Subido por Carlos Atilano

Eutanasia (ensayo)

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UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA
PREPARATORIA REGIONAL DE LAGOS DE MORENO
CARLOS GABRIEL ATILANO FACIO
6°C T/V
La eutanasia es actualmente sigue siendo un tema con bastante relevancia, tanto
social como política y religiosamente. El hecho de ponerle valor a una vida humana
y comparar dicho valor con lo que es correcto para los aspectos antes mencionados,
es algo que mucha gente hoy en día aún no está dispuesta a aceptar, aun si esto
implica la prolongación del sufrimiento o dolor de una persona.
Queda más que reflejada nuestra posición a favor de esta práctica, siempre y
cuando exista el consentimiento del paciente o una total justificación por parte de
un tercero responsable.
El término “eutanasia”, procede del griego eu= bueno y thanatos= muerte. Por
consecuente, la eutanasia es el nombre que se le asigna a la acción de acelerar o
asistir a la apresuración de la muerte, clínicamente con el motivo de evitar mayor
sufrimiento y dolor a un paciente cuya complicación es incurable.
Es un tema que suele despertar varios puntos de vista en la sociedad, así como
bastantes debates, tanto a favor como en contra, pasando desde las repercusiones
de tipo político como las de tipo religioso.
Tanto en Grecia como en Roma, hubo numerosos defensores y algún detractor de
la eutanasia, como lo atestiguan numerosos documentos y testimonios literarios.
Hipócrates se opuso a la eutanasia. Para él eran fundamentales la santidad de la
persona y el verdadero bienestar del paciente. Reconoció, sin embargo, que se
podría violar fácilmente esta ética ya que los médicos, no tienen sólo el poder para
curar sino también para matar.
Séneca, basándose en que la ley eterna fija un solo modo de iniciar la vida, pero
varios para salir de ella, nos ha transmitido su opinión al respecto cuando dice "es
al hombre a quien corresponde decidir libremente sobre el sentido y su capacidad
de soportar su existencia en el cuerpo", "no se debe ni querer demasiado a la vida
ni odiarla demasiado, sino buscar un término medio y ponerle fin cuando la razón lo
aconseje", "no se trata de huir de la vida sino de saber dejarla" o "es preferible
quitarse
la
vida,
a
una
vida
sin
sentido
y
con
sufrimiento".
Epícteto ve la muerte como una afirmación de la libertad. "la vida a veces no tiene
rumbo alguno y solo provoca sufrimientos tanto para el enfermo como para sus
familiares,
es
por
lo
que
el
enfermo
tiene
el
derecho
a
decidir".
Marco Aurelio, en su Libro III "una de las funciones más nobles de la razón consiste
en
saber
si
es
o
no,
tiempo
de
irse
de
este
mundo".
El cristianismo, en un principio, no solo no condenó el suicidio, sino que incluso lo
consideró como un gesto heroico, para escapar al deshonor o como una forma de
aceptar el martirio. A partir del siglo IV, es cuando para evitar el gran número de
suicidios de creyentes fanáticos, que pretendían, a través de la inmolación,
conquistar el paraíso, y para restablecer un poco de valor a la vida humana, empieza
a manifestarse en su contra.
El término eutanasia en el sentido anterior de apoyar a alguien mientras moría, fue
utilizado por primera vez por el inglés Francis Bacon (1561-1626). En su trabajo
Eutanasia médica eligió esta antigua palabra griega y, al hacer esto, distinguió entre
eutanasia interior o la preparación del alma para la muerte, y eutanasia exterior que
pretendía hacer el fin de la vida más llevadero e indoloro, y en excepcionales
circunstancias acortando la vida.
Existen varias maneras de practicar eutanasia, algunas obviamente más aceptadas
que otras, o consideradas “mejores”. La eutanasia se distingue en los siguientes
tipos:
– Eutanasia voluntaria: la que se lleva a cabo con consentimiento del paciente.
– Eutanasia involuntaria (también llamada cacotanasia o coactiva): la practicada
contra la voluntad del paciente, que manifiesta su deseo de no morir.
– Eutanasia no voluntaria: la que se practica no constando el consentimiento del
paciente, que no puede manifestar ningún deseo, como sucede en casos de niños
y pacientes que no han expresado directamente su consentimiento informado.
– Eutanasia activa: la que mediante una acción positiva provoca la muerte del
paciente.
– Eutanasia pasiva: el dejar morir intencionadamente al paciente por omisión de
cuidados o tratamientos que están indicados y son proporcionados.
De esta manera, la forma mayormente aceptada es la forma pasiva, ya que el
paciente puede de manera explícita decidir la interrupción de su medicamento y
otros detalles.
Resulta necesario hacer ciertas matizaciones: en primer lugar, no necesariamente
tiene que ser en situaciones de terminalidad, sino en casos donde un sujeto
considera que la vida le genera mayor cantidad de mal que de bien. Siempre existe
un motivo de benevolencia para el destinatario, nadie tiene legitimidad para imponer
dolor a un sujeto, y todos tenemos el derecho de dejar de sufrir. Además, la
terminalidad es una noción muy amplia y confusa. Una situación podría ser terminal
si la autonomía física del sujeto está tan mermada que no puede disfrutar o ejercer
derechos mínimos o capacidades básicas. Por otro lado, también hay quien piensa
que terminalidad se puede equiparar a irreversibilidad.
Uno de los problemas morales de fondo es saber cuándo la vida ya es más un mal
que un bien. Los valores sobre los que esto gira son la dignidad y la autonomía. La
autonomía moral tiene que ver con la autorrealización. Es la decisión subjetiva del
individuo la que sirve para calificar su vida de valiosa o no. Él es quien tiene la última
palabra sobre qué vale la pena vivir y qué no, y sobre si su derecho a la vida ya se
ha convertido más bien en una obligación.
Sin embargo, vemos que en la inmensa mayoría de los Estados, la eutanasia sigue
estando prohibida, con lo cual pareciera que siguen inmersos en esa primera
concepción de santidad de la vida. Pero a la vez, aun cuando parece evidente que
no siempre el valor autonomía es el que más prevalece, tampoco podemos decir
que para el orden jurídico, la vida sea un valor absoluto, innegociable, prima facie,
y el ejemplo más claro de ello es la legítima defensa.
Ahora bien, eutanasia no es asesinato, porque éste no atiende a los intereses del
sujeto, ni se caracteriza por una razón humanitaria; en tanto que la eutanasia tiene
por objeto disminuir el sufrimiento en el marco de un proceso que sigue su curso.
Tampoco eutanasia es suicidio, porque exige la participación de un tercero. Aunque
podría ser considerado suicidio asistido.
Basándonos en este punto, pasaremos al siguiente; las religiones.
Las religiones juegan un papel fundamental en la sociedad, sin importar la
localización, un individuo tiene una idea sobre lo que el espiritismo es en su vida y
decide en qué y cómo creer. De igual manera, las religiones son determinantes en
temas de relevancia social, como la eutanasia, dando su propia interpretación de
esta y en algunos casos, hasta condenando el acto, provocando incluso un cambio
de opinión en las personas.
Como dije anteriormente, para tratar el punto religioso, trataremos la eutanasia
como un tipo de suicidio. En la mayoría de las formas de cristianismo, el suicidio es
considerado un pecado, en gran parte debido a los escritos de influyentes
pensadores del Medievo, como Agustín de Hipona y Tomás de Aquino.
En la doctrina católica, los argumentos en contra se basan en el mandamiento “No
matarás”, así como en la idea de que la vida es un regalo de Dios que no debe ser
desdeñado y que el suicidio va contra el “orden natural” y por lo tanto interfiere con
el plan maestro de Dios para el mundo. Se cree que las enfermedades mentales o
el temor al sufrimiento reduce la responsabilidad del suicida.
Para el judaísmo, la vida es sagrada y condena el hecho de acortar la vida. Para
esta religión, el suicidio es un acto criminal, incluso los suicidas son considerados
como homicidas, y un delito grave, dado que implica “negar que la vida sea un regalo
divino” y porque “constituye un desafío a la voluntad de Dios”. Igualmente, las
religiones islámicas son contrarias al suicidio. El Corán lo prohíbe al señalar que “no
te matarás o destruirás”. Por su parte, el Hadizagrega que el suicidio individual es
ilegal y un pecado.
En el hinduismo, el suicidio está, generalmente, prohibido, dado que “interrumpe
la sincronización del ciclo de muerte y renacimiento”. No obstante, el hinduismo
acepta el derecho de las personas a poner fin a su vida por medio del ayuno,
denominado Prayopavesa, que no es considerado suicidio dado que es una práctica
no violenta y natural y aceptada solo bajo ciertas circunstancias. El satí, la
autoinmolación llevada a cabo por viudas, fue una práctica común en la sociedad
hindú durante la Edad Media.
Las denominaciones protestantes varían ampliamente en su enfoque sobre la
eutanasia y la muerte asistida por un médico. Desde la década de 1970, las
iglesias evangélicas han trabajados con las católicas romanas en un enfoque sobre
la santidad de la vida, aunque algunos evangélicos pueden estar adoptando una
posición con menos excepciones. Mientras que las denominaciones protestantes
liberales han evitado, ampliamente, la eutanasia, muchos defensores individuales
como Joseph
Fletcher y
activistas
de
la Sociedad
Estadounidense
pro
Eutanasia han sido clérigos y laicos protestantes. Como la muerte asistida por un
médico ha obtenido mayor apoyo legal, algunas denominaciones protestantes
liberales han ofrecido argumentos religiosos y apoyo a ciertas formas de eutanasia.
Sin embargo, sus protestas son más débiles que las católicas.
Desde la perspectiva de las normas jurídicas la cuestión de la eutanasia se plantea
de modos muy diversos en función de la diversidad de los ordenamientos jurídicos.
Diremos, en un sentido muy general, que las normas jurídicas, aun cuando sean
consideradas de rango ético inferior, son de hecho las que terminan imponiéndose
en la sociedad de referencia.
El artículo 143.4 del vigente Código Penal de 1995 tipifica la eutanasia como un tipo
privilegiado del auxilio ejecutivo al suicidio, sancionando la conducta típica con una
pena notablemente inferior a la del homicidio. Ya en el debate parlamentario de la
norma referida, la entonces minoría objetó que se privilegiara el tipo sobre el
suicidio, en cuanto los elementos descritos, incluida la seria e inequívoca aceptación
de la víctima, ya que estos elementos son los de un homicidio por causas
humanitarias y no los de un suicidio. Esta regulación recibió críticas en el momento
de entrar en vigor por parte de sectores de la doctrina jurídica, que entendían
negativo el extender la aplicabilidad del mismo a hipótesis que se realicen fuera del
ámbito médicoasistencial. Pese al constante debate y los casos que han aparecido
en los medios, la jurisprudencia no ha podido perfilar los elementos del nuevo delito
ya que la fiscalía no ha llevado adelante acusaciones por delito de eutanasia. En
este sentido, es necesario señalar dos elementos de la realidad jurídica muy
relevantes en lo que se refiere a la eutanasia en su actual tratamiento. Por un lado,
la pena prevista supone una protección menor del bien de vida humana, lo que
contradice la previsión constitucional del artículo 15 de la CE de 1978. En efecto,
aún cuando el fin de la pena no es sólo valorar el bien protegido, es indudable que
si la protección es nimia el resultado es injusto.
Desde los años sesenta, con la fundación de la asociación para la muerte digna en
Estados Unidos, la cuestión de la eutanasia cambió en cuanto a su consideración.
Desde la clásica defensa de la muerte humanitaria, de las personas que sufrían
condiciones de vida supuestamente indignas, se pasó a la exaltación de un
supuesto derecho a que se mate a quien lo solicite, si se encuentra en condiciones
subjetivas y objetivas de indignidad. Se defiende así un supuesto control sobre la
propia vida mediante el homicidio eutanásico en nombre de la autonomía,
precisamente de las personas que se encuentran en condiciones menos
autónomas.
La legislación sobre la eutanasia en México distingue entre eutanasia activa y
pasiva. En cuanto a la eutanasia activa, se han presentado proyectos de ley para
despenalizarla, tanto en 2007 como en 2009, pero no se ha logrado cambiar lo
dispuesto por el Código Penal Federal, en el que la eutanasia no se encuentra
definida como tal. El artículo 312 establece que quien prestare auxilio o indujere a
otra para que se suicide, será castigado con la pena de 1 a 5 años de prisión; si se
lo prestare hasta el punto de ejecutar él mismo la muerte, la prisión será de 4 a 12
años.
Por lo tanto, desde el punto de vista jurídico, a esta práctica se le considera
homicidio. El artículo 166 bis 21 de la Ley General de Salud establece que queda
prohibida la práctica de la eutanasia, entendida como homicidio por piedad así como
en suicidio asistido conforme lo señala el Código Penal Federal.
Por otra parte, hasta diciembre de 2010, 18 estados del país habían modificado su
Constitución bajo la presión de la dominante Iglesia Católica para proteger el
derecho a la vida “desde el momento de la concepción hasta la muerte natural”,
descartando cualquier iniciativa que contemplara la eutanasia activa.
En la mayoría de las legislaciones se le castiga como una pena atenuada respecto
al homicidio simple, salvo que se trate de menores o personas con discapacidad
mental, en cuyo caso se le sanciona como un homicidio agravado.
En México, la eutanasia o muerte por piedad, no se permite. Aquí, el artículo 312
del Código Penal impide el suicidio asistido de un enfermo terminal. En el código
penal lo podemos encontrar como delito, enunciado a partir del tipo penal de
“Participación en el suicidio”.
Finalmente, nuestra posición es totalmente a favor de esta práctica, basándonos
principalmente en el argumento “Toda persona es autónoma y tiene derecho a
decidir sobre su vida.” Todo individuo tiene derecho a hacer lo que quiera en vida,
y de igual manera, a decidir cuándo y cómo terminarla, independientemente de los
motivos que orillan a una persona a tomar una decisión así, debe ser respetada. Un
paciente que sufre de manera terminal un padecimiento, el cual implica dolor en
gran medida, merece tener la opción de terminar con ese dolor, y así mismo, con
una vida que podría ser considerada como “indigna”, aspecto que incluso quebranta
un derecho de la dignidad humana. Un médico tiene la responsabilidad de hacer
que el paciente no sienta dolor, y cuando su condición es inmejorable, debe acceder
a la petición de esta práctica.
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