
concreta. Estos sentimientos son habituales, pero debemos fomentar el perdón
del propio paciente hacia sí mismo por sus acciones pasadas. El pasado ya no se
puede cambiar, pero tal vez hacerle ver las cosas que aprendió de esa experiencia,
le ayude al paciente a superar temas inconclusos.
169
Psicooncología básica para profesionales de la salud
¿QUÉ HACER EN LAS ÚLTIMAS HORAS-DÍAS-LA AGONÍA?
1. Establecer el diagnóstico de situación de últimos días – horas.
2. El objetivo es que el paciente esté lo más cómodo posible y que la familia sepa qué hacer en esta etapa:
• Cambios posturales para evitar úlceras por presión, reducir el dolor y
disminuir la respiración con estertores. Se puede recomendar masajes
suaves con cremas.
• Indicar que la falta de ingesta es consecuencia de su situación y no la
causa.
• Mantener húmeda y limpia la boca. Humedecer la boca con infusión
de manzanilla. Limpieza de ojos con suero fisiológico.
• Explicarles lo que son los estertores, para que no se asusten.
• Mantener la habitación ventilada, cama individual, sábanas sin arrugas, temperatura adecuada, luz indirecta y evitar sonidos estridentes.
Buscando el máximo confort del paciente.
• Hablar con el paciente y despedirse como ellos quieran.
• Insistir en el contacto con el paciente, pues así sabe que no está sólo.
A pesar de la reducción en su nivel de conciencia, es consciente de si
está acompañado, por lo que es importante hablar con él, mantener
el contacto físico, etc. El oído y el tacto son los últimos sentidos que
perdemos.
• Permitirse llorar si lo necesitan.
• Sugerirles que piensen lo que harán cuando fallezca (tanatorio, incineración, entierro…).
• Si el paciente presenta delirium, explicarle a la familia las pautas ambientales a seguir (tono de voz bajo, luz tenue, evitar ruidos, evitar
sobre-estimulación).
A nivel emocional, el paciente en esta etapa suele estar durmiendo gran
parte del día, por lo que la comunicación se basa en la comunicación no verbal,
dejando de lado ya las conversaciones. Es importante preguntar al paciente si
necesita cualquier cosa y ayudarle a reducir sus miedos y angustias.
El hecho de que se despidan de su familiar, incluso en esta etapa, puede ser
muy útil para aliviar tanto al paciente, como al familiar. En ocasiones el paciente
prolonga su agonía por no querer abandonar a los suyos. Si el familiar se despide,
le puede evitar mucho sufrimiento.
Cuando el paciente finalmente fallece, es muy importante que el equipo
(médico y enfermera, así como psicooncólogo si lo hay), estén presentes. En esos
170
Habilidades de comunicación en cuidados paliativos
momentos, la familia necesita ser reconfortada y acompañada, las palabras que se
digan no tienen tanta importancia como nuestra presencia.
Cada paciente muere igual que vivió, es decir, que si un paciente siempre
ha sido controlador, también lo será en su lecho de muerte, preparándolo todo
para cuando él no esté. Hay conductas y maneras de actuar que expresaremos
hasta el final. Es importante que los profesionales de salud averigüen cuáles son
los deseos del paciente acerca de la manera en que desea morir. En esta fase final,
los pacientes tienden a sentirse más ansiosos y preocupados por sus familiares
que por ellos mismos.
“Estar sentado en la cabecera de un moribundo es un regalo, son nuestros
mejores maestros. De ahí saldremos más enteros, más enriquecidos”
Elisabeth Kübler-Ross
Una vez que el paciente ha fallecido, el personal de salud puede cumplir
diferentes funciones:
• Respetar las expresiones de duelo de la familia.
• Tener una actitud de apoyo, afecto y escucha, acompañando en silencio.
• Ofrecernos para realizar trámites como llamadas o contactar con la funeraria.
• Colaborar en los cuidados del cuerpo tras la muerte (retirando catéteres,
gafas nasales, etc.).
• Colocación del cuerpo: cuerpo alineado en posición horizontal, con los
brazos sobe el abdomen o pegados al cuerpo. Boca y ojos cerrados.
• Contactar con la familia del paciente pasados unos días o meses para
hacer un seguimiento de su duelo.
B. Sedación paliativa
Este concepto se refiere a la disminución deliberada de la consciencia del
paciente, previo consentimiento, mediante la administración de fármacos a unas
dosis controladas, para evitar un sufrimiento insostenible causado por síntomas
refractarios de mal control médico. La sedación en la agonía es la que se proporciona específicamente en la etapa de agonía o últimos días-horas de vida.
Un síntoma refractario es aquel que no se puede controlar adecuadamente
con los tratamientos disponibles. Para evitar el sufrimiento del paciente, se procede a la sedación paliativa. Los síntomas refractarios más comunes son: dolor,
171
Psicooncología básica para profesionales de la salud
delirio, disnea, sufrimiento y estrés existencial. El delirium es un síntoma bastante común en el final de la vida, su difícil manejo hace que sea una de las razones más habituales de sedación paliativa.
El objetivo de la sedación paliativa es reducir al máximo posible el sufrimiento del paciente en el final de su vida. Habitualmente se administran analgésicos (opioides y sedantes) para aliviar el sufrimiento, aunque exista el riesgo
(conocido por el médico y paciente) de acortar los días de vida.
Si el médico tiene dudas acerca de un síntoma refractario, es interesante la
búsqueda de una segunda opinión médica para confirmar las sospechas.
Aunque pueda parecer un tema absolutamente normal y cotidiano, a nivel
social aún se encuentran ciertos reparos a la aplicación de la sedación paliativa
por confundirlo con la eutanasia. Algo esencial es que este procedimiento no se
lleva a cabo sin el consentimiento informado y aprobación por parte del paciente
de iniciar este proceso, estando informado de las consecuencias del mismo. Es
importante que los familiares también estén implicados en la decisión.
Según Cowan y Walsh, las características esenciales de la sedación paliativa son:
• Paciente diagnosticado de enfermedad terminal.
• Se espera el fallecimiento del paciente en horas y días según signos físicos presentes.
• Los síntomas no responden al tratamiento convencional o su severidad
requiere una intervención rápida.
• La sedación se induce con un agente no opioide para controlar los síntomas.
• No se pretende causar la muerte del paciente, aunque está implícita en
la actuación.
Una vez que se inicia la administración de los fármacos que inducen la
sedación paliativa, se deben tener en cuenta algunas consideraciones:
• Retirar la alimentación e hidratación, ya sea por vía oral, enteral o parenteral.
• Valorar la intensidad del sufrimiento: quejas verbales, expresiones faciales o movimientos corporales.
• Nivel de consciencia: la respuesta del paciente a estímulos físicos y verbales.
• Efectos secundarios relacionados con la sedación: alteraciones circulatorias, síntomas psiquiátricos y neurológicos, problemas respiratorios y
posibles aspiraciones.
172
Habilidades de comunicación en cuidados paliativos
• Atención a la familia: comentar las reacciones del paciente habituales y
probable evolución. Apoyar emocionalmente, acoger las emociones y el
llanto, observar el desarrollo del duelo anticipado, etc.
C. Eutanasia y suicidio asistido
Para comprender mejor estos conceptos, procederé a realizar una delimitación terminológica.
Eutanasia: Provocación intencionada de la muerte de una persona que
padece una enfermedad avanzada o terminal, previa petición del propio paciente
de acelerar el momento de su fallecimiento.
Etimológicamente la palabra eutanasia significa “buena muerte”, aunque
el término actual podría ser:“La conducta (acción u omisión) intencionalmente
dirigida a terminar con la vida de una persona que tiene una enfermedad grave
e irreversible, por razones compasivas y en un contexto médico”.
Hoy en día, sabemos que un paciente con un buen control de síntomas
(especialmente el dolor), que se siente apoyado por todo su equipo médico, es
decir, un paciente bajo los cuidados paliativos, no suele demandar la eutanasia.
Los pacientes que solicitan la eutanasia, suelen querer terminar con otras
circunstancias de su situación (dolor, soledad, ser una molestia, agotamiento…).
Por lo tanto, cuando atendemos a la persona en su totalidad, comprendiéndole y
ayudándole, le ahorraremos mucho sufrimiento.
¿QUÉ HACER ANTE LA PETICIÓN DE EUTANASIA?
• De nuevo, es fundamental emplear las herramientas que nos brinda el
counselling.
• Debemos sentarnos junto al paciente, sin prisas, y preguntarle: “Comprendo que está sufriendo mucho y que esto no estaba en sus planes,
¿qué le parece si hablamos tranquilamente de ello?” “¿Qué le hace querer acelerar su última fase de enfermedad?”
• No debemos mostrarnos escandalizados por dicha solicitud, ya que de
ese modo, alejamos al paciente de nosotros. Es fundamental no juzgarle.
En España, los cuidados paliativos se aplican al 26% de los pacientes oncológicos que fallecen cada año. Eso supone que lo habitual no sea una atención
integral al paciente paliativo, lo que frecuentemente supone el uso de prácticas
próximas a la obstinación terapéutica, por luchar contra la muerte.
173
Psicooncología básica para profesionales de la salud
Por lo tanto, debemos saber que el objetivo esencial es la calidad de vida
del paciente, evitándole (en la medida de lo posible) sufrimiento. Por ello, la
limitación del esfuerzo terapéutico (no hacer transfusiones de sangre, no aplicar
antibióticos ante infecciones, no iniciar medidas de soporte vital) es fundamental.
Los pacientes atendidos en su totalidad (modelo bio-psico-social), sufren
menos, y no suelen demandar la eutanasia. Si escuchamos al paciente como
lo que es, una persona con una biografía única, podremos ayudarle a superar
muchos de los obstáculos que encontrarán, pero especialmente, vivirán el final
de su vida, como una oportunidad para aprender, perdonar y demostrar su amor
por los suyos.
Suicidio médicamente asistido: Se refiere a la ayuda médica para la ejecución del suicidio previa solicitud del paciente. El papel del médico es el de
proporcionar los fármacos necesarios para que el propio paciente los tome.
Este procedimiento conlleva una serie de planteamientos éticos y morales
importantes, así como la penalización judicial por ayudar a otra persona a morir,
en los países en los que no se ha aprobado el suicidio asistido.
Tratar este tema excede los propósitos del libro, por lo que animo a aquel
que esté interesado, busque la literatura correspondiente.
174
Habilidades de comunicación en cuidados paliativos
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8. LA FAMILIA Y LOS NIÑOS
DEL PACIENTE MORIBUNDO
8.1. LA FAMILIA DEL PACIENTE MORIBUNDO
8.1.1. Afrontar la muerte de un ser querido
Como ya dije en el bloque II, el cáncer está considerada como una enfermedad familiar, más que tan solo del paciente.
En el caso de cuidados paliativos, esta afirmación es aún más cierta. Ya sea
un paciente ingresado en una unidad de cuidados paliativos o un paciente domiciliario, sobre la familia recae una responsabilidad muy grande.
Como consecuencia de atender al enfermo, muchos cuidadores tienen que
abandonar algunas parcelas de su vida (laboral), o bien supone una fuente de
estrés extra, teniendo que dividirse entre el trabajo, la familia (especialmente si
hay hijos pequeños), y cuidar al paciente.
Los familiares, tienden a presentar una serie de miedos y temores que el
personal de salud debe reconocer para poder informar adecuadamente y de este
modo desarrollar una serie de pautas que puedan realizar para que ese miedo no
les paralice. El mayor temor en la etapa final, se produce acerca del momento de
la propia muerte y pueden tener muchas dudas (cómo será ese proceso de morir,
si tendrá convulsiones o sangrará, vomitará, si se ahogará o cómo sabrán que
ha fallecido). Todas estas dudas son absolutamente normales y el profesional de
salud puede calmar mucho aportando una información clara y precisa acerca de
lo que pueden esperar.
La relación familiar-equipo de salud, es esencial para poder atender bien al
paciente y apoyar adecuadamente a la familia. Los profesionales de salud deben
reforzar la función de las familias, acompañando y generando confianza en las
179
Psicooncología básica para profesionales de la salud
capacidades de los familiares para cuidar a su ser querido. Es esencial reconocer
la tarea de cuidado que llevan a cabo y cómo ese cuidado se refleja en el bienestar
del paciente.
En la etapa de final de vida, es esencial que el profesional de salud (especialmente médicos y enfermería), informe adecuadamente al cuidador de aquellas
cosas que debe hacer para proporcionar unos cuidados óptimos y de este modo
reducir el estrés que puedan sentir en su labor de cuidado. Una mala comunicación con el equipo de salud, puede producir ansiedad, estrés e insatisfacción en
la tarea de cuidado que tiene por delante el familiar. Una comunicación abierta y
habitual es esencial para conocer las necesidades tanto del paciente como de sus
familiares. La información se suele dar oralmente, pero en estos casos de gran
estrés, tal vez sea una buena idea dar por escrito las instrucciones más importantes, para así evitar miedos y ansiedad en el cuidador por si se olvida de qué tenía
que hacer.
La presencia de dolor es un síntoma habitual en los pacientes moribundos
y su tratamiento con opioides, puede crear muchas dudas en los cuidadores y
familiares por miedo a la adicción o a los efectos negativos de estos fármacos (como los problemas respiratorios). Es esencial que el personal de salud
pueda enseñar con calma cómo manejar este tratamiento si el paciente está en
su domicilio.
Se ha observado que las familias que tenían un buen funcionamiento y
comunicación previa a la aparición de la enfermedad, se ajustan mucho mejor a
esta etapa de final de vida y desarrollan un mejor duelo posterior al fallecimiento
de su familiar.
Hay una serie de problemas que pueden surgir en la adaptación de la familia al proceso de final de vida:
• Fases adaptativas a la muerte y detención en alguna de ellas: Como
ya estuvimos hablando sobre las fases del paciente para adaptarse a la
enfermedad y al pronóstico de final de vida, los familiares atraviesan
unas etapas muy parecidas a las del paciente (las cinco fases de Elisabeth
Kübler-Ross: negación, ira, pacto, depresión y aceptación). Estas fases
pueden ser cíclicas y aunque se superen una vez, pueden volver a surgir
más adelante, dependiendo de la evolución de la enfermedad. En este
punto, es esencial que el personal de salud sea comprensivo y reflexione
sobre la difícil situación que está atravesando el familiar.
Lo que puede hacer el personal de salud para afrontar este problema es:
aplicar la escucha activa, promover su empatía y compasión por el pa180
La familia y los niños del paciente moribundo
ciente y su familiar, informar adecuadamente y promover la ventilación
emocional.
• Pacto de silencio: Como ya vimos con anterioridad, esta es una situación que puede surgir en cuidados paliativos. Consiste en la ocultación
del pronóstico al paciente, a pesar de que éste pida información. Es una
manera de proteger a su ser querido del impacto emocional que supone
ser consciente de que se va a morir. Cuando se produce esta situación, los
familiares desean que el personal de salud les apoyen y no aporten información al paciente. Esta reacción es un reflejo de la ansiedad y temor a
la muerte que ellos mismos experimentan.
Lo que puede hacer el personal de salud para afrontar este problema
es: aplicar los consejos y pautas incluidas en el capítulo 6 de este libro.
• Dificultades para aceptar la muerte: Un problema que puede surgir con
relativa frecuencia, es la de no dejar que el paciente fallezca y desear
mantener una serie de tratamientos que no son eficaces y solo hacen sufrir al paciente. Esta situación refleja la ansiedad de los familiares, que
puede estar ocultando sentimientos de culpa o remordimientos.
Lo que puede hacer el personal de salud para afrontar este problema es:
escucha activa, fomentar la despedida con el ser querido, promover el
perdón en el propio familiar, dejar que el paciente se vaya y se libere de
lo que la enfermedad le ha hecho vivir.
• Alejamiento del paciente: Es habitual que los familiares se distancien del
paciente cuando éste ha perdido la conciencia por pensar que ya no es
consciente de quién le acompaña hasta el final. También suele ocurrir que
los miembros de la familia se desconectan unos de otros por miedo a no
saber qué decir o a mostrar su dolor a los demás.
Lo que puede hacer el personal de salud para afrontar este problema
es: recomendar a la familia que hablen al paciente, le cojan de la mano
y muestren su amor por él o ella. El oído y el tacto son los últimos sentidos que se pierden, por lo que el paciente sabe que sus seres queridos
le rodean aunque esté alejándose poco a poco de este mundo. También
es esencial fomentar una buena comunicación entre los diferentes miembros de la familia para darse apoyo mutuo.
181
Psicooncología básica para profesionales de la salud
Sedación paliativa
Esta toma de decisión se debe hacer con el consentimiento implícito o
explícito del paciente y el de la familia si éste no puede hacerlo. La sedación
genera muchas dudas y preocupaciones en los familiares y cuidadores. Es esencial que los profesionales de salud permanezcan con los familiares durante la
administración de la sedación paliativa, tanto para informarles del procedimiento
como para acompañarles y apoyarles emocionalmente. Es habitual que la familia
crea que carece de sentido acompañar al paciente en estos últimos momentos,
pero los profesionales deben informar de cómo el paciente sigue conectado a su
entorno y es consciente del amor que ellos le profesan.
Para los cuidadores principales, la decisión de iniciar la sedación paliativa,
símbolo de que la muerte se producirá en breve, supone no solo afrontar el fallecimiento de su ser querido, sino también tener que asumir que la vida continúa
tras su pérdida, teniendo que re-organizarse y restablecer actividades y roles que
habían abandonado por asumir los cuidados de su familiar.
Durante la fase de sedación paliativa, los sentimientos de los cuidadores
principales oscilan entre el alivio, las dudas, impotencia y afrontar la muerte,
pueden surgir dudas y confusiones entre la sedación y la eutanasia. También
pueden aparecer sentimientos de tranquilidad y alivio.
Cuidador principal
Es aquel que se ocupa de estar con su familiar moribundo. Dicho acompañamiento genera un gran desgaste emocional porque deben abandonar otras
áreas de su vida (laboral, familiar, de ocio, etc.), y porque deben afrontar el día a
día con su ser querido, observando cómo se va debilitando y aislando del mundo.
Deben prepararse mental y emocionalmente para la pérdida de su ser querido,
mientras sienten una profunda tristeza.
Un porcentaje elevado de pacientes moribundos, prefieren fallecer en su
hogar, lo que supone que los cuidadores principales tengan que hacerse cargo de
una serie de responsabilidades que les pueden agotar fácilmente. Cuidar en casa
de un ser querido en la etapa de final de vida, puede ser abrumador.
Las responsabilidades del cuidador principal de su ser querido moribundo
abarcan desde hacer la compra y preparar la comida, dar de comer al paciente,
administrar los fármacos en el momento oportuno, asear y vestir al paciente,
asumir los gastos habituales y los que provoca la enfermedad, coordinar los cuidados, contactar con los médicos en caso de situaciones de urgencia, así como
dar un soporte emocional y querer al enfermo. Todas estas tareas las suele asumir
182
La familia y los niños del paciente moribundo
una sola persona, por lo que sentimientos de agotamiento y de profunda tristeza,
son muy habituales.
En resumen, podríamos decir que las necesidades de los cuidadores son:
1. Información: Los cuidadores deben estar bien informados del diagnóstico y pronóstico, así como la evolución esperable de la situación médica
del paciente. Informar del deterioro del paciente ayuda a los cuidadores
a que puedan tomar decisiones y reduce su ansiedad.
2. Consejos prácticos y apoyo: Es esencial aportar información práctica a
los cuidadores acerca de cómo deben movilizar al paciente, cómo administrar los fármacos, qué comidas pueden darle y cómo, etc. En este caso
los profesionales de enfermería tienen un papel esencial en todos estos
consejos.
3. Apoyo psico-social: El distrés psicológico que presentan los cuidadores,
se puede combatir fácilmente con unas buenas habilidades de comunicación por parte de los profesionales de salud. Dedicar algo de tiempo
al cuidador para escucharle, escuchar sus miedos, sus creencias sobre
la muerte o ayudarles a replantear sus experiencias de manera positiva,
puede tener un valor incalculable para los cuidadores. Si se observa en
el cuidador un distrés elevado o sintomatología psicológica de difícil
manejo, es esencial que deriven a un psicooncólogo para que pueda
ayudar al cuidador a afrontar esta etapa tan difícil.
Algo que puede ocurrir es la claudicación familiar, de modo que el cuidador está tan agotado que se siente incapaz de seguir cuidando. Algunas señales de
esta claudicación son:
• Cansancio y estrés. Tensión y presión muscular. Alteraciones del sueño.
• Molestias y dolores, migrañas y mareos. Más consultas al médico.
• Sensaciones de soledad e impotencia, falta de libertad. Sentimientos de
que se es un prisionero o criado.
• Sensaciones de dominación por parte del enfermo.
• Irritabilidad, susceptibilidad, ansiedad, tensión, pesimismo, desilusión,
incomprensión.
• Sentimientos contradictorios de amor-odio, culpa, baja autoestima, represión emocional, depresión.
Es importante tener en cuenta la edad de la persona enferma y la de los
miembros de la familia. La muerte de un anciano que ha vivido todo un ciclo vital
completo, es diferente respecto de la pérdida de un niño, adolescente o joven.
183
Psicooncología básica para profesionales de la salud
Lo habitual es que toda la familia (más cercana o lejana), se concentre alrededor del paciente. Esto puede ser conflictivo, si hay disputas entre los miembros
de la familia. Algo bastante usual es que el enfermo moribundo desee solucionar
problemas o disputas con familiares, y si es posible, deberíamos fomentarlo, ya
que el objetivo es que el paciente muera en paz.
A pesar de lo agotador que es cuidar de un familiar enfermo y en el final
de la vida, este tipo de cuidado también establece un vínculo especial entre el
enfermo y su cuidador principal, creando binomios de cuidado.
Un binomio de cuidado, se manifiesta como cohesión, satisfacción, tensión, conflicto en etapas iniciales de la enfermedad, impacto físico y existencia.
Según Wilson et al. (1988), la creación de un vínculo de cuidados, supone
un compromiso absoluto que requiere aceptación de responsabilidad, esperanza,
toma de decisiones, aprendizaje, manejo y coordinación, ajuste a la lucha, rechazar rendirse y expandir la labor de cuidar.
El vínculo especial de cuidado no existe en cualquier relación de cuidado,
ésta se construye a partir de la formación de la díada cuidador-persona cuidada.
Este vínculo surge de la introspección, reflexión y de encontrar significado en la
vivencia de cada integrante de la díada del cuidado. Frente al desorden inicial tras
el diagnóstico de una enfermedad crónica, donde cada miembro de la díada siente
malestar, preocupación y temor, poco a poco aprenden a superar dificultades y
se reconoce al otro como un aliado, alguien que siempre está disponible, conviviendo y acompañando en esta experiencia de vivir, cuidar en la enfermedad y
acompañar en la etapa de final de vida.
El vínculo especial se caracteriza por el afecto, entrega mutua, acompañamiento, compartir sentimientos, la reflexión constante, se desarrolla la intuición,
se ve la vida de otra manera, donde la necesidad de ayuda no es algo negativo,
sino que ayuda a crecer. Con cada crisis, la díada se hace más fuerte, aprenden a
vivir el día a día y a dejar el futuro a un lado.
¿QUÉ PUEDE HACER EL PERSONAL SANITARIO?
A pesar de las limitaciones de la sanidad pública, y de la sobrecarga de trabajo que tiene el equipo de salud en cuidados paliativos, hay algunas cosas muy
sencillas que se pueden aplicar:
1. Informar adecuadamente de las etapas por las que transitará el paciente
hasta su fallecimiento.
2. Dar pautas concretas de cuidados al paciente (humedecer los labios,
administrar fármacos, etc.).
184
La familia y los niños del paciente moribundo
3. Insistir en que la no ingesta es consecuencia de la etapa de final de vida
y que no provocará la muerte por sí sola.
4. Ante la presencia de estertores, es importante que se administren fármacos (escopolamina por vía subcutánea) para un mejor control de
este síntoma y reducir así la ansiedad de la familia.
5. Los familiares deben saber que el paciente, aunque somnoliento, aún
está conectado a su entorno, por lo que es importante que hablen con
él, le tomen de la mano y eviten hacer comentarios negativos que
puedan escuchar.
6. Permitir y fomentar que los familiares expresen sus emociones (llanto).
7. Preguntar al cuidador cómo afronta esta situación y explorar la presencia de miedos y necesidades.
8. En caso de problemas de comunicación, pueden actuar como mediadores.
9. Consejos de auto-cuidado: Dedicarse algo de tiempo a sí mismos y
realizar actividades de ocio, comer y dormir bien, valorar los recursos
que tiene a su alcance y obtener ayuda, organizar relevos en los cuidados, organizar el tiempo y delegar tareas en otros (dejarse ayudar),
relajarse, meditar, hacer yoga, acudir a la naturaleza, socializar, etc.
10. La despedida: Fomentar que tanto el paciente como familiares puedan
despedirse, ya que ello ayuda a la elaboración del posterior duelo.
11. Derivar al psicooncólogo ante problemas de ajuste al pronóstico terminal, tanto en pacientes como en familiares. Muchas situaciones que
se producen en cuidados paliativos, requieren la atención especializada
psicooncológica. Por ello es fundamental la presencia del psicólogo en
el equipo, tanto por la atención paciente-familia, como por la ayuda a
médicos y enfermeras.
8.1.2. Elaboración del duelo
El duelo es el proceso de adaptación emocional, psicológica, social, económica y vital a la pérdida de un ser querido. Supone no solo aceptar que nuestro
familiar ha fallecido, también supone tener que re-adaptar roles, rutinas y un
estilo de vida que cambia por completo tras la pérdida. A nivel emocional las
reacciones suelen ser de tristeza, culpa, enfado, ansiedad y no saber cómo retomar una vida que ya no parece propia.
Algo muy común y que genera mucha ansiedad y malestar, especialmente
entre las viudas y viudos, es el rol que desarrollaba el paciente. Muchas viudas
185
Psicooncología básica para profesionales de la salud
tienen miedo de manejar cuestiones económicas, pues era algo que hacía su
marido. Muchos viudos se plantean cómo llevar a cabo las tareas domésticas que
hacía su mujer.
En el caso de cuidados paliativos, hay una serie de circunstancias que
rodean a los momentos previos al fallecimiento, que determinan el desarrollo del
duelo:
• Enfermedad del paciente: Ante una enfermedad crónica, los familiares
pueden prever la llegada de este desenlace, incluso durante el curso de
la enfermedad, pueden ir trabajando las pérdidas más pequeñas desde
la pérdida de la autonomía del paciente, hasta las más graves como una
debilidad progresiva y pérdida de consciencia. Según cómo se manejen
estos cambios paulatinos, los dolientes podrán adaptarse mejor o peor a
la pérdida.
• Demandas de cuidado: Estas demandas pueden complicar la elaboración del duelo. No podemos olvidar que las familias son las que proveen
tanto los cuidados físicos como los emocionales que va necesitando el
paciente. Este cuidado conlleva una carga de estrés, descuidarse a sí mismo, alteraciones económicas y laborales, etc. Aquellos cuidadores que
se enfrentan a múltiples fuentes de estrés, una alta carga de cuidado y
emocional así como recursos limitados para afrontar esta situación, se
encuentran en riesgo de desarrollar un duelo complicado.
• Duelo anticipado: Se refiere al proceso por el cual los familiares y seres
queridos del paciente, inician la elaboración emocional del duelo antes
de que el paciente fallezca. Bien llevado y con cierta ayuda por parte de
los profesionales que fomenten la despedida con el paciente y la expresión emocional de lo que sienten por su familiar, este proceso anticipado
del duelo, mitiga la intensidad del duelo posterior a la muerte del paciente.
• Experimentación de la muerte: En occidente, la muerte está muy medicalizada y los familiares suelen estar distantes del proceso de muerte. En
cuidados paliativos, los familiares están expuestos a la muerte. Afrontar
estos momentos suele provocar una ansiedad y estrés considerables y las
quejas habituales de los familiares es que han sido incapaces de afrontar
el potencial sufrimiento de su familiar en el final de la vida.
Las diferentes fases que Elisabeth Kübler-Ross describió para los pacientes en fase terminal (negación, ira, pacto, depresión y aceptación), se aplica
también a los familiares en duelo. En su modelo de 5 fases, describe las etapas
186
La familia y los niños del paciente moribundo
que atraviesa un doliente en su proceso de aceptación de la muerte de un ser
querido:
• Negación: En el proceso de duelo, el doliente en fase de negación tiene
una reacción de shock, donde el familiar se queda paralizado o insensible
por el gran impacto emocional que supone la pérdida de su ser querido.
A pesar de que puedan pensar que lo que ha ocurrido ha sido un sueño,
la realidad y todo el proceso posterior a la muerte, confirma al doliente
lo que ha sucedido. Esta fase ayuda a sobrevivir a la pérdida de un ser
amado. El mundo es absurdo y la vida no tiene sentido tras la pérdida. Se
tienen dudas de poder seguir adelante y de ser así, por qué se debe seguir
viviendo. Esta negación y conmoción, ayuda a dosificar el dolor de la
pérdida. La irreversibilidad de la muerte toma fuerza poco a poco. Conforme se acepta la realidad de la pérdida y se inicia el proceso de hacerse
preguntas acerca de la muerte, el proceso de curación está en marcha.
• Ira: La ira se puede dirigir a uno mismo o incluso al ser querido fallecido
por habernos dejado, puede ir dirigida a los médicos, etc. El enfado y la
ira surgen cuando el doliente es consciente de que podrá sobrevivir a la
pérdida, y este hecho parece sorprendente en un principio. La ira es la
primera de muchas emociones que van surgiendo: tristeza, pánico, dolor,
soledad, etc. Sentir este enfado e ira es un paso necesario en este proceso
curativo que es el duelo. Esta fase emocional debe sentirse y superarse a
su propio ritmo, no es conveniente apurar la finalización de la ira porque
de ese modo el doliente se sentirá mal por sentirse así y confiará en menos gente para expresar su enfado.
• Negociación: Antes de que nuestro ser querido fallezca, somos capaces
de negociar con Dios o un ente superior lo que sea necesario para que
no muera. Tras el fallecimiento, la negociación es una tregua temporal,
queremos que la vida vuelva a ser como era, se quiere retroceder en el
tiempo. Esta negociación va unida a la culpa (“Ojalá me hubiera dado
cuenta antes de que estaba enfermo”). Esta negociación es un paso intermedio que nos acerca a la elaboración del duelo, es un tiempo que
necesita nuestra mente para adaptarse a la realidad de la pérdida. En esta
etapa el doliente es consciente de la pérdida.
• Depresión: La mente del doliente se centra ahora en el presente. La sensación de vacío es profunda y la tristeza invade el interior del doliente.
Parece que es una etapa que nunca va a acabar. Se desea abandonar rutinas y actividades habituales, pues se sienten sin fuerzas para seguir
187
Psicooncología básica para profesionales de la salud
adelante ellos solos. Esta fase depresiva no es un proceso psicopatológico,
es una fase más en la adaptación a una pérdida. Si se logran poner en
marcha y hacer las actividades habituales, los dolientes sienten que nada
tiene sentido, que cada cosa que hace está vacía. El duelo es un proceso de
curación emocional, por lo que esta tristeza profunda es un paso más hacia
esa curación. Una buena manera de afrontar esta etapa, es que el doliente
lo vea como un visitante temporal que le ayudará a seguir adelante. Lo
ideal es acoger esta tristeza como algo natural y normal tras la pérdida y no
luchar contra ella, ya que si se lucha contra ella, ésta tomará más fuerza.
• Aceptación: En esta etapa, el doliente acepta la pérdida del ser querido y
que se ha ido para siempre. El doliente no está de acuerdo con la realidad,
pero sí la acepta como algo real y que ha ocurrido. Es en esta etapa en la
que se produce una readaptación a la vida y la curación está próxima. El
doliente es capaz de recordar las experiencias compartidas sin sentir ese
dolor lacerante en el corazón, se recompone emocionalmente y reorganiza su vida. El doliente se adapta a vivir en un mundo en el que el ser
querido ya no está. Este proceso ayuda a saber quiénes somos y quién
era nuestro ser querido, lo que conlleva un crecimiento emocional muy
importante.
Otros autores han descrito otra serie de etapas en el duelo (Barreto P., Soler
M.C., 2007):
• Etapa de shock: El doliente se siente desconcertado e incrédulo (“esto
no es verdad”). Suelen relacionarse con los demás como si aceptaran lo
ocurrido. Esta reacción es una defensa ante el intenso dolor emocional
que ha provocado la muerte.
• Etapa de rabia: Suele ir dirigida a aquel que considera culpable(s) de la
pérdida, aunque también puede ir dirigida a uno mismo como auto-reproches (“Cómo no ví antes que estaba enfermo”). En esta etapa, el doliente
puede creer haber visto u oído a su familiar, hay que tranquilizar, ya que
estas experiencias son habituales.
• Etapa de desesperanza: El deudo toma conciencia de la pérdida. Experimenta una profunda tristeza. Suelen sentirse vacíos y desamparados.
El llanto es normal. Muchos familiares requieren soledad en esta etapa.
• Etapa de re-organización: El doliente vuelve a adaptarse a la vida sin
el fallecido. Ya no muestran tanta tristeza, y reanudan las relaciones sociales. El dolor intenso de antes, poco a poco se va transformando en
un recuerdo tranquilo y lleno de amor. Esta etapa se caracteriza por la
188
La familia y los niños del paciente moribundo
necesidad del doliente de tener tiempo para asumir la pérdida y para relocalizar al familiar fallecido en su día a día y a nivel emocional.
El duelo se elabora en una serie de etapas más o menos diferenciadas y
los síntomas más habituales de este proceso se manifiestan en diferentes áreas
(Barreto y Soler, 2007):
• Área cognitiva-emocional: Irrealidad, preocupaciones, pensamientos
e imágenes recurrentes, sentir la presencia del fallecido, experimentar
soledad y abandono, añoranza, embotamiento emocional, incredulidad,
problemas de atención, concentración y memoria, obsesión por recuperar lo perdido, escuchar la voz del fallecido y ver al fallecido (es un síntoma propio del duelo, no indica la presencia de un trastorno psicótico),
búsqueda de sentido y cuestionamiento religioso y/o espiritual.
• Área física: Aumento de la morbilidad (presencia de enfermedad por el
estrés) y de la mortalidad, sensaciones de vacío en el estómago, boca
seca, hipersensibilidad a ruidos, astenia y debilidad, dolor de cabeza,
opresión en pecho y garganta, alteración del apetito y palpitaciones.
• Área motora: Aislamiento social, hiperactividad o hipoactividad, llamar
o hablar con el fallecido, conductas impulsivas y que provocan daño,
usar la ropa del fallecido y acudir a lugares que iban juntos, atesorar objetos personales del fallecido, suspirar y llorar.
Todos estos síntomas son los habituales en el desarrollo del duelo, por lo
que debe evitarse etiquetar a dichos problemas como un trastorno psicopatológico. Podemos diferenciar los siguientes tipos de duelo:
A. Duelo no complicado
El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5),
indica que el duelo no complicado es aquel que se produce ante la muerte de un ser
querido, siendo una reacción normal. Matiza que es habitual la presencia de síntomas propios de una depresión mayor, por lo que es habitual que el doliente busque
ayuda profesional. Este manual indica que el duelo no excluye el diagnóstico de
un trastorno depresivo mayor, pero mi consejo es que el duelo es un proceso muy
complejo que requiere de tiempo para elaborar la pérdida. Mucho se ha hablado de
la posibilidad de recetar fármacos a los dolientes para reducir su sufrimiento, pero
desde mi punto de vista profesional, creo que se ha de ser muy prudente en este
punto, ya que los dolientes deben atravesar las etapas más dolorosas del duelo para
lograr la curación. Lo habitual es que los dolientes, de manera gradual, retomen un
nivel de funcionamiento normal alrededor de 1 o 2 años tras su pérdida.
189
Psicooncología básica para profesionales de la salud
B. Duelo complicado o prolongado
También llamado duelo patológico, tiene un prevalencia del 10-20% de los
dolientes. Se caracteriza porque el doliente es incapaz de integrar la pérdida en
su vida, presentando una reacción emocional severa y prolongada que impide un
funcionamiento diario normal. El doliente siente un dolor crónico, intenso, incapacitante y con una duración de más de 1 o 2 años y con una vivencia del dolor
emocional muy intenso.
Según Worden (2010), se producen diferentes tipos de duelo complicado:
• Duelo crónico (3 a 5 años de duración): Tiene una duración excesiva,
parece que el duelo nunca concluye. El doliente es consciente de ello
pero es incapaz de salir de esa situación por sí solo. Puede ocurrir que el
doliente requiera ayuda para completar las tareas del duelo.
• Duelo retrasado: En un principio surgen las respuestas normales del
duelo, pero son insuficientes de modo que más adelante vuelven a surgir
con más fuerza estas etapas no superadas. En ocasiones el doliente acumula una serie de pérdidas en un período corto de tiempo, que le impiden
avanzar en el duelo.
• Duelo exagerado: El doliente, durante la elaboración del duelo, se siente
desbordado, intensifica sus emociones e inicia conductas desadaptativas
(depresión clínica, ansiedad, trastorno de estrés postraumático, abuso de
sustancias, etc.) que el doliente atribuye al propio duelo.
• Duelo enmascarado: Los dolientes tienen una serie de síntomas que les
generan problemas, pero no se dan cuenta ni reconocen que se debe a la
pérdida. Suele ocurrir a modo de protección, ya que el paciente no puede
afrontar la pérdida. Surge como síntoma físico o conducta desadaptativa.
SITUACIONES DE RIESGO AL ELABORAR UN DUELO
PATOLÓGICO O COMPLICADO
1. Relación con el fallecido: Cuanto mayor y más intensa haya sido su
relación, mayor respuesta emocional.
• El desarrollo del duelo puede ser más difícil en aquellos casos en que
se mantuvo una relación ambivalente (sentimientos de amor-odio), o
conflictiva con el fallecido. Una relación de gran intensidad y dependencia económica o social puede provocar una mayor dificultad en el
desarrollo del duelo.
• Las probabilidades de desarrollar un duelo complicado son mayores si
quien fallece es cónyuge o hijo.
190
La familia y los niños del paciente moribundo
2. La forma de morir: En cuidados paliativos, tanto pacientes como familiares, suelen disponer de tiempo para adaptarse a la idea de la muerte,
así como para despedirse, y esto fomenta una resolución del duelo más
sencilla.
• Cuando el paciente fallece repentinamente y no podemos despedirnos,
podemos hallar problemas.
• Cuando un paciente moribundo fallece en la ausencia de sus familiares
o cuidadores, suele generar sentimientos de culpa en la familia. Para
desculpabilizar, podemos comentarles que muchos pacientes necesitan morir solos, ya que la presencia de su familia les impediría “irse”.
3. Apoyo social: Las personas con un buen apoyo social, tienden a resolver mejor el duelo, frente a las que apenas tienen amigos y/o familiares
sobre las que apoyarse.
4. Asistir a rituales: Los dolientes que no pueden asistir al funeral, o ver
el cuerpo de su familiar fallecido, suelen tener más problemas para elaborar su duelo.
5. Síntomas previos a la pérdida: Es habitual que el ser querido de un
paciente paliativo, muestre angustia por separación, anticipando de este
modo la pérdida de su ser querido, junto con angustia emocional. El
desarrollo del duelo complicado no siempre va unido a problemas psicopatológicos. El duelo es una experiencia única que cada persona vive
a su propio ritmo.
6. Anomalías neurológicas: Algunos estudios indican que existe una mayor
probabilidad de desarrollar un duelo complicado en aquellas personas
cuyos sistemas neuronales implicados en la regulación emocional, no
funcionan como en la población normal.
7. Consecuencias del duelo complicado: El duelo prolongado o complicado, impacta en la salud del doliente, provocando alteraciones del
sueño, abuso de sustancias, pensamientos suicidas, alteración del funcionamiento del sistema inmune, mayor riesgo a padecer enfermedades
cardiovasculares y cáncer, etc. Por todo ello es esencial que los profesionales sanitarios sepan interpretar cuándo un doliente está desarrollando
un duelo complicado y derivarle a un psicólogo y/o psiquiatra que le
pueda ayudar a elaborar su duelo.
191
Psicooncología básica para profesionales de la salud
Las cartas de condolencia
Para acabar con este punto del duelo, quiero hablar brevemente de una iniciativa que muchas unidades de cuidados paliativos ponen en marcha. Se basa en
enviar a los familiares del paciente fallecido, una carta de condolencia, pasadas
2 o 3 semanas del fallecimiento. Dichas cartas pueden ser iguales para todos los
dolientes, o específicas para cada uno, introduciendo información personal del
fallecido. Al final de la carta, suele firmar cada miembro del equipo que colaboró
en los cuidados.
Para el familiar, estas cartas son muy valiosas, ya que de este modo mostramos preocupación por ellos y apoyo en la elaboración de su duelo.
La intervención de los de salud en este momento es muy limitada, aunque
de nuevo, tienen la capacidad de detectar situaciones de riesgo que requieren un
abordaje psicológico.
Las cartas de condolencia tienen un potencial terapéutico muy importante
a tener en cuenta (Barbero Gutiérrez, J. et al., 2014):
• Favorece la elaboración del duelo normal: Estas cartas ayudan a aceptar
emocionalmente la realidad de la pérdida, ya que la carta es una prueba
de que el fallecimiento es real. La carta se convierte en una herramienta
de conexión emocional entre los familiares y su entorno al compartirla.
Son capaces de recordar los cuidados proporcionados a su ser querido,
atesorando esos momentos vividos.
• Minimiza la posibilidad de un duelo complicado: Fomentando los factores protectores y reduciendo los factores de riesgo.
• Rinde tributo al fallecido: Añadir detalles personales a dicha carta, permite vincularse de manera más directa y personalizada al doliente. Los
familiares necesitan sentir que su ser querido fallecido, era reconocido
como una biografía única.
• Es una fuente de consuelo y apoyo: Saber que los profesionales son conscientes de la complejidad de cuidar a un ser querido moribundo, es un
reconocimiento que los cuidadores necesitan. También le ayuda a cerrar
ese rol de cuidador, con la sensación de que ha cumplido su deber de
apoyar al paciente y promover su bienestar.
• Es una manera de cerrar la relación con el personal de salud: El cuidador es consciente de que ha formado parte de un equipo de cuidado en el
proceso de enfermedad.
• Disponibilidad del equipo más allá del fallecimiento: Proporciona continuidad de los cuidados que recibe la familia, lo que evita sensaciones
192
La familia y los niños del paciente moribundo
de abandono tras la muerte. Esto es especialmente importante si en el
equipo interdisciplinar se encuentra la figura del psicólogo, quien hace
un seguimiento de la elaboración del duelo.
La carta de condolencia personalizada no es solo positiva para los familiares del paciente, también tiene una serie de beneficios para el personal de salud
(Barbero Gutiérrez, J. et al., 2014):
• Facilita el cierre del duelo de los profesionales: El fallecimiento de un
paciente tiene un impacto en el profesional y también debe elaborar su
propio duelo. Elaborar y/o firmar la carta, puede ser una buena manera
de no quedarse aferrado a determinados casos donde el profesional se
vincula e identifica más con el paciente y/o familia.
• Resaltar la dedicación y esfuerzo de su trabajo: Dejar por escrito todo el
esfuerzo volcado en el paciente y familia, ayuda al profesional a valorar
su trabajo. Expresar el gran regalo que ha supuesto asistir a la bondad,
coraje, solidaridad y dignidad del paciente moribundo, ayuda a reducir
el estrés.
• Estimula el quehacer diario: Escribir una carta de condolencia personalizada, permite aplicar un modelo más humanizado de medicina y más
cercano al paciente. Los familiares suelen responder a estas misivas, lo
que refuerza la importancia del trabajo que lleva a cabo el profesional,
promoviendo la satisfacción laboral.
• Fomenta un modelo humanizado de asistencia: Tanto los profesionales
como los estudiantes y el equipo asistencial en general, queda influido
por esta humanización y por tener en cuenta al paciente como una persona única. Estas misivas humanizan la relación sanitaria, trascendiendo la
visión biologicista de la medicina.
Estas cartas se suelen enviar tras 2 o 3 semanas tras el fallecimiento del
paciente para aliviar el sufrimiento emocional de la familia, que es en este período
donde la conciencia de la ausencia se hace más real. Lo ideal sería que la carta
se redactara a mano, aunque en el mundo tecnológico en el que vivimos hoy en
día, es habitual que la carta se escriba a ordenador. Creo que la clave está en las
palabras que contiene la carta más que en la escritura a mano, lo que sí es esencial
es incluir la firma de cada miembro del equipo de salud implicado en el cuidado
del paciente fallecido.
Lo esencial es que la carta se centre en el duelo y en los aspectos emocionales. Debe ser una carta realista y detallada en cuestiones emocionales y en
sensaciones o percepciones habituales durante el duelo. La carta de condolencia
193
Psicooncología básica para profesionales de la salud
Consejos para fomentar una buena elaboración del duelo
• Fomentar el duelo anticipado: Permitir que la familia y el paciente se comuniquen a nivel emocional, que logren despedirse y solucionar temas pendientes. Así
evitamos la culpa y el familiar tendrá la sensación de que no se ha quedado con
temas por solucionar o hablar.
• Redactar una carta de condolencia: Como hemos visto, éste es un buen método
para permitir el desarrollo de un duelo normal en los familiares y ayuda al profesional a elaborar su propio duelo, evitando quedarse aferrado a casos donde la
identificación o la vinculación con el paciente y familia es mayor.
• Normalizar las expresiones de duelo de cada individuo: Tendemos a pensar que
cuando se muere un familiar lo normal es llorar. Si una persona reacciona de la
manera contraria (no llorando), parece que ésta persona no afronta adecuadamente la pérdida y puede desarrollar culpa. Es importante saber que hay tantos duelos
como personas. Cada persona reacciona de una manera única y decirles a los
familiares que la manera correcta de reaccionar es la que tienen en ese momento,
puede evitar muchos problemas futuros.
• Límites temporales en la elaboración del duelo: El duelo es un proceso complejo
y multifactorial, así como subjetivo. Poner límites temporales a la elaboración de
una pérdida, creo que está alejado de la realidad. Más que una cuestión temporal,
creo que el mayor indicador de problemas a la hora de elaborar el duelo, es la vivencia de angustia emocional y la incapacidad de retomar la propia vida durante
más de 1 o 2 años, experimentando el dolor de la pérdida como si hubiera sido
reciente.
• Informar de sensaciones y percepciones extrañas: Como ya hemos visto, el duelo
se expresa también por medio de alucinaciones visuales y auditivas. Informar
previamente de estas sensaciones, puede ahorrar mucho sufrimiento al familiar,
ya que evita pensamientos tales como “me estoy volviendo loco”.
• Fomentar sentimientos positivos sobre el cuidado y acompañamiento en el final
de la vida: Por medio de una conversación o las cartas de condolencia, es importante que se resalte la enorme importancia del papel del cuidador en el final
de la vida. De este modo estaremos creando emociones positivas en el doliente,
potenciando la búsqueda de significados de lo vivido durante el acompañamiento
en el final de la vida.
• El duelo en el profesional: No podemos olvidar que nosotros mismos, como profesionales, quedamos expuestos al dolor de la pérdida. Nos vinculamos emocionalmente con el paciente moribundo, nos enseñan cosas muy importantes sobre
la vida y después tenemos que elaborar nuestro duelo por la pérdida del paciente.
Ser conscientes de esta tarea, nos ayudará a evitar el agotamiento emocional.
194
La familia y los niños del paciente moribundo
es un consuelo constante y una conversación permanente (Barbero Gutiérrez, J.
et al., 2014).
8.2. LOS NIÑOS Y LA MUERTE
Este libro tan solo se refiere a pacientes oncológicos y de cuidados paliativos adultos. No trataré cómo un niño afronta su propia enfermedad. Lo que sí
explicaré es la necesidad de informar a los niños cuando un familiar está muy
enfermo y cuando éste fallece.
Como adultos, llegamos a temer a la muerte porque es un tema tabú del
que aún no se habla en las familias ni en la sociedad (a no ser que sean muertes violentas). La muerte por enfermedad y el proceso de adaptación a la propia
enfermedad y a la idea de muerte, queda oculta hasta que ésta aparece en nuestra
vida afectando a seres queridos, familiares o a uno mismo. Los niños no tienen
ese miedo a la muerte que desarrollamos más tarde. Temen estar separados de sus
padres y de las personas que les cuidan y a los que quieren. Es importante fomentar desde la propia familia una comunicación emocional fluida, donde el niño
pueda llorar si lo necesita y no se coarte su necesidad de expresión. Compartir
la pena y el miedo con las personas que te quieren, es algo positivo y fomenta la
confianza mutua.
Cuidar a un familiar moribundo, es una de las situaciones más estresantes
y complicadas emocionalmente que podemos afrontar, pero también es una experiencia que te cambia por siempre. En el caso de las familias que tienen niños
pequeños, es importante contar con los más pequeños para que colaboren en los
cuidados, acompañen a su familiar, etc.
Una enfermedad terminal de uno de los progenitores, suele impactar más
en los adolescentes que en los niños pequeños. Es esencial que los padres hablen
de manera clara y sencilla acerca de la enfermedad del familiar. Aquellos niños
que asisten a la muerte de un abuelo o pariente, suelen estar más preparados para
afrontar la muerte de sus padres o hermanos.
En el caso de los adolescentes, el afrontamiento de la muerte de uno de
los padres, puede ser por medio de la insolencia o indisciplina. En estos casos
es esencial ser más comprensivo que nunca y no juzgarles, sabiendo que actúan
así porque les sirve como defensa ante la pérdida. Cuando los niños participan
en los cuidados del ser querido moribundo y forma parte de las conversaciones
familiares sobre el estado del enfermo, se reducen los problemas psicológicos
posteriores.
195
Psicooncología básica para profesionales de la salud
El desarrollo cognitivo del niño es esencial para que pueda comprender
cómo la enfermedad puede llevar a la muerte. No es hasta los 9 o 10 años que los
niños son conscientes de que una enfermedad grave puede llevar al fallecimiento.
Dado que la comunicación es la que influye directamente en las habilidades adaptativas de los miembros de una familia que atraviesan esta situación tan difícil, es
esencial que se produzca una comunicación abierta, fluida y sincera.
En un estudio llevado a cabo en España (Rodríguez Morera, A., 2015),
donde estudiaron la manera en que los niños comprenden y comunican a su
entorno la enfermedad terminal de sus padres, hallaron los siguientes resultados:
• El 80% de los niños y adolescentes del estudio, explicaban de manera
congruente y adaptada la situación de enfermedad de sus padres. Niños y
niñas eran informados de la misma manera.
• Los pacientes que eran progenitores, tienden a explicar más su situación
de enfermedad a los adolescentes que a los niños en edad escolar. Esto se
debe en parte al mayor desarrollo cognitivo de los adolescentes, que les
permite comprender mejor la situación de enfermedad y terminalidad.
• Los progenitores eran más cautos al expresar emociones negativas a sus
hijos más pequeños.
• Los adolescentes informados de manera honesta y sincera, contribuyen
a crear un clima de confianza y esto genera a su vez más autoconfianza
en los adolescentes.
• Algunos progenitores tienen dudas sobre si deben informar o no a sus
hijos por temas como: proteger del sufrimientos a sus hijos, la capacidad de sus hijos para comprender la enfermedad y la edad del menor.
La variable que más influye a la hora de informar o no a los niños, es el
impacto emocional que la enfermedad tendrá en sus vidas y por pensar
que éstos responderán con un gran nivel de estrés.
• Los niños y adolescentes, tienden a explicar la enfermedad de sus progenitores con términos médicos y percepciones subjetivas. Los adolescentes emplean más tecnicismos y tratan el tema de la muerte. También
expresaban sus deseos de curación. Faltaría una aproximación más emocional y psicosocial en las explicaciones de la enfermedad.
Aunque los adultos deseamos proteger a los niños de situaciones muy
estresantes, no debemos apartarlos de la muerte de un familiar, para ello debemos
tener en cuenta (Centeno Cortés, C. et al., 2009):
1. Hablar de la muerte de manera natural.
196
La familia y los niños del paciente moribundo
2. No mentir: contestar a sus preguntas con sinceridad, y si no sabemos
qué responder, decírselo.
3. Los padres deben explicarle al niño lo que le ha ocurrido a su familiar
(generalmente los abuelos), aunque si no están seguros de cómo manejar la situación, pueden consultar con un psicólogo.
4. Frente al entierro, deberemos explicarle al niño lo que sucederá, y preguntar si desea asistir. De este modo el niño decide.
5. No ligar la muerte al sueño, ya que pueden surgir miedos a la oscuridad
o a dormir.
6. Compartir las emociones con el niño, si estamos tristes o lloramos.
De ese modo fomentamos la confianza y normalizamos la tristeza.
Demostrarle al niño que no se le abandonará, ya que la muerte revive
en los niños el miedo a ser abandonado.
7. Dejarle clara la irreversibilidad de la muerte.
8. Permitir que el niño hable de la persona fallecida. Es mejor no precipitarse y retirar objetos personales y fotos del fallecido muy pronto.
Todos tienen que asimilar la pérdida y ser conscientes de que aunque el
ser querido ya no está con nosotros, siempre tendremos sus recuerdos.
9. Algunos niños pueden sentirse mal al jugar o divertirse tras el fallecimiento de su ser querido. Debemos explicarles que es normal y no pasa
nada, pues no significa que los olvidemos.
10. Las conductas más habituales en los niños que están elaborando el
duelo son: llanto durante ratos largos, rabietas frecuentes y prolongadas, cambios en el rendimientos escolar, falta de interés en los amigos
y actividades que le gustaban. Pesadillas, terrores nocturnos, dolores
de cabeza y otras molestias y dolores físicos, pérdida de peso, apatía y
falta de interés en la vida.
197
Psicooncología básica para profesionales de la salud
Tabla 6. Resumen del concepto de muerte en los niños según sus edades.
Tomado de: Chirino Y.A., Gamboa J.D. (2010). “Cuidados Paliativos en Pediatría”.
Edad
Características
Concepto de muerte
0-2 años
Relación
sensorial y
motora con el
medio ambiente.
Limitación en
comunicación
verbal. Puede
percibir que
“algo anda
mal”.
Se percibe como
separación o
abandono.
Protesta y desespera
por la modificación
en su atención.
No existe
entendimiento
cognoscitivo de la
muerte.
2-6 años
Pensamiento
mágico.
Egocentrismo.
El pensamiento
es irreversible.
Juego
simbólico.
Desarrollo de
habilidades de
comunicación
verbal.
Cree que la muerte es
temporal y reversible,
como el sueño.
No personaliza la
muerte, piensa que
puede ser causada
por los pensamientos
(deseos que se
convierten en
realidad).
Piensa que la muerte
puede ser un castigo.
Pensamientos
concretos.
Desarrollo concepto
adulto de muerte.
Entiende, aunque
difícilmente, que la
muerte puede ser
personal o de una
persona amada,
interés en psicología
y detalles.
Percepción gradual
de irreversibilidad
y fin.
6-11 años
198
Desarrollo
espiritual
Intervención
La fe se refleja
en confianza y
esperanza en
otros.
Necesitamos
autoestima y
amor.
Proporcionar el
mayor confort
físico al niño,
a la familia
y a objetos
transicionales
(juguetes
favoritos)
constantemente.
La fe mágica e
imaginativa.
Participan en
rituales, es
importante la
necesidad de
valor.
Minimizar
separación de
los padres.
Corregir
percepción de
enfermedad
como castigo.
Usar términos
precisos (morir
y muerte).
Preocupaciones
de fe para el
bien y el mal.
Puede aceptar
la interpretación
externa de la
verdad.
Conecta la
identidad ritual
y personal.
Apoyar
esfuerzos
del niño para
alcanzar el
control y
dominio.
Mantener
contacto con los
padres.
Permitir al
niño participar
en toma de
decisiones.
La familia y los niños del paciente moribundo
Edad
12-18 años
Características
Concepto de muerte
Desarrollo
espiritual
Pensamientos
generalizados.
La realidad
se vuelve un
objetivo.
Capacidad
de reflexión,
imagen corporal
y autoestima.
Muerte irreversible,
universal e
inevitable.
Toda la gente y él
mismo morirán a
largo plazo.
Razonamiento
abstracto y filosófico.
Explora explicación
no física de la
muerte.
Comienza
a aceptar la
interpretación
de la verdad.
Evolución de
la relación con
Dios o con un
ser supremo.
Busca el
significado de
propósitos y
valor de la vida.
Intervención
Permitir
privacidad,
promover su
independencia
y contacto con
padres.
Permitir al
niño participar
en toma de
decisiones.
El duelo en los niños
Algo esencial en los niños y adolescentes, es poder expresar sus sentimientos y emociones sobre la pérdida.
Podemos hablar de una serie de una serie de factores de riesgo en el desarrollo de un duelo patológico en los niños y adolescentes (Mesquida Hernando
et al., 2015):
• Antecedentes psicopatológicos en el menor o en el cuidador principal.
• Acontecimientos vitales estresantes simultáneos.
• Relación negativa con el progenitor fallecido.
• Apego inseguro con el progenitor superviviente.
• Edades entre 10 y 14 años.
• Mala adaptación a la muerte del paciente por parte del progenitor superviviente.
• Circunstancias relativas al proceso de muerte (muerte violenta, repentina, etc.).
199
Psicooncología básica para profesionales de la salud
Necesidades del niño y adolescente durante el duelo
• Fomentar la expresión emocional: Invitar a que hablen de cómo es su experiencia con la enfermedad y la muerte, si está triste, enfadado, etc. Responder a las
preguntas y dudas que puedan tener, siendo sinceros y adaptando la información
a su capacidad de entendimiento. Ser sinceros y hacerle saber que no tenemos
todas las respuestas. Compartir las propias emociones también les animará a que
hablen ellos mismos.
• Facilitar el manejo de las emociones: Hablar con normalidad del enfermo y de la
muerte cuando ésta llega, le permite al niño ir expresando poco a poco sus dudas
y miedos, lo que le ayudará a manejar su estrés y miedo si puede compartirlo con
alguien que lo comprende.
• El funeral: En este sentido, hay quien piensa que exponer a los niños a esta situación, no está bien. Yo creo que es esencial permitir que el niño decida si quiere
asistir a esta última despedida con el familiar fallecido. El padre, madre o algún
familiar con quien tenga confianza, puede hablar con el niño y/o adolescente y
explicar lo que ocurrirá en el funeral. Una vez explicado todo, que sea el niño
quien decida si desea acudir o si prefiere no formar parte de este último rito de
despedida.
• Fomentar la elaboración del duelo: Es importante que los niños y adolescentes
puedan incorporar la pérdida a su vida emocional. Para ello es importante que se
hable del fallecido, se recuerden los momentos compartidos, se repasen fotografías o vídeos de los momentos compartidos. Es importante que no sea un tabú
familiar hablar de quienes se han ido, porque de ese modo se impedirá la interiorización de la pérdida y de todo lo compartido con esa persona.
• Mantenimiento de rutinas: Tras la pérdida de un ser querido, los niños y adolescentes necesitan volver a sus rutinas cotidianas (colegio, amigos, etc.). Es importante no realizar cambios importantes en su entorno, evitando los cambios de
vivienda y de colegio. Procurar que quienes cuidan del niño o adolescente, sean
las mismas personas de siempre.
200
La familia y los niños del paciente moribundo
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202
9. LA ESPIRITUALIDAD AL FINAL DE LA VIDA
9.1. DELIMITACIÓN TERMINOLÓGICA
9.1.1. Concepto y elementos que componen la espiritualidad
La espiritualidad ha sido relegada durante muchos años de la práctica clínica por ser considerada como algo extraño de la profesión. Al fin y al cabo la
medicina se basa en pruebas objetivas y tratamientos que han probado su efectividad, ¿pero la espiritualidad es objetiva, se puede medir, podemos decir que
existe en todas las personas? Ante la complejidad de dicho tema, la solución ha
sido alejarlo de la práctica médica y de enfermería.
En los últimos diez años, podemos observar un cambio de tendencia muy
importante en este sentido. En los cuidados paliativos, cuando el paciente se
aproxima a su final, se abren nuevas fronteras, nuevos horizontes a los que no
nos atrevemos a pasar por temor a lo que encontraremos, a tantas preguntas sin
respuestas.
En el final de la vida, cuando la muerte se hace presente, cuando el paciente
es consciente de su final, comienzan a surgir preguntas existenciales, reflexiones
sobre lo que habrá más allá de la vida, la existencia del alma o el propósito de la
vida.
A pesar de ello, la espiritualidad está presente a lo largo de toda nuestra
existencia, ejerciendo un papel esencial en nuestra salud. Por eso es tan importante que los profesionales de salud estén al tanto de esta dimensión humana que
trasciende la propia existencia y que puede marcar la atención sanitaria a los
pacientes.
203
Psicooncología básica para profesionales de la salud
Lo que veremos a continuación lo escribo en este bloque de cuidados paliativos, pero dicho tema se puede aplicar a otros campos de la medicina como la
oncología, la cirugía, etc.
Mucho se ha debatido acerca del paradigma más adecuado para aproximarnos a este tema tan complejo, si el mundo clínico debería aproximarse desde
la búsqueda científica a la que están acostumbrados sus profesionales, o si sería
mejor aproximarse a este tema desde el alma, esa capacidad que tenemos todos los
seres humanos para trascender y reflexionar sobre cuestiones abstractas. Desde mi
punto de vista, solo podremos aproximarnos a la espiritualidad ajena desde nuestra
propia espiritualidad, ahondando en aspectos que solemos pasar por alto pero que
van con nosotros y marcan la manera en que ejercemos como profesionales.
La espiritualidad queda enmarcada en el modelo bio-psico-social de asistencia sanitaria, que ha ido creciendo con el tiempo y dando una mayor importancia al ámbito espiritual (Richardson, P., 2014). La espiritualidad y/o religiosidad,
es el marco a través del cual el paciente toma decisiones acerca de su enfermedad
y de cómo desea vivir el final de su vida. Las preocupaciones espirituales pueden
ser una fuente de angustia muy importante, lo que afectará a sus decisiones o
incluso a la efectividad de los tratamientos.
En España, la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL) ha
creado un grupo de trabajo sobre espiritualidad. Dicha sociedad es uno de los
referentes fundamentales dentro de los cuidados paliativos en nuestro país.
Podemos encontrar multitud de definiciones sobre espiritualidad en la literatura científica, a continuación mostraré aquellas más representativas:
A. SECPAL: Actualmente contamos con una definición de espiritualidad
en el final de la vida que ha llevado a cabo el Grupo de Estudio sobre
Espiritualidad de la SECPAL.
“Aspiración profunda e íntima del ser humano, el anhelo de una visión
en la vida y de la realidad que integre, conecte, trascienda y dé sentido
a la existencia”.
B. Emblen J. (1992): “…Ayudar a las personas a identificar el significado
y el propósito de sus vidas, el mantenimiento de relaciones personales
y a trascender en un momento dado”.
C. Kuhn C. (1988): “Aquellas capacidades que permiten que el ser humano
trascienda a cualquier experiencia cotidiana. Se caracterizan por la
capacidad de buscar significados de manera intencionada, para tener
fé, para amar, perdonar, rezar, meditar, idolatrar y para mirar más allá
de las circunstancias actuales”.
204
La espiritualidad al final de la vida
Estas definiciones tienen una serie de cuestiones comunes que se repiten en
todas ellas, por lo que podemos considerar que estos son los elementos básicos de
la espiritualidad. Ahondaremos en ellos a continuación.
Elementos fundamentales de la espiritualidad
• Búsqueda de significado: El final de la vida es un momento en que la
persona tiene más tiempo para pensar y analizar qué ha vivido, así como
para llegar a la conclusión de para qué ha vivido.
Es en este proceso de hacer una valoración de la propia existencia, cuando el paciente puede, o bien estar muy satisfecho con su vida y con lo que
ha logrado, o bien reprocharse haber hecho ciertas cosas (o no haberlas
hecho). Aunque lo esencial es que el paciente fallezca con la sensación
de que mereció la pena vivir, a pesar de los errores.
Viktor Frankl afirma que el vacío existencial es algo muy común en
nuestro mundo. Este vacío se caracteriza por el hastío o aburrimiento. El
sentido de la vida es algo tan particular, que no podemos decir lo que es
para una persona en concreto, pues solo esa persona es capaz de saber el
sentido de su vida en un momento concreto de la existencia.
Por lo tanto, según Frankl, debemos dejar de pensar en el sentido de la
vida y pensar en lo que la vida nos reclama continuamente (ser padremadre, abuelo, ejercer una profesión…). Como este mismo autor afirma:
“No importa que no esperemos nada de la vida, lo importante es lo que la
vida espera de nosotros”. Y esto es aún más cierto en el final de la vida.
Es en este contexto de búsqueda de sentido de la propia vida, donde el
paciente se da cuenta de por qué le ocurrieron determinadas cosas, pues
esos acontecimientos le ayudaron a crecer y evolucionar, le ayudaron a
ser quienes son en este momento. La proximidad de la muerte es la última crisis existencial del ser humano.
• La trascendencia: Uno de los problemas en el siglo XXI, es que estamos
tan ocupados en los problemas diarios, que en raras ocasiones dedicamos
parte de nuestro tiempo libre para reflexionar sobre temas más profundos
o metafísicos.
Sin embargo, la enfermedad puede (en ocasiones) actuar como catalizador para plantear estos temas relacionados con la trascendencia. Sin duda
alguna la sombra de la muerte lleva irremediablemente al camino de la
espiritualidad y trascendencia, a mirar más allá de uno mismo.
205
Psicooncología básica para profesionales de la salud
La apertura a lo trascendente, es la mejor expresión de anhelo y de búsqueda espiritual. Este proceso supone bucear en nuestra parte más profunda.
• El perdón: La clave para poder trascender a esta realidad, es el perdón
(Cabodevilla, I., 2014). Para perdonar, antes debemos recordar agravios
y enfados pasados, rememorando cosas que preferimos olvidar para
siempre o deseamos que no hubieran ocurrido. El perdón se sustenta en
el recuerdo de aquello que ocurrió, pero se basa en ser capaces de superar
esas cosas y no aferrarnos al sufrimiento, sabiendo que todo lo que ocurre, incluso lo negativo, es parte de la vida y del crecimiento.
• Búsqueda de una realidad absoluta: Los seres humanos, como incansables buscadores de la verdad última, de aquello que explique toda nuestra
existencia, ansiamos llegar a conocer esa ley imperante que gobierna
nuestra vida (llámesele destino o el camino que hemos de seguir en nuestra vida).
Esta búsqueda apremia especialmente en el paciente moribundo, puesto
que es consciente de que ya no le queda mucho tiempo más para encontrar la tan esperada respuesta.
• El sentido de conexión con el mundo y las personas: El paciente moribundo pasa por diferentes etapas a lo largo de la enfermedad, en unas
necesita esa búsqueda espiritual y en otras (últimos días – horas de vida)
necesita aislarse del mundo.
En la etapa de búsqueda espiritual, necesitan saberse conectados con el
mundo, la naturaleza, las personas, familiares que les rodean y, en cierta
manera, también con aquellos que ya se fueron hace tiempo. Necesitan
continuar sintiéndose personas, con emociones y deseos. En este sentido,
los profesionales de salud cumplimos una función esencial, personalizando los cuidados.
Actitudes y habilidades del personal de salud en espiritualidad
Según I. Cabodevilla (2007), hay ciertas actitudes que el profesional ha de
poseer para abordar el tema de la espiritualidad:
• Poseer una mente abierta.
• Han de ser tolerantes al hablar de temas religiosos.
• Aceptación incondicional: Supone aceptar al otro tal y como es, respetando sus valores y creencias aunque no estemos de acuerdo con él o ella.
• Estar formado en técnicas de comunicación y control emocional.
206
La espiritualidad al final de la vida
• Empatía: Supone preocuparnos por el paciente y tener el deseo de ayudarle.
• Autenticidad: Se basa en ser nosotros mismos para acompañar y ayudar
al otro. Coherencia entre valores, creencias, actitudes y conductas. No
tener miedo de involucrarse con el otro.
• Cercanía: Especialmente expresada por medio de la comunicación no
verbal (CNV): Sonrisas, caricias, mirar a los ojos, envia mensajes de cercanía y motivación para ayudarles. El manejo de los silencios es fundamental, para darle tiempo al otro a reflexionar, y porque en ocasiones la
comunicación no necesita de palabras.
• Compasión: Este concepto se ha malinterpretado durante mucho tiempo, convirtiéndose en el sinónimo de lástima. El verdadero sentido de la
compasión, es saber que todos somos iguales y que sufrimos de manera
semejante. Esto supone respetar a quienes sufren y saber que uno mismo
no es diferente ni superior a nadie.
9.1.2. Espiritualidad vs religión y distrés espiritual
Siempre que hablamos de la espiritualidad, solemos asociarlo a la religión. Si bien todas las religiones tienen representados en sus dogmas los elementos fundamentales de la espiritualidad (dar sentido a la existencia, trascender
del día a día, sentirse conectado con Dios y el mundo…), no son conceptos
equivalentes.
A pesar de que en nuestra sociedad española el referente religioso ha
sido el catolicismo, actualmente nos encontramos en una sociedad aconfesional,
donde (al menos teóricamente) hay libertad de religión.
Esto tiene implicaciones directas en la intervención espiritual, ya que quien
acompañe y cuide del paciente (profesionales de salud s) ha de poseer una mente
abierta para hablar de la espiritualidad en general y de las creencias del paciente
en particular (sean cuales sean).
Para tener un poco más claro el concepto de espiritualidad como diferente
al de religiosidad, podemos acudir a las palabras del Dalai Lama, quien dice:
“Considero que la espiritualidad está relacionada con aquellas cualidades del espíritu humano (tales como el amor, la compasión, la paciencia, tolerancia, capacidad de perdonar, alegría, nociones de responsabilidad y armonía)
que proporcionan felicidad tanto a la propia persona como a los demás. Ritos
y oración, así como nirvana y salvación, guardan una relación directa con la fe
religiosa. Pero aquellas cualidades internas no tienen por qué guardar tal rela207
Psicooncología básica para profesionales de la salud
ción. No hay ninguna razón por la que un individuo no pueda desarrollarlas, sin
recurrir a sistema religioso o metafísico alguno”.
La religión podríamos definirla como (Richardson, P., 2014): “El servicio
y adoración a Dios u otras deidades o a lo sobrenatural. Conjunto personal
o institucionalizado de creencias sostenidas con fe, devoción y compromiso”.
La religión lleva a cabo una estructura de creencias concretas, tratando temas
espirituales junto con un código de comportamientos éticos y una filosofía bien
formada. Normalmente, todas las religiones tienen puntos en común, como es la
creencia y vinculación con un Dios o Ser Supremo y la esperanza de la salvación.
Todas ellas tienen unos ritos y ceremonias como medio de expresión de dicha
espiritualidad.
En los últimos años ha proliferado la idea del “distrés espiritual”, haciendo
referencia a la angustia o dolor espiritual que pueden sentir las personas y que
se puede definir como (Richardson, P., 2014): “Angustia espiritual provocada
por un fuerte golpe a las creencias y valores que la persona tenía”. El distrés
espiritual supone que la persona es incapaz de encontrar un significado a lo que
está viviendo, experimentando una gran falta de esperanza, amor, paz, consuelo
y conexión con la vida o incluso cuando se produce un fuerte conflicto entre sus
creencias y lo que ocurre en su vida.
El distrés espiritual se puede observar cuando el paciente se cuestiona que
la vida tenga algún significado, ven en la enfermedad un castigo por malas decisiones o conductas, expresa enfado con Dios o con el ser supremo, pérdida de
sentido y propósito de la vida, cuestionamiento de su sistema de creencias, etc.
Es importante que los profesionales de salud sean conscientes de este tipo de
angustia y hablen con el paciente sobre estos temas o busquen a capellanes u
otros colegas sanitarios a los que no les asuste abordar estas temáticas.
eneficios de la espiritualidad en el final de la vida
9.1.3. B
Hay dos conceptos que se han relacionado en los últimos años, creando la
idea de pacientes que son espiritualmente resilientes (Redondo-Elivira, T., et al.,
2017). La resiliencia es esa capacidad de adaptarse a las situaciones negativas
y al mismo tiempo crear un espacio para la evolución y el crecimiento interno.
Aquellas personas que tienen creencias espirituales muy arraigadas en su interior, tienes mayores estrategias de afrontamiento de las situaciones complejas de
la vida. Los pacientes mueren en paz cuando consideran que su vida ha tenido
sentido.
208
La espiritualidad al final de la vida
La espiritualidad y la resiliencia se relacionan entre sí. Las creencias espirituales de los pacientes, les otorgan mayores recursos para afrontar las situaciones
complejas de la vida. En el final de la vida surge la necesidad de buscar un sentido
a la propia existencia, a saber que el sufrimiento que uno experimenta tiene un
sentido y una razón de ser, hacer una revisión de la propia biografía para poder
legarlo de alguna manera a sus seres queridos, también aparece la necesidad de
estar conectados a otros seres humanos, de trascender la cotidianeidad, etc. Todo
ello permite afrontar mejor el final de la vida.
Se ha observado que aquellas personas que tienen un gran desarrollo espiritual, tienen menos síntomas de ansiedad y depresión. Además, aquellos que
tienen bienestar espiritual, presentan menos deseos de apresurar la muerte, menos
ideas suicidas y menor desesperación. Cuando se cubren las necesidades espirituales de los pacientes, éstos tienen un mayor bienestar emocional.
En un estudio llevado a cabo en España sobre el bienestar emocional y
la espiritualidad al final de la vida (Barreto, P. et al., 2013), concluyeron que la
espiritualidad tiene un efecto directo en niveles más bajos de depresión, ansiedad
y mayor resiliencia. Estos resultados sugieren que la espiritualidad es una necesidad de los pacientes moribundos, pero también es un recurso que modula su
bienestar emocional, por lo que es muy importante que el mundo de salud tenga
en cuenta estos temas.
El marco general ideal desde el que desarrollar el tema de la espiritualidad,
es el del counselling, ya que es una herramienta esencial para atender las necesidades emocionales de los pacientes.
¿Qué efectos positivos tiene la espiritualidad en los pacientes?
•
•
•
•
•
•
Favorece los mecanismos de afrontamiento de la enfermedad.
Creer en Dios produce mayor autoestima, posibilitando la esperanza.
Reduce el estrés psicosocial y sus efectos negativos.
Produce mejor calidad de vida y menores problemas emocionales.
Ayuda a dar sentido a la enfermedad.
Mejora el funcionamiento del sistema inmune, reduciendo los niveles de
cortisol en sangre.
• Mejor control del dolor y sintomático.
• Fuerte correlación entre la espiritualidad y la menor desesperanza al final
de la vida.
• La espiritualidad permite un mejor ajuste psicológico a la enfermedad
terminal.
209
Psicooncología básica para profesionales de la salud
•
•
•
•
Se observa una reducción de sentimientos de tristeza y depresión.
Las creencias espirituales-religiosas reducen la ideación suicida.
Las creencias espirituales reducen los estados depresivos.
Se reduce el distress (ansiedad y depresión) y malestar emocional del
paciente.
También se han estudiado los beneficios que aporta la espiritualidad en
especialidades como cirugía (Fonseca Canteros, M., 2016). Los pacientes consideran que es importante que el cirujano que les vaya a operar, tenga en cuenta sus
creencias espirituales y/o religiosas. Tener esta información es importante para
el médico porque le ayuda a hacer intervenciones personalizadas y respetar la
autonomía del paciente, teniendo en cuenta aquellas creencias que pueden guiar
su toma de decisiones.
En este ámbito quirúrgico, la ansiedad pre-opertoria tiene un impacto
directo en la evolución post-operatoria. Los pacientes que experimentan más
ansiedad, suelen tener una recuperación más larga. Aquí es esencial informar bien
al paciente para reducir sus miedos y la ansiedad. Dado que la espiritualidad es
capaz de reducir la ansiedad y los sentimientos de tristeza, hablar de estos temas
con los pacientes puede ayudar a mantener unos niveles moderados de angustia
y miedo.
En el ámbito post-operatorio, uno de los síntomas de peor control es el
dolor. Hay autores que sugieren que este dolor puede ser manejado con la meditación y oración.
En oncología, la espiritualidad ayuda a una mejor adaptación al diagnóstico y la enfermedad, ya que los pacientes acuden a la oración o al apoyo social de
otras personas que creen en lo mismo que ellos. También es común que piensen
que Dios o el ser supremo les guía a través de la enfermedad. Un afrontamiento
de la enfermedad sin el respaldo espiritual, se ha observado que puede provocar
mayor ansiedad y depresión. Uno de los factores esenciales para morir en paz,
es morir en paz con Dios o estar satisfecho a nivel espiritual con la propia vida.
9.2. EVALUACIÓN DE LA ESPIRITUALIDAD
9.2.1. E
ntrevistas semi-estructuradas
La espiritualidad es un ámbito subjetivo y por ello debemos averiguar
cuáles son las creencias concretas de cada paciente. En cuidados paliativos, el
paciente suele tener problemas para concentrarse durante períodos largos, por
lo que recomiendo orientar la exploración espiritual a modo de entrevista semiestructurada, donde se fomente el diálogo con el paciente, encajando así sus nece210
La espiritualidad al final de la vida
sidades emocionales con la exploración del ámbito espiritual. No olvidemos que
el paciente moribundo está en tránsito entre esta vida y su propia muerte, por lo
que aplicar muchos cuestionarios, considero que puede ser contraproducente.
A continuación expondré una serie de marcos teóricos que pueden ayudarnos a realizar dicha evaluación.
A. Modelo SECPAL
Tomando como marco de referencia la “Guía de Acompañamiento Espiritual en Cuidados Paliativos” (SECPAL), en la exploración de la espiritualidad del
paciente y familiares, hallaríamos 3 niveles de complejidad:
• Nivel I-Nivel general. Evaluamos…:
-- Estado de ánimo y preocupaciones.
-- Grado de dificultad para afrontar las preocupaciones.
-- Experiencia de malestar o sufrimiento.
-- Recursos de ayuda.
-- Expectativas sobre el nivel de ayuda que podemos aportar.
Ejemplos de preguntas: ¿Cómo se encuentra de ánimo?, ¿hay algo que
le preocupe?, ¿se le hace el día muy largo?, ¿en qué podemos ayudarle?,
¿se definiría como espiritual o religioso?... En esta etapa las preguntas
suelen ser abiertas para que el paciente se exprese y explique.
• Nivel II-Nivel intermedio:
-- Recursos que le ayuden en su proceso.
-- Presencia de determinadas preguntas (necesidades sin resolver).
-- Grado de influencia de estas preguntas en el proceso.
-- Nivel de satisfacción o insatisfacción frente a la vida.
-- Mundo de expectativas o deseos en la situación actual.
Ejemplos de preguntas: ¿Cómo se ha enfrentado a los problemas a lo
largo de su vida?, ¿tiene algún tema pendiente, alguna reconciliación sin
hacer?, ¿cómo valoraría su vida (0-10)?.
• Nivel III-Nivel específico:
-- Más explícitamente el mundo espiritual y/o religioso.
-- Beneficios potenciales.
-- Deseo de profundizar en ello.
-- Necesidad de búsqueda de interlocutor.
211
Psicooncología básica para profesionales de la salud
Ejemplos de preguntas: ¿Tiene alguna creencia espiritual o religiosa?,
¿le ayuda a afrontar mejor esta situación?, ¿le apetece hablar de ello?.
“Si lo desea, podemos llamar a alguna persona en concreto con quien le
apetezca hablar de ello (psicólogo, sacerdote, amigo…)”.
Dado este modelo, las cuestiones espirituales se estarían tratando en todos
los niveles:
• Nivel I: El paciente suele verbalizar preocupaciones relacionadas con el
fin de la vida o con el sentido de la existencia.
• Nivel II: Si hemos establecido una buena alianza terapéutica, el paciente
puede sincerarse y comenzar a hablar de temas más trascendentales o
sobre la conexión mundo-personas.
• Nivel III: Es en este nivel cuando se tratan temas más puramente creenciales o religiosos.
B. Modelo FICA
Es una entrevista cuya duración aproximada es de 2-5 minutos donde
se trata el tema de la espiritualidad del paciente terminal. Su autora es C.M.
Puchalski.
Introduzco esta entrevista porque me parece una manera sencilla y fácil de
explorar estas necesidades espirituales.
El acrónimo FICA hace referencia a las 4 áreas que evalúa:
1. Faith (fe):
• ¿Cuáles son tus creencias?, ¿en qué crees?
• ¿Se considera una persona espiritual o religiosa?
• ¿Cuáles son las creencias que aportan significado a tu vida?
2. Importance or influence (importancia o influencia):
• ¿Son tu fe o tus creencias importantes en tu vida?
• ¿De qué manera tus creencias influyen en tu conducta o en tu salud?
3. Community (comunidad):
• ¿Forma parte de alguna comunidad religiosa o espiritual?
• ¿Cómo es de importante para ti esa comunidad?
• ¿A quién amas o quién es importante para tí?
4. Adress (abordaje):
• ¿Cómo te gustaría que estos temas influyeran en sus cuidados?
Este modelo abreviado de entrevista me parece muy interesante dada su
brevedad, así como el empleo de preguntas abiertas más focalizadas. Dicha entrevista se movería entre los niveles II y III del modelo propuesto por la SECPAL.
212
La espiritualidad al final de la vida
En un estudio que llevaron a cabo Scott Shannon y Paul Tatum (2002),
hallaron tres obstáculos principales a la hora de hacer una evaluación espiritual
adecuada:
1. Tener poco tiempo en las entrevistas.
2. Entrenamiento inadecuado para hacer una historia espiritual del paciente
(no saber cómo reflejar en el informe clínico dicha información).
3. Dificultad para identificar que los pacientes deseaban discutir temas
espirituales.
C. Enfoque ESPIRITUAL-SPIRIT
Valora 6 áreas:
• S = Sistema de creencias del paciente.
• P = Personalización de la espiritualidad.
• I = Integración a una comunidad espiritual.
• R = Rituales, restricciones y otras prácticas.
• I = Implicaciones de la atención médica.
• T = Término del ciclo vital y su planificación.
9.2.2. Cuestionarios y test
Como ya comenté anteriormente, considero que en cuidados paliativos es
más útil llevar a cabo una entrevista semi-estructurada que trate estos temas, pero
aún así incluyo una serie de test que pueden ser de utilidad si se desea realizar una
evaluación en modalidad cuestionario.
Tabla 7. Resumen de los cuestionarios y test para evaluar la espiritualidad en cuidados paliativos.
Test
Functional Assessment
of Chronich Illness
therapy-spiritual wellbeing scale (FACIT-Sp)
Qué mide
La sub-escala de
espiritualidad del FACIT,
evalúa de manera óptima
el bienestar espiritual
del paciente en el ámbito
oncológico.
Tiene versión en español.
Características
Se dirige a adultos.
Compuesto por 12 items
breves con 5 opciones de
respuesta.
Propiedades psicométricas
adecuadas y de fácil
interpretación.

213
Psicooncología básica para profesionales de la salud
Test
Qué mide
Características
Cuestionario del grupo
de espiritualidad de la
SECPAL (GES)
Este cuestionario mide
diferentes dimensiones
de la espiritualidad
(intrapersonal,
interpersonal y
transpersonal).
Desarrollado en España.
Dirigido a adultos.
Compuesto por 14 items
que incluye 6 preguntas
abiertas para facilitar
la comunicación y 8
afirmaciones con 4
opciones de respuesta.
Escala de resiliencia de
Connor-Davidson (CDRISC)
Mide la resiliencia
e incluye escalas de
autoeficacia, control bajo
presión, adaptabilidad y
redes de apoyo, control y
propósito y espiritualidad.
Tiene versión en español.
Dirigido a adultos.
Compuesto por 25 items
pero también hay una
versión abreviada de
10 items. Cada item
consta de 5 opciones de
respuesta.
En el caso en que se desee realizar una evaluación de la espiritualidad con
alguno de estos test, recomiendo que se realice con aquellos que sean de breve
aplicación (no más de 15 items) y cuya dificultad para responder no sea muy
compleja.
Aconsejo especialmente la escala GES de la SECPAL, porque ha sido elaborada por expertos españoles y adaptado a nuestra cultura, lo que siempre es
importante. Además este instrumento cuenta con una serie de preguntas abiertas
que siempre ayudan a explorar un poco más el ámbito espiritual y permiten al
paciente reflexionar y expresarse libremente.
9.3. INTERVENCIÓN EN LA ESPIRITUALIDAD DEL PACIENTE
MORIBUNDO
9.3.1. L
imitaciones en la atención espiritual en medicina y enfermería
Una pregunta que puede surgir cuando hablamos de la espiritualidad, es:
¿Quién debe encargarse de explorar junto con el paciente esas necesidades espirituales?
La respuesta obvia es que todo miembro del personal de salud que trate al
paciente debe ser capaz de abordar este tema. El problema es que no todos los
profesionales están capacitados ni desean explorar estas necesidades. En la intervención en la espiritualidad encontramos algunas limitaciones:
214
La espiritualidad al final de la vida
A. Medicina
En un estudio llevado a cabo por Ellis et al. (1999), se obtuvieron los
siguientes resultados:
• El 96% de los médicos considera el bienestar espiritual como muy importante para la salud.
• El 86% considera que el médico debe derivar el paciente al capellán
cuando el paciente tiene dudas espirituales.
• Un 58% de los médicos consideran que son ellos mismos quienes deberían abordar cuestiones espirituales de sus pacientes.
Según estos mismos autores, las barreras al abordar dichos temas son:
• Para el 71%, la falta de tiempo.
• Un 59%, consideran que poseen un entrenamiento inadecuado para registrar las historias espirituales.
• Dificultades para identificar a los pacientes que desean discutir asuntos
espirituales.
Así pues, siguiendo a Mueller et al. (2001), podemos añadir las barreras
principales en el abordaje espiritual:
1. Formación biomédica, donde la espiritualidad es poco o nada relevante.
2. Ausencia de orientación espiritual en el propio médico que le ayude en
su día a día y subestiman la necesidad de los pacientes.
3. Durante el entrenamiento médico, apenas se consideran los efectos positivos de la espiritualidad en la salud.
4. Necesidades espirituales complejas en el paciente que reduce la probabilidad de que el médico aborde dichos temas.
Al fin y al cabo, lo que nos encontramos es que los médicos podrían ser una
fuente fundamental para abordar el tema de la espiritualidad, pero no es común
que lo valoren, ya que no se sienten preparados o creen que no entra dentro de
sus competencias. El enfoque biomédico impide ver a la persona como totalidad.
B. Enfermería
Tradicionalmente es el personal de enfermería quien se encargaba de
cuestiones emocionales del paciente y la familia, pudiendo abordar en ocasiones
temas espirituales.
El 47,5% de las enfermeras se consideran responsables de dirigir las aflicciones espirituales de los pacientes (Kristeller et al; 1999). Aunque el 85% considera que lo mejor es que de estos temas, se ocupen los capellanes.
215
Psicooncología básica para profesionales de la salud
Estos profesionales son los que han tenido una visión del paciente como
totalidad (enfoque bio-psico-social-espiritual). Y esto les ha generado una mayor
sobrecarga en su trabajo, ya que los médicos han delegado en ellos temas que
están más allá de lo meramente médico.
C. Especialistas en salud mental (psicologos y psiquiatras)
Según Shafranske y Maloney:
• Un 57% usaron conceptos religiosos con sus pacientes.
• El 36% recomendaron participar en la religión.
• El 32% recomendaron libros espirituales – religiosos.
• Un 24% oraron de manera privada por sus pacientes.
• El 55% creen inapropiado usar las escrituras en psicoterapia.
La inclusión de temas espirituales-religiosos en estos profesionales, es bastante nueva, aunque parece recaer en ellos una mayor responsabilidad. Tal vez
porque tratan temas más personales del paciente y la espiritualidad entra en esa
esfera.
Conclusiones
Parece que abordar temas espirituales, es más bien responsabilidad de psicólogos o capellanes. Personalmente creo que cualquier miembro del equipo de
salud debería tratar estos temas.
Al ser un tema de difícil abordaje, los profesionales de salud prefieren
delegarlo en un capellán. Esta opción es muy útil en aquellos hospitales o centros
donde el capellán esté disponible y el número de pacientes a atender no sea muy
elevado.
Pero en aquellos casos donde no haya capellán, no se pueda acceder a él o
ante inquietudes más espirituales que religiosas, así como pacientes de otras religiones diferentes a la católica, estaríamos desatendiendo unas necesidades muy
importantes en el paciente.
9.3.2. I ntervenciones en espiritualidad al final de la vida
El psicólogo Iosu Cabodevilla, afirma que a pesar de que actualmente la
esfera espiritual del ser humano no es muy tenida en cuenta, todo esto cambiará
en el futuro.
Un primer ejemplo de ello, dice Cabodevilla (2007), es la gran cantidad de
profesionales de salud (médicos, trabajadores sociales, psicólogos, enfermería…)
216
La espiritualidad al final de la vida
que comienzan a contemplar la espiritualidad como un punto básico a tener en
cuenta con sus pacientes.
A pesar de ello, el mayor obstáculo que aún encontramos, es el pensamiento racional que rige la ciencia, y es que todo aquello que no se pueda demostrar empíricamente, no existe. El mundo se puede observar bajo diferentes prismas y cada uno de ellos evalúa nuestro mundo desde perspectivas diferentes, pero
es la misma realidad.
No debemos olvidar las características del abordaje de la espiritualidad:
• Poseer una mente abierta, tolerancia al hablar de temas religiosos.
• Actitud de aceptación incondicional.
• Establecer una relación de confianza con el paciente.
• Evaluar lo que produce sufrimiento y explorar los recursos del paciente
para afrontar su sufrimiento.
• Estar formado en técnicas de comunicación y control emocional.
• Intervención compasiva basada en la búsqueda de significado y trascender el sufrimiento.
A continuación expongo de manera abreviada las áreas que deben tratarse
en espiritualidad y cómo llevarlo a cabo.
Tabla 8. Resumen de la intervención desde una perspectiva espiritual.
Área a tratar
Trabajo psicológico
Reconciliarse con
la propia vida
Acompañamiento en las diferentes fases de adaptación
(negación, ira, pacto, depresión y aceptación).
Culpa: reflexionar sobre las circunstancias en que se tomaron
las decisiones, teniendo en cuenta sus valores. Promover el
autoperdón en el paciente. Promover la verbalización del
resumen de su vida. Reforzar sus actuaciones.
Dotar de sentido a
la existencia
Crear un espacio de confianza y comprensión para que el
paciente ubique sus preguntas.
Acompañar al paciente en su revisión de vida y en la
búsqueda de respuestas.
Facilitar que el paciente dé sentido a su vida: solución de
temas pendientes, hablar con su familia, escuchar música,
realizar una actividad placentera…).

217
Psicooncología básica para profesionales de la salud
Área a tratar
Trabajo psicológico
Trascender la
cotidianeidad
Acompañar al paciente en sus dudas y ayudarle a que él
mismo encuentre respuestas.
Mantener una actitud abierta y no juzgar sus creencias.
La esperanza
Adaptar la esperanza a los diferentes momentos de la
enfermedad por la que pasa el paciente (Perakyla). Siempre
promover y respetar la esperanza en el paciente.
Ayudar a
desprenderse
Ayudar a que el paciente elabore su propio duelo por todas las
pérdidas (vida, familia, futuro…).
Proporcionar un espacio de confianza y comprensión, donde
exprese su tristeza, rabia, sufrimiento…
Actuar a modo de enlace con la familia para permitir la
expresión emocional y facilitar la elaboración del duelo.
Permitir el desprendimiento: despedida, resolver asuntos
inconclusos, expresar sus emociones…
Sentido de
conexión con el
mundo y otras
personas
Aceptar y crear un espacio donde el paciente exprese sus
emociones de conexión, así como permitir verbalizar las
sensaciones extrasensoriales sin juzgar.
El misterio de
la muerte y la
existencia de otra
vida
Actitud de escucha y empatía ante temas metafísicos.Crear un
espacio para la expresión de inquietudes.
No juzgar las creencias.
9.4. LA ESPIRITUALIDAD EN EL PERSONAL DE SALUD
La espiritualidad es un tema que siempre ha estado presente en el mundo
de la medicina, pero solo recientemente se ha estudiado con una aproximación
más científica, tratando de buscar los beneficios de contemplar este tipo de cuestiones más profundas y al mismo tiempo creando instrumentos breves que puedan
evaluar de manera clara y precisa el mundo espiritual del paciente.
En un estudio llevado a cabo por la SECPAL en España (Dones Sánchez,
M, et al. 2013), evaluaron la manera en que los profesionales perciben el acompañamiento espiritual en cuidados paliativos. A continuación podemos ver algunos
de estos resultados:
218
La espiritualidad al final de la vida
• Los profesionales relacionan la espiritualidad con conceptos como trascendencia, sentido, amor y paz.
• Un 57,6% de los participantes, referían sentirse muy o bastante competentes para realizar acompañamiento espiritual.
• El 94,2% de los participantes, consideraba que el acompañamiento espiritual forma parte de sus tareas.
• El 41,9% de los encuestados, afirmaron que sus equipos contaban con
una persona dedicada específicamente a la atención espiritual. Además,
cuando esto ocurre, los equipos tienen un alto compromiso con este tema.
• Tan solo un 0,5% de los encuestados consideraba que el tema espiritual
tenía un escaso valor.
• Un 70,6% de los profesionales que se ocupan de temas espirituales, se
declaran como no religiosos. Lo que nos indica esa diferencia entre religión y espiritualidad.
Estos resultados me parecen especialmente interesantes porque ratifica la
idea de que el ámbito espiritual es importante en cuidados paliativos y que cada
vez más los profesionales comienzan a observar su relevancia y se vinculan con
el paciente en el acompañamiento espiritual.
De cara al futuro, es interesante y necesario que los profesionales comiencen a formarse en la atención espiritual a los pacientes, ya que esta habilidad no
depende tanto de la experiencia profesional como de saber qué hacer y cómo.
En otro estudio llevado a cabo en Estados Unidos (Ernecoff, N.C., et al.,
2015), evaluaron la aparición de temas religiosos y/o espirituales con el paciente
y la familia, los resultados fueron:
• La espiritualidad o religión surge en temas como la comunicación del
pronóstico, discusiones sobre la situación médica del paciente, al hablar
de la atención sanitaria o al preguntar al paciente por sus valores.
• En la toma de decisiones sobre el cuidado, este tema surge como algo
más a tener en cuenta.
• Muchos profesionales de la salud tienden a cambiar de tema cuando el
paciente plantea los temas espirituales y/o religiosos, ya sea por no comprender tales inquietudes o por no saber cómo manejar este tema.
• Los pacientes que pueden hablar de sus preocupaciones espirituales, están más satisfechos con la atención recibida.
• La toma de decisiones acerca de si acudir a un hospicio (hospital de cuidados paliativos), es más sencilla si se habla de temas espirituales.
219
Psicooncología básica para profesionales de la salud
• Concluye la necesidad de que los profesionales tengan una formación
adecuada en temas espirituales.
Considero interesantes los resultados de este estudio llevado a cabo en
EE.UU. porque en comparación con el estudio de España anteriormente repasado, observamos que en la cultura española se tienen menos problemas para
hablar de temas religiosos y/o espirituales y los profesionales no tienden a eludir
tanto estos temas como se puede hacer en otras partes del mundo.
En las últimas décadas, el tema de la espiritualidad ha sufrido una expansión muy importante en los libros de texto, pero los alumnos y profesionales
deben acudir a libros muy específicos en este tema para saber cómo pueden evaluar y acompañar en el ámbito espiritual.
Creo que en este capítulo ha quedado patente la necesidad de tratar los
temas espirituales con los pacientes moribundos. También se ha explicado cómo
se puede evaluar y las áreas a tratar con los pacientes y familiares y cómo llevarlo
a cabo. Ya para acabar con este capítulo, quiero hablar brevemente de cómo trabajar en cuidados paliativos, afrontando la muerte de manera constante junto a los
pacientes y sus familias, puede ser para el profesional una llamada a realizar una
mirada introspectiva y desarrollar cuestiones espirituales que antes no se tenían.
Los pacientes moribundos nos enseñan una parte de la vida (la muerte) a la
que no solemos asomarnos habitualmente. La etapa de final de vida está rodeada
por el misticismo de no saber qué hay después de la muerte, lo que nos permite
reflexionar y desarrollar nuestra parte más espiritual. Ser sensibles a esta apertura
mental es esencial para evolucionar como seres humanos y tener un marco desde
el cual afrontar la muerte (propia y ajena).
Cuando se produce esta apertura espiritual, las personas pasan más tiempo
reflexionando sobre este tema, sobre quiénes somos y lo que deseamos en la vida,
sobre el legado que deseamos dejar a nuestros seres queridos y al mundo en general. Comenzamos a desarrollar la capacidad de ver que la vida es un aprendizaje
constante y que afrontar la muerte junto a los pacientes nos abre nuevas posibilidades de desarrollo personal al dar importancia a pequeñas cosas, disfrutando de
los pequeños momentos de alegría y aprovechando cada instante de nuestra vida.
En este sentido la práctica de Mindfulness (centrarte en el presente) y de la
meditación, pueden ser herramientas muy útiles para alcanzar ese desarrollo espiritual que solo es una potencialidad en nuestra mente y el contacto con la muerte
despierta esa necesidad innata que todos llevamos dentro.
Os animo a que os cuestionéis vuestras creencias espirituales y/o religiosas
y que os forméis un mapa mental de cuáles son vuestras creencias y valores, pues
220
La espiritualidad al final de la vida
éstas os ayudarán en el trabajo diario que realizáis con los pacientes (estén en la
etapa de final de vida o en la de diagnóstico).
Algunos consejos para desarrollar esta faceta espiritual que todos llevamos
dentro son:
• Practicar mindfulness y meditación.
• Hablar de estos temas con personas que tengan más desarrollada su faceta espiritual.
• Acudir a la naturaleza para sentir esa conexión con la tierra y lo ancestral.
• Explorar nuestras propias creencias.
• Acudir a literatura especializada.
• No temer hablar de estos temas con los pacientes y ser sinceros si desconocemos la respuesta a alguna de sus preguntas. No olvides que todos somos alumnos de la espiritualidad y al mismo tiempo todos somos
maestros.
221
Psicooncología básica para profesionales de la salud
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224
10. DIFICULTADES HABITUALES DEL PERSONAL
DE SALUD Y PAUTAS DE AUTO-CUIDADO
10.1. SÍNDROMES DEL EJERCICIO PROFESIONAL EN CUIDADOS
PALIATIVOS
Sin duda alguna trabajar con pacientes moribundos es un privilegio por la
generosidad de los pacientes de querer compartir con nosotros su último trayecto
vital. El papel de los profesionales de salud es el de controlar los síntomas y
orientar a los familiares, pero una buena parte de ese trabajo se basa en acompañar a los pacientes. Trabajar en cuidados paliativos te puede hacer ver la vida
de otra manera, produciendo un cambio interno que es difícil de lograr en otros
trabajos.
A pesar de estas cosas positivas del trabajo en cuidados paliativos, también
se produce un desgaste emocional importante, al tener que enfrentarse continuamente a la muerte.
Tanto médicos como personal de enfermería se ven afectados por la exposición a la ajena y propia mortalidad. Enfermería suele correr más peligro, ya que
suelen estar más disponibles para los pacientes, y éstos les pueden confesar sus
temores.
Lo fundamental es tener una buena formación médica o de enfermería,
pero también acudir a talleres de regulación emocional.
Antes de comenzar a desgranar este tema, quiero hablar brevemente del
estrés.
1. Estrés: Supone estar expuestos a situaciones que demandan un gran
esfuerzo, conlleva un desgaste importante a nivel emocional, físico y
mental. Si esta demanda elevada de recursos tiene una duración corta,
225
Psicooncología básica para profesionales de la salud
nuestro cuerpo responderá a esta demanda extra y volverá a su estado
habitual de actividad. Si por el contrario, esta demanda tiene una duración muy larga (meses, años), nuestro organismo perderá el equilibrio y
aparecerán signos de agotamiento.
2. Estrés ocupacional: A nivel laboral, el estrés se experimenta cuando las
demandas del entorno de trabajo, exceden la capacidad del empleado
para afrontarlas. Este estrés ocupacional, es un paso previo al desarrollo
del síndrome de burn-out.
Habitualmente, el profesional que vive su trabajo como muy demandante, comenzará teniendo una serie de síntomas propios del estrés, para
pasar después a la aparición del síndrome de burn-out si no tiene las
estrategias necesarias para afrontar más eficazmente su entorno laboral.
Los factores de riesgo para desarrollar estrés ocupacional, son (Bruera,
E. et al., 2015):
-- Exigencia laboral: Una elevada exigencia laboral es un factor de riesgo para desarrollar estrés. Esta intensidad en la exigencia laboral puede surgir en empleos donde las demandas psicológicas son elevadas.
Otro factor interesante es una sobrecarga laboral que termina agotando
al profesional. En este sentido es importante que a nivel de gestión, los
hospitales tengan en cuenta la necesidad de prevenir el agotamiento
laboral teniendo suficiente personal.
-- Autonomía, control y recompensa: Es importante que los profesionales se vean a sí mismos como parte activa en el desarrollo de su trabajo, donde pueden llevar a cabo un desarrollo profesional y pueden
disfrutar de sus logros. Cuando no hay reconocimiento en el lugar de
trabajo, hay escasos recursos para poder realizar el trabajo de manera
óptima o la demanda laboral es muy elevada, es habitual que surjan
situaciones de estrés ocupacional.
-- Relaciones sociales y pertenencia al equipo de trabajo: Las relaciones
sociales en el ámbito laboral son aquellas que se producen entre el
trabajador y la organización. Los problemas surgen cuando se produce
una desconexión y pérdida de respeto con los compañeros de trabajo o
la organización donde se trabaja. En cuidados paliativos el equipo interdisciplinar que cuida al paciente, es un punto de apoyo muy importante, pero también lo puede ser de estrés si no se logra un equilibrio
en las relaciones entre sus miembros.
226
Dificultades habituales del personal de salud y pautas de auto-cuidado
-- Demanda emocional: Aquellos trabajos donde las emociones propias
y las de aquellos a quienes se atienden, tienen una gran carga, es habitual que surja estrés. Las demandas emocionales elevadas se producen
cuando quedamos expuestos a la angustia de los pacientes y sus familias, afrontar el sufrimiento y la muerte y al mismo tiempo tener que
controlar las propias emociones para ser capaces de ayudar adecuadamente y no dejarnos llevar por las emociones propias. En ocasiones
es difícil mantener un equilibrio entre ser empáticos y compasivos,
y ser capaces de controlar las emociones propias. Sin duda alguna
esta demanda emocional elevada en cuidados paliativos, es un factor
estresante.
-- Valores: En situaciones tan extremas como las que se viven en cuidados paliativos, es habitual que los profesionales puedan tener conflicto
en sus valores. Este conflicto es una incoherencia entre las creencias
de los profesionales y el objetivo de su trabajo, efectos secundarios
o presión para actuar en contra de lo que dicta su conciencia. Este
desajuste también puede surgir cuando hay una diferencia entre los
objetivos del profesional y los de la organización donde se trabaja.
Este tipo de problemas, conllevan el no poder hacer su trabajo de la
manera adecuada o una disminución en la calidad de la atención que
se proporciona al paciente.
-- Seguridad: Cambios inesperados en las tareas o condiciones de trabajo, así como la incertidumbre económica, son factores de riesgo para
que el profesional desarrolle estrés ocupacional. La financiación hospitalaria es un tema que impacta directamente en los profesionales
porque suele ir acompañada de una reducción del personal y más trabajo para cada miembro del equipo profesional.
10.1.1. Síndrome de burn-out
El síndrome de burn-out fue definido por Freudenberger (Freudenberger,
1974), como la pérdida progresiva del idealismo, la energía y el propósito experimentado por las personas en las profesiones de ayuda como resultado de las
condiciones de trabajo.
En este sentido, la raíz del agotamiento reside en la necesidad de las personas de creer que su vida tiene un significado y que aquello que hace es importante
y significativo.
227
Psicooncología básica para profesionales de la salud
La prevalencia del síndrome de burnout en España entre los profesionales
de salud s, oscila el 10 y el 20%.
Recientes investigaciones (Bruera, E. et al., 2015), indican que los niveles
de burn-out en los profesionales de cuidados paliativos, no son mayores que los
que se encuentran en otras profesiones. Considero que este síndrome de agotamiento ha tomado un papel protagonista en cuidados paliativos, por la amenaza
que supone afrontar en el día a día la muerte y por tener que aprender una serie de
estrategias emocionales para que dichas pérdidas constantes no afecten a la vida
personal de estos profesionales.
La tríada del síndrome del burnout se basa en:
1. Agotamiento emocional: Disminución y pérdida de recursos emocionales que se experimenta como una pérdida de fuerza o vitalidad que lleva
a sentir como insostenible el trabajo.
2. Despersonalización o deshumanización (“esto no me está pasando a
mí”): Actitudes negativas, insensibilidad y cinismo hacia los pacientes y
sus familiares. Suelen desaparecer las actitudes altruistas y humanitarias
que antes guiaban el trabajo del profesional.
3. Realización personal reducida: Tendencia a evaluar de manera negativa el trabajo, sentir que no se es suficientemente buen profesional y
baja autoestima a nivel personal. El profesional se siente desmotivado
y vacío.
Sintomatología propia del síndrome de burn-out
• El cuidado ya no es gratificante.
• Sentirse emocionalmente exhausto.
• Despersonalización (parece que esta situación no nos ocurre a nosotros
mismos).
• Sentimientos de logro personal reducidos.
• Evitar al paciente o a la familia o un mayor contacto del necesario con el
paciente y la familia.
• Sensaciones de culpa y fracaso. Ansiedad, depresión, irritabilidad.
• Signos físicos de estrés (insomnio, cansancio, fatiga, menos apetito, cefaleas, dolores musculares, hipertensión, taquicardia, etc.).
228
Dificultades habituales del personal de salud y pautas de auto-cuidado
Factores de riesgo para desarrollar el síndrome de estar quemado en cuidados
paliativos
• Intervenir con pacientes moribundos que tienen una edad, profesión o
apariencia similar al profesional.
• Trabajar con enfermos terminales y afrontar la muerte (propia y ajena).
• Tener una relación estrecha con el paciente (si es familiar, amigo, conocido).
• Estar en desacuerdo con la familia del paciente acerca de los objetivos
médicos.
• En caso de tratar a niños enfermos.
• Situaciones en las que el profesional siente que ha fallado.
• Ayudar en el alivio del dolor, angustia física y/o emocional y espiritual.
• Proporcionar apoyo psicosocial a paciente y/o familia.
• Proporcionar apoyo emocional a otros miembros del equipo.
• Falta de apoyo de la institución donde se trabaja y la necesidad de trabajar en equipo.
• Insuficiente formación.
• Falta de habilidades específicas (de comunicación, autocuidado…).
Estrategias de afrontamiento del desgaste profesional
El afrontamiento son todas aquellas conductas y esfuerzos cognitivos
que se desarrollan para afrontar unas elevadas demandas internas o externas que
sobrepasan nuestros recursos. En cuidados paliativos, el profesional se enfrenta
diariamente al sufrimiento de los pacientes y a la propia muerte, esto unido a
determinadas decisiones éticamente complicadas como la limitación del esfuerzo
terapéutico o la retirada de procedimientos de soporte vital, conllevan retos
importantes para estos profesionales.
En un estudio llevado a cabo en México (Alderete Aguilar, C.; Ascencio
Huertas, L.; 2015), evaluaron los niveles de burnout y estrategias de afrontamiento entre los profesionales que trabajaban en cuidados paliativos. Se obtuvieron los siguientes resultados:
• El agotamiento emocional es más probable que surja cuando se desarrolla un afrontamiento de escape-evitación, es decir que el profesional
trata de huir de esas sensaciones y emociones de malestar que comienza
a sentir en su quehacer diario.
• Otra estrategia poco útil para afrontar el síndrome de estar quemado en
el trabajo, es el distanciamiento. Esta estrategia se basa en hacer un es229
Psicooncología básica para profesionales de la salud
fuerzo cognitivo para reducir el significado de la situación vivida y que
es emocionalmente impactante para el profesional.
• Estrategias activas para afrontar el agotamiento: Buscar apoyo social,
hacer una reevaluación positiva de la situación vivida en el trabajo (otorgar un significado positivo a lo vivido y promover el crecimiento personal del profesional), planificar el trabajo orientado al problema y buscar
soluciones a éstos, así como confrontar esas emociones que surgen en el
trabajo habitual de cuidados paliativos.
Resiliencia al estrés y al síndrome de burnout
La resiliencia es esa capacidad de sobreponerse a las situaciones adversas
de la vida, y al mismo tiempo aprender y crecer. Algunas variables que fomentan
esta resiliencia en el ámbito de cuidados paliativos, son (Bruera, E. et al., 2015):
• Actitud optimista y el uso del humor.
• Reflexionar y discutir sobre temas existenciales tales como la vida y la
muerte.
• Desarrollar una perspectiva trascendental de la propia existencia y del
trabajo realizado.
• Altos niveles de motivación en el trabajo (reduce la depresión y promueven la satisfacción laboral).
• Sensaciones de competencia y control en el trabajo.
• Soporte y apoyo del equipo de trabajo.
• Expectativas realistas acerca de los objetivos terapéuticos y de cuidado.
• Desarrollar empatía y compasión. La compasión basada en mindfulness,
se refiere a no apegarnos al resultado de nuestro trabajo, de modo que
la muerte se viva como un dejar ir al otro. No aferrarnos al paciente
que fallece, protege de estas sensaciones de sentirse quemado y agotado
emocionalmente.
• Auto-compasión. Ser conscientes de la necesidad de cuidarnos a nosotros mismos para poder cuidar mejor a los demás.
• Apoyo social: Hablar con familiares, amigos u otras personas que puedan apoyar al profesional.
Cómo prevenir el síndrome de burn-out
A continuación haré un repaso a todas aquellas estrategias que pueden
reducir el riesgo de desarrollar el síndrome de estar quemado:
230
Dificultades habituales del personal de salud y pautas de auto-cuidado
• Habilidades de comunicación: Tener unas buenas habilidades de comunicación ayuda a prevenir el síndrome de burn-out. Poseer estas habilidades de comunicación va mucho más allá de las estrategias empleadas
en la comunicación con los pacientes y sus familias. También supone
atender al mundo emocional del paciente, poder acogerlo y permitir que
realicen una ventilación emocional y sobre todo, estas habilidades suponen que el profesional sea consciente de sus propias reacciones emocionales y esté en contacto consigo mismo, pudiendo detectar de manera
temprana este agotamiento emocional.
• Desarrollo de la inteligencia emocional: Algunas de las características
de la inteligencia emocional son la asertividad, empatía, compasión, respeto, etc. Todas estas cualidades las hemos ido observando a lo largo
del libro. Desarrollar todas estabas capacidades, ayudan a prevenir el
burnout y promueve la satisfacción laboral.
• Desarrollar la empatía: La empatía es una cualidad esencial en el trabajo de salud, pero no debemos olvidar desarrollar esta habilidad para
nosotros mismos. Cuando somos empáticos con nosotros mismos, nos
comprendemos mejor, no reprimimos nuestras emociones porque las
aceptamos (nos permite aceptar emociones que normalmente tendemos
a olvidar o esconder como la tristeza, miedo, vacío, etc.). También nos
ayuda a aceptarnos como somos, lo que redundará en un mayor bienestar
y nos protegerá de las consecuencias negativas del agotamiento emocional.
• Ser auto-compasivos: Esta habilidad requiere dejar a un lado la autocrítica, reconocer que el sufrimiento humano es una parte inherente al ser
humano y al ciclo vital. También supone desarrollar una atención plena
hacia el día a día, centrándonos en el presente y aceptando cualquier
situación que nos toca vivir como parte integrante de la vida (también la
muerte). Se reduce la sobre-identificación con los problemas y experiencias negativas. También requiere ser comprensivos con nosotros mismos
y aceptar nuestras emociones, sean cuales sean. La auto-compasión se
asocia a una salud mental positiva y es un factor de protección frente al
agotamiento emocional.
10.1.2. Fatiga por compasión
La fatiga por compasión en los profesionales de cuidados paliativos, surge
como consecuencia de cuidar al paciente y aproximarse a su mundo, ése que
231
Psicooncología básica para profesionales de la salud
llega a su fin. Este síndrome surge como consecuencia de ayudar a personas que
atraviesan un mal momento en sus vidas, y sin duda alguna el afrontamiento de la
muerte es una situación excepcional en la vida de cualquiera.
La empatía y la compasión son dos emociones complejas clave en el trabajo de salud y en cuidados paliativos. Si se sabe utilizarlas con uno mismo, se
evitarán problemas futuros.
La fatiga por compasión surge exclusivamente por cuestiones emocionales y por tener que afrontar junto a los pacientes su sufrimiento y desolación.
El síndrome de burnout tiene unas raíces más organizacionales que meramente
emocionales.
Como ya vimos en el bloque de oncología, las características de la fatiga
por compasión son:
1. Mostrar emociones como ira, impotencia, aislamiento, confusión o
apagar sus propias emociones en respuesta al sufrimiento de los pacientes o incluso distanciándose de estos. La fatiga por compasión es el coste
de cuidar.
2. Identificarse con las pérdidas de los pacientes. En unidades de oncología o cuidados paliativos, este paso produce una sensación de futilidad o
fracaso en la atención que se provee.
3. Es un “síndrome de ayuda”: Trabajar ayudando a personas que atraviesan situaciones traumáticas y muy estresantes especialmente en el
ámbito de salud y en entornos donde los pacientes tienen una fuerte
amenaza para su vida, conlleva decepciones continuas, lo que provoca
una angustia moral que hay que trabajar.
Sintomatología propia de la fatiga por compasión (Melvin, C.S., 2012):
• Trauma por la exposición a la vida de pacientes moribundos. Pueden llegar a aferrarse mucho a aquellos pacientes con los que se identifican más.
• Pensamientos intrusivos sobre aquellos pacientes que les han marcado
más.
• Ansiedad, depresión y apatía. Insomnio y pesadillas. Problemas para tomar decisiones.
• Síntomas físicos: hipertensión, cefaleas, fatiga, dolores, tensión muscular, malestar gastrointestinal, propensión a accidentes, etc.
• Indiferencia, insensibilidad, incapacidad para paliar el sufrimiento ajeno.
• Disminución de la capacidad del profesional para proporcionar empatía
en sus relaciones laborales. Sentirse desconectado de las personas.
232
Dificultades habituales del personal de salud y pautas de auto-cuidado
• Insatisfacción personal y profesional.
• Vacío existencial o espiritual.
Factores de riesgo para desarrollar fatiga por compasión en cuidados paliativos
(García Hernández, M.C., 2017):
• El grado de implicación emocional con el paciente. Cuanto más implicado se esté, más probable es que se desarrolle la fatiga por compasión.
• Jornada laboral completa. Aquellos profesionales que trabajan en jornada completa, tienen más probabilidades de desarrollar fatiga por compasión por tener menos tiempo para desconectar y un mayor volumen de
trabajo.
• La satisfacción por compasión es un factor protector. Aquellos profesionales que sienten que su trabajo tiene sentido y es útil para los demás,
tienen menos probabilidades de desarrollar la fatiga por compasión.
• Escasas habilidades de auto-cuidado y problemas para afrontar la muerte. Estas dos variables son esenciales a la hora de desarrollar la fatiga por
compasión. Evitar este tipo de problemas, requiere un trabajo extra en el
propio profesional a nivel personal.
• Trastornos psicológicos previos. Aquellos profesionales que padecen
trastornos psicológicos como depresión, trastorno de estrés postraumático. Previo al contacto con los pacientes.
• Reprimir las propias necesidades. Los profesionales que reprimen sus
necesidades a favor de las de los pacientes, tienen una mayor probabilidad de desarrollar fatiga por compasión.
• Actividades realizadas en cuidados paliativos. Aquellos profesionales que
sus tareas diarias consisten en el alivio del dolor físico, emocional o espiritual, tienen más probabilidades de desarrollar la fatiga por compasión.
Cómo prevenir la fatiga por compasión
A continuación haremos un repaso a todas aquellas estrategias que pueden
reducir el riesgo de desarrollar esta fatiga (Harris, C., 2015):
• Reconocer la existencia de la fatiga por compasión: Este es el primer
paso y esencial para poder prevenirlo. Es importante que los profesionales de salud que ejercen en cuidados paliativos, sean conscientes de
esta posibilidad de sentirse agotados emocionalmente por prestar apoyo
a los pacientes moribundos y sus familias. Aquellos profesionales más
sensibles a la presencia de los primeros síntomas de fatiga en ellos mis233
Psicooncología básica para profesionales de la salud
•
•
•
•
•
•
•
mos o en compañeros, deben poder expresar lo que ocurre para buscar
soluciones y prevenir esta fatiga.
Normalizar la fatiga por compasión: Es esencial que los profesionales
de salud sean conscientes de que este tipo de reacciones son las normales
en el trabajo en el final de la vida. La fatiga por compasión es una expresión de la empatía y compasión que se comparte con el paciente, por lo
que es una reacción normal. Para normalizarlo, es esencial que dentro del
equipo se hable de este tema y los profesionales se apoyen mutuamente.
Reconocimiento del trabajo en cuidados paliativos: Si la organización
sabe agradecer los esfuerzos de los profesionales de salud s, se puede
prevenir y combatir la fatiga por compasión, ya que el profesional observará que sus esfuerzos merecen la pena y se reconocen.
Talleres educativos sobre la fatiga por compasión: La formación es
esencial. Talleres de comunicación, de gestión emocional, talleres sobre
la alianza terapéutica creada con el paciente moribundo y saber establecer límites entre uno mismo y el sufrimiento de los pacientes, etc., son
muy útiles para prevenir la fatiga.
Pausas en el trabajo: Es importante que los profesionales puedan tener
unos minutos para ellos mismos después de visitar a pacientes que están
atravesando los momentos más difíciles del final de la vida. Estas pausas
ayudan a que el profesional se pueda alejar del sufrimiento ajeno y pueda
retomar el contacto consigo mismo. Les ayuda a relajarse, reflexionar,
tomar distancia del paciente y su familia y en general, a aliviar su carga
emocional.
Reuniones de equipo: Es esencial que el equipo interdisciplinar de cuidados paliativos pueda reunirse de manera informal para comentar aquellas
cosas que más les han impactado (siempre manteniendo la confidencialidad de los pacientes y sus familias). Hablar de las experiencias más
difíciles que están viviendo, permite un intercambio de información importante, donde otros compañeros les pueden aconsejar sobre pautas que
a ellos les han ido bien para afrontar mejor esas situaciones.
Expresión emocional: Ya sea a través de una charla con otros compañeros o por medio de la escritura, el hecho de sacar esas emociones de uno
mismo, ayuda a que la carga emocional diaria no pese tanto.
Mindfulness, meditación o yoga: Estas tres prácticas milenarias ayudan
en gran medida a que el profesional pueda afrontar con otra actitud su día
a día y así prevenir la fatiga por compasión.
234
Dificultades habituales del personal de salud y pautas de auto-cuidado
Tabla 9. Resumen del síndrome de burnout y de la fatiga por compasión.
Síndromes
profesionales
Características
Síntomas
Factores de riesgo
Prevención
Identificación con el
paciente moribundo
Sentirse exhausto
emocionalmente
Agotamiento
emocional
Síndrome de
burnout
Afrontar la muerte
Despersonalización
Intervenir con niños
pequeños
Despersonalización
y deshumanización
El cuidado no
gratifica
Ayudar a aliviar el
dolor y la angustia
Culpa y fracaso
Realización
personal disminuida
Ansiedad, depresión
e irritabilidad
Proporcionar
apoyo emocional
y psicosocial a
paciente y familia
Estrés: fatiga,
insomnio, cefaleas,
hipertensión, etc.
Escaso apoyo al
profesional desde la
institución
Aprender
habilidades de
comunicación
Desarrollar la
inteligencia
emocional
Empatía
Auto-compasión
Escasa formación
Ira, impotencia,
aislamiento
o apagar las
emociones propias
Fatiga por
compasión
Identificarse con
las pérdidas de los
pacientes
Es un síndrome
de ayuda por
acompañar a
personas que
viven situaciones
traumáticas
Trauma por la
exposición a la
vida del paciente
moribundo
Ansiedad,
depresión, apatía.
Insomnio y
pesadillas
Indiferencia,
insensibilidad,
incapacidad para
paliar el sufrimiento
ajeno
Escasa empatía.
Vacío existencial o
espiritual
Insatisfacción
laboral y personal
Elevada implicación
emocional con el
paciente
Jornada laboral
completa
Pocas habilidades
de auto-cuidado
Problemas para
afrontar la muerte
Trastornos
psicológicos previos
Reprimir las propias
necesidades
Alivio del dolor
físico, emocional y
espiritual
Reconocer la
existencia de
la fatiga por
compasión
Normalizar la
existencia de
la fatiga por
compasión
Agradecimiento y
reconocimiento del
trabajo realizado
Talleres de
habilidades de
comunicación y
gestión emocional
Pausas en el trabajo
Reuniones
informales del
equipo
Expresión
emocional
Mindfulness,
meditación y yoga
235
Psicooncología básica para profesionales de la salud
10.2. PAUTAS DE AUTO-CUIDADO PARA EL PERSONAL DE SALUD
Tras haber hecho un repaso por los dos síndromes más comunes debidos
al desgaste en cuidados paliativos, queda patente la importancia de que los profesionales tengan una serie de estrategias de autocuidado que les ayuden a afrontar
las situaciones complejas que viven en su día a día.
El concepto fundamental es el de autocuidado, es decir, aquellas estrategias simples pero eficaces que puede poner en marcha el profesional para cuidarse y que los casos vistos día a día no afecten a su vida personal. Algunas de
estas estrategias son:
A. Regulación emocional
Esta regulación es un proceso por el cual las personas podemos influir en
las emociones positivas y negativas que experimentamos, cómo las vivimos y
cómo las expresamos. La regulación emocional consiste en (Ortega Reyes, M.A.,
2016):
• Pausarnos y experimentar las emociones. No evitar las emociones, sentimientos o pensamientos que tenemos en un momento dado, nos ayuda
a saber qué está ocurriendo en nuestra mente.
• Tomar conciencia de cómo nos sentimos. Ponerle un nombre a la emoción que sentimos es esencial para reconocerla. Sabremos si estamos
en peligro cuando las emociones son muy intensas, impidiendo tomar
decisiones meditadas (decisiones impulsivas) y cuando están presentes
emociones como la frustración o impotencia que no ayudan a actuar pausadamente.
• Capacidad de control de la emoción y situación. Aprender a tolerar las
emociones sean cuales sean, nos ayudará a tener una mejor regulación
emocional, ya que de ese modo no habrá emociones que temamos sentir
y estaremos más en contacto con nosotros mismos.
• Conciencia de los valores personales y metas a largo plazo. Para actuar
de manera coherente con cómo nos sentimos, es esencial que se eviten
las respuestas impulsivas y la persona sea capaz de re-orientar su conducta hacia la meta que desea lograr.
Algunas técnicas sencillas para regular las emociones son:
• Distracción: Ante emociones muy intensas, tendemos a dejarnos llevar
por ellas, y éstas toman fuerza y llegan a ocupar toda nuestra mente (pensamientos repetitivos, preocupaciones) y nuestro cuerpo (tensión muscular, sudoración, taquicardia, etc.). Distraerse supone re-enfocar la aten236
Dificultades habituales del personal de salud y pautas de auto-cuidado
ción en aspectos no emocionales de la situación (el control de síntomas,
coordinación del equipo interdisicplinar, etc.). Aunque es importante
poder identificar las emociones y procesarlas, cuando el profesional sea
consciente de que esas emociones toman el control de su mente y cuerpo,
debe tomar tres respiraciones profundas y pensar en las estrategias que
puede poner en práctica para ayudar al paciente pero sin estar excesivamente implicado en su caso.
• Respirar: Las técnicas de respiración son muy útiles para traer nuestra
mente al presente y ayudan a centrarnos en nuestras estrategias profesionales para ayudar de manera eficaz al paciente. Hacer breves ejercicios
de respiración (3 o 4 inspiraciones profundas, ayudan a centrarnos y pensar racionalmente y no dejarnos llevar por la emoción).
• Aceptar las emociones: Las emociones son una parte fundamental de
nuestra vida. Son nuestras aliadas más que nuestras enemigas, ya que
nos indican situaciones de riesgo e impulsan a la acción. Toda emoción
se contagia, y esto es más cierto aún cuando vemos a pacientes en el final
de la vida. Cuando una emoción muy fuerte que expresa el paciente o
familiar se nos “contagia”, comenzamos a perder el contacto con nosotros mismos y las emociones del paciente nos pueden embargar, paralizándonos momentáneamente en nuestro quehacer cotidiano. Si en lugar
de rechazar o quedarnos atrapados en esas emociones, somos capaces
de aceptarlas y acogerlas como una parte más de nosotros mismos y del
trabajo que realizamos, comenzaremos a ser capaces de transitar con mayor facilidad de un estado emocional al otro, desarrollando una mayor
flexibilidad mental.
Regla de oro
No prohibirnos la tristeza por la pérdida de un paciente con el que hemos
“conectado” más. Llorar es una buena manera de “soltar” esos sentimientos. Cuando negamos (reprimimos) las emociones, éstas vuelven a nosotros
con más fuerza.
237
Psicooncología básica para profesionales de la salud
B. Expresión emocional
Una vez que hemos identificado, nombrado y acogido a las emociones,
aceptándolas como una parte más de nosotros mismos y de nuestro trabajo, la
expresión emocional es el siguiente punto para que las emociones no nos secuestren mentalmente. Hay diferentes maneras de expresar dichas emociones:
• Conversar con otras personas: Los humanos somos seres sociales y poder hablar con otras personas de las experiencias que tenemos, es algo
muy útil para procesar las emociones. Mi consejo es que se busquen personas del entorno que tengan una predisposición natural a escucharnos
sin interrumpirnos, que tengan la mente abierta y sean comprensivos.
Otra opción es hablar con otros miembros del equipo de trabajo, pues
atraviesan o han atravesado situaciones muy parecidas a las que estamos
viviendo en ese momento.
• Escritura terapéutica: Escribir sobre aquello que atenaza nuestra mente y alma es muy positivo porque nos ayuda a procesar las emociones
desde fuera de nosotros mismos. Al escribir sobre nuestras vivencias,
estamos creando una nueva manera de ver y experimentar esos sucesos.
Nos ayuda a describir y nombrar emociones que creíamos no teníamos
y somos más conscientes de nosotros mismos. La lectura posterior de
aquello que hemos escrito, nos ayuda a poner en perspectiva los hechos
vividos y nuestra reacción a ellos, fomentando nuevas maneras de afrontar los problemas.
• Musicoterapia: La música es capaz de transmitirnos emociones sin palabras. Escuchar música que nos guste ayuda a modificar nuestro estado
anímico. Aquellas personas que saben tocar algún instrumento, pueden
crear piezas basadas en sus propias emociones, siendo muy útil para
transformar esas emociones.
• Arteterapia: La expresión artística hunde sus raíces en las emociones
humanas. Aquella persona que atraviesa una etapa vital compleja, puede
expresar sus sentimientos en obras de arte (dibujo, pintura, escultura,
cerámica, punto, ganchillo, etc.). Muchas de las emociones que sentimos actúan en silencio, sin que seamos conscientes de ellas, a través del
arte podemos expresar incluso aquellas emociones de las que no somos
conscientes.
238
Dificultades habituales del personal de salud y pautas de auto-cuidado
C. Aceptación radical
Este tipo de aceptación supone dejar a un lado las valoraciones y juicios
sobre lo que ocurre en nuestra vida y tan solo aceptarlas tal y como son. Aceptar
que cada suceso de nuestra vida debía suceder de esa manera para poder crecer y
evolucionar como personas. La aceptación de las emociones que sentimos debe
venir desde nuestro interior y estar convencidos que dicha emoción tiene una
función en nuestro crecimiento interno. Esta aceptación es compleja porque no
estamos acostumbrados a pensar que incluso las experiencias negativas de nuestra vida, en el fondo son positivas porque nos ayudan a evolucionar y a continuar
en el proceso de aprendizaje que es la vida. Cómo realizar la aceptación radical:
• Debemos aceptar las cosas y las emociones tal y como son, sin juzgarlas
(no hay emociones “buenas” o “malas”).
• No debemos intentar cambiar algo que no se puede cambiar (la muerte
vivida en cuidados paliativos, es algo imposible de cambiar, pero sí podemos modificar la manera en que experimentamos esa realidad que nos
toca vivir).
• El momento presente forma parte de una cadena que conecta el pasado y
el futuro. Centrarnos en el ahora nos ayuda a vivir con menos sufrimiento
y a no anticipar emociones desagradables o hechos que no han ocurrido
ni sabemos si llegarán a ocurrir.
D. Mindfulness
También llamada atención plena o conciencia plena. Esta técnica milenaria de origen hindú, nos centra en el presente, aceptándolo. Es una manera de
poner fin al “parloteo mental”, genera quietud y silencio interno, nos centramos
en el presente sin juzgar lo que ocurre, tan solo experimentándolo y nos permite
crear una actitud contemplativa de las emociones y pensamientos. Cuando no
luchamos contra los pensamientos y emociones y los aceptamos como una parte
más de nosotros mismos, las preocupaciones desaparecen. Algunas maneras de
practicar mindfulness son:
• Concentrarnos en una sola cosa a la vez: Dedicar unos minutos cada
día a sentarnos con calma y observar nuestra respiración, el vaivén de
nuestro pecho y abdomen al tomar aire y expulsarlo, puede ayudarnos a
mirar dentro de nosotros mismos y observar los pensamientos y emociones internos que tenemos. Al practicar esta sencilla técnica, observarás
que tu mente salta de un pensamiento a otro, en ocasiones conectados, en
ocasiones muy distintos. Cuando esto ocurra, es esencial que re-dirijas tu
239
Psicooncología básica para profesionales de la salud
atención de nuevo a la respiración. Cuanto más practiques este sencillo
ejercicio, más fácil te será centrarte en la respiración y menos en el funcionamiento de tu mente.
• Prestar atención a las actividades que realizamos: Thich Nhat Hanh
aconseja que practiquemos mindfulness con las tareas rutinarias que
tenemos que hacer cada día (lavar los platos, ducharnos, lavarnos los
dientes, caminar, etc.). La práctica de mindfulness en estas actividades,
se basa en atender a los músculos que usamos para realizar las tareas,
el esfuerzo que requiere de nuestro cuerpo, las sensaciones corporales
o las sensaciones del agua en nuestras manos o al enjuagarnos. Si somos capaces de atender plenamente a estas tareas evitando aferrarnos a
los pensamientos y emociones de nuestra mente, estaremos practicando
mindfulness.
E. Relajación y visualización
Las técnicas de relajación y visualización son muy útiles para reducir nuestra fatiga y nos ayudan a desconectar del trabajo diario que realizamos. Algunas
técnicas que podemos aprender en este sentido son:
• Relajación muscular progresiva de Jacobson: Esta técnica es un clásico
en psicología. Consiste en repasar todos los músculos del cuerpo e ir
tensionándolos y relajándolos. Normalmente el psicólogo da las instrucciones de los movimientos que debe hacer el sujeto para crear la tensión
y describe después las sensaciones de relajación al dejar que los músculos vuelvan a su posición natural. Es una buena técnica para reducir la
ansiedad, la tensión y el estrés.
• Visualizaciones: Esta técnica supone que el sujeto se imagine escenas
que le ayuden a relajarse (escenas de naturaleza, recuerdos agradables
del pasado, visiones del futuro como deseamos que sea, etc.). Nuestra
imaginación es una herramienta muy útil para reducir la tristeza o afrontar de manera más proactiva la vida.
Considero que estas pautas y estrategias de auto-cuidado pueden ser muy
útiles para los profesionales de salud que trabajan en cuidados paliativos y muchas
de ellas son muy sencillas de realizar sin necesidad de ayuda.
A pesar de ello, si en alguna ocasión estos profesionales se sienten desbordados y sin control, deberían acudir a un psicólogo que les ayude a aprender
técnicas de relajación o a analizar las razones de su desajuste emocional. Temas
como el miedo a la muerte, aprender habilidades de comunicación, habilidades de
240
Dificultades habituales del personal de salud y pautas de auto-cuidado
solución de problemas, poner en práctica el mindfulness o la meditación, pueden
ser muy necesarias para los profesionales que trabajan en el final de vida de sus
pacientes.
241
Psicooncología básica para profesionales de la salud
CUADRO-RESUMEN DE LAS ESTRATEGIAS DE
AUTO-CUIDADO PARA LOS PROFESIONALES
A. Estrategias para prevenir el sı́ndrome de burnout: Aprender habilidades de comunicación que permiten atender de manera integral al paciente y su familia.
Desarrollar la inteligencia emocional a través de la asertividad, empatı́a, compasión y respeto. Ser auto-compasivos y reconocer que el sufrimiento es una
parte más de la vida.
B. Estrategias para prevenir la fatiga por compasión: Ser capaces de reconocer
el agotamiento emocional. Normalizar la presencia de esta fatiga por ayudar
a otras personas, pues es la expresión de la empatı́a y compasión que el profesional desarrolla en su trabajo diario. Fomentar el reconocimiento laboral.
Acudir a talleres de gestión emocional, comunicación y establecer lı́mites entre el profesional y el sufrimiento de los pacientes. Realizar pausas a lo largo de
la jornada laboral para poder desconectar de las situaciones emocionalmente
extenuantes. Realizar reuniones del equipo de trabajo para fomentar la comunicación interna y compartir estrategias que pueden ser útiles. Expresar estas
emociones a compañeros, familiares o amigos que estén dispuestos a escucharnos. Practicar mindfulness, meditación o yoga.
C. Estrategias de auto-cuidado emocional: Las estrategias concretas que podemos poner en marcha son:
Regulación emocional: Técnicas de distracción que nos ayuden a re-enfocar
la atención en otros aspectos de nuestras experiencias. Practicar la respiración consciente para retomar el control emocional. Aceptar nuestras emociones como una parte esencial de nuestra vida que nos ayuda a crecer y
evolucionar.
Expresión emocional: Conversar con otras personas nos ayuda a procesar
las emociones. La escritura terapéutica es muy útil para distanciarnos de
nuestras emociones y poder verlas desde otra perspectiva. La música también es capaz de modular nuestro estado anı́mico, de modo que ya sea escuchando música que nos guste o creando piezas que expresen lo que sentimos, esta es una buena manera de expresar las emociones. El arte es otra
manera de ahondar en nuestro mundo emocional (dibujo, pintura, escultura,
cerámica, ganchillo, etc.).
242
Dificultades habituales del personal de salud y pautas de auto-cuidado
CUADRO-RESUMEN DE LAS ESTRATEGIAS DE
AUTO-CUIDADO PARA LOS PROFESIONALES
Aceptación radical: Aceptar que cada suceso de nuestra vida debe suceder
de esa manera para crecer y evolucionar. Consiste en aceptar las cosas tal y
como son, no intentar cambiar lo que no se puede cambiar y ser conscientes
de que nuestras decisiones y las de otras personas influyen en el presente
que vivimos ahora. Nos ayuda a no anticipar posibles sucesos futuros que
no estamos seguros de que lleguen a ocurrir.
Mindfulness: Centrarnos en el presente elimina una buena parte del sufrimiento que experimentamos a lo largo de nuestra vida. Esto lo podemos
lograr centrándonos en una sola cosa a la vez, sentándonos durante unos
minutos al dı́a y respirando de manera consciente o prestando atención a las
actividades rutinarias que hacemos de manera automática.
Relajación y visualización: Técnicas como la relajación muscular progresiva o visualizar lugares o situaciones que nos aportan calma y serenidad, son
buenas maneras de relajarnos y dedicarnos un tiempo a nosotros mismos,
pues solemos olvidarnos de cuidarnos.
243
Psicooncología básica para profesionales de la salud
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245
ANEXO I
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Barbero Gutiérrez J. et al. (2016). Manual para la atención psicosocial y espiritual a personas con enfermedades avanzadas. Obra Social “La Caixa”.
Bayés R. (2006). Afrontando la vida, esperando la muerte. Editorial: Alianza.
Cabodevilla I. (2014). Guía no farmacológica de atención en enfermedades
avanzadas. Bilbao, Desclée de Brouwer.
Cabodevilla I. (2007). La espiritualidad al final de la vida. Bilbao, Desclée de
Brouwer.
Cabodevilla I. (2004). Vivir y morir conscientemente. Editorial: Desclée de Brouwer.
Cabodevilla I. (2001). En vísperas del morir. Bilbao, Desclée de Brouwer.
Centeno Cortés C. et al. (2009). Manual de medicina paliativa. Navarra, EUNSA.
Doka K.J. (2010). Psicoterapia para enfermos en riesgo vital. Bilbao, Desclée
de Brouwer.
Frankl V. (1946). El Hombre en busca del sentido. Editorial: Herder.
Jovell A.J. (2008). Cáncer. Biografía de una Supervivencia. Editorial: Planeta.
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Psicooncología básica para profesionales de la salud
Kübler-Ross E., Kessler D. (2009). Sobre el duelo y el dolor. Barcelona, Luciérnaga. Segunda edición.
Kübler-Ross E. (1972). Sobre la muerte y los moribundos. Editorial: Debolsillo.
Kübler-Ross E. (1983). La muerte, un amanecer. Editorial: Luciérnaga.
Rimpoché S. (2006). El libro tibetano de la vida y de la muerte. Editorial: Urano.
Rothschild B. (2009). Ayuda para el profesional de la ayuda. Bilbao, Desclée de
Brouwer.
Nhat Hanh T. (2009). Hacia la paz interior. Barcelona, Debolsillo. Quinta edición.
248
ANEXO II
FILMOGRAFÍA RECOMENDADA
A continuación presento un listado de películas que recomiendo ver para
poder observar de manea práctica muchos de los temas que he tratado en el libro.
• Amar la vida (WIT): Una maravillosa película, donde Emma Thompson
interpreta a una profesora universitaria que padece un cáncer de ovarios
terminal. Es un buen ejemplo de la manera de dar el diagnóstico y pronóstico, de la pérdida de identidad del paciente en el hospital, así como
la importancia del apoyo social en un momento tan crucial. Expone con
gran realismo las reacciones habituales de los pacientes. También da cabida al tema de la limitación del esfuerzo terapéutico.
• La decisión de Anne: Excelente película que representa el caso de una
adolescente con una enfermedad terminal. Se muestra cómo la enfermedad altera la dinámica familiar, la necesidad de apoyo psicológico a
padres y paciente, así como un debate ético interesante.
• El doctor: Representa el caso de un médico al que le diagnostican una
enfermedad y pasa de ser doctor, a conocer el proceso que todo paciente
vive en un hospital.
• La mariposa azul: Trata la historia de un niño con una enfermedad terminal que emprende un viaje con su padre, en busca de una mariposa.
Podemos observar la relación que se establece entre padres e hijos, en un
momento tan complicado.
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Psicooncología básica para profesionales de la salud
• La fuerza de vivir: Es un viaje a la vida de dos personas con enfermedad
terminal. De nuevo, se muestra cómo cambia el día a día de los personajes.
• No conoces a Jack: Relata el caso real del Dr. Jack Kevorian, quien se
convirtió en una figura representativa de la eutanasia (suicidio asistido),
por defender el derecho a morir de sus pacientes. Es una reflexión interesante ante un tema tan controvertido como lo es la eutanasia.
• Patch Adams: Interesante película donde se desarrolla el tema del humor
en los hospitales desde los médicos.
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