Sobre la “objetividad” histórica en el siglo XX Resumen En el presente escrito se intentará esbozar un recuento de la objetividad en la historiografía del siglo XX, tratando de incluir en su desarrollo a las más influyentes corrientes de la filosofía de la historia. Para ello se analizará brevemente cuatro de estas, y con esto, hallar el sentido de objetividad que más se adecúa a la práctica histórica de nuestros tiempos, develando la importancia de esta evolución y de cómo el posmodernismo abrió la puerta a un mayor desarrollo heurístico del conocimiento histórico, en donde los testimonios que antes eran mal vistos ahora son protagonistas en el trabajo historiográfico. Palabras clave Conocimiento histórico, objetividad, filosofía de la historia, subjetividad. Introducción La historiografía ha desarrollado, desde fines del siglo XIX, un ejercicio de reflexión sobre el objeto de estudio del que trata, pero también otras más inmanentes, traducida en el análisis del significado de la Historia. Desde Collingwood, pasando por Walsh, los neopositivistas, hasta los posmodernos, se tratará de comprender como fue el proceso de desmitificación de la modernidad y como la objetividad pasó de ser una aspiración a un problema incontestable. La estructura de este trabajo será un análisis de las cuatro corrientes más influyentes del siglo XX en tanto que reflexionaron acerca de lo que significa la historia y cómo es posible comprenderla, ante esto, se verá cómo han tratado el tema de la objetividad y, con esto, ver si existe una comunicación entre estas posturas que haya podido estructurar una nueva forma de trabajar la historia, con mayor afinidad y profundidad. Sin duda el posmodernismo fue, de las tres corrientes, la que más dejó en evidencia las fuertes contradicciones de la historia, por una parte, la idea de objetividad quedó totalmente obsoleta como forma de acercamiento a la verdad, y también la verdad misma quedó totalmente descartada, ya sea en relación con el texto o en relación con la congruencia con enunciados. Existen sin duda una cantidad ingentes de críticas a esta subjetividad, puesto que planta a la historia como una forma de estudio sin sentido frente a las problemáticas del siglo XX, pero en lo referente al ejercicio historiográfico actual cabe preguntarse ¿Fue el posmodernismo un estancamiento en la forma de hacer historia o si, por el contrario, fue una propuesta que, por medio de la crítica a la idea de ciencia, logró contribuir a un desarrollo mucho más inclusivo del quehacer del historiador? La idea del fin de la modernidad también trae consigo el problema de si las corrientes que se venían desarrollando pierden totalmente su valor en el ejercicio historiográfico o si pudieron adaptarse a las nuevas perspectivas que surgieron en respuesta a esta búsqueda de significación. La idea de objetividad: del mentalismo a la filosofía especulativa de la historia Colingwood, ante la objetividad, propone que la historia como ciencia sui generis presenta una vinculación entre el investigador y objeto de estudio, los cuales son inseparables, es la aprehensión del objeto de estudio por medio del pensamiento lo que distinguía a la historia de las demás ciencias, en otras palabras, distingue la interioridad de la exterioridad del acontecimiento. El uso de la mente, en este sentido, sustenta la idea de una superación del ámbito natural, a esta corriente se le llama, por tanto, “mentalismo” y que sentía una peculiar idea de progreso por medio de lo que él llama la “autoconciencia”. Esta es una idea profundamente antropocentrista la cual pone al ser humano autoconsciente en centro de la idea de progreso, un progreso apegado a lo racional y, por tanto, a una idea científica que se desligue de la literatura, la cual no es ciencia y, por tanto, no es historia. Pretender fundamentar la historia como ciencia sui generis presenta un par de problemas, ya que, por un lado, impide un diálogo de acuerdos con una comunidad científica y, por otro, ver una idea de progreso tan marcada como fundamento de la ciencia, expresa solamente una valoración general de la disciplina, postulándola como única. Con ello podemos deducir que, si bien el mentalismo proporciona a la historia un método ajeno a los cánones tradicionales del cientificismo clásico y a la historia del tipo que hace Ranke. La filosofía de Collingwood fue criticada por la teoría crítica de Walsh, por lo que la intromisión del primero fue la antesala a otros intentos de lograr hacer de la historia una ciencia. Walsh, por su parte, buscaría un sistema directamente crítico con lo que implica el “ser ciencia”, la filosofía de este estaría influida por la idea de Colingwood respecto a la historia como una ciencia sui generis centrada en la interioridad, pero amplificaría el sentido de interioridad de esta a algo más amplio que solo el pensamiento humano llevando a la interioridad a abarcar el espectro emocional completo detrás de cada sujeto histórico en sí. La gracia del modelo filosófico de Walsh es que da cuenta de los requisitos que, según el mismo Walsh, son los que determinan que una disciplina pueda ser considerada ciencia, para ello plantea cuatro principios básicos que cada disciplina científica debía aspirar a mantener esto principios corresponderían a un proceso metódico, un cuerpo de verdades generales, una capacidad predictiva y una objetividad, lo que nos hace darnos cuenta que Walsh si tomaría a la objetividad como punto importante de debate respecto a la labor de la disciplina historiográfica. Para Walsh, la historia debía aspirar a ser científica bajo una búsqueda de verdades objetivas exclusivas de una ciencia novedosa como lo era el caso de la historia, con ello determinaba una crítica a la acepción de objetividad histórica basada en el simple escepticismo hacia leyes que promuevan un conjunto de verdades abiertas y generales como otras disciplinas científicas determinaban, según Walsh el sentido de la verdad objetiva que la historia entrega estaba construido en base a conjuntos de verdades cerrados y correspondían a verdades por congruencia más que por correspondencia, con ello se determina que el modelo histórico si responde a una objetividad pero una mucho menos estructurada que la de las ciencias naturales y que se media en torno a la asociación de diversos elementos históricos entendiéndose esto como modelo de coligación. Aquí podemos dar cuenta de un profundo interés de Walsh por mantener un estudio histórico de tipo científico que incluye una expectativa de busque de la verdad, pero esta era sustentada por un tipo de objetividad distinta a las de otras ciencias por lo que se atrevería a decir que la objetividad de las ciencias naturales no solo no es el único modelo de objetividad, sino que tampoco necesariamente el más exacto. Nos queda evaluar la corriente Neopositivista de Hempel, esta es directamente heredera de la Filosofía Analítica, corriente la cual creía en una relación profunda entre la estructura del lenguaje y la estructura de la realidad, para Hempel era inconcebible entender a una historia científica ajena a principios que si respetaban las ciencias exactas, junto a dicha ida sostenía que la realidad era algo ajeno a la historia misma y que esta solo podía acercarse a ella de manera parcial en base a la relación de fenómenos, con esto se delimita que el objetivo concreto del historiador era la construcción de leyes generales en base de la investigación exhaustiva, con dicha formulación de leyes se daba paso a la construcción de una funcionalidad done se asociaban dos variables que correspondían al hecho en cuestión (Condición Inicial) y la Clase de Hecho que representaría la tipología del hecho en cuestión, ambas variables pasarían a ser asociadas en función de una ley general que permita predecir la causalidad del hecho. Como podrá notarse, la fórmula de Hempel responde a una objetividad casi matemática donde el ideal es construir una capacidad predictiva cuyo rigor iguale a las ciencias exactas y sea capaz de suprimir cualquier criterio de subjetividad El posmodernismo y la crítica a la objetividad Hayden White, en Metahistoria, deja claro que lo que importa no es la superficialidad del relato, sino su estructura, distingue la explicación que la entiende topológicamente como formas, arquetipos y tácticas, o lo que es igual a una argumentación formal, una explicación por la trama y una explicación por implicación ideológica, la estructura sería “formalizaciones de intuiciones poéticas” que excluyen de la estructura a todas las teorías particulares que doten a esta de una explicación. La combinación de los distintos modos da como resultado el llamado “estilo” historiográfico, que responde a un nivel profundo de conciencia y que es de un carácter esencialmente poético. La conclusión más importante del autor, en relación a la objetividad, tiene relación precisamente con la calidad de ciencia en historia, el autor plantea que cualquier exigencia por hacer de la historia una ciencia, responde más a una preferencia epistemológica particular, que es imposible de aplicar teniendo en cuenta que antes que nada se establece una “modalidad específica de conceptualización histórica”, la cual tiene una base estética o moral, y no responde a una justificación epistemológica. Esto, evidentemente, lo enfrenta a todas las corrientes que la antecedieron, si Collingwood veía a la historia como un objeto único para todos, puesto que es un objeto real que cada sujeto interpreta por medio de su mente, y que dicha interpretación debe estar sujeta a la confirmación por medio de los testimonios, White va a decir que dichos hechos no se presentan de forma discernible, por lo que es el historiador quien les da sentido por medio de la narración. En el caso de Walsh, la idea de objetividad está abierta a la crítica, puesto que reconoce el rol de la subjetividad y su influencia en el historiador, como también reconoce que la verdad objetiva siempre ha escapado a estos, pero se mantiene, en cierta forma, en una posición de fe frente a su aprehensión y propone medios para poder aplicarla fundamentados en la idea de ciencia y en la idea de la explicación, ante esto distingue la objetividad histórica de la científica proponiendo una explicación por medio de la coligación. Evidentemente la crítica posmoderna es totalmente contraria y radical a los postulados del neopositivismo y la filosofía analítica que, a pesar de su interés en el lenguaje, este lenguaje es puramente cientificista y no considera la narración o la trama, Ante este escenario surge un diálogo entre la comunidad historiográfica, autores posmodernos defendían sus posturas frente a las críticas, lo que llevó paulatinamente a la conformación de nuevas corrientes que consideraron las propuestas del posmodernismo para poder realizar una historiografía novedosa, que se desligaba de las grandes narrativas, este fue el caso de, por ejemplo, la microhistoria, el New Historicism o la nueva historia cultural y, a pesar de que existía una gran cantidad de historiadores que nunca participaron de dicho diálogo, existió un visible cambio a la hora de abordar nuevas fuentes invisibilizadas hasta bien adentrado el siglo XX, logrando construir una historiografía novedosa que, aunque sujetas a críticas, lograron reestructurar una nueva idea de objetividad.