04 OCTUBRE 2021 SOLEMNIDAD DE SAN FRANCISCO DE ASÍS MONICIÓN DE ENTRADA: Muy buenas noches queridos hermanos, hoy celebramos con alegría la Solemnidad de San Francisco de Asís, nuestro patrón y guía de la gran familia franciscana, diácono y fundador de las 3 órdenes en el mundo. La Eucaristía estará presidida por el Reverendo Padre Mauro Vallejo. Francisco, cuyo nombre elegido por el Papa, nos habla hoy de misericordia, de perdón y de pobreza. Francisco recibió el mandato del Señor “Reconstruye mi Iglesia”. Nosotros, día a día estamos llamados también a la edificación constante de la Iglesia, empezando por la reconstrucción de nuestro corazón y el de los hermanos. Por eso, con humildad y sencillez, comenzamos nuestra celebración, cantando. MONICIÓN 1ra LECTURA – Libro del Eclesiástico (50, 1-3. 7) Escuchemos con atención la siguiente lectura, donde nos narra la figura de un hombre que reconstruyó el templo. SALMO Respondamos con el estribillo: “El Señor es el lote de mi heredad” MONICIÓN 2da LECTURA – Carta del apóstol San Pablo a los Gálatas (6, 14-18) En su despedida de la Carta a los Gálatas, San Pablo insiste en que la salvación la encontramos en Cristo crucificado, todos, sin distinción alguna. Es en la cruz de Cristo que debemos gloriarnos. Escuchemos. SECUENCIA MONICIÓN EVANGELIO – San Mateo (11, 25-30) Dios se revela y busca la intimidad de los hombres sencillos que encontrarán en Cristo el pastor humilde y compasivo. Abramos los oídos, mente y corazón para acoger el evangelio. Puestos en pie cantamos el Aleluya. PLEGARIA UNIVERSAL Por la santa Iglesia: para que se renueve sin cesar y, guiada paternalmente por nuestro Papa Francisco y nuestro Obispo Fray Robert Prevost, anuncie fielmente el Evangelio a los hombres de hoy. Roguemos al Señor. Por la familia franciscana: para que, siguiendo el ejemplo del Padre Francisco, sepamos ser humildes y sencillos testigos de Jesucristo, y llevemos al mundo de hoy el mensaje de paz y bien. Roguemos al Señor. Por todos los pueblos del mundo: para que cesen la violencia, el odio y la guerra, y la paz y la fraternidad universal anunciadas por Francisco de Asís lleguen a todos los hombres. Roguemos al Señor. Por lo que estamos celebrando esta solemnidad: para que seamos humildes, sencillos y puros, amemos fraternalmente a todos los hombres y a todas las criaturas del universo y, a través de nosotros, siga presente en el mundo de hoy el espíritu de Francisco de Asís. Roguemos al Señor. OFRENDAS Al presentarte, Señor, nuestras ofrendas, te rogamos nos dispongas para celebrar dignamente el misterio de la cruz, al que se consagró nuestro Padre San Francisco con el corazón abrazado en tu amor. PAN: En esta ofrenda queremos conmemorar tu entrega corporal, gesto de que somos una iglesia en comunión con Cristo. VINO: Recibe padre esta ofrenda, recordando así la sangre de tu sacrificio, signo de amor y misericordia por nosotros tus hijos. CIRIOS: Te presentamos Señor estos cirios que simbolizan la Luz de Cristo que desde pequeños buscamos y nos permite ver tanto el mundo como nuestro interior. PLANTA: Te presentamos esta planta, símbolo de vida, amor, alegría y unión, y tú que nos has dado tu cuerpo has que florezcan en nuestro interior. CANASTA DE ALIMENTOS: Señor, te ofrecemos nuestros alimentos más humildes, que nunca falten en la mesa de tus hijos más pobres y que todos sepan compartir lo poco que tenemos. MONICIÓN DE COMUNIÓN SACRAMENTAL Unidos por el amor de Jesús, María y José, recibamos el alimento para nuestra alma. Acerquémonos con fe a comulgar. MONICIÓN DE COMUNIÓN ESPIRITUAL Invitamos a los hermanos que nos siguen virtualmente en las redes sociales a realizar la comunión espiritual. Señor Jesús, creo que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amor sobre todas las cosas y deseo fervientemente recibirte en mi alma. Pero como ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a ti. No permitas jamás que pueda abandonarte. Amén. DESPEDIDA FINAL Queridos hermanos, que el Señor nos conceda imitar a San Francisco en su caridad y en su celo apostólico, para que sintamos los frutos de su amor y nos entreguemos a la salvación de los hermanos. Con esta alegría, nos despedimos cantando.