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SERIE
DISEÑO DE
EXPERIENCIAS
Bienvenidos a la economía
de las experiencias y
las emociones
Entendiendo cómo el Diseño de
Experiencia verdaderamente
contribuye al aumento de las
ventas y mejora los resultados
generales del negocio.
por Danilo Cappelli
e Isidro Fernández
2018
Definiendo experiencia de cliente
Para poder comprender el valor real y, específicamente el valor comercial y
económico, de incorporar en una empresa esfuerzos orientados hacia la
mejora de las experiencia de lo clientes, es necesario primero entender qué
es Experiencia de Cliente. Y, para tal motivo, primero debemos
descomponer la expresión.
Comencemos con un par de definiciones:
Experiencia
Su definición etimológica nos dice que proviene del latín "experientĭa",
derivado de experiri, que significa «comprobar» y que es un "conocimiento
de algo, o habilidad para ello, que se adquiere al haberlo realizado, vivido,
sentido o sufrido una o más veces. Conjunto de conocimientos que se
adquieren en la vida o en un período determinado de ésta."
Cliente
Su definición etimológica nos dice que proviene del latín "cliens", que
significa "protegido" y que es una "persona que utiliza los servicios de un
profesional o de una empresa, especialmente la que lo hace regularmente.
Persona que compra en un establecimiento comercial o público,
especialmente la que lo hace regularmente."
Si trasladamos estas definiciones al ámbito de los negocios, podemos
decir que Experiencia de Cliente es: "todo lo realizado, sentido,
aprendido y sufrido, o sea vivido, por una persona, una o más veces,
en el transcurso de su relación de utilización o compra de los
servicios o productos de un profesional o empresa, tanto en el
sector privado como público."
Para resumirlo:
"La experiencia de un cliente es todo lo
vivido por una persona, antes, durante
y posterior a la relación comercial
con un negocio."
Definiendo al cliente
Pero antes de continuar, es importante introducir otra definición:
Persona
Del latín persōna, es un "individuo de la especie humana. Persona física,
individuo o miembro de una comunidad con derechos y obligaciones
determinados por el ordenamiento jurídico."
El hecho de comprender (o dejar de ocultar) que un cliente es un ser
humano, cambia sustancialmente el enfoque comercial tradicional y
adiciona nuevas variables al valor que la inversión en experiencias puede
aportar a los objetivos de los negocios.
Y este hecho no es solo importante, sino que es extremadamente
importante, ya que determinará cuáles serán las estrategias y tácticas
correctas para diseñar las mejores experiencias de cliente. La variable "ser
humano" en la ecuación de experiencia para los negocios implica que los
esfuerzos de mercadotecnia deberán ser mucho más amplios, desde una
concepción holística de lo que significa ser Cliente. Ya no podemos seguir
viéndolo como un “comprador” que busca el mejor precio o determinadas
características en un producto. En ese sentido, los mercadólogos deben
analizar y comprender cómo se vive una experiencia y a través de qué
mecanismos el ser humano incorpora lo vivido, lo procesa, lo transforma
en aprendizaje y luego en conocimiento para, al final, manifestarlo
como percepción de marca.
Si seguimos desarmando este rompecabezas, encontramos otro
factor determinante. Este consiste en que "la relación comercial",
o sea, la experiencia, se da en un período de tiempo que
implica, inevitablemente, el antes, el durante y el después
del acto de compra específico. Y es a este período al
que llamamos "el viaje del cliente" (o "customer
journey", en inglés).
Este viaje, que determina la experiencia y el cual puede ser realizado una o
varias veces, tiene una consecuencia fundamental y de vital interés para las
marcas: la percepción que nos queda después del mismo o la que se va
generando luego de sucesivos recorridos, o sea, de sucesivas experiencias.
Pero este viaje, no es un simple viaje de A a B, de problema a solución, de
necesidad a satisfacción, sino que es, en la mayoría de los casos, un
intrincado itinerario que casi nunca es un "paseo de domingo". Inclusive,
puede ser que ni siquiera sepamos dónde comienza y, mucho menos,
donde termina. Puede tener huecos, encrucijadas, zonas muy iluminadas y
zonas en penumbras, zonas con mucha información y zonas indescifrables.
Y lo peor, casi siempre nos toca realizar este viaje solos. Históricamente, las
marcas ha sido muy buenas persuadiéndonos a hacer el viaje, pero muy
difícilmente nos acompañan a través de él. Inclusive, una vez que llegamos a
destino, SU destino no el nuestro, allí nos abandona por completo.
Ahora bien, comencemos a rearmar los conceptos. Si partimos por el final,
nos encontramos una situación que es clave en la definición de valor que
estamos buscando. Esta es "la percepción de la marca". Y a partir de aquí
todo es relativamente sencillo. Si el viaje fue bueno, o sea, si la experiencia
fue buena, la percepción será buena, dentro de los matices propios de cada
viaje. Y si la experiencia fue mala... ya sabemos la respuesta. Pero como lo
que nos interesa es definir un valor positivo de las experiencias en los
resultados del negocio, nos quedaremos solo con las buenas experiencias.
Aquí nos hará falta una última definición:
Percepción
Proviene del latín "perceptio", donde el prefijo -per, significa por
completo, el verbo –capere, capturar y el sufijo –tio, que indica
acción y efecto, de aquí que se entienda como "la acción y
efecto de capturar en forma completa". También podemos
decir que es el "primer conocimiento de una cosa por
medio de las impresiones que comunican los
sentidos. Manera en que una persona percibe o
comprende algo."
El valor de una experiencia memorable
La idea de percepción describe de la misma forma a la acción como a la
consecuencia de percibir. O sea, describe tanto la capacidad para recibir los
estímulos externos de una marca mediante los sentidos, como el
aprendizaje y posterior conocimiento generado a través de lo que llamamos
proceso cognitivo. Y es en este proceso cognitivo que se realiza la
decodificación de lo vivido, de la experiencia y se convierte en la hipótesis
que una persona formula acerca de ese algo o, por ejemplo, un cliente
acerca de un producto, servicio o, inclusive, toda la empresa.
Cuando el viaje de un cliente es satisfactorio, ineludiblemente en el antes,
durante y después a través de una experiencia positiva, se desencadena
varias situaciones que, desde el punto de visto sociológico y psicológico, se
manifiestan como modificaciones de comportamiento humano. O sea, que
el cliente podría comenzar a comportarse como el negocio desea (no
olvidemos que, según lo definimos, cliente es una persona y persona es un
ser humano). Esos nuevos comportamientos serán las consecuencias de la
percepción generada durante el viaje.
De esta modificación de comportamientos en el cliente pueden surgir
muchas acciones y, muchas de ellas, realmente importantes para un
negocio, entre las cuales podemos mencionar:
1. No hablar mal de la marca
Estudios han determinado que cada persona que tiene una
mala experiencia como cliente lo comparte con entre 11 y 16
personas. O sea, que no hablar mal de la marca nos evitaría
perder entre 11 y 16 potenciales o actuales clientes. Desde
el punto de vista económico, esto tiene impacto directo
en reducción de costos de servicios de atención al
cliente, soporte y reclamos.
2. Hablar bien de la marca
(el mismo estudio dice que quien tiene una buena experiencia como cliente
lo comparte con entre 4 y 6 personas). Desde el punto de vista económico,
esto tiene impacto directo como aumento de los esfuerzos de mercadeo,
pero con cero costo, ya que los clientes satisfechos que comparten sus
buenas experiencias se convierten en promotores naturales y hasta
embajadores de la marca. Por lo tanto, cada cliente feliz podría genera o
retener entre 4 y 6 clientes, lo que significa también que la mejor
experiencia aumenta el valor vitalicio del cliente, aumentando la
probabilidad de que este genere nuevos clientes mediante el boca a boca. Y
todo esto, repito, a costo cero. Ya lo decía Seth Godin “convierte extraños en
amigos, amigos en clientes y clientes en vendedores”.
3. Recomendar a la marca
Desde el punto de vista económico, esto tiene impacto directo en captación
de nuevos leads y eventuales nuevos compradores. Si tomamos en cuenta
que la recomendación o "prueba social" y el boca a boca siguen siendo de
las más importantes tácticas de difusión, podríamos asegurar que los
recomendados por quienes han vivido buenas experiencia previas con la
marca tiene un mayor potencial de compra. Pero ¿por qué un cliente
recordaría una u otra marca para recomendar? Porque observando la
evolución y progresión de la economía a través de la historia, hemos visto
que las materias primas o commodities se vuelven elementos fungibles,
los bienes o productos son elementos tangibles que se desvalorizan, se
desechan, los servicios son intangibles que muchas veces pasan
desapercibidos (a no ser que presenten problemas), pero las
experiencias son memorables. Son el equivalente a un tatuaje
en la mente de los clientes. Por lo tanto, quien vive una
buena experiencia como cliente, siempre tendrá tal
vivencia grabada en su memoria para recuperarla
cuando alguien solicite una referencia.
4. Volver a comprar
Aquí no hay mucho que aclara, el valor económico es más que obvio. Pero
más importante que una nueva compra es que este comportamiento
generado por la buena experiencia vivida previamente, es la base para otro
comportamiento más valioso aún y es:
5. Volverse fiel a la marca
Tal vez el más importante de los comportamientos, ya que incluye todos los
anteriores. Un cliente fiel no habla mal de la marca. Pero, si eventualmente
tiene alguna disconformidad, antes que criticar hará sugerencias de mejora
y se convertirá en co-creador junto con la empresa (claro está, si tiene los
canales adecuados, cosa que es parte de la experiencia también). Un cliente
satisfecho habla de las maravillas y de los beneficios que el producto o
servicio le traen a su vida. Un cliente feliz, va a recomendar la marca a
quienes estima, a su círculo cercano, para que estos puedan experimentar
tal dicha y, de paso, ganar el reconocimiento de ser quien propició tal
felicidad. Un cliente que ha recibido el valor que esperaba, volverá a
comprar dicha solución. Un cliente fidelizado reduce los costos de retención
que, en muchos casos, es mayor a los de captación (entre 6 y 7 veces más,
dependiendo de la industria). Y como si esto fuera poco, además aumenta
su valor como cliente a lo largo de su permanencia en el tiempo con la
marca (Life time value). Un estudio de Harvard University, demuestra que
en un modelo de negocio basado en transacciones o compras recurrentes
una buena experiencia genera 140% más posibilidades de volver a
comprar el mismo producto o servicio. Y en un modelo basado
en suscripciones, una buena experiencia hace que los clientes
permanezcan en promedio 6 años más que aquellos que no
la tienen, los cuales solo se quedarán el primer año por el
cual pagaron por anticipado. Otros estudios demuestran
que existe un 65% más de posibilidades de aplicar
upselling o cross-selling a clientes fidelizados,
mientras solo 12% a nuevos clientes.
6. Pagar más
Nuevamente estudios demuestran que el 55% de los consumidores están
dispuestos a pagar un precio mayor (premium) por una experiencia
“comprobada”. Y 86% están dispuestos a pagar más por una mejora en la
experiencia que ya tienen. Así mismo, una compra adicional (upsell o
cross-sell) es más viable en clientes altamente satisfechos.
7. Re-alimentar a la marca
Por último, pero no menos importante, existe un valor económico
importantísimo en el hecho que, un cliente recurrente y que ha encontrado
en una marca un "aliado", que lo entiende, que satisface sus necesidades,
que soluciona sus problemas y que está presente en el antes, en el durante y
el después de la transacción, es más propenso a co-crear con la marca, a
proponer nuevos productos y servicios, a mejorar los existentes, a sugerir que
otras cosas le gustaría que le ofrecieran, pues le sería más cómodo seguir
"haciendo negocios" con la misma empresa que tener que buscar otros
proveedores de soluciones. Al fin y al cabo nosotros, los clientes, también
invertimos tiempo y dinero prospectando empresas y marcas que nos
ofrezcan soluciones y experiencias.
Y así, en estos siete cambios de comportamiento de las personas, luego
de haber vivido una buena experiencia como clientes, definimos el
valor real que aporta el diseño de experiencias a las empresa y sus
objetivos de negocio.
Pero, para que esto se cumpla, es fundamental comprender el
significado detrás del concepto de Experiencia de Cliente y
cuáles son sus componentes: persona como ser humano,
propuesta de valor, recorrido y sus puntos críticos, vivencia
completa, relato, imagen, proceso cognitivo, percepción
de marca. Y todo esto, en el antes, el durante y el
después, ya que es inviable e inválido definir una
experiencia si no es en el recorrido completo.
Un ejemplo financiero
Tomando en cuenta la información anterior, podríamos incluso estimar el
valor de la experiencia del cliente en términos financieros. Por ejemplo,
sobre el valor vitalicio del cliente.
Imaginemos el siguiente escenario ficticio con diferentes tipos de
experiencia de clientes para una sola empresa:
Variables
claves
Número de veces
que compra en el
año
Tiempo en años
que continúa con
la empresa
Cantidad de
personas a las
que recomienda
positivamente
Cantidad de
personas a las
que recomienda
negativamente
Tamaño de la
compra
promedio
Cliente recibe una
pobre experiencia
Cliente recibe
la experiencia
promedio
Cliente recibe
una experiencia
memorable
1
3
5
1
2
5
0
1
4
11
1
0
5 mil
colones
8 mil
colones
10 mil
colones
Si bien estos números son ficticios, las variables que conforman el modelo
no lo son. Es sencillo para cualquier empresa identificar y generar ese tipo
de variables, por lo que hace la evaluación financiera de la experiencia una
estimación sencilla.
Podríamos en este sentido definir el valor económico de la experiencia,
como la diferencia entre el valor vitalicio de un cliente que recibe una
experiencia promedio, con la de un cliente que recibe una experiencia
excepcional. Para eso podemos calcular el valor vitalicio de esta manera:
Valor vitalicio = monto de la compra promedio x número de veces que
compra en el año x tiempo en años que continúa con la empresa x (1+
Cantidad de personas a las que recomienda positivamente * probabilidad
de que la recomendación se traduzca en un nuevo cliente) x (1- Cantidad de
personas a las que recomienda negativamente * probabilidad de que la
recomendación negativa haga perder un posible cliente)
En esta fórmula la variable llamada “probabilidad de que la recomendación
se traduzca en un nuevo cliente o en la pérdida de un futuro cliente” es
bastante simple de estimar a través de encuestas y estudios de mercado,
que utilizada en conjunto con herramientas como el NET PROMOTER
SCORE, da resultados muy confiables. En nuestro ejemplo simplificamos y
utilizaremos un valor de un 5% para ambos casos. Ahora veamos el cálculo:
Valor vitalicio de un cliente que recibe una experiencia normal =
8,000 x 3 x 2 x (1+1*5%) x ( 1- 1*5%) = 47,880 colones.
Valor vitalicio de un cliente que recibe una experiencia memorable =
10,000 x 5 x 4 x (1+4*5%) x ( 1- 0*5%) = 240,000 colones.
Valor vitalicio de un cliente que recibe una experiencia deficiente=
5,000 x 1 x 1 x (1+0*5%) x ( 1- 11*5%) = 2,250 colones.
En este sencillo ejemplo, que si bien tiene variables ficticias estas son
bastante plausibles para muchos mercados, queda claro el poder
exponencial de generación de valor de una experiencia memorable en un
cliente. E incluso, el efecto negativo de la experiencia deficiente en el valor
de los clientes.
Variables
claves
Valor vitalicio en colones
Valor de la experiencia en
colones, estimado como el
aumento o disminución
marginal del valor vitalicio
del cliente con una
experiencia promedio en
referencia a una pobre
experiencia y una
experiencia memorable
Cliente recibe una
pobre experiencia
Cliente recibe
la experiencia
promedio
Cliente recibe
una experiencia
memorable
2,250
47,880
240,000
- 45,630
---
192,120
De esta manera, este pequeño ejemplo ilustra cómo el valor de una
experiencia memorable puede aumentar el valor vitalicio de un
cliente promedio hasta en 192,120 colones, lo que nos hace
preguntarnos. ¿Valdrá la pena invertir en la experiencia
del cliente?
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