Subido por mariomsan40

Abbi Glines Beach - 2 Because of Lila

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MODERADORA
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Julie
TRADUCTORAS
Vane Black
Michelle♡
Ma.sol
-queen-ariMaria Graterol
Sahara
Umiangel
AnnyR'
Moreline
MaJo Villa
Jeenn Ramírez
Beatrix
Miry GPE
Jadasa
amaria.viana
Anna Karol
Lauu LR
Victoire
Lvic15
Gesi
Lolitha
Vane Farrow
Dannygonzal
Julie
Val_17
CORRECTORAS
Dannygonzal
Itxi
Daliam
Val_17
Laurita PI
Julie
Miry GPE
Karen_D
Vane Black
AnnyR'
Annie D
Miry GPE
LECTURA FINAL
Julie
DISEÑO
Anna Karol
Mary Warner
Snow Q
Vane Farrow
Lynbe
Clara Markov
Anna Karol
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5
INDICE
Sinopsis
Capítulo 23
Prólogo
Capítulo 24
Capítulo 1
Capítulo 25
Capítulo 2
Capítulo 26
Capítulo 3
Capítulo 27
Capítulo 4
Capítulo 28
Capítulo 5
Capítulo 29
Capítulo 6
Capítulo 30
Capítulo 7
Capítulo 31
Capítulo 8
Capítulo 32
Capítulo 9
Capítulo 33
Capítulo 10
Capítulo 34
Capítulo 11
Capítulo 35
Capítulo 12
Capítulo 36
Capítulo 13
Capítulo 37
Capítulo 14
Capítulo 38
Capítulo 15
Capítulo 39
Capítulo 16
Capítulo 40
Capítulo 17
Capítulo 41
Capítulo 18
Capítulo 42
Capítulo 19
Capítulo 43
Capítulo 20
Capítulo 44
Capítulo 21
Sobre el autor
Capítulo 22
SINOPSIS
Puritana, correcta, la típica chica buena, y la etiqueta que menos le gusta,
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fría.
Lila Kate Carter las ha escuchado todas. La última, siendo la más reciente.
Ella no es fría. Simplemente no le interesa Cruz Kerrington y sus acciones
consentidas, egoístas y descuidadas. ¡Eso no la convierte en fría, sino a él en un
imbécil!
Cansada de estar siempre bajo una etiqueta y hacer lo que se espera de ella,
Lila Kate abandona Rosemary Beach, Florida, lista para una aventura. Deseando
recrearse a sí misma, encontrar un nuevo camino y convertirse en algo más.
Eli Hardy está harto de las mujeres que siempre se comportan igual, hacen
lo mismo y esperan lo mismo. Se encuentra dispuesto a renunciar a las mujeres
hasta que pueda poner en orden el resto de su vida.
A dos semanas de su regla para alejarse de las mujeres, conoce a Lila. Ella es
tan dulce y educada. Es como si hubiera salido directamente de un libro de
modales. Pero ya estaba borracho antes que ella llegara así que hay grandes
posibilidades de que no sea tan impresionante y perfecta como él cree.
Simplemente está demasiado borracho como para que le importe.
A la mañana siguiente, jura que todavía puede olerla en su piel. No
recuerda porqué o qué ocurrió después de ese tercer baile.
Sus mundos están a punto de estrellarse, al igual que los secretos y las
mentiras.
Sea Breeze meets Rosemary Beach, #2
PROLOGO
Traducido por Vane Black
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Corregido por Dannygonzal
Lo mismo. Cada encuentro era siempre lo mismo. La gente y el paisaje
nunca cambian. Se repite, repite, repite.
Suspiré e intenté mantener una expresión agradable en mi rostro. Era
bastante fácil. Lo había dominado a lo largo de los años. Sonrío, contesto sus
preguntas, muestro interés en sus vidas, y sigo adelante. Ésos eran los pasos de
supervivencia requeridos para atravesar un acontecimiento en la élite de Rosemary
Beach.
De pequeña, era divertido. Jugaba con los otros niños. Encontrábamos cosas
que nos entretenían y a nuestros padres no les importaba demasiado cuando Nate
Finlay o Cruz Kerrington nos llevaban por mal camino. Fue muy emocionante. Sin
un momento aburrido. Pero entonces, llegó la pubertad y todo cambió.
Giré la cabeza para mirar a mis padres. Mi padre era guapo y no parecía un
hombre que pasaba los cuarenta. Era amado por esta multitud, así como mi madre,
quien siempre creí era hermosa. Mi padre mantenía la mano en la parte baja de su
espalda, y el amor en sus ojos mientras hablaban entre sí era real. Se notaba. Nadie
podía cuestionarlo, su amor emanaba de ellos.
Ser criada por dos personas que vivieron un romance de cuento de hadas
puso un poco altas mis expectativas sobre las relaciones. No, ridículamente altas en
realidad. Quería lo que tenían y creía que era un hecho que también tendría un
gran romance. El desconsuelo de esa noción es que a la edad de veintidós todavía
no había estado enamorada. Una vez pensé que amaba a Cruz Kerrington. Éramos
niños. Él me besó, y vi ese cuento de hadas en mi futuro. Luego, a la semana
siguiente, besó a Melanie Harnett, y mi corazón de catorce años fue aplastado.
Pero no fue el final de mi sueño. Cruz coqueteaba y me guiñaba el ojo. Se
ponía a mi lado en los pasillos de la escuela y susurraba cosas en mi oído. Pero
nunca lo hizo delante de nadie. Chica tras chica se hallaban en su brazo, en sus
brazos, y en el asiento trasero de su BMW. Lentamente, Cruz logró desilusionarme
y al sueño en mi cabeza.
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—Esta noche has estado más callada de lo normal —dijo Caspian Manning,
mi primo, cuando se sentó a mi lado. Raramente venía a estos eventos desde que
vivía en Fort Worth. Pero mamá dijo que quería trasladarse a una universidad en
Florida. Ella esperaba que se mudara aquí. Nunca lo imaginé en ningún otro lugar
excepto en el rancho de tío Mase, pero él quería algo más de la vida. Podría decirle
que Florida era una mala elección. Ve al oeste.
—Mucho en mi mente —dije, aflojando mi falsa sonrisa, ya que me conocía
demasiado bien.
Sonrió. —¿Cuánto tiempo más hasta que puedas ir a casa y encerrarte con
un libro en tu habitación?
Elevé un poco mi hombro izquierdo, luego le di mi propia sonrisa. —Casi.
Se inclinó hacia atrás y cruzó los brazos sobre su pecho. —¿Crees que estas
personas alguna vez piensen en salir de este lugar? Estas fiestas o lo que sea esta
mierda que todos ustedes hacen, todo parece lo mismo. Nada emocionante excepto
esa salsa de camarón allí.
—Es una recaudación de fondos para la dislexia. Tus padres son dos de los
patrocinadores. No seas un mocoso. —Su madre, mi tía Reese, tuvo dislexia
durante años y no lo sabía. Una vez que se dio cuenta de cuál era su problema,
aprendió a leer y terminó la escuela. Era una verdadera inspiración.
—Sí, lo sé. Lo entiendo, pero el mes pasado hubo otra fiesta aquí y el mes
anterior. Siempre recibimos las invitaciones. Las veo en la encimera de la cocina.
Estúpido papel sofisticado y una estampa de cera de oro sellando la parte trasera
—dijo Caspian con un suspiro, luego examinó la habitación donde nos hallábamos.
Quería estar de acuerdo con él pero mantuve la boca cerrada. El mes pasado
fue el cotillón anual donde las chicas que llegaron a la mayoría de edad son
presentadas a la sociedad. Es tan increíblemente anticuado, pero todavía lo hacen
cada año. Hice el cotillón cuando tenía su edad; todavía tengo pesadillas.
—Alguien tiene que alejar la bebida de Cruz. El tipo se ve bastante ebrio.
Eso, por desgracia, llamó mi atención. Seguí su mirada y vi a Cruz riendo
un poco demasiado fuerte y balanceándose. Rápidamente revisé la habitación por
cualquiera de sus padres y no los noté. Estarían muy disgustados y eso causaría
una escena. Habría sido un buen momento para que Nate interviniera. Pero no
estaba aquí. Se hallaba en Alabama con su prometida donde ahora vivía.
Esperé un minuto para ver si alguien a su alrededor hacía algo cuando otra
bebida fue colocada en sus manos por un camarero. No era bueno.
—Será mejor que haga algo. Sus padres estarán humillados si arruina este
evento.
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—Buena suerte —fue la respuesta de Caspian cuando me encaminé a
regañadientes hacia Cruz.
No me acercaba a Cruz por buenas razones. Sin embargo, sus padres eran
dueños de este lugar. El club Kerrington era de ellos. Si Cruz se volvía loco y hacía
algo ridículo, me sentiría terrible por ellos. Por mucho que él no me importara, me
gustaban demasiado sus padres.
Antes de llegar, le entregó a su hermano de diecinueve años, Blaze, su
bebida y tomó otra de la bandeja. Dos chicos Kerrington emborrachándose era aún
peor. Puede que nunca perdone a Nate por mudarse, porque por primera vez en
años me vi obligada a interactuar con Cruz.
Evitarlo se convirtió en un talento. Un talento que estaba bastante orgullosa
de poseer.
Pasé inadvertida y le arrebaté el vaso de la mano a Blaze antes de que
pudiera inclinarlo para tomar un sorbo. —No lo creo —dije, colocando el vaso
lleno en la bandeja de un camarero antes de girar hacia Cruz, que me observaba
con una sonrisa divertida pero confundida—. En cuanto a ti, salgamos de aquí
antes de que hagas algo estúpido. No, espera, ya le diste licor a un joven de
diecinueve años... antes de que puedas hacer otra cosa estúpida.
Entonces Cruz se rio. —No creo que nos hayamos conocido. Soy Cruz
Kerrington, ¿y tú? —Se burlaba de mí.
—No seas idiota —respondí con el ceño fruncido.
Tiró la cabeza hacia atrás y se echó a reír. Demasiado alto. Cuando volvió a
mirarme, sus ojos seguían riéndose de mí. —No puedo creer que Lila Kate Carter
acaba‖de‖decir‖la‖palabra‖“idiota”.
¿Por qué me gustó alguna vez? ¿De verdad pensé que lo amaba en ese
momento? Dios, fui tonta cuando era más joven. —Cruz. Por favor. Vamos. —Le
agarré el brazo para obligarlo a salir cuando Chanel, cuyo apellido no recordaba,
pero ese primer nombre era difícil de olvidar, dio un paso delante de mí.
—¿Adónde vas, Cruz? —preguntó Chanel—. Teníamos planes.
Se encogió de hombros. —No lo sé. Pregúntale a Lila Kate. —No se apartó
de mí. En su lugar, parecía estar disfrutando de la incómoda situación.
Los grandes ojos marrones de Chanel se apartaron de Cruz para mirarme.
Se veía enojada. No me importaba. Si quería sacar a Cruz de aquí, era bienvenida.
—Ya hicimos planes. Está conmigo. —Casi me gruñó.
—Si tus planes incluyen sacarlo de aquí, entonces por favor, llévatelo. Ha
bebido demasiado y tiene que marcharse.
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—Él puede hacer lo que quiera. Es un Kerrington.
—¿Puedo decir que estoy disfrutando de esto inmensamente? —Ahora las
palabras de Cruz salían un poco arrastradas.
—Agárralo y váyanse. —Estaba cansada de esto. Quería volver a sentarme
en silencio en mi mesa. Bailar con quien sea que lo pidiera, y ser educada hasta que
estuviera de nuevo a salvo en mi habitación.
—¡No me digas qué hacer! No me importa quién sea tu abuelo. Está
jubilado. Eres tan petulante. Deja de actuar como si eso te hiciera más importante.
¿En serio iría allí? Vaya. No traté con esa acusación en años. Mi abuelo fue el
cantante principal de la legendaria banda de rock Slacker Demon. Dejaron de hacer
giras hace años, ni siquiera recordaba cuándo pasó eso, fue hace tanto tiempo.
—Cambié de opinión. Quiero que Lila Kate me lleve. Estoy aburrido contigo
—dijo Cruz—. Y eres mala.
¿Qué? Lancé mi mirada de Chanel a Cruz, que seguía sonriendo como un
idiota borracho. —Eres más divertida. Vámonos.
—¿Hablas en serio? —gritó Chanel una octava más alta—. Ella es una santa
aburrida.
—Ella es real, Chanel. Maldición, es muy real —dijo con calma, y luego me
sonrió—. Será mejor que me saques de aquí antes de que cause esa escena.
No discutí. Me sentía molesta, pero no discutí. Esta vez no tomé su brazo.
Solo lideré el camino fuera del salón de baile y del edificio. Lejos del servicio de
aparcacoches, porque era imposible que entrara en su coche y condujera. Lo llevé a
la casa club. Pensé que podía dormir allí en uno de los muchos sofás grandes y
caros de cuero.
—¿Adónde vamos? ¿Me llevas al décimo hoyo para que tengamos sexo?
Sabía que bromeaba. Pero aun así me molestó. —No estoy interesada en
tener sexo contigo. Solo trato de salvar a Woods y a Della del dolor de cabeza de su
hijo mayor actuando como un idiota delante de todo el mundo.
Se rio entre dientes. —Dios, siempre eres tan buena. Es sexy, ¿sabes eso? Tu
rostro angelical, cuerpo asesino y modales perfectos. Es una combinación con la
que los chicos fantasean, para volverte salvaje. Prueba algo de libertad.
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—Tengo mucha libertad —me las arreglé para decir, aunque su descripción
de mí era un poco sorprendente.
—La intocable Lila Kate Carter —continuó— Tan deseable y tan fría como el
hielo que no te puedes acercar.
¿Fría como el hielo? No era fría.
—¿Disculpa?
Me detuve en los escalones que conducían a la casa club y lo miré con
incredulidad.
—Tú —dijo, pasando un dedo debajo de mi barbilla—, eres una muñeca de
porcelana costosa que solo se puede ver y no tocar. Es muy tentador, pero sabes
que si lo intentas, se quebrará. Así que no la rompes. Te apartas. Admirando desde
la distancia. Hasta que bebes demasiado y cedes un poco. Solo para estar cerca de
ella.
No me gustaba esto. Ni un poco. No era una muñeca rompible. Era muy
fuerte. No era emocional o dramática. Era dura. Obediente. Una seguidora de las
reglas. Eso no me hacía fría. —Que no me emborrache, salga de fiesta y duerma
con todos los chicos de la ciudad, no me hace fría —le respondí.
—No, pero nunca te has acercado a ningún tipo. Eso bordea lo frío.
—¡No lo soy! —Levanté mi voz. Eso no era justo.
—¿De verdad? Entonces, ¿qué hay de esto? —dijo justo antes de envolver su
brazo alrededor de mi espalda y atraerme hacia él. El whisky en su lengua fue lo
primero que probé cuando me besó. Lo hizo como si estuviera tratando de
forzarme a reaccionar. Como si me estuviera presionando por más. Lo hizo como si
no lo hubiera dicho en serio. Su mano apretó mi cintura dolorosamente y nada
sobre este momento fue dulce o romántico.
Coloqué ambas manos en su pecho y lo empujé. Se tambaleó hacia atrás con
facilidad y sacudió la cabeza con una sonrisa. —Ves. Te lo dije.
—¡Cruz! —gritó la voz de Chanel.
Nuestras cabezas giraron para verla viniendo hacia nosotros en tacones tan
altos que era impresionante que fuera tan ágil en ellos y no se rompiera el cuello.
Yo me tropezaría.
—Bueno, Chanel, me encontraste. Bien. —Me señaló con el pulgar—. Esto
no va a funcionar. Conseguiste entrar a esta casa club conmigo y mostrarme esas
bragas rojas que dijiste que no llevabas.
Chanel parecía petulante. Como si hubiera ganado un premio por el que
estuvimos compitiendo.
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—Me dejaste allí. —Hizo un puchero.
—Tenía que probar la otra opción. Fue delicioso, pero necesita un poco de
descongelación para mi gusto —dijo arrastrando las palabras mientras me miraba
con ojos entrecerrados—. Buenas noches, Lila Kate.
Entraron en la casa club, con la mano en su trasero. Ella ya le besaba el
cuello. Era así de fácil para él. Y era tan superficial.
Su horrible comportamiento no era lo que yo quería. Si los cuentos de hadas
no eran reales, entonces quería aventura. Lo que significaba que tenía que dejar
Rosemary Beach.
Era hora.
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Corregido por Itxi
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Traducido por Michelle♡
El dinero que mi abuelo depositó en mi fondo fiduciario se mantuvo intacto.
Fui a una universidad privada con beca para danza a un poco más de una hora de
aquí. Tomé clases particulares de baile desde que tenía tres años y le pedí a mi
padre si podía usar un tutú y dar vueltas en un gran escenario un día.
Originalmente, mi sueño era abrir una academia de baile en Rosemary
Beach. Pero con los años eso se modificó. Mientras más cambió el cuento de hadas
en mi cabeza, también lo hizo esa idea. No quería viajar por el mundo y pasar
horas sin fin persiguiendo el sueño de ser una bailarina famosa. Vi la dedicación
que exigía. Tenía amigos que hacían precisamente eso. Era lo único para lo que
tenían tiempo. Era su vida. Quería algo más.
El pasado mayo, me gradué con un título en literatura y una materia
secundaria en danza. Todavía intentaba averiguar exactamente lo que iba a hacer
con mi licenciatura, y cuál era el camino que quería seguir. Nada parecía correcto.
En su lugar, pasé mi tiempo mirando condominios para comprarlo con algo del
dinero del fondo fiduciario. Vivir con mis padres a los veintidós años, casi
veintitrés, no era exactamente una de mis metas.
Mi idea de salir y encontrar la aventura fue emocionante. Pero de pie en el
pórtico de la casa que siempre fue mi hogar, con una maleta a mi lado y mis padres
dándome un abrazo de despedida, fue más difícil de lo que imaginé.
—Llámame. Al llegar a Sea Breeze, llámame desde lo de Nate. Por favor —
dijo mi madre mientras me abrazó con fuerza. Tan cliché como pueda sonar, ella
era mi mejor amiga. Nunca pasé por una etapa rebelde en la que odiaba a mis
padres o pensaba que no sabían nada. Fui donde mi madre con todos mis
problemas.
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—Lo haré. Y te avisaré mi siguiente parada tan pronto como lo descubra —
le aseguré. Tenía una amiga en Birmingham, Alabama, que obtuvo un puesto de
profesor en la Escuela de Bellas Artes de Alabama. Ella quería que fuera de visita.
Pero no sabía si iba a seguir conduciendo a lo largo de la costa del Golfo o iría
hacia el norte.
—Los neumáticos son nuevos, el aceite está cambiado, y ha sido revisado a
fondo —dijo mi padre mientras asentía a mi Land Rover plateado que fue un
regalo de graduación de mi abuelo materno—. Si alguna luz se enciende, llévalo
directamente al concesionario de Rover más cercano. —Su voz era tensa por la
emoción que intentaba ocultar. Mi madre era mi mejor amiga, pero mi padre era
mi héroe. Se lo dije a los dos años, y todavía seguía siendo cierto hoy en día.
Me moví para abrazarlo con fuerza. —Gracias. Te quiero, papi —le dije
sintiendo las lágrimas picando mis ojos. Él se aferró a mí como si me pudiera
mantener aquí para siempre.
—Te amo, bebé. —Su voz profunda se quebró cuando habló. Parpadeé para
luchar con las lágrimas que amenazaban con derramarse. No necesitaban verme
llorar. Yo quería hacer esto. Lo necesitaba.
—Sabía que llegaría este día. Te criamos para que creyeras en ti misma.
Encuentra lo que te hace feliz y ve por ello. No podría estar más orgulloso de la
mujer en la que te has convertido.
Sus palabras no me ayudaron en la lucha para no llorar. Tragué saliva y
asentí contra su pecho. Luego inhalé hondo, reponiéndome, y lo solté. No podía
estar aquí, en este mundo seguro donde mi papá cuidaba de mí, y encontraba mi
vida.
—Soy lo que soy gracias a ustedes dos —les dije con una sonrisa—. Voy a
estar bien. Y voy a llamar con actualizaciones regularmente.
Mamá sorbió, y me dio una sonrisa suave. —Ve a buscar tu felicidad. Tal
vez te parezcas a mí, pero eres mucho más valiente que yo. Me hubiera gustado ser
así de valiente a tu edad.
Mi madre era la mujer más valiente que he conocido. Se enfrentó a la muerte
para traerme a este mundo. No consideró eso como ser valiente. No importaba
cuántas veces le dije que lo era.
Especialmente cuando nos sentábamos y leíamos mis cartas. Las que me
escribió cuando estaba embarazada. En caso de que no sobreviviera. Durante años
las hemos abierto y leído en el momento designado. Papá las leyó con nosotras al
principio, pero yo era pequeña cuando lo vi salir de la habitación rápidamente al
instante en que mamá comenzó a leer en voz alta. No volvió a leer con nosotras.
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Ella me dio unas palmaditas en la cabeza y sonrió. —No pasa nada. Él está
contento de que estemos todos juntos y esto solo le recuerda que somos
bendecidos, eso es todo.
No lo entendí cuando habíamos leído las cartas, pero lo hice después de
algunos años. Las cartas le recordaban a mi padre el momento más difícil de su
vida, cuando pensó que tendría que vivir sin mi madre. No podía imaginar existir
sin ella. Entendía su dolor. Nunca las mencioné en frente de él de nuevo.
Papá tomó la maleta. —No puedo creer que esto es todo lo que has
empacado.
—Viajo con poco peso —le dije.
—Y yo que pensaba que iba a convertir tu dormitorio en mi gimnasio
privado. Has dejado todo atrás. —Ahora me tomaba el pelo.
Me encogí de hombros y traté de parecer bromista. —Quería asegurarme de
que todo siguiera aquí, y que no me hubieran olvidado cuando decida por fin
regresar a casa.
Papá puso la maleta en la parte posterior de mi Rover.
—Nunca tocaríamos tu habitación. Lo sabes —dijo seria mamá.
Me reí. —Lo sé. —A pesar de que no planeaba mudarme de regreso. Por
ahora, esto era todo lo que necesitaba.
—Ten cuidado, Lila Kate. Te queremos mucho —dijo, mientras la abracé
una vez más y luego me dirigí al lado del conductor, donde mi papá ya tenía la
puerta abierta, esperándome.
—No te detengas en las estaciones de servicio que no están ocupadas y bien
iluminadas. Trata de llegar antes de que sea oscuro. ¿Tienes tu pistola bajo el
asiento?
—Sí, papá. Está allí. Voy a tener cuidado —le aseguré.
Con otro abrazo, subí en el interior del Rover y me alejé. Miré por el espejo
retrovisor, para ver a mis padres saludando desde el patio delantero. Mi columpio
aún colgaba del árbol allí como toda mi vida. Mi mundo, en el que siempre conocí
la comodidad —en esta ciudad donde solo he encontrado el mismo vacío todos los
días— se desvaneció detrás de mí mientras conducía al oeste.
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Encendí el bluetooth en el coche y luego encontré la lista de viaje en mi
teléfono que hice la noche anterior. Me sentí libre. Emocionada. No me sentía yo
misma. Ya no me quería sentir como siempre. No quería ser etiquetada como
formal y correcta. O fría… fría era lo peor.
Pensé en las palabras ebrias de Cruz y me di cuenta de que fueron ciertas. Y
lo odiaba por haberlas dichos tanto como lo odiaba por tener razón. No quiero ser
esa chica. Quería ser diferente. Correr riesgos. Encontrar mi aventura.
Alcanzando mi botella de agua, canté junto a la música.
La chica que todos conocieron a partir de ahora sería un tanto diferente a
Lila Kate Carter.
Nunca sería etiquetada como formal o fría de nuevo. Sería divertida,
emocionante, dispuesta a cualquier cosa. La idea me puso un poco nerviosa, pero
también me dio una emoción que no había experimentado antes.
Que venga mi nueva vida. Cada parte loca, salvaje y desorganizada de la
misma.
2
Corregido por Itxi
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Traducido por Michelle♡
Sea Breeze, Alabama era similar a Rosemary, pero totalmente diferente. Las
playas parecían iguales. Se encontraban en la misma costa. Sin embargo, la
localidad de Sea Breeze era… también… menos estructurada. No tenía club de
campo, y las tiendas no eran de alta gama. Había tiendas de recuerdos con grandes
flotadores de mal gusto y camisetas de aerógrafo que nunca vería a lo largo de las
calles de Rosemary Beach. Me encantó. De verdad. Las señales amarillas
intermitentes de cangrejos gratis, desayuno veinticuatro horas y todos los
camarones que se pueda comer, me hizo sentir como si ya estuviera en otro
mundo.
Programé mi GPS para llevarme a lo de Nate, pero no me esperaba hasta
más tarde. Quería explorar primero. Y tener algo de tiempo para mí misma antes
de tener que hablar de mis planes una vez más. Y Nate preguntaría. Mis acciones
eran raras que esperaba que hiciera un montón de preguntas.
Hice una llamada rápida para hacerle saber a mamá que llegué de forma
segura a Sea Breeze, que estaba haciendo algunas compras y explorando, y que
llamaría cuando esté con Nate después. De esa manera se relajaría y dejaría de
preocuparse. Decidí conducir los alrededores hasta que vi otra señal de neón, que
decía música en vivo y cangrejo fresco, así que di la vuelta. Eran casi las seis en
punto, y le dije a Nate y Bliss que cenaría antes de llegar allí. Este parecía un buen
lugar para detenerse. El edificio ya se encontraba lleno, así que solo podía
mezclarme.
La música se podía escuchar desde el estacionamiento. No estaba mal. No
era lo mío, pero quería un cambio, así que debería aprender a disfrutar este tipo de
cosas. Adentrándome, me di cuenta que era un bar. Pensé en cambiar mi decisión
de comer aquí, pero me di cuenta de que eso era una vieja manera de pensar de
Lila Kate. A la nueva, le gustaba la comida de bar. Lo intentaría.
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Las mesas rodeaban el lugar con taburetes altos. También estaba lleno de
chicas en diminutos pantalones cortos, camisetas sin mangas y unos bikinis
desgastados. El verano terminó, pero todavía hacía calor afuera. El otoño no
llegaría hasta finales de octubre aquí. Los turistas aún venían a la zona, pero por la
forma en que todo el mundo parecía conocerse, me preguntaba si esta era la
multitud local.
Decidí ocupar uno de los espacios vacíos en el bar. El camarero era una
mujer, lo que me hizo sentir más relajada. Me senté y di la vuelta una vez para
mirar el entorno. Vi la banda en el escenario y miré la forma en que actuaba la
gente. Era como uno de los bares donde fui con mis amigos cuando estaba en la
universidad. Nunca encajé allí. Pero lo haría aquí. Me encontraba determinada.
—¿Qué puedo traerte? —Regresé mi atención para ver la sonrisa de la
impresionante camarera. Su cabello era de un tono rojo por el que las personas
pagan un buen dinero, y sus ojos eran de un color verde helado que me dio
envidia.
—Uh, sí. ¿Un menú, tal vez? —respondí.
Esa respuesta le causó una gran sonrisa. —Sí, está bien. —Deslizó uno hacia
mí—. Míralo todo y regresaré. A menos que, ya sabes, ¿quieras pedir una bebida
en este momento?
—Oh, no, necesito un momento. Gracias.
Comenzó a alejarse y luego se detuvo. —No eres de aquí, ¿verdad?
Negué con la cabeza. —No.
Parecía divertida. —Eso pensé. Si tienes alguna pregunta, grita. Me llamo
Larissa.
—Sí, de acuerdo. Gracias, Larissa.
Estudié el menú. Nachos con cangrejo; nunca oí esa combinación. ¿Se hacen
nachos con cangrejo dentro? Parecía una idea excelente. Pepinillos fritos, los había
visto en los bares, pero nunca los probé. Los bailarines tienen que mantener su
peso bajo control. Los alimentos fritos se encontraban fuera de los límites. Pensé en
probar eso. Caviar sureño, eso sonaba intrigante. Pero no era fan de los frijoles
negros, y no me parecía caviar.
—Prueba las patatas rellenas con carne de cangrejo. Muy grasosas, y no del
todo saludable, pero están muy buenas —dijo una voz masculina muy cerca,
sobresaltándome. Salté un poco y se me cayó el menú.
Volví mi atención a él, y mi respiración se detuvo un poco. Era rubio, alto,
bronceado, bien construido y su sonrisa impresionante. También olía bien. A jabón
y… whisky. Pero era una buena combinación.
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Cogió mi menú y me lo devolvió. —He estado comiendo en este bar desde
antes de que tuviera la edad legal para entrar. Confía en mí. Ve por las patatas
rellenas.
Asentí. Debería decir algo ingenioso o coqueto, pero no tenía nada. Daba
pena en esto de la nueva Lila Kate. —Está bien —fue mi respuesta maravillosa.
Simplemente “está bien”. ¿Qué me pasaba? Había visto hombres atractivos toda mi
vida. ¿Por qué se me hacía difícil hablar con este?
—¡Larissa! —llamó, y la pelirroja volvió a mirarlo con el ceño fruncido que
alcanzó su frente.
—¿Qué, Eli? —No se movió de su posición en el bar.
Me miró. —¿Cuál es tu nombre?
Eso podía responderlo con facilidad. —Lila —respondí, decidiendo que la
nueva Lila Kate iba a quitar el Kate. Ese nombre era tonto y me hacía sonar como
de diez años. Lila era… más atractivo.
Me dio una sonrisa torcida. —Lila. Me gusta eso. Te queda. —Luego se
volvió de nuevo a Larissa—. Lila quiere las patatas rellenas con cangrejo.
Larissa se acercó a nosotros. —Veo que estás haciendo amigos —dijo a Eli,
luego me sonrió—. Ha tomado demasiado esta noche. Ya lo frené, pero créeme,
esto es una rareza para él. En fin, ¿ordenó por ti porque planea comerse tu comida,
o quieres las patatas rellenas?
Todos se conocían entre sí aquí. Qué agradable. Era como un programa de
televisión. —Sí, me las ha vendido. Suenan deliciosas.
Larissa rió. —No pongas tus esperanzas muy altas. Son buenas pero
deliciosas podría ser una presión. ¿Qué quieres de beber?
Normalmente, pediría agua embotellada. En su lugar, dije—: Un Martini
seco, por favor.
—¿Tienes identificación?
Tomé mi bolso y saqué mi licencia, a continuación se la di. Ella la miró y
asintió, luego miró al chico a mi lado. —Compórtate —dijo antes de caminar detrás
de la barra.
Se sentó en el taburete a mi lado y se apoyó en la barra, mirando hacia la
multitud. —Nunca te he visto aquí. ¿De dónde eres, Lila?
Empecé a decir Rosemary Beach, pero me detuve. No conocía a este tipo.
Era un extraño. Quería vivir libre y salvaje, pero tenía que tener cuidado hasta
cierto grado.
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—De Florida —respondí. Era un gran estado. Podría ser vaga.
Asintió. —Florida, ¿eh? Asumí que te encontrabas de vacaciones, pero si
eres de Florida, lo dudo. ¿Por qué vacacionar en esta playa cuando tienes más
bellas allá? ¿Qué te trae a Alabama?
Me gustaba su voz. Era relajante. Combinaba muy bien con la forma en que
olía, muy atractivo. —Estoy viajando hacia el oeste. Me dirijo a una clase de
aventura.
Se volvió a mirarme. —¿Una aventura? ¿Sola?
Bueno, esto fue una mala idea. No debí decirle a un tipo extraño que me
encontraba sola. —No, estoy viajando con amigos —mentí rápidamente.
No parecía muy convencido. —¿En serio?
Asentí. —Sí, de verdad.
—Martini seco —dijo Larissa colocando la bebida que pedí frente a mí.
Tenía los trocitos de hielo que me gustaba.
—Gracias. Esto se ve maravilloso.
—Ella es la mejor —concordó Eli—. Ahora, ¿qué tal otro Jack? —le
preguntó.
—¿Qué tal un vaso de agua? —dijo, deslizando un vaso de agua delante de
él.
—Estás matando mi alegría, Larissa —indicó mirando con tristeza a su vaso
de agua.
—Estoy salvándote el culo —le dijo ella. Luego se volvió hacia mí y dijo a
través de la música que se hacía más fuerte—: Eli es un buen tipo. Mejor cuando
está sobrio. Y tu comida estará en cinco —avisó, levantando su mano con los cinco
dedos separados.
Noté que él tenía la aprobación de la camarera, que parecía lo bastante
agradable. No iba a ser secuestrada o violada esta noche. Eso fue un alivio.
3
Corregido por Itxi
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Traducido por Ma.Sol
Demasiado alcohol nunca era algo bueno. A menos que estuvieras solo en
casa con pizza, o aún mejor, comida china y la colección completa de los DVDs de
Rocky. Entonces te hallabas a salvo. Pero me había declarado sin mujeres durante
tres semanas. La última mujer con la que salí hizo un planificador de bodas en la
sexta cita y me lo enseñó. Esa fue nuestra última cita.
Extrañaba a las mujeres. Lo admito. La que se encontraba sentada a mi lado
era hermosa, y me recordó al libro de etiqueta que mi abuela hizo leer a Larissa
cuando éramos niños. También intentó hacer que yo lo leyera, pero no lo hice.
Fingí. La imagen de la chica en la tapa del libro era tan pulcra y cortés, esa mirada
no había sido atractiva hasta ahora. Envuelta en este paquete a mi lado, era un
completo giro.
No tenía precio verla intentar comer una patata con piel con tenedor y
cuchillo.‖ La‖ cara‖ de‖ Larissa‖ cuando‖ pidió‖ “cubiertos”‖ fue aún mejor. Habíamos
crecido cerca de mi abuela, por lo que estábamos acostumbrados a las personas
formales. Pero en un lugar como Live Bay, no te encuentras este tipo de chica.
Sabía que Larissa se sentía tan entretenida como yo. Probablemente no tan
fascinada, pero muy entretenida. Larissa me daba la mirada de “pórtate‖bien”‖cada‖
vez que se acercaba para traer nuestras bebidas.
Ella era mi tía, pero era solo un par de años mayor que yo. Habíamos
crecido más como primos. Vivió con nosotros un tiempo, pero yo era demasiado
joven para recordarlo.
Me llevó un poco de actuación el fingir que no me encontraba tan borracho
como en realidad lo estaba para conseguir que me diera otro whiskey.
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Al final me estiré, tomé una patata y la sostuve para su perfecta boquita
rosada. Ella frunció el ceño de inmediato. —Cómelas con tus manos. Inténtalo. La
grasa se pegará a tus dedos, pero de alguna manera, eso hace que todo sea mejor.
No era un chico de comida chatarra. Me gustaba correr y tenía mucho
cuidado con lo que comía, hasta que me emborrachaba. Entonces me comía todo.
Como sea, Lila evitaba que comiera la comida grasienta del bar. Me hallaba
demasiado cautivado con ella para preocuparme por cualquier otra cosa.
Tomó un delicado mordisco, y luego cubrió su boca mientras masticaba,
sonriendo como si hubiera hecho algo completamente malvado. Mierda, eso era
caliente. Era imposible que fuera tan perfecta como yo la veía. Tenía que haber
algo mal con ella. Solo que no podía ver claramente a través de la borrachera.
Debía pisar con cuidado.
Intenté concentrarme más para ver si sus dientes se hallaban torcidos o si
tenía un espacio lo suficiente grande para que la comida se atascara. ¿Tal vez tenía
mal aliento? ¿O estaba casada? Comencé a buscar las evidencias de inmediato.
—¿Qué haces? —preguntó.
No quería decirle que intentaba enfocarme lo suficiente para encontrar sus
defectos. Tenía que haber una razón por la que era el único chico en este bar
coqueteándole. Si era, de hecho, tan condenadamente perfecta como me decía mi
mente, entonces debería tener varios tipos cerniéndose a su alrededor. Esa fue mi
primera pista. Podría preguntarle a Larissa, pero dejaría de darme bebidas, y
posiblemente me abofetearía por ser tan superficial.
Fui con la mejor excusa. —Intentaba averiguar si te encontrabas casada o
comprometida.
Entonces rió. Muy alto. Un sonido musical que me hizo sentir bien por todas
partes. —¿Casada? ¿Por qué pensarías que estaba casada? ¿Y por qué estudiabas
mi boca como si fuera un experimento científico? ¿Iba a decirte que estaba casada?
No fui muy fino. Tal vez debería beber un poco de agua.
—Solo revisaba para ver si esas cebollas verdes se pegaron a tus dientes.
Siempre se pegan en los míos.
Se echó a reír de nuevo. Maldita sea, me gustaba esa risa. Me gustaba que
pensara que mi mentira era divertida.
—Gracias, creo. Asumo que pasé la inspección.
Asentí porque todavía se veía perfecta, y mierda, no estaba influenciado por
la borrachera. Si era así, tenía mejor imaginación de lo que pensaba.
—Baila conmigo —dije poniéndome de pie, agradecido de no haberme
caído. Todavía podía equilibrar. Eso era bueno.
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—Bebe esta agua primero, Romeo —me interrumpió Larissa. Su expresión
seria me dijo que tal vez no escondía tan bien mi embriaguez. Por lo tanto, tomé el
vaso y lo vacié.
Ella redujo sus ojos a Lila. —Estoy confiando en ti. —Fueron sus últimas
palabras para mí antes de que regresara para ayudar a otros clientes. Apestaba
cuando tu tía era camarera en el único lugar en la ciudad al que valía la pena ir.
Bueno, no apestaba siempre, pero esta noche se interponía en mi camino.
Sonreí con suficiencia y dije—: Larissa es mi tía. Tendrás que ignorarla.
Los deslumbrantes ojos de Lila se ampliaron con sorpresa. —Oh. Parece
muy joven.
—Lo es. Solo un par de años mayor que yo. La historia es larga, llena de
intriga y mentiras. El culebrón del día. Te lo contaré todo si bailas conmigo. Juro
que es mejor que una novela romántica. —Eso era cierto. La historia de Larissa era
intensa.
Lila miró su comida sin comer. —De todos modos, no puedo comer más.
Tenías razón, son deliciosas pero pesadas. Estoy llena. —Se puso de pie y me dio
esa sonrisa que esperaba que recordara mañana.
Coloqué una mano sobre su espalda baja y la llevé a la pista de baile.
Echando un vistazo a la mesa en la que había estado cuando ella entró, vi que
Micah Falco y Jimmy Taylor me dieron un asentimiento con la cabeza. Los dos
sonreían. Podría ser que sonreían porque ella era tan caliente como pensaba yo, o
porque iban a atormentarme con esto durante años. Ya no me importaba. Y me
encontraba malditamente emocionado porque el culo loco de Saffron no se hallaba
aquí esta noche para causar problemas. Ella arruinaría esto solo porque sí.
Incluso si olvidaba fragmentos de esta noche, seguramente Micah y Jimmy
me darían una recapitulación completa. Una vez que estábamos en la abarrotada
pista de baile, tiré de ella hacia mí e inhalé. Jesús, olía como el cielo. No usaba
algún perfume pesado o loción corporal. Era ligero y olía a almendras o a canela.
Mierda, no lo sabía. Fue simplemente intoxicante. La atraje más cerca y respiré
profundo.
—Estoy seguro de que escuchas mucho esto, pero hueles increíble.
Inclinó la cabeza hacia atrás lo suficiente para mirarme. —Gracias. Y no, no
lo escucho mucho en realidad.
Eso hizo que me detuviera. ¿Vivía en un convento? —¿Cómo es posible?
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Me dio un pequeño encogimiento de hombros. —No suelo acercarme a los
chicos a menudo —vaciló, luego lucía seria, como si estuviera insegura de que
debiera haber dicho eso—. Me refiero a que no lo hice por un largo tiempo, pero
ahora sí. Soy diferente. Es tiempo de un cambio.
¿Un cambio? ¿Qué era, una lesbiana probando el otro lado? Decidí no
preguntar eso, si era el caso, probablemente se ofendería. No me importaba de
ninguna manera.
—¿En qué consiste todo este cambio tuyo? —le pregunté.
—Aventuras.
Solamente esa palabra. Interesante. Había comido la comida de bar con un
cuchillo y tenedor, con su servilleta de papel en su regazo y quería una aventura.
No creía que eso fuera seguro. Parecía demasiado inocente para una aventura. ¿O
tal vez la malinterpreté completamente?
—¿Qué es esa aventura?
—Aún no estoy segura. Pero estoy en ello. Bares, chicos al azar, comida de
bar, todo es parte de ella.
—¿Soy el comienzo de tu aventura?
Sonrió y luego asintió. —Sí, Eli, lo eres.
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Traducido por –queen-ari-
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Corregido por Daliam
Aquí con Eli, no era mi primera vez bailando en un bar. Lo hice una vez, en
la universidad. Una amiga del equipo de baile tuvo la fiesta de su vigésimo primer
cumpleaños en el local frecuentado. Fui. Bailé. Salí temprano y llegué a casa antes
de la medianoche sobria. Pero esa era la vieja yo.
—Creo que me gustaría otra bebida —le dije a Eli después de nuestro baile.
Sonrió como si fuera divertido. —¿Algo en particular?
Casi dije un Martini y me detuve. —Lo que sea.
Se rio entre dientes y miré mientras levantaba su mano, señalando a una
camarera que llevaba una bandeja de vasitos llenos de gelatina. Se acercó y tomó
dos vasos de la bandeja. —Gracias.
Luego me entregó uno.
—¿Qué es esto? —le pregunté sosteniendo el vaso de gelatina delante de mí.
—Un shot de gelatina. Es incluso mejor que una bebida de bar. Es una
bebida de club.
El club al que se refería era diferente del club en el que había crecido y lo
sabía. Pensé por qué no. Lo probé lentamente.
—Es un shot, Lila. No lo saborees. Tómalo completo.
Ya que no quería decepcionarlo o a mí, hice lo que dijo Eli.
Cuando terminé, me pareció que sabía delicioso como a gelatina de fresa.
—¿Qué piensas?
—Me gustó.
Me entregó el vaso que estaba sosteniendo. —Nunca pensé que un chico se
veía bien tomando un shot de gelatina. Toma éste.
Y lo hice.
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No estaba segura de qué licor tenía, pero mi cabeza se sentía más ligera, y
me sentí feliz. Eli tomó los dos vasos, levantó la mano otra vez y los colocó en la
bandeja de la camarera que nos los trajo.
—¿Lista para otro baile? —preguntó.
Me puse de nuevo en sus brazos y bailamos. Esta vez no estaba al tanto de
nadie a nuestro alrededor, y no me preocupaba. Me divertí mucho. Guiada por la
música, dejé de lado mis inhibiciones. Me reí. Escuché mi propia risa y me sentí
bien.
No fue hasta tres bailes más tarde, cuando Eli tomó una copa de una
bandeja y la bebió, que me pregunté qué hora era. Debo llamar a mi mamá. Debo
llamar a Nate.
Entonces me di cuenta que era la vieja Lila Kate. Esta era la nueva.
Nuestro baile continuó. Nuestros movimientos se volvieron más atractivos.
El toque se hizo más intenso y mi ritmo cardíaco se aceleró un poco. Me gustó estar
cerca de Eli. Me gustó la forma en que sus manos se deslizaron sobre mis caderas y
tomó mi trasero. Cuando mis senos rozaron su pecho, el contacto se sentía como si
la electricidad pulsaba a través de mí. Estos sentimientos eran todas cosas nuevas
para mí. Había intentado sentir esto antes. Nunca ocurrió. Siempre estaba tan tensa
e insegura. Pero era fácil confiar en Eli, y la forma en que sonreía podía atraer a
una monja.
Su cabeza bajó, y su aliento caliente estaba en mi cuello. Me estremecí,
mientras me hacía cosquillas en la oreja. —Ven a un lugar conmigo.
Reduje el ritmo de nuestra danza. Esto era todo. Mi oportunidad de hacer
algo verdaderamente salvaje. Para liberarme de la vieja yo. Para convertirme en
alguien más. Necesitaba esto. Quería esto. Deseaba a Eli, y pasó un tiempo desde
que hubo un chico que me atrajo. No eran solo los shots. Me había gustado antes
de empezar a beber.
—Está bien —le respondí lo suficientemente fuerte que podía oír.
Me mordió suavemente el lóbulo de la oreja. —Voy a pedirle tu bolso a
Larissa.
Asentí y salí de la pista de baile con él.
Su tía le dio mi bolso, que él le había entregado cuando salimos del bar a la
pista de baile. Luego vino directamente a mí. —¿Tu coche está aquí? —preguntó.
—Sí.
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—No creo que ninguno de nosotros deba conducir por el momento. Camina
conmigo por la playa.
Tuve que estar de acuerdo. No estaba segura de que debiera ponerme al
volante, y había bebido más de lo que debido. Su mano se deslizó sobre la mía,
luego nuestros dedos se enroscaron. Caminamos a la luz de la luna a través de la
carretera y bajamos a la playa en silencio. La música en vivo de Live Bay se
desvaneció en la distancia.
La costa estaba aislada y tranquila. Había estado en nuestra playa muchas
veces por la noche. Pero nunca con un chico. Así no. Era casi mágico.
—¿Nadas mucho en el Golfo? O, ¿estás en la costa este?
—Estoy en el oeste, y no. Disfruto de la belleza, pero no me gusta mucho.
—¿Dónde vives en Florida?
Dudé aquí, no estaba segura de lo que debería decir. Quería dejar a esa chica
atrás. Rosemary Beach era pequeña, pero era élite. Todo el mundo sabía que gente
rica y famosa vivía allí. Él haría preguntas. Volví a Lila Kate Carter en momentos.
No quería volver a ser ella.
—Una ciudad pequeña. Nada especial.
Asintió. —Bueno. No voy a insistir.
Suspiré. Parecía que se le ocultaba, porque no confiaba en él. Estaba aquí
sola con él. Eso era confianza. —No‖es‖eso.‖Es…‖que no quiero ser ella nunca más.
Quiero ser diferente. Quiero ser alguien nuevo.
—Aventuras —agregó.
—Sí.
Se detuvo cuando llegamos a un lugar oscuro y aislado en la playa con nada
más que las olas rompiendo a la derecha y hierba alta del mar a la izquierda. Las
casas y condominios disminuyeron. Se volvió hacia mí, y sus manos me tomaron la
cintura. Estaría mintiendo si dijera que no contenía la respiración. Cuando su boca
encontró la mía, inhalé bruscamente. Sus labios eran firmes, sin embargo, tiernos.
Sabía exactamente cómo usarlos. Nuestras lenguas bailaban mientras sus manos se
movían hacia abajo sobre mi trasero y luego subió por mi blusa hasta que ambas
palmas de las manos me acariciaban mis senos.
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Mi respiración ya estaba errática cuando sus pulgares rozaron mis pezones.
Sin embargo, cuando levantó mi camisa para quitarla, dudé. No estaba segura. No
lo conocía. ¿Podría hacer esto? Levanté la vista y miré a su cara perfectamente
cincelada. Decidí que era el momento adecuado. Una verdadera aventura. Y él era
exactamente con quien quería experimentarla.
Le permití quitarme la camisa. Se quedó mirando fijamente un momento y
dejó caer mi camisa de su mano, luego tomó mi sujetador y lo dejó caer encima de
la anterior. Su expresión era de gratitud. Olvidé respirar de nuevo cuando la
cabeza de Eli descendió lentamente a mi pecho, cubrió mi pezón con su boca, y
comenzó a chupar. Me sostuve a su cabeza porque mis rodillas se sentían débiles.
Parecía saber exactamente lo que necesitaba. Se detuvo para quitarse la camisa. La
dejó en la arena y luego hizo lo mismo con sus pantalones. Observé con fascinación
como su cuerpo musculoso se hallaba ahora en exhibición para mí. Una vez que
terminó de hacer una cama improvisada, bajó su cuerpo alto para descansar en su
ropa, y me atrajo hacia abajo encima de él.
Lo monté a horcajadas, mi falda subió por mis muslos y nada nos separaba
salvo sus calzoncillos y mis bragas. Me pasó las manos por el cabello y me miró a
los ojos. —Mierda, eres perfecta, Lila. Eso parece imposible.
—Estoy muy lejos de ser perfecta.
Sonrió, luego sus ojos se oscurecieron, haciéndome temblar. Sus ojos se
posaron en mi pecho desnudo. —Quiero saborearte.
Yo también quería besarlo. —Está bien —concordé.
En un rápido movimiento, me puso debajo de él y pude sentir sus ropas
arrugadas y arena debajo de mí. Me asusté, pero cuando mis rodillas se pusieron
sobre sus hombros me di cuenta de lo que había querido decir y mi estómago se
revolvió. Nunca hice esto. Ningún chico fue tan cercano y personal conmigo.
Nerviosa ni siquiera empezó a describirlo.
Entonces su lengua se deslizó sobre el interior de mi muslo y me congelé.
No sé si era la anticipación o el miedo de lo que vendría después. Esos labios que
sabían cómo moverse contra los míos empezaron a hacer la misma magia entre mis
piernas. Con cada golpe de su lengua y besos cuidadosamente colocados, lloré,
temblé y empecé a rogar. Este fue el momento más erótico y excitante de mi vida.
No quería que terminara. Nunca.
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Corregido por Daliam
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Traducido por Maria Graterol
Agua. No bebí suficiente agua. Me quedé acostado en la cama con miedo de
abrir los ojos. Esta será una resaca del demonio. Nunca bebí como anoche y este es
el porqué. Odiaba sentirme de este modo.
Un segundo…‖ese‖olor. Inhalé de nuevo. La esencia seguía allí. Maldición.
Recordaba ese olor. Almendra, canela y tal vez, vainilla. Parecía una galleta de
azúcar pero no es eso lo que olí. Es ella.
Abrí mis ojos y busqué alrededor de la cama. No. Solo me encontraba yo.
Llevaba ropa. Pero era el olor de Lila. Llevé mi mano a mi nariz e inhalé. Sí, era
ella. ¿Pero cómo? ¿Por bailar? Comimos, después‖bailamos.‖Después…‖demonios,
no lo sé. No podía recordar una mierda.
¿La dejé en el club? ¿O se fue? Ni siquiera sabía su apellido. Entonces la
chica perfecta que huele a galletas en mi memoria de borracho fue probablemente
no tan perfecta como pensé. Después de todo, me encontraba borracho. ¿Cuándo
un hombre tomó una decisión sabia borracho? Nunca.
Mi teléfono sonó y lo cubrí con la almohada, ahogando el sonido molesto.
Gimiendo, me senté y estiré. Agua y Tylenol. Necesitaba ambos ahora. Aunque la
idea de ponerme de pie sonaba muy mala.
Las luces del departamento estaban apagadas lo que significaba que no me
hallaba tan borracho como para olvidar apagarlas. No recordaba como llegué aquí.
Era posible que Larissa me trajera a casa. Eso explicaría por qué las llaves de mi
camioneta se encontraban sobre el bar de la cocina y, que yo despertara vivo.
Tomé un vaso del gabinete y lo llené con agua del grifo, entonces destapé un
frasco de Tylenol, que raramente usaba. Después de que tomé ambos, tosté una
rebanada de pan y agarré una manzana y, fui a la sala con un poco más de agua.
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Quería café, pero no iba a tomarlo, no después de todo el daño que le hice a mi
cuerpo anoche con el alcohol.
Apoyado en el sofá, solté otro gemido miserable. ¿Por qué me emborraché
tanto? No es como si tuviera mucho por lo que estar molesto. Mi trabajo era
estable. Me encontraba sano. Tenía amigos. Mi mejor amiga estaba comprometida,
y eso apestaba, pero me acostumbraba. Pero, maldita sea, necesitaba un escape
anoche.
La tostada fue todo lo que mi estómago pudo tolerar. Dejé la manzana sobre
la mesa a mi lado. No podía comer nada más. Eso tendría que ser suficiente por
ahora. Cuando me sintiera nuevamente como ser humano, saldría a correr. Luego
tendré el coraje suficiente para llamar a Laryssa y preguntarle qué hice anoche.
Aparte de emborracharme un poco. O tal vez mucho. No era así para nada.
Pero por un momento me sentí muy bien. Disfruté de estar con Lila. Llevaba a cabo
una regla de no mujeres pero solo coqueteamos y bailamos. Nada más. Además,
ella buscaba una aventura. Recordé eso. Me hizo sonreír. Esa chica y su aventura
me recordaron a algo salido de Alicia en el País de las Maravillas.
Tengo que preguntarle a Laryssa si era tan asombrosamente perfecta o fue
solo mi estado de borrachera. No podía recordarla correctamente. Quizás era mejor
mantener mis recuerdos separados de la realidad. No desperté en mi cama con ella
o casado. Eso sí que hubiera sido algo grande.
Escuché el sonido de mi teléfono nuevamente. Alguien era persistente esta
mañana. Bostecé e hice una mueca por el dolor en mi cabeza. Me levanté de mi
lugar cómodo en el sofá y fui a tomar el teléfono debajo de la almohada.
Solo un lado de mi cama estaba desecho. Otra cosa positiva. ¿O no? Su olor
aún me perseguía, y la manera en que la sentí en mis brazos cuando bailamos. Tal
vez no hubiera sido algo malo despertar con ella a mi lado.
Me detuve y dejé que mi imaginación volara durante un rato. Pude ver su
cabello castaño y sus bonitos ojos sonriéndome. Ese dulce olor en el que podría
empaparme. Eventualmente, empezaría a hablar sobre nuestra boda e hijos y en
que necesitaba espacio en mi armario y un cajón en mi cómoda para su ropa. Basta.
Corre. Esa es la razón por la cual quería un tiempo sin mujeres. Todas deseaban
esposarte y llevarte al altar. No era que no quiera casarme algún día. Quería. Pero
ahora no. Y no hasta que encontrara una mujer sin la cual no pueda vivir.
Hasta ahora, eso no había pasado.
Agarré mi teléfono y vi el nombre Bliss York. Será Bliss Finlay en seis meses.
Era mi mejor amiga y he estado enamorado de ella casi toda mi vida. Me sentía
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feliz por ella. Se enfrentó a la muerte y ganó. Se lo merecía. Solo imaginaba que su
felicidad sería conmigo. Nate Finlay entró en nuestro mundo y cambió todo eso.
Seguía enamorado de ella. Pero acepté que amaba a alguien más, y he
comenzado a pensar que Bliss era la razón por la que me asustaba que las mujeres
quisieran algo más serio. He estado enamorado de ella desde que podía recordar.
¿Cómo iba a poder amar a alguien más así? Me asustaba acercarme porque al final
iba a lastimarlas. ¿Y si no podía olvidarla? ¿Si nadie tomaba su lugar y me hacía
olvidarla? Hasta ahora, no pasó.
No era como si alguna vez pensé que ella podría amarme. Al menos no de
esa manera. Nunca actuó como si me amara más que a un amigo. Esto era algo que
siempre me guardé. Nuestros padres son cercanos. Mi madre y su padre crecieron
como mejores amigos también. Hemos estados uno al lado del otro desde que
nacimos. Para Bliss, yo era como uno de sus hermanos. Excepto que mi futuro no
incluía la cárcel.
Sus hermanos son demonios infernales.
Me debatía si llamarla. No me sentía de humor para mostrarme alegre y
escuchar su felicidad. Aún me dolía la cabeza. Entonces un texto apareció en mi
pantalla. Preparé un gran desayuno. Ven a comer.
Este tipo de cosas no las disfrutaba. A Bliss le gustaba que los visite. Lo que
me hacía ver lo domesticados y felices que eran. Iba porque no podía recordar un
momento en mi vida donde no haría lo que fuera para verla sonreír. Sin embargo,
esto tenía que parar. Tenía a Nate para hacerla sonreír. No quería ese trabajo por
más tiempo. No, si no estaré con ella por las noches. Mis planes para el futuro
siempre la incluyeron, ahora no. No de la misma manera.
La idea de Lila de dejar la ciudad no sonaba tan mal. Tomarte un tiempo y
reinventarte. Encontrar nuevos caminos. El problema era que tenía un trabajo, un
apartamento y una vida aquí de la cual no podía simplemente salir corriendo. No
me encontraba seguro como financiaba su aventura, pero yo no tenía los fondos
para eso.
Quería responderle gracias, pero tengo planes. O gracias, pero estoy ocupado. Eso
rompería mi instinto de hacerla feliz. Eso era lo que haría un hombre de verdad. En
cambio, le respondí:
Acabo de levantarme. Déjame ducharme y salgo para allá.
Dejé caer el teléfono en la cama y gruñí a mi debilidad. Es como si necesitara
ser bueno. Hacer lo correcto. Diablos, odiaba eso sobre mí mismo. Lo último que
quería hacer esta mañana era ir a su casa y comer con ellos. ¿Por qué no comían
solos?
El teléfono sonó otra vez. Genial. Una amiga de Nate está aquí de visita.
Quiero que la conozcas.
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Mierda. Esto era una cita arreglada. ¿Y porque tenía Nate una amiga que los
visitaba?
¿Amiga? Le escribí.
Sí. Te esperaremos para comer.
Quería hacer más preguntas, como si invitaron a más personas. Porque no
necesitaba una cita arreglada. Bliss me conocía mejor que esto. Me hallaba en un
periodo de‖ “no‖ mujeres”,‖ ella‖ lo‖ sabía. Más le valía que esto fuera honestamente
algo de amigos. Me pregunté‖ si‖ la‖ “amiga”‖ de‖ Nate‖ se encontraba secretamente
enamorada de él. Demonios, podríamos tener un montón de cosas en común
después de todo.
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Corregido por Daliam
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Traducido por Sahara
Me paré bajo la ducha caliente más de lo necesario. Todavía tenía algo de
arena pegada en lugares que nunca había tenido antes. Cerré los ojos e intenté no
juzgarme con demasiada dureza. Hice lo que me propuse hacer. Eli era un tipo
amable. Fue dulce y gentil. Y cuando sacó un condón del bolsillo, me sentí muy
agradecida.
Las palabras que dijo mientras me hacía el amor eran sucias, pero me habían
vuelto loca. Por supuesto, no lo nombró hacer el amor. Utilizó mucho la palabra
follar. Toqué la ternura entre mis piernas y sonreí. Estuve loca. Tuve una noche
casual. Yo. ¡Lila Kate Carter fui una ramera! Eso me hizo reír.
Incluso a través de la bruma de la ducha caliente, podía oler tocino y canela.
Lo que cocinaba Bliss hizo que mi estómago gruñera con anticipación. Después de
todo el baile, la caminata, luego la mejor experiencia sexual, tenía hambre.
Por suerte, el sexo me puso lo suficientemente sobria como para conducir
aquí anoche. Pero todavía no creía que Eli estuviera listo para conducir. Lo dejé
con Larissa en el estacionamiento cuando volvimos. Me besó como un hombre con
hambre de más. Me había empapado de todo, sin querer olvidar aquella noche.
No pidió mi número, mi apellido, nada. Fue solo eso para él también. Una
noche casual. Me sentí un poco triste porque nunca llegaría a saber más sobre él o a
verlo de nuevo. Eli siempre sería mi primera experiencia como la nueva y
mejorada Lila.
A regañadientes, salí de la ducha y me sequé el pelo con una toalla, luego
me vestí con un par de pantaloncitos de lino blanco y una camiseta azul marino sin
mangas que era suave. Comencé a secarme el cabello con un secador de pelo y me
detuve. La vieja Lila Kate se ponía presentable antes de desayunar. La nueva Lila
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se dirigiría allí con el pelo mojado y los pies descalzos. Si estuviera en casa,
comería mi desayuno así. ¿Por qué aquí no? No esperaban que me arreglara.
Colgué mi toalla porque aunque ahora estaba más relajada, no era grosera.
Luego me dirigí hacia el olor de la comida. La casa en la que vivían Nate y Bliss era
elegante, grande, y lo que esperaba que Nate Finlay comprara para él y su futura
esposa. Se encontraba cerca del agua como la casa en la que creció. No era tan
elaborada como la casa de sus padres, pero todavía era muy impresionante. Más
grande que mi hogar, seguro.
Justo cuando entré en la cocina, sonó el timbre de la puerta. Bliss se dio la
vuelta y sonrió brillantemente cuando me vio. —Buenos días, lamento haberme
dormido cuando llegaste aquí anoche. Hay diferentes cafés para elegir justo allí —
dijo mientras que señalaba una pila muy organizada de bolsitas de café para tazas
grandes—. Elige lo que quieras. Hay incluso un poco de té o chocolate caliente si
no quieres café. Sírvete. Ya vuelvo. Es nuestro otro huésped para el desayuno —
explicó mientras salía de la habitación para contestar la puerta.
Traté de no pensar en estar sentada con otras personas para un desayuno
elegante con el pelo mojado y los pies descalzos. Era ridículo preocuparse por eso.
Miré las opciones de café y té. Me gustó el té, pero preferí un buen café con agua
caliente, no té de un contenedor de plástico. Escogí una mezcla y preparé mi taza.
—Buenos días, fiestera. —La voz de Nate me sobresaltó. Estuve observando
mi taza mientras se llenaba de café, con mis pensamientos en la noche anterior.
Sentí el calor de mis mejillas. Nate estaba despierto cuando entré con el pelo
desordenado, la arena pegada y oliendo a bar. Él se había reído. Fuerte. Luego me
contó que le mintió a mi madre y le dijo que estaba tan cansada cuando llegué aquí
que me quedé dormida y la llamaría por la mañana. En ese momento, seguía
flotando en los recuerdos de mi noche salvaje. Le agradecí, me disculpé por llegar
tarde, luego fui a limpiarme y acostarme.
—Buenos días —dije, sintiéndome más avergonzada respecto a mi llegada
de anoche. Estaba agradecida de que Bliss hubiera estado durmiendo.
—¿Resaca? —preguntó.
Sacudí la cabeza. —No, no bebí lo suficiente para eso.
Sonrió. —Bien. Bueno, Bliss ha hecho una de sus fiestas. También invitó a su
mejor amigo. Puede ser un plan, aún no he decidido. Te lo advierto. El tipo que
viene está enamorado de ella. Ella no cree eso. Pero lo veo. Solo sonríe y pasaremos
el desayuno.
¿Plan? De repente perdí el apetito. —No necesito un plan. Me voy dentro de
unos días.
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Nate se encogió de hombros. —Lo sé. Pero no puedes decirle eso a Bliss. Ella
dice que no lo es. Pienso que en el fondo puede serlo. Simplemente no lo admite.
Se preocupa por él. De cualquier manera, la mujer sabe cocinar. Lo disfrutarás.
Maldición, también es preciosa y cuesta no amarla. Verás. No puedo culpar al tipo.
Asentí. —Está bien. —¿Qué más podría decir?
—Ten, agarra la bandeja de allí con los panecillos de fantasía. Voy a coger la
cazuela —dijo Nate—. Ella lo quiere todo sobre la mesa antes de comer. —Seguí
detrás de él con la comida—. Por cierto, Lila, estoy orgulloso de ti. No es fácil irse.
Sonreí. No necesitaba que Nate Finlay estuviera orgulloso de mí. Pero fue
lindo oír a alguien decírmelo. —Fue fácil para ti.
—Sí, pero para ti... tiene mucha importancia. Estoy impresionado. Tu mamá
está muy preocupada, pero ahora eres una mujer.
Empecé a decir algo más, pero las palabras desaparecieron. Dejé de caminar.
Porque mientras me encontraba de pie con mi cabello húmedo, pies descalzos y
manos llenas con una bandeja de panecillos, mi primera aventura entró en la
habitación. Bliss York estaba entrando con Eli. Mi Eli.
Oh Dios mío.
Hablaba con Bliss y no miró en nuestra dirección. No podía moverme. Me
hallaba atascada allí. Las palabras de Nate corrían por mi cabeza, burlándose de
mí. ¿Eli era el mejor amigo de Bliss que estaba enamorado de ella? De todos los
chicos de ese bar, ese tenía que ser el que se acercara a mí. Tuvo que ser el que hizo
que mi corazón revolotee y quiera estar cerca de él.
No estaba segura de si debía moverme y llamar la atención. ¿Se los diría?
¿Diría mi nombre como si me conociera? ¿O fingiría que la noche anterior no
ocurrió?
—Luces mal esta mañana. ¿Noche salvaje? —dijo Nate, y en ese momento,
Eli volvió la cabeza en nuestra dirección. Nuestras miradas se encontraron. Él
entrecerró los ojos como si yo fuera una imagen borrosa y necesitaba concentrarse
para verme.
—Eli, esta es Lila Kate. Es la amiga de Nate. Se conocen de toda la vida,
como nosotros. Lila Kate, este es Eli. Normalmente es más verbal, pero parece que
tiene un poco de resaca —dijo Bliss con diversión en su tono.
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Esperé. No estaba segura de lo que íbamos a hacer aquí. Mi conjetura era
que no íbamos a compartir con estos dos que tuvimos sexo en la playa. Al menos
esperaba que no lo hiciera.
—Nos conocimos —dijo, y una sonrisa finalmente tocó su rostro. La sonrisa
que recordé de anoche—. Al menos eso creo. Anoche bebí más de lo debido, así
que todo está un poco confuso, pero eres la chica del bar. ¿Live Bay? ¿Te convencí
de comer las pieles de patata?
Sonaba increíblemente convincente. Le seguí la corriente. —Sí. Esa era yo —
le respondí.
—Así que ahí estabas anoche —dijo Nate. Su voz sonó sorprendida y casi
impresionada—. Explica mucho.
No lo miré. También dejé de mirar a Eli. En su lugar, decidí estudiar la
comida en la mesa. Así me comportaba cuando estaba incómoda. Era buena con la
incomodidad. Era una profesional.
—Esas pieles de patata son deliciosas —dijo Bliss con placer en su voz—. Me
alegro de que ustedes dos se conocieran anoche. Nate y yo traeremos el resto de la
comida aquí. Pónganse cómodos. Ya volvemos.
Bliss estaba un poco feliz con esto. Me di cuenta de que podría haber sido
un plan después de todo y su reacción dejó claro que pensó que lo hicimos más
fácil por la reunión de anoche. Una vez que salieron de la habitación, le eché un
vistazo a Eli. Todavía me estudiaba.
—Mi memoria tenía razón. Me sorprende un poco. Pensé con seguridad que
era el alcohol el que te hacía parecer tan perfecta y recatada. Veo que no lo fue.
Me sonrojé y moví las manos. Fue muy amable de su parte decirlo. ¿Creo?
—Si hubiera sabido que eras exactamente lo que creí ver, habría descubierto
una forma de hacer que te fueras conmigo. Pero había tomado demasiado whisky
para hacer movimientos hábiles. Ahora lo lamento.
Había una provocación amable en su voz. Pero eso no fue lo que me hizo
detenerme. Era lo que dijo. Él “habría descubierto una forma de hacer que me
fuera”‖con‖él. Como si no me hubiese ido con él. Seguramente lo dijo en caso de
que Bliss y Nate pudieran oírnos. No estaba tan borracho. ¿O sí?
—Oh —contesté necesitando decir algo.
—El baile fue lindo. Muy lindo —bajó la voz—, todavía podía olerte en mi
piel cuando me desperté esta mañana.
¿Hablaba en sentido figurado o en código? Eché un vistazo a la puerta, y ni
Bliss ni Nate se hallaban a la vista. Esto era confuso.
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Antes de que pudiera pensar en algo que decirle, Nate apareció con una
bandeja de frutas. —Si ustedes dos no planean engancharse, díganle. Nos volverá
locos poniéndose casamentera si no son claros.
Nate era contundente. Siempre me gustó eso de él, hasta ahora. No era el
momento para ello. No lo sabía. Gracias a Dios que no sabía lo que sucedió.
—Luces muy mal y, ella llegó tarde y luciendo un poco desalineada. Por lo
tanto, tengo mis sospechas, pero no fisgonearé. Simplemente manténganlo entre
ustedes —dijo con finalidad. Luego agitó las manos a la mesa—. Siéntense. Tengo
hambre.
Tomé la silla más cercana a mí. Nate se sentó al final cerca de la puerta que
conducía a la cocina. Eli se sentó frente a mí. Su mirada era seria a momentos como
si estuviera tratando de recordar algo. Tenía miedo de que ese algo fuera lo que
pasó después de que salimos del bar. Cuanto más lo miraba con ese ceño confuso,
más convencida estaba de que no recordaba la playa. El sexo conmigo fue así de
olvidable. Mis pensamientos felices de esta mañana desaparecieron.
—Hice algo sabroso y dulce. Eli, tengo algo saludable para ti. —Bliss me
miró—. Puede que te haya convencido con las pieles de patata, pero normalmente
come como un chiflado de la salud. Puede ser molesto.
Forcé una sonrisa, como si me importara.
7
Traducido por Umiangel
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Corregido por Val_17
Ella no fue un sueño. Pero la chica coqueta de la noche anterior con las
sonrisas y miradas tímidas se había ido. Ésta se encontraba tensa y evidentemente
incómoda con la situación. Incluso parecía molesta. Pensé que todavía me hallaba
soñando cuando entré y la vi. Con su cara fresca y el cabello húmedo por la ducha,
viéndose tan malditamente perfecta como recordaba.
Traté de hacer que me mirara, pero siguió enfocándose en su comida que
apenas tocó y, solo alzó la vista para hablar si Nate o Bliss le hacían una pregunta
directa. Era evidente para todos que no quería estar en esta mesa conmigo. Bliss
incluso comenzó a cuestionarme como si hubiera hecho algo mal. Demonios, me
encontraba borracho anoche. Solo recordaba que ella comía las pieles de patata con
un tenedor y lo bien que se sentía en mis brazos mientras bailábamos, luego las
cosas se volvieron negras. Fue la única vez que beber mucho me pateó el culo.
Decidí emborracharme, y la baja tolerancia me derribó.
Necesitaba llamar a Larissa cuando llegara a casa. Preguntarle acerca de eso.
Ella lo sabría. Lo sabía todo trabajando detrás de ese bar.
—¿A dónde vas, Lila Kate? —preguntó Bliss demasiado alegre. También
noté que la llamaban Lila Kate. No solo Lila. Se presentó como Lila. De eso estaba
seguro. Lila Kate era lindo pero sonaba infantil. ¿Eso le molestaba? Porque también
me molestaba. Me encontraba listo para corregir a Bliss.
—No estoy segura. Hoy iba a estudiar un mapa. Tomar una decisión. Tengo
algunas ideas. Me gustaría visitar a unos amigos.
Por lo tanto, esa aventura de la que habló no fue algo que me imaginé.
—¿Viajarás sola? —pregunté. Todavía no creía que fuera una buena idea.
Apenas me miró y asintió. —Sí.
—¿Es seguro? —pregunté.
Se puso muy tiesa. Cuadró los hombros, e inclinó la cabeza repentinamente
en una pose muy elegante. Interesante. Parecía una Kennedy cuando contestó—:
Sí.
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—Lila Kate puede disparar una pistola y no fallar bajo presión. Es discreta
pero letal —dijo Nate con una sonrisa torcida.
—¿Tienes una pistola? —pregunté incrédulo. Ni siquiera llevaba un arma, y
era un hombre en Alabama.
Levantó ligeramente su hombro izquierdo. —Por supuesto.
—Debes tener hermanos como Bliss —ofrecí, pensando que tenía que ser la
única excusa.
—No. Soy hija única.
—Mi madre le dio lecciones a la suya. Harlow, la madre de Lila, se sentía
nerviosa cuando empezó a conducir. Así que mi mamá se ofreció a enseñarle cómo
disparar un arma —agregó Nate.
Miré a Nate. —¿Tu madre también lleva una pistola?
Él se rió entre dientes. —Oh, sí. Mi madre es femenina, hermosa, y
completamente ruda.
Bliss se rió. —Sí, lo es —concordó.
—La historia es así, la primera noche de mi mamá en Rosemary Beach
apuntó con su arma al papá de Lila Kate. Eso lo asustó mucho. —Nate sonreía al
decirlo.
Eso produjo un pequeño estiramiento en las esquinas de la boca de Lila. A
ella también le gustaba la historia. La observé, esperando que apareciera esa
sonrisa brillante de anoche donde sus ojos se iluminaban. Pero nunca llegó.
Bliss y Nate comenzaron a reírse de su primera comida en la casa de sus
padres cuando uno de sus hermanos sacó una pistola para amenazar a Nate. Les
escuché hablar, pero mi atención se mantuvo en Lila. Una vez que terminó su
comida, le dijo a Bliss lo delicioso que estuvo y que iría a limpiar la cocina. Luego
se excusó para hacer un par de llamadas telefónicas. Una era una llamada
importante a su madre.
Después de que salió de la habitación, Bliss me fulminó con la mirada.
—¿Qué le hiciste? —susurró.
Me encogí de hombros con inocencia. —No hice nada. Lo juro. Comimos,
bebimos y bailamos un par de canciones. Eso fue todo.
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No parecía convencida. —Se quedó en silencio y parecía nerviosa. Muy
incómoda.
—Así es Lila Kate. No es una gran platicadora. No llama la atención sobre sí
misma. Escucha, pero rara vez se une. Te vas a acostumbrar —explicó Nate. Pero
no concordaba con él. La chica de anoche no era así. Algo ocurrió esta mañana. Es
solo que no sabía qué.
—Quiero que disfrute de su estancia aquí —dijo Bliss, y su voz sonaba triste.
—Lo hará, nena. Juro que Lila Kate siempre es tranquila. La he conocido
toda mi vida, y es así.
Bliss suspiró y luego asintió. —Está bien. Bueno, es obvio que a ella no le
importas —dijo, mirándome—. Tal vez podríamos ir de compras e invitar a
Crimson en cambio. Apuesto a que le agradaría tu hermana.
Esto comenzaba a molestarme.
Nate le lanzó una sonrisa que decía que la adoraba y deseaba que estuvieran
a solas. Normalmente, eso me hacía sentir incómodo o nauseabundo, pero en este
momento no me podía importar menos. Necesitaba saber qué hice para enojar a
Lila. Tampoco me gustaba que Bliss estuviera frustrada conmigo. O decepcionada.
—Si has terminado de comer, será mejor que te vayas. Así se sentirá más
cómoda de venir aquí —dijo Bliss con un gesto de disculpa.
Ya había terminado. Necesitaba hablar con Larissa de todos modos.
—Sí, me iré. Gracias por el desayuno —le dije, aunque no quería comer en
primer lugar. Así que ahora mi estómago se sentía peor—. Estuvo delicioso. —Me
paré y miré a Nate—. No quise hacerla sentir incómoda. Anoche pensé que nos
llevábamos bien.
—No te preocupes. En serio, eso es típico de Lila Kate. Bliss todavía no la
conoce. Ya se acostumbrará.
Una vez más, no estuve de acuerdo y sentí que tal vez Nate no la conocía
tan bien. Vi a una‖chica‖muy‖diferente‖anoche…‖¿verdad? ¿O todo fue una ilusión
por los tragos? ¿Pensé que era diferente porque me encontraba muy borracho?
Pero maldita sea si podía inventar esa sonrisa y esa risa. Eso había sido real.
Sé que lo fue.
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—De acuerdo, bueno, gracias por invitarme —repetí y luego me dirigí a la
puerta. Quería encontrar a Lila y hablar con ella a solas. Pero con estos dos en la
casa no sucedería. Podría esperar para encontrarla de nuevo antes de que se fuera
a su viaje.
Cerré la puerta detrás de mí, y caminé a mi camioneta. Antes de entrar, hice
una pausa y miré hacia las ventanas. No sé por qué, pero la sentí. Efectivamente,
allí se hallaba Lila mirándome desde la ventana izquierda y luciendo triste. Tenía
los brazos cruzados sobre el pecho a la defensiva, y había un dolor en sus ojos que
podía ver desde aquí. Eso me iba a molestar.
Esperé allí. Mirándola fijamente. Deseando que bajara hasta aquí pero
sabiendo que no lo haría. Finalmente, la cortina se cerró y desapareció. No me fui
de inmediato. Esperé un momento para ver si de verdad se había ido o si se
escondió de mí. Cuando nada sucedió, finalmente subí a mi camioneta y me fui.
Necesitaba respuestas.
8
Corregido por Val_17
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Traducido por AnnyR’
Miré a través de las cortinas hasta que se fue. Nuestro encuentro no debería
ser un gran problema. Pensé que iba a ser una aventura de una noche. Un tipo que
nunca volvería a ver. El hecho de que estuviera demasiado borracho para
recordarme bien o incluso recordar que tuvimos sexo —lo cual era bastante
obvio— no debería molestarme. Además, me iría de aquí en un par de días. No era
como si fuera a verlo de nuevo.
Él se hallaba enamorado de Bliss. Imaginé que era el caso de la mayoría de
los chicos. Era el tipo de chica de la que se enamoraban. Hermosa, elegante,
extrovertida, confiada, y aun así, amable.
Había visto a Nate Finlay salir con tantas mujeres a lo largo de los años que
perdí la cuenta. Incluso cuando se comprometió, no lo vi mirar a una mujer como
miraba a Bliss.
Aun así, dolía. No había sido una aventura salvaje de una noche. Fui una
especie de rebote borracho. Si hubiera tenido sexo con un tipo que nunca volvería a
ver, entonces no hubiese sabido exactamente lo que fue para él. Lo que sí sabía era
que las cosas que me dijo, la forma en que me hizo sentir deseada y sexy fue todo
una mentira. Estaba borracho y aparentemente era un maestro con las palabras
cuando se encontraba embriagado.
No podía odiarlo por eso. Sin embargo, podía mantener mi distancia. Eso
era lo mejor. No creía que Bliss programara comidas con él otra vez mientras
estuviera aquí. Ella esperaba algo con ese arreglo. Supongo que en el fondo sabía
que su mejor amigo estaba enamorado de ella y trataba de trasladar su atención a
otra parte.
Un golpe en la puerta del dormitorio en el que me quedaba interrumpió mis
pensamientos. Debía ser Bliss, viniendo a comprobarme. Para ver si quería hacer
algo. Eso esperaba.
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—Adelante —dije, girándome para enfrentarla mientras entraba.
Su sonrisa era genuina. Era la clase de persona en la que ves la bondad en
sus ojos. No conocía a mucha gente como esa en casa. Al menos, no mujeres. Si no
eran amigos cercanos o familia, eran bastante maliciosos. Una maldición que vino
con crecer entre la élite.
—Espero no haber interrumpido. Sé que tenías que llamar a tu madre.
Todavía necesitaba hacer eso. —No, en absoluto.
Parecía aliviada. —Pensé que tal vez podríamos hacer algunas compras,
almorzar en el lugar del abuelo de Nate y visitar a unas cuantas amigas mías.
Todas chicas esta vez. —Se sonrojó al decir la última parte. Me alegré de que no
fuéramos a recapitular ese desayuno y mi noche. Bliss no era del tipo entrometido.
También me gustaba eso.
—Bueno, sí, eso suena bien. Sin embargo, no quiero retrasarte ni nada. No te
sientas como si necesitaras entretenerme.
Bliss me sonrió entonces. —Cuando Nate dijo que venías de visita, me tomé
unos días libres del trabajo. Quería tener un montón de tiempo para enseñarte los
alrededores.
Si viviera aquí, creo que podríamos ser buenas amigas. Pero no viviría en
ninguna parte durante mucho tiempo. Esta era mi primera parada.
—Gracias, eso es muy considerado de tu parte. Me sentí como si los hubiera
incomodado con esto. Fue una planificación de última hora.
Sus ojos parecían comprender más de lo que había dicho. —También tuve
que escaparme una vez. No llegué muy lejos, pero fue suficiente. A veces es
necesario separarse un poco de lo conocido.
Simplemente asentí. Porque tenía razón. Aunque había mucho más para mí.
No imaginaba que ella necesitara recrearse a sí misma. Encontrar una nueva Bliss.
Parecía perfecta tal como era. Mi madre era perfecta como ella. Mi padre era
extrovertido y guapo. A todo el mundo le encantaba estar cerca de él. ¿Cómo
resulté tan…‖tan…‖diferente?
No podía culparlos. Harían cualquier cosa para darme una vida plena.
Éramos una familia unida. Habían sido excelentes modelos. Pero yo era como un
pequeño patito extraño. Prefería los libros y la soledad. Era correcta y educada. De
lo cual culpaba a mi madre. Sin embargo, mamá parecía delicada y elegante
cuando hacía cosas como comer pieles de papa con cubiertos.
—Estoy lista cuando tú lo estés. Solo baja cuando quieras salir.
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No iba a tenerla esperándome en la planta baja. Eso sería grosero. Y aunque
trataba de ser menos seguidora de las reglas y más despreocupada, no sería
grosera.
—Déjame peinarme y encontrar unos zapatos, entonces estaré lista.
Pareció complacida con eso, luego salió de la habitación, cerrando la puerta.
Su suegra, Blaire, vino a tomar un café la mañana después de que Nate llevara a
Bliss de visita para contarnos todo sobre ella. Parecía emocionada por su hijo.
Amaba a Bliss y tenía razón. Todo por lo que se entusiasmó era real. En la cena que
Blaire celebró en su casa la última noche de su estancia fue donde conocí a Bliss.
Incluso hablé con ella unos momentos, pero eso fue todo. La hermana de Nate,
Ophelia, la llevó a conocer a otros invitados. Me sorprendió que él incluso
permitiera a su madre planear un evento como ese. Parecía protector con su novia.
Aunque nunca había podido controlar a su madre. Si trataba de decirle que
no, su padre intervendría. Bliss pareció disfrutar esa noche. No tuvo ningún
problema en absoluto de haber sido arrojada en una familia grande y muy unida.
Fui al baño privado que conectaba con mi habitación y acabé de secar mi
pelo. A continuación, me puse un poco de brillo labial. Pensé en hacer más pero no
lo hice. Salí del baño para encontrar unas sandalias y me las puse. Después de una
inspección rápida, agregué un par de pequeños aretes de plata y algunas de mis
pulseras favoritas.
Satisfecha, salí de la habitación y fui a buscar a Bliss. La casa era preciosa
por dentro. Obviamente ella hizo algo de decoración propia. Tenía una sensación
hogareña incluso si tenía amplios pasillos, techos altos, elaboradas molduras de
corona y candelabros en la mayoría de las habitaciones. De alguna manera, le
otorgó un toque de comodidad. Respetaba eso.
Cuando llegué a los pies de las escaleras, ella salía de un cuarto trasero con
una sonrisa en su rostro que era algo soñadora. No necesitaba saber lo que hizo allí
con Nate. Había visto esa mirada en la cara de mi madre muchas veces. Supongo
que algunas personas obtenían cuentos de hadas. Incluso si primero debían vivir la
tragedia.
No tenía ninguna tragedia dramática en mi vida. No tenía nada. Mi mapa de
vida se encontraba en blanco. Sin emoción, siempre lo mismo. Cada día. Supongo
que debería estar agradecida por eso. La tragedia no era exactamente algo que
desear.
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—Oh, estás lista. Eso fue rápido. Déjame buscar mi bolso y nos iremos. —Su
tono era animado y sus mejillas un poco sonrojadas.
—No hay prisa —dije, esperando no haber interrumpido nada. Tenerme
aquí con la novedad de su compromiso probablemente era difícil para ellos. No lo
consideré. Debía pasar algún tiempo esta noche averiguando mi próxima parada y
seguir adelante. Hasta ahora, no había nada que me mantuviera aquí en Sea
Breeze.
9
Traducido por Moreline
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46
Corregido por Laurita PI
No llamé a Larissa. Sabía que estaría despierta. Jilly, su hija, tenía tres años y
se despertaba con el sol, incluso después de que Larissa trabajara hasta altas horas
de la noche. Se había negado a dejarla con una niñera hasta la mañana siguiente.
Enviaba a la niñera a casa cuando llegaba, y fue mamá hasta que tuvo que trabajar
de nuevo. A veces me preguntaba si tenía súper poderes.
Toqué el timbre, y oí sonidos de programas para niños que venían desde
adentro. Entonces escuché a Jilly gritar—: ¡Alguien está aquí!
La niña era linda. Era una lástima que su padre se estuviera perdiendo su
vida. El tipo se comportó como un completo idiota. Se lo advertí a Larissa cuando
salía con‖él.‖Sin‖embargo,‖cuando‖se‖fue,‖no‖saqué‖el‖“te‖lo‖dije”.‖Sonaría‖insensible,‖
y sabía que Larissa ya sufría lo suficiente. Era una gran madre. Nunca necesitó su
lamentable culo. Tampoco Jilly. Él se lo perdía.
La puerta se abrió y Larissa apareció allí con su pelo anudado en la cima de
la cabeza y una taza de café en la mano. Parecía muy despierta. Supongo que
levantarse a las seis te da mucho tiempo para tomar café.
—Sorpresa, sorpresa, si no es el borracho Romeo —dijo rodando los ojos. Se
dio la vuelta dejando la puerta abierta y caminó de regreso a la sala de estar. Jilly
estaba allí jugando con sus juguetes y viendo algún programa donde una niña era
una médica de juguete, o se veía así de todos modos.
Larissa se acercó y se sentó en el sofá.
—¡Eli! —gritó Jilly con alegría cuando llegó un comercial. Corrió para
abrazar mi pierna. Me incliné y la levanté.
—Hola, pequeña —dije y besé su cabeza.
—Hola —respondió riéndose y acurrucándose contra mí. Entonces, con la
misma rapidez, se retorció para bajarse y volvió a sus juguetes.
—¿Quieres saber cómo llegaste a casa? —preguntó Larissa.
Quería saber más que eso.
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—O lo que pasó después de nuestro tercer baile —dije.
Sus ojos se abrieron. Entonces se echó a reír. —Me tomas el pelo, ¿verdad?
¡No estabas tan mal!
—No fue mi mejor noche. Comencé sintiéndome frustrado con la vida.
Bebiendo cosas de mierda con Micah y Jimmy. Luego la vi entrar y actué. Pensé
que‖la‖regla‖de‖“no‖mujeres”‖era‖estúpida‖y‖me‖lancé.‖Me‖arrepiento.‖Créeme.‖Mi‖
cabeza sigue zumbando.
Larissa se hallaba enroscada en el sofá con su taza, luciendo entretenida.
—Bueno, ella lucía como alguien a quien no querrías olvidar. Hermosa, pero
tan correcta que era divertido. Quedaste prendado de ella.
Ya sabía todo eso. —Dime lo que no recuerdo. No un repaso de lo que hice.
Larissa suspiró. —Bueno. Bailaste mucho más que tres bailes. Entonces te
fuiste. Dejaste tus llaves conmigo porque insistí. Me dijiste que ibas a dar un paseo
por la playa. Te habías ido dos horas. Volviste cuando salía después de cerrar. Te
llevé a casa y luego dejé que Micah trajera tu camioneta. Eso es todo.
¿Eso era todo? —¿Nos fuimos a caminar?
Asintió. —Sí. Eso es todo. Ella entró en su Land Rover y se fue. Eso fue todo.
Una lástima, también. Parecía alguien que te hubiese gustado a largo plazo. Pero
su matrícula era de Florida. No es de por aquí.
Incliné la cabeza hacia atrás para apoyarla en la silla y apreté los ojos con
frustración. —Rosemary Beach, Florida para ser exactos. ¿Quieres saber cómo lo
sé? Porque desayuné con ella esta mañana en lo de Bliss y Nate. Es amiga de Nate.
Pasa por aquí mientras realiza una aventura de viaje por la carretera. También
tiene un arma.
—¡Imposible! —dijo Larissa sonando emocionada. No levanté la cabeza para
mirarla—. ¡Oh Dios mío! Fuiste a desayunar esta mañana sin saberlo, ¿no? ¿Bliss
sabe lo de anoche?
Actuaba como si esto fuera un libro y necesitara saber el próximo capítulo.
Suspiré. —No, no lo sabía. Entré y ¡bam! allí estaba. Les dije que nos habíamos
conocido anoche. Eso es todo. Apenas me habló o me miró. Necesito saber qué fue
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lo que hice para hacerla actuar así. —Entonces levanté la mirada—. Mierda, es tan
perfecta como pensaba cuando estaba borracho. ¿Cómo es eso? Pensé que tendría
algún defecto terrible que mi visión borracha no detectó. Pero nada. Justo como la
recordaba.
Larissa rio entre dientes. —Esto es épico. Maldición, digo, rayos —corrigió
rápidamente y luego miró para ver si Jilly prestaba atención. Ya fue expulsada de
la guardería por maldecir: Frunció el ceño y le dijo a la maestra que no quería
tomar una maldita siesta. Fue causa de despido. Larissa intentaba trabajar en la
limpieza del lenguaje de su hija de tres años.
—El remate fue que creo que Bliss trataba de juntarnos.
Sonrió por encima de su taza. —Llegó un poco tarde para eso.
—Sí, y Lila, a quienes ellos llamaban Lila Kate, no dijo mucho en absoluto.
Dejó bastante claro que no disfrutó de la noche anterior ni del desayuno conmigo.
—¿Quieres decir que cayó en lo correcto y educado?
—Oh, no. Ya tenía eso en marcha. Simplemente no me habló a menos que se
viera forzada.
—Auch.
Auch no era en lo que pensaba. Más bien en ¿qué diablos hice?
—¿Así que no tienes idea de lo que hicimos cuando paseamos? ¿Adónde
fuimos?
—Me encontraba trabajando. ¿Recuerdas mi trabajo? ¿Sirviendo bebidas? —
Su sarcasmo no se me pasó por alto.
—Tal vez pueda verla a solas, ¿y podríamos hablar?
—¿Se quedará en la ciudad tanto tiempo?
Esa parte apestaba. —No.
Se encogió de hombros. —Entonces olvídalo.
Si tan solo pudiera. No quería olvidarlo, y no quería dejarla ir. Incluso si era
obvio que tendría que hacer ambas cosas.
Le di a Jilly otro abrazo, pero estaba más interesada en el camión de basura
que la niña reparaba en la televisión. Le di las gracias a Larissa y me dirigí a la
puerta.
—Por favor, dime si la vuelves a ver —gritó—. Tengo que saber qué es lo
que va a pasar después.
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Rodé los ojos y cerré la puerta detrás de mí. Obtuve un poco más de
información, pero ahora que sabía que me fui con ella, quería hablarle. Lo que pasó
en esas dos horas tenía que ver con la razón por la que ahora no le gustaba a Lila.
Si había cruzado una línea o algo, necesitaba saberlo. Disculparme. Mierda. ¡Hacer
algo!
10
Traducido por MaJo Villa
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Corregido por Julie
Cuando mi papá me llama a su oficina, nunca es algo bueno. Cuando me
despierta a las seis de la maldita mañana para informarme que tenemos un horario
de salida a las seis y media cuando sabe que odio el golf, es aún peor. Jugar al golf
con Woods Kerrington significaba que iba a hablar conmigo. Durante dieciocho
malditos agujeros.
Mi madre estaba despierta con una taza de té en sus manos mirando la
pantalla de su computadora junto al bar cuando entré en la cocina. Bajó su taza y
sonrió. —Esta mañana luces radiante —dijo sarcásticamente.
—Ugh —gruñí y fui a servirme café de la máquina. Odiaba esa mierda
desagradable, pero la bebía cuando me veía obligado a salir de mi cama antes de
que apareciera el jodido sol.
—No hay chocolate caliente allí. Zander se lo bebió todo. Hoy tengo que ir
al supermercado.
—El café funciona —murmuré.
Tuvo el valor de reír. Mi madre no era dulce y amable. No le habían dado
una hija. Le habían dado tres hijos y nos toleró. Tan delicada como parecía, podía
asustarte si te gritaba. Vale decir que ninguno de nosotros pasaba por encima de
nuestra mamá.
—¿Quieres un panecillo? Ayer hice algunos. Tuve que usar los arándanos
antes de que se pusieran feos.
Eso hizo que esta mañana fuera un poco mejor. Pero solo un poco. —Sí, por
favor —dije, preguntándome cómo pasé por alto aquellos cuando entré anoche. Si
mamá había estado horneando normalmente me daba cuenta por el olor del lugar
cuando llegaba a casa. Entonces procedía a buscar por todo el lugar lo que hizo.
Colocó un plato delante de mí con dos panecillos. —Solo quiere pasar
tiempo contigo —trató de tranquilizarme.
—¿Y por qué no podemos pasar tiempo haciendo algo que yo también
disfrute? ¿A una hora mucho más tarde? —gruñí.
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—Porque tiene un trabajo y es hora de que tomes el tuyo más en serio.
El mío. Significa trabajar por debajo de mi padre en el club. Ir a reuniones y
aprender los procedimientos. Me quedaba un año más de universidad, entonces
todo se volvería real. Quería hacer que mi último año durara porque mi futuro no
sonaba tan excitante.
—Como sea —le respondí antes de tomar un bocado. Me preparé para
recibir una palmada en la parte posterior de la cabeza por esas palabras. Sin
embargo, no sucedió. En cambio, papá entró vestido y parecía feliz de estar
despierto.
—Agarra eso para llevar. Tenemos que irnos —me dijo y entonces fue a
besar a mamá—. Si Zander no está despierto para las ocho, llámame. Ayer le dije
que hoy iba a estar a cargo de cortar el pasto.
No teníamos mucho pasto. El patio trasero era la playa. Pero cortar el pasto
no significaba simplemente eso. Significaba hacer toda la mierda que él quería que
hicieras. Uno pensaría que podría contratar a un maldito paisajista, pero no. Papá
decía que tenía tres hijos y que no les iba a pagar ni una mierda a nadie para hacer
algo que bien podíamos hacer nosotros mismos.
—Lo levantaré si no lo hace —dijo mamá con una sonrisa complacida. Eso
implicaría hielo. Lo sé. Antes me había arrojado un poco en la cama cuando no me
moví.
Papá se rio entre dientes. —Por su bien, espero que se levante.
Tomé mi segundo panecillo, una taza de café y me dirigí hacia la puerta.
—Que se diviertan —gritó mamá. Como si eso fuera posible.
Papá me siguió por la puerta. —Entra en mi coche. No hace falta que
conduzcas.
Eso no era bueno. Esto significaba que iba a mantenerme ocupado haciendo
tonterías todo el día. Estaría atrapado allí. A menos que usara un coche del club
para que me llevara a casa. Pero luego se enteraría de eso en cuestión de segundos.
Maldita sea.
Fui a su SUV plateada y subí al lado del pasajero. Entró, y condujimos en
silencio. Agradecidamente. Me bebí el café que sabía a culo y me comí el panecillo.
Ojalá mamá me hubiera dado tres. El viaje hasta el campo fue de solo unos
minutos.
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Justo cuando pensaba que íbamos a salir de esta cosa sin ninguna plática,
hizo una pausa antes de salir del vehículo. —No quiero ver a mi hijo follando otra
vez frente a una cámara de seguridad. ¿Entendido?
Mierda. Miré a la casa club frente a nosotros. Había bebido y me olvidé de
las nuevas cámaras de seguridad en el interior. Haciendo una mueca, salí y devolví
el resto del café, dejando atrás la taza.
—Tu madre no lo sabe. No somos ingenuos. Sabemos que tienes una vida
sexual. Simplemente no quiero verlo, ni nuestros empleados deben verlo. Eso fue
embarazoso.
—Mira, me olvidé de las cámaras. Son nuevas. Estaba bebiendo y se me
olvidó.
Se me acercó y una vez en el pasado, era más alto que yo. Pensaba que era el
hombre más poderoso y más alto del mundo. Ahora estábamos ojo a ojo, y todavía
me sentía muy intimidado. Su ceño no ayudaba a aliviarme tampoco. —Ya no eres
un niño. Cruz deja de actuar como tal. Crece de una puta vez. Ahora.
—Maldita sea, logro ver a un buen culo y no tengo palomitas de maíz —nos
interrumpió Grant Carter. Papá continuó mirándome. No se detuvo porque su
amigo había llegado.
—Buenos días, Grant —dijo papá cuando finalmente se volvió hacia él y me
dejó escapar de su mirada amenazante.
—Pensé que era un partido amistoso esta mañana, pero viendo que Junior
está aquí y odia el golf, habrá algo de emoción. —El papá de Lila Kate raramente
hablaba en serio. Era el más fácil de tratar del círculo cercano de amigos de mi
padre. No era absolutamente parecido en nada a su hija tensa.
Otra puerta de un coche se cerró de golpe, y moví mi atención de nuevo al
estacionamiento. Rush Finlay se dirigía hacia nosotros. El papá de Nate también
estaba aquí. ¿Qué demonios? Miré a mi padre. —¿Así que esta no es una manera
enferma de castigarme? —le pregunté, tratando de averiguar qué pasaba. Si no me
iba a tocarme las pelotas en las próximas horas, ¿por qué estábamos aquí?
Arqueó una ceja. —Oh no. Es un castigo. Para ti. No para mí.
Entonces me di cuenta de lo que pasaba. Idiota astuto. Planeó hacer de mi
mañana un infierno, y tendría testigos para hacerlo más entretenido para él.
Hombre retorcido.
—Maldita sea —murmuré, y se echó a reír.
—Junior está en problemas —le dijo Grant a Rush.
—¿Qué hizo esta vez?
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—Tuve el desafortunado placer de ver a mi hijo follando en la cámara. —
Papá me dio otra mirada asesina.
—¿Qué? —preguntó Grant cuando sus ojos se abrieron de par en par y
sonrió de oreja a oreja.
—Las cámaras de seguridad son nuevas. Lo olvidé —dije molesto.
Eso generó fuertes gritos de risa tanto de Grant como de Rush. Me acerqué a
ellos sin querer escuchar sus bromas sobre esto. Se burlarían de mí durante los
dieciocho agujeros.
—Si todo esto solamente se trata de eso, dale al chico un respiro. No es como
si no hubieses follado por todo este lugar cuando tenías su edad. Diablos, todos lo
hicimos. —Grant trataba de colocarse de mi lado.
Miré hacia atrás para ver lo que iba a decir papá.
—Tu hija ha terminado la universidad. Se ha ido para encontrar su camino.
Está haciendo algo. Logrando algo. Tiene metas. Ambición —argumentó.
Seguía atrapado con eso de que Lila Kate se marchó hace poco. ¿Adónde
había ido? ¿Cuándo? Eso no parecía propio de Lila Kate en absoluto. Siempre
estaba a disposición de sus padres, haciendo lo que querían. Probablemente ni
siquiera hubiera follado a Chanel en esa casa club y me hubieran pillado en video
si no hubiera estado luchando contra mi atracción por Lila Kate. Ella hacía estragos
en mi cabeza.
—Es una niña —fue el argumento de Grant.
—No es una buena excusa —agregó Rush—. Phoenix me está haciendo
pasar por un infierno. Las chicas no son fáciles porque son chicas. Tienes suerte
porque Lila Kate es exactamente como su madre.
¿Había dejado la ciudad? ¿Y Grant estaba de acuerdo con esto?
—¿Quién se fue con ella? —le pregunté, tratando de volver a lo que era
importante aquí.
—Nadie —fue la respuesta de Grant.
—¿Dejas que se vaya sola? —dije, preguntándome si perdió su jodida razón.
Siempre fue tan sobreprotector.
—Es una mujer adulta. Es inteligente —fue su defensa
—Está con Nate y Bliss en este momento —agregó Rush.
Se hallaba en Sea Breeze. No había llegado lejos. —¿Adónde va ahora?
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—No hace videos de sexo en la casa del club, eso es condenadamente seguro
—dijo papá.
No. Ella nunca haría eso. Lila Kate no era esa clase de chica. Tampoco era
del tipo que se escapaba así como así. Sola. Pero entonces, llegó tan lejos, a
Alabama. Había muchas posibilidades de que regresara a casa. Probablemente lo
haría.‖Pero…‖¿Y‖si‖no‖era‖así?
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Traducido por Jeenn Ramírez
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Corregido por Laurita PI
Bliss tenía amigos amables. Pero no esperaba menos. Hoy fue divertido.
Agradable. Me alegraba haber ido. Ahora necesitaba concentrarme y decidir dónde
iría desde aquí. Bliss se fue a la biblioteca donde trabajaba para revisar algunas
cosas. Decidí quedarme atrás planeando algo.
Con la brisa cálida, una toalla para sentarme, un bloc de notas, y mi iPhone
para investigar, me senté en la arena frente al agua. Mis gafas de sol sombreaban el
sol, y era pacífico. Se sentía como en casa. Adoré esa parte. El calor, el sonido de las
olas, la arena entre los dedos de mis pies, cosas con las que crecí, y siempre serían
parte de mí. Dondequiera que fuera.
Tomando notas me dividía entre ir a Birmingham y visitar a mi amigo o
continuar hasta llegar a Nashville. Disfrutar de la ciudad y luego dirigirme a las
Montañas Humeantes. Era eso o dirigirme al oeste a Luisiana. Nunca estuve en
Nueva Orleans. Eso podría ser emocionante. Pero viajar sola podría no ser muy
inteligente.
—¿Te importa si te interrumpo? —La voz me sobresaltó y levanté la vista
para ver a Eli. No creí que volviera a aparecer después de esta mañana. Al menos
esperaba que no lo hiciera.
Quise‖decir:‖“Sí,‖me‖importa”,‖pero‖mis‖modales‖no‖me‖dejaban.‖—Supongo
que no.
Se dejó caer a mi lado y se sentó en la arena. No ofrecí parte de mi toalla. Si
él iba a hacer que hiciéramos esto, entonces iba a llenarse el culo de arena.
—El desayuno fue interesante —comenzó.
—Sí —concordé.
Soltó una risita suave. —Eras la última persona que esperaba. Estaba casi
convencido de que te había inventado en mi mente.
Era ridículo. —¿Te emborrachas así a menudo? —le pregunté con sarcasmo.
—Nunca. En raras ocasiones. Lamento haberlo hecho anoche.
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Apuesto a que lo sentía. —Lo puedo imaginar.
No dijo nada durante unos instantes. Estudié el cuaderno en mi mano.
—Después del tercer baile... Yo, bueno, las cosas se desvanecieron. No
recuerdo nada.
Él me recordó de nuevo cómo el sexo era olvidable conmigo. Estupendo.
Justo lo que quería discutir. De todos modos, no sabía qué creerle. ¿Cómo alguien
podía perder la memoria de esa manera?
—¿No vas a decirme qué pasó? —dijo cuando no respondí.
Me encogí de hombros. —Nada en realidad. Paseamos. Tropezaste un poco.
Recobré la sobriedad de mi breve embriaguez, y luego te dejé con tu tía.
Si no lo recordaba, no iba a darle una recapitulación. Sería mi secreto.
—¿Es todo? —preguntó.
—Es todo. —No era mentirosa. Evité mirarlo cuando confirmé la mentira
porque sabía que mi expresión me delataría.
Suspiró. —Entonces, ¿por qué tengo la sensación de que me odias por algo?
La chica que recuerdo de anoche fue más amable.
Tampoco respondería a eso. —Estabas borracho. No sabes si soy amable o lo
pensaste.
Sonrió. —Fuiste a dar un paseo por la playa conmigo. Eso es muy amable.
Tenía razón. Levanté la mirada para encontrarme con la suya, y fue honesto
acerca de lo que yo estaba dispuesta a ser honesta. —No pensé que te vería de
nuevo. Anoche fue mi primera vez sola en un bar. Era mi primera vez bailando con
un extraño y bebiendo con uno. Pensé que quedaría como un recuerdo, no algo
que tendría que enfrentar en el desayuno a la mañana siguiente.
—Estaba sorprendido pero feliz de verte cuando entré. Me arrepentía de no
haber conseguido tu número. Parecía como si tuviera una segunda oportunidad.
¿Una segunda oportunidad? ¿De qué? Se encontraba enamorado de Bliss.
No buscaba a otra persona. —¿Qué esperabas exactamente?
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Se quedó mirando el agua e hizo una pequeña elevación de hombros. Eran
hombros lindos. Amplios y musculosos. Era seguro que recibía mucha atención
femenina. Yo era una de muchas. —Renuncié a las mujeres un tiempo. Necesitaba
un descanso para aclararme la cabeza. Iba bien. Enfocado. Resolviendo las cosas.
Funcionando. Pero entonces entraste. Estaba a media oración discutiendo con mis
amigos sobre la cerveza y no fui capaz de mirar hacia otro lado. Eso no me había
pasado... en mucho tiempo.
Eso casi alivió el resquemor que me producía que olvidara que habíamos
tenido relaciones sexuales. Casi. Ayudaba.
—Me voy de aquí pronto. Probablemente mañana. A más tardar el lunes.
No parecía complacido. —Lo sé. Tienes esa aventura que experimentar. Pero
mientras estés aquí, me gustaría volver a formar parte de esa aventura. Tal vez en
el camino de regreso puedes pasar por aquí y decirme cómo fue todo. Simplemente
me gustaría conocerte.
Había muchas cosas que podía decir. Pero lo único que salió de mi boca
fue—: Bien. —Me sorprendí con eso.
La sonrisa que cruzó su rostro cincelado fue nada menos que hermosa. Él no
tenía dureza en su mirada, eso era seguro. Y puede que esté enamorado de una
mujer casi casada, pero era amable. Bebió demasiado, eso no lo hacía un idiota.
También podría haberme emborrachado si amaba a alguien que nunca sentiría lo
mismo acerca de mí.
—¿Cuáles son tus planes para el resto de la noche? —preguntó esperanzado.
—Decidía mi ruta, pero eso es todo. No he hablado con Bliss y Nate. No sé
qué planeaban hacer.
—Es sábado por la noche. Vuelve a Live Bay conmigo. Me gustaría bailar
contigo sobrio. Podemos dar un paseo que recuerde. Incluso te compraré algo que
puedes comer con cubiertos. Divertirás a mis amigos y posiblemente los encantarás
de la manera que hiciste conmigo.
Era muy bueno con las palabras. Sonrí a pesar de todo lo demás. —Si Nate y
Bliss no tienen planes en los que esté involucrada, sería bueno. Déjame consultar
con ellos primero.
Asintió con la cabeza al cuaderno en mi regazo. —¿Esa es tu aventura?
—Sí —respondí sintiéndome un poco avergonzada.
—¿Cuál es la próxima parada?
—Nashville o Nueva Orleans —le dije.
Sus cejas se elevaron. —Nueva Orleans es peligrosa para una chica que viaja
sola.
Ya lo había considerado. —Lo sé. Pero, ¿qué es una aventura sin peligro?
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—Quieres vivir para contarlo.
Era cierto. —Solo estoy pensándolo. La idea para este viaje era despegar y
no tener un plan. Pero me gusta saber a dónde me dirijo.
—Me alegro de que esta haya sido tu primera parada.
Tal vez yo también me alegraba.
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Traducido por Beatrix
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Corregido por Miry GPE
Lila me escribió dos horas más tarde para decirme que estaba libre esta
noche. Le dije que la recogería a las seis y la alimentaría, luego iríamos a bailar. La
parte frontal de Live Bay era un restaurante de verdad con buena comida.
Cuando llamé a la puerta de Bliss, era la primera vez que no tenía un nudo
de arrepentimiento o dolor en mi estómago. Nunca fui sincero con ella sobre mis
sentimientos, pero ahora era demasiado tarde. Se encontraba feliz y enamorada.
Nunca me miró como miraba a Nate.
Bliss abrió la puerta y me dirigió su usual brillante sonrisa. —Estaba a punto
de llamarte. Entra. Necesito hablar contigo de algo.
Al parecer no sabía que me encontraba aquí para recoger a Lila. Era normal
que pasara por allí. Aunque no muy a menudo. —De acuerdo —dije entrando por
la puerta y buscando cualquier signo de Lila.
—He estado luchando contra algo. —Entonces rio—. Nate dijo que puedo
hacer lo que quiera. Es nuestra boda, y no creemos en las reglas. Me gusta esa idea.
Sin reglas. Hacerlo a nuestra manera. ¿Entiendes?
¿Bliss quería hablar de su boda? ¿En serio? Asentí.
—¿Quieres una bebida? Tengo una botella de agua en la nevera —dijo,
sonando nerviosa.
—No. Estoy bien. Gracias —le respondí, estudiándola. Se hallaba inquieta.
Como si le preocupara lo que tenía que decirme.
—De acuerdo, ¿quieres sentarte? No tenemos que quedarnos aquí. Me
sentía tan ansiosa de hablar contigo después de tomar mi decisión. Entonces
apareciste y sabía que estaba bien.
No tenía idea de que me encontraba aquí para recoger a Lila. Volví a mirar
alrededor para ver si Lila nos escuchó, pero no estaba a la vista.
—Podemos estar de pie. No voy a quedarme mucho —le dije.
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Asintió. —Correcto. Está bien. —Balbuceaba ahora como lo hacía cuando se
encontraba nerviosa. ¿Qué diablos le pasaba? ¿Cómo podría afectarme algo que
tuviera que ver con su boda?
—Quiero que seas mi padrino —espetó.
—¿Qué? —Salió de mi boca antes de que pudiera detenerme.
—Mi padrino. No necesito una dama de honor. ¿Quién lo sería? Tú eres mi
mejor amigo. Así que debería tener un padrino a mi lado. No una dama de honor.
No te verías muy bien usando un vestido. —Se rio, luego continuó—: Y no puedes
estar al lado de Nate. Eres mi amigo. Su padre va a ser su‖padrino.‖Solo…‖quiero
que seas parte de mi gran día. Has sido una parte de todos los acontecimientos
importantes en mi vida. Este no debería ser diferente. No voy a tener damas de
honor. Los dos decidimos tener padrinos. Entonces Jilly será la chica de las flores
por supuesto. Suena loco, pero no lo es. Tiene sentido. ¿Entiendes?
Por mucho que la entendía, no pensé que pudiera contestarle. ¿Cómo se
suponía que debía estar de pie allí y ver a la chica con la que imaginé toda mi vida
casarse con alguien más? Cuando estuvo enferma y no estaba seguro de que iba a
sobrevivir, temía que nunca tuviéramos la oportunidad de tener una vida juntos.
Casarnos. Tener hijos. Pero venció el cáncer. Y se iba a casar. Solo que no conmigo.
Pero ella quería que lo viera de cerca y en primera persona.
Mierda.
—Por favor, piénsalo. Esto hará mi día completo. Tenerte ahí conmigo se
siente correcto.
Llegué sin el nudo en el estómago, pero ahora se encontraba de vuelta. Más
fuerte que nunca. —Sí, está bien, claro. Puedo hacer eso.
No sé cómo logré sacar las palabras.
Bliss mostró una enorme sonrisa. —¡Gracias! Esto significa el mundo para
mí.
Era un infierno para mí. Pero no lo dije. —Gracias por pedírmelo.
—Tengo que decirle a Nate. —Se estiró para agarrar el teléfono y luego
volvió a mirarme—. Espera, has venido a verme. Me hice cargo de la conversación.
¿Solo viniste de visita o necesitas algo?
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—Lila. Estoy aquí para recoger a Lila —contesté todavía aturdido por lo que
me pidió.
Eso le devolvió la sonrisa. —Así que tú eres sus planes para esta noche. Eso
es maravilloso. —Y lo decía en serio. Bliss quería que saliera con alguien. Que
hallara a alguien, como ella—. Bueno, iré a mi habitación y leeré hasta que Nate
llegue a casa. Diviértanse —dijo, luego me dio un abrazo rápido—. Gracias de
nuevo.
No me giré para verla marchar. Solo me quedé parado mirando al frente.
Comprendiendo la situación. Estaba tan perdido en mis pensamientos que no oí
los escalones hasta que Lila pasó por delante de mí hacia el gabinete de licores.
Miré como lo abría, luego me miró por encima del hombro. —¿Vodka o tequila?
—Vodka —le respondí.
—Bien —dijo mientras recogía la botella de Grey Goose y se giraba hacia
mí—. Vamos. —Parecía una orden. No estaba seguro de lo que hacía, pero la seguí
por la puerta y, bajé a la playa. Siguió caminando una vez que llegamos a la arena.
Mis pasos más largos la alcanzaron.
—¿Qué hacemos? —pregunté finalmente.
—Caminar hasta quedar fuera de la vista de la casa —fue su respuesta. La
botella de vodka continuaba en su mano.
—Muy bien. —No era exactamente una explicación, pero seguí caminando
con ella. Otros cuatrocientos metros y llegamos a un gran tronco que hace mucho
tiempo se desplazó. Se encontraba asentado alto y lejos del agua.
Fue a sentarse, y tomé el lugar a su lado. Abrió el vodka y luego tomó un
trago largo antes de entregármelo. —Toma, lo necesitas más que yo —dijo.
Lo tomé y bebí porque tenía razón. Lo necesitaba. Pero ella no sabía por qué.
—¿Cuánto tiempo has estado enamorado de ella? ¿Toda tu vida? ¿Desde
que eran niños o una vez que crecieron?
Maldita sea. —¿Es tan obvio?
Se encogió de hombros. —No y sí. La miras como un hombre enamorado
mira a una mujer. Pero no lo haces todo el tiempo. Tienes cuidado. Presté atención.
Le devolví la botella. La tomó y suspiró. —Por eso me fui —dijo mientras
tomaba otro trago. Me quedé impresionado. No imaginaba que Lila pudiera beber
vodka directamente de la botella. Eso no le quedaba bien. Pero ni siquiera se
estremecía. Me pregunté si podría hacer lo mismo con el tequila. Me di cuenta de
lo que dijo entonces.
—¿Te fuiste porque alguien te pidió que estuvieras en su boda o porque
amas a alguien que no siente lo mismo?
—Crecí con él. Hemos estado juntos desde que éramos niños. Siempre pensé
que era emocionante y divertido. Siempre me hacía reír. Y entonces, un día me
besó. Sabía que estaba enamorada de él. Pero no era correspondido.
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Mierda. —¿Nate? —le pregunté pensando que podría odiarlo después de
todo.
Sacudió la cabeza para mirarme, luego soltó una carcajada. —¡Dios, no! Eso
sería como incesto. Me refiero a que no estamos relacionados, pero se siente así.
Siempre. Nuestros padres eran hermanastros cuando eran más jóvenes. Lo de sus
padres no funcionó porque la abuela de Nate es una psicópata. De todos modos,
siguieron siendo mejores amigos incluso después de que sus padres se divorciaron.
Me devolvió el vodka. —Entiendo eso del amor no correspondido. Pero no
estoy enamorada de él. Qué sentimientos frágiles podían quedarme si después de
años de casi no hablar con él, cuando estaba borracho decidió aparecerse diciendo
cosas hirientes. Sin embargo eran verdad. Al menos algunas cosas.
No podía imaginarme nada que pudiera decirse de ella que fuera negativo.
—Es un idiota —respondí sin siquiera escuchar lo que dijo sobre ella. Entonces
tomé un trago.
—Sí, lo es.
Seguimos allí unos minutos, pasándonos el vodka en silencio. Pensando.
Por fin, respondí a su pregunta. —Creo que me di cuenta de que la amaba cuando
teníamos seis años. Hizo una corona de margaritas, la puso en su cabeza y luego
bailó alrededor del patio. La observé durante mucho tiempo preguntándome si
alguien era tan guapa como ella. Finalmente me vio, dejó de girar, me lanzó una
gran sonrisa y luego extendió su mano hacia mí. Dijo que era la reina de las hadas
y yo podría ser su rey. Es un recuerdo tonto, pero se quedó conmigo. —Entonces
tomé un trago—. Gracias por el vodka. Me está ayudando. —Se lo pasé de nuevo.
—Sí. Puede que no seamos capaces de regresar caminando a la casa, pero no
estarás dolido, y no estaré aterrorizada de mi aventura.
—¿Aterrorizada? Pensé que querías esta aventura.
Se encogió de hombros. —Quería ser otra persona. Hacer algo impropio de
mí. Alejarme. La realidad me asusta.
—Entonces no te vayas.
Una triste sonrisa tocó su rostro. —Tengo que hacerlo. Lo necesito.
—¿Por él? —pregunté.
—No. —Negó con la cabeza—. Por Lila. Tengo que hacer esto por Lila. Y he
bebido demasiado con el estómago vacío. Hablo de mí en tercera persona.
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Me reí, y se unió a mí. Se sentía bien estar aquí sentados, riendo y siendo
totalmente honestos el uno con el otro.
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Traducido por Miry GPE
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Corregido por Julie
Live Bay no era una larga caminata desde la casa de Nate y Bliss. Lo cual era
algo bueno porque ninguno de nosotros necesitaba conducir. La caminata nos
ayudó a ponernos un poco sobrios, pero no completamente. Era una agradable
sensación relajada. Para cuando terminamos de comer en el restaurante frente al
bar de Live Bay, mi cabeza se hallaba mucho más clara. Mis preocupaciones y
miedos regresaban.
—No sé si quiero bailar esta noche —le dije.
—No creo que quiera estar entre la multitud ahí —aceptó.
Al menos no trataría de convencerme de quedarme. Pero volver a casa de
Nate, donde simplemente me sentaría y preocuparía sola, tampoco parecía
atractivo.
—Busquemos mi camioneta y luego vamos a mi apartamento. Podemos ver
una película. Tengo vodka. También tengo un poco de helado de mantequilla de
maní en mi congelador que necesita ser comido. Ahí estará tranquilo.
Eso era mejor. —Bueno. Sí, eso suena bien. Especialmente el helado.
Sonrió. —Y pensé que sería mi perfecta personalidad la que te ganaría.
—Eso solo es un agregado. El helado definitivamente es el primer premio.
El mesero llegó, Eli tomó la cuenta de nuestra cena y la pagó. Esta fue una
cita. Una real. Incluso después de nuestras admisiones de borrachos en la playa.
Hablamos de Sea Breeze y su infancia ahí en nuestro camino de regreso a la
camioneta. Él tenía buenos recuerdos del lugar y un montón de amigos que
sonaban mucho más coloridos de los que tenía en casa.
No entramos ni dijimos nada a Bliss y Nate. En cambio, nos metimos en su
camioneta y nos dirigimos a su apartamento, el cual era más un condominio en la
playa. Bliss vivió ahí con él antes de unirse a Nate. Me pregunté si compró uno de
dos dormitorios por‖esa‖razón…‖para‖ella.
Pero no quería hablar de eso, así que no pregunté.
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—Eso es todo. Las películas están en ese gabinete si quieres revisar lo que
tengo. O podemos alquilar algo de iTunes. Tu elección.
Era agradable. Se podía decir que una mujer vivió aquí alguna vez. Había
un toque femenino que la mayoría de los chicos no sabían cómo sacar cuando
decoraban. O no les importaba.
—Veré qué selección tienes —le dije, caminando hacia el gabinete.
Me dejó ahí. Abrí el armario y vi que los DVD se encontraban en orden
alfabético. Tenía una gran selección. Encontré Top Gun hacia el final y lo elegí. La vi
una vez cuando era más joven. Era un clásico incluso entonces.
Eli regresó a la habitación con una botella de vodka, dos vasos y un poco de
jugo de arándano. —Supongo que no siempre bebes vodka directamente de la
botella —dijo con una sonrisa maliciosa.
—Tendrías razón. Esa de hecho fue una primera vez para mí.
—Lo imaginé.
Le entregué el DVD, y asintió. —Buena elección —confirmó, poniendo los
vasos en la mesa de café, el vodka y el jugo de arándano detrás de ellos—. Sírvete
tú misma. ¿Quieres que ya traiga el helado? ¿O después?
Todavía no tenía hambre. Seguía llena de las pinzas de cangrejo fritas y
papas fritas que comí. —Estoy bien con el vodka por ahora.
Entonces se sentó en el sofá y agitó su brazo a su lado. Entonces bebamos.
Ya me puse sobrio, y prefiero el adormecimiento que vino con el vodka antes.
—Definitivamente te hace valiente. Lo que no es necesariamente algo bueno
—dije pensando en mí misma.
Me dio un vaso con hielo. —Mézclalo de la manera que te guste. También
tengo agua con gas si lo prefieres.
—El arándano está muy bien.
Me serví lo que creí era un chupito de vodka y luego llené el resto del vaso
con el jugo. —No somos influencias muy buenas el uno para el otro, ¿verdad? —le
pregunté.
Se rio entre dientes. —¿Por qué? ¿Porque seguimos bebiendo?
Asentí.
—Es solo que el momento no es tan bueno para ninguno de los dos.
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Me incliné hacia atrás y crucé las piernas para sentirme cómoda antes de
tomar un trago. —No, supongo que no lo es.
Se sirvió por lo menos medio vaso de vodka y añadió un poco de jugo.
Luego se levantó y se acercó al reproductor de DVD para poner la película. De
nuevo, esto era cómodo. Era fácil confiar en Eli.
La película comenzó, y bebimos mientras la mirábamos. Una hora después,
se levantó y fue a buscar el helado. Aún no tenía hambre, pero lo comí. Otra bebida
apareció en mi mano y con ella llegó la sensación suave y fácil. Lo disfruté y lo
volví a llenar.
—¿Lila?
—¿Sí?
—¿Qué pasó de verdad anoche?
Pensé por un momento y creí que no había razón para no ser honesta con él.
—Tuvimos sexo en la playa. Usaste condón.
Se sentó recto y solté una risita. Ahora era gracioso. O el vodka me hizo
pensar que lo era.
—Fue... ¿Fui algo bueno? —preguntó y eso me hizo reír más fuerte. De
todas las cosas por las que él estuviera preocupado, eso no fue lo que yo pensé.
—Sí. Lo haces bien con los efectos de la intoxicación. Pero no sé cómo eres
sobrio.
Su sonrisa era oscura y sexy. —Podríamos averiguarlo.
Sacudí la cabeza. —No, no podemos.
Suspiró y se apoyó contra el sofá. —Maldición.
Me quedé dormida antes de que terminara la película, pero mi noche fue
divertida. El alcohol me relajó, y no soñé, solo dormí.
El sol empezaba a elevarse cuando abrí los ojos. Dormía en el sofá sola. Una
manta me cubría y una almohada se hallaba debajo de mi cabeza. Me estiré, me
levanté, doblé la manta y pasé una mano por mi cabello. Necesitaba irme. Bliss y
Nate asumirían cosas que no sucedieron. No es que me importara. Pero a una parte
de mí sí. Y ocurrió antes, pero anoche no.
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Encontré un recibo viejo y un bolígrafo en mi bolso.
Gracias por anoche. Fue divertido. Espero que eso ayude.
Lila
Puse la nota sobre la mesa delante de mí y luego me fui. Me gustaba Eli
Hardy, y en circunstancias diferentes sería más difícil dejarlo. Pero su corazón
estaba tomado incluso si él no quería que así fuera.
Mi caminata de regreso a casa de Nate y Bliss fue tranquila. Las gaviotas se
encontraban afuera, y el olor de la sal en el aire me calmó. El sol aún no hervía, y
me gustaba estar sola. Mis pensamientos se encontraban por todas partes mientras
circulaba. Tanto que casi no noté la moto aparcada fuera de la casa de Nate.
Cuando la vi, me detuve. Conocía esa moto. También conocía al chico que la
montaba. Volvió la cabeza y me miró. Aunque lo odiaba. A pesar de que haría
cualquier cosa para que no me afectara verlo ahí, mi corazón se aceleró un poco.
Respiré profundamente y luego volví a caminar hacia la puerta principal y a
Cruz Kerrington.
—¿Qué haces aquí? —espeté cuando me hallaba lo suficientemente cerca
para que me escuchara.
Me dio su sonrisa arrogante. —Escuché que hacías un viaje por carretera.
—¿Y?
—¿Por qué?
No quería contestarle. Pero estaba aquí. Él nunca había venido aquí. —¿Por
qué estás aquí? —pregunté.
—¿Por qué te marchaste? —replicó Cruz.
Yo era la nueva Lila. No era la misma chica que dejé en Rosemary. —Porque
ya no quiero ser esa chica. La que describiste.
—¿Así que pensaste que abandonar la ciudad sola cambiaría eso?
Odiaba eso. Odiaba su sonrisa presumida y su confianza en sí mismo. —Sí.
Esta es mi... aventura. Ahora vete. Déjame disfrutarla.
Cruz no se movió. Me estudió un momento. Comencé a pasar junto a él
hacia la puerta principal. —Sube, Lila —dijo y miré hacia atrás. Sostenía un casco
hacia mí.
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—¿Disculpa? —pregunté, pensando que lo escuché incorrectamente.
—Sube en la parte de atrás de mi motocicleta —repitió Cruz.
—¿Estás loco?
Se encogió de hombros. —Sí. Pero ya lo sabes. Ahora sube a la motocicleta.
—No me subiré a esa motocicleta.
Me miró arqueando una ceja. Era un talento sexy. —Dijiste que querías una
aventura. ¿Qué es más aventurero que subir en mi motocicleta y solo irte?
—¿A dónde iríamos? —Me escuché preguntar.
—A cualquier lugar, a todas partes.
Volví a sacudir la cabeza. —Mi maleta está arriba. Mi auto, aquí.
—Sí... pero quieres cambiar. Esa es la vieja tú. Sube y encontraremos a la
nueva Lila Kate Carter.
Permanecí ahí. Mi cabeza me decía lo ridículo que era esto y que necesitaba
entrar y cerrar la puerta en su cara, pero mis pies comenzaron a moverse hacia él.
No tenía nada más que la ropa que llevaba y el bolso en mi hombro. Me detuve
junto a su motocicleta y me puso el casco en la cabeza. Entonces su mano se cerró
alrededor de la mía. —Sube.
Y lo hice.
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Corregido por Julie
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Traducido por Jadasa
A veces lo arruinas y no lo piensas bien. Eso es lo que me trajo aquí. Fue
pura reacción. Ahora tenía a Lila Kate sobre mi moto rumbo al oeste, a Nueva
Orleans. Una vez que su papá se enterara, sabía con certeza que necesitaría entrar
en protección de testigos. Grant Carter iba a matarme. Pero hasta entonces, iba a
estar allí en tanto Lila Kate liberaba su dulce y pequeño trasero estirado.
Al menos se relajaría. No quería que empezara a bailar sobre la barra en
topless o algo parecido, pero éste era un paso en la dirección correcta. Simplemente
dejando todo atrás. Sin explicaciones. Yéndose sin más. No creí que lo hiciera. No
había podido dormir. Me levanté a las tres y salí con una mochila que contenía una
muda de ropa y un cepillo de dientes, luego monté y me alejé.
Pero maldita sea, no iba a dejarla ir por sus propios medios. Me importó una
mierda que fuese adulta. Se encontraba tan sobreprotegida que no importaba su
edad. Me encantó el hecho de que quisiera extender sus alas. Solo necesitaba un
poco de guía. Por eso estaba aquí. Grant debería estar agradeciéndome. No sería
así. Probablemente trataría de matarme.
Estaríamos en Nueva Orleans cuando todos se despertaran y se dieran
cuenta de que se fue. Haría que llamara a su mamá, y yo llamaría a Nate y se lo
diría. No iba a dejar que todo el mundo se preocupara.
Entré en el estacionamiento de un Wal-Mart y la llevé hasta la puerta antes
de apagar el motor. —Esto es lo mejor que encontraremos tan temprano. Agarra
unos pantalones vaqueros y zapatos cerrados. Cámbiate y vuelve a salir.
No se movió. —¿Quieres que entre y compre pantalones vaqueros y
zapatos?
Me di la vuelta y le quité el casco. —¿Quieres montar hasta Nueva Orleans
vistiendo esos pantalones cortos y un par de sandalias?
Bajó la mirada a sus piernas desnudas y luego me miró. —Supongo que es
una mala idea. —Lo hizo sonar como una pregunta.
Asentí.
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Con un suspiro, se bajó de la moto. —Debería de haber traído al menos
algunas de mis cosas.
—¿Empacaste pantalones vaqueros y botas? —pregunté, y negó con la
cabeza—. No lo creo.
Ella entró, y traté de no admirar su culo. Eso no era de lo que se trataba. Me
hallaba borracho cuando la besé. No iba a jugar con sus emociones. Me preocupaba
demasiado por ella como para hacerla una de las chicas que follé. Lila merecía el
romance. Eso no era lo mío.
Lo mío eran las cuerdas, esposas y strippers. Ese era mi ritmo. Las chicas
sabían que me gustaba jugar duro, y ellas también lo deseaban de esa manera. Lila
era frágil. Definitivamente, no iba a mi ritmo.
Pensé en llamar a Nate y decidí no hacerlo. Estaban durmiendo. Aún no
había necesidad de que todos sepan que me escapé con Lila. Lo sabrían pronto.
Ella tendría su jodida aventura. Luego regresaría a casa a salvo.
Mierda.
No le dije que encontrara el par de pantalones más ajustados y se los
pusiera. Lila Kate regresó a la moto. Llevaba botas de cuero negro falso, pero eso
no importaba porque los pantalones vaqueros ajustados que tenía eran todo lo que
podía‖ver.‖Eso‖y‖la‖camiseta,‖igual‖de‖ajustada,‖que‖llevaba.‖Decía‖“Velocidad”‖en‖
el frente y parecía desgarrada en el escote para mostrarlo.
—¿Qué demonios? —pregunté.
Sonrió. —Creo que ahora parezco una motera.
Lucía como si fuera a meterme en una maldita pelea. —Jesús —murmuré y
luego le tendí el casco. Se lo colocó y luego se montó de vuelta—. Es lo mejor que
tenían —explicó.
—¿Qué, no tenían ropa de tu talla? —discutí.
—¡Esta es mi talla!
—Parece que algunos talles son demasiado pequeños —argumenté.
—Se supone que es ajustado.
—¿Dónde está tu otra ropa? —pregunté.
—La dejé en el vestidor. Era de la vieja Lila Kate.
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No dije nada más. Esta aventura era lo que Lila Kate deseaba hacer. Tenía
razón, no se parecía a la vieja Lila. En lo absoluto.
Regresé a la carretera y me dirigí hacia la I-10. Necesitábamos dejar un poco
de carretera detrás. Los brazos de Lila se envolvieron a mi alrededor y su cuerpo
no presionaba exactamente mi espalda, pero se encontraba cerca. Lo suficiente
como para que lo sienta. Maldición, tenía que pensar en otra cosa. Esto se trataba
de que me alejara del club y de todas las responsabilidades que mi papá quería
darme. También de asegurarme de que Lila Kate regresara viva.
Sabía que de lo único que no se trataba esto era de tocar a Lila Kate. Sentí
que mi teléfono vibró en mi bolsillo y maldije. Alguien ya se despertó y se dio
cuenta de que me fui. Posiblemente era mi papá. Era probable que haya planeado
para mí otro torturante día de golf por la mañana.
Al principio, estaría enojado, pero cuando le explicara por qué vine a
proteger a Lila Kate, iba a comprender o estaría aún más enojado. Era lo uno o lo
otro. Aún no podía estar seguro. Tampoco me importaba. Me sentía incluso más
alegre de haberme despertado e ido sabiendo que si me quedaba, habría tenido
que jugar golf de nuevo.
Entramos en Mississippi, y Lila Kate indicó la señal como si eso fuera
emocionante. Lo entendí. La mayor parte del tiempo ella viajaba en avión. No
había estado en lugares como Mississippi. Cuando llegamos a Biloxi, me dirigí
hacia Beauvoir, el hogar de Jefferson Davis y la Biblioteca Presidencial. No era algo
que vi antes o que alguna vez me importara ver. Pero sabía que a Lila Kate le
gustaban las cosas de la historia. Museos y mierda como esa.
Nos detuvimos frente a la gran casa blanca que fue restaurada a cómo se
veía en mil ochocientos ochenta y nueve cuando vivía en esta casa. Estacioné al
lado del único coche en el estacionamiento. Eran poco después de las ocho de la
mañana, y la señal decía que se abría a dicha hora. Nadie todavía se hallaba por
aquí.
Lila Kate se quitó el casco y alzó la mirada hacia el lugar. —¿Que estamos
haciendo?
—¿Has estado alguna vez en Biloxi? —pregunté.
Sacudió la cabeza.
—Entonces deberías ver un poco de eso. Donde vivía el loco del último
presidente confederado. También hay un cementerio confederado.
Lentamente miró de la casa a mí. —¿Me trajiste a ver la casa de Jefferson
Davis?
Tal vez esa fue una mala idea. Infiernos, pensé que le gustaba lo que tenía
que ver con historia. —¿No te gusta ese tipo de mierda?
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Me estudió un minuto, luego se rió. —Vamos a ver la casa —dijo finalmente
y puso su casco sobre su asiento.
—¿Qué es tan gracioso? —pregunté a medida que me bajaba de la moto. No
iba a mirar su trasero con esos pantalones vaqueros. No lo iba a hacer. Maldición.
—Que me trajiste a la casa de un presidente confederado.
—No había muchas opciones. Estamos en el centro del sur, Lila. Esta es la
historia que tienen por aquí para que uno vea. Además, es impresionante. Mírala
—dije, señalando el gran edificio.
Se volvió hacia la casa y asintió. —Sí lo es. Vamos a ver el lugar.
15
Traducido por Ma.sol
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Corregido por Karen_D
Luego de pasar una hora caminando alrededor de la casa y el cementerio,
Cruz me llevó a desayunar en el casino. Fue muy bueno, lo que me sorprendió.
Cuando caminábamos de regreso a la motocicleta, él me lanzó una mirada. —Así
que ahora has visto un poco de Misisipi.
Este comportamiento era tan impropio del Cruz que yo conocía; me hizo
sonreír en grande. Por una vez, fue agradable. Cuando éramos niños, vi este lado
de él, pero desde entonces no.‖ Verlo‖ de‖ nuevo‖ fue…‖ era…‖ peligroso.‖ Tenía‖ que‖
recordar quién era él y mantener mi cabeza en orden.
El resto del viaje fue rápido. Entramos a Luisiana poco después de dejar
Biloxi. En una luz roja, Cruz me miró por encima de su hombro. —¿Quieres
seguridad y lujo o quieres la atmósfera?
—La atmósfera —grité a través de mi casco y por encima del motor.
—Bien —respondió y luego atravesó una zona muy pintoresca que no olía
tan bien, pero era exactamente como me la imaginé, considerando que reconocía
cosas por The Originals, de la que yo era culpable de ver en un atracón de Netflix.
Comencé a señalar algo pero me detuve. Cruz se burlaría de mí.
Se detuvo en un estacionamiento y apagó el motor. Me quité el casco y miré
a mi alrededor. —¿Dónde estamos?
—En el aparcamiento del hotel.
No había visto un hotel. —¿Seguro?
—Sí, estoy seguro. He estado aquí antes. Un par de veces.
—¿Por qué estuviste en Nueva Orleans? —pregunté.
Sonrió burlonamente hacia mí. —Mardi Gras1.
Ah. Debí haberlo adivinado. —Esto no será ni de cerca tan emocionante
como lo había imaginado.
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Se bajó de la moto. —No habrá mujeres mostrándome sus tetas por toda la
calle. Así que sí, será menos emocionante.
Rodé los ojos y bajé de la motocicleta. —No tengo nada conmigo. Necesito
encontrar una tienda para comprar algunos artículos de tocador, y un cambio de
ropa sería bueno.
—Vamos a buscar una habitación, luego podemos ir de compras.
—Habitaciones. —le corregí.
Arqueó una ceja. —¿En serio? ¿Vamos a gastar dinero en dos habitaciones?
Asentí. —Sí, en serio.
—Jesús, Lila Kate. No voy a intentar follarte. Nunca lo he intentado, y no
voy a empezar ahora.
Eso escoció. No iba a dejar que él lo sepa, pero lo hizo. —Soy consciente de
que no te sientes atraído por mí. Lo has dejado muy claro. Me gusta mi privacidad.
No quiero compartir una habitación contigo.
Se encogió de hombros. —Como sea.
Ahí estaba el chico que conocía. Al menos me recordaba que el chico dulce
que quería que experimentara algo de Misisipi fue un breve lapso. El Cruz que
conocía y me desagradaba se hallaba de vuelta.
Nos registramos sin decirnos mucho el uno al otro. Nuestras habitaciones se
hallaban al lado de la otra. Cuando llegamos a la puerta de nuestras habitaciones,
me miró. —¿Esto va a ser demasiado cerca para ti? ¿Planeas escabullir a algún tipo
que encuentres en la calle y no quieres que lo vea?
Se comportaba como un listillo. A este Cruz lo conocía bien. Pero la nueva
Lila Kate no iba a soportarlo. Desbloqueé la puerta y justo antes de entrar, encontré
su mirada arrogante. —No. Esto está bien. Mi último rollo de una noche fue en una
playa pública. Supongo que si puedo tener sexo en una playa pública, entonces
1
Nombre del carnaval que se celebra en Nueva Orleans, Luisiana, Mobile, Alabama y San Luis,
Missouri. Se refiere a que es el último día para disfrutar de los placeres tanto culinarios como
carnales antes de la época de abstinencia que marca el inicio de la Semana Santa y la Cuaresma.
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puedo tenerlo en la habitación continua a la tuya. —No le di la oportunidad de
responder. Rápidamente entré en mi habitación y cerré la puerta detrás de mí.
Casi esperaba a que llamara a mi puerta para preguntarme de qué hablaba.
No lo hizo. Pero sabía que pensaba en eso. No tenía nada que desempacar, pero sí
usé una toalla y un poco de jabón facial para lavar mi rostro. Luego me metí en la
ducha y enjuagué la suciedad de la carretera de mi cuerpo. Lavé mis bragas en la
ducha y las colgué para que se sequen.
Tendría que andar sin ellas hasta que vayamos a una tienda. Caminando
hacia la ventana con la toalla de baño alrededor de mí, cogí mi teléfono y tomé una
foto de del barrio francés. Luego se la envié por mensaje a Eli.
Llegué. Es justo como lo imaginé. Lo siento por no despedirme.
Necesitaba llamar a Nate y Bliss para explicarles. Entonces, por supuesto, a
mis padres.
Comencé a marcar el número de Nate cuando Eli me respondió.
¿Ya te fuiste?
Suspiré. Ni siquiera fue a buscarme cuando se despertó y yo no estaba. No
sé por qué esperaba que lo hiciera. Él tenía otras cosas en mente.
No le respondí. En cambio, llamé a Nate.
—Acabo de colgar con Cruz —fue el saludo de Nate—. Tu padre va a
matarlo. ¿Pensaste en eso?
Suspiré. Lo había considerado. Pero por el momento, no pensé en otra cosa
que hacer algo completamente distinto. Algo emocionante y lo hice. Pero iba a
tener mucho que pagar más tarde.
—Yo me encargaré de mi papá. Lamento no haber dejado una nota ni haber
recogido mis cosas.
—Cruz piensa que está protegiéndote. Eso es todo, Lila.
Nate lo sabía. Nunca se lo conté, pero lo sabía. Había sido parte de nuestro
trío como niños. Lo notó a pesar de que Cruz nunca vio a la niña enamorada en
mis ojos. Nate siempre fue más observador. Ahora se aseguraba que la adulta Lila
Kate no creyera que tenía una oportunidad con Cruz.
—Lo sé. —No dije más. Fue vergonzoso.
—Tengo tu Rover en mi cochera, y tus cosas estarán en el dormitorio de
invitados hasta que regreses.
—Gracias, Nate. Dile a Bliss que lo siento por haber huido sin decir adiós.
—Lo haré. Ella lo entiende. Mejor que yo, creo.
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Nos despedimos y terminamos la llamada. No estaba de humor para hablar
con mis padres. Era adulta. El dinero que usaba era mío. No tenía que llamarlos.
Era libre de tomar mis propias dediciones.
Me sentí culpable pero dejé caer el celular en la cama y fui a ponerme mi
ropa de nuevo sin las bragas. Eso no se iba a sentir muy bien en vaqueros. Tenía
que encontrar una tienda.
16
Traducido por AnnyR’
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77
Corregido por Karen_D
Me di cuenta de que los vaqueros no habrían estado mal mientras Lila Kate
salía del centro comercial con una falda negra corta y una camiseta color plata sin
mangas que ató por encima de su ombligo. Y, los tacones. ¿De verdad planeaba
pasear por Nueva Orleans con esos tacones?
Todavía trataba de decidir si su comentario de “sexo en la playa” había sido
completamente inventado o tan en serio como se veía cuando lo dijo. Eso fue
totalmente irresponsable. Si fue cierto, era incluso más ingenua de lo que pensaba.
—Eso es plenamente funcional —dije, tratando de no molestarme porque la
mayor parte de su cuerpo estuviera en exhibición. Pude ver a los hombres girar la
cabeza para comprobarla sin siquiera mirarlos. Conocía a los hombres. Yo era uno.
Y quería mirarla también.
Levantó un hombro desnudo como si no supiera nada. —Creía que sí.
Tenía otras dos bolsas en las manos. Yo llevaba la que se encontraba llena de
sus artículos de tocador que recogió en una farmacia antes de venir a este lugar.
—No compres más mierda. Eso es todo lo que va a caber en mi motocicleta.
—Esto bastará —me dijo—. Vamos a dejarlo en el hotel, luego quiero ver la
calle Bourbon.
Por supuesto, quería.
Regresamos por dónde venimos y parecía completamente de acuerdo con la
idea de caminar en esos malditos talones. ¿No hacían daño? Decidí dejarlo pasar y
pregunté algo más que había estado posponiendo. —¿Hablaste con tus padres?
Esperaba que dijera “sí”, que los llamó tan pronto llegó a la habitación. En
cambio, negó con la cabeza.
—Probablemente están preocupados —señalé.
Se encogió de hombros. —Ya soy grande.
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Esa no era una respuesta de Lila Kate. No pude decidir si me gustaba este
cambio o no. Crecí sabiendo que había dos cosas en las que podía confiar. Que mi
papá nunca me iba a hacer olvidar lo que se esperaba de mí. Y que Lila Kate Carter
iba a hacer siempre lo correcto.
Ella acababa de tirar eso al agua.
—Has sido mayor por un tiempo. ¿Qué te hizo decidirte a abrazarlo?
No me miró. Mantuvo la mirada recta. —La vida.
Eso era todo lo que iba a decir. La vida. Como si tuviera sentido. Me hallaba
en Nueva Orleans‖ cuid{ndola,‖ y‖ ella‖ se‖ vestía‖ como…‖ como…‖ como‖ una‖ jodida‖
chica que recogí en un club, dándome respuestas de pocas palabras, y rebelándose
contra todo lo que había hecho.
Presioné por más respuestas. —¿Qué fue lo que inspiró este ataque de
rebelión?
El ceño fruncido que llegó a su cara fue interesante. Había algo, pero dudé
que me lo dijera. Al menos todavía no. Nuestro viaje apenas comenzaba. Tarde o
temprano, me lo diría.
—Prefiero no hablar de eso —fue su respuesta final.
No insistí. Lo dejaría pasar por ahora. —Bien. Dime, ¿qué es lo que quieres
ver en la calle Bourbon?
Esto trajo una sonrisa a su rostro. —No tengo idea. Meramente quiero verlo.
¿Y podemos conseguir buñuelos? Siempre he querido probarlos.
—Sí, podemos. Los buñuelos son mejores si los comes sobria. Hagamos eso
antes de ir a la calle Bourbon.
Esperaba que me dijera que no pensaba beber. Pero no lo hizo. Solo asintió.
Jesús. Esperaba que no planeara emborracharse. No vestida así.
—¿Cuánto puedes caminar con esos zapatos? —pregunté.
—Kilómetros.
Empecé a discutir pero decidí olvidarlo. Si quería caminar en tacones, no era
mi problema. Sus dedos podían odiarla más tarde.
Lila Kate dejó caer sus maletas rápidamente. Sonrió como un niño pequeño
de camino a comprar buñuelos. Seguí esperando que se quejara de los zapatos,
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Página
pero nunca lo hizo. Parecía completamente absorta por el paisaje que la rodeaba.
Ver su experiencia de Nueva Orleans fue más divertido que mi primer viaje. Se
empapaba de él. Tuvimos que parar para ver a un grupo de chicos haciendo un
show callejero, enloqueciendo a la gente. Luego tuvimos que parar para ver bailar
a un niño. Las dos veces, dejó propinas y aplaudió emocionada. Era jodidamente
lindo. Ese era el lado de Lila Kate que conocía. La inocencia que solo ella hacía
parecer hermosa.
Cuando el polvo blanco de los buñuelos se apoderó de sus manos y camisa,
se rió como si fuera lo mejor que le pasó todo el día. Lo sacudió con facilidad, y
luego preguntó si había lugares para ir a bailar.
La noche finalmente empezaba a caer, y era hora de llevarla al centro de
todo. La gran maravilla de Lila cuando entramos en la calle Bourbon desde la calle
Canal, me hizo desear tener una maldita cámara. Para recordar esto. Necesitaba
una bebida. Mi cabeza se estaba jodiendo. Necesitaba beber y componerme. No
estar pensando en tomar fotos de Lila.
—Empezaremos aquí y bajaremos —le enuncié, metiéndola en un bar con
música en vivo. Eran impredecibles estos lugares. Solo tenías que ir a todos ellos
hasta que encontraras la mejor música. La mayoría, tenían las mismas bebidas.
Lila sonrió cuando entramos en el primer bar. Ya estaba lleno; la música era
un viejo rock de los años ochenta. Fui directamente al bar. —¿Qué quieres? —le
pregunté.
—No lo sé. ¿Qué sugieres?
—Ya has bebido, Lila.
—Sí, pero siempre ordeno lo mismo. Quiero algo diferente. Ser alguien
diferente.
—Estamos en Nueva Orleans. ¿Por qué no pruebas un huracán?
—Me parece bien.
Yo no bebía estupideces dulces, pero a la mayoría de las chicas les gustaba
ese tipo de bebida. Pedí un Jack Daniels y un huracán. La camarera era una mujer
con cremosa piel bronceada y ojos azul claro. La blusa que usaba dejaba poco a la
imaginación, y no me importaba disfrutar de la vista. Cuando se volvió para tomar
mi orden, me guiñó un ojo y aunque sabía que esas pestañas eran falsas, fue sexy.
También lo eran sus nalgas que asomaban de los pantalones cortos. Dios, amaba la
calle Bourbon.
Miré atrás para ver a Lila Kate estudiando el lugar como si necesitara
memorizar cada detalle. Se hallaba bien, así que volví mi atención a la camarera.
Balanceó sus caderas mientras caminaba hacia mí, trayendo las bebidas. —Salgo a
las dos —dijo mientras las deslizaba frente a mí
—Lo recordaré —respondí y le di un billete de cincuenta—. No necesito
cambio.
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Miró por encima de mi hombro. —¿La niña viene contigo?
—Una amiga —le respondí.
—Bueno, tu amiga puede necesitar ayuda —me dijo la camarera. Sacando la
atención de sus pezones, que podía ver a través de la delgada tela de su camisa,
miré a mi alrededor para encontrar a Lila Kate.
Dos muchachos se sentaron a su lado, haciendo su coqueteo de niños lindos.
Parecía nerviosa, pero sonreía y hablaba con ellos. Cuando sus ojos se abrieron en
mi dirección, vi la incertidumbre allí, y me moví hacia ella.
Iba a ser una larga noche. Quizás debí haber pedido un trago doble.
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Traducido por –queen-ari-
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Corregido por Karen_D
—Es la jodida ropa —murmuró Cruz después de que me entregó mi bebida,
luego deslizó su brazo alrededor de mi cintura y me alejó de los dos chicos que
habían estado tratando de convencerme de ir a alguna fiesta de fraternidad que
tenían cerca.
—¿Qué cosa? —pregunté confundida.
—Los chicos. Te vistes así, y los chicos van a rondarte.
Parecía molesto. Después de que yo acababa de verlo babeándose sobre la
camarera que bien podría haber estado usando un bikini. O diablos, los senos al
aire. Desde mi posición, veía a través de su delgada camisa blanca, y no llevaba
sujetador. Me veía con clase en comparación con ella.
—No hay nada malo con mi ropa —le espete a Cruz. Luego tomé otro trago
de la deliciosa mezcla que me trajo.
—Llevas una falda demasiado corta y muestras tu estómago.
Me di la vuelta y lo miré furiosa. —La camarera que te comías con los ojos
apenas estaba vestida. ¡Su trasero se asomaba de sus pantalones cortos! ¿Y dices
qué no estoy bien vestida? Pero disfrutaste viendo sus senos desnudos a través de
esa blusa.
Frunció el ceño. —No eres como ella.
¿Qué diablos? —¡Eres un cerdo! —grité y luego pasé por delante de él en la
calle. Necesitaba distancia porque estaba tentada de tirar esta bebida roja en su
rostro.
—¡Lila! —gritó detrás de mí. Seguí marchando. No tenía idea hacia dónde
iba, pero me dirigía a alguna parte—. ¡Lila, detente por el amor de Cristo!
Lo ignoré.
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—Estás siendo dramática —dijo y pensé en eso. Tal vez me hallaba un poco
sensible. Reduje la velocidad. Esta calle estaba llena de gente, y tan emocionante
como parecía, probablemente no era seguro para que me pierda.
—Todo‖lo‖que‖digo‖es‖que‖te‖ves…‖ —Hizo una pausa y se frotó las sienes
con el pulgar e índice—. Te ves como una maldita Blancanieves que ha decidido
ponerse traviesa. ¿Bien? Es muy erótico ver a alguien que se parece a ti vestida así.
La camarera de allí; un chico espera que se vista de esa manera. Se ve como una
estrella porno. Tú te ves como una princesa de Disney vestida como una estrella
del porno, y eso es excitante para un hombre. No me preguntes por qué. No puedo
explicarlo. Todos somos unos imbéciles, ¿de acuerdo?
Lo estudié, dejando que sus palabras se hundieran. Entonces empecé a reír.
No pude evitarlo. No era la bebida porque apenas bebí. La forma en que me había
descrito era hilarante.
—¿Por qué te ríes? —preguntó, con la expresión frustrada y confusa.
Recuperé el aliento y luego me reí un poco más. Me miró como si hubiera
perdido la razón. Cuando finalmente pude respirar lo suficiente como para formar
una oración, le dije—: Acabas de decirme estrella porno de las princesas de Disney.
Cruz mantuvo su ceño fruncido al principio, y luego lentamente comenzó a
sonreír. —Fue el mejor ejemplo que se me ocurrió.
Tomé un sorbo de mi bebida. —No me parezco a Blancanieves.
—Sí, Lila, te pareces. Una vez me pregunté si los pájaros te vestían todas las
mañanas. Tenía ocho años, así que tenía sentido en ese entonces.
Me reí de nuevo. Tuve que hacerlo. Tenía razón. La vieja Lila era muy
parecida a Blancanieves. Era adecuada, preparada, educada. Y aburrida. Pero, ese
era mi pasado.
—Bien, estoy de acuerdo. Era muy parecida a Blancanieves, pero ya no.
Cruz dejó de sonreír. —Sí, me di cuenta.
—Intentémoslo otra vez —sugerí. Luego señalé un bar al otro lado de la
calle—. Vamos a intentarlo allí —propuse.
—Imposible —dijo mientras tomaba mi codo—. Yo escogeré el lugar.
—¿Qué hay de malo con ese?
—No estoy listo para llevarte a un bar con los senos al aire.
Oh. —Bien, sí. Sera mejor que escojas el lugar —coincidí.
—¿Cómo está tu bebida?
—Buena. Dulce —le dije.
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—Sí. Nunca probé un huracán. No me gusta lo dulce —dijo Cruz, luego me
condujo a otro bar con las puertas abiertas y música en vivo. Esta vez, fue más
música tipo Cajún—. Necesito otro trago. Vendrás conmigo.
Caminé de su lado, y esta vez el camarero era hombre. No obstante, también
observaba a Cruz. No lo culpaba. Cruz era algo digno de mirar. Simplemente no
me lo permití. Al menos, no por mucho tiempo.
Estudié el lugar, viendo a la gente bailando y bebí más de mi huracán.
—Vamos, Blancanieves —dijo una vez que tomó su bebida.
Encontramos una mesa alta con dos taburetes vacíos y nos sentamos. El
ritmo era diferente a todo lo que había bailado, así que vi a la gente que sabía
bailar esta música. Aprendí rápidamente. Una vez que estaba segura de que podía
hacerlo, terminé mi bebida.
—Voy a bailar —le dije mientras me levantaba.
—¿Eso? No puedes bailar eso —sostuvo Cruz.
No estaba segura acerca de muchas cosas, pero confiaba en mi habilidad
para bailar. Sintiendo el zumbido de mi bebida, le guiñé un ojo y salí a la pista de
baile, donde otros bailaban. La canción comenzó y me uní. Era fácil pillarle el truco
al estilo de baile, y en poco tiempo me había olvidado de Cruz, Eli y todo lo demás.
Me divertía. Me dejaba llevar. Era alguien más. Alguien que no vivía la misma
vida cotidiana.
—¿Eres de por aquí? —me preguntó un chico después de que terminó una
canción. Era alto, con largas rastas y grandes ojos marrones. Su acento me dijo que
era de por aquí.
—No —respondí.
—¿Quién te enseñó a bailar así? —inquirió, pareciendo impresionado.
—Soy bailarina. Vi y aprendí.
—No deberías estar bailando sola.
Comencé a decir más cuando la música comenzó de nuevo. Me tendió la
mano y levantó las cejas como si estuviera haciendo una invitación. Levanté la mía,
y puse mi mano en la suya. No me sentía la de siempre. Me encantó.
Empezamos a bailar juntos, y antes de darme cuenta, todos se movieron y
nos dieron el centro de la pista. Di una vuelta y me sumergí, y nos movimos como
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si ya hubiéramos hecho este baile juntos. No tenía idea de cómo se llamaba, pero lo
dejé llevar el ritmo y lo seguí. Escuché silbidos y aplausos. Eso me mantuvo en
marcha. Una vez que la canción acabó, mi pareja de baile me inclinó hacia atrás y
colocó un beso directamente en mis labios. Me sobresaltó.
Me levanté rápidamente y forcé una sonrisa, luego me di la vuelta para
alejarme, pero me estrellé con los brazos de Cruz. Miraba a mi pareja de baile por
encima de mi hombro. —Vas a hacer que me maten o arresten —murmuró en voz
baja solo para yo lo oyera. Luego deslizó su brazo alrededor de mi cintura y,
dejamos el bar. Volvimos a la calle.
18
Traducido por amaria.viana
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Corregido por Karen_D
La calle Bourbon siempre ha significado diversión para mí. Esta noche fue
más estresante que divertida. ¿Por qué demonios fui tan sobreprotector con Lila?
Apenas bebí algo. Paré en cualquier bar y ordené un whiskey doble. Necesitaba
aligerarme. Disfrutar de esto. Si ella quería bailar con extraños, podía y la dejaría
hacerlo. No vine a ser una maldita niñera. Quería divertirme también un poco.
—También quiero algo, aunque sin azúcar. Tal vez un vodka con soda —
dijo por encima de todo el ruido.
Me detuve antes de preguntarle si bebió mucho. Me comportaba como un
puto supervisor de nuevo. En vez de eso, ordené otro trago y se lo pasé. Entonces
me acerqué a la mujer que tenía unos shots pegados a su escote abierto y le di un
billete de veinte. Sacudió la mano para que me fuera al frente de su mesa. Entonces
trepó encima de mí a horcajadas de mi cintura y puso el shot de whiskey en sus
tetas antes de inclinarse hacia abajo, poniéndolo en mi boca.
La gente alrededor nos chifló. Luego de haber bebido ese shot, le entregué
otros veinte que tenía en el bolsillo y lo hicimos otra vez. El meneo de sus grandes
pechos bronceados en mi cara mezclados con el whiskey, me hicieron sentir como
el de siempre de nuevo. Le guiñé un ojo y ella frotó su pezón casi desnudo sobre
mi boca mientas me sonreía perversamente antes de bajarse de encima mío.
Cuando me puse de pie, tuve que tomar un momento para estabilizarme.
—Regresa cuando quieras un poco más —dijo con un acento pronunciado y
exótico.
—Si me sigues hablando, tal vez nunca te deje —le dije.
Ella levantó sus pechos y los sacudió en mi dirección. Maldita sea, amaba
este lugar. Recogí mi bebida de la mesa y la terminé. Me acordé de Lila Kate, pero
la preocupación por su seguridad se debilitó un poco. Recorrí con la mirada el
lugar, esperando verla bailando de nuevo con algún desconocido, pero no la vi en
absoluto. Me estaba sintiendo relajado y más que un poco excitado. Al no ser capaz
de encontrarla, esos estados de ánimo desaparecieron rápido.
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Busqué entre la gente de nuevo, pero no se hallaba en ninguna parte.
—Tu chica se fue. No vayas a pensar que estaba muy feliz de verte bebiendo
desde los senos de otra mujer. —Lancé mi cabeza a la izquierda para ver a una
pelirroja alta con una cara de disgusto—. No puedo culparla —dijo mientras
señalaba la salida a su derecha—. Se fue por ahí, después del segundo trago.
Debí haberle corregido su suposición o agradecerle, pero no hice ninguna.
Me apresuré por la puerta en la que salió Lila, esperando que no hubiese ido muy
lejos. Esta calle de por si se empezaba a llenar y encontrarla entre toda esa gente y
todos esos bares iba a ser difícil, sino imposible.
Solo quería divertirme un poco y ella no dejó que lo hiciera. No podía
quedarse quieta por unos minutos, maldita sea. Jesús, traía más problemas de lo
que había pensado. Su cabello negro fue lo primero que vi cuando salí del bar. Ella
se hallaba de pie cerca de una luz de la calle a unos pocos metros del bar.
Sus brazos se encontraban cruzados en su pecho y sus hombros ligeramente
inclinados, como si tuviese frío y estuviera tratando de mantenerse caliente. Lo que
no podía ser posible porque hacía mucho calor aquí afuera.
—¡Lila! —la llamé, lentamente se volvió para mirarme y continuó en su
postura, como si me hubiese visto pero no estaba interesada, o como si estuviese
muy enojada.
Me acerqué, listo para preguntarle en qué mierda pensó para salir aquí sola,
pero cuando llegué, ella aflojó los brazos y mantuvo su mirada en todo lo que nos
rodeaba menos en mí. —¿Listo para el siguiente bar? —preguntó.
Estaba enojada; se sentía en su voz. —¿Por qué saliste del bar? —pregunté,
frustrado por toda esta situación. Ya me empezaba a divertir.
—No me gustó ese bar.
¿Qué? —Así que, si no te gusta un lugar, te vas. ¿No podías esperar a
decirme?
—Te encontrabas ocupado. —El sarcasmo que brotaba de su voz, no pasó
desapercibido.
—Acababa de empezar a divertirme, por Dios, Lila.
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Luego de eso empezó a alejarse, como si estuviera enojada y quisiera estar
lejos de mí. No hice nada malo. —Entonces vuelve ahí y diviértete, si eso es lo que
quieres, no tengo problemas con eso. —Por el tono de su voz, parecía que sí le
molestaba.
La alcancé y agarré su brazo, deteniéndola. —¿Qué te pasa? ¿Estás enojada
porque bebí tragos de las tetas de esa chica? Ella estaba ahí para eso. Algunos bares
de por aquí tienen muchas más que eso. Estaba aburrido. No lastimé a nadie.
Ella suspiró fuertemente y finalmente se giró para mirarme. —¿Eso es lo que
quieres?
—¿Beber shots desde el escote de una mujer? Sí quiero, al igual que todo
hombre heterosexual del maldito planeta.
—No la conoces.
—No, pero eso en realidad no importa.
Me examinó por un momento. —¿Alguna vez te has enamorado, Cruz?
¿Qué mierda? ¿Desde cuándo pasamos de mi gusto por el whiskey entre las
tetas, al amor? —No, pero ¿qué demonios tiene que ver eso con esta conversación?
Me puso incómodo la forma en que me analizaba. Como si ella pudiese ver
más de lo quisiera. —Porque parece superficial.
—Es sexy, divertido. No se supone que sea algo más.
Lila no respondió. Dejé que soltara su brazo de mi agarre. Asintió. —Bien.
—No estaba seguro de que significaba su “bien” y, si ese era su modo de terminar
esta ridícula conversación que teníamos, entonces estaba bien.
—Vamos a buscar más actividades divertidas y sensuales —dijo mientras
empezaba a caminar de nuevo.
Seguí el ritmo de su paso. Se fue para el siguiente bar de al lado y ni esperó
para que yo ordenara una bebida. En vez de eso, se fue directamente a la barra y
ordenó un shot de whiskey doble para ella y lo bajó de un solo largo trago, luego
pidió otro.
—A menos de que quieras que sostenga tu cabello, en la calle, debes ir más
despacio —le advertí. Me ignoró y se bebió el otro de la misma manera. Después
de eso, me dejó para pedir mi bebida y caminó a la pista de baile. Le di la orden al
barman y luego miré impresionado como Lila Kate dejaba que un hombre tomara
su mano y la subiera a una mesa.
El hombre en el escenario gritó—: ¿Qué quieres escuchar, dulzura?
Le dio una gran sonrisa traviesa, que nunca antes le vi a Lila Kate. —Poison
—le gritó.
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¿Poison? ¿Qué demonios hacía?
—¡Creo que estoy enamorado! —gritó el chico, luego la banda empezó y
asimismo Lila. Sabía todo sobre su baila. Lo ha hecho toda su vida. Fue la carrera
que pagó. Pero no sabía que, además del ballet y cualquier otra mierda elegante,
aprendió eso en algún punto de su vida. Lila Kate había aprendido a hacer algo
que podía darle millones, si alguna vez decidiera quitarse su ropa y dedicarse a
bailar en un caño. Mierda.
Después de haber recogido mi mandíbula del piso, tuve que pelear con la
urgencia de bajarla de esa mesa, lejos de todos los rechifles, silbidos y aplausos.
¿Qué era tremendamente sexy? Sí. Más de lo que alguna vez he visto. Regresamos
a eso, que traté de explicarle más temprano: la Blancanieves que se volvió mala.
Pero esa no era Lila. Tenía clase, no era del tipo de chicas que hacían cosas como
estas.
Lo soporté hasta que un imbécil ebrio le pasó la mano por su pantorrilla.
Eso fue un límite para mí. Ella ya dejó clara su maldita postura y, no necesitaba
verlo más. Me abrí paso entre la multitud y después de haber empujado a dos
chicos, agarré sus piernas y la lancé sobre mi hombro.
Se quejó.
—¡Oye! ¡Baja a esa mujer! —dijo interponiéndose en mi camino un tipo que
contemplaba la vista.
—Está conmigo. Estamos viajando juntos. Es mía —le respondí dándole una
mirada feroz de advertencia.
—¿Te parece bien que él te lleve? —preguntó el chico del escenario.
—Sí —respondió, sonando molesta
—Déjenla pasar muchachos —dijo el cantante y mi camino se despejó—. Si
fuera mía, también me la llevaría
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Corregido por Vane Black
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Traducido por Anna Karol
Que lo haya dejado sacarme de allí como un hombre de las cavernas, no
quería decir que no estaba enojada. Me encontraba furiosa. Él podía pasar un buen
rato, pero yo no. Había reglas que me perdía. Le gustaba que las chicas mostraran
su cuerpo e hicieran alarde, pero no se me permitía hacer alarde del mío.
Cuando nos hallábamos lo suficientemente lejos del bar como para que no
se metiera en una pelea, golpeé su espalda y comencé a moverme para ser puesta
en libertad. —¡Bájame!
Dejó de caminar y me puso de pie. —¿Puedo confiar en que no vas a saltar
sobre un poste en algún lugar y quitarte la ropa? —espetó.
Eso era todo. No le pedí que viniera a Sea Breeze. Me alejé por algo que dijo.
Fue la razón por la que corrí en un principio. Me acusó de ser fría y puritana. Y
cuando hice lo que obviamente le gustaba de las mujeres, se enojó. No podía ganar.
Con él no.
—¿Qué? ¿Fue demasiado pulcro para ti? ¿Preferirías que vaya allí, me quite
la blusa y comience a ofrecer chupitos desde mi escote?
Su expresión era la que se le da a alguien mentalmente inestable. —¡Claro
que no!
—Entonces, ¿qué es lo que te gusta, Cruz? Dices que soy fría e intocable.
Frágil. Me alejo para probar que no soy ninguna de esas cosas. Luego, cuando me
armo de valor y me dejo llevar para hacer cosas como esas allí dentro, actúas como
si hiciera algo malo. No lo entiendo. Ojalá no me importara. Traté de que no me
importe durante tanto tiempo que ni siquiera puedo recordar cuando empecé. Tú.
Siempre fuiste tú. Odio eso. Odio que seas tú. ¿Por qué no podía ser otra persona?
¡Alguien‖como… como... Eli! Alguien como él. ¿Por qué no puedo querer a alguien
como Eli? ¿Qué es lo que está mal con mi cabeza que siempre te he querido? —Las
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palabras salían sin más. Me escuché, y sabía que debía callarme. Que nunca podría
retractarme. Pero era como si le hubiera entregado el control de mi boca a otra
persona, y fallaba en su trabajo. Porque incluso cuando intenté parar, empeoró.
»¿Es por cómo me veo? ¿No soy lo bastante bonita? ¿Prefieres otro tipo?
¿Tal‖vez‖son‖mis‖pechos… tal vez porque no son tan grandes como los de la chica
en el bar? ¿Es así? ¿Qué hace que me trates como una virgen preparatoriana? ¡Por
favor, dímelo para que pueda arreglarlo!
La gente nos ignoraba. Caminaban justo delante de nosotros, y cuando
terminé de rezongar, me di cuenta de que acababa de gritar todo eso para que todo
el mundo a nuestro alrededor lo oyera. Alguien gritó—: Creo que eres muy sexy,
cariño. Ven acá.
Ignoré eso. Esta calle se encontraba llena de borrachos. Yo era uno de ellos,
al parecer, porque acababa de decir cosas que nunca diría sobria. Tenía demasiado
orgullo. La borracha Lila Kate no tenía orgullo. Ojalá me hubiera dado cuenta
antes.
—No eres barata. No eres fácil. Eres como un jodido excepcional diamante.
¿Me quieres? ¿Quieres mi atención? ¿Por qué? Soy un desastre. No puedo ser lo
que te mereces. Ni siquiera sé cómo. Y si me permito tocarte, disfrutar de lo que
acabas de hacer allí, estaré arruinado. Crees que me quieres, pero si me conocieras,
cambiarías de opinión. Habría tenido una probada de ti y nada se compararía con
eso otra vez. Me aterras. Me asustas como nada me ha asustado en mi vida. —Sus
ojos eran brillantes y salvajes. Su mano temblaba cuando bajé la vista para verla,
incapaz de mantener nuestras miradas fijas. Todo lo demás parecía tenso. Rígido.
—Te conozco. Te he visto toda mi vida. Te vi en lo peor y lo mejor. —No
grité esas palabras. Las dije y las dejé colgando allí mientras seguía asimilando sus
palabras. No esperaba eso de él. Todavía no sabía si estaba soñando. ¿Podría estar
muriendo borracha en alguna parte?
—No tengo relaciones, Lila.
Levanté la mirada. —No estoy pidiendo una.
Parecía desgarrado. Sus ojos se estrecharon. —Entonces, ¿qué quieres de mí?
Quería muchas cosas. Y sabía que nunca me daría lo que anhelaba. Nunca
tendríamos un felices para siempre. Cruz no era así. Nunca lo fue. —Ahora. Solo
esto. Este viaje. Nada más.
No respondió de inmediato. Se quedó mirándome como si no me creyera.
No debería, porque yo quería más. Sabía que nunca obtendría eso. No era la chica
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que le hacía querer más. La encontraría un día y cambiaría de opinión. Podría ser
ese tipo. El que tiene relaciones.
Escuché la historia de mis padres un millón de veces. Mi papá tampoco fue
ese tipo. Mi madre lo hizo cambiar de opinión. Les sucedía a todos, eventualmente.
Sabía que no era esa persona para Cruz, y que debería dejarlo y alejarme. Pero no
podía. Quería saberlo por un momento. Cómo se sentía estar con él. Había una
oportunidad de sacarlo de mi cabeza y corazón entonces. Me mudaría y hallaría a
alguien más. Cruz Kerrington no estaría siempre en mis pensamientos.
—¿Nada más que este viaje? —repitió mis palabras como una pregunta.
Asentí.
—¿Escuchaste la parte de arruinarme?
Me encogí de hombros. —Ambos sabemos que eso no sucederá. No soy la
indicada. Aún no la has encontrado.
Frunció el ceño. —¿La indicada?
—Sí. La indicada. La chica que querrás para siempre.
Sacudió la cabeza. —Estás jugando con mi cabeza. Lo juro.
—¿Te sientes atraído por mí? —le pregunté con audacia. Podría darle las
gracias a esos chupitos de whisky por eso.
—Ese no es el punto aquí.‖No‖sé‖si‖puedo…‖solamente tener una aventura
contigo, Lila. Hay sentimientos allí. No me gustan los jodidos sentimientos. No con
las mujeres. No puedo hacerte daño, y eso es lo que haré.
Di un paso hacia él y puse una mano en su pecho. Esta era una apuesta,
pero era valiente en este momento. No lo sería por la mañana. Fui tan lejos que
debía insistir más. —No puedes hacerme daño si conozco las reglas. Disfrutemos
de esto. Continuemos. Entonces seguimos adelante como siempre.
Dejó caer su mirada a mi mano. —¿Y si me arruinas?
—Arriésgate —susurré.
—Mierda —murmuró en respuesta. Luego su mano se envolvió alrededor
de mi muñeca y me atrajo a su cuerpo. Apenas tuve tiempo de recuperar el aliento
antes de que su boca estuviera en la mía. El sabor de nuestras bebidas se mezcló
con la embriaguez. Por ahora, tenía esto. Era mi decisión, y esperaba que lo sacara
de mi sistema para que eventualmente pudiera seguir adelante.
—No más bares —dijo contra mi boca—. Regresemos al hotel. Y no nos
quedaremos en dos malditas habitaciones.
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No discutí. Solo asentí. Esto era todo. Será mejor que no fuera un sueño.
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Traducido por Lauu LR
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Corregido por AnnyR’
Había decisiones inteligentes y decisiones estúpidas. Y entonces estaban los
errores. No sabía donde aterrizaba esta, pero con Lila en mis brazos oliendo al cielo
y la imagen de su baile en esa mesa era todo lo que me importaba, por el momento.
Rompí el beso, agarré su codo y fui hacia el hotel. Nos quedábamos en el
hotel a algunas cuadras en la esquina de Canal y Bourbon. Me di cuenta, mientras
casi corría sin hablar, que me preocupaba profundamente que se pusiera sobria y
cambiara de idea. Si fuera la mitad del maldito hombre que debería ser, no la
dejaría hacer esto esta noche mientras se hallaba‖borracha… y yo, también.
Pero traté de decirle lo arruinado que estaba. Parecía ver más en mí que lo
que había ahí. Quería ser más. Quería cumplir sus expectativas. Cuando era niño,
vi la mirada en sus ojos, y supe que me veía diferente que a Nate. Amaba eso. Era
diferente. Me hacía sentir importante. Entonces la besé, y me asustó.
Supe entonces que Lila Kate no era para mí. No era el tipo de chico que ella
querría a largo plazo. Vería demasiado eventualmente. Cambiaría de opinión. Y
nunca me miraría con ese aspecto soñador en sus ojos de nuevo. La idea de que
podía perder eso, hizo que pusiera un muro. Uno construido al herirla. Funcionó.
Hasta ahora. Hasta que escuché que dejaba la ciudad y la perseguí, porque no
podía soportar la idea de que encontrara una vida sin mí.
Mientras entrabamos al hotel, me detuve y la miré. La chica de mi infancia.
La chica que siempre observé pero nunca me permití tener cerca. La que fingía que
no conocía porque me evitaba.
—¿Segura? —le pregunté.
—Sí.
Esperé. Necesitaba que pensara. Que todo se asentara. —Podemos dormir
esta noche. Esperar hasta la mañana.
Sonrió. Una sonrisa suave que hizo brillar sus ojos, y me hizo sentir más
hombre de lo debido. —Esta noche —dijo finalmente.
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Mierda, no podía ignorar eso. Lo haríamos esta noche. Si se arrepentía en la
mañana, podría destrozarme. Pero aún seguía dispuesto a intentarlo.
El trayecto hacia su habitación era corto pero tantos pensamientos corrían
por mi mente que pareció mucho más largo. Pasó su llave en el seguro y se prendió
verde. Esto era todo.
La puerta se abrió. Entramos. Mi cuarto era idéntico a este. Justo al lado.
Hice una broma al respecto cuando nos registramos. No bromeaba ahora. Debería
estar en ese cuarto. Solo. Era lo correcto.
—Lila —dije pensando que debería detener esto.
Dejó caer su bolso pequeño en el piso, luego tomó el borde de su camiseta y
la sacó por encima de su cabeza. El sujetador de encaje blanco era pequeño y la
hinchazón de sus pechos hacía parecer que se iban a salir por arriba, exponiendo
sus pezones. Su camiseta cayó al suelo a su lado, luego se estiró y desabrochó su
sujetador. Mire con fascinación mientras deslizaba los tirantes por sus delgados
brazos bronceados hasta que se unió a su camiseta en el piso. Sus oscuros pezones
redondos se tensaron por el frío de la habitación o por su excitación llamando mi
atención.
Me moví, cerrando el espacio entre nosotros. Incapaz de mantener mis
manos lejos, cubrí ambos pechos con ellas. A pesar de que eran grandes, no lo eran
lo suficiente para abarcar cada pecho por completo. El exceso me excitaba y apreté,
dejando que la suavidad jugara con mis manos.
—Fóllame. —Se le trabó la voz cuando dijo esa palabra. Nunca imaginé eso
saliendo de sus labios. No encajaban con Lila Kate. Pero la forma en que su voz
tembló cuando las dijo. La manera en que se inclinó hacia mí y un suave gemido se
le escapó simplemente por mi toque, hizo que todo pareciera correcto. Como si
tuviera que ser así. Como si estuviéramos destinados.
La restricción que me sujetaba, estalló. El lado sucio de Lila era demasiado
para un hombre. Tomé su falda y la bajé hasta que quedó ahí en nada más que un
par de bragas negras de encaje. Hacían poco para cubrirla. Eran casi inútiles a
menos que tratara de seducir a un hombre. Y me sedujo. Me quité mi propia
camiseta y la lancé lejos.
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Mis manos se envolvieron alrededor de su cintura, la levanté y la llevé hacia
el escritorio porque se encontraba más cerca que la cama. La senté, entonces quité
sus bragas, memorizando la forma en que se veían mientras se deslizaban de su
cuerpo.
Se estremeció y mi pene pulsó. Esta era Lila Kate; dulce, inocente, preciosa.
La atrevida, salvaje y necesitada Lila Kate tomó su lugar esta noche, y temblaba
con anticipación. —¿Qué quieres? —pregunté mientras abría mis pantalones—.
Dime exactamente qué quieres que haga.
Sus ojos fueron de mi pecho desnudo a mis pantalones mientras comenzaba
a desabrocharlos, entonces los bajé por mis caderas y me los quité. —Dime Lila —
demandé. No tenía la seguridad de porque necesitaba que lo dijera, pero era así.
Quería que me hablara sucio. Para escuchar a su hermosa boca decir cosas malas.
Era muy probable que explotara ante el sonido, pero lo quería.
—Te deseo —susurró.
—Tendrás que hacerlo mejor que eso. Dime.
Tragó con fuerza y levantó la mirada de mi erección presionándose contra
mis calzoncillos a mis ojos. —Te lo dije. Quiero que me folles, Cruz.
Eso debía ser suficiente. Debía estar feliz. Pero me convertí en un monstruo
enloquecido de sexo. —¿Lo quieres gentil? —pregunté, bajando mi ropa interior,
dejando libre mi pene engrosado.
Sacudió la cabeza lentamente. Sus ojos se ampliaron mientras me miraban
fijamente. —No. —Su voz era tan suave que casi no la escuché.
—Dime —dije mientras separaba sus muslos con las manos y me paraba
entre ellos—. ¿Cómo quieres que te folle? —Con esa última palabra, sus ojos
brillaron con el mismo deseo que yo sentía.
—Duro. Fóllame duro.
Mis manos bajaron y sujeté su culo mientras me estrellaba dentro de ella.
Esa estocada fue como sumergirse en satín cálido. —¡Mierda! —grité mientras su
cuerpo reaccionaba a la repentina intrusión, apretando mi pene. Era mejor que mi
imaginación.
Sus manos pequeñas sujetaron mis brazos, clavando las uñas en mi carne. El
picor se sintió asombroso. —¡AH! —gritó.
—¿Así de duro lo quieres? —gruñí cerca de su oído, queriendo penetrarla
una y otra vez pero haciendo todo lo que podía para controlarme.
—Sí. Más —jadeó.
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Mis dedos se clavaron en la carne de su culo mientras retrocedía y entraba
más profundo. Gruñendo de placer, mordí su hombro, y comenzó a suplicar. —Por
favor, más duro. Quiero sentirte mañana.
Cualquier cordura a la que me sujetaba, se fue. La levanté, hundiéndola más
profundo en mi pene rígido y la llevé a la cama donde me dejé caer con ella en la
suavidad. Sin querer alejarme. Tuve que salir en un rápido movimiento y girarla
sobre su estómago. —Levanta el culo —ordené.
Lo hizo sin preguntar. En cuatro, se acomodó más alto y la penetré de
inmediato. Sus chillidos se volvieron más frenéticos, al igual que mi respiración.
Golpeé su culo tan fuerte como pude sin querer lastimarla. Solo para que picara.
—¡Oh Dios! —gritó—. ¡Me vengo! —Su cuerpo comenzó a temblar y su
clímax pulsó con mi pene aún en su interior. Temblé con la necesidad de explotar.
Se sentía tan asombroso que era en todo lo que podía pensar. Justo antes de que
perdiera la pequeña cantidad de control que me quedaba, salí y grité su nombre
mientras mi liberación cubría su culo.
Su cuerpo todavía se estremecía, y mis piernas estaban débiles. Demasiado
débiles para moverse. Nos quedamos ahí. Su cabeza ahora descansaba en la cama.
Todo lo que podía escucharse era a ambos jadeando por aire. Fue más. Mucho más
de lo que esperaba. Adictivo. Podía decirme que era demasiado peligroso hacerlo
de nuevo, pero sería un tonto. Quería más. Infiernos, quería más tan pronto como
pudiera respirar profundo de nuevo.
Comenzó a bajar todo su cuerpo a la cama.
—Necesito limpiarte —le dije disfrutando la visión de mi semen en su piel.
—Mmm, está bien —dijo suavemente, aún hundiéndose hasta que estuvo
completamente contra el colchón.
Sonriendo ante la simple belleza de ello, encontré la fuerza para levantarme
e ir al baño a buscar una toalla húmeda. La limpie rápidamente y entonces la cubrí.
Levantó su cabeza y me miró. —¿También vienes a la cama?
El siempre perfecto cabello de Lila se encontraba revuelto. Sus ojos pesados,
las pestañas tocando sus mejillas. El rubor seguía ahí, y nada había lucido tan
malditamente hermoso en mi vida. —Sí, voy.
Trepé detrás de ella y nos cubrí, poniéndola contra mi pecho. Me pondría
duro en un par de minutos, pero estaría dormida demasiado pronto para notarlo.
Inhalé el olor de su pelo y su mano cubrió la mía.
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Tomó menos de dos minutos que su respiración se ralentizara. Dormía en
mis brazos y sabía que nunca nada sería lo mismo para mí. La ruina que había
temido era mucho peor que eso. Nunca sería capaz de dejarla ir.
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Traducido por Victoire
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Corregido por AnnyR’
Reconocí su olor incluso antes de abrir los ojos. El calor de sus brazos me
hizo suspirar y acercármele. Esto fue mejor de lo que soné. Y lo había soñado más
de lo que me importaba admitir. Recordarme a mí misma que esto es por un corto
tiempo, que no era para siempre, me causaba un gran dolor de pérdida, así que lo
alejé. Por ahora, disfrutaría el tiempo que tenía. Cada momento que tuviéramos
juntos, lo absorbería todo.
—Si sigues retorciéndote, vamos a follar antes de que estemos totalmente
despiertos. —Su voz adormilada me sorprendió, y solté una risa tonta. Nunca reía
tontamente, pero lo hice. Se sintió bien. Ayer, el alcohol me dio el coraje que
necesitaba. Esta mañana no había arrepentimientos. No existían deseos de que
hubiera sido diferente. Porque después de haberme abierto con él y regresar al
hotel, estuve lo suficientemente sobria. Recordaba cada detalle. Nunca olvidaría un
momento.
—Lila —su voz rasposa me advirtió cuando presioné mi cuerpo al suyo—,
tienes que estar adolorida —dijo mientras besaba mi hombro.
Era cierto. —Es un dolor bueno.
Inhaló bruscamente y luego rodó sobre mí. Su cuerpo desnudo a mi vista.
Su cabello desordenado y sus ojos aún pesados por el sueño. —Has encontrado tu
boca sucia y te gusta, ¿no es cierto? —preguntó mientras que su rodilla abría mis
piernas.
Asentí.
Entonces entró en mí. Así de rápido. Cerré mis ojos con fuerza, y jadeé por
el suave dolor y el placer.
—¿Duele? —preguntó mientras se quedaba completamente quieto.
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—Sí. Pero como dije, es un buen dolor —le expliqué abriendo mis ojos para
mirarlo—. Haz que duela más.
—Jesús, Lila. Vas a matarnos —gimió cuando comenzó a moverse. Bombeó
sus caderas adentro y afuera. Su boca hizo un camino de besos desde mi clavícula
hasta mi cuello. Su aliento cálido en mi oreja solo aumentó la sensación—. Di más
cosas calientes con esa boca bonita —dijo en un susurro antes de mordisquear mi
oreja.
Abrí más mis piernas, levantando mis rodillas para engancharlas en su
cadera. —Quiero que te corras en mi interior. Sentir el calor de tu liberación caer
por mis piernas —le dije y se congeló.
—Carajo, Lila. No digas ese tipo de mierdas si no quieres que explote.
—Quiero que explotes.
Sus brazos temblaron mientras se mantenía completamente quieto. —¿Estás
tomando la píldora?
Le sonreí. —Sí. No quiero ser madre en cualquier momento cercano.
Se movió entonces, con expresión feroz. —Estoy limpio. Nunca te hubiese
tocado sin un condón si no supiera que estoy completamente limpio.
Le creía. Era muchas cosas, pero no me pondría en ningún peligro. Lo sabía.
—Entonces córrete dentro de mí.
Sus caderas empezaron a golpear contra mí. Todos los otros pensamientos
desaparecieron. Todo lo que sentía era la cercanía de mi propio clímax. Podía oír
que su respiración se profundizaba y el murmullo de malas palabras. Abrí los ojos
y miré sus brazos flexionarse con cada movimiento.
Cuando me sacudí en su contra y envolví mis piernas en su cintura para
mantenerlo en ese lugar, lloré su nombre.
—Maldita sea, Lila —maldijo, y luego lo sentí. Todo lo que me dio fue justo
lo que le rogué. Quería que esto durara para siempre. No pensaría en el momento
en que todo terminaría. Porque en este momento, lo tenía todo.
Rodó a un costado, llevándome con él. Los dos estábamos jadeando y
sudorosos mientras nuestros cuerpos se hallaban aplastados contra el otro. No
existía necesidad ni posibilidad de una charla. Intentaba recuperar mi aliento y
volver a la tierra. El sexo nunca fue tan bueno. Pero entonces mi experiencia era
poca. Muy poca. De todas maneras, no podía imaginar que se volviera mejor que
esto.
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La mano de Cruz comenzó a jugar casualmente con mi cabello. Volteé mi
cabeza para mirarlo, y sus ojos se encontraban cerrados. Siempre odié que fuese
tan impresionantemente guapo. Hacía que mis sentimientos por él fueran incluso
más difíciles de ignorar. Lo miraría y estaría disgustada conmigo misma por
hacerlo. La manera en que caminaba, cómo se movía, el sonido de su voz, y su
sonrisa. Todo eso era imposible de pasar por alto. Todas las mujeres lo notaban.
—Vayamos al norte. ¿Qué te parece Memphis? —dijo con los ojos cerrados.
—¿Memphis? ¿Qué hay en Memphis? —pregunté disfrutando de la libertad
de verlo.
—La jodida Graceland está en Memphis —sonrió.
—¿Quieres ver el lugar donde vivió Elvis? —Me reí mientras lo dije.
Inclinó la cabeza para mirarme y abrió un ojo. —Maldición, sí. Esa mierda se
supone que es vulgar. ¿Quién no quisiera ver eso?
No me importaba donde fuéramos. Me parecía bien cualquier lugar. —Está
bien. Entonces será Memphis.
—¿Llamaste a tus padres? —Su pregunta me sorprendió.
—No —admití.
—Deberías —suspiró—. Estoy seguro de que ya todos saben que estamos
juntos. Nate debe de haberles dicho.
—Probablemente.
Se pasó una mano por su cara y gimió. —Grant va a matarme.
No respondí. Porque ese era un problema al que le haríamos frente cuando
esto terminara. Estaba en una aventura para escapar con el chico que se encontraba
en la cama conmigo. Ahora era diferente. No intentaba cambiar o hallar una nueva
yo. Ya lo hice. La chica que era en este momento no era parecida en nada a la que
solía ser la noche que me dijo fría. Ahora, quería estar en esto tanto como durara.
Porque terminaría.
—Mi padre podría matarme antes que tu padre. De todas maneras, mi vida
será corta.
Eso me hizo sonreír. —Eso es un poco dramático —le dije.
Se encogió de hombros. —Sinceramente, lo vale. —Su mano recorrió mi lado
y apretó mi cadera—. Vale la puta pena.
Esa no era una proclamación de amor. Me di cuenta. Pero era dulce. Deslicé
una pierna encima suyo mientras me giré hasta que la mitad de mi cuerpo quedó
sobre el suyo. Sus dos ojos se abrieron cuando lo hice. —Somos adultos —le
recordé—, creo que vivirás.
Me miró con sus ojos entrecerrados. —O tú me matarás antes que ellos. Pero
muerte por sexo parece una buena manera de hacerlo.
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Me reí. —Apenas estoy despertándome. No voy a atacarte.
Sus manos agarraron mi trasero mientras me llevó encima de él. —Quizás,
pero poner este cuerpito caliente sobre un hombre mientras está desnudo y en una
cama, es irresistible.
Cuando se deslizó dentro de mi más despacio esta vez, gemí fuertemente y
disfruté de ser llenada otra vez antes del desayuno.
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Traducido por Lvic15
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Corregido por AnnyR’
Conducir durante casi seis horas a Memphis hoy no fue una buena idea. Vi
a Lila Kate ocultar una mueca de dolor cuando se sentó a horcajadas sobre la moto.
Follamos como locos, y ahora se hallaba dolorida. Afirmaba que no era así, pero lo
veía en su cara. No debí haber presionado por dos rondas esta mañana, pero se
sentía tan condenadamente bien. Era una necesidad latente meterme en su interior
de nuevo y a la mierda; no quería querer tanto a alguien. La experiencia pasada me
dijo que un buen polvo sacaba a la chica de mi sistema y seguiría adelante. Pero
con Lila Kate, eso aún tenía que pasar. Con las piernas metidas detrás de mí y su
cuerpo pegado a mi espalda, ya pensaba en follarla de nuevo. Jesús, era como el
crack para un adicto.
Me dirigí hacia Birmingham, Alabama. Podíamos detenernos a mitad de
camino y descansar. Encontrar algo que ver o hacer, y luego conducir el resto del
camino. Era solo una hora más cerca que Memphis; ella podía visitar a su amiga, y
me ayudaría a controlar mi necesidad de tener mi pene en su interior durante toda
nuestra parada. Necesitaba encontrar algún tipo de control.
Después de ochenta minutos en la carretera empezó a retorcerse, y encontré
una salida que tenía opciones de restaurantes y algunas tiendas. Pasaríamos el
tiempo aquí y continuaríamos más tarde cuando estuviera lista. Parando en un
estacionamiento de un restaurante de barbacoas, aparqué y le tendí la mano para
ayudarla a bajar de la moto. Hizo una pequeña mueca de dolor otra vez.
—Creo que quizá debemos parar por hoy —dije sintiéndome culpable por
su incomodidad.
Frunció el ceño. —¿Por qué?
Aprecié que tratase de ser dura, pero la dejé adolorida, y no iba a hacer que
sufriera por ello. Era la primera vez que deseé no estar montando mi maldita moto.
—Estás adolorida —señalé lo obvio—. Vamos a comer, a caminar un poco. Vamos
de compras. Luego vemos cómo te sientes.
—Estaré bien —argumentó.
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Ignoré eso. —¿Tienes hambre?
—Sí, y este lugar huele muy bien.
Nos dirigimos dentro y me obligué a no ponerle mis manos encima. Tocarla
todo el tiempo no era bueno. Esto era temporal. No había necesidad de actuar
como si fuera más que eso. Los dos disfrutábamos del viaje.
Su teléfono empezó a sonar justo antes de que entráramos y se detuvo para
sacarlo del bolsillo. Levantó sus ojos hacia mí, y vi una disculpa cuando se puso el
teléfono a la oreja. —Hola, mamá.
Le dije más de una vez que llamase a sus padres. No me escuchó.
Su madre habló, y el rostro de Lila Kate palideció antes de que susurrara—:
Oh no. ¿Cuándo?
Ahora me preocupé. Comenzó a morderse la uña del pulgar. —Sí, lo está.
No estoy segura. —Volvió a mirarme—. ¿Dónde estamos?
—A una hora al sur de Montgomery, Alabama —le dije.
Se lo repitió a su madre. —No…‖ en‖ su‖ moto.‖ —Pude verla encogerse al
decirlo—. Sí. Conduciremos allí ahora —dijo—. Te veré más tarde. Y mamá, lo
siento mucho. También te amo.
Cuando terminó la llamada, las lágrimas llenaron sus ojos. —Mi abuela
falleció en mitad de la noche. Mamá está enviando el jet de mi abuelo para que me
recoja en Montgomery. Ellos ya están en California. Mi abuelo llamó a mamá a las
tres esta mañana para decírselo. Mamá y papá subieron al avión poco después y se
fueron.
Esto era lo último que esperaba que dijera. —Dios, Lila, lo siento mucho.
Asintió. —Yo también. Por mi abuelo. Ella nunca estuvo allí, sabes. Su
mente ha estado ausente por tantos años. Es un milagro que viviera tanto tiempo.
Pero Kiro ha pasado toda mi vida a su lado. Dejaron de hacer giras porque odiaba
encontrarse lejos de ella. Toda su historia es desgarradora. Mi madre nunca llegó a
conocerla. Su cerebro estuvo dañado desde que mamá era un bebé.
Conocía su historia. Hubo titulares cuando se reveló que la esposa de Kiro
Manning, Emily, seguía, de hecho, viva. El mundo pensó que había muerto en ese
accidente. Pero él la mantuvo a salvo de los medios de comunicación. Incluso
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hicieron una‖ película‖ llamada‖ “La‖ Emily‖ de‖ Kiro”‖ hace‖ unos‖ diez‖ años‖ que‖ fue
todo un éxito de taquilla. Kiro no quiso que hicieran esa película al principio, pero
en la entrevista que hizo para la revista Rolling Stones dijo que había cambiado de
opinión. Quería que el mundo conociera a su Emily. Lo que fue. Lo increíble que
era. Se lo merecía.
Llevé a Lila de nuevo a mi moto y la ayudé a subir. Puse el casco en su
cabeza y deseé que hubiera más que pudiera hacer. Algo más. Algo para ayudar.
Me horrorizaba dejarla en ese avión y ver cómo me abandonaba. Nuestro tiempo
se terminaba antes de lo que esperaba.
Se aferró a mí más fuerte que antes. Mi garganta se sentía espesa. Tenía
tantas jodidas emociones que no entendía. Que no quería. Esta fue una forma de
protegerla, sacarla de mi sistema, y seguir adelante. Por nosotros dos. Pero una
noche no fue suficiente. Era egoísta. Su abuela acababa de morir. Pero demonios,
esto apestaba.
El trayecto hasta el aeropuerto Montgomery fue demasiado rápido. Nuestro
tiempo juntos se terminaba. Esta burbujita que teníamos estaba a punto de estallar.
Volvería a casa y haría frente a la pelea con papá. Haría lo que se suponía tenía que
hacer. Ella volvería, y sería como antes. No continuaríamos donde lo dejamos. Eso
haría de esto más que una aventura. Eso haría que el jodido nudo en mi garganta
significase algo.
Herir a Lila Kate era inevitable. Si lo hiciera más tarde, le haría más daño.
Cuanto más pronto, mejor. Más pronto nos ayudaría a ambos a seguir adelante.
Nunca sería el tipo que necesitaba. Pero vaya, no esperaba que eso también me
doliera.
Aparcamos en el aeropuerto antes que llegase el avión privado. Quería decir
algo que hiciera que todo esto fuera más fácil. Que hiciera que el dolor en mi pecho
desapareciera. Que hiciera que esa mirada triste en sus ojos desapareciera. Pero no
tenía nada.
Se bajó de la moto, y cogió sus cosas de la alforja. Entonces la miré. —No
esperaba que nuestro viaje terminase tan pronto —dije tratando de sonreír.
—Yo tampoco.
Pude ver la pregunta allí. La incertidumbre. Quería saber si esto era todo
para nosotros. Pero no lo preguntaría. Y yo no podía decir las palabras. Incluso si
necesitaba hacerlo, no pude.
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—Diles a tus padres y a tu abuelo que lo siento por su pérdida. —Sus ojos
perdieron su luz. Deseó que dijera algo más que una simple condolencia genérica.
Me sentí como un gran idiota.
—Gracias —susurró—, por todo. —Entonces tomó su bolso y se alejó. La
observé irse. Quería perseguirla y decir algo más. Tratar de hacerla sonreír. Pero
eso solo empeoraría la situación. En su lugar, esperé hasta que entró en el edificio.
Luego subí en mi moto y me dirigí de nuevo al sur. De vuelta a Rosemary Beach.
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Traducido por Anna Karol
Página
Corregido por Annie D
Me sentía entumecida. El vuelo a L.A. y el viaje a la casa de mi abuelo en
Beverly Hills fue un borrón. Cuando la limusina que me recogió en el aeropuerto
aparcó frente a su mansión, me di cuenta de que ni siquiera recordaba haberme
metido al vehículo.
Tomé la única bolsa que tenía conmigo y salí cuando el conductor abrió la
puerta de mi lado. No había ido a ver a Kiro en unos seis meses. Nos visitaba
constantemente, pero no había estado aquí. Cuando era niña, sus visitas eran más
frecuentes. Me quedé una semana con él en el verano. Tenía buenos recuerdos de
este lugar.
Mi madre llegó a la puerta principal y salió a saludarme. Subí las escaleras y
esperaba que no estuviera demasiado molesta por mi viaje en la motocicleta con
Cruz. Tenía que preocuparse por su papá. No necesitaba aumentar su estrés. Sabía
que nunca volvería a subirme a la moto de Cruz.
Él me dejó ir. Sin promesas. Nada. Simplemente lo terminó. Así de rápido.
Me dolía el pecho y me sentía culpable de que fuera por un hombre. Mi abuelo
sufría. Debería estar más preocupada por él.
—¿Cómo está? —pregunté mientras la abrazaba.
Me apretujó. —Triste. Mamá se ha ido hace mucho tiempo. La mujer que
conocía. Pero ahora incluso se fue lo poco que tenía de ella. Será duro para él.
—¿Se encontraba enferma?
—No. Su corazón se detuvo. Con el daño que su cerebro soportó, el médico
dice que es un milagro que viviera como lo hizo. Pero papá se aseguró de que
tuviera el mejor cuidado. Y siempre estuvo aquí. Creo que vivió para él.
Su historia era tan trágica. Cuando retrocedí, la miré. —¿Qué tan molesto
está papá?
—¿Acerca de Cruz?
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Asentí.
—No está contento —dijo encogiéndose de hombros—, pero eres adulta.
¿Qué puede hacer? Fue tu decisión.
Asentí, pero no pensé que papá estuviera de acuerdo.
—No lo sacará a colación. Por ahora, esto es sobre Kiro y Emily.
—¿Quién está aquí?
—En este momento, solo Dean y nosotros. Nan, Cope, Mase, Reese, Rush y
Blaire están en camino.
Mamá miró la mochila en mi hombro. —¿Qué le pasó a tu equipaje?
—Lo dejé todo en casa de Nate.
Suspiró. —Para escapar en la moto de Cruz Kerrington.
—Sí.
No dijo nada más. Ni siquiera me fui una semana, y todo lo que sucedió lo
hacía parecer como mucho más tiempo.
—¿Puedo decir una cosa? —preguntó mamá.
—Por supuesto.
Extendió la mano y tocó mi mejilla. —Eres amable, cariñosa, generosa,
paciente y hermosa. Te mereces algo especial.
—Mamá, tienes un cuento de hadas. No todos los encuentran.
Inclinó la cabeza y sonrió. —No, Lila Kate. No todo el mundo es lo bastante
paciente como para esperarlo.
Me besó en la mejilla, luego tomó mi brazo y subimos las escaleras hasta la
casa. Me pensaría lo que dijo más tarde. Tal vez tenía razón. Tal vez no era que no
conseguiría un cuento de hadas. Solo que lo quise de la persona equivocada.
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La casa olía a cigarros. Como durante toda mi vida. Una vez escuché decir a
Rush que era mejor que el olor de marihuana en su juventud. Atravesamos la gran
entrada por el pasillo izquierdo al salón que Kiro denominó la sala de juegos.
Grandes sofás de cuero negro, grandes pantallas planas; como tres; se hallaba una
mesa de billar y un gran bar en la habitación. Sentado en la esquina del sofá, se
encontraba mi abuelo, Kiro Manning. Ahora se encontraba mayor, pero todavía era
una leyenda. Su nombre era bien conocido. Tenía un cigarro en una mano y una
botella de whisky en la otra. Su esbelto cuerpo era alto y cubierto de tatuajes.
Incluso retirado y un abuelo, aún parecía a una estrella de rock.
Levantó sus ojos rojos cuando entramos y sonrió al verme. Estuvo llorando
en algún momento. —Mi Lila Kate —dijo, con su voz ronca de años de drogas,
cigarrillos y alcohol.
—Hola —dije, dirigiéndome hacia él. No era ningún secreto que estuvo
furioso cuando mi padre embarazó a mamá. Mi madre no era su hija única, pero sí
su favorita. Porque fue la que le dio Emily. Mi nacimiento pudo haber matado a mi
madre. Eso lo aterrorizó. Pero mamá a menudo decía que él pasó toda mi vida
recompensándome por eso. Sabía que me amaba más que a sus otros nietos. Era
muy contundente al respecto. Pero también sabía que era solo porque yo era una
parte de Emily.
Abrió los brazos con el alcohol y el cigarro. Me agaché y lo abracé con
fuerza. —Te amo —susurré.
—No tanto como yo te amo, niña bonita. —Esa siempre era su respuesta—.
Oí que te montaste en moto con un Kerrington. Supongo que tienes un poco de la
vena salvaje de tu abuelo después de todo.
Me tensé esperando que mi padre no lo hubiera oído. —Um, supongo —dije
lo más silenciosamente que pude.
Eso lo hizo reír. Me alegró que pudiera reír, pero esto no era algo que
tuviera gracia. —Va a darle a tu papá un poco de dolor de cabeza. Lo necesita.
De todas las cosas de las que quisiera hablar, esta no era una de ellas.
—Papá, sé amable. Ya está nerviosa por hablar con Grant sobre todo esto —
intervino mamá.
Cerré los ojos y me estremecí. Cuando me puse de pie, Kiro me guiñó un
ojo. —Eres una niña grande. Está bien.
Volví la cabeza lentamente para mirar a mi padre que se hallaba de pie en el
bar con los brazos cruzados sobre el pecho y un ceño fruncido en la cara. —Ella es
mejor que Cruz Kerrington —dijo mi papá.
—Y mi Harlow era mejor que Grant Carter. Mi niña dulce fue seducida por
alguien que tenía una reputación de mujeriego. Parece que todo salió bien —dijo
Kiro antes de fumar.
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Papá solamente gruñó.
Traté de pensar en algo que cambiara el tema cuando sonaron pasos por el
pasillo. Entonces escuché las voces. Los otros dos hijos de Kiro se hallaban aquí con
sus esposas. Reconocía la voz de mi tío Mase en cualquier parte. Y cuando discutía
con mi tía Nan se sentía como una reunión familiar.
—No voy a tomar la habitación azul, Mase. Entiéndelo. Quiero la dorada
cerca del ascensor trasero. Siempre prefiero esa. No discutas conmigo —dijo tía
Nan con su tono penetrante y molesto.
—Dame otra jodida botella. Voy a necesitarla —gruñó Kiro.
Él y tía Nan no tenían la mejor relación, pero mamá dijo que era buena
comparada con la forma en que fue una vez.
Cuando los cuatro entraron en la habitación, Kiro levantó la botella. —Estoy
de luto, carajo. No empiecen esta mierda aquí.
Nan parecía avergonzada, y Mase asintió. —Lo siento. Solo la molestaba por
aburrimiento.
Kiro se encogió de hombros. —Entendido.
—Lo siento mucho —dijo Reese, la esposa de mi tío Mase mientras se
alejaba de los demás, hacia Kiro—. Continúa tu duelo, voy a mantener a estos dos
bajo control.
—Aún no entiendo cómo diablos has conseguido eso —dijo Kiro señalando
con la botella hacia Reese mientras miraba a Mase.
—Yo tampoco —respondió Mase, luego se dejó caer en el sofá frente a
Kiro—. Pasa el whisky.
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Traducido por MaJo Villa
Página
Corregido por Miry GPE
El olor de las flores. Odiaba el olor abrumador tanto como a los funerales.
Me deprimían. No tendría que estar aquí. No conocía a Emily Manning. Claro,
conocía a Lila Kate, pero no esperaba que ella viniera al funeral de mi abuela.
Diablos, no iría si pudiera salirme del compromiso. Una vez que alguien moría, era
el fin. ¿Por qué tener un funeral grande y deprimente?
Quería que mis cenizas fueran llevadas a pocos kilómetros dentro del Golfo
y lanzadas. Sin canciones, flores, ni lágrimas de mierda. Aflojé el cuello de mi
camisa y suspiré. Mi padre fue inflexible con que fuera. Todos estábamos ahí. Toda
la maldita familia se hallaba aquí. Como cada otra familia en Rosemary Beach de la
que fuéramos cercanos.
—¡Vamos por Grant, Harlow y Lila Kate! —rugió papá cuando me quejé de
no ver una razón para asistir a este funeral.
La verdad era que intenté sacar a Lila de mi cabeza durante los últimos tres
días y no funcionó. Todo lo que podía ver era a Lila. Cuando tuve otra chica
presionada contra la pared de mi apartamento la noche anterior, vi la cara de Lila
Kate en mi cabeza. No quería verla tan pronto. Todavía trataba de sacarla de mi
sistema. Incluso le señalé a mi padre que podrían tener un funeral para mí una vez
que Grant Carter me colocara las manos encima. Papá me dijo que me lo busqué.
—Ahí está Nate —murmuró mi madre—. Ve a disculparte.
—¿Por qué? —pregunté confundido. No le hice una mierda a Nate.
Me agarró del brazo como si todavía tuviera ocho años. —Por llevarte a Lila
Kate sin decir una palabra. Esa es la razón.
No me iba a disculpar por eso. —No.
Sus uñas se clavaron en mi piel. —Ahora.
No me iba a disculpar, pero me acercaría hasta ahí y diría algo para que ella
pensara que lo hice antes de que me agarrara por la oreja y me llevara hasta él.
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—Bien —murmuré y su mano me soltó tan pronto como me dirigí en su
dirección.
Disculparme con Nate. ¿En serio? ¿Siquiera conocían a Nate Finlay? Como
si esto no fuera algo que él hubiera hecho. Jesús. Todos eran muy dramáticos. No
la secuestré. Ella se fue voluntariamente.
Nate también vestía un traje, y Bliss se encontraba a su lado, impresionante
en un vestido negro con el cabello recogido y sus hombros descubiertos. —Hola —
dije mientras se volvían para verme acercarme.
Él levantó la barbilla.
—¿Vieron a Lila Kate? —pregunté.
—Sí. ¿Por qué? ¿Tienes tu motocicleta contigo? —Nate sonrió al decirlo.
—No, sabelotodo. Simplemente no la veo.
—Ha ido a tomar una copa. Ha hablado con todo el mundo y su boca se
secó.
Asentí. Bueno. Tendría tiempo de perderme de vista antes de que regresara.
—¿Han estado aquí por mucho tiempo?
—Llegamos anoche. Me quedé con Dean. Salimos por la mañana —contestó
Nate. Dean era su abuelo. El mejor amigo de Kiro Manning.
—Me voy tan pronto como esto termine —dije—. Es bueno verte de nuevo,
Bliss. Creo que llevo aquí bastante tiempo para que mi madre piense que me he
disculpado lo suficiente. Los dejaré a solas.
Nate sonrió. —Disculparte, ¿eh? Creo que me gustaría escuchar esa
disculpa.
Bliss rio entre dientes. —Nate, déjalo en paz. Es bueno verte de nuevo, Cruz.
—Comenzó a decir más, luego se detuvo y le sonrió a alguien por encima de mi
hombro—. Ahí están —añadió.
Miré hacia atrás sin pensarlo y mi mirada se fijó en Lila Kate. Lucía
impresionante. Su cabello oscuro se encontraba rizado y le rozaba los hombros. El
vestido azul medianoche que llevaba abrazaba sus curvas de forma tan dulce que
me fue difícil apartar la mirada.
—¿Debería ir a buscarlo? ¿O crees que quiera que él se quede con ella? —
preguntó Bliss.
¿Quién?
—Déjalo. Parece quererlo con ella —respondió Nate.
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Aparté la mirada de Lila Kate para ver a un rubio alto con la mano de forma
posesiva sobre su espalda. Su expresión era seria mientras escuchaba algo que ella
le decía. ¿Quién carajo era ese?
—¿Quién está con ella? —pregunté, ya que obviamente lo conocían.
—Él es Eli, mi mejor amigo —dijo Bliss con una sonrisa complacida.
—¿Cómo lo conoce? —Lila Kate no era una persona que se relacionara con
alguien rápido.
—Pasaron algún tiempo juntos antes de que llegaras en tu motocicleta y te
marcharas con ella —respondió Nate. Se divertía. Él sabía por qué lo preguntaba y
todo le divertía muchísimo.
—Ella quería ir conmigo —le dije volviéndome para mirar su expresión
presumida.
Asintió. —Sí, así fue. Pero ahora —inclinó la barbilla hacia Lila Kate—,
quiere a Eli. Diría que aprendió rápido la lección.
—¿Qué coño significa eso? —gruñí dando un paso hacia él.
Nate no retrocedió. Pero tampoco esperaba que lo hiciera. Dio un paso en
mi dirección. Su expresión se enfrió. Se volvió dura. —Significa que Eli es un buen
tipo. De los que se quedan. Eso es lo que significa, maldita sea. —Su voz era baja
cuando dijo las palabras.
—Ella apenas lo conoce —discutí.
—Pero a ti te conoce lo suficiente, ¿verdad? —replicó.
Nos encontrábamos en un funeral. Debió ser por eso que me detuve y me
alejé. Pero no fue así. Fue porque Nate tenía razón. Ella me conocía. Pude haber
aparcado mi motocicleta y haberme ido con ella. Eso es lo que habría hecho un
buen chico. Pero lo jodí; la abandoné y me alejé de ella. Cuando empecé a pensar
en ello, tuve que admitir que puede que haya sido lo más cruel que hice. E hice
estupideces bastante crueles en el pasado. Volví la mirada hacia Lila Kate y Eli. Él
le susurraba algo y ella sonrió. La sonrisa no era la radiante que yo conocía.
Fue triste. Sus ojos no brillaron e iluminaron la habitación como sabía que
podían hacerlo. Perdió a alguien, y Eli estaba allí con ella. Esa era la clase de tipo
que necesitaba. La dejé porque ella necesitaba olvidarse de mí. Simplemente no
esperé que sucediera tan rápido.
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—Merece más. Lo sabes. Deja que lo tenga. —La voz de Nate me molestó
simplemente porque tenía razón. No le dije nada. Solo me alejé. De regreso con mi
familia. Soportaría este maldito funeral y me iría en silencio. Olvidaría lo que pasó
entre Lila y yo. Finalmente.
Mientras me alejaba, sentí que la mirada de ella me seguía. Lo mejor sería
ignorarla, pero no podía. Me encontré con su mirada. No sonrió. Simplemente me
observó con sus ojos tan llenos de decepción que mis entrañas ardieron. Ella me
arruinó. Justo como temía que lo hiciera.
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Traducido por Umiangel
Página
Corregido por Mary Warner
La mano de Eli sostuvo la mía mientras estudiaba el mausoleo privado que
era para todos los miembros de Slacker Demon y su familia. Mi abuela fue la
primera en ser enterrada allí. Kiro lo compró porque dijo que no deseaba ser
enterrado en el suelo y tampoco quería que su Emily estuviera allí. Así que decidió
que la mejor manera de descansar en paz eterna era un mausoleo con los que más
amaba.
—Nunca he visto a nadie descansar en una de ellas. Solo ser enterrados —
dijo Eli suavemente a mi lado.
—Yo tampoco. Parece más fácil que verlos hundirse en el suelo, ¿verdad?
Asintió. —Sí, supongo que sí.
Me concentré en mi abuelo mientras sus ojos inyectados de sangre miraban
directamente hacia la marca en la que Emily fue enterrada. Bebía de otra botella de
whisky. Me preocupé de que tuviera una intoxicación por alcohol, pero mi madre
dijo que construyó años de tolerancia a las cosas. Estaría bien. Su traje cubría los
tatuajes pero todavía parecía un rockero. Se encontraba en su postura, cara, la
forma en que su cabello aún era demasiado largo para un hombre mayor. Siempre
sería Kiro Manning. A los setenta años.
—Gracias por estar conmigo —le dije a Eli. Necesitaba a alguien. Apoyo.
Todo el mundo estuvo aquí. Todos sabían que había estado en la moto de Cruz
Kerrington y todos lo vieron ignorándome por completo. Pero la tristeza de mi
abuelo era más importante que el evidente desaire de Cruz. Obtuve lo que pedí
por jugar con fuego.
—Me alegro de haber venido. Casi no vine. Nate pensó que debía hacerlo.
Tendré que darle las gracias por eso.
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Nate esperaba esto. Conocía a Cruz tan bien como yo. Fuimos un grupo una
vez. Debía darle las gracias por traer a Eli. No es que fuera a usar a éste como un
rebote. Pero se convirtió en un buen amigo. Después de hoy, esperaba que nos
mantuviéramos en contacto. Disfrutaba de su compañía. Era fuerte. Confiable.
Amable. El tipo de hombre que sabía mis padres esperaban que encontrara algún
día.
Cuando mi corazón finalmente se curara y siguiera adelante, esperaba hallar
un cuento de hadas con un tipo como Eli. Sabía que no sería él porque su corazón
ya no se encontraba disponible. Simpatizaba con él. Es doloroso amar a alguien
que nunca tendrás.
Al menos no sufrió humillación por eso. Mantuvo sus sentimientos en
secreto. Nunca cometió el error de echar cautela al viento y esperar que funcionara.
—Vámonos —dije mientras otros comenzaban a marcharse. Sabía que mi
abuelo estaría aquí un rato y quería que tuviera su tiempo a solas con ella.
Eli siguió sosteniendo mi mano mientras nos alejábamos. Sabía que los
Kerrington se encontraban a mi izquierda. Pude ver a Woods y Della desde el
rabillo del ojo. Pero no me volví hacia ellos. Simplemente no podía hacer eso.
Caminé con mi cabeza hacia abajo. Eli me llevó a la limosina que esperaba a la
familia.
—¿A dónde vas? —le pregunté.
Movió la cabeza hacia la limosina detrás de ésta. —A lo de Dean con Nate y
Bliss.
Estar con Nate y Bliss no era fácil para él. Lo sabía sin preguntar. —Ven
conmigo —dije.
Sonrió como si entendiera por qué y pudiera leer mis pensamientos.
—Gracias.
Me moví todo hasta el último asiento. —Hoy me salvaste. Debería estar
agradeciéndote yo.
Se movió detrás de mí y se sentó con su muslo presionando el mío. El calor
de su cuerpo, el olor de su colonia me hicieron sentir aliviada. Como si no me
encontrara sola. Recordaba esto de nuestra única noche juntos. Ahora sabía la
diferencia, entre el buen sexo borracho sin ataduras y el sexo con un hombre que tu
corazón quiere. Está en dos campos de juego diferentes.
—Lucías hermosa hoy. Es un idiota, y por la forma en que observó tus
movimientos, lo sabe.
Volví la cabeza y miré a Eli. —¿Qué?
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Me dio una media sonrisa. —Cruz Kerrington. No podía apartar los ojos de
ti. Nunca lo conocí ni me lo presentaron, pero conozco tipos como él. Los detecto.
También era totalmente obvio. Nadie más me miró como si hubieran disfrutado de
rasgar mis extremidades del cuerpo.
Eso no tenía sentido. Sacudí la cabeza. —Entendiste mal. Se vio obligado a
venir aquí. Conozco a sus padres. Era notorio que estaba enfadado porque esto le
quitó el tiempo de juego. —El disgusto era evidente en mi voz. Así como el dolor.
—Puede que no sea un idiota. Pero soy hombre. Sé lo que piensan. Puedo
leer uno. Y a ese tipo no le alegró que estuvieras conmigo. También quería que
estuvieras a solas y ponerte las manos encima. Honestamente, Lila, eres hermosa.
Hoy estuviste impresionante. Tuve dificultades para apartar los ojos de ti.
Se sentía bien. No, era más que lindo oír a un hombre guapo decirme eso.
No me sentía hermosa o impresionante. —Gracias —le dije, insegura de cómo
responder. Luego dije lo que pensaba—. Ojalá... Ojalá te hubiera conocido en otro
momento. Un momento en que nuestros corazones no estuvieran tan confundidos.
Tal vez hubiéramos tenido una oportunidad.
Su mano se deslizó sobre la mía, y la mantuvo allí. —Cuando te fuiste, me di
cuenta de algo. Mi corazón no está donde pensaba. Bliss se convirtió en un hábito.
Todo lo que conocía. Nadie me causó suficiente impacto para alejarla de mi
corazón. Pero tú... me hiciste olvidar. Me mostraste que existía más. Que podía
sentir algo por alguien más. —Hizo una pausa y luego, sus dedos se deslizaron
alrededor de los míos—. Mi corazón se encuentra listo, Lila. Esperaré hasta que el
tuyo también lo esté.
Guau... Eso no era algo que esperaba escuchar. —La última noche que
pasamos juntos, te encontrabas molesto por ser el padrino —le recordé.
Se encogió de hombros. —Un hábito. Un hábito que me afectó y me mostró
cómo cambió mi corazón. Me di cuenta que lo superé cuando descubrí que te
habías ido. Eso... eso me impactó más que la maldita boda. Lo superé y me centré
completamente en ti. Ahora ni siquiera siento dolor cuando los veo besarse. Me
hiciste superarlo. Ojalá pudiera hacer lo mismo por ti.
Aquí se hallaba este hombre maravilloso diciéndome que quería más. Listo
para seguir adelante conmigo. Quería estar conmigo. Se puso disponible. Y tan
hermoso como sonaba, me seguía doliendo el corazón por Cruz. Era la mujer más
estúpida del planeta Tierra o la más desafortunada. Posiblemente ambas.
—Necesito tiempo —le dije porque quería un cuento de hadas. Creía que Eli
era ese tipo de hombre. Era seguro, sólido, hermoso. Todas las cosas que era mi
padre, al igual que Rush Finlay, mis tíos Mase y Cope. Yo quería un hombre como
ellos.
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—Soy muy paciente —respondió.
Incluso el tono de su voz fue calmante. No hizo que mi corazón salte ni que
las mariposas volaran en mi estómago, pero me hizo sentir segura. Apoyé la
cabeza en su hombro. Su brazo me rodeó y nos sentamos así en silencio mientras
esperábamos al resto de la familia.
Traducido por Moreline
Corregido por Mary Warner
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—¿Te la follaste? —inquirió Blaze, mi hermano de diecinueve años, cayendo
al otro extremo del sofá desmontable en el estudio al que mi madre se refería como
“la guarida de los muchachos”. Estaba en la planta baja de nuestra casa de tres
pisos y tenía todo lo que podían necesitar los chicos adolescentes. Incluso un mini
gimnasio con pesas. Vine aquí tan pronto como llegamos a casa para evitar al resto
de la familia.
—Voy a ignorar eso —respondí sin desviar mi atención del juego de béisbol
que observaba.
Se rió entre dientes. —Eso significa que sí. ¡Maldita sea! Ella es tan sensual.
La furia se arrastró por todo mi cuerpo. —Si quieres vivir, deberías callarte
—le advertí. No quería que nadie supiera lo que habíamos hecho, pero tampoco
quería que mi hermano tenga la idea de Lila Kate y sexo en el mismo maldito
pensamiento.
—¿Cuál es tu problema? Jesús, relájate. Lila Kate es ardiente. Daria mi bola
izquierda por follarla.
Me moví entonces. Rápido. Sin pensar. Aplasté a Blaze contra el sofá con la
mano alrededor de su garganta. Él era quizás cinco centímetros más alto que yo
pero era más debilucho. Sus músculos eran más delgados. Lo superaba en peso.
También era dos años mayor que él. —Cierra la puta boca. ¿Me entiendes, pequeño
idiota?
Asintió, incapaz de respirar, así que relajé mi agarre en su cuello. Luego lo
miré una última vez antes de alejarme y regresar a mi lugar. —Vete —dije mientras
me acomodaba otra vez.
Podía verlo frotándose el cuello. Tan dramático. Finalmente se puso de pie,
y estaba tan aliviado que casi suspiré. Solo quería estar solo.
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—No la amo —dije a nadie en particular. Pero necesitaba decirlo. Sacarlo—.
No amo a nadie. El amor no es para mí. —Seguí hablando con la habitación vacía.
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—Si la amas, entonces no estás haciendo un buen trabajo demostrándoselo.
Eso es todo lo que diré. —Después de que las palabras salieron de su boca, se
volvió y salió corriendo de la habitación, subiendo las escaleras.
La imagen de Lila Kate de pie en el funeral. Su suave y bronceada espalda
tan perfecta y desnuda en el vestido que llevaba puesto me hizo querer tocarla.
Para sentir su textura sedosa. Si Eli Jodido Hardy hubiera puesto una mano en esa
espalda, no habría sido responsable de mis acciones. Pero no lo hizo. Había sido el
buen tipo. Él no tocó su cuerpo. Solo sostuvo su mano.
Ella parecía necesitar ese apoyo. Luché contra los celos carcomiéndome por
no haber sido el que se encontraba a su lado. Fue mi elección. Sufría por su
beneficio.
Pisadas en las escaleras me alertaron esta vez que me hallaba a punto de ser
interrumpido nuevamente por un miembro de la familia. Eché la cabeza hacia atrás
y cerré los ojos mientras suspiraba con molestia. —¿No pueden todos dejarme
tranquilo? —gruñí en frustración mientras el siguiente miembro de mi familia
entraba en la habitación.
—Solo será un minuto. Necesito decir algo. Luego no te molestaré de nuevo.
—La voz de Lila Kate hizo que mi cabeza retrocediera. ¿Qué mierda hacía aquí?
Llevaba un vestido blanco que mostraba demasiada piel. Me empapé de
ello. De la vista de ella. Toda esa perfecta suavidad. Aquí en mi casa. ¿Por qué?
—Blaze dijo que estabas aquí abajo y que podía venir a verte un momento.
Iba en camino a encontrarse con tus padres para el almuerzo en el club. No quise
molestarte. —Hizo una pausa y miró el partido en la televisión—. Veo que estás
ocupado viendo algo. Seré rápida.
Se acercó a mí, deteniéndose a solo unos metros. —No cometí un error.
Sabía lo que estaba haciendo. Esperaba esto de ti. No esperé nada más. Elegí irme
contigo, acostarme contigo, permitirme disfrutar de estar contigo. Fue mi decisión.
Lidiaré con los recuerdos. Con el corazón roto. Porque eso fue lo que me busqué.
Al principio, pensé que era estúpida. Maldije mis malas decisiones. Pero... estoy
agradecida de haberlo hecho. Dejé que me lastimaras. Pero tuvimos un momento.
Ahora‖sé‖cómo‖se‖siente.‖Como‖te…‖sientes.‖No‖me‖arrepiento.‖No‖me‖arrepiento‖
de ti. Seguiré adelante. Tomaré otro camino. No volveré a molestarte nunca más.
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La vida volverá a ser como era antes. —Se detuvo y sonrió. Era una sonrisa dulce y
triste. Hizo que mis malditas rodillas se sintieran débiles, y yo estaba sentado—.
Fueron menos de cuarenta y ocho horas, pero ha sido divertido. Emocionante. Y
siempre me alegraré de haberlo hecho. Gracias, Cruz Kerrington —dijo mientras
cerró la distancia entre nosotros y se agachó para presionar un beso a mis labios—.
Adiós —susurró contra ellos. Luego se levantó y caminó hacia las escaleras.
Mis labios todavía hormigueaban por la emoción de su tacto. Mi cuerpo
zumbaba por el olor de su cuerpo. Dejarla ir parecía imposible. Me levanté del sofá
y fui tras ella tan rápido que ni siquiera tuve tiempo de pensarlo. Mis manos la
sujetaron por la cintura, y la presioné contra la pared, presionándola bajo mi toque.
Había un millón de cosas que quería decir. Pero no dije nada.
La besé esta vez, y lo hice bien. No un maldito pico en los labios. Reclamé su
boca. Probé su dulzura. Me emborraché con el néctar que era Lila Kate. Lo había
anhelado desde que la dejé. Soñé con esto. Traté de sacarla de mi sistema con otra
mujer. Nada de eso funcionó. Esta era la única manera de curar mi anhelo.
Sus manos se enredaron en mi cabello y mis manos se movieron para sentir
la pesadez de sus pechos. Puse mi mano sobre su corazón, y el golpeteo del mismo
hizo que el mío se elevara. Yo le causé esto. Ella lo quería tanto como yo. Éramos
como jodidos explosivos. Nunca había habido otra mujer que me hiciera reaccionar
de esta manera. ¿Por qué simplemente no podíamos hacer que durara más tiempo?
Disfrutarlo hasta que se esfumara.
Cuando sus manos tocaron mi pecho y me empujaron con firmeza, estaba
aturdido.
—Eso es suficiente —jadeó y se escapó de mi cuerpo para liberarse de donde
la había ensartado.
—Acabamos de empezar —respondí, con mi propia voz ronca por falta de
oxígeno.
Negó con su cabeza. —No, Cruz. Mi beso fue un adiós. Ese beso fue el
cierre. —Mientras intentaba comprender lo que acababa de decir, se alejó. Me dejó
allí. Solo así. Sin lágrimas. Nada.
¿Me habría sentido mejor si hubiera llorado? No deseaba hacerle daño.
Quería encerrarme en una habitación con ella y nunca más irme de nuevo. Pero no
quería hacerle daño.
Ella me mostró sus emociones antes. En la calle Bourbon, lo había visto.
Todo. Sabía que su corazón era suave. Que sus lágrimas fluían con facilidad.
Entonces, eso significaba que la mujer que acababa de salir de aquí era…‖lo‖que‖le
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causé. No era fría. Había terminado. Le demostró cuánto podía lastimarla y ella vio
que no valía la pena. Sabía que se merecía más.
Su olor se aferraba a mi piel. Me dolía el cuerpo por la pérdida de ella entre
mis brazos. Pero más que eso, mi alma sabía que acababa de apartar lo único que la
había despertado. Que la sacudió. Perdí a la mujer que me mostró cómo se sentía el
fuego.
Me hundí en la silla detrás de mí. Enterré la cabeza en mis manos. Se acabó.
Habíamos tenido nuestro pequeño momento. Quise demostrarle lo malo que era
para ella. Cómo la arruinaría. Me estuve preservando por ambos. Pero al final, yo
fui el que estaría completamente arruinado.
27
122
Traducido por Maria Graterol
Página
Corregido por Snow Q
El espacio era perfecto. Me acabaría gustando. Debido a mis clases de baile.
Podía ver un futuro aquí. Tenía el dinero para comenzar. Compraría el lugar, todos
los equipos y comenzaría a promocionarlo. Seguro, hace dos semanas quería hallar
una aventura, pero ahora ésta siempre me recordaría a Cruz. Él fue mi mejor
aventura.
Casi permití que su presencia en esta ciudad hiciera que me marchara.
Cuando me admití a mí misma que buscaba un estudio de baile fuera de Rosemary
Beach porque intentaba evitar a Cruz, comencé mi búsqueda aquí. Tenía sentido
para mí abrir mi primer estudio en la ciudad donde conocía a todo el mundo, y
después expandirme. No planeaba quedarme para siempre. Pero en ese momento,
tenía sentido. Desapareció la necesidad de aventurarme. Tuve suficiente aventura
en una semana como para que me sirviera un par de años.
La puerta se abrió a mis espaldas y Ophelia Finlay se me quedó mirando,
tan glamorosa como siempre. —Te llamé tres veces —me dijo, como si no hubiera
visto las llamadas perdidas.
—He estado ocupada —contesté.
Suspiró en voz alta. —¿Ni siquiera vas a considerarlo? Seré una compañera
de piso maravillosa.
Se enteró por su madre que iba a comprar un apartamento y a comenzar mi
propio estudio de baile. Las palabras viajan rápido cuando las madres son mejores
amigas.‖ Este‖ año,‖ iba‖ a‖ tomarse‖ un‖ “descanso”‖ de‖ la‖ universidad,‖ debido a que
necesitaba una nueva dirección o algo así. Eso era tan propio de Ophelia.
—No es que no estuviera considerándolo. No dudo que serías una buena
compañera de piso. Solo tenía que asegurarme de que esto era lo que quería. —Me
giré, haciendo un círculo mientras contemplaba el edificio—. Pero sí. Este es el
lugar.
Ophelia asintió. —Será un buen estudio. Buena ubicación.
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Apunté al techo. —Mi apartamento estará allí. Voy a comprar todo el
edificio. Necesito ahorrar dinero y, vivir donde trabajo tiene sentido.
Eso la hizo fruncir el ceño. —¿Vivirás allí?
Asentí. —Sip.
—¿Cómo es allá arriba?
Me encogí de hombros. —Es un departamento enorme. Con vigas
expuestas, muy abierto, para ser honesta, no parece tu tipo de lugar. —Motivo por
el cual no había respondido sus llamadas.
—¿Habrá clases en la mañana? —preguntó.
—A las ocho de la mañana —respondí.
Parecía que su determinación para ser mi nueva compañera se desvanecía
muy rápido. —Oh.
Eso es lo que pensé. Este sería mi mundo. Mi trabajo y mi departamento.
Suponía que eso no le llamaría mucho la atención a otra persona.
—¿Puedo verlo? —preguntó, esperanzada.
—Claro. Vamos —respondí—, por aquí. —Me encaminé hacia la puerta
trasera que estaba pintada de color azul. Cambiaría eso. Se abría hacia la escalera
que llevaba al departamento. Tenía exactamente veinticinco peldaños. Arriba, no
tenía puerta y también planeaba arreglarlo.
El área de trescientos setenta metros cuadrados se hallaba casi totalmente
abierta. Lo único cubierto era un baño a la izquierda y la escaleras en espiral que
conducían a otra área del apartamento donde estaría mi dormitorio. La cocina se
encontraba equipada y todo era de acero inoxidable. Incluso las encimeras eran
inoxidables. Era muy industrial.
—¿Tiene un segundo dormitorio? —preguntó, evaluando el lugar.
—No. El dueño anterior era un hombre soltero. Pero si estás interesada de
verdad, tenemos suficiente espacio. Podemos construir algunas paredes a partir
del baño y tendrás un dormitorio con suficiente espacio para tus cosas. Aunque
tendremos que compartir el baño.
Estudió el lugar a medida que lo recorría y examinaba la vista sobre todos
los negocios del área de Rosemary. Daba hacia una pequeña y pintoresca calle con
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tiendas. La fachada de todas las tiendas era muy de la costa y se sentía muy
agradable. Muy diferente de la zona donde vivíamos de niñas. Finalmente, se giró
hacia a mí, sonriendo. —Hagámoslo.
Si fuera Phoenix Finlay, hubiera dicho absolutamente que no. Pero con
Ophelia, podía vivir. Además, la ganancia de la renta ayudaría a pagar los
servicios de este lugar. Pensando en el estudio, tenía sentido.
—Haré que papá venga con sus trabajadores y construya tu habitación tan
pronto como firme los papeles del lugar.
Sonrió de oreja a oreja. —¿Cuándo crees que estará listo?
—Al final de la semana.
Aplaudió, entusiasmada. —¡Esto será tan divertido!
Eso esperaba. —¿Quieres un trabajo? Porque necesitaré ayuda con las cosas
de oficina una vez que abra el estudio.
—¡Seguro! ¿Por qué demonios no? ¿Puedes descontar la renta de mi cheque
de pago?
—Eso me parece bien.
Hablamos un poco más antes de que fuera a contarle sus planes a su madre.
Me acerqué e impulsé para sentarme en la encimera de la cocina. Podía construir
una vida aquí. No me encontraba en la parte rica de Rosemary Beach, con las casas
enormes y el club. Me hallaba justo al lado, pero se sentía separado. No me iba a
marchar de la ciudad, sino que empezaría una nueva vida aquí.
Mi teléfono sonó, generando un eco en el gran espacio vacío. Le eché un
vistazo. Era Eli. Sonriendo, presioné para contestar. —Hola.
—¿Qué tal el lugar? —preguntó. Le dije en un mensaje de texto que hoy
vendría a echarle un vistazo. Se lo había enviado la noche anterior.
—Perfecto. Creo que va a ser perfecto.
—Demonios. Tenía la esperanza de que pensaras que apestaba y vendrías a
Sea Breeze a mirar los espacios. —Sabía que era una broma, pero que también le
gustaría que eso sucediera.
—Siempre puedes venir a Rosemary Beach —respondí.
Estuvo callado un momento. —No me tientes.
Me preguntaba si en realidad lo haría. Tal vez un nuevo comienzo era lo que
necesitaba. —No me quejaría si lo hicieras —agregué.
Se rió y añadió—: Es difícil decirte que no. Pero tengo un trabajo. No puedo
levantarme e irme sin más.
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Tenía razón. —Lo sé. Solo quería aclarar que si necesitabas una aventura,
estaría feliz de ser el inicio de la tuya —le dije bromeando, pero se quedó en
silencio.
Me mordí el labio, nerviosa. Quizá no debí haber dicho eso. No hablábamos
mucho sobre esa noche. No estaba segura de si recordaba haberme preguntado que
si él era el inicio de mi aventura. Esperé a que dijera algo y me preocupé todo el
tiempo que estuvo en silencio.
—Podría considerarlo si le diéramos otra probada al sexo en la playa. Pienso
mucho en eso. Desearía no haber estado tan borracho.
Después de Cruz, no estaba lista para tener sexo con nadie. Lo estaría algún
día. Pero por el momento, simplemente no podía. En una semana, había tenido
sexo con dos hombres diferentes. Esa había sido una jodida aventura.
—Algún día. Si llega el momento adecuado —dije suavemente, mientras las
imágenes de Cruz y de todas las cosas que hicimos pasaban por mi cabeza. Mi
corazón ardía al igual que ellas.
—No solo quiero ser el comienzo de tu aventura, Lila. Quiero ser el final de
ella.
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126
Traducido por AnnyR’
Página
Corregido por Snow Q
Mi cabeza se hallaba jodida. Me encontraba en el trabajo haciendo lo que mi
padre me pidió. No porque lo hubiera hecho, sino porque mi cabeza estaba tan
jodida que necesitaba algo para distraerme. Y las vaginas de otras mujeres ya no
funcionaban.
—Cruz, te pareces tanto a tu padre a esa edad que acabo de volver al
pasado. Era una camarera de nuevo y ahí estaba el jefe. Vestido con tu polo del
Club Kerrington. Sé que Woods está orgulloso de tenerte aquí —dijo Blaire Finlay,
en lo que entraba al comedor con mi madre y Harlow Carter, la madre de Lila.
—Es el gemelo de su padre. En todo, incluyendo la actitud —dijo mi madre
con una sonrisa.
—No le cuentes que dijiste eso —pedí lentamente, sabiendo que no le
gustaría escuchar que actuaba como él.
Blaire dejó escapar una carcajada, y las tres siguieron avanzando. Mi madre
se detuvo para darme un apretón suave en el brazo. Harlow iba en silencio. No
hablaba tan alto como las otras ni trataba de llamar la atención. Era decente,
hermosa, no se veía ni de cerca como la edad que tenía, y todo lo que podía ver era
a Lila Kate veinte años después. El hombre que estuviera con ella, iba a ser un
suertudo hijo de puta.
Irritado por el rumbo de mis de pensamientos, recorrí el pasillo que llevaba
a la oficina de mi padre, adonde me dirigía cuando esas tres aparecieron. Solía
amar venir a esta oficina. Me refiero a venir a ver a mi padre. Él solía sentarme
encima de su escritorio y me dejaba jugar con el juguetito de golf que tenía allí.
Veía la pantalla plana en la pared y lo miraba trabajar. Quería ser como él.
Dios, como habían cambiado las cosas.
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La puerta de la oficina de papá se abrió y salió antes de que lo alcanzara. Su
mirada inmediatamente se fijó en mí. —Bien. Llegas a tiempo. Tengo una reunión a
mediodía con Captain, recuerdas al hermano de Blaire Finlay, y su hija Emmeline
está con él. La prepara para que se haga cargo de la franquicia de restaurantes
aquí, en Rosemary Beach. Creo que tenerte allí la hará sentirse más cómoda, ya que
ambos son jóvenes.
Comida de negocios. Fantástico, maldita sea. —Conozco a Emmeline, y le
dicen Emmy. O al menos así era hace dos años, cuando hablamos en un evento
celebrado aquí por algo que no recuerdo.
Papá asintió. —Bien. Franny, la hija mayor de Captain supervisa las
franquicias en Alabama y Tennessee. A Emmeline la están entrenando para que
supervise las franquicias de Florida y Georgia. No estará lista hasta que se gradúe
de la universidad, pero Captain comenzó a prepararlas desde pequeñas. Como
debí haber hecho contigo. Es un hombre de negocios inteligente —dijo, mientras
caminaba esperando que le siguiera el paso.
—¿Vamos a comer aquí? —le pregunté, esperando que la respuesta fuera
negativa. No estaba de humor para lidiar con la multitud.
—No. Donde Captain.
—¿Por qué vamos a reunirnos exactamente con él?
—Porque necesitamos otro restaurante en el club. La parrilla de la piscina y
el comedor principal no son suficientes. Ya no. Es hora de que nos expandamos.
—¿Entonces vas a poner uno de los restaurantes de Captain en el club?
—Posiblemente. Parece una buena idea. Vamos a ver como evoluciona.
La nueva camioneta de papá se encontraba estacionada en la parte delantera
y el valet ya la tenía lista para nosotros. Nos subimos y salimos de la propiedad del
club hacia la zona de negocios de Rosemary Beach, donde las tiendas, restaurantes,
centros comerciales y la zona turística de mierda, se encontraban ubicados. No dije
mucho, solo vi pasar la ciudad. Mientras pensaba en Lila Kate, porque ese era el
nuevo hábito que no podía quitarme de encima.
—¿Has hablado con Lila Kate últimamente? —preguntó papá, como si
pudiera leerme la mente.
Negué con la cabeza.
—Entonces no sabes que compró ese lugar —dijo, y mis oídos se animaron.
—¿Qué?
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Se detuvo en uno de los tres semáforos de la ciudad y señaló una tienda de
dos pisos en la esquina de la calle principal. —Ese justo allí al final. Grant dijo que
lo compró. Va a abrir un estudio de baile.
Estudié el edificio azul pálido de la costa. Grandes ventanas bordeaban el
piso inferior, el segundo tenía las persianas anti huracanes que eran tan populares
por aquí. —Eso no puede ser barato —dije, preguntándome qué diablos pensaba.
—No lo fue. Pero posee un fondo fiduciario gracias a Kiro. Tiene una buena
cabeza para los negocios. En lugar de vivir del dinero que tiene, lo usa para hacer
más. Para construir algo.
Podía oír la admiración en su voz. Sabía que ella era jodidamente especial.
No tenía que hacerlo obvio. Ya lo sabía. Por eso la alejé. Funcionaba demasiado
bien.
Papá aparcó la camioneta delante del lugar de Captain en Rosemary Beach y
me bajé, todavía mirando el edificio que ahora era de Lila. No se iría de la ciudad.
Eso se sentía bien. Como si pudiera respirar profundo. No que importara donde
ella viviera, pero la quería aquí. Tan jodido como eso fuera.
—Escucha, presta atención, y sé amable. Habla con Emmeline. No actúes
como un idiota.
Sonreí. —¿Cuándo me he comportado como un idiota con una mujer?
—Numerosas veces, Cruz. Numerosas.
Con el ceño fruncido, lo seguí adentro y el olor a mariscos me golpeó. No
había estado aquí en mucho tiempo, pero la comida era buena. Tenía que salir más
a menudo. No me haría daño venir a esta parte de la ciudad.
—Woods, Cruz, es bueno verlos a los dos —dijo Captain Kipling, mientras
sacudía la mano de papá, luego la mía—. ¿Cuándo te convertiste en un hombre? —
bromeó, luego me dio una palmada en la espalda.
Emmy se acercó a él y me sonrió. No era la clase de sonrisa educada de
negocios que yo esperaba. Era mayor y en los últimos dos años había madurado.
Ella también lo sabía. Su largo cabello rubio y sus brillantes ojos verdes eran una
combinación despampanante contra el bronceado de su piel.
—Hola, Cruz. —Sus ojos brillaron con malicia cundo dijo mi nombre.
—Emmy —respondí, con un gesto de reconocimiento—, es bueno verte.
—Mientras toman asiento, iré con Cruz a buscar el portátil que necesitas,
papi. Puedo mostrarle la parte de atrás.
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Captain y mi padre ya comenzaron la charla amistosa, y simplemente
asintió. Mi padre me dirigió una mirada de advertencia antes de alejarse. Esto no
parecía una buena idea. ¿Acaso no vieron la forma en que Emmy me miraba? ¿Tan
ciegos eran? Ella no pensaba en los malditos negocios.
—Te estás preparando para hacerte cargo del club del que habla papá —
dijo, caminando tan cerca de mí que su brazo rozó el mío.
—Sí —respondí.
—Estaré en la ciudad más a menudo para conocer el lugar. Durante el
verano, voy a estar aquí para trabajar. Hasta que vuelva a la universidad en el
otoño. Deberíamos hacer algo —dijo, y su voz descendió hacia un tono juguetón.
Mierda.
—No estoy seguro de lo que estás pensando, pero lo más probable es que
trabajemos juntos. No creo que tengamos que cruzar ninguna línea.
Se acercó y se puso delante de mí para abrir una puerta y me llevó dentro.
En la habitación, me di cuenta de que era una oficina antes de que cerrara la puerta
detrás de ella. —¿Qué hay de malo en divertirse un poco? Esto hará que trabajar
juntos sea más agradable. —Su mano tocó mi brazo, deslizándose hacia arriba a
medida que se acercaba—. Siempre me has atraído. Pero creo que les atraes a todas
las chicas.
Maldición. ¿Qué demonios se suponía debía hacer con esto? Normalmente,
aceptaría de inmediato esta invitación, pero el momento no era el adecuado. Mi
cabeza era un lío, y Emmy no era alguien con quien a mi padre no le importaría
que las cosas terminaran mal.
—Mira, por muy tentador que sea, tenemos que trabajar juntos. Seguro que
eres muy consciente de mi reputación. No quiero que haya ningún roce entre
nosotros.
En ese momento soltó una risita y se colocó delante de mí. Su pecho casi
tocaba el mío. —No busco una relación, Cruz. Solo quiero un poco de diversión.
Si pudiera ver más allá de la cara de Lila Kate, podría tomarle la palabra.
Pero maldita sea, no podía usar a Emmy de esa manera. Tendría que cerrar los ojos
y fingir. A la última chica con la que estuve hace dos noches, de hecho le dije Lila.
No terminó bien.
Aunque si alguien pudiera quitarme la obsesión con ella, me salvaría. —Seré
honesto contigo. Ahora, estoy obsesionado con alguien. Trato de entenderlo. De
superarlo. Pero todavía no he podido hacerlo.
Emmy se mordió el labio inferior seductoramente y finalmente presionó sus
tetas contra mi pecho. —Puedo ayudarte con eso.
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—Dame una oportunidad. Solo una probada y verás —susurró, luego su
mano se deslizó por el interior de mi muslo y acunó mi polla. ¡Santa mierda!
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¿Por qué siempre me pasaba esta mierda? —No creo que eso sea una buena
idea —argumenté, pero mis palabras no sonaron muy convincentes. Se sentía bien.
Yo era un hombre y estaría mintiendo si dijera que no lo disfrutaba.
—Si me la paras, tendré que salir de aquí con una erección. Eso no terminará
bien con ninguno de nuestros padres.
—Si te provoco una erección, puedo arreglarlo.
Esta vez me reí. —Confía en mí, nena. No tenemos tiempo para eso.
Retiró su mano mientras me encontraba a medio camino de ponerme duro.
—Cuando‖sí‖tengas‖tiempo…‖soy‖estupenda‖chupando‖penes.
Seguía atrapado en sus palabras cuando se alejó y recogió una computadora
portátil delgada. —Vamos a esa reunión. Me muero de hambre —dijo mientras me
lanzaba una sonrisa perversa, luego balanceó sus caderas en lo que se dirigía hacia
la puerta.
Tal vez podría hacer esto. Disfrutarla. Divertirme un poco. No era la chica
buena que había asumido. Emmy Kipling era traviesa. Debía ser eso de la chica
universitaria que se volvía salvaje. Lo consideré y me sentí un poco más relajado
en el momento que nos unimos a nuestros padres.
Emmy de repente se puso en modo negocios; era encantadora e inteligente.
Sabía mucho sobre el lugar e hizo que los dos hombres se rieran mientras hablaba
de tonterías graciosas. Yo no hablaba tanto, pero me comprometí a mantener feliz a
mi padre.
Justo cuando me sentía mejor, y creía que todo iba a estar bien. O al menos
no tan mal como asumí, cuando papá dijo que teníamos que venir a esta reunión.
Comencé a sonreír y a coquetear un poco por mi cuenta. Le di un guiño a Emmy
mientras nuestros padres se encontraban ocupados discutiendo algo más y me
devolvió una sonrisa que prometía algo más tarde. Algo que me preparaba para
aceptar. Entonces lo sentí. La calidez. El hormigueo. Levantando la mirada, me
reuní con los ojos que no podía sacar de mi cabeza.
Lila Kate se encontraba allí, con un pedido para llevar en sus manos. Tenía
los ojos puestos en mí. El dolor era evidente y verlo allí me atravesó el pecho. Era
un imbécil.
Traducido por Jadasa
Corregido por Karen_D
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29
Dejé mi comida sobre la encimera de mi cocina y grité de frustración. Lo
odiaba. Odiaba a Cruz Kerrington. Lo odiaba. Abriendo bruscamente una alacena,
saqué un vaso y lo llené de agua helada. Su estúpida sonrisa se grabó en mi mente
cuando le guiñó un ojo a Emmeline Kipling. ¿Ella tenía qué, diecinueve? Dios, era
un cerdo.
Ella era estúpida si dejaba que él se le acercara. Estúpida como yo. Gemí
ante la idea y abrí mi bolsa para sacar la comida que ya no parecía atractiva. Había
otros lugares en los que podría haber comido. ¿Por qué fui allí? ¿Por qué tenía que
ver eso?
Me senté en uno de los coloridos taburetes que acababan de llegar ayer. Este
lugar era tan industrial que le agregué todo el color y el arte que podía. Me gustaba
cómo quedaba. Los taburetes fueron pintados por un artista en la ciudad y a cada
uno le pintaron un loco rostro artístico en la parte posterior.
Miré fijamente las pinzas de cangrejo frente a mí en tanto obligaba a una a
entrar en mi boca. Tenía que comer. Había estado trabajando escaleras abajo todo
el día y aún quedaba un mes para abrir el lugar. Bebí un trago de agua y luego
miré mi teléfono. Llevaba dos semanas sin hablar con Eli. Él sabía que compré el
lugar, pero me hallaba tan ocupada mudándome que no le envié mensajes de
texto.
Alcancé mi teléfono y decidí cambiar eso. No estábamos destinados a ser
más que amigos, pero iba a disfrutar de su amistad. Ambos amábamos a personas
que no nos correspondían. Él lo entendía.
Instalándome. ¿Cuándo vas a visitarme?, luego presioné enviar.
Ophelia todavía no se mudó. Su habitación se encontraba casi lista. Se fue a
Los Ángeles con Phoenix para visitar a su abuelo durante una semana. El lugar
había estado tranquilo. Solo mi padre y yo junto con algunos de su equipo que
estuvieron trabajando en la habitación los últimos días.
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Cuando me inviten. Fue su respuesta.
Lo extrañaba. Echaba de menos al chico digno de confianza de quien podía
depender para hacer lo que me decía. Era honesto y no hacía cosas que pudieran
lastimar a otros. Deseaba que Eli hubiera sido quien me robó el corazón. Si lo
hubiera hecho, sería más fácil ver a Cruz con otra persona.
Estás invitado. Considera esta tu invitación oficial.
El mensaje de texto alivió el dolor que sentía en mi corazón y comencé a
comer mi comida y a disfrutarla. Si pudiera regresar y no rogarle a Cruz lo
imposible esa noche en la calle Bourbon, lo haría. Retiraría lo dicho. Renunciaría a
los recuerdos. Estaba loca la gente que decía que no cambiarían nada a pesar del
dolor. Renunciaría en un abrir y cerrar de ojos. No quería pensar en él.
Quería olvidarlo todo.
¿El viernes por la noche es demasiado pronto?, respondió Eli.
Es perfecto, contesté.
Eso me daba dos días para tener este lugar listo. Haría algunos planes para
nosotros y luego disfrutaría. No pensaría en Cruz. No me importaría qué hacía o
con quién. Viviría mi vida.
Empezaré a empacar.
Me reí de ese último mensaje de texto y terminé de comer.
Las cosas resultaron diferentes a lo que imaginé, pero no eran malas. De
ningún modo. Me sentía emocionada. Pronto tendría mi propio estudio de baile.
Enseñaría a los niños. Les animaría a encontrar su amor por la danza de la manera
en que yo lo hice.
Terminé de comer y bajé para volver a pintar las paredes. Papá se ofreció a
hacerlo, pero quería saber que hice algo. Este era mi lugar. Me gustaba colaborar
en tenerlo listo para instalarme.
Cuando entré, Cruz se encontraba de pie mirando los alrededores. Tenía las
manos en los bolsillos de sus pantalones vaqueros, una mirada que no podía leer
en su rostro. Pensé en darme la vuelta y regresar corriendo escaleras arriba, pero
no tenía doce años. Era adulta y este era mi estudio.
—¿Puedo ayudarte? —pregunté.
Su mirada se posó sobre mí. No me oyó entrar. —Hola.
No respondí a eso. Simplemente continué, en silencio, mirándolo fijamente.
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—Respecto a lo que viste —comenzó y levanté una mano para detenerlo.
—No. Por favor, no vengas aquí y actúes como si tuvieras que explicarme
algo. Creo que me quedó claro en tu casa. Tuvimos un cierre. Terminó. Tengo que
pintar. Si me disculpas. —Caminé hacia la pintura y el rodillo que dejé más
temprano, esperando que simplemente se diera la vuelta y se fuera.
—Si has tenido tu jodido cierre, ¿por qué tus ojos se veían tan malditamente
heridos? Dime eso, Lila. ¿Dime por qué esos ojos tuyos me quitaron el maldito
aliento? Porque seguro que no era un jodido cierre lo que vi en ellos.
Hice una pausa y respiré hondo. Tenía razón. Pero no iba a admitirlo. —Es
solo que es reciente. Lo superaré pronto.
—Cuando averigües cómo hacerlo, ¿podrías decirme cómo? Porque Dios
sabe que necesito ayuda.
No podía dejar que me afectara. No podía permitir que sus palabras me
hicieran débil o me llevaran a pensar que podía confiar en él. Que podríamos tener
algo.
—Lo hacías muy bien —respondí, agachándome para agarrar el rodillo y
sacar la tapa de la lata de pintura.
—Lila, mírame. Jesús, mírame, maldición. ¿Dime si esto parece un tipo que
está superándolo? Me viste coquetear. He estado coqueteando desde que tenía
edad suficiente para caminar. No significa nada. Es cómo reacciono a las mujeres
que están coqueteando conmigo.
Me reí y luego sacudí la cabeza. —Lo que sea. No me importa. Vete.
Se quedó allí. Sin hablar y sin moverse. Intenté concentrarme en mi pintura,
pero era difícil con su mirada en mí. Esperé a que dijera algo más. Si dejaba esto,
eventualmente desaparecería. Todo. Tuve una probada. Sabía lo que se sentía y me
hallaba lista para dejarlo atrás.
—Si no te importaba, entonces podríamos sentarnos, charlar, tomar una
cerveza. No podemos hacer eso, Lila. Así que sí, te importa.
Tenía razón. Odiaba que la tuviera. Si no me importaba, no habría emoción.
Estaría bien con una visita. No le exigiría que se fuera. Dejé caer las manos a mis
costados y me di la vuelta para encararlo.
—Tienes razón. Me importa. Pero no quiero que me importe. Quiero olvidar
que todo sucedió. Deseo olvidarte. —Las palabras, aunque eran verdaderas,
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sonaban mucho más frías y duras cuando las decía en voz alta. Casi me retracté,
pero me contuve. Me lastimó. Si eso le hacía daño, entonces bien.
—No quiero olvidar. —Su voz sonaba profunda y casi adolorida. Empecé a
decir algo para suavizarlo, pero entonces hizo lo que le pedí. Se dio la vuelta y se
fue. Luego de que la puerta se cerró detrás de él, el lugar de nuevo fue silencioso. Y
otra vez me encontraba sola.
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Traducido por Anna Karol
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Corregido por Karen_D
El olor a pintura fresca me recibió cuando entré al edificio que sería el
estudio de baile de Lila. Era un tono pálido de azul, y el techo sin pintar pronto se
vería como el cielo matutino. Me platicó de una artista que había venido a pintarlo.
Todavía quedaba mucho por hacer, pero estaba feliz por ella. Se encontraba tan
emocionada cuando hablaba de sus planes. La escuché durante más de una hora
anoche. Cuando se dio cuenta de cuánto tiempo había estado hablando conmigo,
se disculpó. Fue lindo.
Ni una vez en mi vida alguien me hizo olvidar a Bliss. Siempre persistía un
dolor en mi pecho cuando pensaba en ella. Hasta ahora. Eso desapareció. Sabía por
qué. Lila se volvió importante para mí. Era tan adorable que no podía pensar en
nadie más. Bliss era lo que siempre debió de haber sido para mí: una amiga. Una
muy buena amiga que me importaba, pero podría decir honestamente que ya no
estaba enamorado de mi mejor amiga. Me alegró que Bliss encontrara a Nate y que
su vida estuviera llena de felicidad.
Tiré mi bolsa de lona sobre mi hombro y me dirigí a través de la habitación
grande hacia la única puerta en la parte de atrás. Ella había dicho que tomara esa
puerta y me dirigiera directamente por las escaleras. Esta noche cocinaría por
primera vez en su cocina y no quería dejar la comida desatendida, así que dejó las
puertas abiertas para mí.
El olor de la pintura desapareció cuando la puerta pesada se cerró detrás de
mí. Subí las escaleras. Podía oler ajo salteado antes de que estuviera a medio
camino.
—¿Eli? —exclamó Lila.
—Sí —le respondí.
Oí el golpecito de sus pies mientras caminaba en mi dirección. Cuando
llegué a la cima de la escalera, estaba allí para saludarme. Ella era impresionante.
Maldición, era bueno estar aquí.
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—¡Viniste! —me dijo, sonriéndome como si no fuera a presentarme. Luego
hizo un gesto con la mano y se giró—. Eso es todo. ¿Qué piensas?
El espacio era lo último para solteros. Lila añadió un montón de toques
femeninos suaves pero coloridos para someter su masculinidad. Sin embargo, el
aspecto industrial con las vigas expuestas tuvo que haber sido diseñado con un
hombre en mente. Nada sofisticado. Solo abierto e imperecedero.
—Creo que me gustaría alquilar esa habitación si Ophelia se echa para atrás
—dije burlonamente.
—Es genial, ¿no? Me encanta mi vista y la sensación del lugar.
Asentí. —Sí, es genial. —Como mi vista. Lila vestía una falda blanca corta
con una camiseta azul sin mangas que mostraba su bronceado. Tenía el pelo
recogido en la cabeza en un nudo desordenado. No usaba maquillaje, pero no lo
necesitaba.
—Todavía no tengo una cama en la habitación de Ophelia, pero el sofá tiene
una cama extraíble, y está en buen estado. Lo revisé antes de comprarla. —Miré la
sala de estar; tenía un sofá de cuero marrón que era lujoso y ancho. Dos sillas
rayadas color rojo y marrón, y un reposapiés rectangular grande en el medio. La
pantalla plana era enorme, pero se podía ver desde cualquier lugar en todo el gran
piso.
—Eso se ve lo suficientemente cómodo para dormir así.
—Puede ser. Pero eres alto —señaló.
Lo probaría más tarde. —Lo que sea que cocines, huele increíble. ¿Puedo
ayudar con algo?
—Sí, puedes cortar el calabacín. Odio cortar verduras —dijo—. Coloca tu
bolso encima del sofá y ven a decirme sobre todos los acontecimientos actuales en
Sea Breeze. Monopolicé la conversación anoche. Nunca oí lo que pasó con Jude y
Micah arrestados.
Me acerqué a dejar mi bolsa en el sofá mientras caminaba hacia la cocina.
—Damon, el mejor amigo de Micah, los sacó antes de que llamaran a su
papá. Micah puede tener veinticinco años, pero Jude apenas tiene veinte. Su padre
estaría furioso. Ambos son idiotas por hacer algo con Saffron. Ella siempre está
buscando problemas.
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»Saffron los invitó a nadar en la casa de un amigo que supuestamente le
encargó la casa. Había chicas en topless allí. Eran unas cuantas amigas strippers
suyas, aunque ella no lo es. Micah y Jude aparecieron, y la fiesta tenía a menores
de edad bebiendo. Se puso fuerte. Llegaron los policías. Micah le dijo a Saffron que
se escondiera porque su padre era un hijo de puta loco que perdería la cordura.
Continué—: Saffron no había estado a cargo de la casa. Todos estaban allí
sin el conocimiento del dueño. Era una de las casas del ex novio de la stripper. El
ex novio y su esposa estaban de vacaciones.
—¿El propietario de la casa va a presentar cargos? —preguntó Lila mientras
me entregaba el calabacín.
—No. La stripper con la que tuvo una aventura amenazó con decirle a su
esposa.
Lila se echó a reír. —Guau. Bueno, suena como una película. Sea Breeze es
más animado que Rosemary Beach. Rara vez tenemos drama. Nada tan
interesante.
—Eso es porque no tienes una Saffron Corbin.
Lila me rozó dos veces para agarrar algo del estante de especias. Yo trataba
de no adjudicar que lo hacía a propósito, pero cuando se acercó una tercera vez,
decidí que era una invitación. Bajé el cuchillo y agarré su cintura para atraerla
contra mí.
—Espero que esto esté bien —dije en un susurro antes de reclamar su boca
con la mía. Al principio se heló, luego se derritió lentamente contra mí, sus brazos
subieron alrededor de mi cuello. Esto era mejor de lo que recordaba.
Oí el aceite de oliva en la sartén detrás de nosotros chisporroteando. Sabía
que tenía que dejarla, pero la sensación de ella en mis brazos era tan correcta que
era difícil. Cuando se apartó, me sonrió tímidamente. —Las cebollas arderán.
La dejé ir a regañadientes, y ella se apresuró a moverlas con una espátula.
—¿Está listo para el calabacín? —le pregunté todavía un poco mareado por
ese beso.
Me miró por encima del hombro y asintió.
Lo usé como una excusa para acercarme a ella. Tomé las verduras y luego
estaba tan cerca de su espalda que nuestros cuerpos se tocaban. Incliné la cabeza y
le susurré al oído—: Los pondré allí. Revuélvelos.
Lila se estremeció y luego asintió. Satisfecho de que la estuviera afectando
de esta manera, comencé a verter lentamente el calabacín en rodajas en la sartén.
Ella respiraba rápidamente, y pude ver su pulso saltando en la curva de su cuello.
Presioné un beso allí, incapaz de evitarlo.
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Tomó una ingesta brusca de aire, luego se estremeció de nuevo.
Alargué la mano y apagué el quemador, luego la agarré y la levanté para
ponerla en la barra. Abriendo sus rodillas, me puse entre ellas y la jalé contra mí
antes de tomar su boca de nuevo. Podría quedarme así toda la noche.
Sus piernas se envolvieron alrededor de mi cintura y, agarró mi cara y me
besó de nuevo con tanta pasión como yo sentía. Fue embriagador. Cada toque,
olor, sonido que hizo me volvió loco. Mi mayor arrepentimiento fue haber tener
sexo con ella en mi versión borracha de una sola noche. Era especial. Quería
recordar cómo se sentía estar dentro de ella. Saber cómo era su cara cuando gritaba
con un orgasmo.
Sus manos se movieron a mi pecho, y acarició mis abdominales. Sintiendo
cada uno mientras me besaba. Nuestras lenguas se enredaron. Nuestra respiración
se sincronizó. Pasé mis manos por sus muslos queriendo tocarla, verla retorcerse y
rogar. Tener su olor en mis dedos.
Abrió más las piernas y la falda corta que llevaba se deslizó por sus muslos
hasta que quedó desnuda. Podía ver el satén blanco y el encaje de sus bragas. El
tejido húmedo se aferraba a ella, y como un hombre de las cavernas, quería golpear
en mi pecho por haber provocado eso. La había extenuado con un beso.
Pasando un dedo por el fino y delicado tejido, observé su rostro cuando sus
ojos se encendieron y sus mejillas se ruborizaron. Deslizando un dedo adentro,
gemí de placer por el calor que rodeaba mi dedo. Podía oler su excitación. Quería
que la tocara. Ella también quería esto.
—Te besé aquí. —El recuerdo volvió tan claramente. El olor me golpeó, y
con él, llegó el recuerdo de sus piernas arrojadas sobre mis hombros mientras me
deleitaba con ella como un maldito buffet del que no me cansaba.
Asintió.
—Te viniste en mi lengua. —Mi voz se volvió ronca con necesidad.
—Sí —susurró.
Comencé a bajar a mis rodillas, y ella agarró mis brazos. —No. No lo hagas.
Me detuve y la miré. Esperé una razón para no hacerlo. Nunca provoqué
que una mujer me pidiera que no la probara allí.
Respiró hondo. —No estoy lista. Necesito tiempo.
Ella no estaba borracha. No nos hallábamos en un bar. Y yo actuaba como
un maniático loco por sexo.
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—Lo siento. Me dejé llevar. El recuerdo.... —Me detuve.
—Fue increíble. Pero... He pasado por otras cosas desde entonces. Necesito
tiempo. Me gustas, Eli. Me haces sonreír. No quiero estropear esto. Mi cabeza y
corazón necesitan estar en el mismo lugar.
Esto no se trataba solo de tomarnos tiempo. Sino de Cruz Kerrington. Tenía
que competir con su recuerdo. Pero no me daba miedo. La lastimó. Yo nunca lo
haría. Podía ayudarla a sanar, y era paciente. Dios, era tan jodidamente paciente.
Lila era tan perfecta para mí. Nos complementábamos. Teníamos las mismas ideas,
gustos, creencias, y haríamos una excelente pareja. Nunca la decepcionaría.
Pero tenía que superar a Cruz primero y seguir adelante con lo que pasó. Si
tuviera que dar mi corazón a otra mujer, necesitaba saber que lo quería. Podría ser
paciente y esperar.
Dejé que mis manos descansen sobre sus muslos. —Bueno. Puedo esperar.
Suspiró aliviada y me abrazó. —Gracias. Soy tan afortunada de tenerte. En
este momento, estaría perdida y sola. Pero estás aquí y yo... Me alegra mucho que
lo estés.
Traducido por Gesi
Corregido por Vane Farrow
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Después de la cena, llevé a Eli en un paseo por la ciudad. Él oyó un montón
de parte de Bliss sobre este lugar, y quería ver más. Las noches aquí eran muy
familiares. Niños montando bicicletas a lo largo de las aceras, parejas caminando
con conos de helado para disfrutar tras un día caluroso, risas de adolescentes
mientras caminan en grupos, y la mayoría de ellos aún usando sus trajes de baños.
Eran los turistas, los que mantenían el área en prospera.
—Es un lugar de vacaciones para los adinerados —dijo en tono divertido—.
No es como Sea Breeze. Sin condominios, solo lujosas casas costeras para alquilar.
Atrae a una multitud muy diferente. Sin adolescentes borrachos conduciendo y
gritándose los unos a los otros a través de sus techos descapotables o ventanillas
bajas. Me gusta.
—Son‖ condominios… solo no como los suyos. Estos son pequeños y en
edificios de dos pisos. Como el de allí. —Señalé del que hablaba.
Se rio. —Ese no es un condominio. Has visto los edificios de veinte pisos en
Sea Breeze de los que estoy hablando.
Estuve de acuerdo en que era muy diferente, y él ni siquiera estaba en el
lado lujoso de Rosemary Beach. Eso se encontraba aislado de los turistas. El Club
Kerrington era el comienzo de la zona privada. No quería llevarlo allí. Aún no.
—¡Lila Kate! —Escuché mi nombre y me detuve para mirar el entorno. Vi el
Mustang rojo que Jace Montgomery recibió por su graduación de la secundaria
este año. Lo saludé.
—Lado incorrecto de la ciudad, nena. ¿Te perdiste? —Simplemente ignoré el
hecho‖de‖que‖un‖chico‖de‖dieciocho‖años‖me‖llamaba‖“nena”‖porque‖ese‖solo‖era‖
Jace. Él bromeaba. Siempre estaba feliz, y lo conocía desde su nacimiento. Fui al
hospital con mis padres cuando nació.
—Me mudé aquí —le dije mientras frenaba su auto a nuestro lado.
—¿Te mudaste al centro de la cuidad? —preguntó, incrédulo.
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Asentí. —Sip. Jace, este es mi amigo, Eli Hardy. Eli, este es Jace
Montgomery.
Jace le disparó una brillante sonrisa blanca. —Encantado de conocerte, Eli.
—Lo mismo aquí —contestó Eli.
Entonces Jace volvió a mirarme. —¿De verdad estás viviendo aquí?
—Sí. Sobre el edificio donde abriré mi estudio de baile.
Sus ojos se agrandaron. —Maldita sea, eso es impresionante. Lo último que
escuché fue que habías salido de la ciudad y Cruz te persiguió. Al menos eso fue lo
que dijo Blaze.
—Regresé. Decidí empezar mi vida aquí.
Asintió. —Siento lo de tu abuela. No estaba en la ciudad cuando sucedió. Es
por eso que no fui con mi familia.
—Gracias. Está bien.
Sonrió de nuevo hacia Eli. —Mantén a esta salvaje a raya. Tengan una buena
noche. Los dejaré.
—Adiós, Jace —dije. Giró sus ruedas en respuesta y se dirigió de regreso al
otro lado de la ciudad.
—Tiene dieciocho. Esa es la única excusa que tengo para él —le dije a Eli
una vez que se había ido.
Rio. —Me di cuenta de eso. También tuve dieciocho una vez.
El aire de la tarde aún era cálido, pero sentí un escalofrío a pesar de eso. Mi
corazón se detuvo e hizo un pequeño aleteo gracioso, y lo reconocí. La mayor parte
de mi vida, reaccioné de esa forma cuando Cruz estaba cerca. Quería fingir que no
lo sentí ahora. Que desapareció. Pero miré por encima de mi hombro porque
necesitaba saber si mi cuerpo aún me traicionaba.
Efectivamente, allí se hallaba. Su motocicleta estacionada fuera de mi casa.
Los brazos cruzados sobre el pecho y su mirada fija en nuestras espaldas mientras
nos alejábamos. Vino a verme. El apretón que sentí en mi pecho porque estaba aquí
para verme me enfureció. Quería que no me importara. Quería ser una mujer
fuerte e independiente que lo había superado.
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Pero no lo era. Quería hablar con él. Quería descubrir porque vino. Lo miré
y deseé que fuera más. Deseé que fuera el chico en el cuento de hadas. Deseé todo
tipo de cosas inútiles que nunca tendría. Que nunca sucederían.
Sin embargo, no lo hice. Regrese mi atención a Eli, a donde caminábamos, al
cielo nocturno, a cualquier cosa menos a Cruz. No era justo dejar a Eli para hablar
con él, ni tampoco lo llevaría allí conmigo. Cruz nos vio. Ahora sabía que Eli estaba
aquí. También sabría que elegí a éste último.
Me dolió el corazón con cada paso que dimos lejos de Cruz. Era todo lo que
podía hacer para no girar y correr hacia él. Para rogarle que fuera diferente.
Cuando Eli preguntó si quería helado, le sonreí y dije que sí. Luego eché un
vistazo hacia atrás. Cruz continuaba allí.
Necesitaba irse. Yo necesitaba que se fuera a otro lugar.
El Sugar Shack tenía una fila en la puerta. Era el único lugar de helados en la
ciudad y atraía a una multitud. Nos pusimos en la hilera y miramos mientras niños
rogaban por dulces y otros, golosinas. Los padres se hallaban de vacaciones y
todos sonreían. El estrés diario se había ido. Muchos tenían una bebida congelada
de adultos en sus manos. Intenté concentrarme en la escena a mi alrededor y no
miré hacia atrás.
—Este lugar parece popular —dijo Eli.
—Es el único lugar de helados en la ciudad.
Se veía sorprendido. —Alguien necesita darles un poco de competencia.
Me reí de eso, pero aproveché la oportunidad para mirar hacia atrás, a Cruz
de nuevo.
Esta vez, se había ido.
La pesadez en mi pecho residió allí. Mi apetito por el helado desapareció.
Pero sonreí de todos modos. Me dejé ser parte de la felicidad a mi alrededor. El sol
besaba la piel de los niños que no tenían preocupaciones, ni angustias. Si solo la
vida siguiera siendo así de fácil.
—Eli —dije mientras levantaba mi mirada hacia él.
—¿Sí?
—Creo que soy una pérdida de tu tiempo.
Pareció triste por un momento, y entonces puso su pulgar debajo de mi
barbilla y acunó mi cara con sus dedos. —Nunca serás la pérdida de tiempo de
nadie.
—¿Y si te equivocas?
Me dio una sonrisa pequeña. —Entonces tendré el increíble recuerdo de una
chica que tuve la suerte de conocer.
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Si solo sus palabras me hicieran sentir mejor.
Mirando hacia atrás una vez más, busqué a Cruz o cualquier señal de que
haya mágicamente reaparecido.
Escuché a Eli suspirar suavemente. —Se ha ido, Lila.
Traducido por Lolitha
Corregido por Lynbe
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Todo parecía más brillante cuando se despertaba con el olor del tocino.
Anoche no había sido como yo pensaba. Lila se desconcentró por Cruz Kerrington
e hice todo para ignorar el hecho de que ella no estaba completamente conmigo
anoche. Sus pensamientos se hallaban en otro lugar.
Pero me gustaba el tocino. Enderezándome, bostecé y me senté para ver a
Lila en un par de pijamas rosa y su cabello en una coleta, de pie en la cocina
preparando el desayuno. Esa era la vista que podría disfrutar el resto de mi vida.
Sin embargo, mientras más tiempo pasaba con ella, más me daba cuenta de que iba
a ser la que se alejara. La chica sobre la que hablara dentro años y años, cuando
recordara viejos tiempos.
—Huele bien —dije con mi voz aún profunda por el sueño.
Levantó la cabeza de lo que fuera que mezclaba en un bol y sonrió.
—Nada especial. Panqueques y tocino. Pero tengo arándanos frescos y
sirope de arándanos para ponerles. Incluso un poco de crema batida si te sientes
aventurero.
Sonreí y me levanté. —Siempre me siento aventurero. Especialmente con
los panqueques.
La mirada de Lila viajó por mi pecho desnudo, así que me tomé mi tiempo
alcanzando la camisa que deseché anoche. Dejando que se saciara. Sabía que mi
pecho era impresionante. Trabajaba duro para mantener mi cuerpo en forma. La
miré y cuando se dio cuenta de que había sido atrapada mirándome, miró hacia
otro lado y se sonrojó de un modo encantador. Consideré quedarme sin camisa,
pero decidí que eso era desesperado.
Poniéndome la camisa sobre la cabeza, caminé hacia el área de la cocina y
saqué un taburete frente a donde ella trabajaba. —Me ofrecería a ayudar, pero
parece que tienes todo bajo control y luce casi como si has terminado.
—Así es. ¿Quieres un poco de café?
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Prefería el té, pero asentí. —Sí, yo me lo sirvo.
Se volvió y tomó una taza. —Yo lo hago. Quédate sentado.
La vi arreglar mi taza. —¿Crema o azúcar?
—No, gracias.
Me lo dio. —Ahí tienes.
Iba a decir algo más cuando un golpe en la puerta de abajo nos hizo parar a
ambos. Lila frunció el ceño y esperamos. Poco después, sucedió de nuevo. Sacó la
sartén de la estufa. —Creo que alguien está en la puerta.
—Yo iré —dije levantándome—. Estás ocupada.
—Bien, gracias —respondió y volvió a terminar el tocino.
Casi llegaba abajo cuando me di cuenta de a quién estaba a punto de saludar
en la puerta. Fue algo de instinto. Debería haber esperado que él regresara después
de anoche. Lila había estado tan ocupada mirando a Cruz que no se dio cuenta de
que la observé para ver qué tenía su atención. El chico se quedó allí un rato. Que
ella no fuera a buscarlo fue un movimiento audaz, pero aún así pensaba que era
débil. Que él viniera aquí esta mañana no era bueno.
Pero esta no era mi decisión.
Cuando crucé el estudio y llegué a las puertas dobles de la entrada, allí se
hallaba. Justamente a quién esperaba. Parecía que había bebido demasiado whisky
y no durmió nada.
Quería dejar su trasero ahí afuera. Lejos de Lila. Para que no la hiriera aún
más. Pero entonces, ella podría tener una razón para estar enojada conmigo. No
estaba aquí para protegerla. Al menos no de esto.
—Cruz —dije mientras abría la puerta.
Me empujó y se dirigió a la puerta de atrás que conducía al apartamento.
Tuve razón sobre el whisky; él apestaba. Esto no era lo que ella necesitaba. No
parecía importarle una mierda.
—¿Tratas de destrozarla? —le pregunté aún de pie en la puerta, deseando
que saliera por ella. Se detuvo y esperó un momento antes de mirarme de nuevo.
—No sabes ni una mierda. Ella no te quiere. Eres el puto reemplazo. —El
odio en su tono era un poco alarmante.
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Me miró fijamente. Como si quisiera asesinarme con sus propias manos. No
me moví. No quería pelear con el tipo. Lila no estaría contenta con eso.
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Me encogí de hombros. No estaba afectado por su odio y no tenía miedo de
él. Se encontraba en forma. Era alto. Pero tenía resaca y yo, la ventaja. —Sé que ella
está sufriendo. Trata de sanar. Pero no la dejas. Sigues hiriéndola una y otra vez.
—No soy lo suficientemente bueno para ella. ¿Por qué no puede ver eso? —
Sonaba dolorido. Con menos ira, con más arrepentimiento.
―Creo‖que‖puede,‖pero‖¿puedes‖tú?
Su odio volvió a la vida. —La amo. Yo moriría por ella. Tomaría una puta
bala por Lila. ¿Puedes decir eso? Apenas la conoces. La he conocido toda mi vida y
la he amado por casi todo ese tiempo. Simplemente no quería. —Cuando dijo las
palabras, pude ver el shock en sus ojos. Se sorprendió a sí mismo. Dudaba que lo
hubiera admitido en voz alta.
—Tienes una forma curiosa de mostrar amor —le dije.
Pasó las manos por su pelo y la mirada salvaje en sus ojos era de un hombre
que se hallaba destrozado. —Me ha destruido. Maldita sea, estoy arruinado. La
necesito. Soy tan adicto a ella que no puedo funcionar. No puedo soportar que esté
contigo. Que tú o alguien como tú sea el indicado. Lo suficientemente bueno. Que
ella pertenezca a otro hombre. ¡No puedo soportarlo! —Terminó con un rugido y
tiró de su pelo como un hombre poseído.
—Has bebido demasiado. Vete a casa. Duerme. Piensa esto y si aún quieres,
vuelve.
Sacudió la cabeza. —No puedo irme. No contigo allá arriba con ella.
Esto era peor de lo que pensaba. Lila estaba enamorada de un psicópata.
¿Por qué a nadie en su vida le preocupaba esto? El tipo necesitaba ayuda mental.
—Si la amas, entonces sé el hombre que merece. Esto —dije agitando mi
mano hacia él—, no eres ese hombre. Eres un puto desastre.
Me fulminó con la mirada y se dirigió hacia mí. Sus puños se hallaban
apretados a los costados, así que me preparé para defenderme. Odiaba golpear a
un hombre borracho, pero tampoco iba a dejar que me pateara el culo.
—¡Cruz! —La voz de Lila lo detuvo. Miré por encima de su hombro para
verla de pie allí. Tan inocente y dulce. Este es el loco del que estaba enamorada, no
encajaba.
Hizo una pausa y se volvió hacia ella. —Lila.
Las lágrimas en sus ojos todavía no caían, pero estaban allí. Sin derramarse.
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—¿Qué haces? —preguntó, sonando como una maestra con un estudiante
indisciplinado.
—Te amo —dijo.
Sus lágrimas se liberaron entonces. —Lo oí.
Se quedaron mirando el uno al otro. Los rodeé para volver arriba a agarrar
mis cosas. No pertenecía aquí. Ahora no.
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Traducido por Lolitha
Página
Corregido por Lynbe
Fue imposible luchar contra esto. Lo había intentado. Lo intenté tanto. Pero
no pude. ¿Era lo suficientemente bueno para Lila Kate? No. ¿Conocía todos mis
secretos oscuros? No. ¿Me amaría si supiera? Probablemente no. Me odiaría. No
quería que me odiara.
Se volvió y agarró el brazo de Eli cuando regresó con su bolso. Su estancia
aquí había sido la última gota que derramó el vaso. Me había roto. Si mi pecho
explotara, me dolería menos que verla con él la noche anterior. Comiendo un puto
helado, caminando por la ciudad como una pareja. No pude soportarlo. Sabía que
después de eso, tenía que hacer algo.
—Solo déjame hablar con él. No tienes que irte —le dijo a Eli.
—Sí, tiene que —discutí.
Ella frunció el ceño. —No, no tiene que hacerlo.
—Sí, tengo que hacerlo —dijo salvándome de tener que discutir con Lila.
Porque necesitaba volver a Alabama y quedarse allí—. Esto —dijo señalando entre
Lila Kate y yo—, esto debe resolverse. Estoy en medio y, honestamente, no quiero
ver más de este choque de trenes.
Di un paso hacia él con mis manos empuñadas. Lila Kate estaba delante de
mí antes de que yo pudiera dar dos pasos, con las dos manos en mi pecho. —Cruz.
No lo hagas. Solo sube las escaleras. Por favor.
Sus‖grandes‖y‖hermosos‖ojos‖me‖decían‖que‖subiera…‖a‖su‖apartamento.‖Eso‖
significaba que no era yo quien se iba. Así que retrocedí y asentí con la cabeza.
—Gracias —susurró como si no pudiera oírla.
—No la toques —le advertí asegurándome de que entendiera que hallaría su
trasero. Lo localizaría y me aseguraría de que ninguna de sus manos funcionara de
nuevo.
—Cruz, por favor —suplicó Lila Kate.
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Me volví y me dirigí a la puerta trasera, mirando hacia atrás una vez.
—Lo siento por todo esto —le dijo—. Nunca esperé que viniera.
—Pero te alegras de que lo haya hecho —respondió Eli.
—Sí —dijo sin vacilar.
Los dejé. Ella me quería. No le rogó que se quedara. Ni le dijo que lo amaba.
Ni lloró por él. Aún no la había perdido. No era demasiado tarde para nosotros.
Me preocuparía por mis secretos más tarde. Esa mierda que aún tenía que acabar.
Con la que tenía que lidiar. Me ocuparía. Por ahora, solo necesitaba a Lila Kate.
El olor del tocino llenó el apartamento cuando alcancé la escalera superior.
La gran zona era un gran espacio. Abierta, espaciosa y Lila Kate le había puesto su
toque. Sonreí a todos los rojos y amarillos. Le encantaban los colores brillantes. De
alguna manera, hizo que los colores que normalmente no me importaban, fueran
atractivos.
Había panqueques en el bar junto con arándanos y tocino. Le había hecho el
desayuno. Los celos me carcomieron. La única cosa que me mantenía sano era el
hecho de que la cama del sofá se hallaba desplegada y fue utilizada. No habían
dormido juntos. La idea de que estuvieran juntos anoche fue lo que me envió a
beber. En un momento dado, había bebido lo suficiente hasta desmayarme. Solo
dormí tres horas antes de que estuviera despierto de nuevo, torturado por la idea
de ellos juntos.
Cogí un trozo de tocino y lo comí, luego fui a ver si había leche en la nevera.
Tenía hambre. No había comido en toda la noche, y cuanto más pensaba en Lila
Kate cocinando todo esto para Eli, más quería comerlo. Tomar lo que él pensaba
que era suyo. Primero fue mío, maldita sea.
—No puedo seguir haciendo esto contigo, Cruz —dijo Lila Kate en cuanto
entró en el apartamento. Ya no lloraba. Lucía más intensa. Seria—. Esto juega con
mi cabeza. Estoy destrozada. Ese tipo al que echaste es un buen chico. Es dulce y
amable. Le gusto. No necesita que las mujeres en todas partes lo adulen para
hacerle sentir hombre. Es perfecto. Completamente perfecto. Entonces, ¿por qué es
que en el momento en que apareces me olvido de todo eso? ¿Por qué no ves que
esto me está arruinando? Este ida y vuelta. —Tenía las manos en sus caderas, y
mantuvo la distancia. La quería aquí conmigo. Comiendo. Sonriéndome. Sobre este
bar con las piernas extendidas mientras la follaba. Había mucho que yo quería de
ella. Pero solo una cosa era importante.
—¿Me amas? —le pregunté. Era sencillo. Era lo que necesitaba saber.
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Suspiró y cerró los ojos con fuerza. —Sí, sabes que sí.
Eso era lo que necesitaba oír. Rodeé el bar y fui directamente a ella. Abrió
los ojos cuando me oyó acercarme. Lucían atormentados por el dolor. El dolor que
yo causé. Dolor que no merecía. Se lo compensaría. Pasaría mi vida haciéndolo.
—Entonces, perdóname. Por favor. Dame otra oportunidad. Porque, Lila
Kate Carter, estoy completamente enamorado de ti. No puedo pasar mi vida sin ti
en ella. Todo lo que quiero todas las mañanas cuando abro los ojos es verte junto a
mí. Y por la noche, dormir contigo en mis brazos. Déjame mostrarte que puedo ser
ese tipo. El que pensaste que habías encontrado en Eli. Puedo ser como él. Solo un
poco más emocionante porque, maldita sea, parece demasiado estructurado y
pronto te aburrirías.
—¿Por qué ahora? ¿Qué cambió? —preguntó. Todavía cautelosa e insegura.
—Porque ya no puedo pelear con esto. Pensé que te protegía de mí, pero
puedo ser el hombre que te mereces. Te amo tanto que es imposible que haya
alguien que te quiera más. Eso te lo puedo garantizar.
Sonrió. Era pequeña y suave, entonces sacudió la cabeza con incredulidad.
—Soy tonta.
Eso no era lo que quería oír.
—No lo eres.
Inclinó la cabeza hacia atrás. Su barbilla se levantó. —Sí. Lo soy. Porque
mientras estoy aquí y discuto contigo, sé que te voy a perdonar. Lo haré de nuevo
si tengo que hacerlo. ¿Por qué no puedo librarme de ti, Cruz? ¿Por qué? ¿Cuál es el
hechizo que tienes en mí?
Mi corazón se sentía tan malditamente lleno que quería empuñar mi mano y
dejar salir un grito de victoria. —Soy muy dulce —bromeé.
Sonrió. —No lo eres.
—Bueno. Tal vez no soy dulce. Pero puedo serlo. Voy a serlo. Voy a ser todo
lo que necesitas que sea. Lo juro.
—¿Qué pasa cuando te aburras de mí?
Me acerqué. —Te he conocido toda mi vida. Nunca me has aburrido. Ni
siquiera cuando estaba tan duro que apenas podía caminar. ―Sonreí cuando lo
dije.
Rió. Eso fue lo‖que‖intentaba.‖―Eso‖no‖es‖justamente‖hablar‖con‖delicadeza.
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La abracé y la atraje hacia mí. —¿No? Entonces trabajaré en ello.
Inclinándome besé sus labios suavemente. Se ladeó hacia mí y me devolvió
el beso. Un suave y complaciente gemido salió de su boca y probé más profundo.
La mantuve más cerca. Esto era todo lo que iba a necesitar. Hizo que todas las otras
veces, todas las otras chicas y mujeres palidecieran. Fueran poco memorables. Lila
Kate había reclamado mi alma.
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Traducido por Sahara
Página
Corregido por Clara Markov
El último de los panqueques de arándanos que preparé para Eli se lo acabó
Cruz al tiempo que se sentaba a mi lado en la barra. Su mano izquierda se hallaba
en mi muslo mientras usaba la derecha para comer. Manteniéndome cerca. Incluso
después de nuestro beso, no quería dejar de tocarme. Como si fuera a desaparecer.
Tan irreal como era todo esto, me sentía culpable por la manera en que Eli se
fue. Intenté hablar con él para convencerlo de quedarse, pero tenía razón. Nunca
tuvimos una oportunidad, no cuando Cruz ocupaba tanto espacio en mi corazón.
—Estuvo asombroso. Moría de hambre. Una noche llena de arrepentimiento
y whisky te hará eso.
Sonreí y comencé a moverme, pero me apretó la pierna con su mano. —No
te vayas.
—Solo iba a limpiar.
Se giró hacia mí y atrapó mis piernas entre las suyas. —Puede esperar. Aún
no tienes que hacerlo.
Con la manera en que me miraba, me preocupaba que esto fuera un sueño y
estuviera a punto de despertar. Era difícil de aceptar. —Entonces, ¿te quieres
sentar aquí para mirarnos el uno al otro? —le pregunté, disfrutándolo. En caso de
despertar pronto con el corazón roto.
—Podríamos —dijo, luego sus manos fueron a la blusa de mi pijama y la
jaló sobre mi cabeza. No me puse sujetador esta mañana ya que lo que traía puesto
estaba holgado. Mis pechos quedaron desnudos. Se enfocó en ellos y nada más—.
O podría continuar desnudándote, cargarte a ese sofá cama y enterrar mi pene en
ese sedoso y caliente coño tuyo. —Su voz se profundizó en un sexy gruñido.
—Oh —contesté.
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Soltó una risa. —Sí, oh —repitió y enseguida me encontraba en sus brazos y
nos dirigíamos al sofá cama.
Me mordió la oreja, haciéndome retorcer en sus brazos y comenzó a
susurrar exactamente lo que quería hacerme. Al igual que en Nueva Orleans se
centró en mí. En cómo podía hacerme sentir. Pero cuando me bajó, no me recosté.
No me sentía nerviosa. Ya no.
Levanté el brazo y empecé a quitarle los vaqueros. Me observó. Sin hablar ni
moverse. Consiguiéndolo, se los bajé por las caderas hasta que cayeron al suelo y
se los quitó. Entonces, le bajé el bóxer y su pene saltó libre, el cual era más grande
de lo que recordaba.
—Sigue mirando mi polla de esa forma, y no tendremos ningún juego
previo —advirtió.
Me arrodillé y le acaricié las piernas con mis manos. Los músculos debajo se
tensaron. Su cuerpo se quedó completamente inmóvil como si estuviera congelado.
Cuando mi mano derecha se envolvió en su eje duro, gimió. No le di tiempo para
reaccionar. Mi boca cubrió la cabeza, y sorbí tanto en mi boca con una succión
como pude.
—Miiierda —gruñó, sus rodillas colapsando. Tenía una mano en mi cabeza,
sus muslos temblaban—. Lila, Jesús.
Cuando mi boca cubrió la piel lisa, mi mano comenzó a deslizarse con
facilidad de arriba abajo, bombeándolo después de cada lamida y succión de mi
boca. Cruz empezó a jadear. Su aliento era desigual y duro. Podía escucharlo, y
saboreé la forma en que se encontraba completamente bajo mi control.
Le rodeé la cabeza con la lengua y él siseó mientras su mano me agarraba
del cabello. Envolvió mi cola de caballo con ella, comenzó a jalar y empujar mi
cabeza a medida que lo trabajaba con mi boca.
—No quiero saber por qué eres tan buena en esto. Jesús, Lila, diablos, es
mejor que todas las veces que lo he imaginado al tomar una ducha.
Le sonreí, y él hizo lo mismo, su pecho subiendo y bajando con rapidez. Lo
observé. Manteniendo nuestros ojos conectados al tiempo que lo recorría con mi
lengua. Burlándome. Golpeando la punta y luego volviendo a bajar.
—Dios, cariño, justo así. Mierda, eso es bueno.
Nunca antes quise darle a un tipo una mamada. Solo a Cruz. Me lo imaginé
y lo pensé. Lo deseé. Más de una vez durante los últimos años.
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—No puedo —gimió, alejándome y tirándome sobre la cama. Tenía los ojos
oscuros, las pupilas dilatadas. Con un tirón, me quitó los pantalones de mi pijama
y bragas. El cuerpo musculoso y firme que me fascinaba me cubrió—. Ábrete para
mí, Lila —exigió.
Mis muslos cayeron abiertos, y capturó mis muñecas, sujetándolas sobre mi
cabeza. Pegadas al colchón.
—Iba a ser jodidamente dulce, pero ahora necesito este coño. Me has vuelto
loco, y esto no será de esa forma, cariño.
El primer empuje fue duro y grité de dolor, pero mi cuerpo hormigueó de
placer.
—No…‖—gruñó, sumergiéndose en mí otra vez—, puedes chupar mi pene
como una profesional, parecer un ángel y esperar que me comporte sensatamente.
Empecé a reír cuando me llenó una y otra vez, quitándome el aliento. Y
todos los pensamientos. Dejándome solo con el ascenso constante hacia la
liberación que sabía se acercaba. La hermosa explosión que solo era posible en sus
brazos.
—Soy adicto a esto. Por ti. Y tu maldito coño —dijo, como si le molestara.
Pero luego comenzó a besarme el cuello y a mordisquearme la piel. Era erótico y
dulce, aunque no lo creyera.
Cruz nunca sería como Eli. No era estructurado, educado, o predecible. Esos
eran rasgos míos. Ansiaba algo más. Anhelaba la emoción salvaje de Cruz, su boca
sucia y el rompimiento de reglas. Todas las cosas que no era. Me balanceaba. Me
completaba.
—Lila —dijo, levantando la cabeza y hundiéndose completamente.
—Sí. —Me sentía sin aliento.
—Te amo, pero estoy a punto de girarte y follarte para hacerte pagar.
No tuve tiempo de responder antes de que me pusiera en cuatro patas y sus
manos se ubicaran en mis caderas, comenzando a golpearme desde atrás. Dejé de
respirar. El ángulo en el que entró me acercó al clímax que anhelaba.
—Tan jodidamente apropiado y perfecto tener tu culo en el aire para follarlo
—soltó entre empujones—. Vente para mí, cariño. —Sonaba como una orden. Mi
cuerpo reaccionó como si lo fuera.
Me dejé llevar por la ráfaga ardiente y grité su nombre. Se liberó y descargó
su liberación por toda mi espalda. Sentí el calor del líquido cuando me golpeó. Nos
quedamos inmóviles. Mi cuerpo tarareaba por ser tomado tan ferozmente.
—Tengo una cosa por venirme sobre todo tu cuerpo —comentó arrastrando
las palabras.
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—Me gusta —admití, sonriéndole a la almohada en donde me derrumbé.
—Quédate aquí —señaló como si tuviera la energía para levantarme e irme
a cualquier parte. Me hallaba cerca de desmayarme. Dormir un poco sonaba bien.
Mi cuerpo se agotó de la mejor manera imaginable. Un paño caliente me sobresaltó
mientras se pasaba sobre mi espalda, trasero y entre mis muslos. Con otra toallita,
la deslizó sobre el área sensible entre estos y jadeé.
—¿Sensible? —preguntó.
Asentí. Se acostó a mi lado, atrayéndome en su contra. —Siento haber sido
tan duro. Me obligaste con la mejor clase de mamada del mundo.
Me reí y enterré la cabeza en su pecho.
—Ríe todo lo que quieres. Eres una profesional, y ahora que tu boca no está
en mi polla, me preocupa un poco saber cómo lo hiciste tan bien.
Me moví para lograr verlo. Sus brazos aún me rodeaban. —¿Has dormido
con cientos de mujeres, y te preocupan mis habilidades de mamadas?
Frunció el ceño. —Sí. Así es.
Entonces, me reí. Simplemente porque hice esto una vez antes y no me
gustó mucho en ese entonces.
—Me alegra que pienses que soy gracioso. —No sonaba contento.
—¿Y si dijera que me preocupa el hecho de que puedes desnudar a una
chica y estar en su interior en menos de treinta segundos?
Seguía frunciendo el ceño. —Diría que sabías que era un mujeriego. Sé que
eres una chica buena. Hay una diferencia.
Enterré mi cabeza en su cuello y tracé un corazón en su pecho. —Fue porque
eras tú —admití finalmente.
—¿Qué? —preguntó.
—Eras tú. Lo quería. Lo soñé. Fantaseé con ello. Ya sabes.
Se alejó e inclinó la cabeza hasta que tuve que mirarlo. —¿Me dices que has
fantaseado con chupar mi pene?
Asentí.
—Maldición,‖cariño.‖Todo‖lo‖que‖tenías‖que‖hacer‖era‖decir‖“Cruz,‖¿puedo‖
chuparte‖el‖pene?”.‖Y‖habría‖hecho‖ese‖sueño‖realidad‖mucho‖m{s‖rápido.
Traducido por Vane Farrow
Corregido por Dannygonzal
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Tenía cosas que arreglar. Era vital que lo manejara antes de que fuera
demasiado tarde. Algunos secretos se mantenían mejor de esa manera. El mío era
uno de ellos. No iba a perder a Lila Kate ahora que tuve suficientes agallas para
admitir que la quería. Que la amaba. Salté e hice esto. No iba a dejarlo ir. No iba a
dejarla ir.
Ella se había vuelto tan importante para mí como respirar. Aterrorizante
como nada. Pero la verdad.
Dejarla trabajando en su estudio mientras iba al club para una reunión con
papá habría sido lo más seguro. Lo inteligente. Pero la idea de dejarla no era
atractiva, así que le pedí que viniera conmigo y almorzáramos.
Ella no quería este mundo. Huyó de él. Se mudó al otro lado de la ciudad.
Sin embargo, le recordaba que yo sí lo era. Un día tendría el club y todo lo que
venía con él. Claro, ella sabía dónde se encontraba mi futuro, pero todavía no
quería recordárselo. No tan malditamente pronto.
Cuando llegamos al aparcacoches y bajamos del auto para entrar, parecía
bastante feliz. Deslicé el brazo alrededor de su cintura y no se congeló ni actuó
nerviosa. Se encontraba bien con esta demostración pública de afecto. Empezaba a
disfrutarlo cuando Shelby, una camarera cuyo apellido no recordaba, salió del
comedor. Murmuré una maldición por lo bajo cuando sus ojos se fijaron en mí y
sonrió. Totalmente desconcertada por el hecho de que mi brazo estaba alrededor
de la cintura de Lila Kate.
—Cruz —dijo dándome una sonrisa que era demasiado familiar. Demasiado
sexual.
—Hola —le respondí con un asentimiento esperando seguir caminando más
allá de ella. Era una empleada; por lo tanto, era un hecho que debería saber quién
era. Sin embargo, no era un hecho que debería saber que se hacía el depilado
brasileño una vez al mes.
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—Entonces disfruta el resto de tu día. —Ojalá captara la indirecta. Sus ojos
se movieron de mí a Lila Kate, y se ensancharon como si recién ahora se diera
cuenta que me encontraba con alguien.
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—Acabo de salir del turno del desayuno. —Me guiñó el ojo como si esto
significara algo.
—¿Ustedes están... —No terminó la pregunta mientras movía el dedo de un
lado a otro entre los dos.
—Sí, lo estamos —respondí—. Disfruta de tu sábado. —Entonces me moví,
esperando que Shelby hubiera terminado con su interrogatorio.
—No tienes que ponerte tan tenso cuando eso sucede. Cruz. Te conozco de
toda la vida. Va a pasar mucho.
Miré a Lila Kate. —Ojalá pudiera hacer que se detuviera. No quiero que te
sientas incómoda.
Sonrió. —Salir contigo significa lidiar con todas tus relaciones pasadas.
—Shelby no fue una relación. Fue un polvo.
Lila Kate suspiró. —Intentaba ser más delicada.
Eso me hizo reír. —Shelby nunca me consideró una relación tampoco. Lo
prometo.
Con un ligero movimiento del hombro, dijo—: Imagino que ninguna chica
lo hizo.
Nunca había deseado poder volver atrás y cambiar algo. Hasta ahora. La
opinión de Lila Kate sobre mí no era muy buena. Y lo que más lamenté fue que ni
siquiera era precisa. Yo era mucho peor de lo que pensaba.
—Buscaré una mesa y pediré una copa mientras te encuentras con tu papá
—me dijo mientras nos acercábamos a la entrada del restaurante.
—Bueno. No tardaré mucho. Le haré saber que me estás esperando. Eso
debería hacer su jodido año.
—¿Estás listo para contarle esto a tus padres? ¿No crees que deberíamos
esperar hasta que estés seguro? —La duda en su voz y sus palabras me dolieron.
Incluso ahora, después de la escena dramática que hice esta mañana, seguía siendo
cautelosa. Me lo merecía.
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Levanté su mano hasta mi pecho y presioné un beso en sus dedos. —No sé
bien dónde no fui claro esta mañana. Pero estoy seguro. No hay duda en mi mente.
¿En la tuya? —Porque si todavía no sabía si quería hacer esto, tendría que recurrir
a medidas drásticas. Como secuestrarla y llevarla a una cabaña en las montañas y
asegurarme de que era tan adicta a mí como yo a ella.
Suspiré interiormente. El hecho de que acabé de pensar algo así significaba
que estaba hundido hasta el fondo.
—He estado segura desde que tenía catorce años —respondió.
Había empezado a alejarla incluso entonces. Cuando supe que teníamos
algo, pero la lastimé al final. Así que la herí en el inicio. Tenía un montón de años
que compensar ahora.
La agarré por la parte de atrás de la cabeza y la besé hasta que se aferró a mí
y nuestros pechos subieron y bajaron rápidamente. —Te amo —le recordé. Luego
presioné un beso más en sus labios antes de girar hacia la oficina de mi padre.
No había estado tan feliz de estar aquí, respirar aire, y comer en este lugar
en un maldito largo tiempo. Desde la infancia por lo menos.
Miré hacia atrás para asegurarme que Lila Kate hubiera entrado en el
comedor antes de golpear la puerta de mi papá.
—Entra —gritó.
Por una vez no le temía. Abrí la puerta, y papá se hallaba allí, apoyado
contra la parte delantera de su escritorio con los brazos cruzados sobre el pecho.
Un ceño fruncido en su rostro y sus ojos mirando fijamente en mi dirección.
—Explícame lo que acabo de ver. Ve lentamente. Sé minucioso.
Mierda.
—No estoy seguro a qué te refieres —fue mi pobre respuesta.
—Cruz, no estoy de humor.
Esto iba a tener que ser tratado tarde o temprano. Supuse que pronto estaría
por lo menos sacándolo del camino. —Estoy enamorado de Lila Kate.
La mirada de papá se desvaneció y sus cejas se juntaron mientras me
estudiaba. —¿Enamorado? Es decir, ¿enamorado de una sola mujer?
Jesús, tenía una opinión baja de mí. —¿Hay otro tipo de amor? Porque
siempre creí que, si estabas enamorado, era de una sola mujer. A menos que estés
enamorado de las mujeres en general.
—Eres un listillo —dijo con una mueca—. ¿Cuándo decidiste que estabas
enamorado de Lila Kate?
¿Por qué importaba esto? No me hallaba aquí para defenderme. Tendría que
hacer eso con Grant. No debería tener que hacerlo con mi padre. —¿Importa?
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Me dio un asentimiento y siguió mirándome.
—Cuando pensé que iba a perderla. En ese momento.
—¿Perderla? ¿Cuándo la tuviste?
—No la tenía, pero fue la idea de que pudiera amar a alguien más. Que me
olvidara. Siguiera adelante. Fue una bofetada en la cara. Una que necesitaba.
Papá se levantó y gruñó. —Esa no es la respuesta que quería escuchar. No
puedes pensar que la amas para que siga amándote. Luego, aburrirte y romper su
corazón. Eso es cruel, hijo. Egoísta. Te eduqué mejor que esto.
—La he amado desde hace mucho tiempo. Bueno. Sabía que si me lo
permitía, sentiría algo especial. Además Lila Kate es... ella es importante. No podía
hacerle daño. La estaba protegiendo.
Lo observé mientras se frotaba la frente como si estuviera frustrado. No era
asunto suyo. No éramos niños que fueron atrapados follando en el asiento trasero.
—Querías reunirte conmigo por la franquicia Kipling —le recordé.
—Estás cambiando de tema.
Asentí. —Sí.
Empezó a decir algo más y se detuvo. —Bien. Ambos son adultos. Si quieres
hacer esto, no puedo detenerte. Pero Lila Kate no es como las mujeres con las que
normalmente pasas el tiempo. Es‖fr{gil,‖dulce,‖insegura… No quiero que le hagas
daño.
Miré directamente a papá. —Nada ha ido tan en serio en mi vida. Mataré a
cualquiera que la lastime.
Papá se quedó allí un momento y levantó una de sus cejas. —Bueno, hijo,
creo que perdí esa apuesta.
—¿Qué?
Se acercó a un lado del escritorio. —Le dije a tu madre que estarías soltero
hasta que tuvieras por lo menos cuarenta años. Ella me apostó que te enamorarías
antes de que acabara el año. Dijo que lo presentía.
Molesto con mis dos padres, me levanté. —No puedo creer que apostaran
por eso. Espero que ella vacíe tus malditos bolsillos.
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Papá se rió entre dientes. —No te diré cuál fue la apuesta... No podrías
soportarlo.
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Traducido por Jeenn Ramírez
Página
Corregido por Clara Markov
El té oolong que ordené se enfriaba mientras esperaba a Cruz. Tomé algunos
sorbos, pero mis pensamientos se encontraban en otra parte, y lo olvidé al tiempo
que reflexionaba sobre esta situación. No bromeé cuando dije que estaría lidiando
con‖un‖montón‖de‖“Shelbys”.‖Así‖eran‖las‖cosas.
El problema fue que de inmediato comencé a compararme con ella y a hallar
mis defectos. Ella era más alta, de pierdas largas, tenía el cabello rubio y rizado.
Era confiada. No podía hacer esto cada vez que nos pusiéramos en contacto con
una mujer con la que Cruz se acostó. Eso me volvería miserable con el tiempo.
Tenía que construir algo de confianza. Pensar en mis buenas cualidades y recordar
que Cruz dijo que me amaba.
No dudaba de que nunca se lo dijo a otra mujer. No era comportamiento
típico de Cruz andar proclamando su amor.
—Siento que tomara tanto tiempo. —Su voz me sobresaltó, haciéndome
saltar un poco. Sonrió, obviamente divertido. Al sentarse, añadió—: Te veías
demasiado pensativa.
Asentí. —Sí. Solo pensaba.
Eso le borró la sonrisa. —¿Sobre qué?
Era tan inseguro como yo. Eso ayudó un poco. No era la única que se sentía
vulnerable. —Sobre todo. Nada específico.
Se inclinó hacia adelante y me miró con una expresión seria e intensa. —Por
favor, no cuestiones la situación ni a mí. Dame tiempo. Puedo ser todas las cosas
que piensas que no.
Coloqué mi mano sobre la mesa, cubriendo la suya. —Lo sé. Eso no es lo
que pensaba.
Parecía aliviado, con su pulgar envuelto en mi dedo. —Bien.
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—Hola, Lila Kate, Cruz —interrumpió Kelsey Torrent, la líder de publicidad
del Club Kerrington.
La mano de Cruz se apartó de la mía abruptamente, y se enderezó en su
silla. Nadie más lo notaría, ya que lo hizo con suavidad. Pero la interrupción de
Kelsey lo asustó. Llevaba trabajando para el club por cinco años. No la conocía
muy bien.
—Hola, Kelsey —contestó Cruz apenas mirándola.
Ella sonrió, como si nuestro saludo hubiera sido mucho más cálido. Sentí
una torpeza sin sentido sobre nosotros. —Hola —comenté tratando de compensar
la respuesta de Cruz.
Kelsey apenas me miró. —Tu padre quiere verte —le comentó. Su tono era
molesto. No parecía preocuparse mucho por él. Me pregunté si se sentía
amenazada por su posición en el club. Me imaginaba que no le emocionaba
responder a alguien veinte años más joven en los próximos años.
—Acabo de dejar su oficina —le respondió.
Ella intentaba cubrir su repentina ira. Pero lograba verla detrás de su falsa
sonrisa. —Tal vez, pero quiere que regreses. Estoy segura —Me miró con una
sonrisa tensa—, que la señorita Carter puede terminar sola su almuerzo.
Empecé a decirle que podía regresar al estudio a trabajar, pero él habló
antes. —Comeré mi almuerzo, y luego veré lo que papá necesita en su oficina.
Kelsey Torrent no parecía contenta. Sino más que molesta. Cuando se dio la
vuelta y se alejó, dejé escapar la respiración que contenía. Pensé que causarían una
escena. La cual probablemente hubiera provocado que la despidieran, y que Cruz
se metiera en problemas.
—No creo que le caigas muy bien —señalé en voz baja, una vez que salió del
comedor.
Se encogió de hombros como si no le importara, pero se encontraba tenso.
Eso lo molestó. Me sentí mal por él. Que tuviera que unirse a una empresa como
esta y tratar con empleados a quienes no les gustaba que fuera su jefe dentro de un
tiempo. —Es una estirada —fue todo lo que dijo.
Pedimos nuestra comida y Cruz intentó relajarse sin éxito. Ojalá acabara de
averiguar lo que su padre quería en lugar de preocuparse en ignorarlo o
rechazarlo. Eché un vistazo a mi teléfono y decidí mentirle para relevarlo de este
almuerzo. Se preocuparía todo el tiempo si no le respondía a su padre.
—Oh, es la decoradora con la que tengo que reunirme. Ahora se encuentra
disponible, pero no volverá a estarlo hasta el jueves. Debo ver qué puede hacer y
obtener la cotización. ¿Te importa?
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—No, está bien. Tienes que reunirte con ella. Iré más tarde. Primero necesito
encargarme de mi padre.
—Gracias. Lo siento. Puedo pedir la comida para llevar en la cocina.
Entonces se puso de pie. —Iré por ella a la cocina. Sino se tomarán su
tiempo. —Estaba siendo servicial, pero tenía la cabeza en otro lado. Éramos
nuevos. Nuestra relación y andar en público era nuevo. Así que, no sentía que
pudiera cuestionarlo demasiado sobre lo que le distraía. Tendría que dejar que me
contara lo que ocurría cuando se encontrara preparado.
Tomé mi bolso y me bebí el resto del té antes de que regresara con una bolsa
que contenía mi almuerzo. Era difícil ignorar los ojos que lo seguían al caminar por
el restaurante. Muchos le hablaban. Otros lo miraban como si fuera una comida
que deseaban. No los culpaba. Era muy fácil de mirar.
Cuando llegó a la mesa, me levanté, y me besó. Justo ahí, para que todo el
mundo viera. Era como si hiciera una reclamación. Informándoles. Pero, en
realidad, me demostraba que hablaba en serio. Una vez que el beso terminó tomé
la bolsa y sentí que mis mejillas se calentaban.
—Te estás sonrojando. —Sonrió con suficiencia.
—Sí —susurré—. Puede que toda esa gente no me conozca, pero a ti sí.
—Te conocen, Lila Kate Carter.
Ahora sentía mis mejillas en llamas.
—Dios, eres linda —dijo, sonriendo. Su tensión anterior disminuyó—. Nos
vemos pronto.
Con un asentimiento y una tímida sonrisa, mantuve mi mirada al frente, con
miedo de hacer contacto visual con alguien. Cruz ya había desaparecido en la otra
dirección.
—Lila Kate —llamó una voz femenina, deteniéndome. Me di la vuelta para
ver a Adelle Boyd dándome una mirada calculadora. Se hallaba sentada en una
mesa con su madre y hermana menor. Todas vestían faldas de tenis como si
acabaran de entrar de las canchas. Lo cual era probable.
—Hola —saludé a la mesa, ya sabiendo de qué se trataba. Ese beso fue
dulce, pero sabía que me daría algo de atención que no quería. O, mejor dicho,
drama.
—¿Estás saliendo con Cruz? —me preguntó con un tono de incredulidad.
Forcé una sonrisa. —Sí.
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Su madre emitió un extraño sonido desde la parte posterior de su garganta.
No la miré.
—¿Desde cuándo?
—Es nuevo —contesté dulcemente. Aunque lo que quería era ser grosera y
decirle que no era asunto suyo.
Su boca se convirtió en una sonrisa divertida. —También será corto.
Tanto la madre como la hermana contuvieron sus risas. No tenía tiempo
para esto.
—También tengan un maravilloso día —dije antes de alejarme, esperando
que nadie más me detuviera.
No lo hicieron. Una vez fuera, solté un suspiro de alivio. Eso fue solo el
inicio. Tendré que aprender a manejar mejor las reacciones de la gente.
Traducido por Dannygonzal
Corregido por Julie
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Giré y fui hacia la otra dirección mientras Lila Kate dejaba el club. Mi
estómago se apretó mientras mis demonios me perseguían. La razón por la que
mantuve mi distancia de Lila Kate, la razón por la cual la quería y ahora sabía que
la amaba, pero que nunca se acercaría lo suficiente, me respiraba en el cuello. Tomé
esta oportunidad y fui detrás de ella aunque tuviera mierda que podría destruirnos
incluso antes de comenzar. Le juré que nunca la lastimaría. Me iba a asegurar de
mantener esa promesa.
Volteando a la izquierda y no a la derecha, me dirigí hacia la oficina de
Kelsey. Mi padre no la envió por mí. Ella me vio con Lila Kate, y vino detrás.
Normalmente, no interfería con mi vida sexual. Después de todo, era una mujer
casada.‖Pero‖ella‖sabía…‖que‖Lila‖Kate‖Carter‖era‖diferente.
No golpeé la puerta. Solo entré. Se encontraba de pie al otro lado de la
habitación con un vaso de agua helada en su mano, mirando por la ventana.
—No puedes salir con ella —fue todo lo que dijo. Ni siquiera dio la vuelta.
—Puedo hacer lo que quiera, Kelsey —respondí, molesto de que pensara
que tenía un coño mágico que podía controlarme. Tal vez eso fue verdad cuando
tenía dieciséis y me trajo a su oficina tarde en la noche y chupó mi pene por
primera vez. Tuvo algo de poder sobre mí. Pero ya no era un niño. Había tenido
muchas mujeres desde que ella me introdujo en el sexo.
—No me importan todas tus zorras. Eso es lo que son. Eres un hombre. A
los hombres les gusta el sexo. Les gusta la variedad. No tengo problemas con eso.
Pero no con ella. Sabes que no es una zorra. Quieres más con ella. —Entonces se
volteó hacia mí—. ¿Tengo razón?
—Sí, la tienes. Lo que hicimos no estuvo bien. Estás casada. Debimos
habernos detenido hace tiempo. Demonios, nunca debimos comenzarlo. Pero era
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un adolescente cachondo, y te aprovechaste de eso. En ese entonces no me
importaba tu esposo. Debió haberlo hecho, pero mi impulso sexual dirigía el
espectáculo. Terminamos. La amo. Solo existe ella para mí.
Kelsey era una mujer hermosa. Alta, esbelta, con una talla de pechos
generosa y loca cuando se trataba de sexo. La follé justo sobre ese escritorio
muchas veces en diferentes posiciones. Y ella me observó follar a otras chicas y,
quiso follarme después porque eso la excitaba. Fue divertido. Antes. Pero el año
pasado, se volvió dependiente. Necesitada. Más posesiva.
—¿Eso es lo que piensas? Que puedes follarme por cinco años y luego
alejarte. ¿Así como así?
—Nunca tuvimos una relación. Follábamos. Nunca fue exclusivo. Estás
casada. ¿Recuerdas? Puedo hacer lo que yo quiera. Esto que hacíamos se acabó.
La llama en sus ojos nunca fue buena. No le gustaba que le dijeran que no.
Normalmente conseguía lo que quería. Estaba más que seguro que no fui el único
adolescente al que ella folló. Le gustaban jóvenes. Me lo dijo cuando desnudó sus
tetas para mí y me chupó la primera vez.
Mientras que el sexo con ella, los pasados cinco años fueron diversión y
juegos, sabía que estaba mal. Era algo que Lila Kate nunca entendería. Tenía que
asegurarme que fuera enterrado. Olvidado.
—¿Crees que tienes el control de esto? —preguntó Kelsey mientras daba un
paso hacia mí. Se desabotonaba la camisa. Una vez eso me habría excitado. Ahora,
solo me molestaba.
—Sí, lo tengo. Se acabó. Terminó. —Fui directo. La miré a los ojos y me
aseguré que viera lo serio que era.
Su blusa se encontraba abierta, pero no bajé la mirada. No quería eso de ella.
Ya no.
Su mano se hallaba en mi pene, y apretó. —¿En serio? —Su voz se volvió un
ronroneo.
—Sí, de verdad —respondí, alejándome—. Detente. Eres patética.
Se congeló y su cara sonriente regresó a un estado de furia. —Pequeño
bastardo malcriado. Te arrepentirás de esto.
—No, no lo haré —le aseguré mientras daba la vuelta y me retiraba. El final
de lo que estuve haciendo con Kelsey fue como lo esperé. Cuando casi salía por la
puerta, encontró una forma de detenerme.
—Estoy embarazada. Mi esposo es estéril. Me preparaba para contarle de
nosotros. Aún quiero hacerlo. No puedes alejarte de esto, Cruz. Vas a ser papá.
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La miré fijamente. Incluso ahora mentía. —Nunca te follé sin protección.
Nunca. Así que es el bebé de alguien más. No mío. Le dices que es mío y tendrás
que probarlo. —Ya no era un adolescente. No podía engañarme con esa mierda.
Sus ojos se llenaron de lágrimas. —Los condones no son cien por ciento
efectivos.
—Las pastillas anticonceptivas sí —respondí.
Se limpió una sola lágrima mientras rodaba por su mejilla. —Dejé de
tomarlas hace un año. Quiero un bebé. Quiero uno tuyo.
Sacudí la cabeza. No. Estaba mintiendo. Esta era su forma de manipularme.
No iba a funcionar. —Eres una mentirosa —rugí sin importarme quien me oyera,
entonces salí furioso de la oficina. Lejos del club y la mierda oscura que ahora me
daba alcance. Pensé que se quedaría callada por miedo a perder su matrimonio.
Una vez me dijo que amaba a su esposo, pero que él no se ocupaba sexualmente de
ella. Necesitaba más. La suciedad, la emoción. Había sentido pena por ella y no
entendía cómo un hombre no disfrutaría de sus locas necesidades sexuales. Fue
divertido. Ahora veía que la diversión fue dañina.
También iba a destruirme si continuaba con esta mentira. Tenía que hallar
una manera de detener esto. Para proteger a Lila Kate. No quería que alguna vez
viera esa parte de mi vida. Que supiera la mierda sórdida que hice.
Llegar a ella era todo lo que necesitaba en este momento. Sostenerla. Olerla.
Sentirla. El brillo en su mundo hacía que mi pasado dañado se desvaneciera.
El viaje a su estudio era solo de algunos kilómetros, pero se sintió como una
eternidad. El miedo de que lo supiera y me odiara pesaba sobre mí. Su negativa a
escucharme y amarme me arañaba los talones. Conduje más rápido y me enfoqué
en llegar a ella.
Di largas zancadas desde mi auto a su puerta. Cuando la abrí, allí se
encontraba Lila. Ya cambiada en ropa para pintar, con su cabello en un moño y
bailando con la música mientras limpiaba una brocha. Se veía bien. Perfecta. Pura.
Bloqueé la puerta detrás de mí y fui hacia ella. Levantó la mirada, alarmada
al principio y luego sonrió.
—Hola —fue lo único que tuvo tiempo de decir antes de que esté allí frente
a ella. La hice retroceder hasta que estuvo detrás de la esquina bloqueándonos de
la ventana. Las sombras allí no enmascararon la sorpresa y la emoción en su rostro.
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No me tomé tiempo para besarla y sostenerla. No pude. Los lobos que me
perseguían, me cazaban, me tenían desesperado. Bajé sus pantalones cortos y sus
bragas, luego rápidamente lo hice con mis pantalones hasta que mi pene estuvo
libre. Agarrándola por la cintura la levanté, la presioné entre la pared y mi cuerpo,
y entonces empujé dentro de ella con un gruñido.
Me agarró de los hombros y gritó mi nombre. Eso causó que esta intensidad
palpitando en mi cabeza se volviera peor. Mi boca devoró la suya, probándola y
tomándolo todo. Estaba follándola mientras la amaba.
—Esto es mío —le dije mordiéndola en el cuello—. No puedes dejarme. —
Mis palabras le sonarían locas, pero de todas formas salieron.
—Está bien —dijo mientras su cabeza iba hacia atrás contra la pared y su
garganta se exponía a mí al tiempo que yo lamía y dejaba mi marca en ella.
—Siempre necesitaré esto. Te necesito. Soy adicto a ti. Tan adicto.
Gruñó y golpeé con más fuerza, queriendo llegar tan profundo hasta que
fuéramos una sola persona. Nadie más sería así para mí. Ella sería todo lo que
necesitara. Estar en su interior hacía que la oscuridad y las mentiras de alejaran.
Todo lo que importaba era ella. Esto. Nosotros.
—Oh Dios —gritó y luego mordió mi hombro. Temblaba en mis brazos—.
¡Ah! —Su orgasmo apretó mi pene y me dejé llevar con ella.
—¡Mierda! Eso es, cariño. Vente sobre mi pene.
—¡Ahhhh! ¡Cruz! No puedo. —Ahora se aferraba a mí. Sus brazos envueltos
a mi alrededor. Su cabeza en la curva de mi cuello.
Exploté dentro de ella, saliéndome un poco demasiado tarde.
—Mierda —gruñí mientras el resto de mi liberación cubría el interior de su
muslo.
Nos quedamos allí de pie en la esquina, sudorosos, envueltos en el otro,
jadeando. Esto es lo que nunca haría con nadie. Siempre tuve cuidado. Pero mi
locura cuando se trataba de Lila Kate se hacía cargo y, fue la última cosa en mi
mente.
—Está bien —susurró finalmente—, recuerda que tomo la píldora.
Asentí y continué abrazándola. Deseando seguir en su interior. Impulsando
mi liberación hasta que corriera libremente fuera de ella. Haciéndola mía.
Tenía miedo de mí mismo.
Traducido por Lvic15
Corregido por Anna Karol
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Tenía la intención de hacer mucho este fin de semana. Pero Cruz cambió de
planes. Después del sexo salvaje que habíamos tenido en la planta baja, me llevó al
baño donde ahora me duchaba lentamente. No habló mucho. Era difícil de pasar
por alto el aspecto atormentado en sus ojos, como si estuviera huyendo de algo y
necesitase que le protegiera. Era como si estuviera a salvo mientras nos tocábamos.
Él era más importante que el estudio. Todo eso podía esperar. Por ahora, lo
disfrutaba. Estando a su lado. Él necesitaba tranquilidad. Esto era nuevo. Diría que
yo necesitaba consuelo también, pero por la forma en que se movía sobre mí,
recibía mucho.
El domingo dormimos hasta tarde, comimos el desayuno que preparamos
juntos y vimos películas durante todo el día.
Cuando llegó el lunes por la mañana, también lo hizo Ophelia. Acababa de
salir de la ducha y esperaba el café que olía en la cocina cuando la escuché decir—:
Mierda. Esto no está ocurriendo.
Agarré una toalla, la envolví a mi alrededor y me apresuré allí. Ophelia
yacía de pie en la cocina con una maleta y miraba con la boca abierta a Cruz que no
llevaba nada más que sus boxers mientras sostenía una bandeja de magdalenas
que dejé en el horno.
—Buenos días, Ophelia. No se puede decir que estoy feliz de que estés de
vuelta —dijo Cruz, girándose para mirarme y guiñarme un ojo.
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—Es de mala educación preguntar por los detalles, O. Deberías saberlo —la
provocó Cruz.
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Ophelia cambió su mirada hacia mí. —Oh, Dios mío —fue todo lo que pudo
decir. Sus ojos estaban muy abiertos, y dejó caer la bolsa de su hombro izquierdo al
suelo con un fuerte golpe—. ¿Qué pasó?
Lo miró. —¡No quiero detalles! Quiero saber que hay una explicación que
no los incluye a los dos —agitó un dedo entre nosotros y dijo—, haciéndolo.
Cruz se rio en voz alta. —¿Dijiste‖“haciéndolo”? —preguntó, entonces rio un
poco más.
Ella se dio por vencida y se volvió completamente hacia mí. Seguía allí de
pie en silencio, sin preparación. —¿Lila Kate? —solicitó.
—Yo, bueno, uh. —Miré a Cruz, que comía una magdalena y sonreía,
disfrutando demasiado de esto—. Sí, lo hicimos —espeté.
Cruz comenzó a reírse un poco más.
—¿Has perdido la cabeza? —preguntó, apuntándole—. ¡Es un mujeriego!
—Oye, tengo sentimientos. Los estás triturando. —No sonaba triturado en
absoluto.
Rodó los ojos y negó.
—No,‖yo,‖uh,‖estamos,‖mira…‖—Buscaba las palabras.
—Somos exclusivos. He renunciado a mis comportamientos de mujeriego,
porque Lila Kate me dio una probada y me hice adicto. También está el detallito
muy importante de que estoy enamorado de ella.
Su explicación no era tan dulce y romántica como las cosas que me dijo a mí,
pero mi pecho se hinchó de todos modos. Esa era la máxima dulzura que Cruz
dejaría que el mundo viera. Se expuso y se acababa de hacer vulnerable al admitir
eso.
—¿Enamorado? —repitió Ophelia, como si fuera una palabra extranjera que
nunca hubiera oído antes. Me devolvió la mirada.
—Sí. Yo también lo amo.
Derrotada, se sentó sobre su maleta y negó. —Necesito‖un‖momento.‖Esto…‖
simplemente guau.
—¿Magdalena? —preguntó Cruz, alargando la bandeja hacia ella y luego
hacia mí—. Son deliciosas. Agarra una ahora porque me las comeré todas.
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Pasé junto a Ophelia, y me miraba como si estuvieran a punto de crecerme
alas y ponerme a volar. Mientras se sentaba en la encimera, tomé la bandeja de
magdalenas y agarré una, después fui a servirme un poco de café.
—¿Vas a —señaló a Cruz—, pasearte en tu ropa interior habitualmente?
Sonrió. —No. No eres tan afortunada. No era consciente de que irrumpirías
tan temprano.
—Son las diez —respondió.
—Exactamente, el amanecer.
—Lila Kate, no puedes ir en‖serio‖sobre‖esto.‖¡Él‖es…‖es Cruz!
Sonreí en mi taza de café. Este era nuestro primer encuentro con un amigo o
miembro de la familia. Me imaginaba que esto sucedería muy a menudo.
—¿Qué hay de Eli? Pensé que te gustaba.
La sonrisa de Cruz desapareció, y frunció el ceño. —No le gusta —replicó.
Su tono bromista se había ido.
Puse la taza sobre la mesa. —Eli es un gran tipo. Pero he estado enamorado
de Cruz desde hace mucho tiempo.
—¿Por qué?
Cruz volvió a reírse. —Mierda, Ophelia. No sabía que tu opinión sobre mí
era tan buena.
Ladeó su cabeza y lo miró como diciendo “sé‖realista”. —Te has follado a la
mayoría de mis amigas. Y cuando digo la mayoría, eso incluye a todas. Y ahora estás
durmiendo con Lila Kate.
Hizo una mueca. —¿Podríamos no discutir mi pasado? Está detrás de mí.
Me gustaría dejarlo ahí.
Ophelia se levantó y dejó escapar un profundo suspiro. —Esto va a terminar
mal. Después, Grant Carter te matará. Recuerda mis palabras —dijo llevándose su
maleta y bolsa a la habitación que sería suya.
Pasé un brazo por la cintura de Cruz y me apoyé sobre él. —Pronto será más
positiva.
Besó la cima de mi cabeza. —Eso es lo que espero de todos en nuestra vida.
Probablemente, tenía razón. Así que mantuve mi boca cerrada y lo abracé
cerca de mí. —Estoy feliz. Nunca he sido más feliz —le aseguré.
—Yo también. Y, honestamente, eso me asusta.
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—¿Por qué? —pregunté, inclinando mi cabeza hacia atrás para mirarlo.
—Porque sé cómo se siente y no puedo vivir sin ello o sin ti.
—Nunca tendrás que hacerlo, así que no es un problema. No voy a ninguna
parte.
Esa mirada desesperada y atormentada ensombreció sus ojos de nuevo. Me
hubiera gustado poder calmarlo, y a sus preocupaciones. Yo era la que debería
estar preocupada. No él.
—¿Pueden ponerse la ropa al menos mientras saco una de las cajas de mi
coche? —Ophelia nos recordó de su presencia.
Cruz me sacó la toalla y yo me revolví para recuperarla. —Estás quitando
toda la diversión —le dijo a Ophelia—. Me gusta que vaya con toalla. Es más fácil
desnudarla.
—¡Dios! Eres un cerdo —respondió, y volvió a bajar por las escaleras.
Le golpeé en el pecho y le quité la toalla. —¡Para con esto!
Me atrajo a su pecho. —¿Crees que le importa si subimos a la habitación y
tenemos otra ronda?
Por muy tentador que fuera, no le haría eso a Ophelia. —Vístete, Cruz —le
dije, luego sonreí y dejé mi toalla mientras caminaba por las escaleras hasta mi
habitación.
—Maldita sea, estás pidiéndolo —amenazó.
Miré hacia atrás y le hice un guiño. —Guárdalo para más tarde.
—Me retracto —dijo mirándome.
—¿Qué?
—No eres una muñeca de porcelana, y nada sobre ti es frío.
Sonreí y me mordí los labios para no alegrarme demasiado.
—Mierda, eres dura, y ese cuerpo es tan malditamente caliente, nunca voy a
tener suficiente.
No eran palabras que escucharías nunca en un soneto, pero viniendo de
Cruz Kerrington eso era poesía.
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Traducido por amaria.viana
Página
Corregido por Anna Karol
La mudanza de Ophelia con Lila Kate no era lo más perfecto, pero durante
la próxima semana, lo hicimos funcionar. Me empecé a llevar mejor con mi padre,
pero era debido principalmente a que llegaba a tiempo al trabajo, estaba en las
reuniones necesarias y toda esa otra mierda que antes ignoraba.
Pensar en agosto, cuando tenía que regresar a la escuela, era una mierda.
Lila Kate ya había terminado, estaría aquí y yo tenía que irme; no me gustaba.
Preocuparme por eso ahora me dio aún más estrés. Evitar a Kelsey era mi mayor
obstáculo en el trabajo; ella no le había dicho nada a mi papá porque ya lo hubiese
sabido. Esperaba que estuviera engañándome para asustarme.
A pesar de eso, ese niño no era mío. Me hallaba dispuesto a hacer una
prueba de paternidad para demostrarlo, si es que siquiera existía un bebe, también
dudaba de eso. Cuando tenía dieciséis, había sido la emocionante y sensual mujer
mayor. Sin embargo, durante el año pasado, empecé a notar su furia loca debajo de
su apariencia.
La multitud del verano se encontraba despierta y en movimiento cuando
salí del estudio de Lila Kate a las ocho de la mañana. Tenía planeado ir a la
cafetería cruzando el parqueadero y comprarle a Lila uno de esos tés elegantes que
le gustaban con un panecillo. No esperaba que Grant Carter estuviera cerca en su
camioneta con los brazos cruzados en su pecho, mirándome tan fijamente como si
quiera quitarme la vida con sus manos estrictas.
Mierda.
—Grant —dije, tratando de no lucir culpable por haber pasado la noche con
su hija.
—No estoy aquí para tonterías, chico.
Y no lo suponía que lo hiciera. —No, señor. No pensé eso.
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Bajó sus manos a cada lado y miró a las ventanas del apartamento de Lila
Kate. —Esa chica que está ahí, es la otra mitad de mi mundo. Ella y su mamá han
sido cada sueño, cada deseo, cada jodida cosa que significa un montón para mí
desde el momento que la sostuve en mis brazos.
—Entiendo eso —empecé, y él dio un paso hacia mí, profundizando su
ceño.
—No, no es cierto. No entiendes ni una maldita cosa. Nunca has tenido a
una mujer que ames más que a tu vida misma. No has sostenido a una hermosa
niña en tus brazos, que es como un milagro y te das cuenta que tu vida está
destinada a protegerla. No sabes qué es eso.
Tenía toda la razón. Asentí con miedo de decir algo que lo incitara a romper
uno de los huesos en mi cara. Me gustaba mi rostro tal y como estaba.
—Ella es igual a su madre: amable, dulce, inteligente y cuando ama, ama
con todo lo que es. Eso es mucho para un hombre, mucho para que lo aprecie. No
lo entendí enseguida con su mamá y casi pierdo lo único por lo que valía la pena
vivir. Su padre me quería muerto y no lo culpo.
Asentí, todavía sin hablar.
Grant me encaró, sus anchos hombros y sus brazos más gruesos que los
míos. —Si jodes el corazón de mi bebé, me importara una mierda quienes sean tus
padres. Todo lo que he visto de ti es que pierdes el tiempo, juegas, disfrutas de las
mujeres. Pero esa chica de all{…‖—dijo señalando para dar énfasis—, no está para
hacer ese tipo de cosas, porque te lo diré ya mismo —apuntó con su dedo mi
cara—, tiene que amarte o si no, no estarías aquí, nunca se hubiera subido a tu
motocicleta y andado de la forma en que lo hizo. Eso no es propio de Lila Kate; lo
hizo sintiendo algo por ti. Así que o tienes los mismos sentimientos por ella, o te
apartas perfectamente y te largas de esta ciudad antes de que pueda encontrarte.
¿Soy claro?
Ese era mi turno para hablar. —Sí, señor —dije—. Sé todas esas cosas acerca
de ella. Es por eso que mantuve mi distancia por tanto tiempo. Cuando se fue, supe
que iba a perderla o cualquier oportunidad que tuviera. Tenía que tomar una
decisión y fui tras ella. Me dije a mí mismo que era para protegerla, pero muy en el
fondo sabía lo que hacía. Amo a Lila Kate. No necesito a nadie más.
El ceño de Grant se disolvió un poco, pero aún no parecía convencido. —Me
caes bien, me agrada tu familia. Pero no puedo confiar en nadie que esté con mi
bebé, no sé si algún día lo haga. No dejaré de estar observando, no me voy a
apartar. Le haces daño y cuenta con que voy tras de ti.
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Jesús. Me pregunté si alguna vez Lila Kate salió con alguien en la
preparatoria. Esperaba a que sacara su pistola de la camioneta y empezara a
agitarla por todos lados en cualquier segundo. —Nunca le haría daño.
No parecía creerme. —Tu pasado no es muy lindo, muchacho, podría volver
a perseguirte. Si fuera por mí, ella ya te hubiese dejado solo, encontraría a un tipo
que no tuviera como meta follarse a la totalidad de la población femenina de este
lugar, pero no tiene que ver conmigo. Es una mujer, es su decisión. Pero soy su
papá, y si jodes esto, no habrá nunca un lugar seguro para ti, te encontraría.
—¡Papá! —La voz de Lila Kate llamó su atención y miré sobre mi hombro
para verla de pie en la puerta del frente con su peluda bata rosa de corazones, con
un disgustado ceño fruncido en su cara. Afortunadamente iba dirigido a su padre,
no a mí.
—Hola, cielo —respondió
Dio unas largas zancadas hasta donde estábamos. —Que esto no sea lo que
creo que es —dijo.
Él se encogió de hombros como si no fuera gran cosa. —Soy tu padre, solo
venía a visitar y me encontré con Cruz saliendo de tu apartamento. Me aseguraba
de que tuviera algunas cosas claras.
Como el hecho de que va a asesinarme si le hago daño a su hija. No dije eso en voz
alta, claro.
—No necesito que amenaces a los hombres que hay en mi vida, papá —le
dijo.
—¿Hombres? —dijimos Grant y yo a la vez. No había otros hombres.
Ella nos rodó los ojos —Oh, por amor‖de‖Dios.‖El‖“hombre”‖que‖esté en mi
vida, soy adulta. Puedo pasar la noche con quien se me dé la gana. Puedo tener
citas con quien se me antoje y puedo amar a cualquier persona que quiera. Tienes
que confiar en que puedo cuidarme sola.
—Confío —le dijo dándole una sonrisa encantadora que estoy malditamente
seguro nunca había dado—. Solo me aseguro de que Cruz esté en la misma página
que tú. Es todo.
Lila Kate puso las manos en sus caderas. —¿Y qué página supones que es?
—Qué vaya en serio con esto, así como tú.
—Eso es a lo que me refiero. No es tu problema.
—Eres mi hija y eso nunca va a cambiar, voy hacer de esto mi problema
cuando se trate de protegerte hasta el último de mis días.
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Lila Kate suspiró y me dio una mirada comprensiva. —¿Has cambiado de
opinión hasta ahora? —me preguntó.
Le sonreí, arrogante. Como si Grant Carter fuera capaz de que dejara de
quererla. —No, ni de cerca.
Sus ojos se suavizaron y, por un momento, hasta olvidé que su padre se
encontraba cerca de nosotros, arruinando tan perfecta mañana. Nuestro tranquilo
desayuno no pasaría como lo teníamos planeado.
—Jesucristo —murmuró Grant, luego fue y abrazó a Lila Kate—. No puedo
evitarlo, lo sabes —susurró.
—Lo amo —dijo, cambiando su mirada a donde yo me encontraba parado.
—Y eso lo hace, aparte de mí, el hombre más afortunado que conozco.
Luego de eso, Lila Kate le sonrió ampliamente a su padre.
Esperaba esto, y me alegraba que haya terminado. Ahora solo tenía que
asegurarme de terminar con el asunto de mierda de Kelsey. Esa podía ser una
bomba letal que amenazaba con terminar todo. Si perdiera a Lila Kate por su culpa,
con total dicha, dejaría que Grant me sacara de mi miseria.
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Traducido por Gesi
Página
Corregido por Clara Markov
Mi mamá me llamó para que la encontrara en el club después del almuerzo.
Anduve tan ocupada que no la había visto mucho. Entre preparar el estudio y
pasar tiempo con Cruz, mis días se llenaron. Me encontraba a punto de entrar al
edificio principal del club cuando mi teléfono vibró. Cuando lo chequeé, era un
mensaje de texto de Eli.
Era bueno en comprobarme una vez a la semana o incluso más. A Cruz no le
encantaba nuestra amistad, pero la permitía. Si supiera que tuve sexo borracho con
Eli, dudaba que lo hiciera. Eso fue antes de nosotros, por lo que pensaba que no era
importante de discutir.
No le pregunté por todas las chicas con las que durmió antes de mí.
¿El estudio ya está casi listo?, preguntaba el mensaje de Eli.
Dejé de caminar y respondí. Otras dos semanas y se abrirá para los
negocios. A punto de almorzar con mi mamá. Te escribo más tarde. Lancé el
teléfono a mi bolso y levanté la mirada para ver a Kelsey parada a unos pasos
frente a mí.
Tenía los ojos rojos e hinchados de llorar. Era tan impropio de ella. Siempre
se veía tan formal, no podía imaginármela como alguien emotivo. Su mirada se
clavó en mí. Casi como si fuera la fuente de su dolor. Observé alrededor para ver si
había alguien más, pero solo era yo.
—Necesito hablar contigo —dijo, con su voz ronca por la emoción.
Lucía‖ alterada,‖ así‖ que‖ no‖ podía‖ simplemente‖ decirle:‖ “No,‖ gracias.‖ Tengo‖
una‖cita‖para‖almorzar‖con‖mi‖mam{”.
En cambio, asentí.
—¿Puedes venir a mi oficina? —preguntó.
Volví a asentir, se giró y se dirigió en esa dirección. Miré alrededor una vez
más. No quería ir a la oficina de esta mujer, pero tampoco veía la manera de negar
su solicitud sin ser grosera.
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La puerta se hallaba abierta mientras ella entraba. A regañadientes, la seguí.
Se paró junto a la puerta y la cerró después de que entré. Deseé que la
hubiera dejado abierta. Algo sobre ella me ponía nerviosa.
—Seré breve. Hay algo que debes saber. Intenté manejarlo con Cruz, pero no
coopera.‖Es…‖—Hizo una pausa y habló de nuevo—. Seguramente sabes lo cruel y
egoísta que puede ser.
Eso llamó mi atención. —Cruz no es así —dije en su defensa. Los problemas
de esta mujer respecto a su posición en el club debían ser tratados con Woods.
Su rostro manchado con lágrimas parecía menos derrotado y más como al
de la mujer arrogante que vi cuando habló con Cruz la semana pasada al almorzar.
—Eres tan joven e ingenua —comentó con una mirada de disgusto en los
ojos—. No vives en un cuento de hadas. Cruz no es tu príncipe azul, y no es el tipo
de chico que se establecerá y casará contigo. Necesita tener sexo con mujeres
diferentes. Una variedad.
Se detuvo y luego sonrió como si le divirtiera.
—Cuando él tenía dieciséis años, le enseñé todo sobre el sexo. Comencé su
adicción. Follamos sobre esta misma mesa tantas veces que ni puedo contarlas. Me
paré justo aquí con las piernas extendidas al tiempo que me lamía el coño hasta
que no podía ponerme de pie. Le permití estar con otras chicas para que probara.
Pero sabía que siempre regresaría aquí. Me deseaba. Necesitaba lo que le daba. Es
bueno en el sexo porque le mostré lo que quiere una mujer. Lo que necesita. Esa
boca que has besado ha estado sobre todo este cuerpo. —Se acunó los pechos al
decirlo.
No podía encontrar palabras. Las cosas que decía sonaban como desvaríos
de una mujer loca. ¿Quería que creyera que él tuvo sexo con una mujer casada de
cuarenta años cuando tenía dieciséis?
—Intentas hundir tus garras en lo que es mío.
—Estás casada —señalé, todavía conmocionada de que incluso pensara que
podría creerle.
En ese momento, se rio de mí. —Eso no importa. No para nosotros. Cruz y
yo nos deseamos. Él era mío hasta que tú llegaste. Ahora estoy embarazada con su
hijo y no quiere tener nada conmigo ni con el bebé. Alejas al padre de nuestro hijo.
—Se tocó el estómago con suavidad.
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—Mientes —dije, sacudiendo la cabeza y retrocediendo hacia la puerta.
Sabía que Cruz fue un poco salvaje. No era ningún secreto. Pero él no haría esto.
No tenía dudas.
—Sabía que no me creerías —comentó, y recogió un control remoto de su
escritorio. Los sonidos de sexo llenaron la habitación, y me giré para ver la pantalla
plana detrás de mí.
No se podía negar lo que veía. Kelsey se encontraba desnuda, con las
piernas ampliamente extendidas y la cabeza hacia atrás a medida que Cruz la
follaba en su escritorio. Justo como ella dijo.
—Nos gustaba grabar nuestro sexo y verlo después. Nos excitaba y alteraba.
A menudo follábamos mientras nos veíamos hacerlo en la pantalla. Esa es la clase
de cosas que Cruz necesita para ser verdaderamente feliz. También lo miraba. Él se
follaba a alguna chica al tiempo que yo me escondía y miraba. Le gustaba saber
que me encontraba allí cuando lo hacía. Viéndolos. Se calentaría tanto que
enloqueceríamos por ello. También tengo videos sobre eso, si necesitas ver.
—Mierda, sí, Kelsey. Ábrete, puta sucia. Dame lo que quiero. —Las palabras
de Cruz venían de la pantalla y me encogí—. Eres una perra tan sucia. Mi pequeña
perra sucia, dame ese culo. —La volteó. Jalándole las caderas para que su trasero
quedara en el aire. Escupió en él y luego metió los dedos—. Qué culo tan apretado.
Quieres mi pene en ese culo, ¿cierto?
Ella gritó. —Sí, folla mi culo. ¡Fóllalo duro! —Giró la cabeza para mirarlo y
él le cubrió la boca con la suya. Eso era todo lo que podía soportar. Corrí. Salí
corriendo por la puerta. Corrí hacia mi auto. Corrí lejos de todo. Conduje. No me
detuve. No sabía a dónde iba, pero mi alma fue destruida.
Mi teléfono continuaba sonando, pero no podía responder. Lo apagué. Si era
mi madre no sería capaz de hablar. Se preocuparía. Solo podía conducir. Escapar
de todo. Hasta que mi pecho no se sintiera como si fuera aplastado.
Las palabras que él le dijo a Kelsey y la imagen de ellos juntos se repetían
una y otra vez. Las nauseas me arañaron la garganta. La incredulidad de que en
serio‖confié‖en‖él.‖Creyendo‖que‖lo‖que‖teníamos‖era‖real.‖Pero‖él…‖era‖m{s‖oscuro‖
de que lo creía. Cuando las lágrimas por fin comenzaron a caer, tomé una salida y
aparqué en el estacionamiento de un hotel. Lloré por todo lo que había soñado.
Toda la felicidad que pensé que encontré. Y todo eso me marcaría para siempre.
Nunca sería la misma. Mis fantasías solamente fueron eso. Nada fue real. No
habría recuerdos cariñosos. Solo una pesadilla.
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Lo siento. Pero estoy bien. Solo necesitaba algo de espacio. Le envié ese
mensaje de texto a mi madre para que no se preocupara. Tenía veintiocho mensajes
y cincuenta llamadas perdidas cuando volví a encender mi teléfono. Ignoré todo,
lo apagué otra vez y me dirigí a pagar una habitación por la noche.
Traducido por Julie
Corregido por Vane Farrow
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Había sido sexo. Eso fue todo. ¿Cómo habría sabido que mi aventura con
Kelsey conduciría a esto? Mantuve la cabeza enterrada en mis manos mientras mi
padre se paseaba delante de mí. La habitación se hallaba en silencio. Se acabaron
sus jactancias y gritos.
—Ella está bien. Hablé con Harlow por teléfono. Lila Kate le envió un texto
sencillo diciendo que estaba bien, pero necesitaba espacio —anunció mi madre al
entrar en la sala de estar.
Alcé la vista por primera vez en un rato. El alivio de que Lila Kate estuviera
a salvo ayudó a calmar mis miedos. El dolor aún desgarraba mi pecho. La llamé y
envié mensajes de texto en numerosas ocasiones pidiéndole que me escuchara. No
respondió a ninguno.
—¿Dijo dónde estaba? —pregunté, ya sabiendo que la posibilidad de que los
Carter me lo dijeran era de escasa a ninguna.
Mamá sacudió la cabeza. —No. Creo que Grant está tratando de rastrear su
celular.
Se hallaba ocupado preocupándose por la seguridad de Lila Kate. Sabía que
una vez que estuviera aquí segura, él vendría a buscarme. Ahora, esperaba que lo
hiciera. Debería haber lidiado con Kelsey. Fue estúpido pensar que se marcharía.
—Ella está amenazando con una demanda —dijo papá—. He confiscado
todos los artículos en su oficina. Los videos fueron encontrados. Hay algunos de
cuando eras menor de edad. Eso protegerá al club. Ella será la que enfrente cargos
si insiste con esto.
Mamá se sentó en el borde de la silla delante de mí. —Eras un bebé. Ella
tenía mi edad. No entiendo cómo pudo hacer eso.
—Fue un compañero voluntario, Della —le recordó papá—. Y si está
embarazada, tenemos que lidiar con eso.
Sacudí la cabeza. —Ese bebé no es mío. Si es que hay uno.
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—Pero si es así, ya no eres un adolescente del que tomaron ventaja. Eres un
hombre adulto que sabía que no debía meterse con una mujer casada.
Mamá palideció ante sus palabras. Lastimé a tanta gente. ¿Cómo pensé que
merecía a alguien como Lila Kate? Después de toda la mierda que causé.
—Lo sé —le dije, levantando mis ojos para encontrarme con los suyos—.
Debería haberlo detenido. Diablos, no debí haberlo empezado. Pero estoy pagando
por ello. Amo a Lila y ahora la he perdido. Está sufriendo y todo es culpa mía. Eso
me está matando.
Papá frunció el ceño. —Sí, así es. En la vida, vas a cometer errores, pero esto
fue peor. Es egoísta, irresponsable y deshonesto. Esa mujer está casada. Entiendo
que eras un adolescente con las hormonas revolucionadas, pero es una mujer
casada. Eso —me dijo señalándome—, justo allí era donde la cagaste. No, Lila Kate
no te perdonará. ¿Cómo podría?
Me paré, incapaz de sentarme aquí y seguir escuchando mis errores. Sabía
que metí la pata. No necesitaba que mi papá me lo recordara una y otra vez. Lo
que tenía que hacer era hallar una manera de arreglar esto. Lo cual parecía
imposible.
—¿A dónde vas? —La ira de papá no se había disipado nada durante la
hora que estuvo gritándome.
—¿No hemos terminado aquí? —repliqué.
Cerró el espacio entre nosotros y me fulminó con la mirada. —Te has
acostado con una empleada casada de un negocio que será tuyo algún día. Hiciste
videos sexuales con ella. Dice estar embarazada de ti. No, no terminamos aquí,
carajo. He hablado con los abogados. He hablado con el marido de Kelsey. Nos
reuniremos en una hora en la sala de juntas del club. No vas a ninguna parte.
Lila Kate estaba allí en algún sitio y no tenía ni idea de cómo encontrarla ni
dónde buscarla. Había llamado a Nate, pero él juró que ella no fue a Sea Breeze.
Necesitaba escuchar mi versión de esta historia. Tenía que explicárselo. Tal vez lo
entendería después de que tuviera la oportunidad de explicarle cómo comenzó
todo y cómo hasta que corrí tras ella cuando se fue de la ciudad no había visto
ningún problema con lo que hice. Ahora sí. Si tan solo pudiera ser el hombre que
ella quería que fuera y borrar toda la mierda pasada que había hecho. Yo era una
mierda. Ahora pagaría por ello.
—Ella necesita su espacio. No puedes encontrarla. No sabes adónde fue. —
La voz de mi madre era tranquila y comprensiva.
—Yo hice esto. La lastimé. —Mi voz se quebró de emoción cuando lo dije.
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Mi madre asintió. —Sí. Y tú serás el único que puede arreglarlo. Pero por
ahora, tienes algo más que arreglar.
—¡Tienes toda la maldita razón! —El tono de papá se oía enojado y molesto.
—Woods, cálmate. Sé que estás enojado. Pero esto comenzó cuando era un
niño. Ella se aprovechó de él. Recuerda eso.
Papá elevó las manos, frustrado. —Está casada, Della. Casada. Me gustaría
pensar que mi hijo tiene más moral que eso.
Mamá asintió. —A mí también. Pero lo hecho, hecho está. Pensábamos que
su época salvaje era justo eso y él lo superaría. Deberíamos haber estado prestando
más atención.
Papá me señaló. —¡Debería haber usado su maldito cerebro y no su pene!
Mamá se estremeció. —En serio, cariño. ¿Son necesarias esas palabras?
Sacudió la cabeza. —Esto es así. A la mierda. No era perfecto a su edad,
pero no hice esto. No puse al club en un problema legal. Y no me follé a empleadas
casadas.
Pero yo sí.
—¿Cuándo nos vamos para el club? —le pregunté.
—Deberíamos irnos ya. Necesito asegurarme de que la habitación esté
preparada. Y nuestros abogados quieren repasar algunas cosas contigo. Lo que
puedes y no puedes decir.
Mamá se levantó. —Yo voy.
—No —dijimos al mismo tiempo papá y yo.
Ella frunció el ceño. —¿Por qué no?
Miré a papá, y él suspiró. —Porque, Della, me temo que estaremos lidiando
con más asuntos legales cuando veas a Kelsey. Discutiremos sobre los videos y no
confío en que no ataques a la mujer.
Él tenía un motivo mejor que yo. Solo me preocupaba que se molestara.
—Está embarazada. Puede que no sea hijo de Cruz, pero nunca le haría
daño a una mujer embarazada —discutió mamá.
Papá levantó una ceja. —No has visto los videos.
Mamá suspiró y luego asintió. —Tal vez tengas razón.
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Papá se acercó a ella, la atrajo hacia sus brazos y luego le dio un beso en la
cabeza. —Te mantendré informada.
Asintió contra su pecho. Siempre habían sido así. Unidos. Un equipo. Papá
la adoraba, y ella a él. No quise eso. Siempre pensé que los hacía vulnerables. No
confiaba. Era una apuesta amar así. Oí lo horrible que eran los matrimonios de
parte de Kelsey durante años. Le creí.
Pero al verlos me di cuenta de que sí deseaba eso. Lo había probado con Lila
Kate. Un breve período en el que supe que ella era todo lo que querría. Ahora
desapareció demasiado pronto. Lo que mis padres tenían no era singular para
ellos. Simplemente se amaban.
Kelsey no amaba. Esa era la diferencia.
Mis padres no fueron vulnerables por su amor. Sino, más fuertes. Mis
mentiras y secretos tuvieron que salir para que yo pudiera ver y entender ese tipo
de amor. ¿Por qué tuvo que ser así? ¿Por qué no pude haberme dado cuenta de
esto hace años y le habría ahorrado dolor a tanta gente?
No perdería a Lila Kate sin pelear. Curaría todo lo que destrocé de la mejor
manera posible. Aprendería y seguiría adelante. Luego, hallaría algún modo de
que me perdonara. Incluso si nos costaba el resto de nuestras vidas. La esperaría. A
nosotros.
Traducido por Victoire.
Corregido por Anna Karol
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Ver a Lila caminar hacia mí con los reflejos de su cabello iluminados por el
sol y su perfecto aspecto marcado con dolor, me hizo darme cuenta de algo. Ella
sintió “m{s”. Experimentó‖ “m{s” de lo que esperábamos. Esa intensidad que te
agarra y te sostiene tan fuerte que no puedes hacer nada más que disfrutar el viaje
y esperar lo mejor.
Yo no era para ella. La noche que la conocí ya fue borrada. Demonios, ya
tenía su destino, y no quería aceptarlo. Cruz enganchó su corazón hace un largo
tiempo. Pero agradecía haberla conocido. Sin ella, sin los sentimientos que me
causó, nunca habría creído que pudiese amar a alguien como amé a Bliss. Ahora
sabía que me equivocaba. Bliss era mi mejor amiga, era mi infancia. Ahora éramos
adultos y nuestro viaje había terminado.
Lila se detuvo en la mesa que hallé para nosotros afuera de una panadería
en Sea Breeze. Una en la que comí varias veces. Me llamó dos días después de que
Nate viniera a preguntarme si sabía algo sobre ella. No lo sabía en ese momento.
Pero me dijo que pasó alguna mierda con Cruz y, Lila huyó.
Le pregunté dónde estaba cuando me llamó y me dijo que en Nashville.
Pensé en ir tras ella. Pero no lo hice. No era mía. Nunca lo sería. Pero esta mañana
recibí un texto. Se encontraba en Sea Breeze. Quería verme.
Los círculos oscuros bajo sus adorables ojos y la obvia tristeza en su
expresión me causaron dolor. Odiaba verla así. Sabía cómo se sentía un corazón
roto. Nunca era fácil. Te destruía. Recomponerse luego de eso requería fuerza. Y yo
sabía que Lila tenía esa fuerza.
—Ordené tu café como te gusta —le dije mientras se sentaba frente a mí.
Intentó sonreír. Fue débil y no llegó a sus ojos. —Gracias. —La miré tomar
un traguito y luego levantó su mirada—. Gracias por encontrarte conmigo aquí.
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Me encogí de hombros. —No tenía nada mejor que hacer. Sea Breeze se ha
vuelto aburrido.
Lila no se rio con mi intento para animar el humor. En cambio, pude ver sus
ojos ir hacia otro lado. Sus pensamientos perdidos en otro momento. La dejé allí
mientras bebía algo de mi té. Parecía más rota que cualquier otra mujer que alguna
vez haya visto. Nate me contó lo que pasó. Lo que hizo Cruz. Porqué Lila se fue y
cómo se enteró. Era un jodido desastre. Pero después de haber conocido a Cruz, no
me asombraba. Nate dijo que sabía que Cruz follaba a esa mujer casada cuando
eran adolescentes. Él no volvió a pensar en eso al pasar de los años.
—¿Has dormido algo? —le pregunté, devolviéndola al aquí y al ahora. No a
los demonios de su cabeza que la molestaban.
Se enfocó en mí de nuevo, luego comenzó a asentir y se detuvo. —No, no
realmente. Cuando cierro los‖ojos…‖estoy‖en‖ese‖cuarto.‖Ella‖me‖est{‖mostrando‖el‖
video…‖los‖escucho. —Paró y sacudió la cabeza—. Y sé que fue antes de mí. Sé que
estuvo con muchas, muchas mujeres antes de mí. —Cerró los ojos como si fuera a
decir algo que no quisiera. No soportaba verme mientras tanto—. Esa mujer se
aprovechó de él. Fue adulta por la mayoría de‖ su…‖ relación. —Abrió los ojos
despacio y encontró mi mirada—. Es el video. Las cosas que le decía. —Su voz era
un susurro—. Eso es lo que quiere. Nunca me dijo cosas como esas.‖Nuestro‖sexo…‖
debió de haberlo aburrido.
A pesar de lo completamente curioso que estaba por saber qué había dicho
él durante el sexo que la tenía dudando, le pregunté lo obvio—: ¿No te preocupa el
embarazo?
Lila negó con la cabeza. —No. Incluso si está embarazada, que no lo creo, no
es de él. Supongo que las mujeres han pretendido estar embarazadas para aferrarse
a un hombre que han perdido desde el comienzo de la raza humana. Al principio
le creí, pero estaba devastada. He tenido tiempo para pensar sobre sus acciones. La
manera en la que me lo dijo. Cómo lo dijo. No es una persona mentalmente estable.
Concordaba sobre la parte de mentalmente inestable. Si comenzó a follar a
Cruz cuando él tenía dieciséis, entonces algo tenía que estar mal en su cabeza.
—¿Volverás pronto? —le pregunté.
Se encogió de hombros. —Tendré que hacerlo eventualmente. Tengo que
terminar mi estudio. Una vida a la que volver. Será difícil. Cruz nunca me mintió,
porque nunca le pregunté sobre sus pasadas experiencias sexuales. Pero sabía que
este asunto con Kelsey iba a explotar y no me lo dijo. Quizás tener sexo con ella
cuando era joven y estúpido puede ser olvidado. Pero el video que vi era más
Tenía un punto. Y no estaba seguro de tener una respuesta a eso. Lo que sí
sabía era que todos tenían secretos. Su propia oscuridad. Algo que escondían del
mundo. Era una opción elegir olvidarlos. ¿Valía la pena el no poder perdonar si se
perdía una oportunidad‖ de‖ tener‖ ese‖ “m{s” que todos queríamos? ¿O podría el
amor ser suficiente para cubrir todo lo demás y curarlos a ambos?
—¿Amas a Cruz? —le pregunté.
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reciente. Él era mayor. Seguía viéndola. ¿Cómo puedo seguir confiando en él si no
sintió culpa sobre follar a una mujer casada?
Asintió.
—¿Acaso este... video, o la palabra de esa mujer mató algo de ese amor? ¿Lo
debilitó de alguna manera?
Se detuvo y luego negó con la cabeza. Sus hombros cayeron tristemente
cuando lo admitió.
—Entonces te debes a ti misma escucharlo y perdonarlo. Si no lo haces, solo
te lastimarás.
Los ojos de Lila se llenaron de lágrimas. —Pero quizás no soy lo suficiente
para‖retenerlo.‖No‖tengo…‖no‖tengo experiencia. No hago cosas como las que vi y
escuché.‖Soy…‖soy‖aburrida.
Eso me hizo querer reír. La mujer enfrente mío era todo excepto aburrida.
Pero no me reí porque tenía suficientes mujeres en mi vida para saber que cuando
dicen tonteras como estas, la creen. Reírme de eso no saldría bien.
—Eres todo menos aburrida. Seguro, eres educada, formal y preparada. Eres
amable y pensativa. No usas tu belleza como un arma. Eres totalmente fascinante.
Los hombres te miran. Están maravillados por ti, y no te das cuenta porque eres
inconsciente de ello, lo que te hace más atractiva. Cruz Kerrington y yo tenemos
pocas cosas en común. Pero lo único que tenemos es que los dos somos hombres
heterosexuales. Sé lo que ve cuando te mira. También sé que el hombre vino
corriendo después que te fueras de la ciudad. No quería perderte. Te ama, Lila. Lo
vi en tu apartamento esa mañana. Vuelve. Deja que se explique.
Me sonrió entonces. —¿Piensas todo eso de mí?
—Cada palabra.
—¿Por qué no pudiste haber sido tú? ¿Por qué mi corazón tiene que amarlo
a él?
Entonces me reí. Me pregunté lo mismo al principio, pero he tenido tiempo
de pensarlo y sabía que tenía algunas cosas qué enfrentar. Cosas qué admitirme. Y
antes de este mes, no hubiese estado listo para seguir adelante. Hubiese
desperdiciado mi vida queriendo a una mujer que nunca iba a sentir lo mismo por
mí. Todavía estaría arruinando cada cita que tenía, comparándolas con Bliss. Pero
las cosas eran diferentes. Yo era diferente.
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Y tenía que agradecerle a ella. Porque era todo debido a Lila.
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Traducido por Julie
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Corregido por Vane Farrow
Me costó tres horas lograr que mis padres se fueran. Una vez que les envié
un mensaje de texto para avisarles que me hallaba en casa, vinieron con comida
dentro de la hora. No hablaron de Cruz ni de la razón por la que me fui. Comimos.
Les dije donde me fui. Al principio fue una pequeña conversación incómoda.
Cuando mi padre mencionó ocuparse de algunos problemas, de inmediato le
advertí que nunca le perdonaría si le decía o hacía algo a Cruz. Pareció muy infeliz
con eso, pero con el estímulo de mi madre, aceptó dejarlo en paz.
Conseguir que se fueran y me dieran tiempo a solas, había sido otro
problema.
Cuando Ophelia llegó a casa, finalmente se marcharon. Dejé escapar un
suspiro de alivio al instante en que salieron por la puerta.
—¿Han estado aquí un rato? —preguntó mientras se servía un vaso de agua.
—Sí. Pero estaban preocupados y necesitaban saber que me encontraba bien.
Me alegro de que se haya terminado.
Se acercó y se sentó frente a mí en el sofá. —¿Hablaste con él?
Sabía que se refería a Cruz. Sacudí la cabeza.
—¿Vas a hacerlo? —preguntó.
Había pensado en todo lo que Eli me dijo ayer en el viaje a casa. —Sí. Con el
tiempo. Tendremos que hablar.
—Kelsey no estaba embarazada —dijo observándome atentamente para ver
mi reacción.
—Nunca pensé que lo estuviera. ¿Pero cómo lo saben?
—Mamá dijo que Woods la amenazó con presentar cargos por pornografía
infantil.‖ Ella‖ tenía‖ videos‖ en‖ su‖ oficina‖ de‖ sexo‖ con…‖ Bueno,‖ cuando él tenía
dieciséis años.
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No pude responder a eso. Odiaba esos videos.
—Lo‖ siento…‖ No‖ debería‖ haber‖ sacado‖ el‖ tema,‖ pero‖ pensé‖ que‖ querrías‖
saberlo. Digo, me sorprendió que estuvieras con Cruz. Ustedes dos, bueno, no
encajan del todo. Es Cruz. Videos sexuales, una mujer diferente todas las noches,
fiestas, borracheras.
Eso fue todo lo que la gente veía cuando miraban a Cruz. Lo que había
hecho. No la persona qué era. ¿Alguna vez alguien miró lo suficientemente cerca
como para importarle? ¿Cualquiera aparte de mí?
—Es inteligente, y reflexivo. Tiene un gran corazón y no quiere herir a
nadie. Ama a su familia. No quiere decepcionar a su padre. Hay mucho más en
Cruz que lo que ha hecho.
Ophelia permaneció en silencio, estudiándome con sus ojos. —De verdad lo
amas, ¿no? —No era una pregunta.
—Mi amor por él no es el problema. Lo que me preocupa es si es suficiente.
Se levantó, se acercó a mí y me rodeó con el brazo. —Se trata de encontrar tu
propia perfección retorcida, dejarte caer hasta el fondo y arriesgarte. Si has hecho
todo eso, no tienes razón para darte por vencida. Ahora no.
—¿Y si no se trata de darse por vencida sino de aceptar la realidad? —le
pregunté.
Sonrió. —Todavía no sabes cuál es esa realidad.
Todo sonaba fácil. Pero sabía que nada de esto lo era. Amar a Cruz era como
jugar con una llama muy caliente. Al final me iba a quemar. Me fui a dormir esa
noche preguntándome si eso valía la pena.
Una semana más tarde, me di cuenta de que toda mi preocupación por
perdonarlo era inútil. Cruz no vino a hablar conmigo. No llamó para verme. Todos
los mensajes de voz y textos que me suplicaban que le perdonara eran del día que
me fui. Nunca volvió a llamar ni a enviar mensajes. Esta ciudad no era pequeña. Él
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sabía que me encontraba de vuelta y no vino a explicarse. No estaba haciendo
nada.
Pasé los días trabajando en el estudio, pedía comida a domicilio, lloraba en
la ducha hasta que estuve demasiado cansada para llorar más y luego iba a la
cama. Se había convertido en una rutina. Mi madre llamaba para almorzar, pero le
decía que estaba demasiado ocupada. Un día, iba a aparecer con comida en el
estudio.
Ophelia partió a Sea Breeze con su familia. Iban a visitar a Nate y Bliss
durante unas semanas. El apartamento se hallaba tranquilo. Todo lo que tenía eran
mis pensamientos, y esos eran siempre sobre Cruz. Empezaba a esperar el día que
pudiera tomar una ducha y no llorar hasta que no me quedaran lágrimas. Quería
recuperar mi felicidad.
El cuadro se hallaba terminado. Los espejos estaban siendo instalados junto
con barras a lo largo de las paredes. Lo siguiente sería el piso. Los sonidos de la
construcción y los trabajadores me daban algo para centrarme que no sea Cruz.
Cuando la segunda semana desde mi regreso llegó a su fin, no lloré en la
ducha. Vi una película antes de acostarme y comí todo en lugar de mordisquear.
Mirando fijamente al techo aquella noche, me di cuenta de que mi vida iba a estar
bien. Cruz no iba a venir a verme. Pero yo necesitaba el cierre. Sus acciones o la
falta de éstas me dijeron lo que necesitaba saber sobre nosotros. Él lo acabó.
Primero tenía algunas cosas que decirle.
Me levantaría por la mañana y encontraría a Cruz. Nos daría el cierre que
necesitaba. Entonces por fin pondría a Cruz Kerrington detrás de mí. Seguiría
adelante, y esta vez no miraría hacia atrás.
Traducido por Val_17
Corregido por Vane Farrow
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Más feliz. Lila Kate se veía más feliz. La había observado. Fui a Sea Breeze
incluso después de que Nate me dijera que ella no estaba allí, la encontraría. Y lo
hice. Parecía más feliz. Se encontraba sentada con Eli y sonreía. Él se reía. Parecían
libres de culpa, oscuridad, y dolor. Lila Kate le pertenecía. Aceptarlo había sido
doloroso. Quería que fuera feliz. La lastimé de una manera en que él nunca lo
haría. La necesitaba. Pero ella lo necesitaba a él. La amaba más de lo que cualquier
hombre podría.
No importaba. Verla sonreír. Reír. Todo estuvo tan claro. Ella lo necesitaba.
No a mí. El jodido Cruz Kerrington no merecía a Lila Kate. Tendría a alguien
nuevo. Alguien que no rompería su corazón. Quería que fuera feliz. Dejarla allí con
él fue una de las cosas más difíciles que hice. Pero ella regresó a casa. Y ahora me
encontraba aquí.
La había observado durante dos semanas. Ella no se fue. Trabajaba todo el
día, ordenaba comida, luego iba a la cama temprano. Más de una docena de veces
casi me bajé de esta maldita camioneta del trabajo que utilizaba para el
departamento de mantención del club para caminar hasta allí y llamar a la puerta.
Pero no pude. No llamó. No fue a buscarme. Ni siquiera me mandó un mensaje.
Mi pasado era más de lo que podía aceptar. ¿Pero qué podría haber
esperado? Lila Kate no arruinaba nada. Nunca había fallado. Yo era su único
maldito arrepentimiento. Tomé un sorbo del café que recurrí a beber porque no
podía dormir por la noche y el agotamiento que venía con ello requería cafeína.
Mi papá no me quería en el club. Me dijo que tenía mucho que hacer y ahora
que el problema con Kelsey fue manejado y ella se fue, decidió que era mejor que
no tuviera relación con el club aparte de trabajar en el equipo de cuidado del
césped para el campo de golf.
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A las cuatro de la mañana ya me hallaba despierto cortando césped, malezas
y sacando la basura siete días a la semana. Papá dijo que, si no quería hacer eso y
trabajar duro para ir ascendiendo, era bienvenido a encontrar otro futuro. El club
significaba demasiado para él como para confiármelo después de exponer mi
comportamiento inmoral.
Tenía en la mano un pedazo de pastel olvidado que compré en la cafetería
cuando vi a Lila Kate salir por primera vez en dos semanas. Lo dejé caer sobre el
piso y bajé la taza mientras se dirigía a su auto. Iba a algún lugar. ¿Iba a regresar a
él? ¿Iba a dejar este lugar por Sea Breeze? El pánico me embargó incluso cuando
sabía que se merecía lo que Eli Hardy podría darle.
Una vez que se marchó, la seguí. Me di cuenta que, esto no era saludable,
pero decidí que sí estaba jodido de la cabeza como dijo mi papá. Necesitaba terapia
o algo así. Me imaginé que esta mierda de mantención del césped antes de que
saliera el sol era una buena terapia.
No me tomó mucho tiempo averiguar que se dirigía a mi casa, no a Sea
Breeze. Justo antes de que girara hacia mi camino de entrada, estacionó junto a la
carretera y desaceleré. La puerta de su auto se abrió y se volteó para mirarme con
las manos en las caderas como si estuviera molesta.
Me detuve detrás de ella, apagué el motor y salí.
—¿Me estás siguiendo? —preguntó—. ¿Crees que las gafas de sol y la gorra
de béisbol son un disfraz real?
Pensé que me había escondido bien. Además, conducía esta vieja camioneta.
Me impresionaba que ella prestara tanta atención a su entorno para darse cuenta
de que era seguida. —Sí.
—¿Por qué? —preguntó.
—Me preocupaba por ti. —Y trataba de armarme de valor para hablar contigo.
Pero no dije eso.
Se acercó a mí y sus manos empujaron mi pecho con fuerza. —Regresé hace
dos semanas. ¿Eso es todo lo que tienes que decir? —gritó, empujándome de
nuevo—. ¿Te encontrabas preocupado por mí? ¿Por qué, CRUZ? ¿Por qué te
preocupabas por mí? ¿Porque tu loca amiga casada me mostró videos de ustedes
dos follando y me dijo que estaba embarazada de ti? —Su voz se hacía cada vez
más fuerte, y sus ojos se llenaron de lágrimas. Extendí la mano para tocar sus
brazos. Para evitar que me empujara a la carretera y tratar de calmarla.
—¡NO! No me toques. ¡No puedes tocarme! ¡Te amaba! ¡Y esperas dos
semanas, sentado fuera de mi casa, observándome!
¿Sabía que me hallaba sentado fuera de su casa? Maldición. Era más
perspicaz de lo que pensé.
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Ahora las lágrimas fluían libremente por su rostro. Sollozó y me golpeó con
sus puños. Una vez en el brazo y otra en el pecho. Después de que me golpeó, se
giró y comenzó a correr de regreso a su auto.
—Dijiste que me amabas —grité—. Eso es pasado, Lila Kate. ¿Se terminó?
¿Amas a alguien más tan pronto? —El miedo obstruía mi garganta. La observaba
mientras me aferraba a la pizquita de esperanza de que me perdonara. De que no
siguiera adelante tan rápido con Eli Hardy. De que todavía me amara. Que no
fuera capaz de amarme después de lo que vio, de lo que supo, era aún peor.
¿Cómo lucharía por ella si no me amaba?
Se detuvo. Ambos nos quedamos allí. Ella de espaldas a mí. Esperé, aunque
quería acercarme. Para abrazarla. Para rogarle que me amara.
—¿Qué quieres de mí? —preguntó, volteándose. Con su rostro sonrojado y
manchado por las lágrimas.
—Todo —respondí honestamente.
—¿Dónde has estado?
—Fuera de tu casa. En esa maldita camioneta —admití.
—¿Por qué?
—Porque esto me aterraba. El no tener la oportunidad de hacer lo correcto.
De perderlo todo. De perderte.
—¿Y no viniste a preguntármelo? ¿Me dejaste pensar que se había
terminado?
Negué con la cabeza. —Te llamé y te envié un mensaje y nunca respondiste.
Estuve‖ esperando.‖ D{ndote‖ tiempo.‖ Y…‖ te‖ vi‖ con‖ él.‖ Te‖ vi‖ sonreír.‖ Te vi reír.
Parecías feliz, Lila. Quiero que seas feliz. Sin embargo, no te dejé. Estuve justo
afuera todo el tiempo. Excepto cuando estoy cortando el césped y las malezas a las
cuatro de la mañana en el campo de golf.
—¿Me viste sonriendo con quién? —preguntó con confusión en su rostro.
—Eli.
—¿Eli? ¿En Sea Breeze?
—Fui a buscarte. Te encontré. Con él. Te hizo sonreír. Es bueno. No te ha
lastimado como yo lo hice.
No respondió al principio. Solo se quedó allí mirándome, dejando que mi
confesión la inundara. No podía negar lo que había visto. La forma en que Eli la
hizo olvidar el dolor. Le dio una razón para sonreír. Nunca la lastimaría como yo
lo hice, pero sabíamos que nunca podría amarla como yo. Nadie podría.
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—¿Cuándo fue la última vez que estuviste con ella? —me preguntó.
—Hace tres meses. Estaba borracho. Ella me llamó. Y fui. Era un hábito. Uno
del que me arrepentiré por el resto de mi vida.
—Al principio, ¿la amabas?
—Era un niño, Lila. Amaba a cualquier mujer que me dejara meter mi pene
en su vagina. Luego empezó a decirme que era maltratada y que su marido no la
tocaba. Sentí lástima por ella. En un momento, creo que pensé que éramos amigos,
pero siempre hubo manipulación de su parte. Nunca la amé. He estado enamorado
una vez. Aún lo estoy. Incluso cuando no me di cuenta, Lila, eras tú. Siempre tú. La
chica para la que nunca me sentí lo suficientemente bueno. La chica que observaba
desde lejos y con la que soñaba por la noche. Solo tú.
Sollozó y se limpió una lágrima. —Me temo que te aburrirás conmigo.
Somos‖ tan‖ diferentes.‖ Yo…‖ no‖soy‖ tan‖ experimentada‖ o‖ aventurera.‖ Podría‖ serlo,‖
pero ni siquiera sé cómo.
Mi pecho se sentía más ligero que en semanas. Tomé mi primera respiración
profunda desde el momento en que descubrí que Lila Kate había desaparecido y
por qué. —¿Hablas en serio? —pregunté, dando un paso hacia ella.
Asintió.
—¿Tienes alguna idea de lo perfecta que eres para mí?
Negó con la cabeza esta vez.
—No ha habido ni una sola vez en mi vida que pensara en mi futuro y no te
viera en él. Tu rostro siempre estuvo allí. Tu voz en mi cabeza cuando hacía algo
mal. Esos ojos me perseguían incluso cuando me desmayaba de borracho. Has
estado conmigo en cada momento de mi vida. Incluso si no te quería allí, mi
corazón se aferró a ti. Mi alma encontró a su compañera cuando era un niño.
Podría haber luchado contra ello, pero la conexión fue sellada. Y siempre lo estará.
—Di otro paso hacia ella—. Puedes odiarme. Puedes nunca perdonarme. Puedes
decirme que me vaya y no regrese. Pero te amaré por siempre. Eso no cambiará.
Volvió a sollozar. —¿Eso significa que te sentarás afuera como un acosador
observándome?
Sonreí. —Es probable, sí.
Cerró la pequeña distancia entre nosotros y puso las manos sobre mi pecho
con suavidad esta vez. —Entonces, eso no me deja ninguna opción.
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—¿Vas a conseguir una orden de restricción? —bromeé.
Comenzó a sonreír. Esa enorme y hermosa sonrisa que hacía que mis
rodillas se debilitaran desde que podía recordar. —Esa es una opción —replicó—,
pero creo que me quedaré con la opción número dos.
—¿Y cuál es esa? —pregunté.
Se puso de puntillas y presionó un beso en mi mandíbula. —Amarte por el
resto de mi vida.
Sostuve su cara en mis manos y miré fijamente a la mujer que siempre sería
mi otra mitad. Ella era mi centro. Amarla me había destruido. El viejo yo se había
ido. El hombre descuidado y egoísta que fui ya no se encontraba allí. Quería ser lo
suficientemente bueno para ella. Y lo sería. Sería el tipo de hombre que era mi
padre. Mi vida tenía un propósito.
Todo debido a Lila.
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SOBRE EL AUTOR
Abbi Glines es la autora bestseller en el New York
Times, USA Today, y Wall Street Journal de las series
Sea Breeze, Vincent Boys, Existence y Rosemary
Beach. Una amante devota de los libros. Abbi vive
con su familia en Alabama. Mantiene una adicción a
Twiter en @AbbiGlines y también la puedes encontrar
en facebook.com/AbbiGlinesAuthor y AbbiGlines.com.
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