Politización - Aula de castellano

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Politización, la excesiva presencia de la política en ámbito
social
Por: ENRIQUE KRAUZE ESPECIAL PARA EL
TIEMPO | 10 de Enero del 2013
puede tener también una cara negativa. Ocurre
cuando se da una "orientación y contenido político
a acciones, pensamientos o personas" cuya
naturaleza es, o debería ser, esencialmente ajena a
la política.
Aquí se hace todo un recorrido lingüístico por el
término 'politización' y sus implicaciones.
En la esfera de la cultura, la politización puede
desembocar en lo que Jean Paul Sartre llamó "la
militarización de la cultura". A un libro, una obra de
arte, un descubrimiento científico o un producto
cultural de cualquier índole no se le juzga -si se le
juzga- por su calidad o su valor intrínseco, sino por
la real o supuesta filiación política de sus creadores.
Si es "amigo", la obra es "buena"; si es "enemigo", la
obra es "mala" o, finalmente, no existe. Con la
"politización de todas las cosas" se pierde el sentido
mismo de la creación y el saber. Por eso preocupa
tanto que cunda en medios universitarios.
'Politizar' es una palabra relativamente nueva en
castellano. No aparece en el Diccionario de la Real
Academia Española (edición de 1970). Significa al
menos tres cosas: una concentración excesiva en la
política a expensas de las diversas zonas de la
realidad, una concentración excesiva en los
aspectos más superficiales de la propia política, y la
primera acepción que consigna el mismo
diccionario, en su edición vigente: "Dar orientación
y contenido político a acciones, pensamientos o
personas que, corrientemente, no lo tienen".
El uso primero es evidente en la prensa, los medios
y las redes. Frente a la política, se desvanecen las
otras esferas de la vida: los problemas sociales, los
temas de la salud y la enfermedad, la ecología y la
naturaleza, las cuestiones de religión y fe, las
manifestaciones del arte, las letras y el
pensamiento, las finanzas y los negocios, las
iniciativas ciudadanas, la ciencia y la tecnología, el
mundo exterior... casi todo salvo el deporte y la
"cultura del espectáculo". El fenómeno empobrece a
quienes lo ejercen y lo consumen: día con día hay
hechos ajenos a la política, más importantes,
influyentes o trascendentes que los hechos
políticos.
Una derivada de esta politización puede hallarse en
las columnas y comentarios menudos que siguen
los gestos, los rumores, los chismes y -sobre todolas declaraciones de los políticos. Es casi un deporte
en el que se pierde el contexto social, la perspectiva
histórica, la discusión de ideas, la valoración ética,
el análisis lógico. En una palabra, el estudio de
fondo -estructurado, fundamentado, estadístico,
comparativo- de la política. En esa variante de la
politización, la opinión desplaza al hecho, la
ocurrencia al análisis, la política permanece en la
espuma de los días.
El tercer significado es más interesante y complejo.
El propio Diccionario lo recoge en una segunda
acepción: "Inculcar a alguien una formación o
conciencia política". Se trata de un uso positivo, por
ejemplo en el caso de una sociedad apática o
inconsciente de sus derechos. Politizarla es
contribuir a su autonomía y madurez. Pero el uso
Una forma particularmente insidiosa y obsesiva de
esta politización es la teoría conspiratoria. Quienes
incurren en ella no preguntan sobre la verdad
objetiva de los hechos sino por el "poder" que
adivinan o imaginan -sin probarlo nunca- "detrás"
de ellos. El poder elevado a categoría explicativa
absoluta. No abundaré sobre esta patología
intelectual y moral, tan presente en la retórica
populista latinoamericana de estos años.
La politización de todas las cosas ha tenido efectos
devastadores sobre las relaciones personales. En su
tratado de la amistad, Cicerón apunta que la
política es causa fundamental de la discordia entre
amigos. En Venezuela y en varios otros países
(incuido México) la politización extrema (esa forma
intolerante de acercarse a la política o de
practicarla) no sólo ha sembrado división entre
amigos sino entre hermanos. Familias enteras
comienzan a considerar, apenas ahora, los costos
del encono ideológico.
Criticar la politización de todas las cosas no
significa llamar a la despolitización. No se trata de
dejar la política sólo en manos de los políticos. Se
trata de alentar la buena politización ciudadana
(participativa, matizada, informada, inteligente,
alerta) y desalentar la mala politización
(ideologizada, fanática, trivial). Se trata de
enriquecer la vida política elevando la calidad del
análisis político, del debate político y la crítica
política. La "politización de todas las cosas" no
contribuye a ese enriquecimiento. Paradójicamente,
por la confusión intelectual que implica, contribuye
a la despolitización.
Por lo demás, la democracia no requiere que
empeñemos todo el tiempo -desayuno, comida y
cena- en la política. Un buen propósito para el 2013
sería devolver su riqueza y diversidad a la vida de
cada nación. Cuando no todas las primeras planas
sean políticas, cuando las distintas esferas de la
vida alcancen las primeras planas, tendremos la
certeza de vivir en una sociedad mejor.
Sobre el autor
Enrique Krauze es un reconocido escritor y editor
mexicano, director de la revista cultural 'Letras
Libres'. Entre sus obras más recientes está 'El poder
y el delirio', donde analiza la era política de Hugo
Chávez.
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