1 Tema | Fast Track Módulo | Últimos avances en anestesiología Ignacio Garutti INTRODUCCIÓN El término “Fast-track” fue acuñado a principio de la década de los 90 por el cirujano Henrik Kehlet1,2. También existen otras denominaciones para este concepto como son programas de rehabilitación multimodal o, como usaré en adelante, programas ERAS (Enhanced Recovery After Anesthesia). Bajo estas denominaciones se incluyen una serie de medidas conjuntas, las cuales tienen como principal objetivo disminuir la disfunción del órgano y las complicaciones en el postoperatorio, y por tanto mejorar la recuperación postoperatoria. Los protocolos fast-track revisan las prácticas tradicionales perioperatorias, valorando los puntos clave específicos de cada cirugía y analizando la evidencia científica de las maniobras perioperatorias de las que disponemos para el manejo de los pacientes sometidos a cirugía mayor. Constituyen una guía que contribuye a ayudar a los equipos coordinados a mejorar los cuidados postoperatorios. El objetivo de estos programas es la temprana deambulación, temprana alta al domicilio y temprano reinicio de la productividad. Los centros hospitalarios que han puesto en marcha estos programas y que han recogido información de la eficacia de los mismos muestran mayoritariamente una importante reducción de la estancia hospitalaria y la morbilidad quirúrgica. En el año 2014 Nicholson y cols publican un meta-análisis sobre la eficacia de la aplicación de los programas de rehabilitación multimodal3, sobre 38 estudios que incluían más de 5000 pacientes y muestran un acortamiento de la estancia hospitalaria junto con una disminución de las complicaciones postoperatorias en las diferentes especialidades quirúrgicas donde se aplicaron. Estos programas están siendo aplicados en distintas especialidades quirúrgicas, pero se desarrollan exclusivamente para un tipo de cirugía, así se han desarrollado programas para la hepatectomía, pancreatectomía, resección colorrectal, lobectomía pulmonar, cistectomía radical, etc. Aunque tienen muchos puntos en común, cada programa específico de una cirugía con los de otra, también existen particularidades específicas para cada procedimiento. Hay suficiente conocimiento en la actualidad para poder afirmar que los cuidados que se proporcionan en el periodo perioperatorio no son exclusivos de una única especialidad médica y que la relación entre cirujanos y anestesiólogos, o cualquier otra especialidad, puede mejorar el pronóstico. Para la creación de un programa de rehabilitación multimodal es preciso, inicialmente, formar un equipo multidisciplinar. Este equipo compartirá la responsabilidad de revisar y adoptar las mejores prácticas que han sido demostradas en la literatura. La flexibilidad e individualización son necesarias en el desarrollo de los protocolos. No es aconsejable una misma talla para todos los tamaños, por ejemplo, usar la misma técnica analgésica para cualquier cirugía. El anestesiólogo en los programas ERAS debe iniciarse en el preoperatorio y extenderse hasta el postoperatorio. Pero para la aplicación de estos cuidados deben estar necesariamente incluido el personal Contenido Introducción Preoperatorio Manejo intraoperatorio Manejo postoperatorio Pronóstico e implementación de programas de fast-track Bibliografía Últimos avances en anestesiología 2 de enfermería. Los cuidados diarios de enfermería deben corresponderse con lo que se haya marcado en el programa ERAS, así estos profesionales animarán al paciente a realizar las medidas de rehabilitación programadas para ese día y darán apoyo y continuidad a la implementación de estos protocolos. Las actuaciones sobre el paciente en los programas ERAS los distribuiré en los tres clásicos apartados en los que el anestesiólogo interviene necesariamente: pre, intra y postoperatorio. PREOPERATORIO La disfunción de órganos y las complicaciones están relacionadas fundamentalmente con la co-morbilidad preoperatoria. La valoración preoperatoria permite la estimación del riesgo y es un momento clave para intentar estabilizar enfermedades co-existentes y optimizar la función de los órganos antes de la cirugía. También proporciona un buen momento para la educación del paciente. Una vez que el cirujano haya determinado la indicación quirúrgica, valorará la posibilidad de incluir al paciente en el programa ERAS. A esos pacientes se les proporciona información previa acerca de estos programas y de cual va a ser su manejo durante el curso postoperatorio. No será necesario que el paciente firme ningún consentimiento para participar en el programa. Seguidamente se le proporcionará un documento (folleto) en el que se desgranan las medidas que se le van a aplicar y las recomendaciones a seguir durante todo el perioperatorio. Esta información se considera fundamental, ya que reduce la ansiedad perioperatoria e, incluso, algunos autores muestran como disminuye los requerimientos analgésicos. PREMEDICACIÓN En estos programas, el objetivo de la premedicación es reducir la respuesta al estrés. Por ejemplo, se ha propuesto el uso de beta-bloqueantes, alfa2-agonistas (clonidina, dexmetomidina) que también son útiles para disminuir la aparición de náuseas y vómitos postoperatorios (NVPO). Sin embargo, no se recomienda la utilización sistemática de ansiolíticos de corta o larga acción antes de la cirugía (dentro de las 12 horas previas), sobre todo en los pacientes de mayor edad, dado que pueden interferir con el nivel de conciencia postoperatorio y de este modo dificultar la colaboración del paciente para iniciar la rehabi- litación en el postoperatorio inmediato. Se reconoce que las necesidades de premedicación disminuyen en el paciente bien informado y colaborador activo. AYUNO PREOPERATORIO E INGESTA DE CARBOHIDRATOS En el manejo clásico de muchos hospitales, los pacientes guardan ayuno desde la noche antes de la cirugía para reducir el riesgo de aspiración, lo que puede conllevar algún grado de deshidratación. Se ha visto que la deshidratación se relaciona con el dolor y náuseas postoperatorias. Además, la sed es una sensación desagradable que frecuentemente aquejan a los pacientes que van a ser intervenidos. Una de las innovaciones que implementan los programas ERAS es la inclusión de las recomendaciones que sobre el ayuno postoperatorio se han desarrollado en los últimos años y que chocan con el tradicional manejo de no tomar nada desde la noche antes de la cirugía4. La ingesta de líquidos claros (agua, zumos de fruta sin pulpa, bebidas carbonatadas, té y café) se debe permitir hasta dos horas antes de la inducción de la anestesia, ya que se ha demostrado que no tienen efecto sobre el volumen y el pH gástrico y por tanto no afectarán al riesgo y complicaciones de la broncoaspiración. Además, el paciente recibirá 2-3 horas antes de la cirugía un suplemento dietético preoperatorio mediante soluciones orales de carbohidratos, lo que ha demostrado que reduce la resistencia a la insulina, el catabolismo muscular perioperatorio y mejoran el resultado tras la cirugía. Estas bebidas hidrocarbonatadas, proporcionadas por el Servicio de Nutrición, reducen la sensación de sed y hambre e incluso de ansiedad. Su utilización en pacientes diabéticos no está completamente aceptada. En las guías para cirugía de colon se recomienda, en los pacientes diabéticos tipo II, la administración de soluciones hidrocarbonadas junto con la medicación para la diabetes porque el vaciamiento gástrico suele ser normal. Sin embargo, el grado de evidencia es muy bajo y en las guías para cirugía de recto se considera que estas soluciones estarían indicadas en los pacientes sin diabetes. Por ello, y hasta que no haya más evidencia científica, no se recomienda la administración sistemática de bebidas hidrocarbonadas en los pacientes diabéticos. En aquellos pacientes en los que el vaciamiento gástrico puede estar retrasado por obstrucción del tubo digestivo (obstrucción duodenal etc.) se deben tomar las habituales medidas específicas para disminuir el riesgo de broncoaspiración y no se darán las bebidas carbohidratadas. Últimos avances en anestesiología 3 La preparación del colon con soluciones evacuantes, especialmente en cirugía colorrectal está desaconsejada, al menos para resecciones segmentarias, ya que pueden agravar la deshidratación preoperatoria e incluso el riesgo de complicaciones sépticas. NUTRICIÓN Es bien conocido que los pacientes con neoplasias, sobre todo las que afectan al tubo digestive, suelen presentar en el momento del diagnóstico estados de riesgo nutricional/desnutrición, existiendo cada día mayor información sobre la importancia del estado nutricional preoperatorio y el pronóstico de los pacientes quirúrgicos. Así, se ha observado que la desnutrición preoperatoria es un factor independiente predictivo de la aparición de complicaciones postoperatorias. La desnutrición comporta un agotamiento tisular progresivo junto con un peor funcionamiento de diferentes órganos y sistemas como el cardiopulmonar renal y digestivo. Además, se relaciona con la inmunodepresión y, por tanto, con la aparición de complicaciones infecciosas postoperatorias. Dada la menor masa muscular de estos pacientes y el intenso catabolismo postoperatorio, se facilitará la aparición de complicaciones respiratorias postoperatorias. Pero incluso el enfermo preoperatoriamente bien nutrido puede sufrir las consecuencias desfavorables derivadas de un ayuno perioperatorio excesivo o un soporte nutricional inadecuado5. Es por ello que una adecuada intervención metabólico-nutricional perioperatoria incide favorablemente sobre la morbimortalidad6,7. ahorro de sangre. Estados de anemia menores (Hb <12 g/dl en la mujer y <13 g/dl en el varón) deben ser corregidos, pues se ha demostrado que la anemia es el principal factor predictivo de la necesidad de transfusión en cirugía mayor. Si los valores de hemoglobina estuvieran por debajo de 10 gr/dl, sin conocer la causa, se enviará a la consulta de Medicina Interna para estudio etiológico de la causa de la anemia. Para la corrección de la anemia preoperatoria, se ha extendido el uso de hierro intravenoso (sacarosa o, mejor aún, carboximaltosa) ya que el tratamiento mediante hierro oral es un proceso lento y poco eficaz. Se han visto incrementos de los valores medios de hemoglobina de dos puntos en pacientes que van a ser intervenidos de tumores colorrectales. La utilización de técnicas (farmacológicas, físicas o quirúrgicas) que permitan disminuir el consumo de hemoderivados también son ampliamente recomendadas en los programas ERAS, dado que de este modo evitamos los efectos indeseables de las transfusiones sanguíneas. OTRAS MEDIDAS PREOPERATORIAS Como en el resto de pacientes, es necesario realizar, antes de la cirugía, una optimización médica de cualquier enfermedad asociada que presente el paciente. Si es fumador, se le aconsejará que deje de fumar cuatro semanas antes de la cirugía. A los pacientes con un consumo importante de alcohol se les debe recomendar su abandono un mes antes de la cirugía. Asimismo, se recomendará el incremento del ejercicio físico preoperatorio para mejorar la condición física antes de la cirugía. Para ello, se recomienda realizar un cribado nutricional preoperatorio en todos estos pacientes mediante herramientas validadas, como es el Nutritional Risk Stratification (NRS). En los casos que sea afirmativa alguna pregunta de los tests de cribado realizados en la consulta de cirugía, se remitirá el paciente a la unidad hospitalaria de nutrición, dependiente del servicio de Endocrinología, de manera preferente para su optimización previa a la cirugía. Si en el NRS la puntuación final es ≥ 3, se iniciará soporte nutricional específico preoperatorio. La cirugía inexorablemente conlleva a un cierto grado de respuesta al estrés del organismo que comienza incluso antes de iniciarse la intervención. Uno de los objetivos fundamentales de estos programas es la aplicación de medidas de reconocida eficacia que disminuyan esta respuesta al estrés quirúrgico. HEMOGLOBINA TÉCNICA QUIRÚRGICA En los programas ERAS, se incluyen todas las medidas encaminadas a la optimización de los niveles de hemoglobina peroperatoria y a las técnicas de La cirugía minimamente invasiva reduce este componente de estrés, con menor dolor y menor estancia hospitalaria cuando se compara con ciru- MANEJO INTRAOPERATORIO Últimos avances en anestesiología 4 gías abiertas. Por ello, se prefiere el empleo de laparoscopia, videotoracoscopia o cualquier otra técnica quirúrgica que se haya demostrado que reduzca el estrés perioperatorio. EVITAR EL USO DE SONDA NASOGÁSTRICA (SNG) La SNG ha sido parte de los cuidados de rutina tras la cirugía abdominal mayor, sin embargo, en la actualidad se desaconseja su uso rutinario, ya que no existe evidencia de su utilidad y prolonga el ileo paralítico. Distintos metaanálisis demuestran menos tiempo hasta la aparición de ruidos intestinales, menos infecciones respiratorias, complicaciones pulmonares y menor estancia cuando se evita la sonda. La sonda aumenta la ansiedad y el disconfort del paciente y facilita las náuseas y vómitos cuando no es necesaria. Únicamente debe colocarse para evacuar el aire que pueda entrar al estomago durante la ventilación con mascarilla facial y debe ser retirada antes de revertir la anestesia. De igual manera, los drenajes quirúrgicos pueden enlentecer la recuperación del intestino y además incrementan el dolor postoperatorio. SONDA VESICAL El valor clínico de la monitorización de la diuresis durante la cirugía está basado en evidencias de baja calidad y no es un predictor del daño renal agudo o la función renal. Es deseable que la duración del sondaje vesical sea breve (<24h) para disminuir el riesgo de infección urinaria y facilitar la deambulación. Aunque se ha recomendado que la sonda vesical es necesaria cuando se utiliza anestesia epidural, la tasa de retención urinaria no difiere cuando se retira la sonda en el día de la cirugía o al 3er día. Se recomienda mantener la sonda uretral durante 1-2 días y se puede retirar en función del empleo de anestesia/analgesia epidural torácica y la duración de la misma. En caso de ser necesario el sondaje vesical para mejorar la visualización del campo quirúrgico, se retirará al final de la cirugía. Idealmente, se debe retirar la sonda al día siguiente de la cirugía o en las primeras 48 horas. La retirada precoz de la sonda el 1er día se recomienda en cirugía pélvica en pacientes seleccionados con bajo riesgo de retención urinaria. Si es necesaria la sonda durante > 4 días en el postoperatorio, puede ser indicación de un catéter suprapúbico. TÉCNICA ANESTÉSICA Esta debe ir encaminada a permitir una rápida recuperación, basado fundamentalmente en el ahorro de opioides. Por esta razón, se usan anestésicos de corta duración de acción y fármacos que puedan ser eliminados rápidamente o que dispongamos de algún reversor eficaz. Tipo de anestesia Para la inducción anestésica se administrarán anestésicos de corta acción, como propofol combinado con algún opiáceo de corta acción, puede ser fentanilo o remifentanilo en infusión. El mantenimiento de la anestesia se realizará con anestésicos inhalatorios (sevoflurano o desflurano) en mezcla O2 /aire o mediante anestesia iv total (TIVA). Esta última está especialmente indicada en pacientes con susceptibilidad para náuseas y vómitos postoperatorios (NVPO). En determinadas cirugías, como la laparosocopia, cobra un papel crucial obtener un campo quirúrgico óptimo para facilitar la manipulación del cirujano y poder realizar la cirugía de forma segura y rápida, además hay intervenciones en las que en determinados momentos debemos asegurar la absoluta inmovilidad del paciente para facilitar que el cirujano manipule estructuras altamente delicadas. El mantenimiento de un bloqueo neuromuscular profundo (BNP) durante la cirugía laparoscópica puede incrementar la complianza abdominal por relajar el diafragma y los músculos de la pared abdominal. Varios estudios han demostrado la utilidad del BNP al facilitar la mecánica pulmonar y mejorar las condiciones de visibilidad y acceso al campo quirúrgico en la cirugía laparoscópica. Sin embargo, un BNP favorecerá la presencia de un bloqueo neuromuscular residual (BNMr) al final de la intervención. Para evitar el BNMr se aconseja la monitorización del grado de relajación neuromuscular mediante la acelerometría y la reversion del BNM cuando el TOF sea menor del 90%. Dado que la neostigmine no debe ser utilizada hasta que aparezca la 1-2 respuesta en el TOF, puede estar indicado el uso de un fármaco específico (sugammadex), si se ha utilizado rocuronio, que revierte el BNP de forma rápida y segura lo que permite mantener el BNP hasta el final de la cirugía. Los pacientes deben ser extubados al finalizar la cirugía comprobando que no existe BNM residual, con lo que evitaremos problemas relacionados con la falta de permeabilidad de la vía aérea y con la incomplete recuperación de la función pulmonar. Últimos avances en anestesiología 5 En pacientes ancianos hay evidencia de que el nivel de anestesia demasiado profundo puede ser perjudicial y puede incrementar el riesgo de confusión postoperatoria. En estos pacientes, la monitorización del índice biespectral (BIS) ayuda a ajustar la profundidad de la anestesia evitando niveles profundos (BIS<35-40). ANALGESIA INTRAOPERATORIA Como se comentó inicialmente, la minimización de uso de opioides es una premisa constante en los programas ERAS. Por tanto, se prefieren técnicas en las que la analgesia sea fundamentalmente proporcionada a través de algún tipo de anestesia regional (AR), asociadas o no a la anetesia general (AG). La AR proporciona numerosas ventajas sobre la AG en cuanto a la rápida recuperación postoperatoria, por lo que tendrá un papel determinante en el éxito de los programas ERAS. En el contexto de una cirugía abierta mayor abdominal o torácica, existe abundante evidencia para asociar a la anestesia general algún tipo de analgesia regional perioperatoria (epidural o paravertebral). En el caso de que la cirugía se realice por laparoscopia o toracoscopia, la evidencia es menor, y se recomiendan estos bloqueos, especialmente en los casos de enfermedad respiratoria preoperatoria o cuando sea probable la reconversión a cirugía abierta. La AR y subsiguiente prolongación en el postoperatorio puede producir múltiples beneficios: mejor control del dolor, disminución del consumo de opioides y sus efectos secundarios, disminución de las NVPO, mejoría en la movilización y recuperación de la función gastrointestinal, más rápida movilización, disminución de la estancia hospitalaria, de la respuesta al estrés quirúrgico, y potencialmente menor morbimortalidad8. Dadas estas ventajas, su uso se ha incluido en la mayoría de los protocolos ERAS. Esta mejoría en los resultados de variables intermedias pueden trasladarse seguidamente a variables pronósticas de mayor relevancia: estancia hospitalaria, reingresos hospitalarios y otras complicaciones postoperatorias. En un reciente estudio se ha demostrado el impacto positivo de la AR sobre los cuidados globales de salud en los programas ERAS valorados por el triple objetivo de mejoría del pronóstico de salud, mejoría de la experiencia del paciente y menores costes asociados al procedimiento quirúrgico(8). También, en algunas ocasiones, puede realizarse la cirugía infraumbilical bajo anestesia espinal, dada la supresión de la respuesta al estrés durante el intraoperatorio, disminuyendo o incluso eliminando el consumo de opioides intraoperatorio. Cuando se decide usar anestesia epidural, como la principal técnica analgésica intraoperatoria, se debe ser muy preciso en el nivel apropiado para la punción epidural, de tal manera que alcance a los dermatomas incluidos en la incisión quirúrgica. En la mayoría de los casos, se puede evitar que la extensión del anestésico local inunde a las raíces L2-L3, lo que proporcionará debilidad en los MMII y por tanto dificultad para la deambulación. En esas circunstancias dificultaremos la movilización autónoma del paciente y aumentaremos el riesgo de retención urinaria, con lo que obstruiremos el curso del programa ERAS. Habitualmente en cirugía abdominal se recomienda el abordaje epidural a través de los espacios 78-T9 o adyacentes. En la cirugía abdomino-perineal de recto la inserción del catéter epidural debe ser más baja para cubrir la región perineal. La mayoría de los catéteres epidurales pueden ser retirados a las 48-72h. Esto también ha sido motivo de controversia en los programas ERAS, ya que algunos autores proponen una retirada más precoz de los catéteres (primeras 24h) para introducir la analgesia oral postoperatoria, con la que finalmente será dado de alta. El riesgo de infección del catéter puede incrementarse a partir del 4º día. El dolor de hombro que puede aparecer en cirugía laparoscópica o en cirugía torácica necesitará la administración de fármacos intravenosos, idealmente paracetamol o AINEs, aunque no es raro tener que recurrir a los opioides para poder controlarlo adecuadamente. Lidocaina IV Diferentes estudios han demostrado la utilidad del empleo de IV de lidocaína (1-2 mg/kg/h) durante el intraoperatorio e incluso en el postoperatorio para mejorar la analgesia postoperatoria, fatiga, y la rápida recuperación de la función intestinal, estos beneficios se relaciona con una reducción de la duración de la estancia hospitalaria, por lo que su empleo pueda ser muy atractivo en los programas ERAS9. También, a nivel experimental, se ha demostrado una disminución de la respuesta inflamatoria pulmonar y sistémica durante la cirugía de resección pulmonar10. Vigneault y cols mostraron en un meta-análisis de 29 estudios que incluían a 1750 pacientes como el uso perioperatorio de la lidocaína IV durante el perioperatorio se relacionaba con una disminución Últimos avances en anestesiología 6 de la intensidad del dolor postoperatorio y de las necesidades de opioides, así como una disminución del ileo paralítico, estancia hospitalaria postoperatoria y NVPO. Esta efectividad fue mayor en cirugía abdominal. Sin embargo, hay que tener precaución con los niveles plasmáticos de este fármaco, ya que pueden alcanzar niveles tóxicos, aunque no se haya observado que aumente la incidencia de efectos adversos relacionados con la lidocainemia11. En el momento actual, el uso de lidocaína IV para proporcionar analgesia perioperatoria se considera como la “hermana menor” de la analgesia epidural y su uso puede ser considerado en aquellas situaciones en las que o bien no podamos utilizar la epidural o bien no creamos que ésta proporcione suficiente beneficios para asumir los riesgos inherentes a la técnica. Otras técnicas regionales La anestesia local se debe incorporar al manejo multimodal analgésico en los programas ERAS. La anestesia local puede hacerse por infiltración de la herida quirúrgica o mediante el uso de bombas (digitales o elastoméricas) que proporcionen una perfusión continua de anestésicos locales en el área dañada, además pueden ser mantenidas en las primeras 24-48h. Mejoran la analgesia, la satisfacción del paciente e incluso las NVPO y acortan la estancia hospitalaria. MANEJO VENTILATORIO En las cirugías de larga duración y/o en los pacientes con mayor riesgo de desarrollar complicaciones pulmonares postoperatorias, cobra especial importancia proporcionar una ventilación pulmonar de protección. La ventilación pulmonar con un volumen corriente de 6 ml/kg para limitar la presión meseta en la vía aérea a <30 cm de H2O disminuye la respuesta inflamatoria pulmonar producida por la ventilación mecánica. Además, específicamente en los pacientes sometidos a laparoscopia, la posición de Trendelenburg y la insuflación del abdomen producirá un aumento de las presiones de la vía aérea, disminución de la complianza pulmonar y la aparición de atelectasias en las bases, por este motivo, se requerirá la realización de maniobras de reclutamiento pulmonar periódicas junto con la búsqueda de la PEEP óptima. ELEVADA CONCENTRACIÓN DE OXÍGENO El oxígeno es requerido por las células polimorfonucleares para producir radicales libres de oxígeno que son una importante línea de defensa contra los patógenos. Además, juega un papel importante en la síntesis de colágeno para la cicatrización de las heridas y para la angiogénesis. En cirugía abdominal, se ha observado que elevadas concentraciones de oxígeno en el intra y en el postoperatorio inmediato mejoran la perfusión del área anastomótica y reducen el riesgo de infecciones quirúrgicas12. También existen datos que indican que podrían reducir la incidencia de NVPO13,14. Con base a estos datos, se ha recomendado el empleo de elevadas concentraciones de oxígeno (80%) durante el intra y en el postoperatorio inmediato en los programas ERAS. PROFILAXIS TROMBOEMBÓLICA La profilaxis tromboembólica es también recomendada en estos programas, aunque el paciente inicie la deambulación rápidamente tras la cirugía. Una simple dosis diaria de heparinas de bajo peso molecular es útil para prevenir la aparición de trombosis venosa profunda y conlleva un bajo riesgo de complicaciones de sangrado. Estas deberían ser usadas junto con medias de compresión gradual o intermitentes, ya que incrementan la eficacia de la tromboprofilaxis. Se sabe que el riesgo de desarrollar complicaciones trombóticas postoperatorias está aumentado hasta un mes después del alta hospitalaria, debido al estado de hipercoagulabilidad postoperatoria, por lo que se deberían mantener la profilaxis durante este periodo, especialmente en pacientes oncológicos o que tuvieran antecedentes trombóticos.15,16 MANEJO DE FLUIDOS PERIOPERATORIO Un aspecto muy importante en los programas de rehabilitación multimodal es el manejo de fluidos perioperatorio. Se considera que es una parte vital para el resultado óptimo de la cirugía17. El volumen intravascular es un factor clave del gasto cardiaco (GC) y, por lo tanto, del aporte de O2 a los tejidos. La hipovolemia puede conducir a hipoperfusión de órganos vitales y del intestino, lo cual puede llevar a la aparición de complicaciones. Además, la sobrecarga de líquidos se asocia con un aumento de la mortalidad18 y evitarla puede mejorar el pronóstico en cirugía gastrointestinal o torácica19. Diferentes Últimos avances en anestesiología 7 estudios han mostrado que la restricción intraoperatoria de fluidos disminuye la incidencia de complicaciones postoperatorias20. También, el exceso de líquidos administrados se relaciona con el ileo y la prolongación de la estancia hospitalaria21. La pérdida de fluidos debe ser disminuida, en lo posible, minimizando la manipulación y la exteriorización del intestino fuera de la cavidad abdominal y empleando técnicas farmacológicas o físicas que disminuyan las pérdidas de sangre. Durante la cirugía, la administración de fluidos debe reponer únicamente las pérdidas debidas a la evaporación insensible (2ml/kg/h suele ser suficiente), la diuresis y las pérdidas de sangre. En general, se recomienda mantener una perfusión continua de 3 ml/kg/h en el intraoperatorio y administrar cantidades puntuales de líquidos (cristaloides o coloides) cuando el paciente presente signos de hipovolemia. Se recomienda emplear soluciones de cristaloides balanceadas (plasmalyte) en el intraoperatorio, que han demostrado ser superiores al salino 0,9% para mantener el balance de electrolitos. El propósito de la fluidoterapia perioperatoria es mantener un balance neutro en el que no exista una ganancia de peso postoperatorio. Se ha descrito que un aumento de más de 3Kg de peso en el postoperatorio tras la cirugía de colon se asocia a ileo y un aumento de las complicaciones y de la estancia hospitalaria22. Los pacientes con inestabilidad hemodinámica no necesariamente estarán hipovolémicos, por lo que inicialmente será preferible el tratamiento con fármacos vasoactivos. La frecuencia cardíaca, tensión arterial, volumen de la diuresis y la presión venosa central, no son marcadores precisos del estado de la volemia. Existen estudios que demuestran que la fluidoterapia dirigida por objetivos reduce la incidencia de complicaciones gastrointestinales y la estancia hospitalaria en los pacientes que siguieron un protocolo ERAS23. Por el contrario, en intervenciones quirúrgicas menores, se ha observado que una fluidoterapia liberal, disminuye la incidencia de NVPO. En el postoperatorio hay que animar tempranamente a los pacientes a que comiencen a beber y comer, ya que esto se relaciona con un menor riesgo de infección y un acortamiento de la estancia hospitalaria sin aumentar el riesgo de dehiscencias22. En el periodo postoperatorio los fluidos iv deben ser minimizados para mantener la normovolemia y evitar el exceso de fluidos. La ruta enteral es de preferencia para la administración de fluidos y debe ser iniciada tan pronto como sea posible en las primeras 4-6 horas, retirando los fluidos vía IV en cuanto se compruebe la correcta tolerancia por vía enteral24. La oliguria postoperatoria no debería ser un signo que disparara la administración de líquidos, ya que es una respuesta fisiológica neurohormonal al estrés quirúrgico. En cirugías de riesgo intermedio o mayor hay clara evidencia de que la administración de fluidos intraoperatorios (cristaloides y coloides) se debe realizar guiada por la optimización del GC con el fin de evitar la hipovolemia. Se recomienda emplear la monitorización no invasiva del GC si el paciente tiene riesgo alto con comorbilidad, pérdida de sangre > 7 ml/kg o procedimiento prolongado. La terapia de fluidos por objetivos en cirugía mayor ha demostrado asociarse a menores complicaciones y estancia, menor tiempo hasta recuperar la función intestinal, menos infecciones, náuseas, vómitos, daño renal e incluso mortalidad en los pacientes de alto riesgo25. En resumen, en el desarrollo del protocolo ERAS se deberá recomendar un manejo consensuado de la fluidoterapia ajustado al tipo de intervención quirúrgica específica para ese protocolo ERAS. Las guías británicas recomiedan la monitorización mínimamente invasiva del GC mediante el doppler esofágico para ajustar la administración de fluidos basada en objetivos. En nuestro medio disponemos más habitualmente de otros monitores no invasivos, igualmente eficaces, que miden el GC y utilizan variables dinámicas como la variación del volume sistólico (VVS) o la variación de la presión del pulso (VPP) calculadas a partir del análisis de la onda arterial, y que han demostrado su utilidad para predecir la respuesta a los fluidos. Una pauta habitual para la administración de fluidos por objetivos consiste en administrar un bolo de 200 cc de coloides y observar si se produce un aumento del VS ≥ 10%. Se repite la carga de volumen (200 cc) cada 15 min hasta que no hay incremento del VS. En este punto se considera que el VS esta optimizado. El catéter venoso central no se debe utilizar de rutina para monitorizar la presión venosa central (PVC). Solo está justificado si existe necesidad de acceso central para la administración de fármacos, ya que la PVC es un predictor muy pobre de la respuesta a fluidos. En los protocolos ERAS no se suele recomendar la canalización venosa central, dada la morbilidad asociada a esta técnica y su limitada utilidad en pacientes no críticos. Prevención de las náuseas y vómitos postoperatorios Últimos avances en anestesiología 8 Las NVPO causan disconfort y estrés al paciente y retrasan el reinicio de la dieta oral y de la administración de analgésicos por esa vía. Las estrategias multimodales se dirigen a reducir la incidencia de NVPO mediante adecuada hidratación, analgesia balanceada, evitar opioides y anestésicos inhalatorios, óxido nitroso, reducir al mínimo el ayuno preoperatorio manteniendo el aporte de carbohidratos y una adecuada hidratación. En los programas ERAS se recomienda estratificar a los pacientes del riesgo de desarrollar NVPO según la escala de Apfel (mujer, historia de NVPO en otras cirugías, cinetosis, no fumadores y la administración de opiáceos, considerando que la presencia de dos de estas variables clasificaría a los pacientes como de moderado riesgo y 3 o más serían riesgo alto). En ausencia de factores de riesgo, no se recomienda la utilización de estas medidas. En los protocolos ERAS se recomienda usar dexametasona en la inducción o un antagonista de los receptores 5HT3 (ondasentron) al final de la cirugía en pacientes de moderado riesgo. Los pacientes de alto riesgo recibirán anestesia intravenosa más dexametasona en la inducción y un inhibidor 5HT3 o droperidol o metoclopramida poco antes de terminar la cirugía. Si aparecen las NVPO, deberían tratarse tan rápida y agresivamente como sea posible, debido al impacto que pueden tener sobre la recuperación postoperatoria. Es decir, de los tres fármacos útiles para la profilaxis de NVPO es mejor emplear la dexametasona o el droperidol y reservar el ondansetron para un posible fracaso, ya que es el fármaco más eficaz (y caro) para el tratamiento. Si a pesar de la profilaxis las NVPO están presentes en el postoperatorio, pueden añadirse los fármacos que no se hayan empleado en la profilaxis para maximizar la eficacia del tratamiento. Control de la temperatura La prevención de la hipotermia es importante para minimizar la respuesta al estrés. La hipotermia se asocia a un aumento de la incidencia de infecciones de herida, pérdidas sanguíneas y eventos coronarios, además de aumentar el disconfort de los pacientes. Las catecolaminas y el cortisol aumentan en respuesta al frio. Se recomienda la monitorización continua de la temperatura durante la intervención quiúrgica y el uso de calentadores intravenosos o externos en los programas ERAS. MANEJO POSTOPERATORIO ANALGESIA POSTOPERATORIA La analgesia postoperatoria ideal debe proporcionar buen alivio del dolor, permitir la movilización temprana y la rehabilitación de los órganos que puedan comprometerse durante el perioperatorio, permitir una efectiva fisioterapia respiratoria postoperatoria, la recuperación precoz de la función intestinal y de la ingesta, y no causar complicaciones. De este modo facilitaremos la recuperación postoperatoria y que el paciente pueda estar en condiciones de reiniciar rápidamente la actividad que desarrollara antes de la intervención quirúrgica. La correcta analgesia es una piedra angular de los programas ERAS y descansa en el empleo de una analgesia balanceada o multimodal postoperatoria. El principio de esta técnica es obtener los efectos analgésicos aditivos de cada una de las modalidades analgésicas empleadas e intentar disminuir los efectos colaterales del uso de otros analgésicos (en particular los opioides). Es crucial en un programa ERAS mantener la confianza del paciente en cuanto al alivio del dolor para facilitar que pueda iniciar precozmente la deambulación. Es necesaria la implicación directa del anestesiólogo en la confección de estos programas de rehabilitación multimodal, tanto para el desarrollo de protocolos analgésicos específicos para cada tipo de cirugía como para el posterior control de la eficacia de esos programas26, 27. Existen recomendaciones específicas para el manejo del dolor perioperatorio en la página de internet Prospect (www.postoppain. org), que son una útil guía para poder confeccionar protocolos analgésicos específicos para cada intervención quirúrgica. La elección de la mejor técnica analgésica para el manejo de dolor postoperatorio en los programas ERAS no está completamente resuelto y continúa siendo analizado en la actualidad. En general, en estos programas se requiere la minimización perioperatoria del uso de opioides para proporcionar analgesia. A pesar de que estos fármacos son muy eficaces para aliviar el dolor, sus efectos secundarios (somnolencia, letargo, dificultad para la movilización activa, náuseas y vómitos, prolongación del ileo) hacen que no sean los de elección en los programas de rehabilitación multimodal28. Por este motivo, la analgesia se debe intentar basar en el empleo de técnicas regionales junto con la administración de paracetamol y/o AINES y reservar los opioides para los casos en los que las técnicas anteriores no hayan sido eficaces29. Últimos avances en anestesiología 9 Además de continuar en el postoperatorio con la técnica que hubiéramos elegido en el intraoperatorio, se pueden emplear técnicas que permitan la administración de anestésicos locales en la herida quirúrgica asociados al uso de paracetamol o AINEs y otros agentes, tales como gabapentina y ketamina. Usando este manejo se reduce la necesidad de opioides, con lo que minimizaríamos los efectos secundarios indeseables (ileo, retención urinaria, excesiva sedación que dificulte la deambulación y la nutrición enteral). Tras la retirada del catéter epidural los pacientes deben recibir AINEs y paracetamol preferiblemente por vía oral y disponer de algún otro fármaco de rescate, como tramadol o morfina; aunque esto parezca una contradicción con lo que previamente se ha señalado sobre el efecto de los mórficos, hay que saber que el dolor severo aumenta la incidencia de complicaciones y que todos nuestros esfuerzos deben dirigirse hacia el alivio de dolor, aunque resignadamente en algún momento puntual haya que usar opioides. Tras la cirugía mayor abierta, la AET es la técnica analgésica optima, ofreciendo mejor analgesia que la intravenosa en las primeras 72 h y una recuperación más temprana de la función intestinal. El empleo de bajas dosis y concentraciones de anestésico local, combinado con bajas dosis de opiáceos de corta acción por vía epidural ofrece la mejor combinación de analgesia, minimizando el riesgo de bloqueo motor e hipotensión por bloqueo simpático. Para tratar los incrementos transitorios de dolor se pueden emplear opiáceos de rescate. Un análisis de la Cochrane30 y un posterior meta-análisis31, comparando la analgesia opioide intravenosa con la analgesia epidural torácica, demuestra el efecto beneficioso de la epidural para prevenir el ileo postoperatorio. Algunos estudios observan un efecto positivo de la epidural sobre el pronóstico en la cirugía abdominal abierta32,33. Pero su papel en cirugía laparoscópica está menos claro34. En cirugía mayor laparoscópica, se ha demostrado que la duración del dolor que requiere analgésicos mayores es más corta que en la cirugía abierta. Los requerimientos analgésicos en las primeras 24 h del PO a menudo son cubiertos suficientemente con analgesia oral sin necesidad de opiodes o bloqueos regionales, permitiendo dar antes de alta al paciente. Sin embargo, incluso en la laparoscopia es necesario realizar una pequeña incisión abdominal para sacar la pieza quirúrgica, por lo que ha ganado interés la analgesia espinal que permite una movilización más temprana o el bloqueo del plano transverso (TAP) para cubrir la incisión abdominal más baja. En cirugía laparoscópica hay algunos resultados contradictorios respecto a las ventajas de epi- dural sobre el uso de mórficos intravenosos en cuanto al momento del alta y recuperación de la función intestinal. Todo esto hace que la AET no parece que sea tan esencial en cirugía laparoscópica como en cirugía abdominal abierta. Analgesia IV El paracetamol iv (1gr/6h) es una parte clave en el manejo multimodal de la analgesia en el PO, para tratar de evitar el empleo de opioides. Los AINES son también un elemento importante de la analgesia multimodal. Aunque se ha sugerido que los AINES podrían aumentar la dehiscencia anastomosis, actualmente no hay suficientes evidencias para dejar de utilizar AINES como un componente de la analgesia en el PO. Antes de la retirada de la AET se debe comenzar la administración de AINES y paracetamol. Dado que en el momento del alta el paciente no recibirá analgésicos por vía intravenosa, se debe hacer la transición en el primer-segundo día de postoperatorio hacia la vía oral y comprobar que el paciente tiene buen control analgésico con estos fármacos antes de que abandonen el hospital. NUTRICIÓN ENTERAL TEMPRANA La ingesta oral clásicamente ha sido desaconsejada en el postoperatorio inmediato y, cuando se permite, se aconseja un progresivo y gradual cambio de líquidos a sólidos. Sin embargo, la nutrición adecuada es importante para mejorar la cicatrización de las heridas, reducir las infecciones y mantener una fuerza muscular suficiente para la movilización y evitar la aparición de fatiga, La ingesta reducida contribuye al catabolismo muscular. Se debe tener en cuenta en las cirugías digestivas, particularmente en presencia de una anastomosis que la temprana nutrición enteral reduce la permeabilidad intestinal comparada con la alimentación enteral tardía, con lo que se dificultará la translocación bacteriana y las infecciones. Algunos estudios han mostrado que la ingesta temprana es segura, incluso después de resecciones intestinales. El ileo postoperatorio es común después de cirugía abdominal, aumentando el dolor y el disconfort, dificultando la movilización y retrasando la ingesta oral. Últimos avances en anestesiología 10 CONTROL PERIOPERATORIO DE LA GLUCEMIA El incremento de la resistencia a la insulina y de los niveles de glucemia en el día de la cirugía y en el 1er día PO con mínima ingesta, se ha relacionado con más complicaciones y mortalidad PO tras la cirugía abdominal mayor. Aunque hay pocos datos sobre el control de la glucosa en el contexto de los programas ERAS cuando los pacientes están comiendo, se ha descrito que los pacientes con niveles más altos de Hb glicosilada preoperatoria tienen más complicaciones postoperatorias. Algunas de las medidas incluidas en el protocolo de ERAS (evitar ayuno prolongado, tratamiento con carbohidratos, AET, movilización precoz) permiten reducir la resistencia a la insulina y controlar mejor la glucemia sin riesgo de causar hipoglucemia. Se sabe que el tratamiento de la hiperglucemia reduce las complicaciones y mejora el resultado en el paciente quirúrgico. En niveles de glucemia > 180-210 mg/dl existe riesgo de diuresis osmótica que altera el balance de fluidos, por lo que se recomienda mantener niveles de glucosa < 180 mg/dl. trabajo. Por el contrario, la movilización temprana reduce las complicaciones pulmonares, contrarresta la resistencia a la insulina por la inmovilización, y mejora la fuerza muscular en la fase precoz del postoperatorio cuando se combina la movilización forzada con el soporte nutricional. Por todo ello, los pacientes deben ser movilizados de forma precoz. La estancia en cama prolongada es indeseable en este tipo de programas, ya que aumentan la pérdida de masa muscular y la debilidad, predisponen la estasis venosa y tromboembolismo y empeora la disfunción respiratoria postoperatoria. La deambulación puede aumentar la movilidad intestinal y, por tanto, reducir el ileo. También la adecuada analgesia es vital para permitir la movilización. La imposibilidad de movilización el 1er día puede deberse a un inadecuado control del dolor, continuación de fluidos iv, presencia de drenajes o sonda vesical, falta de motivación del paciente o presencia de comorbilidad previa. El fracaso para movilizar al paciente es uno de los motivos más comunes para incumplimiento de los programas de fast-track y se asocia con prolongación de la estancia hospitalaria. TEMPRANA MOVILIZACIÓN PRONÓSTICO E IMPLEMENTACIÓN DE PROGRAMAS DE FAST-TRACK La inmovilización prolongada en cama incrementa el riesgo de neumonía, la resistencia a la insulina y la debilidad muscular, reduciendo la capacidad de Cuando se utilizan estos programas observamos sistemáticamente una disminución de la estancia hospitalaria. La preocupación proviene de poder Últimos avances en anestesiología 11 incrementar el número de reingresos previo al que teníamos antes de implementar el protocolo. La implementación requiere la colaboración del equipo multidisciplinario entre anestesiólogos, cirujanos, enfermeras (de quirófano, unidades de cuidados postoperatorios y planta), fisioterapeutas y nutricionistas. Esto requiere un manejo de equipo en todos los ámbitos donde transcurra el proceso. Todo el personal relacionado con el programa debe estar motivado por el beneficio perioperatorio que supondrá para el paciente el cumplimiento de las medidas adoptadas con base a la evidencia científica disponible. AUDITORIA DE LOS PROGRAMAS ERAS El establecimiento de medidas de criterios de calidad y de un sistema de auditoria es esencial para conocer los resultados clínicos y la medida del cumplimiento, para así establecer con éxito la implementación del protocolo de cuidados del programa ERAS y conducir a una mejora continua de la práctica clínica. La auditoria del programa aporta información relevante sobre los resultados clínicos que son importantes para los pacientes, los profesionales sanitarios y la toma de decisiones de los gestores. La auditoria debe incluir tres aspectos: medida de resultados clínicos (estancia, readmisiones y complicaciones), determinar la recuperación funcional y cómo ha sido la experiencia del paciente, y por último la medida del grado de cumplimiento o desviación del protocolo del programa ERAS que se haya aplicado. Un alto nivel de cumplimiento de un protocolo ERAS se asociará a una menor morbilidad PO y menor estancia hospitalaria. Para auditar el cumplimiento y resultados de un programa ERAS es necesario establecer un sistema de recogida de la información en una base de datos que incluya los datos demográficos de los pacientes, tratamiento y resultado. Además, se debe registrar el cumplimiento del protocolo usando una serie de intervenciones de tratamiento basadas en la evidencia que hayan demostrado que influyen en el resultado. BIBLIOGRAFÍA 1. Kehlet H, Wilmore DW. Evidence-based surgical care and the evolution of fasttrack surgery. Ann Surg. 2008;248:189–98. 2. Kehlet H, Wilmore DW.Multimodal strategies to improve surgical outcome.Am J Surg. 2002;183:630–41. 3. Nicholson A, Lowe MC, Parker J, Lewis SR, Alderson P, Smith AF. Systematic review and meta-analysis of enhanced recovery programmes in surgical patients. Br J Surg 2014; 101: 172–88 4. Smith I, Kranke P, Murat I, Smith A, O’Sullivan G, Søreide E, Spies C, in’t Veld B; European Society of Anaesthesiology. Perioperative fasting in adults and children: guidelines from the European Society of Anaesthesiology. Eur J Anaesthesiol. 2011; 28:556-69. 5. Fearon KCH, Luff R. The nutritional management of surgical patients: enhanced recovery after surgery. 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