Rafael Serrano

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“En psiquiatría hay modas, porque hay progreso científico”
Firmado por Rafael Serrano
Fecha: 5 Abril 2010
Ahora que la Asociación Psiquiátrica Americana prepara una nueva versión de
su célebre manual de diagnóstico, las discusiones que provoca pueden llevar a
preguntarse si algunas enfermedades de nueva definición son descubiertas o
“creadas”. Hay trastornos que parecen ponerse “de moda” y registran una
súbita proliferación. Y en efecto en la psiquiatría hay “modas”, pero esto no
significa que se inventen patologías imaginarias, explica el especialista Javier
de las Heras. Ocurre simplemente que los conocimientos científicos
evolucionan y la cultura del momento tiene cierta influencia en los criterios de
normalidad.
La quinta edición del Diagnostic and Statistical Manual of Mental
Disorders (DSM-V), de la American Psychiatric Association (APA), se empezó a
preparar en 1999 y su versión final se publicará en mayo de 2013. El borrador,
hecho público en febrero pasado, ha provocado cierta polémica.
Uno de las propuestas más discutidas es la de dejar de considerar el síndrome
de Asperger como trastorno específico e incluirlo bajo la rúbrica, más general,
del autismo. Los pacientes hasta ahora diagnosticados con Asperger y sus
familiares se quejan porque los autistas padecen deficiencias intelectuales, lo
que no es el caso de aquellos.
Por su parte, los transexuales quieren que se
empleen términos más neutros para
patologías que el borrador llama “trastorno de
identidad
de
género”,
“fetichismo
travestístico”
y
(novedad)
“trastorno
hipersexual”.
“Conocer la propia
personalidad
disminuye el riesgo
de trastornos
psíquicos”
A propósito de esto preguntamos al psiquiatra
Javier de las Heras, que además de trabajos
de investigación ha publicado libros dirigidos
al público general, algunosreseñados en Aceprensa. El más reciente
es Conoce tu personalidad (La Esfera de los Libros).
— El profano se puede sorprender de las controversias en torno al DSM-V, por
ejemplo, de que los familiares de pacientes de Asperger se opongan a que la
enfermedad pase a ser un subtipo de otra. ¿Acaso los trastornos que no tienen
categoría propia no se detectan y no se tratan?
— En principio, todos los trastornos se detectan y se tratan tanto si tienen
categoría propia como si se considera que constituyen una variedad de otro
trastorno más amplio. No obstante, en la práctica, cuando tienen categoría
propia suelen recibir un tratamiento más específico.
— Las sucesivas ediciones del DSM probablemente reflejan cómo han ido
cambiado las ideas acerca de la constitución psíquica de la persona y del
origen de las enfermedades mentales. ¿Qué concepción predomina ahora
entre los especialistas?
— Las ediciones del DSM están destinadas fundamentalmente a valorar
aspectos nosológicos, diagnósticos y estadísticos (epidemiológicos) de los
trastornos mentales. Es decir, buscan lograr un consenso entre los psiquiatras
a la hora de clasificar los trastornos mentales, precisar los requisitos necesarios
para realizar los correspondientes diagnósticos e informar sobre la prevalencia
de dichos trastornos en la población. No se ocupa casi del origen de dichos
trastornos, salvo para hacer alguna valoración de la posible influencia genética
y poco más, ni entra mayores valoraciones constitucionales.
— ¿Hay “modas” diagnósticas? Parece que unos trastornos de pronto se
extienden, como el de hiperactividad con déficit de atención, que en los últimos
tiempos se diagnosticado en muchos niños, y hay quien se pregunta si se han
sacado a la luz casos que antes no se trataban o más bien se han “inventado”
casos poniendo una etiqueta a comportamientos no patológicos.
— En la ciencia hay modas, porque el propio conocimiento científico varía y se
modifica constantemente, debido al propio progreso del saber. Las verdades
científicas son solamente eso: verdades científicas, y no deben tomarse como
verdades absolutas.
Cuando se difunde mucho la existencia de un trastorno y sus características, se
puede producir un exceso de diagnósticos. En el caso del trastorno por déficit
de atención con hiperactividad, es cierto que se diagnostican casos de niños
que simplemente son algo más inquietos de lo normal o que padecen otros
trastornos, como por ejemplo, trastornos de ansiedad; pero tampoco es algo
frecuente, y aun así siguen existiendo niños que lo padecen y que ni han sido
diagnosticados, ni reciben el correspondiente tratamiento.
— Ahora que se dispone de muchos más psicofármacos que en otros tiempos,
los beneficios de los laboratorios dependen en parte de que ciertos signos se
consideren patológicos y se prescriban los correspondientes tratamientos, cosa
que también sucede en las demás especialidades médicas. Pero ¿hay peligro
real de que los diagnósticos sean influidos por intereses comerciales?
— Desde siempre se ha podido observar cómo la existencia de remedios
eficaces para tratar cualquier tipo de trastorno hace que se diagnostiquen y
traten más casos del mismo. Pienso que esto se debe, más que a factores
comerciales, a que las personas acuden más al médico cuando ven cómo otros
mejoran de síntomas similares.
— A diferencia de otras enfermedades, en los trastornos psíquicos se ve a
menudo el riesgo de que “estigmaticen” al paciente. Algunos grupos, como hoy
los transexuales, pretenden que su situación se vea como algo distinto, pero no
patológico. ¿La calificación de trastorno o la normalidad en el DMS depende
solo de la evolución de las ideas de la época o hay algún patrón objetivo para
determinarla?
— La línea divisoria entre lo que es o no un trastorno es siempre imprecisa
desde el punto de vista teórico. Cada vez se tiende más a una concepción
salutogénica de la salud, por la cual, en vez de hablar de salud o enfermedad,
como dos entidades completamente contrapuestas, se habla de mayores o
menores niveles de salud, dentro de una concepción más continua.
En general, el DSM tiende ha considerar patológicas aquellas experiencias
internas y de comportamiento que se apartan acusadamente de la cultura del
sujeto en áreas como la sensoperceptiva, afectiva, cognitiva, control de
impulsos, actividad interpersonal, etc., que tienen carácter grave o persistente
dentro de una amplia gama de situaciones personales y sociales, provocando
malestar, deterioro social, laboral, etc. Es más fácil distinguir entre lo normal y
lo patológico en la práctica, que trazar una línea teórica que divida lo normal de
lo patológico. La cultura y, por tanto, las ideas de la época, tienen siempre
cierta influencia en los criterios de normalidad.
— Su último libro, Conoce tu personalidad, pretende ayudar a identificar en uno
mismo distintos rasgos de la forma de ser, incluidos algunos que pueden llegar
a ser patológicos. Esto me sugiere la pregunta de si conociéndose y
aprendiendo a manejarse, en algunos casos se podría evitar la necesidad de
tratamiento médico.
— Las personas que se conocen mejor tienen la oportunidad de descubrir
determinados mecanismos nocivos en su personalidad. Si éstos se modifican,
se puede lograr un mayor nivel de estabilidad emocional y disminuir la
vulnerabilidad al estrés, lo cual disminuye los niveles de angustia y el riesgo de
padecer muchos trastornos psíquicos, como por ejemplo, algunos tan
frecuentes como los trastornos depresivos o de ansiedad.
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