Subido por Dácil Coello Cabrera

La Misa y La Pasión - Completa

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LA SANTA MISA Y LA
PASIÓN
La Llamada del Amor
La llamada de Dios, que toca amorosamente
el corazón del hombre para invitarlo a regresar
a la casa del Padre Celestial
http://www.lallamadadelamor.com/
Con la colaboración de
Sara Londoño Benveniste
Médica - Teóloga
Silvia Consuelo Arcila Osorio
Hija de la Divina Voluntad
Introducción
Es real el Sacrificio de Cristo que se
ofrece en cada Eucaristía; y esa víctima
inmolada que es Jesús, en la Santa Misa el
sacerdote se lo ofrece al Padre celestial a
nombre de todos nosotros, llagado,
despedazado, crucificado, desangrado, en
agonía de muerte, hasta que finalmente
muere y resucita ante nuestros ojos en cada
Misa, lastimosamente sin que muchas de las
personas allí presentes, lo sepan.
Es por esta razón que se ha hecho este
libro, para dar a conocer y hacer conciencia
de que el sacrificio del Cordero de Dios, que el
sacerdote ofrece inmolado al Padre celestial,
es el mismo sacrificio de la pasión de Jesús
en la cruz que está sucediendo en acto, es
algo así como si toda la asamblea entrara
espiritualmente en tiempo real de hace 2000
años en la Vida, Pasión, Muerte y
Resurrección de Jesús, gracias al Acto Único
y Eterno de Dios explicado en este libro,
porque conociendo lo que va sucediendo en
la Pasión de Jesús en cada parte de la
celebración del sacrificio eucarístico, podemos
contemplarlo, acompañarlo y consolarlo como
si estuviéramos presentes en la Pasión de
Cristo en el momento que sucedió y poder así
participar
activamente
del
Sacrificio,
fundiéndonos en Jesús para unirnos al
1
Introducción
sacerdote en el ofrecimiento de la santa y
adorable víctima al Padre celestial.
Para este efecto nos hemos servido de
los conocimientos y verdades de la Iglesia
católica que se encuentran en las Sagradas
Escrituras, en el Catecismo, en la Doctrina de
la Iglesia y las enseñanzas de los santos como
son: San Pedro Julián de Eymard, apóstol de
la Eucaristía, san Pio de Pietrelcina y la sierva
de Dios, Luisa Piccarreta entre otros.
Por otro lado, hemos implementado
oraciones muy especiales para la Santa Misa
que Jesús en el alma transformada en Él,
hace al Padre celestial a nombre de todos
para satisfacer a la divina Justicia y para
derramar gracias especiales a toda la
humanidad pasada, presente y futura, para
que todos reciban el fruto del sacrificio de
Cristo en cada Eucaristía, como si todos
hubieran asistido de cuerpo presente a la
Misa. Estas oraciones fueron tomadas de los
volúmenes sobre la Divina Voluntad que Jesús
le reveló a la sierva de Dios, Luisa Piccarreta
cuya biografía se encuentra al final de este
libro.
Silvia C. Arcila O.
Hija de la Divina Voluntad
2
La Pascua
LA PASCUA
Se le llama Misterio Pascual al sacrificio
de Cristo en la cruz, su muerte y su
resurrección, perpetuado en la Santa Misa; es
decir que el sacrificio de Cristo se renueva
continuamente en la Eucaristía.
La palabra pascua significa: “el paso”
del Señor.
Prefiguras del Misterio Pascual en el Antiguo
Testamento
Melquisedec1, el sacerdote del Dios
Altísimo, se presenta ante Abraham y le
ofrece pan y vino como prefiguras de la
Eucaristía.
Después, Dios le pidió a Abraham que
sacrificara a su hijo Isaac2 para probar así su
fidelidad. Y con un dolor indescriptible en el
corazón, Abraham preparó todo para el
sacrificio, y estando éste con el cuchillo en la
mano, a punto de realizar el holocausto, un
ángel enviado por Dios lo detuvo diciéndole
que ya Dios sabía que él era temeroso de Él
porque lo había obedecido.
1
2
Gn 14, 13-16
Gn 22, 1-19
3
La Pascua
El sacrificio de Isaac prefigura el
sacrificio de la cruz, que se hace presente en
cada Eucaristía.
Debido a la crucifixión de Jesús
podemos imaginar como si Dios Padre le
hubiera dicho a Abraham: “No, tú no
sacrificarás a tu hijo Isaac, soy Yo quien va a
sacrificar mi Hijo para bien de toda la
humanidad”.
4
La Pascua
La Pascua Judía
Los descendientes de Israel vivían
como esclavos de los egipcios, entonces
mandó Dios a Moisés (prefigura de Jesús)
como salvador para liberarlos y en la última de
las 10 plagas3, dijo Dios a Moisés que
sacrificaran un cordero sin mancha (prefigura
del Cordero de Dios que quita el pecado del
mundo), que hicieran pan ázimo y lo comieran
con vino, (prefigura de la Eucaristía), y les
pidió que untaran las puertas de sus casas
con la sangre del cordero sacrificado y de esta
manera el espíritu de la muerte que iba a
enviar Dios sobre Egipto, no entraría en
aquella casa que tuviera la marca. Y fue
después de esta última plaga donde murieron
todos los primogénitos de Egipto, razón por la
cual el faraón dejó libres de la esclavitud a los
israelitas.
3
Ex 11, 1-29
5
La Pascua
Dios ordenó a Moisés que su pueblo
debía celebrar la Pascua por siempre:
“Observad todo esto como ley perpetua para
vosotros y para vuestros hijos. Cuando
entréis en la tierra que Yahvé os dará, como
prometió, observaréis este rito. Y cuando
vuestros hijos os pregunten: ‘¿Qué significa
este rito para vosotros?’, responderéis: ‘Es
el sacrificio de la Pascua de Yahvé, que pasó
de largo por las casas de los israelitas en
Egipto hiriendo a los egipcios y preservando
nuestras casas’. Entonces el pueblo se
inclinó y se postró. Los israelitas fueron e
hicieron como Yahvé había mandado a
Moisés y a Aarón; así lo hicieron”. (Ex 12,
24-28)
La Pascua Eucarística
Entonces, cada año, el pueblo judío
celebraba la Pascua como Dios les ordenó,
sacrificando un cordero sin mancha en
conmemoración del día en que Israel fue
liberado de la esclavitud en Egipto, después
de 400 años. Ahora Jesús para redimir a la
humanidad caída desde el pecado original, se
hace hombre y toma el lugar del cordero de
pascua, ofreciéndose inmolado al Padre
celestial como el Cordero de Dios que quita el
6
La Pascua
pecado del mundo, liberando al hombre4 de
la esclavitud del pecado después de 4000
años del pecado original, por lo tanto no es
coincidencia que Jesús haya instituído el
sacramento de la Eucaristía (la primera Santa
Misa), el mismo día de la celebración de la
Pascua judía: el Jueves Santo, en la cena
legal, después de haber cenado el cordero de
pascua, es decir que ese día terminó la
Pascua judía y comenzó el Misterio Pascual
que es el sacrificio de Cristo en la cruz, su
muerte y su resurrección que se celebra cada
día en la Santa Misa, donde se renueva
continuamente el sacrificio de Cristo.
La palabra hombre en este libro se refiere a todo el género
humano
4
7
La Pascua
Jesús toma entonces el lugar del
cordero pascual y es sacrificado en el altar de
la cruz; el Cordero de Dios que quita el
pecado del mundo, es consumido por el
fuego del amor de Dios, porque el sacrificio
de la cruz de Cristo, es un sacrificio de amor
al Padre celestial y a las creaturas.
Pero la Pascua no se queda solamente
en el sacrificio de la cruz, sino especialmente
en la Resurrección de Cristo, que es el triunfo
de Jesús sobre la muerte, por eso la Pascua
de Resurrección es la celebración que
conmemora la resurrección de Jesucristo. Se
celebra el Sábado Santo en la noche de la
luz, donde se enciende el cirio pascual, que
representa la luz de Cristo, ya que Jesús vino
como Luz a iluminar en medio de las tinieblas
del hombre.
Y a propósito de ésto, es muy
interesante conocer los modos de Dios, su
forma de hablar al hombre en los hechos, en
sus obras de maneras tan especiales como
dice san Pablo: “lo invisible de Dios, desde
la creación del mundo, se deja ver a la
inteligencia del hombre a través de sus
obras” (Rm 1, 19); por ejemplo en la novena
y penúltima plaga5, unas densas tinieblas
5
8
Ex 10, 21-23
La Pascua
cubrieron el país de Egipto durante tres días,
mientras que todos los israelitas tenían luz en
sus lugares de residencia. Esta luz en Israel
es prefigura de la venida de Jesús al mundo
en medio de las tinieblas del hombre, en
realidad en varias partes de los escritos de la
Divina Voluntad, Jesús le dice a la sierva de
Dios, Luisa Piccarreta, que Egipto representa
al hombre viviendo dominado por su voluntad
humana, y esto son las tinieblas del hombre,
su voluntad humana separada de la Voluntad
de Dios y la causa de la enfermedad física y
emocional6.
Una explicación más completa sobre este punto, se
encuentra además de los escritos de Luisa Piccarreta la
pequeña hija de la Divina Voluntad, en el tomo 1 de la
Llamada del Amor, titulado: “Entrega, Perdón y Abandono”.
6
9
Efecto de la Sangre de Jesús
EL EFECTO DE LA SANGRE DE JESÚS
La sangre del cordero pascual del
Antiguo Testamento, prefigura la Sangre de
Jesús derramada por nosotros que se hace
presente en cada Eucaristía y así como Dios
le dijo al pueblo hebreo que no entraría el
espíritu de la muerte, al que pintara su puerta
con la sangre del cordero sin mancha
sacrificado, de igual manera si el alma es
perseverante y se empeña en tomar esta
sangre de Dios continuamente, podrá llegar
ante la presencia del Padre celestial bañada
con la sangre santísima de su Hijo Dios; Y la
muerte eterna no prevalecerá sobre él.
10
Efecto de la Sangre de Jesús
“Entonces Jesús les dijo: En verdad
les digo, que si no comen la carne del Hijo
del hombre y beben su sangre, no tienen
vida en ustedes. El que come mi carne y
bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo
resucitaré en el día final” (Juan 6,53-54)
En el libro “Las 24 horas de la Pasión”,
que Jesús le reveló a la sierva de Dios, Luisa
Piccarreta, más precisamente en la tercera
hora de agonía en el huerto de los olivos,
Luisa va con nuestra Madre María Santísima
llevándoles la Sangre de Jesús a todos los
moribundos diciendo así: “Démosles a cada
moribundo la sangre de Jesús, para que
haciendo huir a todos los demonios, los
disponga a recibir los últimos sacramentos
y los prepare para una buena y santa
muerte. Démosles el consuelo de la agonía
de Jesús, de sus besos, de sus lágrimas y
sus llagas; rompamos las cadenas que los
tienen atados; hagamos que todos se
sientan perdonados y con una confianza tan
grande en el corazón que lleguen a arrojarse
en los brazos de Jesús; y Él, cuando los
juzgue los hallará cubiertos de su sangre y
abandonados en sus brazos, por lo que
perdonará a todos”.
Ahora por otro lado, los judíos ofrecían
sacrificios de animales a Dios por tres
11
Efecto de la Sangre de Jesús
motivos: uno como expiación7 y purificación
por sus pecados, dos como agradecimiento,
y tres como impetración de gracias8. Los
sacrificios de expiación y purificación se
hacían una vez al año y en este sacrificio, el
sacerdote del pueblo de Israel, tomaba la
sangre del animal y la esparcía sobre el
pecador y con esto él quedaba purificado;
prefigura del sacramento de la Reconciliación
o Confesión.
“Pues si la sangre de machos cabríos
y de toros y la ceniza de un becerro
santifican con su aspersión a los
contaminados, en orden a la purificación de
la carne, ¡cuánto más la sangre de Cristo,
que por el Espíritu eterno se ofreció a sí
mismo sin tacha a Dios, purificará de las
obras muertas nuestra conciencia para
rendir culto al Dios vivo!”. (Hb 9, 13-14)
El rito judío de purificación, es prefigura
de la de verdadera y auténtica purificación
con la sangre del Cordero de Dios que quita
el pecado del mundo, que limpia del pecado
y purifica a sus hijos por medio de los
Sacramentos: por ejemplo, el sacramento del
Bautismo quita la mancha del pecado original
7
8
Perdón de los pecados
Pedir gracias especiales a Dios
12
Efecto de la Sangre de Jesús
y si el bautizado es adulto, también lo purifica
de todos los pecados que tenga. En la
absolución del sacerdote por el sacramento
de la Reconciliación (Confesión), cae sobre el
pecador perdonado, espiritualmente la sangre
de Cristo para purificarlo.
TRES FORMAS EN QUE RECIBIMOS LA
SANGRE DE JESÚS COMO ALIMENTO
Es tan maravilloso este Dios, y ama de
tal forma a su creatura, que se anonada para
darse como alimento, y no sólo de una forma
13
Efecto de la Sangre de Jesús
sino de tres: una es la Eucaristía, dos su
Palabra y tres su Voluntad.
1. La Eucaristía: la Sangre y el Cuerpo
de Cristo, es un alimento que se transforma
en sangre. Dice el Catecismo: “Lo que el
alimento material produce en nuestra vida
corporal, la Comunión lo realiza de manera
admirable en nuestra vida espiritual”. (CIC
1392)
Entonces como el alimento corporal se
transforma en sangre, de igual modo el
alimento de la Comunión; y Jesús lo confirma
en esta cita de los escritos de la Divina
Voluntad.
“Hija mía, ven entre mis brazos y
hasta dentro de mi corazón; me he cubierto
de los velos eucarísticos para no infundir
temor, he descendido en el abismo más
profundo de las humillaciones en este
Sacramento para elevar a la creatura hasta
mí, fundiéndola tanto en mí de formar una
sola cosa conmigo, y con hacer correr mi
sangre
sacramental
en
sus
venas
constituirme vida de su latido, de su
pensamiento y de todo su ser. (Vol. 15,
Marzo 27, 1923)
14
Efecto de la Sangre de Jesús
Así que la Eucaristía por ser el Cuerpo y
la Sangre de Cristo, al ser consumida se
convierte en la sangre de Dios dentro de
nosotros, ahí sí que verdaderamente
podríamos decir que corre sangre real en
nuestras venas, porque corre la sangre del
Rey de Reyes, la sangre preciosa de un Dios.
2. El segundo alimento es la Palabra de
Dios, no en vano dice Jesús: “No sólo de pan
vive el hombre, sino de toda palabra que
sale de la boca de Dios” (Mt. 4,4).
La Palabra de Dios es alimento para el
alma y también se transforma en sangre, por
esta razón le dice Jesús a la sierva de Dios,
Luisa Piccarreta:
“Hija mía, también yo siento la
necesidad de un alimento, y después de que
te he alimentado con mi palabra, esa misma
palabra masticada por ti, habiéndose
convertido en sangre, germina el alimento
para mí”. (Vol. 14, Marzo 3, 1922)
No es para sorprendernos que la
Palabra de Dios, que es Jesús, sea alimento y
se transforme en sangre de Dios en nosotros
como la Eucaristía.
15
Efecto de la Sangre de Jesús
3. Y por último hacer la Voluntad de
Dios es alimento para nosotros, ya que es el
alimento de Dios, de Jesús mismo: “Mi
alimento es hacer la voluntad de mi Padre”.
(Jn 4, 34). Y como la Voluntad de Dios es
alimento, también se transforma en sangre:
Dice Jesús: “Habiendo establecido la
eterna sabiduría que también el alma tuviera
su alimento, le fue asignado como alimento
exquisito la Voluntad Suprema9, así que
quien toma ese alimento es fuerte en el
obrar el bien, está como impregnado en el
amor hacia Dios, este alimento le aumenta la
sangre divina para formar el crecimiento de
la vida de Dios en ella; como sol se refleja
en su inteligencia para hacerla conocer a su
Creador y formarse a su semejanza, le pone
la fuerza en toda su alma para poner en
vigor todas las virtudes y la empuja a
nuevos trabajos y a sacrificios inauditos.
(Vol. 18, Octubre 17, 1925)
Este alimento de la Voluntad de Dios,
es tan exquisito para nosotros no sólo porque
es el alimento de Dios, sino que además la
Voluntad de Dios es Él mismo, como la
Eucaristía y la Palabra de Dios, pues le dice
Jesús a Luisa Piccarreta: “Mi Voluntad soy
9
Voluntad de Dios
16
Efecto de la Sangre de Jesús
Yo” (Vol. 13, Febrero 2, 1922) y como es
alimento, también se transforma en sangre
como lo menciona Jesús en la siguiente cita:
“Tú debes saber que el sacrificio
para cumplir mi Voluntad forma la sangre
pura, noble y divina al alma, como el
alimento forma la sangre al cuerpo, y yo
mojando en esta sangre mi pincel de amor,
me divierto formando en ella, más bella, más
graciosa, mi imagen en la criatura”. (Vol. 24,
Septiembre 16, 1928)
Como decíamos anteriormente, no sólo
con el pan angelical de la Eucaristía, sino con
los otros dos alimentos celestiales de la
Palabra y la Voluntad de Dios, transformados
en sangre de Dios en nosotros, real y
verdaderamente corre en nuestras venas
sangre real, y además por el Bautismo
somos: hijos de Dios, sacerdotes, reyes y
profetas; ese “reyes” es principalmente por
ser hijos del Rey de Reyes, y esta sangre
divina y real, la adquirimos a través de los
sacramentos, pero especialmente por medio
de estos alimentos.
17
Transformación del Alma en Jesús
LA TRANSFORMACIÓN DEL ALMA EN JESUS
Ahora estos tres alimentos de la
Eucaristía, la Palabra y la Voluntad de Dios, si
se toman con frecuencia, constantemente, la
santísima sangre de Jesús va aumentando
más y más en el alma que los toma, de tal
manera que va transformando al alma en
Jesús, porque nosotros somos lo que
comemos y si el alimento por excelencia es
Jesús, el alma se va transformando en Jesús.
Además si vemos con detenimiento la
cita anterior de los escritos de la Divina
Voluntad, de fecha: Septiembre 16, 1928 del
volumen 24, donde Jesús Dice: “Yo mojando
en esta sangre mi pincel de amor, me
divierto formando en ella, más bella, más
graciosa, mi imagen en la criatura”…
Es realmente maravilloso que a través
de esta sangre, Jesús forme su imagen en el
alma, para que el hombre vuelva a recuperar
esta imagen y semejanza que perdió por
causa del pecado original a través de estos
tres alimentos:
1. La Eucaristía no sólo se transforma
en sangre de Dios en nosotros, sino que
además,
tiene
como
fruto
propio,
transformarnos en Jesús; visto de esta
18
Transformación del alma en Jesús
manera tiene lógica, pero es muy interesante
conocer estos conceptos a través de lo que
dice la Iglesia, como por ejemplo: “La
participación del Cuerpo y Sangre de Cristo
no hace otra cosa sino que pasemos a ser
aquello que recibimos” (San León Magno,
LG10 No. 26), y el Catecismo lo confirma: “La
Eucaristía que alimenta al discípulo con el
Cuerpo y la Sangre de Cristo para ser
transformado en Él”. (CIC 1275).
Le dice Jesús a Luisa: “Mi amor me
devoraba y quería devorar a la criatura en
mis llamas para hacerla renacer como otro
yo, por eso quise esconderme bajo estos
velos eucarísticos, y así escondido entrar en
ella para formar esta transformación de la
criatura en mí”. (Vol. 15, Marzo 27, 1923)
Dice Jesús: “El sacramento de la
Eucaristía no es sólo su vida que reciben las
almas, sino es la misma vida que se da a
ellas, así que el fruto de este Sacramento es
formar mi vida en ellas, y cada comunión
sirve para hacer crecer mi vida, para
desarrollarla de modo de poder decir: ‘Yo
soy otro Cristo.’ Pero, ¡ay de mí! qué pocos
lo aprovechan, es más, cuántas veces
Constitución dogmatica Lumen gentium sobre la Iglesia
del Concilio Vaticano II
10
19
Transformación del Alma en Jesús
desciendo en los corazones y me hacen
encontrar las armas para herirme y me
repiten la tragedia de mi pasión, y en cuanto
se consumen las especies sacramentales,
en vez de incitarme a quedar con ellas soy
obligado a salir bañado en lágrimas, llorando
mi suerte sacramental, y no encuentro quién
calme mi llanto y mis gemidos dolientes. Si
tú pudieses romper los velos de la hostia
que me cubren, me encontrarías bañado en
llanto conociendo la suerte que me espera al
descender en los corazones. Por eso tu
correspondencia de amor por cada hostia
sea continuo, para calmarme el llanto y
volver menos dolorosos los gemidos del
Espíritu Santo”. (Vol. 18, Noviembre 5,
1925.)
Aunque el Catecismo y la Doctrina de la
Iglesia dan a conocer lo que dicen sus santos
sobre la transformación del alma en Jesús a
través de la Eucaristía, es demasiado poco lo
que se habla de esto, casi nada y por esta
razón no es muy conocido por sus miembros
que; “el fruto propio de la Eucaristía es
transformarnos en aquel que recibimos” 11. Y
si no es conocido por la persona que
comulga, no sucede la transformación de su
alma en Jesús, porque ésta no lo sabe y “El
11 Concilio
20
Vaticano II
Transformación del alma en Jesús
conocimiento es el ojo del alma; el alma que
no conoce está como ciega a aquel bien, a
aquellas verdades”. (Vol. 15, Abril 2, 1923).
Y sabiéndolo lo debe querer, lo debe desear,
así que el conocimiento es un requerimiento,
“Es una condición forzosa, un bien no se
puede querer, ni recibir, si no se conoce, y
si se recibiera sin conocerlo es como si no
se recibiese”. (Vol. 26, Agosto 7, 1929)
Por esta razón es importante no solo
conocer que el fruto completo que produce la
Eucaristía
en
nosotros,
es
la
de
transformarnos en aquel que recibimos, en
Jesús, sino que para que esto suceda es
necesario además de conocerlo, desearlo y
pedirlo.
“El alma se transforma místicamente
en Jesús, a la imagen que la sustancia del
pan se convierte en el Cuerpo de Cristo”
(Siervo de Dios, monseñor Luís María Martínez,
“Divina Obsesión”, capítulo: “Tres formas de
Unión transformante12”).
2. La palabra. La que se dice en
general es como una semilla que se siembra
en la persona que la escucha y esta semilla
puede dar fruto bueno o fruto malo
12
La unión con Dios que transforma al alma en Jesús
21
Transformación del Alma en Jesús
dependiendo de quien la dice y de lo que
dice. El fruto se refleja en las obras, por eso
dice Jesús: “Porque no hay árbol bueno que
dé fruto malo y, a la inversa, no hay árbol
malo que dé fruto bueno. Cada árbol se
conoce por su fruto. No se recogen higos
de los espinos, ni de la zarza se vendimian
uvas. El hombre bueno, del buen tesoro del
corazón saca lo bueno, y el malo, del malo
saca lo malo. Porque de la abundancia del
corazón habla su boca”. (Lc 6, 43-45).
Entonces nosotros podemos darnos cuenta
de lo que hay en nuestro corazón, por lo que
hablamos, pensamos, hacemos, y así de
todo lo demás, porque de la abundancia del
corazón
habla
la
boca,
piensa
el
pensamiento, caminan nuestros pasos, obran
nuestras manos etc.
Ahora, veamos esta anécdota: un avaro
había muerto y cuando los médicos le
abrieron el pecho, no le encontraron el
corazón, entonces le preguntaron a san
Antonio de Padua y él después de recorrer
con sus ojos la habitación del avaro les dijo:
busquen ahí, señalando la caja fuerte y en
efecto, ahí estaba el corazón del avaro y dijo
el Santo: “Porque donde está tu tesoro ahí
está tu corazón” (Mt, 6,21), entonces de
acuerdo con las palabras de Jesús, la boca
habla de lo que abunda en el corazón, es
22
Transformación del alma en Jesús
decir que habla de lo que es su tesoro. Por lo
tanto la vida del hombre gira en torno a su
tesoro y si su tesoro no es Dios, el fruto, esto
es la vida, las palabras, los pensamientos, los
pasos y las obras, no son Dios; por
consiguiente el hombre no da el fruto que
Dios quiere de él, el fruto que es: Jesús.
Si nosotros pudiéramos ver el
contenido de cada palabra que decimos,
sería como ver una semilla que puede dar un
fruto bueno o un fruto malo.
palabra
El doctor Ricardo Castañón, científico
investigador en neuropsicología cognitiva,
después de un estudio científico de más de
25 años, concluye, cómo la palabra ofensiva,
crea en el cerebro de la persona que es
ofendida, huellas neuronales nocivas, que
23
Transformación del Alma en Jesús
afectan el comportamiento negativamente,
además de dejar en muchos casos
resentimiento en el corazón de la persona
que la escucha; el doctor Castañón dice:
“nosotros somos nuestras huellas”. Es decir
que nuestro comportamiento será de
acuerdo a la palabra que se ha sembrado en
el terreno de nuestra alma. El doctor Ricardo
Castañón habla de “huellas”, Jesús habla de
“frutos”.
Entonces “la palabra que hiere”13 crea
en nosotros huellas neuronales nocivas, que
afectan
nuestro
comportamiento
negativamente, en cambio la Palabra de Dios,
al ser “Semilla de Luz” porque “la Palabra era
la luz verdadera que ilumina a todo hombre”
(Jn 1, 9), crea en el cerebro huellas
neuronales de Luz, de Verdad, de Vida, de
Amor, que afectan nuestro comportamiento
positivamente, formando en el alma que la
escucha, un comportamiento semejante al
de Jesús, y este viene a ser el fruto de su
semilla de luz, de su Palabra divina
sembrada, en el alma.
“La palabra que hiere” es el título de un libro sobre un
estudio realizado por años de investigación, por el Dr.
Ricardo Castañón Gómez, científico investigador en
neuropsicología
cognitiva,
de
extenso
prestigio
internacional.
13
24
Transformación del alma en Jesús
Dice Jesús: “Mi Palabra es vida y
forma en ti la vida divina, es luz y te ilumina
y queda en ti la virtud iluminadora que te da
siempre luz, es fuego y te hace surgir el
calor, es alimento y te alimenta”. (Vol. 32,
Junio 15, 1933). Siendo la Palabra de Dios
creadora, en el acto mismo en que dice la
“Palabra” crea en el alma aquella misma cosa
que dice: “Yo en el hacer conocer, doy e
imprimo en el alma la cualidad divina que
hago conocer”. (Vol. 14, Noviembre 6,
1922)
Esta semilla de luz, que es la Palabra de
Dios, es Jesús, como la Eucaristía; es decir
que cuando el sacerdote lee el Evangelio o
cuando leemos la Palabra de Dios, sucede
como si saliera una hostia por cada Palabra
hacia nosotros; dice el papa Juan Pablo II en
una Carta Apostólica: “Cuando Jesús dice:
`Éste es mi Cuerpo, Esta es mi Sangre’ si,
25
Transformación del Alma en Jesús
también se refiere a la Eucaristía, pero a lo
que en realidad se refiere es a su Palabra, y
si nos inquietamos cada vez que se cae una
hostia al suelo, con mayor razón deberíamos
inquietarnos al no escuchar su Palabra con
atención”.
Jesús es la Palabra del Padre: “En el
principio existía la Palabra y la Palabra
estaba con Dios, y la Palabra era Dios”. (Jn
1,1) y dice san Juan de la Cruz: “Una Palabra
dijo Dios, y esta fue su Verbo y la dijo en
silencio y en silencio ha de oírse”.
La explicación de cómo podemos recibir
la Palabra de Dios, está a través de uno de
los Evangelios más hermosos y significativos
del Nuevo Testamento: la parábola del
sembrador14; en ella, Jesús nos enseña que
la semilla que siembra el sembrador es la
Palabra de Dios, es decir, la Palabra del
Padre, que es Jesús, que es la Verdad, y el
sembrador es el Espíritu Santo, porque es el
Espíritu de la Verdad; el terreno o la buena
tierra donde se siembra la semilla o Palabra,
es el alma que escucha la Palabra de Dios.
Pero ésta debe ser un buen terreno para que
la semilla pueda dar fruto. ¿Pero cuál es este
“fruto”?
14
Mt 13, 1-23
26
Transformación del alma en Jesús
Dice Jesús: “Si una persona tiene la
semilla de flores, sembrándola tendrá flores,
y si siembra la semilla de frutos, tendrá
frutos, y ni la semilla de flores dará frutos,
ni la de los frutos dará flores, sino que cada
una dará según la naturaleza de su semilla”.
(Vol. 28, Marzo 12, 1930)
Es decir que si se siembra la semilla de
fríjol, el fruto será fríjol y se siembra la semilla
de arroz, el fruto es arroz, entonces ¿cuál es
el fruto que produce la semilla de la Palabra
de Dios, que es Jesús, sembrada en un buen
terreno? Pues por simple lógica el “fruto es
Jesús”; ésta es la forma como Jesús se
encarna en el alma, de una manera similar,
pero diferente a como se encarnó en María
Santísima al anuncio del Ángel, al cual Ella
respondió: “Hágase en mi, según tu
PALABRA” (Llc 1, 32-25), es decir, María dijo:
“Si, quiero; acepto” “Y la PALABRA se hizo
carne y habitó entre nosotros” (Jn, 1,14). De
27
Transformación del Alma en Jesús
igual manera la Palabra de Dios fecunda al
alma que la acepta, es por esto que Jesús
dice: “Si alguno me ama, guardará mi
Palabra y mi Padre le amará, y vendremos a
él, y haremos morada en él”. (Jn 14, 22-23),
es la Trinidad habitando en el alma por
escuchar, aceptar, acoger, guardar y poner
por obra su Palabra.
28
Transformación del alma en Jesús
El “fruto” de la Palabra es Jesús en el alma.
Por eso dice Jesús: “La gloria de mi Padre
está en que deis mucho fruto”. (Jn 15,8).
Pero el fruto que le agrada al Padre celestial,
es el fruto mismo de María: “el fruto de tu
vientre: Jesús”.
Entonces si al anuncio de la Palabra de
Dios, respondemos como María, “hágase en
mi esta Palabra, esta Verdad” Jesús se
encarna en el corazón del alma, la Palabra de
Dios se hace carne en nosotros. Ahora, en
María Santísima además de que nació Jesús,
de su vientre purísimo, es de suponer que
especialmente en Ella se encarnaba cada
Palabra y acto que salía de Jesús, en su
Corazón Inmaculado, ya que cada Palabra y
acto de Jesús, era Él mismo y el fruto de los
actos de María Santísima es Jesús; por esta
razón “en cuanto oyó Isabel el saludo de
María, saltó de gozo el niño en su seno,
Isabel quedó llena de Espíritu Santo y
exclamó a gritos: «Bendita tú entre las
mujeres y bendito el fruto de tu seno»” (Lc
1, 41-42), y todo esto sucedió con solo
escuchar su saludo, porque el fruto de los
actos de María es Jesús, su Palabra es Jesús,
29
Transformación del Alma en Jesús
porque en Ella estaba, real, vivo y verdadero,
el Verbo de Dios encarnado.
Esto y muchas otras cosas sobre el
fruto de su Palabra y Voluntad, las explica
Jesús de muchas maneras a la sierva de Dios
Luisa Piccarreta, en los volúmenes sobre la
Divina Voluntad, y dice que estos
conocimientos, son las semillas más
fecundas (Cf Vol. 16, Febrero 10, 1924),
porque se refieren a su Voluntad, son
verdades que se encarnan en el alma para
transformarla en Jesús; además estos
mismos conocimientos van alimentando a
Jesús para hacerlo encarnar, nacer, crecer,
etc., hasta transformar al alma en Jesús.
Dice Jesús: “Los conocimientos (sobre
la Divina Voluntad) son semillas, y esta
semilla hace nacer el principio de la vida de
mi Divina Voluntad en la criatura; los
conocimientos, cada uno de los cuales será
como sorbos de vida, que formarán en la
criatura la maduración de esta vida divina.
Por eso te he dicho tantas cosas sobre mi
Fiat divino15, cada conocimiento llevará,
quien el germen, quien el nacimiento, quien
el alimento, quien el respiro, quien el aire,
quien la luz y el calor para madurar la vida
15
Voluntad Divina
30
Transformación del alma en Jesús
de mi Voluntad en las almas”.
Marzo 9, 1930)
(Vol. 28,
El fruto de la Palabra que es Jesús, se
ve en los actos o actitudes de la persona, y si
hay suficientes frutos en el alma, se va
modificando también el temperamento hasta
adquirir el temperamento de Jesús y de tal
forma vive Jesús en esta alma que se va
transformando en Él. Estos frutos de la
Palabra, se reciben en los tres alimentos
mencionados anteriormente, pues los tres
son Jesús: la Eucaristía, la Palabra o
conocimiento de Dios y la Voluntad de Dios
como se menciona en la siguiente cita de los
escritos de Luisa Piccarreta.
3. La Voluntad de Dios:
Dice Jesús: “Hija mía, a quien en
verdad hace mi Voluntad le sucede como al
árbol injertado, que la fuerza del injerto
tiene virtud de hacer destruir la vida del
árbol que recibe el injerto, así que no se ven
más los frutos, las hojas del primer árbol,
sino los del injerto, y si el primer árbol dijera
al injerto: ‘Quiero retener para mí al menos
una pequeña ramita para poder dar también
yo algún fruto, para poder hacer conocer a
todos que yo existo aún’, el injerto le
respondería: ‘tú no tienes ya razón de
31
Transformación del Alma en Jesús
existir; después de que te has sometido a
recibir mi injerto la vida será toda mía.’ Así
el alma que hace mi Voluntad puede decir:
‘Mi vida ha terminado; no más mis obras
saldrán de mí, mis pensamientos, mis
palabras, sino las obras, los pensamientos,
las palabras de aquel cuya Voluntad es mi
vida.’ Así que yo digo a quien hace mi
Voluntad: ‘Tú eres vida mía, sangre mía,
huesos míos.’
Entonces sucede la
verdadera, real, sacramental transformación,
no en virtud de las palabras del sacerdote,
sino en virtud de mi Voluntad. En cuanto el
alma se decide a vivir en mi Voluntad, mi
Voluntad me crea a mí mismo en el alma, y a
medida que mi Voluntad corre en la
voluntad, en las obras, en los pasos del
alma, tantas creaciones mías recibe.
Sucede propiamente como a un cáliz lleno
de partículas consagradas, por cuantas
partículas hay, tantos Jesús están, uno en
cada partícula. Así el alma, en virtud de mi
Voluntad me contiene en todo y en cada
parte de su ser; quien hace mi Voluntad
hace la verdadera comunión eterna, y
comunión con fruto completo.” (Vol. 11,
Agosto 20, 1913)
32
Transformación del alma en Jesús
Entonces con todo lo anterior podríamos
concluir:
 El fruto propio de la Eucaristía, es
transformarme en aquel que recibo.
 El fruto propio de la Palabra de Dios es
transformarme en aquel que escucho.
 El fruto propio de la Voluntad de Dios,
es transformarme en aquel cuya
Voluntad es mi vida.
En resumen: Jesús se dá como
alimento al hombre en tres formas diferentes,
y los tres alimentos dan como fruto, la
transformación del alma en Jesús, si y solo si
el alma que los recibe tiene la intención firme
en su corazón de tomar el fruto propio de
estos alimentos celestiales para el hombre;
esto sucede porque nosotros somos lo que
33
Transformación del Alma en Jesús
comemos, y es necesario tomar estos
alimentos continuamente, aunque una sola
Eucaristía es suficiente para hacer la
trasformación del alma que la recibe, en
Jesús, porque en la Eucaristía está todo un
Dios, con la capacidad suficiente de hacerlo;
es el alma que necesita recibirlo muchas
veces para que suceda, porque depende
exclusivamente de la disposición de la
persona,
de vaciarse totalmente de su
voluntad y dejar que sea la Voluntad de Dios
la que reine en su alma.
Entonces se requiere tomar estos
alimentos con la mayor frecuencia posible;
hay que tener en cuenta que la Iglesia
permite que la persona comulgue dos veces
al día, la Palabra se puede leer y escuchar
muchas veces más, para esto tenemos la
Biblia, el Catecismo, la Doctrina de la Iglesia,
y los escritos de la Divina Voluntad (36
volúmenes) y en éstos Jesús habla sobre el
efecto que produce en el alma leer estos
escritos sobre su Voluntad, y el tercer
alimento, el de vivir en su Voluntad, se puede
tomar a cada instante, es el alimento que se
puede recibir abundantemente en todo, en
cada respiro, mirada, pensamiento, etc., es
decir en cada acto de creatura, pero es
necesario conocer cómo todo esto es
posible, al leerlos.
34
Transformación del alma en Jesús
En la Santa Misa, encontramos los tres
alimentos: la Eucaristía, la Palabra y la
Voluntad de Dios. De hecho la Misa se divide
en dos partes: la Liturgia de la Palabra,
(donde se lee la Palabra de Dios) y la Liturgia
Eucarística, (dónde se realiza el sacrificio de
Cristo). El altar en la Misa es la mesa del
banquete de la Palabra y de la Eucaristía. Y la
Voluntad de Dios se manifiesta en el sacrificio
de Cristo durante la Santa Misa.
La transformación del alma en Jesús no
a pocos les parecerá novedosa; sin embargo
cuando Dios creó al primer hombre, Adán, lo
hizo a su imagen y semejanza, Dios Padre que
ama tanto a su Hijo, lo quería ver reflejado en
sus creaturas, quería y quiere ver la “imagen
de Jesús en todos sus hijos” pero cuando el
hombre pecó, perdió la imagen de Jesús y la
semejanza con Dios, es por esto que Jesús, la
segunda persona de la Trinidad, se hizo
hombre, para pagar el precio requerido por la
justicia divina y así por su dolorosa Pasión,
Muerte y Resurrección, le devolvió de nuevo
al hombre a través del Bautismo, esta imagen
y semejanza en germen, como una pequeña
semilla que debe desarrollarse y crecer.
35
Transformación del Alma en Jesús
Dice monseñor Luis María Martínez16
“En los designios de Dios todos tenemos
que ser Jesús. Y esto no es una exageración
mía ni se trata de ninguna novedad.
Recordemos lo que decía san Pablo: “¡Hijitos
míos! por quienes sufro de nuevo dolores de
parto, hasta ver a Cristo formado en
vosotros” (Ga 4,19).
No es una novedad, ni una pretensión
querer ser Jesús; es sencillamente el ideal
de todo cristiano y el deseo vehementísimo
de Cristo; para eso realizó los misterios de
su vida, y estableció su Iglesia, para que
todos fuéramos Jesús. Muchas veces nos
olvidamos de las cosas divinas que están
escritas en el Evangelio; nos olvidamos
tanto de las enseñanzas de la Sagrada
Escritura y cuando alguien nos las propone,
nos parece que se trata de una novedad lo
que tiene siglos de estar escrito en los libros
santos.
La transformación en Jesús no es cosa
nueva: tiene por lo menos 19 siglos. Es la
gran ambición de Cristo y la enseñanza de
san Pablo. El cristianismo integral no
El siervo de Dios monseñor Luis María Martínez (18811956), llegó a ser Arzobispo primado de Méjico en los años
(1937-1956), está en proceso de beatificación. Dejó varios
libros y escritos sobre lo que él llamaba: “La Unión
Transformante” que es la unión con Dios que transforma al
alma en Jesús.
16
36
Transformación del alma en Jesús
consiste en que seamos personas
honorables, ni simplemente piadosas, quiere
que lleguemos a ser otros Cristos, que nos
transformemos en Jesús. Por otra parte,
quiero hacer notar que ya estamos en cierta
manera transformados, pues el germen de la
transformación lo recibimos en el Bautismo,
por el Bautismo ya somos Jesús, sin duda en
esbozo, pero Jesús; sólo falta hacernos
perfectamente Jesús. De manera que el
problema de la transformación no consiste
en hacer Jesús de lo que no es, sino en
hacer un Jesús perfecto de lo que es un
Jesús imperfecto.
Convenzámonos pues, que es posible
pensar en la transformación y desearla,
cuando ya en parte estamos transformados,
aún cuando sea de una manera imperfecta.
No es una obra que debe comenzar desde el
principio, sino a la que sólo le falta ser
pulida, perfeccionada y consumada” (Siervo
de Dios, monseñor Luis María Martínez,
sacado del libro: “La vida en el interior del
Corazón de Jesús).
Además de los siervos de Dios17
monseñor Luis María Martínez; Concepción
Cabrera de Armida (1862-1937) conocida
Se llama siervo de Dios a la persona que muere en olor
de santidad y la Iglesia le está haciendo el estudio
pertinente para la beatificación.
17
37
Transformación del Alma en Jesús
como “Conchita”; la Madre María Angélica
Álvarez Icaza (1887-1997), religiosa de la
Visitación; la beata Dina Belanger (18971929), religiosa de Jesús–María, a la que
Jesús le decía: “Mi pequeño otro Yo”; entre
otros, está también la sierva de Dios, Luisa
Piccarreta (1865 - 1947) a la que Jesús a
través de 36 volúmenes sobre la Divina
Voluntad, le revela toda una doctrina
maravillosa, especializada en este tema de la
transformación del alma en Jesús.
38
El Sacrificio de Cristo se renueva en cada Misa
EL SACRIFICIO DE CRISTO SE RENUEVA EN
CADA EUCARISTÍA
Jesús sacrificado por nosotros en la
Nueva Pascua que es su Muerte y
Resurrección, nos libera de la esclavitud del
pecado, así como en la Pascua judía, Dios
liberó al pueblo de Israel de la esclavitud. Esta
Nueva Pascua se hace presente en cada
Eucaristía; por eso la Misa se llama Misterio
Pascual, donde se renueva continuamente el
sacrificio de Cristo, su muerte y resurrección.
Dice el Catecismo: “El sacrificio de
Cristo y el sacrificio de la Eucaristía son,
pues, un único sacrificio: "Es una y la misma
víctima, que se ofrece ahora por el
ministerio de los sacerdotes, que se ofreció
a si misma entonces sobre la cruz. Sólo
difiere la manera de ofrecer18": "Y puesto
que en este divino sacrificio que se realiza
en la Misa, se contiene e inmola
incruentamente el mismo Cristo que en el
altar de la cruz “se ofreció a sí mismo una
vez de modo cruento"; …este sacrificio [es]
verdaderamente propiciatorio" (Ibid)”. (CIC
1367)
(CONCILIUM TRIDENTINUM, Sess. 22a., Doctrina de ss.
Missae sacrificio, c. 2: DS 1743)
18
39
El Sacrificio de Cristo se renueva en cada Misa
Dice el Catecismo: “La Eucaristía es,
pues, un sacrificio porque representa (=
HACE PRESENTE) el sacrificio de la cruz,
porque es su memorial y aplica su fruto:
(Cristo), nuestro Dios y Señor, se
ofreció a Dios Padre una vez por todas,
muriendo como intercesor sobre el altar de
la cruz, a fin de realizar para ellos (los
hombres) una redención eterna. Sin
embargo, como su muerte no debía poner
fin a su sacerdocio (Hb 7,24.27), en la
última Cena, "la noche en que fue
entregado" (1 Co 11,23), quiso dejar a la
Iglesia, su esposa amada, un sacrificio
visible (como lo reclama la naturaleza
humana), donde sería representado el
sacrificio sangriento que iba a realizarse una
única vez en la cruz cuya memoria se
perpetuaría hasta el fin de los siglos (1 Co
11,23) y cuya virtud saludable se aplicaría a
la redención de los pecados que cometemos
cada día (Cc. de Trento: DS 1740)”. (CIC
1366)
La Palabra memorial no significa que se
recuerda algo que pasó hace mas de 2000
años, sino que ‘el memorial’ quiere decir que
el sacrificio se hace presente, que sucede real
y verdaderamente en acto, como si la pasión,
muerte y resurrección de Cristo estuvieran
40
El Sacrificio de Cristo se renueva en cada Misa
sucediendo en el momento mismo de la
Santa Misa.
Dice el Catecismo: “El memorial recibe
un sentido nuevo en el Nuevo Testamento.
Cuando la Iglesia celebra la Eucaristía, hace
memoria de la Pascua de Cristo y esta se
hace presente: el sacrificio que Cristo
ofreció de una vez para siempre en la cruz,
permanece siempre actual (cf Hb 7,25-27):
"Cuantas veces se renueva en el altar el
sacrificio de la cruz, en el que Cristo,
nuestra Pascua, fue inmolado, se realiza la
obra de nuestra redención" (LG 3). (CIC
1364)
En la celebración de la Eucaristía vemos
que aunque cambian las lecturas, los ritos se
repiten una y otra vez, pero el sacrificio de
Cristo presente en la Santa Misa, no se repite
sino que se renueva, esto es que sucede.
Dice el Catecismo: …“El Misterio pascual de
Cristo se celebra, no se repite; son las
celebraciones las que se repiten; en cada
una de ellas tiene lugar la efusión del
Espíritu Santo que actualiza el único
Misterio”. (CIC 1104)
Cuando asistimos a la Santa Misa,
además de tomar parte en las Liturgias de la
Palabra
y
Eucarística,
también
y
41
El Sacrificio de Cristo se renueva en cada Misa
especialmente, participamos del sacrificio de
Cristo en acto; dicho de otra manera estamos
presentes real y verdaderamente en la pasión,
muerte y resurrección de Cristo y esto es
posible gracias al Acto Único de Dios
explicado en el siguiente capítulo.
Dice san Alberto el Magno(Serm. 145):
“Que el que en la Misa contemplare la pasión
y muerte de Jesús, merecerá más que si
anduviese peregrinando a pie descalzo a los
Lugares Santos de Jerusalén, y ayunara a pan
y agua un año, y se azotara hasta derramar
sangre de sus venas y rezara trescientas
veces el Salterio”
Y dice san Alberto: “Que el santo
sacrificio de la Misa está tan lleno de misterios
como el mar está lleno de gotas, como el sol
de átomos, el firmamento de estrellas y como
el cielo empíreo de muchísimos ángeles...”.
San Lorenzo Justiniano dice: “Más
agrada al Altísimo Dios el sacrificio de la Misa,
que los méritos de todos los ángeles”.
San Anselmo dice: “Porque ningún
sacrificio hay en todo el mundo por el cual las
almas de los difuntos con mayor presteza
salgan y se libren de las penas del purgatorio,
que por la sacratísima oblación y santo
sacrificio de la Misa, como afirman los
teólogos”.
42
El Acto Único
EL ACTO ÚNICO
El Catecismo de la Iglesia católica en el
numeral 760, nos recuerda las palabras de
san Clemente de Alejandría que dice: “así
como la Voluntad de Dios es un acto y se
llama mundo, así su intención es la
salvación de los hombres y se llama Iglesia”.
Este acto que se llama mundo, es el
acto único y eterno de Dios; esto es que en el
momento de la creación, en un solo acto que
hizo Dios, quedaron hechos todos los actos
de las creaturas. En Dios no existe el pasado,
ni el futuro, todo es un eterno presente; en
cambio para la creatura, los actos se ven y se
viven como una secuencia de actos.
Dice Jesús: “Tú debes saber que mi
divinidad es un acto único; todos los actos
suyos se concentran en uno solo acto, esto
es lo que significa ser Dios, el portento más
grande de nuestra Esencia Divina, no estar
sujeta a sucesión de actos; y si a la criatura
le parece que ahora hacemos una cosa y
ahora otra, es más bien que hacemos
conocer lo que hay en aquel acto único,
porque la criatura, es incapaz de conocerlo
todo de un solo golpe; por esta razón, se lo
hacemos conocer poco a poco. Ahora, todo
43
El Acto Único
lo que yo, Verbo Eterno debía hacer en mi
asumida humanidad, formaba un solo acto
con aquel Acto Único que contiene mi
divinidad”. (Vol. 32, Marzo 12, 1933)
Gracias al acto único de Dios, fue
posible que nuestra dulce Madre, María
Santísima fuera preservada de la mancha del
pecado original antes de la venida de Jesús,
por los méritos previstos del futuro Redentor;
esto quiere decir que aunque María nació
primero que Jesús, su Concepción fue
Inmaculada gracias a la Pasión, Muerte y
Resurrección de Jesús, que está en acto de
repetirse continuamente, ya que por Jesús
entró la gracia al mundo.
Dice la sierva de Dios, Luisa Piccarreta:
“Estaba pensando en la Inmaculada
Concepción de mi Reina Madre, y mi siempre
amable Jesús, después de haber recibido la
santa comunión, se hacía ver en mi interior
como dentro de una estancia toda luz, y en
esta luz hacía ver todo lo que había hecho
en todo el curso de su vida; se veían como
alineados en orden todos sus méritos, sus
obras, sus penas, sus llagas, su sangre,
todo lo que contenía la vida de un hombre y
Dios, como en acto de proteger a un alma, a
Él tan querida, de cualquier mínimo mal que
pudiese ensombrecerla. Yo me asombraba
44
El Acto Único
al ver tanta atención de Jesús, y Él me ha
dicho:
`… Antes de que esta noble Criatura
fuese concebida, ya existía todo lo que
debía hacer en la tierra el Verbo Eterno; por
lo tanto, en el acto en que esta Virgen fue
concebida, se alinearon en torno a su
Concepción todos mis méritos, mis penas,
mi sangre, todo lo que contenía la vida de
un Hombre Dios, y quedó concebida en los
interminables abismos de mis méritos, de mi
sangre divina, en el mar inmenso de mis
penas. En virtud de ellos quedó inmaculada,
bella y pura; al enemigo le quedó cerrado el
paso por los incalculables méritos míos, y no
pudo hacerle ningún daño.
Era justo que
quien debía concebir al Hijo de Dios, debía
primero ser Ella concebida en las obras de
este Dios, para poder tener virtud de
concebir al Verbo que debía venir a redimir
al género humano; así que Ella primero
quedó concebida en mí, y yo quedé
concebido en Ella. No quedaba más que, a
tiempo oportuno, hacerlo conocer a las
criaturas, pero en la divinidad estaba como
ya hecho.
Por eso, la que más recibió los frutos
de la Redención, más bien, tuvo el fruto
completo, fue esta excelsa Criatura, que
siendo concebido en Ella amó, estimó y
conservó como cosa suya todo lo que el Hijo
45
El Acto Único
de Dios obró sobre la tierra. ¡Oh! la belleza
de esta tierna pequeñita, era un prodigio de
la Gracia, un portento de nuestra divinidad;
creció como Hija nuestra, fue nuestro
decoro, nuestra alegría, el honor y la gloria
nuestra”. (Vol. 32, Marzo 12, 1933)
Decíamos entonces que en la Santa
Misa, se renueva toda la vida de Jesús en acto
de suceder, desde su Encarnación, Vida,
Pasión, Muerte y Resurrección. Por ejemplo
en el instante de la consagración, se unen
tres momentos al mismo tiempo en acto de
suceder, estos son: la consagración de la
Santa Hostia por manos del sacerdote, al
mismo tiempo, la Institución de la Eucaristía
en la última cena con Jesús y los apóstoles y
tercero la agonía de Jesús en la cruz, en el
monte Calvario. Es algo así como si el
sacerdote, el altar y toda la asamblea se
trasladan en el tiempo y lugar a estos dos
acontecimientos de la vida de Jesús que
están sucediendo en acto, al mismo tiempo
que sucede la consagración del pan y del vino
en el Cuerpo y la Sangre de Jesús; y es
realmente así, toda la iglesia se mueve a
través del tiempo al año 33 D.C. de modo
espiritual.
46
El Acto Único
Y entramos allí gracias al Acto Único de
Dios, donde todos los acontecimientos están
en acto de suceder.
Para poder comprender mejor el
misterio del Acto Único de Dios, vamos a
47
El Acto Único
suponer un ejemplo: imaginémonos una
inmensa y sobretodo larga pintura de pared a
pared, en la que se encuentran pintados
todos los acontecimientos históricos desde la
creación del mundo hasta el último día de la
existencia del hombre sobre la tierra.
Entonces al extremo izquierdo de la pared,
podemos imaginar el dibujo del Padre celestial
en el inicio de la creación, pronunciando sus
palabras: “Hágase la luz” (Fiat lux), e
inmediatamente después el dibujo de los 7
días de la creación; seguidamente, podemos
ver el dibujo de Adán en el momento del
pecado, y luego saliendo del paraíso terrenal,
después el asesinato de Caín a Abel, seguido
Noé haciendo el arca, después el diluvio y así,
todos los acontecimientos dibujados uno
seguido del otro en orden cronológico.
También mucho mas adelante, se ve el
dibujo del nacimiento de la Santísima Virgen
María, su infancia, su vida en el templo, su
compromiso con san José, luego la
Anunciación y Encarnación, luego el
Nacimiento de Jesús, su vida oculta, su vida
pública, Pasión, Muerte y Resurrección, y así
va avanzando la pintura en la pared, con todos
los acontecimientos, seguidos unos de otros;
luego el nacimiento de cada uno de los
santos en orden cronológico, y en una parte
de esta gran pintura, aparecemos cada uno
48
El Acto Único
de nosotros, desde la concepción, el
nacimiento y vida… todo dibujado, hasta
nuestra muerte y luego las demás personas
que van a nacer en el futuro, todo, todo, todo
está allí dibujado y lo podemos ver en frente
de nosotros.
Bueno ya que visualizamos esta
inmensa pintura, ahora, le ponemos vida y
movimiento a cada escena dibujada en la
pared, y vemos cada evento como en acto de
hacerse siempre, es decir en movimiento
continuo, todo lo podemos ver y escuchar en
el momento de suceder, por ejemplo vemos
y escuchamos al Padre celestial pronunciando
las palabras: “Hágase la luz”, y una inmensa
cantidad de luz sale de las palabras de Dios,
luego vemos la creación de cada cosa en
movimiento y sonido, también vemos el
momento en que Adán está desobedeciendo
a Dios, en el acto del pecado original, vemos
también su salida del paraíso terrenal en
movimiento, como una película en tercera
dimensión, y todo lo demás en movimiento,
como la Encarnación de Jesús, su Nacimiento,
su vida oculta y pública, su Pasión, Muerte y
Resurrección, como también el nacimiento de
cada uno de nosotros, la vida e incluso la
muerte, todo, todo, todo en movimiento y en
acto de suceder siempre, sin faltar nada,
49
El Acto Único
hasta la última persona que vaya a existir
sobre la tierra.
Esto es solo una pequeña ayuda, es un
ejemplo muy sencillo, de lo que puede ser el
Acto Único y Eterno de Dios.
Dice Jesús: “Tanto en la redención,
como en la creación, no hay actos pasados,
sino que todos los actos están en acto y
presentes. Para el Ente Supremo el pasado y
el futuro no existen; así que tu Jesús está
siempre en acto de concebir, de nacer, de
llorar, de padecer, de morir y de resucitar.
Todos estos actos míos, están en acto
continuo sin nunca cesar, asediando a cada
criatura, la ahogan de amor y para
desahogar mi ardiente amor, va repitiendo:
“mira solo por ti desciendo del cielo, y
concibo y nazco”. (Vol. 32, Marzo 12, 1933)
Por todo lo anterior, para participar
debidamente de la Eucaristía, debemos
meditar y acompañar a Jesús en los
diferentes momentos de su Vida, Pasión,
Muerte y Resurrección que van sucediendo
paralelamente en la Santa Misa; podemos
ayudarnos con la intención y con la mente, y
trasladarnos en el acto único y eterno de
Dios, 2000 años atrás, siendo concientes de
que en este momento que se está
celebrando el Misterio Pascual, está
50
El Acto Único
sucediendo, real y verdaderamente la Pasión
de Jesús en acto. Además podemos participar
en la celebración de todas las Misas que se
han celebrado, se celebran y se celebrarán
hasta el último día, gracias al Acto Único
donde todas están a punto de celebrarse,
para darle al Padre la correspondencia de
amor que deberían darle todas las creaturas y
llenar los vacíos a la divina Justicia.
Jesús a la sierva de Dios Luisa
Piccarreta, le explica en sus escritos sobre la
Divina Voluntad (36 volúmenes) cómo
nosotros podemos entrar y tomar parte de
este Acto Único y Eterno de Dios y hacer
oración de una manera universal, más que
particular, para bien de toda la humanidad y
para reparar ante el Padre celestial por las
ofensas de todos los hombres pasados,
presentes y futuros, llenando los vacios a la
divina Justicia.
51
Ornamentos Sagrados
ORNAMENTOS Y OBJETOS SAGRADOS
El sacerdote antes de celebrar la Santa
Misa se reviste de Cristo; esto quiere decir
que los ornamentos o vestidos que se coloca
antes de salir a celebrar el sacrificio de la
Santa Misa, representan las prendas sagradas
que tenía Jesús en su pasión, es decir el
sacerdote para celebrar la Eucaristía lleva
puesta ropa que simboliza los momentos de
la Pasión de Cristo. En seguida se describen
las más importantes. De aquí en adelante, las
letras en color verde indican lo relacionado
con la Pasión de Jesús.
El templo: podemos considerar el templo
como un nuevo Gólgota o Calvario.
El Altar: Dice el Catecismo: “El altar, en torno
al cual la Iglesia se reúne en la celebración
de la Eucaristía, representa los dos aspectos
de un mismo misterio: el altar del sacrificio y
la mesa del Señor, y esto, tanto más cuanto
que el altar cristiano es el símbolo de Cristo
mismo, presente en medio de la asamblea
de sus fieles, a la vez como la víctima
ofrecida por nuestra reconciliación y como
alimento celestial que se nos da. "¿Qué es,
en efecto, el altar de Cristo sino la imagen
del Cuerpo de Cristo?", dice S. Ambrosio
(sacr. 5,7), y en otro lugar: "El altar
52
Ornamentos Sagrados
representa el Cuerpo (de Cristo), y el Cuerpo
de Cristo está sobre el altar" (sacr. 4,7)”.
(CIC 1383).
El altar no es el templo,
sino exclusivamente el
soporte
del
objeto
sacrificial. El primer altar fue de madera y en
él Cristo instituyó la Sagrada Eucaristía el
Jueves Santo. Representa el altar de los
sacrificios del Antiguo Testamento y la cruz.
Los manteles que cubren el
altar representan los lienzos
que envolvieron el cuerpo de
Jesucristo.
El sacerdote representa a
Cristo, está revestido con
las vestiduras de su
pasión. Los ornamentos
son sagrados.
El alba: Es la bata blanca que
usa el sacerdote (debajo de la
casulla) y significa la pureza. Se
trata de la túnica blanca, propia
de todos los cristianos, y la cual
se nos impone por primera vez
53
Ornamentos Sagrados
en la ceremonia del bautismo. Simboliza el
vestido blanco con que le trataron como a
loco en la casa de Herodes, despreciándole.
El cíngulo: Cordón o cinta de seda
o de lino, con una borla a cada
extremo, que le sirve al sacerdote
para ceñirse el alba. Simboliza las
sogas con que los judíos ataron a
Jesús en el huerto de los olivos
para conducirle ante los tribunales.
El Manípulo: Ornamento
en forma de pañuelo que
se utilizaba sujeto al
antebrazo izquierdo sobre
la manga del alba. Por las
reformas
litúrgicas
impulsadas por el Concilio Vaticano II, el uso
de manipulo quedó excluido de la Liturgia del
rito latino ordinario. Sin embargo, en virtud del
Motu Proprio Summorum Pontificum (sumos
pontífices), del papa Benedicto XVI, que regula
la Liturgia de rito latino Extraordinaria,
nombrada
popularmente
como
"Misa
Tridentina", el manípulo ha vuelto a ser un
objeto litúrgico en uso. Es símbolo de las
cadenas con que amarraron a Jesús a la
columna de la flagelación.
54
Ornamentos Sagrados
La
estola: Es
la
insignia
sacerdotal, hecha a manera de
una banda, de aproximadamente
dos metros del largo que puede
o no tener adornos y que se usa
sobre el cuello y que cae hacia
adelante. Simboliza las sogas
con que le tiraban al llevar Jesús la cruz por
las calles de Jerusalén.
La casulla: Vestidura sagrada
que se pone el sacerdote
sobre la sotana, el alba y la
estola y que sirve para
celebrar la Misa. Está abierta
por lo alto, para que entre la
cabeza, y por los lados; cae
por delante y por detrás
desde los hombros hasta
media pierna. Simboliza el vestido de púrpura
con que cubrieron a Jesús en casa de Pilato
estando ya coronado de espinas.
Los colores de la casulla y de la estola
varían según la época del año (o sea, según el
tiempo litúrgico) o la fiesta que se celebre:
 Blanco: se viste en solemnidades y
fiestas de nuestro Señor y de la Virgen
María, para santos que no son mártires,
55
Ornamentos Sagrados
en tiempos de Navidad y Pascua, y en
días específicos.
 Morado:
utilizado
en
Adviento,
Cuaresma y en las Misas de difuntos.
 Rojo: se usa en las siguientes fiestas:
Pentecostés, las fiestas que tienen por
objeto la Cruz o los misterios de la
Pasión de Cristo, las fiestas de los
Apóstoles y de los mártires.
 Verde: Tiempo ordinario, el tiempo
normal, que no tiene fiestas especiales.
En una palabra, el sacerdote revestido
con los ornamentos sacerdotales aparece en
la Santa Misa como el mismo Jesucristo
yendo al suplicio del Calvario.
Dice la sierva de Dios, Luisa Piccarreta:
“Otras veces me hacía ver también escenas
tan consoladoras y bellas que raptaban, y
éstas eran ver a buenos y santos sacerdotes
que celebraban los Sacrosantos Misterios.
¡Oh Dios, como es alto, grande, sublime su
ministerio! Como era bello ver al sacerdote
que celebraba la Misa y a Jesús
transformado en él; parecía que no el
sacerdote, sino que Jesús mismo celebraba
el divino sacrificio, y a veces hacía
desaparecer del todo al sacerdote y Jesús
solo celebraba la Misa y yo la escuchaba.
¡Oh, como era conmovedor ver a Jesús
56
Ornamentos Sagrados
recitar aquellas oraciones, hacer todas
aquellas ceremonias y movimientos que
hace el sacerdote! ¿Quién puede decir cuán
consolador me resultaba ver estas Misas
junto con Jesús? ¡Cuántas gracias recibía,
cuántas luces, cuántas cosas comprendía!
Pero como son cosas pasadas y no las
recuerdo claramente, por eso las paso en
silencio”. (Vol. 1, sin fecha)
57
Índice General
INDICE GENERAL DE LA MISA
A. RITOS DE APERTURA:
1. INTROITO – Canto de entrada y
Saludo
2. ACTO PENITENCIAL – Yo pecador
3. KYRIE ELEISON - Señor, ten piedad
4. GLORIA
5. ORACIÓN COLECTA
B. LITURGIA DE LA PALABRA:
1. LECTURA DE LA SAGRADA
ESCRITURA
a. Primera Lectura
b. Salmo
c. Segunda Lectura
2. EVANGELIO (Canto de meditación:
Aleluya -secuencia-).
3. HOMILÍA
4. PROFESIÓN DE FE – El Credo
5. ORACIÓN DE LOS FIELES -Oración
universal-.
C. LITURGIA EUCARISTICA:
1. RITO DE LAS OFRENDAS
a. Presentación de las ofrendas
b. La preparación de los Dones.
2. LA PLEGARIA EUCARISTICA
a. Acción de gracias - Prefacio
b. Aclamación - Santo
c. Invocación - Epiclesis
58
Ritos de Apertura
d. Narración de la Institución
CONSAGRACIÓN
e. Aclamación (Recordación –
Anámnesis)
f. Oblación
g. Intercesión (Intercesiones –
Conmemoraciones)
h. Doxología (Con Cristo, por Él y
en Él…)
3. RITO DE COMUNION
a. Padre Nuestro
b. Rito De La Paz.
c. Fracción Del Pan
d. Comunión
e. Oración Final
D. RITO DE DESPEDIDA:
1. BENDICION
59
Índice General
LA SANTA MISA
A. RITOS DE APERTURA O RITOS INICIALES.
Son ritos introductorios a la celebración y
nos preparan para recibir el Banquete
(alimento) de la Palabra y de la Eucaristía.
Los ritos iniciales son aquellos que
preceden a la Liturgia de la Palabra, es decir:
el canto de entrada, el saludo, el acto
penitencial, el Señor ten piedad, con el Gloria
y la Oración colecta; tienen el carácter de
exordio19, introducción y preparación.
A. RITOS DE APERTURA:
1. INTROITO – Canto de entrada y
Saludo
2. ACTO PENITENCIAL – Yo pecador
3. KYRIE ELEISON - Señor, ten piedad
4. GLORIA
5. ORACIÓN COLECTA
19
Exhortar o invitar
60
Introito
PROCESIÓN DE ENTRADA
Llegamos al templo y nos disponemos para
acompañar y consolar a Jesús en sus penas
y participar del sacrificio de Cristo.
Al entrar a la Iglesia, hacemos una
genuflexión para saludar a Jesús en el
Sagrario. La vela o lamparita encendida al lado
de éste nos indica que Jesús se encuentra
dentro del Sagrario. Si la lamparita está
apagada, quiere decir que el Sagrario está
vacío.
Siempre a la entrada y a la salida de la
Iglesia, se hace genuflexión sencilla, es decir
con una sola rodilla y nos damos la bendición.
También si pasamos en frente del Sagrario, se
debe hacer una genuflexión o al menos una
venia, porque allí se encuentra Jesús Vivo y de
esta manera lo saludamos o nos despedimos
de Él en su casa que es el Templo.
61
Introito
Una vez dentro de la iglesia, nos
preparamos para “participar activamente” del
sacrificio de Cristo y para entrar a tomar parte
del Acto Único y Eterno de Dios, donde
encontramos la Vida de Jesús, su Pasión,
Muerte y Resurrección en acto de suceder,
para acompañarlo y consolarlo en estos
momentos de agonía y de dolor que vivió por
nosotros, en el mismo momento que los está
sufriendo gracias al Acto Único y a la
celebración de la Santa Misa, porque aquí se
renueva toda la vida de Jesús. Además de
esto, también podemos asistir a la celebración
de la Eucaristía por todos nuestros hermanos
aunque no estén de cuerpo presente en la
Misa; vamos nosotros en representación de
todos los hombres del pasado, del presente y
del futuro, ya que todos están en acto de vivir
en el Acto Único de Dios, entonces podemos
poner en cada Santa Misa, la intención de
acompañar y consolar a Jesús y de asistir a
nombre de todos, a través de la oración que
Jesús le enseñó a la sierva de Dios, Luisa
Piccarreta:
“Me fundo en ti Jesús y en tu Voluntad
y entro en el Acto Único y Eterno para asistir
y participar en todas las Santas Misas del
pasado, del presente y del futuro para
amarte, adorarte, bendecirte, repararte,
darte gracias, alabarte y glorificarte por mi y
62
Introito
por todos. Ven Divina Voluntad a adorar en
mi y como tu Voluntad multiplica todos los
actos infinitamente, así quiero darte la
satisfacción como si todos hubieran asistido
a la Santa Misa, darles a todos el fruto del
sacrificio y pedir para todos la salvación”.
Esta oración es muy importante hacerla
antes de empezar la Misa, ya que tiene cinco
partes esenciales a considerar: la primera dice;
`me fundo en ti Jesús y en tu Voluntad´. En el
momento que el alma se funde con Jesús,
entra Él a obrar en ella y ella en Jesús,
siempre que la persona quiera vivir en su
Voluntad.
El alma
transformada
en Jesús
El sacerdote obrando
en la persona de Cristo
Desde ese momento es Jesús el que
ama, el que ora, el que repara, el que canta, el
que se arrodilla, el que comulga, etc., es decir
el que hace todos los gestos y oraciones de la
Santa Misa en el alma que pone esta
63
Introito
intención, de esta manera puede estar Jesús
en el sacerdote obrando en la persona de
Cristo, y en el alma transformada en Él,
participando del Misterio Pascual, siendo
además Jesús la víctima del sacrificio.
Dice Jesús: “Ahora escucha hija mía
una cosa bella, bella, y aun no comprendida
por las criaturas: Todo lo que el alma hace
junto conmigo y en mi Voluntad, tal como
son mis cosas así quedan las suyas, y debido
a la conexión con mi Voluntad y por el obrar
junto conmigo participa de mi misma
Potencia Creadora.” (Vol. 11, Septiembre 21,
1913)
Es decir que todo lo que el alma hace
fundida en Jesús y en su Voluntad, adquiere el
mismo mérito y valor como si fueran hechas
por Jesús20.
Segunda; `entro en el Acto único y
Eterno para asistir y participar en todas las
Santas Misas del pasado, del presente y del
futuro y para amarte, adorarte, bendecirte,
repararte, darte gracias, alabarte y glorificarte
20 “En
verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él
también las obras que yo hago, y hará mayores aún”. (Jn
14, 12)
64
Introito
por mi y por todos´. En esta parte se pone la
intención de entrar al Acto Único, donde se
encuentran en el momento de celebrar todas
y cada una de las Misas del pasado, del
presente y del futuro. Además de esto el alma
fundida en Jesús puede amarlo con su mismo
amor, adorarlo con su adoración, bendecirlo
con su bendición, darle gracias, alabarlo y
glorificarlo por ella y por todos, porque es
Jesús el que lo hace en esta alma, como
repararlo con su reparación, y darle la
correspondencia de amor a Dios por ella y por
todas las personas que no asisten o que se
distraen en Misa. En este Acto Único, está por
suceder toda la vida de Jesús y entrando se
encuentra en acto de suceder toda su
dolorosa pasión, como si el alma se devolviera
en el tiempo 2000 años atrás y lo acompaña
en cada suceso. En este Acto Único también
se tiene acceso a todas las personas que se
encuentran en él, que es toda la humanidad,
desde Adán, hasta el último hombre que vaya
a existir sobre la tierra, para llevarles a todos
las gracias y los bienes de la Santa Misa, que
son los mismos de la Pasión, Muerte y
Resurrección de Cristo.
En la tercera parte; `al pedirle a la Divina
Voluntad que venga a adorar en mi´, le
estamos pidiendo sus mismas adoraciones,
para que Jesús en el alma transformada en Él,
65
Introito
junto con el sacerdote se ofrezca a sí mismo,
al Padre celestial como la Víctima Expiatoria en
el altar de la cruz, en cada parte del sacrificio
de la Misa, como un gesto de adoración, con
la misma adoración de Dios.
Cuarta parte; ‘y como tu Voluntad
multiplica todos los actos infinitamente, así
queremos darte la satisfacción como si todos
hubieran asistido a la Santa Misa’; esta
intención se hace para que el Padre celestial
reciba el amor, la correspondencia y la acción
de gracias, es decir, reciba la gloria como si
todos los hombres del pasado, del presente y
del futuro (del Acto Único y Eterno de Dios),
asistieran de cuerpo presente al sacrificio de la
Santa Misa por medio de Jesús en el alma
transformada en Él, gracias a la Divina
Voluntad que tiene la virtud de multiplicar
todos los actos por cuantas creaturas hayan
existido.
Y la quinta y última parte; `darles a
todos el fruto del sacrificio y pedir para todos
la salvación´; esta última parte de esta oración
hace posible que Jesús en el alma
transformada en Él, les lleve a todas las
personas del Acto Único, todos los bienes del
sacrificio de la Santa Misa, es decir “los bienes
de la Pasión de Jesús en acto”, sus penas, sus
dolores, sus llagas, su cuerpo y su sangre,
66
Introito
para que los reciban místicamente todos los
viadores21 pasados, presentes y futuros, todas
las almas del purgatorio, los bienaventurados
del cielo e incluso los santos.
De aquí en adelante vamos a ir
recorriendo cada parte o rito de la celebración
de la Santa Misa en paralelo con la Pasión de
Jesús, tomando como referencia la revelación
de algunos santos que han hablado sobre
esto, como son entre otros: santo Padre Pío y
san Pedro Julián Eymard: obras Eucarísticas.
Dice un sacerdote, hijo
espiritual
del
santo
Padre Pío: “Él me había
explicado poco después
de
mi
ordenación
sacerdotal
que
celebrando la Eucaristía había que poner en
paralelo la cronología de la Misa y la de la
Pasión. Se trataba de comprender y de darse
cuenta, en primer lugar, que el sacerdote en el
altar es Jesucristo. Desde la señal de la cruz
inicial hasta el ofertorio es necesario reunirse
con Jesús en Getsemaní, hay que seguir a
Jesús en su agonía, sufriendo ante esta
"marea negra" de pecado”.
Criatura racional que está en esta vida y como peregrina
camina hacia la eternidad.
21
67
Introito
1. INTROITO - (Canto de entrada y Saludo)
El sacerdote se acerca al altar
revestido de Cristo, besa el altar,
saluda a la asamblea y hace la señal
de la cruz.
Reunido el pueblo, mientras entra el
sacerdote con sus ministros, se da comienzo
al canto de entrada. Recibimos al sacerdote
de pie en señal de respeto.
68
Introito
Dice san Pedro Julián: “El sacerdote se
acerca al altar. Representa a Jesús, yendo al
huerto de Getsemaní con sus apóstoles para
comenzar su pasión de amor. Al pie del altar
el sacerdote ora, se inclina y se humilla
profundamente a la vista de sus propios
pecados. El sacerdote hace unas oraciones
al lado o en el altar que representa la oración
de Jesús en el huerto. Nosotros debemos
acompañarlo con los apóstoles, renunciando a
toda distracción, a cualquier pensamiento
extraño al tremendo misterio; vigilando y
orando con Él. Deseando amarlo como el
merece ser amado, acompañándolo de
corazón espiritualmente en el huerto”.
Llegando al huerto de los olivos Jesús
se postra en tierra y baña su rostro en
copioso sudor de sangre, traspasa su vestido
y riega la tierra, pide al Padre por las almas
perdidas.
69
Introito
En este momento, aunque todo va
pasando muy rápido, es conveniente unirnos
con la intención a la agonía de Jesús en el
huerto de Getsemaní, acompañándolo y
consolándolo por el sudor de sangre, por el
peso de todos los pecados de los hombres, y
reparando con Jesús al pronunciar sus
palabras: “Padre si es posible, pase de mí
este cáliz, pero que no se haga mi voluntad
sino la tuya” (Mt 26, 39). Reparando por el
dolor de Jesús porque aunque Él derramaba
su sangre por todos, no todos la iban a
aprovechar y se iban a condenar y este era el
cáliz amargo que Jesús, le ofrecía a su Padre,
más amargo que el dolor de su Pasión.
Dice el Misal: “El sacerdote y los
ministros, cuando llegan al presbiterio,
veneran el altar: para manifestar esta
veneración, el sacerdote y el diácono besan
el altar. El sacerdote, si lo cree oportuno,
podrá también incensarlo”. (Misal No. 27)
Dice san Pedro
Julián: “El sacerdote
Jesús un beso pérfido.
70
sube al altar y lo
besa. Representa el
beso
de
Judas.
Judas va al huerto
de los olivos. Da a
Introito
¡Ah! ¡Cuántos besos de éstos no ha
recibido Jesús por parte de sus hijos y de sus
ministros infieles! ¡Ah! ¿No le he traicionado
también yo? ...¿No le he entregado alguna vez
a sus enemigos, a mis pasiones? ¡Y, sin
embargo, me ha amado tanto!”.
En este momento, en que el sacerdote
está besando el altar, podemos nosotros
reparar por el beso de Judas y por todas las
traiciones de las almas que son tan amadas
por Jesús y se pierden. Para esto nos unimos
al beso del sacerdote, llevándole a Jesús las
caricias de las manos creadoras del Padre
celestial, los besos del Espíritu Santo, del
Padre y de nuestra Madre, María santísima,
junto con sus adoraciones y las adoraciones
de todas las almas consagradas.
“En este
momento también se considera, la captura y
la entrega de Jesús en manos de sus
enemigos, dándoles la potestad de hacerle
sufrir todo lo que quieran y también cómo lo
llevan atado a Jerusalén en medio de golpes e
insultos inauditos para comparecer ante sus
enemigos.
En este momento le pedimos a Jesús
que nos dejemos conducir por Él, en su
Voluntad, con la misma mansedumbre con la
cual Él se entregó como un cordero en manos
Dice
san
Pedro
Julián:
71
Introito
de sus
verdugos. Pedirle su dulzura y
paciencia para las pruebas que nos vengan en
su Voluntad no solo través del prójimo, sino
también en todas las demás circunstancias de
la vida, diciendo:
`Yo también me entrego en tus manos,
para que con toda libertad puedas hacer de
mi lo que más te plazca´”.
Una vez llegado el sacerdote al altar,
terminado el canto de entrada, el sacerdote y
los fieles, estando de pie, se santiguan.
Dice san Pedro Julián: “Al comenzar el
introito y persignarse el sacerdote. -Jesús es
conducido ante el gran sacerdote Caifás. Allí,
Pedro le niega.
¡Cuántas veces no he renegado
también yo de mi maestro y de su verdad y
ley, así como de mis promesas! Más culpable
soy que Pedro, porque si he renegado de mi
72
Introito
Salvador, no ha sido como él por temor o por
sorpresa. ¡Ay de mí! Las lágrimas de Pedro
siguieron muy luego a su falta, que lloró
durante toda su vida, en tanto que yo tengo
aún corazón duro e insensible!”.
Luego el sacerdote vuelto hacia el
pueblo extiende las manos y lo saluda con
uno de los siguientes saludos:
“El Señor esté con vosotros”.
O bien:
“La gracia de nuestro Señor
Jesucristo, el amor del Padre, y la comunión
del Espíritu Santo estén con todos
vosotros”.
Recibimos estas palabras del sacerdote
que se complementan extraordinariamente
con la oración que hicimos al inicio: …`ven
Divina Voluntad a adorar en mi…´, con esta
oración ya le hemos pedido a la Divina
Voluntad su misma adoración para que Jesús
en el alma transformada en Él, le ofrezca al
Padre celestial un acto de adoración en cada
gesto y oración de la Santa Misa.
Recordemos que las palabras de Dios
son semillas y llevan la esencia de lo que
73
Introito
transmiten; por esta razón, estas palabras de
la Liturgia de la Eucaristía, dichas por el
sacerdote que representa a Cristo, nos dan
efectivamente: `el amor del Padre, la gracia
del Hijo, y la comunión del Espíritu Santo´,
pero nosotros debemos estar atentos a
recibirlas, para que participemos del
Sacrificio, con la gracia y el amor inmenso de
Dios, en beneficio de todos por la Comunión y
reforzados por la oración de la Divina Voluntad
sería algo así como lo muestra la figura:
Todas las personas del
Acto Único y Eterno de Dios
es decir las del pasado,
del presente y del futuro
Jesús en el alma
transformada en
Él, les lleva
a todos las gracias
y frutos de la Misa
Y así entramos al acto de contrición.
74
Acto Penitencial – Yo pecador
2. ACTO PENITENCIAL – Yo pecador
El acto penitencial lo realiza toda la
comunidad con la confesión general y se
termina con la absolución del sacerdote.
Siguen las invocaciones de desagravio
que rezan alternadamente el sacerdote y los
fieles.
Dice san Pedro Julián: “Jesús clama a
su Padre e intercede por nosotros; aceptemos
75
Acto Penitencial – Yo pecador
como Él todos los sacrificios que nos pida.
Confesemos nuestros pecados a una con el
sacerdote, pedimos por ellos humildemente
perdón y recibimos la absolución para asistir
con pureza al santo sacrificio”.
El acto penitencial es una confesión
general y pública que hace toda la asamblea
cuando reza el `yo pecador´, junto con el
sacerdote que invita a los fieles al
arrepentimiento, cuando dice: “Hermanos
antes de celebrar los Sagrados Misterios
reconozcamos nuestros pecados” y termina
con la absolución del sacerdote: “Dios todo
poderoso tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados y nos lleve a la
vida eterna”. Esto es para que podamos
participar de la celebración eucarística
perdonados, purificados y en gracia, aunque
esta absolución solo es efectiva en el caso de
los pecados veniales, los pecados mortales,
son más graves ya que le dan muerte al alma,
y estos se borran únicamente, mediante el
sacramento de la Confesión.
El acto de contrición es un momento
especial de dolor y arrepentimiento, y en
virtud de la oración que hicimos al inicio; `me
fundo en ti Jesús…´ y por las palabras del
sacerdote: `La gracia de Nuestro Señor…´
podemos tomar sobre nosotros los pecados
76
Acto Penitencial – Yo pecador
de todos los hombres pasados, presentes y
futuros, decir el `yo pecador´ y recibir la
absolución a nombre de todos.
Podemos entonces pedir perdón y
reparar por todos aquellos que no sienten ni
dolor, ni arrepentimiento por sus pecados,
que no son otra cosa que la falta de
correspondencia de amor a un Dios que ama
77
Acto Penitencial – Yo pecador
de tal manera a su creatura, que el hombre ni
siquiera sospecha que Jesús realmente delira
y arde de amor por él, que le suplica y anhela
la correspondencia de su amor22, y es tan
acerbo su dolor al ver a sus hijos enfangados
en el lodo del pecado, que derramó toda su
sangre, dio su vida y murió por nosotros para
lavarnos,
limpiarnos,
purificarnos
y
devolvernos la dignidad de hijos de Dios; con
su Muerte y Resurrección, nos hizo reyes de
nuevo, como cuando creo al primer hombre
Adán y por el pecado perdió la realeza divina.
Jesús el nuevo Adán nos hizo hijos de
un Rey y no de cualquier rey, sino del Rey de
Reyes, entonces este Rey celestial se duele
de ver a sus hijos, herederos de su Reino,
envueltos en el lodo del pecado, sucios,
enfangados, enfermos por el desamor, sin
saber o reconocer que tienen un Padre que
los ama con amor infinito, con el amor de un
Dios.
Por esta razón es importante que
nosotros reparemos por las ofensas hechas al
Amor, porque eso es lo que es el pecado, la
Como lo describe Jesús con lágrimas en la novena de la
Santa Navidad que Él mismo le reveló a la sierva de Dios
Luisa Piccarreta. La novena son 9 días en representación de
los 9 meses de Jesús en el vientre de su Madre, María
Santísima.
22
78
Acto Penitencial – Yo pecador
ofensa a un Dios que ama a su creatura con
locura y quiere verla feliz, sana, bella y pura
en sus brazos paternales; por eso, tomemos
los pecados de todos y de cada uno de los
hombres y pidamos perdón por todos, pero
como nosotros somos incapaces de tomar
sobre nosotros ese peso tan grande, solo
Jesús puede hacerlo, entonces le pedimos a
Él que lo haga en nosotros.
Ahora, es muy posible que en el
transcurso de la Misa, nos hayamos distraído,
para decirle a Jesús que sea Él en nosotros
quien tome los pecados de todos y pida
perdón por todos, decimos mental y
rápidamente; `me fundo en ti Jesús y en tu
Voluntad, entro en el Acto Único y tomo sobre
mi todos los pecados de todas las creaturas´
y de esta manera Jesús en el alma
transformada en Él, toma sobre sí los pecados
de toda la humanidad, mientras nosotros
recitamos el `yo pecador´ y recibimos la
absolución a nombre de todos.
Dice la sierva de Dios Luisa Piccarreta:
“Jesús mío, amor mío, no me basta con
dolerme y pedirte perdón, sino que quisiera
aniquilar cualquier pecado, para hacer que
jamás, jamás seas ofendido.”
Y Jesús
moviéndose en mi interior me ha dicho:”
79
Acto Penitencial – Yo pecador
“Hija mía, yo tuve un dolor especial
por cada pecado y sobre mi dolor estaba
suspendido el perdón al pecador. Ahora,
este dolor mío está suspendido en mi
Voluntad esperando al pecador cuando me
ofende, a fin de que doliéndose de haberme
ofendido descienda mi dolor a dolerse junto
con el suyo, y pronto darle el perdón; ¿pero
cuántos me ofenden y no se duelen? Y mi
dolor y perdón están suspendidos en mi
Voluntad y como aislados. Gracias hija mía,
gracias por venir en mi Voluntad a hacer
compañía a mi dolor y a mi perdón.
Continúa girando en mi Voluntad y haciendo
tuyo mi mismo dolor, grita por cada ofensa:
‘dolor, perdón’, a fin de que no sea yo solo
el que me muevo a dolerme y a impetrar el
perdón, sino que tenga la compañía de la
pequeña hija de mi Voluntad que se duele
junto conmigo.” (Vol. 18, Octubre 21, 1925).
En Virtud de estas palabras de Jesús,
siempre fundidos en Él y en su Voluntad, en la
medida que vamos haciendo la oración del
`yo pecador´, doliéndonos y pidiendo perdón
por todos los pecados nuestros y de todas las
criaturas, tomamos el dolor suspendido de
Jesús por cada pecado (decimos dolor,
perdón) y lo ofrecemos al Padre celestial,
como si todos se estuvieran doliendo con
este mismo dolor, para agradar al Padre
80
Acto Penitencial – Yo pecador
celestial y suplir a la justicia divina y en el
momento de recibir la absolución general del
sacerdote, les llevamos a todas las criaturas el
perdón. Esto no quiere decir que queden
perdonadas de todos sus pecados, sino que
se
derraman
gracias
especiales
de
arrepentimiento, para que quien esté
dispuesto a recibirlas llegue con buena
disposición al sacramento de la Confesión. Y
quien ya no esté en este mundo como viador,
reciba gracias especiales en el Purgatorio o
mayor glorificación en el Cielo.
3. KYRIE ELEISON - Señor, ten piedad
Dice el Misal: “Después del acto
penitencial se empieza el Señor, ten piedad,
a no ser que éste haya formado ya parte del
mismo acto penitencial. Siendo un canto en
el cual los fieles aclaman al Señor e imploran
su misericordia, regularmente habrán de
hacerlo todos, es decir, tomarán parte en él
tanto el pueblo como los cantores. Si no se
canta el Señor ten Piedad, al menos se
recita”. (Misal No. 30)
En esta parte de la celebración, nos
unimos todos pidiéndole a Dios piedad por
toda la humanidad, pero no queda de más
hacer una pequeña reflexión en la misericordia
infinita de Dios, que por ser infinita, no tiene
81
Acto Penitencial – Yo pecador
límites, es decir que su misericordia es
superior a todo lo que el hombre pueda llegar
a imaginar, además que ama con amor
paternal a su creatura, porque salimos de sus
manos creadoras, somos parte de Él, por lo
tanto Él siempre tiene y tendrá misericordia
para con sus amados hijos, entonces, ¿no
somos tal vez nosotros los que deberíamos
tener misericordia de Dios por ofenderlo y
ofenderlo sin misericordia?
Reparo al Padre celestial por todos
los pecados de todos los hombres
y le ofrezco el dolor suspendido de
Jesús por cada pecado
Digo recivo
Tomo sobre mí todos
los pecados de todos
los hombres
Tomo el dolor y perdón
de Jesús suspendido
por cada pecado
Llevo a todos
la absolución
Digo el `yo pecador´
perdón - dolor
Recibo la absolución
del sacerdote
82
El Gloria
4. El GLORIA
Proclamar la gloria de Dios en la
celebración eucarística es reconocer y
adorar su grandeza, en el Cielo, en la tierra
y en todo lugar. Alabar sus atributos
divinos, que se notan en toda la creación.
Dice el Misal: “El Gloria es un
antiquísimo y venerable himno con el que la
Iglesia congregada en el Espíritu Santo
glorifica al Padre y al Cordero y le presenta
sus súplicas”. (Misal No. 31)
Se canta o se recita todos los domingos
fuera del tiempo de Adviento y de Cuaresma,
también en las solemnidades y fiestas y en
algunas celebraciones particulares.
83
El Gloria
Inicia con el anuncio de los ángeles a
los pastores sobre nacimiento de Dios en la
tierra diciendo: “Gloria a Dios en las alturas
y en la tierra paz a los hombres de buena
voluntad” (Lc 2, 14).
Hay muchas formas de darle gloria a
Dios, pero la gloria no es sólo de palabras,
sino también de hechos, de obras, por eso
como vimos anteriormente, las palabras de
Jesús sobre la gloria del Padre: “en esto será
glorificado mi Padre, en que ustedes den
mucho fruto” y el fruto que le agrada a Dios
es ver la imagen de su Hijo Jesús en
nosotros, es decir que la gloria del Padre,
está en que seamos transformados en
Jesús, y esto se da por medio de los tres
alimentos: la Eucaristía, la Palabra de Dios y
su Voluntad. Especialmente su Voluntad, por
esto es que los ángeles dicen: “paz en la
tierra a los hombres de buena voluntad”, y el
hombre de buena voluntad es el que vive en
la Voluntad de Dios.
Por otro lado, si vemos con detenimiento
la oración del `Gloria Patri´ que dice: “Gloria
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como
era en el principio, ahora y siempre por los
siglos de los siglos, Amén” Aquí claramente
se ve que la gloria que quiere Dios es la del
principio, es decir la gloria que le daban Adán
84
El Gloria
y Eva en el principio de la creación, antes del
pecado original, antes de que perdieran la
imagen y semejanza de Dios, la imagen de
Jesús, el reflejo de Jesús en sus primeros
hijos, imagen y semejanza que Dios quiere
dar de nuevo a su creatura transformándola
nuevamente en Jesús, según se lo dice Él
mismo a la sierva de Dios Luisa Piccarreta.
En la Santa Misa, llamamos a Jesús a que
Él haga la oración del Gloria en nosotros,
dándole en esta plegaria al Padre celestial, la
gloria que deberían darle todos los hombres
del pasado, presente y del futuro en el Acto
Único y reparando por toda la gloria que se le
debe al Padre celestial desde el principio de la
creación.
El Gloria nos recuerda el gozo de los
ángeles y de los pastores al nacer Cristo.
85
Oración Colecta
5. ORACIÓN COLECTA:
Es la oración que el sacerdote, en nombre
de toda la asamblea, hace al Padre. En ella
recoge todas las intenciones de la
comunidad.
Dice el Misal: “A continuación el
sacerdote invita al pueblo a orar y todos, a
una con el sacerdote, permanecen un rato
en silencio para hacerse concientes de estar
en la presencia de Dios y formular
interiormente sus súplicas. Entonces el
sacerdote lee la oración que se suele
denominar “colecta”. Con ella se expresa
generalmente la índole de la celebración, y
con las palabras del sacerdote se dirige la
súplica a Dios Padre por Cristo en el Espíritu
Santo. El pueblo, para unirse a esta súplica y
dar su asentimiento, hace suya la oración
86
Oración Colecta
pronunciando la aclamación. Amén”. (Misal
No. 32)
La oración colecta
es símbolo de las
muchas veces que
Jesús oro por nosotros
en el curso de su vida.
87
Liturgia de la Palabra
B. LITURGIA DE LA PALABRA:
Escuchamos a Dios, que se nos da como
alimento en su Palabra, y respondemos
cantando, meditando y rezando.
Dice el Catecismo: “La liturgia de la
Palabra comprende "los escritos de los
profetas", es decir, el Antiguo Testamento, y
"las memorias de los apóstoles", es decir sus
cartas y los Evangelios; después la homilía
que exhorta a acoger esta palabra como lo
que es verdaderamente, Palabra de Dios (cf
1 Ts 2,13), y a ponerla en práctica; vienen
luego las intercesiones por todos los
hombres, según la palabra del Apóstol:
"Ante todo, recomiendo que se hagan
plegarias, oraciones, súplicas y acciones de
gracias por todos los hombres; por los reyes
y por todos los constituidos en autoridad" (1
Tm 2,1-2)”. CIC 1349
Dice el Misal: “Las lecturas tomadas de
la Sagrada Escritura, con los cantos que
intercalan, constituyen la parte principal
la Liturgia de la Palabra. La homilía,
profesión de fe y la oración universal o
los fieles, la desarrollan y concluyen.
88
se
de
la
de
Liturgia de la Palabra
En las lecturas, que luego desarrolla la
homilía, Dios habla a su pueblo, le descubre
el misterio de la Redención y Salvación, y le
ofrece el alimento espiritual; y el mismo
Cristo, por su Palabra, se hace presente en
medio de los fieles.
Esta Palabra divina la hace suya el
pueblo con sus cantos y mostrando su
adhesión a Ella, con la profesión de fe; y una
vez nutrido con Ella, en la oración universal,
hace súplicas por las necesidades de la
Iglesia entera y por la salvación de todo el
mundo”. (Misal No. 33)
B. LITURGIA DE LA PALABRA:
2. LECTURA DE LA SAGRADA
ESCRITURA
d. Primera Lectura
e. Salmo
f. Segunda Lectura
2. EVANGELIO (Canto de meditación:
Aleluya)
3. HOMILÍA
4. PROFESIÓN DE FE – El Credo
5. ORACIÓN DE LOS FIELES -Oración
universal-.
89
Liturgia de la Palabra – lecturas
1. LECTURAS DE LA SAGRADA ESCRITURA
En las lecturas se dispone la mesa de
la Palabra de Dios a los fieles y se les
abren los tesoros bíblicos
d. Primera Lectura:
La primera lectura se toma del Antiguo
Testamento, o de alguna de las cartas del
Nuevo Testamento (en los días de semana)
excepto en el Tiempo Pascual, en que se
toma de los Hechos de los Apóstoles. En el
Antiguo Testamento, Dios nos habla a través
de la historia del pueblo de Israel y de sus
profetas.
E. Salmo
Meditamos rezando o cantando un
90
Liturgia de la Palabra –lecturas
Salmo.
Dice el Misal: “Después de la primera
lectura sigue un salmo responsorial o
gradual, que es parte integrante de la
Liturgia de la Palabra. El salmo se toma
habitualmente del leccionario, ya que cada
uno de estos textos está directamente
ligado a cada una de las lecturas: la elección
del salmo, depende, entonces, de las
lecturas. Sin embargo, para que el pueblo
pueda más fácilmente intervenir en la
respuesta salmónica, han sido seleccionados
algunos textos de responsorios y salmos,
según los diversos tiempos del año, o las
diversas categorías de santos”. (Misal No.
36).
f. Segunda Lectura
La segunda lectura es alguna carta del
Nuevo Testamento, y tiene relación con la
fiesta o con el Evangelio del día. Se hace los
domingos, o fiestas especiales. En el Nuevo
Testamento, Dios nos habla a través de los
apóstoles.
Tanto la primera como la segunda
lectura, pertenecen a las Sagradas Escrituras,
y el lector termina diciendo: “Palabra de
Dios”, por esta razón las epístolas se deben
91
Liturgia de la Palabra – lecturas
escuchar con la atención y veneración que
requiere la Palabra de Dios. Se pide al Espíritu
Santo que dé el sentido de la Palabra que se
escucha.
La epístola. Simboliza la
predicación de los profetas,
especialmente la del Bautista
por ser el antecesor de Cristo.
Dice san Pedro Julián: “Jesús confiesa
su divinidad delante de Caifás por más que se
condene esta declaración con la sentencia de
muerte.
Fortaleced, Dios mío, aumentad en mí
la fe en vuestra divinidad, para que la ame y la
confiese aun con peligro de mi vida. ¡Por
harto feliz me tendría si pudiera derramar mi
sangre por defenderla!”.
92
Liturgia de la Palabra – Evangelio
2. EVANGELIO (Canto de meditación: Aleluya)
El Aleluya nos dispone a recibir el alimento
de la Palabra de Dios, que es Jesús.
El sacerdote inclinado hacia el altar ora
en secreto: “Purifica mi corazón y mis labios,
Dios todopoderoso, para que pueda anunciar
con dignidad tu santo Evangelio”.
La lectura del Evangelio es un oficio
ministerial, por esto el sacerdote es quien
debe leer el Evangelio, éste se toma
93
Liturgia de la Palabra – Evangelio
únicamente de los cuatro evangelistas: San
Mateo, san Lucas, san Marcos y san Juan,
porque en ellos está la vida y palabras de
Jesús.
Como la Palabra de Dios es Jesús, nos
disponemos de corazón a recibirla, invocando
la oración rápida: “me fundo en ti Jesús y en
tu Voluntad, ven a escuchar tu Palabra en mí
para
que
produzca
el
“fruto”,
la
transformación de mi alma en ti y entro al
Acto Único y te acompaño en este momento
de tu vida pública”
Si pudiéramos ver lo que sucede
espiritualmente mientras el sacerdote lee el
Evangelio, sería algo así como lo muestra la
94
Liturgia de la Palabra – Evangelio
figura. Sale del Leccionario cada Palabra como
una hostia que entra en el sacerdote y en
cada uno de los presentes en la Misa, siempre
y cuando estemos atentos a la escucha de la
Palabra; si lo estamos podemos reparar por
nosotros y por todas las personas del Acto
Único por no haber recibido la Palabra de Dios
debidamente, ya que el fruto de esta “semilla
de luz”, es Jesús encarnado en el alma.
Dice el santo Padre Pío: “Hay que
unirse a Él en el dolor de ver que la Palabra
del Padre, que Él había venido a traernos, no
sería recibida o sería recibida muy mal por los
hombres. Y desde esta óptica había que
escuchar las lecturas de la Misa como estando
dirigidas personalmente a nosotros”.
Dice san Pedro Julián: “Jesús da
testimonio de su realeza delante de Pilato. Oh
Jesús, sé el Rey de mi mente por tu verdad,
el Rey de mi corazón por tu amor, el Rey de
mi cuerpo por tu pureza, el Rey de mi vida
toda, por el deseo de consagrarla a tu mayor
gloria. Reza después con fe y piedad el Credo,
teniendo presente que el Salvador fue
condenado por la defensa de la verdad”.
95
Liturgia de la Palabra – Homilía
3. HOMILÍA
El celebrante explica la Palabra de Dios
para aplicarla a nuestra vida.
Debe basarse en la misma Palabra de
Dios para que resulte una explicación del
mensaje. Puede también fijarse en algún
aspecto especial de la Sagrada Escritura o
bien de otros textos de la Misa, o en las
particulares necesidades de los oyentes.
La homilía corresponde al sacerdote o al
diácono. En la celebración de la Misa, no debe
normalmente ser pronunciada por laicos. Ellos
pueden oportunamente intervenir pero no
hacerlo como si fueran presidentes.
96
Liturgia de la Palabra – Homilía
En este momento el sacerdote hablará
sobre las cuestiones de Doctrina que
considere de interés. Debe decirse todos los
domingos y fiestas de precepto. Al terminar
es oportuno guardar un breve espacio de
tiempo en silencio.
97
Liturgia de la Palabra – Prof. de fe, el Credo
4. PROFESIÓN DE FE – El Credo
Después de escuchar la Palabra de Dios,
confesamos nuestra fe.
Después de oír la Palabra de Dios en las
lecturas y su explicación en la predicación, el
pueblo da su asentimiento al mensaje y
proclama su fe con el Credo, símbolo o
profesión de fe, que se debe decir o cantar
los domingos y en las solemnidades.
Dice el Catecismo: “La fe es la
respuesta del hombre a Dios que se revela y
se entrega a él, dando al mismo tiempo una
luz sobreabundante al hombre que busca el
98
Liturgia de la Palabra – Prof. de fe, el Credo
sentido último de su vida”. (CIC 26), es por
esto muy bello, que después de haber
escuchado la Palabra de Dios, como
respuesta a esta, hacemos nuestra profesión
de fe con el Credo.
Debemos recitar el Credo fundidos en
Jesús y en su Voluntad para reparar por
nosotros y por todas las creaturas pasadas,
presentes y futuras del Acto Único y Eterno de
Dios, por la falta de fe, y proclamamos
nuestra fe al Padre celestial como si todos la
proclamaran junto con nosotros.
Dice Luisa: “Jesús mío, Amor mío,
entro en tu Querer y es mi intención con
este Credo, rehacer y reparar todos los
actos de fe que las criaturas no han hecho,
todas las incredulidades, la adoración debida
a Dios como Creador.” (Vol. 12, Enero 29,
1919)
Al rezar el Credo: recordamos que
Jesús se hizo hombre. Es un compendio de
cuánto debe creer el cristiano, y se arrodilla o
se inclina el sacerdote al “et homo factus est”
(y se hizo hombre) para dar a entender la
grande humildad del Señor en tomar nuestra
naturaleza y cuánto, por consiguiente
debemos humillarnos nosotros a Dios que es
nuestro Señor.
99
Liturgia de la Palabra – Oración de los fieles
5. ORACIÓN DE LOS FIELES - Oración
universal.
Rezamos unos por otros pidiendo por las
necesidades de todos.
La oración de los fieles o preces, son
las plegarias que el sacerdote o algún
asistente va leyendo y el pueblo responde:
“Te rogamos, óyenos”.
No es la llamada oración de los fieles
una oración de los laicos, sino la oración del
pueblo santo y se le llama por eso Oración
universal; la inicia el sacerdote desde la sede
o el ambón. Se debe hacer siempre que hay
asistencia del pueblo.
100
Liturgia de la Palabra – Oración de los fieles
La Oración universal contiene tres elementos:
 La introducción del celebrante.
 Las súplicas que puede hacer un
ministro, o algunos fieles.
 La conclusión, que toca al celebrante.
Qué mejor oración universal que pedir
el Reino de Dios, ese “venga tu Reino y que
se haga tu Voluntad como se hace en el cielo
así en la tierra”. Y mucho más si es Jesús en
el alma transformada en Él quien le pide al
Padre celestial la venida de su Reino.
101
Liturgia Eucarística
C. LITURGIA EUCARISTICA
En esta tercera parte se realiza el sacrificio.
El sacerdote presenta a Dios los dones del
pan y del vino que, por la consagración, se
convertirán en el Cuerpo y la Sangre del
Señor.
La Liturgia Eucarística, se realiza en el
altar, la mesa del sacrificio y del banquete.
Comienza con la presentación del pan y del
vino. Hecha la preparación sigue la inmolación
y la consumación de la víctima del sacrificio
bajo las especies del pan y el vino.
C. LITURGIA EUCARISTICA:
1. RITO DE LAS OFRENDAS
a. Presentación de las ofrendas
b. La preparación de los Dones.
2. LA PLEGARIA EUCARISTICA
a. Acción de gracias - Prefacio
b. Aclamación - Santo
c. Invocación - Epiclesis
d. Narración de la Institución
CONSAGRACIÓN
e. Aclamación (Recordación –
Anámnesis)
f. Oblación
g. Intercesión (Intercesiones –
Conmemoraciones)
102
Liturgia Eucarística
h. Doxología
3. RITO DE COMUNION
a. Padre Nuestro
b. Rito De La Paz.
c. Fracción Del Pan
d. Comunión
e. Oración Final
103
Liturgia Eucarística –Ofertorio
1. RITO DE LAS OFRENDAS
a. Presentación de las ofrendas
Se presentan el pan y el vino que se
transformarán en el Cuerpo y la Sangre de
Cristo. Se realiza la colecta en favor de toda
la Iglesia. Oramos sobre las ofrendas.
Se le presentan las ofrendas del pan y
el vino al sacerdote y éste las recibe con una
oración que hace sobre las ofrendas.
Este es un buen momento para
ofrecerle a Dios nuestra vida y especialmente
nuestra voluntad, pero como podemos entrar
104
Liturgia Eucarística – Ofertorio
en el Acto Único, podemos ofrecerle a Dios
las voluntades de todas las creaturas como
quiere Jesús:
“Hija mía, quiero que primero te
fundas en mi Voluntad, que vengas delante
a la Majestad Suprema para reordenar todas
las voluntades humanas en la Voluntad de
su Creador, para reparar con mi misma
Voluntad todos los actos de las voluntades
de las criaturas opuestos a la mía. Voluntad
ha salido de nosotros para divinizar a la
criatura, y voluntad queremos, y cuando mi
Voluntad es rechazada por ellas para hacer
la propia, es la ofensa más directa al
Creador, es el desconocer todos los bienes
de la creación y alejarse de su semejanza.
(Vol. 18, Noviembre 9, 1925)
Por eso decimos: “Me fundo en ti Jesús
y en tu Voluntad y entro al Acto Único, y en
unión al Sacrificio Eucarístico, te ofrezco el
sacrificio de mi voluntad y de todas las
voluntades humanas a cambio de tu Voluntad
Divina y le pido a mi Madre celestial que las
ate todas a tu trono junto con la de Ella23”.
María Santísima le revela a la sierva de Dios Luisa
Piccarreta, que Ella cuando conoció el mal que hace al
hombre la voluntad humana, separada de la Voluntad de
Dios, (explicado en el tomo 1 de La Llamada del Amor,
titulado: Entrega, perdón y abandono), ató su voluntad
23
105
Liturgia Eucarística –Ofertorio
Es necesario repetir de nuevo la frase:
me fundo en ti Jesús y en tu Voluntad y entro
en el Acto Único… por las distracciones de
nuestra mente para asegurarnos que es Jesús
realmente en nosotros el que hace estos
actos; de otra manera, sería un acto nuestro y
no podríamos llevar todas las voluntades.
Estas oraciones deben ser cortas por el
poco tiempo que se tiene para hacerlas y aquí
no se trata de dejar de lado las oraciones
propias de la Misa; al contrario, las sugeridas
aquí, se deben hacer mentalmente y en
momentos de silencio. Sin embargo, como el
deseo de Jesús es que las creaturas vivan en
su
Voluntad
Divina,
y
recibir
la
correspondencia de amor y reparación por
todos, le pide a Luisa y a través de ella a
nosotros que le llevemos todas las voluntades
humanas, como si todas hubieran vivido
desde el inicio de la creación en la Voluntad
de Dios y esto lo hace la sierva de Dios Luisa
Piccarreta a través de esta oración:
“Vengo a adorarte, a bendecirte, a
agradecerte por todos, vengo a atar a tu trono
todas las voluntades humanas de todas las
generaciones, desde el primero hasta el
humana al trono del Eterno, para no darle vida sino a la
divina.
106
Liturgia Eucarística – Ofertorio
último hombre, a fin de que todos reconozcan
tu Voluntad Suprema, la adoren, la amen y le
den vida en sus almas. Majestad Suprema,
en este vacío inmenso están todas las
criaturas, y yo quiero tomarlas todas para
ponerlas en tu Santa Voluntad, a fin de que
todas regresen al principio del cual salieron,
es decir, a tu Voluntad, por eso he venido en
tus brazos paternos para traerte a todos tus
hijos, mis hermanos, y atarlos todos con tu
Voluntad, y yo a nombre de todos y por todos
quiero repararte y darte el homenaje y la
gloria como si todos hubieran hecho tu
Santísima Voluntad. Pero ¡ah! te ruego que
ya no haya más separación entre Voluntad
Divina y humana, es una pequeña niña la que
esto te pide, y a los pequeños yo sé que tú
no sabes negar nada.” (Vol. 17, Mayo 10,
1925)
b. La preparación de los Dones.
Con este signo el sacerdote le pide a
Dios que una nuestras vidas a la suya.
LAS GOTAS DE AGUA EN EL VINO:
Dice el Misal: “AI momento de preparar
sobre el altar el pan y el vino "el diácono u
otro ministro, pasa al sacerdote la panera
con el pan que se va a consagrar; vierte el
107
Liturgia Eucarística –Ofertorio
vino y unas gotas de agua en el cáliz." (Misal
Romano Nº 133).
La gota de agua
que echa el sacerdote
en el cáliz, representa
a toda la humanidad;
todos nosotros nos
unimos al vino que
después se convierte
en la Sangre de Jesús.
Esta gota de
agua ya no se puede
separar del vino; forma parte de él, se hace
una sola cosa con el vino y al ser consagrado
se realiza la transustanciación24 en la Sangre
de Jesús. Esto quiere decir que en todas las
Santas Misas, todos nosotros nos unimos a la
víctima que es Jesús y somos transformados
en la Sangre de Jesús y ofrecidos al Padre
celestial, es decir que nosotros participamos
con Jesús del sacrificio:
Dice el Catecismo: “La Eucaristía es
igualmente el sacrificio de la Iglesia. La
Iglesia, que es el Cuerpo de Cristo, participa
en la ofrenda de su Cabeza. Con Él, ella se
24 Cambio
de sustancia: de la sustancia del vino a la Sangre
de Jesús. Explicado más adelante.
108
Liturgia Eucarística – Ofertorio
ofrece totalmente. Se une a su intercesión
ante el Padre por todos los hombres. En la
Eucaristía, el sacrificio de Cristo es también
el sacrificio de los miembros de su Cuerpo.
La vida de los fieles, su alabanza, su
sufrimiento, su oración y su trabajo se unen
a los de Cristo y a su total ofrenda, y
adquieren así un valor nuevo. El sacrificio de
Cristo, presente sobre el altar, da a todas las
generaciones de cristianos la posibilidad de
unirse a su ofrenda”. (CIC 1368)
En el instante en que se echa el agua,
el sacerdote dice en voz baja: “El agua unida
al vino, sea signo de nuestra participación en
la vida divina, de quien ha querido compartir
nuestra condición humana”.
Y después el sacerdote invita a orar a la
asamblea diciendo: “Orad, hermanos, para
que este sacrificio mío y vuestro, sea
agradable a Dios, Padre Todopoderoso”. Es
Jesús en el sacerdote quien dice: “este
sacrificio mío”, porque el sacrificio es de
Cristo, pero por el agua en el vino, también es
nuestro.
Dice san Pío: “En el Ofertorio. Se
presenta el sacrificio. La ofrenda que de la
hostia y cáliz hace el sacerdote nos recuerda
la prontísima y entera voluntad con que Cristo
109
Liturgia Eucarística –Ofertorio
se ofreció a padecer y morir por nosotros. El
Ofertorio, es el arresto. La Hora ha llegado.”
Dice san Pedro Julián: “El sacerdote
ofrece a Dios Padre el pan y el vino, la hostia
del sacrificio. Pilato presenta a Jesús al
pueblo diciendo:
Ecce Homo, he aquí al hombre. Está en
el estado que más puede mover a
compasión;
acaban
de
flagelarle hasta la
sangre;
una
corona
de
espinas
hace
chorrear sangre
por su cara; un
viejo manto de púrpura y una caña que tiene
en la mano le convierten en rey de teatro.
Pilato propone al pueblo ponerlo en libertad,
mas el pueblo no quiere y contesta: Sea
crucificado. En este momento Jesús se
ofrecía a su Padre por la salvación del mundo,
y en especial de su pueblo, y el Padre aceptó
esta ofrenda.
Cuando el sacerdote se lava las
manos, Pilato se lava también las suyas,
protestando de la inocencia de Jesús. ¡Ah,
Salvador mío, lavadme en vuestra Sangre
purísima y purificadme de tantos pecados e
imperfecciones como mancillan mi vida!”.
110
Liturgia Eucarística – Plegaria Eucarística
2. LA PLEGARIA EUCARISTICA
A continuación sigue la Plegaria
Eucarística, que es el vértice de toda la
celebración. Hay que añadir a ésta la oración
de acción de gracias, la oración sobre las
ofrendas y la oración después de la
comunión. La Iglesia da gracias al Padre, por
Cristo, en el Espíritu Santo, por todas sus
obras, por la creación, la redención y la
santificación. Toda la asamblea se une
entonces a la alabanza incesante que la Iglesia
celestial, los ángeles y todos los santos,
cantan al Dios tres veces santo.
Con la plegaria eucarística, oración de
acción de gracias y de consagración llegamos
al corazón y a la cumbre de la celebración.
2. LA PLEGARIA EUCARISTICA
a. Acción de gracias - Prefacio
b. Aclamación - Santo
c. Invocación - Epíclesis
d. Narración de la Institución
CONSAGRACIÓN
e. Aclamación (Recordación –
Anámnesis)
f. Oblación
g. Intercesión (Intercesiones –
Conmemoraciones)
h. Doxología
111
Liturgia Eucarística –Plegaria Eucarística
Dice San Pío: “Desde el comienzo de la
Plegaria Eucarística hasta la consagración
nos encontramos ¡rápidamente! con Jesús en
la prisión, en su atroz flagelación, su
coronación de espinas y su camino de la cruz
por las callejuelas de Jerusalén teniendo
presente en el "momento" a todos los que
están allí y a todos aquellos por los que
pedimos especialmente”.
112
L. E. – Plg. E. – Acción de gracias, Prefacio
a. Acción de gracias - Prefacio
Es una oración de acción de gracias y
alabanza a Dios, tres veces santo.
El significado de la palabra: Eucaristía es
principalmente acción de gracias como lo
define el Catecismo: “La Eucaristía es un
sacrificio de acción de gracias al Padre, una
bendición por la cual la Iglesia expresa su
reconocimiento a Dios por todos sus
beneficios, por todo lo que ha realizado
mediante la creación, la redención y la
santificación. "Eucaristía" significa, ante
todo, acción de gracias”. (CIC 1360)
El Sacerdote en nombre de todos le da
las gracias al Padre celestial por todas las
cosas creadas y especialmente por habernos
113
L. E. – Plegaria. E. – Acción de gracias, Prefacio
dado a su Hijo Jesús como Salvador y
Redentor nuestro, diciendo: “En verdad es
justo y necesario, es nuestro deber y
salvación darte gracias, Padre Santo, siempre
y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado.
Por Él, que es tu Palabra, hiciste todas las
cosas; tú nos lo enviaste para que, hecho
hombre por obra del Espíritu Santo y nacido
de María, la Virgen, fuera nuestro Salvador y
Redentor. Él, en cumplimiento de tu voluntad,
para destruir la muerte y manifestar la
resurrección, extendió sus brazos en la cruz, y
así adquirió para ti un pueblo santo”.
Es un derecho de la Justicia divina, que
nosotros le demos gracias a Dios en todo, por
todo y por todos, no solo en la Santa Misa
sino en todo momento y lugar por eso el
sacerdote dice; “es justo y necesario darte
gracias siempre y en todo lugar”
En el Prefacio el sacerdote da gracias al
Padre por todas sus obras; la asamblea llama
a la humanidad entera a los santos y a los
ángeles para cantar al Dios Santo.
Dice el santo Padre Pío: “El Prefacio, es
el canto de alabanza y de agradecimiento que
Jesús dirige al Padre que le ha permitido llegar
por fin a esta `Hora´".
114
L. E. – Plg. E. – Acción de gracias, Prefacio
Dice san Pedro Julián: “El sacerdote
invita a los fieles en el prefacio a alabar a
Dios. Jesús, varón de dolores, aclamado poco
ha por este mismo pueblo, coronado hoy de
espinas, atado a un poste, recibe los honores
burlescos y sacrílegos de sus verdugos; se le
abruma de ultrajes irritantes; se le escupe a la
cara; se le denigra. Estos son también los
homenajes que nuestro orgullo, sensualidad y
respeto humano tributan a Jesucristo.
Al canon, el sacerdote se inclina, ora y
santifica las ofrendas con numerosas
señales de cruz. Jesús inclina sus hombros
bajo el peso de la cruz;
tómala con cariño esta,
su amada cruz; la besa
y lleva afectuosamente
al ponerse en camino
para
el
Calvario
encorvado bajo esta
carga de amor. Lleva
mis pecados para
expiarlos, mis cruces
para
santificarles.
Sigamos a Jesucristo
cuando lleva su cruz y
sube con harta dificultad por el monte
Calvario. Acompañémosle junto con María, las
santas mujeres y Simón el cirineo”.
115
L. E. – Plg. E. – Invocación - Epiclesis
c. Invocación - Epíclesis
El celebrante extiende sus manos sobre el
pan y el vino e invoca al Espíritu Santo, para
que por su acción los transforme en el
cuerpo y la sangre de Jesús.
Cuando el sacerdote llega a esta parte
de la Plegaria Eucarística, donde extiende las
manos sobre las ofrendas, e invoca al Padre
celestial para que envíe su Santo Espíritu a
que realice la transformación del pan y del
vino en el Cuerpo y la Sangre de Jesús, todos
nosotros nos arrodillamos ante este
maravilloso milagro que sucede todos los días
ante nuestros ojos.
El nombre viene del griego: `epicaleo´,
`apicalumai´; significa invocar, llamar.
116
L. E. – Plg. E. – Invocación - Epliclesis
Dice el Catecismo: “En la epíclesis, la
Iglesia pide al Padre que envíe su Espíritu
Santo (o el poder de su bendición (cf MR,
canon romano, 90) sobre el pan y el vino,
para que se conviertan por su poder, en el
Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, y que
quienes toman parte en la Eucaristía sean un
solo cuerpo y un solo espíritu (algunas
tradiciones litúrgicas colocan la epíclesis
después de la anamnesis).
– en el relato de la institución, la
fuerza de las palabras y de la acción de
Cristo y el poder del Espíritu Santo hacen
sacramentalmente presentes bajo las
especies de pan y de vino su Cuerpo y su
Sangre, su sacrificio ofrecido en la cruz de
una vez para siempre”. (CIC 1353)
El sacerdote con las manos extendidas
dice; “por eso te pedimos que santifiques
estos dones, con la efusión de tu Espíritu, de
manera que sean para nosotros Cuerpo y
Sangre de Jesucristo Nuestro Señor”.
117
L. E. – Plg. E. – Invocación - Epiclesis
El sacerdote extiende las manos sobre
el pan y el vino. Recuerda a Jesús tendido en
la cruz, con sus miembros descoyuntados. Al
hacer el sacerdote las tres cruces sobre el
pan y el vino. Significa a Jesús en la cruz con
los tres clavos que le traspasan sus manos y
pies.
Dice san Pedro Julián: “El sacerdote
impone las manos sobre el cáliz y la hostia. Los verdugos se apoderan de Jesús,
despojándolo violentamente de sus vestiduras
y le extienden sobre la cruz, en la que le
crucifican”.
118
L. E. – Plg. E. – Invocación - Epliclesis
119
L. E. – Plg. E. – Consagración
d. CONSAGRACIÓN
El sacerdote hace "memoria" de la última cena,
pronunciando las mismas palabras de Jesús. El
pan y el vino se transforman en el Cuerpo y en la
Sangre de Jesús.
Dice
el
Catecismo:
“Por
la
consagración
se
realiza
la
transubstanciación del pan y del vino en el
Cuerpo y la Sangre de Cristo. Bajo las
especies consagradas del pan y del vino,
Cristo mismo, vivo y glorioso, está presente
de manera verdadera, real y substancial, con
su Cuerpo, su Sangre, su alma y su divinidad
(cf Cc. de Trento: DS 1640; 1651)”. (CIC
1413)
120
L. E. – Plg. E. – Consagración
Transformación significa cambio de
forma, es decir que cuando algo se
transforma cambia su figura externa, en
cambio transustanciación significa cambio de
sustancia, no de forma y en el caso del pan y
del vino sucede que por la transustanciación
el pan pasa a ser el cuerpo de Jesús, se
transustancia en el Cuerpo de Cristo, y el vino
cambia la sustancia de vino y se convierte en
la Sangre de Jesús, esto es que aunque
parece vino y sabe a vino, lo que hay en el
cáliz es la Sangre de Jesús y esto sucede por
las palabras de la consagración:
“El cuál cuando iba a ser entregado a
su pasión, voluntariamente aceptada, tomó
pan, dándote gracias, lo partió y lo dio a sus
discípulos diciendo: “Tomad y comed todos
de él, porque esto es mi Cuerpo, que será
entregado por vosotros”. Del mismo modo,
acabada la cena, tomó el cáliz, y, dándote
gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos,
diciendo: “Tomad y bebed todos de él,
porque este es el Cáliz de mi Sangre, Sangre
de la Alianza Nueva y Eterna, que será
derramada por vosotros y por todos los
hombres para el perdón de los pecados.
Haced esto en conmemoración mía”.
121
L. E. – Plg. E. – Consagración
La transustanciación del pan y del vino,
en el Cuerpo y la Sangre de Jesús, sucede
debido a dos cosas; una es que estas
palabras deben ser pronunciadas por un
sacerdote
para
que
se
realice
la
transustanciación por la potestad sacerdotal; y
la otra es por la Voluntad de Dios, que le dio a
estas palabras pronunciadas por el sacerdote
la Potencia Creadora de Dios, para que suceda
la transustanciación.
Dice Jesús: “Hija mía, la sola palabra
Voluntad de Dios contiene la Potencia
Creadora, por lo tanto tiene el poder de
crear, transformar, consumar y hacer correr
en el alma nuevos torrentes de luz, de amor,
de santidad. Sólo en el Fiat25 se encuentra
la Potencia Creadora, y si el sacerdote me
consagra en la hostia, es porque mi
Voluntad, a las palabras que se dicen sobre
la Hostia Santa, les dio el poder. Así que
todo sale y se encuentra en el Fiat. Y si al
solo pensamiento de hacer mi Voluntad el
alma
se
siente
endulzada,
fuerte,
transformada, es porque con pensar en
hacer mi Voluntad es como si se pusiera en
camino para encontrar todos los bienes,
ahora, ¿qué será el hacerla?” (Vol. 12,
Diciembre 22, 1920)
25 Voluntad
122
de Dios
L. E. – Plg. E. – Consagración
Antes de la consagración, se repiten las
oraciones por las distracciones que hemos
tenido, para llamar a Jesús a hacer la oración
en nosotros: “Me fundo en ti Jesús y en tu
Voluntad, entro al Acto Único y voy a la Última
Cena y al monte del Calvario para amarte,
adorarte, y acompañarte y para pedirte que
esta consagración que haces en el pan y en el
vino, la hagas también en mi alma para que la
transustancies en ti Jesús”.
Dice la sierva de Dios, Luisa
Piccarreta: “Estaba ofreciéndome en el Santo
Sacrificio de la Misa junto con Jesús, a fin de
que también yo pudiera sufrir su misma
consagración, y Él, moviéndose en mi
interior me ha dicho:
“Hija mía, entra en mi Voluntad a fin
de que pueda encontrarte en todas las
hostias, no sólo presentes sino también
futuras, y así junto conmigo sufrirás tantas
consagraciones por cuantas sufro yo. En
cada hostia yo pongo una vida mía, y por
correspondencia quiero otra, pero, ¡cuántos
no me la dan! Otros me reciben, yo me doy
a ellos, y ellos no se dan a mí, y mi amor
queda doliente, obstaculizado y sofocado,
sin correspondencia; por eso ven en mi
Voluntad a sufrir todas las consagraciones
que sufro yo, y así encontraré en cada
hostia la correspondencia de tu vida, y no
123
L. E. – Plg. E. – Consagración
sólo mientras estés en la tierra, sino
también cuando estés en el Cielo, porque
habiéndote tú consagrado anticipadamente
mientras estás en la tierra en mi Voluntad, al
ir sufriendo yo las consagraciones, hasta la
última, así también las sufrirás tú, y yo
encontraré hasta en el último de los días la
correspondencia de tu vida.” (Vol. 12, Mayo
28, 1920)
En esta cita de los volúmenes de la
Divina Voluntad, la sierva de Dios Luisa
Piccarreta le dice a Jesús que se ofrece junto
con Él en la Consagración para que ella sufra
la transformación de su alma en Jesús; y esto
en cada consagración de cada hostia pasada,
presente y futura. Jesús también le pide a
Concepción Cabrera de Armida, que se
ofrezca continuamente al Padre celestial
repitiendo constantemente y especialmente
en los sufrimientos las palabras de la
consagración en ella:
Dice Jesús: “Tienes contigo a la
Sacrosanta Víctima del Calvario y de la
Eucaristía,
la
cual
puedes
ofrecer
constantemente al Eterno Padre por la
salvación del mundo. Éste es el fruto más
precioso del grande favor que he obrado en
ti al encarnarme en tu corazón. Te he dado
lo más grande del Cielo y de la Tierra, a mí
124
L. E. – Plg. E. – Consagración
mismo, con este fin. Tú nada tienes de ti
misma, pero conmigo lo tienes todo”. CC26
22,408-416: 21 julio 1906
Dice Conchita: “Hija mía, me dijo.
Quiero que digas a menudo, y sobre todo en
tus dolores, estas palabras, con una
voluntad amorosa, «este es mi Cuerpo, esta
es mi Sangre», ofreciéndote al Eterno Padre
en mi unión. ¿No recuerdas que eres hostia
y que debes ser víctima?” (CC 32,119-126:
22 febrero 1909) 27
Jesús le cuenta a Conchita que María
Sma. incesantemente se ofrecía al Padre
celestial repitiendo estas palabras:
“María
desde
la
Encarnación, repetía al Eterno Padre, en un
acto continuado de amor, y refiriéndose a mí
en Ella, «Este es mi Cuerpo, esta es mi
Sangre», clamando por la salvación del
mundo. Que al repetir estas palabras, lo
hagan en mi unión, sí, pero también
pensando en mi Madre que me dio ese
Cuerpo y esa Sangre: en mi Madre que
Dice
Jesús:
Cuentas de Conciencia de la sierva de Dios, Concepción
Cabrera de Armida.
27 Las Cuentas de Conciencia es una colección de libros que
escribió la sierva de Dios Concepción Cabrera de Armida
sobre revelaciones que Jesús le hizo a ella.
26
125
L. E. – Plg. E. – Consagración
desde la Encarnación, se ofrecía y me
ofrecía”. (CC 41,355-359: 8 julio 1917).
Entonces en el momento de la
consagración podemos decir unidos a Jesús:
“Me fundo en ti Jesús y en tu Voluntad, entro
al Acto Único y en cada hostia consagrada
digo: «Este es mi Cuerpo, esta es mi
Sangre», para agradar a Jesús, como María
Sma., Luisa y Conchita. Y seguimos diciendo
ante el Cuerpo y la Sangre de Cristo ya
consagrados; “te amo, te adoro, te bendigo,
te reparo, te doy gracias, te alabo y te glorifico
por mí, por todo y por todos en tu Voluntad
en cada hostia y te pido que venga tu Reino”.
Invocamos a nuestra Madre, María
Sma., para que ella supla en nosotros
cualquier falta que podamos tener.
Dice María Santísima acerca de Jesús
Sacramentado: “Este Hijo es mío, es don
mío, y como mío conozco sus secretos
amorosos, sus ansias, sus suspiros, pero
tanto, que llega a llorar y con sollozos
repetidos me dice: ‘Madre mía, dame a las
almas, quiero las almas.’ Yo quiero lo que
quiere Él, puedo decir que suspiro y lloro
junto, porque quiero que todos posean a mi
Hijo, pero debo poner al seguro su vida, el
gran don que Dios me confió; he aquí por
126
L. E. – Plg. E. – Consagración
qué si desciende en los corazones
Sacramentado yo desciendo junto por
garantía de mi don, no puedo dejarlo solo;
pobre Hijo mío si no tuviera a su Madre que
desciende junto, cómo me lo tratan mal;
quién no le dice un te amo de corazón, y yo
debo amarlo; quién lo recibe distraído, sin
pensar en el gran don que reciben, y yo me
derramo sobre Él para no dejarlo sentir sus
distracciones y frialdades; quién llega a
hacerlo llorar, y yo debo quitarle el llanto y
hacer los dulces reproches a la criatura, que
no me lo hagan llorar. Cuántas escenas
conmovedoras suceden en los corazones
que lo reciben Sacramentado; hay almas que
jamás se contentan de amarlo, y yo les doy
mi amor, y también el suyo para hacerlo
amar, estas son escenas de Cielo, y los
mismos ángeles quedan raptados por ellas,
y nos reanimamos de las penas que nos han
dado las otras creaturas. ¿Pero quién puede
decirte todo? Soy la portadora de Jesús, ni
Él quiere estar sin mí, tanto, que cuando el
sacerdote está por pronunciar las palabras
de la consagración sobre la hostia santa,
hago alas con mis manos maternas a fin de
que descienda por medio de mis manos para
consagrarse, para que, si manos indignas lo
tocan, yo hago sentir las mías que lo
defienden y lo cubren con mi amor. Pero
esto no basta, estoy siempre de guardia
127
L. E. – Plg. E. – Consagración
para ver si quieren a mi Hijo, tanto, que si
algún pecador se arrepiente de sus graves
pecados y la luz de la Gracia despunta en su
corazón, yo, rápidamente le llevo a Jesús
como confirmación del perdón, y yo pienso
en todo lo que se necesita para hacer que
se quede en aquel corazón convertido”. (Vol.
34, Mayo 28, 1937)
Anáfora es una palabra griega que
indica la acción de elevar, la actitud de
levantar la ofrenda con las manos.
En la consagración Jesús es levantado
en lo alto, sacrificado como en el Calvario.
128
L. E. – Plg. E. – Consagración
El alzar la hostia consagrada.
Representa el momento en que la cruz es
levantada y el cuerpo de Jesús es
fuertemente sacudido.
“La
consagración nos da el Cuerpo entregado
`ahora´, la Sangre derramada `ahora´. Es
místicamente, la Crucifixión del Señor”. Y por
eso el santo Padre Pío de Pietrelcina sufría
atrozmente en este momento de la Misa.
Dice
el
santo
Padre
Pío:
129
L. E. – Plg. E. – Consagración
Al levantar el cáliz. Arroyos de sangre
manan de sus llagas.
Dice san Pedro Julián: “Consagración y
elevación: El sacerdote consagra el pan y el
vino, convirtiéndolos en Cuerpo y Sangre de
nuestro Señor Jesucristo. Hincando las rodillas
adora al Salvador, a Dios verdadero y
realmente presente entre sus manos,
elevándolo después y presentando a las
130
L. E. – Plg. E. – Consagración
adoraciones del pueblo. Representaos a Jesús
levantado en cruz entre cielo y tierra, como
víctima y mediador entre Dios irritado y los
pobres pecadores. Adorad, ofreced esta divina
víctima para expiación de vuestros pecados y
los de vuestros parientes y amigos y de todos
los hombres en general.
Adorad a Jesús extendido sobre el altar,
como en otro tiempo sobre la cruz, adorando
a su Padre en el anonadamiento más
completo de su gloria, dándole gracias por
cuantos bienes ha concedido a los hombres,
que son hermanos suyos, y hermanos
rescatados por El, mostrándole sus llagas aún
abiertas, que claman gracia y misericordia por
los pecadores, suplicando por nosotros con
súplica tal, que el Padre en modo alguno
puede dejar de escucharla, por venir de su
Hijo, del Hijo inmolado por su gloria por puro
amor.
Rendid a Jesús aquellas mismas
adoraciones que Él ofrece a su Padre. Os
adoro, oh Salvador mío, realmente presente
en este altar para renovar en mi favor el
sacrificio del Calvario. ¡A Vos que sois el
Cordero todavía inmolado todos los días,
bendición, gloria y poder por los siglos de los
siglos!
Os tributo y nunca cesaré de tributaros
perpetuas acciones de gracias, porque me
habéis amado tanto”.
131
L. E. – Plg. E. – Consagración
El
sacerdote,
profundamente
inclinado, invoca la clemencia divina para sí
y para todos. Se escucha a Jesús decir a su
Padre: “Padre, perdónales, porque no saben
lo que hacen”.
132
L. E. – Plg. E. – Aclamación - Anámnesis
e. Aclamación (Recordación – Anámnesis)
Aclamamos el misterio central de nuestra
fe.
Inmediatamente
después
de
la
elevación de la hostia y del cáliz consagrados,
el
sacerdote
suscita
la
anámnesis,aclamación- de los fieles, con las palabras;
“hermanos, éste es el Sacramento de nuestra
fe”.
La respuesta es una verdadera
aclamación de la asamblea que se sabe unida
con el celebrante y acepta a nivel comunitario
la nueva alianza, que se está celebrando.
Hay cuatro textos diferentes:
133
L. E. – Plg. E. – Aclamación - Anámnesis
1. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu
resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
2. Cada vez que comemos de este Pan y
debemos de este Cáliz anunciamos tu
muerte, Señor, hasta que vuelvas.
3. Por tu Cruz y Resurrección, nos has
salvado, Señor.
4. Cristo ha muerto, Cristo ha resucitado,
Cristo vendrá de nuevo.
f. Oblación
En este momento se realiza la
presentación por la que la Iglesia, en este
memorial, sobre todo la Iglesia aquí y ahora
reunida, ofrece al Padre, en el Espíritu Santo,
la Hostia inmaculada. La Iglesia pretende que
los fieles no sólo ofrezcan la Hostia
inmaculada, sino que aprendan a ofrecerse a
sí mismos, y que de día en día perfeccionen
por la mediación de Cristo, la unidad con Dios
y entre sí, de modo que se realice aquello de
DIOS TODO EN TODOS.
En este momento el sacerdote
agradece el Padre celestial por permitirnos
asistir en su presencia al Santo Sacrificio
diciendo; “así pues, Padre, al celebrar ahora el
memorial de la muerte y resurrección de tu
Hijo, te ofrecemos el Pan de Vida y el Cáliz de
134
L. E. – Plg. E. – Aclamación - Anámnesis
salvación, te damos gracias porque nos haces
dignos de servirte en tu presencia. Te
pedimos humildemente que el Espíritu Santo
congregue en la unidad a cuantos
participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo”.
135
L. E. – Plg. E. – Intercesión
g. Intercesión (Intercesiones –
Conmemoraciones)
Ofrecemos este sacrificio de Jesús en
comunión con toda la Iglesia. Pedimos por
el Papa, por los obispos, por todos los
difuntos y por todos nosotros.
La Eucaristía se ofrece por toda la
humanidad. Aquí se repiten las intenciones
generales y particulares de la oblación. Se
hace una petición por todos los vivos y
difuntos, y se pide la intercesión de la Virgen
Santísima, de los apóstoles, de los santos,
para formar coro de alabanza y una gran
136
L. E. – Plg. E. – Intercesión
petición universalista que desemboca en la
doxología.
En esta parte el sacerdote en
representación de todos nosotros, le pide al
Padre que el Espíritu Santo nos transforme en
ofrenda permanente, así como lo hicimos
nosotros también en la oración al
consagrarnos junto con Jesús: “Que él nos
transforme en ofrenda permanente, para que
gocemos de tu heredad junto con los
elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios,
los apóstoles y los mártires, (San…: Santo del
día o patrono) y todos los santos, por cuya
intercesión confiamos obtener siempre tu
ayuda. Te pedimos, Padre, que esta Victima
de reconciliación traiga la paz y la salvación al
mundo entero. Confirma en la fe y en la
caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu
servidor, el Papa…, a nuestro Obispo…, al
orden episcopal, a los presbíteros y diáconos,
y a todo tu pueblo redimido por ti. Atiende los
deseos y súplicas de esta familia que has
congregado en tu presencia. Reúne en torno
a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos
dispersos por el mundo. A nuestros hermanos
difuntos y a cuantos murieron en tu amistad
recíbelos en tu Reino, donde esperamos
gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu
gloria. Por Cristo Señor nuestro, por quien
concedes al mundo todos los bienes”.
137
L. E. – Plg. E. – Intercesión
Aquí se puede pedir por todos: Papas de la
Iglesia, los sacerdotes, los viadores y difuntos,
pasados, presentes y futuros gracias a las
oraciones propuestas y al Acto Único.
Dice san Pedro Julián: “El sacerdote
ruega por los muertos. Jesús ruega en la cruz
por los espiritualmente muertos, por los
pecadores, y su oración convierte a uno de
los ladrones que comenzaron por insultarle y
blasfemar contra Él. "Acuérdate de mí cuando
hayas llegado a tu Reino", le dice el buen
ladrón. Y Jesús le contesta: "Hoy mismo
estarás
conmigo
en
el
Paraíso."
¡Pueda
también yo,
Dios mío,
hacer en la
hora de la
muerte la
misma
oración y oír
la
misma
promesa! Acordaos de mí en aquel trance
tremendo, así como os habéis acordado del
ladrón penitente”.
138
L. E. – Plg. E. – Doxología
h. Doxología
El sacerdote ofrece al Padre el Cuerpo y la
Sangre de Jesús; por Cristo, con Él y en Él,
en la unidad del Espíritu Santo. Todos
respondemos: "Amén".
Esta es la parte central del Sacrificio
Eucarístico en la cual el sacerdote “ofrece la
Hostia inmolada al Padre celestial” en nombre
de todos, toma la patena, con la Hostia
consagrada, y el Cáliz y, los sostiene
elevados, diciendo: “Por Cristo, con Él y en Él,
a ti, Dios Padre omnipotente en la unidad del
139
L. E. – Plg. E. – Doxología
Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los
siglos de los siglos”.
El único sacrificio que le puede agradar
verdaderamente al Padre celestial es el de su
Hijo Unigénito: Jesús. Es por esta razón que la
Iglesia universal se une en comunión en todas
las Santas Misas para ofrecer a Dios Padre,
este santo y maravilloso sacrificio de la cruz y
eucarístico del Cordero de Dios que quita el
pecado del mundo, del Cordero inmolado, sin
mancha, única víctima agradable al Padre.
140
L. E. – Plg. E. – Doxología
Y en este momento de la Doxología, a
través de las palabras del sacerdote; “con
Cristo…” es cuando se hace el ofrecimiento
de la santa Victima inmolada. Por eso es tan
importante este momento de la Misa y lo
debe decir solamente el sacerdote, nosotros
en silencio, también nos ofrecemos junto con
Jesús al Padre y le ofrecemos a todas las
creaturas con sus obras de la creación, la
redención y santificación, diciendo: “Me fundo
en ti Jesús y en tu Voluntad y entro al Acto
Único para ofrecerme yo, junto contigo, Hostia
Viviente al Padre celestial y le ofrezco también
a todas las creaturas pasadas, presentes y
futuras y todos los bienes que tú mismo nos
ha dado en las obras de la de la creación, la
redención y la santificación”.
Veamos lo que dice el Catecismo de la
Iglesia a este respecto:
En este sacrificio de acción de gracias
que es la Eucaristía, “la Iglesia expresa su
reconocimiento a Dios por todos sus
beneficios, por todo lo que ha realizado
mediante la creación, la redención y la
santificación”. (CIC 1360)
Dice el Catecismo: “La Eucaristía,
sacramento de nuestra salvación realizada
por Cristo en la cruz, es también un
141
L. E. – Plg. E. – Doxología
sacrificio de alabanza en acción de gracias
por la obra de la creación. En el sacrificio
eucarístico, toda la creación amada por Dios
es presentada al Padre a través de la muerte
y resurrección de Cristo. Por Cristo, la Iglesia
puede ofrecer el sacrificio de alabanza en
acción de gracias por todo lo que Dios ha
hecho de bueno, de bello y de justo en la
creación y en la humanidad”. (CIC 1359)
Sigue el Catecismo: “La Eucaristía es
también el sacrificio de alabanza por medio
del cual la Iglesia canta la gloria de Dios en
nombre de toda la creación. Este sacrificio
de alabanza sólo es posible a través de
Cristo: Él une los fieles a su persona, a su
alabanza y a su intercesión, de manera que
el sacrificio de alabanza al Padre es ofrecido
por Cristo y con Cristo para ser aceptado en
él. (CIC 1361)
Dice el santo Padre Pío: “El "Por él, con
él y en él" corresponde al grito de Jesús:
"Padre, a tus manos encomiendo mi Espíritu".
Desde ese momento el sacrificio es
consumado y aceptado por el Padre. Los
hombres en adelante ya no están separados
de Dios y se vuelven a encontrar unidos. Es la
razón por la que, en este momento, se recita
la oración de todos los hijos: `Padre Nuestro´.
142
L. E. – Plg. E. – Doxología
Nos reunimos enseguida con Jesús en
la Cruz y ofrecemos desde este instante, al
Padre, el sacrificio redentor. Es el sentido de
la oración litúrgica que sigue inmediatamente
a la consagración”.
143
L. E. – Plg. E. – Rito de Comunión
3. RITO DE COMUNION
a. Padre Nuestro
Preparándonos para comulgar, rezamos el
Padre Nuestro como Jesús nos enseñó.
Nos preparamos para comulgar. Antes
de comer el mismo Pan, nos reconocemos
hijos de Dios.
Dice san Pedro Julián: “Al Pater, el
sacerdote invoca al Padre celestial. En la
cruz Jesús encomienda su alma al Padre.
Pedid la gracia de la perseverancia final”.
144
L. E – Plg. E. – Rito de Comunión
Al decir el Padre Nuestro, Jesús nos
enseña a orar; clama ¡Padre porque me has
abandonado!
Después de la oración del Padre
Nuestro, a nombre de todos añade el
sacerdote: “Líbranos de todos los males,
Señor y concédenos la paz en nuestros días,
para que ayudados por tu misericordia,
vivamos siempre libres de pecado y
protegidos
de
toda
perturbación,
mientras esperamos la gloriosa venida
de nuestro Salvador Jesucristo”.
145
L. E. – Plg. E. – Rito de Comunión
b. Rito de la paz
Después de la oración de la paz, el
sacerdote termina diciendo: “La paz del Señor
esté siempre con vosotros”.
Es muy importante estar atentos en
este momento a recibir la paz que el
sacerdote nos da, ya que es la paz de Dios, y
la debo tomar para darla a mis hermanos y
gracias a las oraciones que ya sabemos
podemos decir: “Me fundo en ti Jesús y en tu
Voluntad entro al Acto Único y Eterno para
llevarles esta paz que tú nos das a toda la
humanidad: a los viadores pasados, presentes
y futuros, a todas las almas que han pasado,
que están y que estarán en el purgatorio y a
todos los bienaventurados del cielo.”
c. Fracción del pan
El sacerdote parte la sagrada Hostia y
deposita una pequeña partícula en el cáliz. Al
partir la Hostia, Jesús muere.
Dice el santo Padre Pío: “La fracción del Pan
marca la muerte de Jesús...”
146
L. E – Plg. E. – Rito de Comunión
Dice san Pedro Julián: “El sacerdote
divide la santa Hostia. Jesús inclina la cabeza
para dirigirnos una mirada más de amor, y
expira diciendo:
Todo
se
ha
consumado.
Adora, alma mía,
a
Jesús
que
muere; su alma
se ha separado de
su cuerpo; repara
en
cómo
ha
muerto por ti, y
aprende
tú
también a vivir y
morir por Él. Pedid
la gracia de una
buena y santa
muerte entre los
brazos de Jesús, María y José.
Dice el santo Padre Pío: “La intinción,
el instante en el que el Padre, habiendo
quebrado la Hostia (símbolo de la muerte...)
deja caer una partícula del Cuerpo de Cristo
en el cáliz de la preciosa Sangre, marca el
momento de la Resurrección, pues el Cuerpo
y la Sangre se reúnen de nuevo y es a Cristo
vivo a quien vamos a recibir en la comunión”.
147
L. E. – Plg. E. – Rito de Comunión
Al agregar la
partícula
de
la
Hostia al Cáliz, o
del Cuerpo a la
Sangre,
Jesús
resucita. Sucede la
Resurrección
al
unirse nuevamente
el Cuerpo con su
Sangre.
Inmediatamente después de la paz,
vienen estos dos momentos: el sacerdote
parte la Hostia y la echa en el Cáliz; por esta
razón no es conveniente demorarnos mucho
dando la paz porque se nos pueden pasar sin
percibirlos estos dos momentos tan
importantes de la muerte y resurrección de
Jesús. Es recomendable entonces estar
atentos para acompañar a Jesús en silencio
en su muerte y resurrección y tomar el amor,
la Voluntad de Dios y todos los bienes que
tiene para nosotros su Pasión, Muerte y
Resurrección y la llevamos a todas las
creaturas en el Acto Único.
Luego se recita el “Cordero”.
148
L. E – Plg. E. – Rito de Comunión
Dice san Pedro Julián: “Cordero de
Dios, el sacerdote se da tres golpes de
pecho. Al expirar Jesús, el sol se eclipsa de
dolor, la tierra se estremece de horror y los
sepulcros se abren, se dan golpes de pecho
los verdugos, desagravian a Jesús pendiente
en la cruz, proclamándole hijo de Dios, y
vuelven contritos y perdonados. Unámonos al
pesar que entonces experimentaron, y
mereceremos perdón lo mismo que ellos”.
149
Liturgia Eucarística – Comunión
d. Comunión
Llenos de alegría nos acercamos a recibir a
Jesús, Pan de Vida. Antes de comulgar
hacemos un acto de humildad y de fe.
La Misa queda incompleta si no se
recibe la Comunión. La participación de los
fieles en ella llega a la plenitud y
perfeccionamiento cuando comulga el Cuerpo
y Sangre de Cristo en su Misa. Y es la
Comunión dentro y no fuera de la Misa, la que
da esa expresión de participación en función
del sacrificio-banquete. Oblación a Dios y
comida para enriquecer la vida espiritual en el
banquete Pascual.
150
Liturgia Eucarística – Comunión
El sacerdote toma la Víctima, la Hostia
partida, símbolo de que es verdaderamente el
Cuerpo entregado y roto que ha muerto por
nosotros en la cruz. El sacerdote hace
genuflexión, toma el pan consagrado, lo eleva
y lo muestra al pueblo, diciendo: “Este es el
Cordero de Dios, que quita el pecado del
mundo. Dichosos los invitados a la cena del
Señor”. Y todos respondemos: “Señor, no soy
digno de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya bastará para sanarme”.
El sacerdote, dice entonces la 'Antífona
de Comunión' que corresponde a ese día.
Estas palabras nos limpian y nos preparan
para recibir a Jesús sacramentalmente.
Recordemos que: “El fruto propio de la
Eucaristía es transformarnos en aquel que
recibimos”. Entonces la primera intención que
debemos tener al
recibir a Jesús
Sacramentado es que este alimento divino,
nos dé ese fruto completo de la
transformación de nuestra alma en Jesús. Y
también conocer lo que Jesús le ha enseñado
a sus santos para hacerlo también nosotros.
Jesús se comulgó a sí mismo para que
Él siendo Dios y hombre, recibiera
los
honores el decoro, la habitación que necesita
su santísima persona en cada creatura:
151
Liturgia Eucarística – Comunión
Dice la sierva de Dios Luisa Piccarreta:
“Me sentía toda absorbida en la santísima
Voluntad de Dios, y el bendito Jesús me
hacía presentes, como en acto, todos los
actos de su vida sobre la tierra, y como lo
había recibido sacramentado, me hacía ver
como en acto, en su santísima Voluntad
cuando mi dulce Jesús instituyendo el
Santísimo Sacramento se comulgó a sí
mismo.
Cuántas maravillas, cuántos
prodigios, cuántos excesos de amor en este
comulgarse a sí mismo; mi mente se perdía
en tantos prodigios divinos, y mi siempre
amable Jesús me ha dicho:
“Hija querida de mi Supremo Querer,
mi Voluntad contiene todo, conserva todas
las obras divinas como en acto y nada deja
escapar, y a quien en ella vive quiere
hacerle conocer los bienes que contiene.
Por eso quiero hacerte conocer la causa por
la que quise recibirme a mí mismo al instituir
el Santísimo Sacramento. El prodigio era
grande e incomprensible a la mente humana:
recibir la criatura a un hombre y Dios,
encerrar en el ser finito el Infinito y a este
ser Infinito darle los honores divinos, el
decoro, la habitación digna de Él, era tan
profundo e incomprensible este misterio,
que los mismos apóstoles, mientras
creyeron con facilidad en la Encarnación y
en tantos otros misterios, delante a éste
152
Liturgia Eucarística – Comunión
quedaron turbados y su inteligencia se
resistía a creer, y se necesitó hablarles
repetidamente para rendirlos; entonces,
¿cómo hacer? Yo que lo instituía debía
pensar en todo, porque mientras la criatura
debía recibirme, a la divinidad no debían
faltarle los honores, el decoro divino, la
habitación digna de Dios. Por eso hija mía,
mientras instituía el Santísimo Sacramento,
mi Voluntad Eterna unida a mi Voluntad
humana me hizo presentes todas las hostias
que hasta el fin de los siglos debían recibir
la consagración sacramental, y yo una por
una las miré, las consumí y vi mi vida
sacramental palpitante en cada hostia
porque quería darse a las criaturas. Mi
humanidad a nombre de toda la familia
humana tomó el empeño por todos y dio la
habitación en sí misma a cada hostia, y mi
divinidad, que era inseparable de mí,
circundó cada hostia sacramental con
honores, alabanzas y bendiciones divinas
para hacer digno decoro a mi Majestad, así
que cada hostia sacramental fue depositada
en mí y contiene la habitación de mi
humanidad y el cortejo de los honores de mi
divinidad; de otra manera, ¿cómo podía
descender en la criatura? Y fue sólo por
esto que toleré los sacrilegios, las
frialdades, las irreverencias, las ingratitudes,
porque habiéndome recibido a mí mismo
153
Liturgia Eucarística – Comunión
puse a salvo mi decoro, los honores, la
habitación que se necesitaba a mi misma
persona; si no me hubiera recibido a mí
mismo yo no habría podido descender en
ella, y a ella le habría faltado el camino, la
puerta, los medios para recibirme.
Así es mi costumbre en todas mis
obras, las hago una vez para dar vida a
todas las demás veces que se repetirán,
uniéndolas al primer acto como si fuera un
acto solo; así que la potencia, la inmensidad,
la omnividencia de mi Voluntad me hicieron
abrazar todos los siglos, me hicieron
presentes todos los comulgantes y todas las
hostias sacramentales y me recibí otras
tantas veces a mí mismo, para hacer pasar
por mí a mí mismo en cada criatura. ¿Quién
ha pensado jamás en tanto amor mío, que
para descender en los corazones de las
criaturas yo debía recibirme a mí mismo para
poner a salvo los derechos divinos y poder
dar a ellas no sólo a mí mismo, sino también
los mismos actos que yo hice al recibirme
para disponerlas y darles casi el derecho de
poderme recibir?” Vol. 15, Junio 18, 1923
(30)
Jesús se recibió a sí mismo y nosotros
debemos entonces fundidos en Él, llamarlo
para que se reciba en nosotros y quiere que
154
Liturgia Eucarística – Comunión
hagamos lo que
sacramentado.
Él
hizo
al
recibirse
Dice Luisa: “Esta mañana, después de
haber recibido al bendito Jesús estaba
diciéndole: “Vida mía Jesús, dime, ¿cuál fue
el primer acto que hiciste cuando te
recibiste a ti mismo sacramentalmente?”.
Y Jesús: “Hija mía, el primer acto que hice
fue el de multiplicar mi vida en tantas vidas
mías por cuantas criaturas puedan existir en
el mundo, a fin de que cada una tuviera una
vida mía únicamente para ella, que
continuamente
reza,
agradece,
da
satisfacción, ama, por ella sola, como
también multiplicaba mis penas por cada
alma, como si por ella sola sufriera y no por
otros.
En aquel momento supremo de
recibirme a mí mismo, yo me daba a todos y
a sufrir en cada uno de los corazones mi
Pasión, para poder sojuzgar los corazones
por vía de penas y de amor y dándoles todo
lo mío divino, venía a tomar el dominio de
todos. Pero, ¡ay de mí! mi amor quedó
desilusionado por muchos y espero con
ansia los corazones amantes, que
recibiéndome se unan conmigo para
multiplicarse en todos, deseando y
queriendo lo que quiero yo, para tomar al
menos de ellos lo que no me dan los otros, y
para recibir la alegría de tenerlos conforme a
155
Liturgia Eucarística – Comunión
mi deseo y a mi Voluntad. Por eso hija mía,
cuando me recibas haz lo que hice yo, y yo
tendré el contento de que al menos seamos
dos que queremos la misma cosa.” (Vol. 12,
Octubre 23, 1917)
Así como Jesús, debemos nosotros
también multiplicar su vida y llevarlas a todas
las creaturas.
Dice Jesús: “Hija, para hacer que la
criatura pudiera tener todos los medios
necesarios para recibirme, quise instituir
este Sacramento al final de mi vida, para
poder alinear en torno a cada hostia toda mi
vida como preparativo para cada una de las
criaturas que me habría de recibir.
La
criatura jamás podría recibirme si no tuviera
a un Dios que preparara todo, que movido
solamente por exceso de amor por quererse
dar a la criatura, y no pudiendo ésta
recibirme, ese mismo exceso me llevara a
dar toda mi vida para prepararla, así que
ponía todos mis pasos, mis obras, mi amor,
delante de los suyos, y como en mí estaba
también mi Pasión, ponía también mis penas
para prepararla. Así que revístete de mí,
cúbrete con cada uno de mis actos y ven.”
(Vol. 12, Octubre 24, 1918)
156
Liturgia Eucarística – Comunión
Según
estas
y
muchas
otras
enseñanzas de Jesús a la sierva de Dios, Luisa
Piccarreta, podemos hacer una oración en la
comunión así: “Me fundo en ti Jesús y en tu
Voluntad, entro al Acto Único y tomo todos
tus actos, los hago míos, tus pensamientos,
tus respiros, palabras, pasos, movimientos,
obras, lágrimas, gemidos, penas, sangre,
llagas, dolores, todo, desde tu Encarnación,
Nacimiento,
Vida,
Pasión,
Muerte
y
Resurrección, todo lo hago mío y lo multiplico
por cuanta creatura ha existido, en el pasado,
presente y futuro, las cubro a todas con tus
actos para bien de ellas y tomo sobre mí, los
que no quieren recibir y ofrezco todos estos
actos al Padre celestial como si todos
hubieran hecho santamente sus actos, luego
se los llevo a las almas del purgatorio del
pasado, presente y futuro para que las ayude
a salir de este lugar o las ponga en un lugar
más seguro y luego llevo a todo el cielo, a los
bienaventurados, a los santos, a los ángeles,
hasta a mi Madre y a Luisa, que nadie se
quede sin recibirte”.
Son muchas las cosas que la sierva de
Dios, Luisa Piccarreta hacía en el momento de
comulgar, esta es una de ellas:
“Esta mañana habiendo recibido la
Santa Comunión, según mi costumbre la he
157
Liturgia Eucarística – Comunión
hecho en la santísima Voluntad de Dios,
ofreciéndola a mi amado san Luis28, no sólo
la Comunión, sino todos los bienes que hay
en la santísima Voluntad de Dios para su
gloria accidental.
Ahora, mientras esto
hacía, veía que todos los bienes que hay en
la Suprema Voluntad, como tantos rayos de
luz, rayos de belleza y de varios colores,
inundaban al amado santo, dándole una
gloria infinita. (Vol. 19, Junio 21, 1926)
28 En
158
la fiesta de san Luis Gonzaga
Liturgia Eucarística – Oración final
e. Oración Final
Damos gracias a Jesús por haberlo recibido, y
le pedimos que nos ayude a vivir en
comunión.
El sacerdote reza una última oración
que cierra la celebración y recuerda la idea
particular de la Misa que se acaba de celebrar.
Después, con el pueblo sentado o de
rodillas, tiene lugar la purificación, que es
cuando se limpian la patena y el cáliz. El
sacerdote dice en secreto: “Haz, Señor, que
recibamos con un corazón limpio el alimento
que acabamos de tomar, y que el don que
159
Liturgia Eucarística – Oración final
nos haces en esta vida nos aproveche para la
eterna”.
Dice san Pedro Julián: “El sacerdote
purifica el cáliz y lo cubre con el velo. -Jesús
sale del sepulcro glorioso y triunfante, si bien
ocultando por amor a los hombres el
resplandor de su gloria. Oraciones de acción
de gracias. Jesús invita a los suyos a
regocijarse por haber triunfado sobre la
muerte y el infierno. Uníos a la dicha de los
discípulos y de las santas mujeres al
aparecérseles Jesús”.
160
Rito de despedida - Bendición
D. RITO DE DESPEDIDA
Son ritos que concluyen la celebración.
1. BENDICION
Recibimos la bendición del sacerdote.
En nombre de todos, el sacerdote
manifiesta el agradecimiento a Dios Padre por
el don recibido. Con distintas palabras cada
día, pide que los frutos de la Eucaristía sean
eficaces y nos lleven a vivir siempre con Él en
el cielo.
161
Rito de despedida - Bendición
Con un ritual sencillo y breve termina la Misa.
Un último saludo, la bendición al pueblo y la
despedida: “Vayamos en paz” Los fieles
responden: “Demos gracias a Dios”.
Se recomienda a los fieles –dice la
Iglesia- darle a Dios una justa y debida acción
de gracias por haber recibido el Cuerpo y la
Sangre de Dios como alimento.
Dice el santo Padre Pío: “La bendición
del sacerdote marca a los fieles con la cruz,
como signo distintivo y a la vez como escudo
protector contra las astucias del Maligno...”
Dice San Pedro Julián: “El sacerdote
bendice al pueblo. Jesús bendice a sus
discípulos antes de subir al cielo; inclinaos
bajo su mano y esperadlo todo de esta
bendición que produce lo que promete”.
162
Rito de despedida - Bendición
2. DESPEDIDA Y ENVÍO
Alimentados con el pan de la Palabra y de
la Eucaristía, volvemos a nuestras
actividades, a vivir lo que celebramos,
llevando a Jesús en nuestros corazones.
La Santa Misa ya ha terminado, los
fieles pueden salir del templo si lo desean o
seguir en lo que se denomina la 'Acción de
Gracias', en la que cada uno, en oración
íntima con el Señor, se dirige a Él con
confianza, cariño y delicadeza por haberlo
recibido en la comunión.
163
Rito de despedida - Bendición
Biografía de san Pedro Julián de Eymard:
Apóstol de la Eucaristía
Fundador de los Sacerdotes
del Santísimo Sacramento,
Las Siervas del Santísimo
Sacramento,
Archicofradía
del Santísimo Sacramento y
otras obras.
Fiesta: 2 de agosto
Pedro Julián nació en
un pueblito de la diócesis
francesa de Grénoble, en el
año 1811. En la misma diócesis ocurrieron las
apariciones de la Virgen en La Salette.
Funda la congregación de las Siervas
del Santísimo Sacramento en 1852,
también dedicadas a la adoración perpetua y
a propagar el amor al Señor. También funda la
Liga Eucarística Sacerdotal cuyos miembros
se comprometen a una hora diaria de oración
ante el Santísimo.
Organizó la Archicofradía del Santísimo
Sacramento que luego el derecho canónico
ordena establecer en todas las parroquias.
Escribió varias obras sobre la Eucaristía que
han sido traducidas a varios idiomas, obras de
las cuales nos hemos servido como material
para la elaboración de este libro.
164
Sierva de Dios, Luisa Piccarreta
Biografía de Padre Pío:
Nació
en
Pietrelcina, Italia, el 25
de mayo de 1887.
Muere
el
23
de
septiembre de 1968. El
16 de junio del 2002,
Juan Pablo II lo canonizó
bajo el nombre de san
Pío de Pietrelcina.
Conocido en el
mundo como el "Fraile"
estigmatizado. Recibió los estigmas el 20 de
septiembre de 1918 y los llevó hasta su
muerte 50 años después. Los médicos que
observaron los estigmas del Padre Pío no
pudieron hacer cicatrizar sus llagas ni dar
explicación de ellas. Calcularon que perdía una
copa de sangre diaria, sus llagas nunca se
infectaron y la sangre de sus estigmas tenía
fragancia de flores.
Tuvo dones espirituales como; el don
del discernimiento espiritual, don que utilizó
frecuentemente para confesar; el don de
profecía, pues anunció la llegada al papado de
Pablo VI y de Juan Pablo II; el don de curación
por el poder de la oración; el de la bilocación,
lo veían en dos y tres lugares al mismo
tiempo;
y
realizó
muchos
milagros.
165
Biografía de Luisa Piccarreta
Biografía de la Sierva de Dios, Luisa
Piccarreta
En
este
momento Luisa
está en proceso
de canonización;
ya aprobada la
parte diocesana,
ha continuado la
fase romana en la
Congregación para la causa de los santos.
Nació el 23 de abril de 1865, en Corato, Italia
y murió en olor de Santidad el 4 de marzo de
1947, a la edad de 82 años.
San Anníbale María Di Francia, fue su
confesor extraordinario y también el censor de
sus escritos encargado por el Arzobispo de
Trani.
La vida de Luisa tiene varios aspectos
en sufrimientos y en gracias. Fue víctima
elegida de modo especial por Dios para
aplacar a la divina Justicia tan agraviada en
estos tiempos y para dar a toda la humanidad
por medio suyo gracias espirituales ni
imaginadas por el pensamiento humano. Por
esta
razón
sus
sufrimientos
fueron
innumerables: Dios la puso en una lucha
contra los demonios durante tres años,
(desde los 13 a los 16), resistiendo a sus
asaltos,
sugestiones,
tentaciones
y
165
Biografía de Luisa Piccarreta
tormentos, hasta derrotarlos por completo.
Estuvo cómo víctima en la cama más de 60
años y nunca su cuerpo presentó llagas por
presión. Recibió los estigmas ocultos que
solamente sus confesores o personas
especiales los podían ver. Vivió largos
periodos alimentándose sólo de la Eucaristía;
Jesús le participó los sufrimientos cada vez
mayores de su Pasión, pues en varias
oportunidades Él se le aparecía con la cruz y
los clavos y Él mismo la crucificaba evitando
así que cayeran flagelos sobre la tierra.
Aún así, los dolores que le causaban
más penas a Luisa eran: el primero: escribir
por obediencia, era para ella un gran
sufrimiento escribir las intimidades que
pasaban entre Jesús y ella. Segundo, la
petrificación: Luisa perdía con frecuencia el
conocimiento y quedaba paralizada como en
estado de muerte, a veces durante varios
días, y no despertaba hasta que un sacerdote,
normalmente su confesor, iba a llamarla
mediante la bendición y en virtud de la santa
obediencia; ella sufría porque no quería
depender de los sacerdotes. Y el tercer y más
profundo dolor para Luisa era el de la
privación de Jesús, que sufrió durante toda
su vida. Por la ausencia física de Jesús, ella
sentía que su corazón se desgarraba del dolor
cada vez que Jesús se desaparecía de su
vista; Jesús le decía que estos dolores de la
166
Biografía de Luisa Piccarreta
privación solo son comparables a los dolores
del infierno porque en el infierno se sufre por
la ausencia de Dios, por eso, sufridos por un
alma víctima en la tierra, son tan valiosos ante
Dios que pueden desarmar a la divina Justicia
y hacen derramar gracias especiales como las
que Dios quiere dar a la humanidad a través
de la Divina Voluntad.
Gracias y dones extraordinarios:
Luisa recibió a los 23 años de edad, la
gracia del Matrimonio Místico, esta gracia la
han recibido santos después de muchos años
de crecimiento en la vida espiritual, sin
embargo Luisa la recibió muy joven y además
de esto, poco después se realizó en el Cielo el
Matrimonio ante la Sma. Trinidad, y más
adelante le fue añadido un tercer vínculo con
Jesús, el Matrimonio de la Cruz, desde
entonces le comunicó los dolorosos estigmas
de su Pasión, consintiendo a la petición de
Luisa, que fueran invisibles.
Visitas diarias: Jesús le hizo la promesa
a Luisa que cumplió, de aparecérsele todos
los días al menos por un momento. Esto
agravaba en Luisa el dolor de la privación en el
momento que Jesús se le desaparecía. Estas
apariciones tenían una característica especial,
pues en la mayoría de los casos Jesús salía
de dentro de Luisa, eran muy pocas las veces
167
Biografía de Luisa Piccarreta
que se le aparecía fuera de ella, y esto se
debía a que tenía la gracia de la Inhabitación
de la Trinidad que conlleva a la unión con
Dios.
El don de la Divina Voluntad: es el don
más grande que puede recibir una creatura,
debido a que este don es `la posesión de la
Voluntad de Dios´, que le dio a Luisa como
primera, por eso Jesús la llama `la hija
primogénita de la Divina Voluntad´ y con este
grandioso don y el conocimiento de los
escritos de la Divina Voluntad, Jesús fue
transformando poco a poco el alma de Luisa
en Él, ya que la Divina Voluntad tiene la
capacidad de transformar al alma que la
posee en Jesús. Esta transformación es la
imagen de Jesús en el alma, es la misma
imagen y semejanza que el hombre perdió
por el pecado original y que Dios quiere que
recupere nuevamente en estos tiempos con
el don de la Divina Voluntad.
Jesús le dijo a Luisa que Él había
buscado entre las creaturas el alma más
humilde y entre todas la encontró para darle
primero a ella y a través de ella a toda la
humanidad el Don de la Divina Voluntad y le
dijo: “Tu misión es grande, porque no se
trata sólo de la santidad personal, sino que
se trata de abrazar todo y a todos y preparar
el Reino de mi Voluntad para las
168
Biografía de Luisa Piccarreta
generaciones humanas” (Vol. 19, Agosto 22,
1926).
En el transcurso de su vida, Jesús le
reveló a la Sierva de Dios, 36 volúmenes
sobre la Divina Voluntad y le dijo que pusiera
en el titulo: “El Reino de mi Voluntad en
medio de las criaturas. Libro de Cielo. La
llamada de Dios a la criatura para que
regrese al orden, al puesto y a la finalidad
para la cual ha sido creada por Dios” (Vol.
19, Agosto 27, 1926). Otros libros que Jesús
le reveló a Luisa son: “Las 24 horas de la
Pasión de nuestro Señor Jesucristo”; “La
Virgen María en el Reino de la Divina
Voluntad”; “Los giros del alma en la Divina
Voluntad”; “La novena de Navidad”; “La
novena de la Inmaculada Concepción” y
diversas oraciones.
Sucedieron
varios
fenómenos
extraordinarios
en su muerte. El
cadáver de Luisa
quedó con el cuerpo sentado en su lecho,
como cuando vivía, y no fue posible
extenderlo ni aún con la fuerza de varias
personas. Se quedó en esa postura, por lo
cual hubo que hacerle un ataúd especial. Por
otro lado, su cuerpo no sufrió la rigidez
169
Biografía de Luisa Piccarreta
cadavérica, se podía sin el menor esfuerzo,
moverle la cabeza en todos los sentidos,
doblarle y levantarle los brazos, doblarle las
manos y todos los dedos. Se le podían
levantar también los párpados y observar sus
ojos lúcidos y no velados. Fue necesario, con
el permiso de la autoridad civil y del médico
forense, hacer que estuviera durante cuatro
días, en su lecho de muerte, sin que diera
señal alguna de descomposición, para
contentar al gentío que se aglomeraba...
Es sorprenderte que al entierro de Luisa
asistiera una gran multitud de personas como
se ve en la foto, sobre todo porque Luisa
estuvo más de 60 años en la cama, no salía
de su habitación, sin embargo hizo muchos
milagros sin moverse de su lecho, por esta
razón era reconocida su fama de santidad y
todos la llamaban “Luisa la santa”.
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