La homosexualidad para el doctor Gerd Hamer

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La homosexualidad para el doctor Gerd Hamer
El Doctor Gerd Hamer, médico internista con dos cátedras
por otras tantas universidades europeas, fundador de la Nueva Medicina
Germánica y descubridor de las cinco leyes biológicas del cáncer,
ha desarrollado una nueva metodología para identifi car las causas de
las enfermedades. Tras miles de rayos X efectuados durante años de
médico internista, se dio cuenta de que había una correlación entre el
daño biológico que llamamos “enfermedad” y el confl icto psicológico
no resuelto que a su vez provoca un daño traumático en el cerebro. Lo
denominó por las siglas DHS, en honor a su hijo Dirk Hamer, fallecido
cuando era un adolescente y cuya muerte “provocó” un cáncer
de testículos en el médico, abriéndole la puerta a la explicación de las
enfermedades. Según su contrastada teoría, cada enfermedad, localizada
en un órgano preciso, se corresponde con un trauma relacionado
con un montón de cosas: paternidad, dinero/supervivencia, falta de
cariño, sexo, territorio, y un largo etcétera. Las tres capas evolutivas del
cerebro (endodermo, exodermo, ectodermo) marcarán la conexión del
foco cerebral de la enfermedad y el correspondiente órgano que se verá
afectado. Según su teoría, el DHS de “miedo” es el propiamente femenino
y el DHS de “confl icto de territorio” es el típicamente masculino,
residuos ambos, de la historia evolutiva del ser humano.
Para Hamer, no sólo el trauma sino también las hormonas pueden causar
un cambio en el funcionamiento del cerebro, por lo que abre la vía
a una infl uencia tanto biológica como psicológica. Tanto de una como
de la otra manera, la consecuencia es que el cerebro cambia de
hemisfehistoria
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rio dominante respecto del original. Es decir, aquel con el que se nace,
que para el caso que nos ocupa es un hemisferio dominante para cada
sexo (con la particularidad de los zurdos en el caso de los hombres).
Según sus investigaciones empíricas a base de miles de pruebas de rayos
X, validadas en parte por otros autores, como hemos visto, aunque el
cerebro continúe siendo el órgano que dirige todo el organismo, puede
ser controlado externamente mediante hormonas artifi ciales. Para
Hamer, un trauma puede hacer que el cerebro cambie de modo de
comportamiento,
completando las tesis de Freud y de Jean Didier Vicent,
y haciendo que la “lateralización” cerebral masculina se trastoque en
femenina y viceversa.
“Son bien conocidos los experimentos con animales, a los cuales,
por ejemplo, de cachorros, se les administran andrógenos o estrógenos
que causan una madurez sexual precoz. Traducido a nuestro len-
El doctor Gerd Hamer, perseguido por la ortodoxia y revelador de las
causas y consecuencias cerebrales de la homosexualidad.
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guaje de confl icto biológico eso signifi caría que el cerebro puede ser
‘lateralizado’. Esta última expresión signifi ca que, por ejemplo, si a un
gallo joven se le proporciona testosterona en el alimento y empieza de
repente a cantar, se ha ‘activado’ la zona del territorio periinsular derecha.
Un gallo hecho madurar precozmente de este modo artifi cial reaccionará
en un confl icto de manera totalmente diferente a como lo haría
normalmente. Lo mismo se puede aplicar a la maduración femenina
forzada”.
El ejemplo de los pollos está bien traído porque es conocido cómo
se les hace engordar a base de hormonas, que luego llegan a nuestro
organismo, como hemos visto en el caso de los peces del Támesis
londinense.
Hamer continúa con estas palabras explicando la homosexualidad
desde el punto de vista cerebral y genital.
“La castración es una alteración monstruosa del organismo entero. No
se trata solo de la pérdida de uno o dos pequeños órganos como los
ovarios, sino que en la mayor parte de los casos provoca una inmediata
transposición de la lateralización de la parte opuesta del cerebro. El
organismo hasta ahora femenino se convierte de improviso, no siempre,
pero en la mayor parte de los casos, en un organismo con orientación
hormonal masculina, en el que prevalecerán los andrógenos
producidos en la corteza suprarrenal. Al mismo tiempo, sin embargo,
la paciente que ha sufrido una ‘ovariectomía’ o que ha sido irradiada o
‘curada’ con citostáticos, reacciona por el contrario con el área periinsular
derecha de territorio masculino en lugar de con el lado femenino
izquierdo. Un mismo suceso adquiere ahora, bajo el aspecto confl ictivo,
un valor y unas características totalmente diferentes respecto a
aquellas que habría tenido antes”.
Hamer ha bautizado la expresión “empate hormonal” que identifi ca en
la Nueva Medicina a un paciente con las hormonas femeninas y masculinas
en situación de equilibrio, aunque se dé una pequeña prevalencia
de los componentes femeninos o masculinos. Contradiciendo
una extendida creencia dentro del campo de la Nueva Era, la vida nace
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de un desequilibrio que hace que un organismo sea masculino y otro
femenino. Si se produce un “empate hormonal”, surge la androginia o,
en el caso de los estereotipos sexuales, la vocación de homosexualidad.
En otras palabras, ni el hombre es tan femenino como masculino, ni la
mujer es tan masculina como femenina: la vida se funda en la diferencia
entre hombre y mujer.
Cada manipulación de la “constelación hormonal”, es decir, el desequilibrio
hormonal que provoca que un hemisferio cerebral sea el
dominante, puede generar instantáneamente una depresión, ya que
se experimenta un confl icto de territorio. Este confl icto territorial, es
decir, un trauma emocional en el sentimiento masculino, puede provocar
una lateralización diferente del paciente, redundando en una
homosexualización,
es decir, en un cambio de su sentir masculino por otro,
femenino. Esta afi rmación encaja con las censuradas pruebas empíricas
de los propios terapeutas que se atreven a hablar sobre los confl ictos
psicológicos más importantes entre la comunidad homosexual. El doctor
Aquilino Polaino es uno de los pocos que se ha atrevido a revelar
que la incidencia de la depresión y de los trastornos obsesivos son
mucho más altos que entre las personas heterosexuales, y no por un
supuesto rechazo del resto de la sociedad sino que es inherente a, como
dice Hamer, este cambio de lateralización del cerebro. Este mismo cronista
escuchó, de boca de una amiga que hacía prácticas de psicología
en la Asociación en pro de la homosexualización, COGAM, las altísimas
tasas de desequilibrios emocionales dentro de este colectivo.
Para Hamer, este proceso se puede provocar artifi cialmente de diferentes
maneras. “Básicamente, es posible provocar el ‘empate hormonal’ en
los pacientes bloqueando el exceso de cualquiera de los componentes
o sustituyendo la falta de otros. Los aprendices de brujo consiguen la
reducción de algunos componentes, totalmente sin escrúpulos, gracias
a las castraciones quirúrgicas o que utilizan las radiaciones y la citostática,
así como con los denominados inhibidores hormonales”.
Según Hamer, “El mal de amor puede ser un DHS, que haga que una
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persona empiece a constelar con el otro hemisferio”. En otras palabras,
que un trauma emocional con el sexo opuesto, puede provocar
que el individuo cambie el centro rector de su sexualidad para evitar
“toparse” con la repetición de su trauma. Es decir, que la guerra de sexos
puede provocar homosexualidad. Y esto, siempre según este polémico
médico, se puede probar empíricamente atendiendo a la comunicación
entre ambos hemisferios cerebrales, a lo que llama “constelación
esquizofrénica.
“Hay dos condiciones para la constelación esquizofrénica:
1) Ninguno de los dos hemisferios oscila en el ritmo de base. 2) Los dos
hemisferios oscilan con ritmos diferentes”. Hamer explica este nuevo
concepto con las siguientes palabras.
“Con la expresión ‘constelaciones de los hemisferios’ queremos decir
no sólo que la constelación hormonal es de tal manera que cada uno de
los hemisferios cerebrales del individuo tiene un ritmo que a veces se
separa del ritmo base, sino que al mismo tiempo estos ‘ritmos discrepantes’
son diferentes el uno del otro. La constelación de los hemisferios
es contemporánea o tiene el mismo signifi cado que la ‘constelación
esquizofrénica”.
En otras palabras, hay una disociación entre los dos hemisferios que
hace que el individuo abandone el programa hormonal con el que
viene “de fábrica” y comience a “constelar”, siguiendo su terminología,
de manera “esquizofrénica”, es decir, como dos personalidades/ritmos
diferentes. Y ello es debido a la desarmonía entre la actividad biológica
de las hormonas y esa disfunción cerebral provocada por el cambio de
hemisferio dominante que hace que los hemisferios cerebrales pierdan
su armonía.
Hamer continúa diciendo que en el caso de la mujer, el confl icto típico
de “miedo” femenino será sustituido por el de “confl icto territorial”
(propio del macho) y, por el contrario, el del varón se convertirá en
el de “miedo”, una sobreexcitación emocional típica de los individuos
afeminados que llena las consultas de los psicólogos, no por la presión
social, como nos quieren hacer creer, sino por esta incorrecta lateralización
que se vive como una auténtica lucha interna (“el programa que
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lleva el ordenador de fábrica y el nuevo sistema operativo instalado”).
No en vano, en la propia terminología del movimiento gay se utiliza la
palabra “loca” para califi car a un cierto tipo de mariquitas. Aunque el
trauma vivido con el sexo opuesto haga que el hemisferio dominante se
“apague”, el otro hemisferio no se puede hacer cargo por completo de
la situación y eso lleva a una esquizofrenia, es decir, a que cada uno de
los dos hemisferios traten de llevar la voz cantante, escuchando el ser
“dos voces” al dar cada uno de ellos dos órdenes diferentes. Eso puede
provocar tensión en la columna vertebral y problemas de lateralidad en
los homosexuales, según un terapeuta consultado.
Sin embargo, el Empate hormonal es perfectamente natural en la especie
humana y se vive cuando las mujeres alcanzan la menopausia y los
hombres llegan a su etapa de declinar hormonal.
“La cosa se vuelve todavía más complicada en el caso en el que, por
ejemplo, una mujer que ha sufrido un DHS con confl icto sexual, pierda
la ovulación durante la duración de tal confl icto, es decir, que su producción
de estrógeno sea ‘inhibida’. La ovulación comienza de nuevo
sólo cuando se constata la solución del confl icto sexual, lo que en términos
biológicos quiere decir que la mujer vuelve a tener nuevamente
relaciones sexuales. Sin embargo, en esta fase activa del confl icto antes
de la solución del mismo, la mujer puede reaccionar masculinamente,
según la situación hormonal de partida y del grado de inhibición de los
estrógenos. Por eso los pacientes con, por ejemplo, un confl icto sexual
activo (en el hombre, un confl icto de territorio), corren continuamente
el peligro de reaccionar contralateralmente al sucesivo DHS confl ictivo,
tanto a nivel psíquico como a nivel cerebral y orgánico, y entrar
al instante en una ‘constelación esquizofrénica’ en la cual el paciente
desde el punto de vista biológico se encuentra en una “nueva dimensión”
en los tres niveles psique, cerebro y órganos; el ordenador cerebral
pasa en el acto a un programa especial específi co”. En otras palabras,
que una humillación constante y una minusvaloración de su virilidad,
hace que el hombre se feminice y, ulteriormente, desarrolle una fobia
por las mujeres.
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