Cuento. Alberto - Colegio Ruiz de Luna

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LA PRINCESA QUE QUERÍA VOLAR COMO UN ÁGUILA
Hace muchos años existía un pequeño país llamado Iberia. Estaba
gobernado por un rey que vivía con su hija, la princesa Susana.
Cuando la princesa era muy pequeña, su madre murió en un accidente
de caballo mientras viajaba para visitar a su abuela que residía en otro
país. Su padre sintió tanto la pérdida de su esposa que temeroso de que le
ocurriera algo malo a su hija, no la dejaba salir del castillo.
Poco a poco la princesa fue creciendo y se convirtió en una adolescente
que soñaba con viajar y conocer otros lugares, pero su padre no se lo
permitía, ni siquiera podía ir a pasear. Así pasaba las horas mirando por la
ventana de su habitación intentando imaginar cómo se viviría fuera del
castillo.
Veía a los campesinos cultivar los campos, a los caballeros entrenar para
ir a las batallas y a los sirvientes entrando y saliendo del castillo para
proveerse de alimentos. También le gustaba observar a los animales, pero
sin duda el que más llamaba su atención era el águila. Le gustaba inventar
historias en las que ella podía volar como el águila y observar todo desde
el cielo, los campos, los ríos… Era tanta la admiración que tenía por ese
animal que todos los días deseaba convertirse en una y siempre se repetía
la misma frase: “Ojalá pudiera ser un águila y volar libre para conocer
mundo!”
Una noche, mientras miraba las estrellas desde la ventana de su
habitación, observó una estrella fugaz e inmediatamente pidió su
deseo; entonces comenzó a sentirse rara y muy ligera, empezó a volar y
salió por la ventana. Su deseo se había hecho realidad, era un águila, ¡un
águila imperial! Voló toda la noche, era una sensación magnífica, se sentía
libre por primera vez. Cuando amaneció seguía volando y las vistas aun
eran más maravillosas. Pero no todo era tan bueno, mientras seguía
volando observó a un grupo de hombres armados con arcos, flechas y
otros utensilios para la caza que comenzaron a disparar y casi
consiguieron su objetivo. Después de este tremendo susto, bajó a un
pequeño arroyo para beber agua, pero alguien había echado veneno y al
probar el agua notó un sabor raro y comprobó que allí mismo había otro
águila como ella que tras probar el agua había muerto.
¡Qué sola se sintió! Cayó la noche y empezó a comprender que ser un
águila no era tan bonito como parecía. Todo estaba lleno de peligros y
que en cualquier momento podría morir.
Mientras se acordaba de su padre vio otra estrella fugaz y deseo estar
allí con él. Y su deseo se hizo realidad. Amaneció dentro de su cama y a
salvo de todo peligro. Su padre no se lo podía creer, su pequeña niña
había vuelto a casa, comprendió que no era bueno protegerla tanto y
poco a poco fue dándola más libertad.
Nuestra princesa viendo todos los peligros que tenían para poder vivir
esas maravillosas aves, convenció a su padre para que en su país se las
protegiera prohibiendo que se las cazara y que se utilizara veneno en los
campos. Y así el águila pasó a ser el animal más representativo de su país.
Estaba en los escudos, banderas, y toda clase de objetos que
representaban a Iberia.
ALBERTO TOVAR PAVÓN
1º ESO
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