Subido por Nicolas Schweigmann

CONCEPTO ROSACRUZ DEL COSMOS

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CONCEPTO ROSACRUZ DEL COSMOS
Metanoia profunda.
Nada iguala semejante obra. El suyo es generoso y fértil suelo y de
admirable y calmo firmamento, donde los brotes de las
expectaciones núbiles de la mente y del espíritu anhelante
encuentran agradecidas siembras, insólitas pero reposadas, en sus
feraces llanuras y crecen con inusitado vigor y fruición, en
vegetación frondosa de diáfana fascinación y protectora sombra;
do robustos y sólidos bosques de sapiencia y fulgurante verdad,
ahítos de generosos frutos de sabiduría, asientan finalmente sus
añorados renuevos. Las estancadas aguas de los prejuicios se
refrescan y depuran con suaves aromas de conocimientos que al
brotar de sus ramas vindican la buscada verdad.
Los infectos vados de los dogmas descubren gradientes resolutivas,
suaves y amorosas en su generoso cuerpo, maravillosamente
estructurado, colmado de meandros, cascadas y arroyos de
inagotable iluminación y farallones protectores que están
tachonados de esplendentes gemas esotéricas, cinceladas con el
sabio y contundente buril del entendimiento arcano e
incontrastable, que desbastan proposiciones estructuradas de
manera tan clara y contundente, que desde sus primeras páginas
impactan e inspiran al intelecto ceñudo y al ánimo afligido y
escéptico, deseoso del buscado sosiego. Su dinámica ostensible de
fecundo lustre y fortaleza, su evidente y poderosa ontología de
eficaz normativa, lenta pero sostenidamente depura aquella
indolencia enquistada en la mente por las añejas dudas y los
umbrosos prejuicios, transforma con certeza los viejos moldes y el
añoso desencanto en exquisita riada de esperanza y amor,
generosa de sapiencia espiritual, de abundantes demostraciones y
conclusiones que son ambrosía para el intelecto y de inagotable
caricias que resanan el pecho y el corazón, ambos ansiosos de luz,
esperanza y consuelo. Son néctar para el intelecto y caricias para
el alma.
Mientras el estudiante recorre emocionado, impaciente y
expectante sus mansas pero luminosas llanuras, sus acogedores,
tornasolados y fulgentes paisajes, los hoscos y pesados fardos de los
dogmas y prejuicios que el fatigado viajero ha cargado a cuestas,
acaso sin saberlo siquiera por las ordalías de su destino y formación
así construidos, se aligeran y desvanecen en pujante metamorfosis.
Su mente va quedamente despojándose de aciagos y pesados
gravámenes y lastres a medida que se le instruye y afianza en los
asuntos del Ser, del Espíritu y del Universo, leyes y principios apenas
presumidos o burdamente comprendidos y que van afianzándose
quedamente en su ser interno. Entiende después que estamos
irremediablemente inmersos en el océano de la divinidad y que
siempre hay causas lógicas y buenas en la concurrencia de sus
pesares y motivos necesarios para sus acervos, que hay un porqué
de sus amores y un porqué de sus dolores y entonces asimila con
quietud las razones de sus claros días o las sombras frías de sus
atardeceres, las fortuitas alegrías y los desconsuelos de sus
pesarosos dramas. La calma chicha, tormentosa y sofocante del
asiduo explorador,
es finalmente transformada en generosa
esperanza y anhelado entendimiento, pues empieza realmente a
conocer… son los tiempos de Dios.
Y las pulposas frutas etéreas que brotan generosas en los
ponderados y pedagógicos surcos de sus fraseados cultivos,
engalanadas de justo equilibrio entre la ‘lumen fidei’ y la intuición
del corazón del educando, pausada y silenciosamente penetran
cual armónicas melodías que fluyen de sus conceptos, saciando el
hambre de conocimiento genuino y despejando interrogantes y
conflictos largamente guardados en las cuevas de la ignorancia y
los convencionalismos, mientras los delicados aromas de las rojas
rosas de sus vigorosas enseñanzas orladas de dorados rayos de
sapiencia perenne y de inmensa proyección, trashuman el
inquisidor y dubitativo olfato espiritual del suspicaz pensador.
El lector, sin duda, fue elegido en insondable privilegio por el
océano infinito de la causalidad evolutiva para que finalmente
recorra sus caminos y se inserte acaso en sus sonoros y armónicos
dominios y luminosas consonancias de verdad y de belleza
inusitada. Por su señera voluntad, será dilecto concurrente a mirífica
sinfonía, henchido de música de altas esferas y lecciones y
pensamientos de generosa e inagotable erudición que da
consuelo, pergeñado con cobijos perennes y faustos para que,
inquieto y aspirante cazador de luz, acaso y con seguridad cuando
éste había casi abatido su expectación y rendido el vigor vital en el
ejercicio de otras búsquedas fallidas y amargas, encuentre
finalmente descanso
a sus dudas, pues el Pastor Divino ya
apacenta su rebaño; cuando guerrero de
luz marchito por
dolientes desengaños y vuelos vanos y estériles del alma y cuando
la veleidosa mente y el apasionado corazón habían subyugado sus
esperanzas al pozo de la decepción y el abandono, finalmente
halla un mejor hogar. Sumergirse en el estudio de su contenido es el
comienzo de una admirable y profunda metanoia del espíritu,
epopeya simpar que enrumba con pausa hacia un sendero en el
que el luchador que se atreva a hollarlo y quizás a peregrinar con
redoblado esfuerzo en disputa ardorosa con su yo inferior, jamás
quedará indemne ya que nunca más podrá cubrirse con los viejos
ropajes que antaño cobijaban su aterido ser. Jamás nutrirá su
alma con otros manjares que no se acerquen o igualen la exquisitez
de los regios potajes sazonados con los generosos y sabios
ingredientes de sus preceptos, los que trascienden la epistemología
evolutiva moderna y que, paulatina y asombrosamente la ciencia
materialista pionera evidencia y corrobora a medida que avanza
en estos siglos del intelecto y de la razón, empero, aquella ciencia
del alma y de la Vida no desmerece las vastas capacidades
cognitivas y posibilidades anímicas de todo ser humano, por
humilde que sea, al cual enaltece como hijo amado de Dios.
El Cielo y la Tierra, su Creador y Su Hijo, habrán renacido en el
Nuevo Hombre en formación con radiante y renovada presencia.
La piedra, la célula procariota, la flor, el gusano, las aves y el viento,
la libélula y la lluvia, el amigo, la familia, los enemigos y la patria, la
luz y la penumbra, el bien y la muerte, la maldad y la vida, el
racimo de estrellas y el inconmensurable Cosmos mismo, ya no
serán vistos y sentidos de similar manera e inquiridos con la lumbre
que sus antiguos ojos recibían y sus sentidos percibían y la medida
que su métrica usaba. Lleno éste de inédita visión y preceptos y de
flamígeros bríos en pro de la verdadera Luz, trascenderá entonces,
amoroso y pacífico, humilde y gozoso, los límites de su antiguo
cosmos y hablará una nueva palabra. La colosal gravitación de su
contenido, si es sopesada, entendida, agregada y luego
aprisionada, vivida y aplicada debidamente en las horas nuevas y
en cada floreciente día de su vida, desbordará generosa y fresca
por las cimeras cumbres alcanzadas, pendientes al encuentro del
pionero en prueba, anhelante y férvido por lo espiritual.
La mística arrobación en ciernes de su incipiente condición crística,
se enraizará prestamente en su corazón y será inevitable el tropiezo
del candidato con lo verdadero, lo bello y lo bueno, obsequios
permanentes de la estética metafísica creciente, presentes a
raudales en todos los espacios y maravillosos entramados de la
Bondadosa Gran Obra creacionista evolutiva, atesorada por su
nueva conciencia dentro de sí mismo. Seguramente y
gozosamente, las Rosas, Florecerán en su Cruz, si es que apura su
existencia con los adornos del Amor, la Compasión, la Piedad y el
Servicio desinteresado, en esencial tributo de amor incondicional al
prójimo y al Padre en ellos reflejado, que son la égida y el pendón
que deben enarbolar los estudiosos que buscan la vida superior al
consuno de esta profunda sabiduría divina.
Las del “Concepto Rosacruz del Cosmos”, escrita hace ya más de
cien años, por encargo de un luminoso Hermano Mayor de la
Invisible Orden Rosacruz a su heraldo, el Amigo y Preceptor Max
Heindel, no son doctrina, ideas, pensamientos y preceptos para el
común mortal ni para aquel hombre llano de este siglo que no
sienta un profundo anhelo y hambre de Conocimiento y sed de
Verdad y un afán de superación espiritual propositivos y que anhele
luz y sabiduría. Han sido entregadas mansa y calladamente ya
hace un siglo con munificencia a lo ancho y largo del planeta de
manera gratuita para que su profunda esencia, importancia y valía
sean reconocidas y aprehendidas por los buscadores y viajeros
valientes de la Luz y del Saber y que deseen fervientemente,
fidedignos y solidarios, entregar su vida activa a Dios en el ara del
sacrificio y del servicio a la humanidad. Es fuente que eleva a
alturas impensadas los conceptos y las ideas, siendo las metas lo
eterno y lo bueno, pues, conociendo ese complejo microcosmos
que es el hombre y sirviendo desinteresadamente a sus semejantes,
éste conocerá y aprisionará el Mar de lo Infinito, que es su
verdadero hogar. Y también es bálsamo para el espíritu contrito y
apesadumbrado pues el entendimiento y práctica de sus lecciones
y preceptos alberga un hálito de amor y confianza al afligido, cual
panacea espiritual largamente buscada, pero que implica enorme
responsabilidad conciencial por el conocimiento entregado.
Sabemos que su real contenido y total influencia serán apreciados,
estimados y practicados en su real magnitud y valor cuando llegue
el momento adecuado en un mediato futuro y cuando sus semillas
germinen entre las generaciones futuras, más lúcidas y puras y de
mayores arrestos evolutivos concienciales, despojadas de miedo y
obcecaciones, en instancias venideras del cristianismo místico y
esotérico, apenas comprendido y menos vivido actualmente,
tesoro simpar que lo enuncia y pregona la literatura de la
Fraternidad Rosacruz, que es su adalid para Occidente y el mundo.
Su filosofía respecto a la vida y la muerte, el hombre y la Naturaleza,
obra de la divinidad, se corrobora con las investigaciones internas
de su preceptor y alienta vigorosamente a sus estudiantes a
comprobar por sí mismossus asetosy enseñanzas. Su límpido y
meridiano hilo de verdad, está allí, abierto y generoso para que sea
estudiado, digerido y escanciado libremente por aquella alma
aspirante, hambrienta y sedienta de conocimientos esotéricos
coligados, lógicos y penetrantes. Sus páginas son primordial cayado
para el aspirante que ha sentido el llamado de lo divino en su ser
interior y que desea investigar y nutrirse en sus pliegos con la flama
de la sabiduría de Dios y quiere recorrer el camino iniciático. Está a
la espera de entregarle mil razones coherentes y evidentes del
Creador y Su Obra, pues su objetivo se basa en la investigación
profunda de los enigmas de la vida y de la muerte y de las leyes
eternas que gobiernan la evolución física y espiritual y busca
satisfacer el intelecto materialista de la época que se cuestiona y se
resiste a comprender y aceptar, por la fe o la devoción solamente,
lo que la verdad del corazón grita internamente a viva voz y quizás
no puede por sí mismo sancionar. Y esa será su victoria, su
conquista tan ansiada, el del espíritu transformado, el del cuerpo
del alma cincelado y bruñido en la forja de la abnegación personal
mediante el necesario trabajo en el cuerpo vital y denso y del amor
incondicional activo hacia todo lo creado, que se sustenta
vigoroso, grato, sosegado y para siempre en las armas de lúcidas
revelaciones que complacen el corazón y la mente por igual. La
Filosofía Rosacruz de Max Heindel, contenidas en la espléndida
obra que ensalzamos, es la llave y uno de los mejores senderos de
iluminación y sosiego...
Pues ella es extraña a dogmatismos y cristalizaciones paralizantes, e
invita a la investigación y comprobación personal de lo
sentenciado y afirmado, gestionando el cambio perenne en
dinámico equilibrio, motor de la creación, buscando elevar el
grado conciencial del estudiante y de su auto aserción a linderos
antes ignorados. Todo este proceso conducirá al aspirante
pausadamente a la quintaesencia misma de su propia alquimia y
purificación, de su autoconocimiento y de su justa afirmación,
libérrima y magnífica, basada en ejercicios científicos y el trabajo
esotérico, gozoso y fecundo, que busca curar integralmente al
enfermo y predicar el evangelio de la ayuda, el perdón y la
caridad presurosa y altruista para con todos y en especial con el
débil, poder éste que constituye la mayor fuente de sabiduría
posible, pues se basa en el Servicio desinteresado, motor universal
de la Evolución. Es la antípoda radical del hórrido cancerbero de la
modernidad y consumismo contemporáneos que alienta y
resguarda fundamentalmente la coronación del egoísmo y
utilitarismo como motores del éxito material y de lo epicúreo, de lo
banal y fatuo y del sometimiento incondicional en “falsa libertad” a
lo pasajero que aúpa la satisfacción del deseo per sé y desalienta
la cultura del alma y sin embargo, son lisonjeros con lo fútil y
permisivos con la idolatría permanente del cuerpo, en oposición a
la genuina espiritualidad que alienta a que los valores inmarcesibles
se afinquen y triunfen entre los hombres que suspiran y aspiran a la
perfección.
El Concepto Rosacruz del Cosmos: loor a estas admirables
enseñanzas inmersas en tan perdurable libro, legado inmarcesible
de los luminosos Hermanos Mayores a la humanidad, para la gloria
del Padre Celestial.
José Mejía R.
2014
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