Si estoy en tu memoria… soy parte de tu historia

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Si estoy en tu memoria… soy parte de tu historia
Antes de empezar a desarrollar la primera etapa correspondiente a los meses de enero a abril es
importante aclarar que no se pretende un estudio exhaustivo de nuestros fundadores ni tampoco un
desarrollo cronológico de acontecimientos. Lo que se quiere intentar con los niños y jóvenes es que
ellos se acerquen a las historias de estos personajes, a las realidades que vivieron en la época del
800, que descubran sus inspiraciones, sus motivaciones, sus sufrimientos, su profunda relación con
Jesús y su ardiente pasión por las almas juveniles. Es importante, además, que los niños y jóvenes,
al mismo tiempo que entran en el corazón y en la vida de Don Bosco y Madre Mazzarello, se
confronten, se interroguen y crezcan en identidad carismática. Es fundamental que el animador(a)
pastoral, a través de este contenido, suscite la experiencia de vida para que el joven sea capaz de
descubrir el paso de Dios por su propia existencia.
Si estoy en tu memoria… soy parte de tu historia
Todas las personas establecemos
numerosas relaciones a lo largo de
nuestra
vida:
relaciones
con
nuestros
familiares,
amigos,
vecinos, compañeros de estudio…
A través de ellas, intercambiamos
formas de sentir y de ver la vida;
también compartimos necesidades,
intereses y afectos y, sin darnos
cuenta, dichas relaciones van
forjando nuestra personalidad.
En Don Bosco y Madre Mazzarello
es importante partir de los
encuentros significativos que ellos
tuvieron con Dios, con su familia, su
amigos, sus grupos juveniles y sus guías espirituales, pues fueron estas experiencias las que
moldearon no sólo la personalidad de estos dos grandes santos, sino que fueron además el
gran recurso del que ambos sacaron después la capacidad para ser padre y madre de
multitud de niños y jóvenes. En otras palabras, estos encuentros significativos fueron la
fuente del estilo pedagógico de Don Bosco y Madre Mazzarello.
ENCUENTROS FAMILIARES
Quien no tiene raíces en una familia,
carece de un elemento importante
no sólo dentro de sí mismo, sino para los demás.
Guión de producción:
La familia es referencia de vida de cada persona en nuestra sociedad; es la estructura en donde
se vierten las emociones de los individuos, en donde se forman y se mantienen los vínculos
afectivos y en donde se ponen más a prueba los conflictos humanos. En el seno de la familia se
producen procesos básicos como la expresión de sentimientos, adecuados o inadecuados y la
formación de la personalidad del individuo y los patrones de conducta. La familia igualmente es
un centro de expresión espiritual. Cuando su integración es positiva, dentro de ellas se generan
los valores más íntimos del espíritu: amor, bondad, y toda una serie de expresiones éticas y de
felicidad personal; pero al mismo tiempo si no sucede así, la familia viene siendo el centro de
sufrimiento y malestar más grande de la persona. Los miembros de una familia tienden a
parecerse, no sólo fenotípicamente sino conductualmente.
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Veamos ahora cómo eran las familias de Juanito y Maín y descubramos
en sus personalidades las experiencias familiares que más marcaron sus
historias de vida. (Los textos que hacen referencia a la vida de Juanito y
Main son tomados de las memorias del Oratorio y de la Cronohistoria,
respectivamente)
El niño que vivió entre la orfandad y la pobreza
“Nací en Murialdo, poblado de Castelnuevo de Asti, el 16 de agosto de 1815. Mi madre se
llamaba Margarita Occhiena y mi padre Francisco. Eran campesinos que se ganaban honradamente el pan de cada día… No tenía yo aún dos años cuando nos sobrevino una grave
desgracia. Un día mi papá, de vuelta del trabajo enteramente sudado, entró descuidadamente en la bodega subterránea y fría de la casa. El enfriamiento sufrido se manifestó en
una fiebre violenta que terminó en una pulmonía muy fuerte. Todos los cuidados fueron
inútiles, y a los pocos días murió a la edad de 34 años, el 12 de mayo de 1817.
Sólo recuerdo, y es el primer hecho del que guardo memoria, que todos salían de la
habitación del difunto mientras yo quería permanecer a toda costa en ella.
Ven, Juan; ven conmigo, -repetía adolorida mi madre.
Si no viene papá, no voy yo, -le respondí.
¡Pobre hijo mío!, -añadió- ven, ¡ya no tienes padre!
Dicho esto, se puso a llorar. Ciertamente, en aquella edad no alcanzaba a entender qué
desgracia tan grande era la pérdida del padre.
Cuando muere mi papá quedamos en casa: Mamá Margarita, de 29 años; Margarita Zucca,
la abuela paterna, de 64 años; Antonio José, de 9 años; José Luis, de 4 años; Juan Melchor,
de menos de 2 años. Además, dos empleados para trabajos de campo, que también sostenía
mi padre. La situación de pobreza fue dramática, pues las cosechas del año, que eran
nuestro único recurso, se perdieron por causa de una terrible sequía. “Me contó mi madre
que muchas veces alimentó la familia mientras tuvo con qué hacerlo’’
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Guión de producción:
La pobreza de los Bosco es un elemento cultural de la condición campesina de su
época. Su vida es de éxodo rural, de patrón en patrón. Eran emigrantes humildes, en
su gran mayoría, analfabetos, sacrificados y laboriosos, herederos de una profunda
religiosidad popular. De esta experiencia familiar y personal nacen las opciones
de la vocación cristina de San Juan Bosco, su pedagogía y espiritualidad, sus
convicciones morales, su tenacidad y gran laboriosidad.
Huellas imborrables de una mamá
formidable
Guión de producción:
La influencia de los padres en los 5 primeros años de vida en la formación de la
PERSONALIDAD de un niño es de vital importancia, pues es en este arco de edad en el que se
estructuran los primeros modos de relación con nuestros semejantes, se forman hábitos
culturales fundamentales y se asimilan los principales sistemas de referencias sociales. Por
ejemplo, durante los primeros 5 años se origina un vínculo estrecho del niño con su madre y la
niña con su padre, lo que le otorga al niño o a la niña el sentimiento de seguridad y de
confianza.
En los primeros años de vida es fundamental el saberse querido y aceptado; ello propicia ciento
por ciento la construcción de una personalidad sana y serena afectivamente y permite superar la
fase egocéntrica de los primeros años para acceder a la fase de convivencia; es decir que el
niño pasa del recibir al dar y esto incluye el vínculo entre una persona más débil (el niño) y otra
más fuerte (el padre) y que es símbolo de autoridad.
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¿Cuál fue la influencia formativa que tuvieron sus padres
en la personalidad de Juanito?
Juanito Bosco recuerda:
-“Pasada aquella terrible escasez, tuvo mi madre una buena propuesta de matrimonio. Ella
respondió sin dudar un momento: “Dios me dio y me quitó a mi marido. Tres hijos me dejó él
al morir, y yo sería una madre sin corazón si los abandonase cuando más me necesitan”. Le
aseguraron que sus hijos iban a quedar al cuidado de un tutor responsable que vería
solícitamente por ellos. Ella respondió: “El tutor, podrá ser tal vez un amigo, pero yo soy la
madre; y no los voy a dejar aunque me ofrecieran todo el oro del mundo.
- “Su mayor preocupación fue la instrucción religiosa de sus hijos, enseñarles la obediencia y
tenerlos ocupados en cosas acordes con su edad. Mientras fui pequeñito ella misma me
enseñaba a rezar; pero cuando ya fui capaz de rezar con mis hermanos, hacía que me arrodillara por la mañana y por la noche con ellos, y todos juntos entonábamos las oraciones y la
tercera parte del rosario. Recuerdo que me preparó para mi primera confesión: me acompañó a la Iglesia, se confesó antes que yo, me recomendó al confesor y después me ayudó a
hacer la acción de gracias. Luego siguió acompañándome hasta cuando vio que era capaz
de hacerlo bien por mí mismo”.
Mamá Margarita fue una persona clave en la formación de la personalidad de Juanito. Él
nunca la olvidó, hablaba frecuentemente de ella y siempre reconoció la educación cristiana
que le dio y los sufrimientos que soportó por él.
- Le enseñó a rezar: Le advirtió el horror al pecado, el amor a la virtud y el deseo del paraíso.
A pesar de ser analfabeta, narraba a sus hijos la Historia Sagrada y el catecismo, con
preguntas y respuestas, como se enseñaba antes; y estaba atenta a que vivieran en la
presencia de Dios, con frecuencia le decía: ¡DIOS TE VE! Un Dios al cual no se le ofende
porque se le ama.
Cuando llegó a ser sacerdote, era ella quien le recordaba rezar las oraciones: “Mira, estudia
toda la teología que quieras, pero no olvides que tu madre sabe más. Sabe que tú debes
rezar…”
- Le enseñó a obedecer, pues Juan era de un temperamento fuerte, rebelde y caprichoso.
- Lo educó en el trabajo. No soportaba que sus hijos estuvieran ociosos y les fue enseñando
a trabajar, de acuerdo a su edad y capacidad: recoger leña, ir por el agua, dar comida a los
animales… ella asumiendo trabajos que eran para hombres, daba ejemplo de laboriosidad y
fortaleza.
- No quiso que Juan fuera un joven comodón, lo educó en la austeridad. No permitió que en
vacaciones del seminario Juan durmiera en colchón, sino que le tendía una estera de paja
como a sus hermanos: “es mejor que te acostumbres a dormir con un poco de molestia… a
las comodidades uno se acostumbra muy pronto”.
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- Lo cuidaba de las malas compañías. Lo acostumbró a pedir permiso para ir con alguna
persona a algún lugar y cuando no le parecía era inflexible en los permisos.
- Aunque era dulce, no era débil. Usó el castigo cuando fue necesario, pero sin humillar
jamás, perdonando generosamente cuando debía hacerlo.
- Siempre apoyó a la vocación sacerdotal de su hijo y luchó con todos los medios a su
alcance para hacerlo estudiar. En el estudio estaba la clave para un futuro diferente al de sus
hermanos (trabajo rural)
- Mamá Margarita fue su gran apoyo en Valdocco, la mamá de sus chicos.
- Cuando D. Bosco fue al seminario, su madre le dio consejos que quedaron grabados en el
corazón del hijo. La consagración que hizo de él en su nacimiento, los consejos sobre la vida
sacrificada del sacerdote, las indicaciones sobre la elección de los amigos... calaron de tal
manera en el alma de D. Bosco que le quedaron firmes para siempre.
- Mamá Margarita fue dura e inflexible: “prefiero tener un hijo campesino que tener un
sacerdote descuidado de sus deberes sacerdotales”, “nunca te visitaré si te haces rico”. Así
fue configurándose la imagen de sacerdote que aprendió D.Bosco y que después vivió en su
compañía, al tenerla presente como madre de familia en la nueva comunidad de Valdocco.
- Cuando Mamá Margarita murió, llamó a su hijo y le indicó los jóvenes en los que podría
confiar para fundar su congregación. Efectivamente Rúa, Cagliero...eran los indicados por el
sexto sentido de la madre que conoce a los jóvenes. Esa intuición materna se manifestaba al
comprender las andanzas de su hijo, sus proyectos y avatares, sus cansancios y sus
alegrías. Ciertamente Margarita entendía la espiritualidad de D. Bosco. No en vano se la
había enseñado ella.
- Don Bosco comprendió tanto el valor insustituible de una madre en la formación de un
muchacho que decidió que su oratorio no podía existir sin su madre y cuando murió
Margarita fue la madre de Rúa quien ocupó su lugar.
La ternura de la madre sabía compaginarse con la exigencia ante las situaciones
(recordemos en la necesidad de enviar a Juan con los Moglia ante las dificultades con el
hermanastro Antonio). Y se vio obligada a cumplir con los hijos los dos papeles, el de
padre y el de madre. Nunca se quejó D. Bosco de haber crecido en una familia
monoparental; mamá Margarita tuvo la fortaleza de ánimo suficiente para que sus hijos
no echaran en falta la figura del padre.
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La joven fuerte de los viñedos
Entre e las colinas del Monferrato, al norte de Italia se encuentra
un pueblecito de aproximadamente 2000 habitantes: Mornese.
Su nombre significa cansancio, vida pobre y dura. La única
fuente de la economía es el cultivo de la uva y el trigo. En este
pequeño pueblo vivía la familia Mazzarello: una familia extensa y
patriarcal, compuesta por la abuela, padres, hijos y primos.
- “El ser una familia tan numerosa nos educó a todos para vivir y
trabajar juntos, para acoger a los otros, establecer relaciones
interpersonales serenas y abiertas, aceptar y valorar las
diferencias como riqueza y aprender a resolver los conflictos
normales en toda convivencia humana”
- En 1834, José Mazzarello se casó con María Magdalena
Calcagno y el 9 de mayo de 1837 nació María Dominica (llamada
cariñosamente Maín) y la siguieron otros doce hijos, pero muy
pronto Maín vio partir al cielo a dos de sus hermanitos, todavía
pequeños y a algunos de sus primitos. En aquellos tiempos la
mortalidad infantil era notablemente alta. No faltaron además
otros sufrimientos en la familia como la epidemia de cólera en
1836, que cobró varias vidas entre los más allegados y un
pariente alcohólico, que fue causa de mucha amargura. Fueron
quizás estos sufrimientos los que unieron a la familia: “Eran
personas de vida sinceramente cristinas, apreciadas y queridas
por todos. En el pueblo eran admirados por la unión y el cariño
que reinaba en ese hogar…”
- Maín, por ser la mayor de los hermanos, se distinguió por su
responsabilidad, ayudaba en los quehaceres de la casa, vigilaba
los juegos de los hermanitos y hasta participaba en ellos si
ninguna dificultad. Su vivacidad y alegría reanimaba la vida en su
familia.
¿Personalidad aprendida o heredada?
- Su padre José: de una personalidad rica que influye profundamente en su hija Maín, sobre
todo en su fe firme y su conducta recta y transparente: “Hombre de fe y chapado a la antigua,
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serio y paciente, frecuentaba la iglesia y escuchaba la Palabra de Dios y la practicaba. Era
socio activo de las Conferencias de San Vicente de Paúl y fue de los primeros que en
Mornese se acercaba cada domingo a los santos Sacramentos’’. Este hombre se preocupaba
personalmente de la educación de los hijos; compartía con ellos su sabiduría de campesino.
Sabía distribuir su tiempo entre el duro trabajo del campo y los momentos de oración.
- Maín asume el ejemplo y las enseñanzas paternas, desarrollando la capacidad de trabajar
con diligencia y, al mismo tiempo que admira y contempla, crece en las virtudes cristianas.
Aprende a descubrir el sentido del mundo, el significado de la vida, la suya y la de toda otra
criatura, viendo el fundamento último en Dios. Ha quedado como histórico este diálogo entre
Maín y su padre: “¿Qué hacia Dios antes de crear el mundo? - Se contemplaba a sí mismo,
se amaba a sí mismo y era feliz en sí mismo’’.
Durante las largas veladas invernales, el padre enseña a Maín las lecciones de lectura,
también es él quien la inicia gradualmente en el trabajo, en particular en las sacrificadas
labores del campo. Se preocupa además del proceso de socialización de su hija; la lleva a
los mercados y a las ferias de los pueblos, y con sus discretas llamadas de atención y sus
agradables conversaciones, estimula la inteligencia y la libertad de la joven, encaminándola
hacia un sabio discernimiento, para que después pudiera decidir, por sí misma,
responsablemente. Más tarde, ya adolescente, María le confió a su amiga Petronila: “si en mi
hay algo bueno, se lo debo a mi padre”.
- Su madre, Magdalena, era de un temperamento extrovertido y simpático. Tenía un carácter
fogoso y jovial; amaba la piedad y era devotísima de la Virgen. La capacidad de relacionarse,
de involucrar a los otros, rasgo de María Dominica, provenía de su madre.
Maín por ser la primogénita era también la colaboradora de la madre en la educación de la
familia. La relación de Magdalena con su hija era enérgica y afectuosa. En una ocasión le
confiesa a su amiga Petronila algunas imperfecciones que ella veía en el comportamiento
educativo de la madre: “mi mamá con tantas palabras no conseguía nada y mi padre hablaba
poquísimo y todos le obedecíamos”.
- A pesar de los límites, Magdalena incide profundamente en el camino de maduración de su
hija. Los defectos que Maín como la pereza al levantarse, las mentiras infantiles, la vanidad y
la ambición, son corregidas por su madre. Ella también la ayuda a vencer la pereza que
siente para confesarse, la prepara para el sacramento, la sigue con sensatez y amor.
Cuando más tarde llega para Maín el momento de las opciones vocacionales Magdalena
interviene de una manera tierna, presentándole la posibilidad del matrimonio, pero, después,
cuando la ve decidida a consagrarse a Dios permanece a su lado, no sólo con su apoyo
moral, sino también ofreciéndole ayudas materiales cuando se fue a vivir con las Hijas de la
Inmaculada.
Si estoy en tu memoria… soy parte de tu historia
Me encuentro con mi familia y
descubro el paso de Dios por mi
vida
Tú también, al igual que Juanito Bosco y Maín, tienes una historia familiar que llevas impresa
en tu personalidad. Tus primeras experiencias cuando eras muy pequeño(a), las situaciones
vividas por tus padres, las personas que han intervenido en tu formación, el lugar en que
naciste, los momentos dolorosos que has vivido… todos son aspectos de los que Dios se ha
servido para intervenir en tu vida. Sólo tienes que hacer memoria y ver en todo
acontecimiento el paso de Dios por tu existencia.
- Comencemos por compartir qué significa e implica para nosotros “encontrarnos con
alguien”. ¿Por qué necesitas encontrarte con determinadas personas en tu vida?
- ¿Qué sentimientos te suscita el encuentro con una persona querida? ¿Cómo te sientes
después de ese encuentro?
El encuentro con la realidad de tu familia te tiene que poner en dos actitudes: primero de
reconciliación con tu vida y con las personas que hacen parte de ella y luego en actitud de
agradecimiento por cuanto Dios ha hecho en ti, a través de tu familia. Eres lo que eres
gracias a ella. No puedes mirar las realidades vividas como simple coincidencia, como un
esporádico cruce o como capítulos que ya se han cerrado… No! Debes mirar tu vida desde
los ojos de Dios, pues toda historia, personal y familiar es “historia de salvación”.
Para trabajar…
Echa a rodar tu
película y cuéntame
un poco de ti
Coge un cuarto de cartulina del
color que te identifique y divídela
en ocho cuadros de igual tamaño.
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En cada cuadro escribirás lo siguientes aspectos:
1. Antes de nacer: (¿qué me han contado del embarazo de mi mamá, cómo fue, quién de mi
familia me esperaba con más ansias, cómo fue mi papá con mi mamá mientras me estaba
esperando? Situación económica de la familia...)
2. Lugar y fecha de nacimiento: (como era mi pueblo, cómo estaba conformada la familia,
cómo era mi cuarto, cómo festejó mi familia mi nacimiento…)
3. Mis hermanos (cuéntanos de tus hermanos… a quién te pareces, como son, con quienes
tienes mejores relaciones, con quien no, ¿por qué?...)
4. Aspectos hereditarios (haz memoria de aquellos aspectos físicos y temperamentales que
has heredado de tus padres o abuelos)
5. Huellas dolorosas (piensa en aquellas experiencias familiares que te han hecho sufrir:
muertes, separaciones, conflictos familiares, crisis económicas…)
6. Huellas imborrables (recuerda los momentos más felices y las personas que intervinieron
en ellos)
7. Figura paterna/materna más influyente (háblanos de esa persona, qué has aprendido
de ella, cómo te ha formado, qué frase te ha dicho y tú recuerdas y llevas en tu corazón…)
8. Aspectos de mi familia que quisiera que mis hijos también vivieran y disfrutaran
Por detrás del cuarto de cartulina, escríbele una carta a tu familia y cuando llegues a casa
ojalá puedas entregársela a aquella persona más especial que quisieras que la leyera.
Antes de nacer
Lugar y fecha de
nacimiento
Mis hermanos
Aspectos hereditarios
Figura paterna/materna
más influyente
Aspectos de mi familia
que quisiera que mis
hijos también vivieran y
disfrutaran
foto
Huellas dolorosas
Huellas imborrables
Me interrogo:
- ¿Qué cosas nuevas aprendí de mi?
- ¿Qué constantes encontré?
- ¿Qué me llama más la atención?
(Si el grupo se presta, se pueden compartir las reflexiones)
Una vez realizado el trabajo, el cual no podrá hacerse en media hora, sino que requiere
un buen espacio de tiempo, el animador podrá preparar un lugar en donde los jóvenes se
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puedan sentir lo más cómodos posible o disponer la capilla o un oratorio para realizar la
siguiente oración de sanación por la familia.
Oración de sanación por la familia
Canción
(Cada joven puede colocar en el altar o en un lugar
preparado para el momento el cuadro familiar que ha
completado)
¡Señor Jesús! Hoy venimos a Ti, en nombre de cada una de las personas de nuestra familia.
Tú, en tus designios de amor por cada uno de nosotros, nos has colocado en ella y nos has
vinculado a cada una de las personas que la componen.
En primer lugar, te queremos dar gracias de todo corazón por cada uno de los miembros de
mi familia, por todo el amor que he recibido tuyo a través de ellos y te queremos alabar y
glorificar porque nos has colocado en ella.
A través de la familia y en la familia, tú nos has dado la vida y has querido para nosotros que
formemos un núcleo de amor.
Hoy, Señor, queremos que Tú pases con tu sanación por cada uno de nosotros y realices tu
obra de amor en cada uno de nosotros.
Y antes de nada, Señor, queremos pedirte perdón por todas las faltas de amor que hayamos
tenido en casa, por todas nuestras indelicadezas, por todas nuestras faltas de comprensión,
por no ser a veces cauces de tu amor para ellos.
En primer lugar, Jesús, te pedimos que entres en el corazón de cada uno y toques aquellas
experiencias de nuestra vida que necesiten ser sanadas.
Tú nos conoces mucho mejor que nosotros mismos; por lo tanto, llena con tu amor todos los
rincones de nuestro corazón. Donde quiera que encuentres - el niño herido -, tócalo,
consuélalo y ponlo en libertad. Vuelve a recorrer nuestra vida, la vida de cada uno de
nosotros, desde el principio, desde el mismo momento de nuestra concepción.
Purifica las líneas hereditarias y líbranos de aquellas cosas que puedan haber ejercido una
influencia negativa en aquel momento.
Bendícenos mientras íbamos formándonos en el vientre de nuestra madre y quita todas las
trabas que puedan haber dificultado, durante los meses de gestación, nuestro desarrollo en
plenitud.
Danos un profundo deseo de querer nacer y sana cualquier trauma tanto físico como
emocional que pudiera habernos dañado durante nuestro nacimiento. ¡Gracias, Señor!, por
estar ahí presente para recibimos a cada uno de nosotros en tus brazos en el momento
mismo de nuestro nacimiento, para darnos la bienvenida a la tierra y asegurarnos que Tú
nunca nos faltarías ni nos abandonarías.
Si estoy en tu memoria… soy parte de tu historia
Jesús, te pedimos que rodees nuestra infancia con tu luz y que toques aquellos recuerdos
que nos impiden ser libres. Si lo que más necesitamos cada uno fue más cariño maternal,
mándanos a tu Madre, la Virgen María, para que nos dé lo que nos falta. Pídele que nos
abrace a cada uno, que nos arrulle a cada uno, que nos cuente cuentos y llene el vacío que
necesita el calor y el consuelo que sólo una madre puede dar.
Quizá "el niño interior" siente la falta del amor del padre. Señor Jesús, déjanos gritar con
libertad, con todo nuestro ser: "¡Abba!, ¡papá! ¡Papito!. Si necesitábamos alguno de nosotros
más cariño paternal y la seguridad de que nos deseaban, y nos amaban de verdad, te
pedimos que nos levantes y nos hagas sentir la fuerza de tus brazos protectores.
Renueva nuestra confianza y danos el valor que necesitamos para hacer frente a las
adversidades de la vida, porque sabemos, Padre nuestro, que tu amor nos levantará y nos
ayudará si tropezamos y caemos. Recorre nuestra vida, Señor, y consuélanos cuando otros
nos trataban mal. Sana las heridas de los encuentros que nos dejaron asustado, que nos
hicieron entrar en nosotros mismos y levantar barreras de defensa ante la gente.
Si alguno de nosotros se ha sentido solo, abandonado y rechazado por la humanidad,
concédenos por medio de tu amor que lo sana todo, un nuevo sentido del valor de cada uno
como persona.
¡Oh Jesús, nos presentamos en este día ante ti, toda la familia y te pedimos que sanes
nuestras relaciones, que sean unas relaciones llenas de cariño, de comprensión y de ternura
y que nuestra familia se parezca a la tuya. Te pedimos, por intercesión de tu Madre, la Reina
de la Paz, que nuestros hogares sean lugares de paz, de armonía y donde realmente
experimentemos tu presencia.
¡Gracias, Señor!
Canción
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