Himno a Afrodita; Safo de Lesbos

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Comentario sobre el Himno a Afrodita de Safo de Lesbos
Francisco Santos Chillón
Safo de Lesbos
Himno a Afrodita
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TRADUCCIÓN
Afrodita inmortal, de trono riquísimo,
que trenzas fraudes, hija de Zeus, te ruego
que ni con ansias ni con desmayos, augusta,
el ánimo no me domes,
mas ven aquí, pues ya antes algunas veces
me oíste lejos la voz y me atendiste,
el áureo casal del padre abandonaste,
unciste el carro
y viniste a mí; hermosos pájaros te llevaban
raudos sobre la tierra negra; lista
el ala los circundaba, y desde el cielo, por el aire
vinieron en el acto.
Entonces tú, diosa feliz –el rostro
te sonreía, inmortal– me preguntaste
por qué sufría, otra vez a llamarte
qué me movió,
y más que nada qué es lo que quiero que ocurra
a mi espíritu loco: “¿A quién ha de traerte
la Persuasión, que te sea querido? Oh Safo,
¿quién te hace la ofensa?
Si huye de ti, pronto te vendrá detrás,
si no te acepta obsequios, te obsequiará,
si no te quiere, rápidamente, incluso si tu no lo deseas,
te querrá.
Ven, pues, a mí ahora y de las crueles penas
suéltame, lo que el corazón ansía que me pase
cúmplemelo, y tú misma se siempre
mi aliada.
Traducción de Manuel Balasch
CONSIDERACIONES PREVIAS
Ante la tarea de escribir sobre cualquier terreno de la poesía lírica, tras una
profunda meditación me he decidido a hacerlo sobre un tema que no se alejara
demasiado de lo que habitualmente estudio, y en especial sobre una autora que despierta
en mí una gran afición1. Para este trabajo me he decidido por el Himno a Afrodita
porque para mí hubiera resultado muy difícil comentar un texto excesivamente
mutilado, como lo son la mayoría de los textos conservados de esta poetisa, o incluso
formular hipótesis sobre sus lagunas, cosa que me hubiera alejado mucho del propósito
de esta redacción. He basado el comentario sobre el léxico, intentando, obviamente,
añadir notas de otros campos. No me extenderé más en esta sección, esperando que la
lectura siguiente sea de su agrado.
CONSIDERACIONES SOBRE SAFO
Nada se sabe con exactitud sobre la vida de la poetisa Safo de Lesbos, cosa que
ya pasaba en la antigüedad tardía. Lo poco que se podría decir de ella con exactitud es
que nació en Eressos y vivió la mayor parte de su vida en Mitilene, ambas ciudades de
Lesbos, isla cercana a la costa de Asia Menor, en el seno de una familia acomodada (o
quizá aristocrática) entre finales del siglo VII y principios del VI a.C. Tampoco se sabe
mucho sobre un posible matrimonio de Safo, pero sí de la existencia de una hija, Cleis,
que aparece en algunos poemas:
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Q Bž “No tengo ninguna mitra de colores
para ti, Cleis; ¿de dónde podría
sacar yo una ahora?”
La labor de Safo consistió en educar a las jóvenes SDYUTHQRL de la alta sociedad
de la isla, y posiblemente también de las ciudades de la costa de Asia Menor como
1
2
Es una lástima que no se trate de ella en la asignatura correspondiente.
Fragmento 98 de la edición de Lobel-Page
Mileto, en lo que entonces era conocido como “formación musical”, que se habría
fundamentado, entre otras cosas, en inculcar en sus alumnas los buenos modales, la
elegancia en el vestir, el canto y la danza, la confección de coronas y la preparación para
participar en las bodas, principalmente en las propias bodas de las alumnas, y en las
fiestas religiosas de sus respectivas ciudades. También se conoce la existencia de
concursos de belleza en Lesbos para los cuales Safo y las demás educadoras de la isla
presentarían sus candidatas. La despedida de estas alumnas ante su inminente boda o
simplemente la amistad que nacía durante la etapa junto a su maestra ocupan gran parte
de los poemas conservados de Safo, aspecto que, sobre todo a partir del autor bilbilitano
Marcial (40 d.C. – 103 d.C.), suscitó diversas suspicacias sobre esta mujer.
Este ambiente femenino, de educación y exquisitez contrasta con su paisano y
contemporáneo Alceo (Mitilene, siglo VII a.C.), quien tomó parte en diversas
contiendas de Lesbos, que relató luego en sus poemas. No obstante, Alceo llama a Safo
“la de los oscuros rizos, la pura, la de la dorada sonrisa”. Ya en la Atenas clásica, Platón
tuvo unas cordiales palabras para ella, llamándola “la décima musa3”.
EL HIMNO A AFRODITA
Gracias al retórico Dioniso de Halicarnaso nos ha llegado esta joya de la lírica
griega. En una primera ojeada, vemos que se trata de una composición que va a caballo
entre el himno y la plegaria, ambos géneros cultivados ya por Homero. Su estructura
básica es la de la plegaria que ya usan los protagonistas de los poemas homéricos y que
durará hasta tiempos del imperio romano (invocación, elogio y petición final). Su
principal novedad consiste en el desarrollo de un proceso interior de la autora, de una
situación de abandono que pretende que la diosa Afrodita, a la que se sabe que rendía
una gran devoción, solucione con su poder. La palabra clave de esta súplica es HMYOTHLQ
que aparece insistentemente, en diversas formas, en los versos 5 HMYOT, 8 KM
OTH y 25
HMYOTH.
La apelación a la diosa viene adornada por una poblada adjetivación, en la que
se mencionan diversos aspectos de Afrodita. Con SRLNLORYTURQalude a su aspecto físico,
DMTDYQDWD menciona su naturaleza divina, Con SDL
'LYR nombra a su padre Zeus y con
GRORYSORNHse describen sus artes.
3
Cf. Fedro, 235 b.
Más adelante se describe una vivencia psicológica pasada, en la que la diosa ya
ayudó a la poetisa en otra ocasión. Al final de la parte central leemos que su pena
consiste en el deseo de una persona. El género femenino de HMTHYORLVD nos da la
información del objeto de este deseo: Se trata de una mujer, posiblemente de una de sus
alumnas, y la ambigüedad de género del pronombre WLYQD, que sirve tanto para
masculino como para femenino, no ayuda a confirmar ni a contradecir esta teoría. No
nos encontramos ante un caso de pasión amorosa, sino ante el constante ir y venir de
alumnas por casa de Safo, situación que provoca una enorme nostalgia en la educadora
que las ve pasar y alejarse.
El final de esta oración refleja una evolución interior fundamentada en vocablos
sinónimos que remiten al principio del poema. Allí, el TXPRY de Safo se veía
amenazado por las ansias (DMYVDLVLRMQLYDLVL) de estar junto a su alumna. Por ello pide la
liberación OXYVRQde sus penas, como si de unas cadenas se tratase. Por último y para
cerrar esta súplica, tras darle una orden muy concreta WHYOHVRQ llama a la diosa
“compañera de lucha” (VXYPPDFR), una clara señal de que ambas trabajan en el mismo
ámbito.
Ningún poema de Safo suele acabar en la desesperanza. La originalidad de este
reside en el hecho de haber presentado lo espiritual de una forma real y concreta. Safo
debió ser una mujer de una gran sensibilidad, apegada no a lo particular u ocasional,
sino a esa tierna amabilidad de la distinguida juventud que continuamente pasaba por su
casa, a la intimidad de la amistad, mucho más rica y sensible entre mujeres que entre
hombres. Tras leer este poema es posible apreciar en él un claro antecedente, salvando
las distancias, claro, de la poesía de autoras como Santa Teresa de Jesús.
4
Para los antiguos griegos era el centro de las emociones.
BIBLIOGRAFÍA
BIELER, LUDWIG; Historia de la literatura romana, Gredos, Madrid, 1971.
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Universidad Pontficia de Salamanca, Salamanca, 1974.
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Antiquities and Literature de Alfonso Reyes], Fondo de Cultura Económica,
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RODRÍGUEZ ADRADOS, F.; El mundo de la lírica griega arcaica, Alianza, Madrid, 1981.
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1976.
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Edicions 62, Barcelona, 1973.
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