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Las dimensiones del cuidado - Mello

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Las dimensiones éticas del cuidado
Lic. Gabriel Mello – Abril 2019
Las dimensiones éticas del cuidado
Lic. Gabriel Mello
El tema del cuidado se presenta como epocal, dada la situación
crítica por la que pasan la humanidad y la Tierra. Leonardo Boff
Resumen: La Tierra está advirtiendo, la posmodernidad ha disparado las alarmas y a la vez la que trata
de sofocarlas sin atacar el centro del problema. El mundo como está construido es fruto del predominio
de la razón y la técnica que se han impuesto en la actualidad como parámetros interpretativos de la
realidad de modo cuasi exclusivos. Comprender que somos ambivalentes nos expone a vivir sin
garantías, vulnerables; el cuidado nace de este reconocimiento de vulnerabilidad y ambivalencia. El
cuidado existe en el momento que hay un dador y un receptor de la acción de cuidar. Dador y receptor
pueden ser el yo, los otros y el planeta. Vamos a ver a cada sujeto/objeto; dador/receptor del cuidado
en particular.
La Tierra está advirtiendo, un tercio de nuestros hermanos humanos no come todos los días, pero
desperdiciamos 1.300 millones de toneladas de alimento al año (FAO, 2019). Cada 15 segundos muere un
niño o niña por una enfermedad cuyo origen está en la falta de acceso al agua segura1, solo el 2% del total
de agua del planeta es dulce y está seriamente amenazada. En los últimos 45 años hemos perdido más el
50% de especies animales, réptiles y peces2… las alarmas están sonando… Las alarmas ya suena y algunos
no las escuchen o se nieguen a hacerlo, pero hay una gran cantidad de personas que sí lo hacen.
La posmodernidad ha disparado las alarmas y a la vez la que trata de sofocarlas sin atacar el centro del
problema, porque hacer realmente lo que debe hacer, para corregir las causales de alarma, sería un
suicidio existencial. Debería dejar de existir como tal. Al punto que hemos llegado los paliativos no sirven.
Ante esta realidad hay personas que se resisten, que luchan por abrir una brecha que permita no solo
poner aires renovados a la situación de encierro, sino de revolución paradigmática. Leonardo Boff es una
de estas personas faro, su pensamiento ha sido constante en esta dirección de conversión ecológica.
El mundo como está construido es fruto del predominio de la razón y la técnica que se han impuesto en
la actualidad como parámetros interpretativos de la realidad de modo cuasi exclusivos. El sueño de la
modernidad era el progreso y unidad, basados en el uso de la razón. Este proceso ha derivado en la
ponderación de lo útil como única axiología valorativa; ya que la razón ha delegado a la técnica el juicio y
la intervención en la realidad. Hoy en el mundo frente a un problema pregunta ¿qué hacer para
solucionarlo/eliminarlo? No es habitual preguntar ¿para qué sirve, que oportunidades despierta, por qué
está ahí? El hombre posmoderno busca resolver inmediatamente y aplicando “algo” –técnica- al
problema. Es el predominio de las leyes causa-efecto/acción-reacción. En el orden social esperamos que
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Cruz Roja Internacional - Día Mundial del Agua – 22 de marzo de 2010
El Índice Planeta Vivo de la edición 2018 reveló que la población mundial de peces, aves, mamíferos, anfibios y reptiles ha
disminuido un 60% entre 1970 y 2014, debido a las actividades humanas. (Vivo, 2019)
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la razón judicial resuelva, que la aplicación de un coercitivo (ley) elimine el problema y sus consecuencias3.
Hemos legalizado la vida en dimensiones insospechadas. Esta actitud responde al predominio de la razón
analítica, de lo masculino en el ser humano, olvidando lo femenino de su propia naturaleza4 (Boff, El
cuidado necesario, 2012).
“…con la ética de la justicia nos confrontamos con una manera de argumentar propia de los hombres que
usan la razón y la dialéctica para crear su arquitectura cuyo punto focal es la justicia. Esta forma no
constituye una falla, sino una marca, la marca de lo masculino. La dimensión de la masculino en el hombre
es lo que creó el Estado, las leyes, el sentido de la justicia legal, las instituciones de cuño patriarcal, los
ejércitos y finalmente la guerra” (Boff, El cuidado necesario, 2012) p. 73
La dimensión de lo femenino, (olvidada en nuestro devenir del pensamiento) abre un modo de
comprender el mundo de modo diverso. La realidad, el mundo es captada como valor, desde los lazos
emocionales de la realidad, lo femenino siente el mundo/realidad a partir del significado que tiene para
sí, su densidad cotidiana y valorativa. La dimensión de lo femenino pone junto a la justicia (que pertenece
al campo lo masculino), el cuidado que organiza las relaciones (a corto alcance entre las personas y las
relaciones a largo alcance entre las instituciones), es un modo de ser con los otros.
Caroll Gilligan en “La resistencia a la injusticia: una ética feminista del cuidado” lo expresa del siguiente
modo:
“Me di cuenta de los silencios que había en las teorías del desarrollo psicológico y moral —lo que no se decía,
a quien no se escuchaba, lo que no se consideraba un problema ético— y comprendí por qué las voces de las
mujeres sonaban a menudo confusas o irrelevantes. Los filósofos morales discuten sobre si la ética se basa
en la razón o en la emoción. Los psicólogos hablan del Yo como de un ente separado, y del desarrollo como
de un paso de la dependencia a la independencia. La voz «diferente» —aquella que oí por primera vez al
escuchar a mujeres— unía la razón con la emoción, y al Yo con las relaciones. En su narrativa, las vidas de
la gente estaban conectadas y eran interdependientes. Desde este punto de vista, lo contrario de la
dependencia era el aislamiento”. (Gilligan, 2013)
Despertar lo femenino del ser humano no será descartar lo masculino, sino conjugarlo en una nueva
sintaxis comprensiva de la realidad. Conjugar el cuidado y la justicia es la puerta de entrada a esta nueva
interpretación de la realidad.
De la ambivalencia al cuidado:
La profesora de historia nacional de mi bachillerato, me abrió un modo nuevo de entender la realidad del
ser humano. Hasta ese momento ser Rosista (federal) era estar del lado de los buenos y ser Unitario5 era
el bando de los malos; ella me impactó con su modo de concebir la historia hecha por hombres que no
son “ni santos, ni pecadores”, solía decir. No cambié el modo político de pensar mi país, pero sí cambié
mi modo de ver la realidad, de ver al otro, de verme aún a mí mismo. Es lo que Z. Bauman expresa cuando
dice “el ser humano es ambivalente en términos morales y la ambivalencia reside en el corazón de la
´escena primaria´ de la interacción humana” (Bauman, Ética Posmoderna, 2009). O como antes expresara
Frankl: “La bondad humana se encuentra en todos los grupos, incluso en aquellos que, en términos
3
Creemos que tratando a menores como adultos (bajar la imputabilidad) se va a solucionar el problema de la delincuencia
juvenil.
4
“se trata de lo masculino y femenino o del anima y del animus como dimensiones antropológicas de lo humano, subyacentes
al ser de la mujer y al ser del hombre” (Boff, El cuidado necesario, 2012) p. 68
5
Unitarios hace referencia a un partido político argentino que abogaba por un gobierno centralizado, localizado en la ciudad
de Buenos Aires. Por otra parte, los federales conformaban un partido de oposición que luchaba por mantener
la descentralización política para que se respetara la autonomía de las provincias de la Argentina.-
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generales, merecen que se les condene. Los límites entre estos grupos se superponen muchas veces y no
debemos inclinarnos a simplificar las cosas asegurando que unos hombres eran unos ángeles y otros unos
demonios” (Frankl, 1995).
Comprender que somos ambivalentes nos expone a vivir sin garantías; que una sociedad perfecta, al igual
que un ser humano perfecto, no es una posibilidad viable. Pero a la vez nos lleva a descubrir y despertar
la creatividad de la vulnerabilidad a la que estamos expuestos en esta realidad ambivalente. Justamente
el cuidado nace de este reconocimiento de vulnerabilidad y ambivalencia. El sueño de perfección o
unicidad (no ambivalencia) fue el sueño de la razón moderna: por ella el ser humano lograría aceptar el
imperativo categórico (Kant) y construiría el conceso legal en la asamblea (Rawls) que asegurase la
equidad y justicia en las relaciones, y asegurar la paz. La decepción de este sueño puede provocar la
intransigencia y el fundamentalismo moral como paliativo a la inseguridad.
Vivir sin garantías nos hace ser cuidadosos. Boff interpretando a Heidegger considera el cuidado como un
existencial del estar en el mundo.
“Cuidado como preocupación y angustia, no solo actual, sino también posible en la perspectiva de
futuro; preocupación respecto a su propio ser y al ser de otro. Junto a esto, existe otro cuidado como
atención amorosa y celo actual y posible consigo, con el otro y con la vida. Amabas formas de cuidado
configuran lo que él – Heidegger- llama el desempeño del cuidado” (Boff, El cuidado necesario, 2012).
El cuidado según la definición del diccionario de lengua española es: la solicitud o especial atención;
vigilancia por el bienestar de alguien o por el funcionamiento de una cosa; esmero y atención para hacer
algo bien; recelo, temor, preocupación; lo que está a cargo de alguien. Como interjección, amenaza o
para advertir la proximidad de un peligro o la contingencia de caer en error; o, con sentido ponderativo.
El del cuidado lo refiero aquí a tres acciones: preocupación, precaución y reparación. El cuidado es
preocupación en la doble dimensión de intranquilidad, inquietud o temor que produce alguna cosa, y lo
que provoca interés o atención. Estas dos dimensiones se aplican tanto a lo real actual como a lo futuro.
El cuidado es precaución frente a lo desconocido, o posible, que Hans Jonas aplica en su principio de
precaución (Jonas, 2008). Finalmente el cuidado es reparación: ante el daño real provocado. Es la
dimensión del cuidado que atiende al pasado. Es interesante ver cómo esta dimensión desde antiguo
considerada como condición del perdón. La reparación en general es signo de arrepentimiento frente al
daño causado, pero se impone como condición de perdón en dos situaciones concretas: el robo y la
difamación. En el robo es necesario la restitución de lo robado (reparación) para que el perdón se actúe,
y, la devolución del honor y el buen nombre lo es para la difamación, que en esencia es el robo de la
integridad del otro.
El triple sujeto/objeto del cuidado: yo, el otro, el planeta.
El cuidado como venimos exponiendo no es algo etéreo, no es un entelequia, el cuidado se aplica en un
concreto, sino, no existe. El cuidado existe en el momento que hay un dador y un receptor de la acción
de cuidar. Dador y receptor pueden ser el yo, los otros y el planeta. Vamos a ver a cada sujeto/objeto;
dador/receptor del cuidado en particular.
La Pachamama
La Pachamama, o Madre Tierra, es una deidad venerada por ser generadora de la vida, símbolo de
fecundidad por su capacidad para producir, bendecir y engendrar plantas, animales, alimentos y otros
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medios de subsistencia del ser humano. Los orígenes se remontan a la época preincaica, en el culto el
hombre devuelve a la Pachamama lo que ha tomado de ella, con el fin de restablecer la reciprocidad entre
el ser humano y la naturaleza. Además de devolver algo de lo que nos ha dado y agradecerle por ello, a la
Madre Tierra se le pide por nuestros deseos más profundos acerca de la vida, lo que queremos lograr y
lo que queremos para nuestros seres queridos. Porque esta deidad va más allá del planeta Tierra: "Pacha"
en aimara y quechua significa también mundo, universo.
La primera mirada al cuidado se vuelve sobre el planeta. La emergencia ecológica que estamos viviendo
es un punto de inflexión para despertar el cuidado. Félix Rodriguez de la Fuente, vicepresidente de WWF
España sostiene que "El hombre se acabará cuando se acabe el equilibrio vital del planeta que lo soporta.
El hombre debe amar y respetar la Tierra como ama y respeta a su propia madre" (Vivo, 2019). Leonardo
Boff advierte en esta misma línea “O cuidamos o pereceremos. […]Lo correspondiente al cuidado, en
términos políticos es la «sostenibilidad» que apunta a encontrar el justo equilibrio entre el beneficio
racional de las virtualidades de la Tierra y su preservación para nosotros y las generaciones futuras.” (Boff,
El ethos que cuida, 2003). El papa Francisco en la encíclica Laudato Si, se hace eco es esta realidad: “El
cuidado de los ecosistemas supone una mirada que vaya más allá de lo inmediato, porque cuando sólo se
busca un rédito económico rápido y fácil, a nadie le interesa realmente su preservación. Pero el costo de
los daños que se ocasionan por el descuido egoísta es muchísimo más alto que el beneficio económico que
se pueda obtener” (Francisco, 2015).
La tierra como objeto de cuidado es una preocupación actual acuciante para muchos. Para algunos la
preocupación es de vida o muerte sobre su propia supervivencia actual. Millones de personas hoy están
ligadas de modo vital a este deterioro de la naturaleza para ellos la supervivencia del planeta es
directamente proporcional a su propia supervivencia. Para otros, es igualmente acuciante, frente a las
futuras generaciones y la supervivencia de la especie humana en el planeta.
Volvamos la mirada a la idea que nuestros ancestros captaron en el culto a la Pachamama. Ver a la tierra
como madre, como sujeto activo de cuidado. La tierra es madre en cuanto dadora y sostén de la vida.
Nosotros los seres humanos somos fruto de esta fuerza generativa de la tierra, nuestro cuerpo vuelve al
polvo porque de él ha sido tomado. Comprender nuevamente nuestra relación vital con la tierra, con el
cosmos; volver a experimentar el ser fruto de esta energía generativa al modo como nuestros
antepasados comprendieron su unión a ella, es religarnos con el cuidado de nuestra madre tierra. Este es
un desafío epocal ya que la técnica media en nuestra relación con la naturaleza. Hoy es imprescindible
establecer una nueva alianza con la madre que nos cuida y cobija, existen millones de personas para las
que la realidad de lo natural, de lo vivo está muy lejos de sus experiencias cotidianas. Son millones de
personas que habitan las grandes urbes lejos de la experiencia de lo natural; y nuevas generaciones para
las que la naturaleza es extraña y desconocida -muchas veces vivida como amenaza-. Cómo
experimentarán el cuidado y la acogida de su madre si ella cada vez es más lejana y extraña.
Esto es importante ya que nuestra experiencia con la naturaleza conforma nuestra experiencia con
nuestro propio cuerpo y se liga con nuestra identidad. Tenemos que recuperar la femineidad de nuestro
pensamiento acerca de la naturaleza. Lo femenino exalta la estética y contemplación de la belleza de la
naturaleza, y se antepone a los cálculos de utilidad. Lo femenino de nuestra contemplación natural
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sintoniza con la fuerza vital, la energía cósmica que sostiene todo, contempla lo espiritual de la
materialidad. Es convertirnos cada vez más en madre que en padre responsable del sostenimiento6.
El cuidado de la naturaleza nos reclama un nuevo modo de estar en el mundo. Para nuestros ancestros la
convivencia con la naturaleza era expresión de un modo de vivir consigo mismo y con los otros. Recuperar
estas ideas fuerzas no es un retorno a épocas pasadas. Nadie quiere volver a la época en la que no
teníamos energía eléctrica o un ordenador para escribir. Lo que se plantea es que debemos redescubrir
actitudes fundamentales del ser hombre y conjugarlas con nuestro modo contemporáneo de vivir.
Debemos permitir que lo nuevo surja, y surgirá a partir de la crítica del modo actual por las actitudes
olvidadas o depreciadas. Una de estas dimensiones olvidadas es lo femenino como lo venimos
planteando, pero hay otras: la hospitalidad, la comensalía, el conversar… Si atendemos a ellas veremos
que nos remiten a la relación de uno mismo con los otros.
Cuidarnos y cuidar
El ser humano es individualidad personal y social. La sociabilidad no es un agregado sino forma parte
constitutiva de su ser. Al atender, reflexionar sobre el cuidado como actitud ética es necesario tener en
cuenta esta realidad. “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado,
que también os améis unos a otros. 35 En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor
los unos con los otros”. (Jn 13,34-35) “Cuando amamos, cuidamos, y cuando cuidamos, amamos. Por eso
el ethos que ama se completa con el ethos que cuida” (Boff, El ethos que cuida, 2003) .El mandamiento
del amor cristiano nos centra en estas dos dimensiones amar/cuidar a uno y a los otros. Pero ¿Qué alcance
tiene? Vamos a reflexionar sobre el cuidarnos a nosotros y luego concluiremos con el cuidado de los
otros. Advirtamos que cada una de estas dimensiones no se dan por separado, de cómo nos cuidemos se
desprenderá nuestro cuidado de los otros y del planeta y viceversa.
Cuidado en primera persona
Cuidar de uno mismo es cuidar del propio cuerpo, de su psique y de su espíritu. Cuidar del propio cuerpo
es algo que la sociedad moderna ha puesto en relevancia. La extensión de la longevidad y la baja en las
tasas de mortalidad es una preocupación constante de nuestra cultura7. También el cuidado de la salud
física lo es, pero muchas veces es vista como una responsabilidad personal, individual que genera un
cierto desequilibrio frente al límite de la edad o de la enfermedad. Cuidar del propio cuerpo supone en
primer lugar aceptarlo y mantenerlo vinculado –no como algo adherido al yo que se hace sentir cuando
molesta-.
Amar el propio cuerpo es también mantener una estética sobre el como expresión de la interioridad y
como vínculo comunicativo con los otros. La estética y sus criterios son manipulaciones culturales sobre
el propio cuerpo y el cuerpo de los otros8. Una estética comunicativa es la que permite expresar quién
soy, qué es lo que quiero, y cómo me relaciono con los demás. La amenaza de la cultura actual del
consumo es dejarnos centrados en el propio cuerpo dejarnos atados a un “culto al cuerpo2 y a la imagen”;
reduciéndonos a la exterioridad y despreciando dimensiones interiores. “Tales personas son víctimas de
una cultura que no cultiva el cuidado propio de cada fase de la vida, con su belleza y luminosidad, y
6
De ningún modo las reflexiones acerca de lo femenino es privativo del ser mujer, y menos se quiere relegar a la mujer a un rol
pasivo. Lo femenino es una fuerza unificadora y necesaria, olvidada en el discurso racional de corte eminentemente masculino
que privilegia la adquisición y la utilidad de la realidad.
7
En Argentina la tasa de mortalidad infantil disminuyó de 9,7 por mil nacidos vivos en 2016 a 9,3 en 2017, lo que representó
una reducción de 514 defunciones de niños menores de un año. (Ballarino, 2019)
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No hay cuerpos despreciables, inútiles, la cultura posmoderna con su concepción de lo útil se presenta como la mayor
enemiga del cuerpo cuando se presenta como límite.
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también con las marcas de una vida vivida que dejó estampadas en el rostro y en el cuerpo las luchas, los
sufrimientos y las superaciones” (Boff, El cuidado necesario, 2012).
El cuerpo es expresivo del psiquismo personal. Él también es sujeto de cuidado. No es intención elaborar
un estudio del psiquismo humano9, simplemente me limitaré a mencionar dos grandes tareas que hacen
al cuidado de la propia psiquis: acogerse en toda la dimensión humana y la construcción de la síntesis
personal.
Asumir toda la dimensión humana significa la tarea continua de conjugar nuestra racionalidad
(femenina/masculina), con nuestras pulsiones. Reconocernos seres pulsionales nos será para negarlas o
reprimirlas, ni para liberarlas sin freno, recocerse pulsionales es darle a cada cosa el lugar que se merece.
Racionalidad y pulsión es un equilibrio constante y nunca acabado. Están muy lejos de favorecer una
síntesis personal aquellas posturas que predican la represión o la exacerbación de lo pulsional. El
conócete a ti mismo, aforismo griego escrito en el templo de Apolo en Delfos, supone un continuo
equilibrio de estas fuerzas naturales del psiquismo humano. Equilibrio que el ser humano está llamado a
construir. Esta síntesis personal es dinámica, es fruto de un esfuerzo constante de atención sobre uno
mismo y sobre los puentes de relación con los otros y el mundo. Puentes que se establecen a través del
lenguaje, la convivencia, la sociabilidad y la política. Es la constante ocupación de construir un centro,
alimentarlo con la reflexión, con interiorización, con meditación, con hacerlo disponible para sí mismo
(Boff, El cuidado necesario, 2012)10.
Por último esta dimensión de interioridad abre a lo espiritual, a la vida espiritual. Vida que no se agota en
la religión como institución. La espiritualidad humana es una apertura a la trascendencia. Esta capacidad
de trascendencia nos liga con el Todo. Es vivir concretamente la trascendencia que no permite que nos
dejemos atrapar por ninguna realidad concreta, que no es no comprometerse, ni vivir a tres centímetros
del suelo sin que nos llegue la realidad. Es asumir con seriedad las responsabilidades e ir más allá de ellas;
no hundirse en ellas.
Espiritualidad que brota del Centro personal escuchado, alimentado y meditado. El espíritu se nutre del
silencio, de la reflexión, de las conversaciones sinceras, de la escucha de otro, del compartir… la
espiritualidad nos pone en sintonía con el Misterio y con Dios. Toda religión nace de una experiencia de
comunión con lo trascendente, con Dios. “La religión ha ejercido siempre en la historia esta función de
anclar a las personas en significados trascendentes que lanzan alguna luz sobre los dramas humanos y
abre la perspectiva de una vida que va más allá de la vida. Cuidar de su interioridad, condición de paz
interior y de superación del sentimiento de soledad y de abandono” (Boff, El cuidado necesario, 2012).
El cuidado político
El hombre, diría Aristóteles, es Zoon politikón, un animal político que organiza su vida con otros en la
sociedad. Vivir con otros no es simplemente un estar con, sino involucrarse con el otro. Este
9
Para captar la envergadura de lo que llamo psiquismo humano se puede consultar Bleichmar, S. (2011). La
construccion del sujeto ético. Buenos Aires: Paidós.
10
“C.G. Jung sugiere que cada cual procure generar un Centro fuerte, un Self unificador que tenga la función que tiene el sol en
el sistema solar. Este consigue atraer en torno a sí a todos los planetas, desde los más áridos como Saturno a los más vitales
como la Tierra. Sateliza todo de forma armoniosa, y así surge el sistema solar con toda su elegancia y belleza” (Boff, El cuidado
necesario, 2012)
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involucramiento es ante todo afectivo, y por lo tanto objeto de cuidado. Cuando hablamos de los otros lo
hacemos como cercanos, como lejanos y como extraños.
Los cercanos son la familia y los amigos, son aquellos con los primeros que nos relacionamos. Cuidar de
ellos es cuidar sus cuerpos, su psique y su espíritu. El cine suele ser un termómetro de lo que nos pasa.
Hay una gran cantidad de producciones cinematográficas que giran en torno a las relaciones familiares y
afectivas, van de las comedias hasta los dramas. Hay como unos denominadores comunes en muchas de
ellas: la dificultad para establecerlas o mantenerlas, el quiebre de la familia, la pobreza como
impedimento, la falta de madurez, no tener tiempo para lo importante… todo da cuenta que la realidad
de la relaciones con los otros es un tema de cuidado en todas sus aristas (prevención, reparación y
fortalecimiento). Nuestro incremento en la capacidad comunicativa (tecnológica) no fue acompañado por
una profundización de las relaciones humanas. Estar informados no es necesariamente estar
comunicados. La construcción de los lazos afectivos, reparar las relaciones deterioradas, establecer los
diálogos evadidos implica esfuerzo, trabajo y dedicación, en definitiva cuidado. Ocuparse de los otros es
cuidar a los lejanos y a los extraños, a aquellos que no conocemos pero que cotidianamente entramos en
contacto con ellos (el colectivero, el guardia de seguridad, aquellos con quienes camino en la calle o
comparto un ascensor, la sala de un hospital, o la plaza). Cuidar de ellos se traducirá en el cuidado de lo
público y de las relaciones políticas.
En la ciudad en la que vivo hay un estilo de conducción que claramente descuida al otro: no se cede el
paso en una esquina, no se respeta la senda peatonal, los peatones cruzamos mal las calles, ruidos
bocinazos, circular sin casco, o alcoholizado. Hace 37 años sufrimos una guerra en la cual murieron 649
jóvenes soldados de entre 18 y 20 años, pero año a año enterramos el equivalente a once guerras y no
aprendemos a cuidarnos11. Estamos descuidando a los otros, nos descuidamos…
Cuidar lo público es defender y promover las instituciones públicas, establecer relaciones política sanas.
El mundo está envuelto en una red de interdependencias a distancias intercontinentales, conectado a
través de unos flujos e influjos de bienes y de capital, de información e ideas, de personas y de fuerzas,
así como de sustancias potencialmente perjudiciales para el ambiente y la biosfera...
El incremento de la libertad individual muchas veces coincide con el incremento de la impotencia12
colectiva. Esta impotencia colectiva crea una conciencia de que poco podemos cambiar del mundo, o de
la manera en que es manejado; y, si fuéramos capaces de producir un cambio, éste sería fútil. Existe una
dificultad para traducir las preocupaciones privadas en temas públicos e, inversamente, para discernir en
las preocupaciones privadas temas de preocupación pública. Los problemas no llegan a constituirse, por
falta de condensación, en causas colectivas, porque los puentes entre la vida pública y la vida privada
están desmantelados o ni siquiera fueron construidos alguna vez. Al carecer de vías de canalización
estables, nuestro deseo de asociación tiende a liberarse en explosiones aisladas y de corta vida, como
todas las explosiones. Por otra parte, los mandatarios de los países quedan atrapados entre las
expectativas de sus electores y las imposiciones de los núcleos de poder, cuya última correa transmisora
suele ser el Fondo Monetario Internacional. La creciente globalización acarrea la necesidad de articular
derecho internacional y los sistemas jurídicos estatales, estableciendo una jerarquía entre las normas que
11
Según “Luchemos por la Vida”, en 2017 hubo 7.213 muertes por accidentes de tránsito en el país (Luchemos por la vida, s.f.)
Esta impotencia es fruto también de lo que sostiene Bauman acerca de la relación entre el sujeto político actual y el Estado:
“Una vez que el Estado reconoce la prioridad y la superioridad de las leyes del mercado sobre de las leyes de la polis, el
ciudadano se transmuta en consumidor, y un consumidor «exige cada vez más protección y acepta cada vez menos la necesidad
de participar» en el funcionamiento del Estado” (Bauman, En busca de la política, 2002)
12
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admitan las asimetrías entre los distintos pueblos de acuerdo con sus características propias (cultura) y
su trayectoria histórica, para que la globalización no sea una nueva excusa de dominación.
Cuidar a los otros hará que nos preocupemos y ocupemos por generar y fortalecer las asociaciones
sociales (cooperativas, escuelas, sociedades barriales, centros vecinales, etc.) como puntos de encuentro
y generación creativa de los puentes entre lo público y lo privado. El cuidado demanda, también, la
formación política, porque son los ciudadanos activos quienes hacen posible el cuidado en una sociedad.
En América Latina frecuentemente este anhelo de participación termina confundido con movilizaciones
de los marginados que alimentan nuevas formas de populismo tiránico (Retamozo, 2017). Cuidar incluirá
compartir responsabilidades entre gobiernos electos y actores de la sociedad civil o del mercado,
determinando una nueva forma de ejercer el gobierno.
El peligro a evitar es la ética de kamikaze13, es el peligro en la dimensión social del que lucha “solo”
creyendo que con su solo esfuerzo las cosas cambiarán. En general este tipo de actitudes termina en la
desilusión y el desencantamiento de posibilidad de mejora. Como dicen The Beatles en la canción Hey
Jude: “Don’t carry the world upon your shoulders” (No lleves el mundo sobre tus hombros) (Beatles, 1968),
cuidar a los otros no es cargar el mundo a los hombros cual Atlas. Cuidar de los otros es cargar sobre
nuestros hombros aquello que sí podemos hacer: dialogar, asociarnos, hospedar, participar, unirnos en
asociaciones, y, las mil y un formas, que el cuidado concreto va a ir tomando.
El cuidado político debe atender de un modo especial a los refugiados, inmigrantes y pobres de este
mundo. La lógica del mercado imperante junto a la razón técnica han generado millones de personas
marginadas: mil millones de pobres en el mundo14 y 196 millones de personas viven en un país que no es
el de su nacimiento. Solo una actitud global de cuidado y hospitalidad hacia los otros extraños,
provenientes de otras culturas, podrá prevenir grandes masacres y hambrunas. Nadie habla del litoral
bangladesí justo al norte de Chittagong, donde se embarrancan y desmantelan barcos de todo el mundo
(Toro & Boff, 2009). Se han talado 12 kilómetros de manglares para dejar sitio a las instalaciones de
desguace, cada una de las cuales suele ocupar apenas el espacio suficiente para que quepa un barco
grande. En esta costa hay actualmente unos 80 astilleros de desguace funcionando, y cada año aparecen
más. La edad mínima exigida por ley para trabajaren los astilleros de desguace es de 14 años. Los patronos
prefieren trabajadores jóvenes porque salen baratos, conocen menos los peligros y con sus cuerpos
pequeños pueden acceder a los lugares más difíciles de los barcos (Geographic, 2014). Es necesario poner
estos temas en la agenda pública a nivel mundial. Para afrontar los problemas de fondo, que no pueden
ser resueltos por acciones de países aislados, es indispensable un consenso mundial (Francisco, 2015).
Conclusiones:
Al final del recorrido volvemos al sonido de las alarmas. Ellas son parte del cuidado porque nos ponen
frente a la amenaza, nos advierten de un peligro real, inminente. No escucharlas es inmoral y tendrá
siempre consecuencias negativas para el hombre15. La racionalidad que deja de lado lo femenino del
13
El término kamikaze de origen japonés, fue utilizado originalmente por los traductores estadounidenses para referirse a los
ataques suicidas efectuados por pilotos de una unidad especial perteneciente a la Armada Imperial Japonesa contra
embarcaciones de la flota de los Aliados a finales de la Segunda Guerra Mundial.
14
La mitad de los 1300 millones de pobres en el mundo son niños (ONU, 2018)
15
El vuelo 3142 de Líneas Aéreas Privadas Argentinas (LAPA), se estrelló en el Aeroparque Jorge Newbery de
la Ciudad de Buenos Aires el 31 de agosto de 1999 a las 20:54 (hora local), cuando despegaba hacia la ciudad
de Córdoba. La Junta de Investigaciones de Accidentes de Aviación Civil (JIAAC) estableció que la "causa inmediata"
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pensamiento humano lleva a la exacerbación de lo útil, del rédito y la ganancia como parámetros
valorativos de la realidad. Ponderar lo femenino abre un modo de comprender el mundo de modo
diverso, holístico. Podrá pensar al ser humano en su ambivalencia, vivir sin garantías, sin esperar una
sociedad perfecta, al igual que un ser humano perfecto, porque no es una posibilidad viable. Lo femenino
nos descentra del pensamiento de la justicia para situarnos en el cuidado que nace de reconocer la
vulnerabilidad y ambivalencia humanas. Vivir sin garantías nos hace cuidadosos.
El del cuidado lo referimos a tres acciones: preocupación, precaución y reparación, y lo aplicamos a la
tierra (Pachamama) a unos mismo y a los otros -como objetos del cuidado individual pero también como
cuidadores en cuanto a sociedad-. El cuidado nos reclama un nuevo modo de estar en el mundo, de
establecer relaciones entre nosotros. Escuchar las alarmas es despertar y alzarse para caminar hacia un
mundo de relaciones (personales-sociales-internacionales) que dejen de lado la lógica que para ganar
otro debe perder, y, cambiarla por la lógica de que todos podemos ganar porque hay para todo y en
abundancia. Despertar al cuidado es hoy atender a grandes masas de seres humanos (otros lejanos y no
tanto) que están excluidos. Despertar el cuidado implicará repensar temas como la hospitalidad, la
comensalía, el desarrollo, la participación, la ciudadanía y la eco conservación de nuestra madre en esta
realidad global que apenas comienza. Hay urgencias que requieren de una atención decidida, es el
reclamo de muchos seres humanos que hoy sufren por estar del lado del globo “que no importa”, que
son “invisibles” e “insonoros”. Donde esté nuestro corazón estará nuestro tesoro, solo cuidamos lo que
amamos, y lo cuidamos mientras lo amamos.
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del accidente fue la desatención intencional de la alarma que indicaba la omisión de extender los flaps para permitir
el despegue de la nave. En el “incidente” fallecieron 65 personas.
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