Subido por Alfredo Rivas Lairet

La evolución del extractivismo en Guayana: desde El Callao hasta el arco Minero del Orinoco

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La evolución del extractivismo en Guayana:
desde El Callao hasta el Arco Minero del Orinoco
Alfredo Rivas Lairet
Ciudad Guayana, junio 2018
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Introducción
En la Carta de la Tierra, promulgada el 29 de julio de 2000, se planteaba entre sus
objetivos educativos la sensibilización y la comprensión de los problemas más críticos:
Desarrollar el razonamiento crítico e incrementar el grado de conciencia y de
entendimiento de los problemas ambientales, sociales y económicos que
afrenta el mundo, la naturaleza interdependiente de estos problemas y la
necesidad de vivir con un sentido de responsabilidad global, especialmente
en un momento en que enfrentamos crisis de una magnitud sin precedentes.
Inspirados en esa línea de la necesidad de divulgar información a través de cualquier
medio posible a fin de lograr concientizar a la población sobre aquellos problemas de gran
impacto económico, social y ambiental, es que ha surgido la motivación de escribir este
artículo.
Por otra parte, y para reforzar esa motivación, leyendo una entrevista que le hicieron
en Salamanca a Paul Preston, historiador inglés especialista en historia hispánica, insistía
este investigador en que “quien no conoce su historia está condenado a repetir sus
errores”.
Es por estas dos razones que se ha considerado necesario e imprescindible hacer
historia acerca de lo que ha significado el modelo extractivista minero para el desarrollo de
la región Guayana aplicado desde finales del siglo IX hasta el presente.
En ese transcurrir histórico nos recrearemos en el surgimiento de la minería del oro
en la zona de El Callao (1870), el descubrimiento del cerro La Parida en Guayana (1947), el
cambio de modelo de desarrollo a mediados del siglo XX, hasta encontrarnos de vuelta al
extractivismo con el proyecto del Arco Minero del Orinoco. Cabe hacer notar que aunque
se esté tratando el tema del extractivismo en la región Guayana, no es posible obviar, y hay
que mencionarlo aunque sea referencialmente, el desarrollo de la industria petrolera a raíz
de El Reventón de Los Barrosos (1922), por cuanto este hecho viene a completar el cuadro
general del modelo extractivista del país.
Explotación del oro en la zona de El Callao (1870)
En 1870, se anunció la fundación de la compañía minera El Callao. La prensa de la
época señalaba en grandes titulares que se trataba de uno de los hechos más significativos
ocurridos en la zona dada la magnitud y calidad de los filones que la conformaban. Las
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noticias sobre la producción de la mina y de su principal accionista y presidente, don
Antonio Liccioni, ocupaban los principales titulares de la prensa local y nacional.
Si bien la explotación minera data de muchos años atrás, es con la creación de esta
compañía que se consolida el gran potencial aurífero que tenía la zona de El Callao y sus
alrededores.
En efecto, por primera vez en la historia económica venezolana el rubro del oro se
ubicaba en los primeros lugares de producción. La historiadora González Deluca (1994)
p.125, nos señala que en el período “del guzmanato, entre 1870 y 1888, la producción de
oro en Guayana alcanzó el más alto crecimiento de toda su historia y durante casi una
década, entre 1878 y 1887, fue el segundo producto de exportación de Venezuela”.
A continuación se presenta un cuadro de las exportaciones venezolanas de oro
registradas en el período de 1876-1885.
EXPORTACIONES VENEZOLANAS DE ORO
Años
1866
1870
1871
1872
1873
1874
1875
1876
1877
1878
1879
1880
1881
1882
1883
1884
1885
Onzas
troy*
15.587
35.714
25.941
32.747
41.609
55.698
79.407
86.530
100.989
95.204
107.722
116.798
118.780
138.607
179.107
233.935
173.501
Equivalencia
en kg
484.8
1110.8
806.8
1018.5
1294.2
1732.4
2469.8
2691.4
3141.1
2961.2
3350.5
3632.8
3694.5
4311.2
5570.8
7276.2
5396.5
Valor
en Bs.
1.527.526
3.499.947
2.542.218
3.209.230
4.077.682
5.458.404
7.790.706
8.479.940
9.896.922
9.329.992
10.556.756
11.446.204
11.640.440
13.583.491
17.552.479
22.925.666
17.003.099
*1 onza troy = 31,103 g
Fuente: Landaeta (1963) citado por Rodríguez Campos (1994) pp. 98-99.
Asimismo, la situación que se vivió en esos tiempos en Guayana ha sido comparada
innumerables veces por varios autores con la experimentada en California o Alaska en esa
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misma época. La historiadora Rodríguez Mirabal (1992) nos describe muy acertadamente
esa vivencia:
La fiebre del oro que había generado el alto índice de producción que
mostraba la mina “El Callao” actuaba como un poderoso imán, produciendo,
en consecuencia, una fuerte atracción hacia el Distrito El Callao, efecto éste
que se verifica en la tendencia de la población a concentrarse en aquella zona
minera, considerada entonces como una “Nueva California” para los
buscadores de oro que aspiraban el hallazgo de “nuevos Callaos”. (p.228)
Es importante destacar que este fenómeno es considerado como la primera actividad
industrial registrada en la región que marcó una diferencia importante con la actividad
agrícola predominante en el país. Esta referencia es clave, no solo desde el punto de vista
económico sino geográfico también. En efecto, el boom económico que significó la
explotación minera del oro en Guayana y su impacto en los ingresos económicos para el
país por efectos de las regalías e impuestos de las compañías explotadoras, ubicó a esta
industria naciente entre los primeros renglones de ingresos a las arcas nacionales.
Además, su impacto en el proceso iniciado por el Presidente Antonio Guzmán
Blanco de proteger las fronteras mediante la creación de territorios federales, para de esta
manera incrementar la vigilancia y control de las áreas fronterizas, justificó aún más la
creación del Territorio Federal Yuruary, donde se encontraban mayoritariamente las minas
en explotación.
Para reforzar este punto cabe citar lo siguiente:
En 1881, Guzmán Blanco decretó la creación del Territorio Federal Yuruary,
que comprendía la región minera más rica de Guayana. Como gobernador
del Territorio nombró a su cuñado Vicente Ibarra quien unos meses antes en
su condición de Inspector de Minas, habría presentado un pormenorizado
informe sobre la explotación minera en la región. Una de las conclusiones a
que había llegado Ibarra fue que casi todos los títulos de derechos sobre las
concesiones mineras eran defectuosas o habían caducado, lo que significaba
que las concesiones o eran revalidadas o volvían al Estado. En cualquier
caso el futuro del negocio dependía en gran parte de las decisiones del
gobierno. Es decir, de las de Guzmán. González Deluca (1994) p.126.
Esta misma autora señala que para el momento de formación del Territorio Federal
Yuruary, cuya capital era Guasipati, se encontraban en funcionamiento en el área designada
31.642 minas. Una mina equivalía a 10.000 metros cuadrados concedida a título de
descubrimiento, recompensas, gracias y arrendamientos. Por tanto, la extensión de tierra en
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concesión era equivalente a 316,42 km². Para tener una idea de la magnitud de estas
concesiones, basta conocer las dimensiones del Territorio Federal Yuruary. El Territorio
estaba dividido políticamente en dos distritos: el Distrito Piar con 44.000 km² y el Distrito
Roscio con 28.700 km² para un total de 72.700 km². Las concesiones por concepto de
minas solo representaban el 0,45% del Territorio.
El declive de la producción aurífera se debió fundamentalmente al agotamiento de
la mina El Callao. Los dueños de la Compañía decidieron hacer una serie de inversiones
para mejorar el funcionamiento de las instalaciones de la mina, incluyendo la construcción
de una línea férrea para optimizar el acarreo de material desde la mina hasta el molino, pero
sin resultados satisfactorios. Finalmente en el transcurso del año 1897 la Compañía declaró
la quiebra.
Rodríguez Mirabal (1992) p.313, comenta que al cerrar el siglo XIX, con la llegada
de Cipriano Castro al poder culmina la bonanza económica del oro en Guayana “y una
empresa inglesa, la “Goldfields of Venezuela” (Limited), compró parte de las compañías
que se habían declarado en quiebra, comenzando las explotaciones al este de El Callao”.
Una nueva etapa se iniciaba para la historia del oro en Venezuela.
Revisando la literatura existente sobre el tema encontré este párrafo que describe
claramente lo que fue el auge y caída de ese fenómeno minero.
“Guasipati era un pueblecito fundado por los misioneros catalanes en el año
de 1757, y probablemente habría desaparecido ya – como tantos otros de la
misma región que justifican con sus propias ruinas, al viajero que los
contempla, la labor infatigable de aquellos obreros de la civilización a la par
de que nuestra propia incuria – si el descubrimiento de las minas en sus
vecinas montañas no le hubiera dado nuevo impulso, elevándole a la
categoría de ciudad, con una población que llegó a exceder de tres mil
habitantes, para volver hoy a su estado primitivo, de donde le sacara por
poco tiempo una sonrisa fugitiva del progreso”. Peraza, Celestino. 1979.
Los piratas de la sabana. Editorial Génesis. Caracas, Venezuela. p.15
(subrayado nuestro).
Esa figura literaria de la “sonrisa fugitiva del progreso” ilustra perfectamente lo que
fue y lo que significó la explotación del oro en Guayana en esa época, un paso fugaz e
ilusorio de bonanza y desarrollo que, después, mantuvo aletargada a toda esa zona minera
por muchos años hasta bien adentrado el siglo XX.
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Descubrimiento del cerro La Parida (1947)
El 4 de abril de 1947, un grupo de geólogos venezolanos y norteamericanos
descubrieron los yacimientos de hierro ubicados en la Serranía La Parida, a unos 77
kilómetros de Ciudad Bolívar. Uno de los yacimientos, bautizado con el nombre de Cerro
Bolívar en 1948, ocupa una superficie de 8.093 hectáreas y tiene una altura máxima de 790
msnm. Este hito marcó el comienzo de la industria ferrominera al oeste del río Caroní y de
la región de Guayana, la que desde entonces fue conocida como la “Zona del Hierro”.
No hay que olvidar que en la década de los 30 se descubrieron los yacimientos de El
Pao, al este del río Caroní, que fueron explotados por la Iron Mines Co. Esta compañía
norteamericana inició las obras de construcción en la mina, ferrocarril y puerto a comienzos
de los años 40 pero inició operaciones realmente en el año 1950. En el caso del Cerro
Bolívar la compañía operadora fue la Orinoco Mining Co. que inició sus actividades en
1954.
En este caso el proceso de extracción, manejo y exportación se realizaba de la siguiente
manera:
-
En el caso del Cerro Bolívar, al oeste del río Caroní, el mineral extraído era
transportado por vía férrea, unos 100 km aproximadamente hasta Puerto Ordaz,
donde en los patios de almacenamiento se le hacía un tratamiento mecánico de
homogenización antes de ser cargado en los buques que lo transportaría a los
Estados Unidos.
-
En el cerro El Florero (El Pao), al este del río Caroní, el mineral extraído era
transportado por vía férrea, unos 50 km aproximadamente, hasta el puerto de Palúa
en San Félix de donde se despachaba al exterior.
Desde el inicio de las operaciones de estas compañías hasta la entrada en operación
de la siderúrgica a comienzos de los años 60, esta industria se enfocaba en la extracción del
mineral de hierro y su posterior exportación a los mercados externos.
Como dato curioso se tiene que ambas compañías desde el inicio de sus operaciones
hasta que se nacionalizó la industria del hierro en el año 1974, extrajeron 323 millones de
toneladas de mineral de hierro. Martínez (1996).
Es oportuno citar en este punto a Arístides Calvani, sobre lo que significaba la
entrega de materias primas a los países desarrollados. A juicio de Calvani, los términos
7
de “países en vías en desarrollo” o “de menor desarrollo relativo” esconden la verdadera
dimensión del subdesarrollo. Al igual que los trabajadores en los albores de la Revolución
Industrial a fines del siglo XIX, en la segunda mitad del siglo XX los países más
desposeídos han tomado consciencia de su injusta condición, al exportar materias primas de
menor valor y al importar bienes industriales y tecnologías de mayor valor, lo cual conduce
al deterioro secular de los términos de intercambio, sometiendo a los países pobres al atraso
y al subdesarrollo estructural. Más aun, afirma: “esos mismos hechos hacen ilusoria la
paz.”
Con esta cita se pretende reforzar el hecho de que la extracción de las materias
primas y su exportación sin mayor valor agregado no generan necesariamente progreso ni
el desarrollo social y estructural de los países.
La industria petrolera a raíz de El Reventón de Los Barrosos (1922)
La mañana del 14 de diciembre de 1922 la tierra se estremeció en la ciudad de
Cabimas (Estado Zulia) y le siguió un estruendo que parecía anunciar un terremoto. En el
caserío La Rosa, las piedras brotaban del suelo, todo suponía que algo peor pasaría. Sin
embargo un volcán de riqueza estalló en erupción lo que salió a toda presión fue el rubro
más valioso para la época: PETRÓLEO.
La lluvia negra que cayó en 1922 develó un potencial petrolífero, confirmando un
subsuelo rico, que afloró 100 mil barriles por día durante los nueve que duró El Reventón.
Se decía que el chorro de petróleo se veía desde Maracaibo. El Barroso II, identificado
como pozo R-4, abrió paso a la industrialización y fue allí cuando arrancó el ciclo de
producción del rubro que más se exporta en Venezuela.
Cabe la aclaratoria que aunque ya había habido explotaciones petroleras anteriores y
se tomó como el primer pozo petrolero importante a El Zumaque, realmente no es sino
hasta 1922 con El Reventón de Los Barrosos que se demuestra el verdadero potencial
petrolero de Venezuela, y es a partir de ese momento cuando todas la compañías vuelcan
sus ojos hacia Venezuela y se empieza a desarrollar la industria petrolera.
Esta industria desde sus inicios hasta los años 60 mantuvo una estructura y
concepción estrictamente extractivista, por cuanto no había proceso de transformación del
petróleo crudo extraído en productos de mayor valor.
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Nueva visión del desarrollo
Según hemos visto en los tres casos mencionados anteriormente a título de
ilustración, los rasgos fundamentales que caracterizaron al extractivismo hasta mediados
del siglo XX fueron:
-
explotación intensiva o a gran escala de los recursos naturales: oro, hierro y
petróleo
-
grado de procesamiento nulo o mínimo
-
los bienes extraídos se destinaron fundamentalmente a la exportación
-
los beneficios que obtuvo la Nación fueron a través de regalías o impuestos
Es entonces que, a mediados del siglo XX, se plantea un cambio de modelo de
desarrollo en el país. La necesidad de darle valor agregado a las materias primas, los
decretos de sustitución de importaciones y Compre Venezolano, inducen al gobierno
nacional en Guayana, a la creación de la siderúrgica (Sidor) y la fundidora de aluminio
(Alcasa). Estas acciones se ven reforzadas con la creación de la CVG en el año 1960 con
tres objetivos bien definidos: el desarrollo hidroeléctrico del bajo Caroní, el desarrollo de la
industria manufacturera que incluía los proyectos de la siderúrgica y el aluminio, y el
establecimiento de una ciudad.
Con estos objetivos, la CVG, a través del concepto de polo de desarrollo, cambia el
modelo de extractivismo porque ya no se tiene solamente la explotación del mineral de
hierro para exportación sino que se le está dando un valor agregado al transformarlo en
productos de acero.
En Guayana particularmente se intensifica la instalación de las plantas briqueteras
que quizás sea el mejor ejemplo de darle mayor valor agregado a un material. El mineral de
hierro para la época de la creación de las plantas briqueteras se vendía en
aproximadamente entre 11 y 13 dólares la tonelada, y una tonelada de briquetas estaba por
encima de los 80 dólares. Entonces, el transformar el mineral de hierro en briquetas ya le
daba un valor agregado significativo a este material.
En paralelo se desarrollaba de igual forma la industria del aluminio, donde el
proceso se construyó con una visión global desde la explotación de la mina de bauxita en la
zona de Los Pijiguaos, pasando por el proceso de transformación de la bauxita en alúmina,
y posteriormente ésta convertirla en el producto final de aluminio.
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Tampoco hay que olvidar a la industria petrolera que la tenemos siempre como
referencia colateral a Guayana. En esta industria hubo una evolución análoga con la
creación y construcción de las refinerías de Amuay y Cardón en primer lugar para la
producción de gasolinas y, posteriormente con las petroquímicas de El Tablazo (Zulia),
Morón (Carabobo) y Jóse (Anzoátegui). Se cambia entonces el concepto de vender
solamente petróleo al exterior para procesar el crudo en el país y obtener productos
derivados del petróleo con mayor valor agregado, como por ejemplo úrea, amoníaco,
olefinas y fertilizantes.
Con este modelo de desarrollo impuesto a partir de la segunda mitad del siglo XX se
supera el modelo esencialmente extractivista en Venezuela.
Entramos en el siglo XXI y en Guayana se empieza a cuestionar el modelo de
desarrollo que se tenía. Se plantea una revisión del modelo, se hacen múltiples reuniones,
conferencias, foros, se forman grupos de estudios profesionales buscando un nuevo modelo.
Se plantearon opciones de seguir con el mismo concepto de modelo de desarrollo, pero en
esta ocasión creando mini polos de desarrollo o dar un vuelco completo y diversificar
totalmente los medios de producción.
En realidad, nunca hubo un consenso para hacer un planteamiento uniforme desde
la sociedad de Guayana frente a esa realidad de necesidad de una revisión del modelo de
desarrollo.
Por parte del gobierno nacional se propusieron varias opciones entre las cuales cabe
destacar la famosa ciudad del aluminio en Caicara del Orinoco con la creación de la
empresa Servicios de Laminación de Aluminio C.A. (Serlaca) y la ciudad del acero en
Ciudad Piar con la creación de la Siderúrgica Nacional “José Ignacio Abreu e Lima”,
ambos proyectos fallidos e inconclusos, por cuanto solamente llegaron a completar parte de
la infraestructura necesaria para su operación.
Ante este panorama el gobierno nacional impone el Arco Minero del Orinoco como
única estrategia de desarrollo para Guayana, la cual se enmarca perfectamente dentro del
concepto del NEOEXTRACTIVISMO que se desarrollará a continuación.
10
Regreso al Extractivismo
En Guayana se dieron todas las características de esta estrategia de desarrollo hasta
mediados del siglo XX (con empresas 100% extranjeras y beneficios a través de regalías o
impuestos). En la segunda mitad del siglo XX se implantaron otras estrategias de desarrollo
con participación del Estado y agregando valor a los recursos naturales, tal y como se
explicó en el aparatado anterior.
Con la creación del Arco Minero del Orinoco, según decreto N° 2.248 del 24 de
febrero de 2016, se presenta ahora bajo un nuevo estilo de extractivismo, el
neoextractivismo, como la estrategia de desarrollo para la Guayana del siglo XXI, con una
intervención directa del Estado y gran presencia militar.
El Arco Minero del Orinoco circunscribe la estrategia de desarrollo de Guayana al
neoextractivismo y no hay planteamientos de alternativas de producción, incluyendo las
existentes.
El neoextractivismo no es meramente un modelo de producción sino que se ha
constituido en un complejo modelo de desarrollo que ha venido siendo utilizado
principalmente por los países suramericanos, particularmente en Venezuela, Bolivia y
Ecuador, y a pesar de los profundos cambios políticos propuestos en dichos países, el
neoextractivismo se mantiene como uno de los pilares fundamentales de las estrategias de
desarrollo actuales.
Eduardo Gudynas (2011), un intelectual ecologista uruguayo muy vinculado a los
temas de conservación ambiental y modelos productivos, con una visión muy crítica de lo
que denomina el actual "modelo extractivista" que, en sus palabras, pone al planeta al borde
del agotamiento de recursos y que se ha dedicado a estudiar este fenómeno específicamente
en América Latina, ha planteado un conjunto de tesis en relación con este concepto, de las
cuales se tomarán las más significativas para un mejor entendimiento de la aplicación de
este modelo en Guayana.
La primera de las tesis se refiere a la participación del Estado. Ya se dijo que en
Guayana se dieron todas las características de la estrategia del extractivismo por empresas
cien por ciento extranjeras y los beneficios los percibía el Estado a través de regalías e
impuestos. Lo que marca la diferencia fundamental entre el neoextractivismo con el
extractivismo tradicional es que ahora hay una intervención directa del Estado. El Gobierno
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está generando un nuevo estilo de extractivismo al tener el Estado un papel más activo con
intervenciones tanto directas como indirectas sobre los sectores extractivos.
En Venezuela el Gobierno ha impuesto una mayor presencia estatal con la
propiedad mayoritaria en los emprendimientos con privados, tanto nacionales como
internacionales y con una altísima presencia militar. La mejor evidencia de ello fue la
creación, 14 días antes de la creación del Arco Minero, de la Compañía Anónima Militar de
Industrias Mineras, Petrolíferas y de Gas (Camimpeg), mediante Decreto N° 2231 del
10.02.2016 y que tiene por objeto social “efectuar todo lo relativo a las actividades lícitas
de Servicios Petroleros, de Gas y Explotación Minera en general, sin que esto implique
limitación alguna;…”.
La segunda tesis sobre el neoextractivismo es que su aplicación genera una
desterritorialización o fragmentación territorial, entendiéndose por ésta en este contexto, la
pérdida de control sobre un determinado territorio, el cual está delimitado a una labor
específica bajo la responsabilidad de un agente distinto al Estado y donde, por lo general, se
generan pugnas de poder y tensiones entre los que habitan dicho territorio y los habitantes
de lugar.
Bajo
el
neoextractivismo
persiste
la
fragmentación
territorial
o
áreas
desterritorializadas, generándose un entramado de enclaves y sus conexiones a los
mercados globales, que agravan las tensiones territoriales.
En la mayoría de los casos representan la llegada de contingentes de operarios y
técnicos, y sus equipos, a áreas remotas, generando una economía de enclaves, donde la
compañía responsable que llega a una determinada concesión minera se apropia del
territorio, lo cerca y establece un enclave donde ejerce la autoridad, fija las normas internas
de funcionamiento, incluyendo el acceso condicionado a esas normas.
Esto se enmarca y refuerza un proceso de desterritorialización, donde el Estado no
logra asegurar su presencia en forma adecuada y homogénea, con limitaciones en la
cobertura de los derechos ciudadanos o los servicios públicos, pero a la vez, activo en
promover y defender esos enclaves extractivos.
Los enclaves generan las más diversas tensiones territoriales, sociales y
ambientales, desde problemas de violencia hasta los impactos ambientales por
contaminación. Incluso, allí donde se refuerza la presencia estatal, y particularmente la
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militar, ésta es usada para otorgar contratos de asociación, sociedades o alianzas con
empresas privadas donde se externalizan los impactos sociales y ambientales.
Ejemplos de esta situación también se dieron en el pasado y el mejor fue sin duda
alguna el de los campamentos petroleros, donde las compañías norteamericanas ejercían el
control total sobre ellos. En Guayana se tuvo una política más flexible de campamento
abierto, que aunque había urbanizaciones reservadas única y exclusivamente para el
personal de las compañías norteamericanas, el tránsito era libre a través de ellas.
Actualmente la situación de desterritorialización se ha vuelto más crítica
particularmente en lo que se refiere a las poblaciones indígenas. Son muchas las denuncias
de desplazamiento de comunidades indígenas por parte de las actividades mineras. Solo
para mencionar una de ellas, a título de ejemplo, se citará un caso expuesto en IV
Conversatorio Una Visión de la Amazonía desde la Ucab Guayana, realizado el 21 de junio
de 2018, donde la expositora, capitana del pueblo Pemón de la comunidad indígena de San
Antonio de Roscio, planteaba que uno de los principales problemas que han confrontado
con el Arco Minero del Orinoco ha sido el desplazamiento continuo de las poblaciones
indígenas debido al avance de la explotaciones mineras. Adicionalmente, se ha venido
sufriendo un bloqueo sistemático de las vías naturales de movilización de los indígenas de
la comunidad que son los ríos, en particular el río Cuyuní; hay comunidades que se
encuentran prácticamente secuestradas por los mineros al no poder transitar libremente por
una vía que ancestralmente ha sido de esas poblaciones.
Entonces esa fragmentación, ese control del territorio por personas ajenas al
territorio y a la estructura oficial de la zona, poniendo como ejemplo con un espacio urbano
en particular, se repite con las 16 etnias que están siendo afectadas con el territorio del Arco
Minero del Orinoco. Aquí el hecho importante es que el Estado como tal no logra asegurar
su presencia en forma adecuada en esas zonas, y el control de los territorios es llevado a
cabo entes distintos a la autoridad formal.
La tercera tesis planteada por Gudynas se refiere al impacto ambiental y social que
generan las actividades extractivistas. En cuanto al impacto ambiental se harán dos
comentarios solamente por cuanto este tema merece un escrito completo al respecto dado
su alcance y complejidad. El primero de ellos es que si en el extractivismo tradicional el
impacto ambiental era un problema grave, con el neoextractivismo estos problemas se han
13
acentuado de una manera exponencial dados los avances técnicos tanto en maquinarias
como en productos químicos utilizados en los procesos de extracción. El segundo
comentario es una referencia al Manifiesto de Guayana sobre el Arco Minero, producido
en el marco del Foro Guayana Sustentable del año 2016, que se explica por si solo:
El Desarrollo del Arco Minero (ZDAM) tiene una extensión de 111.843,70
km2 (46% del estado Bolívar), ocupa gran parte de 10 de los 11 municipios
del estado, afecta prácticamente a toda su población; especialmente a
pueblos indígenas. Dentro de ella se localiza la reserva Forestal de Imataca y
en su área de influencia se encuentran otras Áreas Bajo Régimen de
Administración Especial como monumentos naturales, reservas de biosfera,
parques nacionales, refugios de fauna silvestre, zonas protectoras, otras
reservas forestales y cuencas protegidas por convenios internacionales entre
los que se incluye la cuenca del Caroní, la cual provee las reservas de agua
dulce más importantes de la nación y abastece las centrales hidroeléctricas
que generan el 70% de la energía que consume el país.
En cuanto al impacto social, bastaría con citar los casos de las masacres que han
ocurrido desde la creación del Arco Minero. La masacre de Tumeremo (11.09.2017) fue
ampliamente difundida a través de los medios de comunicación, donde el acribillamiento de
11 mineros fue cometido de manera pública y notoria en un supuesto enfrentamiento con el
ejército; luego la masacre de El Callao (15.11.2017), donde oficialmente fueron reportados
9 personas fallecidas y el médico forense que inició el levantamiento de los cuerpos reportó
más cadáveres incluyendo mujeres y un niño; la masacre de Cicapra (11.02.2018) donde
fueron asesinados 18 mineros. Estos enfrentamientos productos de las tensiones sociales
que se generan con esta modalidad de manejo de la minería es lo que se está viviendo en la
zona sur del estado Bolívar.
En el neoextractivismo se mantienen, y en algunos casos, se acentúan los impactos
sociales y ambientales, y que las acciones para enfrentarlos y resolverlos todavía son
inefectivas, y en ocasiones se han debilitado.
La última tesis que mencionaremos en este artículo es la bandera de combate de los
Gobiernos que han adoptado al neoextractivismo como modelo de desarrollo. El
neoextractivismo es aceptado como uno de los motores fundamentales del crecimiento
económico y una contribución clave para combatir la pobreza a escala nacional. Bajo el
neoextractivismo el Estado capta una mayor proporción del beneficio, el cual
supuestamente es destinado a programas sociales para apaciguar las demandas locales. Se
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asume que parte de ese crecimiento generarán beneficios que se derramarán al resto de la
sociedad en forma de “goteo o chorreo”. Un Estado, ahora más protagónico, es el que debe
alentar, administrar y guiar ese derrame, ya que ahora es accionista mayoritario y va a
recibir la mayor parte de los beneficios y su administración se hará bajo el criterio del
chorreo y así están expresados textualmente por eso las palabras están entrecomilladas.
En este sentido el Arco Minero del Orinoco ha sido vendido desde los más altos
niveles de autoridad del Gobierno como la tabla de salvación para sustituir la economía
rentista del pasado.
Esta situación está soportada legalmente en el Decreto N° 2.411, mediante el cual se
establece la Prioridad Social sobre las utilidades de la Zona de Desarrollo Estratégico
Nacional Arco Minero del Orinoco, donde se establece que el 60%
de los ingresos
provenientes de las actividades del Arco Minero del Orinoco serán destinados al Sistema de
Misiones y Grandes Misiones
Evidencias de ello se tenían por los medios de comunicación cuando representantes
del alto Gobierno anunciaban públicamente cuanto había sido la producción de oro del mes,
para demostrar, entre otras cosas, que el proyecto del Arco Minero estaba en marcha, y
cuanto representaba en dinero lo que iba a ser utilizado para el fortalecimiento de los
programas sociales del Gobierno, particularmente los relacionados con la construcción de
viviendas.
Epílogo
El Gobierno impuso un modelo neoextractivista para Guayana dejando atrás
cualquier otra posibilidad de desarrollo para la zona. Dentro de los planes esbozados por el
Gobierno no se ha planteado otra alternativa que no sea el Arco Minero del Orinoco.
Esto ha echado por tierra cualquier posibilidad de rescate del parque industrial
existente tanto para las empresas básicas como para las pequeñas industrias aguas abajo.
Incluso, los proyectos de la nueva siderúrgica y la nueva laminadora de aluminio han sido
totalmente paralizados y sin perspectivas de reactivación.
Esta situación nos lleva lamentablemente a ubicarnos de vuelta al siglo XIX, donde
la extracción masiva y a gran escala de nuestros recursos mineros, depredando el ambiente
y con los impactos sociales ya mencionados exacerbados, solo traerá a Guayana
destrucción y miseria porque este modelo de desarrollo neoextractivista no propicia en
15
absoluto la creación de trabajos decentes, estables y bien remunerados en el marco de la
normativa legal vigente, no propicia el desarrollo de una industria estable y con proyección
en el tiempo, ni propicia el establecimiento de comunidades arraigadas con todas las
características que la sociedad requiere en materia de vivienda y servicios.
Después de tanto debatir acerca del futuro de Guayana cabe preguntarse: ¿Es este el
futuro que se quiere para la región? La respuesta para todos quizás está muy clara en
nuestras mentes pero lo que sí es difícil de olvidar es la imagen rescatada de Celestino
Peraza sobre la experiencia previa de la fiebre del oro en el siglo XIX y la secuela que nos
dejó no fue más que una simple “sonrisa fugitiva del progreso”.
Referencias Bibliográficas
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Documentos
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Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela. Año CXLIII-mes V. N° 40855
del 24 de febrero de 2016. Decreto N° 2248: Creación de la Zona de Desarrollo Estratégico
Nacional Arco Minero del Orinoco.
Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela. Año CXLIII-mes X. N° 40960
del 5 de agosto de 2016. Decreto N° 2411: mediante el cual se establece la prioridad social
sobre las utilidades de la Zona de Desarrollo Estratégico Nacional Arco Minero del
Orinoco.
Manifiesto de Guayana sobre el Arco Minero, producido en el marco del Foro Guayana
Sustentable del año 2016.
Ortiz, José. 2018. Zona de Desarrollo Estratégico Nacional: Arco Minero del Orinoco.
Misión Piar. Ponencia dictada en el marco del III Conversatorio del Foro Guayana
Sustentable. Ucab Guayana, estado Bolívar. Venezuela.
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