Segunda Revolución Tecnológica

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ÍNDICE.
1. Introducción.
a. El cambio estructural.
b. El cambio tecnológico y energético.
c. El cambio en la organización de la producción.
d. La evolución de la historiografía.
2. Las sociedades preindustriales.
3. La revolución industrial en Gran Bretaña.
a. Las ventajas de Europa para la industrialización.
b. ¿Por qué primero Gran Bretaña?
c. Los sectores líderes de la Revolución Industrial: el textil
algodonero.
d. Los sectores líderes de la Revolución Industrial: la siderurgia.
e. Las consecuencias sociales de la industrialización.
4. La difusión de la industrialización.
a. Bélgica: el alumno aventajado de Gran Bretaña.
b. Francia: un modelo peculiar de industrialización.
c. Alemania: el predominio de la industria pesada.
d. EEUU: la gran empresa.
e. Japón: la industrialización nacionalista.
5. la segunda Revolución Tecnológica.
a. Las innovaciones en la energía.
b. Los nuevos materiales.
c. La concentración de capital y los cambios en la organización del
trabajo y la gestión de la empresa.
1. INTRODUCCIÓN.
La sociedad contemporánea es en gran medida el resultado de la Revolución
Industrial. Entendemos por “revolución industrial” el conjunto de
transformaciones que permitieron a las economías preindustriales –
caracterizadas por bajas tasas de productividad y crecimiento lento e
inestable- convertirse en economías modernas, con tasas de productividad
mucho más elevadas y niveles de crecimiento sostenidos e intensos. Esto
supuso una gran transformación en la vida de los hombres.
El término “revolución” hace referencia a lo profundo de los cambios que se
produjeron. No fue, sin embargo, un proceso rápido, sino de carácter
gradual. Muchos historiadores han situado a la Revolución Industrial
inglesa entre 1780 y 1830 y otros remontan sus comienzos hasta mediados
del siglo XVIII e, incluso, hasta mediados del siglo XVII. Tampoco fue un
proceso que se limitase al sector industrial. La industria, especialmente
algunas de sus ramas, actuó como motor de las transformaciones, pero éstas
afectaron al conjunto de la economía y la sociedad. Aunque el crecimiento
per cápita fue muy lento inicialmente, se puso en marcha un círculo virtuoso
que pronto proporcionaría un importante crecimiento económico sostenido y
que situaría a la economía muy por delante de la del resto del mundo.
1.1.
El cambio estructural:
Dondequiera que penetrase la Revolución Industrial, introducía en la
estructura toda de la sociedad un conjunto general de cambios que hacían
que la industria fuese el sector productivo predominante en vez de la
agricultura. Es muy probable que en 1700 la proporción de la población
mundial activa que se dedicaba a la agricultura fuese superior al 80%. En
1850 era alrededor del 60% y siguió disminuyendo rápidamente.
1.2. El cambio tecnológico y energético:
El cambio tecnológico fue un componente esencial del proceso de
industrialización. Los registros de patentes muestran que las innovaciones
afectaron al conjunto de la actividad económica, pero hubo algunos sectores
donde la transformación resultó especialmente importante. Uno de los
campos donde el proceso tecnológico tuvo una mayor repercusión fue el de la
energía. Si la revolución agrícola fue el proceso en virtud del cual el hombre
llegó a controlar e incrementar la gama de convertidores biológicos (plantas
y animales), podemos considerar que la revolución industrial es el proceso
que permitió la explotación a gran escala de nuevas fuentes de energía por
medio de convertidores inanimados.
Todo empezó con el vapor. En la segunda mitad del siglo XVIII James Watt
perfeccionó descubrimientos anteriores y construyó una máquina de vapor
cuyas características técnicas y económicas contribuyeron a su amplia
adopción. Comenzó sus experimentos alrededor de 1765. La utilización
comercial comenzó después de 1785 y en mayor medida después de 1820.
Las máquinas de vapor se utilizaron en las actividades metalúrgicas y
textiles, así como en las minas de carbón y en el transporte por superficie. El
carbón pasó a ser un elemento estratégico en la aparición y difusión de la
civilización industrial.
Con la máquina de vapor la humanidad cambiaba integralmente la manera
de explotar la tierra: de la explotación sólo de la corteza terrestre para
atender las finalidades más indispensables de la vida humana, se pasaba
también a la explotación de los recursos del subsuelo –primero el carbón,
después el petróleo, el gas- para muchas de las finalidades. El paso de la
explotación preponderante del suelo al uso intensivo del subsuelo se tradujo
en un incremento de la productividad hasta entonces nunca visto. Ante todo,
las reservas del subsuelo constituían un stock de grandes proporciones y no
unos flujos limitados por la extensión de la tierra y el proceso de las
estaciones. Además, con una fuente de energía tan abundante existía un
notable incentivo para potenciar las máquinas cada vez más.
1.3.El cambio en la organización de la producción.
La industrialización en Europa estuvo precedida por un siglo o más de
marcada expansión de las industrias domésticas rurales concentradas
regionalmente, que abastecían mercados distantes: tejidos de algodón, lana
y lino, calcetería, encajes, diversos utensilios de metal y muchos otros bienes
llegaron a ser producidos en masa de esta forma. Con frecuencia los
artesanos llevaban pequeños negocios, junto a las tareas agrícolas,
utilizando el trabajo familiar, comprando sus propias materias primas y
realizando un producto acabado o semielaborado para la venta. Más
comúnmente, los comerciantes distribuían las materias primas a los
trabajadores domésticos, que a menudo trabajaban en un solo proceso, como
el hilado o el tejido. En este caso, el putting-out-system, el comerciante
controlaba el acceso a las materias primas y a los mercados y se beneficiaba
de costes generales bajos. Este proceso de proto-industrialización fue
determinante para impulsar a determinadas regiones hacia la
industrialización. Se argumentaba que la acumulación de capital y
conocimiento técnico de la manufactura, oferta de trabajo, conocimiento de
los mercados, infraestructuras locales e instituciones durante la protoindustrialización preparó el terreno para las regiones manufactureras
especializadas de la posterior economía industrializada.
Progresivamente la industria fue estableciéndose en nuevas unidades de
producción, distintas a los talleres artesanales tanto rurales como urbanos:
las fábricas. Se trataba de lugares donde se concentraban los trabajadores y
los bienes de equipo, donde los empresarios controlaban el trabajo de los
obreros asalariados y se empleaba maquinaria movida mecánicamente. No
obstante, el trabajo a domicilio continuó siendo muy importante en la
segunda mitad del siglo XIX e incluso posteriormente.
1.4.La evolución de la historiografía.
Se puede dividir en cuatro fases la literatura sobre la historia escrita
durante los cien años transcurridos desde que las “Lectures on the
Industrial Revolution” de Toynbee iniciaron realmente la discusión moderna
del tema. La primera comprende el período hasta los años veinte, cuando los
intereses contemporáneos por la investigación social y la pobreza influyeron
en la interpretación más aceptada de la Revolución Industrial, que hacía
hincapié en sus lamentables consecuencias humanas. En cambio, la segunda
generación de historiadores económicos que escribían desde mediados de los
años veinte hasta principios de los años cincuenta, reflejaban las
preocupaciones de su época en torno a la guerra y a las fluctuaciones
económicas, subrayando la naturaleza cíclica del proceso de
industrialización. A sus sucesores, que escribieron desde mediados de los
años cincuenta hasta principios de los años setenta, les influyó el alza de la
economía del desarrollo y el florecimiento en la posguerra del capitalismo
occidental, y así se rescribió una vez más la Revolución Industrial,
considerándola esta vez como el primer caso de crecimiento económico.
Finalmente, desde 1974, al hacerse el crecimiento económico menos
atractivo y menos alcanzable, se le ha dado a la revolución industrial una
nueva identidad, esta vez como algo menos espectacular y más evolutivo de
lo que anteriormente se suponía.
2. LAS SOCIEDADES PREINDUSTRIALES.
Las economías preindustriales eran, por definición, eminentemente rurales
y agrarias (entre el 80 y el 90% de la población se dedicaba a estas
actividades). Predominaban los métodos de producción extensivos como
consecuencia del estancamiento tecnológico, lo que se traducía en
rendimientos muy bajos por superficie y bajos niveles de productividad. El
crecimiento apoyado en la extensión de la superficie cultivada acababa
provocando la aparición de rendimientos decrecientes, dando lugar a crisis
agrícolas y demográficas.
La clave del débil crecimiento de las sociedades preindustriales se halla en
los bajos niveles de productividad, esto es, en la reducida cantidad de bienes
y servicios producidos por cada trabajador. El reducido desarrollo
tecnológico hacía que el aumento de la demanda, vinculada al crecimiento de
la población, sólo pudiese ser satisfecho mediante un crecimiento extensivo,
es decir, empleando más factores productivos (tierra y trabajo). Esta
situación acababa provocando un desequilibrio entre población y recursos
agrícolas, dando lugar a crisis agrarias y, por consiguiente, a crisis
demográficas, caracterizadas por un fuerte aumento de la mortalidad. A
largo plazo, predominaba la tendencia al crecimiento débil e, incluso, al
estancamiento.
El marco institucional del Antiguo Régimen creaba trabas al crecimiento
económico porque impedía la plena movilidad de la tierra, del trabajo, del
capital y de las mercancías. El derecho de vincular las tierras, por ejemplo,
dejaba fuera del mercado las de la Iglesia, buena parte de las de la nobleza y
las de los municipios. También la existencia de la servidumbre de la gleba
en algunas zonas de Europa imposibilitaba que los campesinos pudieran
abandonar sus predios. Los gremios impedían la libre instalación de
industrias y el cambio tecnológico. Algunos países tenían aduanas interiores
y el mercantilismo obstruía el comercio internacional. Estos obstáculos
desaparecieron tras las revoluciones burguesas.
Tasa de crecimiento del PIB per cápita (0-1998).
Zonas del mundo
0-1000 1000-1820 1820-1998
Europa occidental
- 0’01
0’14
1’51
Países inmigración europea 0’00
0’13
1’75
Japón
0’01
0’06
1’93
Latinoamérica
0’01
0’06
1’22
Europa del este y ex URSS 0’00
0’06
1’06
Asia (sin Japón)
0’00
0’03
0’92
África
0’00
0’00
0’67
Mundo
0’00
0’05
1’21
Con escasísimas excepciones, la actividad industrial estuvo regulada por
una institución, el gremio, que presentaba unas características muy
similares en todos los países: era una asociación de artesanos que recibía de
la autoridad política correspondiente el privilegio (monopolio) de practicar
su oficio en una ciudad o región determinada. En cada sector industrial, los
gremios controlaban la cantidad y la calidad de la producción y sus precios,
regulaban la entrada al oficio, organizaban el adiestramiento de los
aprendices, mantenían los niveles de competencia y calidad en la
fabricación, garantizaban la integridad de sus miembros y les daban una
cierta asistencia social. Los gremios tenían una estructura vertical: sus
miembros de pleno derecho eran los maestros, cada uno de los cuales tenía
un número variable, aunque reducido, de oficiales y aprendices. En Europa,
comenzaron a surgir a partir del siglo XI, y a mediados del siglo XII, ya
disfrutaban del monopolio de la producción manufacturera en el continente.
El escaso desarrollo de las manufacturas en las sociedades preindustriales
venía determinado tanto por los factores de oferta como de demanda. Por el
lado de la oferta, las organizaciones gremiales impedían la competencia
entre los artesanos y frenaban la introducción de innovaciones tecnológicas,
lo que se traducía en bajos niveles de productividad en el sector. Por lo que
respecta a la demanda, ésta era muy reducida debido a que las explotaciones
campesinas se basaban en el autoabastecimiento –elaboraban la mayor
parte de las manufacturas que necesitaban sin recurrir al mercado-, a esto
hay que sumar los bajos niveles de renta de la mayor parte de la población.
La demanda suntuaria de los estamentos privilegiados junto con la
generada por el transporte y el ejército no entrañaba un consumo elevado de
manufacturas.
3. LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL EN GRAN BRETAÑA.
3.1.
Las ventajas de Europa para la industrialización.
Los elementos explicativos de por qué la Revolución Industrial se produjo en
Europa que los estudiosos han considerado significativos han sido los
siguientes: el clima, la localización geográfica, los recursos naturales, la
visión filosófico-religiosa del mundo y la organización de la sociedad.
Los estudiosos en cuestión ya han mostrado que los tres primeros elementos
han desarrollado un papel de mera facilitación, pero no han sido suficientes
para determinar el dinamismo de una sociedad. Se ha observado, en efecto,
que las primeras civilizaciones dinámicas se localizaban en áreas de clima
benigno y con aguas que facilitasen el transporte, la irrigación y la vida en
común. Pero son muchas las áreas de este género que no se han
desarrollado.
El verdadero papel estratégico en la determinación del dinamismo de las
diversas sociedades lo han jugado las visiones filosófico-religiosas del mundo
y la organización de la sociedad que de ellas se desprende. En particular,
han sido tres los principios filosófico-religiosos en los que se han cimentado
las civilizaciones progresivas:
- La persona humana como valor sagrado e inviolable.
- La exaltación del espíritu como racionalidad.
- La superioridad del hombre sobre la naturaleza.
Entre las sociedades agrícolas particularmente dinámicas destacaron tres,
entre el siglo VII y el siglo XVI, como las más avanzadas: China, el imperio
árabe y precisamente Europa. Se trataba de sociedades con un sistema de
escritura, que compartían la confianza en la cultura y en la racionalidad del
hombre, y que sobre estas bases habían estado en condiciones de producir
importantes avances tecnológico-científicos, revelando, sin embargo, una
diferente capacidad de sostener el ritmo de desarrollo a lo largo del tiempo.
De la comparación de algunas características de estas tres sociedades, se
deduce que la Europa preindustrial se destaca como el área donde las
libertades individuales llegaron a alcanzar un mayor grado de tutela, en
primer lugar a través de la existencia de una pluralidad de instituciones
políticas (la fragmentación del poder, que nunca volvió a manos de un único
emperador) y, en segundo lugar, por medio de una pluralidad en el campo
cultural. Además, la libertad fue tutelada cada vez más por medio de una
justicia codificada y “objetiva” (basada en el habeas corpus, la carga de la
prueba) y una autoridad pública que estaba cada vez más en condiciones de
hacer respetar las leyes. Ahora bien, es precisamente la libertad de
pensamiento y de empresa la que se halla en la base de un proceso
económico autosostenido y de aquella multiplicidad de realidades
económicas que produce la competencia, o sea, el resorte potente de la
mejora en el uso de los recursos.
Puede concluirse, por tanto, que Europa supo desarrollar un ambiente
particularmente favorable a la innovación (tecnológica e institucional),
especialmente después del humanismo y el Renacimiento, porque existía
una mayor libertad y una mayor seguridad del derecho, que proporcionaba
bases más seguras al cálculo económico vinculado a la inversión, y
suministraba más apoyo a la iniciativa individual por parte de los poderes
públicos.
Europa se destaca también por la mayor propensión de las autoridades
públicas a asumir responsabilidades de producción de aquellos bienes y
servicios que no convenía que produjesen las instancias privadas (los
llamados bienes públicos), pero se iban perfilando como estrategias para el
desarrollo.
Comparación entre formas estatales de civilizaciones agrarias, con
referencia a algunos elementos estratégicos para el desarrollo económico:
Elementos
China (siglos
Imperio árabe
Europa (siglos XIestratégicos
VII-XV)
(siglos VIII-XIV)
XVIII)
Libertad
Absolutismo y
Tiranía y permiso. Fuerte autonomía de
Competencia burocracia. Bajo Status
las instituciones.
status de los
satisfactorio de los Elevado status de los
comerciantes.
comerciantes, pero comerciantes.
bajo nivel de
Extensas redes de
confianza en la
confianza.
sociedad.
Orden
Grande
Escaso, conjuras
Mejorando
palaciegas.
progresivamente con
el estado nacional.
Justicia
Arbitrio del
Arbitrio de los
Impersonal, basada
emperador.
potentados.
en códigos y habeas
corpus. Protección de
los derechos de
propiedad.
Bienes
Algunos
Pocos.
Cada vez más.
públicos
(muelles).
Imposición
Onerosa y a
Suave, pero a
No taxation without
menudo
menudo
representation.
imprevisible
imprevisible.
(confiscación).
3.2. ¿Por qué primero en Gran Bretaña?
Gran Bretaña fue el primer país en experimentar profundamente las
transformaciones de la industrialización y se convirtió en el modelo de
economía moderna que otros países tratarían de imitar. Su precoz desarrollo
le proporcionó una posición de predomino en el mercado internacional, que
la situó, durante el siglo XIX, como “taller del mundo”. La temprana
industrialización británica se apoyó en diversas características del país, que
se resumen en el siguiente esquema:
1) Las condiciones geográficas:
i. Abundancia de recursos minerales
adecuados
ii. Facilidad para el transporte.
2) El marco institucional:
i. Sistema político favorable a la
innovación y la inversión.
ii. Sistema legal y judicial más flexible.
3) Las características económicas:
i. La revolución demográfica.
ii. La revolución agrícola.
iii. La tradición comercial y
manufacturera.
Algunas de las condiciones de Gran Bretaña para la industrialización y la
ventaja económica alcanzada por este país a principios del siglo XIX se
reflejan bien en este fragmento del discurso que el primer ministro Sir
Robert Peel dirigió al parlamento en 1846:
“Examinad nuestra situación, considerad la ventaja que Dios y la naturaleza
nos ha dado, y el destino que se nos promete. Nos encontramos en los
confines de la Europa occidental, en el principal punto de unión entre el
viejo y el nuevo mundo. Los descubrimientos de la ciencia, los progresos de
la navegación, nos han colocado a menos de diez días de Nueva Cork. En
relación a nuestra población y a la superficie de nuestro país, tenemos una
extensión de costas superior a las de cualquier otra nación, lo cual nos
aseguran la hegemonía y la superioridad en el mar. El hierro y el carbón,
esos nervios de la producción, nos proporcionan en la gran competición de la
industria una ventaja sobre nuestros rivales. Nuestro capital sobrepasa en
mucho al que ellos disponen. Nuestro carácter nacional, las instituciones
libres que nos administran, nuestra libertad de pensamiento y de acción,
una prensa sin cortapisas que difunde todos los descubrimientos y todos los
avances de la ciencia, se combinan con nuestras ventajas naturales y físicas
para colocarnos a la cabeza de las naciones que se benefician del librecambio
de sus productos.”
1) Las condiciones geográficas:
a. Abundancia de recursos minerales adecuados:
La revolución industrial consistió, en buena medida, en solucionar el
problema de la insuficiencia de determinadas materias primas, que
estrangulaban el crecimiento económico en el siglo XVIII. Lo que se hizo que
sustituir materias primas de carácter orgánico (animales y vegetales) por
otras de origen mineral. Resultó especialmente importante el
desplazamiento de la madera y la fuerza muscular animal, como fuentes de
energía, por el agua y el carbón mineral. El proceso se vio facilitado en Gran
Bretaña por la abundancia de ambos recursos minerales.
b. Facilidad para el transporte.
La insularidad libró a Gran Bretaña de convertirse en campo de batalla de
las frecuentes guerras que asolaban Europa, a la vez que facilitó
extraordinariamente el transporte, ya que la mayor parte del territorio se
encuentra a escasa distancia de la costa y ésta cuenta con buenas
condiciones para la instalación de puertos. A ello hay que sumar lo suave del
relieve del país y la abundancia de ríos de caudal muy regular, que posibilitó
la construcción de carreteras y canales de navegación interior.
2) El marco institucional.
a. Sistema político favorable a la innovación y a la inversión.
Gran Bretaña experimentó desde finales de la Edad Media una serie de
transformaciones institucionales, culminadas en el siglo XVII, que pusieron
fin al sistema de relaciones feudales, limitaron el poder de la Corona,
acentuaron la influencia de los propietarios sobre el Estado, aseguraron la
plena protección jurídica de las nuevas formas de propiedad capitalista y
proporcionaron libertad y seguridad a la acumulación y la inversión de los
beneficios. También el Estado británico puso en práctica políticas que
favorecieron el crecimiento económico y el desarrollo de las nuevas
actividades, como el impulso a los comerciantes y la construcción naval del
país, mediante las Leyes de Navegación, o a la industria textil con la Calico
Act.
b. Sistema legal y judicial más flexible.
Desde el punto de vista del derecho, Gran Bretaña desarrolló de modo muy
original el llamado common law, que presentaba un elevado grado de
adaptación a los cambios que se producían en la sociedad, porque legislaba y
administraba la justicia sobre la base de los cambios verificados en las
costumbres, comprobados mediante el examen de casos, que se convertían
en modelos para las aplicaciones subsiguientes, más que sobre la base de la
conformidad a un cuerpo de leyes que sólo podían ser modificadas a
intervalos a menudo muy largos. Todo ello reforzó cada vez más la
protección de los intereses de los particulares contra los de otros
particulares, pero también contra la invasión del estado, y al mismo tiempo
impuso reglas para respetar el interés general.
3) las caracteríticas económicas.
a. La revolución demográfica.
La industrialización coincidió con un fuerte crecimiento demográfico en
Gran Bretaña, muy superior en términos relativos al del conjunto de Europa
(la población inglesa casi se triplicó entre 1750 y 1850) que amplió la mano
de obra disponible y la demanda de bienes. Este crecimiento fue posible por
el fin de las crisis de subsistencias desde principios del siglo XVIII, el
descenso de la tasa de mortalidad desde mediados de esa centuria y el
mantenimiento de una elevada tasa de natalidad hasta el último tercio del
siglo XIX. Rompiendo las previsiones de Malthus, el aumento de la
población fue compatible con el de la producción per cápita. La elevación de
la productividad en el sector agrario, junto con la importación de alimentos
de América y de las colonias, permitió que el crecimiento demográfico fuese
acompañado del retroceso de los activos primarios y el incremento de la
población urbana.
b. La revolución agrícola.
Dado que la agricultura es el sector económico absolutamente predominante
en las sociedades preindustriales, su transformación parece una condición
previa indispensable para la industrialización. La agricultura británica
había experimentado cambios decisivos desde finales de la Edad Media y
estas transformaciones, que afectaron tanto a las instituciones como a los
métodos de cultivo, se prolongaron en los siglos XVIII y XIX. La población
empleada en la agricultura descendió desde el 74% del total en 1500 hasta el
45% en 1750, y la productividad del trabajo en el sector se incrementó entre
ambas fechas en un 54%. Entre 1700 y 1850, la productividad total de los
factores en el sector agrario de Gran Bretaña aumentó un 50%. A principios
del siglo XIX la productividad del trabajo en la agricultura era un tercio más
elevada en Inglaterra que en Francia y cada campesino británico producía el
doble que un campesino ruso. Los principales cambios experimentados por
los campos británicos, que han sido considerados una verdadera revolución
agrícola, pueden sintetizarse en cuatro puntos:
- cerramiento de las propiedades
- difusión de nuevas técnicas, como la supresión del barbecho, la
selección de semillas y el mayor uso de fertilizantes.
- Mejoras en la ganadería
- La difusión de nueva maquinaria.
c. La tradición comercial y manufacturera.
Gran Bretaña contaba con una tradición comercial y manufacturera de
siglos, que proporcionó mano de obra especializada, capitales y empresarios
a la industrialización. Por otro lado, el imperio colonial y la fuerte posición
de los comerciantes británicos en el mercado mundial facilitaron la
disponibilidad de materias primas y la ampliación de los mercados. El
desarrollo mercantil contribuyó, además, a la consolidación de un sistema de
crédito y banca más avanzados que en el resto de Europa.
3.3.
Los sectores líderes de la revolución industrial: el
textil algodonero.
Fueron dos las industrias donde se registraron primero las radicales
transformaciones tecnológicas y organizativas que impulsarían el liderazgo
industrial y económico de Gran Bretaña: el textil algodonero y la siderurgia.
Vestirse es una de las necesidades más básicas del hombre. Como se partía
de niveles de renta muy bajos, el aumento de la demanda originado por el
crecimiento demográfico y la elevación de la renta disponible tuvo
inicialmente una gran repercusión sobre el consumo de productos textiles.
Gran Bretaña contaba desde hacía siglos con una importante manufactura
textil de carácter tradicional, que utilizaba la lana como principal materia
prima y recurría ampliamente al llamado “sistema doméstico”. Esta
producción se dirigía tanto al mercado interior como a la exportación. En el
siglo XVIII se introdujo el algodón como nueva fibra textil y se inició el
tránsito de la producción artesanal, realizada en los hogares, con máquinas
muy sencillas, al sistema fabril, que concentraba un gran número de telares
en instalaciones específicas, donde eran movidos por energía hidráulica o la
fuerza del vapor.
La mecanización se vio impulsada por sucesivas innovaciones técnicas. En
1733 John Kay patentó un telar con lanzadera volante que permitía duplicar
la capacidad de tejido de los artesanos ingleses. Ante la nueva demanda de
hilo la respuesta sería la máquina hiladora spinning jenny que multiplicaba
la capacidad de los hiladores, aunque aun utilizaba como energía la fuerza
humana de los trabajadores. Pero, probablemente, el salto a un sistema
industrial se dio con la invención de una máquina hiladora que utilizaba
como fuerza motriz el agua. Este invento exigía la concentración de
numerosas máquinas y obreros trabajando a jornada completa bajo el techo
de un edificio situado junto a una potente corriente de agua. En los últimos
veinte años del siglo XVIII se emprendieron intentos por mecanizar otras
labores textiles como el tejido. El paso más importante se dará con la puesta
en marcha de los primeros telares mecánicos movidos con máquina de vapor.
Ya hacia 1785 Cartwright había patentado un telar mecánico movido por
fuerza hidráulica. En los años siguientes, varios inventores perfeccionarán
este telar al que conseguirán aplicar la fuerza del vapor de una forma
eficiente. Hacia 1800 una frenética carrera se inició en Gran Bretaña que
hará surgir cientos de fábricas, donde máquinas movidas por la energía del
vapor hilan y tejen.
La industria del algodón tiró de otros sectores, haciendo que éstos también
crecieran. Para producir más telas, fue preciso fabricar mayor cantidad de
máquinas y de productos químicos (ácido sulfúrico, sosa o cloro). El
crecimiento de la industria textil arrastró, por tanto, a las industrias
metalúrgica y química. Para producir más telas fue preciso aumentar el
número de obreros en las fábricas. Ello fomentó la construcción de viviendas
para los trabajadores. Éstos demandaban alimentos, lo que, a su vez,
arrastró al sector de servicios urbanos. Por último, la mayor producción de
telas contribuyó a crear unos medios de transporte más eficaces para su
comercialización –canales, carreteras,…-.
3.4.
Los sectores líderes de la revolución industrial: la
siderurgia.
La producción de hierro se vio impulsada por la mayor demanda de bienes
de capital: utillaje para la agricultura, maquinaria textil y para otras
industrias, materiales de construcción y, particularmente a partir de 1840,
material de transporte (ferrocarril). El incremento de la producción planteó
tres problemas fundamentales, que se resolvieron mediante innovaciones
técnicas y organizativas:
- la escasez de carbón vegetal, que se solucionó mediante el uso de
coque en los altos hornos.
- La poca eficiencia de la máquina movida por energía hidráulica, que
fue superada gracias a la máquina de vapor.
- Baja productividad del trabajo manual en los talleres artesanales, que
se vio resuelta por la progresiva generalización del sistema fabril y la
producción en grandes series.
En 1709, Abraham Darby descubrió que el carbón mineral podía emplearse
en los altos hornos a condición de convertirlo previamente en coque. Cuando
la técnica se perfeccionó, las reservas de hulla eran tan abundantes que
desapareció el problema de la escasez de combustible. El coque posee
además un mayor poder calorífico si se inyecta en el alto horno un potente
chorro de aire. Esto último se logró desde 1776, cuando John Wilkinson
sustituyó los fuelles hidráulicos por máquinas de vapor. Era preciso
descubrir un sistema de afinado y laminado del hierro colado mucho más
rápido que el tradicional. Fue Henry Cort quien, en 1786, inventó el sistema
de “pudelado”. El hierro dulce se obtenía ahora en un horno mayor, llamado
de reverbero, utilizando coque como combustible. Del horno salía una masa
esponjosa que era laminada entre cilindros movidos con energía de vapor. el
hierro dulce obtenido mediante pudelado sólo dejó de utilizarse en las
últimas décadas del siglo XIX, cuando los aceros Bessemer y MartinSiemens lo sustituyeron, al ser más baratos de fabricar.
3.5. Las consecuencias sociales.
Las condiciones de vida de los trabajadores durante la Revolución Industrial
han sido objeto de un largo debate. En la década de 1830 aparecieron ya las
primeras interpretaciones discrepantes: mientras unos autores denunciaban
el deterioro del nivel de vida de los trabajadores británicos, otros
mantuvieron lo contrario. El debate en el ámbito académico se inició en
1926, con la publicación del primer tomo de la Económic History Of Modern
Britain, y se intensificó en los años 50 y 60. En las décadas de 1980 y 1990
aparecieron numerosas aportaciones en uno y otro sentido. Según Escudero
(2002), las investigaciones más recientes parecen respaldar principalmente
la interpretación pesimista. En primer lugar, parece que los salarios reales
crecieron muy lentamente y que los ingresos familiares tuvieron que
compensar lo exiguo de los jornales masculinos con un incremento del
trabajo femenino e infantil. En consecuencia, el consumo creció también con
mucha lentitud y los datos sobre la talla de la población indican un retroceso
en el nivel nutritivo y las condiciones laborales de la clase obrera. Además,
los trabajadores sufrieron una disminución de su esperanza de vida y, hasta
la década de 1830, no tuvieron reconocidos los derechos de asociación y
manifestación, ni hubo sufragio universal en Gran Bretaña.
4. La difusión de la industrialización.
Las transformaciones económicas experimentadas por Gran Bretaña se
difundieron también fuera de sus fronteras. Sin embargo, la
industrialización no avanzó de manera uniforme ni siquiera en el continente
europeo. En algunos países (first comers) el proceso fue más rápido; en otros
se retrasó a la segunda mitad del siglo XIX (late comers) y en otros muchos
casos no hubo industrialización en esa centuria. Los progresos de la
industrialización en cada país dependieron de muchos factores. Un aspecto
fundamental fue la liquidación del Antiguo Régimen y el establecimiento de
un marco institucional adecuado para las nuevas formas económicas, a
través de medidas como la desamortización de la tierra, la abolición de las
relaciones feudales, la abolición de los gremios y la eliminación de trabas al
comercio. Otros factores decisivos fueron la dotación de recursos naturales,
el tamaño del mercado y la disponibilidad de capital físico y humano. Gran
Bretaña y los países que se fueron industrializando más tempranamente
también influyeron con fuerza en el resto, tanto por la transferencia de
tecnología y de modelos productivos que se realizó desde las zonas más
avanzadas como por la competencia que la producción de estas zonas
suponía para las industrias nacientes.
Entre los países que al comenzar el siglo XIX habían alcanzado una especial
importancia industrial en el mundo, junto a Gran Bretaña, podemos
destacar a Bélgica, Francia, Alemania, EEUU y Japón.
-
Bélgica: el alumno aventajado de Gran Bretaña.
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