ESQUEMA 2. HACIA LA RERUM NOVARUM (15-5-1891) ESQUEMA SEGUNDO: I. El hecho: una nueva sociedad y un nuevo mundo. Del capitalismo comercial al capitalismo industrial y a la economía sostenida; de los gremios y de la manufactura, pasando por la revolución tecnológica, a la Revolución Industrial; del gobierno absolutista y estamental al gobierno liberal: el liberalismo político. Contemplemos las personas que han sufrido el impacto de los nuevos tiempos. II. Soluciones: - liberalismo: - cristianismo: pietismo, evangelismo y anglicanismo - socialismo: socialismo utópico y socialismo científico - catolicismo: el catolicismo social y la RN. III. La Iglesia católica en vísperas de la RN: La Iglesia católica en el último tercio del siglo XIX entre el ultramontanismo (integristas y legitimistas) y la apertura al mundo contemporáneo. - Señas de identidad del gobierno de la Iglesia: centralidad y centralismo eclesiales romanos; los nuevos dogmas católicos nacen y se consolidan en Roma así como la moral y la piedad; importancia de la llamada cuestión romana; “Instaurare omnia in Christo”; catolicismo de masas y auge de las organizaciones sociales católicas…. IV. La Iglesia y la cuestión social. El largo alumbramiento de la RERUM Novarum (RN) - Los adelantados: Ketteler en Alemania; Vogelsand en Austria; Ozanam, Mermillod, Alberto de Mun, Renato Tour de la Pin en Francia… - Los Círculos de Estudio: Círculo Romano de estudios sociales (1882); La Sociedad Artística Obrera de la Caridad Romana; Círculo de Friburgo… - Los primeros frutos: Cardenal Manning en Inglaterra; el canónico Pottier en Bélgica; Obra de los Congresos en Italia; Chevalier du Travail en Canadá y en los Estados Unidos; el cardenal Gibbons en Estados Unidos…. - El Papa con los obreros: las primeras peregrinaciones de obreros católicos franceses a Roma. Las palabras del Papa - En las vísperas de la RN: La Unión Católica parea los estudios sociales en Roma (1890); los Congresos de Suiza y Berlín V. León XIII y el socialismo VI. LA RERUM NOVARUM (15-5-1891) Para saber más: La Encíclica, LD (1921), EDITORIAL, Centenario Social (1848-1948), en la Revista FOMENTO SOCIAL, (1948); 52-53; Para saber más: MOSSE, Geroge. L., La cultura europea del siglo XIX, Ariel Historia, Barcelona 1997, 186-207 EXPLICACION Y DETALLE DEL ESQUEMA 2. El hecho: una nueva sociedad y un nuevo mundo. Del capitalismo comercial al capitalismo industrial y a la economía sostenida; de los gremios, pasando por la revolución tecnológica, a la Revolución Industrial; del gobierno absolutista y estamental al gobierno liberal: el liberalismo político….. Mirar a las personas que han sufrido los impactos y las consecuencias de los cambios1 II. Soluciones: Liberalismo: el liberalismo político nace con la RF. Sus supuestos teóricos e intelectuales pueden rastrearse hasta en las mismas fuentes de la Reforma protestante y sin lugar a dudas en los teóricos de los gobiernos y del poder político del siglo XVII inglés y francés. Mucho más peso tuvieron las doctrinas y el modo de vivir que se fue imponiendo en Francia gracias al esfuerzo de los Ilustrados y de la misma Ilustración. En este punto nos parece decisiva la aportación de Rousseau y de Voltaire. Conceptos tan elásticos como hombre natural, voluntad popular, soberanía, democracia, constitución….. vinieron a sumarse a estado de naturaleza, voluntad de elección, gobierno representativo, división de poderes, gobierno despótico, que ya se había popularizado en décadas anteriores. Con la Declaración de los Derechos Humanos,con la Revolución Francesa así como con la Independencia de los Estados Unidos y con su revolución se rompe con la tradición del Antiguo Régimen y se camina a marchas forzadas hacia la instauración del liberalismo político. Los efectos de ambas revoluciones y la rápida implantación del liberalismo fueron bastante mal recibidos por la Iglesia. La Iglesia, puede decirse con toda claridad, fue la gran perdedora de la Revolución francesa. El ser humano quedaba desvinculado de la Iglesia. En el orden político la persona humana, revestida e investida de los derechos humanos, dejaba de ser siervo y fiel para ser ciudadano. El Estado, guiado y dirigido por un gobierno constitucional y por lo tanto representativo, era el encargado de llevar adelante los asuntos de la cosa pública, que comprendía también los asuntos eclesiásticos. Los Estados y los gobiernos en la medida de sus posibilidades debían y querían estar por encima de todo grupo, reminiscencia de los antiguados estamentos; la Iglesia católica a lo más era reconocida como un grupo más entre los muchos que constituían la realidad social y religiosa de las naciones. Se predicaba y deseaba la constitución de 1 POLLARD, S., La génesis de la dirección de la empresa moderna. Estudio sobre la Revolución industrial en Gran Bretaña, Ministerio del Trabajo y de la Seguridad Social, Madrid 1987, pp seleccionadas 91-148 y 217-76 estados que reconocían la existencia y el respeto de la religión pero no la vinculación especial a ninguna de ellas2. El cristianismo: pietismo, evangelismo y anglicanismo: Se desarrollaron principalmente en el interior del continente europeo, en Inglaterra, Escocia y en los Estados Unidos. Las iniciativas sociales llevadas a cabo por estos movimientos cristianos atemperaron los perversos efectos y las denigrantes consecuencias de la Revolución Industrial y política que sufrían de manera muy especial la emergente clase proletaria. A su modo crearon una nueva cultura cristiana; de ella nacieron “el caballero y el caballero cristiano”. John Wesley, líder natural de los metodistas y predicador ambulante de verbo apasionado y de grandes convicciones, puso de moda eslóganes como éste: “ora, trabaja y ahorra”. De sus iniciativas nacieron instituciones como el Ejército de Salvación creado por William Booth y un incipiente socialismo. En este socialismo cristiano predominaban más los principios morales que las interpretaciones materialistas del hombre y de la historia. Gracias a este incipiente socialismo el trabajador se acercó a la Iglesia, tanto que los primeros líderes laboristas salieron de su seno. Estos cristianos se mostraron contrarios y muy críticos de la libre competencia, abogaron por las asociaciones, trataron de fundar cooperativas y rechazaron la revolución. Creían que los cambios que por entonces necesitaba la sociedad vendrían más por la educación integral de la persona humana que por la formación política; confiaban, quizás de manera exagerada, en la virtud del hombre y en el hombre virtuoso. En sus propuestas predominaban más los principios morales que las ideas materialistas propugnadas por Marx. Todas estas ideas las llevó al extremo Owen intentando “un intercambio de valores de trabajo equivalentes, que cuajaría en la cooperativa de obreros de Charles Kingsley (1848) En Francia, donde el cristianismo no gozó de tanta renovación, las cosas fueron bastante diferentes. Aunque amantes del asociacionismo, los franceses mantenían una elaboración más compleja de la teoría cooperativa completamente divorciada del cristianismo. Poco a poco fueron elaborando una ciencia de la sociedad. El positivismo de Compte minó toda la ideología moral y se inclinó por soluciones más positivistas y de más marcado carácter social. En 1848 se pasó de buscar la reforma política a buscar el cambio socialista por medio de los sindicatos. El socialismo: dentro del socialismo conviene hacer una simple división. No es lo mismo el socialismo utópico que el socialismo científico o marxista. 2 ABAITUA, C., La doctrina sobre la libertad política en el magisterio de León XIII, Vitoria 1966, pp seleccionadas 23-80. El socialismo utópico, al que pertenecieron hombres de la categoría de Robert Owen (1771-1858); Saint-Simon ((1760-1825), Fourier (1772.1837), está muy relacionado con las propuestas de los cristianos centroeuropeos. Fueron los primeros en descubrir y denunciar las injusticias que nacían con el capitalismo industrial y también son los primeros en plantear una serie de alternativas tendentes a la mejora social y estructural de la nueva sociedad que estaba naciendo con la reforma política y con la revolución industrial; apelaron a una reforma moral, querían un hombre nuevo inspirado en principios solidarios y no únicamente económicos y, finalmente, frente al abandono y empobrecimiento en el que quedaban muchos sectores de la población propiciaron la creación de cooperativas. Desde el punto de vista más estrictamente económico, criticaron la independencia existente entre el capital y del trabajo e hicieron cuanto pudieron para que ambas realidades económicas fuesen unidas. Fueron muy críticos, especialmente Proudhon, con las libertades del liberalismo y capitalismo; éstas eran más formales que reales. El capitalismo por su misma dinámica era incapaz de solucionar la miseria de los trabajadores. Se hacía necesaria otra forma de gobernar y entender la vida política. Años más tarde, los marxistas tacharon todas sus doctrinas y soluciones de utópicas y “reaccionarias”. “Estas doctrinas, se decía en el Manifiesto Comunista, profesan un ascetismo universal y un torpe y vago igualitarismo”. Aunque estos autores, “penetran ya en el antagonismo de las clases y en la acción de los elementos disolventes que germinan en el seno de la propia sociedad gobernante”, no “aciertan a ver en el proletariado una acción histórica independiente, un movimiento político propio y peculiar”. Estas limitaciones conceptuales les impiden proclamar a los cuatro vientos: “la emancipación del proletariado”.Su sistema está huérfano de una verdadera “ciencia social y de la fuerza de leyes sociales . Defienden a la clase social porque la consideran la más sufrida, pero en el fondo se sienten ajenos a plantear una verdadera lucha social de clases. Creen que el conocimiento de la realidad social basta para transformar la nueva sociedad. “Por eso, rechazan todo lo que sea acción política, y muy principalmente la revolucionaria; quieren realizar sus aspiraciones por la vía pacífica e intentan abrir paso al nuevo evangelio social predicando con el ejemplo, por medio de pequeños experimentos que, naturalmente, les fallan siempre….Sin embargo, en estas obras socialistas y comunistas hay ya un principio de crítica, puesto que atacan las bases todas de la sociedad existente…... Por eso, aunque algunos de los autores de estos sistemas socialistas fueran en muchos respectos verdaderos revolucionarios, sus discípulos forman hoy día sectas indiscutiblemente reaccionarias, que tremolan y mantienen impertérritas las viejas ideas de sus maestros frente a los nuevos derroteros históricos del proletariado…. En Inglaterra, los owenistas se alzan contra los cartistas, y en Francia, los reformistas tienen enfrente a los discípulos de Fourier”3. El socialismo científico: el marxismo: En el Manifiesto Comunista (1848), texto y corriente de pensamiento al que de una manera u otra alude la RN, se manifiestan desde sus primeras líneas dos hechos que parecen innegables: “que el comunismo se halla ya reconocido como una potencia por todas las potencias europeas y que es ya hora de que los comunistas expresen a la luz del día”. Conozcamos su peculiar manera de pensar: la historia debe interpretarse en clave de lucha de clases. “Opresores y oprimidos, frente a frente siempre, empeñados en una lucha ininterrumpida, velada unas veces, y otras franca y abierta, en una lucha que conduce en cada etapa a la transformación revolucionaria de todo el régimen social o al exterminio de ambas clases beligerantes”. De la historia se pasa al análisis de la realidad social: roto el feudalismo y la sociedad estamental, “nuestra época, la época de la burguesía, se caracteriza por haber simplificado estos antagonismos de clase. Hoy toda sociedad tiende a separarse, cada vez más abiertamente, en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases antagónicas: la burguesía y el proletariado. Otro de los principios de su teoría social es que “a cada etapa de avance recorrida por la burguesía corresponde una nueva etapa de progreso político”. “Implantada la gran industria y abiertos los cauces del mercado mundial, se conquista la hegemonía política y crea el moderno Estado representativo. Hoy, el Poder público viene a ser, pura y simplemente, el Consejo de administración que rige los intereses colectivos de la clase burguesa”. En el proceso histórico que acabamos de presentar la burguesía tuvo un “papel verdaderamente revolucionario” tanto en lo social, político, técnico y demográfico. Se puede afirmar con toda rotundidad que la nueva sociedad, la sociedad contemporánea nació con la revolución burguesa. La burguesía para mantenerse en su propia dinámica se ve en la obligación de apropiarse “cada vez más de los medios de producción, de la propiedad y de los habitantes del país”, hasta concentrar en manos de unos cuantos la propiedad. Este proceso tenía que conducir, por fuerza lógica, a un régimen de centralización política”. Pero por muy grande que sea su poder, éste ha nacido con virus mortal. La sociedad burguesa es incapaz de conjurar “las crisis comerciales, cuya periódica reiteración supone un peligro cada vez mayor para la existencia de la sociedad burguesa toda”. 3 Lo entrecomillado proviene del Manifiesto Comunista. ¿En que consisten estas crisis comerciales? Consisten “en la epidemia de la superproducción”, en la que resultan angostas las estructuras de la sociedad burguesa “para abarcar la riqueza por ellas engendrada”. “¿Cómo se sobrepone a las crisis la burguesía? Destruyendo violentamente una gran masa de fuerzas productivas, conquistando nuevos mercados y procurando explotar más concienzudamente los mercados antiguos. Es decir, se remedia unas crisis preparando otras más graves e imponentes, “mutilando los medios de que dispone para precaverlas” y lo que es más grave para la clase burguesa: haciendo salir a la superficie y alumbrando una nueva clase social, la formada por los “obreros, los proletarios. ¿Quiénes son los proletarios? Los que únicamente “vivir encontrando trabajo y que sólo encuentran trabajo en la medida en que éste alimenta e incrementa el capital. El obrero, obligado a venderse a trozos, es una mercancía como otra cualquiera, sujeta, por tanto, a todos los cambios y modalidades de la concurrencia, a todas las fluctuaciones del mercado”. “El trabajador, sigue diciendo, se convierte en un simple resorte de la máquina, del que sólo se exige una operación mecánica, monótona, de fácil aprendizaje. Por eso, los gastos que supone un obrero se reducen, sobre poco más o menos, al mínimo de lo que necesita para vivir y para perpetuar su raza. Y ya se sabe que el precio de una mercancía, y como una de tantas el trabajo, equivale a su coste de producción”. El proletario en su modo de vida se parece muy poco al trabajador de etapas anteriores: “Las masas obreras concentradas en la fábrica son sometidas a una organización y disciplina militares. Los obreros, soldados rasos de la industria, trabajan bajo el mando de toda una jerarquía de sargentos, oficiales y jefes. No son sólo siervos de la burguesía y del Estado burgués, sino que están todos los días y a todas horas bajo el yugo esclavizador de la máquina, del contramaestre, y sobre todo, del industrial burgués dueño de la fábrica. Y este despotismo es tanto más mezquino, más execrable, más indignante, cuanta mayor es la franqueza con que proclama que no tiene otro fin que el lucro”. Por la fuerza de los hechos y por la dinámica de la misma revolución industrial, “cuanto menores son la habilidad y la fuerza que reclama el trabajo manual, es decir, cuanto mayor es el desarrollo adquirido por la moderna industria, también es mayor la proporción en que el trabajo de la mujer y el niño desplaza al del hombre” “Y cuando ya la explotación del obrero por el fabricante ha dado su fruto y aquél recibe el salario, caen sobre él los otros representantes de la burguesía: el casero, el tendero, el prestamista, etc. A nadie le puede extrañar que Las clases proletarias, el proletariado, estén en permanente aumento: “toda una serie de elementos modestos que venían perteneciendo a la clase media, pequeños industriales, comerciantes y rentistas, artesanos y labriegos, son absorbidos por el proletariado; unos, porque su pequeño caudal no basta para alimentar las exigencias de la gran industria y sucumben arrollados por la competencia de los capitales más fuertes, y otros porque sus aptitudes quedan sepultadas bajo los nuevos progresos de la producción. Todas las clases sociales contribuyen, pues, a nutrir las filas del proletariado”. ¿Qué pueden hacer los proletarios frente a la siempre explotadora clase burguesa? Resistirse. Hacen todo lo posible por resistirse ante la burguesía. “Al principio son obreros aislados; luego, los de una fábrica; luego, los de todas una rama de trabajo, los que se enfrentan, en una localidad, con el burgués que personalmente los explota. Sus ataques no van sólo contra el régimen burgués de producción, van también contra los propios instrumentos de la producción”. (ludismo). “En esta primera etapa, los obreros forman una masa diseminada por todo el país y desunida por la concurrencia….no combaten contra sus enemigos, sino contra los enemigos de sus enemigos, contra los vestigios de la monarquía absoluta, los grandes señores de la tierra, los burgueses no industriales, los pequeños burgueses. La marcha de la historia está toda concentrada en manos de la burguesía, y cada triunfo así alcanzado es un triunfo de la clase burguesa”. Conforme el salario del obrero se hace más inseguro y se reduce “en todas partes a un nivel bajísimo y uniforme”, “las colisiones entre burgueses aislados van tomando el carácter, cada vez más señalado, de colisiones entre dos clases. Los obreros empiezan a coaligarse contra los burgueses, se asocian y unen para la defensa de sus salarios. Crean organizaciones permanentes para pertrecharse en previsión de posibles batallas. De vez en cuando estallan revueltas y sublevaciones”. “Los obreros arrancan algún triunfo que otro, pero transitorio siempre. El verdadero objetivo de estas luchas no es conseguir un resultado inmediato, sino ir extendiendo y consolidando la unión obrera” hasta convertirla, gracias a los medios de comunicación y a la universalización de la cultura “en un movimiento nacional, en una lucha de clases. Y toda lucha de clases es una acción política”….”así nace en Inglaterra la ley de la jornada de diez horas”. Por la propia dinámica del desarrollo social, sus filas se ven incrementadas por “toda una serie de elementos de la clase gobernante y estos elementos suministran al proletariado nuevas fuerzas…. “abrazando la causa revolucionaria, pasándose a la clase que tiene en sus manos el porvenir”. Pues “no hay las clases que hoy se enfrentan con la burguesía no hay más que una verdaderamente revolucionaria: el proletariado”. ¿Cuáles son los objetivos de la fuerza y de una posible toma del poder por parte del proletariado? Mientras “todas las clases que le precedieron y conquistaron el Poder procuraron consolidar las posiciones adquiridas sometiendo a la sociedad entera a su régimen de adquisición….los proletarios no tienen nada propio que asegurar, sino destruir todos los aseguramientos y seguridades privadas de los demás”. Este modo de proceder anuncia una auténtica revolución: “hasta ahora, todos los movimientos sociales habían sido movimientos desatados por una minoría o en interés de una minoría. El movimiento proletario es el movimiento autónomo de una inmensa mayoría en interés de una mayoría inmensa. El proletariado, la capa más baja y oprimida de la sociedad actual, no puede levantarse, incorporarse, sin hacer saltar, hecho añicos desde los cimientos hasta el remate, todo ese edificio que forma la sociedad oficial”. La conquista del poder pasa diversas fases: de una especie de “guerra civil” que “se plantea en el seno de la sociedad vigente hasta el momento en que esta guerra civil desencadena una revolución abierta y franca, y el proletariado, derrocando por la violencia a la burguesía, echa las bases de su poder”; aprovechándose de la misma naturaleza de la burguesía y de su modo de producción, que tiene “por condición esencial la concentración de la riqueza en manos de unos cuantos individuos…. el trabajo asalariado y la concurrencia de los obreros entre sí”. Hasta aquí la primera parte del Manifiesto. La segunda parte se dedica a presentación de los comunistas. “Los comunistas, se responde desde el principio, no se distinguen de los demás partidos proletarios más que en esto: en que destacan y reivindican siempre, en todas y cada una de las acciones nacionales proletarias, los intereses comunes y peculiares de todo el proletariado, independientes de su nacionalidad, y en que, cualquiera que sea la etapa histórica en que se mueva la lucha entre el proletariado y la burguesía, mantienen siempre el interés del movimiento enfocado en su conjunto”. “Son, pues, la parte más decidida, el acicate siempre en tensión de todos los partidos obreros del mundo. Su objetivo “es idéntico al que persiguen los demás partidos proletarios: formar la conciencia de clase del proletariado, derrocar el régimen de la burguesía, llevar al proletariado a la conquista del Poder”. Nos encontramos, pues, ante un partido muy distinto de los partidos y de los grupos de poder constituidos hasta el presente; diferente en lo doctrinal y diferente en las tácticas para la conquista del poder. Sus proposiciones teóricas son “expresión generalizada de las condiciones materiales de una lucha de clases real y vívida, de un movimiento histórico que se está desarrollando a la vista de todos”. Pasemos a conocer el contenido de las mismas: la abolición del régimen vigente de la propiedad de la burguesía para en un segundo paso abolir la propiedad privada; la constitución del capital en propiedad colectiva, común a todos los miembros de la sociedad. “A lo único que aspiramos es a transformar el carácter colectivo de la propiedad, a despojarla de su carácter de clase”. “A lo que aspiramos es a destruir el carácter oprobioso de este régimen de apropiación en que el obrero sólo vive para multiplicar el capital, en que vive tan sólo en la medida en que el interés de la clase dominante aconseja que viva”. “En la nueva sociedad comunista, el trabajo acumulado será, por el contrario, un simple medio para dilatar, fomentar y enriquecer la vida del obrero”. Con la abolición de la propiedad burguesa, quedarán abolidas “la personalidad, la independencia y la libertad burguesa”, que no es otra cosa que “la libertad de comprar y vender” y paso las concepciones burguesas de la familia y de la patria, heridas de muerte por el grado de desarrollo del capitalismo burgués. En realidad, los trabajadores no tienen patria”. “Con el desarrollo de la burguesía, el librecambio, el mercado mundial, la uniformidad reinante en la producción industrial, con las condiciones de vida que engendra, se encargan de borrar más y más las diferencias y antagonismos nacionales. El triunfo del proletariado acabará de hacerlos desaparecer”. Estos supuestos aunque afecten a las “ideas religiosas, morales, filosóficas, políticas, jurídicas”, dicen los detentadores y administradores de la cultura burguesa, no podrán atentar contra la “perennidad,” de la religión, la moral, la filosofía, la política y el derecho. A lo que contestan los comunistas que antes, el comunismo -continúa el argumento- destruirá estas verdades eternas y no las sustituirá por otras nuevas. El comunismo “viene a interrumpir violentamente todo el desarrollo histórico anterior”. Todo parece inclinado hacia la “revolución obrera”, que concluirá con la exaltación del proletariado al Poder y con la conquista de la democracia. Una vez en el poder el proletariado irá “despojando paulatinamente a la burguesía de todo el capital, de todos los instrumentos de la producción, centralizándolos en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como clase gobernante, y procurando fomentar por todos los medios y con la mayor rapidez posible las energías productivas. Claro está que, al principio, esto sólo podrá llevarse a cabo mediante una acción despótica sobre la propiedad y el régimen burgués de producción, por medio de medidas que, aunque de momento parezcan económicamente insuficientes e insostenibles, en el transcurso del movimiento serán un gran resorte propulsor y de las que no puede prescindiese como medio para transformar todo el régimen de producción vigente”. Estas medidas, aunque no serán las mismas en todos los países, seguirán los siguientes pasos: 1. Expropiación de la propiedad inmueble y aplicación de la renta del suelo a los gastos públicos. 2. Fuerte impuesto progresivo. 3. Abolición del derecho de herencia. 4. Confiscación de la fortuna de los emigrados y rebeldes. 5. Centralización del crédito en el Estado por medio de un Banco nacional con capital del Estado y régimen de monopolio. 6. Nacionalización de los transportes. 7 Multiplicación de las fábricas nacionales y de los medios de producción, roturación y mejora de terrenos con arreglo a un plan colectivo. 8. Proclamación del deber general de trabajar; creación de ejércitos industriales, principalmente en el campo. 9. Articulación de las explotaciones agrícolas e industriales; tendencia a ir borrando gradualmente las diferencias entre el campo y la ciudad. 10 Educación pública y gratuita de todos los niños. Prohibición del trabajo infantil en las fábricas bajo su forma actual. Régimen combinado de la educación con la producción material, etc”. El resultado de todas estas medidas será la constitución de una nueva concepción del Estado, que dejará de tener “carácter político” para de esta manera llegar a la utopía socialista en la “el libre desarrollo de cada uno condicione el libre desarrollo de todos”. III. La Iglesia católica en el último tercio del siglo XIX entre el ultramontanismo (integristas y legitimistas) y la apertura al mundo contemporáneo. A lo largo de esta época la Iglesia católica fue consolidando las bases de lo que se ha llamado el catolicismo de cristiandad. Dentro de este esquema destacaba la centralización romana. Roma se convierte en la capital de la Iglesia católica; casi todo depende de ella. La imagen que se tiene desde fuera es que la Iglesia católica por medio de un sistema jerárquico y piramidal, consagrado con el dogma de la Infabilidad, que convierte al papa en líder de la cristiandad católica. La Iglesia y el papa recuperan parte de su perdido prestigio, lo que les lleva a intervenir cada vez más en asuntos públicos y a tener un mayor protagonismo. En este orden de cosas, la teología se hace cada vez más desde Roma y al modo romano: se abren de nuevo centros superiores de teología, se impone un sistema filosófico y teológico propio, la neoescolástica, y se desea que todo el sistema de pensamiento teológico pase y se inspire en los métodos romanos. La recuperación de la Iglesia católica y el prestigio que va ganando el papado con León XIII se viven en el marco de un cierto triunfalismo, brillantez y aparatosidad, en respuesta a ciertas políticas liberales que condenaban a la vida cristiana al ostracismo de la vida privada. En lo referente a la actividad y a la participación política de los católicos, la llamada cuestión romana, pérdida de los llamados Estados Pontificios cuando la unificación de Italia (1870), limitó, primero, y condicionó, después, la actividad política de los católicos de todo el mundo. Muy poco a poco se fue pasando del “non expedit” (no es conveniente) a la formación de grupos católicos, pensados más como grupos de opinión que como agentes activos de cambio Este llamado catolicismo de cristiandad llevaba aparejado la movilización de las masas, el activismo apostólico y la trepidante organización de actividades religiosas y sociales, círculos de estudio y propuestas concretas de acción.