Subido por Alvaro Yeh

Rehabilitación

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SEMESTRE:
2019 - II
CICLO:
IX
CURSO:
Medicina Ocupacional y rehabilitación
TEMA:
Fisiopatología del dolor
DOCENTE:
Dra. Marilu Yesenia Chicoma Huaman
ALUMNOS:
Cachi Piña Isabelita Cristina
Garcia Olivera Keily
Yeh Chamaya Álvaro Son Cheng
Zelada Vega Rolando
PIURA – 2019
INTRODUCCIÓN
El dolor es un signo de enfermedad y es también el motivo que con mayor frecuencia
lleva al paciente a consultar con el médico. La función del sistema de percepción es
proteger al cuerpo y conservar la homeostasis; realiza esa función al detectar, localizar
e identificar elementos nocivos para los tejidos.
Se clasifica en agudo o crónico, nociceptivo o neuropático, y según la velocidad de
conducción en rápido o lento. Los estímulos causantes del dolor son detectados por
receptores nociceptores; los cuales son identificados como fibras C y fibras Aδ.
El proceso neural de la transmisión del dolor comprende: La transducción; es el proceso
por el cual el estímulo nociceptivo es convertido en señal eléctrica en los nociceptores.
La transmisión; es el proceso por el cual los estímulos nociceptivos son referidos al asta
dorsal de la medula espinal, donde se liberan los neurotransmisores del dolor:
Glutamato, sustancia P, péptido relacionado al gen de la calcitonina. Seguidamente el
estímulo cruza al lado contralateral de la medula espinal y viaja en el haz espinotálamico
hasta el tálamo y luego a la corteza cerebral.
La modulación; es el proceso por el cual la señal nociceptiva en el asta dorsal de la
medula puede ser inhibida y modificada para los centros superiores del dolor. Los
opiodes endógenos y exógenos dan lugar a un bloqueo indirecto de los canales de calcio
y apertura de los canales de potasio, con hiperpolarización celular e inhibición de la
liberación de mediadores del dolor. La activación del sistema neural descendente da
lugar a la liberación de b endorfinas, encefalinas, dinorfinas; que alivian el dolor.
OBJETIVOS:
1. Conocer la vía aferente del dolor con implicando el fascículo espinotalamico
lateral.
2. Explicar la recepción y conducción del dolor lento y rápido en el sistema nervioso
central.
3. Conocer la semiología del dolor.
4. Realizar un adecuado interrogatorio y exploración para llegar al origen del dolor.
Vías del dolor
Los receptores del dolor y de la temperatura de la piel y de otros tejidos son
terminaciones nerviosas libres. Los impulsos dolorosos son transmitidos a la médula
espinal por fibras de tipo A-θ de conducción rápida y por fibras de tipo C de conducción
lenta. Las fibras de conducción rápida alertan a la persona del dolor agudo inicial,
mientras que las fibras de conducción lenta son responsables del dolor urente
prolongado. Las sensaciones de calor y de frío se desplazan también por fibras A-δ y C.
Los axones que penetran en la médula espinal desde el ganglio espinal posterior
continúan hasta la punta de la columna gris posterior, y se dividen en ramas
ascendentes y descendentes. Estas ramas recorren una distancia de uno o dos
segmentos de la médula espinal y forman el fascículo posterolateral de Lissauer. Las
fibras de la neurona de primer orden forman sinapsis con células de la asta gris posterior,
entre ellas las de la sustancia gelatinosa. Se cree que la sustancia P, un péptido, es el
neurotransmisor en estas sinapsis.
Los axones de las neuronas de segundo orden cruzan en sentido oblicuo al lado
opuesto en las comisuras
blanca y gris anterior dentro
de un segmento espinal de
la médula, y ascienden en
el
cordón
blanco
contralateral como un haz
espinotalámico lateral. El
fascículo
espinotalámico
lateral ocupa una posición
medial
al
fascículo
espinocerebeloso anterior.
Conforme
el
espinotalámico
haz
lateral
asciende a lo largo de la
médula espinal, se añaden
nuevas fibras a la porción
anteromedial del fascículo.
Así pues, en los segmentos
cervicales superiores de la
médula, las fibras sacras
están en posición lateral y
las
cervicales
se
encuentran en posición medial. Las fibras que transmiten el dolor se hallan situadas
ligeramente por delante de las que conducen la temperatura.
Conforme el haz espinotalámico lateral asciende por la médula oblongada, se sitúa
cerca de la superficie lateral, y entre el núcleo olivar inferior y el núcleo del fascículo
espinal del nervio trigémino. Aquí está acompañado por el fascículo espinotalámico
anterior y el fascículo espinotectal para formar juntos el lemnisco espinal.
El lemnisco espinal sigue ascendiendo a través de la parte posterior del puente. En el
mesencéfalo está situado en el tegmento lateral al lemnisco medial. Muchas fibras del
fascículo espinotalámico lateral terminan formando sinapsis con la neurona de tercer
orden en el núcleo ventral posterolateral del tálamo. Se cree que aquí se perciben las
sensaciones dolorosas y térmicas protopáticas y se inician las reacciones emocionales.
Los axones de las neuronas de tercer orden del núcleo ventral posterolateral del tálamo
pasan a través del brazo posterior de la cápsula interna y la corona radiada para
alcanzar el área somestésica en la circunvolución poscentral de la corteza cerebral. La
mitad contralateral del cuerpo está representada invertida, con la mano y la boca
situadas en la parte inferior y la pierna en la superior, y con el pie y la región anogenital
en la superficie medial del hemisferio. Desde aquí, la información se transmite a otras
regiones de la corteza cerebral para ser utilizada por las áreas motoras y el área de
asociación parietal. La corteza cerebral se encarga de interpretar la calidad de la
información sensitiva al nivel de la consciencia.
RECEPCIÓN DEL DOLOR
La percepción del dolor es un fenómeno complejo que está influido por el estado
emocional y las experiencias pasadas de la persona. El dolor es una sensación que
avisa del peligro de lesión y alerta a la persona para que lo evite o lo trate.
El
dolor
puede
clasificarse en dos tipos
principales: dolor rápido
y dolor lento. El dolor
rápido se experimenta
aproximadamente
décima
de
una
segundo
después de aplicar el
estímulo
doloroso;
el
dolor lento se siente un
segundo o más después
de la estimulación. El
dolor rápido es descrito
por el paciente como afilado, agudo o punzante, y es el tipo de dolor que se siente
después de pincharse el dedo con una aguja. El dolor rápido está casi limitado a la piel.
El dolor lento se describe como urente, sordo y pulsátil y se produce cuando existe
destrucción tisular, por ejemplo en el desarrollo de un absceso o en la artritis intensa. El
dolor lento puede aparecer en cualquier tejido del cuerpo. La recepción de todos los
tipos de dolor tiene lugar en las terminaciones nerviosas libres. El dolor rápido está
producido por estímulos de tipo mecánico o térmico, mientras que el dolor lento puede
ser causado por estímulos mecánicos, térmicos o químicos. Se han encontrado muchas
sustancias químicas en los extractos de tejidos dañados, con efecto excitador sobre las
terminaciones nerviosas libres. Entre ellas se incluyen serotonina, histamina,
bradicinina, ácidos, como el ácido láctico, e iones de potasio. El umbral de excitación de
las terminaciones sensibles al dolor puede ser disminuido por las prostaglandinas y la
sustancia P, pero estas sustancias no estimulan las terminaciones directamente.
La persona debe ser consciente de la existencia de estímulos que, si permite que
persistan, originarán una destrucción tisular; los receptores del dolor tienen escasa o
nula capacidad de adaptación.
CONDUCCIÓN DEL DOLOR HASTA EL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL
El dolor rápido se desplaza por los nervios periféricos en axones θ-A de gran diámetro,
a velocidades de entre 6 ms y 30 ms. El dolor lento se desplaza por las fibras C de
pequeño diámetro a velocidades de entre 0,5 ms y 2,0 ms. Los impulsos de dolor rápido
alcanzan primero la consciencia para avisar a la persona del peligro, de forma que se
pueda iniciar una respuesta protectora adecuada. El dolor lento es apreciado más tarde
y dura mucho más.
CONDUCCIÓN DEL DOLOR EN EL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL
Las fibras aferentes del dolor penetran en la médula espinal, por ejemplo, en las raíces
posteriores de un nervio raquídeo, y terminan predominantemente en las capas
superficiales del cordón gris posterior. El principal neurotransmisor excitador liberado
por las fibras A-θ y las fibras C es el aminoácido glutamato. La sustancia P, un
neuropéptido, también es liberada por las fibras C. Mientras que el glutamato es un
neurotransmisor localizado de acción rápida, la sustancia P tiene una liberación lenta,
difunde ampliamente por el cordón posterior y puede influenciar a muchas neuronas.
Las fibras de dolor inicial, punzante, de acción rápida estimulan las neuronas de
segundo orden del fascículo espinotalámico lateral.
Los axones cruzan inmediatamente al lado opuesto de la médula espinal y ascienden
hasta el tálamo, desde donde se transmiten a la circunvolución poscentral sensitiva. Las
fibras de dolor urente, sordo, de acción lenta, también estimulan a las neuronas de
segundo orden del fascículo espinotalámico lateral en el cordón gris posterior y
ascienden con los axones de las fibras de dolor de acción rápida. Sin embargo,
actualmente se piensa que la mayoría de las fibras lentas entrantes en la médula espinal
toman parte en conexiones adicionales con la participación de varias neuronas del
cordón posterior, antes de ascender por la médula espinal. La llegada repetida de
estímulos nocivos a través de las fibras C en el cordón gris posterior durante las lesiones
graves, conduce a una respuesta aumentada de las neuronas de segundo orden. Este
fenómeno de potenciación se atribuye a la liberación del neurotransmisor glutamato por
las fibras C.
El dolor de tipo rápido se localiza con precisión. Por ejemplo, si nos golpeamos el pulgar
con un martillo, no habrá duda de dónde se ha producido el daño. El dolor de tipo lento
está mal localizado. Por ejemplo, en el caso de artrosis de la cadera, la persona sólo
puede localizar de forma vaga el dolor en el área de la cadera, y no en el sitio específico
de la lesión. La diferencia se puede explicar por el hecho de que las fibras del dolor
rápido ascienden directamente por la médula espinal por el fascículo espinotalámico
lateral, mientras que las fibras del dolor lento establecen múltiples conexiones en el
cordón gris posterior antes de ascender hasta los centros superiores.
OTRAS TERMINACIONES DEL FASCÍCULO ESPINOTALÁMICO LATERAL
Actualmente, en general se acepta que los impulsos de dolor rápido se desplazan
directamente hasta el núcleo ventral posterolateral del tálamo, y son transmitidos
después a la corteza cerebral. La mayoría de las fibras de dolor lento en el haz
espinotalámico lateral terminan en la formación reticular, que activa al sistema nervioso
completo. En las áreas inferiores del encéfalo es donde la persona percibe el tipo de
dolor crónico, nauseoso, sordo. De acuerdo con el resultado de investigaciones
realizadas con tomografía por emisión de positrones (PET), la circunvolución poscentral,
la circunvolución del cíngulo del sistema límbico y la circunvolución de la ínsula son los
sitios que participan en la recepción y la interpretación de la información nociceptiva. La
circunvolución postcentral es responsable de la interpretación del dolor en relación con
experiencias pasadas. La circunvolución del cíngulo participa en la interpretación del
aspecto emocional del dolor, mientras que la circunvolución de la ínsula está relacionada
con la interpretación de los estímulos dolorosos procedentes de los órganos internos del
cuerpo y la producción de una respuesta autonómica.
La recepción de la información dolorosa por el sistema nervioso central puede ser
modulada primero en las astas posteriores de la médula espinal y en otros sitios a
niveles superiores.
CONTROL DEL DOLOR EN EL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL
TEORÍA DE LA COMPUERTA
El masaje y la aplicación de linimentos en las áreas dolorosas del cuerpo pueden aliviar
el dolor. La técnica de la acupuntura, descubierta hace miles de años en China, también
es beneficiosa para aliviar el dolor. La estimulación eléctrica a baja frecuencia de la piel
también mejora el dolor en ciertos casos. Aunque no se conoce el mecanismo preciso
de esos fenómenos, hace algunos años se propuso la teoría de la compuerta.
Se sugirió que en el sitio donde la fibra de dolor entra en el sistema nervioso central se
puede producir inhibición mediante neuronas conectoras excitadas por grandes fibras
aferentes mielínicas que transmiten información del tacto y la presión no dolorosos. La
estimulación táctil excesiva producida por el masaje, por ejemplo, «cierra la compuerta»
al dolor. Sin embargo, una vez que cesa la estimulación táctil no dolorosa «la compuerta
se abre» y la información sobre los estímulos dolorosos asciende por el haz
espinotalámico lateral.
Aunque la teoría de la compuerta puede explicar en parte los fenómenos observados,
probablemente interviene el sistema de analgesia con liberación de encefalinas y
endorfinas en los cordones grises posteriores.
Semiología del Dolor
El instrumento semiológico más importantes es, sin duda alguna, la anamnesis que en
algunos casos puede completar con maniobras físicas percutorias o palpatorias que
puedes evidenciar, exacerbar o mitigar el dolor para precisar sus características.
1. Antigüedad
La dimensión temporal es básica para la interpretación. En el dolor agudo, la duración
puede ser corta, desde minutos hasta una semana, las circunstancias en las que se
desencadenan suelen ser claras y puede estar acompañados por fenómenos
autonómicos
como
sudoración
intranquilidad,
taquicardia,
vasoconstricción,
hipertensión y midriasis.
Existen dolores episódicos más o menos intensos, de origen y terminación súbitos,
intercalados con periodos de duración variable libres de enfermedad: Son los dolores
paroxísticos, recidivantes o no, que pueden observarse, por ejemplo, en la migraña.
El dolor crónico puede llegar a durar meses, no suele tener causas evidentes inmediatas
que lo expliquen, no llevan cotejo autonómico, pero a menudo está acompañado por
alteraciones psíquicas que a veces son difíciles de establecer si son causa o
consecuencia de la enfermedad. Son ejemplos frecuentes de dolor crónico las cefaleas
y las lumbalgias.
Otro aspecto importante es la velocidad de la instalación: los dolores de instauración
súbita sugieren mecanismos vasculares (trombosis, embolia) o rotura de vísceras
(embarazo ectópico o perforación de víscera hueca).
Los de aparición gradual suelen deberse a inflamaciones, lesiones degenerativas o
tumores.
2. Localización
La localización ayuda a establecer el órgano y proceso que lo afecta. Los más evidentes
son los dolores de las extremidades, cuyo origen es más o menos sencillo precisar. Sin
embargo, a veces existen dificultades para establecer la naturaleza de un dolor que
podría atribuirse a un déficit de perfusión en una arteriopatía obstructiva, a una lesión
osteoarticular, a una miositis, a una polineuritis o a una mononeurítis múltiple. El
problema es más complejo en el cráneo, el cuello, tórax y abdomen, donde a veces es
difícil determinar la estructura que genera el dolor.
Por ejemplo, ante dolores intensos y sostenidos en los que se sospecha que surgen en
el compartimiento visceral del tórax, conviene pensar en primera instancia, por la
gravedad de sus posibles evoluciones, en los orígenes coronarios (angina e infarto de
miocardio), aórtico (aneurisma disecante), esofágico (ruptura o perforación) y
pleuropulmonar (tromboembolismo y neumotórax)
El diagnóstico de órgano y de lesión se logra integrando las particularidades del dolor
en si con los otros datos de la anamnesis y del examen físico de cada cuadro. Por
ejemplo, una precordialgia intensa debe hacer pensar en las posibilidades diagnósticas
antes dichas; este planteo llevará a seleccionar maniobras de examen físico como la
palpación simultánea de ambos pulsos radiales. El hallazgo de una disociación aporta
un peso para el diagnóstico de aneurisma disecante de aorta con compromiso de las
ramas del arco aórtico. Este signo no confirma el diagnóstico sino que, por el contrario,
pone en marcha la realización de otros procedimientos para certificarlo y hace pensar
en un planteo terapéutico que puede ser urgente.
La caja torácica puede dar origen a dolores de tipo somático provenientes de lesiones
cutáneas,
subcutáneas,
mamarias,
musculares,
aponeuróticas,
nerviosas,
cartilaginosas, óseas, articulares o pleurales. Cabe señalar en el tórax, como en otras
regiones del cuerpo, la aparición de dolores únicos o recidivantes cuya filiación no es
posible y que se interpretan como dolores funcionales psicogénicos sin sustrato
anatómico.
En el abdomen, la definición de origen somático o visceral del dolor suele ser más
compleja por la multitud de causas posibles.
 El dolor visceral tiene por lo común límites imprecisos, está localizado en la línea
media o a ambos lados de esta y no hay contractura de la pared abdominal. El
paciente suele estar inquieto; los cambios de posición en la cama o los
movimientos respiratorios del abdomen no lo agravan e incluso a veces la
compresión mitiga el dolor.
 El dolor parietal originado en estructuras superficiales
participa de las
características precisas de los dolores somáticos. En el caso de la peritonitis
localizada por compromiso del peritoneo parietal debido a un proceso
inicialmente visceral, el dolor se localiza en la proyección sobre la piel del
abdomen del órgano que la origina. Aparece una contractura muscular de
mecanismo reflejo, imposible de relajar con la voluntad o la distracción del
paciente, el abdomen no se moviliza con la respiración por la acentuación del
dolor provocada aún por los mínimos movimientos y el paciente se presenta
inmóvil, como pegado a su cama.
La región lumbar es asiento de dolores frecuentes cuya patogenia es compleja dada
la variedad de estructuras de esa zona. Como ejemplo de razonamiento clínico para
el enfoque de las lumbalgias, es interesante señalar la conveniencia de establecer
mediante la anamnesis y el examen físico si existe o no déficit neurológico y
ciatalgia. Hay un conjunto de causas importantes de lumbalgia cuyos orígenes están
fuera de la región pero que se proyectan al dorso por el mecanismo de dolor referido;
se trata de afectaciones genitourinarias, gastrointestinales, retroperitoneales y la
disección de aneurismas de la aorta abdominal.
Otro problema con la localización ocurre en el llamado dolor referido, cuyo
mecanismo básico reside, como ya se comentó, en el ingreso concomitante a la
médula de fibras nerviosas somáticas y viscerales, lo que provoca un error de
interpretación en el cual el paciente atribuye a una estructura somática el dolor que
realmente proviene de la enfermedad de una víscera profunda. La forma y límites
del área dolorosa y su indemnidad en el examen directo ayuda a pensar en este tipo
de dolor. El herpes zoster en su periodo preeruptivo plantea el problema inverso,
pues hace pensar en dolores referidos que varían según su localización de la virosis,
pero el cuadro se aclara entre los dos y siete días de iniciado el dolor, con la
aparición del exantema eritematosovesiculosos en el dermatoma afectado.
3. Irradiación o propagación
Un dolor puede quedar circunscrito a su punto de origen o extenderse a regiones más
o menos distantes. Esta irradiación o propagación sugiere a veces la estructura afectada
e incluso el mecanismo de su compromiso. Así, un dolor iniciado en la región lumbar
que se corre hacia la región posterolateal del muslo, lateral de la pierna, llegando por el
dorso del pie a los tres primeros dedos y que aumenta de intensidad con la tos,
estornudo y la maniobra de Valsalva casi sin otro examen, puede interpretarse con
seguridad como compresión de la 5ta raíz dorsal lumbar en la porción en que todavía
está envuelta en el saco dural.
La pancreatitis aguda se expresa por una epigastralgia que se propaga hacia el dorso,
como si el paciente estuviese atravesado por un cuchillo; la colecistits aguda, en cambio,
suele hacerlo en forma de hemicinturón sobre el lado derecho.
Resulta útil diferenciar los dolores propagados de aquellos que se desplazan señalando
la progresión de la noxa. Por ejemplo, es muy característico el cólico renal que comienza
en la fosa lumbar o en el hipocondrio y va descendiendo, acompañando el descenso del
cálculo al flanco, a la fosa iliaca y al hipogastrio. Algo parecido ocurre con la progresión
de un aneurisma disecante de la aorta abdominal cuando por la altura del dolor que se
refiere el paciente se reconocen la estructuras afectadas por la lesión.
4. Carácter:
Conjunto de rasgos o circunstancias con que se da a conocer una cosa y que se le
distinguen de los demás.
Los pacientes suelen ser capaces, según su estado psíquico, su cultura y su lenguaje,
de describir con palabras y con gestos las particularidades de su dolor, y esta sola
expresión alcanza un gran valor diagnóstico.
Si el dolor se asemeja al que provocaría una lanza clavada se le denomina lancinante
en puntada; si parece que quemara, urente o quemante; si apretara, constrictivo u
opresivo; si atraviesa de lado a lado, transfixiante: si fuera de escasa intensidad, pero
molesto y prolongado, sordo, si por el contrario fuera instantáneo y agudo, exquisito; si
se pareciera a una llamarada o a un golpe de electricidad, fulgurante, si diera la
sensación de algo que se rompe, desgarrante; si fuera como un taladro, terebrante o
taladrante, si estuviera acompañado por una sensación de latido, pulsátil, de retortijón,
cólico y de peso, gravativo.
5. Intensidad:
La cuantificación del dolor es un evento esencialmente subjetivo, la dependencia de la
medición según la percepción del paciente es casi total. Solo pueden ayudar como
elementos objetivos, las manifestaciones concomitantes como: gestos, maniobras
evitativas, ciertas conductas y algunos cambios autonómicos vinculados con la
respuesta simpática al dolor.
Un método de cuantificación es la escala nominal, en la que se utiliza una serie
discontinua de denominaciones de fácil comprensión para los pacientes, como dolor
leve, moderado, intenso y ausente cuando desaparece. Para los niños se ha creado un
equivalente con esquemas de rostros que pasan por la alegría, la indiferencia, la
preocupación, y el llanto, que se presentan al pequeño paciente para que señale la
intensidad del dolor según la cara que mejor lo represente.
El método más difundido por sus ventajas y practicidad es la escala visual analógica.
En cada evaluación se le ofrece al paciente un segmento de recta horizontal de 10 cm,
con divisiones cada 1 cm, pidiéndole que marque su dolor, partiendo de la base de que
en el extremo derecho estaría el máximo dolor (10) y en el extremo izquierdo (0) la
ausencia de dolor.
Suele ser útil que al paciente compare la intensidad y el carácter del dolor que padece
con otros dolores sufridos con anterioridad, por ejemplo, dolor de muelas, de oídos, de
parto, etc.
Una forma indirecta de medir la intensidad del dolor es interrogar al paciente sobre la
duración y calidad del sueño nocturno, el apetito y la posibilidad de desarrollar algunas
actividades habituales. Estos datos son valiosos porque permiten definir en que medida
el dolor afecta la calidad de vida.
6. Atenuación / Agravación:
Las circunstancias en que aparece un dolor y la detección de sus factores atenuantes y
agravantes son datos valiosos que puede aportar la anamnesis cuando se cuenta con
una hipótesis diagnostica bien orientada.
El contexto en el que se inicia el dolor puede ayudar al diagnóstico. Por ejemplo, una
cefalea que sigue en forma sistemática a la toma de una medicación cardiológica debe
inducir a interrogar sobre el uso de nitratos antianginosos capaces de provocar una
vasodilatación intracraneal responsable del síntoma. Un dolor poliarticular al despertar,
que cede rápidamente al iniciar la actividad, sugiere un proceso degenerativo benigno;
en cambio uno que se prolonga muchas horas y se agrava con el movimiento, orienta
más hacia una poliartritis. Una epigastralgia urente, propagada hacia arriba, con llegada
esporádica de un líquido a ido a la faringe, que predomina por las noches, sobre todo
después de cenas copiosas y a los pocos minutos de acostarse sugiere la posibilidad
de reflujo de ácido con esofagitis. El alivio con la ingesta de alcalinos y elevación de
cabecera de la cama apoya la presunción diagnostica, que podría confirmar con un
procedimiento complementario. Un dolor precordial constrictivo de unos 3 a 5 minutos
de duración desencadenado por un esfuerzo físico determinado y aliviado por el reposo
o a los pocos segundos de disolver debajo de la lengua un comprimido de dinitrato de
isorbide, casi con seguridad es manifestación de un síndrome anginoso. Por el contrario,
un dolor localizado en el precordio o en la cara posterior o laterales del tórax, que
aumenta con los movimientos respiratorios profundos y se mitiga con una apnea
transitoria sugiere un origen pleural, transmitido por nervios somáticos del revestimiento
sensoro parietal.
Junto a las situaciones espontaneas de agravación del dolor, se pueden emplear
maniobras de provocación. La prueba de esfuerzo graduada (ergometría) es un buen
ejemplo en el que el trabajo impuesto en forma progresiva pone de manifiesto la
isquemia debida a la desproporción entre el requerimiento aumentado de oxígeno y el
aporte limitado por las arterias coronarias obstruidas.
CONCLUSIONES:
1. Se conoció la vía aferente del dolor, donde encontramos como primera neurona
el ganglio posterolateal, segunda neurona sustancia gelatinosa de rolando,
tercera neurona fascículo espinotalamico lateral y cuarta neurona corteza
cerebral (área 1, 2, 3); todas estas estructuras implicadas son importantes para
la percepción del dolor.
2. El dolor rápido se experimenta en una décima de segundo después de la
aplicación del estímulo doloroso, a diferencia del dolor lento que se siente a
amas de un segundo después del estímulo.
3. Conocimos la semiología del dolor, teniendo en cuenta sus principales puntos:
antigüedad, localización, irradiación, carácter, intensidad y atenuación o
agravación
4. Se determinó que realizando una inspección adecuada y utilizando las
herramientas correctas se puede tener una mejor orientación que ayuden a dar
un diagnóstico adecuado del origen del dolor.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
1. Argente H, Álvarez M. Semiología Médica: Fisiopatología, Semiotecnia y
Propedéutica. 2da. Ed. Colombia: panamericana; 2013.
2. Grossman S. Mattson C. Porth, Fisiopatología. 9 ed. Wolters Kluwe; 2014.
3. Cabrera M. Protocolo clínico de evaluación de las mialgias. Medicina.
2015;11(75):4540-4.
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