Subido por Luisina Cogliati

Paradigma Critico Sergio Rascovan

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ORIENTACION VOCACIONAL- UNA PERSPECTIVA CRITICA
SERGIO RASCOVAN
INTRODUCCION
El actual escenario social con epicentro en los problemas laborales, los procesos de exclusión
social y el crecimiento de la pobreza, nos interpela de manera ineludible y nos exige la
búsqueda de forma s alternativas de pensa y actuar frente a los llamados problemas
vocacionales.
La crisis económica y el aumento de la desocupación convocaban a debatir sobre la intima
relación entre vocación y trabajo y revisar la practica social que se dedica a estas
problematicas.
La sociedad argentina a partir de diciembre del 2001 fue un verdadero laboratorio de la crisis
del capitalismo mundial,escenario doloroso del agotamiento de una forma e regulación de la
vida social en la que el capital se desembaraza de su dependencia del Estado. Las sociedades
quedaron a merced de los intereses de los grandes grupos económicos y las sociedades
comenzaron un grave proceso de desintegración, fragmentación y aumento en gran medida el
desempleo y la pobreza.
La posición central del trabajo en la vida económica y social propia del capitalismo industrial
comenzó a mutar y en esa metamorfosis los sujetos sociales se constituyeron en precarios,
temporarios, vulnerables. Esto llevo a pensar ¿Podemos en este contexto seguir pensando y
operando en OV del mismo modo que se hacía en los 50 o 70?. Evidentemente no.
El principal objetivo que hoy tenemos por delante es responder creativamente a una de las
mas urgentes dramas sociales: el drama que aqueja a millones de personas que no encuentran
un lugar en la vida colectiva. Por eso propone generar una revisión critica que permita ubicar
los problemas vocacionales bajo el paradigma de la salud mental entendida como una trama
inextricable entre lo subjetivo y lo social.
El desafio es promover una articulación entre dos areas de producción teorica y de
intervención psicosocial hasta ahora separada:la llamada “salud mental comunitaria” por un
lado y la orintacion vocacional por el otro.
Podriamos situar el campo de la salud mental comunitaria en las complejas interrelaciones que
se producen entre sujetos y los conjuntos sociales.
La idea central de la salud mental comunitaria es trascender la nocion de enfermedad mental
(objeto de la psiquiatría) y promover una consideración del sufrimiento humano en su
inseparable articulación con la vida social.
Hay vivencias subjetivas de sufrimiento que son efecto de conflictos sociales.
Finalizar la escuela secundaria significo, al menos en los últimos años, un momento de
decisión. Actualmente este proceso de transición se caracteriza por la creciente dificultad para
ingresar en el mundo adulto tanto al aparato productivo como al sistema educativo superior.La
transición entre la adolescencia y la adultez esta imprgnada por el miedo de caer de la
pirámide social como consecuencia de los vertiginosos cambios que se vienen produciendo en
las sociedades contemporaaneas.
El proceso de transición entre la escuela secundaria y los estudios superiores y/o mercado
laboral se ha constituido en situaciones de gran incertidumbre.
Sin embargo en este nuevo escenario ssocial caracterizado por lo cambiante, lo imprevisible y
lo desigual de las condiciones de partida de cada uno, los jóvenes escolarizados siguen
apostando a construir itinerarios de vida en el area educativa y laboral.
L a problemática de la exclusión social afecta a los que materialmente quedaron afuera pero
también a los que potencialmente podrían quedar. Ello supone una situación de vulnerabilidad
tanto para quienes están todavía dentro del marco social o para los que viven en el interior o
en los bordes del territorio donde acontece la vid colectiva. No trabajar o no estudiar es
quedar fuera del sistema que regula los intercambios.
En este contexto para los jóvenes que están terminando la escuela secundaria, la situación
implica pensar más allá de la elección de una carrera. Terminar la escuela es transitar una
crisis, un reacomodamiento que implica la reestructuración de representaciones vinculadas al
presente y al proyecto futuro, cuyos efectos tienen implicancias en la constitución subjetiva.
El proceso de elección implica definir qué hacer, básicamente en términos de estudio/trabao
inmediato. Esa elección compromete la propia singularidad del sujeto. Es un hacer que va
construyendo el ser. La implicación del ser con el hacer se pone en evidencia en el lenguaje
cotidiano cuando decimos “yo soy médico” en lugar de “yo hago medicina”.
Este desplazamiento del hacer al ser genera mucha exigencia para quienes están en un
proceso de definición. Pareciera que en las sociedades modernas el sujeto no tuviera otra
opción que elegir. Sin embargo la supuesta libertad de hacer uso de esa opción puede resultar
más inútil que creadora de sentido si el proceso de elección queda sometido a optar entre los
diferentes formatos prefabricados por el mercado. Frente a ello, es imprescindible crear
espacios de intercambio que les permitan a los sujetos en situación de elección de proyectos
de vida futuros, descubrir y reconocer la ideología dominante de la “libre elección” desocultar
las tramas de poder y resistir creativamente a las ofertas de papeles o roles sociales (carreras y
profesiones) toda vez que sean considerados carentes de sentido respecto de sus propios
proyectos y expectativas.
El proceso de transición que se inicia al finalizar la escuela secundaria no deja de ser una
oportunidad para recrearse a uno mismo, incluso en tiempos en que se vive bajo amenaza de
exclusión. Terminar la escuela entonces es una experiencia critica con potencialidad creativa,
aunque atravesada por el riesgo de perder un lugar material y simbólico en la trama social.
Podriamos considerar los problemas que los jóvenes tienen al finalizar la escuela secundaria
genéricamente problemas vocacionales. Dicho de otro modo llamamos problemas
vocacionales a todos los vinculados con el que hacer, en términos de proyectos de vida en
general y de estudio y trabajo en particular.
Para introducir la tematica vocacional debemos puntualizar que se trata de un campo de
problemática sociales que surgió en un momento particular del devenir histórico: la sociedad
capitalista incipiente. De esta manera lo vocacional se constituyo como problemática social
cuando hubo necesidad de incorporar a grandes masas de trabajadores al industrialismo.
Surgieron las exigencias propias dee la organización científica del trabajo con niveles de
especialización que requirieron competencias propias para ocupar los diferentes espacios
laborales. Las empresas tuvieron la necesidad de optimizar sus recursos humanos y los
sistemas escolares nacientes se fueron adaptaando a las nuevas demandas sociales.
Rascovan se propone abordar lo vocacional desde otra perspectiva. Se trata de pensar y actuar
en OV desde un paradigma crítico con el propósito de intentar construir categorías
conceptuales que respeten la complejidad de la trama entre sujetos, objetos y contexto.
Los problemas vocacionales concebidos como vicisitudes existenciales son parte del campo de
la salud mental comunitaria, aunque no necesariamente formen parte del sistema de salud. Su
abordaje no puede reducirse a la comprensión de lo individual como un fenómeno aislado
pero tampoco a la abstracción de una causalidad social. Los problemas vocacionales se ubican
justamente en la relación entre el sujeto la sociedad y esta manera de pensar pone
inmediatamente a la comunidad en el centro del problema.
Sin duda esta perspectiva para comprender e intervenir en lo vocacional se ocupara
prioritariamente de los sectores más desprotegidos de la población. Precisamente estos
sectores sociales no constituyeron la tradicional población consultora en OV. Por eso este
desplazamiento en el centro de interés supone un corrimiento de los clásicos consultantes de
OV de clase media y alta que buscan definir una carrera universitaria, a este nuevo sector al
que también debemos otorgarle la posibilidad de preguntarse y responderse sobre que hacer
en términos de proyectos vitales. De este modo la OV debería integrarse al conjunto de las
políticas sociales en general. Esto significa la posibilidad de que coexistan y se articulen, en el
mejor de los casos, la OV como dispositivo de intervención en instituciones educativas
(programas de orientación para la transición al mundo adulto) y de la salud (procesos con una
perspectiva clínica, individual y grupal) y otros programas de alcance social y comunitario.
Integra la OV en un campo más amplio y de mayor compromiso con las actuales exigencias
sociales.
1. LA ORIENTACION VOCACIONAL EN EL ACTUAL ESCENARIO SOCIAL
La complejidad de lo vocacional
Los problemas a los que intenta dar respuesta la orientación vocacional han excedido los
límites de una única disciplina y de sus tradicionales intervenciones.
La genealogía de la OV coincide con la de otras prácticas y discursos sociales propios de la
modernidad, en tanto surgieron como dispositivos y respuestas a demandas puntuales de una
etapa histórica.
Para organizar las formas de abordar los problemas vocacionales que han coexistido en su
recorrido histórico, distinguiremos, siguiendo a Dubois, tres enfoques:
 NATURALISTA: valora los logros de las ciencias naturales y propone una mirada
positivista sobre los hechos sociales, propiciando una perspectiva objetiva desde la
cual puedan ser analizados sobre la base de sus regularidades, patrones
subyacentes, conexiones causales, y demás. Esta postura domina el mundo
anglosajón y, globalización mediante, se propone como modelo hegemónico.
 INTERPRETATIVO: propone, frente al hecho social, la posibilidad de
comprender las motivaciones, razones o significación subjetiva del hecho para sus
participantes. Lo fundamental es comprender por qué los agentes actúan como lo
hacen.
 CRÍTICO: intenta desnaturalizar los hechos sociales, atendiendo a las
particularidades de cada época que les dieron origen. No supone interpretar con
supuesta neutralidad, sino elucidar los fenómenos sociohistóricos develando las
lógicas que sostienen las ideologías, los intereses que mueven a las diferentes
fuerzas sociales y las pugnas en la lucha por el poder. Ésta es la perspectiva que
adoptaremos para analizar las problemáticas vocacionales.
La complejidad de los problemas humanos en general y los vocacionales en particular
requiere un pensamiento complejo. Su abordaje supone abandonar la ilusión de una teoría
completa explicativa de los diferentes objetos de estudio para pasar a adoptar una posición
que reconozca la transversalidad del conocimiento y recurra a los diferentes saberes a la
manera de una “caja de herramientas” en la que cada instrumental que se utilice esté en
función de las necesidades que los diferentes problemas del campo generan.
Lo vocacional es un campo y no un objeto, en la medida en que su existencia implica un
entrecruzamiento de distintas variables intervinientes: sociales, políticas, económicas,
culturales, psicológicas. Analizar la complejidad de este campo requiere distinguir las
diferentes dimensiones que lo constituyen.
Elegimos adoptar un pensamiento plural, que no invalide las especificidades disciplinares,
asociadas a la idea de objeto. Se trata de nutrirlas de ellas, con el propósito de pensar y actuar
desde un paradigma de la complejidad. Paradigma: visión general que se tiene del mundo.
Podríamos ubicar nuestra época como el final de una forma de pensar determinista, lineal y
homogénea. En su lugar estaría emergiendo una conciencia de la discontinuidad, la no
linealidad, la diferencia.
Pensar el campo vocacional desde el paradigma de la complejidad requiere tomar en cuenta
ciertas nociones como elucidación crítica y deconstrucción.
Deconstrucción: la operatoria que procura desocultar y desmontar las lógicas de poder,
efectuando una rigurosa problematización de los supuestos hegemónicos que otorgan
sentidos a los fenómenos sociales. Implica analizar las problemáticas vocacionales de la vida
actual, reconociendo las singularidades y especificidades de cada sujeto y sector social.
También revisar las operaciones que sostienen y promueven ciertos ideales. Los procesos de
deconstrucción posibilitan la desnaturalización de los patrones de significado que son
utilizados cotidianamente y que los propios cuerpos teóricos incorporan sin advertir sus
implicancias epistémicas y políticas. La deconstrucción puede considerarse una herramienta
fructífera para quebrar el hábito de pensar las categorías conceptuales como ahistóricas y
universales.
Elucidación crítica: “elucidar es el trabajo por el cual los hombres intentan pensar lo que
hacen y saber lo que piensan”. A partir de allí se procura interrogar los conflictos presentes en
la elección y realización de los proyectos de vida y las formas particulares que las teorías
tuvieron de abordarlos. Elucidar tendrá el sentido de promover una crítica a las tradicionales
respuestas que la orientación vocacional dio durante años, reconstruir sus preguntas, indagar
sobre sus impensables.
Lo vocacional es un campo de problemáticas conformado por dos dimensiones: social y
subjetiva.
Dimensión social: supone entender la elección y realización de un hacer, “ocupación”, como
efecto de un particular escenario social, económico, político, cultural. El contexto opera como
determinante de las configuraciones que adquiere el trabajo, el aparato productivo y el
sistema educativo en cada sociedad y en cada momento histórico.
Dimensión subjetiva: considera lo vocacional como un fenómeno vinculado con la dialéctica
del deseo. No hay un objeto necesario para un sujeto. El proceso de búsqueda de objetos que
satisfagan el deseo es interminable y concomitante de la propia constitución subjetiva singular.
La articulación entre ambas perspectivas es central en el análisis y abordaje de lo vocacional
como campo. Se trata de la imposibilidad de concebirlo por fuera del entramado entre las
dimensiones que lo constituyen.
Esta posición es sintónica con los planteos del sociólogo Bourdieu, quien considera que el
universo social tiene como peculiaridad que las estructuras que lo conforman se configuran de
una manera bifronte. Por una parte está lo que él denomina “objetividad del primer orden”
(dimensión social), establecida por la distribución de los recursos materiales y de los modos de
apropiación de los bienes y valores socialmente escasos. Por otra parte, la “objetividad de
segundo orden” (dimensión subjetiva), estructurada bajo la forma de clasificación, de
esquemas mentales y corporales que configuran una matriz simbólica de las actividades
prácticas, conductas, pensamientos, sentimientos y juicios de los sujetos sociales.
Los problemas vocacionales, asociados con el qué hacer, están hoy atravesados por la
incertidumbre en relación con el futuro, la fragmentación y la marginación social, la
desocupación y la precarización laborales, desesperanza y desesperación. Dichos procesos son
consecuencia de la metamorfosis de la cuestión social, cuyo eje central lo constituye el
derrumbe de la denominada sociedad salarial como forma de ordenamiento clásico de las
sociedades capitalistas. Metamorfosis que cuestiona las certidumbres y reacomoda todo el
paisaje social, metamorfosis –“transformación de una cosa en otra; mudanza, cambio de un
estado a otro”- que señala transformaciones irreversibles que se vienen produciendo en las
instituciones sociales con efectos indudables en la subjetividad; metamorfosis entendida como
un tipo particular de cambio que implica ruptura. La metamorfosis es radical. Se trata de una
cuestión de intensidad. Metamorfosis desde algo que ya no existe o que está muy debilitado,
hacia nuevas formas de organización social, de las cuales aún es difícil precisar con exactitud su
rumbo ulterior.
En la actualidad, la cuestión social se estructura en torno al derrumbe de la condición salarial.
Ésta fue producto del proceso capitalista de industrialización; la gran empresa fue el ámbito
privilegiado de la relación salarial, entendida como una retribución económica a cambio de la
“venta” de la fuerza del trabajo por parte del trabajador, en un marco regulatorio especifico
garantizado por el Estado-nación.
El fordismo es el paradigma de la relación laboral salarial. Es el invento moderno que articula
la producción en masa con el consumo masivo.
La relación salarial se fue extendiendo al conjunto social, conformándose una verdadera
sociedad salarial, no reductible a una simple forma de retribución económica a cambio del
trabajo, sino a un modo de gestión política caracterizada por la expectativa de crecimiento
económico y fortalecimiento del Estado social.
La sociedad salarial y los itinerarios vocacionales
Las formas de intelección de los problemas vocacionales y los dispositivos de intervención
que se fueron desarrollando a lo largo del siglo XX se sostuvieron en una configuración
particular de la organización social, la condición salarial. Si la condición salarial desaparece o
está en profunda crisis, necesariamente habrá que analizar cuáles serán las nuevas maneras de
construir los itinerarios de vida y cuáles serán los nuevos discursos y nuevas prácticas en la
denominada orientación vocacional.
La sociedad salarial, según Castel, podría representarse a partir de la coexistencia de una
cierta cantidad de bloques separados y unidos a la vez por esta lógica de la distinción que
opera en el seno de cada conjunto y entre los diferentes conjuntos. Este autor plantea que el
salariado y los valores asociados a la educación y la cultura urbana desempeñaron el papel de
“atractores”, de polo de atracción de otros sectores sociales. Después de haber mirado con
petulancia a los asalariados y de haber hecho todo lo posible para distinguirse de ellos, los
trabajadores independientes comenzaron a envidiarlos con un matiz de resentimiento:
campesinos, artesanos, pequeños comerciantes, se comparaban con los asalariados, no sólo
en cuanto al ingreso sino también en lo concerniente a la duración del trabajo, al acceso al ocio
y la protección social.
Esta atracción operaba también sobre el bloque popular, constituido por obreros y
empleados que ocupaban un lugar subordinado en la configuración social. No obstante el
incuestionable mejoramiento que supieron conquistar los grupos populares, no se eliminó su
especificidad, a saber, la condición de asalariados alienados.
Al último bloque podríamos denominarlo periférico o residual. Estos trabajadores eran los
más precarizados. Sufrían los contragolpes de las variaciones de la demanda de mano de obra.
Ocupaban las posiciones menos calificadas en las empresas, tenían los menores ingresos y sus
derechos sociales estaban deficitariamente cubiertos. Habitaban las fronteras de la sociedad
salarial.
El asalariado se reconoce como sujeto, principalmente por su ubicación en el mercado de
trabajo, por los ingresos que percibe, por los bienes materiales y culturales a los que puede
acceder.
La sociedad salarial corría el riesgo de desgarrarse en las luchas entre las distintas categorías
si faltaba una instancia central de regulación. Así, la sociedad salarial pudo perdurar porque en
el centro se estableció el Estado social. Esta intervención del Estado se desplegó en tres
direcciones: la seguridad social, la regulación de la economía y el papel regulador entre los
diferentes sectores sociales.
El derrumbe de la sociedad salarial como nuevo escenario de la vida social, agravado en los
países subdesarrollados o periféricos por las serias crisis económicas pero también políticas,
nos lleva a preguntarnos cómo inciden estos fenómenos sociales en la producción de
subjetividad, principalmente con relación a las maneras en que los seres humanos construyen
sus itinerarios de vida en las diferentes formas del hacer, aquello que podríamos denominar
itinerario vocacional.
Los itinerarios vocacionales en las sociedades modernas se organizaron alrededor del trabajoempleo como sostén para la vida económica, pero también como productor de subjetividad.
Si bien el empleo como forma de organizar el trabajo es el principal proveedor de identidad
social, no es el único que participa en su armado, ya que intervienen otros factores. Junto al
empleo habremos de mencionar la actividad. El itinerario se configurará alrededor del amplio
conjunto de actividades que el sujeto realiza a lo largo de su vida, dentro de las cuales el
empleo es una de las privilegiadas.
El investigador argentino en temas laborales Julio César Neffa establece una clara distinción
entre los conceptos actividad, trabajo y empleo.
El concepto de actividad es muy amplio, ya que abarca todo el dinamismo de la vida humana.
Su ejecución requiere el despliegue de diferentes áreas de comportamiento y de diversos
ámbitos: deportivo, cultural, político, doméstico, asociativo. Es algo que tiene sentido para la
persona que la realiza. La significación de la actividad tiene aspectos socioculturales y
subjetivos, cuya meta es satisfacer una necesidad material o inmaterial.
Trabajo: una actividad coordinada de hombres y mujeres, orientada hacia una finalidad
especifica que es la producción de bienes y servicios que tengan una utilidad social. Para
realizarlo se requiere de la fuerza física y/o de las capacidades psíquicas y la puesta en práctica
de las calificaciones, competencias profesionales y experiencia de los trabajadores. Al igual que
la actividad, el trabajo es multidimensional y se manifiesta en diversas esferas. El trabajo es
una actividad esencialmente social, en la que intervienen los valores culturales, la ética y las
creencias que lo hacen posible. El lugar de mediador que tiene el trabajo genera que pueda
funcionar como agente de salud (mental) o como fuente de patologización.
Trabajo no es sinónimo de empleo. El empleo es una relación que vincula el trabajo de una
persona con una organización dentro de un marco institucional y jurídico que está definido
independientemente de aquella, y que se constituyó antes de su ingreso en la empresa. La
relación laboral es una relación salarial.
La relación salarial se fue expandiendo a otras áreas que no pertenecían a la gran empresa
industrial hasta conformar la sociedad salarial.
La distinción entre actividad, trabajo y empleo resulta significativa a la hora de definir la
noción de itinerario vocacional. Lo podemos considerar como el conjunto amplio de
experiencias que realizan los sujetos sociales en torno a su hacer, con un plus de satisfacción.
En épocas de sociedad salarial, el itinerario vocacional se configuro alrededor de la
“institución carrera”. Expresaba una vocación entendida como disposición hacia un único
objeto, que los sujetos definían principalmente al finalizar la escuela secundaria pero para la
que se preparaban desde la niñez. Las carreras se desplegaban durante toda la vida económica
y laboral de los sujetos.
Así podría caracterizarse el escenario propio de la segunda mitad del siglo XX.
El deterioro de la carrera profesional como institución es consecuencia del derrumbe de la
sociedad salarial, del debilitamiento del Estado, de la preeminencia del capitalismo financiero
sobre el industrial.
El itinerario vocacional bajo el formato de la carrera fue la vía principal a través de la cual el
sujeto social pudo otorgar continuidad y significado a su práctica laboral-profesional,
sintiéndose protagonista de su singular existencia.
Las carreras develaban un mundo de significados dentro del cual las llamadas elecciones
vocacionales adquirían racionalidad para el ser humano. Éstas fueron algunas de las razones
por las cuales las carreras instituyeron el ideal de la vida laboral.
El problema al que actualmente se enfrenta la gran mayoría de los seres humanos es la
vulnerabilidad generada por la inseguridad de sus empleos, con las ineludibles consecuencias
económicas, pero también simbólicas, en tanto la pérdida de significado que ocurre cuando la
vida laboral deja de tener una forma discernible.
Alternativas de itinerarios laborales en tiempos de escasez de empleo
La noción de construcción de itinerarios de vida es propia de las sociedades burguesas. Se
basa en la expectativa que los sujetos tienen de diseñar y llevar a cabo sus proyectos vitales en
al área laboral y educativa, pero también en la responsabilidad que tiene el Estado para
garantizar su cumplimiento a través de distintas políticas públicas.
Las políticas de protección social desarrolladas en la posguerra estuvieron dirigidas a
defender a los distintos sectores del trabajo de los efectos de desigualdad e injustica que
provocaba el mercado sobre los ciudadanos. Los ideales de una sociedad sin clases y el
llamado Estado de Bienestar fueron las dos propuestas modernas más claras para asumir esta
contradicción. Pero ambas han caído. En pocos años los individuos se encontraron ante la
situación de tener que inventar por sí mismos su presente y su futuro, dentro de la
singularidad de sus vidas, justamente a la par que se desarrollaba con más fuerza que nunca la
sobredeterminación social de cada vida particular.
Se hace muy difícil pensar en la construcción de los itinerarios de vida en tiempos de escasez
de empleo.
Abandonados por el Estado, y ante la ausencia de políticas públicas específicas, los sujetos
sociales se vieron obligados a construir sus itinerarios de vida, inaugurando nuevas formas
laborales que algunos autores procuraron conceptualizar. Flores y Gray describen dos formas
alternativas de desplegar la vida laboral significativamente diferentes y que, según plantean,
están surgiendo en las sociedades occidentales: la vida wired y el espíritu emprendedor.
Richard Sennet reconoce que en las sociedades actuales la flecha del tiempo se rompe y que,
en una economía política constantemente reconvertida, las trayectorias se organizan a corto
plazo con un gran desprecio hacia lo rutinario. Las personas padecen este fenómeno
básicamente por la falta de relaciones humanas sostenidas y con propósitos duraderos.
La construcción de los itinerarios de vida en tiempos de disminución y/o escasez de empleo
se dificulta en la medida en que los sujetos son herederos de una ética laboral que privilegiaba
el uso autodisciplinado del tiempo y el valor de la gratificación postergada.
Sennet acentúa su pensamiento crítico al develar la noción de trabajo en equipo.
André Gorz sostiene que el derrumbe de la sociedad salarial es inexorable y propone como
alternativa el sujeto “multiactivo”.
Según Miguel Benasayag, una alternativa posible sería construir zonas de metaeconomía.
El momento histórico actual es un proceso de transición entre la sociedad salarial y una
nueva forma de estructuración social todavía desconocida. El salariado es una construcción
histórica que sucedió a otras formaciones sociales y, al igual que otras, no es eterna. De todos
modos, no puede soslayarse que el trabajo asalariado sigue siendo el dominante y el
fundamento principal de ciudadanía. La condición de ciudadanía tiene una dimensión
económica y una dimensión social. Por el momento, las garantías constitutivas de una
ciudadanía social no pueden estar completamente separadas del trabajo.
La actual sociedad siegue siendo salarial; por lo tanto, se trata de pensar las condiciones de la
metamorfosis de la sociedad salarial, más que resignarse a su liquidación.
Nuestra tarea y responsabilidad debe trascender la descripción de determinados procesos,
por ejemplo, las maneras que tienen los sujetos de construir itinerarios o trayectos de vida en
lo laboral y/o educativo, para intentar incidir sobre ellos, asumiendo una posición crítica, de
exigencia a los gobiernos para que se cumpla el derecho básico de todo ser humano: tener una
vida digna.
No debe ser un privilegio poder preguntarnos y respondernos qué queremos hacer en
nuestras vidas. La problemática vocacional no debe ser una cualidad exclusiva de los sectores
acomodados de la sociedad.
2. EL PROCESO DE TRANSICION DE LOS JOVENES A LA VIDA ADULTA
Las preguntas por la infancia, la adolescencia, la juventud y la adultez nos invitan a promover
un trabajo de desnaturalización. Justamente porque las edades de la vida no responden a
razones naturales sino a la cultura. Hablar de adolescencia y juventud nos remite a una
construcción histórica, social, política, económica cultural. Se trata de representación que es
necesario desconstruir para comprender su compleja configuración.
Podemos decir que la infancia y la adolescencia moderna se constituyeron alrededor de dos
instituciones sociales básicas: la escuela y la familia. A través de estas instituciones se moldeo
una forma particular de subjetividad que fue delineando trayectorias relativamente previsibles
de la vida humana y determinando ciertas pautas de comportamiento asociadas a las
diferentes edades de la vida.
La intima relación sujeto-institución nos lleva a plantear una conjetura centrada alrededor de
una evidencia: las instituciones no son eternas, nacieron en algún momento y morirán en otro.
Y si las instituciones tienen una carácter histórico, mutan, se metamorfosean, podemos
suponer que lo propio ocurrirá con la subjetividad.
Podemos considerar la escuela y la familia actual diferentes a las de su origen moderno.
Por eso interesa revisar como se desarrollan los procesos de transición de los jóvenes a la vida
adulta.
Hablamos dee transición en aquellas circunstancias de la vida social en las que los sujetos
“saltan” de una insitucion a otra. Y las coordenadas propias de cada época son las principales
condicionantes en los procesos de transición. Si alguna vez fueron escenarios sociles mas fijos
y estables, hoy aparecen como mas variables y cambiantes.
En las sociedades actuales, la finalización de la escuela secundaria implica un proceso de
cambio, de readaptación, de reacomodamiento subjetivo. Un “salto” que para muchos tiene la
marca, el estigma de “salto” al vacio. Viven este proceso con el temor a caer, en una sociedad
que no garantiza la existencia de una red protectora. Terminar de cursar los estudios de
enseñanza media es comenzar a transitar un camino marcado por el pasaje, más o menos
rápido, o prolongado, de la adolescencia a la adultez.
La finalización de la escolaridad marca el inicio de la transición al llamado mundo adulto,
representado por dispositivos de educación distintos a lo propios e la vida adolescente y
principalmente por la aparición de empleo.
La particularidad de este proceso de transición es que no está asegurado el pasaje y que se ve
agravado por la amenaza de la exclusión social.
Del mismo modo que el trabajo para los adultos, la escuela, durante la infancia y la
adolescencia, funciona como un ordenador-organizador de la vida cotidiana.
Es una institución social cuya principal función es promover procesos de enseñanza
aprendizaje de contenidos significativos para el desarrollo del sujeto en la vida colectiva,
aunque también es espacio de intercambio social.
Terminar de cursar los estudios de enseñanza media es entonces un proceso crítico en cuanto
a la reestructuración de la vida cotidiana de los jóvenes y de sus relaciones intersubjetivas.
La culminación de la escuela secundaria o del polimodal es en nuestra sociedad un hito
sobresaliente en el pasaje a la vida adulta. Marca un antes y un después.
Es muy importante insistir en la relación sujeto/institución. Ser niño o adolescente no es un
problema de edad. (no es lo mismo tener 5 años que ser significado como niño).No es un tema
de edad si no de cultura., de insticuciones. Para decirlo con mas presicion es una cuestión de
instituciones sociales de época.
Los cambios en las instituciones modernas, asi como el surgimiento de las nuevas instituciones
sociales (como por ej los medios de comunicación masiva), han producido cambios en la
configuración de la subjetividad, cambios en las formas de ser niño, adulto, adolescente.
Podemos decir que los procesos de transición de los jóvenes a la vida adulta tienen, en los
sectores medios y altos de las sociedades urbanas ¿, una particularidad que se viene
centuando llamativamente en los utimos años y es la dilatación del pasaje a la vida adulta o,
dicho de otro modo, la prolongación de la adolescencia. Este fenomento se asocia con la
postergación de la incorporación al mercado de trabajo. Es una dilatación que se repercute en
la falta de independencia económica, tan decisiva en la asunción de roles adultos. En cambio,
esto no ocurre con los jóvenes que pertenecen a los sectores sociales menos favorecidos,
quienes postergan la posibilidad de llevar adelante los estudios al hecho de conseguit un
empleo que les permita solventarlo.
Como consecuencia de la crisis y de las transformaciones que se están sucediendo en la
economía argentina, la inserción laboral de los jóvenes ha adquirido características
particulares. Es notable la necesidad que tienen los jóvenes de los sectores populares de
insertarse mas tempranamente en el mercado laboral para colaborar en el sustento
económico familiar, a a vez que aumentan las exigencias del mercado laboral hacia ellos. A las
competencias especifificas requeridas se suma el perdido de mayor flexibilidad para adaptarse
a situciones nuevas: la polivalencia en una misma organización y la capacitación constante.
Una verdadera exageración que incluye, en muchas oportunidades, la necesidad de
reinsertarse laboralmente cada vez que el mercado asi lo demande.
Las diferencias sociales, la condición de clase fundamentalmente, configuran entonces,
distintas juventudes. Esto significa que la transición estará fuertemente condicionada por laa
posibilidad o imposibilidad de gozar de la denominada moratoria psicosocial.
Concepto de Erikson que sostiene que la moratoria psicosocial es un tiempo que el
adolescente necesita para hacer las paces con su cuerpo, para terminar de conformarse y para
sentirse conforme con el. Durante ese tiempo, el adolescente se enfrenta a una lucha entre
objetos viejos que debe aabandonar y los nuevos que va a tomar. Asi va constituyendo su
propia subjetividad, a través de perdidas y nuevas adquisiciones.
Desde otra perspectiva la moratoria psicosocial corresponde a la necesidad que tiene la
sociedad para organizar su producción económica y cultural. En las sociedades capitalistas
modernas, las actividades e producción cultural y social reclaman un tiempo de formación
prolongada que se adquiere en instituciones educativas especializadas. Primero fueron las
escuelas secundarias y hoy son los estudios superiores. Se alarga cada vez mas el proceso de
capacitación y adquisición de saberes y competencias para la incorporacion al mercado de
trabajo.
Las desigualdades sociales en la juventud estarán, por lo tanto, constituidas por las diferencias
que existen en relación con el beneficio de dicha moratoria psicosocial. Es decir, no todos
gozan de ese privilegio.
Tiempo transición y elección vocacional
Podemos considerar la experiencia de finalización de los estudios por parte de los jóvenes
escolarizados como proceso, en la medida en que compomete un tiempo que se inicia mucho
antes ue el dia en que terminan las clases del colegio secundario y que finaliza mucho después
que el dia que se inscriben o comienzan las clases en la universidad, o que empiezan a trabajar
o que encaran cualquier tipo de proyecto. Este proceso se inscribe en un tiempo a la vez
subjetivo y social, que podemos denominar transición.
La transición esta denominada por cierto desajuste temporal entre los tiempos del sujeto y las
exigencias del tiempo histórico que, en la actualidad asume la forma de tiempos que corrn. Tal
vez el rasgo mas sobresaliente de la cultura actual sea, precisamente, la velocidad y violencia
de los cambios tal acelerados y definitivos en tan corto plazo.
La vivencia de la inadecuación de los tiempos suelen ser para muchos una experiencia
subjetiva, dolorosa, pero a la vez constituye una posibilidad de elaboración psíquica acerca de
cómo transitar los procesos de transición. Es esta posibilidad la que nos permite construir
dispositivos particulares que creen las condiciones para que los jóvenes que están transitando
este periodo puedan reconocer el carácter paradójico e irreversible del tiempo. De este modo
estamos favoreciendo que el joven pueda darse cuenta de que el tiempo subjetivo tiene la
particularidad de que al dirigirse hacia el futuro, construye el pasado , significándolo y
resignificandolo. Sin duda este es el aporte sustantivo del psicoanálisis al enseñarnos que el
pasado no es lo que fue, si no lo que puede llegar a ser retroactivamente.
Frente a los tiempos de las urgencias, de las obligaciones resulta saludable que el sujeto
intente construir un tiempo otro en el que pueda pensar, soñar, imaginar un proyecto de vida
futuro.
Pensar, soñar e imaginar un proyecto de vida futuro será una experiencia subjetivante,
entendida como proceso de reinvención singular, toda vez que emparentamos con la
experiencia del jugar, en tanto posibilidad de crear un paréntesis de singularización que ponga
freno a la exigencia propia del discurso hegemónico. E l jugar es un paréntesis en la vida social
que habilita una zona intermedia de la realidad, un espacio potencial entre el adentro y el
afuera, una zona de experiencia intermedia entre el sujeto y la realidad exterior.
El jugar se asemeja a otras formaciones de intermediación entre el espacio de la realidad social
y las creaciones fantasmáticas del sujeto. Los mismos procesos psíquicos implicados en el jugar
están también presentes en los sueños o en las producciones artísticas y en todas las
actividades sublimatorias (emerge lo reprimido en forma deformada). Es a partir de la
condición creativa del jugar que resulta interesante pensar el papel de ese sujeto en el proceso
de la elección vocacional, es decir, en la elección y realización de un hacer, básicamente en el
área de trabajo y estudio.
Los jóvenes están cada vez mas presionados para pensar y construir proyectos que respondan
a las exigencias sociales dominantes. Bajo esa presión, pueden terminar asumiendo una
posición pasiva, lo cual les dificuta el acceso a sus propias aspiraciones. Si el rasgo que domina
la escena social gira alrededor de la lógica exclusión-inclusion, parecería que hubiera un
discurso totalizador que les exige tomar decisiones que los ubiquen en una posición que les
permita competir en una lucha de todos contra todos para no quedarse fuera del sistema. En
este contexto pensar, soñar, imaginar (entendidas como expresions del jugar) son ante todo
una invitación a crear un espacio de libertad entre la fantasia y la realidad social.
Una invitación a no quedar pegados en uno u otro polo. El jugar surge como una posibilidad
para no quedar atrapados y presos de un discurso amo que iguala y homogeneiza a los sujetos
sociales. Sin negar una realidad social marcada por la incertidumbre y la desigualdad, se trata
de abrir espacios donde haya lugar para que la palabra tenga nombre propio y el sujeto se
singularice.
Frente a la fuerza que ejerce el tiempo social representado por las exigencias de cierto tipo de
elecciones impuestas por el mercado, insistimos en la propuesta de abrir horizontes que
colaboren para que los jóvenes no inicien su proceso de transición desde el “desajuste”, al que
tan acostumbrados nos tienen las políticas neoliberales.
En la dislocación entre los tiempos subjetivos y sociales es habitual que los jóvenes construyan
defensas psíquicas para evitar el sufrimiento que, muchas veces, acarrea el proceso de elegir.
Una de ellas es la posición omnipotente, el querer poder todo y saber todo lo necesario para
encarar una correcta elección aspirando tener la seguridad acerca de aquello que se elegirá.
Frente a ella esta la posición impotente, de quien cree que nada puede, nada sabe sobre lo
que elegirá. Son dos formas extremas de posicionamiento subjetivo que nos indicn lo mismo:
la búsqueda infructuosa por parte del sujeto paracrear las condiciones ideales a fin de alcanzar
una decisión.
Las decisiones nunca son certeras. Uno puede prepararse con anticipación pero ello no le
permitirá tener certezas sobre lo que ocurrirá.
Por supuesto, no se trata de pensar la decisión desde la espontaneidad sino que luego de un
proceso de elaboración psíquica, que incluye el análisis y procesamiento de información, el
momento de la decisión sobreviene no necesariamente por consecuencia lógica, calculada, si
no como un aacto que irrumpe y sorprende. Habra un momento en el que no se podraseguir
eligiendo y se dara paso a la toma de una decisión.
La experiencia de elegir un proyecto futuro al finalizar la escuela secundaria tiene un valor
inaugural. Para los jóvenes escolarizados en general es la primera vez que enfrentan a
deciiones con consecuencias ulteriores en sus vidas. Muchas veces son vividas como
definitorias sobre el futuro. Sin embargo es la primera de una serie que seguramente se
reiterara varias veces a lo largo de su vida.
El proceso de construcción de una decisión ira formando al joven como sujeto de la exogamia,
de la autonomía, de la salida al mundo. Por eso, en las intervenciones en OV no somos
neutrales respecto de la toma de la decisión. No es lo mismo elegir que no elegir,
indeendientemente de que se elija. No nos interesa que va a elegir el sujeto, sino que vaya a
elegir. Nos involucramos en el proceso de elección y por la toma de decisión. Por eso quiernes
trabajan en este campo no son neutrals respecto de reforzar una posición pasiva frente al
discurso de las claases dominantes, se juegan por estimular la posibilidad de que el sujeto se
de permiso para poder pensar, soñar, imaginar, buscar. Para que puedan elegir con los
mayores grados de libertad posibles.
Proyecto futuro, cultura y mercado
La finalización de los estudios secundarios lleva implícita la experiencia de ir pensando y
definiendo un proyecto futuro en el marco del contexto histórico de la época.
En este escenario social que nos toca transitar, el acontecimiento de finalizar los estudios
secundarios es una invitación y una necesidad de repensar la categoría proyecto futuro.
El proyecto se establece sobre la base de un futuro que se desea alcanzar, sobre un conjunto
de representaciones de lo que aun no esta pero se desea lograr, y se apoya sobre las
significaciones del presente que se espera sobrepasar.
La nocion de proyecto se fue devaluando en los últimos años. El discurso de la llamada
posmodernidad fue el apogeo del aforismo ”no hay futuro”. Una etapa de la cultura humana
que podría caracterizarse como momento de vacio producido por la caída de los grandes
relatos de la modernidad y la consecuente pérdida en la construcción de proyectos colectivos y
de transformación social.
El debate sobre la obsolescencia del paradigma de la modernidad y la búsqueda de formas
alternativas y superadoras fue rápidamente captado por la cultura del mercado cuyo rasgo
sobresaliente es la producción de una subjetividad cada vez mas individualista. Una cultura
que enaltece el consumo como valor supremo del mercado, a través de el, los seres humanos
adquieren valor por cuanto compran y tienen antes de que por lo que hacen y por lo que son.
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