DIVERSIDAD FUNCIONAL Introducción al modelo de la diversidad funcional La diversidad funcional es un término que nació en España en 2005 con el objetivo de designar lo que frecuentemente se conocía como discapacidad. El fin de esta nueva forma era quitar la concepción negativa en la definición del colectivo y reforzar así la diversidad (Palacios y Romañach, 2006) Este nuevo modelo teórico de la diversidad funcional debe sustituye a : deficiencia, discapacidad o minusvalía. Está basado en los derechos y en la inclusión social. Lo que busca resaltar es que todos los seres humanos somos diversos en distintas formas, lo que nos permite igualarnos en derechos y en deberes, y por tanto, todos deberíamos tener la misma posibilidad de acceso a la educación y no debería importar, ni ser un condicionante, las dificultades o discapacidades que algunas personas puedan sufrir por ello. No porque una persona sea ciega, o sorda, o tenga síndrome de Down, debe estar excluida y marginada de poder participar. El modelo resalta que el problema de la accesibilidad es solo un problema de la sociedad no de la persona con diversidad funcional algo muy comun en nuestros días cotidianos. Se empiezan a dar algunos pasos, en la búsqueda de soluciones donde sea posible una accesibilidad para todos, soluciones que no sean excluyentes y que nos permitan un avance social equilibrado, posibilitando el desarrollo de los individuos de una manera más justa y eficaz. Modelos de diversidad funcional Siguiendo la clasificación propuesta por Palacios y Romañach (2006), son cuatro los modelos en torno a la cuestión de la diversidad funcional que han existido a lo largo de la historia. Los cuales nos explican de qué manera se ha ido catalogado a las personas con discapacidad. Modelo de la Omisión Este modelo implica que las causas que provocan la diversidad funcional tienen un motivo religioso, entendiendo que estas personas deben ser eliminadas, tal como ocurrió en la Alemania con la tendencia nazi o en la antigua Esparta. Aquí no existe ningún control ni aceptación a la diversidad es el peor de los casos que defendía que la vida de una persona con diversidad funcional no merecía ser vivida, que implicaba una carga insoportable para los progenitores, la familia y la sociedad en genera. Modelo médico-rehabilitador Este modelo propone que las personas con diversidad funcional han de ser curadas mediante procedimientos científico-médicos y rehabilitadas para ser reinsertadas socialmente. Para este modelo, las causas materiales de la diversidad funcional no son religiosas, sino científicas. El objetivo de este modelo es que el paciente adquiera destrezas y habilidades para su vida diaria, siendo la primera tarea la de normalizar a los diferentes. Se centra en la rehabilitación o normalización de las personas con diversidad funcional, mientras que el modelo de la vida independiente o social, aboga por la rehabilitación o normalización de la sociedad, de manera que se piensa en una sociedad que hace frente a las necesidades de todos. Esto no significa negar el problema de la diversidad funcional, sino situarlo dentro de la sociedad. Modelo de la Vida Independiente y Social Este modelo considera que las causas que originan la diversidad funcional no son ni religiosas, ni serias, sino que son sociales; contempla que las personas están discapacitadas por la sociedad, pero con los instrumentos apropiados pueden participar plenamente en ella. Se trata de un modelo que encuentra nexos y aportaciones directas de los derechos humanos, aspirando a fomentar el respeto por la dignidad, la igualdad, la libertad de la persona y fomentando la inclusión social. Es, además, un modelo que defiende la autonomía de las personas con diversidad funcional para decidir sobre su propia vida. Los partidarios de este modelo entienden que no son las limitaciones individuales las raíces del problema, sino las limitaciones sociales que niegan la igualdad de todos los ciudadanos. En suma, el modelo de la vida independiente y social parte del hecho de que todos los seres humanos somos diversos funcionales y que, por tanto, todos hemos de estar incluidos y en condiciones de aportar a la sociedad. Modelo de la diversidad El modelo de la diversidad postula que se ha de proporcionar plena dignidad a cualquier persona, independientemente de su diversidad. Plena dignidad implica dar el mismo valor a todos los seres humanos y dar los mismos derechos a todas las personas. En el nuevo modelo, el eje teórico es la dignidad de las personas que pertenecen a la diversidad, en este caso a la diversidad funcional. Una dignidad que es inherente a todos los seres humanos y que no está vinculada a la capacidad. Es en éste concepto de dignidad, en el que parece estar una de las claves de las incoherencias discriminatorias de la realidad actual. Para promover este cambio, resulta imprescindible la eliminación de los conceptos capacidad o valía del lenguaje buscando un nuevo término en el que una persona pueda encontrar una identidad que no sea percibida como negativa. El término propuesto y defendido en el modelo de la diversidad es el de mujeres y hombres discriminados por su diversidad funcional o personas con diversidad funcional. Desde su inicio, el término se ha difundido con rapidez y ha generado una nueva identidad en la que la clave es la diversidad y la riqueza que aporta. Las personas con diversidad funcional son diferentes, desde el punto de vista bio-físico, de la mayor parte de la población. Al tener características diferentes, y dadas las condiciones de entorno generadas por la sociedad, se ven obligadas a realizar las mismas tareas o funciones de una manera distinta, algunas veces a través de terceras personas (asistentes personales). Por eso el término diversidad funcional se ajusta a una realidad en la que una persona funciona de manera diferente o diversa respecto de la mayoría de la sociedad. Tiene en cuenta la diferencia de la persona, y llama la atención a la falta de respeto de las mayorías, que en sus procesos constructivos sociales y de entorno, no tienen en cuenta esa diferencia. Para nuestra investigación, los cuatro modelos mencionados en torno a la diversidad han determinado y definido modos de actuar en todos los ámbitos de la discapacidad y han repercutido en la orientación teórica y práctica de las actividades artísticas en los distintos momentos. Se ha evolucionado desde el modelo de estar eliminado de la sociedad, no existir para ella, hasta dar paso al modelo rehabilitador, donde las actividades artísticas forman parte del tratamiento rehabilitador del sujeto enfocadas a un ocio terapéutico. Múnera (2011) sostiene que el modelo de la diversidad funcional se puede considerar actualmente como un paradigma en concordancia con los trabajos y las actividades creativas y expresivas. A día de hoy, las propuestas vinculadas con el arte dirigida a este colectivo tendrán que estar diseñadas mediante actividades adaptadas e inclusivas, y habrá que pensar estrategias de intervención para personas con diversidad funcional que potencien su creatividad y permitan ampliar sus posibilidades comunicativas y expresivas como personas diversas de nuestra sociedad actual. Permitiendo un intercambio de experiencias que tengan espacios de aprendizaje, reflexión y análisis sobre el arte entre personas con y sin discapacidad. Las personas con diversidad funcional presentan problemas de aprendizaje, tienen un desarrollo madurativo mucho más lento, su avance no es lineal y muestran un desarrollo mental más inmaduro (González-Pérez, 2003). Pero también apreciamos que experimentan las mismas o muy parecidas fases madurativas, que su procesamiento mental de la información también evoluciona y mejora con la experiencia y que van manifestando las mismas necesidades y sintiendo los mismos deseos que el resto de las personas, aunque en ellos el proceso en su conjunto pueda estar alterado. Las personas con diversidad funcional no constituyen un grupo homogéneo que comparten características semejantes sino que al igual del resto de las personas, han participado de distintas experiencias o poseen distinta constitución biológica, por eso no hay que globalizar todos estos atributos en sentido general y ser conscientes de la individualidad de cada persona. Las personas con diversidad funcional muestran una gran variedad en el desarrollo y evolución de las distintas áreas de desarrollo, dependiendo de múltiples factores como la etiología, el momento de aparición y la evolución del déficit, la actitud familiar, la existencia o no de otros síndromes asociados y el proceso seguido en su estimulación, instrucción y apoyo especializado (González-Pérez, 2003). Por tanto, dentro de la variabilidad de personas con diversidad funcional, unos presentan déficits importantes en su desarrollo general y otros apenas son diferenciados de las personas sin discapacidad.