Subido por Lucas Pelozo

Hace 12 años en Sociologia

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“El Príncipe”, de Nicolás Maquiavelo (Resumen)
El poder ha seducido a los hombres desde los tiempos más remotos. Su concepción y
su práctica ha sido heterogénea a través de la historia de la civilización.
Pero nadie en muchos siglos se había aproximado a develar la naturaleza del poder
en forma tan realista y desnuda como Nicolás Maquiavelo.
El propósito de este trabajo es analizar El Príncipe considerado como texto fundador
de la ciencia política, aunque hoy en día esta disciplina se ha desarrollado mucho mas
allá de aquellas recomendaciones.
La idea que suele haber de Maquiavelo y su libro leído, es la del cinismo como actitud
indispensable en las tares del gobierno.
Desarrollo
Si en la antigüedad, Constantinopla logró convertirse en una de las ciudades más
importantes por su actividad cultural y comercial, Florencia logró un lugar excepcional
por ese mismo aspecto durante los siglos XV y XVI. Esta ciudad se encontró envuelta
en la difusión de las nuevas ideas de la revolución renacentista.
Se puede afirmar que esa urbe se constituyó en el epicentro del nuevo sistema político
y cultural. Maquiavelo estuvo ligado desde muy joven a la administración política de
esa ciudad y participó como arquitecto de la política exterior de la república. El vínculo
más decisivo de Maquiavelo con su lugar de origen fue su indeclinable y permanente
decisión de defender la libertad republicana. Bajo ese deseo logró modelar su obra y
ligar su vida al destino político de Florencia, aportando de manera sólida sus
conocimientos de gran valor histórico.
Su tiempo histórico es real y corresponde al proceso de transito de la Europa medieval
a los tiempos modernos, sobre cuyas bases surgió posteriormente el modelo
capitalista de organización de la economía. La libertad mental conquistada por el
hombre del Renacimiento y que lo apartaba de dogmas para enfrentar de manera más
creadora la realidad material, representa el nuevo espíritu con el que la burguesía
ascendente organizó las relaciones sociales en la Europa de los siglos XIV, XV, XVI.
La liberación de la individualidad en el Renacimiento contrastó con el estancamiento
de la economía y de la persona disuelta en el marco del grupo feudal. Durante el
Feudalismo el arte, el pensamiento y el comercio alcanzaron un nivel de
estancamiento extremo. La individualidad logró sobrevivir a través del misticismo. Éste
fue el único escape de las ansias de pensamiento y acción.
No toda Europa logro ser cobijada por ese movimiento espiritual y económico
renovador. En la Europa central el Feudalismo se mantuvo por varios siglos.
El desarrollo de la ciencia permitió la libre investigación de los problemas humanos y
de la naturaleza. La realidad se confronta a partir de la razón y de la experiencia
concreta con el mundo, desmitificando el método escolástico.
Maquiavelo constituye desde esa perspectiva una de las síntesis mas reveladoras del
nuevo espíritu burgués, caracterizado esencialmente por una mentalidad profana e
inquisitiva y para el cual la realidad inmediata y sensible es la fuente del conocimiento.
Bajo el impulso de ese nuevo espíritu, Maquiavelo logró intuir que los valores y la
moral tradicional cimentados por la iglesia católica no se ajustaban al mundo
cambiante e inestable que surgía en Europa renacentista. La edad media había creado
en Europa un sinnúmero de principados feudales fraccionados y dispersos. Todos
ellos operaban como factores adversos a la necesidad de centralización del poder
requerido por las nuevas clases sociales en su camino de expansión comercial. La
amplia experiencia acumulada por Maquiavelo en las cortes europeas como
representante de la cancillería florentina, su contacto con príncipes y su observación
de las decisiones gubernamentales, le ofrecieron una visión excepcional sobre el
carácter de los hombres de Estado y los alcances de sus actos políticos.
Con el tiempo Maquiavelo colocó este juicio en el autentico corazón de su análisis
sobre el caudillaje político en El Príncipe.
En El Príncipe se complementan de forma extraordinaria el creador literario, el
investigador histórico y el analista político. Con esas ventajas, esta obra pudo situarse
entre las más bellas construcciones de la prosa italiana del siglo XV y de la literatura
universal. El hombre que se sumerge en los hechos y que vive intensamente los
acontecimientos políticos de su época, no riñe con el observador que luego los mide y
los confronta con su visión del Estado y de la naturaleza humana.
Tema y Argumento
En esta obra se plantea una necesidad de cambio en la política de gobierno de
Lorenzo de Médicis, el cual, para conseguir una Italia unida, debería seguir los
consejos de los 26 capítulos de “El Príncipe”. Los cambios que propuso son extraídos
de la observación y se deberían basar en realidades.
El autor, intuye que los valores y la moral tradicionales no se ajustan a la cambiante e
inestable Europa renacentista. Por eso muestra al gobernante: “el arte de conquistar el
poder”, al que identifica como el Estado. Es este arte la política del gobernante, y ha
de estar exento de toda norma. El bien común radica en el poder y en la fuerza del
estado, y no es subordinable en ningún caso a fines particulares (por muy sublimes
que se consideren). Así el Estado podrá articular las relaciones sociales, garantizando
que los hombres vivan en libertad a través de sus leyes. Solo así se logra el bien
común, y todo lo que atente contra él puede ser rechazado, siendo cualquier medio
lícito.
Podemos dividir el texto en diversos bloques atendiendo al contenido de cada uno de
ellos. Así tendríamos un primer bloque que iría desde el capítulo I hasta el XI, donde
se analizan la naturaleza y clases de principados como las condiciones para crearlos,
consolidarlos y mantenerlos. Contiene definiciones de términos políticos.
Un segundo bloque serían los capítulos XII y XIV que tratan sobre el aparato militar, en
ellos se aborda los riesgos inherentes a las tropas mercenarias tan habituales en su
época y sobre las obligaciones del príncipe.
El tercer bloque que engloba desde los capítulos XV hasta XXIII, reflexiona en torno a
las cualidades que deben guiar las acciones de los príncipes, los recursos psicológicos
que debe atesorar el príncipe moderno para conservar el poder y sentar las bases de
la dominación social sobre sus súbditos. Constituye este bloque la parte más universal
y atemporal del discurso y sobre la que se han intentado fundamentar más las críticas
morales a la obra a partir de la concepción maquiaveliana de la dialéctica entre medios
y fines.
El cuarto bloque serían los capítulos tres últimos capítulos (XXIV hasta XXVI), que
vendrían a ser la traducción de la crisis italiana de los aspectos anteriormente
descritos. Es aquí donde toda la articulación teórica del texto alcanza su plenitud y se
invoca al príncipe nuevo que levante desde su “virtud” el orden también nuevo que la
necesidad histórica reclama.
La innovación de “El Príncipe” no se trata pues del tema, sino del contenido y del
método de análisis: es una reflexión teórica que indaga rigurosamente la realidad tal
como es y no como (moralística e idealmente) nos imaginamos que debería ser.
Los problemas que afronta Maquiavelo no son problemas abstractos que se ponen en
el plano de las categorías universales (moral, religión…) sino problemas unidos a la
solución de una situación política concreta. Por esto “El Príncipe” se centra en la figura
del príncipe nuevo como la única que pueda deshacer de manera adecuada la
compleja trama de la crisis italiana.
Por lo tanto el Estado, es la única fuerza sobre la que apoyarse, y el hombre (malvado
por naturaleza, sin ninguna virtud sobre la que alzarse) se reduce a ser “ciudadano”,
un simple “animal político”, al cual se puede juzgar por su grado de sociabilidad y por
sus virtudes cívicas.
La obra de Maquiavelo es una teoría del Estado, es decir de las formas de
organización que permiten al hombre (venciendo su egoísmo instintivo) vivir en
sociedad, vivir sin que el bueno pueda ser aplastado por el malo. De ahí su insistencia
en el término “virtud” ya que le da un nuevo significado con una nueva carga moral
(vitalidad, energía…). Esta virtud es la que distingue al verdadero hombre, al
ciudadano, al hombre de estado, al príncipe, en definitiva.
Maquiavelo, resalta la diferencia entre tirano y príncipe, considerando tirano al que
gobierna en beneficio propio y príncipe el que lo hace buscando los intereses del
estado y de la colectividad. Por eso aconseja la violencia, la crueldad… pero solo
cuando sean necesarias y en la medida en la que sean necesarias. La mayor parte de
los dictadores han malinterpretado la figura del príncipe queriéndose comparar al
personaje de Maquiavelo cuando en realidad por la definición que este nos hace, son
tiranos.
El príncipe antes de ser gobernante ha sido hombre, y como todos los hombres es
malvado, egoísta, voluble etc.; pero ha sabido, en el momento adecuado, adaptarse a
la situación que le exige erigirse como líder para dejar de ser un simple ciudadano. El
hombre del pueblo no se preocupa por contener sus emociones y sus pulsiones, es
“libre” de actuar en función a sus propias necesidades, y por eso puede ser juzgado
por su grado de sociabilidad y sus virtudes cívicas. Sin embargo el gobernante está
atado a la moral publica que le exige una forma de comportamiento muy estricta, de la
cual no le esta permitido salirse. Posiblemente en muchas ocasiones, por ser también
hombre, tenga la necesidad de transgredir sus propias leyes: ahí es cuando surge el
dilema, y es donde tiene que prevalecer el interés publico al privado para no caer en la
tentación de anteponer sus prevalencias a las del pueblo. La persona que ha decidido
tomar la iniciativa de llevar un pueblo, debe saber a lo que se expone, a lo que tiene
que renunciar para ser un buen gobernante. Si no esta dispuesto a ello no debería
plantearse ningún dilema, y podría seguir siendo un ciudadano mas, un hombre común
que lleva a cabo sus intereses sin intervenir en los de los demás.
Parecería que “el Príncipe” es concebido por Maquiavelo como una víctima de su
posición, obligado a comportarse de determinadas maneras debido a la maldad de los
demás, dispuesto a condenarse con tal de cumplir con su deber y mantener en vida el
Estado. Esa moral cruel que le aconseja al príncipe está en función del bienestar de
los hombres, que no es posible sin la existencia de un estado ordenado y tranquilo,
seguro de los enemigos externos y no “desordenado” por los enemigos internos.
Época
Durante los siglos XV y XVI, Florencia logró convertirse en una de las ciudades más
importantes por su actividad cultural y comercial, era el centro de la difusión de las
ideas de la revolución renacentista. Europa vive un proceso de transición hacia los
tiempos modernos, donde el teocentrismo y el feudalismo ya no tienen cabida. La
burguesía se nutre del comercio emergente y el nuevo modelo capitalista de
organización de la economía empieza a amanecer.
La Edad Media había creado en Europa un gran número de principados feudales
fraccionados y dispersos. Todos ellos operaban como factores adversos a la
necesidad de centralización del poder requerido por las nuevas clases sociales en su
camino de expansión comercial. La amplia experiencia acumulada por Maquiavelo en
las cortes europeas como representante de la cancillería florentina, su contacto con
príncipes y su observación de las decisiones gubernamentales, le ofrecieron una visión
excepcional sobre el carácter de los hombres y los alcances de sus actos políticos.
El Príncipe
El Príncipe fue la obra póstuma de Maquiavelo. En ella podemos decir que el autor
acabó de definir el “descubrimiento” de la posibilidad de una ciencia política autónoma,
independiente de los antiguos principios generales y al margen de consideraciones de
orden moral. Según Maquiavelo, el príncipe ha de seguir los preceptos de la utilidad, el
valor, la virtud, la fuerza y la astucia.
Al escribir esta obra, el secretario florentino parte de realidades, a veces
experimentadas personalmente, siendo coherente con su idea de la autonomía de la
ciencia política. Se propone dejar de lado las utopías políticas, como la de Platón, para
teorizar sobre un nuevo modelo de política más realista y aplicable a los gobiernos de
su época. Francis Bacon decía que Maquiavelo se limita a describir lo que los hombres
hacen realmente. Lo que son, no lo que debieran ser.
Aunque Maquiavelo empieza describiendo los diferentes tipos de principados, su
objetivo es hablar del “príncipe nuevo”, es decir, del hombre que llega a dirigir un
Estado por factores como la propia virtud, la buena fortuna, el favor del pueblo o la
colaboración militar de otros príncipes. Para cada uno de estos casos, Maquiavelo
expone causas y motivaciones, analiza posibles peligros y desequilibrios del poder o
de las relaciones de éste con los súbditos y con los nobles o magnates del Estado.
Teniendo en cuenta las vivencias personales de Maquiavelo y su entorno políticosocial, no es de extrañar su pesimismo extremo.
Maquiavelo da mucha importancia al arte de la guerra como medio para lograr
mantener un Estado íntegro y próspero, al igual que insiste en la importancia que el
pueblo respete y tema a su señor. Él cree que un príncipe ha de dar una buena
imagen de sus atributos, aunque en realidad no los tenga. Maquiavelo alaba la virtud
de los gobernantes que son crueles con unos pocos y así mantienen el Estado,
mientras que critica a los pueblos y príncipes crédulos que son buenos y dejan que
sus enemigos destruyan una parte de su patria, seguros de que así la sed de
conquista de sus enemigos se saciará.
El bien del Estado no se subordina al bien del individuo, y su fin se sitúa
absolutamente por encima de todos los fines particulares por más sublimes que se
consideren.
Pensamiento
El poder considerado como uno de los ámbitos de realización del espíritu humano y el
fenómeno político visto como la expresión suprema de la existencia histórica, que
involucra todos los aspectos de la vida, es la concepción que subyace en las
disertaciones de El Príncipe.
El Renacimiento había dado inicio a la secularización del mundo y las cuestiones
religiosas quedaban restringidas al ámbito de la conciencia individual. La ciencia
renacentista había despojado al hombre de su armadura teológica y le había devuelto
la voluntad de organizar su existencia sin temores o esperanzas de compensación
espiritual.
El Estado también empezaba a concebirse como un poder secular no ofrecido a los
individuos por derecho divino sino por intereses económicos, de clases o ambiciones
personales. Fue esa gran mentalidad la que permeó la obra de Maquiavelo y de la que
derivó su concepción del poder y de la política. Maquiavelo no es ajeno a la moral. Y
supo intuir antes que sus propios contemporáneos que era imposible organizar un
Estado en medio del derrumbe social de Italia.
Las opiniones posteriores sobre su obra, en lo concerniente a su política de maximizar
los medios frente a los fines en el ejercicio del poder, ignoran que el escritor florentino
fue un ardiente partidario de la libertad. Y lo demostró con sus escritos defendiendo las
instituciones republicanas que fueron destruidas con la invasión de Francia y España a
Italia; lo mismo que contra la corrupción, a la que consideraba una amenaza contra la
libertad, virtud sin la cual ningún pueblo puede construir su grandeza. “La experiencia
muestra que las ciudades jamás han crecido en poder o en riqueza excepto cuando
han sido libres”, dijo Maquiavelo. “El fin justifica los medios”, no es una sentencia
carente de moral y ética como han pretendido demostrar los críticos de Maquiavelo.
Sencillamente es una reflexión en la que se reconoce que de las mismas
circunstancias que enfrenta El Príncipe, él debe extraer las premisas necesarias para
desenvolverse en un mundo cambiante.
El éxito de un soberano radica en tomarle el pulso a las situaciones, valorarlas y
armonizar su conducta con la dinámica inherente a ellas. Son las necesidades las que
impondrán una respuesta. Y con ello Maquiavelo demuestra que los hombres se
miden con el mundo y actúan sobre él. Premisa infalible que había olvidado la Edad
Media. Ello significa que la ambición de Maquiavelo de ver una Italia unida, expuesta
de forma precisa en los consejos que en 26 capítulos sugieren al magnífico Lorenzo
de Médicis, no constituyen un espejismo político sino que puede realizarse en la
realidad material a través de la lucha por el poder y estimulando en los italianos los
sentimientos comunes que configuraban la identidad cultural de ese país.
Existe una circunstancia concreta: Italia invadida por fuerzas extranjeras, y una
necesidad real: la liberación nacional y la construcción de la unidad política. El medio
para lograrlo es la guerra y el fin, adaptarse a las exigencias de los nuevos tiempos,
organizándose como estado nacional. Para Maquiavelo los fines políticos eran
inseparables del “bien común”.
La moral para el diplomático florentino radica en los fines y la ley constituye el núcleo
organizador de la vida social. Todo lo que atenté contra el bien común debe ser
rechazado y por ello “la astucia, la hábil ocultación de los designios, el uso de la
fuerza, el engaño, adquieren categoría de medios lícitos si los fines están guiados por
el idea del buen común, noción que encierra la idea de patriotismo, por una parte, pero
también las anticipaciones de la moderna razón de Estado”.
Las simplificaciones de las que ha sido víctimas Maquiavelo, no han logrado minimizar
esa nueva dimensión ontológica sobre el poder genialmente concebida por el estadista
florentino. Para Maquiavelo está claro que ha diferencia de los países europeos, en
Italia no había sido posible construir el Estado-Nación. El soberano que fuese a
enfrentar este reto histórico, necesitaría de una suma de poder que lo convirtiera en un
monarca absoluto. Esa empresa solo es posible si el gobernante dispuesto a llevarla a
cabo, arma los ciudadanos para liberar a su patria de las fuerzas extranjeras.
Cumplida esta tarea procurará ofrecer al pueblo leyes justas y éste a su vez , asumirá
la defensa y seguridad de la nación.
El interés de Maquiavelo se centra, a través de toda su obra, en la política como “arte
de conquistar el poder”. La política es por tanto el arte de el príncipe o gobernante en
cuanto tal. Y el príncipe, en cuanto conquistador y dueño del poder, en cuanto
encarnación del Estado, está por principio (y no por accidente) exento de toda norma
moral. Lo importante es que tenga las condiciones naturales como para asegurar la
conquista y posesión del poder, “que sea astuto como la zorra, fuerte como el león”.
Dice Maquiavelo que el príncipe que quiere conservar el poder “debe comprender bien
que no le es posible observar, en todo, lo que hace mirar como virtuosos a los
hombres, supuesto que a menudo para conservar el orden de un Estado, está en la
precisión de obrar contra su fe, contra las virtudes de la humanidad y caridad y aún
contra su religión”.
Para Maquiavelo la razón suprema no es sino la razón de Estado. El Estado (que
identifica con el príncipe o gobernante), constituye un fin último, un fin en sí, no solo
independiente sino también opuesto al orden moral y a los valores éticos, y situado de
hecho, por encima de ellos, como instancia absoluta. El bien supremo no es ya la
virtud, la felicidad, la perfección de la propia naturaleza, el placer o cualquiera de las
metas que los moralistas propusieron al hombre, sino la fuerza y el poder del Estado y
de su personificación el príncipe o gobernante. El bien del Estado no se subordina al
bien del individuo o de la persona humana en ningún caso, y su fin se sitúa
absolutamente por encima de todos los fines particulares por más sublimes que se
consideren.
El sentido de la vida y de la historia, no acaba para los hombres si ellos prosiguen en
la tarea de perfeccionar la sociedad sobre bases racionales que los trasciendan más
allá del simple plano individualista o de atomización social en el que viven dentro de
las sociedades contemporáneas de finales del siglo XX. La permanente transformación
de la política, como la soñó Maquiavelo, puede ser el camino para la humanización del
poder y la sociedad.
Leer “El Príncipe” es enfrentarnos al triunfo del espíritu renacentista sobre la religión,
como también bordear el lado más creador y sombrío de los hombres en la ardua e
inconclusa tarea de perfeccionamiento de la conciencia humana y de la sociedad.
Generalmente se afirma que la historia es el registro de los choques entre situaciones
o estructuras extremas. Desde esa interpretación “El Príncipe” de Nicolás Maquiavelo
es la síntesis de la disolución de un mundo, el medioevo, y el nacimiento de un nuevo
principio de realidad en el que el hombre, volvía a ser la preocupación esencial de
todas las cosas, el Renacimiento.
Si la política debía ser el arte de lo posible, para Maquiavelo ello significaba que ésta
debía de basarse en realidades. Las necesidades de cambio que él formuló para su
tiempo, fueron extraídas de su observación del mundo material y del estado de ánimo
colectivo de sus compatriotas. Sin embargo en la médula de “El Príncipe” se encuentra
la reivindicación del Estado moderno como articulador de las relaciones sociales y la
necesidad de que los hombres vivan en libertad.
El Príncipe y su ética
El príncipe es un libro escrito por Maquiavelo para Lorenzo de Médicis, en muestra de
su apreciación. Este libro habla de las distintas formas de obtener el poder, de como
conservarlo y acrecentarlo, bajo una ética muy particular.
Contraria a la ética que nos inculcaron desde niños; la aristoteliana, que nos habla del
respeto la mesura, el equilibrio y que tiene como bien superior la felicidad. Esta la ética
que plantea Maquiavelo en su libro.
Maquiavelo considera correcto de una manera diametralmente opuesta, en vez de
teórica, de una manera práctica. Propone una ética pragmática, fría, mas que un
ideal, un día a día, expresada en su máxima “El fin justifica los medios” es decir no
importa como se logre mientas que se logre.
Considero la frase aplicable, pero con ciertas restricciones:
) sea muy poderoso.
En lo personal creo que esta ética, en el plano individual, puede ser llevada a acabo
en situaciones excepcionales y no cotidianas, como solemos hacer. Además pienso
que, aplicar ante cualquier situación, esta ética es un menoscabo a la inteligencia, ya
que demuestra que no somos capaces de idear una solución que concilie los medios
y el fin.
Necesidad de la ley y de la fuerza por parte del gobernante
Se trata de un texto que encontramos en el capítulo XVIII de la obra de Nicolás
Maquiavelo: El Príncipe.
La idea principal responde a una defensa apasionada de cuál es el mejor modo de
llevar a cabo las conveniencias del Estado.
La ideología maquiavélica al respecto se refleja a través de una ética que no
contempla más que llegar al fin perseguido, debido a lo cual quedarán
automáticamente justificados todos los medios utilizados para ello, por condenables
que puedan parecer.
El párrafo primero es un alegato en favor de la tesis expuesta anteriormente. La idea
de Maquiavelo de que un gobernante debe ser inflexible ante todo para preservar el
bien del Estado, aunque sea a costa de una conducta moralmente indigna.
Ello suscitó la inmediata incomprensión de casi todos sus coetáneos que lo
interpretaron como una astucia maligna, saltaron los mecanismos de defensa sociales
y pronto se estableció una corriente antimaquiavélica en defensa de las bases morales
hasta entonces establecidas que aún perdura en nuestros días, asociada a la idea de
astucia, mala fe y cinismo en política.
Cosa bastante injusta porque Maquiavelo no acepta ni legitima la violencia como
norma del obrar político, sino sólo en casos extraordinarios y en orden, no al
mantenimiento del poder por parte del gobernante, sino en orden al bienestar de
todos.
El segundo párrafo establece la necesidad de uso por parte de los gobernantes de la
fuerza bruta como conveniente complemento para reafirmar el poder propio de
quienes poseen la inteligencia para aplicar las leyes que aseguran el bien del Estado.
Esa fuerza bruta será un buen complemento porque utilizada con inteligencia asegura
el sometimiento de los demás hombres y por tanto el poder.
En el tercer párrafo la tesis anterior se desarrolla desvelando el pensamiento de
Maquiavelo. Se expone el mejor modo de reafirmarse y asegurarse en ese poder. Para
él está claro que aunque puede que los hechos acusen los resultados excusarán; de
modo que la falta de escrúpulos debe ser tenida como el modelo correcto de actuación
para el buen gobernante. Y esto lo justifica mediante la teoría de que el hombre es
malo y al ser malo lo mueve su naturaleza. Tal teoría la demuestra exponiendo los
numerosos ejemplos de ello que a lo largo de la historia se han sucedido. Ejemplos
que dejan al descubierto y sin lugar a dudas, cómo cada desastre social, guerras,
miseria, etc…, ha sido siempre culpa de los mismos hombres que movidos por su
propia maldad actúan siempre unos en contra de otros, destruyendo todo cuanto se ha
construido, resultando el más perjudicado el Estado.
Por eso no pasa nada si se actúa para defenderlo en contra de quienes lo atacan.
Como se ha dicho, prueba de ello son los numerosos ejemplos que se van repitiendo
cíclicamente, por lo que habrá que anticiparse al desastre para atajarlo sin miramiento
alguno. La falta de ética será excusable en la aplicación de tal precepto porque
precisamente va en contra de la maldad humana y en bien del Estado.
Alude algunas cualidades animales para ejemplarizarlo. El gobernante debe poseer la
astucia de la zorra en combinación con la fuerza del león, para librarse de las trampas
y los lobos, que son al fin y al cabo los traidores y los opositores al gobernante.
Aconseja que tales “virtudes” se disfracen y se disimulen para mayor efecto de tal
arma.
Y vuelve a justificar la necesidad de falta de escrúpulos debido a esa naturaleza
humana maligna de la que el Estado debe protegerse.
Por tanto, si se utilizan el engaño y el incumplimiento de promesas no pasa nada
porque siempre hay gente dispuesta a dejarse engañar y siempre hubo quien faltó a
sus promesas antes.
En el párrafo cuarto utiliza la eminente figura del Papa Borgia, Alejandro VI como
ejemplo para la idea anterior, un hombre que utilizó la técnica del engaño
brillantemente para la consecución de sus fines porque conocía perfectamente dónde
se movía y cómo era cada quién y por tanto, qué debía darle a cada cual.
El autor del texto entendía perfectamente la actitud de Alejandro VI porque tampoco a
él le interesó nunca la religión más que como un instrumento más de manipulación
política.
Por tanto ello se complementa con otra idea que también aparece: el gobernante
necesita ser un maestro de la manipulación y la seducción mediante el lenguaje para
manipular al pueblo tanto en sus creencias y opiniones como para asegurarse su
incondicional adhesión. Es así como el gobernante debe aprender a instrumentalizar
las pasiones humanas y confundir las cabezas de los hombres con todo tipo de
embustes ya que en política sólo cuentan las apariencias aprovechando que la
mayoría de la gente vive muy alejada de la realidad. De nuevo la torpeza humana
sirve como excusa para dar rienda suelta a toda clase de manipulaciones e intrigas.
El párrafo quinto es una prolongación de la tesis anterior que entra ya en el terreno de
las influencias que Maquiavelo recibe del modelo político de la República Romana,
que él tanto admira. Habrá que llegar a la crueldad si es preciso, aunque siempre
distinguiendo entre “la bien usada y la mal usada”, y lo más importante de todo que la
virtud política del gobernante la va a constituir precisamente saber conservar su
Estado a base de distinguir cuando no debe alejarse del bien y cuando va a necesitar
entrar en el mal para ello.
Es el bien común y no el privado el que legitima la violencia en determinadas
situaciones pero, puesto que con sus acciones lo que el gobernante busca son buenos
resultados, debe conocer bien el alma humana para atacarla allí por donde sea más
oportuno, manipulación al fin, y si para ello necesita entrar en el mal deberá colorearlo
y disimularlo para asegurarse el éxito y no el desprestigio. Sacar provecho de todo y
de cada situación.
El párrafo sexto es la conclusión final de todos estos preceptos:
vulgo lo único que valora es el resultado final, puesto que la naturaleza humana es
limitada y sólo alcanza a ver lo que muestran las apariencias.
definitiva, porque ello asegura la ventaja a la hora de la manipulación.
acusan pero los resultados excusan.
Aunque el personaje se refiere de un modo velado, queda patente su personalidad
“correctamente maquiavélica”. Su actuación puramente contradictoria a su predicación
pero totalmente efectiva a sus fines era el mejor ejemplo con el que el autor podía
ilustrar su texto.
Contexto Histórico e Ideológico de Maquiavelo y “El Príncipe”
El absolutismo papal correrá parejo al desarrollo del poder monárquico creciendo a
expensas de los poderes rivales . El poder político se condensa en manos del
monarca siendo común la concepción del soberano como fuente de todo poder
político. A finales del siglo XV se produce una remodelación de las instituciones
medievales por los cambios económicos producidos y debidos a una mejora de las
comunicaciones produciéndose un cambio en el ámbito geográfico el cual pasará a ser
local. El mayor beneficio de mercado será el aventurero, comerciante dispuesto a
aprovechar cualquier situación y que domina la producción encontrándose fuera de la
potestad de gremios y ciudades. Este comercio debía encontrarse políticamente en
manos de un gobierno de mayor poder que el local. Esta burguesía será el enemigo de
la nobleza necesitando de un poder fuerte cuyo centro será el monarca poder político y
militar. Se ganará en un gobierno ordenado y eficaz.
El absolutismo moderno
Las instituciones medievales han fracasado encubriendo a menudo el fracaso de las
monarquías y estas pasan a ser absolutas derrocando a los poderes del
constitucionalismo medieval y a las ciudades-estado libres en las cuales se basó la
civilización medieval. Expolia los monasterios y los eclesiásticos son sometidos al
control monárquico desapareciendo la autoridad jurídica de la iglesia. En España la
era de la monarquía absoluta se inicia con los Reyes Católicos convirtiéndose el país
en una de las mayores potencias. En Inglaterra comienza con la dinastía Tudor
cuando Enrique VII se ve obligado a conseguir el apoyo de la nobleza, establecer el
orden y fomentar el comercio. En Alemania la situación se retrasará.
Francia es el ejemplo donde la Guerra de los Cien Años afectó sobre todo a la nobleza
y en el XV es la nación más unida y compacta agrupando toda la fuerza militar bajo las
manos del rey, el cual someterá a los disidentes y a los feudatarios asimilando
impuestos e imponiéndose a la iglesia quedando el monarca como único
representante de la nación. Será Maquiavelo quien revolucione la teoría política del
momento junto a una nostalgia hacia la civilización romana.
Italia y el Papa
En estos momentos Italia se encuentra dividida en cinco estados y en 1512 cae la
República Florentina ejemplo del destino de los estados débiles. El Estado Pontificio
se convertirá en un estado fuerte y compacto. Ya no serán árbitros pero conservan la
soberanía de la Italia Central. En toda la península existe una fuerte división entre los
tiranos y la mayoría de la población cree que la Iglesia es culpable de dicha situación.
Dentro de una sociedad cargada de tintes libertinos y corruptos donde el individuo es
egoísta.
El Príncipe trata de las monarquías o estados absolutos siendo la indiferencia moral
ante los medios utilizados la principal característica del pensamiento de Maquiavelo
junto a la fuerza y astucia como puntal de un gobierno bueno . Escribe sobre la
mecánica de gobierno siendo de su interés las medidas políticas y militares. La
finalidad política es conservar y aumentar el poder político y la medida de su éxito la
consecución de ese propósito independientemente sea cruel o injusta.
Sobre esta indiferencia moral nunca se puede presuponer que tomase como modelo a
alguien. Condena la servidumbre cristiana y con ella a la religión Cristiana valorando
mucho mas a las antiguas religiones paganas. Nunca duda que la corrupción del
ciudadano hace imposible al buen gobierno y cree que eran las virtudes cívicas de los
antiguos romanos las que hicieron posible el imperio pero este no tiene porque ser así
en los gobernantes juzgando de forma diferente a los dos puesto que en el gobernante
se encuentra fuera del grupo. Utiliza los ejemplos de la historia pero no puede llamarse
propiamente empírico.
Egoísmo universal
Será en aquello que Maquiavelo se basa recíprocamente en la necesidad de
seguridad buscando el apoyo de un gobierno fuerte. Los hombres desean conservar y
tener mas, eso hace que estén continuamente en lucha por la realidad de la escasez
natural. Observa que generalmente los hombres son malos y que el gobernante
prudente debe basar su gobierno sobre ese hecho, puede matar pero no saquear. En
Italia el problema se encuentra en fundar un estado sobre una sociedad corrompida
donde el único gobierno posible sería la monarquía absoluta. Solo se puede ordenar
mediante el poder despótico. Junto al egoísmo humano existe asimismo la constante
lucha que hace que la derrota pueda estar cerca de los pasos de la política.
El legislador omnipotente
Un estado afortunado tiene que ser fundado por un solo hombre, lo cual determinará el
carácter nacional de su pueblo, la restauración de una sociedad debe ser efectuada
por un legislador. No existen límites a lo que puede hacer un estadista siendo el poder
lo único que puede mantener unida a la sociedad y las obligaciones morales que
existen tras ella. El gobernante como creador del Estado está fuera de toda moral no
siendo digna la violencia destructiva. El príncipe modelo encarna astucia y egoísmo y
aprovecha vicios y virtudes, el cuadro idealizado de un tirano del XVI. Desconfía de las
medias tintas políticas admirando al déspota y al pueblo que se gobierna a sí mismo
bajo el imperio de la ley. No convertirá a su legislador en teoría del absolutismo
político.
Republicanismo y nacionalismo
Todo gobierno debe encontrarse regulado por ley. El gobernante no debe tocar la
propiedad ni a las mujeres de los súbditos. Prefiere elección a herencia, empleo de la
severidad con moderación y libertad de expresión estimando el gobierno liberal y
sujeto a las leyes. Aristocracia y nobleza no son más elementos perniciosos para
cualquier gobierno útil. Otro elemento distorsionador es el de los soldados mercenarios
que agotan el oro y no son útiles para cuando verdaderamente sé les necesita, por ello
el gobernante debe dispone de un ejercito compuesto por sus súbditos, equipado,
disciplinado y enlazados con el estado por la lealtad. Espera que algún tirano de Italia
pueda encargarse de la tarea de organizar y unificar el estado italiano aunque no tiene
nada que pueda verse como una teoría de unificación. Su meta sería conseguir la
ciudad-estado expansionista.
Más que cualquier otro pensador político, Maquiavelo será el creador del significado
de la palabra Estado como fuerza organizada dentro de un territorio.
Los primeros reformadores protestantes
Esta reforma mezcla teoría política con reformas de credo religioso y con problemas
de dogma teológico. No se producirá nada semejante a una teoría política puesto que
los diversos eruditos comparten el mismo fondo cristiano. La semejanza de esas
convicciones políticas depende mas de las circunstancias y las diferencias de las
existentes entre las diferentes iglesias. Las teorías políticas no tienen porqué coincidir
con las religiosas. La rotura de los protestantes con Roma no significa la no
insmicución del clero en la política o la interferencia del poder secular en el religioso.
Ahora la religión depende en mayor grado de la política. Por vez primera se quebranta
la unidad de la iglesia y los resultantes siguen actuando de manera autoritaria donde
se corta el poder de la iglesia, el mantenimiento de este queda en manos del poder
secular. El estadista considera el mantenimiento de la religión como garante del orden
publico.
Obediencia pasiva y derecho de resistencia
Se aumenta y consolida el poder de las monarquías y la reforma depende de poder
contar con el apoyo de los príncipes con la consecuencia de robustecer más al poder
ganando peso la monarquía absoluta. Los grupos reformistas luchaban contra el Papa
y la franja lunática, movimiento reprimido cruelmente. Monarquía, economía y
reformadores se unen realizando la forma típica del estado europeo.
En el Norte se producen minorías religiosas relativamente fuertes que acaban siendo
fuentes potenciales de desorden lo cual hará surgir una política de tolerancia religiosa
basada en la común lealtad política. Así amalgama de religión y política es completa
siendo un articulo primordial el respaldo a los gobernantes. La verdadera religión
incluye el derecho a disentir del gobierno y a resistirlo en interés de esa verdad. En
esos momentos serán los reyes herejes quienes están devastando la iglesia. El
derecho a resistir deriva de que los reyes poseen su poder a través del pueblo y
pueden ser llamados a cuenta por él.
Martín Lutero
Tanto el cómo Calvino se basaron en razones idénticas, sosteniendo que la existencia
del gobernante es mala, algo que no se demostrará coherentemente e históricamente.
Lutero considera que la sustancia de la religión se basa en una experiencia mística y
personal donde el exterior supone una ayuda para alcanzar esa experiencia. Las
acusaciones que vierte hacia la iglesia de Roma se basan en agravios antiguos
atacando los privilegios especiales del clero y por tanto en asuntos temporales los
clérigos tienen las mismas responsabilidades que los seglares aunque no puede
prescindir enteramente de la disciplina y autoridad eclesiástica y por ello es llevado a
pensar que hay que reprimir la herejía.
El resultado práctico de su ruptura con Roma fue que el poder secular se convirtió en
agente de la reforma contribuyendo a crear una iglesia nacional con el deber de
obediencia pasiva de los súbditos. Tenía confianza en las magistraturas y ninguna en
las masas. Los Príncipes eran súbditos del Emperador y se vio obligado a admitir que
podría existir una resistencia hacia este cuando se excediera de su autoridad aunque
de manera muy vaga. Así sus iglesias serán ramas del Estado y los frenos del poder
secular desaparecen ganando la religión en espiritualidad y el estado en poder.
Calvinismo
Desde Holanda, Escocia y Norteamérica se extiende en Europa Occidental la
justificación de la resistencia. En un principio Calvino postulaba la obediencia pasiva,
pero en Francia y Escocia se encuentra en oposición a unos gobiernos que no puede
someter. También en principio su doctrina adolece de consideraciones hacia el
liberalismo o el constitucionalismo teniendo campo libre en una teocracia antiliberal y
opresora. Se oponen a la mezcla estado-iglesia para que esta ultima tenga el poder
necesario disponiendo del apoyo secular. El gobierno calvinista dio las dos espadas al
clero con el resultado de un intolerable gobierno de santos con inmiscución entre los
asuntos íntimos. Su ética es una ética de acción como que el instrumento elegido por
la voluntad de Dios es el hombre donde su creencia es la de un sistema cósmico de
dependencia cuasi militar agotando el vocabulario del derecho romano y su disciplina
es la del domino sobre sí mismo haciendo de las iglesias calvinistas la parte militante
del protestantismo. El reformador moral presenta un carácter autocrático dando a los
santos el derecho de gobernar y da mayor valor a las instituciones seculares siendo su
primer deber mantener el culto a Dios desterrando la herejía. Aspira a la censura moral
por la influencia que da al clero. Incluye la representación por elders lo cual no
significa que quiera introducir la democracia. En teoría todo el poder reside en el
cuerpo cristiano, aunque no existe autonomía. En Escocia donde la asamblea general
se compone de presbíteros y sínodos era más representativa de la generalidad de la
nación que el parlamento escocés. Aquí la reforma es un movimiento popular contra la
corte, algo que en sus inicios no postula el calvinismo. Este no es recomendable en
una nación donde el monarca sea el jefe temporal puesto que el calvinismo cree en la
superioridad de la autoridad espiritual, hace autónoma a la iglesia incluyendo al clero y
a los seglares y en las iglesias nacionales. Si no hay obispo no hay rey. Esta es la
forma de poder eclesiástico defendida por la oposición. Es no-monárquica.
Como el poder secular es el medio externo de salvación, la posición del magistrado el
honorabilísima y la resistencia hacia el es resistencia hacia dios, así que el ciudadano
privado no tiene porque opinar en asuntos políticos. El mal gobernante es un castigo
devino por los pecados del pueblo y la sumisión es hacia la magistratura no hacia la
persona. La ley de dios obliga tanto a jefes como a súbditos y la ley civil fija la pena
para lo intrínsecamente malo pero el castigo hacia un magistrado compete a Dios.
Señala que hay constituciones en las que ciertos magistrados menores tienen el deber
de resistencia hacia la tiranía en beneficio del pueblo, el derecho a resistir deriva de
Dios, pero no es un derecho general del pueblo a resistir. El poder soberano es un
conjunto y uno de los que participan en el tiene el derecho a impedir el abuso del otro.
La teoría constituirá una mitigación aristocrática de la doctrina general de los derechos
naturales inherentes al pueblo. La obligación del gobernante es actuar hacia Dios, no
hacia el pueblo, todo deriva de Dios. En el sistema solo hay lugar como rey hacia Dios.
Reproduce el antiguo sistema mixto criticando la monarquía hereditaria. Es
marcadamente aristócrata. Su teoría es inestable por ser fácil presa de las
circunstancias puesto que si el gobernante no acataba sus normas si que debiera
resistírsele.
Jhon Knox
Será quien realice el primer cambio de posición por la situación del protestantismo
escocés. La corona es católica y por ello puede esperar mucho de una política de
resistencia y así logra la reforma escocesa. No se aparta de los principios de Calvino
como la superioridad sobre la iglesia católica o el deber de imponer la verdadera
religión a aquellos que no la aceptan voluntariamente. Así en Escocia afirma que es su
deber corregir y reprimir a un rey que actúa contra la verdadera religión. Abandona la
creencia que la resistencia es siempre mala y apoya a esta como parte del deber de
apoyar a la religión. Es el deber religioso, no los derechos del pueblo.
Conclusiones
“El Príncipe” es el manual del gobernante renacentista, secular, profesional,
nacionalista y expansionista.
Breviario del arte de conservar el Gobierno, desiste de todo intento de buscar una
justificación teológico-racional del poder: el poder se justifica a sí mismo y es árbitro
absoluto de todo lo que, pretendidamente eran sus reglas, incluida la moral. Tres son
los factores que juegan en todo el proceso de adquisición, conservación y pérdida de
sus principados: fortuna, virtud y talento / mérito.
Escrito con gran elegancia y en un estilo claro y sencillo, muestra, asimismo, una gran
erudición histórica y un intelecto poderosos en la capacidad de extraer conclusiones y
de razonar. Probablemente quepa mantener la tesis de que Maquiavelo era
republicano (seguramente, también, demócrata) y partidario de un gobierno justo y no
despótico, sin necesidad de hacer muchas filigranas para ello: “ Es mejor que el
príncipe sea justo (o en todo caso, que lo aparente)”. Gran lucidez en todo lo relativo a
las consecuencias políticas de la actuación moral. Notable el nacionalismo
Maquiavélico.
En ellas sostiene que las normas de la política practica se apartan se apartan de las
establecidas para
la ética por lo que los actos y resoluciones del gobernante deben inspirarse en motivos
de orden político, sin consideración a los conceptos del bien y del mal
Política
En esta obra la política aparece por primera vez tratada como ciencia en ella se
analiza los medios y procedimientos por los cuales un hombre ambicioso pudo llegar al
poder supremo de un país. Maquiavelo estudia al gobierno de los principados desde
su punto de vista, como una ciencia.
En esta Maquiavelo hablaba de las distintas clases de principados, de la dificultad de
gobernar unos y de la facilidad de gobernar otros.
También se habla de ejemplos en los que se representan los diferentes casos de
adquisición de reinados. Sin embargo Maquiavelo aisló el problema político y solo se
concentro en este y perdió de vista muchos aspectos que están ligados a la
constitución y administración del estado mismo.
ó cosas provechosas, siguiendo la verdad efectiva de las cosas.
ríncipe no será moral, sino ordenadora.
En resumen El Príncipe de Maquiavelo tuvo y tiene un gran interés político. Su autor
ha sido definido en muchas ocasiones como un personaje de enrevesadas ideas (de
todos es conocida la popular expresión “tener ideas maquiavélicas”). Sus reflexiones
han sido objeto de muchas críticas, para él la moral y la ética se dejan en un segundo
plano cuando se trata del mantenimiento del gobernante en el poder. Así justifica
determinados comportamientos y cualidades que debe tener el príncipe para
mantenerse en el poder. Estas condiciones y aptitudes se resumen en su capacidad
de aprovechar situaciones y manipular deseos y voluntades de tal modo que sean
consideradas como medios y no como fines, cualidades que a nosotros nos parecen
amorales. Según él un príncipe puede ser cruel “…debe por tanto un príncipe no
preocuparse de la fama de cruel si a cambio mantiene a sus súbditos unidos y leales
porque con poquísimos castigos ejemplares será más clemente que aquellos otros que
por excesiva clemencia permiten que los desórdenes continúen”; puede ser hipócrita
“… es necesario saber colorear bien esa naturaleza y ser un gran simulador y
disimulador” y sobre todo y lo más importante se le permite el uso de la violencia
como instrumento de cohesión social, si bien no es bueno su uso continuado.
Otro aspecto importante de su obra es el profundo desprecio hacia la concepción
humana, motivadas por una situación política controvertida y por una visión personal
del mundo y de los hombres totalmente pesimista. Así se observa en muchas de sus
frases: según él el hombre no es bueno “…porque un hombre que quiera hacer en
todos los puntos profesión de bueno, labrará necesariamente su ruina entre tantos que
no lo son”, describe las cualidades de los hombres “…se pude decir de los hombres lo
siguiente: son ingratos, volubles, simulan lo que no son y disimulan lo que son, huyen
del peligro, están ávidos de ganancia; y mientras les haces los favores son todos
tuyos, te ofrecen la sangre, los bienes, la vida, los hijos cuando la necesidad está
lejos; pero cuando se te vuelve encima vuelven la cara…”.
A pesar de estas reflexiones que hace Maquiavelo no debe, a modo personal, ser
objeto de una critica despiadada, pues detrás de ese pesimismo y frialdad moral se
encuentra un profundo análisis políticos que en algunos momento parecen referirse a
nuestro tiempo con una total vigencia, lo que convierte a Maquiavelo , más que en un
pensador “moderno”, en un politólogo contemporáneo.
Lo que si que esta claro es que un buen político tiene que hacer prevalecer los
intereses de quien representa sobre los suyos propios, y que por esto es, en parte,
“prisionero” de sus actos (de todas formas no tienen derecho a quejarse, porque son
ellos los que han elegido seguir ese camino). Esto es lo que no parecen haber
entendido la gran cantidad de hombres que han querido imponer sus ideas a costa de
los intereses de los que supuestamente deben apoyar y defender.
En conclusión Maquiavelo describe las mentiras, los métodos inmorales, las tácticas
de cómo ganarse a su pueblo, propuso las condiciones que habían de caracterizar a
un príncipe, entendida esta figura como la cabeza o jefe del Estado.
El hombre, desde el principio de los tiempos, se ha relacionado a partir del poder o la
aspiración a éste. Pero conseguir manipular y gobernar a una persona o a un estado
no es sencillo. Se necesita ser un buen estratega, cínico y hábil, manipulador de las
masas, hipócrita en las acciones, fuerte y justo en los movimientos. Mantener el poder
requiere un gran esfuerzo y una gran destreza que no todos los hombres poseen.
Maquiavelo, cuando escribió El Príncipe era consciente de esta realidad. Por eso,
dedicó su obra póstuma a los políticos de su tiempo.
“A los hombres se los ha de gobernar con mano de acero dentro de guante de
terciopelo” – Napoleón Bonaparte
Las ideas de Maquiavelo marcaron el inicio de la política como la conocemos hoy en
día. Todo gobernante actual que no siga sus consejos no podrá mantener su poder
durante un largo periodo de tiempo.
“Lo que impulsa a los adversarios a venir hacia ti por propia decisión es la perspectiva
de ganar. Lo que desanima a los adversarios de ir hacia ti es la probabilidad de sufrir
daños” – El Arte de la Guerra (Sun Tzu)
La obra de Nicolás Maquiavelo representa una interesante perspectiva para
comprender la evolución social y política del mundo moderno surgida en el
Renacimiento.
Desde el año 1513, fecha de su publicación hasta hoy, el impacto de ese tratado de
política, El Príncipe ha suscitado las más complejas y atrevidas interpretaciones en los
estudios sobre el fenómeno del poder y en los gobernantes mismos.
Maquiavelo no era un mal hombre, ni un asesino, ni un intrigante de sangre fría. Por lo
contrario, era un ardiente partidario de las instituciones republicanas, que percibía más
claramente que el resto de sus compatriotas. Como ningún Estado podría prosperar
donde la moral había fallado, como había ocurrido en Italia.
En lo personal me parece que fue el implacable realismo de Maquiavelo lo que
permitió diagnosticar precozmente el sentido del naciente orden europeo, establecer
los fines ideológicos que convenían a la comunidad de la que formaba parte y señalar
los medios eficaces para lograrlos a partir de las situaciones reales que predominaban
en la Italia de su tiempo.
Esta obra de tipo filosófica y política representa una interesante disertación y realidad
que ayuda a comprender la evolución social y política del mundo del renacimiento.
El Príncipe deja complejas y atrevidas interpretaciones acerca del poder y los
gobernantes. El realismo de Nicolás Maquiavelo fue implacable, demostrando un
sentido de orden, fines políticos e ideológicos que pueden ser convenientes para la
comunidad señalando métodos sagaces, inteligentes, astutos, lógicos y eficaces para
lograrlos a partir de situaciones reales que predominaban en aquel tiempo.
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