Subido por mena_lunita

Reformas previas a la Constitución de 1857

Anuncio
Las reformas previas a la Constitución de 1857
Las primeras leyes reformistas se redactaron en la gestión de Juan Álvarez. Una de
ellas la fórmula Melchor Ocampo, referente a privar del derecho de voto a los
miembros del clero; mientras tanto la llamada Ley Juárez -más trascendental-, fue
elaborada por el entonces ministro de Justicia, Benito Juárez, trató de suprimir los
fueros militar y eclesiástico en los negocios civiles, por lo tanto, los tribunales de las
dos corporaciones, Iglesia y Ejército se debían concretar a intervenir en los asuntos
de su competencia y no en los asuntos civiles.
Estos primeros ataques dirigidos contra las dos instituciones más poderosas del
grupo conservador -la Iglesia y el Ejército- provocaron la inmediata reacción de los
integrantes de ese grupo, quienes utilizaron la influencia ideológica del clero para
incitar al pueblo a la rebelión en contra de las disposiciones del gobierno.
La promulgación de tales leyes fue también motivo de conflictos dentro del grupo
liberal en el poder, debido a divisiones ideológicas internas. Por un lado, estaba una
ala radical que pretendía un cambio rápido y completó para la nación por medio de
leyes liberales estrictas, y por otro había una ala moderada, temerosa de que un
cambio drástico prolongara el estado de una guerra civil en que se encontraba el
país desde hacía varias décadas. Esta división ya había causado serias discusiones
entre los integrantes del gabinete del presidente Álvarez, sobre todo entre
Comonfort, moderado, y Ocampo, radical. Este último incluso renunció, en protesta,
al Ministerio de Relaciones que ocupaba.
Al cabo de dos meses de Gobierno, Álvarez renunció a la presidencia y fue
sustituido por Comonfort mediante elección del Congreso.; durante su gobierno, el
ministro de Hacienda, Miguel lerdo de Tejada, despidió la Ley Lerdo, sobre la
desamortización de fincas rústicas y urbanas propiedades de las corporaciones
civiles y religiosas. Con ella se buscó fomentar la propiedad privada, ya que obligaba
a los organismos o instituciones que tuvieran tierras improductivas a ponerlas en
venta, además les prohibió a esas corporaciones adquirir tierras a futuro o
administrarlas, salvo las destinadas al servicio que prestan dichos organismos.
Consideraba que “uno de los mayores obstáculos para la prosperidad y el
engrandecimiento de la nación es la falta de movimiento o libre circulación de una
gran parte de la propiedad raíz, base fundamental de la riqueza pública”, y qué tal
desamortización era, por lo tanto, indispensable para establecer un sistema
tributario uniforme.
La Ley Lerdo prohibía que en el futuro las corporaciones civiles y eclesiásticas
pudieran poseer bienes raíces, o administrados en beneficio propio, y aunque tal
decreto iba destinado a afectar principalmente a la Iglesia en sus posiciones,
también resultarían perjudicadas las propiedades comunales que algunos grupos
indígenas poseían desde la época colonial; con apoyo en esta ley, ricos hacendados
despojaron de sus tierras a los campesinos indígenas, con lo cual el problema
agrario se hizo más grave en vez de remediarse.
Otra disposición legal de trascendencia social fue la formulada por José María
Iglesias, ministro de Justicia de Comonfort. La Ley Iglesias prohibió el cobro de
derechos y obvenciones parroquiales a los pobres, que hasta entonces la Iglesia
había exigido para administrar los sacramentos; se considerarían como pobres
todas aquellas personas que no tuvieran mediante su trabajo personal más de la
cantidad diaria indispensable para la subsistencia, cuyo mínimo sería designado por
el gobernador o jefe político de cada estado o territorio.
Durante el gobierno de Comonfort se promulgaron otros decretos reformistas: el que
eliminaba la coacción civil de los votos religiosos, el que suprimía a la Compañía de
Jesús y el formulado por José María Lafragua, ministro de Gobernación, en el que
establecía una nueva ley que permitía la libertad de expresión escrita, siempre que
no lesionara el orden moral y la libertad individual.
La promulgación de aquellas leyes creó un ambiente social muy tenso. Por un lado,
estaban los seguidores del grupo conservador que, incitados por el clero, creían
amenazada su religión, y por otro, los liberales jacobinos, que no sólo buscaban
acabar con los abusos del clero como pretendía el gobierno, sino incluso se
pronunciaban en contra de la religión.
El gobierno de Comonfort se vio atacado por un grupo de mexicanos descontentos,
que se sublevó bajo el lema de “religión y fueros” y llego a tomar la ciudad de Puebla.
El gobierno sofocó este movimiento, pero por causas distintas surgieron otros brotes
de descontento: en Nuevo León, el gobernador Santiago Vidaurri, federalista
radical, se resistía a aceptar las disposiciones del Gobierno de la República porque
consideraba lesionada la autonomía de su estado, y se produjo además una
sublevación de origen agrario encabezada por un indio nayarita, Manuel Lozada,
apodado el Tigre de Álica, quién defendía las tierras indígenas en la zona de Jalisco,
Nayarit y Zacatecas.
En medio de tantos conflictos, y en cumplimiento de lo establecido en el Plan de
Ayutla, el gobierno de Comonfort convocó al Congreso Extraordinario qué habría de
formular la Constitución de 1857.
Constitución de 1857
La Constitución de 1857 restableció la república federal, representativa y
democrática. Adoptó como forma de gobierno la democracia representativa, donde
el pueblo debía asumir el poder soberano, y dividió además los poderes en
legislativo, ejecutivo y judicial.
El poder legislativo tenía la misión de elaborar las leyes, como parte del Congreso
de la Unión, formado por una sola Cámara, la de diputados, la cual se debía renovar
cada 2 años a través de una elección indirecta, o sea, con base en representantes
ante el Congreso.
El poder ejecutivo fue depositado en un solo individuo, el presidente de la república,
el cual debía durar cuatro años, y ser nombrado por elección indirecta, con
facultades limitadas al existir el poder legislativo, siendo su función prácticamente
de carácter administrativo. Al faltar el presidente sería sustituido por el presidente
de la Suprema Corte de Justicia, pero en caso de ausencia definitiva se debería
efectuar una nueva elección.
El poder judicial quedó integrado sobre la base de 3 departamentos: la Suprema
Corte de Justicia, los Tribunales de Distrito y los Tribunales de Circuito, encargados
de resolver los juicios y controversias por actos o leyes que atentaran contra las
garantías individuales.
La Constitución de 1857 estableció como forma de gobierno la republicana,
representativa y popular para el régimen interino de los estados de la federación;
además les prohibió celebrar alianzas con otras entidades, fijar contribuciones e
impuestos, derechos de importación y exportación, tener un ejército permanente y
declarar la guerra a potencias extranjeras. Los gobernadores quedaron obligados a
limitar su autonomía, sometiéndola al poder federal, asimismo a publicar y hacer
cumplir las leyes federales.
En lo referente a las garantías individuales, éstas ocuparon los primeros 29 artículos
de la Constitución, los cuales estipulan la libertad y la igualdad para todos los
hombres, pronunciándose contra de la esclavitud, los privilegios y los fueros.
También se incorporó al texto constitucional la polémica Ley Lerdo, particularmente
su artículo 27, donde se defiende la propiedad privada, estableciéndose que
“Ninguna corporación civil o eclesiástica, cualquiera que sea su carácter,
denominación u objeto, tendrá capacidad legal para adquirir en propiedad o
administrar por si bienes raíces, con la única excepción de los edificios destinados
inmediata y directamente al servicio y objeto de la institución”.
En los aspectos sociales, el artículo quinto establecía: “Nadie puede ser obligado a
prestar trabajos personales sin la justa retribución y sin su pleno consentimiento. La
ley no puede autorizar ningún contrato que tenga por objeto la pérdida o el
irrevocable sacrificio de la libertad del hombre, ya sea por causa de trabajo, de
educación o de voto religioso”. Este artículo se pronunciaba en contra de todo
sacrificio de la libertad humana, ya fuera por causa de trabajo -como sucedía en las
grandes haciendas-, de educación o devoto religioso, porque muchas veces dicho
el sacrificio era voluntario sólo en apariencia y encubría la utilización de la fuerza de
trabajo de los enclaustrados, sin remuneración alguna.
En cuanto a asuntos religiosos, el artículo 123 decía: “Corresponde exclusivamente
a los poderes federales ejercer, en materias de culto religioso y disciplina externa,
la intervención que designen las leyes.”
Éste era en esencia el contenido de la Constitución liberal de 1857; sin embargo,
dicho ordenamiento aún carecía de una adecuación que la acercara más a la
realidad social del México de entonces. Los sucesos de los años posteriores
demostrarían sus deficiencias.
Bibliografía:
 Treviño, H. J., Velázquez, R., Treviño, H. M., & Solís, A. (2003). Historia de
México (6.ª ed., pp. 142–144). México: Castillo.
 Delgado de Cantú, G. M. (2008). Historia de México Legado histórico y
pasado reciente (2.ª ed., pp. 169–174). México: Pearson.
Descargar