Robert Audi (ed.), Diccionario de Filosofía, Madrid: Akal, 2004 naturalismo / 695 una naturaleza humana. Éstos consideran que aunque compartimos rasgos como miembros de una especie biológica, el resto de nuestras cualidades son socialmente construidas. Si las diferencias entre varones y mujeres reflejan patrones culturales para la formación de los niños, el trabajo y la distribución del poder, los rasgos biológicos comunes no serán capaces de explicar las características relevantes y, por tanto, no darán cuenta de nuestra naturaleza. Véase también CORPOREIDAD, ESENCIALISMO, FILOSOFÍA DE LA MENTE. JBS NATURALISMO, concepción que consta de las dos tesis que se enuncian a continuación. 1) Todo está compuesto de entidades naturales –las estudiadas por las ciencias (en algunas versiones, por las ciencias naturales)–, cuyas propiedades determinan todas las propiedades de las cosas, incluidas las personas, de modo que las entidades abstractas como los possibilia y los objetos matemáticos, si existen, se construyen a partir de los abstractos reconocidos por las ciencias. 2) Los métodos aceptables de justificación y explicación son, en algún sentido, conmensurables con los de la ciencia. El primer componente es metafísico u ontológico, el segundo componente es metodológico y/o epistemológico. Muchas veces el naturalismo se formula sólo para un objeto o dominio específico. Así, el naturalismo ético mantiene que las propiedades morales equivalen a o están determinadas por algunas propiedades naturales, de modo que los juicios morales o son una subclase de los juicios fácticos o descriptivos o, al menos, están determinados (acaso no reductivamente) por éstos, y que los métodos apropiados para la explicación y justificación moral son continuos con los de la ciencia. En ocasiones se considera a Aristóteles y Spinoza como precursores del naturalismo, lo mismo que a Demócrito, Epicuro, Lucrecio y Hobbes. Pero el mayor impulso para el naturalismo en los dos últimos siglos proviene de los avances científicos y el incremento en capacidad explicativa y cognitiva que suponen. Hacia la década de 1850, la síntesis de la urea, las reflexiones sobre la conservación de la energía, los trabajos sobre «electricidad animal» y los descubrimiento en fisiología sugirieron a Feuerbach, a L. Buchner y a otros que todos los aspectos de los seres humanos pueden explicarse en términos puramente naturales. La obra de Darwin aún tuvo una influencia mayor, y a finales del siglo XIX las filosofías naturalistas hacían incursiones en territorios en los que el idealismo había reinado incontestablemente. En las filas del naturalismo estaban H. Spencer, J. Tyndall, T. H. Huxley, W. K. Clifford y E. Haeckel. A principios del siglo XX, el naturalismo de Sanatayana influyó mucho en varios filósofos norteamericanos, lo mismo que el de Dewey. Entre 1930 y 1950 siguieron floreciendo versiones del naturalismo en Estados Unidos, como las de R. W. Sellars y M. R. Cohen. Inglaterra y la Europa continental fueron menos hospitalarias. Hoy la mayoría de los filósofos norteamericanos y de los filósofos de la mente son naturalistas de un modo u otro, en buena medida por lo que ven como enseñanzas de los continuos avances científicos, algunos espectaculares, sobre todo en las ciencias del cerebro. Algunos describen el naturalismo como un dogma más, pero su componente metodológico comporta el rechazo del dogmatismo, al exigir un falibilismo sin limitaciones en cuestiones filosóficas, que es conmensurable con el espíritu abierto, autocrítico, de la ciencia. Si se llegara a reunir pruebas en contra de su componente metafísico, la tesis 1 tendría que ser revisada o rechazada, sin que haya ninguna razón a priori para pensar que en principio no vaya a llegarse nunca a esa situación. Asimismo, la tesis 2 tendría que ser revisada o rechazada a la luz de pruebas adversas, de manera que a este respecto esta tesis es autoconsistente. El naturalismo tampoco entraña el materialismo o el fisicalismo, según el cual todo está formado por entidades o procesos estudiados por la física, y las propiedades de esos estados físicos básicos determinan la totalidad de las propiedades de las cosas (como para W. V. Quine). Algunos naturalistas lo niegan, defendiendo que lo que se necesita para dar cuenta de los fenómenos, incluidos la consciencia, la intencionalidad y el valor, incluye más cosas que las que la física puede soñar. ¿Tiene que ser reduccionista el naturalismo? No, si el reduccionismo significa la equivalencia de cualquier propiedad con una propiedad natural. Hay fisicalistas que han explicado el modo en que las propiedades físicas, y por tanto naturales, de las cosas pueden determinar a las demás sin ser equivalentes a ellas (G. Hellman, T. Horgan, J. Kim, D. Lewis; Ver J. POST, The Faces of Existence, 1987, y Metaphysics, 1991). Muchas veces las propiedades determinantes no son todas las propiedades que la cosa x que posee las restantes propiedades, sino que también hay que contar para determinar las propiedades de x con propiedades de ítems separados de x en el espacio y en el tiempo o que, en algunos casos, no guardan ninguna relación física con x. Esta determinación no reduccionista, llamada también superveniencia o una variante de ésta, es así congénita con un holismo e historicismo decididos. Un naturalismo no reduccionista puede así combinar un monismo acerca de las entidades –las naturales, de las que todo está compuesto– con un pluralismo acerca de las propiedades irreductibles 696 / naturalismo biológico o emergentes. Ni todo es algo natural, ni el naturalismo tiene por qué ser una filosofía totalizadora que otorgue una primacía incondicional a la cara natural de la existencia. En realidad, algunos naturalistas ven en el universo dimensiones religiosas y morales que pueden gozar de un tipo de primacía importante; así que, lejos de exhibir una «indiferencia reptiliana» frente a los seres humanos y su destino, el universo puede ser un lugar encantado de pertenencia. Véase también FILOSOFÍA DE LA MENTE, FISICALISMO, METAFÍSICA, NATURALISMO TEOLÓGICO, PROPIEDAD, SUPERVENIENCIA. JFP NATURALISMO BIOLÓGICO, véase SEARLE. NATURALISMO ÉTICO, véase ÉTICA, REALISMO MORAL. NATURALISMO METAFÍSICO, TURALISMO. véase METAFÍSICA, NA- NATURALISMO METODOLÓGICO, véase NATURALISMO. NATURALISMO REDUCTIVO, véase NATURALISMO. NATURALISMO TEOLÓGICO, intento de desarrollar una concepción naturalista de Dios. Como posición filosófica, el naturalismo mantiene: a) que los únicos métodos fiables de conocer lo que hay son forman un continuo con los métodos de las ciencias desarrolladas, y b) que la aplicación de esos métodos apoya la concepción de que los constituyentes de la realidad son físicos o causalmente dependientes de cosas físicas y sus modificaciones. Si el sobrenaturalismo afirma que Dios es puramente espiritual y causalmente independiente de las cosas físicas, los naturalistas mantienen que o hay que abandonar la creencia en Dios por carecer de sustento racional o hay que reconstruir el concepto de Dios para que sea consistente con el naturalismo. Los primeros intentos de hacer esto último se remontan a Feuerbach y Comte. En el naturalismo norteamericano del siglo XX, los intentos más significativos de desarrollar una concepción naturalista de Dios se deben a John Dewey y Henry Nelson Wieman (1884-1975). En A Common Faith (Una fe común), Dewey propuso concebir a Dios como la unidad de los fines ideales resultantes de la imaginación humana, fines que nos impulsan a desear y actuar. El sobrenaturalismo, alegó, es el producto de una necesidad primitiva de convertir los objetos de deseo, los ideales máximos, en una realidad ya existente. Frente a Dewey, Wieman insistió en concebir a Dios como un proceso del mundo natural que conduce a los seres humanos, si en sus vidas se some- ten a él, a lo mejor que pueden alcanzar. En su obra temprana concibe a Dios como un proceso cósmico que no sólo opera para el bien humano, sino que además es lo que de hecho produjo la vida humana. Después identificó a Dios con el intercambio creativo, un proceso que sólo se da en las comunidades humanas ya existentes. Aunque el Dios de Wieman no es una creación humana, como los fines ideales de Dewey, es difícil ver cómo convienen el amor y la devoción a un proceso natural que opera como lo hace sin ninguna idea ni propósito. Así, mientras el Dios de Dewey (fines ideales) carece de capacidad creativa pero bien puede ser objeto de amor y devoción, el Dios de Wieman (un proceso de la naturaleza) tiene capacidad creativa, pero aun siendo merecedor de nuestro cuidado y atención, no parece constituir un objeto de amor y devoción. Ninguna de estas visiones, por consiguiente, satisface las dos características fundamentales asociadas con la idea tradicional de Dios: tener capacidad de creación y ser un objeto apropiado de amor y devoción supremas. Véase también FILOSOFÍA DE LA RELIGIÓN, NATURALISMO, TEOLOGÍA DE PROCESOS. WLR NATURALIZADO, véase JUAN CHI. NATURWISSENSCHAFTEN, véase WEBER. NAVAJA DE OCKHAM, también conocida como principio de parsimonia. Principio metodológico que recomienda la predisposición a la simplicidad en la construcción de teorías. Los parámetros a cuya simplicidad ha de atenderse han variado considerablemente, desde los tipos de entidades al número de axiomas presupuestos o la curva trazada entre puntos-dato. Este principio se encuentra ya en Aristóteles, y si el lema «no han de multiplicarse las entidades sin necesidad» se asocia a Ockham (quien sin embargo nunca formula esta versión, y, aún más, prefiere la no contradicción a la parsimonia como arma en las discusiones metafísicas), quizá sea porque caracteriza el espíritu de sus conclusiones filosóficas. Los adversarios, que consideran que la parsimonia se estaba llevando demasiado lejos, formularon una «antinavaja»: si unas pocas entidades son insuficientes, postula más. Véase también O CKHAM , PROBLEMA DE LA CURVA DE APROXIMACIÓN. MMA NECESARIO, véase CONTINGENTE. NECESIDAD, propiedad modal atribuible a una proposición completa (dictum) cuando no es posible que esa proposición sea falsa (por ser la proposi-