La piel es el órgano más grande del cuerpo y lo cubre completamente. Además de servir como protección contra el calor, la luz, las lesiones y las infecciones, la piel también se encarga de regular la temperatura del cuerpo, almacenar agua y grasa e impedir el ingreso de bacterias. La piel se forma por las siguientes capas: epidermis, dermis y capa de grasa subcutánea. La epidermis es la capa externa delgada de la piel que consta de tres tipos de células: células escamosas, células basales y melanocitos. La dermis es la capa intermedia de la piel, contiene vasos sanguíneos, vasos linfáticos, folículos capilares, glándulas sudoríparas, estructuras de colágeno, fibroblastos y nervios. Esta capa se mantiene unida mediante una proteína llamada colágeno formada por fibroblastos. La capa de grasa subcutánea es la capa más profunda de la piel y consta de una red de colágeno y células de grasa. Un nervio es conjunto de fibras de un tipo en particular que conduce impulsos entre sistema nervioso central y distintas partes del cuerpo. Existen distintos tipos de nervios: los aferentes y los eferentes, los aferentes son aquellos que llevan las señales sensoriales de la piel u otros órganos al cerebro; los eferentes, en cambio, trasladan el impulso desde el cerebro hacia las glándulas y los músculos. Los receptores sensoriales son los órganos capaces de captar los estímulos del medio ambiente y del medio interno, ambos procesos esenciales para la adaptación y funcionamiento de los organismos. En los receptores sensoriales la energía del estimulo se transforma informático del organismo. Estímulos ambientales de distinto tipo inducen en los receptores sensoriales ubicados en la cabeza y en la piel, la generación de señales eléctricas que viaja por vías específicas hasta centros nerviosos también específicos donde se generan sensaciones particulares. Los vasos sanguíneos están constituidos por: arterias, arteriolas, capilares, vénulas y venas. Toda la sangre se transporta por el interior de estos vasos. La circulación de la sangre se lleva a cabo de la siguiente manera: la sangre viaja desde el corazón a través de las arterias, que se ramifican en vasos cada vez más pequeños, que finalmente se convierten en arteriolas, estas a su vez se conectan con vasos sanguíneos aun más pequeños, llamados capilares. En la base del folículo piloso hay fibras nerviosas sensoriales que envuelven cada bulbo de pelo. Al doblar el pelo se estimulan las terminaciones nerviosas haciendo que la persona sienta que el pelo ha sido movido. Las glándulas sebáceas también están vinculadas con cada folículo piloso y producen una sensación grasosa que ayuda a acondicionar el pelo y la piel circundante. La piel tiene dos tipos de glándulas sudoríparas: ecrinas y apocrinas, están en casi todo el cuerpo. Las glándulas ecrinas se abren directamente en la superficie de la piel, las apocrinas se abren en los folículos pilosos y se dirigen a la superficie de la piel.