Teoría e Historia de la Arquitectura Pensar, hacer y conservar la arquitectura Ivan San Martín Córdova Mónica Cejudo Collera Compiladores Universidad Nacional Autónoma de México México 2012 El contenido de los artículos es totalmente responsabilidad de sus autores y no refleja necesariamente el punto de vista de la Coordinación Editorial. Hemos puesto todo nuestro empeño en contactar a aquellas personas que poseen los derechos de autor de las imágenes publicadas en este volumen. En algunos casos no nos ha sido posible, y por esta razón sugerimos a los propietarios de tales derechos que se pongan en contacto con la Coordinación Editorial. Primera edición: 21 de diciembre de 2012 D.R. © Universidad Nacional Autónoma de México Facultad de Arquitectura Ciudad Universitaria Delegación Coyoacán C.P. 04510 México D.F. isbn: 978-607-02-4029-4 (colección Texto FA) isbn: 978-607-02-4032-4 Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales Impreso y hecho en México quinta parte La restauración de la arquitectura en el siglo xx Elementos para una arqueología de la arquitectura en el méxico antiguo Alejandro Villalobos Pérez Aquí yace aquel cuyo nombre fue escrito en el agua... Lápida de Imhotep La arqueología es una disciplina científico-social ocupada en la exploración, investigación profesional, interpretación objetiva y resguardo de los bienes patrimoniales producidos de las remotas civilizaciones y culturas extintas que ocuparon nuestro territorio. La figura legendaria del arqueólogo: …emana de la emoción, ya que ves e imaginas a los arqueólogos en el interior de las pirámides descubriendo lo desconocido. Es muy emocionante buscar en los escombros y escribir la historia. Existe una gran expectativa y una subida de adrenalina cuando entras en los túneles, en los corredores y todo está oscuro, hay misterio, abres puertas y, a veces, te encuentras con algo nuevo, desconocido. Tu corazón se acelera cuando sacas a la luz una estatua de los escombros y la ves por primera vez. Y es impactante quitar el polvo del polvo para escribir la historia. De eso se trata la arqueología y es... sencillamente fascinante.1 El ejercicio profesional de la arqueología en México está regulado y normado por la legislación federal en materia de monumentos y zonas arqueológicas (Ley Federal de Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos; Ley del 72); corresponde al Instituto Nacional de Antropología e Historia (inah) la formación profesional, en los más altos niveles, de los arqueólogos en nuestro país, sin menoscabo de las carreras y posgrados en arqueología, ciertamente escasos, que existen en el sistema educativo nacional incluidas naturalmente las universidades. La arquitectura es, por su parte, una disciplina que incorpora una significativa cantidad de fuentes de conocimiento y ejercicio que van desde las elementales técnicas de la edificación hasta las más complejas formas de abstracción teórica, psicológica y filosófica sobre el hábitat de los seres humanos; su núcleo esencial es la creatividad contenida en los procesos de diseño arquitectónico, planificación y edificación. Las obras arquitectónicas, producto del trabajo profesional de los arquitectos, son proporcionalmente 347 1 Zahi Hawass, 2007, en: http:// www.egiptologia.com/noticias/1ultimas-noticias-sobre-egipto/1218-elindiana-jones-moderno-entrevista-azahi-hawass.html 2 3 Zaha Hadid, 2007 en: http://www. designboom.com/eng/interview/ hadid.html Alejandro Villalobos, 2000, “Las tareas ancestrales de los arquitectos”, en aavv, Las humanidades y las artes ¿Crisis o revolución? Primer Encuentro 4 5 348 Universitario de las Humanidades y las Artes, Consejo Académico del Área de las Humanidades y las Artes, México, unam, 2007, pp. 388-389. A. Villalobos, Tigre triste, tesis de maestría en arquitectura, México, depfa-unam, 1987, 214 pp. http://www.buildingconservation.com más cotidianas para la sociedad en general, en tanto que constituyen nuestro contexto edificado inmediato, a diferencia de los trabajos de los arqueólogos, los cuales se ciñen al territorio de la eventualidad, de lo inusual e incluso de lo extraordinario. Respecto del proceso de diseño, debemos reconocer su cambiante conformación a lo largo del tiempo; las sociedades cambian y consecuentemente sus expectativas de habitabilidad, sus demandas y necesidades concretas, por ello el ejercicio de los arquitectos se ha visto sometido a diversas transformaciones históricas: “Hay momentos muy similares en el trabajo inicial donde la atención se centra en el dibujo, la abstracción y fragmentación. Luego es dirigido hacia el desarrollo de las ideas, más tarde se convierte en lo que debe ser la arquitectura: una más fluida organización. No ha habido tanto ‘un cambio’ sino ‘un desarrollo’ a través de los años.”2 Arqueología y arquitectura son disciplinas cuya armoniosa relación se debe a la afinidad de sus núcleos esenciales y procesuales: mientras un arqueólogo es un sistemático generador de información con fundamento en la historia material de las culturas extintas, el arquitecto es un asiduo productor de satisfactores materiales a las necesidades de escala espacial y colectiva de la sociedad. La obsesión por el registro, la datación y la asociación contrastada con las condiciones del contexto cultural extinto, así como la interpretación de información, son irrenunciables labores de la arqueología contemporánea. Desafiar la gravedad, derrotar al tiempo. Capturar el espacio, convertir lo propio en ajeno y materializar sueños, son recurrentes y ancestrales tareas que hemos identificado como sustanciales en la labor del arquitecto.3 Debo confesar que hace algunas décadas, en el debate de los seminarios de investigación en nuestros espacios académicos próximos, no existían condiciones favorables siquiera para intentar sobreponer las órbitas marginales discursivas o funcionales entre la arqueología y la arquitectura; ello tenía el alto riesgo de confrontar las condiciones dominantes de nuestro círculo académico inmediato. En aquellos tiempos distanciamos cualquier intento de diálogo entre ambas disciplinas y reconocimos una prudente aproximación sucesiva, lo que nos llevó en un primer acercamiento a proponer la conservación del patrimonio monumental arqueológico e histórico como un terreno común entre ambas;4 esta propuesta ha sido sumamente fértil y oportuna en tanto que ha contribuido a la formación no solamente de profesionales con sólida metodología, sino que ha extendido sus ámbitos de actuación a la arquitectura contemporánea en otros países.5 Llama poderosamente la atención que estos intentos estuvieran ocurriendo igualmente en otras latitudes; los notables esfuerzos de la Universidad de York en Inglaterra (1996), la Universidad de Santiago de Compostela (2002) y la de Murcia (2004) en España; los trabajos de Amerlinck y Egenter (2001) respecto de una antropología de la arquitectura (Architectural Anthropology), han sentado las bases no solamente del debate en la relación de la arquitectura con las disciplinas antropológicas, sino que han conferido a la arqueología y la etnoarqueología el más amplio rango de contribución en la construcción de terrenos comunes multi e interdisciplinarios, donde las condiciones contextuales o del espacio construido en la investigación de la conducta (colectiva) tienen una puntual consideración. Colección Textos FA o Teoría e Historia de la Arquitectura Archaeology and Ethnoarchaeology can greatly expand the time-span available for studies of ebr (Environmental Behavior Research) and, by identifying the range of environmental responses, can help to identify and trace patterns, including constancy versus change, the effects of ecology and technology and so on.6 […] creating an Architectural Anthropology is unnecessary and may even be counterproductive. Rather anthropology should aim to become an integral and important part of Environmental Behavior Studies and contribute, together with all the other relevant disciplines, to the development of an explanatory theory of Environmental Behavior Research.7 Quizá nuestro escepticismo por la relación antropología-arquitectura no sea de la escala que propone Rapoport en el conjunto de sus primeros señalamientos. Con el objeto de aventurar nuestras consideraciones más allá de su percepción eminentemente etnoarqueológica, habremos de infiltrar el contexto de los hechos comunes y materia de estudio de estas disciplinas, para insistir en la pertinencia del estudio de las materias esenciales de la arqueología y la arquitectura. El discurso de equiparación entre ambas disciplinas (arqueología y arquitectura), ha sido expuesto y discutido hace poco menos de veinte años8 arribando a la propuesta de postulados que sostienen, bajo determinadas circunstancias, que el objeto arquitectónico es objeto arqueológico. Este principio se sustenta en un recorrido de analogías entre los materiales, técnicas y resultados que empíricamente ha utilizado la arqueología como materias de trabajo específico, con aquellas que conducen a la conformación del espacio habitable y contenido por edificios o conjuntos arquitectónicos, considerados éstos en su condición de satisfactores a necesidades de escala colectiva; en las menos palabras posibles: cualquier componente arquitectónico (pavimento, banqueta, muro, cubierta, etc.), un edificio o su conjunto, una ciudad o su infraestructura, son objetos producidos por la expresa inversión de trabajo colectivo (voluntario o no) y por tanto materia de estudio de las disciplinas antropológicas especialmente por la arqueología, sobre todo al tratarse de civilizaciones extintas. Consideraciones recientes proponen: La observación preliminar de los objetos arquitectónicos en su condición de objetos contenidos por el entorno arqueológico, permite al investigador el reconocimiento de sus rasgos peculiares y más significativos, contribuyendo así a una objetiva aproximación [sobre] las características particulares del grupo humano que lo produjo. En esto nada hay de novedad, los grandes emplazamientos monumentales de las civilizaciones extintas han conmovido a los viajeros, exploradores e historiadores desde los más remotos orígenes de la civilización occidental.9 Tanto la arquitectura como la arqueología, en su condición de disciplinas sometidas a procesos de diseño o métodos específicos de investigación, se aproximan a sus respectivos objetos de trabajo o estudio con referencia a sus plataformas teóricas y metodológicas: si bien los arqueólogos estudian por lo general artefactos y materiales del contexto, sitio o yacimiento, se enfrentan a trabajar en 6 7 8 9 Amos Rapoport, “Architectural Anthropology or Environment Behavior Studies?”, en Amerlinck, Mari-Jose (ed.), Architectural Anthropology, eua, Bergin & Garvey, 2001, p. 36. Ibidem, p. 37. A. Villalobos, 1992, Urbanismo y arquitectura mesoamericana, tesis doctoral, México, depfa-unam, 444 pp. Arianna Campiani y Alejandro Villalobos, “La prospección como primera aproximación a los materiales prehispánicos no excavados” (en prensa). Ponencia al iv Coloquio del Cuerpo Académico de la Facultad de Arquitectura/ México, Universidad Autónoma de Yucatán, 2009, 10 pp. Elementos para una arqueología de la arquitectura en el México antiguo 349 Esquema de análisis realizado por Alejandro Villalobos asentamientos o emplazamientos con presencia de infraestructura y arquitectura, donde éstas, además de ser las primeras evidencias tangibles que se perciben, quedan, en el mejor de los casos, como objeto de preservación. Sin embargo, si a los arqueólogos falta la preparación necesaria para enfrentar problemas de conservación, a los arquitectos falta, en general, una formación profesional capaz de relacionarse con una problemática de investigación de campo; en términos formativos, a cada disciplina algo le falta de la otra. Por esto hemos de subrayar la importancia del trabajo interdisciplinario entre arqueología y disciplinas afines, donde las diferentes competencias comparten una vocación de servicio frente a la demanda del desarrollo de la investigación, de la sustancial generación de conocimiento y sobre todo porque ambas privilegian por su afinidad, el conjunto de aportaciones propias de cada ámbito disciplinario. Los instrumentos de análisis y aproximación concreta que proporcionan las disciplinas urbana y arquitectónica, constituyen un valioso instrumento en el estudio y preservación de un sitio arqueológico. Los restos del patrimonio edificado representan la evidencia material de una sociedad extinta, éstos conforman primordialmente el contexto y escenario de los hechos materiales donde, en ocasiones, no es posible conducir excavaciones arqueológicas intensivas o extensivas en plazos cortos; así, en una primera escala de interacción de ambas disciplinas, la prospección urbana y arquitectónica permite identificar con precisión los rasgos peculiares de los vestigios y evidencias concretas de escala colectiva y plantear, en primera instancia, los lineamientos para su exploración arqueológica y, consecuentemente, su conservación arquitectónica. Arqueología y arquitectura son dos universos profesionales que bien pueden, sin demérito de sus núcleos disciplinarios duros, concurrir en la diversificación y fortalecimiento necesarios para el resguardo de los bienes patrimoniales y su garantía de permanencia; son disciplinas que dimensionan su quehacer en la provisión de elementos objetivos que sustentan una sólida y significativa fracción de nuestra conciencia de identidad. Nada nuevo bajo el sol: “[…] la forma general de las distribuciones típicas alrededor de patios cuadrados, los basamentos piramidales, escalonados y 350 Colección Textos FA o Teoría e Historia de la Arquitectura decorados con tableros y taludes, la forma y colocación de las grandes escaleras, son comunes a todas las construcciones mayas, toltecas y totonacas, siendo por el contrario sus detalles fruto de desarrollos separados que produjeron resultados completamente distintos.”10 En las últimas décadas, la arqueología de nuestra latitud ha dirigido prioritariamente su atención a los objetos concretos de las civilizaciones extintas, formando grandes colecciones de bienes muebles que llenan museos y enormes yacimientos de bienes inmuebles que ocupan los territorios de las naciones; su componente antropológico y filosófico ha entablado debates cerrados en la conformación de nuevas teorías, paradigmas y postulados que pretenden explicar las relaciones entre los grupos humanos extintos y sus procesos de construcción del pensamiento cotidiano y significativo. Muchas posiciones teóricas van y vienen en la preocupación del arqueólogo contemporáneo por lograr sus objetivos; para los arquitectos la explicación teórica se centra en los procesos de diseño y la explicación fenomenológica del hecho arquitectónico, con su secuela de conciencia social, teniendo naturalmente al hábitat en el centro del debate. En la esfera de la investigación aplicada o en la interpretación de los hechos, ambos profesionales dirigimos nuestra atención a la construcción de conocimiento con especial énfasis en los procesos por los cuales un determinado hecho de escala colectiva se muestra ante nuestros ojos: por qué este hecho es de determinada manera y no de otra. En ocasiones resulta complejo el diálogo transaccional entre ambos profesionales cuando la “transferencia de pareceres”11 no se centra, por lo general, en la búsqueda de territorios comunes que contribuyan al avance en el conocimiento de cada campo, o bien en la conformación de nuevos campos con nuevas y mejores posibilidades de objetividad en la construcción de conocimiento; no obstante, como hemos señalado líneas arriba, es innegable la creciente afinidad entre ambas disciplinas. En este orden de cosas, el territorio común de la arqueología y la arquitectura se centra en las evidencias materiales de escala colectiva contenidas por la geografía de nuestro país: el paisaje cultural, la infraestructura urbana, el urbanismo y arquitectura de la Mesoamérica prehispánica, también conocida como México antiguo. Los procesos sociales por los que los ancestrales grupos humanos generaron los mecanismos de apropiación y transformación del territorio físico y su conversión a espacios culturales sede de la continuidad generacional de la sociedad prehispánica constituyen, sin lugar a dudas, uno de los más fascinantes polos de atención de ambas disciplinas. Los procesos sociales por los que un determinado grupo humano se convertirá en el poseedor de una sólida tradición cuya resonancia perdure más allá de su tiempo histórico, no ha sido una materia usualmente explorada por las recientes investigaciones. En los siguientes párrafos intentaremos exponer algunas consideraciones en torno del proceso por el cual cierta agrupación cultural puede llegar a edificar colosales estructuras para memoria de sus sucesores directos e indirectos. Concluyamos... 10 11 Hacer arqueología de la arquitectura es plantearnos la posibilidad de explorar la recóndita curiosidad de nuestros estudiantes, privilegiar la naturaleza que Ignacio Marquina, Estudio arquitectónico comparativo de los monumentos arqueológicos de México, México, Secretaría de Agricultura y Fomento, 1928, p. 11. Hans Gadamer, Philosophical Hermeneutics, Berkeley, California, University of California Press, 1977, p. 45. Elementos para una arqueología de la arquitectura en el México antiguo 351 12 352 A. Villalobos, “Arqueología de la arquitectura”, Curso selectivo del Posgrado en Arqueología de la Escuela Nacional de Antropología e Historia del inah, 2009. busca saber algo más respecto de los orígenes concretos de la experiencia arquitectónica, tridimensional y del cometido social de ésta. Es un intento por remontar la dogmática de sus clases de taller donde los mecanismos de pervivencia del gastado discurso del “deber ser” lo atestiguamos lastimosamente en la conducta de las artificialmente envejecidas “nuevas” generaciones de docentes. Investigar la arquitectura desde las plataformas teóricas de la arqueología, aplicar sus métodos y técnicas con el objeto de recuperar la experiencia arquitectónica y urbana de las civilizaciones extintas, no solamente estimula la natural curiosidad de nuestros estudiantes de educación superior, sino que les enfrenta con el vasto universo de los polos intencionales por los cuales esa arquitectura existe. Atendiendo con sentido amplio una de las puntuales obsesiones de la arqueología y referida a la datación o fechamiento, hemos considerado oportuno generar una primera aproximación entre ambas disciplinas a través de la configuración de una gráfica o cronograma con el objeto de hacer explícita una serie de consideraciones en torno de los procesos de producción que involucran espacios comunitarios. La gráfica ha sido transcrita directamente del pizarrón de clase.12 Diversas convenciones debemos aplicar en la explicación y graficación de un determinado proceso de producción de espacios habitables o útiles. En principio, al tratarse de un proceso, hemos de referirnos a sus componentes dimensionales de tiempo y espacio; en una escala consecutiva, el gradiente de complejidad sustituye, en el gráfico coordenado cartesiano, al espacio físico en tanto que el sitio permanecerá inamovible una vez que éste ha sido seleccionado como lugar de la futura edificación, es decir el punto exacto donde una determinada comunidad invertirá energía y materia. La componente horizontal (abscisas) alude al tiempo histórico, al continuo de sucesión de días, semanas, meses y años que convencionalmente nos refiere a los eventos, ocurrencias y recurrencias de determinadas actividades inscritas en el proceso de producción arquitectónica (ppa). Existen asentamientos contemporáneos sobrepuestos a aquéllos de la época prehispánica; el caso más conmovedor es sin lugar a dudas el de la Ciudad de México. Resultado de un prodigio, la deidad ancestral señala el punto exacto donde habrá de ser construido su templo y en torno de él, la gran ciudad que será orgullo de su pueblo hasta el fin de los tiempos. Una idea o conjunto de ideas que no obstante el alto nivel de seducción y complacencia que nos provee, no puede menos que tratarse de una leyenda inventada por quienes no presenciaron los procesos sociales de selección del sitio. La posición, en la línea del tiempo, de semejante suceso (haber presenciado al águila que sobre un nopal devora una serpiente), puede efectivamente proceder del origen de los tiempos de la ciudad o bien tratarse del argumento socialmente aceptado de la incontrovertible voluntad de la deidad –por voz de sus interlocutores– como inobjetable mandato para asentarse en el único lugar posible en una cuenca lacustre previa y beligerantemente ocupada por otros grupos humanos; cualquiera que haya sido la idea original que condujo a la fundación de la Ciudad de México-Tenochtitlan, debemos reconocer la existencia de un conjunto de actos deliberados cuya argumentación fue históricamente exitosa; Colección Textos FA o Teoría e Historia de la Arquitectura nunca por virtud de la decisión misma, sino por la inquebrantable voluntad de las generaciones de habitantes del islote de invertir su trabajo en la labor de someter al medio a través de la recuperación de una experiencia ancestral aplicada en la configuración de complejos sistemas de chinampas, que lo mismo sostuvieron una eficiente red de comunicaciones acuáticas como territorios segmentados de escala uni y multifamiliar con unidades productivas que incluyen la agricultura intensiva y de gran variedad de especies. Existen, por otra parte, sitios arqueológicos que no fueron sometidos a la sobreposición de otros ocupantes durante la época virreinal. La selección del sitio es el "punto cero coma cero" de nuestra gráfica. Este punto inicial es el resultado de argumentaciones y convocatorias colectivas que probarán su éxito o fracaso en la medida de la longevidad del asentamiento que se trate; de hecho, elegir un determinado punto del territorio para la fundación de un asentamiento, debió incorporar numerosas acciones indagatorias donde el entorno mismo debió igualmente desempeñar un papel de primordial importancia. Si el asentamiento es la sede de la continuidad generacional, multiplicación y supervivencia del grupo, entonces su proximidad a las fuentes de recursos vitales no requirió de mayor argumentación; la cátedra de los enclaves y posiciones exactas de gran cantidad de núcleos urbanos mesoamericanos involucran no solamente al contexto físico de los hechos o entorno envolvente inmediato, sino que sus componentes arquitectónicos más significativos dialogan con eventos celestes en una armoniosa correlación de fenómenos contenidos por el firmamento. La selección del sitio puede equipararse a un acto colectivo de apropiación, una plural e incluyente adjudicación voluntaria que detona el proceso de transformación del suelo natural en suelo de la comunidad, el acto inaugural del proceso de conversión de determinada superficie original en suelo útil y espacio comunitario. El principio de confiabilidad como recurso del diseño urbano y arquitectónico, nos sugiere la existencia y utilización de conocimientos ancestrales y tradicionales como ejes en la toma de decisiones dentro del sinnúmero de posibilidades que orientan al acto de selección del sitio. Baste por el momento señalar que este conocimiento es privativo de un determinado sector de la sociedad. El denominado “gradiente de complejidad” que sustituye al espacio geográfico, en el componente de las ordenadas o eje de las “Y”, se refiere a la progresiva incorporación de acciones que la sociedad emprende en aras de instrumentar ese proceso de apropiación del espacio, su materia y la transformación de éstos en objeto útil; aquí, el esfuerzo humano como elemental aportación de energía puede ir desde una relación de trabajo directa entre los individuos organizados y el medio, hasta complejas formas de organización social donde los instrumentos de labor revelan un determinado estado de conocimiento tecnológico aplicado al propósito original de modificar las condiciones del territorio como objeto de ese trabajo colectivo que conduce a la conformación de una elemental infraestructura, es decir la configuración de un sistema de modificación territorial cuyo propósito es el sostenimiento físico del futuro asentamiento. Al resultado de este trabajo invertido lo denominamos emplazamiento y los nombres de sus constructores yacen en el espacio por ellos capturado. Habrá ocasión de completar nuestra discusión que, por virtud del espacio previsto para esta colección, ha quedado tan sólo en la primera parte. Elementos para una arqueología de la arquitectura en el México antiguo 353 Es licenciado en Arquitectura por la unam. Posee una amplia experiencia en el desarrollo de proyectos arquitectónicos individuales y colectivos. Colaboró 23 años en el Taller Max Cetto de la Facultad de Arquitectura de la misma institución. Actualmente trabaja para la Autoridad del Espacio Público, de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi) del gobierno de la Ciudad de México. parte del jurado para el Premio Nacional de Ciencias y Artes nominado por la anuies. Xavier Cortés Rocha [email protected] Arquitecto, maestro y doctor por la unam. Ha sido profesor por más de cuatro décadas en la Facultad de Arquitectura de la misma institución, donde dirige tesis de maestría y doctorado. Su práctica profesional abarca temas de arquitectura, planeación urbana y conservación patrimonial. Director general de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural del Conaculta, y director −por dos periodos− de la Facultad de Arquitectura de la unam, así como secretario general de la misma casa de estudios. Ha presidido la Academia Nacional de Arquitectura. Carlos González y Lobo [email protected] CAPÍTULO 5. LA RESTAURACIÓN DE LA ARQUITECTURA EN EL SIGLO xx Alejandro Villalobos Pérez [email protected] Arquitecto, maestro y doctor en Arquitectura por la unam. Doctorado Honoris Causa en Bellas Artes, en Rhode Island School of Design (1995). Su experiencia profesional ha combinado la obra propia de búsqueda espacial y figurativa, con una vocación definida hacia el apoyo a los sectores más pobres de la comunidad, especializándose en vivienda popular, mediante el apoyo solidario a los grupos pro-vivienda tanto en la ciudad como en las zonas rurales. Ha realizado su trabajo profesional dentro del Grupo de Apoyo Técnico Solidario −Espacio Máximo y Costo Mínimo− del que es coordinador general desde 1982, en forma paralela a su trabajo con grupos universitarios de la Facultad de Arquitectura de la unam en los Talleres de Arquitectura Popular de Extensión Universitaria, desde 1968. Autor de numerosos libros y artículos especializados en vivienda y tecnología e historia de la arquitectura, entre los que destaca “Vivienda y ciudad posibles” como parte de la colección Tecnologías para la vivienda de interés social (Escala, Colombia, 1998); coautor, con Eladio Dieste, de Architettura, Partecipazione Sociale e Tecnologie Appropriate (Jaca Book, Italia, 1996). Miembro de número de la Academia Nacional de Arquitectura de México (cam); de la Comisión Nacional de Monumentos Artísticos del inba; de la Sociedad Mexicana de Planificación; de la Asociación Arquitectura Vernácula y Patrimonio, a.c; del icomos México; pertenece desde 1987 al “Seminario de Arquitectura Latinoamericana” (sal) y forma Arqueólogo por la Escuela Nacional de Antropología e Historia (enah); arquitecto, maestro en Restauración de Monumentos y doctor en Arquitectura por la unam, títulos y grados obtenidos con mención honorífica. Arquitecto perito federal del Instituto Nacional de Antropología e Historia (inah) e investigador titular de carrera de la Facultad de Arquitectura de la unam. Miembro del sni del Conacyt desde 1993. Ha obtenido varios reconocimientos como el premio del Instituto Eduardo Torroja de Madrid en 1988, la distinción Universidad Nacional en Arquitectura y Diseño en 1996, y medalla al Mérito Universitario en 2008. Ha sido docente nacional e internacional de educación superior desde 1982 y en posgrado desde 1989. Cuenta con dos especializaciones y una estancia posdoctoral en el iccrom de la Unesco. Sus líneas de investigación son arquitectura antigua de América y conservación del patrimonio arqueológico. 397 Teoría e historia de la Arquitectura. Pensar, hacer y conservar la arquitectura, tomo III de la colección Textos FA, editado por La Coordinación Editorial de la Facultad de Arquitectura de la unam se terminó de imprimir el 21 de diciembre de 2012 en Estampa Artes Gráficas S. A. de C. V. (Privada de Dr. Márquez No. 53 Col. Doctores, México, D. F. 06720), en offset, papel couché de 100 g. Se utilizó la tipografía Óptima de 9.6/12, Frutiger de 7.5/12, Avenir de 10/13. La diagramación fue con base en el método de 3, 4, 5 y 6 proporciones. La corrección de estilo fue realizada por Adriana López López, el cuidado de la edición estuvo a cargo de Leonardo Solórzano Sánchez. El diseño editorial de la colección fue elaborado Erandi Casanueva Gachuz y Amaranta Aguilar Escalona. El tiraje fue de 650 ejemplares. Debido a la diversidad de disciplinas a las que pertenecen los autores, se intentó unificar el aparato metodológico ubicándolo en notas a pie de página, excepto aquellos artículos cuya bibliografía fue citada al final del texto.