PEDRO PÁRAMO GÉNESIS Y ARGUMENTO DE LA OBRA Tras la publicación de El llano en llamas, Rulfo emprende una novela en la que venía pensando desde hacía tiempo. Él mismo ha contado cómo escribió un primer capítulo en un cuaderno escolar, cómo tomaba notas en los más diversos momentos y en cualquier papel. En unos meses, reunió unas trescientas páginas, pero la elaboración fue trabajosa y presidida por "una gran ansiedad" ("porque para escribir se sufre en serio", diría). "Llegué a hacer -confiesa- otras tres versiones que consistieron en reducir a la mitad aquellas 300 páginas. Eliminé toda divagación y borré completamente las intromisiones del autor." Confirman estas palabras lo que antes dijimos sobre los escrúpulos creadores de Rulfo. Incluso vaciló en el título, que fue sucesivamente Los murmullos y Una estrella junto a la luna. Por fin, animado por el editor, entregó la novela con el título definitivo. La obra asombró y desconcertó al lector común por la ya comentada mezcla de elementos familiares y de novedades de enfoque y técnica. Sinteticemos la "historia". Juan Preciado, en cumplimiento de la última voluntad de su madre, llega a Comala en busca de su padre, "un tal Pedro Páramo", a quien no conoció. Pronto sabrá que Pedro Páramo murió hace años. Comala es un pueblo fantasmal, habitado por seres que parecen estar en una extraña frontera entre la vida y la muerte. Poco a poco comprenderemos que todos están muertos verdaderamente. Pero habremos de llegar a la mitad de la novela para descubrir que el mismo Juan Preciado murió tras llegar a Comala. Entre tanto -y después- las ánimas y las "voces" que pueblan la aldea nos van desvelando, a retazos, la vida pasada del pueblo y la de Pedro Páramo. Este fue un cacique implacable, que no retrocedió ante nada para ensanchar sus tierras y su poder (entre otras cosas, se casó por interés con Dolores Preciado, a la que abandonaría después con su hijo Juan). Pero, a la vez. Pedro Páramo es un hombre frustrado, vacío, sin amor, abocado a la soledad, y que encontrará una muerte absurda a manos de otro hijo abandonado. Encierra esta historia, junto a unos personajes vigorosos y un ambiente fascinante, hondas sugerencias y complejas significaciones. Pero, antes de abordar estos aspectos, es indispensable hablar de su estructura. ESTRUCTURA DE LA NARRACIÓN En el caso de una novela como Pedro Páramo, resulta especialmente oportuna la distinción que la teoría literaria establece entre la historia (los hechos que se cuentan, tal como se sucedieron) y la narración (la disposición y la manera de contarlos). El mismo autor, en una entrevista reconocía que estamos ante "una novela difícil"; y añadía que "se necesitaba leerla tres veces para entenderla". Y así, con el fin de que el alumno aborde con menor dificultad su relectura, anticiparemos unas precisiones. En cuanto a su estructura externa, la obra se compone de 70 secuencias o fragmentos, a veces muy breves, y que son como piezas de una historia rota que el lector irá recomponiendo a modo de rompecabezas. (Como en el caso de otras novelas estudiadas, es imprescindible numerarar las secuencias. La estructura interna de la narración presenta dos "líneas" o hilos narrativos que avanzan alternándose y entrecruzándose. Helas aquí, por orden de aparición: 1.ª Secuencias referentes a Juan Preciado: Están narradas en primera persona. Siguen, en general, un orden cronológico (pero en ellas se insertan, en letra cursiva, palabras anteriores de la madre). 2.ª Secuencias referentes a Pedro Páramo (empiezan con la § 6). Narradas en tercera persona. Nos remiten al pasado, con respecto al tiempo de la línea 1ª pero, además y aquí entramos en lo más complejo se presentan sin orden cronológico. Añadamos que muchas secuencias de la línea 1ª hacen referencia a los hechos de la 2ª y que hay algunas secuencias que podemos llamar mixtas, como hacemos en los cuadros citados. Por otra parte, el desarrollo de la narración presenta un giro perceptible cuando el lector comprende que Juan Preciado está muerto (§§ 36-37). Entonces nos damos cuenta de que todas aquellas secuencias anteriores en que él hablaba en primera persona forman parte del relato que le hacía a Dorotea la Cuarraca, que está enterrada a su lado. De acuerdo con ello, la novela se dividiría (cf. González Boixo) en dos partes: 1. Secuencias 1-36 (ó 37). Predomina sensiblemente la historia de Juan Preciado (línea 1.ª). IL Secuencias 37 (ó 38) al final. Domina netamente la 2ª línea (historia de Pedro Páramo, y en especial sus relaciones con Susana San Juan). Juan Preciado, junto a Dorotea, escucha -y a veces comenta- lo que evocan las voces de los muertos. Lo dicho hasta aquí indica que nos hallamos ante una estructura muy meditada, con propósitos muy definidos: en seguida insistiremos. Pero veamos antes algunos de los aspectos que le confieren su originalidad... y su dificultad. Ya hemos aludido al desorden cronológico con que se suceden los episodios de la vida de Pedro Páramo. Además, cada episodio se fragmenta en diversas secuencias. Entre los episodios o las secuencias hay elipsis (se saltan sucesos o acciones que el lector debe suplir), y sobre todo, las secuencias de una y otra "línea" se entremezclan de forma abrupta, sin "advertencia", salvo excepciones (recordemos que Rulfo había prescindido de las "intromisiones del autor"). Todo ello hace que la narración avance de un modo sincopado, a veces con bruscos flashes, con saltos y con vacíos. Es un tipo de relato al que hoy nos ha podido acostumbrar cierto cine y que ya tenía precedentes en las narrativas extranjeras (el ejemplo más claro sería el de Faulkner, pero Rulfo confesaba no haberlo leído aún). El efecto que el relato produce en el lector es, en principio, de desconcierto y, a la vez, de suspensión. Véase cómo se suceden las primeras secuencias; sobre todo, el salto brusco de una "línea" narrativa a otra en la secuencia 6; y, dentro de las primeras secuencias sobre Pedro Páramo, cómo se mezclan episodios y épocas distintas (p. e., §§ 714). Con todo, a veces, Rulfo proporciona ciertas pistas al lector para que hilvane unas secuencias con otras. Dos ejemplos: a) La § 12 termina con "más te vale"; y la 18 empieza con "Más te vale, hijo". b) Las primeras palabras de la § 20 son "Tocó con el mango del chicote..."; sigue un salto atrás (~§ 21-23), y el comienzo de la 24 es "Tocó nuevamente con el mango del chicote..." En el Indice de secuencias indicamos enlaces de este tipo. Cabe preguntarse el porqué de tal complejidad. Lo cierto es que no tiene nada de gratuita. Rulfo insistió en que le guiaban propósitos bien definidos. Escogió la estructura que le parecía más adecuada, más eficaz, para impregnar al lector con el hondo sentimiento de la trama de un vivir colectivo, de la relatividad del tiempo humano y de esa extraña vecindad de la vida y la muerte. Sin duda, la impresión de la "historia" habría sido muy distinta con otra forma de "narración". Naturalmente, tal propósito es inseparable de aquella citada inquietud de renovar las técnicas narrativas. Ello impone una nueva actitud del lector: una postura activa, un esfuerzo por participar en la "construcción" del relato (antes hablamos de "recomponer un rompecabezas"). Si el lector se presta al juego, poco a poco irá viendo más claro (sobre todo mediada la novela) y la lectura será apasionante. LOS PERSONAJES La novela se presenta, en una primera instancia, como la historia de un cacique, de un tirano local, en torno al cual giran los demás personajes. Pedro Páramo es, en efecto, el centro de todo ese mundo. Estamos ante un personaje impresionante. Desde el principio se habla de él como "un rencor vivo". De una manera magistral, se van acumulando datos sobre él página tras página. Lo vemos de niño, pensando ya en Susana. Lo vemos rodeado de muerte: la del abuelo, la del padre, como la posterior de su hijo Miguel (pero que se nos cuenta antes: § 12). Y lo vemos endurecerse y agigantarse al frente de "La Media Luna", su hacienda, que va ensanchando sin reparar en medios, sin detenerse ni ante el crimen. Es la personificación del poder más brutal, de la violencia (engendrada por la violencia). Pero no le es ajeno cierto sentimiento de culpa: "Estoy empezando a pagar", dice al enterarse de la muerte de Miguel (§ 40). Y en su fondo hay algo hermoso: el amor por Susana San Juan, aunque lo lleve a conseguirla por cualquier medio. Fue su única ilusión verdadera, pero frustrada: la incomunicación marcará sus relaciones con ella (v. § 52, al final). Y cuando Susana muera. Pedro Páramo - hundido en una definitiva soledad- se dejará morir. Susana San Juan es - según el mismo Rulfo- el ideal. Habrá que fijarse, por ejemplo, en cómo habla Pedro de ella. Pero, en sí misma, es una figura aureolada por un lirismo turbador que se manifiesta especialmente en sus sueños o recuerdos de su amor por Florencio. ¿Amor real? Rulfo precisó que tal personaje era un producto de la locura de Susana. Pero la ambigüedad no se agota. ¿Y cuál es la causa de su locura? ¿La ausencia de amor? Así parece, mas la obra deja entrever algo inquietante y traumático en las relaciones con su padre. Lo dejamos simplemente apuntado para su discusión. Pero lo más importante es que Susana es el único personaje sobre el que el poderoso Páramo no tiene poder. Otras mujeres que tuvieron alguna relación con Pedro Páramo serían Eduviges Dyada, Damiana Cisneros o Dorotea la Cuarraca; pero destaca sobre ellas Dolores Preciado, madre de Juan. Es una figura inversa a la de Susana: en este caso, fue ella la ilusionada con Pedro Páramo, aunque su ilusión también desembocó en el desengaño (a Pedro sólo le interesaban sus tierras). Muere lejos de Comala y su nostalgia -y su rencor hacia Páramo- impulsarán a Juan Preciado a ir en busca de su padre ("El olvido en que nos tuvo, mi hijo, cóbraselo caro"). Juan Preciado es el otro eje de la novela. Y sus dimensiones son complejísimas, pues enlazan con mitos mejicanos y universales. Luego insistiremos en ello; apuntemos sólo que encama la figura de la criatura abandonada en busca del padre, de sus raíces, de lo que es "suyo". Pero esa busca conduce a la muerte; su camino es un descenso a los infiernos. Y así, encarna - como otros personajes y de forma eminente- el fracaso de toda ilusión y la tragedia del vivir humano. Hay otros hijos de Pedro Páramo. Dos desempeñan un papel en la obra. Miguel Páramo, hijo ilegítimo pero reconocido, es el reverso de Juan Preciado. Y viene a ser "otro Pedro Páramo", en todo lo que éste tiene de peor. Su temprana muerte es el principio del castigo que recibe el desalmado cacique. El otro hijo es Abundio, ese enigmático personaje que aparece ya al principio (el arriero de § 2) y que reaparecerá - con estricta simetría en la secuencia penúltima y decisiva. Su papel es el de un vengador a la vez justiciero y absurdo (está borracho), y enlaza con otro mito ancestral: el del hijo que se rebela contra el padre y le da muerte. Queda el padre Rentería, otro personaje importante. Su significación es clara: representa a un sector de la Iglesia que está aliado con el poder hasta la mayor degradación. En este sentido, tienen una fuerza enorme las acusaciones de que es objeto por parte de otro sacerdote, e1 cura de Contla, en un pasaje que merecerá comentarse un detalle (§ 41). Es, por lo demás, un personaje torturado pero incapaz de enderezar su vida dignamente. Al final lo veremos sumarse a los "cristeros". En suma, una muestra de una religiosidad deforme. Pero sobre el peso de la religión en la novela habrá mucho más que decir. Junto a los personajes mencionados, hay una serie de figuras secundarias, o que aparecen de una forma fugaz, y que contribuyen - en no pocas veces de modo inquietante- a sumergirnos en la atmósfera irrespirable de Comala. Ello nos conduce al punto siguiente. EL AMBIENTE. COMALA Pedro Páramo es -decíamos- "la historia de un cacique", pero mucho más. Como afirmó Rulfo, "en verdad es el relato de un pueblo: una aldea muerta en donde todos están muertos, incluso el narrador, y sus calles y campos son recorridos únicamente por las ánimas y los ecos capaces de fluir sin límites en el tiempo y en el espacio". Comala, con sus dimensiones reales y míticas, es uno de esos ámbitos novelescos inolvidables (en la literatura hispanoamericana, sólo comparable al Macondo de García Márquez). En primer lugar, es una síntesis de muchos pueblos de la tierra de Rulfo que se iban quedando abandonados y donde - según sus palabras- "los vivos están rodeados de muertos". Encierra asimismo una síntesis de elementos característicos de la historia de Méjico, centrada en una sociedad rural arcaica y de tipo feudal. Pero su significación no se agota con estas facetas testimoniales. Las dimensiones de Comal a son múltiples. Se ha hablado de tres Comalas: la Comala soñada o ideal, la Comala "real" o de Pedro Páramo y la Comala muerta o "infernal". Veámoslo. En primer lugar, y como punto de referencia, está lo que podemos llamar una Comala paradisiaca: es la que, desde lejos, evocaba Dolores Preciado ante su hijo Juan, y la que despierta la "ilusión" y las "esperanzas" de éste. Pero lo que descubriremos - como Juan - será bien distinto. Desde el principio, Comala responderá a su nombre (de comal, placa de barro que se pone sobre el fuego); en la pág. 68 se nos dice: "Aquello está sobre las brasas de la tierra, en la mera boca del infierno". Y es admirable cómo Rulfo va introduciéndonos en ese ambiente inquietante, misterioso, sofocante: "pueblo sin ruidos", "casas vacías", "ecos", "murmullos"... Y muy pronto esa Comala tan distinta de un paraíso se nos desdobla a su vez en dos. Una es la Comala de Pedro Páramo, una Comala "histórica" sólo en cierto modo. Representa el reino de un poder tiránico, de la violencia, de la injusticia, de la degradación y la alienación en diversas formas, hasta la locura. Su destino está ligado al de Pedro Páramo. Y será, en suma, un pueblo abocado a la soledad y a la destrucción. No es extraño que aquella Comala sea colindante con la tercera: la Comala infernal o el reino de los muertos. Saltamos así al mundo mítico. De un modo también gradual y admirable, el lector va percibiendo la índole fantasmal de los inquietantes personajes que aparecen y desaparecen, o va identificando las extrañas voces. Son almas en pena, criaturas condenadas a revivir un pasado horrible o torturadas por remordimientos. Es un mundo sin esperanza en el que se concentra la desolada significación última de la obra, como veremos. SIGNIFICACIÓN DE PEDRO PÁRAMO Lo apuntado sobre la historia, los personajes y el ambiente nos ha hecho entrever la complejidad y riqueza de significaciones que la novela sugiere. De ahí que se haya prestado a muy diversas "lecturas" (sociales, simbólicas, míticas, psicoanalíticas...). Sólo como guía para la reflexión, propondremos, unos puntos esenciales. El primer plano de significación sería el histórico y social. La acción se sitúa en un tiempo preciso: el último tercio del siglo XIX y el primero del XX. Hay referencias importantes a la Revolución mejicana (iniciada en 1910) o la citada insurrección de los "cristeros" (1926-28>. El personaje de Pedro Páramo es quintaesencia de un tipo histórico real. Y acabamos de indicar lo que Comala tiene de reflejo de realidades geográficas y sociales concretas. Un paso más ha llevado a ver en Pedro Páramo unas claves esenciales del alma mejicana. Base de estas interpretaciones es el análisis que del ser de Méjico hizo Octavio Paz en un libro clásico (El laberinto de la soledad, 1950). Júzguese hasta qué punto encierra la obra elementos propios de lo mejicano como los siguientes, señalados por Paz y otros autores: -- La obsesión por encontrar una filiación (mito de la tumba de Cuauhtémoc, de ignorado paradero, sentimiento de pertenecer a una nación que surgió de una "violación" cultural...). -Sentimiento de ser juguete de poderes y fuerzas contrarias y enemigas, de dioses insaciables. -Sentimiento de hostilidad de la vida. -Fatalismo; desprecio de la vida y desafío a la muerte. -Sentimiento de soledad. -Necesidad de la fantasía como refugio. Hay un rasgo del espíritu tradicional mejicano que merece párrafo aparte: la especial idea de las relaciones entre la vida y la muerte. Por un cruce de mitos aztecas y de tradiciones cristianas, la oposición entre vida y muerte no es absoluta; la frontera entre ambas resulta borrosa. Y ello es un elemento básico de Pedro Páramo. En relación con ello - y con algunas de las ideas señaladas antes -, en la novela se manifiesta una honda obsesión por la muerte, desde el principio (trauma que para Pedro supone la muerte del padre) hasta el final (su propia muerte a manos de un hijo), pasando por todo un rosario de muertes casi siempre violentas. Y ello va unido a una concepción desesperada de la vida. Poco a poco, del plano concreto o de las raíces profundas de lo mejicano, nos hemos alzado al plano del mito y de las obsesiones universales. Temas universales eran, en efecto, algunos como el poder, la injusticia, la soledad, la muerte... Añadamos el alcance más amplio que tiene la búsqueda de Juan Preciado (por encima aun del tema de la búsqueda del padre) y que conecta con mitos como el viaje a la Tierra Prometida o la búsqueda del paraíso. Viaje trágico o búsqueda inútil, como sabemos. Y así llegamos a lo que, sin duda, es el tema central y la significación más amplia de la obra: las ilusiones frustradas. La clave está ya en la primera secuencia, cuando confiesa Juan Preciado: "... comencé a llenarme de sueños, a darle vuelo a las ilusiones. Y de este modo se me fue formando un mundo alrededor de la esperanza..." Más adelante (pág. 128) Dorotea le dirá: "¿La ilusión? Eso cuesta caro." Y hacia el final se dirá de Pedro Páramo que "lo agarró la desilusión". En realidad, ello es aplicable a todos los personajes. La novela es una historia de esperanzas muertas. Y ello hasta extremos de la mayor desolación. Véanse estas palabras de Dorotea (§39): "Lo único que la hace a una mover los pies es la esperanza de que al morir la lleven a una de un lugar a otro; pero cuando a una le cierran una puerta y la que queda abierta es nomás la del infierno, más vale no haber nacido..." No cabe una concepción más trágica de la vi da. TÉCNICAS Y ESTILO Des los aspectos técnicos de la obra, ya hemos dicho lo más importante: lo concerniente a la estructura narrativa, con todo lo que conlleva (entrecruzamiento de historias, desorden cronológico, formas de sucederse las secuencias, elipsis...). Añadamos unas escuetas referencias a otros aspectos. La descripción, en Pedro Páramo, se caracteriza por su parquedad -o sobriedad- a la vez que por su intensidad. Piénsese en lo ya indicado sobre cómo se nos hace percibir la atmósfera de Comala y compruébese, en la lectura, la economía de medios con que ello se consigue. Lo mismo cabría observar de los personajes: ¿cómo vemos a Pedro Páramo, a Susana, a otros? ¿y dónde se nos describen? Monólogos y diálogos merecerán atención. Entre los primeros destacarán alguno de Pedro Páramo, pero, sobre todo, los de Susana San Juan, bellísimos. En cuanto a los diálogos, dentro de cierta variedad, domina el diálogo serio, conciso, hasta lacónico, pero con un sabor y unas calidades que nos llevan a hablar de la lengua literaria de Rulfo. El estilo de la obra es inseparable de la impresión que produce en el lector. Ante todo, el lenguaje queda marcado por los caracteres que presiden la creación del autor: elaboración escrupulosa, sobriedad, condensación. A ello añadimos, páginas atrás, aquella singular convivencia entre raíces populares y altura estética. Volvamos brevemente sobre ello. En el autor reconocía Luis Harss los "ritmos primarios del lenguaje popular". El mismo Rulfo habló reiteradamente de su pasión por beber del habla de su tierra. De ahí el poder evocativo de su estilo, su intenso sabor, que el lector español debe poner la máxima atención en percibir y gustar. Todas las páginas están cuajadas de vocablos y giros mejicanos, sin que falten vulgarismos caracterizadores (Nomás, semos, pos...). De ahí la fuerte impresión de realidad terruñera que constituye uno de los ingredientes de la novela. Pero a ello se unen otras dimensiones. Así, la capacidad de expresar los sentimientos más hondos y complejos, aunque casi siempre dentro de una pudorosa contención. La sobriedad se alía con la hondura sugeridora. En fin, es asombrosa la fuerza poética de ese lenguaje, presente ya en los tonos elegiacos que aparecen en los diálogos más sencillos, así como en continuos hallazgos verbales del narrador, pero sobre todo en ciertos fragmentos poemáticos, como los mencionados monólogos de Susana San Juan. El conjunto es de una increíble fascinación. LUGAR DE PEDRO PÁRAMO Hemos insistido en el papel de Rulfo y de su obra en la renovación de la narrativa hispanoamericana. Más: en la fundación de una nueva novela en lengua española. Tras la lectura de Pedro Páramo, estará claro lo que tiene de "vanguardia" en su tiempo, sin renunciar a las peculiaridades nacionales. Dijimos también cómo la obra tardó algo en ser valorada plenamente. En cualquier caso, su impacto iba a ser hondo. García Márquez recuerda la impresión que le produjo el descubrimiento de Pedro Páramo: "Aquella noche no pude dormir mientras no terminé la segunda lectura." La influencia del libro fue decisiva. Y su resonancia universal: pronto se tradujo al alemán, inglés, francés, holandés; luego a otras muchas lenguas. Poco antes de morir, el mismo Rulfo escribía con asombro: "No me imaginaba que, treinta años después, el producto de mis obsesiones sería leído incluso en turco, en griego, en chino y en ucraniano." Hoy Pedro Páramo es ya un clásico por su convivencia de lo terruñero con lo universal, del alcance social y humano con la maestría técnica y la exigencia estética. Y Rulfo ocupa un primerísimo puesto entre los novelistas de lengua española. Página - 5 -