Morfología Histórica del español

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MORFOLOGÍA HISTÓRICA DEL ESPAÑOL
Departamento de Filología Española I.
Asignatura troncal de segundo ciclo. Seis créditos.
Programa
1. El cambio morfológico. Sus relaciones con el cambio fonético, el cambio sintáctico y el cambio
semántico. La analogía. La gramaticalización.
2. Morfología nominal: la transformación de la declinación latina. Evolución histórica de las categorías
de género y número.
3. Morfología histórica de los determinantes. La evolución de los demostrativos, posesivos,
indefinidos y numerales. La creación del artículo.
4. Morfología histórica de los pronombres personales: principales reajustes en el paradigma en el
tránsito del latín al español. Historia del voseo y de otras fórmulas de tratamiento.
5. El verbo. Transformación de las conjugaciones y de las desinencias generales. El acento.
6. Transformación del tema latino de presente. El presente romance. Los presentes irregulares. Las
desinencias y modificaciones radicales en el imperfecto. El imperativo.
7. Transformaciones de las formas del tema latino de perfecto. Perfectos fuertes y perfectos débiles.
El imperfecto y el futuro de subjuntivo. El participio.
8. La formación del futuro y del condicional romances: formas sintéticas y formas analíticas.
Irregularidades morfofonológicas.
9. Procesos de gramaticalización y elementos de relación.
Evaluación
1. Comprobación del grado de asimilación de las ideas y conceptos mediante un examen, en el que se
valorarán, junto con el dominio de los contenidos del programa, la claridad y el rigor expositivos y
la corrección y propiedad idiomáticas.
2. Análisis morfológicos.
3. Realización opcional de trabajos de aplicación práctica.
Para las A.A.D. se valorará la bibliografía consultada.
Bibliografía
M. Alvar - B. Pottier, Morfología histórica del español, Madrid, Gredos, 1983.
E. Bustos Gisbert - A. Puigvert - R. Santiago, Práctica y teoría de Historia de la Lengua Española,
Madrid, Síntesis, 1993.
R. Cano Aguilar, El español a través de los tiempos, Madrid, Arco Libros, 1988.
E. Coseriu, El sistema verbal románico, compilación y redacción de Hansbert Bertsch, Madrid, siglo
XXI, 1996.
R. Eberenz, El español en el Otoño de la Edad Media. Sobre el artículo y los pronombres, Madrid,
Gredos, 2000.
Mª T. Echenique Elizondo - Mª J. Martínez Alcalde, Diacronía y gramática histórica de la lengua
española, Valencia, Ed. Tirant lo Blanch, 2000.
J. Elvira, El cambio analógico, Madrid, Gredos, 1998.
V. García de Diego, Gramática histórica española, 3ª edición corregida, Madrid, Gredos, 1970.
R. Lapesa, Historia de la lengua española, 9ª edición, Madrid, Gredos, 1981.
R. Lapesa, Estudios de morfosintaxis histórica del español, 2 tomos, edición de R. Cano Aguilar - Mª T.
Echenique Elizondo, Madrid, Gredos, 2000.
P.M. Lloyd, Del latín al español. I. Fonología y morfología históricas de la lengua española, Versión
española de Adelino Álvarez Rodríguez, Madrid, Gredos, 1993.
R. Menéndez Pidal, Manual de gramática histórica española, Madrid, Espasa-Calpe, 1940.
R. Menéndez Pidal, Cantar de Mio Cid. Texto, gramática y vocabulario, 3 tomos, Madrid, Espasa-Calpe,
1944.
R. Penny, Gramática histórica del español, Ed. española a cargo de José Ignacio Pérez Pascual,
Barcelona, Ariel, 1993.
R. Posner, Las lenguas romances, traducción de Silvia Iglesias, Madrid, Cátedra, 1998.
1. El cambio morfológico. Sus relaciones con el cambio fonético, el cambio
sintáctico y el cambio semántico. La analogía. La gramaticalización.
SUMARIO (lecc. 1)
I)
¿Qué se entiende por morfología?
1 Tiene un objeto de estudio heterogéneo.
2 La segmentación no es un hecho necesario y definitivo.
tipos de análisis
a) Análisis a base de reglas
paradigmas
b) Análisis basados en
(método
propuesto en el estudio
del
cambio morfológico.)
II)
JUSTIFICACIÓN DE LA PROPUESTA
a) Dificultades empíricas para sustentar la noción de morfema
¿Se ha sobrevalorado esta noción? Sí.
Causas de estas dificultades empíricas.
Las unidades gramaticales mínimas tienden a desemantizarse convirtiéndose en
distintivas:
Ej,: habebat > abea > avía
> ía
cantar ía
- unidades significativas y distintivas (corp-ach-ón).
- unidades distintivas (ame/ama).
- unidades que no son ni significativas ni distintivas (ej.: interfijo).
b) El interés de la variación alomórfica en el estudio del cambio morfológico
(condicionamientos que confirman las relaciones del cambio fonético con el
morfológico):
- variación morfológicamente condicionada.
- variación gramaticalmente condicionada.
interacción de cultismos.
- otras alternancias
-d- / -t- todo, total
III)
Análisis basados en paradigmas = lista de de las formas flexionadas de una palabra
(Cartairs).
a) La noción de paradigma es fundamental en la teoría y descripción morfológicas.
b) - Relaciones implicativas y recurrentes (amo/amas/ama, canto/cantas/canta)
- peculiaridades léxicamente determinadas
soy
eres
es
somos
sum
sedes
c) Principios de organización y regularización de los paradigmas:
LA ANALOGÍA
- NIVELACIÓN Y REANÁLISIS (coherencia tipológica)
- EXTENSIÓN ANALÓGICA
- SUPLECIÓN
Ej.: amav(i)t > amau(t) > amó
feci(t) > fizo
dixi(t) > dixo
veni(t) > vino
NIVELACIÓN:
influencia de los perfectos fuertes
sobre los débiles
GRAMATICALIZACIÓN
Ej.: amare + habeo > amar + eo > amar + é > amaré
IV)
V)
CONCLUSIONES SOBRE LA NOCIÓN DE PALABRA
(Matthews, 1991)
- Criterio fónico
- Criterio sintáctico
- Criterio léxico
CONCLUSIONES SOBRE LA IMPOSIBILIDAD DE UN ENFOQUE MODULAR
EN EL ESTUDIO DEL CAMBIO MORFOLÓGICO
(López García, Cómo surgió el español)
¿Qué se entiende por morfología?
La morfología tiene un objeto de estudio heterogéneo (Lloyd). En los estudios lingüísticos
tradicionales es corriente distinguir entre morfología léxica y morfología flexiva. La morfología
léxica es el estudio de los lexemas independientes (caballo > caballero). La relación niño/niño
se inscribe en la categoría de morfología flexiva. La morfología léxica genera nuevas unidades
léxicas y la flexiva produce formas diferentes del mismo lexema (niño/niños).
El problema de la segmentación en el nivel morfológico.
La segmentación no es un hecho necesario y definitivo en la morfología. De ahí la disparidad
de criterios que se han seguido con este fin:
a) Análisis a base de reglas que obligan a fragmentar la palabra en entidades menores. Dicha
organización implica un análisis en raíces y morfemas que se yuxtaponen.
b) Análisis basados en paradigmas que no requieren la fragmentación de la palabra en entidades
menores.
Diferencias entre fonema, morfema y palabra.
Fonema es la unidad mínima distintiva.
El estudio de los morfemas debe incluir inevitablemente del de la función y significado de
éstos, y no sólo su forma fonética. No olvidemos que los morfemas se realizan mediante
fonemas, o secuencias de fonemas, y, por consiguiente, si no interfiriese el factor funcional
seguirían la misma evolución de los sonidos particulares, o de los grupos de sonidos,
identificados con cada morfema. El factor funcional es muy importante en el estudio de la
morfología.
Ej.:
amar-ía
viene de habebat
a) habea > ea > ía
b) *abea > avea >avía/avie/avi/había
¿Por qué en un caso ha perdido cuerpo fónico y en otro no? Por el factor funcional.
DELIMITACIÓN ENTRE MORFEMA Y PALABRA
Lo primero que hay que señalar son las dificultades empíricas para sustentar la noción de
morfema, que funciona para algunos como fundamento de la morfología. Pero Javier Elvira nos
dice que la noción de morfema tiene una difícil defensa interlingüística y añade que la afijación
no es el único procedimiento morfológico conocido. Lo que no quiere decir Elvira es que la
información gramatical y semántica que aporta un morfema no necesariamente tiene que
expresarse con esta unidad mínima, no es tan imprescindible.
La definición que se ha dado de morfema es que es la unidad significativa mínima, o signo
mínimo. Otros la definen como unidad gramatical mínima. La de Pena es la de signo mínimo que
no es descomponible o analizable en otros signos, aunque sí podamos analizar separadamente el
significado y el significante del morfema (re- → ‘volver a’, elegir y reelegir, pero no tener y
retener, que no es ‘volver a tener’).
La conclusión es que operar desde esta perspectiva es mucho más complicado, menos seguro,
que trabajar desde la perspectiva de la palabra. Por otra parte, sí que desde la perspectiva del
morfema hay unidades significativas y distintivas (pringue/pringosas).
Tenemos otro grupo como, simplemente, unidad distintiva: la alternancia e/a en los verbos
(come/coma).
También unidades que no son ni significativas ni distintivas: el caso de los interfijos
(manecitas).
MORFEMAS Y ALOMORFOS
Frecuentemente la variación alomórfica está fonológicamente condicionada (-s/-es →
recuperación de una vocal, que ya no ocupa posición final al añadírsele la s y lo consideramos un
alomorfo). También en artículos: el agua, que es femenino. Esto puede condicionar la creación
de plurales:
Plurales
re
res
rei
reis
reyes
rege > *ree >
Ese condicionamiento fónico explica muchos alomorfos. A pesar de todo, ese polimorfismo
fónico se ha regularizado.
Hay alternancias fonológicas, y un ejemplo bien sabido sería el del prefijo i-:
probable/improbable, pero también legal/ilegal, y no *inlegal.
La variación alomórfica gramaticalmente condicionada. ¿Por qué los verbos de la primera
conservan todos el -ba del Imperfecto, amaba, cantaba, saltaba, frente a tenía, comía, salía?
Otra pregunta que podemos hacernos es por qué un (Yo) tenía resiste a igualarse a un teníe o
tenié. ¿Por qué un vos frente a un os (pido vos/os pido)? Tiene que haber algún peso mayor del
propio sistema.
En el caso del -ba es necesario porque si no la evolución normal del latín se igualaría a ama.
En el caso del -ía es el peso del Yo. En el caso del vos el español antiguo tendía a la
pluralización vos tenedes grandes corazones, y también funciona como sujeto pido vos. Pero vos
marca sólo el sujeto.
Dentro de este grupo caben aquellas alternancias que están reguladas por factores
morfológicos, como la clase conjugacional del verbo (amaba/tenía). Si la fonología condiciona
la evolución morfológica es la morfología la que regula, en muchos casos, la variación (ya
hemos visto cómo la conservación del -ba evita el homomorfismo).
Pero hay también alternancias aleatorias, porque la elección de los alomorfos no tiene ninguna
base fonética, tampoco depende de la clase gramatical de la base, ni de algún rasgo morfológico
determinado. Por ejemplo, -ario/-ero, -torio/-dero (lavatorio/lavadero), -ense/-es.
Nos atreveríamos a poner -ense/-es como una variante aleatoria en algunos gentilicios, quizás
según sea culto o popular, como barcelonense/barcelonés.
La ambigüedad también justifica muchos casos. Tenemos que relacionarlo con el principio de
economía lingüística tanto por el ahorro de esfuerzo como por la mejora de la comunicación.
Como ejemplo podría valernos el vos, para singular, plural, sujeto y objeto. Otro ejemplo sería el
siguiente:
do
dais
*daes
^
dades
das
^
HOMOMORFISMO
<
das
dat
damus
datis
dant
NOCIÓN DE PARADIGMA
¿Qué es un paradigma?
La noción de paradigma es fundamental en la teoría y descripción morfológicas. Carstairs
define el paradigma como “la lista de las formas flexionadas pertenecientes a una palabra o
lexema”. Este autor incorpora ese criterio léxico como unificador de esa variedad flexiva. No
constituye un paradigma, porque no pertenecen a la misma categoría gramatical, verano,
veraniego, veranear, veraneante, veraneo. En este caso, aunque la relación morfológica es
transparente, no pertenecen a la misma categoría gramatical; son unidades de marcada
independencia.
Pero si declinamos una forma de la 2ª declinación (LUPUS, -I) todas éstas sí constituyen un
paradigma porque las relaciones que establecen son siempre recurrentes, como en el caso de
corre/corréis/corremos (en este caso de la 2ª conjugación). Esta relación de paradigma no se va a
dar de igual forma en unos verbos que en otros; por ejemplo, el verbo ser es tremendamente
irregular desde su presente.
Respecto a la flexión de los diferentes verbos en el español, se combinan en proporción
variable ingredientes paradigmáticos, es decir, formas con relación implicativa y recurrente con
peculariedades léxicas determinadas.
RELACIONES INTERPARADIGMÁTICAS E INTRAPARADIGMÁTICAS
En primer lugar, en general, en estas relaciones, la flexión es el terreno en el que el efecto de la
acción analógica se manifiesta con mayor claridad. Desde la perspectiva empírica ya se han
intentado delimitar y clasificar los fenómenos analógicos que se han producido en distintos
paradigmas gramaticales.
Por ejemplo, se habla de ‘nivelación’ cuando se tiende a eliminar alternancias morfológicas
que frecuentemente son originadas por evoluciones fonéticas. Por el contrario, se habla de
‘supleción’ cuando se produce una resistencia a la nivelación analógica. Esta supleción está
regulada mediante relaciones de marca, por ejemplo en los tiempos, los modos, las personas,
menos marcados tienen más propensión a la supleción que los más marcados.
Por ejemplo, el caso de das, o de los numerales ordinales con -eno en los textos medievales,
pero también en El Quijote, se ve onceno, pero finalmente ese sistema fue reemplazado, excepto
en el noveno, eligiendo formas más diferenciadas, más marcadas respecto a otros elementos del
propio paradigma.
Se utiliza también a menudo la expresión ‘extensión analógica’ para que no olvidemos que la
analogía no es siempre una garantía de regularización. A veces un cambio analógico puede crear
más irregularidades.
Por ejemplo, tenemos mihi, pero también mibi, mive, mib, por influencia de la forma tibi. Se ha
dado un caso de analogía que no ha tenido más trascendencia.
Pero otra cosa son otras influencias más amplias, como la del cambio vocálico, que no se
puede explicar desde un punto de vista fonético, sino por la influencia de las formas ti y mi:
cum mecum
cum tecum
cum secum
conmigo
contigo
consigo
El concepto decimonónico de la analogía entendida como tendencia a la homogeneización de
paragidmas frente al deterioro que puede sufrir la morfología por la evolución fonética es el que
se ha extendido más en la lingüística histórica. Pero esta concepción antigua se ha superado y
hoy el concepto de analogía aparece muy vinculado con las teorías psicológicas de la asociación:
agrupación de expresiones lingüísticas entorno de parecidos formales o materiales.
Según J. Elvira las formas más transparentes tienden a sustituir a las opacas; es decir, las
formas menos marcadas, las más frecuentes, tienen más resistencia a la pérdida. Por este motivo
se producen tantos casos de ‘nivelación analógica’ en diferentes paradigmas.
Esta valoración nos lleva a admitir algunos principios: 1.º) el vínculo morfológico es más
fuerte cuanto más cerrado y menor es el paradigma. La relación entre un paradigma estrecho, o
muy cerrado, es prácticamente automática (libro/libros). La fuerza del vínculo se va debilitando
conforme se pasa a paradigmas mayores (si comparamos el caso de libro/libros con los verbos se
produce una pérdida de conexión). Así, se observa una progresiva pérdida de conexión desde la
flexión nominal (niño/niños) y verbal (cantar/canto/cantas) a la derivación (casa/casita). En
amigo y amistad la conexión es caso inexistente.
Estamos viendo que la flexión es el terreno en el que el efecto de la acción analógica se
manifiesta con mayor claridad. Cuando nos hemos referido a la ‘nivelación’ hemos querido
destacar la eliminación de alternancias morfológicas por una serie de cambios. Sin embargo, la
diferencia con la ‘extensión analógica’ estriba en que esta última puede originar irregularidades.
Por lo tanto, los procesos analógicos no siempre simplifican la gramática.
REANÁLISIS
Se produce cuando el hablante no puede interpretar correctamente una forma o estructura. En
época de crisis es fácil que pierdan transparencia y ganen opacidad. Entonces el hablante
reacciona buscando formas y estructuras más adecuadas y transparentes y para ello si es
necesario puede modificar el punto de partida del significado al significante, o del significante al
significado.
Se trata de un elemento al que se le otorga un valor funcional que no concuerda con el que
tenía en la lengua original. El valor, por ejemplo, que se le otorga a una terminación en el caso de
los plurales masc./fem. Tiene que ver más con la creación de una gramática propia a partir de
datos que provienen de otra.
El ejemplo más representativo de ‘reanálisis’ es el de la reestructuración del género. Los
nombres de árboles, que eran de género femenino en latín, pasaron al masculino, ya que en su
caso había más masculinos en -US, salvo en los casos en que dichos árboles tuvieran un fruto, en
cuyo caso el femenino siguió siendo para el árbol y el masculino para este último (ver
RESUMEN):
7.
ulmus > olmo , pero ficus> higo (arbor) ficaria> higuera, fagus> haya
(arbor) fagea > (madera) de haya
El ‘reanálisis’ y la ‘coherencia tipológica’ de algunos resultados se deben al mismo objetivo de
economía paradigmática. Por ejemplo, en los futuros, en un momento determinado se impone,
digamos, la coherencia de la síncopa:
Futuros de síncopa
amar + é
cantar + é
(2ª p.)
levré < beber + é
morrás < morir + ás
combrás
<
comer + ás (2ª p.)
comer + ás > com’rás > combrás
poner + é > pon’re > pondré
Este tipo de futuros con síncopa fueron muy frecuentes en el castellano medieval, frente a los
de la primera conjugación que no admitían dichas variantes, no eran susceptibles de la vocal
interna.
La recuperación posterior supone un retroceso, acercamiento, a las formas latinas.
GRAMATICALIZACIÓN
Habría que destacar otras cuestiones como la ‘gramaticalización’. Un libro muy útil al respecto
es el de Mª Josep Cuenca y Joseph Hilferty, Introducción a la gramática cognitiva, Ariel, 1999.
El nombre de ‘gramaticalización’ nos remite a la idea de cambio desde una categoría
gramatical que algunos autores han denominado reanálisis –no en el sentido que nosotros le
hemos dado anteriormente–, o ‘descategorización’; la primera denominación incide en el cambio
categorial (por ejemplo, algo que es un adverbio deja de serlo), y la segunda incide en la
tendencia de que la categoría de origen sea una categoría mayor, una categoría léxica y la de
llegada sea una categoría menor, una categoría funcional o gramatical.
Algunos autores han trazado ese camino. Para Hopper es Elemento léxico > palabra gramatical
> clítico (un elemento adjunto que está ahí) > morfema flexivo.
Vamos a poner el ejemplo de la gramaticalización del verbo HABERE, ‘tener’, que indicaba
posesión. Partimos de esta construcción perifrástica, cantare + habeo, en la que el verbo habeo
se convierte en un auxiliar cuando acompaña a un verbo en infinitivo. Ese auxiliar se va
transformando en un clítico, cantare + eo > cantar + é, va pediendo autonomía fonética y
sintáctica respecto al infinitivo.
Otro ejemplo, aorarlo e > aoraré > adoraré. Finalmente ese clítico se convierte en un
morfema flexivo, porque se incorpora progresivamente a la forma verbal, convirtiéndose en un
morfema.
Cabe destacar que el cambio de elemeno léxico a palabra gramatical se manifiesta en los
futuros, pero también en otros tiempos verbales como el presente doy, soy, anteriormente yo do y
yo so, o en los indefinidos alguno, ninguno, o en los pronombres personales (nosotros, vosotros).
La gramaticalización muestra contrapartidas en diferentes niveles lingüísticos: 1) en lo
fonético, pérdida de cuerpo fónico (habeo > é); 2) en lo morfológico se producen cambios en las
marcas morfológicas (amabo > amaré); 3) desde el punto de vista léxico-semántico hemos de
destacar la ‘desemantización’ (otros en nosotros no tiene el valor originario, o ía en tendría).
ALGUNAS NOCIONES COMPLEMENTARIAS
REGULARIDAD.- El factor más importante en la percepción de las relaciones morfofonológicas
es su regularidad. Cuanto más regular sea una alternancia más perceptible será. El hablante en
muchas ocasiones es capaz de abstraer una regularidad, que puede interpretarse por motivos
diferentes. Para que una alternancia sea regular es necesario que cumpla las siguientes
condiciones: – que sea productiva, aplicable a los neologismos, préstamos, o elementos de clases
morfológicas no estables (casa/casas frente a currículum/currícula); – que tenga escasas
excepciones; – que estas alternancias sean formalizables, aunque a menudo no hay condiciones
fonológicas o morfológicas que permitan la formalización:
soriano
valenciano
segoviano
auriense
tarraconense
jienense
onubense
SĔMINO > siembro
RĬGO > riego
siento
sientes
siente
sentimos
ĕ > e e > je
ŏ > o o > ue / uo / ua
ie / e
Pero hay otras alternancias que no son tan productivas:
teneo > teño (gallego)
> tengo
por analogía con el verbo dico
como también ocurre con los verbos vengo, o salgo.
Esta alternancia es menos productiva que en casos anteriores, como siento, pierdo, miento,
porque se da en menos verbos. Así, las alternancias son formalizables y de ellas sacamos reglas
de regularidad, aunque en la sintaxis sincrónica los llamemos verbos irregulares.
RENDIMIENTO Y PRODUCTIVIDAD.- Llamamos ‘rendimiento’ al número de veces que una
alternancia aparece en el léxico existente, y ‘productividad’ a su capacidad de extenderse a otras
palabras. El rendimiento es una variable independiente de la productividad, aunque suelen ir
ligadas (por ejemplo, la alternancia de velar del ejemplo anterior es menos productivo que la
alternancia de diptongación/no diptongación de la vocal radical).
El rendimiento de las alternancias morfofonológicas del español es variable y algunas
alternancias son frecuentes (sentí/siénto), y otras se dan en unas cuantas formas.
LA INFLUENCIA DEL CULTISMO EN LA MORFOLOGÍA.-
Estos cultismos, o latinismos, ¿son
mecanismos de cambio? ¿Es posible explicar un cambio lingüístico por presiones de tipo
sociocultural? Esos cultismos son otra fuente de variantes.
*
MATTHEWS, P. H., Morphology. An Introduction to the theory of Word-Structure, 2ª ed.,
Cambridge University, 1991.
CARSTARIS, A., Current Morphology, Londres, 1992.
LA PALABRA
Elvira saca una conclusión sobre el concepto de palabra: que es una unidad de procesamiento y
de memoria. Él reconoce la ‘heterogeneidad’ de la palabra. Al configurarse como una ‘unidad de
procesamiento’ se situará cerca de la flexión y de la sintaxis, pero como ‘unidad de memoria’ se
acercará a la derivación y mucho más al léxico.
Otra conclusión a la que llega es que no se puede definir con un solo criterio: habrá que seguir
1) un criterio fónico, puesto que es un ensamblaje de fonemas y sílabas; 2) un criterio léxico, que
nos permite agrupar segmentos formalmente diferentes (tengo/tuve, niño/niños, los estás
agrupando dentro de esa unidad abstracta que es el lexema); 3) un criterio sintáctico, puesto que
la palabra se define por criterios de jerarquía sintagmática, lo que nos permite obtener una serie
ordenada: frase – oración – sintagma – palabra.
Las propiedades por las que nosotros identificamos a la palabra tienen que ver, aplicando este
criterio, con la ‘autonomía’ y la ‘cohesión’. La diversidad de criterios es la causa de
discrepancias a la hora de reconocer como palabras a distintas unidades lingüísticas: vino es una
palabra fonológica, en el caso de amarlo, desde el punto de vista fonológico, también es una;
pero vino desde el punto de vista léxicos son dos, como amarlo desde el sintáctico.
Como observación personal añadiremos que el tratamiento es muy diferente en algunas
palabras hoy, como Sant Pedro, San Pedro, Santo Pedro, o cient leguas, ciento leguas; es decir,
en otras épocas podemos encontrar más de una palabra fonológica. Habría que estudiar si en la
Historia del español se ha modificado la relación entre palabras fonológicas, léxicas y sintácticas,
es decir, si la evolución de la estructura silábica y el retroceso de fenómenos como el de la
apócope (vocálica), o la desaparición de las amalgamas fonéticas, o la enclisis pronominal, han
favorecido nivelaciones del tipo palabra fonológica – palabra léxica, o sintáctica.
Ej. En época alfonsí palabras como las siguientes eran muy habituales:
nibla
quemblo
ni me la
que me lo
La noción de palabra habría que relacionarla con la de ‘ambigüedad’. Ej. Estás en el siglo XV
se puede referir a una 2ª persona del singular o una 2ª del plural:
s. XV
stas > estás
statis > estades > *estaes
estás
estáis (disimilación)
La ambigüedad es un motor. Otro ej.:
pollos
por los
RL > LL
A veces la ambigüedad es lo que rige el cambio.
CONCLUSIÓN
La Historia de la Lengua no puede abordarse desde una perspectiva modular (López García,
Cómo surgió el español), aislando lo que es lo fónico, de lo léxico, sintáctico, etc. (propia de los
generativistas). Los cambios fonéticos tienen manifestaciones morfológicas en el pradigma y
éstas también repercuten en la sintaxis (ej.: muy / mucho). Por lo tanto, se considera que existe un
continuo entre fonética, morfología, sintaxis, etc., y que la base de todo es el uso.
LA ‘HETEROGENEIDAD ORDENADA’
Llamamos cambio lingüístico a las modificaciones que en su evolución experimentan las
lenguas. El ‘cambio lingüístico’ se diferencia de la ‘variación’ en que en el primero las
modificaciones son diacrónicas, y, por tanto, las estudia la lingüística histórica, mientras que las
variaciones son sincrónicas, y las analiza, entre otras disciplinas, la sociolingüística.
A partir de la sociolingüística, U. Weinreich, W. Labov y M. I. Herzog fueron construyendo un
método de análisis del cambio lingüístico en progreso y de la variación con que éste se
manifiesta, partiendo de la idea fundamental de que la heterogeneidad tiene también cierta
organización. En esta obra (“Empirical Foundations for a Theory of Language Change”, en
Directions for Historical Linguistic, por Lehmann y Malkiel) lo que hacen es proponer unos
fundamentos empíricos para una teoría del cambio lingüístico, a partir de sus propuestas de
‘heterogeneidad ordenada’ de la lengua y de la ‘variabilidad’ como parte de la competencia
lingüística del hablante y de la comunidad del habla. La interdependencia entre ‘variación’ y
‘cambio’ es una cuestión fundamental tanto en la historia lingüística como en la lingüística
histórica.
¿Qué quiere decir que ha ocurrido un cambio desde esta perspectiva del ‘variacionismo’? Para
Penny es la aceptación de una nueva variante y el abandono de otra variante más antigua por los
miembros más prestigiosos de la sociedad.
2.
Morfología nominal: la transformación de la declinación
Evolución histórica de las categorías de género y número.
latina.
Factores que intervienen en la reducción de la declinación casual latina:
1) Factores fónicos.
2) Factores funcionales.
3) Factores de índole sistemática.
4) Nivelación de los imparisílabos.
Vamos a estudiar un tema trascendental en la formación de las lenguas románicas (y no sólo
del español). Le debemos a Banniard (1990) un esquema muy útil sobre los cambios con
repercusión en el nombre y en el grupo nominal, y enumera estos cambios:
1.º) La desaparición del género neutro.
2.º) La desaparición de los dativos y ablativos en -IS e -IBUS.
3.º) La desaparición de los genitivos (-ARUM, -ORUM, -IUM, -UM).
4.º) Generalización de la rección prepositiva en lugar de los antiguos usos con ablativo, genitivo,
o dativo.
5.º) Reducción de las oposiciones en las declinaciones hasta un sistema bicasual.
6.º) Aparición del artículo.
7.º) Retroceso de los comparativos y superlativos sintéticos (PARTIOR) y difusión de las formas
analíticas (MAGIS, PLUS).
8.º) Multiplicación de grupos de valor adverbial en adjetivos + -mente y reducción de los
adverbios clásicos.
Éstos son, según Banniard, los cambios con más repercusión en el nombre y en el grupo
nominal.
PRINCIPALES CONTRIBUCIONES AL ESTUDIO DE LA PÉRDIDA DEL SISTEMA CASUAL
Todos los estudiosos parten de un hecho demostrado: el avance del acusativo, que se
mantiene a expensas de los demás casos, cuyas funciones adoptan o cumplen.
Pero en la reducción del sistema casual intervienen varios factores. Desde luego el factor fónico.
Es cierto que la fonética refuerza la hipótesis del acusativo (BŎNITAS > *buendas / BONITĀTE(M)
> bondad, VIRTUS > *virtos / VIRTUTE(M) > virtud → Se impuso la forma que proviene del
acusativo).
La reconocida preeminencia del acusativo no permite justificar la procedencia de todas las
palabras del español, ya que las formas del sustantivo heredan tanto las funciones como formas
de otros casos latinos. No obstante, gran parte de ese corpus sí que procede del acusativo.
Gazdaru fue el primero en considerar que en lugar del acusativo había que contar con el
sincretismo de todos los casos. También el profesor Penny: la forma del español resulta de la
amalgama de las formas correspondientes al nominativo y del oblicuo latino. Pero, añade, en un
proceso con interferencias de distinta índole: cambios fonéticos y gramaticales, y, dentro de los
gramaticales, procesos analógicos y de reanálisis. Es una transformación de un amplísimo
alcance.
Lloyd nos hace una propuesta cronológica. Según él, ya en el siglo I se había iniciado la
reducción del sistema, y distingue primero tres casos, 1) nominativo, 2) genitivo y dativo, y 3)
acusativo, y después, con Dardel, se quedaría en una declinación bicasual (no demostrada en
español, aunque sí en francés (fr. Nominativo loups, Oblicuo loup).
En general, todos están de acuerdo en que se produjo por la fusión de los casos que
representaban en romance al nominativo por una parte y al caso oblicuo o régimen por otra. Las
divergencias han surgido en la interpretación de puntos específicos. Ramón Santiago (1992, en
homenaje a Eugenio de Bustos Tovar, Universidad de Salamanca) subraya lo siguiente:
1.º) La naturaleza formal del caso oblicuo sincrético, en el que no todos coinciden respecto a los
antecedentes que quieren verse en él.
2.º) El antecedente inmediato de los imparisílabos (VIRTUS, VIRTUTIS), quedando una sola
forma.
3.º) O bien, la formación del plural y la continuidad de las formas latinas de este número:
Plural
amicus
amici
amicum
amico
Nom.
amici
Ac.
amicos
Otros factores son los sistemáticos. El principal de todos sería la generalización del acusativo
plural -AS, -OS, -ES, a la vez que se constituía el caso oblicuo. Ramón Santiago dice que del
nominativo AMICI se pasaría al AMIGOS. Dice Penny, incidiendo también en esto, que la
eliminación definitiva del sistema bicasual, desaparecido aquí sin dejar rastro documental, sería
consecuencia de asociar la -s exclusivamente al concepto de plural.
Sobre los factores funcionales, para Rafael Lapesa (en sus Estudios de morfosintaxis) el
incremento preposicional empezó siendo un procedimiento auxiliar de la declinación (tauri
corium > corium de tauro).
Pero influyó decisivamente en la desaparición de la declinación la mayor precisión que las
preposiciones aportaban, hasta el punto de que en algunos casos era innecesaria la distinción
casual.
Por la tanto, podemos concluir diciendo: –que la evolución fónica no es el único factor que
incide en esta pérdida; –que el caso oblicuo surgió por sincretismo. Ahora bien, falta saber –esta
es la pregunta que debemos hacernos– por qué ciertas palabras se resistieron a la nivelación
morfológica. Es decir, por qué ciertas palabras no perdieron el ‘ropaje latino’ (sobre todo durante
los siglos XII y XIII cuando ya se escribe en romance).
1) Restos de Nominativo:
virtos
generacio
passio
rebello
cansancio
En vistos es claro que viene del nominativo, pero ¿y en rebello? ¿Viene del nominativo
REBELIO, -ONIS, o del acusativo REBELIONE(M)? ¿Y tizo > ‘tizón’? ¿Viene del TITIO, -ONIS, o de
TITIONE(M)? Estas palabras, que hoy no coinciden con las nuestras, son restos del nominativo; se
eligen estas formas, quizás, para no confundirlas con los aumentativos. En el último ejemplo sí
que ha prevalecido: cansar + -ATIO, -ATIONIS > cansancio.
También vemos restos del nominativo en palabras de la terminología científica como las
siguientes, que nos han venido del inglés o el francés:
lupus
cirrus
fórceps
También en nombres de la épica, esos Arnaldos, Carlos, Pablos, etc.
Estos restos demuestran las ‘ataduras’ del romance respecto al latín.
También en los nombres de los testigos en los documentos jurídicos, práctica que llega hasta el
s. XVII:
Licenciatus Santiago
Antonius notarius
2) Restos de Ablativos, que perviven adverbializados:
tota via > todavía
ǐpsa hora > essora
hoc anno > hogaño
hac hora > agora, ahora
lŏco > luego
3) Restos de genitivos:
En la toponimia:
(ecclesia) Sancti Emeritii > San hieden (Álava)
San
Salamanca,
hiedel
(Burgos,
Segovia)
Samitier (Huesca)
Santander, Santemder
Sancti Torquati > San Toraz
Sancti Pontii > Santiponce
Sancti Justi > Santiuste
Castru Sigerici > Castrogeriz
Otros restos:
pedis ungula > pezuña
4) Otros restos de Nominativo y Acusativo en los lenguajes científico y jurídico:
campus (importado del inglés, suele aparecer con el adj. universitario)
forum
junior, senior (en el campo deportivo)
médium
memorandum
aquarium
rictus
lapsus
sumum, minimum
CONCLUSIÓN
Una explicación que podría valer para explicar la existencia de estos restos es 1.º) que los
cambios no se producen a la vez. Por ello muchas palabras no perdieron inmediatamente su
aspecto latino en el periodo antiguo. La cantidad de latinismos depende del género textual y
también de las prácticas discursivas (Martinus, Gonsalvus nos sale en textos jurídicos).
2.º) Estos restos del sistema casual los hemos encontrado en categorías carentes de flexión, o
que se resisten a la flexión: nos han salido adverbios y muchos nombres propios.
3.º) Estas palabras que hemos señalado como restos (excepto pezuña, en general) nos ofrecen
relaciones sintácticas de concordancia.
BIBLIOGRAFÍA
SANTIAGO LACUESTA, R., “Sobre la desaparición de los casos de la declinación latina y su
interpretación en la gramática histórica”, Homenaje a don Eugenio de Bustos Tovar, 1991,
Universidad de Salamanca, Vol. II.
BANNIARD, M., Viva voce. Communication écrite et communication orale du IV au IX siècle
en Occident latin, París, Institut des Études Agustiennes, 1992.
EL GÉNERO
Hemos de tener en cuenta que las oposiciones de género tenían en latín un rendimiento
funcional reducido. En sintagmas del tipo bonus nauta, o alta fagus, el género lo indica el
adjetivo; pero no siempre es así: fortis nos vale para masculino y femenino. La oposición -o/-a
era poco productiva, sobre todo para caracterizar sustantivos masculinos frente a los femeninos.
El triunfo de esta oposición -o /-a (niño/niña) se produjo tarde, y empezó a manifestarse en
primer lugar en los adjetivos invariables (algo así como ocurre en el aragonés: esta chica es
jóvena).
La asignación de género en latín tiene una base distinta a la del castellano: los neutros en latín
designan a la clase de los inanimados, mientras que los femeninos y masculinos se aplican a los
animados. Esta distinción de animados/inanimados del latín se va desdibujando hacia el siglo I d.
C. fundamentalmente por la reducción de los sustantivos de género neutro. La mayor parte de los
nombres de realidades inanimadas habían pasado a ser masculinos o femeninos, tendencia que
tiene su continuidad en romance hasta la desaparición del género neutro. Por lo tanto, en ese
tránsito del latín al romance castellano se reducen los tres géneros del latín a dos: masculino y
femenino.
Todo este resultado es el final de un proceso de ‘reanálisis’.
I.Género etimológico
1. Invariabilidad formal: (que siguen como en latín)
-Categoría heredada: rosa sigue siendo femenina.
-Recategorización: sintagmas del tipo (arbor) ficaria >higuera
(cambia de género)
2. Variabilidad formal
Casos de adecuación de la forma al género
Parte del corpus analizado representa la continuidad del género etimológico, pero para
asegurar esa continuidad del género se recurre a los cambios desinenciales. Por ejemplo:
Lat. NURUS, -US (fem.) > nŏra > cast. Nuera
Otro ejemplo muy conocido es el de:
TALPA, -AE
> *tulpus > topo
O, también:
PULEX, -ICIS > *pulica, -ae > pulga
TURTURE(M) > turtura > tortola, tortol
3. Particularidades
(Meillet)
A veces se asocian al género determinados rasgos cuantitativos o cualitativos y ello explica
ciertas divergencias entre la forma y el género de algunas palabras, y quizá también explica la
existencia de ‘correlaciones contrastivas’, como el Sol/la Luna, el pie/la mano, el fuego/el agua,
el cuerpo/el alma, el Cielo/el Infierno, etc. Meillet dice que este tipo de correlaciones
contrastivas como DIES (fem. y masc.) / NOCTE(M) (fem.) no sólo se dan en español, sino en la
mayoría de las lenguas.
II. Género no etimológico
1. Por adecuación del género a la forma
Quiere decir que fue necesario cambiar el género de la palabra para que concordara con las
nuevas marcas gramaticales. En este proceso sufrieron cambios numerosos sustantivos, por
ejemplo:
1) femeninos en -us → masculinos
PINUS (fem.) ---- masculino
ULMUS (fem.) ---- masculino
Pero esa atracción es inevitable en nombres como:
SALEX, -ICE
> salice > el sauce, que pertenece al mismo campo semántico, el de los
árboles.
2) neutros en -um → masculino
JUDICIU(M) > juicio
DORSU(M) > dorso
DISPENDIU(M) > dispendio
3) neutro plural → femenino
FOLIA > hoja
LĬGNA > leña
1) femenino → masculino
2) neutro singular → masculino
3) neutro plural → femenino
Femeninos
3 Lat. ROSA, -AE (fem.) > rosa (fem.)
4 MATERIA, -AE [-IES, -IEI] (fem.) > materia (fem.)
5 LĬGNA (neutro plural) > leña (fem.)
6 Helenismos en -ma (neutros) > flema, diadema, calma
7 Sustantivos creados por recategorización de verbos: quema, la cura
Masculinos
8 AMICUS (masc.) > amigo
9 TEMPLUM (neutro) > templo
10 ULMUS (fem.) > olmo
11 CONU (neutro) > cuerno
12 METUS (masc.) > miedo
13 CAPUT, -ITĪS (neutro) > cabo
14 Los verbos en español sustantivados con terminación en -E: derroche
2. Por presión popular o culta
Muchas palabras han mantenido el género etimológico durante un período, y posteriormente
han terminado cambiándolo a veces por adecuación de la forma al género, aunque también se
han producido reacciones contrarias a esta tendencia:
1ª fase ETIMOLÓGICO
(masc.)
Del griego a través del latín (fem.)
2ª fase (fem.)
3ª fase
Por presión popular
Sínodo
sínodo
Método
método
Periodo
periodo
Cartílago
cartílago
la sínodo
el
la método
el
la periodo
el
la cartílago
el
-Tribu en latín era de género femenino:
1ª fase latín
(fem.)
Tribu (fem.)
2ª fase (masc.)
los doze tribus
3ª fase
la tribu
-Los helenismos en -ma, -ta
En latín popular algunos neutros en -ma pudieron incorporarse como femeninos a la 1ª
declinación: se incorporaron las palabras diadema, schema, chrisma (Väänänen).
La historia de estas palabras en español se caracteriza por el conflicto entre la tendencia
popular a ‘femenizar’ estos préstamos y la preferencia culta por recuperar a través del masculino
(y decimos ‘a través’ porque eran neutros) el género etimológico, o el género que tenían en
griego. Estos helenismos no sobrepasaron determinadas áreas de conocimiento (la ciencia,
jurisdicción). Han sido parte de las distintas nomenclaturas que debían aprender y aplicar
profesionales cuyo discurso no iba destinado al vulgo, si no a un sector minoritario culto.
Numerosos helenismos en -ma se transmitieron en el periodo medio del español de la segunda
mitad del XV hasta la segunda mitad del XVII (según la periorización de Eberenz, como ya
sabemos), aunque otros aparecieron en siglos anteriores o posteriores; es decir, se ha producido
cierta continuidad en la introducción de estos vocablos. Por ejemplo, del XIII es postema,
fantasma, esperma, diadema. Del XIV cisma o schisma. Del XV anatema, reuma, problema,
cataplasma, etc.
Podemos decir que en algunos casos estos helenismos en -ma recibieron doble tratamiento en
cuanto al género, pero a partir del s. XVII triunfó la tendencia culta que originó cambio de
género: la fantasma pasa a el fantasma en el XVII, la cisma a el cisma, la sofisma del XV a el
sofisma en el XVI.
Las feminizaciones llegaron a ser irrelevantes excepto en la palabra enigma, que se resistió al
cambio, aunque hoy es masculina. Y las palabras diadema, asma, pócima, han mantenido
exclusivamente el género femenino (en el caso de diadema, quizá, por su relación con la cabeza,
que también se adorna con la corona, la cofia, etc., todos de género femenino).
Un caso similar es el de la planeta > el planeta, o la cometa > el cometa.
No debemos olvidar las feminizaciones populares del tipo de la oliva, para hacer referencia al
árbol, o el calor/el calor y, el caso más típico, el mar/la mar (que era de género neutro en latín).
3. Factores semánticos
El género del nombre nuclear determina el de los términos que se vinculan a él. Por ejemplo,
lunes se vincula a día (dies lunae), pero los nombres de las letras los tratamos como femeninos,
quizá asociándolos con el género del nombre ‘letra’.
Hay un caso que es el de las piedras preciosas, que se vincula al género masculino o femenino
según se elija lapis (masc.) o gemma (fem.) como nombre nuclear. Así, tenemos la topaza
(estopaza).
El léxico de las piedras preciosas lo forman palabras que admitieron los dos géneros por esta
misma razón. En los casos de alternancia la topaza/el topacio podremos observar que el género
femenino ha triunfado en las variantes más evolucionadas: esmeralda/esmaragdo (aunque
también hay algún caso de esmaradga).
Otros casos: en construcciones aposicionales aparece con frecuencia la piedra achates, pero
también tenemos la ágata; tenemos ametisto, pero también amatista; tenemos el adamant, pero
también la adamant, y el diamante (en el Lapidario); tenemos la jaspe, pero también el jaspe.
En el caso de topacio parece que ha triunfado la variante culta que ha conservado la yod, y se
ha perdido ese femenino más popular la topaza.
Podríamos hablar también de los abstractos en -or, como dulzor y sabor (deadjetival y
deverbal respectivamente). En latín vulgar estos abstractos deverbativos o deadjetivales (los
llamados nomina cualitatis) fueron usados como femeninos con el fin de diferenciarlos de los
nombres concretos con la misma terminación. Esto explica que en los textos antiguos aparezcan
la color, la amargor, etc. El retroceso de estos femeninos que recuperan el género etimológico se
debe a la oposición semántica que entabla con otros derivados abstractos también: los abstractos
en -ura, de manera que la oposición del género facilitó el reconocimiento de las diferencias
semánticas el dulzor/la dulzura, el amargor/la amargura, o el blancor/la blancura (remitimos al
Pharies: Diccionario etimológico de los sufijos españoles).
Y los relacionados con fluidos como sangre, que era masculino en latín, pasan a femeninos,
quizá por su relación con otros como la lágrima, la orina, etc.
III. Hipercaracterización del género
1. Feminización de adjetivos invariables
Se tratará de la morfología del adjetivo, pero fundamentalmente de la caracterización de los
adjetivos invariables alegro/alegra, un fenómeno claramente dialectal, joven/jovena, que
emplean con prodigalidad autores tan cultos como el aragonés Fernández de Heredia.
2. Hipercaracterización de los sustantivos animados
(Ambadiang)
Las observaciones de Ambadiang, autor del capítulo de la GDLE (Gramática descriptiva) de
Del Bosque. Siguiendo el estudio de Ambadiang sobre la expresión formal de la oposición de
género de los nombres animados e inanimados, intentaremos averiguar si en algún momento de
nuestra historia lingüística se produjeron intentos de modificar la información de tipo flexivo o
léxico, o cómo se resolvió el uso de los nombres ambiguos. Podemos adelantar, como rasgo
general, que la irregularidad en la flexión de género aumenta en el español moderno y
contemporáneo, que es cuando se incorporan femeninos y voces hasta entonces desconocidas,
como, por ejemplo, heroína, poetisa, tigresa, que son femeninos del XVIII en adelante.
Tendencias generales relacionadas con la hipercaracterización:
1) Reducción de la complejidad desinencial: emperatriz/emperadora (esto se da en el español
antiguo, la forma culta es la primera, la otra es la más popular), poeta/poetisa (s. XVIII),
héroe/heroína.
Como consecuencia de esta tendencia reductora en países como Argentina o Uruguay todavía
se emplea tigra y no tigresa. Sin embargo, en siglos anteriores, en la época alfonsí, se decía la
tigre.
2) En los nombres inanimados se han dado cambios que consisten en añadir la información
formal que no aportan nombres femeninos terminados en consonante: lumen/lúminis, ‘la
lumbre’, legúmina/legumbra, hoy ‘la legumbre’, el afán de hipercaracterización.
3) La hipercaracterización se da con más intensidad en los nombres animados: liebre/liebra,
liendre/liendra, o la serpienta.
4) La hipercaracterización de sustantivos invariables que designan tipos personales. Los datos
indican que tanto la invariabilidad como la hipercaracterización eran opciones posibles: la prior,
pero la priora.
saludes
1) salutem > salud (fem.), ‘salvación’
2) las saludes (fem.), ‘saludos’
↨
3) los saludos, coincidiendo con la acepción del italiano:
salute (fem.), ‘salud’
italiano
saluto (masc.), ‘saludo’
Esto es debido a la influencia de unas lenguas sobre otra.
La flexión de número desde el punto de vista histórico. Aspectos semánticos.
0. Introducción
Debemos a Joaquín Garrido una explicación clara y rigurosa sobre los cambios de la flexión
de número (incluido en El sustantivo sin actualizador, Visor, 1996, coord.: Del Bosque). El
mismo tema lo retomó Del Bosque en el primer capítulo del primer tomo de su GDLE. Dice lo
siguiente: el número morfológico es doble en español y en otras lenguas: singular y plural.
Considerando ambos y sendos no duales, sino plurales, mientras que el número semántico se
hace corresponder a los tipos de sustantivos, de modo que distingue ‘continuo’, ‘contable
singular’ y ‘contable plural’.
continuo
contable singular
contable plural
Estos análisis ofrecen una vía de solución al problema de la ‘referencia acumulativa’. Por
ejemplo, ¿Harina o harinas entrarían dentro de los contables o de los continuos? De los
continuos.
Desde el punto de vista morfológico cabe preguntarse lo siguiente:
1.º) En qué casos se emplea el morfema s y en qué otros el alomorfo de plural es (orígenes).
2.º) Qué fenómenos de tipo fónico son determinantes en la elección del morfema o el alomorfo.
3.º) Qué cambios están originando los elementos externos al léxico patrimonial.
1. Cambios en la flexión de número.
Latín: Falta de uniformidad (o heterogeneidad) en la expresión de plural.
NOM. PLURAL
ROSAE
LUPI
MILITES
AC. PLURAL
ROSAS
LUPOS
MILITES
Español: Se reduce la complejidad formal de la flexión de número.
La -s aparece en casi todas las formas del plural del latín, y por ello se consideró marca de
número. Al mismo tiempo sabemos que los sustantivos imparisílabos (del tipo MĪLES, -ITIS)
sufrieron una nivelación analógica, de manera que esos casos se confundieron en NOM. y AC. con
NOM. y CASO OBLICUO. Esta ampliación de las formas breves (MENS, -NTIS, pero mente; BŌS,
BOVIS, pero buey < BŎVE) contribuyó a que se produjera la homogeneización de la flexión de
número.
● Aspectos formales de la pluralización: la flexión de número y su relación
con la estructura de los nombres simples (disimilación, apócope, etc.).
Los aspectos formales de la pluralización los podemos resumir en español con dos palabras:
libro/libros y pared/paredes. Estos dos ejemplos nos enseñan que en la flexión de número, o los
plurales se desarrollan de acuerdo con la configuración morfofonológica de la palabra:
terminación vocal + morfema -s, terminación consonántica + alomorfo -es.
En la estructura de los nombres simples hemos de tener en cuenta otros casos característicos
del español antiguo:
- Plurales de palabras con terminación que no es ni vocálica ni consonántica, es
decir, que terminan en semivocal (i). Sería una particularidad. Entrarían aquí las palabras que
han sufrido una disimilación:
BŎVE
> *bŏe > buee > buey
También podemos destacar la disparidad de criterios en el español antiguo, porque vamos a
encontrar plurales como bues, bueis, bueyes; o de REGE> ree > rey, plurales como res, reys,
reyes.
En este caso hemos de recordar que la adscripción fonológica de las semivocales (buey →
bueis) es uno de los puntos más controvertidos y difíciles de la descripción del sistema
fonológico del español.
Estapá (nos basamos en un artículo suyo aparecido en la RLE, 1990, pág. 73 y ss.) concluye
que los sonidos [i], [j], [u], [w] (semivocálicos y semiconsonánticos), constituyen el elemento no
marcado tanto en la oposición vocálico/no vocálico, como en la oposición consonántico/no
consonántico. Para este autor son elementos fónicos de ligadura, es decir, carecen de un rasgo
vocálico bien definido, no tienen formantes estables. Esto explica la posibilidad de este doble
tratamiento bueis + vocálico, bueyes + consonántico, porque son elementos no marcados. (De
hecho, siempre se ha utilizado este ejemplo para demostrar que eran más consonánticos que
vocálicos, porque quedó bueyes)
BŎVE
> *bŏe > buee > buey
bue
buey
- Apócopes: de nuevo vamos a observar disparidad de criterios.
nueve
nuef
nave
naf
–
naves
“Una niña de nuef años” (PMCid).
Se hace sordo
En el plural
porque queda
sonora.
en posición final.
PĔLLE
–
> piel
*pielles
Se sigue el
modelo establecido
en singular
por la apócope.
mil
mill
No sigue el
soporte vocálico
de la palatal, sino
Pieles.
–
miles
se hace
● Acomodación al sistema morfológico de préstamos y extranjerismos.
- Plurales en -a
- SUSTANTIVOS INVARIABLES
- PLURALES NO ADAPTADOS (etimológicos)
- Neutros en -us
De los plurales en -a, del tipo currículum/currícula, en la Historia del español este tipo de plural
en -a se ha ido reduciendo al olvidarse el origen del término. La tendencia antietimológica ha
prosperado por analogía con otros plurales. Así lo ha explicado Carmen Pensado: «Se copia el
comportamiento de palabras concretas –en este caso– y no una regla abstracta.» Javier Elvira,
su libro sobre la analogía, partiendo de Wurzel, dice lo siguiente: «Ocurre muy a menudo que
estos elementos externos al léxico patrimonial poseen determinadas características formales que
dificultan su plena integración al sistema flexivo que lo recibe (el español que recibe del latín en
currículum). En estas circunstancias se hace necesario modificarlos o adaptarlos en alguna
medida, pero esta adaptación no resulta siempre viable, ya sea por motivos también culturales, o
por dificultades de índole lingüística. En tales casos puede propiciarse la aparición de una nueva
subclase flexiva, con una combinación de características extramorfológicas inexistentes hasta el
momento (la marca -a en el plural en nuestro ejemplo).»
SING.
PLURAL
memorándum
los memorandos
los memoranda
los memorándum (invariable)
referéndum
los referendos
los referenda
los referéndum
currículum
los currículos
los currícula
los currículum (y no *currículums)
Dentro de los invariables podríamos incluir los sustantivos, préstamos o cultismos, como
metrópolis. Son helenismos que eran invariables en número, como también análisis,
metamorfosis, etc. En algunos casos se han mantenido invariables (el análisis/los análisis), y en
otros en español antiguo presentan variación (metrópoli, -is). La terminación consonántica de
metamorfosis o análisis generó en español antiguo falsos singulares en minoría respecto de la
forma en -is. Así encontramos análisi y metamorfosi. (En metrópolis parece que prosperó ese
reanálisis totalmente inventado.)
Hay otros casos también que son interesantes, los plurales no adaptados. En castellano
medieval están atestiguados los plurales seraphin y cherubin (como spaghetti del italiano en el
artículo Talibanizando de Fernando Lázaro Carreter), de origen hebreo y transmitido por el latín,
aunque hoy para nosotros son formas de singular. Esta interpretación explica, o justifica, la
adjunción del alomorfo -es. Seraphin, que es plural, se ha reanalizado como un singular y se ha
‘repluralizado’ (se hace un plural sobre el plural, digamos) por este motivo, lo mismo que
querubín o musulmán.
Los neutros en -us se ejemplifican en palabras como tiempos, de TEMPUS (neutros de la 3ª).
Hay un grupo de palabras que eran invariables (OPUS > huebos, ‘necesidad’) y aparecen
pluralizadas aparentemente (tiempos), pero se creó un singular analógico (tiempo y dejando
tiempos para el plural). Estos neutros de la 3ª declinación fueron absorbidos por los masculinos
en -o, aunque en el primitivo castellano estos sustantivos poseían una terminación invariable, la
terminación -os, tanto para el singular como para el plural.
“Nos huebos avemos en todo de ganar algo” (PMCid).
Veíamos que en el español contemporáneo se ha producido un cambio en la flexión del número
por la influencia de los préstamos y comentábamos que la distribución de las marcas del plural
refleja el estatuto de las formas a las que se adjunta: el plural -es es el típico de los préstamos
castellanizados, mientras que la adjunción de -s es característica de lo que llamamos
‘extranjerismos’, es decir, de palabras que no están plenamente integradas en el léxico español,
algo que se aprecia en la morfología.
● La flexión de número y la estructura de los nombres derivados y los
compuestos. Otros casos de pluralización.
Los derivados forman su plural históricamente del mismo que los nombres simples. En el caso
de los compuestos quisiéramos destacar dos cosas: que la presencia de la marca de número
depende de la información semántica y sintáctica relativa al sustantivo. Por ejemplo, tenemos en
este tipo de compuestos: a) sacacorchos, tocadiscos, quitamanchas, en los que al tratarse el
segundo término de la composición de ‘contables’ se admite el plural; b) tragaluz, donde
tenemos también V + SUST., pero esta vez se trata de ‘continuos’.
Desde el punto de vista histórico resulta más interesante el grado de coh, esión de sus
constituyentes, como en hidalgo:
Hidalgo < FĪLIU ( > fillo > fijo > hijo) + ALIQUOD (algo)
Dependiendo de la cohesión, de menor a mayor, tendremos:
1) Fijos dalgo → la marca en el primer constituyente.
2) Fijos dalgos → marca en los dos constituyentes.
3) Hidalgos → la marca queda en el segundo constituyente.
2. El número semántico: estudio histórico.
En el número semántico, decíamos al comienzo, estaban los continuos, los contables singulares
y los contables plurales. La pluralización conlleva a menudo un cambio semántico que de lo
abstracto a lo concreto, pasando por distintos grados. Se asocia frecuentemente a un cambio de
significado. En el español antiguo se tiende a pluralizar los casos siguientes: – sustantivos de
acción o cualidad relacionadas con un ente real: “a altas vozes odredes qué fabló”
(PMCid), “Guardávase de yerros” (BerceoVSD), pero también es frecuente que se
pluralicen bramidos, dezires, locuras, vertudes; – los nombres de materia: arenas, cabellos,
fierros, y muy frecuentemente el plural señala los componentes o la discontinuidad de una
manifestación o experiencia; – otros sustantivos se refieren a un objeto compuesto de partes
simétricas: calças (PMCid), pero también tiseras, cuberturas, Quixotes; – sustantivos
abstractos con un significado específico que designan tipos, estados, o manifestaciones: sienes
(DocMSJuan), honores (PMCid).
● La pluralización de los nombres continuos.
Nosotros logramos transformar la sustancia en clase, la sustancia en medida, también podemos
establecer la diferencia entre la sustancia y el objeto, el abstracto y la persona, o el abstracto y los
hechos:
1) Sustancia / clase
cerveza
cervezas
queso
quesos
2) Sustancia / medida
café
cafés
3) Sustancia / objeto
algodón
algodones
4) Abstracto / persona
belleza
bellezas
5) Abstracto / hecho
loura
locuras
(Clasificación de Ambadiang)
También hay una serie de plurales estilísticos que también podríamos organizar:
Plurales estilísticos
agua / aguas
esperanza / esperanzas (tener las esperanzas puestas en algo o alguien)
gente / gentes
La pluralización de los nombres continuos no es un fenómeno aislado en latín, también lo
hemos heredado. Numerosos casos del español antiguo provienen de Cicerón, de Tito Livio, de
Tácito. Por ejemplo, en latín aparece pluralizado clamores; iracundiae ‘las iras’; para las
variedades de la materia se pluraliza frecuentemente lanae, marmora, resinae; también en latín
hay casos de ‘pluralia tantum’, sobre todo con los nombres enseres, como impedimenta,
tonsoiras ‘tijeras’, y ya casi lexicalizaciones del plural, forfices tonsoiras ‘las tijeras de esquilar’,
nuptiae ‘nupcias’, exequiae ‘exequias’. La palabra insidiae > ‘insidias’ está documentada en
castellano primero en plural.
● Pluralización de los nombres propios.
Los nombres propios son susceptibles de recibir esa flexión de número cuando se han
recategorizado en un nombre común: en los apellidos como los García, aunque quizás se vea
más claro con los Pérez, o los López, por su terminación consonántica; pero en los nombres
propios, ¿decimos los Pedros? Y, ¿por qué transformamos los nombres propios en comunes? Los
transformamos de clase por diferentes razones, entre ellas: por razones homónimas, esto es, para
referirse a personas del mismo nombre o apellido; por personajes históricos o de ficción que
convertimos en arquetipos, que utilizamos para designar a una clase de gente: las Celestinas;
también nombres de minerales, científicos, etc.
Morfología del adjetivo
Sumario
(Género, número, grados del adjetivo)
I) Tendencia a regularizar los paradigmas.
1. Extensión de tipo flexivo -US, -A, -UM. (tristis non tristus)
En español siguen esta tendencia – adjetivos en -or
– adjetivos en -on
– adjetivos en -es
2. Adjetivos variables que han pasado a invariables.
DUPLUS, -A, -UM
SIMPLUS, -A, -UM
‘doble’
‘simple’
3. Otras tendencias.
- Casos de apócope. (grand / grande, buen / bueno)
- Desaparición de alternancias morfológicas.
II) Grados del adjetivo.
1. Extensión del procedimiento analítico (comparativo de superioridad)
Pérdidas. (FORTIOR, GRANDIOR)
Restos.
2. El superlativo absoluto y las manifestaciones de la cuantificación.
- morfemática (bueno, buenísimo)
- léxica (excelso)
- sintagmática (muy bueno, asaz bueno)
3. Superlativo relativo.
1. Latín.
Tipos de adjetivos según su flexión.
El adjetivo latino presenta moción de género pudiendo manifestar en muchas voces una triple
oposición masc./fem./neutro:
BONUS, -A, -UM
ALACER, ALACRIS, ALACRE
NIGER, NIGRA, NIGRUM
En otros casos una sola terminación servía tanto para masculino como para femenino y la
otra se reservaba para el neutro:
FORTIS, -E
TRISTIS, -E
Otros adjetivos tienen una terminación para los tres géneros:
PRUDENS, PRUDENTIS
2.
Al igual que en el sustantivo se produce en el adjetivo una tendencia a regularizar los
paradigmas, extendiéndose el tipo flexivo -us, -a, um, quizás por el carácter regular de primera y
segunda declinaciones. En el Appendix Probi vemos cómo estaba extendido: pauper mulier non
paupera muli[er].
No se precisaban ya terminaciones neutras para el adjetivo y por ello dejaron de usarse. Por lo
tanto, se produce una reducción formal del adjetivo. Los adjetivos de tres terminaciones pasaron
a ser de dos si marcaban el género y de una sola forma no si no lo marcaban.
En todo este proceso el adjetivo quedó reducido a una o dos formas que derivan siempre del
acusativo sin que en ellos quedasen rastro de otros casos, como en el sustantivo.
Numerosos adjetivos invariables pasaron a ser variables por dicha tendencia, que afectó
principalmente a los grupos en -or, -on, y -es.
Nos vamos a centrar en los grupos en -es:
Contraste
-es
-ense
invariabilidad
variabilidad
cartaginés
leonés/esa
cartaginense
onubense/*ensa
La hipercaracterización de los adjetivos en -es contrasta con la invariabilidad de los casos en
-ense. Tiene mucho que ver con la vía de transmisión: culto -ense, popular -es.
El triunfo del femenino en adjetivo onomásticos en -es (aragonés/esa) no afectó a derivados
con similitudes morfológicas, de manera que se habla de mujeres aragonesas, pero es anacrónico
decir hoy una dama *cortesa. No ha tenido la misma suerte el adjetivo montés, resistente a la
feminización en la expresión cabra montés, aunque también se dice cabra montesa. Sin
embargo, las femenizaciones cartaginesa, o portuguesa están muy extendidas a finales de la
Edad Media.
Frente a estos casos los adjetivos cultos en -ense, que también se remontan al latín
-ENSIS (igual que el popular -es), no admiten el morfema -a.
La comparación de estos dos grupos de gentilicios nos ha servido para reconocer por qué vía se
transmitieron estos adjetivos, y es significativo el hecho d que las formas en -es más populares
admiten la -a morfemática (cordobesa, segoviana), y sin embargo las formas en -ense, más
cultas, se mantengan invariables. A este grupo se suman: castrense, forense, circense, que son
invariables.
Otros ejemplos: simplo/simpla (simple), libero/libera (libre), firmo/firma (firme). Siguen la
tendencia originaria del latín -us, -a, -um. La hipercaracterización se dio más en dialectos (ej.:
aragonés). Esto se fue nivelando y adjetivos variables pasaron a invariables:
Doble < duplus, -a, -um, pero autores que aún recuerdan el latín decían doblo, dobla.
Nuestra -e es aún una incógnita.
3. Casos de apócope.
La pérdida de la vocal final y la reducción del tipo grand > gran cuando estas voces precedían
inmediatamente al sustantivo al que calificaban, coincide con el proceso de debilitamiento que
afectó a vocales intertónicas y finales en los orígenes del español y en su etapa preliteraria.
La analogía ha eliminado esta irregularidad en unos casos pero la elevada frecuencia de
adjetivos como bueno, malo, grande, les ha permitido salvaguardar las formas irregulares del
singular. La variación formal ha permitido establecer diferencias semánticas y sintácticas: la
casa es grande / la gran casa.
Otras alternancias morfológicas.
Vemos el caso de 6)Antigos/ antiguas. Estas dos formas se deben a la diferente
evolución fónica del grupo con la labiovelar [kw] ante -a y -o.
A finales del XV esta distinción se había subsanado a favor de la forma femenina, que era la
que mantenía el elemento [kw]: antigua, agua.
II) Grados del adjetivo.
En latín y castellano el adjetivo calificativo admite tres grados de intensidad en la cualidad
expresada por el lexema, a partir del denominado ‘grado positivo’, ‘comparativo’, ‘superlativo
relativo’ y ‘superlativo absoluto’.
El adjetivo en latín normalmente expresa los grados comparativo y superlativo a través de
formas sintácticas con morfología adjetiva, mediante sufijos derivativos aplicados al adjetivo en
grado positivo. Sólo los adjetivos cuya vocal temática iba precedida por otra vocal no hacían el
comparativo ni el superlativo por sufijación, sino por perífrasis:
-eus
idoneus
-ius
-uus
arduus
Latín
En la expresión de estos grados se produjo la tendencia a regularizar los paradigmas. En el
latín vulgar se divulgó el procedimiento analítico y el triunfo de QUID.
Este procedimiento era el más difundido quedando en el caso de los comparativos reducido el
procedimiento sintético.
Comparativo de superioridad
Formas en -ior y -us + ablativo
Fortis → fortior o fortius + ablativo
El procedimiento analítico se emplea en casos en que la vocal final estaba en hiato (idoneus).
Procedimiento analítico. Perífrasis
-eus, -ius, -uus
Idoneus → magis idoneus quid
En el caso del comparativo de igualdad e inferioridad se forman como en castellano mediante
adverbios:
tam … + quam/quid/quem/quod
minus … + quam
El segundo término de la comparación va en el mismo caso que el primero precedido de
quam/quid…
También existían comparativos irregulares:
bonus → meior
malus → peior
parvus → minor
El cambio de grado implica cambio de terminación y lexema.
La tendencia a regularizar paradigmas hace que en latín vulgar se extienda el procedimiento
analítico y que triunfe el QUID. Esta es la forma más extendida porque de esta forma se distinguía
entre el superlativo relativo y el superlativo absoluto. Solamente los comparativos sintácticos
mantuvieron esa forma meior, peior, maiore, minore, que añadieron a su función comparativa la
de los superlativos relativos (es el mejor de la clase, el mayor de los hermanos).
Algunas contiendas romances
2
Se produce en el comparativo analítico magis quam y plus quam:
Luis es más alto que Pedro
plus se conoce en español antiguo
Restos de comparativo en plus los tenemos en Berceo, en el Libro de Alexandre, Fernández de
Heredia (porque es un introductor de cultismos).
En gallego tenemos chus (plus)
3
Casos de ablativo reemplazados por de o que en construcciones comparativas:
Petrus est fortior quam Paulus
Petrus est fortiot Paulo (en ablativo)
De aquí procede la comparación cuantitativa y cualitativa:
No tengo más que cincuenta euros → exactamente
No tengo más de de cincuenta euros → menos de cincuenta euros
Mejor de lo que esperaba
Mejor que lo que esperaba
4
Adjetivos con forma de comparativo: anterior, superior, inferior, exterior:
Si aplicamos un criterio semántico no pueden ser comparativos: –carecen de positivo; –no se
ligan con el término de referencia mediante que (anterior a, posterior a); –se refuerzan con muy
y no con mucho (es muy superior); –con artículo antepuesto no pueden ser superlativos relativos.
Sus primeros usos se dan a partir del XV, antes no existían, y se da en autores como Villena,
Pedro de Toledo, en el Cancionero de Baena… introductores de la corriente humanística.
2. El superlativo absoluto y las manifestaciones de la cuantificación.
- morfemática (bueno, buenísimo)
- léxica (excelso)
- sintagmática (muy bueno, asaz bueno)
Es la ponderación en grado máximo o mínimo de la cantidad o cualidad. Es, sencillamente, una
de las manifestaciones de la cuantificación. La cualidad se valora sin relacionarla con otro grado
de la misma cualidad.
1) Los superlativos morfemáticos.
1 Los superlativos en -issimo.
Latín
En latín todos los adjetivos en grado superlativo se convierten en adjetivos de tres
terminaciones (FORTISSIMUS, -A, -UM). También había en latín terminaciones particulares del
superlativo, por ejemplo los terminados en -er hacen el superlativo en
-errimus: celer /
celerrimus.
Romance
En romance este superlativo en -issimo no dejó derivados populares en el castellano medieval.
No así en el italiano. Por iniciativa culta se emplea en algunos textos de Berceo («mi fillo
dulcissimo»), o en textos de la época de Sancho IV («altissimo rey»).
Podemos añadir más información. El Humanismo favoreció la aclimatación de este superlativo
en -issimo: Santillana, Juan de Mena, Juan de Lucena, aplican las formas en -issimo a la lengua
vulgar, aunque Nebrija no los sentía como superlativos propios de nuestra lengua y no los
menciona en la Gramática (para él no existen). Garcilaso y Boscán los emplean con parquedad.
Boscán en la traducción de El Cortesano (hay un estudio de Margarita Morreale al respecto). Y
Cervantes todavía parodia su uso en boca de Sancho («Don Quijote de la Manchísima y su
escuderísimo Panza»). Correas creía que el superlativo en -issimo carecía de arraigo, aunque esta
apreciación ya no es rigurosa, ya que el grado de frecuencia de su uso varía según la tipología
textual y la conciencia lingüística de los autores.
Primitivos usos
1) En fórmulas del latín eclesiástico o en expresiones romances derivadas de ellas (santísimo,
altissimo). Y fuera de la fraseología religiosa empieza a extenderse a partir del XVI, cuando
aparece en textos en los que el adjetivo tiene un valor descriptivo (vn monte altissimo ).
2) También aparece en fórmulas de reconocimiento intelectual o social: elocuentissimo,
doctissimo, grandissimo, nobelissimo. En estos textos también tenemos superlativos relativos
como Plato. philosophorum omnium eloquentissimus atque laudatissimus fuit. También en textos del
XVI y del XVII (en las cartas de Lope de Vega al Duque de Sesa). Las posibilidades de crear
otros superlativos en -issimo se fueron acrecentando durante los siglos XVI y XVII, periodo en
los que surgen nuevos casos (Meléndez Valdés habla de él).
2) Contiendas con otras expresiones.
La suerte de óptimo, excelente, pésimo, o mínimo, que serían más que morfemáticos léxicos.
También son superlativos que empiezan a competir tarde con otros superlativos sintagmáticos
(óptimo/muy bueno). Pero también compite con otros neologismos (óptimo/excelente).
En castellano el superlativo óptimo se aplica en referencias ponderativas sobre las cualidades
de una persona culta. También es frecuente en el discurso científico. Así tenemos optimo
emperador a finales del XV como forma novedosa, pero en textos médicos optimo remedio en el
XVI (Fernández de Oviedo).
Es esta época también empieza a utilizarse el adjetivo excelente : en la primera mitad del
XVI San Vicente Ferrer tiene uno de sus primeros usos, en los Cancioneros.
Son anteriores los adjetivos pesimo , s. XIII, y también maximo , en textos del XIV,
XV (antes en nombres propios, pero eso no cuenta). También este adjetivo se da con frecuencia
en textos de carácter científico y en cancioneros.
De minimo los datos más antiguos son del XV.
En general, podemos decir que estos superlativos empezaron a difundirse a finales del XV,
coincidiendo con la reforma humanística.
3) Superlativos perifrásticos o sintagmáticos.
Latín
En latín se utilizaban adverbios como MAXIME, BENE, MULTU, FORTITER, etc. Como ocurría
en el comparativo también en el superlativo el procedimiento analítico es obligatorio para los
adjetivos terminados en -ius, -eus, -uus.
Romance
En romance la expresión del superlativo absoluto por el procedimiento perifrástico es variada:
1. multu > muito > moito >
a) mucho
sintáctica
apócope
b) much + vocal
c) muy + consonante
2. bĕne > bien
3. fartu > farto
4. ad saties > assaz
bien fermosa
(aún hoy diríamos harto cansado)
en nota
Donde vió que iba á la plaza
Muza, el
fuerte enamorado
.
--------------------------------------
Fonética
much
onrrado
, palabra verdadera,
AÑO:
1600 - 1604
TÍTULO: Romances, en Romancero general [Romancero general]
3. Superlativo relativo.
El superlativo relativo utiliza tanto el comparativo en -ior en romance (el mejor de la clase),
como formas en -issimo; en Santillana el pesadissimo elemento es ‘el más pesado de los
elementos’. Los superlativos relativos del romance copian las siguientes construcciones del latín:
Superlativo relativo latino
15 pars maxima
16 eloquentissimus oratorum
‘la mayor de las partes’
‘el más elocuente de los oradores’
17 felicissimus ex imperatoribus (ex + abl.)
Estas expresiones se copiaron en romance.
MORFOLOGÍA PRONOMINAL
Los pronombres personales.
Cambios morfofonológicos en el paradigma de los pronombres personales del latín.
1) Incorporación de ille.
El latín disponía e pronombres específicamente personales, tan sólo para la primera y segunda
personas. Para la tercera recurría a los demostrativos is, hic, iste, ille, si bien fue ille el que
finalmente triunfó, convirtiéndose en el origen de los pronombres personales de tercera persona
(no perdamos de vista que era ‘plurifuncional’).
2) La pérdida del acento.
Los pronombres personales se hicieron clíticos, es decir, se colocan delante o detrás de una voz
tónica, normalmente un verbo. Por ello perdieron su acento, excepto: a) si funcionaban como
sujeto de un verbo, y b) si iban precedidos de una preposición. Como consecuencia de estos
cambios en romance el sistema de los pronombres personales cuenta con una serie tónica y con
una serie átona.
Los tónicos mantienen el mismo número de sílabas y palatalizan:
ĭllos > ellos
ĭllas > ellas
Con la excepción de él
3) La cuestión de los casos.
Casi todos los pronombres que funcionan como sujeto proceden del nominativo, EGŌ > yo,
excepto ellos. La Gramática histórica lo relaciona con el acusativo por pura coincidencia
tipológica, porque ĭllos conserva también esa s que marcaba el plural.
Pero es probable que muchas formas de nominativo se confundieran con las de otros casos:
illam
illā
illa
>
ella
Y también se confundieron formas del acusativo con formas del ablativo y el dativo. El
Appendix dice nobiscum non noscum.
Resumiendo, podemos decir que los primeros cambios tienen que ver con la integración de ille,
los cambios acentuales que dan lugar a las formas tónicas y átonas, y, por otra parte, la cuestión
de los casos, no sabemos si las formas resultantes son la fusión.
Evolución morfofonológica de los pronombres personales.
1) Casos de palatalización.
EGO > yo, ĬLLOS > ellos, ĬLLAS > ellas… etc
los, las, etc.
gelo
2) Analogías vocálicas.
conmigo, contigo, ¿connusco, convusco?
3) Casos de apócope.
diol / le dio, diom / me dio
4) El fenómeno de gramaticalización en el paradigma de los pronombres personales.
El caso de vos / os.
vos / vosotros
nos / nosotros
1) Casos de palatalización.
La evolución de EGO > yo.
Malkiel propone el desarrollo regular del diptongo procedente de la ĕ: ĔGO > jeo1> jó2 > yo,
donde 1) es la reducción y traslación acentual, y 2) la palatalización.
Lloyd reconoce una base etimológica común en varias lenguas; esa base sería EGO > eo.
Otros estudiosos consideran que no hay razón para suponer que la vocal no diptongara en este
caso: EGO > *jeo. Dicha hipótesis de la diptongación, sea o no a partir de esta base común, se
refuerza mediante el examen de los dialectos asturianos; en el asturleonés EGO > eo > jeu, jou →
esta última forma quizás por analogía con sou jou.
ego vado > jeu vou
jou vou
sum ego > sou jeu
> sou jou
Más casos de palatalización: el gelo.
La génesis de gelo es a partir del (i)llī ĭllum > li elo > ljelo (lj > l > ž > x, como filiu > fillo >
fijo > hijo).
Ese cambio se produce principalmente porque ge quedaba aislado en la serie morfológica (era
un elemento extraño). No obstante, es difícil explicar porqué ge cedió el paso a se (ge lo > se lo),
forma encargada de otra función pronominal.
Las circunstancias que favorecieron el cambio son las siguientes: 1.ª) la alternancia de los
fonemas /ž/ / /s/ (relision / religion podemos leer en Santa Teresa); 2.ª) otra puede ser que se se
combinara con lo, los, la, las, como cadenas morfemáticas arraigadas (se lo peina el pelo); 3.º)
también, por otra parte, la ambigüedad de las secuencias con se permitía distintas
interpretaciones (se reflexivo, se impersonal, se de la pasiva refleja: el se va asumiendo sus
respectivas funciones muy lentamente).
Tenemos otros casos: el caso de ellos o ellas. Lo único que podemos destacar es que el ellos
pertenece a las formas tónicas y el los a las formas átonas:
Tónicas
ĬLLOS > ellos
Átonas
ĬLLOS > los
La terminación os / as y la evolución de la forma normal.
2) Analogías vocálicas.
En todas las gramáticas que consultemos dicen que el conmigo viene del mēcum / cum mecum.
En latín se usaba enclíticamente después de pronombres de primera y segunda persona. En
portugués antiguo tenemos casos como mego y tego.
Se reconstruye anteponiendo el cum (cum mecum):
cum mēcum > *con mego / conmigo
cum tēcum > *con tego / contigo
Pero desde las primeras manifestaciones del romance tenemos una i. No tenemos elementos
que provoquen esa transformación; sólo podemos pensar en una influencia analógica: esa vocal
sí estaba, dentro de los pronombres personales, en el
MIHI > mi
TIBI > tibe
tive
tibi
ti
Estas formas podrían haber influido en la evolución del vocalismo del conmigo y contigo.
Otra posibilidad sería apuntar a la disimilación, pero no es tan claro en este caso como podría
ser en connosco > connusco.
¿connusco, convusco?
En primer lugar, ya contamos con testimonios antiquísimos. Formas como nōbiscum, vōbiscum
del ablativo fueron reemplazadas (ya las corrige el Appendix) por formas en acusativo como
noscum, voscum en latín tardío.
Abl.
nōbiscum
vōbiscum
Ac.
noscum (lat. tardío)
voscum
nosco (leonés, port. antiguo)
vosco
La forma sintética *connosco ( >cum noscum), reanalizada con el cum delante, ( se documenta
esporádicamente en la primera mitad del XV, aunque aparece con frecuencia en la
documentación de siglos anteriores (en la Edad Media). Los testimonios de El Corbacho indican
que convusco existía todavía en el habla viva, aunque como variante secundaria.
convusco → SING.
convusco → plural
La piedra de toque de esta pérdida (connusco, convusco) puede ser la fórmula de saludo (–) paz
sea convusco, que fue reemplazada por (+) paz sea con vos; en el siglo XV hay muchos casos ya
en esta última forma.
Es más difícil encontrar connusco en el XV si se refiere a un plural. La frase más común es con
vosotros (Eberenz, El español en el otoño de la Edad Media: la grant codicia e con vosotros
traes).
El caso de la u. Cronología.
3) Casos de apócope.
Es un caso de fonética sintáctica que se manifiesta en una serie de pronombres enclíticos como
diol /diole, o diolo, diom / diome. El paso de la enclisis (diole, diome) a la proclisis (le dio, me
dio) de ciertas formas pronominales pudo haber influido en la recuperación de la e (o de la o), a
finales de los siglos del periodo antiguo (hasta la primera mitad del s. XV).
4) El fenómeno de gramaticalización en el paradigma de los pronombres personales.
os / vos
vos / vosotros
nosotros
El cambio de vos / os en usos átonos, diferentes de ese vos tónico en el tratamiento como ruego
vos, hoy os ruego. En ese cambio hemos de distinguir dos fases: a) la fase inicial en la cual las
formas innovadoras surgen como variantes de las formas antiguas, y b) la segunda fase en la cual
se produce el reajuste del sistema pronominal con la asignación de nuevas funciones tras el
triunfo de la gramaticalización.
a) fase inicial
La variante formal pronominal de vos es modificada desde los orígenes de la lengua por la
aféresis que da lugar a os por la ley del mínimo esfuerzo. Os se encuentra en posición enclítica
después de imperativos. Con el tiempo esta forma os se fue extendiendo en la función de
pronombre átono. Entonces, vos quedó reducido al papel de pronombre tónico. En el XV el vos
tónico sufrió una limitación de su alcance semántico, ya que, como plural, fue sustituido por
vosotros. Así que empiezan ya a darse distinciones entre el pronombre átono que sería os y el
pronombre tónico que sería vos. Otra distinción sería la de singular vos y el plural que sería
vosotros.
1) Distinción entre pronombre átono os / pronombre tónico vos.
2) Distinción entre singular vos y el plural vosotros.
Cronología
Os es raro antes de la segunda mitad del XV, pero luego se extiende rápidamente. Tal rapidez
sólo puede explicarse como traslación al lenguaje escrito de un fenómeno extendido en la lengua
hablada. Como hemos dicho, empieza a aparecer os después de imperativo y de infinitivo, y en el
s. XVI os en función de objeto es ya normal.
Ahora bien, tenemos otra cuestión que es la gramaticalización de vosotros →que da lugar al
nosotros.
Fórm. de interlocución
vos
A
B
Singular (1ª persona)
Plural (varias personas)
Objeto
Sujeto
El vos estaba cargado de funciones, era ‘polifuncional’, y resultaba ‘anfibológico’:
Vos, don Sancho, sodes mesurado.
Vos, sodes fijos dalgos.
Ruego vos e pidovos que dedes mio padre.
Es en el siglo XV cuando se reestructura todo el sistema de los pronombres personales.
El proceso de gramaticalización de vos / os otros > vosotros limitó el alcance semántico de nos
y sobre todo de vos. Al principio nos otros fue sólo una añadidura ocasional que subrayaba el
antagonismo, o el contraste, entre el yo + otros. La difusión de nosotros y vosotros se produjo a
finales del s. XV, aunque el cambio comenzó mucho antes, puesto que se emplearon
esporádicamente en los siglos XIII y XIV una serie de variantes por combinación de vos primero
y después de nos con indefinidos en expresiones contrastivas y no contrastivas:
a) contrastivas
vos todos
vos otros
b) no contrastivas
vos mismos
vos solos
El segundo elemento destaca el contraste con otras personas.
En una segunda fase el valor primitivo de otros se fue difuminando (desemantizando) y
vosotros se insertó cada vez más en entornos indénticos a los de vos.
En cuanto a nosotros parece que se formó por analogía con el pronombre de segunda persona.
Causas de la gramaticalización
1.º) Vos fue imponiéndose como forma de cortesía referente a la segunda persona del singular.
2.º) Reside en la necesidad de distinguir entre la primera y la segunda personas del plural.
También nosotros como vosotros expresan una asociación heterogénea, es decir, las situaciones
en que pueden aparecer los plurales nosotros y vosotros son más variadas y complejas que la de
los singulares yo y tú:
nosotros = yo + tú + tú…
nosotros = yo + ellos
vosotros = tú + tú + tú…
vosotros = tú + él + él…
Fórmulas de tratamiento (fotocopia FÓRMULAS DE TRATAMIENTO EN EL QUIJOTE)
El vos era un tratamiento que debían utilizar los inferiores con su señor, o los nobles entre sí (el
Cid con doña Jimena), de reconocimiento de la superioridad del interlocutor.
2 de inferiores a superiores
3 nobles entre sí
El tuteo era para la intimidad.
Antecedentes latinos
Los antecedentes de todos estos tratamientos se encuentran ya en la lengua latina. Por ejemplo,
el vos se encuentra en la documentación de los últimos tiempos del Imperio romano, empleado
con el sentido respetuoso que tuvo en la Edad Media.
Respecto a los tratamientos con abstractos en latín habían surgido de la fórmula maiestas tua,
indulgentia tua, gratia tua, caritas vestra.
Es español se encuentran casos sueltos desde el s. XIII, pero en el s. XV, que es la época de los
abstractos, el gusto por el ceremonial se complace forjando tratamientos sonoros como vuestra
beatitud, con religiosos (y no como le hace irónicamente Cervantes utilizar a Sancho, como
cuando se equivoca refiriéndose a la duquesa con vuestra santidad) , vuestra magnificencia, etc.,
hasta llegar a vuestra merced.
Posesivos.
Qué falta en el esquema de Penny
Teniendo en cuenta el trabajo de Lloyd y el de Eberenz (El español en el otoño de la Edad
Media).
I.
Pérdidas en latín.
Antes de estudiar la evolución morfofonológica de los posesivos tendremos que recordar
algunos cambios del sistema latino:
1) La reducción meus, mea, meum, que poseían una declinación idéntica a la de los adjetivos,
pero que se pierde.
2) El triunfo de VOSTER respecto de VESTER, -A, -UM. Algunos autores piensan que es
analógica respecto de (vestra / vostra) nostra.
nŏstra > nuestra → vostra > vuestra
3) La pérdida de la distinción entre posesivos reflexivos y no reflexivos suus / eius, eorum.
Queda suus, pero eius, eorum se pierden. Esta distinción la podemos destacar nosotros en frases
como la siguiente: Imperator militer suos laudat, donde se ponía suos cuando se refería al sujeto,
pero no en Ego milites eius laudo.
4) La indistinción o pérdida de illorum (varios poseedores) frente a suus (un poseedor) para un
poseedor plural. Tenemos restos por influencia dialectal.
II.
Características del paradigma de los posesivos en romance castellano.
En romance castellano hemos de destacar:
1) Las presiones analógicas. En una primera fase son presiones intraparadigmáticas (a), pero
posteriormente el sistema sufre presiones interparadigmáticas (b), s. XIV aproximadamente.
a) mĕu > mjeo > mió. Lloyd recuerda este diptongo secuencial eu y vuelve al caso de ĔGO >
jeo> jó, EU > jeu > jou, y apunta la posibilidad de influencia dialectal → meu.
Mió se ha transformado en bisilábico porque de formas femeninas
mea > mea > mía (disimilación)
míe
mi
y sólo a partir de míe podemos justificar la forma mi por apócope de la e.
sua > sua
¿latinismos?
sue
su
En el caso de vuestro y nuestro está justificada la diptongación a partir de la forma vulgar
vestra.
b) El caso de tuyo y suyo. Con la diptongación de estas formas se establece una diferenciación
más nítida entre formas tónicas y formas átonas. Este contraste tónico/átono no sólo se debe a la
oposición de tuyo/a, suyo/a, sino también a la expansión de mi, tu, su, que fue tardía.
Criterios que justifican estos cambios (entre su hijo / el hijo suyo):
1.º) Criterio sintáctico.
Se logra una delimitación más clara de los papeles sintácticos. Los textos antiguos ofrecían
hasta cincos formas. Todo esto era posible:
mi libro
mío libro
el mi libro
el mío libro
el libro mío
Mi, tu, su entran dentro de las formas átonas; mío, tuyo, suyo de las tónicas: a esto nos
referimos con lo de delimitación de los papeles sintácticos.
Como adjetivos prenominales los posesivos dejan de ser tónicos y, por lo tanto, la selección de
una y otra forma está vinculada a la colocación del posesivo (mi hijo/hijo mío), si bien la
correlación no es perfecta porque la primera y segunda personas del plural son tónicas y se
emplean en las dos posiciones (vuestro hijo/el hijo vuestro).
2.º) Factor fonético.
La aparición del elemento consonántico de tuyo, tuya, suya, que es la tendencia antiihática (se
destruye el hiato). La mediopalatal facilita la distinción del límite silábico, tua > tuya, pero el
descubrimiento del recurso quizás se deba a la presión interparadigmática de cuyo < cuiu en suo
> suyo:
cuiu > cuyo
suo > suyo
3.º) Factor semántico.
La influencia formal de cuyo se debe a la equivalencia semántica entre el posesivo y el
relativo en determinados contextos. Todavía en los Siglos de Oro se hacía esta pregunta: ¿cuyo
es?
¿Latinismos? No se descarta que las formas tuo, suo, como tua y sua, sean en muchos casos
latinismos introducidos en textos romances.
Datos cronológicos
Desde mediados del siglo XIII se vislumbran las primeras reacciones de estabilización de este
paradigma, caracterizado anteriormente por ser antieconómico. Por lo tanto, fue necesario que se
suprimieran latinismos como tuo o sua (a mediados del XIII se pierden).
Desaparecen también formas átonas como to y so que serían en este caso por fusión de vocales
idénticas tuu > too > to, suu > soo > so.
Distinción entre formas tónicas y átonas: sabemos que la primera documentación de suya es de
mediados del siglo XII, pero hasta la segunda mitad del XIII no se difunden y triunfan
prácticamente en el XIV.
La expresión de mi, tu, su prenominales en detrimento de mió, to, so empieza en la segunda
mitad del XIII y triunfa en el XIV.
CUADRO RESUMEN FENÓMENOS DE LOS POSESIVOS
1) Fusión de vocales idénticas
tuu > too > to
suu > soo > so
2) Disimilaciones
mea > míe
3) Apócope
mea > miá
mié
mi
4) Asimilación
vuestra > vuessa
Ejemplos del CORDE
En el Fuero de Cuenca vemos su voluntad luego sua > sue > su es una forma del femenino frente
a suu > soo > so que era para el masculino. Más tarde su será tanto para el femenino como para
el masculino, porque se interpretó como una forma neutra. Veamos el esquema de Penny:
Singular
Masculino
Femenino
SUU > so
SUA > (sua)/sue/su
Plural
SUŌS > sos
SUĀS > (suas)/sues/sus
Luego se generalizó mi, tu para forma pronominal:
mea > mía > míe > mi
tua > tue > tu
Y luego mi, tu, su pasaron a:
mi fija
mi fijo
su fija
su fijo
en uso pronominal tanto para masculinos como femeninos, porque se reinterpretaron como
formas neutras tanto para núcleos masculinos como femeninos. No olvidemos que el origen
viene de las formas apocopadas del femenino (mea > mía > míe > mi), a mediados o segunda
mitad del XIII. La consolidación del tuyo/tuya se da en el XIV.
Así tenemos casos de distinción de núcleo femenino y masculino en ejemplos como los de so
(con ese latinismo homines), o mi madre, mio tio, sos fiios,
del Documento de Oña, a. 1244, e indistinción en mi moça, mi sobrino (ya no dice
mio), mi hermano, su madre, a. 1400.
También tenemos el caso de lures peccados, para referirse a ‘los pecados de todos ellos’, a varios
y no a uno solo, lures almas, o lur padre.
regno, suo regno, suos homines
Indefinidos.
I)
Latín.
1. Un sistema complejo:
18 Indefinidos propiamente dichos: alid, aliquis, quidam, nullus.
19 Indefinidos que expresan matices hipotéticos: quis.
20 Indefinidos que destacan el rasgo ‘persona’: quis homo.
21 Indefinidos referidos a un sujeto cuya existencia es real: aliquis.
22 Indefinidos de distribución: quisquam ‘cada uno’, quisque, uterque…
23 Indefinidos de generalización: quicquis, quaevis, quidvis, quilibet, quisquis, quid quid,
quis quod.
24 Cuantitativos: tot, quot.
Ya en latín se dieron gramaticalizaciones.
1) Gramaticalizaciones:
Pronombres: quis, quid quid.
Verbos: quilibet.
Adverbios: iamquale (iam > ya)
Pérdida de gran parte de los indefinidos latinos: omnis, nemo, nihil, alius (al español del
XVI), alid.
2. Cambios en latín tardío (Bourciez):
Se caracteriza por ser una etapa de contiendas entre unas formas y otras.
El proceso de gramaticalización de UNUS: UNUS se oponía a ALIUS, pero ALIUS fue
desplazado por ALTER ‘el otro entre dos’.
Empieza a difundirse CATA (> cada) difundido por mercaderes griegos.
Difusión de TOTOS que se confunde con OMNIS, que se pierde.
TOT y QUOT desaparecen al ser reemplazados por tantus, quantus.
Incremento del rendimiento de UNUS.
*alicunu(s) > alguno
1) sonorización 2) síncopa
aliquis + um
nec + uno > neguno
1) sonorización
RESUMEN DE LOS CAMBIOS EN EL PARADIGMA DE LOS INDEFINIDOS LATINOS
Ya en latín UNUS/ALIUS es reemplazado por ALTER, que significaba ‘el otro de los dos’. Desde
la época clásica fue extendiéndose ALTER espacialmente en frases negativas. QUIDAM retrocede
por CERTUS. ALIQUIS retrocede por *alicunus (que da alguno). QUISQUE es reemplazado por
CATA > cada, y quiscunus también por cada empleado con sentido distributivo. TOTUS desplaza
a OMNIS y desaparecen TOT y QUOT sustituidos desde la época de Augusto por tantus, quantus, y
quedaron multus y paucus, también para el modo talis cualis. Como término negativo nullus
tiene el primer rango, pero al lado se producen compuestos tardíos de unus, como nec + uno >
neguno. Nemo y nihil dejaron de usarse.
Es en este momento, en el latín tardío, cuando UNUS inicia el proceso de gramaticalización. El
uso de UNUS como numeral en latín era secundario; originariamente era un adjetivo que
expresaba exclusión total, significaba ‘solo, único’. En castellano se prefiere en este caso los
adverbios correspondientes. En la época de Plauto, UNUS fue sinónimo de QUIDAM.
II)
1.
2.
3.
4.
5.
1.
Romance.
Formas heredadas y poco rentables: nullus, quisque, al.
Formas importadas poco rentables: ren, qualque (provenzal).
Formas propias más rentables.
Reestructuración del paradigma.
Conclusiones.
Formas heredadas y poco rentables: nullus, quisque, al.
Entre ellas tenemos nullus, quisque, e incluso al (frecuente en la Edad Media, pero
desaparece en los Siglos de Oro). Nullus > med. nullo, nulo, nula cosa, ‘ninguna cosa’, funciona
como adjetivo en latín a diferencia de nemo y nihil, y al igual que estos últimos conserva el
sentido negativo en castellano medieval. Del CORDE tenemos ejemplos como
nullo
judicio , nullo omne , nullo derecho (muy frecuente en el lenguaje foral, de los
fueros, jurídico).
De al podemos añadir que los indefinidos ALTER ‘uno de los dos’, y ALIUS ‘uno de varios’,
que sirven para indicar la persona o cosa de la que se habla. De alius, también alid, deriva al,
frecuente en la Edad Media y atestiguado aún en el siglo XVI. En realidad el indefinido romance
al representa el final de un proceso que comienza con la reducción de las siguientes parejas de
indefinidos:
omnis / totus > todo
quidam / certus > cierto
alius / alter > otro
Pérdida del al en el Siglo de Oro. Del quisque decir que en lenguaje coloquial todavía lo
empleamos como resto: todo quisqui.
2.
Formas importadas poco rentables: ren, qualque (provenzal).
Tenemos ren con negación equivale a ‘nada’. Lo encontramos con sentido negativo en
documentación de León, en el Libro de Alexandre, nulla ren , y en Berceo, por ren non te
demudes . También con sentido positivo.
El indefinido nada procede del latín familiar rem nata ‘el asunto en cuestión’. En frases
negativas la locución fue tomando el valor actual del indefinido nada cuando iba asociada con
non. «De modo semejante REM NĀTA, querría decir originariamente ‘cualquier cosa’ en el latín
hablado. Pasó luego a indicar ‘nada (en absoluto)’ cuando iba asociada con NŌN, para acabar
ligada a esta idea también en su ausencia.» (Penny, pág. 273).
3. La gramaticalización de querer (omne cualquier, etc.) y UNUS.
Son formas de creación sintáctica derivadas de antiguas construcciones de relativo cuyo
antecedente es el genérico omne (omne cualquier). En realidad se sigue el modelo latino de
pronombre + velle. En romance se gramaticalizó el presente de indicativo de quaero apocopado,
verbo que tomó el sentido de velle. Son formas romances qualquier, qualesquier, qualquiere,
quiquier, qualquisiere.
De la gramaticalización de UNUS tenemos que destacar que el origen está, o parte, del latín
vulgar. Por ejemplo, alicunus, contracción de aliquis + unus, que empezó usándose como
pronombre y después referido ya a omne, se decía algún omne que significaba ‘alguien’. Del
mismo origen es el negativo ninguno, ninguna, en este caso por cruce de nin:
nec
+ unus
nin
Estas gramaticalizaciones dieron lugar a la reestructuración del paradigma de los indefinidos.
A ello contribuyó también la creación de la marca personal -IE (otrie, nadie, alguien). Esas
formas son el resultado de esa reestructuración con el UNUS gramaticalizado. La creación de
marcas personales se aprecia en las variantes nadi/nadie, que nos venían del NADA, otrie/otri,
incluso otrien, y alguien. En realidad, el sistema tendió a establecer las siguientes distinciones:
Formas policategorizadas
(funciones de adjetivo y pronombre)
ppeerrssoonnaall
alguno
ningún, ninguno
otro
cualquier, cualquiera, cualesquier
Formas unicategorizadas
(función pronominal)
ppeerrssoonnaall // nnoo
alguien / algo
nadie / nada
otrie / al
Sobre la marca -IE
El indefinido nadie es todavía raro en los escritos cuatrocentistas. Eberenz opina que
empiezan a abundar los ejemplos a partir de 1475. La lengua elaborada todavía evitaba nadie
entrado el siglo XVI. En algunos textos se ve ya la alternancia entre ninguno y nadie, y dice
Frago (2002) que el uso de ninguno/nadie es cuestión de distanciamiento cultural y piensa que
los hablantes cultos que tienen conciencia de serlo en la escritura todavía rechazan nadie por
considerarlo popular.
Sobre alguien aparece en el siglo XV. Hay mucha literatura al respecto. Malkiel mantiene que
es lusismo (algém), pero no opina lo mismo Corominas, que dice que es una transformación de
alguno y la influencia analógica de quien.
alguno por analogía con quien → alguien
Otrie se va perdiendo a la vez que se difunde otro hombre u otra persona y esta pérdida se
produce en el periodo medio (finales del XV, principios del XVI).
Cronología
Periodo antiguo: Podemos destacar la pérdida de algunas formas importadas como ren y y
cualquer. El retroceso o la pérdida de formas heredadas como nullus, nulla, y, sobre todo, la
remorfologización de este paradigma a través de la gramaticalización de uno, proceso que se
inicia en el latín vulgar, la gramaticalización de la 3ª persona de querer, cualquier (con la
pérdida de la vocal final) y las primeras manifestaciones de la marca personal -IE, sobre todo
otrie (aunque luego se pierde).
Periodo medio: Sobre todo se eliminan redundancias y hay cambios en la expresión de la
alteridad (ver fotocopia Eberenz). Por ejemplo, desaparece al. En el siglo XV la competencia
entre al y otro es residual. Lo al alterna con lo otro y lo demás, pero es en este periodo cuando se
imponen las demás expresiones y desplazan a al, lo mismo que otra persona, otro hombre, etc.,
desplazaron también en el periodo medio a otrie, a la vez que se reducen los indefinidos de
generalización, queda cualquier, cualquiera, que desplazan a variantes como cualquisier, o
quiquier, que se pierden ya en el periodo medio. Sin embargo, contrariamente se mantienen
Fulano/a, Mengano/a, Zutano/a.
Periodo moderno: El retroceso de alguien y nadie en competencia con otras fórmulas
(especificamos más algún alumno, o ningún vecino/alumno/familiar/compañero). Algún y nadie
implican una generalización que no puede conmutarse por las formas complejas de algún, ningún
+ el nombre de persona, y se prefiere el uso de la especificación personal.
La evolución morfológica de los numerales.
Ver fotocopia de Penny.
25 Disimilaciones: QUÁTTUOR con reducción a una de dos vocales contiguas idénticas > esp.
med. quatro, QUĪNQUE = lat. vulg. CINQUE por disimilación, VĪGINTĪ > *viinte > veinte.
26 Analogías: la -o final de cinco por analogía con cuatro, QUATTUORDECIM con reducción
de ŬŎ > /o/ probablemente sobre el modelo de once, doce, TRĪGINTĀ > *trienta,
NONĀGINTĀ con nueve, DUCENTŌS > dozientos > doçientos, pero decimos doscientos por
analogía con dos, igual que trescientos con tres.
27 Formas analíticas: SĒDECIM > esp. med. sedze/seze, reemplazado por los analíticos
dizeseis/diezeseis, de donde los modernos dieciséis/diez y seis.
I)
INTRODUCCIÓN
Los paradigmas de los numerales se reducen considerablemente del latín al castellano. Por una
parte, (1) desaparecen formas de baja rentabilidad que difícilmente mantenían las diferencias
entre sí. Es el caso de singulus, binus, trinus, o, por ejemplo, semen, bis, dimidia, etc. Por otra se
producen, en general, (2) cambios interparadigmáticos (entre paradigmas), por ejemplo, se
extiende el uso de los cardinales como ordinales (voy al séptimo piso/voy al piso siete), y
también los ordinales han llegado a emplearse como fraccionarios. Algunas formas fueron
reemplazadas por derivados cuya base es un cardinal, por ejemplo, nueve/noveno, pero también
se dijo deceno (en lugar de décimo), onceno, doceno, formados con nueve, diez, once, doce +
-eno.
3.
Cambios intraparadigmáticos.
1.1. LOS CARDINALES.
Se siguieron nuevos procedimientos de formación, bien por analogía (búsquense los casos en
la fotocopia de Penny), o bien por extensión del procedimiento analítico. Los desplazamientos y
los distintos criterios de formación son factores determinantes de la variación que presentan los
cardinales.
1.1.1. Datos que corroboran la múltiple variación morfológica.
a Irregularidad por apócope: las unidades, decenas y centenas experimentan cambios
formales por apócope en la Edad Media (el caso más representativo es del de nuef, Una niña de
nuef años en el Poema de Mio Cid, hoy nueve).
b Irregularidad por distinción o indistinción de género: tenemos duos > doos > dos,
como en los posesivos, pero también estaba la forma duas > *dúas > duas, dues. Aparecen
estos casos en textos que también mantienen la oposición de género en los posesivos
tua,tue,tu/to.
c Irregularidad por coexistencia de formas que ilustran distintos grados de evolución
fónica: de estos casos vamos a seleccionar como ejemplo el sex, pero sabemos que la
evolución el grupo -ks- (como en fraxinu > fraksinu > fraisno > fresno) se[ks] de seis o seys.
Por evolución fónica también tenemos (y nos va a ayudar a fechar los textos) el caso de
-AENTA > -ENTA, hoy tenemos cuarenta, pero en los textos antiguos quaraenta, quarenta.
El sufijo multiplicador -AGINTA > -AENTA que forma las decenas empieza a reducirse en el
cardinal quaraenta > quarenta, quizás por disimilación, atestiguado ya en el siglo XIII. Sin
embargo, hasta el siglo XV cincuenta o sesenta no superan a cinquenta o sessaenta.
Por ejemplo, también se producen bastantes variantes en numerales analíticos, puesto que
estas formas presentan distintos grados de cohesión. Se pueden encontrar formas
cohesionadas del tipo diçesiete, dizeocho, con otras no cohesionadas del tipo diez y siete, o
diez y ocho. La variación es muy intensa en las formas analíticas. A veces se producen casos
de reducciones del diptongo como en este caso diçesiete, dizeocho.
d Irregularidad por la coexistencia de formas analógicas y las que no lo son: por
analogía se modifican las formas etimológicas de unidades, decenas y centenas. Por ejemplo,
son formas analógicas cinco, catorce, treinta, sesenta, setenta, ochenta, noventa. En los
periodos medio y moderno (siglos XVI y XVII) el fenómeno analógico transforma las
centenas dozientos y trezientos que quedan en doscientos y trescientos por analogía con dos y
tres.
1.1.2. Nivelación del paradigma de los cardinales.
Hemos de destacar:
a Factores de índole fónica: la desaparición o pérdida de las formas apocopadas del tipo nuef
o tipo vint. La evolución de los grupos consonánticos romances duodecim > dodze -dz- >
doze. La síncopa y la posterior supresión del hiato -AENTA en
-ENTA, que
contribuyó a que todos se nivelaran. Otros casos de disimilación.
b Factores estructurales: los numerales coinciden en su evolución con la de los posesivos con
la desaparición de la oposición masculino/femenino.
LOS ORDINALES.
Los ordinales constituyen una clase totalmente diferente de los cardinales, tanto por su
modo de significar, designar a cada elemento de una sucesión ordenada, como por su
comportamiento gramatical. Tienen naturaleza adjetiva, no pueden ser cuantificadores
determinantes del sustantivo como los cardinales y requieren la presencia de otro
determinante. Cumplen la función de identificar lo designado por el sustantivo. No se puede
decir *he leído segundo capítulo, pero sí podemos decir he leído el segundo capítulo.
Conviene destacar la complejidad del paradigma de los ordinales, tanto en el pasado como
en la actualidad. Tras la selección de datos de todas las épocas nosotros hemos encontrado
variantes cultas (se ejemplificarán con octavo, otavo), tenemos también variantes con
trascendencia fonética (ochavo, representativa de la variante popular o patrimonial), pero
también, independientemente de las anteriores, vamos a encontrar formas representativas de
un nuevo paradigma y que se formaron con el cardinal y el sufijo -eno (de ocho, ocheno
como ordinal).
28 variante culta: octavo, otavo
29 variante popular o patrimonial: ochavo
30 nuevo paradigma con el cardinal + -eno: ocheno
El sistema del español es muy complicado y pocos hablantes han llegado a dominarlo y
comprenderlo. Por lo tanto, según estos datos coexistieron tres paradigmas de los ordinales. Un
paradigma culto, pero en época de máxima latinización vamos a encontrar primo en lugar de
primero, en el s. XV, o secundo, con sorda, como ordinal, o tercio:
A) Paradigma constituido por cultismos
primero, segundo
XV, máxima latinización
primo, secundo, tercio
Pero junto a estas formas se intentó crear un paradigma popular con formas patrimoniales muy
incompleto:
B) Paradigma popular patrimonial incompleto
siesto
sietmo
ochavo
Se ideó otro sistema (C) que tuvo muchísima fuerza, que era el más fácil y el que mejor se
adecuaba a la economía lingüística, formado por los cardinales más -eno. Ese intento no prosperó
ya veremos porqué.
C) Paradigma reconstruido mediante cardinal + -ENO
primero (se mantiene igual), doseno, treseno, cuatreno, cinqueno, seseno, seteno,
ocheno, noveno (el único que nos ha quedado), dezeno, onceno, dozeno, trezeno,
quatorzeno…, venteno, centeno.
Curiosamente va perdiendo vigencia en una época de crisis de sibilantes (distinguir entre
doseno y dozeno era muy difícil, o entre seseno y sezeno), excepto noveno que nos ha quedado.
Disparidad de criterios
La disparidad de criterios en el uso de los ordinales de la Edad Media hasta hoy, pero mucho
más en el español medieval, dio lugar a numerosas alternancias: –entre cardinales y ordinales,
con números romanos en como en Libro de los planetas; –entre derivados y compuestos; –entre
formas cultas y derivadas en diferentes textos de una misma época (en el Libro de las cruces
podemos leer undécimo, pero en la obra alfonsí onceno); –entre formas cultas y patrimoniales
(en el siglo XV el capítulo siesto, pero en la misma época lo que predomina es sexto).
Cronología
En el siglo XIII abundan los derivados en -eno. En los siglos XIV y XV las formas en -eno
entran en decadencia, principalmente desde primero hasta deceno. Resistieron casi dos siglos
más las formas de órdenes superiores. Al mismo tiempo humanistas y preceptistas del Siglo de
Oro fueron imponiendo los cultismos en el paradigma de los ordinales, hasta el extremo de
restituir latinismos como primo (primero), tercio (como ordinal), vicésimo (en lugar de
vigésimo). Aunque estos duraron poco, siglo XV sobre todo, en parte estas pérdidas de los
latinismos mencionados ha podido deberse a la sustantivación de varias formas (primo, nona),
aunque, en general, el latinismo terminó desplazando a los demás intentos o formas
pertenecientes a otros paradigmas. Podemos decir que la pérdida temprana de las formas
patrimoniales diezmo, siesto o siesta, ochavo y otras formas también podría deberse a la
recategorización como sustantivos (un ochavo).
por la elipsis: la hora siesta → la siesta
DEMOSTRATIVOS
I)
CAMBIOS OCURRIDOS EN LATÍN
(Ver el esquema I en la fotocopia de Penny)
1. Pérdida de HIC. Demostrativo de primera persona, indica lo que está cerca del que habla o
escribe.
2. ISTE reemplaza a HIC, quizá porque los límites semánticos no eran muy precisos. ISTE indica
lo que está cerca del hablante y, además, HIC compitió con IS como pronombre anafórico.
hic qui = is qui ‘el que’
HIC perdió
su valor deíctico y terminó desapareciendo como el anafórico IS.
3. La expansión de ILLE. Usos de ILLE: a) uso anafórico, origen del artículo; b) uso intensivo
del que deriva el pronombre personal de tercera persona (el, ella, ello); y c) uso como deíctico.
En este caso el refuerzo con los demostrativos con ecce (*ACCU ILLE) originó la aparición de las
‘fuerzas largas’ (llamamos ‘fuerzas largas’ a aquel, o a aqueste, o aquesse en romance, en lugar
de este o esse). En el latín vulgar de Hispania y la Dacia debió de combinarse este ecce con
atque, o quizás también con hunc, de ahí la necesidad, como parte Penny, de partir de *ACCU
ILLE.
atque
ecce
hunc
4. Para expresar la identidad se empleaban IPSE e ĪDEM. IPSE reemplazó a ĪDEM en este uso,
pero también IPSE fue reemplazado por otros procedimientos. Esta es la razón por la cual ĭlle
ĭpsum dio eleiso ‘el mismo’, en ĭpse en enes ‘en sí mismo’, sibī ĭpse > sise ‘por sí mismo’,
egomet > ‘yo mismo’, y en expresiones enfáticas egomet ĭpsimu, egomet ĭpsi(ssi)mu, de donde
nos viene la abreviación en *medipsimu, *medipsissimu, y de ahí formas como medesmo, si
partimos de una abreviación y una síncopa (*medipsi(ssi)mu) y meesmo, meismo, mesmo, mismo.
Pero en castellano medieval formas como eleiso, enes, sise también sirven para expresar la
identidad.
II)
CONSECUENCIAS DE LA PÉRDIDA DE HIC. ¿SISTEMA TRIPARTITO?
(Eberenz, Girón en las Actas del IV Congreso de Historia de la Lengua, 1998)
El nuestro es un sistema tripartito inspirado en el del latín. Pero desde hace poco se piensa que
se reconstruyó muy tarde.
En la Historia del español han surgido dos teorías sobre la existencia, o no, de un sistema
tripartito como el latín:
lat. hic (yo), iste (tú), ille (él)
esp. este (yo), ese (tú), aquel (él)
Tradicionalmente se ha dicho que estas tres formas habían venido a reconstruir el antiguo
orden tripartito del latín (teoría tradicional). La segunda teoría que cuestiona el orden tripartito se
debe a J. de Kock, y lo que dice es que la forma ese (esse) era poco frecuente, además se
confundía muy frecuentemente con este y, sobre todo, la función identificadora de ĭpse siguió
siendo la de esse. Se empleaba para la anáfora respecto de lo enunciado y en textos de los siglos
XII y XIII expresa enfáticamente la identidad entre referentes ya conocidos de los interlocutores.
Hasta el siglo XV no está claro que nuestro sistema tripartito este, ese y aquel como tal, estuviera
constituido.
Nos vamos a centrar en las variantes de:
ĭste > este,
ĭpse > esse,
*acu + ĭste > aqueste, aquesse,
y de *acu ĭpse > ecce.
Atendiendo a lo que dice Eberenz y Girón, en el siglo XV aqueste goza de un relativo
prestigio literario; lo emplean Villena, Teresa de Cartagena después, Luis de Lucena, etc. En los
Siglos de Oro aún se encuentran bastantes casos (lo tenemos hasta en El Quijote), pero no
sabemos nada de su connotación social y regional. Estas formas largas aparecen en diálogos
coloquiales, pero también en textos de tono elevado. José Luis Girón añade que la gramática del
español desde 1492 a 1627 documenta las formas largas y registra los dos paradigmas, el largo,
que es aqueste, aquesse y aquel, y, el corto, este, esse y aquel. Las formas largas eran
minoritarias y, según él, ya en la Edad Media el sistema estaba formado por este, esse y aquel
con unas variantes, dice él, aqueste y aquesse, empleadas sólo para conseguir el cómputo
silábico. Lapesa dice que esas formas largas eran mucho más expresivas.
Lo más importante es que esas formas largas y cortas coexisten durante un tiempo.
ARTÍCULO
(Lloyd, Eberenz)
1) Para el indefinido:
ŪNU > un
ŪNA > una
Para el definido:
ille
illa
Hay que tener presente la pérdida de la tonicidad cuando se usa como artículo.
2) El artículo se desarrolló a partir de formas reducidas de ILLE (formas átonas con
degeminación) en el latín tardío:
A) FORMAS
REDUCIDAS
*ile > el (Nom.)
*ila > ela
*ilos > elos
*ilas > elas
formas bisilábicas
en textos del esp. preliterario (s. XI, XII)
El paso de ela como artículo a la, ela > la, se explica por fonética sintáctica, ela + consonante
(ela noche), el + vocal (el espada). También en el español preliterario (s. XI, XII) existen restos,
son casos raros, de formas plenas, o eso dicen algunos:
ellos infantes (según Lloyd sería palatalización de ille)
ir alla cort
B) FORMAS
PLENAS
3) Si hay distinción casual en el caso del artículo. En general, los autores admiten que en León,
Aragón, norte de Castilla, se distingue entre el nominativo ille (ille comite → función de Sujeto),
eli en formas dialectales, y lo tras preposición en funciones que no eran de Sujeto, al igual que
ele (Nom.) y elo (Ac.), que desapareció porque no se distinguía en femenino entre nominativo y
acusativo, illa para el nominativo e illam para el acusativo daba en ambos casos ela:
illa
illam
ela
También se van a dar asimilaciones, como enna cibdat, conna ninna.
Cronología
Hasta el siglo XVI los textos presentan casos de la forma ell, el estado pero ell aguila, o ell
araña, como ell espada . Se piensa que es una grafía antigua del fonema laterla /l/, no del
palatal, sin que tal grafía apunte a una pronunciación palatal. Uno de los pocos datos que parece
que contradice esta hipótesis aparece en las reglas de ortografía de Nebrija porque dice que esa ‘l
doble’ se pronuncia como l doblada (¿?).
Otra cuestión más es la alternancia entre el/la, a la que se refiere Eberenz. Aparece en El
Quijote (la ama). Le sale del recuento lo siguiente: ante sustantivo con e átona (la espada) ya en
el siglo XV sale el 90%, y el espada el 10% sólo; ante sustantivo con o átona, la oreja, 95%, en
el otoño de la Edad Media, y el oreja, como alomorfo que empieza por vocal, sólo el 5%, pero
ante sustantivo con a tónica en el s. XV el agua 92%, la agua 8%, y ante sustantivo con a átona,
que es donde más alternancias se dan, el almena 46%, la almena 54%.
Interrogativos y exclamativos:
quī > qui (med. se empleaba con cierta frecuencia, pero reemplazado por
quien)
quĕm > quien (como interrogativo al principio)
quid > que
qualis > qual
cuius > cuyo (tanto interrogativo, ¿cuyo es?, como relativo)
MORFOLOGÍA VERBAL
SUMARIO
31 Las conjugaciones.
32 Cambios acentuales.
33 El aspecto verbal: Reestructuración del paradigma verbal.
Los tiempos compuestos.
34 Las desinencias verbales.
35 Los tiempos verbales.
A) El presente.
- Cambios en la vocal radical de los verbos.
- Diptongos analógicos.
- Influjo de la yod en las vocales.
- Influjo de la yod en las consonantes.
- Presentes cuya raíz termina en consonante velar (tengo, salgo, valgo).
- Presentes irregulares (ser, haber).
- Alternancias: diptongación / no diptongación.
B) El imperfecto.
- La variación -ía / -íe.
C) Perfecto y formas afines.
- Perfectos fuertes en ī.
- Perfectos en -ui (sapui).
- Perfectos en -si o sigmáticos.
- Otros casos de perfectos duplicados.
D) Los tiempos derivados de perfecto.
E) Futuro y condicional.
F) Participios irregulares.
LAS CONJUGACIONES
(Lapesa, Penny, Elvira)
En latín unas formas se conservaron y a partir de ellas justificamos las actuales. En líneas
generales el verbo se rige por reglas muy diferentes a las que hemos observado en otras partes de
la oración. Por ejemplo, vitiu > veto, no coincide con verbos como mētio > mido, donde la yod
en este último caso influyó cerrando la vocal, pero no en los anteriores.
Un comportamiento tan diferenciado como este parece mostrarnos la realidad de la existencia
de virtual del sistema de la lengua y de las categorías lingüísticas en la mente de los hablantes.
Es evidente que éstos distinguen categorías, pues, de hecho, las hacen funcionar de distinto
modo. En todos estos procesos tiene una importancia fundamental la analogía, la aproximación
formal de elementos relacionados entre sí semánticamente y que pertenecen a un mismo
paradigma.
ORIGEN DE LAS CONJUGACIONES. HISTORIA DE LAS CONJUGACIONES
36 1ª conjugación -ar.
Proviene de los verbos en -āre, pero se incrementa con formaciones verbales en:
-ĬDĬARE > -ear,
-NTARE > -ntar (espantar, calentar).
-ĬFĬCARE > -ificar (testificar), - iguar (atestiguar)
-ICARE > -izar (aterrizar)
Estos sufijos hicieron aumentar el número de verbos de la conjugación. Los verbos cultos de la
primera sólo han necesitado una pequeña acomodación fonética (ofuscare > ofuscar).
Dentro de la primera hay varios verbos que se han integrado por desplazamiento desde otras
conjugaciones (terminaban en -ere o en -ire > -ar), como es el caso de torrĕre > torrar, quizás
por influencia analógica con tostare > tostar.
Otros casos como minuere (lat. vulgar minuare) > menguar, mejere (lat. vulgar mejare) >
mear (y no *meer), quizás por disimilación.
También ha crecido esta conjugación con préstamos de origen germánico, como robar del
alemán raubon, o rapar de rapon.
37 2ª conjugación -er.
Proceden de los verbos latinos -ēre y algunos de la tercera -ĕre, por ejemplo tenēre, facĕre,
comedĕre, vidēre.
Se integran también en la segunda los derivados en -ecer.
Único caso de desplazamiento -ĪRE > -er, tŭssire > toser.
Esta clase ha perdido muchos verbos a favor de la tercera conjugación.
38 3ª conjugación -ir.
Proceden de la cuarta latina en -ĪRE, de verbos en -ĕre de la tercera, algunos verbos de la
segunda también en –ĕre.
Javier Elvira nos ha enseñado que el cromatismo vocálico del verbo puede tener carácter
distintivo y permitir la identificación de la clase morfológica, esto es, de la conjugación a la que
el verbo pertenece.
Como la vocal i está excluida del vocalismo radical de la segunda conjugación castellana, una
serie de verbos cultos se adaptaron a la tercera conjugación. Esto explica que verbos como
exprimĕre, praesidĕre, con i en el radical se asociaran con la otra conjugación y esto explica
exprimir, presidir.
Esto explica que cualquier peculiaridad puede ser la causa de reclasificación a otra
conjugación. También han pasado a esta tercera conjugación verbos con el presente en -eo,
COMPLĒRE (compleo) > complir, cumplir; lucēre (luceo) > lucir. Pasan a la tercera para asociarse
con verbos tan frecuentes y poderosos como audio, por esa realización vulgar -eo > -jo.
Otros terminan siendo de esta conjugación por su propio participio, por analogía
intraparadigmática, como petĕre, part. petito > pedir, tollere, part. tullido > tullir.
39 Conclusión.
En la distribución de las conjugaciones del latín al romance han influido distintos factores,
además de la analogía. También los factores fónicos (disimilaciones menguar, mear) y los
factores léxicos-semánticos, véanse si no los dobletes con distintos resultados, hay dobletes
polisémicos donde se han conservado las dos variantes con distintos significados: toller (esp.
ant.) significaba «quitar», al igual que su antecesor latino, mientras que tullir pasó al sentido de
«dejar lisiado».
40 La acentuación.
Hay que añadir lo siguiente sobre los cambios acentuales: la idea, en general, es que el sistema
tiende a corregir el desequilibrio acentual. Sobre estos cambios acentuales hay que tener en
cuenta tres cosas: 1.º) a través del acento se distingue en morfología entre formas fuertes (acento
en la raíz, como en canto, o hice) y formas débiles (el acento recae en la desinencia, como en
canté, o en la vocal temática, como en ponemos); 2.º) el acento del verbo en español se mantiene
normalmente en la misma sílaba que en latín: timeo > temo, audio > oigo → acento en la misma
posición; 3.º) a) algunos cambios se deben a los verbos de la tercera conjugación latina, porque
al perderse la tercera conjugación sus componentes tuvieron que adaptarse a las otras
conjugaciones. Ejemplos de esa adaptación:
pónĕre > *póner
fácimus > *fázemos, fazémos — se han igualado con los de la 2ª
dícimus > *dézimos, dezímos —
del tipo tenēmus > tenémos
Esta confluencia o igualación acentual empezó en el paradigma del presente de indicativo
porque las diferencias entre las dos conjugaciones, segunda y tercera, en este caso eran mínimas
(Lapesa da bastantes ejemplos):
-ĒRE (2ª)
débeo
débes
débet
debémus
debétis
débunt
-ĔRE (3ª)
véndo
véndis
véndit
véndimus
vénditis
véndunt
Frente al cambio sistemático también hay restos de la acentuación latina, como de fácere > fer,
o vádimus > vámos.
b) Se producen cambios acentuales en formas con yod (1), cultismos (2) y verbos en
-iar
(3).
(1) apério > ábro, áperis > ábres, áperit, aperímus, aperítis, etc.
Verbos como aperio presentan un gran desequilibrio acentual: el mismo presente, tres
posiciones acentuales (apério, áperis, aperímus). De las tres posiciones quedan dos. La tendencia
ha sido que en los presentes se unifica el acento en las formas fuertes (ábro, ábres, ábre).
Pero también en los cultismos podemos observar casos como estos:
(2) círculo, círculas > circúlo, circúlas
La explicación es que se producen también homonimias con sustantivos y adjetivos y la
acentuación permite oponer sustantivos o adjetivos a verbos:
sust.círculo verbo circúlo
sust. incómodo verbo incomódo
El tercer grupo es de los verbos en -iar que conservan, por lo general, el acento latino:
(3) alívio, envídio, pero vacío, ansío
Recordemos también la nivelación absoluta que se producía en el paradigma:
Nivelación
amábam >
amábas >
amabámus > amábamos
amabátis > amábais
c) Patrones de alternancias alomórficas en español: el patrón acentual.
Elvira nos indica que el patrón acentual regula la alomorfia del radical de dos grupos de
verbos irregulares: 1) los que presentan alternancia en el radical con diptongo ie / e (siénto /
sentímos), o ue / o (puédo / podémos); 2) los verbos que presentan alternancia “apofónica” del
tipo i / e (pído / pedímos, mído / medímos), o u / o (lat. cúbror, esp. med. cobrímos). Hay
irregularidad, pero está muy regularizada.
La explicación –dice él– más extendida de la formación de este paradigma apofónico otorga un
papel determinante a la inflexión por yod desinencial latina, métio > mido.
Esta influencia debió de producirse en las personas primera y sexta en verbos como metior
(*metiunt < metiuntur), que daría lugar a los primeros precedentes de radical con vocal i tónica.
Después de estas personas la vocal cerrada se extendería al resto de las formas fuertes.
41 Tres observaciones sobre el aspecto verbal.
La distinción latina entre acciones cuyo comienzo o fin se expresa morfológicamente y acción
que no está delimitada por el principio o fin ha sobrevivido –esto es latino– en romance, en el
pasado. La perfectividad se marca en latín incrementando el radical mediante la adición de esta
semiconsonante 1) -v- (amavi), otras marcas de perfectividad del tipo 2) -ui- (habui, sapui),
tenemos los perfectos en (3) -ī-, tenemos también los acabados en -si (quaesi), y tenemos
también algunos reduplicados (vendidi):
-v-uiī
acabados en -si
reduplicación
En el latín vulgar se produjeron cambios morfológicos trascendentales: 1) se pierde la marca
de perfectividad: >*amai > amé, amanera(m) > lat. vulgar.
Fue usándose la misma raíz con independencia del aspecto verbal, de ahí la uniformización de
los radicales verbales. El principal cambio que se produjo del latín al romance fue que la
perfectividad se señaló mediante mecanismos diferentes:
A) HABERE + participio
B) ESSE + participio
En el caso A) el verbo habeo al principio mantenía el valor de posesión que ya fue perdiendo
el latín vulgar hasta ser incompatible habeo con esta noción. Su antiguo valor explica la
concordancia de género y número con el objeto directo hasta el s. XIV, principios del XV (he
comidos en esp. antiguo). Las formas intransitivas fueron reemplazadas por B) ESSE + participio
(es venido).
En general, este reajuste, tiempos compuestos-tiempos simples, afectó a todas las formas
perfectivas y se podría añadir también que el sistema verbal de los siglos VIII al X supone la
continuidad de cambios en el aspecto verbal que se expresan ya en la Vulgata, en el latín
cristiano, y que la oposición infectum / perfectum cede el paso a una oposición primaria entre lo
actual y lo inactual.
Se reconstruye de los siglos VIII al X de forma perifrástica y en el esp. med. cada forma
simple tendrá un correlato compuesto en un sistema ya claramente diferenciado del originario.
42 Cambios morfológicos en las desinencias verbales.
(Véanse las fotocopias 3 y 4 de Lapesa)
amabam -M
-S amas
-O amo
-MOS amamos
-NT aman
-T ama
La -o se conserva en el presente.
La -s se conserva pero debemos tener en cuenta lo que ha ocurrido en el Sur de la Península y
en el español de América, que puede aspirarse o perderse. Hay que tener en cuenta también la s
analógica de los perfectos simples o indefinidos (amastes).
De la -t podemos decir que ésta sí es una desinencia perdida, pero que hasta la desaparición
definitiva se dieron muchas alternancias entre la conservación y la pérdida de esa -t. A veces está
representada por una -d, o una -z. Tardó mucho en perderse.
La forma -mus se ha conservado con evolución regular de ŭ breve, > -mos.
De las formas segundas del plural lo único que destacaremos es que tenemos en romance:
a)
as
(contracción)
1 Sonorización
-atis > ades1 > aes2
2
Síncopa
b) áis
-etis > edes
-itis > ides
Verbos modélicos
+ antigua
a) amás → formas contractas
amatis > amades > amaes
b)
amáis
→
formas
creadas por disimilación
+ posterior
ae > ai
a) tenés
tenetis > tenedes > *tenees
b) tenéis
auditis > oides > ois
43 Factores internos y externos que explican el cambio.
Ocurre que:
do
das
datis >
Factores internos:
Homomorfismo
dades > daes
a) das
Factores externos
b) dais
Necesidad de marcar con el verbo el tratamiento del tú y del vos
(distinción entre singular y plural)
El último trabajo sobre el tema lo ha publicado el profesor Rini. Según él, las formas en -edes
son las más frecuentes y se erosionan, por tanto, mucho antes.
En América las diferencias entre tú y vos desaparecieron por la menor fuerza de las
convenciones sociales (Lloyd).
44 Cronología.
Las formas en -edes las vamos a encontrar con cierta frecuencia hacia 1475, y sobreviven
como arcaísmo hacia 1520.
Las formas en -és (tenés, debés) las contractas, uno de los casos más antiguos es de 1330 en el
Man. de Gayoso y Toledo del Libro de Buen Amor. Pero son casos rarísimos. Su uso se
incrementa, sobre todo, a partir del s. XV, perdura hasta mediados del XVI en España y en la
América no voseante.
Las formas en -éis tenemos algún dato en 1415, pero se impone de 1500 a 1520, y en la
primera mitad del XVI se generalizó y dura hasta hoy.
Las formas esdrújulas. La d de las formas esdrújulas (amásedes) subsistió después de la caída
de la d en tenedes, debedes. Formas como amásedes sobrevivió hacia comienzos del siglo XVII.
Según Malkiel, la d se conservó más en este caso, 1.º) porque ai, ei no eran habituales en sílaba
átona; 2.º) porque en estas formas esdrújulas la postónica solía perderse y, por lo tanto, la d
quedaba en posición más estable (vivieredes > vivierdes, amáredes > amardes); 3.º) por el
homomorfismo, pero no confundir singular y plural. A partir de 1570, cuando ya habían
triunfado amáis y tenéis, no tenía sentido conservar esa d, de manera que, además, igualó con
amarais, amaseis, tuvierais, tuvieseis, supone una nivelación.
45 Desinencias de los perfectos.
La -o desinencial. Vamos a encontrar una -o para la tercera del singular. Explicar de dónde
viene esa -o resulta un lío:
Perfectos débiles
ama(v)i > amai > amé
ama(vi)sti > amaste
amav(i)t > *amau(t) > amó
ama(vi)mus > amamos
ama(vi)istis > amastes
amaverunt > amaron
Perfectos fuertes
dixī > dixe
dixisti > dixiste
dixit > dixe, dixo
analogía
-o desinencial por
con
formas débiles.
En cuanto a la segunda del plural lo único que debemos saber es que:
ama(vi)sti > amaste
ama(vi)stis > amastes
*tú amastes
+ anterior
amasteis + posteriror
las
La influencia del plural sobre el singular produjo esa contaminación de la -s.
Las formas -asteis (amasteis) surgieron en el siglo XVI y se difundieron en el XVII. La
solución diptongada se produjo por contagio de las otras desinencias de la segunda de plural.
Sirvió para corregir o evitar el homomorfismo debido a la influencia analógica de la -s
desinencial en el singular.
EL PRESENTE
I)
P. REGULAR: AMO/AMAS/AMA
II)
PATRÓN ACENTUAL
1) e / je
o / we
a) Grupo general
nĕgo > niego
nĕgas > niegas
negāmus > negamos
↕
b) Casos particulares
lĕvo > ljevo > llevo
lĕvas > ljevas > llevas
lĕvamus > llevamos
La diptongación da lugar a una
palatal que se extiende
a todo
el paradigma.
c) adiestro
adiestramos
por influencia de diestro.
o / we
rŏgo > ruego
2) e / i
o/u
Qué pasa con verbos que presentan yod:
mētio
fŭgio
tĕneo > tenjo
En algunos casos en formas como mētio se produce una alternancia “apofónica”:
mētio > mido → se justifica que la ē pase a i por la yod.
mētis
mētimus
metiamus
rīdeo → pero no en rīdeo, o en servio > sirvo
rīdes
rīdeamus > reimos
Elvira nos dice que hay nivelaciones, nos habla del patrón acentual. La acentuación tiene que
ver, ayuda a que se mantenga este esquema, a través de esa diferenciación acentual:
sirvo
sirves
sirve
servimos
III)
Formas con yod.
d) El influjo de la yod sobre la vocal radical.
1. Tiene que ver con lo que acabamos de ver (e / i)
mētio > mido
fŭgio > fuyo, huyo → la ŭ > o cierra un grado
y se queda en u.
2. Yod de formación romance de los verbos en -ir.
pĕto, *petio > pido
3. Verbos como tĕneo en los que se ha producido también otra
inflexión por la yod y hay que suponer la forma tenjo.
a) tengo
tendría que
tĕneo > tenjo
sin
La ĕ tónica
haber dado ie que,
b) teño (gallego)
e) Influjo de la yod sobre la consonante.
1. Como oclusiva sorda desaparece la yod.
partio > parto
mĕnt(i)o > miento
fac(i)o > hago
2. Con rj también desaparece.
aperio > abro
embargo, no tenemos.
fĕrio > hiero
3. Bj, vj también desaparece (excepto habea > haya, pero habeo > he
→ ahí sí se pierde).
4. Dj, gj > y, sí que nos dan la palatal.
audio > cast. med. oyo, oigo
fŭgio > huyo
46 Tres patrones de alternancia del presente.
1. Ya hemos visto el grupo de los presentes del patrón acentual, como lo llamaba Elvira.
2. La extensión analógica. Algunos verbos que ni tienen ĕ > je, ni ŏ > ue, es decir, que
presentan ĭ o ē, por extensión analógica –por influencia de unas formas en otras que se ven
afectadas– se suman al patrón de este tipo je / e, we / o, aunque no en todas hay una nivelación
absoluta. Verbos como sēmino que se ha igualado a nĕgo > niego, > yo siego, pero negāmus >
negamos → segamos –la diptongación no se da en todo el paradigma– o frĭco > friego, rĭgo >
riego.
3. Patrón matemático. Tiene un precedente latino en la distribución de formas del presente
que carecía de vocal temática. Este patrón de alternancia corresponde en español a los (1)
verbos con incremento velar y también a los (2) verbos con velar etimológica.
(1) ven(i)o > venGo
ten(e)o > tenGo
pon(i)o > ponGo
sal(i)o > salGo
val(e)o > valGo
aud(i)o > oiGo
De la primera persona
se extiende al resto.
¿De dónde viene la G? Tenemos una pista en verbos como dico > diGo, dicis > dizes, o fac(i)o
> faGo, que presentan la alternancia G / z, verbos poderosos, muy frecuentes, incluso ya en
español antiguo. Esa influencia podría explicar por extensión analógica la evolución de esos
verbos, en los que la nivelación no es absoluta.
(2) Velares etimológicas. En este segundo grupo sí que hay una nivelación. Verbos como
spargere, que tienen una velar ya en latín:
R
N + Ge, i > / z /
L
esparzer, esparzir < spargere
Pero en algunos casos:
/z/
N + Ge, i >
senzillo < sĭngellu
/n/
reñir < ringere
Se trata de verbos en los que se ha tendido a nivelar todo el presente:
espargo ( – )
spargo >
esparzo
spargis > esparzes
Se nivela la primera persona
del presente a todas las formas.
tango
tangis > tañes
coquo > cuego, cuezes
coquis > cueces
plango > plango, plañes
plangis > plañes
Estos resultados llegan incluso a otros verbos, como ciño, ciñes, o jac(e)o > yago.
En (1) es la primera persona del presente la que explica esa velar. Esa velar también se ha
extendido al presente del subjuntivo (salgo, sales → salga, salgas). En (2) son las demás formas
las que ejercen esa influencia sobre la primera persona.
47 Los verbos en -SCERE.
nasco > nasco, nazco
*nazis > naçes, naces
Resultado -SCO → -eces
cognosco > cognosco, conozco
conoces
*meresco > meresco, merezco
mereces
Incluso en *jac(ĕ)o > yago, yazco por extensión analógica. Ese presente en -azco que se
extiende a verbos no incoativos se transformó, según los gramáticos, porque la ç + consonante se
aflojaba. También porque se interpretaba esta ç como un elemento anómalo.
48 El presente del verbo ser.
Hemos de tener en cuenta la complejidad de su morfología, en primer lugar porque viene de
dos verbos, sum y sedeo.
sŭm > so
ĕs > *es eres
ĕst > es
soy
sŭmus > somos
ĕstis > *estes sodes > *soes
sunt > son
sos
sois
Nos dice Dressler que el caso más extremo de resistencia a la nivelación analógica viene
representado por la “supleción”. La existencia de este tipo de irregularidad resulta desconcertante
porque es lo contrario de una evolución que tiende a fomentar y extender la transparencia y la
regularidad.
La y de soy. Para unos esta y podría ser una analogía del pretérito desinencial fui, pero esas
analogías no se han dado en español, sería una anomalía. Otros dicen que podría ser una analogía
con la segunda del plural sois, pero la cronología también nos falla esta forma empieza a
aparecer en el s. XVI. Otros han apuntado también influencias dialectales, leonesa, por ejemplo.
Hay mucha literatura al respecto. Otros han hablado de resegmentación. Parece ser éste el caso,
una resegmentación, es decir, no reconocer los distintos elementos, de modo que ibi que por
síncopa de la sonora se reduce a > i ‘allí’, y como en estoy (‘estoy allí), soy (‘soy allí’), o voy
(‘voy allí’). Los verbos afectados sufren esa influencia adverbial, que también se da en otros
idiomas como el francés, il y a.
La forma eres se emplea por una razón obvia: evitar el homomorfismo de las personas del
verbo ser y se recurre a una forma verbal que ya está fuera de la gramática: la forma del futuro
eres.
Vuelta otra vez, en la forma de la segunda persona del plural hay que suponer la forma
analógica *sutis > sodes > sois, que es la única que nos puede llevar a ese sois. Ahí sí que hay
una cierta igualación.
49 El verbo haber.
También presenta una duplicidad morfológica que tiene que ver con esa doble función en la
Edad Media: por una parte, el verbo haber como transitivo (ovo Roma, ‘conquistó Roma’, como
verbo pleno), y, por otro, el uso como auxiliar mediante sus formas reducidas o abreviadas. En
textos antiguos podemos tener:
habeo > haio > heo (s. XII)
he
habes >aves
*has > has
habet > ave
*hat > ha
habemus >habemos, avemos
*hemus > hemos
habetis > habéis
heis, esta forma no prospera
havent > aven
hant > han
Se acaban imponiendo las formas abreviadas, que triunfan debido a ese doble tratamiento en
relación con su función y su uso, ya sea como transitivo o auxiliar.
EL IMPERFECTO
MODELOS
I. AMĀBAM
II. BEBĒBAM
III. A. REGĒBAM
III. B. CAPIEBAM
IV. AUDIEBAM
(con yod)
Hasta en latín republicano se conoce -ĪBAM, un arcaísmo que perduró en España y que dio
resultado en -ía.
Ahora bien, podemos destacar que las formas en -abam se conservaron I. AMĀBAM,
conservación necesaria para evitar la confusión con el presente (si no se habría quedado la
segunda en ama).
I) amāba(m) > amava
amābas > amava > *amas
amābat > amava > *ama
En el segundo grupo:
II) ēbam
> ea > ía Disimilación
íe Asimiliación
Hay que destacar también que el imperfecto sufrió cambios acentuales que se producen ya en
el latín. Otros cambios que se dan: hemos de destacar también la traslación acentual de las
formas en íe que también pueden ser ié, resultados que casi llegaron a desplazar a ía, de forma
que las formas avíe, teníe son predominantes hasta el s. XIII inclusive, y que la contienda -íe / -ía
(teníe / tenía) aparece ya en el XIV. En el XV prácticamente se ha generalizado la forma en -ía.
Aquí la cronología sí es importante. Siempre se ejemplifica con la diferencia entre Juan Ruiz y
Don Juan Manuel.
50 Cambios del imperfecto.
1) Conservación de -BA en:
- 1ª conjugación (por evitar el homomorfismo: tú amas / tú amabas).
- El imperfecto del verbo ir (se conserva la b en iba por la poca masa fónica del
verbo, que si no se quedaría en *ía).
- Formas dialectales: creiba (aragonés).
- Cambios acentuales de la primera: amába → amabámos.
2) Pérdida de la consonante bilabial:
- ĒBA(M) > EA > ÍA Disimilación
Hasta el XIV
-IÉ (tinié)
-ÍE (s. XI) Asimilación
a) Parece que la acentuación aguda de tinié es casi segura cuando
encontramos la inflexión de j → e > i, como en el caso de los
gerundios (sintjéndo).
b) Traslación acentual por la influencia analógica con pretéritos
medievales en ie: fiziemos (hicimos), viniemos (venimos).
c) El español tiende a acentuar la vocal más abierta del diptongo.
Prácticamente han desaparecido en el s. XV esas dos realizaciones
posibles que se justifican por lo anterior.
- IEBAM > IBAM
3) Formas reducidas o apocopadas.
fazíe > fazi, sedi
EL PERFECTO
1) Distinguir entre perfectos fuertes y perfectos débiles.
amávi
fécī
2) Extensión de la desinencia -o de los perfectos débiles a los fuertes.
amau(t) > amó
fēcit > fizo
Evita la homonimia (fize, finiste, *fize)
amavĭstĭs > amastes, amasteis
3) Clasificación de los pretéritos.
Perfectos débiles
Los perfectos débiles no plantean excesivos problemas. La marca de perfectividad se
pierde:
ama(v)i > amai > amé → monoptongación
ama(vi)sti > amaste
amav(i)t > amau(t) > amó
ama(vi)mus > amamos
ama(vi)sti > amaste
ama(ve)runt > amaron
Perfectos fuertes
Cuatro grupos:
1. Tema de perfecto en ī:
Todas estas variantes
fecī > fize
fēcĭstī > feziste, fiziste, fezieste, fizieste
fēcit > fezo, fizo
fēcĭmus > fizimos, fezimos, fiziemos, feriemos
fēcĭstĭs > fizistes, fezistes, fiziestes, feziestes
fēcĕrunt > fezieron, fizieron
Hay que destacar:
a) La inflexión de la ī: fēci > fize.
b) Cambios acentuales.
c) Analogías:
1. Por inflexión de la vocal cerrada (hacia abajo)
fize
feziste > fiziste
2. De la tercera del plural en ie y de ahí a otras formas: fēcérunt > fizieron
(hacia arriba), en castellano medieval, aunque luego quedó restringida a su
forma original.
2. Perfectos en UĪ:
METÁTESIS
ove < *haubi < habuī
sope < *saupi < sapuī
pŏsui >*puóusi > puse
pŏtui > *puoti > pude
Diptongo + metátesis
De esa contienda ganan las formas en u, porque sope > supe, ove > hube, por influencia de
esas otras formas.
3. Grupo de sigmáticos en -SĪ:
mīsī > mise
rīsī > rise
scrīpsī > escrise
En la evolución general se igualan a las débiles. Estos verbos fueron tan influeyentes que otros
no sigmáticos, como fugī, se conjugase fuxe, o aprehendī → aprise, también quasī(v)ī → quise.
De otra dirección viene la influencia que hace que los pretéritos de los sigmáticos acabasen
mise → metí, rise → reí, escrise → escribí. Terminan sucumbiendo a las formas de los débiles.
4. Reduplicados como dedī dedisti dedit en las que se produce una reducción.
Remitimos a los desarrollos más pormenorizados de Lloyd.
EL FUTURO
La complejidad de la Historia del verbo radica en las interferencias que se han producido entre
1.º) cambio fónico y analogía, y 2.º) en la relación del contenido con la subordinación oracional,
situación y contexto. La sintaxis nos va a explicar por qué desaparecieron formas de futuro como
amavo.
Recordamos que el futuro tiene un origen perifrástico, un infinitivo + el presente del verbo
habeo, pero en sus formas reducidas. Hay un condicionamiento mutuo entre lo morfológico y lo
fónico, hasta que se gramaticaliza.
amar + é
ás
á
émos
éis
án
Formas reducidas
de habeo.
El acento es muy importante. El condicional es igual. Dos grupos de futuros:
a) amar + é → amaré
b) en -ER, -IR. La cohesión de los dos constituyentes tardó mucho en implantarse (vamos a
encontrar amar lo e). Con la forma ya amalgamada hemos de tener en cuenta:
tener + é
1) Acento en é.
2) Síncopa ten(e)r, así nos salen formas como ten’ré, o de beberé > bebré. Cuando
el grupo resultante existe no hay problema. Pero cuando es extraño para la
morfología del español la lengua reacciona con tres posibilidades:
ten’ré
a) metátesis → terné
b) asimilación → terré
c) epéntesis y constitución del típico grupo romance → tendré
En la fotocopia podemos ver influencias de unas formas sobre otras, como la asimilación.
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