Subido por andrea tamayo

emily

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Emily Dickinson, una bruja de Instantes.
Los dibujos de una Poesía que desborda imágenes de otros mundos.
“No hay que ser habitación para – estar encantada- “
Ensayo por:
Andrea Tamayo Córdoba.
Dibujos:
En el país de los Cuantos.
(Andrea Tamayo Córdoba)
La señorita Dickinson, es considerada una de las mejores poetas norteamericanas y en general
en la historia de la literatura, su obra es una densa colección de alrededor de 1175 poemas y
algunas cartas personales, es un mito prácticamente, ya que es una escritora intrigante y
oscura, con una exagerada belleza literaria, que la llevo a convertirse a ella misma en
literatura, en poema, romántica, en llamas, en hielo; esta escritora nos lleva a un sinfín de
instantes poéticos, que desafían el tiempo lineal y el sentido mismo para la época. Emily, nos
hace dibujar espacios que parecer levantarse en espacios en blanco (la nada misma),
imágenes que nos van desbordando de sensaciones y sentimientos, nos brindan experiencias
estéticas pasionales al mejor estilo de los románticos y los surrealistas, desgarrando el tiempo
mismo, convirtiendo el conjunto de versos en tiempos instante, en inmensidades intimas, en
sus palabras una soledad sonora.
De la vida de la escritora no es mucho lo que se sabe, lo más relevante es el hecho de que
nunca se casó, que se dedicó al cuidado de su familia y además que en sus últimos años se
encerró en su habitación y no volvió a salir de allí, además de que siempre vestía impecables
vestidos de color blanco, no ahondare mucho en su vida, excepto en esta última parte de su
encierro voluntario; Emily, crea en su cuarto su universo creativo, así como su poesía se
vuelve instantes, ella se encapsula en un instante al reducir su mundo a su habitación, es el
Etna para ella, un lugar para quemarse, hundirse en la primera lucha con el papel en blanco,
invocar a la bruja que invoca a la naturaleza, a la creadora de imágenes poéticas. Incluso, sin
ir directo a sus poemas, está sola imagen de un aislamiento tan íntimo nos invade
inmediatamente de imágenes, de ese lugar tal vez tan pequeño y tan grande, de espacios que
no pueden ser medidos por la realidad exacta, que solo pueden ser dibujados después de
dejarnos infectar por el sentimiento desgarrador de sus palabras.
La melancolía entonces va a ser
fundamental para entender la obra, ya
que
Emily
pareciese
tener
un
sentimiento de la nada, acercándose a
las doctrinas filosóficas, místicas y
metafísicas, además de una aparente
simpleza en su construcción poética,
pero con un complejísimo trasfondo en
sus letras. Esta melancolía, es una que
da origen a la obra de arte, una que
nace por el asombro y la complejidad
de
la
infinitud,
un
constante
sentimiento de eternidad y muerte, la
extrema conciencia de la finitud del
ser, pero al mismo tiempo de la
eternidad misma, por la desposesión
del propio ser, para lanzarse a la nada,
morir para crear. La poeta se encuentra
con la liminidad donde se desdibuja el
sentido del propio existir para evanecer
constantemente en poesía misma.
Morí por la belleza, el sentimiento de abismo ante el paisaje.
La naturaleza también es una parte fundamental de la obra de Emily Dickinson, en sus versos
se encuentran referencias constantemente a animales y paisajes, ya que en la casa de la poeta
había amplios jardines y paisajes, esto es un acto muy romántico, recordemos la figura del
artista que se aísla en una cabaña para crear, en este caso por tratarse de una mujer en estas
épocas el lugar tendría que cambiar, ya que no era bien visto una dama sola en una cabaña
en las montañas. Pero esto no fue impedimento, para que a pesar de residir en esa pequeña
habitación nos llevara a lugares oníricos, los cielos, los jardines, los olores, las abejas, el
recuerdo intacto de cada uno de los espacios que recorrido en la niñez y juventud parecen
darse cuenta de su propia infinitud y permanecen, la escritora entonces está en una posición
de sabiduría con la naturaleza, encontrando la verdad en ella, un personaje pagano con cierto
ascetismo y misticismo, con una potencia contemplativa del genio, que puede producir
imágenes fácilmente robadas del ser mismo, por ejemplo el escritor español Fernando
Argullol nos expone este tipo de contemplación profunda de la siguiente manera: “la
imaginación es un intermediario mágico entre el pensamiento y el ser, la potencia capaz de
producir mágicamente imágenes y , por tanto mundos imaginarios. <<la imaginación es una
energía creadora que proviene del alma del hombre>>”
1
además se siente cierta vibra de
desapego de la extrema razón, pareciese que pensara que cualquier tipo de clasificación
filosófica, destruía el sentido mismo de la poesía, porque le atribuía a esta una espacialidad
y un tiempo, además de querer buscar sentido, de donde solo queda el sinsentido propio de
la naturaleza. Podemos observar algo de esto en el siguiente poema de la escritora:
1
Rafael Argullol. La atracción de abismo. Barcelona: Acantilado, 2006.
192
¡Los Cielos no se guardan su secreto!
Se lo cuentan muy pronto a las ColinasLas Colinas se lo dicen a los Huertos¡Y ellos – a los Narcisos!
Un Pájaro - que pasa - por azar –
Sí se entera del todo –
Si al Pajarillo sobornara yo –
¿Quién sabe qué diría?
Y sin embrago, creo, - no lo haré –
Es mejor – no saber nada –
Si el Verano fuera un Axioma –
¿De qué serviría la Nieve?
¡Padre mío - conserva tu secreto!
Prefiero no saber - aunque pudiera,
Qué hacen los Amigos del Zafiro
¡En este mundo tuyo recién hecho!2
Emily no buscaba una verdad absoluta en sus disertaciones poéticas, de hecho, en uno de sus
poemas más famosos “Morí por la belleza”, se nos da a entender que la verdad para ella solo
se encuentra en la belleza misma, no en entender el universo como perfección cerrada y
certera, más bien esa tendencia metafísica de la escritora está ligada al entendimiento del ser
y de la nada como algo inconmensurable e infinito, inaprensible completamente, donde lo
aparentemente simple puede ser más complejo, que la teorización misma de la cosa, es una
creatividad representada en la naturaleza simplista, la realidad vive en la esencia misma de
cada cosa. Ya que argumenta que al pensar en demasía las cosas hace que se pierda la cosa
en sí misma. Aunque en sí la clasificación de metafísica no le hubiera agradado mucho, hay
que mirar el hecho de que pareciese que una de sus principales afecciones poéticas es la
2
Emily Dickinson. Poesías Completas. Madrid: Visor, 2015.
eternidad velada por el velo de la muerte, del mismo modo el sentimiento de la nada, que
pone en constante nostalgia y melancolía el alma misma, para Emily la nada es el ser mismo
de todo, es una clase de metafísica, aunque la poeta rechacé estos pensamientos, o más bien
no se enmarque en esta tendencia filosófica, hay una fuerte tendencia nihilista en sus versos,
claro está, pero muy diferente de los planteamientos occidentales, que abordan el problema
metafísico con el ser como fundamento de la realidad, donde la nada está de cierta manera
inexistente, ya que lo que es el ente, es el ser, además de una tendencia a encontrar el ser en
cada cosa; es está metafísica la que se aleja dela escritora, pero si vamos a los filósofos de la
nada, la escuela japonesa, el sentido metafísico de la nada se acerca más a los versos de
nuestra poeta, donde el fundamento de la realidad es la nada, para los japonenses la nada es
un absoluto metafísico, por ejemplo se puede ver en el texto filósofos de la nada como
entendían este principio dela nada absoluta:
“Se llama una nada absoluta porque señala que no llega a ser ni deja de ser y. en este sentido,
se distingue del mundo del ser. Se llama una nada absoluta –o, la <<nada del absoluto>> por
qué no puede ser abarcada por ningún fenómeno, individuo, acontecimiento o relación en el
mundo. Si es absoluta, lo es precisamente porque no está definida por nada en el mundo del
ser que se le oponga. Esta <<absuelta>> de toda oposición que le podría hacer relativa, así
que su única oposición al mundo del ser es la del absoluto para con lo relativo”3 Entonces si
volvemos a los poemas de Emily, podemos ver está metafísica hecha poesía, cuando la poeta
nos dice, por ejemplo: “Sólo infinitos de la nada - Tan lejos como podía ver - Así era la cara
que yo miré - Así miró ella misma a la mía.”.
3
James W. Heisig. Filósofos de la nada. Barcelona: Herder, 2016.
Lo sublime y lo siniestro en la creación de imágenes.
Dickinson era una mujer bastante ilustrada, no solo se limitaba a leer y estudiar literatura, se
interesaba muchísimo por las ciencias, en especial la botánica y la astronomía, por esa razón
se puede encontrar en sus versos alegorías y nombres exactos referentes a estos campos,
también una ardua lectora de filosofía y de diccionarios, en su escritura se construye una
geometría intima, laberíntica y melancólica, con una extrema sensibilidad, lo que llamaría
una metafísica de las sensaciones, del mismo modo que la nada de Emily era una nada
completamente habitada por el ser, la melancolía caótica será una creativa, desbordada,
revolucionaria. Dickinson es una transgresora, una dionisiaca soñadora, nihilista de la
realidad misma, hay una necesidad filosófica de desencarnar el misterio, al mismo tiempo
extinguiéndose y negándose a ella misma, en esa búsqueda metafísica a través de las
sensaciones, el desarraigo por lo único real y la cuantización de su mundo que empieza a
navegar en la posibilidad posibilitante.
La vitalidad y la “amargura” van de la mano, ese juego del caos de atracción repulsión para
crear, de choque; la melancolía activa, la profunda atracción al abismo que lleva a la creación,
el surgimiento, miremos la “melancolía amarilla” en Vincent Van Gogh, donde la locura, el
desbordamiento de la tristeza y la sinestriedad abismal del contemplador se convierte en un
amarillo vibrante, entrópico, alegre, una vitalidad y calidez que al mismo tiempo esconde los
torbellinos de la oscuridad y el ser fragmentado y tocado por el caos.
El Dolor -es como el Vacío – / No se puede saber / Cuándo empezó –ni si hubo un día / En
que éste no existiera -. Esta negación del ser ante la fragilidad de la realidad va a ser
primordial para comprender el universo de Emily Dickinson, un nihilismo plagado de
imágenes oníricas, que van a dar forma a la aparente bipolaridad de la escritora, en este
mismo poema la escritora, alude también, al tiempo y a la muerte, como la que “Contiene su
vasto Reino / El Ayer - prendido para ver – / Nuevas Eras de Sufrimiento.”, el todo por el
camino de la nada, su obra contiene un juego entre lo que generalmente se muestra como
distante, la vida y la muerte, la cordura y la locura, pasan todas en el mismo instante continua
con esta unidad-desunidad, de tiempo, el instante, que sería el tiempo perfecto poético.
Su obra, estará al mismo tiempo plagada de sueños y de fantasmas, todo lo real es sueño, el
sueño es al mismo tiempo sinsentido y el sinsentido termina siendo el sentido mismo. El
juego entre la contemplación pasiva y la acción recuerda a lo antes mencionado de la
atracción y repulsión, toma esa lucha de fuerzas y la coloca en una armonía entrópica, fuerzas
primigenias espectrales, donde lo real y lo irreal, desvanecen sus límites, dibuja una
geometría del abismo, que desdibuja las superficies, una topología de la metafísica, una
melancolía consecuencia del ver, en palabras de Teresa Rivas López, “Engulle con los ojos
y luego ha de soportar esa indigestión”.
Morir - sin la Muerte / Y vivir - sin la Vida / Es el mayor Milagro / Que se puede concebir
Emily es una mujer romántica, que busca el caos en sus sensaciones, perderse en esos
fantasmas y sueños, perderse en el laberinto de lo real, del sinsentido, las imágenes del
laberinto son imágenes que carecen de cualquier métrica, llenas de perturbación y agitación.
El mismo hecho de dejarse llevar, de perderse en ese laberinto entrópico, nos habla de cómo
comprehender todas sus imágenes, Bachelard, nos enuncia este perderse de esta forma:
“Él ser en el laberinto es sujeto y objeto a la vez, conglomerados ambos en el estar perdido.
Es esa situación típica del estar perdido la que revivimos en el sueño laberintico. Perderse,
con todas las emociones que ello implica, es una situación manifiestamente arcaica.”4
La pérdida en este laberinto es al mismo tiempo esa sensación nihilista del absurdo que es
luchar contra las leyes mismas del universo, de querer escapar de ese caos natural, es un
nihilismo que recuerda la frase de Albert Camus en el Mito de Sísifo, “hay que imaginarse a
Sísifo siendo feliz”, en este caso hay que imaginarse a Emily siendo feliz, en ese desasosiego
constante de su desbordamiento poético, ella representa el dolor de una existencia plagada
de fantasmas irresolubles, una atracción al abismo y la autodestrucción para construirse de
nuevo a través de las letras, un ser demasiado lucido que se enfrenta al misterio mismo de la
existencia y el universo, que se deja desbordar por la indeterminación natural.
Una mujer que abandono la obligación de convertirse en un “ángel del hogar”, en una esposa
sumisa para escribir y sumergirse en las espirales metafísicas de los misterios de las
sensaciones y la melancolía. Dickinson es entonces una directora de una sinfonía de caos
violento, que choca constantemente en la negación del propio yo, que navega en ríos de
4
Gaston Bachelard. Poetica de la ensoñación. Mexico: FCE, 1985.
fantasmas y espectros, que van a traer a la superficie imágenes de las ensoñaciones y la
belleza que habita en el abismo y la intimidad.
Un Caos Tranquilo, Vida y Muerte.
Emily a pesar de tanta agitación antes mencionada, promueve un tipo de existencia tranquila,
por esto en la parte externa se le describía alguien de pasos lentos, con sus impecables
vestidos blancos, y su silencio, siempre metida en su intimidad, aparentemente es creyente,
ya que en su hogar se le instauraron los valores cristianos, aunque como ya veremos en
muchas ocasiones pareciese referirse a otro dios o irse un poco en contra, aunque esta no es
la mejor palabra, a lo que le llama dios. Su poesía, va a estar plagada de figuras filosóficas y
metafísicas, que se preguntan constantemente por el sentido del ser desde una mirada de los
dioses y el arraigo a la existencia, justificando que los humanos necesitan de ideas abstractas
para poder vivir, pero al mismo tiempo pareciese negar a los dioses como algo trascendente
ya que al ser ideas puramente humanas, se queda en el abstraccionismo.
Este juego con los dioses de Dickinson es un dialogo con un simbolismo infinito, una
potencia creativa desde lo inmanente y espiritual, la posibilidad de divinidad es infinita,
pensar esto en términos de arte, pone en cuestión la creación de universos, el artista como
creador de mundos y estratos de realidad. Se pregunta constantemente por el paraíso y nuestro
destino al morir, como podemos observar en el siguiente poema:
Ser superior al Destino
Es difícil de lograr
Pues no lo concede Nadie,
Pero bien se puede ahorrar
Un poquito cada cuando
Hasta darle la sorpresa
Al Alma que austeramente
Hasta el Paraíso llega.
Para Emily es indispensable el sentimiento del saber frente a la ignorancia, como era común
en los griegos, esa forma prometeica de desentrañar los secretos de la naturaleza, entre esos
el sentido de la realidad y la muerte y como buen creyente de los dioses infinitos encontrarse
ante el espejo de la existencia de estos mismos y percibir la nada y el sinsentido absoluto de
ellos mismos. Por lo que, de la mano de sus estudios y poemas la poeta propone una vida
donde se deja ir de esas preocupaciones ante las cuales no se puede hacer nada para
superarlas, que importa si algún día nos enfrentamos a la existencia de los dioses si al mismo
tiempo el misterio de esto es una abstracción humana irresoluble.
En la poesía de Dickinson el destino tendrá un papel especial, ya que aunque se sumerja
en el caos propio de la naturaleza, al mismo tiempo todo esto se le atribuye al trabajo de los
dioses, pero aparece un sentimiento de duda en el hecho de ser hombre, que la llenara de
incertidumbre y tristeza, ya que se ve comprometida su estricta manera de ver la existencia
bajo parámetros de finitud y control (en sentido de creencias) , cuando el sentimiento de
ruptura con los limites aparece, se comienza a romper esa calma de la que ella es vocera y
comienza el devaneo por el caos mental que proporciona la sensación de infinitud frente la
indeterminación de la existencia, pero esta tristeza y desasosiego queda religada a la soledad
y el anonimato.
Al mismo tiempo esa lucha constante entre la dualidad del ser y el no ser desde la
perspectiva de los dioses, muestra a Emily en la multiplicidad misma de la existencia, lo que
aumenta su melancolía y desesperanza, al perder cada vez más el seno de los dioses, donde
podía contener su culpa, una muy ligada al pecado original, donde el hombre es desterrado
por el querer saber demasiado. Esta multiplicidad hace que, el Yo único, pierda su identidad
y el sujeto se fragmente, se divida se quiebra, en uno de sus poemas dice: “La “Fe” es toda
una invención / Para el Hombre con consciencia – / Los Microscopios son buenos / En un
caso de Emergencia. Esto nos muestra la necesidad de unidad, a pesar de ya estar llena de la
multiplicidad y fragmentación, intenta no olvidar el reflejo de la Emily real, de la “original”,
pero cayendo siempre en la tristeza de que el devenir y la entropía gobiernan el ser, por lo
que se es imposible saber dónde se está con exactitud, ese desasosiego constante por vivir en
un no lugar, la lleva a un sentimiento punzante de caos, que la aleja de la calma anhelada y
la sumerge en una violencia del destino, del abismo, de oscuridad, que es espejo de la nada
misma. Hay un reflejo de la desesperanza que produce el abandono de dios, el perder la
esperanza de encontrarlo como en el diálogo con la muerte de Antonius Block, en la película
El séptimo sello:
¿Por qué la cruel imposibilidad de alcanzar a Dios con nuestros sentidos? ¿Por qué se nos
esconde en una oscura nebulosa de promesas que no hemos oído y milagros que no hemos
visto!? ¿Si desconfiamos una y otra vez de nosotros mismos, como vamos a fiarnos de los
creyentes? ¿Qué va a ser de nosotros los que queremos creer y no podemos? ¿Por qué no
logro matar a Dios en mí!? ¿Por qué sigue habitando en mí ser? ¿Por qué me acompaña
humilde y sufrido a pesar de mis maldiciones que pretenden eliminarlo de mi corazón?, ¿Por
qué sigue siendo a pesar de todo, una realidad que se burla de mí y de la cual no me puedo
liberar? ¿Me oyes? (Bergman, 1957, 19:22´´).
Esa duda constante lleva a una clase de nihilismo donde la vida se lleva todo y termina en
la nada, la muerte se lleva el tiempo, los recuerdos, los espacios, la belleza, todo, el destino
termina con cualquier atisbo de existencia, por lo que la mejor postura para sobrevivir a la
melancolía es volver a lo simple, a la belleza, como forma de orden ante el Caos, por eso de
cierta manera ella se encierra alejándose de lo innecesario y mundano. Lo que hace es una
mediación entre la mesura de los placeres, a través de la ataraxia. El profesor Gonzalo Soto
describe la ataraxia como:
La ataraxia como vida feliz y despreocupada es la reproducción humana de la vida divina.
He aquí la teleología del quehacer filosófico: la filosofía es theophilía. Para fundamentar esta
tesis, se debe recordar que la inmortalidad divina no es natural; al ser la divinidad un
compuesto atómico, como todo lo compuesto, es algo disoluble, corruptible y mortal (Soto,
2010, p.94).
Entonces la ataraxia aparece como medicina, ejercicio liberador de los males del alma, cura
para esas dudas divinas y la extrema agonía y dolor, porque a través de este proceso, el
encierro y aislamiento para la escritora va a ser uso de los ejercicios espirituales para estar
más allá de un estado de felicidad, en un estado de calma por el desprendimiento de los
placeres y necesidades innecesarias para el espíritu, en este caso vuelve la concepción del
tiempo instante, ya que al no poder hacer nada con el devenir de nuestro destino, no podemos
escapar a la muerte, solo queda disfrutar el momento y sumergirse en la contemplación y
disfrute de ese instante, que prontamente será llevado a la poesía. Y la duda ante el
sentimiento de los dioses queda reducida y simplificada a ignorarla, ya que no es de sabios
rodear demasiado la pregunta completamente irresoluble, ya que nuestros destinos son
dominados por lo desconocido y la duda siempre estará presente ennegreciendo el alma y
llenando de caos el pensamiento.
Pero de igual manera, la paradoja está muy presente en el universo Dickinson quien mira
la existencia desde lejos, no yendo más allá de lo divino, porque eso supera al hombre y
representa un absurdo tratar de entender eso inmanente, lo mismo que el tiempo y la muerte,
todo es un devenir que se aleja de nuestro control, solo queda el instante como realidad pura,
lo demás se nos escapa y trae males al espíritu y nos lleva a un abismo entre el ser y el no
ser, entre lo uno y lo múltiple, que muestra que a pesar de la calma buscada, siempre está
escondida esa melancolía por la duda recurrente; la intención de dibujar una geometría
armónica y unidimensional, lleva a Emily a el descubrimiento de una existencia topológica
e indeterminada, de la que la calma convivirá y chocara constantemente con el caos.
Tiempo instante en la creación de Emily Dickinson.
Ya que nos adentramos en el universo del ser y de la construcción sensible de las imágenes
poéticas en la obra de Emily Dickinson pasemos a analizar el concepto del tiempo poético en
sus versos. El tiempo ha sido una de las incógnitas más grandes en las dudas sobre la
existencia, misterio de las ciencias, las artes y la filosofía, se ha organizado, abstraído, hasta
llegar a un aparente sistema que nos permite medirlo, podemos ver el reloj y darnos cuenta
de la hora, pero es realmente tan fácil, es el tiempo realmente real o solo una de muchas
posibilidades, paso de tener un sentido mecánico y medible, finito, a dispersarse en los ríos
de la indeterminación y el misterio, parece esconderse en lo más recóndito del universo y
perderse en el laberinto del sinsentido, distinto en la memoria que en el caminar, varia con
las sensaciones y se percibe distinto al nacer y al morir, el tiempo topológico que se pliega
en sí mismo, que se contrae hasta un punto donde ya no pueda verse. El tiempo es científico
y surge de una sensación de medir la existencia, cuando comienza el día y termina la noche,
pero cuando ya no hay una superficie para medirlo, cuando el lenguaje del tiempo es mediado
por el caos, y su ineludible desgaste entrópico de este, cuando el tiempo se convierte en una
metafísica etérea que excede lo que el mismo sentido de este condiciona.
El caos y la poesía, en todos sus lenguajes posibles llega para dotar de infinitud al tiempo,
romper los límites, es esta la concepción del tiempo que atiende este texto, tiempo desde una
perspectiva filosófica, no porque la ciencia no interese, sino que en sí mismo la búsqueda por
un concepto o un entendimiento del tiempo en sí mismo desde la ciencia, termina siendo un
problema filosófico, resuelto desde otros lugares. En este sentido lo que más interesa son las
imágenes mismas, de instantes que el tiempo puede crear y permanecer.
El caos tiempo, es uno entendido desde un punto donde la realidad se ha expandido, que
no puede entenderse desde las formas tradicionales, que no puede ser lineal, el caos tiempo
va más bien en espiral, un tiempo que se va plegando sobre sí mismo, que no responde al
mecanicismo cartesiano, a una matemática exacta o una imagen definida, las imágenes del
caos tiempo van a jugar en el terreno de lo infinito que es en sí mismo, la posibilidad
posibilitante, que se está fragmentando constantemente y en una acción de devenir
inabordable. Aparentemente azaroso, pero con un enigmático orden en el mismo absurdo que
se evidencia en la esencia desconocida de él mismo. En la poesía de Dickinson este juego
esta constante en esa eternidad recurrente que juega con las paradojas propias del crear,
utilizando pequeños y casi imperceptibles detalles en su gramática, como qué acentúa, que
va en mayúscula, silogismos y alegorías, se encuentra una elegante ironía, que juega
constantemente con nuestro concepto de sentido.
El caos tiempo que nos declama Dickinson habita en nosotros y nos cruza en cada
momento, pero se nos vuelve imperceptible e irresoluble, es un concepto abstracto que es
conceptualizar en una unidad única, que lo describa en completitud y totalidad, ya que en sí
mismo es caos y el caos no puede ser detenido, su constante cambio hace que solo podamos
rodear las posibilidades de este, pero al mismo tiempo nos crea la mayor duda y es que está
directamente relacionado con la muerte, pensar en el tiempo es preguntarse por la muerte y
de ahí surgen una red infinita de misterios, que van a rodear la misma pregunta “la
existencia”, la muerte rompe con la línea propia de la vida y del entendimiento de nuestro
tiempo, esa pregunta por la finitud del ser, es la causa de muchas de las creencias espirituales,
ya que, estas permiten tener un poco más de control sobre nuestro tiempo, perdiéndolo, es
una paradoja donde nuestra agonía por este misterio es ahora atribuido a los dioses, quienes
manejaran nuestro destino, quitándonos el peso de ser realmente consciente de su
efervescencia, de lo etéreo e indeterminado del tiempo, esa angustia de la muerte se media
por el más allá, la esperanza de que nuestro tiempo continua después de la muerte. Esta
concepción sigue siendo un caos tiempo organizado desde la espiritualidad, pero sigue siendo
la misma duda de todos, porque la única certeza de finitud es la muerte, Dickinson hace que
esta sea la base poética más fuerte en su escritura dejándonos la idea de que de lo demás no
podemos tener un absoluto conocimiento, pero el caos, ese que nos desgasta, con ese aparente
paso del tiempo, que se vuelve más corpóreo, que sensitivo, es imparable, se lleva todo a su
paso, sin reversa alguna, ese rio heracliteano, en el que parafraseándolo, no es el mismo, pero
que más que el tiempo es ese río, el caos no puede separarse de su naturaleza entrópica, no
podemos regresarlo y modificarlo. Ni siquiera, en nuestros recuerdos podemos revertir el
tiempo, si bien es cierto que los recuerdos se modifican un poco en la mente, no podemos
borrarlos para modificarlos y cambiarlos, el tiempo es tan irreversible como las huellas de
nuestra mente, nuestros recuerdos quedan encapsulados, navegando en esos ríos del caos.
Entonces somos tiempo, nuestro ser está ligado a él, no podemos salir del tiempo, somos
tiempo, tiempo caótico e irresoluble.
El tema de los recuerdos, nos lleva a esa forma del tiempo que siempre se nos enseñó, el de
entenderlo como pasado, presente y futuro, lo que paso antes, se queda allá guardado en el
baúl de los recuerdos, el presente está aquí y el futuro siempre está por allá lejos, pero, en
qué momento comienza el presente para que sea pasado, o el presente se vuelve pasado y
comienza el futuro, estas categorías se miden generalmente con el reloj, los meses los años,
pero que mide realmente el reloj, el tiempo o el tiempo que queremos. El tiempo, desborda
el reloj, hasta la misma naturaleza, medimos un año por la vuelta de la tierra al sol, pero y el
resto del universo, si suponemos las diferentes teorías del origen del universo que pasa con
esas distinciones del tiempo, por ejemplo en el big-bang, que había antes de la expansión que
da origen a nuestro universo, como era el tiempo, como es el tiempo en la materia oscura, o
hablando en principios de entropía el tiempo se va acabando, va perdiendo energía, la
cuántica nos quitó el poco control que creíamos que teníamos de él, la percepción lineal se
pierde, ya no hay una línea, se flota entonces en el universo del instante. Entonces, pasado,
presente y futuro, pierden importancia, porque ya no se sabe bien en que tiempo se está y no
puede saberse, esta percepción mecanicista no puede entenderse en la contemporaneidad del
mismo modo, por lo que el caos tiempo, se entenderá como tiempo instante, es así como la
obra de Emily siendo atemporal podría entenderse en un tiempo en espiral de posibilidades.
Para terminar, entendiendo la obra de la poeta, en un tiempo instante, alejado de la
linealidad, miremos como el instante aparece fuertemente en la creación poética. El instante
es un término que se ha tratado bastante a lo largo del texto, como una negación del tiempo
entendido de manera lineal, rompiendo con la estructura mecánica, muy presente en la
construcción poética, estrechamente relacionado con la melancolía, en un sentido de un
pasado idealizado, de los recuerdos, de las imágenes para resguardarlas, es una consecuencia
de ese síntoma trágico del ser humano, es un tiempo sensible, metafísico. Aunque el tiempo
lo han tratado diversos filósofos en la historia, tomare el concepto de instante desde Gaston
Roupnel, en palabras de Gaston de Bachelard, ya que, aunque Henry Bergson es el grande
del tiempo, la visión de Roupnel es más poética y aplicable a lo que se tratara más adelante
sobre las imágenes instante y las imágenes intimas. Dada esta aclaración, en el texto La
intuición del instante, Bachelard (1999) nos narra a un Roupnel etéreo, comienza el texto con
estas palabras: “La idea metafísica del libro de Roupnel es la siguiente: el tiempo solo tiene
una realidad, la del instante. En otras palabras, el tiempo es una realidad afianzada en el
instante y suspendida entre dos nadas”. (p. 57)
Notamos entonces que Roupnel, encapsula la idea del tiempo del mismo modo que lo
desintegra y desestructura, al estar suspendido en la nada, hay un juego metafísico con la
concepción misma del ser, somos tiempo, por ende somos instante, el tiempo instante,
transcurre en una totalidad intima, de nuevo esa relación del caosmos, un infinito contenido
en un infinito-finito, nos habla también de algo mencionado anteriormente y es la intimidad
del tiempo instante, su naturaleza melancólica, ya que transcurre en soledad, en esa
fragmentación del ser y la negación del yo, al estar el tiempo instante lejos del pasado, el
presente y el futuro, se aleja también de las maneras lineales del ser, pero lejos de ser una
melancolía de bilis negra, es una con una desgarradora potencia creativa, que rompe con esa
esfera de la única realidad para empezar a crear bajo la visión de la posibilidad.
Por lo que Roupnel nos dice que somos conscientes solo del presente, pero el presente es al
mismo tiempo confuso, por lo que el presente al que el filósofo se refiere es “ El instante que
se nos acaba de escapar es la misma muerte inmensa a la que pertenecen los mundos abolidos
y los firmamentos extintos. Y, en las propias tinieblas del porvenir, lo ignoto mismo y temible
contiene tanto el instante que se nos acerca como los mundos y los cielos que se desconocen
todavía.”, Esta ruptura con el ser, es una ruptura también con la percepción misma de la
realidad, el instante es un tiempo discontinuo e inclasificable, este planteamiento de Roupnel
nos habla también del instante como un tiempo cuántico, donde todos los tiempos posibles
suceden en el instante y al mismo tiempo ese instante es un tiempo posibilitante y no solo el
tiempo, el instante contiene todo, ya que todo es tiempo y no lo es, el juego del instante va a
tomar entonces un carácter poético, como esa acción narrativa de sensibilidad violenta que
crea imágenes poéticas.
“No es necesario ser una estancia para estar encantado/ no hay que ser una casa/ el cerebro tiene corredores que
sobrepasan/ el espacio material. / Es mucho más seguro para un encuentro a medianoche/ el fantasma exterior/
que su interior enfrentándose/ al más frío huésped./ Es mucho más seguro correr por una abadía/ persiguiendo
las losas/ que, desarmado, encontrarse con uno mismo/ en un lugar deshabitado./ Uno, escondido tras de sí,/
debiera asustarnos más. / El asesino en nuestra casa oculto/ daría menos terror./ El cuerpo toma un revólver/
emperna la puerta/ olvidando un espectro más aterrador/ y más cercano.”
El tiempo instante, es un acto poético, ya que el instante se da en la profunda intimidad, el
sentimiento de ese presente múltiple e infinito que nos acerca y nos aleja del sentimiento del
ser, el instante como diría Emily Dickinson, nos pone a nosotros ante nosotros mismos, nos
muestra el espejo de los espejos, nos pone ante las imágenes que surgen del silencio, entonces
ese instante poético surge nuestro más profundo sentido metafísico.
Entonces el instante, es un tiempo muy íntimo, que nos acerca a la duda de la existencia
y al mismo tiempo nos lleva a un instante poético consecuencia de una melancolía activa,
que golpea al ser con una explosión creativa de imágenes. Es en el arte, en las imágenes nos
trae a la intuición, que es esa memoria metafísica envuelta en el instante, esa evolución del
instante poético que crea mundos, en el arte están los principios directos de la creación, nos
trae frescura al alma y renueva la fuerza poética, como Aristóteles que afirmaba que la
filosofía surge del misterio, del mismo modo la poética, la metafísica poética surge de ese
instante maravillado ante el sentido de la existencia, Bachelard nos dice que la poesía es una
metafísica instantánea, es ese violento choque con el caos de la percepción, de la estética que
penetra un alma, la verdad nos es dada por las sensaciones, por lo que excede el análisis y la
teoría, por eso el lenguaje del instante, es la poesía, donde el ser fragmentado y los universos
caóticos encuentran su unidad.
Bachelard, también nos plantea que todas las metafísicas suelen ser expuestas en largos
tratados o conceptos, refutadas, debatidas y analizadas, pero la poesía se niega a los
preámbulos, a los principios, a los métodos y a las pruebas. Se niega a la duda. Como mucho
necesita un preludio de silencio. Antes que nada, golpeando contra palabras huecas, hace
callar la prosa o el canturreo que dejarían en el alma del lector una continuidad de
pensamiento o de murmullo. Luego, tras las sonoridades huecas, produce su instante. Y para
construir un instante complejo, para reunir en ese instante gran número de simultaneidades,
destruye el poeta la continuidad simple del tiempo encadenado (Bachelard, 1999, p.47).
Entonces en un verdadero poema el tiempo se detiene, nos hace viajar a un lugar interior,
intimo, nos trae las imágenes de un universo que estuvo en potencia y se activa y virtualiza
navegando por nuestros propios instantes, como en la figura 16, donde se ha llegado a un
lugar muy íntimo.
El instante poético en una relación armónica entre dos opuestos. Que nos pone en la mesa
de nuevo las relaciones de atracción y repulsión de caos, que se traducen en potencias
creativas, Bachelard nos dice que estos dos opuestos son, la razón y la pasión, argumentando:
“En el instante apasionado del poeta hay siempre un poco de razón: en la recusación sazonada
queda siempre un poco de pasión” (p. 66). En el instante poético, el ser se aleja del tiempo
del mundo, del espacio y entra en la experiencia estética desbordada, ese espejo donde el ser
se encuentra a sí mismo. Entonces la poesía, busca y seduce al poeta en esos instantes íntimos,
que caóticamente tocaran y turbaran nuestros propios instantes. Culminando cierro con estas
hermosas palabras de otro poeta, Bachelard:
El poeta anima una dialéctica más sutil. En el mismo instante, revela a la vez la solidaridad
de la forma y de la persona. Demuestra que la forma es una persona y que la persona es
una forma. La poesía es así un instante de la causa formal, un instante de la fuerza
personal. Entonces se desinteresa delo que rompe y de lo que disuelve, de una duración
que dispersa ecos. Busca el instante. Sólo necesita del instante. Crea el instante. Fuera del
instante solo hay prosa y canción. En el tiempo vertical de un instante inmovilizado
encuentra la poesía su dinamismo especifico. Hay un dinamismo puro de la poesía pura.
Es el que se desarrolla verticalmente en el tiempo de las formas y de las personas.
Pero todo como el caos,
Interminable, insolente,
Sin esperanza, sin mástil
Ni siquiera un informe de la tierra
Para justificar la desesperación.
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