Subido por Josep Magraner

Culto a Cibeles

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UN NOVICIO DANZANTE DE ATTIS Y CIBELES EN EL SUPREMO ACTO DE
EMASCULACIÓN EN HONOR DE LA MAGNA MATER, OTRAS PIEZAS MÁS Y ... NOTAS SOBRE ... BÓVEDA
Museo das Mariñas (de Betanzos) (IV)
Un novicio danzante de Attis y Cibeles
en el supremo acto de emasculación en honor de la
Magna Mater, otras piezas más
y algunas notas sobre
Santa Eulalia de Bóveda
ALFREDO ERIAS MARTÍNEZ*
Sumario
En este trabajo se estudian tres piezas de la Colección Seoane del Museo das Mariñas, ligadas al culto
de Cibeles y Attis, sobre todo un exvoto que representa a un novicio danzante en el acto de
autoemasculación en honor de la diosa. Y, con tal motivo, se hace un recorrido por esta religión a
través de su festival llamado Megalesia o Attideia y se alude al templo de Santa Eulalia de Bóveda en
Galicia, dedicado en época romana a Cibeles y Attis.
Abstract
In this work we study three pieces from the Seoane Collection in the Museo das Mariñas, linked to the
cult of Cibeles and Attis, especially a votive offering that is a novice in the act of self-castration in
honor of the goddess. It becomes a tour of this religion through its festival called Megalesia or
Attideia and alludes to the Temple of Santalla de Bóveda in Galicia, dedicated to this religion in
Roman time.
A
medida que Roma entraba en contacto con Grecia, Oriente y el Norte de África, las
religiones mistéricas procedentes de ese mundo penetraban también en Roma,
con todo lo que eso supuso. Y esto ocurre fundamentalmente desde los siglos
III y II aC, abarcando todos los aspectos de la vida: políticos, sociales, artísticos, etc.
En los misterios de las distintas religiones se hacía una teatralización solamente para
los adeptos, que tenía la misión de mover su ánimo desde la angustia más honda, con
apariciones terroríficas y otras truculencias, hasta la alegría más absoluta; desde las tinieblas
a la luz: por eso era común la utilización de cuevas. Los distintos rituales en los que los
adeptos participaban directamente, experimentando un proceso iniciático, eran un camino
de descubrimiento personal a través de escenas metafóricas (misterios) que debían alumbrar
la conciencia. Los misterios, por consiguiente, no se explicaban, sino que se experimentaban,
con todos los riesgos que eso llevaba consigo, porque el aspirante a ser admitido como
miembro de una de estas religiones tenía que pasar una serie de pruebas difíciles y
angustiosas que, junto con informaciones intelectuales y, sobre todo, emocionales, lo
deberían llevar a identificarse con la deidad.
Estas religiones parecen tener su lejano origen en el Neolítico y muy especialmente en
el antiguo Egipto con los dioses Isis, Osiris, Serapis y Anubis. Isis y Osiris dieron lugar a
los misterios órficos, eleusinos y samotrácicos. En Grecia, ya en el s. VII aC se documentan
los misterios de Eleusis, alrededor de Deméter y Perséfone. Otros cultos que entran en
* Alfredo Erias Martínez es licenciado en Geografía e Historia y doctor en Historia del Arte por la
Universidad de Santiago de Compostela, director del Anuario Brigantino, del Museo das Mariñas y
archivero-bibliotecario municipal de Betanzos. <http://anuariobrigantino.betanzos.net>, <http://
hemeroteca.betanzos.net>, <http://archivomunicipal.betanzos.net/>, <http://www.alfredoerias.com>
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esta categoría son los de Dionisos y las
bacantes, además de los de Core y Triptolemo. El culto a Dionisos, asimilado a Baco,
penetrará en Roma poco antes del 186 aC,
año en el que será prohibido por sus
excesos, para volver de nuevo a la luz
pública en época de César. En los misterios
Fig. 2.- «Pietra elagaba- báquicos el acto culminante de los rituales
Fig. 1.- Piedra Negra
lium» (moneda de consistía en descubrir la criba sagrada y su
sobre el altar de PesiEmesa) en el templo contenido: el falo y el huevo místico.
nunte, principal sanEl éxito de estas religiones en Grecia
del Palatino
tuario de Cibeles
en Roma. después de la muerte de Alejandro es
en Anatolia.
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debido a que el adepto participa directamente en los ritos mistéricos y en los
consiguientes secretos que llevan a las
promesas de protección y felicidad de
cuerpo y alma en una vida ultraterrena. Y en
este proceso también entraron Hermes
Trismegisto y Asclepio (de origen egipcio,
pero helenizados) y las deidades frigias,
Cibeles, Attis, Sabacio y Mitra. La expansión
Fig. 3- Cibeles llega en barca
de estos cultos partirá de Grecia y llegará a
desde Pesinunte a Roma.
todo el imperio romano, aunque Augusto lo
Museo Antiquarium Ostiense.
había intentado evitar, con evidente poco éxito.
Es cierto que los romanos, en principio,
rechazaron estas religiones mistéricas extranjeras que denominaban superstitio, por
considerar que deshonraban la religio tradicional de sus antepasados. Por eso los mejores
propagadores fueron los esclavos, los militares y los mercaderes, reforzando este proceso
la caridad mutua y la ayuda a los iniciados, sin olvidar el papel protagónico y atractivo de
la música y la danza en sus rituales públicos. Otro aspecto que favoreció esta propagación
fue el sincretismo, por el que se asimilaba una deidad extranjera a otra local. Y cuando la
popularidad de estos cultos era evidente, los políticos de finales de la República también
se sumaron al proceso, edificando templos, como fue el caso de MarcoAntonio, Augusto
y Lépido, que los dedicaron a los dioses egipcios Isis y Serapis. (Blázquez & GarcíaGelabert, 1990:139-144). Por último, en la crisis del s. III, pulularán en Roma tal cantidad de
religiones y tendencias filosóficas que la gente participará al mismo tiempo en muchas de
ellas, no siendo extraño que en un epitafio aparezcan unidas expresiones como estas:
«sacerdote de Isis», «pontífice del Sol», «hierocérix de Mitra», «hierofante de Hécate» y
«archibúcolo de Líber» (Seston, 1985).
CIBELES
En el 204 aC., en plena Segunda Guerra Púnica, y siguiendo una profecía de los libros
sibilinos e incluso del Oráculo de Delfos, que decía que serían expulsados de Italia los
cartagineses de Aníbal cuando se trajera a Roma la gran Diosa Madre, Cibeles, los romanos
enviaron una comitiva a Pessinus con el objetivo de traer el pequeño betilo cúbico y negro
(la «Piedra Negra» sagrada llamada Kubele), un meteorito identificado con Cibeles (que
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Fig. 4.- Pátera (recipiente sagrado para libaciones, generalmente con vino) de plata de Parabiago
(s. IV dC, época del emperador Juliano) en la que vemos simbología asociada al culto de Cibeles
y Attis. En un carro de plata, tirado por leones,Cibeles y Attis. Rodeándolos, danzantes ( «galli» o
«coribantes» de Cibeles, o «curetes» de Rhea) automutilándose. Frente a ellos, Atlas soporta a
Aillón o al Genio del Año, que gira la rueda de las constelacións para subrayar el papel de Cibeles
y Attis en la preservación de los ciclos naturales de vida, muerte y resurrección. Una columna con
gran serpiente enrollada, sobre pedestal escalonado, quizás aluda a Pitón, hija de Gea, la Madre
Tierra griega, nacida del barro, que quedó en la tierra después del gran diluvio; pero también
puede referirse al dios griego Asclepio o Esculapio (devolvía la vida a los muertos), que se
representa con un báculo en el que se enrolla una gran serpiente: nos hablaría, por tanto,
emblemáticamente, de la resurrección cíclica de la vida, después de la muerte invernal, que
consigue en primavera Cibeles y Attis.
Arriba, el Sol, Apolo (Sol Invictus), ascendiendo, tirado por un carro de caballos. Al otro lado la
Luna, Selene, descendiendo, en carro tirado por bueyes blancos. Ángeles que alumbran el camino
van delante de los dos carros. Abajo, Océano, una procesión dionisíaca o báquica, las Nereidas...
Se trata de una imagen de regeneración cíclica con las fuerzas divinizadas de tierra, cielo y agua
en juego. Aquí, el centro de todo está en la tierra, representada por la «Magna Mater», Cibeles,
acompañada del imprescindible Attis. Museo Archeologico de Milano. Foto: Giovanni Dall'Orto <https://commons.wikimedia.org>
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tomó de él su nombre), diosa de raíz indoeuropea, honrada en buena parte del mundo antiguo.
Y precisamente, el centro de su culto estaba en el Monte Dindymon, en Pessinus o Pesinunte
(Galatia, Anatolia), lugar donde cayera el meteorito. Cinco quinquerremes escoltaron a la diosapiedra en su viaje a Roma (figs. 1-3) y de ese viaje se cuentan varios prodigios. En principio se
ubicó en el templo de la Victoria, pero más tarde pasó a su propio templo en el Palatino,
consagrado el 9 de abril de 191 aC (Tito Livio 29,10, 4-11, 8 y Ovidio, Fast. 4, 247-328).
Con Cibeles también llegó el culto de Attis y, con él, los sacerdotes llamados galos,
galli, o coribantes, literalmente ‘eunucos’, que fueron confinados en el recinto sagrado,
puesto que a los romanos no les gustaban las mutilaciones corporales, como tampoco a
los griegos. Para Frazer los sacerdotes eunucos personificaban amantes divinos (como
divino era su modelo Attis) que debían llenarse de energía vivificadora que transmitirían a
la diosa para regenerar la vida. Eran parecidos a los galloi de la diosa Artemisa en su
templo de Éfeso o a los sacerdotes de Atargatis (‘la Madre’), nombre compuesto de
Astarté y Anat, que se documenta en Palmira, Dura Europos, Ascalón y Mesopotamia.
Los galli procedían de Asia Menor y hasta el s. I los romanos no podían acceder a este
sacerdocio, pero el emperador Claudio levantó la prohibición. Mucho más tarde, a partir
del edicto de Tesalónica de Teodosio, del 380, serían perseguidos junto con los sacerdotes
de otras deidades, y sus templos, escritos y demás fueron destruidos:
... creemos en la divinidad única del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo bajo el concepto de igual
majestad y de la piadosa Trinidad. Ordenamos que tengan el nombre de cristianos católicos
quienes sigan esta norma, mientras que los demás los juzgamos dementes y locos sobre los que
pesará la infamia de la herejía. Sus lugares de reunión no recibirán el nombre de iglesias y serán
objeto, primero de la venganza divina, y después serán castigados por nuestra propia
iniciativa que adoptaremos siguiendo la voluntad celestial (edicto de Teodosio, 380).
La religión de la Madre Idea-Rhea-Cibeles (identificada también con Gaia o Gea, Ops,
Ceres, Deméter...), como integrante del conjunto de religiones mistéricas, constituyó una
renovación religiosa para uno nuevo tiempo político. Los decemviros recomendaron este
culto por tres razones: 1) religiosas, para obtener la protección de una gran diosa, la
Magna Mater, madre de los dioses; 2) políticas, porque consideraban a la diosa un
complemento esencial para la diplomacia senatorial; y 3) raciales, por proceder de Asia
Menor, donde se ubicaba la mítica Troia, de la que el pueblo romano se consideraba
heredero (Graillot, 1912: 43-44).
antes de finalizar la república, los romanos estaban familiarizados con los emasculados
sacerdotes de Atis, los Galli. Estos seres epicenos [a caballo entre uno y otro sexo], con sus
trajes orientales y con sus dijes de imaginería sobre el pecho, eran vistos con frecuencia, al
parecer, por las calles de Roma, que recorrían en procesión con la imagen de la diosa y
cantando sus himnos al son de tambores y platillos, cuernos y flautas, mientras el público,
impresionado por el espectáculo fantástico y excitado por el salvaje estrépito, les daba
abundantes limosnas y anegaba a la diosa y a sus porteadores bajo una lluvia de rosas
(Frazer, 1890/1998: 403-404).
Cibeles personificaba la Naturaleza, la fertilidade de la tierra, las plantas y los animales
(«Señora de los Animales», especialmente de los leones y de las abejas), siendo también
diosa de las cavernas y de las minas, de las montañas, de las murallas y fortalezas. Ella
mostró a los hombres la manera de trabajar los metales. Es la única diosa que existe por sí
misma, pues no tiene madre, al ser ella la Gran Madre. Se representa con ropas frigias y
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corona mural, portando las llaves que abren todas las
puertas de acceso a las riquezas terrestres. En ocasiones
va en un carro como símbolo de superioridad sobre
todos los seres, incluidos los leones, que tiran del carro
y que en otros casos flanquean el trono de la diosa.
Según Ovidio en las Metamorfosis (X, 570-704),
Hipómenes (o Melanión) compitió con Atalanta en una
carrera por la mano de ésta. Hipómenes tiró al suelo unas
manzanas de oro que distrajeron a Atalanta y por eso
perdió. A partir de ahí se unen los amantes en el recinto
sagrado de Cibeles, pero ésta los castigo convirtiéndolos
en leones que tendrían que tirar siempre de su carro.
El período más esplendoroso de esta religión comienza
con Augusto, llegando en poco tiempo a destronar a la
mayor parte de los dioses romanos. Domiciano, Trajano,
Adriano y Diocleciano dedicaron numerosos templos y
aras a esta diosa, peroAntonino Pío, Cómodo y Heliogábalo
fueron especialmente entusiastas hasta el punto de que
este último llegó a ejercer de arcigallus en los misterios de
la diosa, se hizo llamar como ella y se paseaba por Roma en
un carro de plata tirado por dos leones.
Fig. 5.- Cibeles de la Carlsberg
Glyptotek de Copenhague.
<commons.wikimedia.org>
ATTIS
Dice Frazer (1890/1998: 402-409) que Attis (o Córibas) era un dios de la vegetación que
nacía, moría y resucitaba todos los años, dentro del contexto cultural de Asia Menor. Es
muy similar al sirio Adonis, con el que se confunde a veces. En sus fiestas de primavera se
lloraba su muerte y se celebraba después su resurrección.
Uno de sus relatos míticos lo figura como un pastor muy hermoso, amado por Cibeles,
apareciendo unas veces como hijo y otras como amante de la diosa. Su nacimiento fue
milagroso. Según dice Pausanias, en una ocasión Zeus engendró sin darse cuenta en la
Tierra un ser sobrehumano, que era a la vez hombre y mujer (hermafrodita, símbolo de la
totalidad), muy violento (propio de los seres naturales) y fue llamado Agdistis. En otras
versiones había una roca, llamada «Agdo», en la que la Magna Mater dormía; Zeus
impregnando a la Magna Mater, dio la luz a Agdistis, un genio de forma humana, pero con
ambos sexos. Como sembraba el terror entre hombres y dioses, éstos le cortaron los
miembros sexuales (después de convertir Baco el agua del manantial donde bebía, en
vino) y de su sangre nació un almendro que daba almendras exquisitas o un granado
(símbolos de fertilidad). Hay que tener en cuenta que en la cosmogonía frigia el almendro
es la madre de todas las cosas, quizás, como dice Frazer, por ser sus flores rosadas las
primeras de la primavera, apareciendo en las ramas antes que las hojas. Nana cogió una de
estas almendras... y la puso en su regazo, quedando así preñada deAttis, que fue abandonado
y criado con la leche de un «macho cabrío» (Ruíz, 1996: 96). En algún relato Attis nace
directamente de la almendra. Y en otra versión, Nana pone en el regazo una granada que
había nacido de los genitales mutilados de Agdistis y a partir de ella surgirá el dios.
Hay dos mitos fundamentales para la muerte de Attis. El primero dice que fue matado
por un jabalí, como Adonis; recordemos con Frazer que cuando un dios es matado por un
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animal, fue antes ese animal (el jabalí es
fecundador mítico por excelencia), un paso
que se da desde el Paleolítico (forma animal)
al Neolítico (forma antropomorfa). El segundo
(asumido en Pessinos y contado por Ovidio,
Fastos, lib. IV) relata que murió desangrado
al cortarse el pene debajo de un pino,
convirtiéndose luego el dios también en un
pino.
Fig. 6.- Attis moribundo debajo de un pino, s. II.
Museo Ostiense (Ostia Antica). Foto: Sailko.
<commons.wikimedia.org>
... La leyenda de Atis es compleja. Según la
versión de Ovidio en los Fastos, Cibeles enamorada del adolescente, le hace prometer conservar para ella su virginidad. Pero el joven
falta a su promesa al entablar una relación
con una ninfa del río Sangario. La diosa se
venga haciéndole víctima de una crisis de locura por la que Atis, enloquecido, se automutila... (Ruíz, 1996: 96).
Hay otras leyendas de Attis. En una de ellas el hermafrodita Agdistis se enamora de él
y lo acompaña de caza, pero Attis será pronto destinado a casarse con la hija del rey,
provocando así la ira de Agdistis, quien hace acto de presencia el día de la boda,
enloqueciendo con su música a todos los presentes y también a Attis, lo que provoca que
éste se emascule debajo de un pino y muera. Arrepentido, Agdistis pide a Zeus que lo
resucite, pero éste hace solamente que su cuerpo sea incorruptible y que el dedo meñique
se mueva.
Según el poeta elegíaco Hermesianacte, que resume Pausanias, Attis, hijo del frigio
Calao y estéril de nacimiento, funda en Lidia los misterios de la Gran Madre. Zeus, enfadado,
envía a Lidia un gran jabalí que lo mata. Es ésta una variante de la historia de Attis, hijo del
rey Creso de Lidia, que cuenta Herodoto. Y aún no rematan ahí sus leyendas (Ruíz, 1996: 96).
EL FESTIVAL DE CIBELES Y ATTIS (MEGALESIA O ATTIDEIA) EN ÉPOCA IMPERIAL
Culto y sacrificio eran los pilares sobre los que se asentaban las fiestas de los dioses
y diosas en Roma, que se desarollaban a través de procesiones, de oraciones y de actos
sacrificiales que tenían como misión aplacar las fuerzas divinas. De su efectiva realización
dependía la siempre amenazada armonía entre los humanos y los dioses y que fueran
espantadas las enfermedades, las derrotas en las batallas, la mala suerte, los malos espíritus
(el siempre temido mal de ojo y otros), las catástrofes naturales, etc. Por eso, las nuevas
religiones mistéricas tendieron a una gran exageración en todos los actos de estos procesos
festivos, exageración que sin duda estaba también alimentada por el sentimiento de
competitividad entre unos y otros fieles de las distintas deidades (algo que aún hoy se
puede palpar entre las cofradías de la Semana Santa de ciertas ciudades españolas, por
ejemplo). En este sentido, el festival de Cibeles y Attis, llamado Megalesia, Megalensia,
Megalenses Ludi o Attideia, es uno de los ejemplos más emblemáticos y extremos que se
podían vivir en las calles de Roma y en cualquier parte del imperio. Y, sin duda, la vieja
Gallaecia en el finisterrae de aquel mundo, tampoco estuvo exenta de estas
manifestaciones, que se mezclaron de alguna manera con las heredadas de la cultura celta
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y, más tarde, con las nuevas que trajo el
cristianismo.
El mes de marzo (alrededor del aequinoctium
de primavera) estaba dedicado a la Magna
Mater, que recibía distintos nombres según
el lugar de celebración y que comunmente
conocemos por Cibeles. Pero hay que tener
presente que marzo (Martius: mes de Marte,
dios de la guerra y padre de Rómulo y Remo,
fundadores míticos de Roma) era el primer mes Fig. 7.- Attis emasculado y muerto. Relieve
encontrado en Saint-Bertrand-de-Comminges.
del año antes del calendario juliano, implantado
Musée Archéologique Départemental
por Julio César en el 46 aC, un dios al que se
de la Haute-Garonne.
dedicaba, en momentos públicos o privados
importantes, la suovetaurilia, sacrificio de tres animales machos, un cerdo (sus), un cordero
(ovis) y un toro (taurus), con el objeto de purificar la tierra (lustratio). Pues bien, este ritual
tendrá también un eco en el festival de Cibeles y Attis a través del taurobolium (sacrificio de
un toro) que, por otra parte, tenía paralelos en los cultos de Mitra y en otros más.
15 DE MARZO. La «Ceremonia de las cañas» (Canna intrat) iniciaba el ciclo festivo
en honor de Cibeles. Los protagonistas eran los cannofori, ‘portadores de cañas’, un
grupo especial de sacerdotes (galli) que componían un colegio religioso específico (de
ellos hay inscripciones tardías en Ostia, Milán, Sepino, Locri...). Llevando en las manos
cañas, hacían una procesión hacia el templo de la diosa en el Palatino, con posibles
significados diferentes (Cumont...): porque Attis había sido abandonado en el río divino
Sangarios, en una cuna hecha de cañas, y luego encontrado por Cibeles; porque, tan
pronto se emasculó, se escondió entre este tipo de vegetación y allí lo encontró desesperada
la diosa; incluso hay quien ve en las cañas un símbolo fálico en alusión a los falos
cortados, primero de Attis y luego, por imitación, de sus sacerdotes... Según creencias
populares, parece que esta ceremonia tendría conexión con antiguos rituales campesinos,
propiciatorios de la lluvia.
22 DE MARZO. Tiene lugar la «Ceremonia del árbol» (Arbor intrat o muerte de Attis).
Los adeptos se preparaban con siete días de antelación (a partir de la Canna intrat),
mediante un ayuno riguroso (Castus Matris, ‘Ayuno de la Madre’) y, a continuación, una
sección de los galli llamada dendrofori (una hermandad religiosa, la dendrophori magnae
deum matris, o congregación de porteadores de árboles de la Diosa Madre) llevaba en
procesión un pino recién cortado, desde el bosque próximo hasta el templo de Cibeles
donde lo trataban como a un dios (Frazer, 1890/1998: 404).
Este tipo de fiestas, portando vegetales (dendroforia), tuvo una gran importancia en
Grecia, especialmente en las procesiones en honor de Dionisos y Deméter, pero ahora ese
pino cortado tenía un significado místico muy concreto: representaba a Attis muerto, puesto
que se emasculó y murió por amor a la diosa debajo de un pino, en el que se convirtió. Por
eso, el tronco de este árbol era amortajado con bandas de tela blanca o de lana roja,
superponiéndose guirnaldas de violetas (de las que tendremos un eco gallego en Bóveda),
que se suponían brotadas de la sangre del dios. En el centro del tronco se ataba la estatua del
niño-dios Attis y la música fúnebre acompañaba la procesión (figs. 4-8). La importancia de
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este día es grande a partir del emperador Claudio, que incorpora el culto frigio del árbol
sagrado a la religión oficial de Roma y con él quizás los ritos orgiásticos de Attis (Frazer, 1890/
1998: 404). Y probablemente relacionada con estos acontecimientos religiosos tenía lugar este
mismo día, la Violaria, festividad en la que se llevaban violetas a los difuntos en Roma.
23 DE MARZO. Era el día de los funerales y de las lamentaciones por la muerte del dios
Attis, que incluía un concierto fúnebre con instrumentos de viento, especialmente
trompetas.
24 DE MARZO. «Día de la sangre» (Dies Sanguinis). Estaba envuelto en el sonido de
címbalos, redoble de tambores, trompetas, cuernos, flautas y danzas frenéticas, continuando
los funerales y lamentaciones por el dios Attis muerto. Coincidía con el Día de Belona
(originaria de Capadocia que tuvo presencia en Extremadura, en la P. Ibérica), diosa de la
guerra, en el que sus fieles se autolaceraban y herían, bebiendo luego la sangre sacrificial
para que la diosa les fuera propicia. Parece, por tanto, que hay un contagio de rituales
entre Belona y Cibeles, porque, al mismo tiempo, el arcigallus cortaba sus carnes con
trozos de cerámica y laceraba la piel con dagas, untando su sangre en el pino que
representaba a Attis muerto: de este modo actualizaba el sacrificio de Attis con su sangre
derramada, del que habían surgido las violetas, simbolizando la resurrección de la vida
toda en primavera.
Estas acciones del arcigallus eran imitadas por los sacerdotes, galli o coribantes, y
por los curetes, sacerdotes de Rhea, originarios de Creta (Talavera, 2004: 140 sobre un
texto de Lucrecio), que danzaban freneticamente alrededor de la diosa, zarandeando la
cabeza y tremolando el pelo hasta llegar al momento en que unos y otros se cortaban el
cuerpo con trozos de cerámica o se acuchillaban con navajas, dagas o espadas para
salpicar de sangre el altar y el árbol sagrado. Frazer (1890-1998: 404) cree que este rito
formó parte del llanto por Attis y podía tener como fin fortalecer al dios para su resurrección.
Lucrecio (Talavera, 2004: 141) explica el frenético batir de las armas de los curetes de dos
maneras: como actualización de ese ritual atronador en el monte Dicte (Creta) para que
Saturno no oyera al niño Júpiter; o como aviso simbólico de la diosa, que llama a defender
la tierra patria con las armas, honrando así a los antepasados.
... Pero de ordinario se convertía en un girar vertiginosamente, gritando y chasqueando las
manos, y agitando la cabeza en todos los sentidos, como algunos bailes de hoy día, mientras
en su derredor resuenan las flautas, los cimbales y otros instrumentos músicos. Se hieren
los brazos, se golpean con hachas y cuchillos, todo para excitarse y ponerse en trance de
éxtasis; y terminan todos cubiertos de sangre, causando en la multitud que los contempla un
sentimiento marcado de admiración y de horror (Séneca, Vita Beata, 27; Marcial, 11, 84, 3;
Tertull. Apol. 25; Prudent. Perist. 10, 1061; Propert. 4, 7, 60-62, citados por Guillén, 1985,
III: 391, nota 57).
El fanático clava el cuchillo en sus músculos y aplaca a la diosa madre con sus brazos desgarrados
(Prudencio, Perist. 10, 1061-1065).
Por su parte, los novicios danzaban rítmicamente y se autoflagelaban mientras se
excitaban con la atronadora música, culminando con su autoemasculación al cortar de
manera drástica el propio pene, utilizando un cuchillo de pedernal. Lanzaban el miembro a
la estatua de Cibeles, probablemente como gran acto sacrificial fecundador de la Diosa
Madre, y salían gritando de dolor. Allí donde caían, la casa más próxima tenía el deber de
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Fig. 8.- En el caldero de Gundestrup (encontrado en una turbera de Himmerland, Dinamarca, en
1891), con la música estrepitosa de los carnyx celtas marcando los movimientos, vemos con gestos
de danza esta escena funeraria en la que un pino, parece, es portado por guerreros que lo llevan en
la punta de sus lanzas para subrayar que está herido y muerto. Existe, sin duda, un paralelismo
entre este pino y el hombre muerto, que tienen por destino, no un pozo ni un caldero como se ha
dicho, sino una puerta de dos hojas que abre el sacerdote. ¿Podría tratarse de la estatua de Attis,
asoaciada al pino?¿Podría ser la puerta del templo en el que la estatua del dios y el pino se
introducían? ¿Podría ser la Puerta del Hades? Es cierto que en buena parte de Europa el culto a los
árboles estaba muy extendido en el mundo antiguo, pero la coincidencia de esta escena con los
rituales de Attis y Cibeles («Arbor intrat» o muerte de Attis y «Dies Sanguinis»), cuando menos
ilustra una coincidencia muy notable entre el mundo celta y el mediterráneo, en aquella Europa más
interrelacionada de lo que podamos pensar: no olvidemos que este caldero, que a veces se relaciona
con las culturas celtas de Europa Central, suele datarse alrededor del s. II y, por lo tanto, en pleno
auge del culto de la Magna Mater y de Attis en el Imperio Romano, con todo lo que eso significa en
favor de un fenómeno sincrético. Nationalmuseet de Copenhague. Foto: <commons.wikimedia.org>
cuidarlos. Ellos serían los sacerdotes (galli, galos, término equivalente a eunucos). Y si la
autoemasculación no llevaba acompañada el corte de los testículos, esto debía ocurrir en
un momento posterior, utilizando un instrumento de hierro terrorífico denominado «morsetto
de la castrazione» (fig. 10). Y recibían ropas y adornos de mujer, imprescindibles para
consagrarse como sacerdotes a la diosa Cibeles.
Estos rotos instrumentos de fertilidad eran después reverentemente empaquetados y enterrados en el suelo o en las cámaras subterráneas consagradas a Cibeles, donde, lo mismo que
la ofrenda de sangre, pueden haber sido considerados como eficaces para llamar a Atis a la
vida y adelantar la resurrección general de la naturaleza, que en esos momentos da sus
primicias de hojas y flores a la brillante luz primaveral (Frazer, 1890-1998: 404-405).
La danza y la música son una marca permanente de los rituales festivos de Attis y Cibeles.
La danza (fig.9), según se decía, representaba los movimientos de las estrellas. Y tenían
cantos compuestos en el metro galliambo (cuatro jónicos menores, el último cataléctico)
(Guillén, 1985, III: 391).
Y mira la otra multitud, llevada en un esquife coronado, donde un aura bienaventurada acaricia
las rosas del Elíseo, donde la lira melodiosa y donde los redondos címbalos de bronce de
Cibeles y los plectros lidios resuenan en coros tocados con la mitra (Propercio 4,7,59-62).
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Finalizado este día turbador, el pino amortajado y
engalanado se cerraba en el sótano del templo hasta
eliminarse al año siguiente. A continuación, se pasaba la
noche en vigilia. Pero, en algún momento, alumbraba una
luz en las tinieblas, la tumba del hombre-dios Attis se abría
y éste se levantaba entre los muertos. Un sacerdote
comunicaba en voz baja la buena noticia de la resurrección
en los oídos de los novicios y la alegría iba creciendo
inexorable entre todos ellos.
***
Desde luego, el dramatismo (y, con frecuencia, la
tragedia) de este Dies Sanguinis era evidente, por más
que se justificara como una serie de actos imprescindibles
para ese espectacular ritual de paso que convertía a los
novicios en sacerdotes. Poetas, filósofos y padres de la
Fig. 9.- Attis danzante. Musée
iglesia cristiana primitiva no podían dejar de hacerse eco
romain d'Avenches.
de semejantes acontecimientos, que arrastraban una
Foto: Fanny Schertzer.
multitud ingente; una multitud, por otra parte, a la que se
<commons.wikimedia.org>
tenía que alimentar en su desbocado morbo, ya bien
entrenado por los combates de gladiadores y fieras en el
Coliseo. Y, sin duda, el acto culminante era la autoemasculación de los novicios. El poeta
satírico Marcial (Bílbilis, hoy Calatayud, 40-104) se burla de un «galo», es decir, de un
sacerdote de Cibeles, que, a pesar de estar emasculado, gustaba de las mujeres:
Eunuco entero
¿Qué te importa a ti, galo Bético [sacerdote de Cibeles da Bética, actual Andalucía], el
pozo sin fondo de las mujeres? Esta lengua debe lamerles la entrepierna a los hombres. ¿Por
qué te han cortado la verga con un pedazo de vidrio de Samos, si tanto te gustaba un
coño? La cabeza es lo que hay que castrar, porque, aunque seas capón en las ingles, sin
embargo incumples los mandamientos de Cibeles: estás entero en la boca (Marcial, Epigramas, LXXXI).
Marcial, directa o indirectamente, se burla de los «galos» en muchas otras ocasiones y de
diversas maneras. Veamos algunas más:
Ir por lana...
Un boque [cabrón], culpable de haber ramoneado una viña, estaba junto a las aras para
morir, Baco, como víctima grata a tus fuegos. Cuando estaba para inmolarlo al dios, el
arúspice etrusco encomendó al azar a un paisano del campo y rudo que, rápidamente y con
una hoz bien afilada, le cortara los testículos para que se fuera el mal olor de su carne
inmunda. Mientras él mismo, inclinado sobre las verdes aras, corta con su cuchillo el cuello
que se resiste y lo sujeta con la mano, quedó al descubierto su enorme «paquete», con gran
escándalo de los ritos. Lo engancha el rústico con el hierro y lo siega, pensando que así lo
exigían los antiguos ritos de los sacrificios y que a las primitivas divinidades se las honraba
con tales fibras. Así tú, que hasta hace un momento habías sido arúspice atrusco,
ahora lo eres galo: mientras degüellas un boque, tú mismo te has vuelto un chivo
(Marcial, Epigramas, XXIII).
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Serás caballero, pero no marido
Siendo menos hombre que un enervado eunuco y más afeminado que
el concubino [Attis] de Celene al que invoca con aullidos el
castrado galo [sacerdote] de la Madre [Cibeles] en trance, hablas de
teatros, de órdenes de asientos, de edictos, de togas con franjas de
púrpura, de idus, de fíbulas, de censos, y señalas a los pobres con tus
manos pulidas con piedra pómez. Veré si tienes derecho a sentarte en
las filas de los caballeros, Dídimo: en las de los maridos, no lo tienes
(Marcial, Epigramas, XLI).
Tertuliano (Cartago, ca. 160-ca. 220, famoso abogado en Roma),
un prolífico escritor cristiano, padre de la Iglesia, aunque no fue
canonizado por pertenecer al movimiento montanista que luego
abandonó (los frigios Montano y dos profetisas profetizaban el
inminente fin del mundo, ordenando a sus fieles que se reunieran en
un lugar determinado esperando el descenso de la Jerusalén Celestial...)
para crear uno propio, atacaba con ácida ironía a la diosa Cibeles y al
«sacratísimo gran sacerdote» (el arcigallus) de este modo:
Fig. 10.- «Morsetto da
4. Considere Cibeles si amó la ciudad de Roma por el recuerdo de la castrazione», adornagente troyana, de su país, protegida por ella contra las armas de los do con las imágenes de
aquivos; y si prefirió pasarse a los vengadores de los que sabía que
Cibeles, Attis y otras
habían de triturar a Grecia, dominadora de Fr igia. 5. Y así aportó tamdeidades romanas.
bién en nuestros días una gran prueba de su majestad sobre la ciudad, <commons.wikimedia.org>
cuando, arrebatado súbitamente Marco Aurelio de la república junto a
Sirmio, el día 17 de marzo, el sacratísimo gran sacerdote, siendo el día 24 del mismo mes, en
el que libaba sangre impura sajando también los brazos, mandó igualmente las acostumbradas preces por la salud de Marco ya muerto. 6. ¡Qué lentos mensajeros! ¡Qué tardíos
documentos, por cuyo defecto Cibeles no conoció antes el deceso del emperador, para que los
cristianos no se rieran de semejante diosa! (Tertuliano, Apologético, 25).
Lactancio, un apologista cristiano del s. III-IV (245?-325?), nacido en el norte de África,
considera «locos» estos ritos:
No menos locos... han de ser considerados otros famosos ritos públicos: uno, el que se
celebra en honor de la diosa Madre, en el cual los mismos hombres ofrecen sus propios
órganos genitales, y así, una vez amputado el sexo se convierte en algo que no es ni varón
ni hembra (Lactancio, Instituciones I, 21, 6).
Pero Saturno no es el único dios al que le gusta ver correr la sangre de los hombres. Cibeles
inspira otro tipo de furor a los que son iniciados en sus misterios detestables. Los obliga a
sacrificarle sus propias manos, lo que sus celos arrancó al desgraciado Attis; y estas infames
víctimas de mayor infame divinidad, se convierten, por un culto tan raro como cruel, en
monstruos que la naturaleza aborrece (Lactancio, Instituciones I, 21).
***
Durante el inventario de la Colección Seoane, que finalmente se convertiría en una
espléndida donación al Museo das Mariñas, don Rafael Seoane, en su casa de Miño, me
pasaba, una tras otra, piezas maravillosas que yo, sin más medios que una cámara
fotográfica, una regla, una libreta y un bolígrafo, intentaba documentar apresuradamente.
Duró este trabajo varios días. El 29-07-2010 llegó a mis manos una estatuilla de bronce con
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apariencia de exvoto (nº de registro del museo, 3.133; alto, 8,6 cm; peso, 88,9 gr.). En
cuanto la vi, por delante y por detrás, exclamé emocionado: ¡un sacerdote de Attis! La
evidencia estaba en que se trataba de un hombre danzando que aparece emasculado, es
decir, con el pene cortado; un pene prominente que sujetaba en su espalda con la mano
derecha (como escondiéndolo), mientras mostraba con la izquierda (algo deteriorada en la
figura) el instrumento empleado en el acto supremo sacrificial de la emasculación: un
cuchillo de pedernal (Prudencio, Perist. 10, 1061-1075; Lactancio, Inst. Diu. 1, 21, 16).
El hombre (literalmente un novicio que mediante este acto pasaría a ser sacerdote) está
desnudo, a penas cubierto por un sombrero de copa redonda y alas cortas, presentando
unas marcas en la cara que representan una barba incipiente.
Mira hacia arriba, a la estatua de Cibeles, con la boca entreabierta mientras canta un
canto o salmodia propia de la ocasión o quizás gritando desesperado de dolor. Le muestra
a la diosa el cuchillo de pdernal utilizado y al aterrorizado y morboso público, mientras
sigue danzando ensangrentado y esconde el pene para después lanzárselo como ofrenda
sacrificial a la diosa. Sin duda, todos los novicios desnudos hacían los mismos gestos
rítmicamente, siguiendo una danza sagrada establecida y previamente muy ensayada. Una
vez que los novicios aceptaban entrar en esta danza, no cabía marcha atrás, puesto que la
deshonra sería socialmente inaceptable.
Ni don Rafael Seoane sabía cuál era su origen ni yo ahora tengo medios para indagarlo,
pero confío en que un ulterior análisis metalográfico pueda decirnos de qué yacimiento
procede. Otros exvotos de la colección son de la Península Ibérica, por lo que es de
suponer que éste también lo sea, sin descartar su galleguidad, puesto que es en nuestros
castros donde se encontraron algunos falos de piedra que imitan perfectamente en su
corte los penes cortados de los novicios de Cibeles y Attis (figs. 13, 14, 18). E incluso es
en Galicia donde tenemos el maravilloso templo de Santa Eulalia de Bóveda, dedicado a
Cibeles y Attis.
Allí se representan en pintura mural numerosas aves,
especialmente de la familia de las
gallináceas, entre las que vemos gallos,
metáfora evidente de los sacerdotes de
que hablamos, pero también pavos
reales, alusivos a la diosa, y otras
referidas a los fieles, y justo en esta
colección del Museo das Mariñas hay
un exvoto de bronce que representa
Fig. 11.- Sacerdotes (galli
o coribantes de Cibeles, o
curetes de Rhea) danzando
y clavándose los cuchillos
en los brazos, alrededor de
las estatuas de la diosa y del
dios, sobre un carro tirado
por leones. Detalle de la
pátera de plata de
Parabiago (s. IV dC) del
Museo Archeologico de
Milano. Foto: Giovanni
Dall'Orto
<commons.wikimedia.org>
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una galinácea (quizás un pavo, fig. 32), por lo que se puede pensar que junto a un toro (eco
probable del taurobolium, figs. 22-24) constituyen tres figuras (todas de bronce) originarias
de un mismo santuario de estos dioses.
No cabe duda que la pieza es romana. A pesar de su reducido tamaño (común en los
exvotos), es muy realista y está llena de un maravilloso movimiento desde los pies (que le
faltan) hasta la cabeza, retorciéndose sobre sí misma, sin olvidar que la cara tiene
características de retrato. Vista así, sus orígenes estilísticos lejanos habría que encontrarlos
en el mundo helenístico entre los coribantes (danzantes) de la propia diosa Cibeles o entre
los curetes, que eran los nueve danzantes de la cretense Rhea. Porque Cibeles y Rhea
tenderán a identificarse.
En una línea semejante podemos ver los danzantes de la pátera de plata de Parabiago, del
Museo Archeologico de Milano, datada en el s. IV dC (figs. 4 y 11), si bien estos danzantes
que se pinchan y cortan los brazos pueden identificarse con los sacerdotes, pero no con los
novicios en el acto de emascularse. Supuse que esta figura del Museo das Mariñas tendría
numerosos paralelos en los museos del mundo, pero no tuve la fortuna de encontrarlos.
En cuanto a la datación de nuestro novicio emasculado, por referencia a la pátera de
Parabiago, ¿podríamos pensar que pertenece también al s. IV? Quizás, pero mientras no
tengamos un paralelo seguro nada impide que sea anterior. Lo más prudente, por tanto, es
dejarla de momento en un arco temporal amplio, entre el s. I y el IV, coincidiendo con la
etapa de mayor esplendor de esta religión en el mundo romano. ¿Que esta es poca precisión?
Pues podría decirse entonces que el realismo de la figura, en especial de la cara y, sobre
todo, la barba corta, que se generaliza en los retratos de los emperadores a partir de
Adriano, nos hablaría del s. II. Quede así de momento, como una hipótesis inicial.
En referencia a su función, parece ser un exvoto publicitario, patrocinado por los
propios sacerdotes, los galli, que se situaban a la altura del dios Attis (incluso
confundiéndose con él) en el acto supremo de su necesario autosacrificio para fecundar
místicamente a la Magna Máter y posibilitar así la resurrección cíclica de la vida. Por eso era
también cíclica la muerte y resurrección del propio dios, unido inexorablemente a la diosa.
De este modo, obviamente, los sacerdotes de Attis y Cibeles se situaban en un plano
superior al de los demás mortales. Pero para que el acto fecundador se perpetuara era
preciso que hubiera suficientes novicios cada año capaces de sacrificarse, de
autoemascularse por la diosa, cuestión que no debía ser tan fácil, teniendo en cuenta la
labor crítica de intelectuales varios y de religiones competidoras que, como la cristiana,
convivían en el Imperio. De ahí quizás la exagerada espectacularidad de los ritos públicos,
que se podrían ver como uno reclamo para que cada año hubiera simiente mística suficiente,
es decir, falos cortados para que la diosa fuera convenientemente fecundada y, de esa
manera, el renacimiento de la vida en primavera tuviese lugar como se esperaba. Era por
tanto una cuestión esencial para los fieles de Attis y Cibeles y especialmente para su
colegio sacerdotal: diríase que la armonía cósmica estaría en serio peligro sin el acto
autosacrificial de los novicios. Sin ellos todo se venía abajo. Por eso después, como galli,
y no digamos como arcigallus, se daban tanta importancia social y se rodeaban de un
gran aparato ornamental y ritualístico.
***
Con referencia a los falos de piedra que aparecen en los castros gallegos, siempre leí,
aquí y allá (Brañas, 2011), su relación con el dios Príapo o con el dios Fascinus (de hecho,
fascinus es el nombre que se daba al pene mismo, acompañado de los testículos, como
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Fig. 12.- Novicio danzante (posterior sacerdote o
«gallus») de Attis y Cibeles luego del acto supremo
de la emasculación con un cuchillo de pedernal.
Colecc. Seoane, Museo das Mariñas. Foto: Erias.
Fig. 13.- Falo del castro de Socastro
(Erbogo, Rois, A Coruña), encontrado en
2008. Es de piedra y está pintado,
distinguiéndose claramente el glande
(González Pérez, 2011). El hecho de estar
pintado implica la voluntad de darle
aspecto de realidad y tiene razón Clodio
González cuando dice que debió tener una
función ritual. Es más, por el hecho de ser
un falo cortado (puesto que no tiene
testículos), lo más probable es que estuviera
en un santuario de Attis y Cibeles. Foto:
gentileza de Clodio González Pérez.
vemos en Pompeya). También leí sobre su posible función de dildos o consoladores
(González Pérez, 16-04-2011), pero el hecho de estar cortados (con un corte muy
cuidadosamente esculpido en algunos casos) debe llevarnos a una consideración más
lógica: la de que forman parte de los rituales del culto a Cibeles y Attis como una
representación perdurable de los penes cortados de los novicios.
De este modo, estos falos de piedra constituirían un recuerdo permanente (sobre todo,
para los fieles) del sacrificio de estos sacerdotes o galli y, por lo tanto, la fuente de su
poder ante la sociedad de aquel tiempo. Ellos se sacrificaron, como Attis, por amor a la
Magna Mater, madre de los dioses, y sus rituales mistéricos tendrían como fin último que
la diosa se fecundase y renaciera así ciclicamente la vida en el mundo, resucitando el dios
Attis el 25 de marzo y con él la vida animal y vegetal, en la estación de la primavera.
Precisamente, el hallazgo de uno falo policromado (fig. 13), para dar sensación de
realidad, en el castro de Socastro en Rois, A Coruña (<http://www.elcorreogallego.es/>,
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Fig. 14.- Falo cortado de esquisto, encontrado
en el castro de Adragonte (Paderne, A Coruña).
Museo das Mariñas (nº de registro, 240; largo,
10,6 cm, ancho máx., 3,9 cm), depósito de don
Pedro Bonome Rivas. El hecho de representarse
con mucha realidad (se ve el glande),
especialmente el corte, significa que no se
refiere al culto de Príapo, sino al de Attis y
Cibeles. Simbolizaría de forma perenne los falos
cortados reales (perecederos) de los
sacerdotes. Y estarían en un lugar privilegiado
al lado de la estatua de la Diosa Madre, en su
santuario. Foto: Erias.
Fig. 15.- Novicio danzante (posterior «gallus») de Attis
y Cibeles, con el gran pene cortado en la mano derecha, acto seguido de la emasculación. Colecc.
Seoane, Museo das Mariñas. Foto: Erias.
02-04-2009), hoy en el Museo Arqueolóxico de A Coruña, abundaría en la importancia que
los sacerdotes dieron al hecho de que estos falos parecieran reales, porque rodearían
probablemente la estatua de Cibeles, haciendo permanente la imagen de sus penes cortados,
por definición perecederos. Y este tipo de falos de piedra no son raros, puesto que aparecieron
también en otros castros: el de Elviña-A Coruña (fig. 18), el de Adragonte-Paderne-A Coruña
(fig. 14), etc., sin que ahora se pretenda hacer una catalogación de todos ellos.
Estos falos de piedra de los castros gallegos serían, por consiguinte, un símbolo del
sacrificio de los sacerdotes por amor a la diosa Cibeles, imitando lo que había hechoAttis
e identificándose de esta manera con él en una función que más allá de la crueldad y
sinsentido que subrayan los padres de la iglesia y otros escritores antiguos, hay que verla
como la renovación cíclica de un acto místico de fecundación de la Magna Mater o madre
de los dioses, Cibeles. Un acto cruento que implica derramamiento de sangre, más o
menos similar al de otros dioses que mueren y resucitan para explicar mágicamente la
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Fig. 18.- Falo cortado de
cuarcita blanca acastañada,
Figs 16-17.- Arcigallus realizando un sacrificio a Cibeles y Attis hallado en el castro de Elviña
(dibujo: Luis Monteagudo).
(s. III). Museo Archeologico Ostiense, Ostia Antica.
Tiene 0,08 m de largo y 0,045
<https://commons.wikimedia.org>
m de diámetro; procede de un
canto de cuarcita de río, conservando la superficie natural en partes convenientes, mientras que las
demás están finamente trabajadas. Apareció en el escombro exterior de la muralla a 4m al norte del
torreón y a 0,5m de altura sobre el suelo arqueológico. Monteagudo (1990, 23-24) lo entiende como un
resto de la «cultura matriarcal» de los castros gallegos, con un paralelo en un diente de cocodrilo inédito
del castro de A Penela (Vigo, Redondela) y un antecedente en un «cilindroide inédito» encontrado en una
mámoa de Ourense por Díez Sanjurjo y en otros de Windmill Hill (S. de Inglaterra) y sobre todo en
Bretaña. Pero, al margen de precedentes formales, en los castros de Galicia, resulta más fácil entender
este tipo de hallazgos como falos cortados, puesto que ninguno aparece con testículos y, por lo tanto,
serían una manifestación del culto de Attis-Cibeles, dentro del contexto de la romanización de Galicia.
aparente muerte de la vida en invierno y la resurrección vexetal y animal en primavera; un
derramamento esencial para el acto mágico fecundador. Es, por lo tanto, el sacrificio que se
hace el «Día de la sangre», el precedente inmediato y necesario del «Día de la alegría», de
la resurrección. En consecuencia, y en relación a estos falos de piedra, cabe pensar: 1º)
que el culto a Cibeles y Attis pudo estar bastante extendido en la Galicia de época romana,
como también estaba el de Mitra (recordemos su santuario delante de la fachada occidental
de la catedral de Lugo); 2º) los falos de piedra, que imitan tan perfectamente los reales
cortados, estarían destinados a servir de ofrendas permanentes a la diosa Cibeles en
recuerdo del sacrificio personal de sus sacerdotes; y 3º) se sigue de todo lo dicho que
cuando se encuentre un falo castreño cortado, ya no se deberá pensar en el culto a Príapo
o a Fascinus, sino en el de Cibeles y Attis.
***
25 DE MARZO. Finalizado el inquietante Dies Sanguinis, con los primeros rayos del
amanecer el arcigallus proclamaba:
Elevad el espíritu, oh iniciados, al ver que el dios se ha salvado, pues también nosotros,
después de las penalidades sufridas, hallaremos la salvación (Guillén, III: 391-392).
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Fig. 19.- Distintas perspectivas del novicio emasculado de Attis y Cibeles de la Colección Seoane del
Museo das Mariñas. Se tomó como imagen de la diosa la estatua romana de la Carlsberg Glyptotek
de Copenhague (se le retocó informáticamente la nariz). De la misma colección es el toro, quizás
alusivo a un taurobolium y la gallinácea, alusiva a los sacerdotes o galli. La estatua de Attis pertenece
al Musée des Antiquités Nationales de Saint-Germain-en-Laye. El falo cortado de piedra (también del
Museo das Mariñas) es lo que apareció en el castro de Adragonte (Paderne, A Coruña) y las pinturas
murales romanas con imágenes de aves, corresponden al templo de Cibeles y Attis de Santa Eulalia
de Bóveda (Lugo): gallináceas, pavos reales (símbolos de la diosa), perdices, faisanes, palomas, etc.
Composición de Alfredo Erias para el fondo de la vitrina del Museo das Mariñas.
Así se ponía fin a los ayunos y lamentaciones. Attis había resucitado y en las calles de
Roma había fiestas de gran alegría (Hilaria), equivalentes en salvajismo a las precedentes.
26 DE MARZO. Día de descanso (Requetio).
27 DE MARZO. En época imperial tenía lugar la procesión pomposa de la estatua de
piedra de Cibeles sobre un carro de plata hasta el río Almo, afluente del Tíber, donde era
lavada (Lavatio), junto con los demás objetos sagrados, por el arcigallus vestido de
púrpura (color de la diosa), quien luego la secaba y la espolvoreaba con ceniza. Así se
aseguraba la fecundidad de las mujeres, la fertilidad de los campos y, sobre todo, el
renacimiento de las almas en una vida nueva, lejos de los sufrimientos y penalidades de la
vida terrenal (Guillén, III: 392).
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Fig. 20.- Arcigallus de Lavinium, s. II (Musei Capitolini). En la
cabeza lleva dos medallas de Attis y una de Júpiter Ideo. Las orejas
están cargadas de perlas. En el pecho cuelga la imagen de Attis con
mitra pérsica. En la mano derecha, una rama de olivo. En la
izquierda, un cestito con fruta y un látigo de tres remates con
pequeños huesos para lacerarse. En la pared, el cesto místico,
címbalos, dos flautas y un tambor. <commons.wikimedia.org>
Fig. 21.- Gallus o
Arcigallus del Museo
Arqueológico de
Cherchell, s. II-III.
<commons.wikimedia.org>
A partir de aquí, la estatua triunfante volvía al Palatino en magna procesión en medio
de cánticos y danzas de los galli.
28 DE MARZO. El taurobolium.
Más allá de los espectaculares y, con frecuencia, aterradores rituales públicos de la festividad
de Cibeles y Attis, también había ritos secretos, escondidos a la vista de la gente, aunque luego
podían tener una parte final pública. De estos ritos el más conocido es el taurobolium o
sacrificio de un toro, que se introdujo en Roma entre los siglos I y II (figs. 22-24).
Según el Calendario de Filócalo, tenía lugar el 28 de marzo en el Phrygianum de la
colina vaticana y se denominaba initia Caiani, en honor del emperador Calígula. Había
casos en los que el toro se sustituía por un carnero (criobolium), con los mismos efectos.
Y se hacía para beneficio propio o ajeno. Todo empezaba con una procesión. Los
apparitores (empleados subalternos de la administración, de justicia sobre todo) y los
músicos (tibicines, cymbalistriae, tympanistriae), iban delante, seguidos del sacerdote
(que más tarde se escondería en la cueva para recibir la sangre del toro), conductor del
animal por las calles hacia su destino. Dos personajes con nombre de buen presagio
acompañaban al toro, además de todos los que tendrían una función activa en el sacrificio,
entre los que estaban necesariamente los principales funcionarios del emperador o el
emperador mismo, además de las autoridades locales (Plin. N. H. 28, 22, en Guillén, 1985, III:
393). Hay que tener en cuenta que el taurobolium público se ofrecía siempre por el emperador
y por la familia imperial; esa es la razón de que asistieran sacerdotes de todas las deidades a
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las que se daba culto en el imperio. Detrás iba la
masa de fieles de la Magna Mater.
El iniciado (generalmente el sacerdote o
incluso el sumo sacerdote) entraba en una cueva
cubierta por una placa con agujeros. Arriba, el
oficiante mataba un toro con una harpe
(cuchillo con un saliente lateral) para provocar
una gran hemorragia. Durante el sacrificio
varios sacerdotes solían dirigir las oraciones
del pueblo, mezcladas con el sonido de la
música sagrada de la flauta. El iniciado recibía
la sangre en su cabeza y en todo el cuerpo: un Fig. 22.- Ara Gentis Iuliae de Vila Médici.
bautismo de sangre que llevaba a una vida Conducción de un buey sacrificial al templo
de la Magna Mater en el Palatino.
eterna. Sin embargo, curiosamente, el ritual debía
<commons.wikimedia.org>
repetirse a los 20 años (CIL. VI, 504 y 513).
Prudencio nos dice en qué consistía:
Erias
El sumo sacerdote que ha de sacrificar se esconde bajo tierra, es decir, en un hoyo hecho de
antemano; va bien vestido con los hábitos pontificales, ceñidas las sienes con la venda sagrada,
fija la cabellera con la corona de oro, ajustada la
toga de seda con el cinturón sacerdotal. Disponen un estrado entretejido de tablas por la parte
de arriba, dejando en sus junturas unas pequeñas rendijas; las separan luego o barrenan el piso,
y perforan el tablado con agujeros frecuentes
para que haya comunicación por las pequeñas
aberturas. Conducen allí un gran toro de frente
torva y áspera, atado por los hombros con guirnaldas de flores o cargados los cuernos de verdor; en la frente de la víctima brilla el oro, y el Fig. 23.- Reconstrucción de un taurobolium.
Duruy, Víctor (1888): Historia de los romanos. Montaner
fulgor áureo brilla también en láminas sobre su
y Simón, Barcelona, v. 2, p. 447.
pelo. Como hay que inmolar aquí a la víctima, le
hienden el pecho con el hacha sagrada, y la amplia herida abierta fluye en un río de sangre; el
recipiente de la oculta bóveda emite una columna de vapores y arde extensamente. Entonces,
por los subterfugios de las mil rendijas disimuladas se desliza la sangre, que cae como en rocío
corrompido, que recibe el tauróbolo escondido
debajo, poniendo su cabeza sucia debajo de todas las gotas, quedando impregnado de ellas en
su vestido y en todo el cuerpo. Más aún: levanta
su rostro, y ofrece sus mejillas, y aplica sus orejas, sus labios y sus narices; sus mismos ojos Fig. 24.- Toro votivo de bronce de la Colecc.
reciben el baño de aquel líquido y su paladar y su
Seoane del Museo das Mariñas, probablelengua quedan plenamente empapados hasta que mente alusivo al taurobolium (nº registro, 3.134;
todo él se ve teñido con la sangre cuajada. Deslargo, 7 cm; alto, 3,6 cm; peso, 203,8 gr).
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pués que los flámines han separado del tablado el toro muerto, falto de sangre, sale de su
escondite el sacerdote, horrendo de ver, y enseña su cabeza húmeda, su barba espesa, las
vendas empapadas y sus vestidos ebrios de sangre. Todos aclaman al que se ha teñido con
tales rocíos, al que se ha ensuciado con negra sangre del sacrificio expiatorio; todos lo adoran
desde lejos, porque lo han lavado mientras estaba escondido en aquellas negras bodegas la
sangre vil y el buey muerto (Prudent. Perist. 10, 1011-1050, en Guillén, 1985, III: 392-393).
4 DE ABRIL. Aunque los romanos ponían este mes bajo la protección de Venus,
celebraban numerosas fiestas en homenaje a Cibeles y Ceres, fecundadoras de la tierra. En
este día los sacerdotes llevaban la imagen de Cibeles en procesión por las calles de Roma,
como siempre en carro de plata tirado por leones y envuelta en el sonido de címbalos,
flautas, tambores y grandes gritos afeminados de los galli. Tenían lugar en estas fiestas
representaciones teatrales y banquetes entre patricios y plebeyos, que se invitaban entre
sí. Y se comía queso mezclado con finas hierbas.
10 DE ABRIL. Terminaban las fiestas de Cibeles y Attis con carreras de caballos y con
una procesión alrededor del Circo Máximo en la que iban las imágenes de la diosa y del
dios, precedidas por la Victoria con las alas abiertas.
NOTAS BREVES SOBRE EL SANTUARIO DE SANTA EULALIA DE BÓVEDA
Una pieza de la Colección Seoane del Museo das Mariñas, como ya se dijo, es un exvoto
de bronce que representa una gallinácea (fig. 32) (nº de registro, 3.135; largo, 2,4
cm; alto, 1,4 cm; ancho, 1,2 cm; peso, 15,5 gr), lo que autoriza a pensar que
probablemente forme parte del conjunto de piezas que aquí se
presentan, el novicio emasculado (figs. 12, 15) y el toro (fig. 24),
y que procederían de un mismo santuario de Cibeles y Attis.
Este santuario puede ser de cualquier parte del Imperio
Romano, es verdad, pero tampoco debemos descartar
que sea de Galicia, de donde era el poseedor de la pieza
(don Rafael Seoane, coruñés) o de Portugal (donde
tenía, en Óvidos, una casa de antigüedades).
El ave me lleva inmediatamente a las imágenes de
las aves pintadas y esculpidas del templo de
Santa Eulalia de Bóveda de Mera en la provincia
de Lugo, un templo romano de datación
imprecisa (tardorromano parece). Pero lo
importante es que existen elementos suficientes
para considerarlo un santuario de Cibeles y Attis.
Uno de los trabajos más luminosos sobre este
templo se debe a Rodríguez Colmenero (1992)
Fig. 25.- Los relieves (entre votivos
que, después de manejar una amplia bibliografía,
y propagandísticos) de lisiados
de Bóveda indican que estamos delante de un primero, se da cuenta de que está ligado a las
santuario famoso en el mundo antiguo, relacio- aguas salutíferas y, segundo, de que se relaciona
nado con enfermedades de los huesos. Y era con deidades orientales. Con la cautela propia
famoso (augas salutíferas) antes de ser de la Magna del gran investigador que es, cita estas deidades
Mater, pero ahora ésta, en forma de avestruz
(«a Isis, a Serapis, a Cybeles, a [Dea] Caelestis,
(símbolo de Rhea) desde lo alto de la columna
(como las columnas de los emperadores), es la a Frugífero o Saturno Africano, etc.») y no deja
que mira y cura a los enfermos. Dibujos: Erias. de aludir a las posibles «prácticas de Incubatio»
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Figs. 26-27.- Interior del templo de Cibeles y Attis en
Santa Eulalia de Bóveda de Mera (Lugo).
Fotos: Erias.
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Fig. 28-29.- Pinturas de Santa Eulalia de Bóveda. Fotos: Erias.
Fig. 30.- Pinus Pinea (pino piñonero), modelo para los pintados en Bóveda.
y al culto a Serapis que otros investigadores habían puesto encima
de la mesa.
Acto seguido, analiza la piscina ritual de San Roque, en la ciudad
de Lugo, interesantísima porque nos da un referente inequívocamente
romano para la piscina o estanque, sin duda también ritual, de Bóveda,
encontrada por Chamoso Lamas. Liga la piscina de San Roque al
ámbito funerario y a la vecina necrópolis, considerando (influido por Wild, 1981) que tiene
que ver con los dioses orientales Isis y Serapis. En esta línea, interpreta los relieves de la
cara-esfinge (Medusa) y de la cabeza de carnero (Júpiter-Amón) como elementos
protectores del mundo funerario, sospechando la existencia de un Iseum, de un Serapeum
o de las dos cosas juntas. Ratifica esta idea la epigrafía lucense que tiene dedicatorias a
deidades orientales, tales como Caelestis, Frugiferus o Saturno Africano (Blanco, 1977; Le
Roux, 1977).
A partir de estos datos y, a pesar de las cautelas, termina por adscribir Santa Eulalia de
Bóveda a los mismos cultos de Isis y Serapis en la primera y segunda fases del edificio.
Desconozco la razón de por que no exploró la identificación del santuario con Cibeles y
Attis, a pesar de los múltiples indicios que llevan en esta dirección. Quien lo hizo fue el
arquitecto Carlos Sánchez-Montaña a través de Internet (<http://santaeulaliaboveda.
blogspot.com.es/>; <https://es.wikipedia.org/wiki/Santa_Eulalia_de_B%C3%B3veda>, etc.),
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Erias
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Fig. 31.- Gallo encima de un modius (medida
romana de grano), alusión metafórica al sumo
sacerdote de Cibeles y Attis, «M. Modius
Maximus, Archigallus Coloniae Ostiensis». Foto
originaria del libro de RIEGER, Anna-Katharina
(2004): Heiligtümer in Ostia. Hardcover.
Fig. 32.- Gallinácea (pavo quizás) de bronce de
la Colecc. Seoane del Museo das Mariñas.
<commons.wikimedia.org>
Erias
Fig. 33.- Pavo real
de Santa Eulalia de
Bóveda.
Fig. 34.- Cibeles
identificada con el pavo
real. British Museum.
Figs. 35-38.- Templo de Santa Eulalia de Bóveda (Lugo). En cada una de las esquinas de los fr entes
interiores de la gran bóveda vemos un gallo, emblema parlante del gallus, sacerdote, o archigallus
(sumo sacerdote) de Cibeles y Attis, al lado de un pino en el que el dios se convirtió al emascularse
debajo. Delante del gallo hay un ave de menor entidad con la cabeza baja en actitud de sumisión,
que debe representar a los fieles. Solamente este tema (los gallos aparecen también repetidamente
en la bóveda) basta para asegurar que este templo estuvo dedicado a Cibeles y Attis.
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Fig. 39.- A pesar del desgaste, puede dicirs e (por ser similar y simétrica al del otro lado, v. fig. 40)
que esta escena de la fachada del santuario de Santa Eulalia de Bóveda es una procesión funeraria
por la muerte de Attis. Las cinco figuras pueden ser sacerdotes ( galli), que se visten como mujeres,
o mujeres que participan en la procesión, a la manera de las matronas romanas. Pero en cualquier
caso, y esto nunca lo vi escrito, responden a la iconografía de las plañideras (elevan las manos
tirándose de los pelos), de larga tradición en el mundo funerario antiguo. Foto: José Luis Menéndez.
remitiendo a un trabajo del curso de doctorado de la Universidad de A Coruña, titulado,
Arquitectura en Galicia, realizado bajo la tutoría del Dr. Juan Pérez Valcárcel en 2003-2005.
Hay aspectos que entran dentro de la consideración de incontestables. Como por
ejemplo, la existencia en las pinturas de los frentes interiores oriental y occidental de la
bóveda (en las esquinas de la base de los dos semicírculos) de un gallo al lado de un árbol
y con otra ave menor delante en actitud de sumisión; pues bien, ese árbol es un Pinus
pinea (pino piñonero); por lo tanto, la cuestión es clara: el gallo es una imagen parlante del
gallus o sacerdote, o quizás del archigallus o sumo sacerdote de Cibeles y Attis, el pino
es una representación de Attis (en el que se convirtió el dios al morir a su lado) y la otra ave
puede representar a los fieles sumisos a estos dioses y a sus sacerdotes. En lo esencial no
se me ocurre qué duda puede quedar al respeto. Pero hay un elemento incontestable más
que ahora aporto por primera vez, según creo: una de las figuras que llevan en procesión
un arco de flores y que muestra su barriga desnuda entre las ropas, no es una embarazada
(«mujer gravida» según Colmenero, 1992), sino que copia literalmente uno de los tipos
iconográficos de Attis niño, en el que se deja ver el vientre entre las ropas que se abren en
forma redondeada, a manera de gran lágrima, etc. (figs. 47-48). Por lo tanto, es un gallus o un
arcigallus, sin duda alguna. Y lo mismo podemos decir de la otra figura con arco de flores,
que tiene una moda semejante al tipo de Attis adulto del Musée des Antiquités Nationales
de Saint-Germain-en-Laye (figs. 49-50). Las flores, entonces, tienen que ser violetas.
Item mas, las figuras en dos escenas de la fachada, de cinco cada una, que casi siempre
se describieron como danzantes (figs. 39-40), considero que responden iconográficamente
al tipo milenario de las plañideras, sean galli, por definición vestidos como mujeres, o
mujeres a la manera de las matronas romanas. Y, por consiguiente, son coherentes con las
procesiones funerarias realizadas en la festividad Megalesia o Attideia por la muerte del
dios Attis, siempre propendiendo a la exageración y a la teatralidad (figs. 39-50). Salvando
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Erias
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Fig. 40.- Procesión funeraria por la muerte de Attis, como la de la fig. 39, de la fachada de Bóveda. Sean
galli o mujeres, responden a la iconografía de las plañideras. Todas se tiran de los pelos menos la
segunda por la izquierda que pone la mano izquierda encima de la boca del estómago, significando gran
dolor (como veremos en una de las plañideras de la catedral de Tui en el s. XV); pero tampoco puede
descartarse que aluda al dolor de la emasculación, por lo que serían galli o sacerdotes emasculados.
Figs. 41-43.- Plañideras en la tumba de Ramsés II (ca. 1279-1213 aC); en una terracota
funeraria griega ática del 520-510 aC (<http://www.metmuseum.org/>); y en una estela de
Wadi Migdal (Libia, ca. s. III, Bani Walid Museum,<www.livius.org/>)
Figs. 44-46.- Plañideras de la tumba del
caballero Sancho Sáiz de Carrillo (s. XIII,
Museo Nacional de Arte de Catalunya); y
otras de la catedral de Tui (s. XV, Erias,
2014). Dibujos: Erias.
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las diferencias, equivalen a las procesiones de la Semana Santa, que también son funerarias
y se hacen en honor del dios muerto. Resumiendo y, puesto que no es el momento de
analizar cada aspecto del santuario, termino con un esquema de lo que creo pudo ocurrir:
1º) Partiendo de la base de que los lugares sagrados permanecen, mientras que las religiones
sobre ellos cambian, cabe preguntarse qué había allí antes del santuario romano de Cibeles y
Attis. Y la respuesta puede estar en el documentado entramado de canales de agua (Montenegro,
2005) que hay o había debajo del suelo del edificio, porque eso puede llevarnos a un santuario
culturalmente celta ligado a las aguas, como lo sugieren tantas «fontes do santo» de nuestras
romerías aún hoy, a pesar del imperante cristianismo. ¿Fue Coventina su diosa?
2º) Este santuario debía ser muy famoso por sus curaciones, especialmente las ligadas
a las enfermedades de los huesos, y por eso en época imperial, con la llegada a Gallaecia
de los triunfantes cultos mistéricos de Asia Menor, especialmente los de Mitra y los de
Cibeles-Attis, se estableció el gran santuario de Mitra en Lucus (delante de la actual
catedral) y el de Cibeles-Attis en el próximo lugar (a 14 km) que hoy llamamos Santa Eulalia
de Bóveda, apropiándose de su fama (véanse los relieves de lisiados, fig. 25), en un
proceso que más tarde multiplicaría el cristianismo. En esta línea, en el paso del viejo al
nuevo santuario, desde la cultura indígena a la romana, sería lógico conservar (quizás
actualizándolo, romanizándolo) el estanque interior que, debido a los ingenieros romanos,
mantendría siempre el mismo nivel de agua mediante un sistema ingenioso (Vidal, 2004) y
en el que los devotos harían sus abluciones rituales. Parece una inteligente acción política
de los altos funcionarios del imperio en Lucus.
3º) Naturalmente, junto a los ritos tradicionales de las aguas salutíferas regeneradoras, se
añadió una nueva liturgia. Así se explican los dos relieves de figuras de plañideras por la
muerte de Attis (sean galli o mujeres a la manera de las matronas romanas, en grupos de cinco)
como un eco de las procesiones de Roma, aplicado a Bóveda (ver explicaciones en los pies de
las figs. 39-50); y en el interior, la presencia de las aves, puede verse como metáfora de los fieles
en el Paraíso, donde campean el gallo (sacerdote), el pino (Attis) y el pavo real (Cibeles).
4º) El carácter funerario del edificio que intuyó Schlunk (1935), no se refiere a que aquí
haya ninguna figura enterrada (sería el martirium de Prisciliano, según Celestino Fernández
de la Vega, 1971), sino a la cíclica muerte (y luego resurrección) del dios Attis, por lo que
se hacían procesiones funerarias en la festividad Megalesia o Attideia.
5º) La existencia de un cuerpo superior del edificio y de agujeros en la bóveda del
ábside, comunicando con la parte inferior (Blanco-Rotea y otros, 2009: 160), permite suponer
que estaba fusionado el concepto de templo con el de la cueva del taurobolium, de
manera que la sangre sacramental caería sobre el sacerdote o e fiel (y se fundiría con las
aguas salutíferas del estanque), para llevarlo por el camino de la salud en esta vida y de la
vida eterna en la otra (Sánchez-Montaña cree en cambio que el sacrificio se hacía en el
centro del edificio, justo encima del estanque). Las procesiones, que en Roma parece que
solían ir desde el templo del Palatino al Phrygianum del Vaticano, tendrían en Bóveda que
reducirse o girar alrededor del edificio (¿un precedente más para el cristianismo y las
fiestas gallegas y de más allá?). ¿Fue el Phrygianum vaticano el modelo de Bóveda?
Y 6º) El cristianismo, a diferencia de lo que pasó en otros muchos santuarios de
Gallaecia, no aprovechó, o por lo menos no llega hasta nosotros, la fama de las aguas
salutíferas de Bóveda (quizás por su excesiva fama anterior), y el viejo templo de Cibeles
y Attis fue desapareciendo de la vista hasta que en 1926 resurgió de nuevo, en un proceso
de intervenciones arquitectónicas y arqueológicas con momentos desastrosos
(Montenegro, 2005; Blanco-Rotea, 2009...). Aún así, es uno de los grandes hitos del arte y
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de la cultura romanas, que nunca revelará por completo su devenir «mistérico».
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Erias
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Figs. 47-48.- En la iconografía de Attis niño (aquí del Musei Vaticani) éste suele aparecer con el vientre
desnudo entre las ropas, que forman alrededor un espacio redondeado. Pues esto mismo lo vemos
inequívocamente en un danzante de Bóveda, con arco de violetas (se supone) que, de esta manera, hay
que interpretar como un gallus o archigallus, imitando al dios en la festividad Megalesia o Attideia.
Figs. 49-50.- La vestimenta del dios Attis adulto (Musée des Antiquités Nationales, Saint-Germain-enLaye), con una especie de túnica de dos cuerpos que llega hasta las rodillas, parece verse reflejada en
uno de los danzantes (gallus o archigallus) de Santa Eulalia de Bóveda con arco de violetas. Fotos: Erias.
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Rafael Seoane, Mª Teresa Amado, Clodio González, Concepción de Barrena-Sarobe, Felipe Erias, José Mª Veiga...
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