INVESTIGACIÓN Por EFACICO ENERO 4, 2017 9:20 AM EL ACUEDUCTO SUBTERRÁNEO DE PEROTE Investigación/Fotografías: L.C.C. Mario Jesús Gaspar Cobarruvias. El proceso de fundar poblaciones y sostenerlas durante siglos, hasta que alcanzan la magnitud de ciudades mayores a 10.000 habitantes, está subordinado a la abundancia de recursos naturales para satisfacer las necesidades humanas, siendo las más importantes el sustento orgánico, que se suple con la caza de animales, la pesca, recolección de frutos y la agricultura; así como el sustento vital del agua, elemento que forma parte importantísima del organismo humano y otras especies, por lo que su ausencia condena a la extinción al asentamiento. Desde la Edad Antigua (4.000 a.C.-476 d.C.) se han desarrollado en las diferentes civilizaciones del planeta, ingeniosos sistemas para surtir de agua constante y aceptable para el consumo humano. Las fuentes de abastecimientos de agua son los manantiales, lluvias, corrientes de ríos y arroyos, mantos subterráneos y depósitos como pantanos, lagos y lagunas. Cuando el vital líquido tiene su origen en el escurrimiento, filtración o un depósito subterráneo se emplean galerías filtrantes o pozos. Si es producto de la lluvia, se construyen aljibes, cisternas o chultunes (como en la Península de Yucatán). Para su captación, están las albercas, aljibes, pozos, pisos y pavimentos de patios adaptados a esta función, dotados de coladeras, rejillas, datas y compuertas. Diferenciándose si se requería modificar el curso (partidoras) o controlar la fuerza de la corriente desde el manantial (cajas de agua). Para transportar el agua de un sitio a otro, a veces es precioso elevarla, por lo que se edificaban norias y ruedas hidráulicas. Para el almacenamiento, se puede hacer uso de las represas, azudas y jagüeyes, así como las cajas de agua y tanques elevados en los sistemas públicos. En los particulares y de almacenamiento provisional, se conocen los abrevaderos, piletas y tinajeros. La conducción del agua representa uno de los mayores desafíos al implicarse grandes distancias y desniveles de terreno, empleándose los canales de navegación y los acueductos. La palabra acueducto proviene del latín aquaeductus (conducción de agua), formada por aquae (agua) y ductus que proviene del verbo ducere (conducir). Aunque existían precedentes en civilizaciones más antiguas, los ingenieros romanos, fueron los que pusieron a punto las técnicas necesarias para generalizar el empleo de acueductos. Estrictamente hablando, el acueducto era un sistema o conjunto de sistemas que permitía transportar agua de forma continua; desde los manantiales naturales, hasta un punto de consumo distante (a veces más de a 50 km de distancia). La mayor parte del recorrido se hacía por canales, que se construían por las laderas de los montes, siguiendo la línea de pendiente deseada. Cada cierta distancia se establecían pequeños depósitos (arcas o cajas de agua) para poder regular el caudal o eliminar partículas que pudiera arrastrar el agua. Cuando se debía salvar pequeños desniveles se usaban sifones invertidos, en los que el agua pasaba bajo el obstáculo y volvía a subir al nivel anterior. Sin embargo cuando el nivel era demasiado alto, el acueducto adoptaba la forma de arquería o puente, muy característica y a la que todo el mundo comúnmente llama acueducto, si bien eso es incorrecto, pues define solamente a una parte de la obra y no a su totalidad. EL ACUEDUCTO DE NEZAHUALCÓYOTL La construcción de acueductos fue una de las modalidades sobresalientes de los ingenieros de diferentes civilizaciones, destacando los romanos y mexicas, por mencionar solo dos grandes ejemplos en Europa y América. Hasta el siglo XXI han sobrevivido el gran acueducto de la ciudad española de Segovia y vestigios del Aochpango o “lugar del camino del agua” en náhuatl. La construcción del acueducto de Segovia data a principios del siglo II d.C., en época del emperador Trajano. La parte más visible, y por lo tanto famosa, es la arquería que cruza la plaza del Azoguejo, en la ciudad. Conduce las aguas del manantial de la Fuenfría, situado en la sierra cercana a 17 kilómetros de la ciudad, en un paraje denominado La Acebeda. Recorre más de 15 kilómetros antes de llegar a la ciudad, pasando por dos órdenes de arcos sobre pilares. En total tiene 167 arcos. El Aochpango proyectado por el gobernante texcocano Nezahualcóyotl entre los años de 1454 y 1466, era en su mayoría subterráneo, con 2 tubos de cerámica de 50 centímetros (cuando uno se limpiaba, el otro seguía trabajando). Descendía por gravedad a lo largo de 5 kilómetros y 2 canales abiertos de 1.20 metros de alto y 1 de ancho abasteciendo fuentes públicas. Llevaba el agua desde los manantiales del Bosque de Chapultepec, atravesaba las aguas del lago de Texcoco y llegaba hasta Tenochtitlán. 1 Vestigios del acueducto mexica conocido como Aochpango (Fuente: http://www.pbase.com/osita/image/121635825) TIPOS DE ACUEDUCTOS Existen tres grandes tipos de acueducto, que podían combinarse entre sí dependiendo de las necesidades de la población y exigencias del terreno: El acueducto DESCUBIERTO es el más conocido actualmente en Europa y América debido al uso de canales y extensa fila de arcos, como los de Segovia y Querétaro, a la vista del público y como atractivo turístico. Era el que necesitaba más previsión y más cálculos. Se usaba para salvar grandes obstáculos del terreno y distancias muy grandes difíciles de salvar para otros tipos de acueductos, que se combinaban a veces con el descubierto. También era frecuente puede hallarse en las grandes haciendas y ciudades para mover los ingenios y fábricas dotados de molinos y otros dispositivos funcionales por la fuerza hidráulica. El acueducto SEMI-ENTERRADO, el más utilizado, es también el menos costoso y el que menor mantenimiento necesitaba. La estructura quedaba a la vista pero protegida de los elementos furiosos de la naturaleza. El acueducto SUBTERRÁNEO, que se utilizaba mayoritariamente para usos agrícolas o para transportar agua potable a ciudades de terreno sin muchos accidentes geográficos. Como tenía muchas filtraciones, esto hacía que el agua se llenase de impurezas. Además, su mantenimiento era muy difícil ya que sólo se podía acceder por respiraderos, en los que el aire se viciaba muy fácilmente. Sin embargo, era mucho más económico que uno descubierto con su pesada obra de cantería. Los 3 tipos se emplearon profusamente en el virreinato de la Nueva España (1535-1821), variando mucho el modelo empleado de acuerdo a las condiciones económicas existentes en la ciudad, villa o pueblo que lo necesitase. La actualización de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en marzo de 2015, arrojó el registro de 225 acueductos existentes en México, la mayoría de los cuales se hallan distribuidos en los estados de México, Puebla, Morelia, Querétaro, Nayarit, Guanajuato y Veracruz. EL ACUEDUCTO DE VERACRUZ En el Estado de Veracruz abundan los acueductos descubiertos de arquería de pequeña y mediana magnitud comparados con los gigantes del centro y norte del país, en las que fueron riquísimas haciendas, ingenios de caña de azúcar y fábricas textiles. Quedan como ejemplo, el acueducto de la hacienda de Lucas Martín en el municipio de Banderilla (en excelente estado de conservación) y los vestigios del que abastecía a la fábrica de hilados La Claudina, perteneciente a la gran hacienda de San José de los Molinos, a 5 kilómetros de la ciudad de Perote. Pero también se hicieron los acueductos subterráneos sin arcos exteriores o con presencia mínima de ellos. Uno de los más conocidos es el conducto de 3.76 kilómetros de cañería, conocido como el Caño del fraile por haberse diseñado y construido bajo la 2 dirección del lego franciscano Fray Pedro Buzeta entre el 3 de febrero de 1723 y el 15 de abril de 1724; para abastecer 6 fuentes púbicas de la ciudad amurallada de la Nueva Veracruz y que comenzaron a fluir agua progresivamente entre el 25 de mayo de 1724 y el 3 de mayo de 1726. La conducción se realizaba a través de una cañería doble y una sencilla, que se surtían en la laguna de Malibrán donde iniciaban con una tarjea y bajaban en pendiente hacia la ciudad, pasando por una cordillera de médanos de arena fina, que filtraban el agua de las lluvias y llenaban la tarjea mencionada. El conducto para transportar el líquido tenia bóveda de cañón corrido, compuesta por ladrillos de 28 x 14 x 5 centímetros, fabricados en los hornos de la zona, 1.67 metros de ancho y casi lo mismo de alto. Se tiene la descripción de la obra pero no el plano original, a la vez que se conserva en una de las paredes del Portal de Miranda, casi frente a la desaparecida fuente de San Antonio (en el hoy parque Alvaro Obregón), una lápida de piedra cuya inscripción se grabó el día en que comenzó a correr el agua en la ciudad y dice: “ESTA FUENTE Y CAÑERÍA LA HIZO PEDRO BUZETA DE LA ORDEN DE NUESTRO PADRE SAN FRANCISCO LLEVANDO POR MAESTRO PATRÓN Y PROTECTOR AL GLORIOSO SAN ANTONIO DE PADUA A EXPENSAS, SOLICITUD Y CUIDADO DE ESTA MUY NOBLE Y LEAL CIUDAD Y VECINDARIO Y DE SU GOBERNADOR EL CORONEL DON ANTONIO DE PERALTA Y CÓRDOBA, SE EMPEZÓ EL AÑO DE 1723 Y SE ACAVÓ EL AÑO DE 1725” Lápida de piedra mencionando la construcción del acueducto subterráneo hecho por Fray Pedro Buzeta en el siglo XVIII (Fuente: Archivo del Lic. Mario Jesús Gaspar Cobarruvias) EL ACUEDUCTO DE PEROTE Otro acueducto subterráneo es el construido en la ciudad de San Miguel de Perote. En 1724 comenzó la introducción del agua potable a Perote, independientemente del uso de los manantiales de agua cristalina en los alrededores, cuando don Manuel Patiño Girón construyó un sistema de canales de madera, llamados canoas, para conducir el agua a una fuente en reposo, de la cual podrían surtirse los pobladores. En 1781, las autoridades locales gestionan ante el virrey don Martín de Mayorga Ferrer, para que los vecinos de la villa de Perote aporten una cantidad de dinero destinada al mejoramiento del viejo sistema, que constantemente se caía interrumpiendo el servicio. En los siguientes 4 años, se ejecuta el proyecto trazado por don Francisco Bustillos, teniente de justicia de la fortaleza de San Carlos, terminada de construir y montada su artillería pocos años antes. Este consiste en encauzar el agua por un conducto cerrado -a salvo de la contaminación por excrementos animales y la actividad de lavar la ropa en las fuentes de agua potable, como sucedía en el arroyo Tenoya de Veracruz- y tras mucho estudio, se decide que la comunidad aportara semanalmente 18 pesos y 4 reales para su construcción. Presentado el proyecto por el sobreestante don José Girón, se aprobó con un presupuesto de 2.775 pesos y 2 reales. Se terminó entre 1783 y 1784, bajando el agua de los manantiales en el Cerro de la Muñeca hasta la barranca de San Antonio, donde se 3 construyó un enorme depósito, pilancón o caja de agua, que dio nombre al paraje. Este punto aparece señalado en el PLANO DEL PUEBLO Y FUERTE DE PEROTE trazado en 1829, en papel calca manuscrito coloreado por el general del Cuerpo Nacional de Ingenieros, Ignacio Mora y Villamil (1792-1870) En los años siguientes, se hizo llegar el agua a través de un conducto cerrado de mampostería de piedra juntada con mortero de cal, que seguía su trayectoria hacia Perote pasando por un arco y varias alcantarillas en forma de gruesos pilares para romper la presión excesiva del agua que descendía por gravedad y hacerle llegar mansamente a las fuentes públicas. Se complementaba con una caja repartidora que distribuía el agua hacia la fuente exterior de la fortaleza de San Carlos, el vecindario y décadas más tarde a la Estación del Ferrocarril construida en 1890. Esta forma de conducir el agua, posibilitó habilitar hidrantes y fuentes públicas. Estas carecían de llaves para controlar la caída del agua, solo tenían el tubo surtidor. Cuando se colmaba la fuente, el agua corría escurría por un pequeño canal que tenía el brocal, llegaba a la mitad de la calle y por ahí corría, completando un circuito cerrado. La gente que se veía obligada a surtirse en estas fuentes públicas, ante la carencia del agua potable que llegara directamente a sus hogares, les asignó diversos nombres populares: Las Conchitas, El Pilancón, La Escondida, El Calvario, San Miguel, etc. Señalización de la Pileta de Agua y el rancho de San José Ocopila en el plano de 1829 (Fuente: Mapoteca Orozco y Berra) También, mediante un fondo pío, la construcción de lavaderos públicos en 1869 (como los de Veracruz en la Plazuela de Loreto), donde termina la calle José María Pino Suárez. Se inauguraron en 1870 y funcionaron con el nombre de El Paraíso hasta su desaparición en 1956, al introducirse el agua potable en todos los domicilios de la zona. Estaban dotados de largos techos a dos aguas de tejamanil. Este sistema funcionó hasta que en 1940, a solicitud de los habitantes de Perote, el gobierno federal envió una brigada de ingenieros, con la finalidad de proyectar un nuevo sistema de agua potable. En octubre de 1943, el ingeniero Ignacio M. Cevallos inicia la construcción del nuevo sistema consistente en tubería de hierro fundido de 4 pulgadas, cajas de concreto y tanque de regularización con capacidad para 150 metros cúbicos totalmente protegido del exterior, para hacer funcionar una red de distribución de 6 a 2 pulgadas de diámetro. Así, se instalaron tomas individuales en 444 domicilios a un costo de 50 pesos cada una, pudieron pagar algunos el alto costo, a razón en fracciones de 12.50 mensuales. Todo esto fue posible gracias a un convenio entre los gobiernos de México y Estados Unidos. Frente al Ayuntamiento se erigió un obelisco portando una placa de bronce conmemorando la inauguración del nuevo sistema de agua potable en 1945, siendo alcalde de Perote el señor Andrés Ortega Sánchez. En 1940, fue instalado un drenaje a poca profundidad en el barrio del Calvario: se escarbaron piedras y se hizo una zanja, dotada de un caño a base de ladrillos y mezcla, evitando que el agua sucia saliera de las casas a la calle. El primer drenaje de Perote fue instalado por don Jesús Taboada, para dar salida a las aguas negras de su negocio Los Baños Neptuno, ubicado en la calle de Madero 4 desde su apertura en 1920. En 1948 entra en funcionamiento la red de expulsión de aguas negras en el resto de la ciudad, con una longitud de casi 8.000 metros. Referente al acueducto del siglo XVIII, se trataba claramente del tipo cerrado complementado con algún arco y alcantarillas para regular la presión del agua en pendiente, no era un acueducto abierto con abundante arquería y el líquido corriendo por un canal al aire. Cabe señalar que las autoridades, desde el siglo XVIII, tomaron en cuenta el factor del tipo de suelo sobre el que se asienta Perote, que es lo que hoy se conoce como Regosol, palabra que deriva del vocablo griego rhegos que significa sábana, haciendo alusión al manto de alteración que cubre la tierra. Los regosoles se desarrollan sobre materiales no consolidados, alterados y de textura fina. Aparecen en cualquier zona climática sin permafrost (capa de hielo permanente en los niveles superficiales del suelo de las regiones muy frías o periglaciares) y a cualquier altitud. Son muy comunes en zonas áridas, en los trópicos secos y en las regiones montañosas. Las lluvias y vientos que bajan de las cordilleras volcánicas del Pico de Orizaba y Cofre de Perote hacia la extensa llanura tras bajar por la cuesta de Cruz Blanca, arrastran fuerte cantidad de polvo y arena fina del terreno semidesértico, que además está cubierto por la costra de los derrames volcánicos de hace cientos de años, conocida como Mal País. En estas condiciones, el agua expuesta suele contaminarse fácilmente y endurecerse conforme descienden las temperaturas a bajo cero. Otro factor importante, era el número de habitantes de la villa de Perote, una vez pasado el boom de pobladores adicionales por la construcción de la masiva fortaleza de San Carlos (1770-1777) y los arreglos del camino real hechos por el Consulado de Veracruz (1795-1812). En 1874, el geógrafo Antonio García Cubas estima que Perote apenas tenia menos de 1.000 habitantes, tras un auge de casi 4.000 en las décadas anteriores. Hacia 1810, Veracruz albergaba un máximo de 16.000 habitantes entre población residente y flotante. Xalapa, aproximadamente 11.000 almas, que se fueron incrementando conforme acogió un gran número de refugiados y la llegada de regimientos españoles durante la Guerra de Independencia (1810-1821). El Censo de Poblaciones de 1882, señala que en ese año apenas había 2.543 habitantes en la cabecera municipal de Perote, perteneciente al Cantón de Jalacingo y el Informe de los Gobernadores en 1885, indican una diferencia mínima de 2.511. Con una población tan escasa, no superior a 5.000 habitantes, que vivía del comercio, agricultura y atención a los viajeros del camino real Veracruz-México, Perote no tuvo la economía municipal suficiente para sufragar una gran obra para conducir el agua potable a través de grandes arcos de mampostería y que por su exposición a la arena, requeriría grandes gastos en el mantenimiento y limpieza constantes. Aparte, la pequeña área geográfica de Perote y su reducida importancia política en el juego de intereses nacionales -con la fortaleza de San Carlos en progresivo y decadente estado durante el siglo XIX- no justificaba un desembolso para una obra tan grande en una llanura donde los accidentes geográficos están presentes pero no son imponentes. Tal como sucediera en el caso de Veracruz con el Caño del Fraile, la mejor solución era una obra lo más económica posible que abasteciera a la población con un gasto reducido de mantenimiento y limpieza, a salvo de las arenas arrastradas de los médanos y el suelo regosol: un acueducto subterráneo con alcantarillas y registros. Eso explica también la ausencia de noticias de los viajeros que remontaron el camino hacia el altiplano en los siglos XVIII y XIX y no señalan la existencia de una gran obra de arquería para sostener un acueducto descubierto, que por la pequeñez de la villa llamaría enseguida la atención, además de la fortaleza de San Carlos, que todos mencionan como lo más relevante de Perote, además de sus mesones y clima frío seco, ideal para conservar la pólvora. La economía de Perote se vería incrementada, aunque muy desigualmente para sus habitantes, durante el periodo dorado de las haciendas de San José de los Molinos y Tenextepec en las sucesivas presidencias del general Porfirio Díaz (1876-1911). El acueducto subterráneo afluía hacia diversas alcantarillas en las calles, que no estaba llenas de agua sino que contenían los tubos de distribución: 1. Una estaba en la fuente del Calvario. 2. Otra en los lavaderos El Paraíso. 3. También en la calle de 5 de mayo. 4. De la anterior partía el conducto para la fuente redonda de los lavaderos Verdes en la calle de Madero. 5. También una en la calle de Madero, donde ahora está un expendio de semillas. 6. Igualmente en Madero cerca de la tienda del ISSTE. 7. Otra estaba en la calle Morelos casi frente al Hospital Civil, que fue tapada por el nuevo dueño de la casa y el H. Ayuntamiento del trienio 1993-1995 le colocó una placa conmemorativa. 8. Una existía en la calle de Aldama junto a la fuente La Conchita. 5 9. En la esquina de Belisario Domínguez y Pino Suárez, existía otra que surtía varios depósitos y que se recuerda por su placa conmemorativa aun visible, pegada a la parroquia de San Miguel Arcángel, cuyo texto indica lo siguiente: “PEROTE. ALCANTARILLA PRINCIPAL, DEL MONTE LLEGABA EL AGUA A ESTA ALCANTARILLA PARA SURTIR LAS DEMÁS ALCANTARILLAS Y FUENTES PÚBLICAS DE LA VILLA DE PEROTE. AHORA CIUDAD DESDE 1973. H. AYUNTAMIENTO 1995-1997. PEROTE, VER. 20 DE JUNIO DE 1996.” Placa señalando la alcantarilla principal e el muro de la parroquia de San Miguel Arcángel (Fuente: Archivo del Lic. Mario Jesús Gaspar Cobarruvias) Todos estos depósitos eran abastecidos por la alcantarilla mayor en forma de pilar cuadrado, situada en el extremo del antiguo rancho San José Ocopila (actualmente en la esquina de las calles Barranca de Ocopila y Río Blanco). En una de sus caras, fue colocada una placa en 1993, que dice: “ESTE ES EL ÚLTIMO VESTIGIO DEL ACUEDUCTO QUE CONDUCÍA EL AGUA DE LA MONTAÑA A PEROTE. H. AYUNTAMIENTO 1992-1994. PEROTE VER. 20 DE JUNIO DE 1994” El domingo 13 de diciembre de 2015, la 7a. Expedición de Exploración y Estudio del Camino Real Veracruz-México (EXESCRVM), dirigida por el Lic. Mario Jesús Gaspar Cobarruvias y guiada por el arqueólogo Emmanuel Gleshmann Merino y la comunicóloga Jaquelin Flores Cortés (miembros de la empresa Turismo San Carlos de Perote), e integrada por 21 personas procedentes de los municipios de Xalapa, Perote, Coatepec y Veracruz (historiadores, ingenieros, comunicólogos, fotógrafos, montañistas, estudiantes de diversos grados, etc.), realizó un reconocimiento del antiguo camino real Veracruz-México desde la fortaleza de San Carlos hasta el puente del Águila, realizando además el levantamiento arquitectónico del cuerpo de la alcantarilla mayor cerca de la barranca de Ocopila. Esta estructura de figura troncocónica está constituida por mampostería de gruesa piedra volcánica (basalto) y ladrillos, unidos con mortero, se ubica a 2426 metros de altitud, orientada en eje norte-sur y ligeramente en diagonal respecto al trazo longitudinal de la calle actual Barranca de Ocopila. Tiene una altura total de 5.63 metros y se halla elevada 60 centímetros por encima del pavimento. La base cónica está reforzada por 4 contrafuertes triangulares que miden entre 94 centímetros y 1.02 metros de alto, 94-97 centímetros de ancho y 1.43 metros de espesor en su parte más ancha. La parte cónica posee 6.74 metros de diámetro y a nivel del suelo posee 4 aberturas de ventilación entre cada contrafuerte. El pilar tiene una altura de 3.57 metros, midiendo sus caras cuadradas de 1 a 1.06 metros, con un remate cuadrado de 1 metro de lado en la parte superior. Su interior es hueco, con 2 metros de profundidad, descartando que sirviera como pilastra de soporte para un arco o un canal, de los que no hay ningún vestigio en la estructura. Atrás, se encuentra el antiguo muro del rancho San José Ocopila, que mide aproximadamente 58.17 metros de longitud y 3.13 de alto, flanqueado por dos gruesos contrafuertes cilíndricos de 3.28 metros de diámetro y 1.7 metros en el remate. En el centro tiene un contrafuerte prismático de 52 centímetros de ancho y 50 de espesor. Al pilar se le ha asignado el nombre de alcantarilla, si bien no facilita el desagüe, su función y diseño obedecen a la necesidad que se tiene de oxigenar y cargar con la presión atmosférica al acueducto y mantener el régimen de flujo líquido uniforme, el mismo que no causa erosión ni sedimentación en el canal, que en este caso se encuentra cerrado en mampostería. Así, el flujo del agua en 6 pendiente, puede llegar a las fuentes con una velocidad muy mansa, que no revienta el conducto y pueda ser utilizado sin problemas en las fuentes públicas. Ya sea por canales o tubos subterráneos, el flujo de agua queda protegido de la arena y su calor, conserva su frescura y sus costos de construcción/mantenimiento son muy económicos respecto a los de un acueducto monumental descubierto y sostenido por arcos. 7 BIBLIOGRAFÍA Icaza Lomeli, Leonardo. DE AGUA Y ARQUITECTURA NOVOHISPANA. 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Rodolfo Calderón Vivar es egresado de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Veracruzana 8