"Es de noche. El hijo, que ha estado velando junto a la cama de su madre enferma, es vencido por el cansancio. Gradualmente una luz rojiza se refleja en la habitación. Suena una música lejana. El rayo de luz y la música se van definiendo hasta que la melodía de un vals llega claramente a nuestros oídos. La madre se despierta, se levanta de la cama y, vestida con largo camisón blanco, comienza a moverse lenta y silenciosamente de uno a otro lado de la habitación. Mueve las manos en círculos y hace señas rítmicamente como si saludara a un grupo invisible de invitados. Y en estos momentos aparecen unas extrañas parejas visionarias que se deslizan a un ritmo de un vals sobrenatural. La agonizante mujer se entremezcla con las bailarinas, intenta que vean en sus ojos, pero todos los invitados parecen evitar su mirada. Luego cae exhausta en la cama, y la música se interrumpe. Vuelve a reunir fuerzas e invoca de nuevo la danza con gestos más enérgicos que antes. Los invitados reaparecen con movimientos más salvajes y desesperados. La espectral alegría llega al clímax; hay una llamada a la puerta que se abre de par en par; la madre lanza un grito desesperado, los espectrales invitados desaparecen, la música se extingue. La muerte está en el umbral."