1. Introducción Histórica 1.1 Las mujeres y el feminismo social en España Durante el siglo XIX y principios del XX, el feminismo español tuvo como movimiento social una menor envergadura que en la mayoría de los países desarrollados europeos. Siempre estuvo más centrado en reivindicaciones de tipo social, como el derecho a la educación o al trabajo, que en demandas de igualdad política. Nunca adoptó la acción directa violenta como estrategia de combate ni alcanzó un grado destacado de militancia. En consecuencia, la resonancia social de las feministas españolas fue bastante reducida. El modelo de género establecido en la sociedad liberal española garantizaba la subordinación de la mujer al varón y establecía unas pautas muy estrictas para su actuación social. En nuestro país la existencia de una sociedad arcaica, con escaso desarrollo industrial, con una fuerte ascendencia de la Iglesia Católica y fuertes jerarquizaciones de género en todos los ámbitos de la vida social, dio lugar a que el feminismo tuviera durante el siglo XIX una menor presencia e influencia social que en otros países. En un país en el que la práctica política estaba circunscrita a una minoría social (voto censitario) y en el que las prácticas electorales (adulteración de las elecciones) y el protagonismo del ejército (pronunciamientos) marcaban la dinámica política, no nos debe extrañar que el feminismo pionero no se centrara en reivindicaciones políticas, como el derecho de sufragio, sino que se basara en demandas sociales, buscando el reconocimiento de sus roles sociales como tal género femenino (maternidad y cuidado de la familia) y en la exigencia de los derechos civiles. El sistema de dominación, muy jerárquico, actuó en dos niveles: 1. Una legislación basada en la discriminación de la mujer: los Códigos Civil (1889), Penal (1870) y de Comercio (1885). “La mujer casada no disponía de autonomía personal o laboral, tampoco tenía independencia económica y ni tan siquiera era dueña de los ingresos que generaba su propio trabajo. Debía obedecer al marido, necesitaba su autorización para desempeñar actividades económicas y comerciales, para establecer contratos e, incluso, par realizar compras que no fueran las del consumo doméstico” 2. Un control social informal mucho más sutil y, por consecuencia, más eficaz. El dominio del género masculino se basaba en la idea de la “domesticidad” que establecía los principales arquetipos femeninos (“ángel del hogar”, “madre solícita”, “dulce esposa”...), su función social y su código de conducta. Pese al retraso del movimiento feminista español, diversas mujeres iniciaron la defensa de la idea de la igualdad femenina: Dolors Monserdà (1845-1919) defendió los derechos de la mujer desde una perspectiva nacionalista catalana y profundamente católica. Teresa Claramunt (1862-1931), obrera textil y militante anarcosindicalista, reivindicó el papel de la mujer como madre que trasmite valores ideológicos a sus hijos. Si estos valores eran igualitarios y anarquistas se estaría poniendo las bases para una nueva sociedad. A partir de los años 20, el feminismo español comenzó a añadir demandas políticas a las reivindicaciones sociales. En 1918 en Madrid se crea la Asociación Nacional de Mujeres Españolas (ANME. Formada por mujeres de clase media, maestras, escritoras, universitarias y esposas de profesionales, sus dirigentes Maria Espinosa, Benita Asas Manterola , Clara Campoamor o Victoria Kent planteaban ya claramente la demanda del sufragio femenino. Junto a esta asociación surgen múltiples agrupaciones. Entre ellas destaca la Cruzada de Mujeres Españolas, dirigida por la periodista Carmen de Burgos, y que protagonizó la primera manifestación callejera pro sufragio en Madrid en mayo de 1921. Pese a los esfuerzos de las primeras sufragistas españolas, la concesión del voto femenino en nuestro país no puede ser atribuida a la presión de los grupos feministas o sufragistas. Si bien la movilización sufragista había alcanzado por primera vez cierta resonancia social, el sufragio femenino fue otorgado en el marco de las reformas introducidas en la legislación de la Segunda República española (1931-1936). La coherencia política de los políticos que se proclamaban democráticos obligó a una revisión de las leyes discriminatorias y a la concesión del sufragio femenino. El proceso, sin embargo, fue bastante complejo y paradójico. Era opinión general, tanto en los partidos de izquierda como de derecha, que la mayoría de las mujeres, fuertemente influenciadas por la Iglesia católica, eran profundamente conservadoras. Su participación electoral devendría inevitablemente en un fortalecimiento de las fuerzas de derecha. Este planteamiento llevó a que importantes feministas como la socialista Margarita Nelken (1898-1968) y la radical-socialista Victoria Kent (1897-1987), que habían sido elegidas diputadas a las Cortes Constituyentes de 1931, rechazaran la concesión del sufragio femenino. En su opinión, las mujeres todavía no estaban preparadas para asumir el derecho de voto, y su ejercicio siempre sería en beneficio de las fuerzas más conservadoras. Clara Campoamor (1888-1972), también diputada y miembro del Partido Radical, asumió una apasionada defensa del derecho de sufragio femenino. Argumentó en las Cortes Constituyentes que los derechos del individuo exigían un tratamiento legal igualitario para hombres y mujeres y que, por ello, los principios democráticos debían garantizar la redacción de una Constitución republicana basada en la igualdad y en la eliminación de cualquier discriminación de sexo. Al final triunfaron las tesis sufragistas por 161 votos a favor y 121 en contra. En los votos favorables se entremezclaron diputados de todos los orígenes, movidos por muy distintos objetivos. Votaron sí los socialistas, con alguna excepción, por coherencia con sus planteamientos ideológicos, algunos pequeños grupos republicanos, y los partidos de derecha. Estos no lo hicieron por convencimiento ideológico, sino llevados por la idea, que posteriormente se demostró errónea, de que el voto femenino sería masivamente conservador. La Constitución de 1931 supuso un enorme avance en la lucha por los derechos de la mujer. Artículo 23 “No podrán ser fundamentos de privilegio jurídico: la naturaleza, la filiación, el sexo, la clase social, la riqueza, las ideas políticas, ni las creencias religiosas.” Artículo 36 “Los ciudadanos de uno y otro sexo, mayores de veintitrés años, tendrán los mismo derechos electorales conforme determinen las leyes.” La Constitución republicana no sólo concedió el sufragio a las mujeres sino que todo lo relacionado con la familia fue legislado desde una perspectiva de libertad e igualdad: matrimonio basado en la igualdad de los cónyuges, derecho al divorcio... 1.2 Las mujeres y el movimiento obrero Los movimientos feministas y sufragistas estuvieron dirigidos por mujeres de procedencia burguesa. A pesar de que los planteamientos feministas eran interclasistas, sus ideas no lograron penetrar ampliamente en los ambientes obreros. Ni feministas, ni sufragistas consiguieron nunca movilizar ampliamente a las mujeres trabajadoras. Los propios ideólogos del primer movimiento obrero, en la primera mitad del siglo XIX, mantuvieron posturas contradictorias respecto a la igualdad de derechos de la mujer. Flora Tristán (1803-1844), hija de un criollo peruano y una francesa, es la gran pionera del feminismo socialista. “A vosotros, obreros que sois las víctimas de la desigualdad de hecho y de la injusticia, a vosotros os toca establecer al fin sobre la tierra el reino de la justicia y de la igualdad absoluta entre la mujer y el hombre. Dad un gran ejemplo al mundo (...) y mientras reclamáis la justicia para vosotros, demostrad que sois justos, equitativos; proclamad, vosotros, los hombres fuertes, los hombres de brazos desnudos, que reconocéis a la mujer como a vuestra igual, y que, a este título, le reconocéis un derecho igual a los beneficios de la unión universal de los obreros y obreras”. Flora Tristán La Unión Obrera Esta posición contrasta claramente con la misoginia de alguno de los primeros ideólogos del movimiento obrero como Ferdinand Lasalle (1825-1864) y, sobre todo, Pierre-Joseph Proudhon (1809-1864). Este último afirmaba claramente que una mujer igual al hombre significaría “el fin de la institución del matrimonio, la muerte del amor y la ruina de la raza humana”. El lugar ideal para la mujer era el hogar. Para Proudhon las cosas estaban claras: “no hay otra alternativa para las mujeres que la de ser amas de casa o prostitutas”. Sin embargo, fueron Karl Marx (1818-1883), Friedrich Engels (18201895) y August Bebel (1840-1913) los que establecieron las bases del pensamiento socialista sobre la “cuestión de la mujer”.Engels en su libro "El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado" (1884) equiparaba la dominación de clase con la dominación de la mujer por el hombre. Sin embargo, para él como para Marx, la emancipación de la mujer sólo se haría realidad tras una revolución socialista que liquidara el capitalismo. . Para Marx y Engels, la igualdad política entre los sexos era una condición necesaria para la plena emancipación de la sociedad. Además, los fundadores del socialismo científico entendían que la base fundamental de la emancipación femenina era su independencia económica frente al hombre. “La mujer es un ser libre e inteligente, y como tal, responsable de sus actos, lo mismo que el hombre; pues, si esto es así, lo necesario es ponerla en condiciones de libertad para que se desenvuelva según sus facultades. Ahora bien, si relegamos exclusivamente a la mujer a las funciones domésticas, es someterla, como hasta aquí, a la dependencia del hombre, y, por lo tanto, quitarle su libertad. ¿Qué medio hay para poner a la mujer en condiciones de libertad? No hay otro más que el trabajo”. Por último, hay que destacar, dentro de la socialdemocracia alemana, la figura de Clara Zetkin (1857-1933). Creadora del Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo, fue la gran propulsora del feminismo en la Segunda Internacional o Internacional Socialista. En 1907, se celebró, bajo sus auspicios, la I Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas. Esta organización llegó a agrupar 174.751 afiliadas en 1914. 2. La situación sociolaboral de la mujer en España Según se desprende de los últimos datos ofrecidos por EUROSTAT (la estadística europea homologada a nivel europeo), , continúan existiendo importantes diferencias entre hombres y mujeres, en empleo, desempleo, remuneración y contratación. Y a pesar de que estas diferencias son generalizadas en todos los países miembros de la UE, España con escasos avances en materia de igualdad de género, se sitúa como uno de los países de la UE donde las mujeres tienen peores posibilidades de accesibilidad al mercado de trabajo y condiciones laborales con respecto al hombre. 2.1 Tasa de empleo femenina La tasa de empleo femenina en España (43’00%) es sólo algo más de la mitad de la tasa masculina, situándose a una distancia de nada más y nada menos que 30 puntos porcentuales; diferencia bastante superior, casi el doble, que la que registran de media el conjunto de los países de la UE (18 puntos). TASA DE EMPLEO ESPAÑA Mujeres 43’00% 55’00% Varones 72’40% 73’10% Ambos sexos 57’70% 64’10% UE-15 La incorporación de la mujer al mercado de trabajo, a pesar de los avances registrados en los últimos años, está todavía lejos de los niveles medios europeos, siendo la tasa de empleo entre las mujeres españolas una de las más bajas de la UE, tan sólo supera a Italia y Grecia. Y situándose a años luz (a 17 puntos porcentuales) del objetivo estratégico para 2010 de alcanzar una tasa de ocupación femenina equivalente al 60’00%. Asimismo, es destacable que España se distancia de Europa en cuanto a tasa de empleo en mujeres mayores de 55 años, situándose con unos niveles de ocupación del 21’80% en este colectivo, como uno de los países peor situados (sólo supera a Austria e Italia). 2.2 Tasa de desempleo La mujer es uno de los colectivos más afectados por el desempleo y los últimos datos referentes a la tasa de paro en 2002 así lo evidencian. La tasa de paro femenina (16’30%) es algo más del doble que la tasa masculina (7’80%) y los 8’5 puntos de diferencia entre tasas de ambos géneros es una distancia notablemente superior a la que registra de media la UE, que sólo asciende a 1’8 puntos porcentuales (ya que la tasa de desempleo media de las mujeres europeas es la mitad que la española). TASA DE ESPAÑA UE DESEMPLEO Mujeres 16’30% 8’60% Varones 7’80% 6’80% 11’20% 7’60% Ambos sexos En consecuencia, España continúa siendo el país de la UE con mayor tasa de paro en las mujeres, doblando los niveles medios europeos (el desempleo en el conjunto de la UE sólo afecta al 8’60% de la población activa femenina). 2.3 Tasa de desempleo de larga duración En España, la proporción de parados de larga duración (más de 12 meses buscando empleo) se ha venido reduciendo de forma muy considerable en los últimos años como consecuencia de la fuerte expansión del empleo, pero a pesar de ello todavía estos parados superan el 37’00% del total, ascendiendo este porcentaje al 42’00%, en el caso de las mujeres; superando la proporción de paro de larga duración en las mujeres a la de los hombres en algo más de 10 puntos, y estando concentrada esta diferencia en su totalidad en la mayor presencia de paradas de muy larga duración (en desempleo desde hace más de 2 años) respecto al grupo de los varones. TASA DE DESEMPLEO DE LARGA DURACIÓN ESPAÑA UE Mujeres 6’30% 3’70% Varones 2’30% 2’70% Ambos sexos 3’90% 3’10% Según últimos datos referentes al año 2001, la tasa de paro femenina de larga duración alcanza en España al 6’30% de la población activa femenina (porcentaje que supera en casi tres puntos la media europea), frente a un porcentaje de desempleo masculino de larga duración tres veces inferior. 2.4 Temporalidad del empleo Las mujeres de este país son, junto con los jóvenes, las principales víctimas de los trabajos temporales y de la precariedad. Así, una de cada tres trabajadoras de este país tuvo un contrato temporal (concretamente el 34’10%), superando en cinco puntos porcentuales la precariedad en el colectivo masculino; y más del doble de temporalidad que la tasa media europea, que se situó en el 14’50%. TASA DE TEMPORALIDAD ESPAÑA UE Mujeres 34’10% 14’50% Ambos sexos 31’60% 13’40% 2.5 Contratación a tiempo parcial El trabajo a tiempo parcial continúa siendo, de manera casi exclusiva, una forma de empleo femenina (el pasado año, el 80’00% del total de la ocupación a tiempo parcial). El contrato a tiempo parcial, a pesar de su escaso uso en España (apenas el 8’10% de los trabajadores realizó una actividad a tiempo parcial) se celebra mayoritariamente con mujeres, habiendo sido el porcentaje de trabajadoras con jornada parcial en el pasado año del orden del 17’00%, frente a un insignificante 2’70% de hombres ocupados con este tipo de jornada. EMPLEO A TIEMPO PARCIAL (sobre el total del empleo) ESPAÑA Mujeres Ambos sexos UE-15 17’30% 33’80% 8’10% 18’00% 3. La situación sociolaboral de la mujer en Castilla y León 3.1. El Mercado de Trabajo y empleo en Castilla y León Según la EPA del cuarto trimestre de 2002 en Castilla y León, la tasa de actividad femenina es de 37,3%. Esta se ha incrementado durante los últimos años, pasando del 25,1% en 1985 al 37,3% en el año 2002. Por su parte la tasa masculina es de 62,1%. La tasa de empleo femenino en el cuarto trimestre de 2002 es del 31,2%. El incremento anual de la misma ha sido progresivo, pasando del 18,2% en el año 1.985 al 31,2% en el año 2002. Esta evolución creciente de las tasas de actividad y empleo muestran la progresiva incorporación de la mujer al mundo laboral. La tasa de paro femenino en el cuarto trimestre de 2002 es de 16,2%. Esta tasa ha disminuido a lo largo del tiempo progresivamente, pasando de 27,4% en 1985 a 16,2% en 2002. 3.1.1. TASA DE ACTIVIDAD DE CASTILLA Y LEON POR SEXOS 1985 2002 Mujeres 25,1 % 37,3 % Varones 65,4 % 62,1 % Fuente: INE, «Encuesta de población activa». 4º Trimestre 3.1.2. TASA DE EMPLEO DE CASTILLA Y LEON POR SEXOS Mujeres Varones 1985 2002 18,2 % 31,2 % 55,6% 58,3 % Fuente: INE, «Encuesta de población activa». 4º Trimestre 3.1.3. TASA DE PARO DE CASTILLA Y LEON POR SEXOS Mujeres Varones 1985 2002 27,4 % 16,2 % 14,9% 6,2 % Fuente: INE, «Encuesta de población activa». 4º Trimestre 3.1.4. TASA DE PARO DE CASTILLA Y LEON Y ESPAÑA España Mujeres CyL 16,2% 16,2% Varones 8,3% 6,2% Tasa de Paro 11,5% 10% Fuente: INE, «Encuesta de población activa». 4º Trimestre 3.2 Conclusiones Como primera aproximación, podemos decir que a pesar de que en la última década la incorporación de mujeres se ha acelerado, rompiendo el tradicional comportamiento pro cíclico del empleo femenino, las tasas de actividad y ocupación de las mujeres de Castilla y León siguen siendo mucho más reducidas que las de los hombres y, sin embargo, la tasa de paro es sensiblemente superior. Es decir, en nuestra comunidad todavía trabajan menos mujeres y las que lo hacen tienen un nivel de precariedad en sus empleos mayor que los hombres. Es así, además, en todos los sectores y ramas de actividad, excepto en las correspondientes a los servicios públicos y servicios de carácter social, donde existe una mayor igualdad entre ambos sexos. La incorporación de la mujer ha sido más tardía que en la mayor parte de regiones españolas, pero en los últimos años se ha acelerado de manera creciente y es de esperar que lo siga haciendo en los próximo años. La redimensionalización del sector agrícola ha afectado especialmente al empleo femenino, reduciendo la presencia de mujeres en la agricultura por debajo de la media nacional. Como en la industria castellana y leonesa la participación femenina es muy reducida (las diferencias de trato entre los trabajadores de ambos sexos en este sector no ayudan a que las mujeres se dirijan hacia estas actividades) lógicamente la concentración en el sector servicios ha sido mucho mayor que en el conjunto nacional. Dado el escaso desarrollo de las actividades terciarias más modernas (telecomunicaciones, servicios a empresas..) en Castilla y León, el proceso de segmentación ocupacional se produce con más intensidad que en otros territorios ya que las mujeres activas concentran más su búsqueda de un puesto de trabajo en las ramas correspondientes a los servicios públicos y servicios de carácter social. En otro orden de cosas, a lo largo de los últimos años se está observando un desplazamiento de la discriminación de acceso al mercado a la discriminación de acceso a un empleo estable, fenómeno que se produce en toda España pero que en Castilla y León tiene una mayor intensidad. Las mujeres, que no son desde ningún punto de vista un colectivo marginal, representarán en pocos años la mitad de la fuerza de trabajo y, por lo tanto, sus altos niveles de precariedad afectarán con un peso creciente a los indicadores de calidad del mercado laboral. La incorporación de la mujer al mundo del trabajo ha destapado el problema de la insuficiencia de generación de empleo. La discriminación existente parece más bien una consecuencia de la debilidad de la demanda del mercado de trabajo que de la incorporación masiva de las mujeres al mundo laboral. Las regiones que como Castilla y León tienen un evidente retraso de su tejido productivo, escasa implantación de modernas tecnologías, reducida interconexión entre las distintas actividades sectoriales y una fuerte dependencia externa, son las que más sufren el problema de ese desajuste estructural. Desajuste al que sólo se puede poner remedio con políticas de activación económica en las áreas más avanzadas tecnológicamente y que mayor dinamismo introducen en la generación de riqueza y empleo. La situación de las mujeres en Castilla y León es peor que la de las mujeres del conjunto del Estado: Sólo perciben el 63% del salario medio de los trabajadores (37% menos que los hombres) mientras que la media nacional es del 70 % con relación al salario de los hombres. De cada 100 personas paradas en Castilla y León, 63 son mujeres, con un total de 72.500 paradas frente a 44.000 hombres, mientras que en España suponen 57 paradas de cada cien desempleados. La tasa de ocupación masculina en Castilla y León casi duplica a la femenina (62% frente a 36%) mientras en España es de un 61.9% frente a una 38.1%. Sólo el 5% de los contratos a mujeres son estables. 4. Legislación laboral referida a mujeres 4.1 Análisis comparado de normas autonómicas: Castilla y LeónPaís Vasco. He escogido el caso vasco por ser quizá una de las comunidades demográficamente hablando diferente a Castilla y León tanto por su situación geográfica como por las características de sus gentes y su estatuto de autonomía. Castilla y León Orden de 28 de febrero de 1996, de la Consejería de Sanidad y Bienestar Social, por la que se crea el Consejo Regional de la Mujer (B.O.C. y L. n.º 48 de 7 de marzo de 1996). Decreto 155/1997, de 24 de julio, por el que se aprueba el “II Plan Integral de Igualdad de Oportunidades para la Mujer de la Comunidad de Castilla y León” (B.O.C. y L. n.º 144, de 30 de julio de 1997). Quedando derogado el Decreto 53/1994, de 3 de marzo, por el que se aprueba el “Plan Integral de Igualdad de Oportunidades de la Mujer” en Castilla y León. Orden de 21 de mayo de 1998, de la Consejería de Sanidad y Bienestar Social, por la que se crean los centros de mujer en cada Servicio Territorial de la Junta de Castilla y León, dependerán de la Dirección General de la Mujer e Igualdad de Oportunidades. Orden de 13 de enero de 1999, de la Consejería de Sanidad y Bienestar Social (B.O.C. y L. de 5 de marzo de 1999), por el que establecen subvenciones para fomentar la promoción y ascenso profesional de las mujeres trabajadoras de Castilla y León. Decreto 162/1999, de 29 de julio, de la Consejería de Sanidad y Bienestar Social, por el que se crea la Dirección General de la Mujer e Igualdad de Oportunidades. Orden de 25 de noviembre de 1999, de la Consejería de Sanidad y Bienestar Social, por la que se desarrolla la estructura orgánica de sus Servicios Centrales (B.O.C. y L. n.º 230, de 29 de noviembre de 1999). Decreto 300/1999, de 25 de noviembre, por el que se regula la Comisión Interconsejerías para la Igualdad de Oportunidades entre mujeres y hombres (B.O.C. y L. n.º 234, de 3 de diciembre de 1999). Orden de 11 de enero de 2000, de la— Fomentar el autoempleo de las mujeres que tienen a su cuidado hijos de 0 a 3 años. — La transformación de contratos temporales en indefinidos celebrados con mujeres. . Decreto 5/2000, de 13 de enero, por el que se crea la Red de Asistencia a la Mujer víctima de maltrato o abandono familiar en Castilla y León (B.O.C. y L. n.º 12, de 19 de enero de 2000). Orden del 1 de marzo de 2000, de la Consejería de Sanidad y Bienestar Social, por la que se convocan subvenciones a corporaciones locales para la elaboración de Planes de Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y Hombres (B.O.C. y L. de 8 de marzo de 2000). Orden de 4 de abril de 2000, de la Consejería de Sanidad y Bienestar Social por la que se convocan becas de formación en la Dirección General de la Mujer e Igualdad de Oportunidades y Servicios Territoriales de Sanidad y Bienestar Social (B.O.C. y L. n.º 73 de 13 de abril de 2000). Orden de 5 de julio de 2000, de la Consejería de Sanidad y Bienestar Social, por la que se convocan ayudas para gastos de guardería de niños menores de cuatro años pertenecientes a familias monoparentales, numerosas o con hijos de parto múltiple (B.O.C. y L. de 18 de julio de 2000). Orden de 2 de enero de 2001, de la Consejería de Sanidad y Bienestar Social, por la que se convocan subvenciones a corporaciones locales y entidades privadas sin ánimo de lucro para cursos de formación profesional ocupacional dirigidos a las mujeres (B.O.C. y L. n.º 5 de 8 de enero de 2001). integración laboral de la mujer en Castilla y León Orden de 2 de enero de 2001, de la Consejería de Sanidad y Bienestar Social, por la que se convocan subvenciones a corporaciones locales para la elaboración o actuaciones de ejecución de Planes de Igualdad de Oportunidades entre hombres y mujeres (B.O.C. y L. n.º 5 de 8 de enero de 2001). Decreto 203/2001, de 26 de julio de 2001, por el que se aprueba el “III Plan Integral de Igualdad de Oportunidades entre mujeres y hombres” de la Comunidad de Castilla y León (B.O.C. y L. n.º 183, de 1 de agosto de 2001). Quedando derogado el Decreto 155/1997, de 24 de julio, por el que se aprueba el “II Plan Integral de Igualdad de Oportunidades para la Mujer de la Comunidad de Castilla y León”. País Vasco: Decreto 98/1982, de 10 de mayo, por el que se articulan las medidas de fomento a la contratación de jóvenes y mujeres con responsabilidades familiares (B.O.P.V. n.º 1982068 de 28/05/1982). Decreto 40/1983, de 6 de abril, por el que se articulan las medidas de fomento a la contratación de mujeres en paro con responsabilidades familiares (B.O.P.V. n.º 1983040 de 07/04/1983). Decreto 209/1983, de 3 de octubre, por el que se articulan las medidas de fomento a la integración en sociedades cooperativas de jóvenes sin experiencia profesional y mujeres con responsabilidades familiares (B.O.P.V. n.º 1983149 de 07/10/1983). Decreto 32/1984, de 23 de enero, por el que se articulan las medidas de fomento al empleo de jóvenes sin experiencia profesional y de mujeres en paro con responsabilidades (B.O.P.V. n.º 1984018 de 27/01/1984). Decreto 32/1984, de 25 de enero, sobre medidas de fomento al empleo de jóvenes sin experiencia profesional y de mujeres en paro con responsabilidades familiares (corrección de errores) (B.O.P.V. n.º 1984055 de 28/03/1984). Decreto 197/1985, de 11 de junio, por el que se aprueba la publicación del Acuerdo de la Comisión Mixta de Transferencias de 25 de marzo de 1985 en materia de protección a la mujer, sobre el traspaso de servicios del Estado a la Comunidad Autónoma del País Vasco en materia de protección a la mujer, a propuesta de los Consejeros de Presidencia y Justicia y de Trabajo, Sanidad y Seguridad Social, previa aprobación de la Presidencia y deliberación y aprobación del Pleno del Gobierno en su reunión del día 11 de junio de 1985 (B.O.P.V. n.º 1985144 de 13/07/1985). Ley 5 de febrero de 1988, por el que se crea el Instituto Vasco de la Mujer como un organismo autónomo, dependiente de la Presidencia del Gobierno Vasco. Su fin esencial es a consecución de la igualdad real y efectiva de las mujeres y los hombres en todos los ámbitos de la vida política, económica, cultural y social del País Vasco (B.O.P.V. n.º 1988045 de 04/03/1988). Decreto 103/1998, de 9 de junio, de creación de la Comisión Consultiva del Instituto Vasco de la Mujer. Con el objeto de que la Comisión Consultiva, sea un cauce de comunicación entre las asociaciones de mujeres y el Instituto Vasco de la Mujer, de forma que posibilite crear un espacio común donde realizar propuestas, críticas y aportaciones que permitan y favorezcan la ineludible transformación del papel de las mujeres en la sociedad vasca, fomentando una participación más activa (B.O.P.V. n.º 1998119, de 26 de junio de 1998). Los organismos reguladores más relevantes en materia de mujer e igualdad de oportunidades difieren en estas comunidades. En Castilla y León es la Consejería de Sanidad y Bienestar Social, a la que está adscrita la Dirección General de la Mujer, y en el País Vasco es el Instituto Vasco de la Mujer, junto con las Consejerías de Trabajo y Asuntos Sociales, Sanidad y Consumo y el Gobierno Vasco. El Instituto Vasco de la Mujer depende de la Presidencia del Gobierno Vasco, este hecho implica que tiene personalidad jurídica y presupuesto propios, lo que le proporciona una mayor autonomía funcional y económica en el desarrollo de sus funciones, le permite destinar recursos económicos al fomento de actividades relacionadas con sus prioridades, que se materializa en le fomento de asociacionismo y en convenios de cooperación con otras Instituciones públicas. En cuanto al rango normativo, el País Vasco tiene tendencia a regular esta materia mediante mayor número de resoluciones que Castilla y León, sin que ello suponga una merma en la regulación mediante órdenes, decretos e incluso leyes. En los contenidos objeto de regulación encontramos en estas dos comunidades aspectos comunes tales como la atención a la formación, promoción profesional, y empleo. Y tendencias diferenciales, pues mientras en el País Vasco se fomenta en mayor medida el asociacionismo y participación de las mujeres, y la puesta en marcha de planes municipales de acción positiva; Castilla y León se focaliza en el tema de los malos tratos y en el establecimiento de una red asistencial. Profundizando en la regulación laboral, después de 1996, Castilla y León dedica el 39% de su legislación en torno a la mujer a aspectos relativos al trabajo, de ésta el 28 % se destina a las mujeres mayores de 45 años, el 43% a las mujeres pertenecientes a áreas rurales y el 28% a mujeres con cargas familiares. El aspecto laboral al que dedican mayor atención es a la formación profesional, el 43 %, frente al interés destinado a la promoción y ascenso, 28% y al apoyo del autoempleo, 28%. En el País Vasco antes de 1996, el 36% de la regulación en materia de mujer e igualdad de oportunidades se compone de medidas relativas al trabajo, de ésta el 67% se dirigía hacia el fomento del empleo en mujeres jóvenes y el 89% al fomento del empleo y contratación de mujeres con responsabilidades familiares. Después de 1996, la normativa relativa a la promoción laboral de la mujer comprende el 44% de las normas. La normativa laboral vasca en un 57% se destina a programas de formación y empleo, el 42% a la inserción laboral y el 14% a medidas destinadas a fomentar la creación de un entorno laboral favorable. Las diferencias más relevantes entre estas comunidades las encontramos en los contenidos objeto de interés, así mientras que Castilla y León muestra una inclinación hacia temas relativos al maltrato y violencia familiar, el País Vasco se vuelca en la activación e implicación de toda la población en la promoción de la mujer, mediante la concesión de subvenciones y apoyo al asociacionismo y acción municipal. El aspecto que menos atención recibe es el referido al fomento de la iniciativa empresarial y el autoempleo, que no llega a alcanzar el 14% del total de la legislación en materia de mujer en ninguna comunidad, antes del 2001; lo mismo sucedía con el fomento de la creación de un entorno laboral favorable y el impulso de la promoción y ascenso femenino. A partir del 2001 en Castilla y León se ponen en vigencia medidas encaminadas a promover la figura de la mujer empresaria y aspectos relativos al autoempleo, que llegan a concentrar el 30% de la atención legal relativa al entorno laboral en materia de mujer. 5. El papel de la mujer en los sindicatos, una aproximación al caso de Castilla y León . En general, podemos decir que unido a la imagen de valor social que posee el trabajo para el genero femenino, la realidad nos dice que éste no ha liberado a la mujer de las tareas domésticas, una mujer que trabaja en el hogar y fuera de él. Por otro lado el mercado de trabajo deja a la mujer en una posición de elección, entre ser ama de casa y madre o la incorporación al trabajo. Esta situación alcanza su expresión mas relevante en la relación que la mujer establece con el poder político y social. Cuando se plantea por qué la mujer participa tan escasamente en partidos políticos o sindicatos o cuando nos preguntamos sobre el grado de interés que el sindicalismo suscita en la mujer, se desprende lo que podríamos llamar: o Incompatibilidad “hogar-política-movimiento social”. Es evidente que la participación en la vida política-sindical, para que pueda ser efectiva en términos de poder, de carrera política, origina una percepción de exigencia de tiempo y dedicación. Un tiempo del que la mujer de las ultimas dos decadas no dispone. Ello es así, hasta el extremo que las imágenes prototípicas sobre la mujer con proyección política son las de una persona con elevada posición social, joven, con un alto nivel de estudios, soltera, divorciada ( o en cualquier caso sin cargas familiares o con capacidad para delegarlas al servicio doméstico) convergiendo todo ellos en una imagen global: la mujer sola, que ha sacrificado su vida afectiva y familiar, que de alguna manera ha renunciado a ella, o ha antepuesto el poder a la familia, a la maternidad. Por ello hay que desatar que as opciones de acceso de la mujer al poder político y social en general, se encuentran regidas por un mecanismo de doble vínculo, que hace que tales opciones sean vivenciadas como pérdidas unas respcto a otras. Esto actua también reforzando la imagen que la sociedad le presenta a la imagen de sí misma, la de ser un ser social del que se cuestiona su dotación competencial: “tu vida familiar interfiere en...” “no eres afectivamente estable”... De ahí que, en la medida que la sociedad vaya liberando a la mujer de las tareas y responsabilidades domésticas podrá irse resolviendo favorablemente su incorporación real a lo público general, y a la acción política y sindical en concreto, ya que según estudios esta baja participación general no se debe por una falta d interés d estos temas, pues los hombres en general no contemplan la acción política y sindical con mucho mayor interés que las mujeres en el territorio español, lo que no les impide ocupar en España mas del 90% de los puestos de poder político-sindical. Desde esta perspectiva las razones que aclararían esta situación deberíamos buscarlas en los condicionamientos culturales que siguen exigiendo a la mujer la responsabilidad diferencial de la buena marcha del hogar, así como el estudio del modelo organizativo de los grupos políticos que continúan primando los nombramientos femeninos, lo que conduce a la mujer a una visión político-sindical carente de expectativas de logro.