Subido por paolo sevilla tenorio

Objeto imposible juridicamente y objeto

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ESPECIAL
OBJETO IMPOSIBLE JURÍDICAMENTE Y OBJETO ILÍCITO
La supuesta eliminación de la causa del negocio jurídico
–y en particular del contrato– por obra de la jurisprudencia judicial
Rómulo MORALES HERVIAS(*)
TEMA RELEVANTE
El autor considera que la Sala Civil Permanente de la Corte Suprema en la casación objeto
de comentario equipara erróneamente el objeto imposible jurídicamente y el objeto ilícito
en el caso de los contratos sobre bienes ajenos, y cree que el resultado del negocio jurídico
es su causa, su fin o su finalidad. Así estima que tal análisis es tergiversado por cuanto
dichos contratos no son nulos, sino perfectamente válidos, pero ineficaces parcialmente
porque son contratos sobre bienes ajenos que tienen una validez regulada expresamente
(numeral 2 del artículo 1409 y artículo 1539 del Código Civil), pues las cosas ajenas son
comerciables.
El tema del objeto del negocio jurídico –incluyendo
el objeto del contrato– es complejo. Esta complejidad
obedece por la asignación errónea del sentido jurídico de la palabra “objeto”. Es un concepto jurídico
aplicado erróneamente a realidades y esquemas jurídicos diversos al negocio jurídico.
La doctrina y la legislación del Derecho Civil suelen
adoptar posiciones divergentes tan iguales como en
el tema de la causa del negocio jurídico y en específico de la causa del contrato. Desde el punto de vista
(*)
de la cantidad bibliográfica y del debate jurídico, la
causa le lleva una ventaja amplia al objeto. No obstante, este dato no comporta que el tema del objeto
sea un asunto claro. Ni tampoco que los intérpretes
hayan ido por el camino correcto.
Algún sector de la doctrina ha negado que pueda
hablarse en sentido estricto de objeto del negocio
jurídico. El negocio jurídico, se dice, no tiene objeto
sino que produce efectos jurídicos. Se sostiene que
son los efectos jurídicos los que tienen objeto. De
ahí que no se puede hablar de objeto del negocio
jurídico. Otras doctrinas desarrollan la autonomía
del objeto definiéndolo como contenido. Pensamos
que ambas posiciones no tienen un marco teórico
Abogado por la Universidad de Lima. Magíster por la Universidad di Roma “Tor Vergata”. Diplomado en Derecho Romano; y en
Derecho de los Consumidores y de la Responsabilidad Civil por la Universidad di Roma “La Sapienza”. Doctor por la Pontificia
Universidad Católica del Perú. Profesor de Derecho Civil en la Pontificia Universidad Católica del Perú, en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y en la Universidad de San Martín de Porres.
DIÁLOGO CON LA JURISPRUDENCIA Nº 202
ESPECIAL
I. LA CASACIÓN Nº 3189-2012-LIMA NORTE
ES UNA PRUEBA DE DESCONOCIMIENTO
DE LOS FORMANTES LEGISLATIVOS Y DOCTRINARIOS DEL NEGOCIO JURÍDICO Y DEL
CONTRATO
21
¿ ILICITUD ES PARTE DEL OBJETO JURÍDICAMENTE IMPOSIBLE?
adecuado. El objeto es autónomo en
el espacio de la formación del negocio
jurídico: el “objeto, en el ámbito de la
estructura negocial, tiene una fisonomía del todo autónoma, que no puede
ser confundida, y no debe serlo, con el
contenido, ni con el resultado, ni con
los aspectos funcionales del negocio
mismo, ni con sus efectos, ni tampoco
con aquellas situaciones instrumentales que pueden surgir del contenido
del negocio, en vista del resultado
final que se pretende realizar al mismo
tiempo” (Ferri, 2002, pp. 314-315).
La ambigüedad del concepto del
objeto se traslada cuando uno se pregunta qué es el objeto imposible y
qué es el objeto ilícito frente al significado jurídico aceptado mayoritariamente sobre la causa ilícita o el
fin ilícito. La casación bajo comentario analiza las compraventas del 1 de
diciembre de 2000; y del 11 de junio
de 2007 desde la perspectiva de los
requisitos de validez del objeto conjuntamente con la doctrina mixta de
la causa [Fundamentos 3.3 y 3.4 de
la Casación Nº 3657-2012-Cusco].
Dicha jurisprudencia no solo equipara
erróneamente el objeto imposible jurídicamente y el objeto ilícito en el caso
de los contratos sobre bienes ajenos,
sino que cree que el resultado jurídico
del negocio jurídico es su causa o su
fin o su finalidad. Dicho análisis es tergiversado por cuanto dichos contratos no son nulos sino perfectamente
válidos pero ineficaces parcialmente
porque son contratos sobre bienes ajenos que tienen una validez regulada
expresamente (Numeral 2 del artículo
1409 y artículo 1539 del Código Civil
peruano de 1984). Las cosas ajenas
son comerciables.
Los temas de la imposibilidad jurídica
del objeto, de la ilicitud del objeto y
de la ilicitud de la causa (o ilicitud
del fin o de la finalidad) del negocio
jurídico presuponen “un problema de
relaciones entre las finalidades del
22
ordenamiento, las finalidades de
los individuos, y los instrumentos
técnicos con aquellas finalidades
perseguidas y alcanzables” (Grondona, 2011, p. 22). Los negocios
jurídicos normal y antropológicamente persiguen alcanzar finalidades individuales; y por el contrario,
el ordenamiento jurídico persigue
alcanzar finalidades ultraindividuales. Por ello, el ordenamiento jurídico exige que el objeto y la causa
de los negocios jurídicos cumplan
algunas cualidades preestablecidas
(imposibilidad e ilicitud).
A continuación describiremos los
formantes legislativos y doctrinarios de los códigos civiles europeos y latinoamericanos sobre el
objeto imposible jurídicamente,
el objeto ilícito y la causa ilícita
(o el fin ilícito) para lograr entender sus reales significados y cómo
la mayoría de la doctrina peruana
no ha podido lograr transmitir un
mensaje claro a la jurisprudencia
peruana. Esta descripción es necesaria desde el punto de vista de la
aplicación del método comparado:
“Sobre todo, el Derecho comparado
debe necesariamente descomponer
los varios sistemas jurídicos en sus
factores o formantes. Los principales formantes que encontramos
en los sistemas modernos son la
ley, la jurisprudencia, y la doctrina.
Es decir, el conjunto de disposiciones emanadas por el legislativo, el
conjunto de las decisiones de los
jueces y el conjunto de las opiniones expresadas por los juristas. El
rol de estos factores, o formantes,
del derecho cambia de sistema a
sistema y de época a época” (Mattei y Monateri, 1997, p. 14).
Hoy por hoy es imprescindible no
solo conocer los formantes europeos del Derecho Civil sino también los formantes latinoamericanos del Derecho Civil. Si en algún
momento queremos que Latinoamérica utilice un lenguaje común para
regular disposiciones normativas en
una legislación de armonización de
Derecho Civil, previamente debemos conocernos mutuamente. Dicho
conocimiento no se agota en la aplicación del método exegético de la
legislación civil sino en la aplicación
del método dogmático de la doctrina. No solo el lenguaje debe unirnos sino también el conocimiento de
nuestras instituciones jurídicas.
II. IMPOSIBILIDAD JURÍDICA DEL
OBJETO, ILICITUD DEL OBJETO
E ILICITUD DE LA CAUSA O DEL
FIN DEL NEGOCIO JURÍDICO Y
DEL CONTRATO
1. Código Civil de Francia
El Código Civil francés regula la
imposibilidad del objeto, y la ilicitud
de la causa del contrato. Legislativa
y doctrinariamente la imposibilidad
del objeto es equivalente a la ilicitud
del objeto en cuanto a las cosas incomerciables (ver cuadro Nº 1).
Contemporáneamente en Francia hay
que distinguir el objeto del contrato
[la operación jurídica que las partes
desean realizar: el objeto del contrato
de compraventa será la transferencia de la propiedad de un bien] y el
objeto de la obligación [la prestación:
el objeto de la obligación del vendedor es entregar la cosa y el objeto de
la obligación del comprador es pagar
el precio] (Cabrillac, 2014, p. 67). El
objeto debe ser lícito en dos modalidades: (i) Las cosas fuera del comercio en razón de las necesidades de
orden público. Por ejemplo, los bienes de dominio público son inalienables o las cosas que violen la ley
(substancias venenosas, drogas, productos falsificados) (Cabrillac, 2014,
p. 71). (ii) Las cosas fuera del comercio en razón de su carácter sagrado.
El cuerpo humano está fuera del
comercio (artículos 16-5 y 16-7 del
Código Civil francés, de la ley del 29
ESPECIAL
de julio de 1994) mediante el principio de la indisponibilidad del cuerpo
humano (Cabrillac, 2014, p. 72). La
causa del contrato es “la razón según
la cual uno se compromete” (Cabrillac, 2014, p. 75) o el motivo determinante [causa impulsiva y determinante] (Cabrillac, 2014, p. 77).
Ejemplos de causa ilícita en la jurisprudencia francesa se aplican a los
contratos que permiten el ejercicio
de actividades ilícitas: explotación
de casa de meretricio o de juegos de
azar; o el ejercicio de una actividad
médica sin las condiciones permitidas por la ley (Cabrillac, 2014, p. 83).
De ahí que la doctrina francesa no
tiene dudas de considerar la posibilidad del objeto entre los requisitos
del contrato tomando en cuenta el artículo 1128 (Menezes Cordeiro,
2014, p. 547).
2. Código Civil de Italia
El Código Civil italiano regula la
causa ilícita, el motivo ilícito, el
objeto ilícito y el objeto imposible
jurídicamente del contrato. El motivo
ilícito no tiene un antecedente en el
Código Civil francés. No obstante
que el formante legislativo italiano
es sobre el contrato, el formante doctrinario italiano se refiere en muchos
estudios al negocio jurídico (ver cuadro Nº 2).
Hay una pluralidad de doctrinas italianas sobre el objeto pero describiremos algunas que se adaptan mejor
al significado de objeto frente al significado de la causa o del fin. Una
doctrina antigua aclara que el objeto
es el bien en sentido amplio que no
debe confundirse con la causa o el fin
ni mucho menos con los efectos jurídicos: “Mejor es, por tanto, entender
por objeto la materia, o los bienes,
o las utilidades, o las relaciones que
caen bajo la voluntad de las partes.
Cualquier otra tesis, y especialmente
las que nos llevan al terreno del fin u
objetivo o incluso los efectos jurídicos que se siguen del negocio, hace
del objeto un doble inútil de otros
elementos del negocio, e implica
una peligrosa confusión de conceptos” (Cariota Ferrara, 1956, pp. 513514). En el mismo sentido, una doctrina contemporánea define al objeto
como el bien (material o inmaterial)
que se ubica en la formación del contrato: “Así, pues, el objeto del derecho es el bien, es decir, el punto de
referencia objetivo del interés que
la situación subjetiva protege; el
objeto del contrato es aquel bien
que constituye el punto de referencia objetivo (la cosa y el precio en
la compraventa, por ejemplo) de los
específicos intereses de los que se
pretende disponer mediante el contrato” (Ferri, 2002, pp. 278-279).
Esta definición de objeto no se confunde con el contenido del contrato:
“no se deben confundir los aspectos atinentes al contenido (que, en
su significado más específico y técnico, parece “comprender todas las
determinaciones llevadas a cabo
por las partes”, es decir, todas las
“disposiciones y cláusulas que las
CUADRO Nº 1
CÓDIGO CIVIL FRANCÉS DE 1804
OBJETO DEL CONTRATO
Artículo 1126.- Todo contrato tendrá por objeto una cosa que una parte se obliga a dar, o que se obliga a
hacer o no hacer.
Artículo 1128.- Solo pueden ser objeto de los contratos las cosas que están en el comercio.
Artículo 16-5.- Los contratos que tengan por objeto dar valor patrimonial al cuerpo humano, a sus partes
o productos, son nulos.
Artículo 16-7.- Todo acuerdo relativo a la procreación o gestación por cuenta de otro es nulo.
CAUSA DEL CONTRATO
Artículo 6.- No cabe excluir, por acuerdos entre particulares, las leyes que afecten al orden público y las
buenas costumbres.
Artículo 1131.- La obligación sin causa, o con una causa falsa, o ilícita, no puede tener efecto alguno.
Artículo 1133.- Es ilícita la causa cuando está prohibida por la ley y cuando es contraria a las buenas costumbres o al orden público.
CUADRO Nº 2
CÓDIGO CIVIL ITALIANO DE 1942
ELEMENTOS DEL CONTRATO
Artículo 1325.- Indicación de los requisitos.- Los requisitos del contrato son:
2) La causa;
3) El objeto;
CAUSA DEL CONTRATO
Artículo 1343.- Causa ilícita.- La causa es ilícita cuando es contraria a normas imperativas, al orden público
o a las buenas costumbres.
Artículo 1345.- Motivo ilícito.- EL contrato es ilícito cuando las partes son determinadas a celebrarlo exclusivamente por un motivo ilícito que ambas tengan en común.
OBJETO DEL CONTRATO
Artículo 1346.- Requisitos.- El objeto del contrato debe ser posible, lícito y determinado o determinable.
Causa ilícita; y objeto imposible o ilícito
Segundo párrafo del artículo 1418. Causas de la nulidad del contrato.Producen la nulidad del contrato, la falta de alguno de los requisitos indicados por el artículo 1325, la ilicitud
de la causa, la ilicitud de los motivos en el caso indicado por el artículo 1345 y la falta en el objeto de los
requisitos establecidos en el artículo 1346.
DIÁLOGO CON LA JURISPRUDENCIA Nº 202
23
¿ ILICITUD ES PARTE DEL OBJETO JURÍDICAMENTE IMPOSIBLE?
partes concuerdan”) con los aspectos que atienen al objeto, entendido
–debidamente– como elemento
esencial; objeto que para nosotros
está constituido –según hemos destacado– por aquel bien que es el punto
de referencia objetivo de los intereses (y de las respectivas situaciones
jurídicas subjetivas activas) comprometidos y regulados en el contrato”
(Ferri, pp. 290-291).
Quizá con más precisión dos doctrinas señalan lo siguiente: (i) El objeto
del contrato es el bien debido o la
prestación contractual diferente a la
prestación obligativa: “De primera,
es fuente la tentación de identificar
el objeto del contrato con el bien al
cual se refieren las posiciones subjetivas activadas por el contrato: más
brevemente, con el bien tocado por
los efectos contractuales” (Roppo,
2009, p. 319). En efecto, la prestación contractual se ubica en la formación del contrato y la prestación
obligativa en la obligación: “El bien
puede observarse como objeto del
contrato en sentido genérico, como
la entidad que –en primera y superficial aproximación– parece tocada
por los efectos contractuales: en este
sentido el mismo inmueble en cuanto
vendido puede decirse objeto de la
venta, y en cuanto locado, objeto de
la locación. Pero para captar más al
fondo el sentido del contrato con respecto del bien, es necesario ir más
allá del mero bien para aferrar el
bien debido: es decir, el bien por
como es debido en base al contrato,
o por cómo es deducido en la prestación contractual” (Roppo, 2009,
p. 320). Según esta concepción, el
objeto en la compraventa es diferente al objeto del arrendamiento:
“En esta línea resultará que en la
venta y en la locación de un mismo
inmueble, si idéntico es el mero bien
que en sentido genérico forma objeto
del contrato, diferente es el bien
24
debido, porque diferente es la prestación contractual que específicamente forma objeto del contrato: en
la venta el inmueble en cuanto atribuido en propiedad, o bien la atribución de su propiedad; en la locación el inmueble en cuanto atribuido
en goce o bien la atribución de su
goce” (Roppo, 2009, pp. 320-321).
De lo dicho se infiere que el objeto
del contrato es el bien debido o la
prestación contractual que es más
amplia que la prestación obligativa:
“Así concebido, el objeto del contrato se identifica con la prestación
contractual (…) la prestación contractual es una realidad más amplia
respecto a la prestación deducida
de la obligación” (Roppo, 2009, p.
321). (ii) El objeto del negocio jurídico es el bien o la atribución jurídico-patrimonial: “Entonces, si se
quiere atribuir un significado unívoco y autónomo a la noción objeto
de negocio jurídico, parece necesario remitirse a las utilidades económicas (bienes) o, si fuere el caso, a
las atribuciones jurídico-patrimoniales (por ejemplo: transferencia de
derechos) a cuya consecución está
predispuesto el acto de autonomía
privada” (Bigliazzi Geri, Breccia,
Busnelli y Natoli, 1995, p. 867). En
esta misma dirección, se aclara que
el objeto del contrato es la utilidad
programada o la prestación contractual: “El objeto del contrato es la utilidad programada con el contrato
(por ejemplo, el pago del precio o
la realización de la obra). El objeto
del contrato se relaciona, por eso,
estrechamente con la noción de
prestación, que es el contenido de
la relación obligatoria: el comportamiento según el cual el deudor se
obliga para la obtención del resultado útil (llamado objeto de la prestación) correspondiente con el derecho del acreedor” (Navarretta, 2013,
nota a pie de página 5 de la p. 16).
Pero el objeto del contrato entendido
como prestación no es la prestación obligativa: “Sin embargo, las
dos nociones no coinciden exactamente: sea porque no siempre del
contrato nace una relación obligatoria, sea porque el contrato es un
acto de reglamentación y de programación que considera la prestación
no en su propia dimensión dinámica,
sino en la prospectiva estática del
acto, que hace preferir la expresión
utilidad programada” (Navarretta,
2013, nota a pie de página 5 de la
p. 16). Asimismo, también el objeto
puede comprender la atribución jurídico-patrimonial: “De otro lado, el
contrato puede tener por objeto también una atribución jurídico-patrimonial, si el resultado programado
y realizado por el mismo acto es,
por ejemplo, la transferencia de un
derecho sobre un bien: resultado
jurídico, precisamente, directamente
realizado por el contrato” (Navarretta, 2013, nota a pie de página 5 de
la p. 16). Esta segunda corriente doctrinaria se adapta perfectamente a la
primera que define al objeto como
el bien debido o la prestación contractual: “En conclusión, objeto del
contrato son las utilidades programadas o las atribuciones jurídicopatrimoniales realizadas por el
acto: por ejemplo, en un contrato de
compraventa el pago del precio y la
transferencia de la propiedad sobre
el bien” (Navarretta, 2013, nota a pie
de página 5 de la p. 16).
3. Código Civil portugués
El Código Civil portugués regula la
imposibilidad jurídica del objeto, la
ilicitud del objeto y la ilicitud del
fin del negocio jurídico (ver cuadro
Nº 3).
El objeto es el quid sobre lo que se
refiere la relación negocial y el contenido es la regulación. Por ejemplo, en un contrato de compraventa,
las reglas aplicables constituyen
ESPECIAL
su contenido: las obligaciones de
entrega de la cosa y del pago del precio; y la cosa o el derecho transferido forman el objeto. El artículo 280
“menciona el objeto negocial con el
objetivo de diferenciar o el contenido, o el objeto, propiamente dicho.
Se trata de realidades evidentemente
distintas: la Ciencia del Derecho
requiere que se evite la confusión”
(Menezes Cordeiro, 2014, p. 538).
Sin embargo, el contenido puede
tener dos sentidos: el contenido del
negocio jurídico “constituido por
las cláusulas negociales y contiene
la autorreglamentación de intereses concretos” y el contenido de una
situación jurídica que “es el tipo de
efecto jurídico establecido y las especificaciones concretas que la componen” (Oliveira Ascensão de, 2002, p.
173). Y el contenido de la situación
jurídica se distingue de su objeto:
como contenido “de una obligación
podemos hablar de poderes y deberes y más determinaciones que ella
contiene; pero el objeto de la obligación es la prestación a que se refiere”
(Oliveira Ascensão de, 2002, p. 174).
En Portugal, una doctrina prestigiosa
expresa que la posibilidad del objeto
del negocio jurídico se aproxima a las
buenas costumbres (Menezes Cordeiro, 2014, p. 543). Por ello, algunos casos de imposibilidad se aplican
a los negocios “relativos a cartomancias, astrologías, medicinas paralelas, prácticas adivinadoras, parasicológicas y otros esoterismos similares,
son, desde luego, nulos por contrariedad a las buenas costumbres” (Menezes Cordeiro, 2014, p. 561). Ello permite concluir que es indistinto hablar
de imposibilidad jurídica del objeto
como ilicitud del objeto.
El fin o los motivos tienen relevancia
jurídica “cuando ambas partes contratan por motivos ilícitos o inmorales para obtener de esta manera
un fin negocial desaprobado por el
ordenamiento jurídico. Si el contenido del negocio no es inmoral o ilegal, pero la inmoralidad o ilegalidad
deriva de sus motivos o de los fines
propuestos, hay una infracción a las
buenas costumbres por ambas partes,
respectivamente un negocio contrario a la ley o al orden público. Ambos
contratantes pretenden alcanzar,
mediante la celebración del negocio,
una finalidad inmoral o ilegal que
determina su voluntad. Esta finalidad
va más allá del propio objeto” (Hörster, 2005, p. 525). Entonces, el fin del
negocio jurídico debe ser expresado
en el texto o en el contexto:
“En lo referente al fin del negocio, podemos distinguir:
- El fin expresado o clausulado: el propio negocio, en su
preámbulo cuando exista, o en
las reglas que establezca, fija
un objetivo para lo acordado;
- El fin exterior implícito: las
partes –o una de ellas– celebra
el negocio con un objetivo que,
en cuanto no expresado en el
negocio, resulta de las circunstancias” (Menezes Cordeiro,
2014, p. 572).
El motivo de una parte se transforma en fin cuando se exterioriza y
la contraparte lo conoce pero si dicho
motivo no se exterioriza, no muta
como elemento esencial del negocio
jurídico en concreto:
“El fin interior explícito: la parte
celebra un negocio con un objetivo en sí indescifrable, pero lo
comunica a la otra;
- El fin íntimo: cada parte tiene
sus intenciones más o menos asumidas cuando celebra un negocio,
todavía no se exterioriza” (Menezes Cordeiro, 2014, p. 572).
De este modo, el fin conocido por las
partes en un negocio bilateral muta
a ser elemento esencial del negocio
jurídico: “Y así, no se exige que el
fin último del negocio sea activamente buscado por ambas partes;
basta que se trate del fin de una de
ellas, expresa o implícitamente conocido por la otra en la contratación.
La persona que vende un arma nada
tiene que ver con el uso ulterior de la
misma; pero debe rechazar el negocio si sabe que, con ella, el adquirente pretende perpetrar un robo”
(Menezes Cordeiro, 2014, p. 573).
Estas aseveraciones no niegan que el
fin exteriorizado también se aplique
a los negocios unilaterales. En conclusión, hay una semejanza legislativa con la codificación civil francesa
e italiana en cuanto al objeto imposible jurídicamente (equivalente al
objeto ilícito) y a la causa ilícita.
CUADRO Nº 3
CÓDIGO CIVIL PORTUGUÉS DE 1966
OBJETO DEL NEGOCIO JURÍDICO
Artículo 280.- Requisitos del objeto negocial.
1. Es nulo el negocio jurídico cuyo objeto sea física o legalmente imposible, contrario a la ley o determinable.
2. Es nulo el negocio contrario al orden público, u ofensivo a las buenas costumbres.
Fin ilícito
Artículo 281.- Fin contrario a la ley o al orden público u ofensivo de las buenas costumbres.
Si en cuanto el fin del negocio jurídico fuera contrario a la ley o al orden público, u ofensivo de las buenas
costumbres, el negocio solamente es nulo cuando el fin es común a ambas partes.
DIÁLOGO CON LA JURISPRUDENCIA Nº 202
25
¿ ILICITUD ES PARTE DEL OBJETO JURÍDICAMENTE IMPOSIBLE?
4. Codificación civil de Argentina
La codificación civil argentina regula
el objeto imposible jurídicamente,
el objeto ilícito y la causa ilícita del
negocio jurídico. El objeto del negocio jurídico absorbe a la causa porque una doctrina argentina define al
objeto como la obligación o como el
fin jurídico [fin inmediato] del negocio jurídico. Sin embargo, los formantes doctrinarios y jurisprudenciales
le otorgan autonomía a la causa ilícita frente al objeto ilícito y al objeto
imposible. Un formante legislativo
argentino equipara la ilicitud del
objeto y la imposibilidad jurídica del
objeto en la regulación de cosas incomerciables. Además hay una duplicación normativa entre causa ilícita y
objeto ilícito (u objeto imposible jurídicamente) cuando se dice que ni el
objeto ni la causa deben ser contrarios
CUADRO Nº 4
CÓDIGO CIVIL ARGENTINO DE 1869
CÓDIGO CIVIL ARGENTINO DE 2014
OBJETO
OBJETO
Artículo 953.- El objeto de los actos
jurídicos deben ser cosas que estén en el
comercio, o que por un motivo especial
no se hubiese prohibido que sean objeto
de algún acto jurídico, o hechos que no
sean imposibles, ilícitos, contrarios a las
buenas costumbres o prohibidos por las
leyes, o que se opongan a la libertad de
las acciones o de la conciencia, o que perjudiquen los derechos de un tercero. Los
actos jurídicos que no sean conformes a
esta disposición, son nulos como si no
tuviesen objeto.
Artículo 279.- Objeto. El objeto del acto jurídico no debe ser un
hecho imposible o prohibido por la ley, contrario a la moral, a las
buenas costumbres, al orden público o lesivo de los derechos
ajenos o de la dignidad humana. Tampoco puede ser un bien que
por un motivo especial se haya prohibido que lo sea.
Artículo 1003.- Disposiciones generales. Se aplican al objeto
del contrato las disposiciones de la Sección 1ª, Capítulo 5, Título
IV del Libro Primero de este Código.
Debe ser lícito, posible, determinado o determinable, susceptible
de valoración económica y corresponder a un interés de las partes,
aun cuando este no sea patrimonial.
Artículo 1004.- Objetos prohibidos. No pueden ser objeto de los
contratos los hechos que son imposibles o están prohibidos por
las leyes, son contrarios a la moral, al orden público, a la dignidad
de la persona humana, o lesivos de los derechos ajenos; ni los
bienes que por un motivo especial se prohíbe que lo sean (…).
OBJETO ILÍCITO
Artículo 21.- Las convenciones particulares no pueden dejar sin efecto las leyes
en cuya observancia estén interesados el
orden público y las buenas costumbres.
CAUSA
CAUSA
Artículo 499.- No hay obligación sin causa, es decir, sin que sea derivada de uno de
los hechos, o de uno de los actos lícitos o
ilícitos, de las relaciones de familia, o de
las relaciones civiles.
Artículo 502.- La obligación fundada en
una causa ilícita, es de ningún efecto. La
causa es ilícita, cuando es contraria a las
leyes o al orden público.
Artículo 281.- Causa. La causa es el fin inmediato autorizado por
el ordenamiento jurídico que ha sido determinante de la voluntad.
También integran la causa los motivos exteriorizados cuando
sean lícitos y hayan sido incorporados al acto en forma expresa,
o tácitamente si son esenciales para ambas partes.
Artículo 1012.- Disposiciones generales. Se aplican a la causa
de los contratos las disposiciones de la Sección 2ª, Capítulo 5,
Título IV, Libro Primero de este Código.
Artículo 1013.- Necesidad. La causa debe existir en la formación
del contrato y durante su celebración y subsistir durante su ejecución. La falta de causa da lugar, según los casos, a la nulidad,
adecuación o extinción del contrato.
Artículo 1014.- Causa ilícita. El contrato es nulo cuando:
a) su causa es contraria a la moral, al orden público o a las buenas
costumbres;
b) ambas partes lo han concluido por un motivo ilícito o inmoral
común. Si solo una de ellas ha obrado por un motivo ilícito
o inmoral, no tiene derecho a invocar el contrato frente a la
otra, pero esta puede reclamar lo que ha dado, sin obligación
de cumplir lo que ha ofrecido.
26
a las normas imperativas, al orden
público o a las buenas costumbres. El actual Código Civil argentino añade el motivo ilícito como el
Código Civil italiano (ver cuadro
Nº 4).
Alguna doctrina argentina indica que
el “objeto de los contratos está constituido por su materia, es decir, por
los hechos (positivos o negativos) y
los bienes (cosas y derechos)” (De
Lorenzo; Kemelmajer de Carlucci;
Molina de Juan; Picasso; Santarelli
y Sáenz, 2012, p. 57). Para esta doctrina argentina, el objeto del negocio jurídico y del contrato absorbe a
la causa, “todas las cuestiones que la
causa fin tiende a resolver, se trasladan dentro de la órbita del objeto”
(De Lorenzo; Kemelmajer de Carlucci; Molina de Juan; Picasso; Santarelli y Sáenz, 2012, p. 59). En consecuencia, no sorprende leer que “el
objeto de un contrato se identifica
con el objeto de la relación obligatoria del cual el contrato es fuente.
En otras palabras, el contrato no es
sino el negocio o acto jurídico que da
nacimiento a determinadas obligaciones en punto a la consecución de
un objeto” (Zanoni, 1986, pp. 91-92)
y que la causa es “la finalidad de la
obligación” (Zanoni, 1986, p. 98). De
este modo, “si bien no caben dudas
que desde la perspectiva conceptual ambos conceptos son diferentes
[objeto y causa], merecen una regulación similar, razón que explica que
la jurisprudencia los utilice de manera
promiscua al fundar situaciones de
ilicitud de causa o de objeto” [De
Lorenzo; Kemelmajer de Carlucci;
Molina de Juan; Picasso; Santarelli y
Sáenz, 2012, p. 59]. Pero “la mayoría
de la doctrina contemporánea adhiere
a este concepto de causa, como medio
para otorgarle trascendencia a los
motivos determinantes para contratar,
estos motivos son extrínsecos al acto,
son propios del sujeto; empero deben
ESPECIAL
ser causalizados; es decir, exteriorizados y común a ambas partes” [De
Lorenzo; Kemelmajer de Carlucci;
Molina de Juan; Picasso; Santarelli y
Sáenz, 2012, p. 60]. La actual normativa civil argentina pone de relieve la
diferencia entre objeto y causa; y más
concretamente entre objeto ilícito y
causa ilícita.
este es contrario a la ley, a las buenas
costumbres o al orden público y, además, para algunos, cuando el objeto
del acto es una cosa incomerciable”
(Alessandri Besa, 2011, p. 140). A
diferencia del objeto del contrato,
CUADRO Nº 5
CÓDIGO CIVIL CHILENO DE 1855
5. Códigos civiles de Chile y de
Colombia
Los códigos civiles chileno y
colombiano regulan la imposibilidad
jurídica del objeto, la ilicitud del
objeto y la ilicitud de la causa del
negocio jurídico. Los formantes
legislativos chileno y colombiano
equiparan la ilicitud del objeto y la
imposibilidad jurídica del objeto en
la regulación de cosas incomerciables. Adicionalmente, hay una duplicación normativa entre causa ilícita
y objeto ilícito (u objeto imposible jurídicamente) cuando se dice
que ni el objeto ni la causa deben
ser contrarios a normas imperativas, al orden público o a las
buenas costumbres (ver cuadro
Nº 5).
Un sector de la doctrina chilena asevera que el “objeto y la causa se han
considerado como requisitos de existencia de los contratos; el objeto
lícito y la causa lícita como requisitos de validez” (Bahamondes Oyarzún; De la Maza Gazmuri; Pizarro Wilson y Vidal Olivares, 2012,
p. 307).
Una doctrina chilena estudia el
objeto del contrato en la ejecución y
no en su formación: Es “más exacto
hablar de objeto de la obligación que
de objeto del contrato, pues este es
la creación de obligaciones’” (Alessandri Besa, 2011, p. 135). Así, esta
doctrina hace la equivalencia entre
objeto ilícito con objeto imposible
jurídicamente: una declaración de
voluntad “tiene objeto ilícito cuando
la causa se estudia en la formación
del negocio jurídico sea unilateral
como bilateral: la “causa se exige
como requisito general a todo acto
y a todo contrato y decimos actos y
contratos, porque la causa se exige,
CÓDIGO CIVIL COLOMBIANO DE 1887
OBJETO
OBJETO
Artículo 1460.- Toda declaración de voluntad debe
tener por objeto una o más cosas que se trata de dar,
hacer o no hacer. El mero uso de la cosa o su tenencia
puede ser objeto de la declaración.
Artículo 1461.- No solo las cosas que existen pueden
ser objetos de una declaración de voluntad, sino las
que se espera que existan; pero es menester que
las unas y las otras sean comerciables, y que estén
determinadas, a lo menos, en cuanto a su género.
La cantidad puede ser incierta con tal que el acto o
contrato fije reglas o contenga datos que sirvan para
determinarla. Si el objeto es un hecho, es necesario
que sea física y moralmente posible. Es físicamente
imposible el que es contrario a la naturaleza, y
moralmente imposible el prohibido por las leyes, o
contrario a las buenas costumbres o al orden público.
Artículo 1517.- Toda declaración de voluntad debe
tener por objeto una o más cosas, que se trata de dar,
hacer o no hacer. El mero uso de la cosa o su tenencia
puede ser objeto de la declaración.
Artículo 1518.- No solo las cosas que existen pueden
ser objeto de una declaración de voluntad, sino las que
se espera que existan; pero es menester que las unas y
las otras sean comerciales y que estén determinadas,
a lo menos, en cuanto a su género.
La cantidad puede ser incierta con tal que el acto o
contrato fije reglas o contenga datos que sirvan para
determinarla.
Si el objeto es un hecho, es necesario que sea física y
moralmente posible. Es físicamente imposible el que
es contrario a la naturaleza, y moralmente imposible
el prohibido por las leyes, o contrario a las buenas
costumbres o al orden público.
OBJETO ILÍCITO
OBJETO ILÍCITO
Artículo 1462.- Hay un objeto ilícito en todo lo
que contraviene al Derecho público chileno. Así la
promesa de someterse en Chile a una jurisdicción
no reconocida por las leyes chilenas, es nula por el
vicio del objeto.
Artículo 1464.- Hay un objeto ilícito en la enajenación:
1º De las cosas que no están en el comercio;
2º De los derechos o privilegios que no pueden
transferirse a otra persona;
3º De las cosas embargadas por decreto judicial,
a menos que el juez lo autorice o el acreedor
consienta en ello;
4º De especies cuya propiedad se litiga, sin permiso
del juez que conoce en el litigio.
Artículo 1466.- Hay asimismo objeto ilícito en las
deudas contraídas en juego de azar, en la venta de
libros cuya circulación es prohibida por autoridad
competente, de láminas, pinturas y estatuas obscenas, y de impresos condenados como abusivos de la
libertad de la prensa; y generalmente en todo contrato
prohibido por las leyes.
Artículo 16.- No podrán derogarse por convenios
particulares las leyes en cuya observancia están
interesados el orden y las buenas costumbres.
Artículo 1519.- Hay un objeto ilícito en todo lo que
contraviene al Derecho Público de la nación. Así,
la promesa de someterse en la república a una
jurisdicción no reconocida por las leyes de ella, es
nula por el vicio del objeto.
Artículo 1521.- Hay un objeto ilícito en la enajenación:
1o.) De las cosas que no están en el comercio.
2o.) De los derechos o privilegios que no pueden
transferirse a otra persona.
3o.) De las cosas embargadas por decreto judicial, a
menos que el juez lo autorice o el acreedor consienta
en ello.
[4o.) Derogado por el artículo 698 del C. de P. C.].
Artículo 1523.- Hay así mismo objeto ilícito en todo
contrato prohibido por las leyes.
CAUSA
CAUSA
Artículo 1467.- No puede haber obligación sin una
causa real y lícita; pero no es necesario expresarla.
La pura liberalidad o beneficencia es causa suficiente.
Se entiende por causa el motivo que induce al acto
o contrato; y por causa ilícita la prohibida por ley, o
contraria a las buenas costumbres o al orden público.
Así la promesa de dar algo en pago de una deuda que
no existe, carece de causa; y la promesa de dar algo
en recompensa de un crimen o de un hecho inmoral,
tiene una causa ilícita.
Artículo 1524.- No puede haber obligación sin una
causa real y lícita; pero no es necesario expresarla.
La pura liberalidad o beneficencia es causa suficiente.
Se entiende por causa el motivo que induce al acto o
contrato; y por causa ilícita la prohibida por la ley, o
contraria a las buenas costumbres o al orden público.
Así, la promesa de dar algo en pago de una deuda que
no existe, carece de causa; y la promesa de dar algo
en recompensa de un crimen o de un hecho inmoral,
tiene una causa ilícita.
DIÁLOGO CON LA JURISPRUDENCIA Nº 202
27
¿ ILICITUD ES PARTE DEL OBJETO JURÍDICAMENTE IMPOSIBLE?
no solo respecto de los contratos,
sino que en la ejecución de todos los
actos jurídicos voluntarios, sean uni
o bilaterales; en efecto, siempre que
una persona ejecuta un acto o celebra un contrato, tiene en vista obtener determinado resultado jurídico,
es decir, tiene un motivo jurídico que
la impulsa a manifestar su voluntad
para producir efectos de derecho; o
como dice la doctrina moderna, pretende alcanzar algún fin económicojurídico” (Alessandri Besa, 2011, p.
201). Esta aseveración es digna de
resaltar porque una doctrina peruana
considera que la causa solo se aplica
a los negocios jurídicos bilaterales
o plurilaterales con contenido patrimonial y de ningún modo en los
negocios jurídicos unilaterales con
contenido patrimonial o no patrimonial. De otro lado, en Chile “la
mayoría de los autores y profesores
de Derecho Civil considera que el
Código Civil se refiere indudablemente al concepto de causa final,
al igual que otros muchos Códigos
extranjeros (francés, italiano) (…) la
causa es el motivo jurídico que determina a ejecutar un acto jurídico, la
define como ‘la razón o interés jurídico que induce a obligarse’” (Alessandri Besa, 2011, p. 200). Esta afirmación es muy importante porque
la causa ilícita en Francia e Italia; o
el fin ilícito en Portugal son aplicables en la codificación civil latinoamericana. De ello se puede deducir
que la causa y el objeto son diferentes legislativa y doctrinariamente:
“El concepto de causa es algo que
existe independientemente del de
objeto, y que tiene más amplitud en
su aplicación que este (…) Al referirnos al objeto, dijimos que es la
obligación la que tiene objeto, mientras que la causa es requisito de los
actos y contratos. Además, la distinción que criticamos no tiene razón
de ser, pues el hecho que el objeto
sea o no lícito no influye en que la
28
causa también lo sea, porque con
la disposición del Código Civil que
hemos analizado, según la cual la
causa adolece de ilicitud cuando
queda comprendida en alguna de las
tres categorías que menciona, se contemplan todos los casos de ilicitud
de la causa. Si lo que es objeto para
uno es ilícito, lo será también para
el otro, para quien es causa del contrato, pero no debido a esta circunstancia, no como reflejo de esta ilicitud, sino porque esa causa tiene que
quedar forzosamente incluida en la
disposición del inciso 2 del artículo
1467 del Código Civil, en alguno de
los tres casos de ilicitud” (Alessandri
Besa, 2011, p. 2010). Por otro lado,
otra doctrina chilena señala que la
causa ilícita absorbe al objeto ilícito:
en “lo que se refiere al objeto ilícito
resulta extrapolable lo dicho de la
causa ilícita por contrariar a las buenas costumbres y al orden público”
(Bahamondes Oyarzún; De la Maza
Gazmuri; Pizarro Wilson y Vidal
Olivares, 2012, p. 308). Añadiría que
el objeto imposible o el objeto ilícito
solo tendrían aplicación práctica en
las cosas incomerciables.
Para una doctrina colombiana el
objeto específico de los actos jurídicos “está constituido por el contenido específico de cada acto,
determinado por las regulaciones
voluntarias de los agentes o, en su
defecto, por las normas destinadas a
completar o a suplir la voluntad deficiente o faltante, según la naturaleza del mencionado acto (…) De
suerte que el objeto de los actos jurídicos se identifica con el contenido
específico de ellos (objeto específico), o sea, con los efectos de dicha
índole que están llamados a producirse, bien sea en razón de la voluntad de los agentes, o bien por ministerio de la ley” (Ospina Fernández
y Ospina Acosta, 2009, pp. 237238). Específicamente, el objeto del
contrato, se declara, es la creación de
obligaciones y el objeto de la obligación es dar, hacer o no hacer alguna
cosa a favor del acreedor (Alarcón
Rojas; Cortés Moncayo; Koteich
Khatib; M´Causland Sánchez; López
Castro; Mantilla Espinosa; Martínez
Cárdenas; Montoya Mateus; Navia
Arroyo; Navia Revollo; Neme Villareal y Ternera Barrios, 2012, p. 231).
Otra doctrina colombiana indicó lo
siguiente: “Objeto es la materia que
se compone la obligación, contenido es la manera como esta materia
está dispuesta, regulada en las diversas variantes que puede presentar”
(Hinestrosa, 2007, p. 108).
Sobre la ilicitud, una doctrina
colombiana expresa lo siguiente:
“Los ya citados artículos 16, 1518
y 1524 permiten ampliamente a
los jueces controlar los actos jurídicos lesivos del orden público o
de las buenas costumbres, aunque
respecto de ellos no exista expresa
prohibición legal” (Ospina Fernández y Ospina Acosta, 2009, p. 246).
Las características de la teoría de la
causa impulsiva y determinante son
las siguientes: “1) la noción de la
causa considerada como un requisito para la validez de los actos jurídicos corresponde a la idea de los
móviles determinantes que presiden
la celebración de aquellos (…), y 2)
los móviles determinantes deben ser
comunes o, a lo menos, conocidos
de ambas partes, pasando así de la
categoría de móviles subjetivos y
secretos de cada uno de los agentes
a la de fin del respectivo acto jurídico” (Ospina Fernández y Ospina
Acosta, 2009, p. 277). De ahí que la
causa de los negocios jurídicos tiene
un concepto semejante al formante
doctrinario francés: “De suerte que
en Colombia la noción legal de la
causa ilícita corresponde a la de
los móviles antisociales o inmorales, cuando estos sean determinantes
ESPECIAL
de la celebración de los actos jurídicos” (Ospina Fernández y Ospina
Acosta, 2009, p. 278). El artículo
1524 “puede servir indistintamente
para la aplicación de la institución
del objeto ilícito por tratarse de un
acto, cuyas prestaciones son contrarias al orden público y a las buenas costumbres, o para la aplicación
de la teoría de la causa ilícita, por
cuanto los móviles determinantes de
dicho acto se encuentran en las mismas condiciones de ilicitud que su
objeto” (Ospina Fernández y Ospina
Acosta, 2009, p. 278). Al igual que
el formante doctrinario portugués,
la causa ilícita del negocio jurídico
es el motivo ilícito: “En resumen,
se requiere que la inmoralidad del
negocio aparezca en la misma determinación de las declaraciones de
voluntad, o en el mismo objeto sobre
el cual recaen las voluntades. Los
motivos o resultados unilaterales
que no alcanzaron a pactarse, o darse
conocer a la otra parte, esto es, que
no han servido para especificar, condicionar o determinar el objeto o la
voluntad, carecen de toda influencia
en la validez del negocio” (Valencia Zea y Ortiz Monsalve, 2014, p.
627). De ahí que la imposibilidad
jurídica es ilicitud (artículos 1523 y
1518) (Alarcón Rojas; Cortés Moncayo; Koteich Khatib; M´Causland
Sánchez; López Castro; Mantilla
Espinosa; Martínez Cárdenas; Montoya Mateus; Navia Arroyo; Navia
Revollo; Neme Villareal y Ternera
Barrios, 2012, p. 233). En cuanto a
la causa del contrato (artículo 1524)
“los motivos son tomados en cuenta
siempre y cuando sean determinantes, esto es, siempre y cuando la
finalidad ilícita perseguida por una
de las partes sea, al menos, conocida por la otra” (Alarcón Rojas;
Cortés Moncayo; Koteich Khatib;
M´Causland Sánchez; López Castro; Mantilla Espinosa; Martínez
Cárdenas; Montoya Mateus; Navia
Arroyo; Navia Revollo; Neme Villareal y Ternera Barrios, 2012, p. 236).
6. Código Civil de Uruguay
El Código Civil uruguayo regula el
objeto imposible jurídicamente, el
objeto ilícito y la causa ilícita del contrato. El objeto del contrato absorbe a
la causa porque una doctrina uruguaya
define al objeto del contrato como
la obligación. El formante legislativo uruguayo equipara la ilicitud del
objeto y la imposibilidad jurídica del
objeto en la regulación de cosas incomerciables; y además hay una duplicación normativa entre causa ilícita y
objeto ilícito (u objeto imposible jurídicamente) cuando se dice que ni el
objeto ni la causa del contrato deben
ser contrarios a las normas imperativas, al orden público o a las buenas
costumbres (ver cuadro Nº 6).
Una doctrina uruguaya señala que
hay dos posiciones sobre el objeto
del contrato: (i) “el objeto del contrato es la relación obligacional
(derechos y obligaciones) que este
produce. A su vez, el objeto de las
obligaciones es la prestación que el
obligado debe ejecutar. Como consecuencia, el objeto del contrato son
las obligaciones generadas por él y
el objeto de las obligaciones son las
prestaciones que configuran su contenido [posición ampliamente mayoritaria]; y (ii) “el objeto del contrato
son las normas jurídicas particulares
(con vigencia entre las partes) contenidas en él [posición minoritaria”
y “lo que configura son las normas
que se encuentren en su contenido
y de las cuales emerge la relación
obligacional” (Díaz; Mariño López;
Mirande y Nicola, 2012. p. 502).
CUADRO Nº 6
CÓDIGO CIVIL URUGUAYO DE 1868
ELEMENTOS DEL CONTRATO
Artículo 1261.- Para la validez de los contratos son esenciales los cuatro requisitos siguientes:
3º. Un objeto lícito y suficientemente determinado que sirva de materia de la obligación.
4º. Que sea lícita la causa inmediata de la obligación.
OBJETO DEL CONTRATO
Artículo 1282.- El objeto de los contratos es el objeto de las obligaciones que por ellos se contrajeren.
Pueden ser objeto de los contratos, las cosas o los hechos que no estén fuera del comercio de los hombres.
Artículos 1284.- Los hechos son imposibles física o moralmente.
Es físicamente imposible el hecho que es contrario a la naturaleza.
Es moralmente imposible el prohibido por las leyes o contrario a las buenas costumbres o al orden público.
Artículo 1286.- Hay un objeto ilícito en todo lo que contraviene al Derecho Público Oriental. Así la promesa
de someterse en la República a una jurisdicción no reconocida por las leyes orientales, es nula por el vicio
del objeto.
CAUSA DEL CONTRATO
Artículo 1287.- En todo contrato oneroso, es causa para obligarse cada parte contratante, la ventaja o
provecho que le procura la otra parte.
Si el contrato es gratuito, la causa se encuentra en la mera liberalidad del bienhechor.
Artículo 1288. La obligación y por consiguiente el contrato que se funda en una causa falsa o ilícita, no
puede tener efecto alguno.
La causa es ilícita cuando es prohibida por la ley o contraria a las buenas costumbres o al orden público.
Así, la promesa de dar algo en pago de una deuda que se creía existir, pero que no existe, tiene una causa falsa;
y la promesa de dar algo en recompensa de un crimen o de un hecho inmoral se funda en una causa ilícita.
Habrá también causa ilícita cuando una de las partes prometiere dar algo a la otra por que cumpla con el
deber que le impone de antemano la ley o la moral.
OBJETO ILÍCITO Y CAUSA ILÍCITA DEL CONTRATO
Primer párrafo del artículo 1560.- La nulidad producida por un objeto o causa ilícita y la producida por la
omisión de algún requisito o formalidad que las leyes prescriben para el valor de ciertos actos o contratos,
en consideración a su naturaleza y no a la calidad o estado de las personas que en ellos intervienen, son
nulidades absolutas.
DIÁLOGO CON LA JURISPRUDENCIA Nº 202
29
¿ ILICITUD ES PARTE DEL OBJETO JURÍDICAMENTE IMPOSIBLE?
7. Código Civil de Venezuela
El Código Civil venezolano regula la
imposibilidad jurídica del objeto, la
ilicitud del objeto y la ilicitud de la
causa del contrato. El objeto del contrato absorbe a la causa porque una
doctrina venezolana define al objeto
del contrato como la obligación y en
el fondo estudiar el objeto del contrato comportaría estudiar el objeto
de la obligación y consecuentemente
el objeto de la obligación es la prestación obligativa. Hay una duplicación normativa entre causa ilícita
y objeto ilícito (u objeto imposible
jurídicamente) cuando se dice que
ni el objeto ni la causa del contrato
deben ser contrarios a las normas
imperativas, al orden público o a las
buenas costumbres (ver cuadro Nº 7)
La doctrina venezolana y su jurisprudencia reconocen “como elementos de formación del contrato el consentimiento, el objeto, la causa y las
solemnidades en los casos particulares establecidos por la ley. Son,
por su parte, elementos de validez:
la capacidad de las partes contratantes; la formación del consentimiento
a través del concurso de voluntades
libres y conscientes; un objeto lícito,
posible, determinado o determinable
y patrimonialmente valorable de las
obligaciones previstas en el contrato;
una causa lícita del contrato, y una
justificación económica de la obligación” (Annicchiarico Villagrán y
Madrid Martínez, 2012, p. 578). La
mayor parte de la doctrina venezolana entiende que el objeto del contrato “será siempre la obligación.
Sin embargo, no es este el objeto al
que aluden los artículos 1141, 1155 y
1156 del Código Civil, pues los mismos se refieren, más bien, al objeto
de la obligación, es decir, a la prestación. De manera que el estudio del
objeto del contrato, según lo entienden los autores y la jurisprudencia venezolana consiste en el estudio del objeto de la obligación. Ésa
es la posición actual de la doctrina
y de la jurisprudencia en Venezuela”
(Annicchiarico Villagrán y Madrid
Martínez, 2012, pp. 580-581). Ello
se comprueba con la siguiente doctrina venezolana: “Estudiar el objeto
del contrato no sería más que estudiar el objeto de la obligación, y referirse a la noción del objeto del contrato sería poco técnico e impreciso”
(Maduro y Pittier, p. 686). Cuando
“el Código habla de objeto del contrato, en realidad se está refiriendo al
objeto de las obligaciones provenientes de un contrato” (Palacios Herrera,
p. 293). El objeto de la obligación,
dice una doctrina venezolana, “debe
entenderse la prestación y por esta, la
CUADRO Nº 7
CÓDIGO CIVIL VENEZOLANO DE 1982
OBJETO DEL CONTRATO
Artículo 6.- No pueden renunciarse ni relajarse por convenios particulares las leyes en cuya observancia
están interesados el orden público o las buenas costumbres.
Artículo 1141.- Las condiciones requeridas para la existencia del contrato son:
2º.- Objeto que pueda ser materia de contrato;
Artículo 1155.- El objeto del contrato debe ser posible, lícito, determinado o determinable.
CAUSA DEL CONTRATO
Artículo 1141.- Las condiciones requeridas para la existencia del contrato son:
3º.- Causa lícita.
Primer y segundo párrafos del artículo 1157.- La obligación sin causa, o fundada en una causa falsa o
ilícita, no tiene ningún efecto.
La causa es ilícita cuando es contraria a la Ley, a las buenas costumbres o al orden público.
30
actividad o conducta que el deudor se
compromete a realizar en obsequio o
beneficio de su acreedor” (Maduro y
Pittier, p. 687). El “objeto en el sentido técnico es la prestación a la cual
se obligan las partes; esa prestación
en sí puede ser ilícita o no” (Palacios Herrera, p. 305). En Venezuela,
el objeto del contrato es equivalente
al objeto de la obligación: “Así pues,
según estima la mayoría doctrinal,
estudiar el objeto de contrato es abocarse al estudio del objeto de la obligación, dado que, en suma, el objeto
del contrato es el objeto de las obligaciones nacidas del mismo” y el objeto
de obligación es “la prestación en sí
misma considerada, esto es, el comportamiento a que se obliga el deudor que puede serle reclamado por el
acreedor, ya inmediato, constituido
por la prestación misma, ya mediato,
constituido por la cosa, hecho o abstención sobre que recaiga” (Bernad
Mainar, 2012, p. 115). Al igual que el
formante francés, se hace una interpretación sistemática de la contrariedad de los convenios contrarios
al orden público o a las buenas costumbres pero en función de la ilicitud del objeto: “En doctrina se define
el objeto lícito como aquel que no
viola el orden público ni las buenas
costumbres, o viole o contradiga las
leyes y normas imperativas que tutelan el orden público y las buenas costumbres, referidas en el artículo 6
del Código Civil” (Maduro y Pittier,
p. 694). Dicha doctrina venezolana
no lee la ilicitud de manera causalista como el formante francés: “Si
bien el artículo 6 del Código Civil
es fuente competidor de la causa, no
puede llegar a sustituirla, por cuanto
dicho artículo solo comprende los
actos que violen leyes en cuya observancia estén interesados el orden
público y las buenas costumbres, no
comprende los actos que no están
tutelados por textos legales expresos” (Maduro y Pittier, p. 6729). Sin
ESPECIAL
embargo, la causa ilícita sí se asemeja al formante doctrinario francés:
la “doctrina dominante y la jurisprudencia exigen que el motivo determinante sea común, o que haya sido
del conocimiento de ambas partes, o
por lo menos que la otra parte haya
podido conocerlo, observando la diligencia de una persona normal, que
obliga a cada parte a informarse de
los elementos del contrato” (Maduro
y Pittier, p. 740). En efecto, la causa
del contrato “se refiere a los motivos principales y determinantes que
impulsaron a cada una de las partes
a contratar” (Annicchiarico Villagrán y Madrid Martínez, 2012, pp.
583-584). La causa ilícita ya no está
en la obligación, sino en el contrato:
“Por lo tanto, cuando nuestro legislador habla de causa ilícita, se está
refiriendo a la causa como elemento
del contrato y no como elemento de
la obligación” (Maduro y Pittier, p.
741). Hay que “partir de la distinción
entre el fin perseguido por cada contratante inmediato, invariable para
cada tipo de contrato –adquirir la
propiedad de la cosa en el comprador y recibir el precio en el vendedor
en la compraventa– y el fin mediato,
que son los motivos por los cuales
se contrata, muy variables para cada
contratante –costear una venta en el
vendedor, o montar un negocio en el
comprador–” (Bernad Mainar, 2012,
pp. 127-128). Sobre la causa del contrato es importante señalar la inclusión del requisito de la prestación
que “tenga como fin la satisfacción
de un interés del acreedor legítimo
de ser tutelado por el ordenamiento
jurídico, el cual puede ser o no de
apreciable patrimonialmente” implicaría “ampliar la noción de objeto
del contrato más allá [de] la concepción como prestación, invadiendo los
confines de los motivos que llevan
al acreedor a contratar, entrando, de
esta forma, en el terreno de lo que
la teoría neocausalista define como
‘causa del contrato’” (Annicchiarico
Villagrán y Madrid Martínez, 2012,
p. 581). Además, “el contrato podrá
ser anulado tanto por adolecer de una
causa ilícita como por tener un objeto
ilícito” (Annicchiarico Villagrán y
Madrid Martínez, 2012, p. 584). Lo
interesante de estas doctrinas es que
la causa cumple un rol importante en
la ilicitud, y por ello se ha propuesto
una definición clara y útil: “La causa
sería, pues, el móvil común determinante del consentimiento en su sentido técnico, cualificación esta que
puede derivar de las mismas circunstancias en las cuales se ha formado
el contrato. Todavía en los actos a título
gratuito existe una tendencia a conformarse con la ilicitud o inmoralidad del
simple motivo determinante, sin exigir que él haya sido conocido o que, al
menos, haya podido ser conocido por
el destinatario” (Mélich Orsini, 2014,
p. 293), según lo expresado, la causa
también se aplica a los negocios jurídicos unilaterales.
8. Código Civil de México D.F.
El Código Civil federal mexicano
regula el objeto imposible jurídicamente, el objeto ilícito y el fin ilícito [o el motivo ilícito] del negocio jurídico y particular del contrato.
El formante doctrinario le otorga
autonomía al fin ilícito [o el motivo
ilícito] frente al objeto ilícito y al
objeto imposible. Un formante doctrinario mexicano equipara la ilicitud del objeto y la imposibilidad jurídica del objeto en la regulación de
cosas incomerciables; y además hay
una duplicación normativa entre fin
ilícito [o el motivo ilícito] y objeto
ilícito (u objeto imposible jurídicamente) cuando se dice que ni el
objeto ni la causa deben ser contrarios al orden público o a las buenas
costumbres (ver cuadro Nº 8).
CUADRO Nº 8
CÓDIGO CIVIL MEXICANO DE 1928
OBJETO DEL CONTRATO
Artículo 1792.- Convenio es el acuerdo de dos o más personas para crear, transferir, modificar o extinguir
obligaciones.
Artículo 1794.- Para la existencia del contrato se requiere:
II. Objeto que pueda ser materia del contrato.
Artículo 1795.- El contrato puede ser invalidado:
III. Porque su objeto, o su motivo o fin sea ilícito.
Artículo 1824.- Son objeto de los contratos:
I. La cosa que el obligado debe dar.
II. El hecho que el obligado debe hacer o no hacer.
Artículo 1827.- El hecho positivo o negativo, objeto del contrato, debe ser:
I. Posible.
II. Lícito.
Artículo 1828.- Es imposible el hecho que no puede existir porque es incompatible con una ley de la naturaleza o con una norma jurídica que debe regirlo necesariamente y que constituye un obstáculo insuperable
para su realización.
Artículo 1830.- Es ilícito el hecho que es contrario a las leyes de orden público o a las buenas costumbres.
Artículo 2224.- El acto jurídico inexistente por la falta de consentimiento o de objeto que pueda ser materia
de él no producirá efecto legal alguno. No es susceptible de valer por confirmación ni por prescripción; su
inexistencia puede invocarse por todo interesado.
Artículo 2225.- La ilicitud en el objeto, en el fin o en la condición del acto produce su nulidad, ya absoluta,
ya relativa, según lo disponga la ley.
CAUSA DEL CONTRATO
Artículo 1831.- El fin o motivo determinante de la voluntad de los que contratan tampoco debe ser contrario
a las leyes de orden público ni a las buenas costumbres.
Artículo 2225.- La ilicitud en el objeto, en el fin o en la condición del acto produce su nulidad, ya absoluta,
ya relativa, según lo disponga la ley.
DIÁLOGO CON LA JURISPRUDENCIA Nº 202
31
¿ ILICITUD ES PARTE DEL OBJETO JURÍDICAMENTE IMPOSIBLE?
El objeto del contrato es “la creación o transmisión de obligaciones o
derechos (…), y el objeto de las obligaciones es una prestación positiva
o negativa” (Borja Soriano, 2012,
pp. 138-139). El objeto de la obligación “se considera también como
objeto indirecto o mediato del contrato que la engendra (…). Así, por
ejemplo, el contrato de venta tiene
por objeto crear la obligación de
entregar la cosa vendida; la entrega
de ella es el objeto directo de la obligación y el indirecto del contrato”
(Borja Soriano, 2012, p. 139). Esta
doctrina mexicana considera que el
objeto del negocio jurídico está en
la ejecución y no en la formación:
“En conclusión, las consecuencias
de derecho consisten en esa creación, transmisión, modificación o
extinción de derechos y obligaciones, lo que admite a su vez ser señalado como objeto directo del negocio jurídico. Además, consideradas
así las consecuencias de derecho, se
trata ciertamente de efectos jurídicos y como tales, implican siempre
una relación jurídica a la que técnicamente suele denominársele obligación” (Domínguez Martínez, p.
536). Así, el objeto es la obligación y
el objeto de la obligación es la prestación obligativa: “Desde el punto
de vista doctrinario se distingue el
objeto directo, que es crear o transmitir obligaciones en los contratos,
y el objeto indirecto, que es la cosa o
el hecho que, asimismo, son el objeto
de la obligación que engendra el contrato. A su vez, en la obligación el
objeto directo es la conducta del deudor, y el indirecto la cosa o el hecho
relacionados con dicha conducta”
(Rojina Villegas, 2010, p. 287).
De otro lado, la imposibilidad jurídica es “lo que según la ley no
puede existir porque es contrario a los supuestos lógico-jurídicos
de la misma (…). El acto puede ser
32
también imposible cuando el sujeto
sea incapaz en relación al objeto
(...). Así, es jurídicamente imposible
una transmisión válida de propiedad de una cosa que no nos pertenece o la adquisición del dominio de
una cosa que ya es nuestra” (Borja
Soriano, 2012, p. 145). La “posibilidad jurídica del objeto consiste en
que la cosa se encuentre en el comercio. Si está fuera de él, existe simplemente una imposibilidad jurídica”
(Rojina Villegas, 2010, p. 290). Esta
doctrina mexicana reconoce que el
fin o el motivo cumple un rol más
importante que el objeto: “El Código
nuevo ha obrado con acierto agregando al objeto lícito el motivo también lícito porque de esta suerte no
habrá esfuerzo alguno de interpretación para nulificar aquellos contratos
cuya finalidad sea ilícita, no obstante
que las prestaciones que constituyen
su objeto, tomando esta expresión
en sentido restringido, sean lícitas
en sí mismas” (Borja Soriano, 2012,
p. 170). Esta doctrina mexicana, al
igual que las doctrinas francesa y
portuguesa, diferencian el motivo no
exteriorizado del motivo exteriorizado, el cual muta a ser fin o causa:
“Parece más razonable distinguir
entre el motivo y el fin de una voluntad. El primero implica la causa que
hace al sujeto manifestar su voluntad en un sentido determinado; el
fin, en cambio, se refiere a los objetivos que un sujeto pretende alcanzar
con su manifestación” (Domínguez
Martínez, p. 568). Ello se corrobora
en una doctrina mexicana que prefiere utilizar el término “fin” o el término “motivo determinante de la
voluntad” para no confundirlo con
la causa de la obligación en el formante legislativo francés: “Nuestro
Código vigente, siguiendo a la jurisprudencia francesa, a las ideas de
Bonnecase y Duguit, abandona por
impropio y por ser fuente de confusiones, el término “causa” y prefiere
usar como elemento del contrato la
palabra ‘fin’ o ‘motivo determinante
de la voluntad’” (Rojina Villegas,
2010, p. 335). Esta opción encuentra
plena justificación en la regulación
de la causa ilícita del formante francés, que debe ser interpretado preferentemente a la regulación del objeto
ilícito: “Reconoce este código, inspirado en la jurisprudencia francesa
de mediados del siglo pasado, que
en ocasiones ciertos contratos ilícitos presentan un objeto lícito, pero
la finalidad de los contratantes es
indiscutiblemente de carácter inmoral o delictuosa; que para evitar los
problemas que tuvo que resolver la
jurisprudencia francesa, para decretar la nulidad en esta clase de contratos, en que las prestaciones en sí
mismas consideradas son lícitas, es
preferible considerar que, además
del objeto, el fin o motivo determinante de la voluntad deben ser también ilícitos; que si el objeto es lícito,
pero el fin o motivo determinante es
ilícito, el contrato debe ser nulo, y
aplica esta idea también al caso de
error sobre el fin o motivo determinante. Ya el Código vigente no habla,
como el francés, del error sobre la
causa, sino del error sobre el motivo
determinante de la voluntad” (Rojina
Villegas, 2010, pp. 335-336). En
conclusión, el formante doctrinario
mexicano no es anticausalista, sino
causalista por cuanto se adhiere a la
regulación de la causa ilícita de Francia y más particularmente al fin ilícito de Portugal: “Los artículos que
en el Código en vigor consagran esta
modificación, y que nos permiten
clasificarlo como un sistema en que
se abandonan la noción de causa para
introducir la noción de fin son: 1795,
1813, 1830, 1831 y 2225” (Rojina
Villegas, 2010, pp. 335-336).
9. Código Civil de Paraguay
El Código Civil paraguayo regula
la imposibilidad jurídica del objeto,
ESPECIAL
la ilicitud del objeto y la ilicitud de
la causa del negocio jurídico. El
objeto del negocio jurídico absorbe
a la causa porque una doctrina paraguaya define al objeto como la obligación o la prestación obligativa del
negocio jurídico. El formante legislativo paraguayo equipara la ilicitud
del objeto y la imposibilidad jurídica
del objeto en la regulación de cosas
incomerciables; y además se regula
el objeto ilícito (u objeto imposible
jurídicamente) cuando es contrario a
al orden público o a las buenas costumbres (ver cuadro Nº 9).
Según una doctrina paraguaya, “a la
luz de las disposiciones del Código
Civil cabe concebir al objeto en forma
amplia, como obligaciones, como
prestación, como materia, como derechos, como bienes, etcétera. No es
conveniente ni aconsejable entrar
aquí en refinamientos, más aún, si se
considera que todo tiende al escrutinio de la legalidad y moralidad en las
transacciones; basta con que el acto
en sí, en cualquiera de sus elementos
o manifestaciones, revista caracteres de ilicitud o inmoralidad para que
los jueces lo denieguen refuerzo, sin
que sea necesario ni prudente entrar
aquí en sutilezas” (Dos Santos Melgarejo; Ángulo Sarubbi; Breuer Planas; Godoy Duria; Moreno Rodríguez y Rodríguez González, 2012,
p. 410). Ahora bien, “si existe imposibilidad jurídica, habrá ilicitud propiamente dicha; vale decir, el objeto
será idóneo por ilícito –y no por
imposibilidad jurídica–” (Dos Santos
Melgarejo; Ángulo Sarubbi; Breuer
Planas; Godoy Duria; Moreno Rodríguez y Rodríguez González, 2012,
pp. 411-412). Un sector de la doctrina paraguaya se confiesa anticausalista: “otras experiencias demuestran
que puede de manera cómoda obviárselo y recurrir en sustitución a figura
de mayor precisión” (Dos Santos
Melgarejo; Ángulo Sarubbi; Breuer
Planas; Godoy Duria; Moreno Rodríguez y Rodríguez González, 2012,
p. 416).
10. Código Civil de Cuba
El Código Civil cubano regula
la licitud del negocio jurídico. El
objeto del negocio jurídico absorbe
a la causa porque una doctrina
cubana –siguiente el formante legislativo cubano– define al objeto como
la prestación obligativa del negocio jurídico. Un formante doctrinario cubano indica que la ilicitud del
negocio jurídico se aplica cuando la
causa es contraria a una normativa
imperativa o a las buenas costumbres
(ver cuadro Nº 10).
El objeto de las relaciones jurídicas
de obligaciones es la prestación obligativa o el comportamiento del dudor:
“lo que el acreedor está facultado para
reclamar y recibir y el deudor debe
realizar, y no a la cosa, hecho o abstención en que consiste el deber del
deudor, que sería su objeto mediato”.
Además, la licitud de la prestación
significa que “la prestación debe estar
en correspondencia con lo establecido
en la ley, o de lo contrario, a tenor de
lo dispuesto en el artículo 67, inciso
ch) del citado texto legal, el acto jurídico del cual sea objeto será declarado
nulo”. Y la prestación se hace imposible “porque entra en contradicción
con las disposiciones legales” (Cabanes Espino, 2014, p. 88). La causa ilícita se aplica “en los incisos a) y ch)
que se reputan nulos los actos que
vayan en contra de los intereses de
la sociedad y el Estado y los que contravengan una prohibición legal” y
según la doctrina, “la causa ilícita se
CUADRO Nº 9
CÓDIGO CIVIL PARAGUAYO DE 1985
OBJETO DEL CONTRATO
Artículo 673.- Son requisitos esenciales del contrato.
b) El objeto.
OBJETO IMPOSIBLE E ILÍCITO
Artículo 299.- No podrá ser objeto de los actos jurídicos:
a) Aquello que no esté dentro del comercio.
b) Lo comprendido en una prohibición de la ley.
c) Los hechos imposibles, ilícitos, contrarios a la moral y a las buenas costumbres, o que perjudiquen los
derechos de terceros.
La inobservancia de estas reglas causa la nulidad del acto y de igual modo, las cláusulas accesorias que,
bajo la apariencia de condiciones, contravengan lo dispuesto por este artículo.
Artículo 357.- Es nulo el acto jurídico:
b) Si el acto o su objeto fueren ilícitos o imposibles.
CUADRO Nº 10
CÓDIGO CIVIL CUBANO DE 1988
OBJETO DE LA RELACIÓN JURÍDICA
Artículo 45.1. El objeto de la relación jurídica es un bien, una prestación o un patrimonio, que sean de lícita apropiación
o recepción.
2. Por su objeto, las relaciones jurídicas pueden ser: sobre bienes materiales, de obligaciones y de sucesión.
CAUSA DEL NEGOCIO JURÍDICO
Artículo 67.Son nulos los actos jurídicos realizados:
a) En contra de los intereses de la sociedad o el Estado.
ch) En contra de una prohibición legal.
DIÁLOGO CON LA JURISPRUDENCIA Nº 202
33
¿ ILICITUD ES PARTE DEL OBJETO JURÍDICAMENTE IMPOSIBLE?
aprecia cuando el propósito negocial
resulta contrario a la ley o a la moral”
(Delgado Vergara, 2014, p. 392).
11. Codificación civil de Brasil
La codificación civil brasileña regula
el objeto imposible jurídicamente, el
objeto ilícito y motivo ilícito común
determinante [en el Código Civil de
2002] del negocio jurídico. Un formante legislativo brasileño equipara
la ilicitud del objeto y la imposibilidad jurídica del objeto en la regulación de cosas incomerciables.
Un formante doctrinario brasileño
separa el objeto y la causa del negocio jurídico; y respecto a la causa
ilícita [o el motivo ilícito común
determinante], es preferida en su
aplicación que el objeto ilícito (Ver
cuadro Nº 11).
Conforme una doctrina brasileña,
“el Código Civil brasileño adoptó
la teoría anticausalista, idea que se
remonta a los orígenes del Código
Civil promulgado en 1916, por la
gran influencia del BGB alemán.
No obstante, hay doctrina minoritaria [Antonio Junqueira de Azevedo
y Francisco Cavalcanti Pontes de
Miranda] que defiende la existencia
e importancia de la causa del contrato en el Derecho brasileño como
mecanismo de evaluación funcional
de merecimiento de tutela del contrato como parámetro de calificación para su encuadramiento típico”
(Prado; Birman; Santo; Gabbay;
Konder y Póvoa, 2012, p. 146). El
inciso III) del artículo 166 “es objeto
de poco debate doctrinario y casi
inexistente aplicación jurisprudencial, ello no permite afirmar que
el ordenamiento jurídico brasileño
haya adoptado la concepción subjetiva de la causa como requisito de
validez de los negocios jurídicos”
(Prado; Birman; Santo; Gabbay;
Konder y Póvoa, 2012, p. 147). En
consecuencia, el Código Civil brasileño “no escogió la sistemática de
la causa” (…) Así, el derecho brasileño “buscó simplificar la solución de las cuestiones, promoviendo
mayor seguridad en los negocios,
rechazando que, bajo el pretexto de
investigar la causa, alguien se exacerbe en la búsqueda de los motivos” (Pereira, 2011, pp. 424-425).
En cuanto a la definición del objeto
del negocio jurídico, una doctrina
brasileña indica que “es, en términos
inmediatos, la constitución, la modificación o extinción de una relación jurídica, y, en términos mediatos, aquello sobre lo que inciden
CUADRO Nº 11
CÓDIGO CIVIL BRASILEÑO DE 1916
CÓDIGO CIVIL BRASILEÑO DE 2002
ELEMENTOS DEL NEGOCIO JURÍDICO
ELEMENTOS DEL NEGOCIO JURÍDICO
Artículo 82.- La validez del acto jurídico requiere
agente capaz, objeto lícito y forma prescrita establecida en la ley.
Artículo 104.- La validez del negocio jurídico requiere:
II. Objeto lícito, posible, determinado o determinable.
Objeto imposible e ilícito
Objeto imposible e ilícito
Artículo 145.- Es nulo el acto jurídico:
II. cuando el objeto es ilícito o imposible.
Artículo 166.- Es nulo el negocio jurídico cuando:
II. su objeto es ilícito, imposible o indeterminable.
Motivo ilícito del contrato
Artículo 166.- Es nulo el negocio jurídico cuando:
III. el motivo determinante, común a ambas partes,
es ilícito.
34
tales relaciones, vale decir, cosas o
hechos que se pretende obtener con
la realización del acto, todo ello conforme a las disposiciones del sistema
jurídico, es decir, posibilidad legal y
no contradicción a la ley” (Veloso,
2005, p. 70). El objeto es legalmente
imposible cuando “el negocio es
contrario a la ley” y es nulo “manifiestamente cuando es contrario a
normas imperativas”. Los ejemplos
de imposibilidad del objeto son los
siguientes: “En el derecho brasileño,
por ejemplo, son negocios jurídicamente imposibles, contrarios a la ley
imperativa, lo que tiene por objeto la
herencia de persona viva (art. 426),
la donación de todos los bienes sin
reserva de parte o renta suficiente
para la subsistencia del donante (art.
548), la transferencia del usufructo
por enajenación (art. 1393, primera
parte), o el testamento conjunto (art.
1863)” (Veloso, 2005, p. 71). Así, el
objeto del negocio jurídico tiene que
ser jurídicamente adecuado (idóneo), posible o lícito. Un ejemplo:
“el bien extracomercio, en general, el bien inalienable” (Pontes de
Miranda, Tomo IV, 1954, p. 156). La
licitud y la imposibilidad son equivalentes: “el objeto tiene que ser
lícito. Es fundamental en su caracterización la conformidad con el ordenamiento de ley, la licitud del objeto
es el elemento sustancial, esencial
para su validez y se relaciona con
la posibilidad jurídica, ya que son
correlativas las ideas que se exponen al decir que el acto es posible frente a la ley, o que es lícito”
(Pereira, 2011, p. 406). Un sector
importante de la doctrina brasileña
le da mayor valor a la causa [“el fin
que el sujeto quiere y lleva el acto a
la práctica, sin pensar del fin que una
vez tuvo, ulteriores, que mediante
acto quiere de alcanzar”: Pontes
de Miranda, Tomo III, 1954, p. 97]
que al objeto: “El Código Civil [de
ESPECIAL
1916] menciona al objeto (art. 82)
y no habla de causa. La extirpación
es inaplicable, porque todo el sistema está fundamentado en la causa.
En las obligaciones, el objeto es lo
debido: o que se ve, desde el lado
del deudor; la causa es lo que se ve
mirando, de cara, todo el acto jurídico” (Pontes de Miranda, Tomo
III, 1954, p. 100). En consecuencia, la causa ilícita es preferida que
el objeto ilícito: “El negocio, en sí,
no tiene objeto ilícito, sino la nulidad se determina porque, en el caso
concreto, hubo confabulación entre
las partes para alcanzar un fin ilegítimo y, eventualmente, delictivo.
Por ejemplo: se vende un automóvil para utilizarlo en un secuestro;
se presta gratuitamente un arma
para matar a alguien; se alquila una
casa para el meretricio. La venta, el
comodato y el alquiler no son negocios contrarios al Derecho, muy por
el contrario, pero son sancionados
por nulidad, en los ejemplos señalados, porque el motivo determinante, común a ambas partes, es
ilícito” (Veloso, 2005, pp. 76-77).
De ahí que el objeto y la causa son
dos conceptos diferentes: “No forman parte del objeto, ni explícita (lo
que es obvio), ni explícitamente, los
motivos en cuantos motivos, ya que
ellos son del sujeto y están en él;
para que los motivos formen parte
del objeto (y, por lo tanto, del negocio) es preciso que estén referidos
en el objeto como motivos determinantes” (Azevedo, 2013, p. 137). Y
estos motivos determinantes mutan a
la causa presupuesta “donde la causa
influencia en el plano de la validez”
(Azevedo, 2013, p. 159). A pesar del
anticausalismo promovido por Clóvis Beviláqua en Brasil (Pontes de
Miranda, Tomo III, 1954, p. 100) una
doctrina brasileña resalta el rol de la
causa e incluso ella es preponderante
frente al objeto del negocio jurídico.
12. Código Civil de Perú
El Código Civil peruano regula la
imposibilidad jurídica del objeto, la
ilicitud del objeto y la ilicitud del fin
del negocio jurídico. Un mayoritario formante doctrinario peruano se
inclina por definir el objeto del negocio jurídico como las situaciones
jurídicas, las relaciones jurídicas y
en particular como la prestación obligativa del negocio jurídico. Un formante doctrinario peruano equipara
la ilicitud del objeto y la imposibilidad jurídica del objeto en la regulación de cosas incomerciables. Adicionalmente, un formante doctrinario
señala que el fin es ilícito cuando es
contrario al orden público o a las
buenas costumbres siguiendo los
formantes doctrinarios francés [sin
tomar en cuenta la contrariedad de
normas imperativas], portugués [sin
considerar la contrariedad de normas
imperativas] y mexicano (ver cuadro Nº 12).
Una doctrina peruana define al
objeto del negocio jurídico como
las situaciones jurídicas y que
incluye a las relaciones jurídicas:
“En conclusión, consideramos que
el objeto del acto jurídico son los
derechos y deberes u obligaciones
que se integran a la relación jurídica
que el acto crea, regula, modifica
o extingue” (Vidal, 2005, p. 120).
La “posibilidad jurídica está referida a la conformidad con el ordenamiento jurídico de los derechos
y deberes u obligaciones integrados
a la relación jurídica generada por
el acto jurídico. Así, por ejemplo,
la cosa que es materia de la transferencia de la propiedad debe estar
en el comercio, es decir, ser susceptible de negociarse, como los bienes que no son de uso público o las
partes del cuerpo humano que se
regeneran, como es el caso de una
transfusión de sangre” (Vidal, 2005,
p. 493). En cuanto, el “fin ilícito
CUADRO Nº 12
CÓDIGO CIVIL PERUANO DE 1984
ELEMENTOS DEL NEGOCIO JURÍDICO
Artículo 140.- El acto jurídico es la manifestación de voluntad destinada a crear, regular, modificar o extinguir
relaciones jurídicas. Para su validez se requiere:
2. Objeto física y jurídicamente posible.
3. Fin lícito.
OBJETO
Artículo 1402.- El objeto del contrato consiste en crear, regular, modificar o extinguir obligaciones.
Artículo 1403.- La obligación que es objeto del contrato debe ser lícita.
La prestación en que consiste la obligación y el bien que es objeto de ella deben ser posibles.
Artículo 1404.- La licitud de la obligación o la posibilidad de la prestación o del bien que es objeto de ella
en un contrato sujeto a condición o a plazo suspensivo, se apreciarán al momento del cumplimiento de la
condición o del vencimiento del plazo.
OBJETO IMPOSIBLE E ILÍCITO
Artículo 219.- El acto jurídico es nulo:
3. Cuando su objeto es física o jurídicamente imposible o cuando sea indeterminable.
FIN ILÍCITO DEL NEGOCIO JURÍDICO
Artículo 219.- El acto jurídico es nulo:
4. Cuando su fin sea ilícito.
DIÁLOGO CON LA JURISPRUDENCIA Nº 202
35
¿ ILICITUD ES PARTE DEL OBJETO JURÍDICAMENTE IMPOSIBLE?
¿Qué dice Vidal
Ramírez?
Existe, pues, una identificación
de la finalidad del acto jurídico
con los efectos queridos y buscados mediante la manifestación
de voluntad.
–o mejor, la finalidad lícita, como
preferimos denominar a este requisito, consiste en la orientación que
se da a la manifestación de voluntad
para que esta, partiendo del motivo
del o de los contratantes, se dirija,
directa y reflexivamente, a la producción de efectos jurídicos, vale
decir, a la creación de una relación
jurídica y normativa, así como a
normar su regulación, su modificación o su extinción. Existe, pues,
una identificación de la finalidad del
acto jurídico con los efectos queridos y buscados mediante la manifestación de voluntad” (Vidal, 2005,
p. 122). Esta doctrina peruana sigue
la orientación doctrinaria argentina en el sentido de que el fin es
el fin jurídico de los efectos jurídicos. Luego esta doctrina diferencia dos finalidades –inicial o final:
“La causa está presente, pues, como
requisito de validez del acto jurídico y su presencia se ha insertado como causa subjetiva y finalista, porque debe traducirse en el
resultado alcanzado. Por ello, creemos que puede considerarse una
finalidad inicial, que es la motivación, lo querido por el sujeto, y,
una finalidad final, que es propósito
logrado, el resultado práctico alcanzado” (Vidal, 2005, p. 129). ¿Qué
diferencia hay entre imposibilidad
jurídica del objeto con la ilicitud del
fin? La “imposibilidad jurídica del
objeto supone que los derechos y
36
deberes integrados a la relación jurídica estén afuera del marco legal o
en contradicción al ordenamiento
jurídico, como cuando las partes,
recíprocamente, pretenden adquirir derechos y contraer obligaciones
respecto a bienes que no son susceptibles de tráfico” (Vidal, 2005,
p. 493). Esta doctrina peruana se
adhiere a la posición doctrinaria que
equipara la ilicitud del objeto y la
imposibilidad jurídica del objeto en
la regulación de cosas incomerciables. Por otro lado, la “ilicitud de
la finalidad se determina, entonces,
cuando la manifestación de voluntad no se dirige a la producción de
efectos jurídicos que puedan recibir tutela jurídica, pues la intención
evidenciada del o de los contratantes del acto jurídico es contraria al
ordenamiento jurídico, como ocurriría si dos sujetos se vinculan por un
acto jurídico con la finalidad de que
uno de ellos actúe” (Vidal, 2005, p.
494). La “ilicitud es lo que guarda
conformidad con el ordenamiento
legal y la posibilidad jurídica está
referida al ordenamiento jurídico,
que es un concepto más amplio y
que da cabida a la licitud. La licitud
comprende el ordenamiento legal
mientras que el ordenamiento jurídico comprende, además, los principios generales que inspiran el orden
público” (Vidal, 2005, p. 122). Esta
doctrina interpreta que lo imposible
jurídicamente es más amplio que lo
ilícito, lo cual constituye una tergiversación de los formantes legislativos y doctrinarios de Europa y de
Latinoamérica.
Otra doctrina peruana señala que
“los negocios tienen como objeto
no solo cosas, sino también bienes
en general, derechos y prestaciones
de conducta, todo ello dentro del
ámbito de la naturaleza del negocio como instrumento de autonomía
de la voluntad para regular intereses
en general, debemos concluir que el
objeto a que alude el artículo 140
comprende tanto los intereses regulados, pero el precepto de la voluntad (la obligación en el contrato),
como el hecho (positivo o negativo)
que debe cumplirse (la prestación),
o el bien físico o inmaterial a que se
contrae el precepto”. Esta doctrina
peruana parece estar referida tanto a
la prestación negocial como la prestación obligativa. Aunque parece
que se da mayor énfasis a la prestación negocial. Así, es objeto una
“entidad material o no, que satisface el propósito práctico que, como
resultado, fue la razón por la cual se
celebró el negocio” (Lohmann Luca
de Tena, 1994, pp. 78-79). Esta doctrina peruana desarrolla el concepto
de causa mixta donde la causa no
solo es lo que quieren las partes sino
además dicha finalidad depende de
la finalidad del ordenamiento jurídico: La “causa subjetiva, o finalidad común y compartida por las
partes en un determinado negocio,
siempre habrá de coincidir con una
causa objetiva o legal con determinadas consecuencias de Derecho.
Es decir, que la finalidad de los intereses que las partes regulan al obligarse, encuentre su cauce y marco
adecuado en una causa legal que la
recoge y la regula” (Lohmann Luca
de Tena, 1994, p. 95). Esta doctrina peruana diferencia entre licitud y posibilidad jurídica apartándose de la equivalencia doctrinaria
europea y latinoamericana: “Mientras la licitud se apoya en un criterio valorativo, la posibilidad jurídica radica en la naturaleza de las
instituciones jurídicas, o en la calificación jurídica objetiva de ciertos bienes o conductas, o en otras
consideraciones” (Lohmann Luca
de Tena, 1994, p. 82).
ESPECIAL
Otra doctrina peruana considera
que el objeto del negocio jurídico
está conformado por las situaciones jurídicas, las relaciones jurídicas y la prestación obligativa: el
objeto “del acto jurídico es la relación jurídica por él creada, regulada, modificada o extinguida. A
su vez, toda relación jurídica tiene,
además de un sujeto de derecho
y un sujeto del deber, un objeto,
esto es, una prestación; el sujeto
del deber de la relación jurídica
es deudor de una prestación patrimonial (…). La prestación, por ser
conducta humana, consiste siempre en un hacer positivo (acciones) o negativo (abstenciones). El
hacer positivo puede ser de dar bienes o derechos o de prestar servicios, y el hacer negativo consiste
en abstenerse de hacer algo. Luego,
a su turno, el objeto de la prestación son los bienes, derechos, servicios y abstenciones. Lo expuesto
nos permite afi rmar que el objeto
del acto jurídico está integrado por
tres elementos: 1º) la relación jurídica; 2º) la prestación; y 3º) los bienes, los derechos, los servicios y
las abstenciones” (Torres Vásquez,
2001, pp. 212-213). Para esta doctrina peruana solo cabe hablar de
ilicitud del objeto y no de imposibilidad jurídica del objeto, y deja
de lado los formantes legislativos y
doctrinarios europeos y latinoamericanos: el “objeto (concretamente
la prestación) del acto jurídico solo
puede ser calificado de lícito o de
ilícito. La expresión ‘jurídicamente
imposible’ es errónea; no existe la
trilogía: acto jurídico (acto lícito),
acto ilícito, y acto jurídicamente
posible o imposible; solamente
existe el binomio: acto o negocio
jurídico (acto lícito) y acto ilícito.
Luego, la llamada ‘imposibilidad
jurídica’ es la ‘ilicitud’. Un acto es
ilícito cuando es contrario al ordenamiento jurídico y es contrario
al ordenamiento jurídico cuando
viola normas imperativas, el orden
público, o las buenas costumbres”
(Torres Vásquez, 2001, p. 697). Así,
la “imposibilidad jurídica es la ilicitud que en su acepción amplia no
es otra cosa que el comportamiento
(la prestación) contrario a normas
imperativas, el orden público y a las
buenas costumbres. No hay, por una
parte, una imposibilidad jurídica y,
por otra, una ilicitud (…). Lo ilícito
es imposible jurídicamente, aunque
en la realidad no jurídica, antijurídica, sea posible. La imposibilidad
jurídica del objeto se identifica con
la ilicitud del objeto; antes que de
imposibilidad jurídica es preferible
hablar de ilicitud” (Torres Vásquez,
2012, pp. 535-536). “La imposibilidad jurídica debida a que el acto
(positivo o negativo) está prohibido
por las leyes o porque es contrario
al orden público o a las buenas costumbres equivale a la ilicitud del
acto. De allí que la distinción entre
objeto ilícito y objeto jurídicamente
imposible es falsa, no tiene ninguna utilidad práctica” (Torres Vásquez, 2012, p. 540). En específico,
esta doctrina peruana diferencia la
ilicitud del objeto y la ilicitud del
fin, pero añadiendo la contrariedad
a las normas imperativas [que no
está regulada expresamente en el
Artículo V del Título Preliminar del
Código Civil peruano]: “La licitud
o ilicitud del contrato depende de
que el objeto (la prestación objeto
de la obligación) o la causa fin perseguida por las partes sean conformes o contrarios a normas imperativas, el orden público o las buenas
costumbres. El contrato es nulo por
ilicitud del objeto (…) sin que sea
necesario que el fin perseguido por
las partes sea ilícito; o es nulo porque las partes contratantes persiguen un fi n ilícito, aun cuando el
objeto no lo sea (…). El objeto del
contrato es lícito si es conforme con
DIÁLOGO CON LA JURISPRUDENCIA Nº 202
¿Qué dice Freddy
Escobar?
El objeto del negocio jurídico es
el conjunto de preceptos o reglas
que la parte o las partes declaran “hacer suyas” con miras a
conseguir un resultado práctico
aceptado por el ordenamiento
jurídico.
el ordenamiento jurídico, y es ilícito
si transgrede al ordenamiento jurídico, es decir, es contrario a normas
imperativas, al orden público o a las
buenas costumbres” (Torres Vásquez, 2012, p. 529). Lo “único que
se puede calificar de lícito o ilícito
es la prestación (objeto de la obligación) por consistir en conducta
humana que se traduce en un dar,
hacer o no hacer conforme (lícito) o
contrario (ilícito) a normas imperativas, al orden público o a las buenas costumbres. Empero, el Código
equivocadamente establece que ‘la
obligación que es objeto del contrato debe ser lícita’ (artículo 1403).
En todo caso, para darle sentido a la
norma habrá que afirmar que la licitud o la ilicitud penetran en la obligación a través de la prestación y
de la causa fin. La licitud está en
la esencia misma del Derecho, por
ello toda obligación debe tener un
objeto (prestación) lícito” (Torres
Vásquez, 2012, p. 531).
Para otra doctrina peruana, el objeto
es el contenido del negocio jurídico: “El objeto del negocio jurídico es el conjunto de preceptos o
reglas que la parte o las partes declaran ‘hacer suyas’ con miras a conseguir un resultado práctico aceptado por el ordenamiento jurídico”
(Escobar Rozas, 2003, p. 918).
Sobre la imposibilidad jurídica del
37
¿ ILICITUD ES PARTE DEL OBJETO JURÍDICAMENTE IMPOSIBLE?
¿En qué consiste
El objeto del negocio es jurídicamente imposible cuando, en el
plano de la realidad jurídica, las
reglas negociales no pueden ser
ejecutadas porque se dirigen a la
consecución de un resultado (jurídico) no previsto por el ordenamiento jurídicos.
objeto, esta doctrina peruana la relaciona con la contrariedad a las normas imperativas: “El objeto del
negocio es jurídicamente imposible cuando, en el plano de la realidad jurídica, las reglas negociales
no pueden ser ejecutadas, sea porque se dirigen a la consecución de un
resultado (jurídico) no previsto por
el ordenamiento jurídico (piénsese
en la constitución de una hipoteca
sobre un bien mueble o en la enajenación de un bien que se encuentra fuera del comercio), o porque no
toman en consideración algún presupuesto exigido por este último
para la obtención del efecto deseado
(piénsese en la necesidad de no tener
deudas cuyo pago pueda verse perjudicado con el patrimonio familiar que desea constituir)” (Escobar
Rozas, 2003, p. 920). Sobre el fin
del negocio jurídico esta doctrina lo
vincula con la causa concreta: “Para
determinar la ilicitud de la causa se
debe atender a la función económica que concretamente cumpla el
negocio y no a la que en abstracto le
corresponde por su tipo negocial. En
tal sentido, la ilicitud no solo puede
afectar a la causa de los negocios atípicos, sino también a la de los negocios típicos, en tanto que estos suelen ser enriquecidos por las partes
con un conjunto de ‘efectos’ adicionales a los que se derivan de su propia naturaleza, frente a los cuales
38
cabe efectuar un juicio de licitud”
(Escobar Rozas, 2003, p. 921).
Otra doctrina nacional se adhiere al
concepto de objeto del negocio como
prestación obligativa: “A nuestro
entender, y en la medida en que la
prestación consiste en una conducta
que una de las partes se compromete a realizar frente a la otra, no
hay ningún obstáculo de orden conceptual para establecer que el objeto
del contrato o del acto jurídico es
la prestación debida, pues entendida esta como un comportamiento,
deberá concurrir para la validez del
supuesto de hecho, el mismo que
una vez debidamente formado con
la concurrencia de todos sus elementos, dará lugar al nacimiento
de determinadas obligaciones, cuyo
objeto serán también las conductas
a que quedan obligadas las partes,
esto es, el cumplimiento de las prestaciones debidas” (Taboada, 2002,
p. 333). La “conclusión lógica es
que el nuevo Código Civil ha incorporado la noción de objeto del acto
jurídico entendido como la prestación prometida, esto es, como el
comportamiento que deberá realizar una de las partes frente a la otra.
De no ser así, el Código no hubiera
exigido para la validez del acto jurídico que el objeto cumpliera con los
requisitos de la posibilidad y determinabilidad, que son requisitos que
según la doctrina se aplican a las
prestaciones debidas” (Taboada,
2002, p. 333). Sobre la causa del
negocio, esta doctrina peruana se
adhiere a la doctrina mixta que establece que la causa tiene dos aspectos: “el objetivo y el subjetivo.
Bajo el aspecto objetivo la causa se
define como la función jurídica con
base en una función socialmente
razonable. Pero es necesario también construir el aspecto subjetivo
de la causa, conformado por el propósito de las partes de obtener la
función jurídica y también, de ser
el caso, por el propósito de alcanzar
una determinada función o finalidad
concreta, en la medida que se trate
de la base o razón única y determinante de la celebración del negocio
(…). El aspecto subjetivo nos permitirá descubrir si la causa es lícita
o no y el aspecto objetivo si el negocio jurídico tiene una causa o no”
(Taboada, 1996, pp. 680-681). De
ahí que esta doctrina hace una diferencia de causa ilícita y de ausencia de causa. En un caso la sanción
es la nulidad expresa por causa ilícita o fin ilícito [causa en sentido
subjetivo], y en otro caso la sanción es la nulidad tácita o virtual
por ausencia de causa [causa en sentido objetivo]: “Si bien es cierto
que el Código Civil en su artículo
140 dispone en forma expresa que
para la validez del acto jurídico se
requiere un fin lícito, lo que nos
podría llevar a pensar que el Código
habría optado por un sistema unitario de la causa, en el sentido de
que el acto jurídico no solo requiere
de un fin objetivo, sino además de
ello de un fin objetivo que no deberá
estar viciado por ningún motivo
ilícito; en el inciso 4 del artículo 219 sanciona con nulidad únicamente el acto jurídico cuyo fin sea
ilícito; de forma tal que al Código
solo le interesaría el aspecto subjetivo de la causa, pues si se hubiera
tomado en cuenta su aspecto objetivo, se habría establecido como
una causal adicional de nulidad la
del acto jurídico que no tuviera fin.
Sin embargo, en nuestra opinión,
el Código puede ser correctamente
interpretado, en forma doctrinaria,
en el sentido de que para la validez
del acto jurídico no solo se requiere
de un fin, que además deba ser
lícito, sino que la causal de nulidad
por ausencia de fin podría deducirse
perfectamente como un caso más de
nulidad virtual, por contraposición
ESPECIAL
al inciso 4 del artículo 140, pues si
para la validez del acto jurídico se
requiere de un fin lícito, será nulo el
acto jurídico que tenga un fin ilícito.
En otras palabras, solo por nulidad virtual o tácita podremos llegar a la conclusión de que es nulo
el acto jurídico que no tenga un fin
o causa. En nuestro concepto, sin
embargo, hubiera sido preferible
que el Código Civil utilizara el término ‘causa’ y no el de ‘fin lícito’.
Es así como, de acuerdo a la exposición realizada ahí, la causal de nulidad por fin ilícito, contemplada en
el artículo 219, deberá entenderse
como de aquel negocio jurídico
cuya causa, en su aspecto subjetivo
sea ilícita, por contravenir las normas que interesan al orden público
o a las buenas costumbres. Se trata,
pues, de una causal de nulidad por
ausencia del requisito de la licitud, aplicable al fin, que constituye
uno de los elementos del acto jurídico, según nuestro Código Civil”
(Taboada, 2006 pp. 338-339).
Una doctrina peruana define el objeto
del negocio jurídico como el conjunto de situaciones jurídicas, relaciones jurídicas y prestaciones obligativas: “El objeto del acto jurídico
es tanto la situación jurídica (posición que ocupa el sujeto de derecho
frente al ordenamiento jurídico), la
relación jurídica (vinculación entre
dos o más situaciones jurídicas) o
el bien (la realidad del mundo exterior, material o inmaterial, sobre
la cual recaer el poder de los sujetos de derecho) materia de la relación jurídica” (Espinoza Espinoza,
2012, p. 79). Esta posición tendría
un respaldo en el texto legislativo
peruano si se hace una lectura exegética: “La posición que asume el
Código Civil peruano es, como se ha
advertido, dual, por cuanto se interpreta que el objeto del acto jurídico
es la relación jurídica y el bien materia de la relación jurídica” (Espinoza
Espinoza, 2012, p. 82). La causa es
definida como causa concreta: “es la
función individual práctica y opera
como una suerte de filtro de licitud
de los negocios jurídicos que justifica la declaración de voluntad y
que permite su protección por el
ordenamiento normativo, así como
ofrece una pauta importante para su
interpretación” (Espinoza Espinoza,
2012, p. 91). Esta doctrina peruana
propone una definición de imposibilidad jurídica más amplia que la
ilicitud: “La imposibilidad jurídica
depende, en cambio, de una valoración normativa, no de disfavor por
la violación de los principios fundamentales del ordenamiento (ilicitud), sino de ‘indiferencia’, que
se verifica cuando el ordenamiento
considera determinados intereses,
aunque lícitos, no merecedores de
tutela jurídica, en cuanto meramente
lícitos o solo socialmente relevantes. Esta se configura, en otros términos, cuando el objeto del contrato
consiste en bienes o comportamientos respecto a los cuales el ordenamiento no permite la constitución de
relaciones jurídicas” (Espinoza Espinoza, 2012, pp. 504-505). Esta doctrina peruana propone el siguiente
criterio distintivo general entre ilicitud de la causa e ilicitud del objeto:
“se tendría ilicitud de la causa (y no
del objeto) cuando resulte ilícito el
intercambio de prestaciones, aunque estas, consideradas en sí mismas, serían válidamente deducibles
en el contrato (…) Se tendrían, en
cambio, ilicitud del objeto cuando la
prestación o el bien deducido sean
directa e inmediatamente ilícitos y,
por consiguiente, prohibidos por el
ordenamiento jurídico” (Espinoza
Espinoza, 2012, p. 506).
DIÁLOGO CON LA JURISPRUDENCIA Nº 202
¿En qué consiste
La causa es definida como causa
concreta. Es la función individual
práctica y opera como una suerte
de filtro de licitud de los negocios
jurídicos que justifica la declaración de voluntad y que permite su protección por el ordenamiento normativo, así como
ofrece una pauta importante para
su interpretación.
Finalmente, una doctrina peruana
rechaza que el objeto y la causa
sean elementos esenciales de validez
del negocio jurídico: “En realidad,
siempre que se comparta la errónea
idea de que los ‘requisitos de validez’ mencionados en el artículo 140,
segunda parte, del Código Civil son
elementos del negocio jurídico, se
trataría de elementos ‘mentitorios’
[adjetivo acuñado por Pier Giuseppe
Monateri], o sea que no corresponden a la esencia del concepto y que
lo vuelven todavía más confuso, en
un país que lo ha adoptado por imitación (…) Cuando se escribe ‘objeto
físicamente y jurídicamente posible’,
el legislador exhibe un injustificado
interés en subrayar las cualidades
que debe tener la prestación, o sea
el comportamiento que constituye el
contenido de una obligación, lo cual
no puede señalarse en esta parte del
Código Civil, dedicada, como es propio de su carácter ‘general’, a fijar las
reglas para todos los negocios jurídicos. El ‘fin lícito’ tiene mayor relevancia por la adjetivación (es decir,
por la ‘licitud’ a la que se condiciona
la ‘validez’ para el derecho) que por
la propia palabra ‘fin’ o ‘finalidad’
(subjetiva) que solo tiene relevancia,
en concreto, cuando ha sido exteriorizado y conocido por la otra parte,
39
¿ ILICITUD ES PARTE DEL OBJETO JURÍDICAMENTE IMPOSIBLE?
Comentario
relevante del autor
El objeto del negocio jurídico no
es la obligación y menos la prestación obligativa.
con lo cual, este ‘elemento’ solo sería
predicable en caso de bilateralidad y
así quedarían excluidos de su ámbito
los negocios jurídicos unilaterales”
(León, 2014, p. 50). Según esta
doctrina el objeto del negocio jurídico no es un elemento sino un presupuesto del negocio jurídico: “El
objeto –se ha enseñado– es el punto
de referencia, término o ‘coeficiente’
del negocio jurídico. ¿Y qué puesto
ocupa este concepto en la estructura
del negocio jurídico? Ninguna. No es
‘elemento’; constituye, a lo sumo, un
‘presupuesto’ del negocio, externo a
este, tal como ocurre con ‘el’ sujeto o
‘los’ sujetos’ (León, 2014, pp. 66-67).
Y sobre el fin del negocio jurídico,
dicha doctrina peruana propone una
lectura de negocio jurídico ilícito
como el formante legislativo cubano:
“El ‘fin’, entendido como ‘finalidad’,
‘motivo’ o ‘móvil’ del agente, tampoco forma parte de la estructura del
negocio jurídico. Es más, el ordenamiento, como regla, no lo toma en
cuenta. Solamente cobra relevancia
cuando es expresado en la manifestación de voluntad y se vuelve cognoscible hacia el exterior. Por ejemplo,
cuando el comprador de un terreno
se cuida de dejar constancia en el
documento contractual que efectúa
la adquisición con la finalidad de
desarrollar una actividad agrícola en
particular o cuando el comprador de
una maquinaria hace lo propio describiendo el tipo de trabajo para el
cual la adquiere. En ambos casos,
la idoneidad del bien comprado,
para la realización del objetivo trazado por el adquirente y aceptado
40
por el enajenante, puede ser determinante del mantenimiento o decaimiento del vínculo entre las partes.
Por ello, el ámbito de importancia
del fin se reduce al terreno contractual y, en mucha menor medida, al de
los negocios de última voluntad (testamentos). Nuestra doctrina, en abrumadora mayoría, ha querido ver en
la expresión ‘fin lícito’ del artículo
140 del Código Civil la consagración de la ‘causa lícita’ como requisito de validez de los negocios jurídicos, si no es que como elemento
propiamente dicho del Tatbestand.
Esta visión, pese al prestigio de sus
defensores, no puede ser compartida.
Se opone a ella el hecho, verificable históricamente, del destierro de
la ‘causa’, resuelto durante la elaboración del derogado Código Civil de
1936, por haber advertido los codificadores de entonces que el término y los fines perseguidos con su
reconocimiento son redundantes si
las normas hacen ya referencia a un
‘objeto’ del negocio jurídico. Si se
repasa la jurisprudencia sobre compraventa de bienes ajenos –a la que
ya he hecho referencia– se comprobará fácilmente que los problemas
terminológicos frente a los cuales
mostraron gran cautela los artífices del antiguo Código han reaparecido y se han ahondado en la actualidad, más todavía si se tiene en cuenta
que en el Código Civil vigente el
legislador impone también la ‘licitud’ del objeto del contrato, es decir,
con apego al propio texto legal, de
la obligación (artículo 1403). ¿Qué
es lo que debe ser lícito según la
ley, entonces? ¿El fin, ya sea que
este concepto se entienda o no como
‘causa’? ¿O el objeto? ¿O ambos?
¿O no tiene importancia? Las discusiones de este tenor son completamente estériles, desde luego. Creo
que los esfuerzos de nuestros autores
deben apuntar hacia la elaboración
de una categoría general de ‘negocio
jurídico ilícito’, para lo cual bastaría –si se observa bien– mantener la
sanción de nulidad contra los negocios que sean contrarios a las normas que interesan al orden público
y a las buenas costumbres, a la vez
que impulsar y orientar en todos los
niveles el recurso a estas dos importantes cláusulas normativas generales (‘orden público’ y ‘buenas costumbres’)” (León, 2014, pp. 72-73).
III. ¿ O B J E T O Y C AU S A D E L
NEGOCIO JURÍDICO Y DEL
CONTRATO SON INCOMPATIBLES?
Aquí es importante establecer tres
conclusiones: (i) el objeto del negocio jurídico no es la obligación y
menos la prestación obligativa;
(ii) el objeto ilícito es inaplicable.
Solo cabe aplicar la causa ilícita o
el fin ilícito; (iii) el objeto imposible jurídicamente es equivalente al
objeto ilícito solo en las hipótesis de
cosas incomerciables.
Actualmente, hay una doctrina italiana que propone realzar el objeto
del contrato definido como contenido: “La valorización del objeto
del contrato entendido en su versión más amplia (…) como contenido de la total operación negocial,
y en definitiva como sinónimo de
reglamento negocial, parece poder
representar en efecto un válido
medio para simplificar el parámetro de referencia para la valoración
del significado jurídico de los actos
jurídicos concretos negociales”
(Girolami, 2012, p. 212). El objeto
del contrato, se dice, se convierte en
“una base más sólida para razonar a
diferencia de la causa, considerando
la utilización que hacen las cortes y
los intérpretes en general. Por eso, el
objeto, respecto de la causa, permite
la valorización del ordenamiento,
sobre todo en el plano concreto en
ESPECIAL
lugar de dejarla al paraíso de las teorías abstractas. Y este solo dato justifica la elección de simplificar la
interpretación del artículo 1325 del
CC para reconducirla y reducirla a
la consideración de aquello que las
partes realmente quieren, rectius
han manifestado querer, mediante
las declaraciones negociales emitidas. En efecto, al objeto no se le
podrá nunca imputar la crítica de ser
un mero artificio doctrinal, como
por el contrario se puede hacer precisamente a la causa: y ello porque
el objeto representa la esencia del
negocio entendido como organización de intereses predispuesto por
sus autores” (Girolami, 2012, pp.
219-220). Así, el objeto prevalece
mediante la absorción del elemento
causal: “El objeto evocará el mismo
reglamento negocial en su complejidad, comprendiendo, (…) las
integraciones legales y hermenéuticas que necesariamente el intérprete deberá considerar para captar el real significado y la concreta
intención (manifestada) de las partes. Y la causa, por su parte, será
teleológicamente absorbida por el
objeto por su relevancia autónoma
y su rol funcional” (Girolami, 2012,
pp. 220-221) porque la causa “hasta
hoy todavía no ha encontrado una
definitiva y aceptada consistencia dogmática” (Girolami, 2012, p.
224). Esta doctrina italiana olvida
que el objeto depende de la causa –y
no al revés– porque “el contenido
del contrato es el objeto del contrato calificado por la causa, es la
prestación contractual ilustrada por
la razón que la justifica” (Roppo,
2009, p. 322). Adicionalmente esta
doctrina tampoco advierte que la
concreta intención (manifestada) de
las partes es nada más ni nada menos
que la causa del negocio jurídico.
También esta doctrina confunde el
contenido del negocio jurídico y el
contenido de las situaciones jurídicas subjetivas.
Como se ha podido apreciar, los formantes doctrinarios latinoamericanos se inclinan por definir el objeto
del negocio jurídico –en particular del contrato– como contenido
de las situaciones jurídicas subjetivas o más específico como contenido de las obligaciones o más
específicamente como contenido de
las prestaciones obligativas. Estas
definiciones son desnaturalizaciones de los formantes doctrinarios
que ubican el objeto en el formación
del negocio jurídico:
“Por lo demás, aun cuando
haya coincidencia entre objeto
del negocio y objeto de la prestación, los dos fenómenos se
mantienen conceptualmente
distintos, comoquiera que el primero es apreciable en el nivel
de la regulación negocial, y el
segundo en el nivel consecuencial de la relación; el primero
es tomado en consideración con
la mira puesta en la realización
de una disposición de intereses
que puede también proyectarse
hacia el futuro, de modo que es
suficiente que su existencia sea
posible (…); y el segundo está
en condiciones de desempeñar
su función, en cuanto sea alcanzado en concreto por el acreedor, al punto de ser la realización de aquellas ‘utilidades’ –o
sea de aquellos intereses referidos a los ‘bienes’ jurídicos–
que en la autorregulación negocial encuentran frecuentemente
expresión, por así decirlo, solo
en estado ‘potencial’” (Bigliazzi
Geri, Breccia, Busnelli y Natoli,
1995, p. 868).
Esta ubicación autónoma se explica
porque el objeto es elemento
DIÁLOGO CON LA JURISPRUDENCIA Nº 202
Comentario
relevante del autor
El objeto imposible jurídicamente
es equivalente al objeto ilícito
solo en las hipótesis de cosas
incomerciables.
esencial del negocio jurídico en su
formación:
“De esta forma, el tema del
objeto del negocio ha terminado
confundiéndose con el contenido del negocio, o con el tema
de las prestaciones específicas
(que son objeto, a su vez, de las
obligaciones), eventualmente
previstas en la regla negocial
para la satisfacción de los intereses que su autor o autores se
prometen realizar de forma recíproca mediante ella; o bien se
confunde, y principalmente, a
nuestro juicio, con los aspectos
funcionales y con la producción
de efectos del negocio jurídico
mismo” (Ferri, 2002, p. 274).
Estas aseveraciones se confirman cuando dos doctrinas peruanas rechazan que el objeto del negocio jurídico contiene obligaciones:
(i) Una doctrina peruana no comparte el criterio que la finalidad jurídica es la obligación: “No podemos
aceptar que se diga que el objeto
del negocio, y por ende también
el del contrato, deba ser la finalidad jurídica, dejando de lado el
aspecto social del negocio jurídico
y haciendo hincapié únicamente en
su lado jurídico. No podemos darle
a la finalidad jurídica el carácter
de objeto por ser este el lado jurídico de la causa del negocio, menos
aún si nuestro actual Código Civil,
41
¿ ILICITUD ES PARTE DEL OBJETO JURÍDICAMENTE IMPOSIBLE?
Comentario
relevante del autor
Otro error conceptual es creer
que el objeto ilícito del negocio es
autónomo de la causa ilícita. Una
doctrina italiana nos enseña que
el “requisito de la ilicitud, referido al objeto del negocio parece
ser, como se ha destacado, una
suerte de duplicado del concepto
de causa ilícita”.
a diferencia del código derogado,
reconoce la causa como elemento
del acto jurídico, definiéndola como
el fin lícito. Sin embargo, esta expresión tampoco es feliz, pues permite
entender la causa como la finalidad
o motivación de las propias partes o
sujetos intervinientes, permitiendo
de esta manera justificar la definición de objeto del contrato contenida en el artículo 1402 del Código
Civil, según la cual el objeto es la
creación, modificación, regulación
o extinción de obligaciones. Evidentemente, si aceptamos la idea
que la causa, tal como está regulada
en el artículo 140, está referida a
la finalidad de las mismas partes o
sujetos que celebran el negocio jurídico, podremos sostener sin temor
alguno y justificar también, la idea
consagrada en el artículo 1402 sobre
el objeto del contrato, pues siendo la
causa la finalidad que motivó a las
partes contratantes a celebrar el contrato, el objeto del mismo sería su
finalidad jurídica. Por el contrario, si
llegamos a la conclusión que el ‘fin
lícito’ al que hace referencia el artículo 140 es el fin jurídico del mismo
negocio jurídico, es decir, su finalidad jurídica, no podremos entender y menos aún aceptar de modo
alguno la definición sobre objeto del
contrato contemplada en el artículo
1402” (Taboada, 2006 pp. 344-345).
42
“Una definición sobre objeto del acto
jurídico en el Código Civil es completamente innecesaria, por cuanto
lo único relevante en términos legales es establecer todos los requisitos que debe cumplir el objeto en
ausencia de los cuales el negocio
jurídico sería nulo” (Taboada, 2006
p. 349). (ii) El objeto del negocio
jurídico no puede ser la obligación:
“Ulteriores perplejidades nacen de
otros usos del término ‘objeto’ en el
articulado Código Civil. En el título
dedicado al contrato en general se
indica (artículo 1402) que el objeto
de este negocio jurídico ‘consiste
en crear, regular, modificar o extinguir obligaciones’. Fuera del desacierto de excluir los ‘efectos reales’ de contratos, la confusión en la
que incurre aquí el legislador, entre
‘objeto’ y ‘objetivo’ o ‘finalidad’ es
notoria y exime de más comentarios. Para peor, a renglón seguido
(artículo 1403), se señala que es la
obligación más bien el objeto del
contrato, y que debe poseer el requisito de la licitud, lo cual habría sido
coherente por lo menos, sin perjuicio de su inexactitud técnica de confundir ‘objeto’ con ‘efecto’, con el
marco del Código Civil de 1936,
donde se incluía (artículo 1075) al
‘objeto lícito’, ni más ni menos,
como requisito de validez del acto
jurídico” (León, 2014, pp. 69-70).
Ya lo decía una doctrina italiana:
una cosa es la prestación como
comportamiento debido del deudor y otra cosa es el sacrificio jurídico de un contratante (pérdida de
un derecho, asunción de una obligación): “objeto –prestación (entendido
como comportamiento debido) y una
más reciente idea de objeto-prestación (entendido como mutación de
la relación jurídica, cuya producción
es dirigida por el contrato)” (Sacco,
2004, p. 5). Una doctrina venezolana
ha dicho con claridad que el objeto
del contrato “no se identifica con las
obligaciones o con los contenidos
de las prestaciones” (Mélich Orsini,
2014, p. 208).
Otro error conceptual es creer que
el objeto ilícito del negocio es
autónomo de la causa ilícita. Una
doctrina italiana nos enseña que el
“requisito de la ilicitud, referido al
objeto del negocio (…) parece ser,
como se ha destacado [Trimarchi y
Betti], una suerte de duplicado del
concepto de causa ilícita” (Ferri,
2002, p. 317).
Como se ha demostrado en los formantes doctrinarios y jurisprudenciales citados, la ilicitud del objeto
y la imposibilidad jurídica del
objeto son idénticos en la regulación de cosas incomerciables. Ello
se corrobora en una doctrina venezolana: “La cuestión de la imposibilidad jurídica del objeto se relaciona
estrechamente con la de la ilicitud
del objeto” (Mélich Orsini, 2014,
p. 219). De lo dicho nos adherimos
a la siguiente opinión doctrinaria:
“el inmueble sucesivamente transferido es uno de dominio público,
nacido del aporte reglamentario de
un proceso de urbanización; por lo
tanto, cualquier venta que lo tenga
por objeto es nula, por la causal
de objeto jurídicamente imposible. El artículo 73 de la Constitución de 1993 establece que el
dominio público es inalienable, es
decir, su venta está prohibida; por
lo tanto, los parques, las playa o
las plazas no pierden su condición
por efecto del registro, cuya hipotética protección, a favor del tercero, nace apenas de una ley, que
no puede oponerse a la tutela dispensada al dominio público, cuya
fuente es la propia Constitución
(Gonzales Barrón, 2015, p. 153).
Los bienes de dominio público son
incomerciables.
ESPECIAL
IV. PALABRAS CONCLUSIVAS
El objeto del negocio jurídico es
abstracto a diferencia de la causa
o del fin que es concreto. Lo abstracto del objeto lo establece la ley.
Lo concreto de la causa o del fin lo
establecen las partes del negocio
jurídico.
La relevancia de la “ilicitud contractual –esto es de la contrariedad con normas imperativas, con el
orden público y con las buenas costumbres– encuentra fundamento en
la necesidad para el ordenamiento
de impedir que las finalidades perseguidas por las partes, expresamente
prohibidas (nulidades textuales), o
bien rechazadas totalmente por el
sistema (nulidades virtuales), puedan encontrar realización” (Gabrielli, 1999, p. 692). De ahí que la ilicitud es aplicable al fin o a la causa
del negocio jurídico en general.
De esta manera, el objeto y la causa;
y sus requisitos de imposibilidad y
de ilicitud se fundamentan en los
valores del ordenamiento en contraposición o en compatibilidad a
los valores de los negocios jurídicos
concretos. No hay que olvidar que el
ordenamiento jurídico tiene sus propios valores: “El sistema jurídico,
como todo sistema cultural, tiene
su estructura compleja con el componente sustancial de valores que
está integrada por el componente
formal de sus modos socialmente
relevantes. La práctica, la costumbre, el lenguaje –instrumentos que
manifiestan o declaran la relevancia social de los valores jurídicos–
expresan reglas de comportamiento
y por ello valores de acción” (Falzea, 1999, p. 217). De ahí lo peligroso de intentar confundir definiciones de objeto y de causa; y de sus
requisitos correspondientes. Es un
deber moral de la doctrina latinoamericana de formular un lenguaje
comprensible. Para ello el intérprete
debe saber que los textos legislativos mutan por las interpretaciones
doctrinarias. En Latinoamérica, la
doctrina pesa más que la jurisprudencia. Por eso hay que estar atentos
a sus cambios interpretativos: Los
“conceptos, los valores y las codificaciones civiles, son expresiones de
la historia y de los cambios culturales de las sociedades que los producen” y en esta perspectiva los “conceptos y los valores no pueden ser
entendidos como verdades inmutables, que tengamos creencias casi
teológicas. Los unos y los otros,
en sus diferentes dimensiones que
actúan, en consecuencia son, fruto
de mundos, de historias y de culturas cambiantes” (Ferri, 2008, p.
244). Incluso, “por ello, un Código
Civil no expresa una verdad inmóvil
y sin tiempo (Ferri, 2008, p. 245).
Es un reto para los latinoamericanos lograr un entendimiento general
sobre algunos conceptos del Derecho Civil.
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Derecho de los Contratos en Latinoamérica, Bases para unos principios de Derecho de los Contratos, Coordinación de Carlos
DIÁLOGO CON LA JURISPRUDENCIA Nº 202
Conclusión
del autor
El objeto del negocio jurídico es
abstracto a diferencia de la causa
o del fin que es concreto.
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43
¿ ILICITUD ES PARTE DEL OBJETO JURÍDICAMENTE IMPOSIBLE?
Conclusión
del autor
El objeto y la causa; y sus requisitos de imposibilidad y de ilicitud
se fundamentan en los valores del
ordenamiento en contraposición o
en compatibilidad a los valores de
los negocios jurídicos concretos.
Pizarro Wilson, Bogotá: Universidad Externado de Colombia,
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