Justificación de la propuesta

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Justificación de la propuesta
Desde hace casi dos siglos, St. Andrew´s Scots School se ha destacado como una institución de
excelencia académica que forma a sus alumnos para ser miembros responsables de la comunidad. En el
centro de nuestra visión, se encuentra nuestra declaración de valores: Respeto, Responsabilidad e
Integridad. Como comunidad, estamos cada día más convencidos de que la educación es el instrumento
más poderoso para lograr afianzar los valores en los que buscamos educar. Como parte de este proceso
educativo, el colegio brinda a los alumnos la posibilidad de formar parte de una multiplicidad de charlas
que buscan generar en nuestros alumnos preguntas trascendentes que permitan poner en cuestión
muchos de los preconceptos que, a veces en forma inconsciente, tomamos como verdades.
En 2013, el Departamento de Literatura, como parte de su programa de año 11, invitó a David Galante,
un sobreviviente del Holocausto que pasó 8 meses como prisionero en Auschwitz, a compartir con
nuestros alumnos sus experiencias. Fue conmovedor tener la posibilidad de compartir este testimonio
de vida y notar cómo la experiencia fue absolutamente transformadora para todos aquellos que la
presenciamos. Esta sensación de estar atravesando una experiencia transformadora volvió a darse
cuando, en el mes de Octubre, desde el Departamento de Historia se invitó a Miguel Savage, un ex
conscripto argentino que peleó en la Guerra de Malvinas, participando del combate de Monte Londres,
a compartir sus vivencias con los alumnos de año 12 de nuestro colegio.
Lejos de quedar satisfechos por la experiencia, un grupo de docentes empezamos a reflexionar acerca
de los motivos que habían hecho de estos testimonios, instancias transformadoras. Lo que nos dimos
cuenta es que, en el fondo del relato, se encontraba presente un mismo mensaje: que sólo la
intolerancia, basada en los preconceptos de un “otro” imaginado, pueden explicar las razones por las
que el hombre puede cometer actos tan aberrantes como lo son la guerra o el exterminio sistemático de
sus pares. Análogamente, la revelación fue que, en la medida en que estas barreras artificiales que la
cultura y la historia construyen entre nosotros vayan siendo, una a una, desmontadas, los accidentes
que nos hacen aparentar diferentes (género, sexualidad, religión, cultura, ideologías, nacionalidad) irán
disipándose, dejando al desnudo que, en última instancia hay sólo una gran verdad que nos une a todos
y esta es nuestra común pertenencia a LA raza humana.
A partir de este momento, y como resultado de la devolución de nuestros alumnos acerca de la
trascendencia de estas y otras experiencias que tienen lugar en el colegio, comenzamos a preguntarnos
si podíamos darnos por satisfechos en nuestra vocación pedagógica por el hecho de exponer, en el buen
sentido de la palabra, a nuestros alumnos a estas instancias que buscan no sólo educar las mentes, sino
sus almas. La respuesta fue un NO categórico. Como comunidad sentimos la necesidad de abrir a todos
nuestros miembros las puertas del colegio para ser partícipes de este tipo de actividades: padres,
abuelos, tíos, personal docente y no docente. Sólo en la medida en que todos los que formamos parte
de la comunidad logremos llegar a esta revelación, podremos decir que nuestra misión como
educadores está en camino de cumplirse.
Ciclo de Charlas
David Galante: Testimonio de un sobreviviente de Auschwitz
“Mi nombre es David Galante. Soy oriundo de la isla de Rodas, soy sobreviviente del campo de
exterminio de Auschwitz ,y como tal estoy aquí junto a ustedes para contarles lo que vi.
Vi a mis padres y hermanos, trabajar denodadamente para poder llevar el alimento a la mesa familiar y
así poder subsistir.
Y vi a mi pueblo, plagado de anhelos y de sueños, tenaz en el esfuerzo, perseverante en el empeño, que
un día fue expulsado de Rodas, nuestro mundo, para protagonizar el papel principal, en la página más
dramática de la historia de la humanidad.
Vi un día a los Nazis desembarcar en Rodas, mientras caían las bombas aliadas y la guerra se instalaba
en nuestras vidas de una forma que ni en la peor pesadilla hubiéramos imaginado.
Vi los bombardeos destruyendo las casas de la yudería.
Vi a nuestras familias destruidas entre los escombros y vi por primera vez la muerte que sombríamente
empezaba a mostrar su peor rostro.
Vi mi casa destrozada, mis cosas destruidas, mi mundo aniquilado. Vi la orden que nos ordenaba
presentarnos ante los nazis, con todas nuestras pertenencias y también con nuestro futuro.
Vi a los nazis sacarnos todo, golpeándonos violentamente para quedarse con nuestro dinero, con
nuestros muebles, con nuestras joyas, para finalmente quedarse con lo más valioso. Nuestro destino.
Vi la ciudad de Rodas alejarse lentamente a mis espaldas, despidiéndonos hacia el más trágico destino.
Vi unas barcazas infames en las que nos transportaron a los 1800 judíos de Rodas y Cos hacinados hasta
el puerto del Pireo, sin comida, sin agua y sin ilusiones.
Vi a los barcos aliados mantenerse inmóviles ante nuestro paso hacia la muerte, sin oponer la menor
resistencia.
Vi unos trenes que nos esperaban al llegar a Grecia. Ocho caballos u Ochenta personas decía la
inscripción en el exterior del vagón.
Vi niños y ancianos golpeados y abandonados al no poder subir a los vagones, ni resistir el dolor.
Vi a mi alrededor hacinamiento, impotencia, asfixia, hambre, miedo, angustia, dolor y muerte, junto a un
barril hediondo donde hacíamos nuestras necesidades y sólo una vez cada tres días paraban a vaciar.
Vi a través de una pequeña hendija por la que apenas podíamos respirar, como atravesábamos distintos
parajes, durante los interminables doce días que duró el viaje hasta Auschwitz.
Y juro que hasta ese momento, todavía no había visto nada.
Porque en Auschwitz comencé a ver, lo que nunca debí haber visto, lo que nunca nadie verá, lo que mis
ojos no podrán olvidar”.
Fragmento del discurso de David Galante en el Museo del Holocausto de Buenos Aires.
Fecha tentativa: marzo 2014
Los límites del perdón de Simón Wiesenthal: una aproximación al perdón desde la fe.
“Un dia, mientras estaba recluido en un campo de concentracion aleman, Simon Wiesenthal fue
conducido desde su puesto de trabajo hasta el lecho de un miembro de las SS que estaba a punto de
morir. Atormentado por los crimenes en los que habia participado, el soldado queria confesarse y obtener
la absolucion de labios de un judio. Este extrano encuentro y el dilema moral que le produjo
desencadeno una serie de cuestiones morales sobre la posibilidad y los limites del perdon. Podemos y
debemos perdonar a un criminal arrepentido? Podemos perdonar los crimenes cometidos contra los
demas? Cual es la deuda que tenemos con las victimas? Veinticinco anos despues, Wiesenthal pregunto
a un grupo de famosos intelectuales que hubieran hecho en su lugar”.
Weisenthal, Simón, Los límites del Perdón, dilemas éticos y racionales de una decisión, selección.
San Andrés invita a miembros destacados de las comunidades judía, católica, protestante, islámica,
agnóstica y atea a reflexionar sobre los límites del perdón en un ambiente de respeto y pluralidad.
Fecha tentativa: Junio 2014
La Guerra de Malvinas según Miguel Savage.
“Ya en ese tiempo, habían comenzado los bombardeos navales nocturnos. En el engañoso silencio de la
noche, de pronto, como de la nada, escuchábamos el estruendo, luego el silbido del proyectil volando
por encima de nosotros y finalmente, el impacto. Las sensaciones inconfesables nos perseguían.
Perturbados, sin misiones definidas que cumplir, empezábamos a recorrer el incierto camino de la
desolación. El no saber si éramos un blanco perfecto a eliminar por los ingleses, o un material humano a
descartar por nuestros propios jefes, demolía nuestras vulneradas pretensiones patrióticas. Más aún
cuando los proyectiles abordaron nuestro pequeño territorio y empezaron a caer cada vez más cerca,
rodeándonos casi, a unos 200 metros a veces, o un poco menos quizás. Sin embargo, eran de tal
magnitud el agotamiento y la debilidad causados por el hambre, que seguíamos durmiendo,
enajenándonos como un modo de protegernos.
Pese a todo, algunos compañeros no pudieron soportar lo que estaba sucediendo. Uno de esos días
exasperantes de bombardeos y terror, escuchamos un disparo. Cuando salimos de nuestra posición para
ver qué había ocurrido, vimos que uno de los nuestros se había descerrajado un tiro sobre un pie, para
poder ser evacuado. Y lo comprendimos. Eso no era cobardía. Era un modo de salir por arriba, tal como
lo haría cualquiera para poder escapar de un laberinto”.
Savage, Miguel: Malvinas una herida que no para de sanar, selección.
Fecha estimada: Noviembre 2013
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