sor enriqueta gesseaume

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ENRIQUETA GESSEAUME
A mediados de noviembre de 1634 y después de dar una misión en la ciudad de Chantilly,
se presenta ante Vicente de Paúl, la Dama de la Caridad del Gran Hospital: Maria de Pollalion,
acompañada de dos jóvenes que querían pertenecer al grupo que acababa de fundar Luisa de
Marillac, una de ellas se llamaba Enriqueta, nada más llegar la pusieron a servir a los
enfermos en el Gran Hospital (el hospital estaba a cargo de las Agustinas Hospitalarias).
Mientras las Damas hablaban y catequizaban a los enfermos, sirviéndoles la merienda-cena,
las Hijas de la Caridad las acompañaban, daban de comer a los enfermos que no podían
hacerlo por ellos mismos, fregaban sus cacharros, limpiaban las bacinillas y ayudaban a las
Agustinas cuando las veían muy apuradas por el trabajo. Este fue el trabajo de Enriqueta
durante 4 años.
Enriqueta quería tanto a Luisa de Marillac que cuando ésta se iba a visitar las diferentes
Caridades o a las Hijas de la Caridad, ella sentía una gran pena por no tenerla a su lado, ya
que la consideraba su guía.
Las Hijas de la Caridad que trabajaban en el Gran Hospital vivían en el piso de la señorita
Le Gras, hasta que la Casa Madre se trasladó a la Chapelle.
En septiembre de 1638, es destinada a Saint-Germain-en-Laye, allí llevará la escuela y
demostrará ser una hermana muy responsable e inteligente.
No se sabe si con permiso o sin él, pero en diciembre del año siguiente aparece en su
pueblo natal. Allí debió de estar más días de los debidos, Vicente decide comunicar a Luisa
que la quitara de Saint-Germain. Sor Enriqueta admite que es irreflexiva y que suele obrar
con precipitación, reconoce su falta y asume contenta el nuevo destino.
Durante todo el año 1642 sor Enriqueta, siempre alegre y dispuesta, es el comodín de
Luisa de Marillac. Nunca se queja, quiere mucho a Luisa de Marillac y siempre está disponible
a ir donde haga falta, Sedan, Fontenay, San Sulpicio…
El 25 de marzo de 1642 es escogida para hacer los votos por primera vez en la historia de
la Compañía de las Hijas de la Caridad. Era señal de estima, de confianza, de firmeza en la
vocación y de llevar una vida espiritual segura y comprometida.
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Su carácter espontáneo, precipitado y acaso un poco descarado le ocasionaron varios
problemas, se enfrentó a un párroco, al Procurador General del Parlamento de París… sin
embargo entre las Damas de la Caridad es muy estimada, valorada y querida.
En 1645 sirve en la Caridad de la Parroquia de San Germán, después va a fundar la
Caridad en la parroquia de San Gervasio, responde: “¡Bah, que más da servir en esta parroquia
o en la otra, lo importante son los pobres!”. En la primavera de 1646 vive en la Casa Madre,
junto a Luisa de Marillac. Su talento, su amor a los pobres y su desprendimiento animan y
encauzan a las recién llegadas. Cuando Luisa tiene que marchar al Gran Hospital de Nantes,
deja a sor Enriqueta el cuidado de las hermanas y la Caridad de San Sulpicio. A la vuelta de
Nantes lleva en su corazón una gran preocupación, el hospital necesitaba una Hija de la
Caridad, no solo instruida en farmacia, sino una excelente farmacéutica que dominara las
hierbas y las medicinas. Habla con Vicente de Paúl y de mutuo acuerdo deciden enviar allá a
sor Enriqueta, esta responde: “¡Bah, que mas da trabajar en Paris o en Nantes, si se sirve a
los pobres!” Diez días llevaba en el nuevo destino cuando uno de los administradores escribió
a la señorita Le Gras: “En lo que respecta a la farmacéutica, sor Enriqueta, no espere
quitárnosla dentro de seis meses, pues seguramente la necesitaremos por lo menos durante
un año”.
En el mes de marzo de 1647 llegan malas noticias a Luisa de Marillac, según se dice la
comunidad de Nantes está enfrentadas y divididas las hermanas. Se ponen manos a la obra y
mandan diferentes cartas pidiendo comprensión entre ellas. El Padre Lamberto realiza una
visita al igual que sor Juana Lepeintre, ambos describen que la situación es muy tensa pero
confían en las hermanas. Por una parte se cree oportuno destinar a sor Enriqueta pero por
otra es necesaria allí. Sor Enriqueta sufre, sobre ella recae su temperamento “Enriqueta es
una hermana llena de ardor y de caridad, pero poco respetuosa, poco sumisa a la sirviente, o
nada y molesta al médico y a multitud de personas, y poco observante…” estas son palabra de
Vicente a Luisa. Todos estos golpes hacen mella en su corazón. El amor y el servicio a los
pobres la sostienen en esta época de prueba y dificultad. Nunca dudó de su vocación y se
entrega al trabajo con ímpetu y contenta a todos. Poco a poco se va volviendo más sensata, la
paz y la calma llegan a su vida y las personas que la rodean ven el cambio que está dando sor
Enriqueta. Ella expresa públicamente “soy feliz siendo Hija de la Caridad y yo obedeceré
siempre a los superiores” pues le habían propuesto que se quedara en el hospital, aunque
fuera de seglar y que no aceptara en nuevo destino. Llega a Paris en noviembre de 1655, han
pasado 22 años, aquel grupito de los inicios se había convertido en una Compañía de más de
150 Hijas de la Caridad. Después de unos días de descanso y de hacer los Ejercicios
espirituales, la destinaron a la parroquia de San Severino. La joven descarriada, que no daba
ni veía la trascendencia de sus respuestas, es ahora una mujer más sensata y más serena. En
junio de 1658 Luisa de Marillac la envía a pasar Visita Regular a la comunidad de Chantilly, al
llegar descubre una comunidad poco observante y descuidada en su vida espiritual. Nantes la
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había preparado para esta misión. Estando allí llegó la noticia de que las hermanas no daban
abasto para curar a los heridos de la guerra. Al regresar a Paris se entera que habían salido
ya para el hospital de Calais cuatro Hijas de la Caridad. Con los calores del verano se declara
en el hospital una epidemia causando la muerte a muchos heridos y a dos hermanas. Luisa y
Vicente hacen un llamamiento a las hermanas para ir a ayudar al hospital, le responden 3
hermanas jóvenes y sor Enriqueta, al frente de esta nueva comunidad ponen a sor Enriqueta y
juntas emprenden el viaje hacía Calais, a mitad camino las noticias no son nada
esperanzadoras ya que se enteran que las dos hermanas están enfermas, llegan a Calais y se
ponen mano a la obra, en el hospital quedan más de 500 heridos. El trabajo es duro pero se
dieron por entero a cuidar a todos. Con el paso de los días el cansancio aparece y de nuevo
algunas hermanas caen enfermas, son trasladadas a Paris y queda sor Enriqueta la última,
dando muestra de su gran amor al servicio de los pobres y de su sacrificio.
A principios de 1658 está sirviendo a los galeotes de la Tournelle… y no se sabe dónde
estuvo destinada después ni cuándo murió.
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