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sermon 11 10 2019 hageo 2.1-9

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La Gloria del Nuevo Templo
Hageo 2:1-9
Oración de Iluminación
Si entendemos este pasaje a la luz de 1 Corintios 3:16-17 y 1 Corintios 6:19
el relato adquiere un sentido personal que va más allá de lo histórico.
¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en
vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él;
porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.” 1 Corintios
3:16-17 “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el
cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” 1
Corintios 6:19
La profecía de Hageo no es solo una historia sobre la reconstrucción de un
templo en el año 520 a.C., sino que es un desafío para construir o
reconstruir nuestras vidas, los templos de Dios, según la voluntad de Dios
hoy. ¿Construir o destruir? ¿Qué eliges?
La reconstrucción de nuestras vidas según la voluntad de Dios
requiere atender su palabra, su voz, el llamado, Hageo 2:1-2
Dios empieza a obrar en nuestras vidas a través de su palabra: “vino
palabra, diciendo, habla”. El mensaje de Dios no es al aire, a las piedras o a
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los edificios. El mensaje de Dios es a las personas y Él nos conoce por
nombre.
En los versículos 1 y 2 se nos presentan 5 personajes a los que Dios habla:
Hageo, Zorobabel, Salatiel, Josué y Josadac. Escritos así, estos nombres no
nos dicen mucho, pero si vemos el significado de estos nombres podemos
entender que Dios nos incluye y podemos ver la acción de Dios que
reconstruye nuestras vidas según su voluntad: “Dios llama a una
celebración a la persona que ha salido de Babilonia y que ha pedido a
Dios que muestre su salvación y su justicia”. ¿Podemos ver nuestras
propias vidas aquí? Yo soy esa persona, tú eres esa persona, que ha recibido
un llamado profético a celebrar, porque ha salido de Babilonia, de la
confusión, del error, del pecado, cuando pidió a Dios que le mostrara su
salvación y su justicia.”
Es Dios el que habla primero y nos toca responder a ese llamado, pues no
hay reconstrucción sin llamado.
La reconstrucción de nuestras vidas según la voluntad de Dios
requiere conectarnos a su visión, Hageo 2:3
Hubo un templo que muchos pudieron ver en su gloria primera pero que
ahora había quedado como nada. Se refiere al templo de Salomón
construido en el año 925 a.C. y destruido en el año 587 a.C. Reconstruido
nuevamente en el año 520 a.C. y destruido nuevamente en el año 70 d.C.
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De este templo solo queda hoy un muro, el muro de los lamentos. Un templo
en ruinas simboliza una vida en ruinas. Ayer, nuestras vidas estaban
destruidas y Dios nos reconstruyó. Hoy nuestras vidas pueden estar en pie,
mañana pueden estar caídas, y Dios conoce todo esto y Dios puede evitar
todo esto. Esto es lo que significa el Salmo 127:1 “Si Jehová no edificare la
casa, en vano trabajan los que la edifican”. Ver el paso del tiempo desde la
perspectiva de Dios es encomendar a El nuestro ser. Es no vivir estancados
en el pasado, ni estancados en el presente ni con temor del futuro sino vivir
bajo la visión de Dios. No hay reconstrucción sin visión.
La reconstrucción de nuestras vidas según la voluntad de Dios
requiere hacer lo que Él nos pide, Hageo 2:4
Estancarse en el tiempo es no hacer nada. Es ver pasar los días y con ellos
la vida y no hacer nada. Es ver en ruinas nuestro templo, nuestra vida, y no
hacer nada. Pero esta no es la voluntad de Dios para nosotros. Construir o
reconstruir la vida requiere que atendamos a los llamados a la acción que
nos hace Dios. Entendemos que la salvación no es por obras, solo el amor de
Dios puede salvarnos. Pero entendemos también que Dios nos pide que
cuidemos de nuestra salvación con temor y temblor. Dios quiere que
llevemos esa salvación a todas las áreas de nuestra vida. En este versículo 4
se nos explica en qué consiste ese cuidado “Zorobabel hijo de Salatiel, tú
que has salido de Babilonia y que has pedido a Dios, esfuérzate. Josué hijo
de Josadac, tú que afirmas que Dios salva y que Dios es justo, esfuérzate.
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Pueblo todo de la tierra, anímense”. Dios nos pide doble esfuerzo, ánimo y
trabajo. Imaginemos lo que será nuestra vida, lo que serán nuestros
hogares, nuestra relación de pareja, la relación con nuestros hijos o hijas, en
la iglesia, el trabajo o en el vecindario si nos esforzamos el doble, si nos
animamos y si trabajamos para construir o reconstruir lo que se ha roto.
No hay reconstrucción sin acción.
La reconstrucción de nuestras vidas según la voluntad de Dios es
aceptar las promesas de Dios, Hageo 2:5-9
Dios sabe que toda acción requiere motivación para que perseveremos,
aunque a veces se nos acaben las fuerzas. En los versículos 5-9 se nos da
una lista de las promesas que Dios nos ofrece para que perseveremos: Su
Espíritu en medio de nosotros para quitarnos el temor; su poder que hace
temblar los cielos y la tierra; su Hijo, el Deseado, que llena nuestra vida con
su gloria; las riquezas abundantes de su gloria (representados por el oro y la
plata); grandes posibilidades (la gloria postrera mayor que la primera); y su
paz que transforma. Esto es lo que Dios se compromete a hacer en nuestras
vidas cuando hacemos nuestra parte. Y es por medio de la fe, que podemos
entender y aceptar estas promesas. No hay reconstrucción sin fe.
Termino con las palabras de Dios en Zacarías 6:13 “He aquí el varón cuyo
nombre es el Renuevo, el cual brotará de sus raíces, y edificará el templo de
Jehová. El edificará el templo de Jehová, y él llevará gloria, y se sentará y
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dominará en su trono, y habrá sacerdote a su lado; y consejo de paz habrá
entre ambos.”
COMISIÓN
Salgan con valentía a edificar sus vidas, porque el renuevo de Dios,
Jesucristo, el que edifica el templo de Jehová, está a nuestro lado. No dejen
que nadie les engañe, sino que sigan firmes y manténganse fieles a las
enseñanzas que han recibido y pongan su confianza en Dios.
BENDICIÓN (2 Tesalonicenses 2: 16-17)
Que nuestro Señor Jesucristo mismo y Dios nuestro Padre, que nos amó y
por su gracia nos dio consuelo eterno y una buena esperanza, les anime y
les fortalezca el corazón, para que tanto en palabra como en obra hagan
todo lo que sea bueno. Podemos ir en paz.
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