TEXTO 1 – EXAMEN DE ADMISIÓN PROGRAMAS POSGRADO DECB ¡Libros! Bernard Pivot ¿Qué hacen los libros mientras nadie los lee, mientras nadie los mira? El autor revela sus más sorprendentes descubrimientos, tras años de apasionado espionaje. Entre los libros y yo la batalla ha sido ruda. Oficialmente, nos amábamos. Era sabido que nos prestábamos un servicio mutuo: yo les hacía publicidad y ellos me daban de qué vivir. De puertas para afuera, nuestras relaciones eran excelentes: yo les abría mi puerta con cortesía, cordialidad e incluso, a menudo, con afecto, y ellos se dejaban manipular, abrir, romper, leer, sin rebelarse nunca. Para todo el mundo, el libro y yo formamos un dúo de viejos cómplices con caracteres complementarios. Pero la verdad era otra. [….] Hace más de quince años, los libros han decidido –¿por qué yo?, ¿tengo una cabeza de colonizado?, ¿una reputación de ciudadano dócil?– hacerse dueños de mi apartamento y de mi casa de campo. Entonces, bajo el pretexto de una emisión de televisión semanal y de una revista mensual, han comenzado a invadirme. Después, no hay día (fuera de los domingos y los feriados) que no se introduzcan en mi domicilio, individualmente o agrupados, llevados por el cartero o por mensajeros, ofrecidos, a mi disposición, serviles. Pero yo conocía sus triquiñuelas. Y me defendí. Para no quedar sumergido, me impuse la disciplina de eliminar unos cada día, sobre todo los domingos y días feriados, cuando los invasores hacen la tregua. Es cobarde, lo reconozco, pero ante un peligro tan grande el respeto del código del honor habría sido suicida. Cerca de la puerta de salida hacía pilas, que partían a casas de parientes, amigos, bibliotecas, etc., donde continuarían su invasión silenciosa e hipócrita. [….] ¿Los libros se reproducen entre ellos? Sí, desde luego. Si no, ¿cómo explicar la presencia, sobre todo en las pilas abandonadas o en los estantes en los que la oscuridad favorece a los audaces, de obras desconocidas? ¿Quién no se ha tropezado en su casa con un libro cuyo nombre y título no evocan ningún recuerdo? Es necesario entonces explicar la reproducción. ¿Cómo, cuándo, bajo qué formas, por cuáles estratagemas? De un natural tímido, los libros son, con excepción de las obras libertinas ilustradas, de un gran pudor. Confieso no haber podido sorprenderlos nunca en sus actividades genéticas. Tal como hay que recibir con reserva mis hipótesis, incluso si las creo seriamente fundadas. A mi entender, las palabras, las frases, los párrafos e incluso capítulos enteros se hastían de pertenecer a un libro que no les agrada o en el cual se sienten superfluos o groseramente utilizados. Deciden entonces escoger la libertad y salir del volumen. Ninguna frase ha querido abandonar nunca Madame Bovary o el Viaje al fondo de la noche, es evidente. Cada palabra allí se siente bien e indispensable. Aunque las condiciones de supervivencia sean espantosas, ninguna palabra tampoco querrá escaparse del Archipiélago Gulag. Pero hay tantos libros en los que las palabras se aburren a morir. Las más valientes deciden, aisladas o en grupo, evadirse. Y cuando, alcanzadas por las descontentas de otras obras, son lo No escribe o realice marcas en este texto – Devuélvalo una vez haya finalizado el examen 1 TEXTO 1 – EXAMEN DE ADMISIÓN PROGRAMAS POSGRADO DECB bastante numerosas como para componer un nuevo libro en el que su existencia será mejor, su emplazamiento más agradable, su sentido más afirmado, no dudan en hacerlo, siguiendo los procesos que surgen de la autocreación y de los cuales no conozco el desarrollo. Hasta el presente, los resultados, ¡ay!, no me han parecido muy convincentes. De lo que precede se concluirá que mientras más libros mediocres o inútiles hay en una biblioteca o en una librería, más elevados son los riesgos de reproducción. Las obras maestras, de las cuales las palabras rehúsan escapar, por el contrario no conocen posteridad. De ahí ese principio que conocíamos pero que no había sido demostrado nunca: la cantidad de libros es inversamente proporcional a su calidad. [….] ¿Que si los libros pueden moverse solos? Sí. La prueba es que algunos cambian por sí mismos de lugar sobre la estantería, que no se les reencuentra donde se les había puesto y que su movimiento perturba el orden alfabético. A menudo son las querellas de vecindad las que explican esos desplazamientos incongruentes. Si los libros no se tienen por responsables del lugar en el que están, algunos, no obstante, no admiten estar pegados a volúmenes notoriamente mediocres o a obras cuyos autores les parecen indignos de una cohabitación con nombre impreso sobre la carátula. Apretados los unos contra los otros, ¿cómo no van a tener reacciones epidérmicas? Ellos pueden, también, ser juguetes de pulsiones lamentables debidas a las desigualdades sociales o a las jerarquías intelectuales. medios el apartamento o la casa en los que habitan. Esas fugas, bastante raras, que prueban, si todavía es necesario, la autonomía de movimiento de los libros son debidas bien sea a violentas querellas de vecindad –no puedo más, me largo–, bien sea a humillaciones insoportables. Un libro puede sentirse humillado si nadie lo abre nunca, si ha sido relegado sobre un anaquel inaccesible donde la mirada de su propietario-lector no lo ha desflorado desde varios años atrás, si el polvo se acumula sobre él... El Proceso verbal, de J. M. G. Le Clézio, ejemplar dedicado, ha desaparecido de mi casa. Ha huido. Sin una palabra de explicación. A menudo consentido, bien acomodado en mi biblioteca, estaba colocado entre una novela de Guy Le Clec’h y los poemas de Leconte de Lisle, vecinos agradables, sin historia. ¿Entonces? Primera novela de Le Clézio, premio Renaudot en 1963, El Proceso verbal no ha soportado, en mi opinión, ser suplantado en mi afecto por Desierto, su hermano diecisiete años más joven, del que he proclamado las bellezas y dicho que era el mejor libro del escritor de Niza, y que he colocado en sus cercanías, en los cuarenta centímetros de libros de Le Clézio. Celoso, decepcionado, El Proceso verbal me ha dejado, ha partido... [….] Es patente que libros que no han sido ni prestados ni robados desaparecen de las bibliotecas y abandonan por sus propios No escribe o realice marcas en este texto – Devuélvalo una vez haya finalizado el examen 2