Papel Del Historiador

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UNIVERSIDAD PANAMERICANA
Facultad de la Educación
Profesorado de Segunda Enseñanza en Pedagogía y Ciencias Sociales
Papel Del Historiador
Integrantes
Juan David Calel Larios
Lucas Tol Salvador
Walter Américo González
Juan Pedro Sosof Tzina
Cruz Borón Ajuchán
Sololá, 25/09/2013
INTRODUCCIÓN
La humanidad tiene muchas historias tanto sociales, culturales, políticas, económicos y entre
otros, por tal razón existen los historiadores, que tienen como función buscar los datos que son
necesarios para saber lo que nos interesa de algo, es muy necesario conocer cuál es el papel del
historiador, conocer bien cual su función, como maestros debes de tener claro este tema para
poder analizarlo y comprenderlo porque en algunos casos nosotros como maestros nos cae este
cargo de hacer historiadores, aunque algunos maestros no lo sepan nosotros somos historiadores
en la educción porque cada ves que impartimos las clases lo primero que tenemos que hacer es
investigar, indagar y recolectar todas las informaciones necesarias para influirlos a los alumnos.
A continuación se desglosa el tema de la siguiente manera
EL PAPEL DEL HISTORIADOR
Historiador es aquel sujeto que se encarga de realizar
un recuento de eventos sucedidos en el pasado tanto
desde un punto de vista descriptivo como crítico.
Para realizar tal tarea, el historiador trabaja con
fuentes de diverso tipo que tienen como objetivo
aportar la información apropiada sobre hechos,
procesos o fenómenos relacionados con la historia de
la Humanidad.
Se considera a Heródoto de Halicarnaso como el
primer historiador de la Humanidad. Este intelectual
nació y vivió en la Grecia Antigua y se desempeñó
recolectando y contando información sobre famosos hechos tales como batallas, guerras, reinados
de personajes históricos y otros datos que conformaron los Nueve Libros de la Historia. Si bien
Heródoto recurría a métodos descriptivos que hoy en día parecen muy básicos, su obra es sin
dudas el inicio de la ciencia histórica al ofrecernos una idea de la tarea del historiador frente a los
hechos con los que se encuentra.
Ya que la Historia es entendida como una ciencia, el historiador debe realizar su tarea siguiendo
las metodologías científicas propias tales como determinar su objeto de estudio (la sección o
etapa de la historia a analizar), las fuentes y testimonios con los que contará para realizar tal
comprensión (que pueden ir de fuentes materiales a fuentes orales), y el método de análisis o de
hipótesis para realizar la crítica de la información obtenida. Evidentemente, el historiador
siempre aporta una visión subjetiva para la comprensión de los datos empíricos y es por esto que
la Historia nunca proyecta verdades unívocas e indiscutibles como sí puede suceder con las
ciencias naturales.
El objeto de estudio de la Historia y del historiador ha variado a lo largo de los siglos. Mientras
los primeros historiadores modernos basaban su estudio en el análisis de la obra de los grandes
políticos, pensadores y militares, corrientes posteriores han buscado completar tal análisis con el
estudio de los procesos sociales, económicos y culturales de largo plazo que suponen que la
Historia de la Humanidad es construida entre todos.
El trabajo de un historiador, en pocas palabras, es estudiar el pasado. Sin embargo, la tarea que
llevan a cabo es mucho más compleja que el simple estudio de eventos que transcurrieron hace
muchos años. Los historiadores recolectan información, documentos e imágenes del pasado, los
analizan, buscan su significado y comparten sus descubrimientos con el resto del mundo. Existen
varias organizaciones e instituciones que contratan historiadores, porque requieren un
mantenimiento estricto de los registros históricos.
Función
Muchos historiadores obtienen un doctorado en filosofía (conocido como Ph.D por sus siglas en
inglés) dentro de un campo de estudio determinado, pero no se trata de un requisito. En sus
estudios de grado y posgrado, se especializan en determinada área sobre la que realizan
investigaciones y, en algunos casos, publicaciones. Es común que los historiadores trabajen en
universidades, organizaciones de beneficencia, bibliotecas y organismos gubernamentales. Estos
profesionales suelen publicar investigaciones basadas en su área de estudio, proporcionando
información sobre determinado período o evento histórico.
Prevención y solución
Los historiadores suelen buscar lecciones para el futuro que resulten de eventos del pasado, en
especial cuando se trata de guerras y elecciones. Dado que su trabajo requiere un estudio de lo
ocurrido, intentan aprender de los errores del pasado que puedan ser útiles para el futuro. La frase
"Aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo", del poeta George Santayana,
es como un mantra para los historiadores. En pocas palabras, estos investigadores muchas veces
asumen la tarea de explicar los conflictos y eventos del pasado de una manera que sirva para
guiar a los líderes y las generaciones del futuro y evitar que vuelvan a cometer los mismos
errores.
Beneficios
Los historiadores han contribuido a la legitimación de muchos campos de estudio que se creía
pertenecían a las ciencias blandas o seudociencias. Los estudios de la mujer y de las culturas
afroamericanas son claros ejemplos de áreas que las personas del pasado consideraban que no
valía la pena estudiar. Asimismo, la investigación sobre las culturas populares y sus efectos en la
sociedad es ahora un área de estudio legítima.
HAY 6 TIPOS DE HISTORIADORES
Historiador maestro
Para empezar están los "maestros". Son los que no tienen pestañas. Se las dejaron en el archivo,
rastreando entre legajos empolvados, pergaminos en mal estado y letras carolinas decoloradas.
Cada vez que abren la boca hablan ex cátedra como si fueran Pío IX sentando el dogma de la
Inmaculada Concepción. Y no lo digo con acritud, sino con admiración: son los que no quiero
que ensayen clases participativas, sino que derramen su erudición crítica, amena y valiente hasta
que te dejen aturdido. Proyectan luz sobre el pasado, ofrecen teorías, las contrastan, las matizan,
las llenan de documentos y de pruebas y ábsides góticos y cartas de amor, y de voces y de
sabores.
Historiador arribista
Luego están los arribistas. Son los que no tienen escrúpulos. Los olvidaron en algún sarao
madrileño junto a la fuente del ponche y las señoras repeinadas, mientras firmaban los libros que
sus negros les escriben. Cada vez que abren la boca baja el precio de la mierda porque no se
cortan un pelo en “revisarlo” todo. Que si Azaña era un jacobino peligroso, la república derivaba
hacia el totalitarismo, pobre Felipe II cómo lloró por la Gran Armada, en las Navas de Tolosa
querían construir España, Octubre de 1917 fue un golpe de estado y Julio de 1936 un plebiscito
armado, los masones conspiraban (¡joder, qué obsesión!) y a Pinochet le cuadraban las cuentas
(las de la balanza de pagos, no las de muertos en la Operación Cóndor, que ese otro recuento les
trae sin cuidado). También dicen que la revolución francesa fue un inútil derramamiento de
sangre y la independencia de las Trece Colonias, en cambio, una heroicidad aunque se olvidaran
de los esclavos negros, y que el colonialismo que se repartió África no era rentable, sino
filantrópico, Ah, y que no se me olvide; lo más importante: ¡España se rompe! A la que menos te
lo esperas se asoman a la ventana y se ponen a ladrar “venid a salvarla”, como si fueran el
Alcalde de Móstoles. Ni que decir tiene que la culpa de todo, incluida la derrota de Trafalgar, la
tiene
Zapatero.
Eso
por
descontado.
Historiador meritorio
Una tercera categoría la ocupan los meritorios. Son los que no tienen voz porque –siguiendo a
Oscar Wilde- prefieren callar y pasar por tontos, que hablar y disipar la duda. Así, temiendo no
salir en la foto, esperan si les llega el turno en la “cadena de medraje” universitaria. Cada vez que
abren la boca es para bostezar porque, encantados de haberse conocido, se escuchan discursar
sobre alucinógenas delicatessen historiográficas: como son muy “postmo”, les va el discurso de
género, las gafas de pasta y la historia de la alimentación. Eso sí: los temas de los demás les
parecen aburridos, escriben “Historia” sin hache por aquello del “giro lingüístico” y confunden a
Martín Lutero con Martin Luther King. Al final, cansados de esperar, se tiran a la enseñanza,
donde torturan a los pocos adolescentes que –antes de conocerles- habían sentido algo de interés
por las Ciencias Sociales. Entonces, cuando les ven bostezar, desgranan con agotamiento cansino
su visión armagedónica de la enseñanza y se lamentan de que los niños escriben historia con “i”
minúscula. ¿Pero no habían dicho antes que las faltas de ortografía le dan amenidad al texto?…
Historiador ombligo
Finalmente están los del ombligo pequeño. Son los que no tienen vergüenza: se pasan el rato
hablando de ellos mismos y firmando manifiestos que, después, presumen de haber transgredido
porque –rematan con sonora carcajada- “las normas están para saltárselas” (sic)... Cada vez que
abren la boca el problema es tuyo para cerrársela, porque tienen dogma para dar y vender. Están
de vuelta de todas las revoluciones: las han protagonizado todas. Y en primera fila de trinchera.
La neolítica, la urbana, la agrícola, la demográfica, la industrial (tanto la primera como la
segunda), la proletaria, la Meiji, la bolivariana, la menchevique y la naranja… Como que las
revoluciones cansan, que es lo que tienen las revoluciones, acaban a la sombra de un almendro en
flor leyendo la enésima reinterpretación de “La formación de la clase obrera en Inglaterra”. Y
allí están ellos, con su pinta antisistema y su “historia desde abajo”, desgranando la margarita de
si venderse al mejor postor y pasar a escribir la historia de Convergencia (y Unión), o seguir con
su trabajo en la correduría de seguros cebando al gran capital a costa de representarle un coste
nimio
y
prescindible.
Historiador funcionarial
Para acabar están los historiadores funcionariales. Son los que no tienen corazón. Se lo dejaron
en alguna ventanilla, comprando los timbres que correspondía adjuntar al impreso seriado que
inicia el procedimiento administrativo de acuerdo con el formato oficial y oficioso marcado por
la oficina de subvenciones partidistas. Cada vez que abren la boca es para montarte un proceso
que deja al de Kafka en una partida de tetris. Vamos, que Torquemada a su lado es un voluntario
de la Cruz Roja. Cuando hablan de independencia se refieren a celebrar su enchufe institucional
con subdirectores generales y canapés de salmón. Cuando hablan de justicia quiere decir que si
les contradices entras en una lista negra que, por larga, parece las “cuentas del Gran Capitán”.
Entonces te castigarán con su indiferencia y las verás levantar su mentón bien arriba, muy
estirado, mientras se marchan sin despedirse, con documentos valiosos que no son suyos y que no
estaban relacionados en el escrupuloso inventario en el que sí te apuntaron, en cambio, dos gomas
milán,
tres
vasos
de
plástico
y
un
caramelo
de
anís.
Historiador express
Toca hacer autocrítica y meterme en la clasificación. Sin duda pertenezco al estadio más
lamentable; el de los historiadores express. Son los que no tienen resuello ni aliento, porque no
dejan pasar un trabajo ni aunque no sepan hacerlo. Por eso las revistas les tienen de apaga-fuegos
y les encargan una reseña en tres días. Cada vez que abren la boca es para lamentarse porque,
como no son del Opus ni juegan al golf con Polanco, ganarse las habichuelas les cuesta un
esfuerzo insostenible sobre el que cuelga permanentemente una espada de Damocles. Investigan a
deshoras y los desplazamientos al archivo, o a un congreso, se lo pagan de su bolsillo, sin
subvención.
Los maestros llenan su expediente de matrículas de honor que no les sirven para nada, porque les
da ternura ver cómo se esfuerzan. Los arribistas se ríen de ellos porque saben que, por mucho que
corran, ni publicarán ni les harán sombra en las tertulias. Los meritorios los desprecian porque
andan impulsando sueños que ellos abandonaron hace mucho, y porque ellos hablan cuando
tienen algo que decir, no cuando les dan permiso para hacerlo. Los del ombligo pequeño les
ignoran porque creen que, con tanta prisa y tanta divulgación, los historiadores express nunca
sabrán tanto como saben ellos, que están a punto de descubrir qué coño llevaba Walter Bejamin
en su maleta. ¿Y los funcionariales? Siguen enfadados. ¡Resulta que los heridos son ellos!
CONCLUSIÓN
La historia es el acontecimiento más impactante de la vida de la humanidad, pero esto no es
posible sin los historiadores, por lo tanto el historiador juega un papel importante en la historia,
en pocas palabras, es estudiar el pasado. Sin embargo, la tarea que llevan a cabo es mucho más
compleja que el simple estudio de eventos que transcurrieron hace muchos años. Los
historiadores recolectan información, documentos e imágenes del pasado, los analizan, buscan su
significado y comparten sus descubrimientos con el resto del mundo. Existen varias
organizaciones e instituciones que contratan historiadores, porque requieren un mantenimiento
estricto de los registros históricos. También los historiadores son especializados de este tipo de
trabajo, las personas que escriben las historias o cuentan historias y existen seis clases de
historiadores las cuales cada uno tiene su propia forma de trabajar en la historia.
BIBLIOGRAFÍA
http://www.cees.org.gt/index.php/La_tarea_del_historiador_es_de_vital_importancia
http://es.wikipedia.org/wiki/Historiograf%C3%ADa
http://www.ehowenespanol.com/historiador-sobre_132685/
http://www.historiadoresonline.com/
http://cadacosasutiempo.blogspot.com/2008/02/hay-5-tipos-de-historiadores.html
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